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INDICE
CAPÍTULO I. Estructura y función de las células del Sistema Nervioso. Antonio Rodríguez
y Silvio Macías.
1.1 Introducción
1.2 Células del Sistema Nervioso
1.2.1 Neuronas
1.2.2 Morfología de las células neuronales
1.2.3 Clasificación de las células neuronales
1.2.4 Neuroglía
1.2.5 Clasificación de la neuroglía
1. 3 Estructura y funcionalidad de la membrana
1.3.1 Propiedades eléctricas de la membrana
1.3.2 Potencial de membrana. Potencial de membrana en reposo.
1.3.3 El impulso nervioso. Bases iónicas del potencial de acción
1. 4 Comunicación neuronal
1.4.1 Estructura de las sinapsis químicas
1.4.2 Liberación del neurotransmisor
1.4.3 Activación de los receptores
1.4.4 Potenciales postsinápticos
1.4.5 Terminación de los potenciales postsinápticos
1.4.6 Efecto de los potenciales postsinápticos: Integración neuronal
CAPÍTULO 2. Sistema Nervioso. Anatomía del Sistema Nervioso. Antonio Rodríguez.
2.1 Introducción
2.2 Sistema Nervioso Central
2.2.1 Médula Espinal
2.2.2 Tronco Encefálico
2.2.3 Médula oblonga o bulbo raquídeo
2.2.4 Puente o protuberancia
2.2.5 Cerebro medio o mesencéfalo
2.3 Otras estructuras encefálicas
2.3.1Diencéfalo
Tálamo
Subtálamo
Epitálamo
Hipotálamo
2.3.2 Formación reticular
2.3.3 Cerebelo
2.3.4 Ventrículos cerebrales
2.3.5 Sistema Límbico
2.3.6 Hipófisis
1
2.4 Hemisferios Cerebrales
2.4.1 Funciones de los hemisferios cerebrales
2.4.2 Regiones funcionales de la corteza cerebral
2.4.3 Especialización Hemisférica
2.5 Estructuras protectoras del SNC
2.5.1 Estructuras protectoras del sistema nervioso central
2.5.2 Meninges
2.5.3 Líquido cefalorraquídeo
2.5.4 Columna vertebral
2.6 Desarrollo del Sistema nervioso
2.7 Sistema Nervioso Periférico
Nervios craneales
Nervios espinales
2.8 Sistema Nervioso Autónomo
2.8.1 Características generales
2.8.2 Fibras Nerviosas Autónomas
2.8.3 Neurotransmisores Autónomos
2.8.4 Control de la Actividad Autónoma
2.8.5 Generalizaciones del Sistema Nervioso Autónomo
CAPÍTULO 3. Sistemas sensoriales. Silvio Macias
3.1 Sensación y percepción
3.2 Fisiología de los receptores sensoriales
3.3 Los receptores sensoriales como transductores biológicos
3.4 Codificación de las características del estímulo por parte de los receptores
sensoriales
3.5 Sistema sensorial somestésico
3.5.1 Mecanorreceptores cutáneos y subcutáneos
3.5.2 Mecanorreceptores especializados en la recepción de información
táctil
3.5.3 Diferencias en la mecanorrecepción a lo largo de la superficie del
cuerpo
3.5.4 Componentes sensoriales somestésicos del tálamo
3.5.5 Corteza sensorial somestésica
3.6 Sistema visual
3.6.1 El estímulo visual
3.6.2 Anatomía del sistema visual
3.6.3 Conexiones entre los ojos y el encéfalo
3.6.4 Codificación de la información visual en la retina
3.6.5 Análisis visual de la orientación y el movimiento
CAPÍTULO 4 Elementos de Psicofisiología para psicólogos. Maria Cecilia Pérez
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4.1 Introducción
4.2 Los Potenciales Relacionados a Eventos
4.2.1 Concepto
4.2.2 Componentes, parámetros y nomenclatura
4.2.3 Clasificación
4.2.4 Generadores
4.2.5 Instrumentación y principios básicos de obtención
4.3 Los pre sensoriales o tempranos
4.4 Los pre tardios o endogenos
4.5 La negatividad de precedencia cnv (en inglés ¨contingent negative variation¨)
4.5.1 La actividad relacionada con el movimiento: ¨bereitshaft potential¨,
potencial preparación motora.
4.5.2 El pre p300 y la familia de componentes n2‐p3
4.5.3 Los potenciales relacionados con la atención: N1, Nd, negatividad de
procesamiento y negatividad de selección
4.5.4 Los PRE lingüísticos.
4.6 Como hacer inferencias e interpretar los resultados en psicofisiología?
CAPÍTULO 5 Bases neurales de la cognición y las emociones. Miguel Angel Alvarez
5.1 El funcionamiento del cerebro humano como expresión de la cultura.
5.2 Neurodesarrollo
5.2.1 El nacimiento de la inteligencia y las emociones.
5.2.3 Como y cuando evaluar el neurodesarrollo
5.3 Bases neurales de la cognición
5.3.1 Atención
5.3.2 Sistemas de memoria
5.3.3 Hipocampo, circuitos cerebrales y memoria
5.3.4 Lenguaje
5.3.5 Habilidades visuoespaciales
5.3.6 Funciones Cognitivas Superiores
5.3.7 Funciones Superiores de Control Mental
5.4 Bases neurales de las emociones
5.4.1 Emociones y procesos cognitivos
5.4.2 Bases neurales de las emociones
5.4.3 Vías indirectas de control hipotalámico de la homeostasis
5.4.4 Motivaciones
5.4.5 Expresión periférica de las emociones
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CAPÍTULO SISTEMA NERVIOSO. ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LAS CÉLULAS DEL SISTEMA NERVIOSO.
ANTONIO RODRÍGUEZ Y SILVIO MACÍAS
1.1 INTRODUCCIÓN
Todos los organismos, desde el más simple hasta el más complejo, forman parte de un
todo y se interrelacionan entre sí y con el medio. Esto conlleva que constantemente se
estén tomando decisiones para sobrevivir. De hecho, cada segundo, las acciones de las
células, tejidos, órganos y sistemas de órganos (según la complejidad) están dirigidas
hacia un solo objetivo: el mantenimiento de la homeostasis o equilibrio interno del
organismo. Para lograr esto, las funciones de todo el cuerpo deben estar coordinadas y
controladas de forma tal, que todas las partes funcionen como una unidad y
respondan a los cambios (externos e internos) de manera que ayuden a mantener
estables las condiciones internas del organismo.
Esta tarea general de controlar y coordinar las actividades del cuerpo es llevada a cabo
por los sistemas nervioso y endocrino. Ambos sistemas son sumamente importantes,
pero difieren en la vía o mecanismo a través del cual realizan sus funciones. El sistema
nervioso utiliza señales de naturaleza eléctrica, lo que hace que su respuesta sea más
rápida y precisa. No obstante, ambos sistemas tienen en común algunos elementos
como el uso de determinadas sustancias (neurotransmisores si son usadas por el
sistema nervioso u hormonas si son empleadas por el sistema endocrino), y la
existencia de puntos donde convergen las funciones de ambos.
