Está en la página 1de 1

Quiero contarte mi sufrimiento. Y con esta carta desahogarme diciéndote lo que siento.

Tengo envidia, ira, soledad. Quiero acabar con esta vida a la que nada le debo. Siempre lo quise.
Parezco un náufrago sin rumbo. Tomando una vida que a mí no me corresponde. Sin metas, sin
ilusiones, sin esperanzas. Cada vez con más ánimos de estar muerta. Pero a quien le importa. No
sé lo que busco con esto. ¿Ayuda? ¿lastima? ¿pesar? Una vez más siento que estoy a punto de
sumergirme en un mundo irreal, donde ni siquiera mis pensamientos puedan alcanzar lo que
escriben mis manos. Estoy a punto de entrar en un infierno conmigo misma. Empiezo a dudar, y ya
no sé quién es bueno o quien es malo. No recuerdo la concepción de bueno, malo, justo e injusto.
Y empiezo a fallar, una y otra vez. Quiero que me lean. Pero tengo miedo. Se desencadena
aquellos acontecimientos estúpidos que me hacen decaer llorar, sufrir. Pero lo que para mí
representa una angustia, un miedo, un dolor; para otros significa lastima. Y sé que recalcan en sus
pequeñas cabezas cuan estúpida y torpe soy, por eso y por mil razones más no recibiré ayuda,
quizás la necesito. No lo sé, no me calificare como una desquiciada mental, ni tampoco como
alguien que anhela la muerte. No me calificare como nada. Porque no soy nadie.

Quise ser y cumplir con muchas expectativas desde pequeña. Cuando avanzo más y más me doy
de cuenta cuán difícil es. Caer; levantarse. Nadie lo hace.

También podría gustarte