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PSICOPATOLOGÍA DE LA ATENCIÓN - MATERIAL DE ESTUDIO

El tema que nos convoca en este segundo módulo de la formación en psicopatología


clínica, es tan complejo, como importante. Seleccionar la información más relevante para
compartir con ustedes en las dos horas presenciales, implica tener claros los criterios
formativos que dan consistencia a nuestra propuesta.
1
Por un lado, es fundamental situarnos históricamente en el devenir conceptual respecto
al tema que nos convoca, ya que nos permite comprender el desarrollo del concepto y
su influencia en las propuestas ideológicas y metodológicas, en nuestra práctica clínica.
Así, vemos de qué manera algunas prácticas actuales se “sustentan” en conocimiento
válido y probado hace décadas, hoy ampliamente superado por paradigmas psicológicos
bastante más potentes.

La atención, entendida por William James (1890) como la "la toma de posesión por parte
de la mente, de uno entre los muchos objetos o series de pensamientos simultáneamente
posibles “, abrió la oportunidad, desde una perspectiva científica, de priorizar la función
selectiva de este proceso psicológico. Años después, Alexander Luria (1975), la define
como "el proceso selectivo de la información necesaria, la consolidación de los programas
de acción elegibles y el mantenimiento de un control permanente sobre los mismos”,
incidiendo nuevamente sobre la función selectiva, a la vez que añadiendo un elemento
más complejo de consolidación y control.

Han sido muchos los autores que ha intentado una definición del constructo, añadiendo,
organizando y priorizando diferentes elementos, en la exposición de hoy hicimos
referencia a la definición de López Ibor (1999) de la atención como la “Capacidad de
seleccionar información sensorial en cada momento y dirigir los procesos mentales”, la
cual resulta interesante porque incluye un aspecto novedoso, el rol atencional como
director de otros procesos.

Alejándose de la tendencia a diferenciar los procesos atencionales, de los demás


procesos psicológicos, la APA (2010), en su diccionario conciso de psicología, incluye
como definición de atención, el “Estado de conciencia en que los sentidos se enfocan de
manera selectiva en ciertos aspectos del ambiente, el SNC se encuentra en un estado de
preparación para responder a estímulos”.

Para fines formativos, hemos elegido la definición de Ortiz, quien propone que “Los
procesos atencionales, son procesos centrales que participan en la regulación, ejecución
y control de las acciones, desde que comienzan hasta que finalizan.” Ya que sintetiza la
visión contemporánea en psicología, que entiende a la atención no como una unidad,
sino como una suma de procesos (procesos atencionales) con funciones regulatorias que
influyen en el control y en la ejecución voluntaria, tal participación guiaría la acción hasta
la finalización de la tarea o la consecución del objetivo.

En la práctica, hemos de coincidir en que no es posible abarcar toda la información


sensorial que proviene del entorno físico y social, al mismo tiempo que procesar toda la
actividad mental y motora de nuestro organismo, de manera que, a lo largo del desarrollo
evolutivo de cada ser humano, las funciones atencionales se van complejizando, lo que

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favorece el despliegue de otros procesos psicológicos paralelos para favorecer la
respuesta adaptativa a los entornos, externo e interno.

De esta manera estaríamos en la capacidad de afirmar que los procesos atencionales


inciden en nuestra eficacia adaptativa, ya que hacen posible dirigirnos hacia algunos
estímulos, en base a una rápida identificación de los que son relevantes y los que no,
pero también posibilitan la ejecución de una acción, seleccionada dentro de otras
posibles. 2

Evolutivamente, los procesos atencionales básicos


de los niños pequeños dependen principalmente de
estímulos ambientales. Los ambientes con
estímulos novedosos estimulan el desarrollo de las
destrezas atencionales, lo cual tiene implicancias
prácticas en el diseño y orientación de prácticas de
crianza, pero también en el de prácticas en
entornos de educación formal. Esta dependencia
de los estímulos externos, va disminuyendo conforme los procesos cognitivos se van
complejizando y el sistema nervioso va desarrollando, así al acercarse a la adolescencia,
el control atencional y conductual mejoran ostensiblemente. En esta etapa, un ambiente
emocional y socialmente estable será importantísimo para favorecer funciones
atencionales adecuadas.

Criterios evolutivos permiten la comprensión de que las diferentes formas de atención


se van desarrollando en función a la maduración, a la complejidad de estímulos del
entorno y a la edad del individuo. Siguiendo el modelo de Sohlberg y Mateer,
ampliamente empleado en la práctica clínica, desarrollaremos un esbozo evolutivo del
proceso atencional.

