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Testimonios para los ministros capitulo 5

Sed corteses
Los ministros de nuestras asociaciones necesitan andar cuidadosamente
delante del Señor. Tienen gran necesidad de seguir el ruego del apóstol, “sed...
corteses” (1 Pedro 3:8 (VM)), en su ministerio, en buscar a las almas como
quienes deben dar cuenta, al tratar de salvar a los descarriados. Podéis ser fieles
a los principios, podéis ser justos, honrados y religiosos; pero sin dejar estas
cosas debéis cultivar la verdadera ternura de corazón, la bondad y la cortesía. Si
una persona está en el error, sed muy bondadosos con ella; si no sois corteses,
podéis apartarla de Cristo. Que cada palabra que habléis, aun el tono de vuestra
voz, exprese vuestro interés y vuestra simpatía por las almas que están en peligro.
Si sois ásperos, acusadores e impacientes con ellas estáis haciendo la obra del
enemigo. Estáis abriéndoles una puerta de tentación y Satanás os presentará ante
ellas como quienes no conocen al Señor Jesús. Pensarán que su propia conducta
es correcta, y que son mejores que vosotros. ¿Cómo, pues, podéis ganar a los
descarriados? Ellos reconocerán la piedad genuina, expresada en las palabras y
en el carácter. Si enseñáis el arrepentimiento, la fe y la humildad, debéis tener el
amor de Jesús en vuestros propios corazones. La verdad que creéis tiene poder
para santificar el alma y modelar al hombre entero, no sólo para cambiar sus
palabras y su conducta, sino para abatir el orgullo y purificar el templo del alma de
toda contaminación

La religión de la Biblia
La religión de la Biblia es muy escasa, aun entre nuestros pastores. Me lamento
día y noche por la aspereza, la dureza, la falta de bondad en las palabras y el
espíritu, que manifiestan los que pretenden ser hijos del Rey celestial, miembros
de la familia real. Esa dureza de corazón, esa carencia de simpatía, esa aspereza,
manifestada hacia aquellos que no gozan de sus favores especiales, es registrada
en los libros del cielo como un gran pecado. Muchos hablan de la verdad, predican
la teoría de la verdad, pero el amor enternecedor de Jesús no ha llegado a ser un
elemento vivo y activo en su carácter

Cultivad la fe y el amor
Hermanos míos, deseo que recordéis que la religión de la Biblia nunca destruye la
simpatía humana. La verdadera cortesía cristiana necesita ser enseñada y
practicada, para ser aplicada en todo el trato que tengáis con vuestros hermanos y
con los mundanos. Se necesita mucho más amor y cortesía en nuestras familias
de lo que ahora se manifiesta. Cuando nuestros hermanos ministros beban del
Espíritu de Cristo diariamente, serán verdaderamente corteses, y no considerarán
que es una debilidad ser tiernos de corazón y piadosos, porque éste es uno de los
principios del Evangelio de Cristo. Las enseñanzas de Cristo enternecían y
suavizaban el alma. La verdad recibida en el corazón obrará una renovación en el
alma. Los que aman a Jesús amarán a las almas por las cuales él murió. La
verdad implantada en el corazón revelará el amor de Jesús y su poder
transformador. Toda rudeza, acritud, crítica y todo espíritu tiránico no son de
Cristo, sino que proceden de Satanás. La frialdad, la falta de compasión, la
carencia de tierna simpatía, están leudando el campamento de Israel. Si se
permite que estos males se fortalezcan, como ha ocurrido en los últimos años,
nuestras iglesias se verán en una condición deplorable. Todo maestro de la
verdad necesita el principio de la semejanza a Cristo en su carácter. No habrá
enojos, regaños y expresiones de desprecio de parte de aquél que esté cultivando
las virtudes cristianas. El siente que debe participar de la naturaleza divina, y debe
reabastecerse en la fuente inagotable de la gracia celestial, de otra manera
eliminará de su alma la gracia de la bondad humana. Debemos amar a los
hombres por amor de Cristo. Es fácil que el corazón natural ame a unos pocos
favoritos, y sea parcial para con estos pocos; pero Cristo nos pide que nos
amemos mutuamente como él nos ha amado. “Pero la sabiduría que es de lo alto
es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y
de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de justicia se siembra
en paz para aquellos que hacen la paz”

Prestad atención, no sea que por vuestro ejemplo pongáis a otras almas en
peligro. Es algo terrible perder nuestra propia alma, pero el seguir una conducta
que cause la pérdida de otras almas es todavía más terrible. El que nuestra
influencia sea un sabor de muerte para muerte es un pensamiento tremendo, y sin
embargo es posible. ¡Con qué fervor, pues, debemos vigilar nuestros
pensamientos, nuestras palabras, nuestros hábitos y disposiciones! Dios exige
santidad personal. Únicamente al revelar el carácter de Cristo podemos cooperar
con él en la salvación de las almas.—The Review and Herald, 22 de diciembre de
1904
Capítulo 11—A los hermanos que ocupan puestos de responsabilidad

Se me ha revelado que el Señor prueba a todos los que se nombran del nombre
de Cristo, especialmente a los que administran algún departamento de su causa.
El estar relacionados con la obra especial de Dios para este tiempo entraña una
gran responsabilidad, y cuanto más alto sea el puesto de confianza, mayor será
ésta. ¡Cuán humilde y sincero necesita ser el que ocupa tal cargo! ¡Cuán temeroso
y desconfiado de sí mismo! ¡Cuán cuidadoso de tributar toda la alabanza y la
gratitud a Dios! 
Los que han sido puestos por Dios en cargos de responsabilidad, nunca deben
tratar de exaltarse a sí mismos o atraer la atención de los hombres a su obra.
Deben dar toda la gloria a Dios. No deben buscar poder para enseñorearse de la
heredad de Dios, pues sólo harán esto los que están bajo el dominio de Satanás
Pero el sistema de “o yo gobierno o esto no marcha” [veasé el Apéndice.] se ve
demasiado a menudo en nuestras instituciones. Albergan y revelan este espíritu
algunas personas que ocupan puestos de responsabilidad y, debido a eso, Dios
no puede hacer la obra que desea realizar por medio de ellos. A través de su
conducta, los que revelan este espíritu ponen de manifiesto lo que serían en el
cielo si se les confiaran responsabilidades allí. 

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