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República de Colombia

Corte Suprema de Justicia

CORTE SUPREMA DE JUSTICIA


SALA DE CASACIÓN CIVIL

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Magistrado ponente

STC182-2016
Radicación n.° 11001-02-03-000-2015-03170-00
(Aprobado en sesión de veinte de enero de dos mil dieciséis)

Bogotá, D.C., veintiuno (21) de enero de dos mil


dieciséis (2016).-

Decide la Corte la acción de tutela interpuesta por


Jaime González Silva contra la Sala Civil Familia del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Cúcuta y el
Juzgado Tercero Civil del Circuito de Oralidad de la
misma ciudad, trámite al cual fueron vinculadas las partes
y los intervinientes del proceso al que alude el escrito de
tutela.

ANTECEDENTES

1. El actor reclama la protección constitucional de


los derechos fundamentales al debido proceso, a la buena
fe, a la dignidad y al acceso a la administración de justicia ,
presuntamente conculcados por las autoridades judiciales
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accionadas, con las sentencias de 6 de julio y 24 de


septiembre, ambas de 2015, proferidas en el marco del
proceso ejecutivo singular que en su contra promovió
William Guevara Maturana «de manera incongruente y no
ajustada a derecho pues no le dio el valor probatorio a las pruebas
aportadas, solicitadas y practicadas, igualmente dentro del proceso [l]e
impusieron una carga con la sentencia dictada en [su] contra, carga
que no deb[e] soportar y de la que nada t[iene] que ver» (fl. 27).

En consecuencia solicita que se declare, que como


tales fallos vulneran las prerrogativas que reclama, se
deben «revocar las medidas cautelares ordenadas dentro del proceso
ejecutivo de mayor cuantía que cursa en dicho juzgado» (fl. 27).

2. En apoyo de tal pretensión, aduce en compendio,


que dentro del litigio referido en líneas anteriores el
demandante pretendió el cobro de una letra de cambio por
$210’000.000.oo de capital, más los intereses legales.

Sostiene que notificado el 21 de agosto de 2014 del


mandamiento de pago, «con sorpresa» se dio cuenta que el
título base de la acción era una letra de cambio que se le
había extraviado el 19 de abril de 2013, fecha en la que
denunció su pérdida ante la Policía Nacional, «en donde se
expidió la constancia de tal hecho», y que había firmado el 13 de

abril de 2012 «en blanco, sin valor, sin beneficiario, sin fecha de
emisión y sin fecha de cumplimiento y la guarde en mi agenda» , en

presencia de Joan Javier Giraldo como respaldo de un


negocio de un vehículo que pensaba realizar.
Manifiesta que propuso las excepciones denominadas
«inexistencia del título valor»; «inexistencia de la obligación»; «cobro de lo

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no debido»; «fraude procesal» y, «enriquecimiento sin justa causa», y en

sustento de la primera alegó el incumplimiento de los


requisitos establecidos en los artículos 621 y 625 del Código
de Comercio, puesto que en la emisión del mismo no se
tenía la intención de hacerlo negociable, ni lo entregó a
persona alguna.

Explica que como la letra de cambio «había sido llenada a


nombre de ZULAY AMPARO MARQUEZ VERA, como beneficiaria,
persona a quien no conoce al igual que todas las personas que se

nombran allí en calidad de endosatarios» , acudió a la Fiscalía para

formular denuncia penal por el delito de fraude procesal.

Afirma a continuación, que como el Juzgado Tercero


Civil del Circuito de Oralidad de Cúcuta, a quien
correspondió conocer del juicio, profirió sentencia el 6 de
junio de 2015 en la que declaró no probadas las defensas y
ordenó seguir adelante con la ejecución, desconociéndose «el
principio de la buena fe, pues [ella] acept[ó] que la firma en la letra de
cambio en la parte de aceptante era [suya], pero manifestando que

dicha letra se [l]e había extraviado en blanco solo con [su] firma», sin

darle valor probatorio alguno a las pruebas que aportó, su


apoderado apeló el fallo; que el Tribunal al conocer de la
alzada el 24 de septiembre de siguiente lo confirmó,
«ampar[ándose] en lo dicho por el Juzgado Tercero Civil del Circuito de
Oralidad de Cúcuta» (fls. 20 a 41).