El sistema nervioso está especializado para percibir y responder a los cambios. Esto lo
logra mediante la combinación de sus funciones sensorial, integradora y motora. A
través de los receptores sensoriales, el sistema obtiene información de los eventos que
ocurren tanto en el medio externo como interno. Toda esa información viaja a las
partes centrales del sistema donde se integra y se genera una respuesta que es
enviada hacia los efectores. De esta forma, los organismos son capaces de adaptarse a
un ambiente siempre cambiante
Sin embargo, las estructuras del sistema nervioso son tan complejas que aún no son
entendidas a cabalidad; y en muchos casos, como el del cerebro, sus potencialidades
están subestimadas. A pesar de que ya hemos sido capaces de desarrollar tecnología
espacial, mapificar el genoma humano y dividir partículas atómicas y subatómicas, no
está completamente claro como es el funcionamiento del sistema nervioso y su
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interacción con el ambiente; así como el desarrollo de la personalidad, los
pensamientos y aspiraciones e incluso las emociones. Es por eso que es una necesidad
constante el estudio del mismo.
1.2 CÉLULAS DEL SISTEMA NERVIOSO
No fue hasta el siglo XX que se reconoció que el tejido nervioso, al igual que el resto de
los tejidos, está formado por células, la unidad estructural fundamental de todos los
organismos vivientes. La principal razón para esta “demora” radicó en la complejidad
de la determinación de la naturaleza unitaria de las células nerviosas con el
equipamiento disponible en esa época (técnicas de microscopía). A eso se le añade, las
complejas formas y extensas ramificaciones de las células nerviosas.
Los estudios histológicos comenzados por Golgi, Ramón y Cajal fueron los que nos
permitieron reconocer dos tipos celulares fundamentales dentro del Sistema Nervioso:
las células nerviosas o neuronas y y las células de apoyo denominadas células gliales o
neuroglia. La neurona es considerada la unidad estructural y funcional del sistema
nervioso al ser capaz de generar señales eléctricas y transmitirlas a largas distancias. La
neuroglia por su parte, es incapaz de generar este tipo de señales pero juega un papel
esencial para el mantenimiento y supervivencia de las neuronas
1.2.1 NEURONAS
Se ha estimado que el cerebro humano contiene hasta 1013 neuronas (100 billones de
T P P
neuronas). Aunque existen muchos tipos diferentes de células nerviosas, existe un
grupo de características comunes que todas comparten. La versatilidad funcional de
las neuronas descansa fundamentalmente en unas pocas características que les
permiten aumentar en complejidad. Es por eso, que es posible entender acerca del
funcionamiento del cerebro prestando atención a las características generales de las
neuronas.
1.2.2 MORFOLOGÍA DE LAS CÉLULAS NEURONALES
La neurona es el elemento del sistema nervioso que se encarga de procesar y
transmitir la información dentro del mismo. Esta especialización descansa en dos
propiedades únicas de la misma: la irritabilidad y la conductividad. La irritabilidad
consiste en la capacidad de responder a estímulos mediante cambios estructurales y
de la actividad de la célula en el punto en que fue estimulada. La propagación de esta
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actividad, o sea la transmisión del disturbio electroquímico que constituye el impulso
nervioso, es lo que se conoce como conductividad.
A pesar de la gran diversidad de neuronas existente (de acuerdo a la función específica
que desarrollen), ellas comparten una serie de características que permiten enunciar lo
que podríamos considerar como neurona tipo. Esta neurona estaría formada por tres
elementos estructurales fundamentales (Figura 1):
• el soma neuronal
• las dendritas
• el axón
Figura 1. Morfología de una neurona tipo. (a) Microfotografía electrónica de una
neurona.
No obstante, existen neuronas sin axón, como las neuronas amacrinas del bulbo
olfatorio y la retina; neuronas sin dendritas o con dendritas reducidas a una mínima
expresión; e incluso neuronas sin dendritas y sin axón como las células cromofinas
adrenales.
El soma neuronal, cuerpo celular o pericarion es la porción central de la entidad celular
y donde se encuentran la mayoría de los elementos celulares típicos de una célula
normal. Contiene un núcleo muy voluminoso con un nucleolo relativamente grande y
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muy conspicuo. Alrededor del núcleo, el citoplasma aparece con numerosos
polirribosomas y áreas con retículo endoplásmatico rugoso; es decir, cisternas
membranosas con abundantes ribosomas que se asocian formando los llamados
cuerpos de Nissl. También aparecen mitocondrias, lisosomas, un citoesqueleto
formado por neurofibrillas y el aparato de Golgi, entre otros elementos. La forma del
soma puede variar de acuerdo a los diferentes tipos de neuronas (Figura 2a).
Las dendritas suelen surgir del soma neuronal y ramificarse de modo similar a como lo
hacen las ramas de un árbol. Como los árboles, los patrones de ramificación y la
morfología desplegada por las dendritas son muy variables. Se han intentado ensayos
de clasificación atendiendo a la morfología dendrítica, pero los mismos sólo tienen
validez cuando se aplican a poblaciones de neuronas ubicadas en centros nerviosos.
Sobre las dendritas existen pequeñas protuberancias que se denominan espinas
dendríticas, las cuales están especializadas en la recepción de información a partir de
otras neuronas. En conjunto, dendritas y espinas dendríticas reciben la mayor parte de
los contactos procedentes de los axones de otras neuronas. Ambas representan, por
tanto, las zonas de recepción principales por las cuales la neurona recibe información
(Figura 2b).
Figura 2. Microfotografía electrónica de los elementos de una neurona tipo.
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El axón suele ser una prolongación única con una silueta característica, que parte del
soma neuronal o de un tronco dendrítico; excepcionalmente pueden identificarse
neuronas con varios axones, como las que aparecen en la corteza cerebral. Al igual que
el soma, el axón tiene un citoesqueleto distintivo cuyos elementos proteicos –tubulina,
isoformas de la actina, miosina y otras‐ son sumamente importantes para la integridad
funcional del mismo. La zona de origen del axón juega un papel importante en la
generación del impulso nervioso y es conocida como cono axónico. El axón muestra
trayectorias rectas y suele carecer de espinas. Generalmente, es mucho más largo que
las dendritas; en cualquier caso su longitud es muy variable, yendo desde pocas micras
en interneuronas a más de un metro de longitud en las neuronas piramidales de la
corteza motora. A veces el axón puede bifurcarse y dar lugar a ramas de mayor
longitud. Al final de su recorrido, el axón suele mostrar ramificaciones, en ocasiones
mucho más complejas y densas que los árboles dendríticos. Finalmente, cada
ramificación axónica suele terminar en uno o varios botones, llamados botones
presinápticos que se adhieren a las zonas de recepción de información de otra célula
(neurona, músculo, glándulas, etc.). También son conocidos por algunos autores como
botones terminales (Figura 2d).
Los axones pueden estar cubiertos por una vaina blanquecina denominada vaina de
mielina, la cual funciona como un aislante eléctrico. Sin embargo en los axones en que
aparece esta vaina, denominados axones mielinizados, la misma no llega a cubrir
completamente el axón, dejando espacios sin cubrir. Esos espacios en donde el axón
no aparece cubierto por la vaina de mielina se denominan nodos de Ranvier y van a
jugar un papel fundamental en la transmisión del impulso nervioso. Aquellos axones
que carecen de vaina de mielina se les denominan axones no mielinizados o
amielínicos (Figura 2c y 2e).