El primer tipo de atención en expresarse en el ser humano, es la atención pasiva, con


sustrato en el reflejo de orientación de Pavlov , tiene en su origen mecanismos sensitivos
(Alcaraz y Gumá, 2001) y curiosamente, contraria a su nombre, tiene una naturaleza
dinámica y activa (Corsi, 2004).

El siguiente paso en el desarrollo del proceso atencional, esta vez con participación de la
voluntad, es la atención focalizada, implica la capacidad de dirigir la atención hacia “una
fuente de información que suele ser el estímulo más relevante” (Ortíz, 2011) A nivel
funcional se expresa en la capacidad del individuo para centrarse en una actividad por
un periodo mínimo de tres minutos (Polonio, 2010).

La atención selectiva, implica la capacidad para seleccionar estímulos relevantes en


ambientes con variados distractores, el individuo decide cuál es el estímulo más
relevante para la conducta a realizar (Riso, 2006), pero las características que le otorgan
a un estímulo el estatus de “relevante” no son estáticas, sino cambiantes (González &
Ramos (2006), a nivel funcional, por ejemplo, permite trabajar un texto, como este,
teniendo música de fondo.

Cuando se atiende a dos estímulos o tareas diferentes en el mismo momento y con igual
eficacia, estamos poniendo en funcionamiento la atención dividida, a nivel funcional, por
ejemplo, permite conducir un auto mecánico, atendiendo a los cambios y a la dirección.

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La capacidad para cambiar de una tarea a otra sin confusión ni distracción, cuando ambas
tareas implican distintos niveles de exigencia cognitiva, es la atención alterna, la
realización de tareas como tomar apuntes mientras se atiende al teléfono, es una
aplicación de esta (Polonio, 2010).

Cuando los procesos atencionales se alteran, se altera la capacidad del individuo para
dar y recibir información, realizar actividades cotidianas, trabajar, estudiar, en buena
cuenta, se altera la capacidad de adaptación, al perjudicar la posibilidad de reacciones 3
ajustadas a los estímulos internos y externos. Para comprender mejor las alteraciones
de los procesos atencionales, expondremos a continuación la expresión de cuatro
posibles presentaciones clínicas.

Las alteraciones de la atención – concentración, relacionadas con la fijación de la


atención sobre estímulos, objetos o situaciones (Esparcia y Cols, 2006): La
hiperprosexia o atención aumentada, produce un aumento del volumen y oscilación de
la atención a costa de una clara disminución de la estabilidad , por lo que el resultado es
un déficit del rendimiento del sujeto (P.E: Trastorno delirante) . La paraprosexia, o
atención desviada, implica el abandono de la oscilación voluntaria de la atención, al punto
de ser muy trabajoso el abandono de un estímulo o situación (P.E: TOC), la hipoprosexia,
o atención disminuida, produce la incapacidad de persistir en la atención a un objeto o
situación, con alta distractibilidad (P.E: T. Psicóticos), la aprosexia o incapacidad para
fijar la atención sobre cualquier estímulo (P.E: Estupor o coma), se situaría en el extremo
opuesto de la hiperprosexia (Velázques, 2016).

Dentro de las alteraciones de la atención – selección, podemos identificar dos condiciones


interfirientes, la primera es la dificultad en la atención selectiva, en la cual la persona
desvía su atención porque un estímulo irrelevante para la tarea “captura” su atención,
generando un funcionamiento selectivo inestable y dispersa (Ortíz, 2011). La segunda
son los sesgos atencionales, como diría Eysenck “tendencia de las personas a ver lo que
quieren ver” (Riso, 2006), la atención estaría a merced de esquemas y creencias,
tendiendo a dirigir la atención a estímulos congruentes con los temores o preocupaciones
(P.E: Fobias o Hipocondría) lo cual obstaculiza la recepción y procesamiento de otros
estímulos no relacionados con ellos (González & Ramos, 2006).

Como explicamos en la presentación del módulo del último sábado, las alteraciones de
la atención – activación, se relacionan con la focalización de la atención y con el grado o
intensidad de la misma. En las situaciones de peligro, la activación genera un
estrechamiento atencional o hiperconcentración (Ortiz, 2011) Proceso selectivo que
privilegia la atención central en detrimento de la atención periférica. Cuando las señales
de peligro demandan toda la atención, se desatiende otra información, la conducta,
entonces, solamente responde a esa focalización en las señales de peligro (P.E: Ataque
de pánico) sin prestar atención a otras señales ambientales que podrían modular,
relativizar e incluso neutralizar las anteriores (Velásquez, 2016).