3. Una vez asumido el trámite, el 12 de enero de los


corrientes se admitió la acción de tutela y se ordenó el
traslado a los involucrados para que ejercieran su derecho a
la defensa.

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RESPUESTA DE LOS ACCIONADOS

La Sala accionada por intermedio del Magistrado


Ponente de la sentencia atacada, se opuso al amparo
manifestando que lo resuelto en segunda instancia «no
configura causal alguna de procedibilidad para la prosperidad de la

acción de tutela», y además el trámite que se surtió al recurso

de apelación se hizo bajo los lineamientos pertinentes (fls.


53 a 55).

A su vez, el Juzgado Tercero Civil del Circuito de


Oralidad de Cúcuta remitió en calidad de préstamo, el
expediente del proceso ejecutivo singular de William
Guevara Maturana contra Jaime González Silva (fl. 57).

CONSIDERACIONES

1. Se recuerda que la acción de tutela es un


mecanismo extraordinario establecido por la Constitución
Política de 1991 para la protección inmediata de los
derechos fundamentales de las personas, frente a la
amenaza o violación que, en cuanto a ellos, pueda derivarse
de la acción u omisión de las autoridades públicas o de los
particulares, sin que se constituya o perfile en una vía
sustitutiva o paralela de los medios ordinarios de defensa

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que la misma norma superior y la ley consagran para la


salvaguarda de tal clase de derechos.

De igual manera es necesario destacar, que en línea de


principio, el mencionado mecanismo procesal no procede
respecto de providencias y actuaciones judiciales, salvo que
se esté en frente del evento excepcional en el que el
juzgador adopta una determinación o adelanta un trámite
en forma alejada de lo razonable, fruto del capricho o de
manera desconectada del ordenamiento aplicable, con
vulneración o amenaza de los derechos fundamentales del
respectivo ciudadano, caso en el cual es pertinente que el
juez constitucional actúe con el propósito de conjurar o
prevenir el agravio que con la actuación censurada se
pueda causar a las partes o intervinientes en el proceso.

2. La Sala ha predicado que cuando se cuestionan


las providencias de ambas instancias, es suficiente con
estudiar la proferida por el Superior, como quiera que es él
quien de manera definitiva examina el asunto, en virtud a
que la tutela no es una oportunidad paralela o adicional
para examinar lo dispuesto en primer grado, que no siendo
conclusivo, debe controvertirse mediante el recurso de
apelación. En caso de que al resolverse éste se transgreda
algún derecho fundamental, lo pertinente es dar la orden
respectiva al ad-quem para que remedie la arbitrariedad.

Al respecto, es jurisprudencia que

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«aunque el quejoso enfila la mayoría de su ataque contra el fallo


de 26 de agosto de 2011, en esta sede constitucional es inane
detenerse en él, pues, al haber sido apelado y reformado fue
sometido a la controversia que legalmente le corresponde ante el
juez natural, de tal manera que la valoración sobre si se lesionó el
derecho fundamental invocado debe hacerse frente al proveído
definitivo, so pena de convertir este escenario en una instancia
paralela a la ya superada» (CSJ STC, 4 mar. 2014, exp. 00095-
01, STC10207-2014, 1º ag. exp. 01233-01, STC-2015, 29 en.
rad. 00075-00, STC862-2015, 5 feb. rad. 00090-00 y STC1925-
2015, 26 feb. rad. 00321-00).

