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DOLARIZACION- DEBATE:

Se denomina dolarización al proceso por el cual un país adopta de forma oficial la


moneda de Estados Unidos como su moneda de curso legal.
Es decir, un país pretende sustituir a la moneda local por el dólar en todas sus funciones
(reserva de valor, medio de pago, transacciones, unidad de cuenta…).
Puede establecerse de manera oficial (si un país adopta el dólar como moneda de curso
legal de forma exclusiva o predominante), o extraoficial (cuando existe una moneda local
anclada al dólar, de manera que los agentes económicos realizan las transacciones, ahorros
y movimientos de sus procesos en dólares).
Este proceso se produce principalmente debido a dos circunstancias
 Tratarse de un país pequeño sin capacidad de emitir moneda local medianamente
fuerte con la que poder realizar transacciones. O desista de ejercer su propia política
monetaria, dependiendo de la estadounidense.
 Existen países con dificultades y cuya moneda local apenas es aceptada en la
mayoría de los países europeos, o está fuertemente devaluada, fruto de crisis
financieras, económicas y de capitales que han lastrado el sistema económico
nacional. Es el caso, por ejemplo, de países como Ecuador.
Otra situación en la dolarización de una economía puede darse cuando los sectores
productivos de un país realizan transacciones de comercio internacional (exportaciones o
importaciones) que suponen un gran volumen dentro de su PIB, por lo que las transacciones
en dólares acaban suponiendo un uso excesivo de esta moneda, produciéndose así la
dolarización.
Ventajas e inconvenientes
La adopción del dólar como moneda de uso local tiene todas las ventajas del uso de una
gran moneda, pero por otra parte tiene algunas desventajas notables. La principal, es que el
país deja de controlar la política monetaria, por lo que todas las decisiones de carácter
monetario pasan a depender del país emisor de la moneda, en este caso de la Reserva
Federal Americana (FED), perdiendo soberanía en el control monetario, y situándose a
expensas de lo que los mercado y un país ajeno decidan.
 
Países que tienen el dólar estadounidense como moneda oficial
1. EE.UU y sus territorios
2. Ecuador
3. El Salvador
4. Islas Marshall
5. Estados Federados de Micronesia
6. Palaos
7. Timor Oriental
8. Zimbaue
  Panamá tiene como moneda oficial el Balboa panameño junto al dólar
estadounidense.

¿DOLARIZACIÓN EN COLOMBIA?
En una columna de opinión reciente, se llamó a las autoridades a considerar la adopción del
dólar como moneda en Colombia - proceso conocido como “dolarización” - para mejorar el
bienestar del país. El autor justificó esta opción en que el colombiano prefiere dólares a una
moneda “perdedora” que trae consigo inflación y volatilidad a la economía. Usando como
ejemplo países vecinos (Panamá, Ecuador y El Salvador, todos usuarios del dólar como
moneda de curso legal), realzó las bondades que tiene adoptar una moneda “dura”, en una
comparación al menos injusta y, en algunos aspectos, incorrecta, como argumento a
continuación.
Adoptar el dólar se justifica en que bajo este régimen monetario se puede lograr
crecimiento más estable (y parecido al del país emisor) e inflaciones más bajas y estables.
Respecto a lo primero, hay que destacar que los crecimientos de Panamá y de Ecuador
presentan volatilidad elevada y superior a la de EE.UU. (emisor del dólar) y baja
correlación con este durante 2000-2018 pese a usar la misma moneda. El Salvador, por otra
parte, muestra baja volatilidad en su crecimiento y mayor correlación con EE.UU., pero
también registró una de las menores expansiones promedio (cerca de 2%) para la región,
junto con Argentina y México. Más aún, el crecimiento promedió algo menos que 4% para
Colombia en dicho periodo, cerca a lo registrado por países con moneda propia como Chile
y Paraguay.
En el campo de la inflación, usar el dólar eliminaría las alzas de precios en moneda local de
bienes importados cuando el peso se deprecia frente al dólar. Este argumento omite el
hecho que el control de la inflación está en manos de los bancos centrales.