No existen diferencias estructurales entre las dendritas y el axón, sin embargo se
pueden diferenciar funcionalmente. Las dendritas siempre conducen la información en
dirección al soma neuronal, mientras que el axón siempre la conduce a través de sus
botones sinápticos en dirección al elemento siguiente (efector –neurona, fibras
musculares, glándulas‐). Este proceso indica que la información fluye por la neurona en
una dirección determinada y constante: de las dendritas al soma, y de este al axón. Ese
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proceso es conocido como polarización funcional. Las dendritas son las encargadas de
la recepción de información proveniente de otras células nerviosas o del exterior y de
conducirla al soma, donde ocurre la integración y generación de una respuesta que es
conducida por el axón al resto del sistema nervioso.
Además de este concepto de polarización funcional o dinámica, existe otro
denominado polarización trófica y que describe la dependencia de la neurona de
señales procedentes de su célula blanco. Así, mientras el concepto de polarización
funcional plantea que el flujo de información viaja de dendritas al soma y de este al
terminal axónico; el concepto de polarización trófica supone un flujo de información
que procede de los terminales axónicos y que viaja al núcleo celular. Conviene señalar,
que la polarización funcional se refiere sobretodo a las señales eléctricas y a los
procesos de comunicación neuronal que subyacen a la percepción sensorial y a la
elaboración del comportamiento; en tanto, la polarización trófica se refiere en
particular al mantenimiento de las conexiones neuronales y a la supervivencia de los
elementos neuronales, principalmente durante el desarrollo, pero también en el
individuo adulto. Por tanto, la información que fluye de dendritas‐soma‐axón tiene un
carácter funcional, mientras que la que fluye de forma axón‐soma‐dendritas tiene un
carácter metabólico y restaurador.
1.2.3 CLASIFICACIÓN DE LAS CÉLULAS NEURONALES
Las neuronas pueden ser catalogadas según un sinnúmero de parámetros. Entre las
clasificaciones más comunes podemos citar:
• Morfológica
• Funcional
• Según la longitud del axón
• Según su identidad molecular
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Figura 3. Tipos de neuronas según su morfología.
Si observamos la Figura 3, podemos ver que de acuerdo a la morfología o según la
existencia de diferencias estructurales, las neuronas se pueden clasificar en:
- Neuronas unipolares: Son aquellas en las que del soma sale un único proceso
primario que da origen a varias ramas. Una de estas es el axón y el resto
funciona como estructuras dendríticas receptoras de información. Este tipo de
neurona, no posee dendritas que surjan directamente del soma y
generalmente transmiten información sensorial del medio externo al sistema
nervioso central. Las dendritas de la mayoría de las neuronas unipolares
detectan cambios de temperatura y otros eventos sensoriales que afectan la
piel. Por ejemplo, la neurona sensorial primaria de las raíces dorsales es una
variante de la neurona unipolar, llamada pseudounipolar.
- Neuronas bipolares: Son células nerviosas en las que del soma neuronal surgen
dos procesos: un proceso periférico (dendrítico) y otro central (axonal). Este
tipo de neurona, al igual que las unipolares, ejerce funciones sensoriales
fundamentalmente, siendo ejemplo de ellas las células de la retina, el epitelio
olfatorio y las células sensoriales de los ganglios espinales.
- Neuronas multipolares: Son el tipo predominante en el Sistema Nervioso.
Presentan arborizaciones dendríticas que surgen de todas partes del soma y,
por lo general, un solo axón. El número y extensión de las dendritas estarán en
dependencia del número de contactos sinápticos que tenga la neurona. Por
ejemplo, una célula espinal motora, con un árbol dendrítico moderado, recibe
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cerca de 10 000 contactos. Otros ejemplos de neuronas multipolares son las
células piramidales de la corteza cerebral y las células de Purkinje del cerebelo.
De acuerdo a la función, las neuronas se clasifican en:
- Neuronas sensoriales, también conocidas como neuronas aferentes, son
aquellas encargadas de captar los estímulos en el medio externo o periferia y
conducirlos hacia el sistema nervioso central. Estas neuronas pueden tener
terminales receptoras especializadas a nivel de dendritas, o tienen dendritas
que están muy próximas a los receptores localizados en la piel o en varios
órganos sensoriales.
- Interneuronas, también llamadas neuronas de asociación o intercaladas,
constituyen estaciones de relevo y de procesamiento de información.
Generalmente, conectan a las neuronas sensoriales con el resto del sistema
nervioso.
- Motoneuronas o neuronas eferentes, son las encargadas de conducir la
información desde el sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal) hacia
los efectores (músculos, glándulas, etc.).
Esta clasificación por supuesto, nos muestra que las neuronas no trabajan de forma
independiente sino organizadas en grupos o circuitos neurales que procesan
determinados tipos de información y que constituyen la base para las sensaciones, las
percepciones y las conductas.
Otros ejemplos de las múltiples clasificaciones de las neuronas incluyen la clasificación
en función de la longitud del axón; en la cual se distinguen dos tipos de neuronas:
- Neuronas de axón largo o de tipo Golgi I, que median la información entre
regiones cerebrales (por ejemplo: neuronas piramidales de proyección de la
corteza cerebral), o que proporcionan un tono basal de excitación a amplias
áreas cerebrales (por ejemplo: neuronas del tronco encefálico). La diferencia
entre estos dos subgrupos de neuronas Golgi I es el grado de ramificación del
axón. En las neuronas de proyección, las ramificaciones se limitan a pocas
zonas cerebrales, mientras que en las neuronas del tronco encefálico presentan
una profusa arborización “en telaraña”, de forma que conectan con numerosas
áreas cerebrales.
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- Neuronas de axón corto o de tipo Golgi II, que cumplen la función de
interneuronas en circuitos locales.
Los nervios, que no son más que agrupaciones de axones, también pueden ser
clasificados en función del tipo de información que transmitan. Podemos encontrar:
nervios sensoriales, que llevan información sensorial hacia el encéfalo o la médula
espinal; y nervios motores que llevan impulsos nerviosos hacia los músculos y/o
glándulas. No obstante, la mayoría de los nervios incluyen tanto fibras sensoriales
como motoras, por lo que son denominados nervios mixtos.
1.2.4 NEUROGLÍA
El tipo celular más abundante en el sistema nervioso son las llamadas células de la glía
o neuroglía y carecen de la propiedad de generar activamente impulsos nerviosos. El
término glía, proviene del griego y su significado es el de goma o cola. El número de
células de la glía excede en una razón de 3:1 a las neuronas. Este tipo de células se
encuentran tanto entre los somas de las neuronas como entre los axones. Debido a
que las neuronas tienen una tasa metabólica muy alta y carecen de medios para
almacenar nutrientes, deben tener un suministro constante de nutrientes y oxígeno sin
los cuales morirían rápidamente. Es en este punto donde la neuroglia juega su papel.