3. En este entendido, la Sala analizará la censura


encaminada concretamente contra la providencia proferida
el 24 de septiembre de 2015 por la Sala Civil Familia del
Tribunal Superior de Cúcuta, por medio de la cual se
resolvió confirmar la dictada en audiencia de 6 de julio del
mismo año por el Juzgado Tercero Civil del Circuito de
Oralidad de esa ciudad, dentro del proceso ejecutivo
singular que William Guevara Maturana instauró en contra
de Jaime González Silva, pues en sentir de este último, los
accionados no dieron «el valor probatorio a las pruebas aportadas,
solicitadas y practicadas» a su favor.

4. No obstante, una vez examinada la decisión de


segundo grado atacada advierte la Corte que el amparo
constitucional invocado no tiene vocación de prosperidad,
puesto que la determinación emitida por la autoridad
judicial convocada tuvo como fundamento argumentos que
en manera alguna pueden considerarse caprichosos o
absurdos.

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Lo anterior, por cuanto el registro de la grabación del


fallo del Tribunal permite advertir a partir del minuto 6:10,
que se apoyó en las siguientes consideraciones:

«la tesis de la parte recurrente con la apelación se concentra en el


siguiente tópico: la pérdida del título valor base de recaudo y sin la
intención de hacerlo negociable señalando que es inexistente el título,
además no se desvirtuó la certificación expedida por la policía nacional
donde consta la perdida de la letra de cambio.

No puede dejarse de lado que la parte ejecutada cuando contestó


la demanda formuló otras excepciones de mérito que denominó: cobro
de lo no debido, fraude procesal y enriquecimiento sin justa causa, bajo
el argumento que si bien el título valor lo firmó en blanco surgió con
ocasión de otro negocio jurídico y no conocer a los acreedores».

Para resolver ese tópico en cuestión, la citada


Colegiatura, luego de memorar los requisitos de que tratan
los artículos 488, 491 y 554 del Código de Procedimiento
Civil, y, 647 y 625 del Código de Comercio, explicó:

«la entrega del título sin intención de hacerlo negociable conforme


a la ley de su circulación, el ejecutado puede excepcionar solo teniendo
en cuenta: 1º que el titulo suscrito por el haya salido de sus manos sin
su voluntad, 2º que lo haya entregado sin la intención de negociarlo,
como cuando se da en guarda a un amigo o en custodia a un banco, y,
3º que el demandante no sea tenedor de buena fe. Luego entonces es
evidente que una vez presentado el título valor conforme a los
requisitos mínimos de orden formal señalados por la ley mercantil,
corresponde al deudor conforme a la hipótesis prevista en la norma
mencionada, la carga probatoria de acreditar que precisamente el título
salió de sus manos sin su voluntad, toda vez que alegó perdida del
mismo».

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Seguidamente afirmó,

«En la ocurrencia de autos se advierte la omisión de la exigencia


anunciada, por cuando al volver la mirada sobre el plenario se tiene
que efectivamente se allegó documento contentivo de una denuncia
elevada el 19 de abril de 2013 ante la Policía Nacional de Colombia a
través de su página web por “perdida de documentos o elementos”,
vuelto sobre la constancia taxativamente se enuncio: “reporto el
extravió de documento o elemento, otro, numero: sin número,
descripción: letra de cambio firmada en blanco, la cual se encontraba
en una agenda personal más mi libreta militar No. 13.490.534”.

Sin embargo esa situación fáctica no señala o prueba relación


alguna con el título valor aportado a la presente ejecución, toda vez que
la letra de cambio que soporta la presente acción ejecutiva está
constituida sobre una forma Minerva identificada con el numero LC-
216484099 con fecha de creación 13 de marzo de 2012, por valor de
$210’000.000, sumariamos que el aludido denuncio de perdida de
documento fue radicado en fecha 19 de abril de 2013, posterior a la
creación del título valor 13 de marzo de 2012».