Y aunque la experiencia ha sido variada en la región, no se puede desconocer que las
mejoras institucionales en torno a la política monetaria (con bancos centrales
independientes, metas de inflación y esquemas de comunicación claros y transparentes) han
permitido que los episodios de alta inflación sean menos comunes. Colombia no es la
excepción: la inflación promedio superó 5,5% entre 2000 y 2010, pero ha promediado
menos que 4% (dentro del rango de la meta del Banco República para la inflación) desde
2011. Aunque la inflación se ha escapado del rango de la meta, lo ha hecho afectada por
componentes de oferta (alimentos) que son independientes de la moneda en que se transan
los bienes en la economía.
El tipo de cambio es una variable ajustable que permite regular desbalances en precios
relativos. Cuando no está presente se evidencian desajustes sistémicos en la cuenta
corriente de la balanza de pagos que resultan en abultamiento del endeudamiento externo.
En Panamá, el déficit de la cuenta corriente ha promediado algo más de 7% del PIB entre
2000 y 2018, mientras que en El Salvador esta cifra fue 4,3%. Un acceso único a mercados
financieros globales le ha permitido a Panamá financiar un déficit de manera sostenida,
mientras que para El Salvador, flujos de remesas han jugado el mismo rol.
Estas son condiciones particulares que difícilmente se pueden replicar. Prueba de ello es
Ecuador, que frente a un deterioro en los términos de intercambio y sin capacidad de ajuste
por tipo de cambio, está en un proceso de ajuste que requirió ayuda del FMI y resultará en
una recesión. El que haya espacio para mejorar las instituciones económicas no debe ser
justificación para sustituirlas por esquemas inflexibles como la dolarización.
6 PROS Y 11 CONTRAS DE OPTAR POR LA DOLARIZACIÓN PLENA DE LA
ECONOMÍA
El disparador de esa idea fue una reflexión del principal asesor de la Casa Blanca. Las
dificultades por estabilizar el valor del peso y quebrar ciclos recurrentes de crisis
económica tornaron verosímil esa posibilidad. Convertir todos los pesos a la vista y a plazo
fijo exigiría una paridad de $86 por dólar
Perder la soberanía monetaria tendría un alto costo inicial y beneficios dudosos a largo
plazo (Adrián Escandar)
Larry Kudlow, reconocido como el principal asesor económico de la Casa Blanca, aseguró
en una entrevista el último fin de semana a la cadena de noticias Fox News que "el Tesoro
de Estados Unidos analiza la posibilidad de emplear un nuevo plan de convertibilidad de la
moneda argentina", y que "la posibilidad de dolarizar la moneda argentina podría ser la
clave para que la economía nacional pueda resurgir".
Más allá de que la idea pueda resultar verosímil, por las severas y crecientes dificultades
que enfrentan los gobernantes de turno en la Argentina para estabilizar la economía,
excepto acudiendo a atajos, como el exceso de regulaciones, cepos, default, endeudamiento
del sector público, pero por plazos cortos, no cabe duda de que un giro hacia la dolarización
plena generaría inicialmente bajar la inflación, reducir al mínimo las tasas de interés y
revertir las expectativas negativas, y, en caso de crisis, potenciar el desempleo.
Muchos países han transitado en su historia procesos de alta inflación y ciclos de de
depresión de la economía, pero pocos han adoptado un régimen como la convertibilidad,
como se implementó en la Argentina en los 90, o la dolarización plena, como hoy
mantienen muy pocos países: Panamá, El Salvador y Ecuador.
 Muchos países han transitado en su historia procesos de alta inflación y ciclos de de
depresión de la economía, pero pocos han adoptado por un régimen como la
convertibilidad, como se implementó en la Argentina en los 90, o la dolarización plena,
como hoy mantienen muy pocos países: Panamá, El Salvador y Ecuador
En el caso de este último, que lleva 18 años con ese régimen, ha logrado estabilizar la
economía, la inflación es de un dígito bajo al año, menos de 3%, pero no ha podido elevar
sustancialmente el ingreso medio por habitante, que es de apenas USD 11.000 al año, y
mantiene una tasa de pobreza de más del 20% de la población.