Las funciones de las células gliales incluyen:
- El soporte de las neuronas, semejante al papel del tejido conectivo en otros
órganos.
- La remoción de los productos de desecho del metabolismo de las neuronas, o
de restos celulares después de una lesión o de la muerte celular.
- La producción de la vaina de mielina.
- La nutrición de las neuronas.
1.2.5 CLASIFICACIÓN DE LA NEUROGLÍA
Existen muchos tipos de células glíales, cada una de las cuales juega un papel especial
dentro del sistema nervioso. No obstante, podemos hablar de dos grandes grupos
(Figura 4):
- Macroglia, compuesta por la astroglia, la oligodendroglia y las células de
Schwann.
- Microglia, compuesta por los fagocitos, que son parte del sistema inmunitario.
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Figura 4. Tipos de neuroglía.
Astroglia. Su tipo celular son los astrocitos. Se localizan tanto en la sustancia gris como
U U
en la sustancia blanca y forman poblaciones diferentes y características para cada
centro nervioso. Entre ellas las más conspicuas son los astrocitos. Otras células de
estirpe astroglial tienen características propias: las células de Begman del cerebelo, las
células de Müller en la retina, los tanicitos en el hipotálamo, la glía radial, etc.
Los astrocitos son células con morfología estrellada, muy ramificada. Entre ellos se
pueden diferenciar dos poblaciones: los astrocitos fibrosos y los astrocitos
protoplásmicos. Los astrocitos fibrosos se encuentran en la sustancia blanca. Poseen
pocas ramificaciones y su cuerpo celular es largo y liso. Los astrocitos protoplásmicos
por su parte, se pueden ver en la sustancia gris. Tienen la superficie de su cuerpo
celular y sus ramificaciones muy irregulares, debido a que se encuentran en un medio
muy poblado de neuronas y por tanto han tenido que adaptarse morfológicamente a
esta carencia de espacio.
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Los astrocitos aislan el tejido nervioso. Separan las meninges y recubren los vasos
sanguíneos cerebrales. Es posible que su principal función sea el mantenimiento de la
barrera hematoencefálica. En el sistema nervioso, los astrocitos son las células donde
se puede acumular glucógeno (forma orgánica de almacenar glucosa) como reserva y
fuente de glucosa para utilizar en su momento por las neuronas. De hecho, la mayor
parte de los nutrientes que reciben las neuronas provienen de los astrocitos. Tras una
lesión del sistema nervioso, la astroglia puede desempeñar una función de limpieza
(mediante fagocitosis) y reparación. Además, algunos autores plantean que estas
células puedan intervenir en el mantenimiento del balance de los iones potasio (K+). P P
También, los astrocitos sirven como matriz que mantiene las neuronas en su lugar y
rodean las sinapsis limitando la dispersión de neurotransmisores liberados de los
botones presinápticos.
Oligodendroglia. Las células de la oligodendroglia se caracterizan por un soma bastante
U U
grande, esférico, con ramificaciones cortas y finas. Su principal función es brindarle
soporte a los axones y formar la vaina de mielina.
Pueden distinguirse dos tipos de oligodendrocitos: oligodendrocitos interfasciculares,
asociados a la sustancia blanca y oligodendrocitos satélites, asociados a los grandes
somas neuronales en la sustancia gris. Una de las funciones principales de estas
células, como habíamos dicho previamente, es la formación de la vaina de mielina, un
conjunto de láminas que envuelven al axón y facilitan la transmisión del impulso
nervioso. Un mismo oligodendrocito puede formar la vaina de mielina de varios axones
y en un mismo axón puede llegar a producir hasta 50 segmentos mielinizados.
Esta vaina de mielina no es formada por el mismo tipo celular en todo el sistema
nervioso. De esta forma, los oligodendrocitos son los encargados de su formación en el
sistema nervioso central en tanto, en el sistema nervioso periférico es formada por las
células de Schawnn. Estas células, a diferencia de los oligodendrocitos, sólo forman la
U U
vaina de mielina de un axón pero siguen el mismo proceso. Otro elemento que las
diferencia es que las células de Schwann también participan en la eliminación de
material de desecho y en el proceso de regeneración del axón.
La formación de la vaina de mielina ocurre por un enrollamiento sucesivo de las células
gliales (oligodendroglia o célula de Schawnn) alrededor del axón hasta formar una capa
de un grosor considerable (Figura 5). En los axones en que esta vaina está presente,
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cubre el 99.9% del área superficial de los mismos. Cada célula de Schwann u
oligodendrocito cubre unos 1‐2 mm de longitud de la membrana del axón en las fibras
de mayor diámetro (20 µm). Así, en las fibras mielinizadas más gruesas, la vaina tiene
hasta 3 µm de espesor y puede llegar a estar formada por unas 300 membranas
citoplasmáticas. Por fuera de la vaina de mielina, en el sistema nervioso periférico, se
mantienen las porciones de la célula glial que contienen la mayor parte del citoplasma
y el núcleo formando una capa que es conocida como neurilema.
Figura 5. Formación de la vaina de mielina en el sistema nervioso periférico por parte
de las células de Schwann.
Existen además zonas de la membrana del axón que no están recubiertas por la vaina,
las cuales se disponen regularmente a lo largo del axón entre dos células de Schwann
sucesivas, y que reciben el nombre de nodos de Ranvier. Cada uno de estos nodos
tiene entre 0.5 y 2 µm de longitud.
Microglia. Las células de la microglia se encuentran habitualmente dispersas en el
U U
tejido nervioso y como su nombre lo indica son las más pequeñas de las células gliales.
Se originan de células precursoras hematopoyéticas. Tienen una morfología estrellada
o fusiforme, que puede asemejarse a un bastón y entran en contacto con diferentes
partes de las neuronas, los vasos sanguíneos y otros tipos de neuroglia. Presentan
generalmente, dos o más prolongaciones espinosas que emergen del cuerpo celular
resultando en un número variable de ramificaciones secundarias. Existen dos tipos de
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microglia: la microglia en reposo, que aparece en el tejido sin dañar y la microglia
reactiva que aparece en condiciones de lesión del tejido nervioso.
La función de la microglia, junto a la astroglia y otras células como la de Müller en la
retina, es la fagocitosis del material degenerado tras una lesión o material muerto.
Además, funciona como uno de los elementos del sistema inmunológico en el cerebro,
protegiéndolo de la invasión por microorganismos. Se ha sugerido que la microglia
participa además, en la cicatrización del tejido cerebral lesionado y el mantenimiento
del ambiente iónico del líquido extracelular. La función de este tipo de glía ha sido
observada en muchas patogénesis naturales, como la enfermedad de Alzheimer. Así
pues, la presencia de microglia activada en los lugares de lesión cerebral sugiere que
estas células sirven como efectores que unen la acción del sistema inmunitario con la
reparación del sistema nervioso.
Existe otro tipo de neuroglia conocida como epéndimo, cuyas células forman una
membrana similar a un epitelio que recubre el interior de las cavidades encefálicas y
del conducto central de la médula espinal. Tiene células columnares, algunas de las
cuales tienen superficies libres ciliadas que intervienen en la circulación del líquido
cefalorraquídeo a través del movimiento ciliar.