Al continuar, centró su análisis en las pruebas y de


ellas explicó:

«Nótese que al ser interrogado el demandado reitera su posición


de inexistencia del título valor y la obligación allí contenida, además
que la letra de cambio fue constituida para otro negocio jurídico con el
señor Joan Javier Giraldo Vallen, no conocer a los acreedores, más sin
embargo acepta ser el firmante de la letra de cambio y con espacios en
blanco.

A su vez la prueba testimonial rendida por la señora Silvia


Lorena Escalante quien guarda una relación laboral con el demandado,
(secretaria), solo limita saber sobre la existencia de un documento

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contentivo de una letra de cambio, haber oído sobre un posible negocio


jurídico del demandado con el señor Joan Javier Giraldo Vallen,
enterarse del extravió de una letra de cambio, más nunca afirmó que el
titulo valor aquí en ejecución sea el mismo sobre el cual recae la
denuncia de perdida.

Por su parte la declaración rendida por la señora Rosa Inés


Márquez Vera quien guarda una relación laboral con el demandado por
ser quien gerencia la empleada donde trabaja, hermana de la señora
Zulay Amparo Márquez Vera y cuñada del señor Javier Albeiro
Guevara Rebolledo, afirma haber tenido a la vista copia de la letra de
cambio objeto de la presente acción ejecutiva, enseñada por el
demandado, haber percatado que la letra de cambio estaba firmada
por el demandado y la señora Zulay Amparo Márquez Vera, haber
colaborado al demandado para lograr una reunión con la señora Zulay
Amparo para hablar sobre el título valor, más nunca se enteró en las
condiciones o características del negocio jurídico, ni cómo llego a las
manos de la señora Luz Zulay Amparo ese documento, situación que no
fue desvirtuada por la parte demandada cuando procedió a interrogar
a la testigo, solamente insistió en averiguar la forma o manera en que
el título valor llegó a las manos de la señora Zulay Amparo Márquez
Vera, aun cuando ya había manifestado la testigo no ser sabedora».

Coligiendo de lo anterior entonces, que

«Por ende no hay prueba en contrario con la que se acredite que


el título valor aportado sea inexistente, y menos aún por la causal que
se alega. Si existe aceptación expresa del demandado cuando contestó
la demanda de ser la persona que impuso la rúbrica en la letra de
cambio, incluso para esta Sala el testimonio rendido por la señora Rosa
Inés Márquez Vera a pesar de su relación laboral con el demandado y
parentesco con los primeros acreedores del título valor, señala con
claridad y coincidencia la existencia del título valor aportado como
base de recaudo, así mismo que quienes aparecen firmándolo son el

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demandado y la señora Zulay Amparo Márquez Vera lo que da a


entender que el señor Jaime Gonzales Silva ya conocía de la obligación
contenida en la letra de cambio, lo dicho resulta suficiente para
enrostrar la existencia del título y la exigibilidad de la obligación allí
contenida, por cuanto si acudimos a el artículo 625 del Código de
Comercio, la firma impresa en el mismo da certeza de su eficacia, da
una seña de consentimiento, y la letra llega a su momento culminante
de título valor, quedando vinculado como deudor principal y
comprometiéndose a pagar una obligación cambiaria, que así mismo es
autónoma, literal, y legitima.

Es bien sabido que un documento es inexistente, cuando carece


en absoluto de validez, no existe para la ley ni para el mundo jurídico,
no produce ningún efecto. Luego si es por su inexistencia no tendría
que ser declarada su inexistencia, pero hablar de inexistencia del título
valor cuando el documento aportado contiene todas las características
particulares y generales de la letra de cambio, goza de todos los
privilegios que mencionan los artículos 621 y 671 y siguientes del
Código de Comercio. Por ende el título valor letra de cambio que nos
ocupa ha de tenerse por existente con lo cual también la exigibilidad de
la obligación allí contenida».

