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La atención, entendida por William James (1890) como la "la toma de posesión por parte
de la mente, de uno entre los muchos objetos o series de pensamientos simultáneamente
posibles “, abrió la oportunidad, desde una perspectiva científica, de priorizar la función
selectiva de este proceso psicológico. Años después, Alexander Luria (1975), la define
como "el proceso selectivo de la información necesaria, la consolidación de los programas
de acción elegibles y el mantenimiento de un control permanente sobre los mismos”,
incidiendo nuevamente sobre la función selectiva, a la vez que añadiendo un elemento
más complejo de consolidación y control.
Han sido muchos los autores que ha intentado una definición del constructo, añadiendo,
organizando y priorizando diferentes elementos, en la exposición de hoy hicimos
referencia a la definición de López Ibor (1999) de la atención como la “Capacidad de
seleccionar información sensorial en cada momento y dirigir los procesos mentales”, la
cual resulta interesante porque incluye un aspecto novedoso, el rol atencional como
director de otros procesos.
Para fines formativos, hemos elegido la definición de Ortiz, quien propone que “Los
procesos atencionales, son procesos centrales que participan en la regulación, ejecución
y control de las acciones, desde que comienzan hasta que finalizan.” Ya que sintetiza la
visión contemporánea en psicología, que entiende a la atención no como una unidad,
sino como una suma de procesos (procesos atencionales) con funciones regulatorias que
influyen en el control y en la ejecución voluntaria, tal participación guiaría la acción hasta
la finalización de la tarea o la consecución del objetivo.
El siguiente paso en el desarrollo del proceso atencional, esta vez con participación de la
voluntad, es la atención focalizada, implica la capacidad de dirigir la atención hacia “una
fuente de información que suele ser el estímulo más relevante” (Ortíz, 2011) A nivel
funcional se expresa en la capacidad del individuo para centrarse en una actividad por
un periodo mínimo de tres minutos (Polonio, 2010).
Cuando se atiende a dos estímulos o tareas diferentes en el mismo momento y con igual
eficacia, estamos poniendo en funcionamiento la atención dividida, a nivel funcional, por
ejemplo, permite conducir un auto mecánico, atendiendo a los cambios y a la dirección.
Cuando los procesos atencionales se alteran, se altera la capacidad del individuo para
dar y recibir información, realizar actividades cotidianas, trabajar, estudiar, en buena
cuenta, se altera la capacidad de adaptación, al perjudicar la posibilidad de reacciones 3
ajustadas a los estímulos internos y externos. Para comprender mejor las alteraciones
de los procesos atencionales, expondremos a continuación la expresión de cuatro
posibles presentaciones clínicas.
Como explicamos en la presentación del módulo del último sábado, las alteraciones de
la atención – activación, se relacionan con la focalización de la atención y con el grado o
intensidad de la misma. En las situaciones de peligro, la activación genera un
estrechamiento atencional o hiperconcentración (Ortiz, 2011) Proceso selectivo que
privilegia la atención central en detrimento de la atención periférica. Cuando las señales
de peligro demandan toda la atención, se desatiende otra información, la conducta,
entonces, solamente responde a esa focalización en las señales de peligro (P.E: Ataque
de pánico) sin prestar atención a otras señales ambientales que podrían modular,
relativizar e incluso neutralizar las anteriores (Velásquez, 2016).
James, W. (2007) The principles of psychology Vol 1, New York, Cósimo Inc.
Papalia, D. E., Feldman, R. D., Martorell, G., Berber Morán, E., & Vázquez Herrera, M.
(2012). Desarrollo humano (12a ed.). México, D. F.: McGraw-Hill Interamericana.