1.3 ESTRUCTURA Y FUNCIONALIDAD DE LA MEMBRANA
Las membranas celulares son cruciales para la vida celular. La membrana plasmática
rodea a la célula definiendo su extensión y manteniendo las diferencias entre el
contenido de la misma y su entorno. Las diferencias de concentración de iones a
ambos lados de la membrana, generados por la actividad de proteínas especializadas
de membrana, son utilizadas en numerosas funciones tales como la síntesis de
adenosín trifosfato ó ATP (energía metabólicamente utilizable por la célula), la
dirección del movimiento transmembranoso de sustancias, o en células nerviosas y
musculares, para producir y transmitir señales eléctricas.
1.3.1 ESTRUCTURA DE LAS MEMBRANAS
Aunque realicen diferentes funciones, todas las membranas biológicas tienen una
estructura básica común: una finísima doble capa de moléculas lipídicas y proteicas, es
por eso que se les dice membranas lipoproteicas (Figura 6). Estas moléculas se
mantienen unidas fundamentalmente por interacciones no covalentes. Las membranas
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celulares son estructuras dinámicas, fluidas y la mayoría de sus moléculas son capaces
de desplazarse en el plano de la membrana. Esto es lo que se conoce como el modelo
del mosaico fluido.
Figura 6. Estructura en bicapa de las membranas biológicas.
Las moléculas lipídicas están dispuestas en forma de una doble capa continua de
aproximadamente 5‐7,5 nm de grosor. Se ha encontrado además, que en una pequeña
área de 1nm2 pueden haber hasta 5 x 106 moléculas lipídicas. Esta bicapa constituye la
P P P P
estructura básica de las membranas y actúa de barrera relativamente impermeable al
paso de la mayoría de las moléculas hidrosolubles. Las moléculas proteicas que
normalmente se hallan “disueltas” en la bicapa lipídica, median la mayoría del resto de
las funciones de la membrana, por ejemplo: el transporte de moléculas específicas a
través de ella o catalizando reacciones asociadas a la membrana, como la síntesis de
ATP. Algunas proteínas de membrana actúan como eslabones estructurales que
relacionan la membrana plasmática con el esqueleto celular y/o con la matriz
extracelular de las células adyacentes. Otras proteínas, actúan como receptores que
reciben y transducen las señales químicas procedentes del entorno celular.
Como podría esperarse, las membranas son estructuras asimétricas: las composiciones
lipídica y proteica de sus caras externa e interna son diferentes, reflejando las
diferentes funciones realizadas por ambas superficies. Así por ejemplo, algunos tipos
de lípidos (glicolípidos) sólo aparecen en la capa más externa de la membrana y se
relacionan con el reconocimiento intercelular. Sin embargo, las células tienen que
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gastar energía en mantener dicha asimetría; ya que debido a los movimientos propios
de las moléculas que la forman, se tendería a igualar la composición de ambas
monocapas.
Lípidos. La bicapa lipídica ha sido establecida como la base universal de la estructura
U U
de la membrana celular. Esta estructura puede atribuirse a las propiedades especiales
de las moléculas lipídicas, que hacen que las mismas se ensamblen espontáneamente
formando bicapas, incluso en sencillas condiciones artificiales.
Los lípidos son insolubles en agua, pero se disuelven fácilmente en solventes
orgánicos. Todas las moléculas lipídicas presentes en las membranas celulares son
anfipáticas o anfílicas (es decir, tienen un extremo o cabeza hidrofílica o polar –que se
siente atraído por el agua‐ y un extremo o cola hidrofóbica o apolar –que rehuye o
repele el agua‐). Los más abundantes de estas moléculas son los fosfolípidos; aunque
existen otros, tales como los esfingolípidos y los lípidos neutros.
La forma y naturaleza anfipática de las moléculas lipídicas es lo que determina que las
mismas, formen espontáneamente bicapas lipídicas en soluciones acuosas. Cuando las
moléculas anfipáticas se encuentran rodeadas por un ambiente acuoso, tienden a
agregarse de manera tal, que sus colas hidrofóbicas se esconden en el interior y sus
cabezas hidrofílicas quedan expuestas al medio. Dependiendo de su forma, pueden
conseguir esta disposición de dos maneras: pueden formar micelas esféricas con las
colas hacia el interior; o pueden formar láminas bimoleculares o bicapas, con las colas
escondidas entre las dos capas de cabezas hidrofílicas. Estas bicapas tienden a
encerrase sobre sí mismas formando compartimentos herméticos, eliminando así los
bordes libres en los que las colas hidrofóbicas podrían estar en contacto con el agua.
De esta forma, se hacen máximas las interacciones hidrofóbicas e hidrofílicas.
Proteínas. Aunque la estructura básica de las membranas biológicas está determinada
U U
por la bicapa lipídica, la mayoría de sus funciones específicas están desempeñadas por
proteínas. Por consiguiente, la cantidad y el tipo de proteínas de una membrana es
muy variable: en la vaina de mielina cuya función principal consiste en aislar los
axones, menos de un 25% de la masa de la membrana es proteica; mientras que en las
membranas dedicadas a la transducción energética, aproximadamente el 75% de su
masa es proteína. Al igual que los lípidos de membrana, es común que las proteínas de
18
membrana lleven adosadas cadenas de oligosacáridos, los cuales siempre van a estar
dispuestos hacia el exterior de la célula.
Las distintas proteínas de membrana están asociadas a ella de diferentes maneras.
Muchas de aquellas, atraviesan la bicapa lipídica, de forma que parte de su masa se
sitúa a cada lado de la membrana y se denominan de transmembrana o proteínas
integrales de membrana. Como sus vecinos lipídicos, estas proteínas son anfipáticas.
Las regiones hidrofóbicas se sitúan en el interior de la membrana y se relacionan con
las colas hidrofóbicas de las moléculas de lípidos del interior de la bicapa. Las regiones
hidrofílicas se hallan expuestas al medio acuoso de ambos lados de la membrana. Dada
la gran relación con ambas caras de la membrana, las proteínas de transmembrana
sólo pueden ser extraídas de la bicapa con disolventes orgánicos fuertes.
Sin embargo, la relación con la bicapa puede ser bien diferente. Existen proteínas que
no ocupan totalmente el interior hidrofóbico de la bicapa lipídica; o sea, sólo están
unidas a una u otra cara de la membrana mediante interacciones no covalentes. Estas
proteínas, denominadas proteínas periféricas, pueden ser liberadas de la membrana
mediante procedimientos de extracción relativamente suaves que interfieren con las
interacciones proteicas, pero mantienen intacta la bicapa lipídica.
Habitualmente la manera en que una proteína se asocia a la bicapa lipídica es un
indicativo de la función de la misma. Así, sólo las proteínas de transmembrana pueden
actuar en ambos lados de la bicapa o transportar moléculas a través de ella. Algunos
receptores celulares de superficie, por ejemplo, son proteínas de transmembrana que
se unen a la molécula señal en el espacio extracelular y generan diferentes señales
intracelulares. Por el contrario, las proteínas que sólo actúan en un lado de la bicapa
lipídica, generalmente no están asociados con la monocapa lipídica o el dominio
proteico del otro lado de la membrana.