A continuación, y luego de hacer mención a lo


instituido en los artículos 174 y 270 del Código de
Procedimiento Civil, 622 y 835 del de Comercio y 1757 del
Código Civil, indicó: « entonces si la ley presume cierto el contenido
del título y de carácter facultativo, implícitamente está presumiendo
que se llenó conforme a las instrucciones dadas por el suscriptor, y la
única forma de apreciar esta estrictez es conociendo las instrucciones,
elemento que corresponde acreditar al demandado lo que para el caso

tampoco se realizó», para concluir de todo lo anterior, que « ante

la contundencia de los hechos derivados de la realidad expedencial» y,

«la pobreza de la prueba de la defensa relativa a la inexistencia del

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título valor y a la obligación», debía confirmarse la sentencia

impugnada, toda vez que «el título ejecutivo aportado como base a
recaudo cumple con la totalidad de los requisitos de ley para proferir
mandamiento ejecutivo de pago que pueda ser cobrado mediante la
presente acción».

5. Así las cosas, al margen de que esta Corporación


comparta íntegramente o no el señalado pronunciamiento,
se concluye que no puede tildarse de antojadizo o
caprichoso, lo cual impide su cuestionamiento en esta Sede,
pues la diferencia de criterio que expone la parte aquí
interesada no permite, por sí solo, predicar el quebranto de
los derechos cuya protección invoca, de allí que la
determinación impartida no se ofrezca absurda o contraria
al ordenamiento que el legislador dispuso para ello.

De manera que, si en el caso particular tales


elucubraciones son reflejo de la labor hermenéutica de los
Magistrados accionados, no pueden ser desconocidas
únicamente por el desacuerdo del gestor del amparo, pues
claro está que en el proceso que concita la atención de la
Sala, era su obligación como ejecutado el demostrar la
veracidad de su dicho, de acuerdo a lo estipulado en el
artículo 177 del Código de Procedimiento Civil, haciendo el
uso adecuado de los mecanismos de defensa que el
legislador dispuso para ello, pero en los términos procesales
correspondientes y no como ocurrió en el presente asunto.

6. Téngase presente, como repetidamente lo ha


señalado la Corte, que el Juez natural está dotado de

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discreta autonomía para interpretar las leyes, de modo que


el amparo sólo se abre paso si, «se detecta un error grosero o un
yerro superlativo o mayúsculo que, abrupta y paladinamente cercene el
ordenamiento positivo; cuando tenga lugar un ostensible e inadmisible
resquebrajamiento de la función judicial; en suma, cuando se presenta
una vía de hecho, así denominada por contraponerse en forma
manifiesta al sistema jurídico, es posible reclamar el amparo del
derecho fundamental constitucional vulnerado o amenazado» (CSJ
STC, 11 may. 2011, rad. 0183-01; reiterada entre otras muchas, en
STC507-2015, STC14121-2015 y STC17643-2015).

Análogamente, la acción de tutela, ha dicho la Corte,

«no está concebida para deslegitimar, sustituir o reemplazar la


labor intelectual de los funcionarios encargados de administrar
justicia, mucho menos cuando la que han hecho no resulta
contraria a la razón y es sostenible frente al ataque emprendido
por el promotor del amparo por no ser antojadizo ni caprichoso y,
en consecuencia, sin alcance lesivo frente a las prerrogativas
esenciales invocadas en el mencionado libelo» (CSJ STC, 6 may.
2011, Rad. 00829-00; reiterada en STC, 9 jun. 2013, Rad.
00699-01 y STC2012-2015).

7. En virtud de lo dicho, se impone denegar lo


pretendido con el escrito de tutela presentado ante esta
Corporación.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Civil, administrando justicia en

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nombre de la República y por autoridad de la ley DENIEGA


el amparo incoado a través de la acción de tutela
referenciada.

Por Secretaría devuélvase al Juzgado de origen el


expediente enviado en calidad de préstamo.

Comuníquese lo aquí resuelto a las partes y, en


oportunidad, remítase el expediente a la Corte
Constitucional para que asuma lo de su cargo.

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

FERNANDO GIRALDO GUTIÉRREZ

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ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

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