Ventajas de la pérdida de la soberanía monetaria
En diciembre de 2000, en "Temas de Economía", los economistas del FMI Andrew Berg
y Eduardo Borensztein escribieron el documento "Plena dolarización: ventajas e
inconvenientes", de pasar de un régimen bimonetario como el argentino, en el que la
divisa se usa fundamentalmente en las operaciones financieras e inmobiliarias y como
reserva de valor, al abandono total de la soberanía monetaria para optar por una moneda
dura y más estable, aunque no fija, como el dólar.
La motivación principal que observaron los técnicos es que ese régimen pleno:
1. Elimina el riesgo de devaluación fuerte o repentina, aunque estará asociada a la
flotación del dólar en el mundo;
2. Puede llevar a que el país pague una prima de riesgo menor en sus bonos de deuda; y
quizá gocen de un nivel de confianza más elevado entre los inversores internacionales;
3. Tasas de interés más bajas para el crédito internacional;
4. Menores costos fiscales; y
5. Niveles más elevados de inversión y de crecimiento de la economía.
6. Posible integración más estrecha de los mercados financieros del mundo. Uno de los
efectos más profundos de la dolarización de Panamá ha sido la estrecha integración de su
sistema bancario con el de Estados Unidos y, de hecho, con el resto del mundo, sobre todo
después de la importante liberalización de 1969–70.
 En el caso de Ecuador se han cumplido en los últimos 18 años los primeros 4 puntos, pero
aún está esperando para lograr el quinto y sexto beneficio, clave para poder reducir la
tasa de pobreza que afecta a más de un quinto de la población
Costos del abandono del peso
Berg y Borensztein alertan sobre diversos costos de la pérdida de soberanía monetaria:
1. "La dolarización no elimina el riesgo de una crisis externa, pues los inversores
podrían huir debido a deficiencias en la posición fiscal del país o a la debilidad del sistema
financiero. Este tipo de crisis de la deuda puede ser tan perjudicial como cualquier otro y,
de hecho, Panamá ha sufrido más de una.
2. Las grandes oscilaciones de las corrientes internacionales de capital causan fuertes
fluctuaciones del ciclo económico en las economías con mercado emergente incluso en
ausencia de una crisis de la balanza de pagos.
3. El país cede completamente el control sobre la política monetaria y cambiaria. Esta
situación podría parecer idéntica a la modalidad de caja de conversión, pues un país que
adopte esa modalidad no puede devaluar. Sin embargo, y aunque solo sea en circunstancias
excepcionales, el sistema de caja de conversión ofrece un resquicio para abandonar el tipo
de cambio vinculado. La experiencia de la Argentina fue extremadamente costosa en lo
social, económico y político.
4. Al perder el país la potestad de emitir la moneda le quita al fisco los ingresos de
señoreaje, que aparecen como utilidades del Banco Central, por las ganancias que genera
la diferencia de cambio sobre el nivel de reservas en divisas.
5. En el caso de una baja generalizada de los precios de exportación se produce una
contracción monetaria que presiona un alza en las tasas de interés, y desestimula la
inversión productiva.
6. Al ser la Argentina un productor eficiente de materias primas, y podría serlo también de
energía en diversas formas, un escenario de caída de los precios internacionales que
redujera el valor de las exportaciones, sin poder ajustar el tipo de cambio, todo el
ajuste contractivo sería por cantidades, es decir muy recesivo, como pasó durante el final
de la Convertibilidad.
7. Transformar la Base Monetaria amplia en dólares implicaría una tasa de
conversión de $86 por dólar, teniendo en cuenta las reservas netas de los depósitos en
dólares que no fueron prestados al sector exportador, en comparación con la cotización
actual de $40. Llevaría el ingreso medio por habitante a menos de USD 6.000 al año, en
contraste con USD 14.500 del último año, e implicaría un severo shock inicial, tanto por
parte del sector privado como del público, habida cuenta de que el grueso de la deuda
pública está denominada en dólares.