Por último, haremos referencia a las alteraciones de la atención – vigilancia,


entendiéndolas como estados de vigilancia con una receptividad tan alta que podría llegar
a la hipersensibilidad al medio. La hipervigilancia general, lleva a la tendencia a estímulos
irrelevantes, complicando la distractibilidad. El alto escudriñamiento ambiental y la
hipervigilancia específica, suelen estar relacionados con la tendencia a atender
selectivamente a estímulos amenazantes (P.E: Fobias) (Riso, 2016)
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Para finalizar este documento, mencionaremos dos etapas del ciclo vital en las que es
prioritaria la evaluación de los procesos atencionales (Carrada, 2013), de un lado, la
infancia, en la que es posible la presentación del déficit de eficacia atencional, que
perjudica la calidad de la capacidad de atención a detalles, el establecimiento de
conexiones entre estímulos, la comprensión y relación de señales, así como la
identificación de estímulos relevantes. Casos de bajo rendimiento escolar se explican por 4
la presencia de déficit en la eficacia atencional.

De otro lado, en el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, se presentan


errores en la atención a detalles, atención sostenida, distractibilidad y olvido de
actividades cotidianas. Además, en el cuadro, puede presentarse hiperactividad y/o
impulsividad. Estudiar las distintas expresiones de este trastorno, es fundamental para
los clínicos infantiles (González & Ramos, 2006).

En el otro extremo del ciclo vital, el imperativo es el estudio diferencial del


envejecimiento normal y el envejecimiento patológico y las demencias (Corsi, 2004) En
el envejecimiento normal o senectud, implica cambios biológicos y conductuales, entre
los que es frecuente la disminución gradual de la atención sostenida, así como la
disminución de la exactitud en detección de señales y el grado de vigilancia. En
envejecimiento patológico o senilidad, la atención y la memoria reciente se deterioran,
la capacidad para seleccionar estímulos para realizar cada tarea, se va alterando
progresivamente hasta el ensimismamiento en etapas de deterioro avanzado (P.E:
Demencia tipo Alzheimer)

La presente revisión sobre la atención y psicopatología relacionada, desde la perspectiva


dimensional y con enfoque evolutivo no estaría completa sin mencionar que las
dificultades atencionales no son específicas de trastornos clínicos, sino que pueden variar
desde manifestaciones sintomáticas hasta trastornos clínicos, pasando por
presentaciones subclínicas y otras formas intermedias.

Cusco, 15 de agosto de 2020

Martha González Pilares

Psicóloga clínica y de la salud

Directora de Psique – Psicología clínica y formación

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Bibliografía consultada

Alcaraz, V. & Gumá-Díaz, E. (2001). Introducción: Las neurociencias cognitivas. México


5
D.F.: Manual Moderno-UNAM.

APA (2019) Diccionario conciso de psicología, México, Manual Moderno.

Carrada, M. (2013) La eficacia atencional. Un estudio normativo en niños escolarizados


de Mendoza. PSIENCIA Revista Latinoamericana de Ciencia Psicológica 5(2), 63–73.

Corsi, M (2004) Aproximaciones de la neurociencia a la conducta 2da edición. México,


Manual Moderno.

Esparcia, A; Caparros, A; Armayones, M; Horta, E & Requena, E (2006) Psicopatología.


Barcelona, UOC.

González, A & Ramos, J (2006) La atención y sus alteraciones: del cerebro a la


conducta, México, Manual Moderno.

James, W. (2007) The principles of psychology Vol 1, New York, Cósimo Inc.

López Ibor, J (1999) Lecciones de psicología médica, Barcelona, Masson.

Ortíz, T (2011) Neurociencia y Educación, Madrid, Alianza Editorial.

Papalia, D. E., Feldman, R. D., Martorell, G., Berber Morán, E., & Vázquez Herrera, M.
(2012). Desarrollo humano (12a ed.). México, D. F.: McGraw-Hill Interamericana.

Perpiñá, C; Baños, R (2019) Manual básico de exploración psicopatológica, Madrid,


Síntesis.

Polonio, B (2010) Terapia ocupacional aplicada al daño cerebral adquirido. Madrid,


Editorial Panamericana.

Riso, W (2006) Terapia Cognitiva, Fundamentos teóricos y conceptualización del caso


clínico. Editorial Norma.

Velásquez, M (2016) Psicopatología. Una introducción a la clínica y la salud mental.


Cali. Editorial Javeriano – Pontificia Universidad Javeriana.

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