Las proteínas que están involucradas en el movimiento de moléculas hidrosolubles
hacia el interior o exterior de la célula o de los compartimentos intracelulares
delimitados por membranas, pueden ser de dos tipos: proteínas transportadoras o
proteínas canal (Figura 7). Ambos tipos forman vías continuas de transporte a través
de la bicapa lipídica, pero tienen diferencias entre ellos. Una de éstas por ejemplo,
radica en el uso de energía: el transporte mediado por proteínas transportadoras
19
puede necesitar energía metabólica (transporte activo) o no (transporte pasivo); en
tanto, el transporte a través de canales es siempre pasivo.
Figura 7. Tipos de proteínas de transmembrana.
Las proteínas transportadoras se unen a determinados solutos y los transportan a
través de la bicapa lipídica mediante cambios conformacionales que exponen el lugar
de exposición al soluto alternadamente a uno y otro lado de la membrana. Algunas
proteínas transportadoras simplemente mueven el soluto a favor de su gradiente;
mientras que otras pueden actuar como bombas, transportando un soluto en contra
de su gradiente electroquímico, utilizando para ello la energía de la hidrólisis del ATP o
el flujo de otro soluto a favor de su gradiente (como el Na+) para impulsar la serie de
P P
cambios conformacionales necesarios.
A diferencia de las proteínas transportadoras, los canales forman poros hidrofílicos
que atraviesan la membrana. Una clase de estas proteínas que se encuentra en
prácticamente todos los grupos de animales, forma las uniones estrechas (gap
junctions) entre dos células adyacentes. En estas uniones, la membrana plasmática de
cada célula contribuye de la misma forma a la formación del canal, lo que permite la
conexión de sus citoplasmas. Al igual que las uniones comunicantes y las acuaporinas,
las proteínas formadoras de canal de las membranas externas de las bacterias,
mitocondrias y cloroplastos, tienen poros relativamente grandes y permisivos. Estos
poros resultarían desastrosos si conectaran directamente el interior de una célula con
20
el espacio extracelular. Por el contrario, la mayoría de las proteínas canal de la
membrana plasmática de las células animales y vegetales, conectan el citosol con el
exterior celular, por lo que necesariamente han de tener poros estrechos y altamente
selectivos. Estas proteínas están relacionadas específicamente con el transporte de
iones inorgánicos, por lo que se denominan canales iónicos.
Dos propiedades importantes diferencian los canales iónicos de los simples poros
acuosos (acuaporinas). En primer lugar, presentan selectividad iónica, es decir,
permiten que algunos iones puedan pasar y otros no. Esto sugiere que sus poros deben
ser lo suficientemente estrechos en algunos lugares, como para permitir que los iones
entren en contacto íntimo con las paredes del canal, de tal manera que sólo los iones
de tamaño y carga adecuados puedan atravesarlos. Se cree que para poder pasar a
través de la parte más estrecha del canal, los iones tienen que deshacerse de la mayor
parte o de todas las moléculas de agua que lleven asociadas. Esto limita la velocidad
máxima de paso; ya que cuando se incrementa la concentración de un ion, el flujo del
mismo a través del canal aumenta proporcionalmente hasta alcanzar los niveles de
saturación, momento en que se llega a la velocidad máxima de transporte.
La segunda diferencia importante entre los canales iónicos y las acuaporinas consiste
en que los primeros no están abiertos continuamente. En lugar de ello, tienen
"compuertas" que se abren brevemente y luego se cierran de nuevo. En la mayoría de
los casos, las compuertas se abren en respuesta a estímulos específicos. Se conoce que
los principales tipos de estímulos que causan la apertura de los canales iónicos son:
cambios en el voltaje a través de la membrana (canales dependientes de voltaje),
estimulaciones mecánicas y/o temperatura (canales regulados mecánicamente) y la
unión de determinada sustancia química o ligando (canales regulados por sustancias
químicas). Sin embargo, esta división no está completamente clara; ya que existen
muchos ligandos que tienen algún efecto sobre los canales dependientes de voltaje y
viceversa; el voltaje de transmembrana puede influir sobre algunos canales
controlados por ligandos.
Hasta ahora se han descrito más de 100 tipos de canales iónicos, y todavía se están
descubriendo más. Estos canales son sumamente importantes; por ejemplo, los
canales dependientes de voltaje son los responsables de la excitabilidad eléctrica de
las células nerviosas y musculares y los canales térmicos contribuyen a las sensaciones
21
de dolor, temperatura y ayudan también durante la inflamación. De esta forma,
median la mayoría de las señales dentro del sistema nervioso. Una célula nerviosa
típica contiene 10 tipos diferentes o más de canales iónicos, localizados en diferentes
dominios de su membrana plasmática. Sin embargo, estos canales no sólo se
presentan en células excitables eléctricamente, sino que también se hallan en todas las
células animales y vegetales y también en microorganismos. Por ejemplo, los canales
iónicos son los responsables de propagar la respuesta de cerrar las hojas en Mimosa
pudica (Dormidera), y permiten que los paramecios unicelulares cambien de dirección
después de colisionar.
Además, los canales tienen ventaja sobre los transportadores en cuanto a la eficiencia
de transporte; ya que a través de cada canal pueden pasar más de 1 millón de iones
cada segundo, lo cual es una velocidad 1000 veces superior a la alcanzada por
cualquier transportador conocido. Por otro lado, los canales iónicos no pueden estar
acoplados a una fuente energética, de forma que el transporte que median siempre es
pasivo; o sea, no implica un gasto energético. Así, la función de los canales iónicos es
permitir que iones inorgánicos específicos, mayoritariamente sodio, potasio, calcio o
cloruro (Na+, K+, Ca2+, o Cl‐), puedan difundir a favor de su gradiente electroquímico a
P P P P P P P P
través de la bicapa lipídica. No obstante, esto no quiere decir que el transporte a
través de canales iónicos no esté regulado. Por el contrario, ya la capacidad de regular
el flujo de iones es una característica esencial para el funcionamiento de muchos tipos
celulares. Concretamente, las células nerviosas se han especializado en la utilización de
canales iónicos; por lo que utilizan una gran variedad de los mismos para recibir,
conducir y transmitir señales.
1.3.1 PROPIEDADES ELÉCTRICAS DE LA MEMBRANA.
Las neuronas generan señales eléctricas que son la base de la transmisión de
información en el Sistema Nervioso. Aunque las neuronas no son buenas conductoras
de la electricidad, tienen elaborados mecanismos para la generación de esas señales,
las cuales están basadas en el flujo de iones a través de la membrana.
22
1.3.2 POTENCIAL DE MEMBRANA. POTENCIAL DE MEMBRANA EN REPOSO.
La primera señal eléctrica que puede ser observada en una neurona sin ningún tipo de
estimulación es un potencial eléctrico negativo. Esto indica que la célula es capaz de un
voltaje constante a través de su membrana, donde la monocapa interna de la misma
tiene carga negativa y la externa la tiene positiva. Este voltaje, denominado potencial
de membrana en reposo, depende del tipo de neurona que se estudie, pero
generalmente está en el rango de ‐40 a ‐90 mV. Sin embargo, para lograr comprender
el origen de este potencial, es necesario conocer el significado de dos de los procesos
más importantes de las sustancias en disolución: la difusión y la presión electrostática.