8. Exigiría un súper gran acuerdo con el FMI y el Tesoro Americano, para que
financie no solo la dolarización a $86 (aunque otras estimaciones más acotadas de
conversión de los agregados monetarios reducen esa paridad a $75); sino también los
abultados vencimientos de la deuda pública; además de una reforma bancaria para tener un
prestamista de última instancia en dólares, lo que implica un acuerdo amplio con la Reserva
Federal o similar. O directamente solo operar con la banca extranjera, con extensión de
jurisdicción.
9. Como los principales socios comerciales de la Argentina, básicamente, Brasil y China,
"flotan administradamente" contra el dólar, lo que implica que ante un shock real, el
ajuste sería brutal en actividad local. (Como también pasó, en alguna medida, con la
devaluación brasileña de principios del 99, y en el país en los 90).
10. La diferencia de productividad con los EEUU es enorme, salvo en el caso de
agroindustria y relativamente energía y algunos servicios sofisticados, por infraestructura,
leyes laborales, etc. Esto implica que, en escenarios de dólar fuerte, como el actual, la
actividad interna se desplomaría por imposibilidad de ajustar con tipo de cambio, y saltaría
la tasa de desempleo.
11. En caso de recesión, por múltiples causas reales, externas, o internas, como las
climáticas de este año, debilitaría el flanco fiscal, exigiría colocar deuda pública en
dólares, en un contexto en que pocos o nadie prestaría si no se cuenta con solvencia fiscal
previa, con lo cual, la presión por salir de la dolarización o algo parecido sería enorme, y
sus costos aún mayores.
 Transformar la Base Monetaria amplia en dólares implicaría una tasa de conversión de
$86 por dólar, teniendo en cuenta las reservas netas de los depósitos en dólares que no
fueron prestados al sector exportador, en comparación con la cotización actual de $40.
Llevaría el ingreso medio por habitante a menos de USD 6.000 al año, en contraste con
USD 14.500 del último año
La mejor recomendación
Frente a semejante desbalance negativo entre ventajas  y desventajas de optar por un
régimen de renunciamiento a la soberanía monetaria, y con la memoria fresca sobre los
elevados costos que generó la salida de la convertibilidad, a la que se ingresó luego de dos
hiperinflaciones y previa conversión de depósitos a 7 días por bonos en dólares a 10 años
de plazo; no son pocos los economistas que aconsejan avanzar hacia la disciplina fiscal, la
flexibilización del mercado de trabajo y los incentivos a la exportación y la inversión.
Además, recomiendan convivir de la mejor manera posible con una economía
"bimonetaria", en la que la mayor parte de las transacciones se hacen en pesos, y las
grandes, como las inmobiliarias y el ahorro se concentran en dólares; mientras se mejoran
los marcos regulatorios, la infraestructura, la seguridad jurídica, para inducir hacia
crecientes índices de monetización.
Desde el punto de vista monetario, el Banco Central aceleró el corte de todo el
financiamiento al Tesoro; y comenzó a reducir los pasivos remunerados, como las Lebac.
En ese contexto, como han logrado la mayoría de los países, incluso los del vecindario, no
hay razones objetivas para alentar un régimen de dolarización o de convertibilidad del peso
por el dólar como piensa Larry Kudlow a la distancia, y sin haber ponderado el costo
inicial de un severo empobrecimiento del conjunto de los residentes en la Argentina.
Además, las conclusiones de Berg y Borensztein a las que arribaron casi dos décadas atrás
sobre cuál es el resultado neto de las ventajas y los inconvenientes de la dolarización,
no dejó de ser frustrante: "la respuesta es ambigua. Es inevitable debido a la
complejidad del tema y a los escasos conocimientos que se tienen actualmente".
Casi 20 años después ningún país del tamaño de la Argentina ha renunciado a su capacidad
de superarse, con apoyo externo, pero más con el de su gente, y, en particular de la
dirigencia política. Aunque esta piensa más en qué impuesto inventar que en bajar el gasto
público y aumentar la productividad del Estado, en todos los ámbitos: nacional, provincial
y municipal. Parece imposible, pero es imprescindible revertir esa lógica.

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