Algunas sustancias se disuelven o disocian al mezclarse con el agua en dos tipos de
iones (partículas cargadas) con cargas eléctricas opuestas. Si las partículas tienen carga
negativa se llaman aniones y si es positiva, cationes. A ambos lados de la membrana
celular existe un determinado balance de estas partículas cargadas; las cuales están
sujetas a fuerzas de atracción y repulsión según su carga: partículas con igual carga se
repelen, con cargas diferentes se atraen. La atracción y repulsión entre partículas es lo
que recibe el nombre de fuerza electrostática y es capaz de determinar el movimiento
de sustancias de un lugar a otro.
La difusión, por su parte, es el proceso mediante el cual cualquier sustancia se
distribuye uniformemente en un disolvente como resultado del movimiento aleatorio
de sus moléculas. Cuando no haya fuerzas o barreras que lo impidan, las sustancias
difunden desde zonas donde existe una mayor concentración de solutos hacia donde
existe una menor concentración.
Entonces, si analizamos el medio intra y extracelular encontramos que en el interior de
las neuronas predominan los aniones proteicos (A‐: proteínas de alto peso molecular y
P P
carga negativa), y el ión potasio (K+). En el líquido extracelular predominan el sodio
P P
(Na+) y el cloro (Cl‐), recordando las concentraciones en los mares donde surgió la vida
P P P P
primitiva (Figura 8). Los aniones proteicos son demasiado grandes para atravesar la
membrana, que es impermeable a ellos. De ahí, que la presencia de estos aniones
contribuya grandemente al potencial de membrana.
23
Figura 8. Distribución de los iones en los medios extra e intracelular.
En el caso del K+, como está muy concentrado dentro y la membrana es bastante
P P
permeable a este, la fuerza de difusión tiende a sacarlo de la célula, pero como en el
exterior la carga predominante es la positiva, la presión electrostática tiende a
mantener los iones dentro. Entonces, ambas fuerzas se equilibran y el ión tiende a
permanecer donde está.
El Cl‐ por su parte está más concentrado fuera de la célula, luego por difusión tiende a
P P
entrar. Sin embargo, debido a que dentro de la célula la membrana tiene carga
negativa, la presión electrostática tiende a sacar los iones hacia el medio extracelular.
De nuevo, las dos fuerzas opuestas se encuentran en equilibrio.
El Na+, también está más concentrado afuera y al tener carga positiva es fuertemente
P P
atraído hacia adentro; Luego en este caso, tanto la fuerza de difusión como la
electrostática tienden a provocar su entrada a la célula; no obstante, se mantiene más
concentrado en el exterior. Hay dos razones para esto; una, la membrana celular en
reposo es impermeable al sodio, no le permite entrar a la célula y segundo, existe un
mecanismo de transporte activo, la llamada bomba sodio‐potasio.
La bomba de sodio‐potasio, que aparece en la mayoría de las células animales, consiste
en un gran número de moléculas proteicas embebidas en la membrana. Este
transportador saca de forma constante tres iones sodio por cada dos de potasio que
entra, consumiendo una molécula de adenosín trifosfato (ATP –energía
metabólicamente utilizable por el organismo) (Figura 9). De esta forma, es muy
eficiente en mantener baja la concentración intracelular de Na+ y a su vez incrementar
P P
24
la concentración de K+. No debemos olvidar que la membrana es cerca de 100 veces
P P
más permeable al K+ que al Na+, luego este incremento en las concentraciones de K+
P P P P P P
llega a ser muy ligero, aunque importante en mecanismos como la inhibición neural.
Figura 9. Bomba de sodio‐potasio.
De manera general, los cambios en la permeabilidad al sodio, potasio y otros iones
como el cloro es una propiedad que depende del número y tipo de canales iónicos que
permiten el paso de éstos a través de la membrana. Por su parte, las diferencias en los
gradientes de concentración son mantenidas por proteínas transportadoras como la
bomba Na+‐K+. Y son estos dos elementos, los cambios en la permeabilidad selectiva de
P P P P
la membrana a iones específicos y la concentración diferencial de dichos iones a
ambos lados de la membrana, los que generan una diferencia de potencial eléctrico
conocida como potencial de membrana en reposo.
Como habíamos comentado, sin ningún estímulo el potencial de membrana en reposo
se encuentra como promedio a los ‐70mV; pero ante un estímulo pueden generarse
corrientes eléctricas que provoquen cambios en ese valor. Si estas corrientes hacen el
potencial de membrana más negativo, el proceso se denomina hiperpolarización; pero
si por el contrario, estas corrientes hacen el potencial de membrana menos negativo e
incluso positivo, decimos entonces que ha ocurrido una despolarización.
25
Una hiperpolarización implica la acumulación de cargas negativas en la cara interna de
la membrana, lo cual provoca el consecuente aumento del número de cargas positivas
en la cara externa de la misma. Por ejemplo, este tipo de fenómeno ocurrirá si se
abren los canales que permiten el paso de iones Cl‐ hacia el líquido intracelular. Otra
P P
posibilidad sería la apertura de canales de K+ que permiten la salida del mismo en
P P
dirección al líquido extracelular. Sin embargo, la apertura de canales de Na+ y la
P P
consecuente entrada de este ion hacia el líquido intracelular provocaría el efecto
contrario. En este caso, la entrada de cationes en la célula compensaría la negatividad
existente en la cara intracelular de la membrana, la polaridad se haría menos negativa
y estaríamos ante una despolarización.
1.3.3 EL IMPULSO NERVIOSO. BASES IÓNICAS DEL POTENCIAL DE ACCIÓN.
De manera general, puede considerarse que la transmisión de información en el
sistema nervioso ocurre a través de dos tipos principales de mediadores: eléctricos y
químicos. En una célula nerviosa, las señales eléctricas fluyen en una dirección
predecible y constante (concepto de polarización funcional). La información parte de la
zona receptora de la neurona, generalmente las dendritas y el soma y se dirige hacia la
zona activadora, el cono axónico, donde se genera el impulso nervioso. Este impulso
recibe el nombre de potencial de acción. Es precisamente la capacidad de generar
potenciales de acción la característica que distingue a células excitables como las
neuronas y las musculares.
¿Cuáles son los mecanismos que generan un potencial de acción?
El entendimiento de cómo ocurre este fenómeno comenzó a principios de la década
del 50 con los experimentos de Hodgkin y Huxley. A través de sus estudios con el axón
gigante de calamar, determinaron la forma del potencial de acción y la base iónica del
mismo.
Recordemos que la membrana de las células neuronales está constituida por una
bicapa lipídica que contiene moléculas proteicas que constituyen poros o canales, vías
para que los iones salgan o entren a la célula. Estos canales iónicos tienen compuertas
que pueden cerrarse o abrirse. Las membranas neuronales tienen muchos miles de
canales iónicos (de 100 a 600 canales en cada micrómetro cuadrado de membrana).
Determinados estímulos pueden provocar la apertura repentina de determinados
26
canales, haciendo la membrana permeable al ion correspondiente a ese canal y
permitiendo así su entrada a la célula.
En particular, el desencadenamiento del potencial de acción responde a la apertura de
canales iónicos dependientes de voltaje; que van a influir sobre la permeabilidad de la
membrana a dichos iones. Primeramente ocurre una apertura de canales de Na+, con P P
lo cual la membrana se hace repentinamente y por poco tiempo permeable al mismo.
Las fuerzas de difusión y electrostática hacen que los mismos se precipiten
bruscamente al interior de la célula y creen una despolarización. De ahí, que esta
permeabilidad al Na+ se considere como lo que realmente dispara el potencial de
P P
acción. La apertura de esos canales es seguida, casi inmediatamente, por un
incremento más lento de la permeabilidad de la membrana al K+, lo que permite la
P P
salida del mismo al medio extracelular.
Pero, ¿cómo ocurre un potencial de acción? Veámoslo por partes (Figura 10):
Figura 10. Partes del potencial de acción.
Despolarización. Tiene como origen el desarrollo de corrientes de iones a través de la
membrana. Si estas corrientes son suficientes para que se alcance un valor límite del
27
potencial de membrana, denominado potencial umbral, se desencadenan todos los
eventos del potencial de acción.
a) Potencial umbral. Es el valor de potencial de membrana con el cual se produce
la apertura simultánea de todos los canales de Na+ presentes en la zona de
P P
generación del potencial de acción (generalmente el cono axónico). La apertura
de estos canales permite la entrada de este ión, favoreciéndose la pérdida de
carga negativa en la cara interna de la membrana, aumentando así la magnitud
de la despolarización.
b) Fase ascendente. Está constituida por la brusca despolarización del potencial
de membrana. Todo este influjo de Na+ produce un cambio rápido del potencial
P P
retroalimentación positiva y se denomina Ciclo de Hodgkin (Figura 11). Este
ciclo se desencadena siempre que se alcance el valor de potencial umbral en la
membrana del axón y da inicio a una respuesta que se hace independiente del
estímulo que la ha generado. O sea, la activación inicial de los canales de Na+ P P
provoca la entrada de este ion; esto provoca una despolarización que a su vez
conlleva una mayor apertura de canales de Na+, entra más Na+ y hay más
P P P P
de K+ dependientes de voltaje. Los mismos son menos sensibles que los de Na+
P P P P
y por tanto requieren de un mayor valor de despolarización para abrirse. Esta
es la razón por la que comienzan a abrirse más tarde que los de Na+ y por la
P P
que también son conocidos como de activación tardía.
28
Figura 11. Ciclo de retroalimentación positiva.
c) Sobretiro. Es la parte del potencial de acción en la cual se invierte la polaridad
del potencial de membrana, quedando la cara intracelular de la membrana con
cargas positivas y la extracelular con cargas negativas. Esta parte del potencial
de acción incluye tanto el final de la fase descendente como el inicio de la
descendente. Ya en este momento, los canales de Na+ comienzan a volverse
P P
refractarios; o sea, los canales se inactivan y no pueden abrirse de nuevo hasta
pasado un tiempo de reposo. A partir de este instante deja de entrar Na+ a la P P
célula.
d) Fase descendente. Se produce durante la recuperación de la polaridad (la cara
intracelular se hace negativa) y de la magnitud del potencial de membrana que
tenía la célula antes de la generación del potencial de acción. Es dominado por
las características de los canales de K+ dependientes de voltaje; que en este
P P
momento ya están abiertos en su mayoría, permitiendo que estos iones se
muevan libremente por la membrana. Esto genera un movimiento de salida de
K+, favorecido por la difusión y la presión electrostática, que se opone a la
P P
despolarización y provoca que el potencial de membrana disminuya en el
tiempo y tienda al valor del potencial de membrana en reposo. Esta fase tiene
una pendiente mucho menos pronunciada; ya que tiene en sus bases un
mecanismo de retroalimentación negativa que eventualmente devuelve al
potencial de membrana a su valor de potencial de reposo.
29
e) Post‐potencial de hiperpolarización. Ocurre cuando la membrana alcanza
valores más negativos que los del potencial de membrana en reposo. Esta fase
es producto de que los canales de K+ no presentan inactivación en tiempo
P P
fisiológico; luego permanecen abiertos hasta que se alcanza su potencial de
equilibrio y provocan un excedente de K+ en el líquido extracelular. Este
P P
excedente es rápidamente eliminado por difusión lo que permite que el
potencial de membrana regrese al valor de ‐70mV.
Como hemos visto, el potencial de acción no es más que la variación del potencial de
membrana desde que se alcanza el valor del potencial umbral hasta que se recupera
de modo estable el potencial de membrana en reposo.
Existen respuestas eléctricas que no llegan a alcanzar el valor del potencial umbral y
por tanto no generan un potencial de acción y que son conocidas como respuestas
subumbrales. Las mismas son pequeñas despolarizaciones, pero que pueden llegar a
tener efectos importantes en la fisiología neuronal. Estas respuestas no implican un
aumento en la probabilidad de apertura de los canales iónicos, lo que significa que no
involucran corrientes a través de la membrana. Además, se caracterizan por ser:
• Graduadas: A medida que se incrementa la magnitud del estímulo aumenta
gradualmente la magnitud de las respuestas que este genera.
• Aditivas: Si se aplican a la membrana dos estímulos de igual magnitud sin una
marcada separación temporal, la segunda respuesta comienza a desarrollarse antes
de que haya desaparecido la primera y alcanza una mayor magnitud que la primera
respuesta.
• Locales: Se dispersan, de forma exponencial, con la distancia debido a la
resistencia del sistema al campo eléctrico generado.
Por su parte, el potencial de acción tiene características que son contraparte de las que
definen a las respuestas subumbrales. Entre ellas podemos citar que:
• Cumple con la ley del todo o nada: Una vez desencadenado, el potencial de
acción llega al final del axón con la misma amplitud con que comenzó su recorrido,
independientemente de la longitud de este. Es decir, una vez generado el potencial
de acción, el mismo siempre tiene las mismas características. Esto se explica por la
cualidad regenerativa de esta señal eléctrica; o sea, el hecho de que una vez iniciado
30
el ciclo de retroalimentación positiva, el mismo es mantenido por las propiedades
intrínsecas de la neurona.
• Tiene períodos refractarios (absoluto y relativo): Durante estos períodos no se
generan nuevos potenciales de acción o son necesarios estímulos por encima del
valor del potencial umbral para que aparezca un segundo potencial de acción. Por
tanto, son ellos quienes limitan el número de potenciales de acción que puede
generar una neurona por unidad de tiempo. La base molecular de estos períodos
refractarios descansa en la cinética de los canales de Na+ dependientes de
P P
despolarización, que quedan inactivos por un tiempo después que generaron un
potencial de acción. Igualmente los canales de K+, quedan activados por muy poco
P P
tiempo. Esto significa que los potenciales de acción no son aditivos.
• Se propaga: Si un estímulo umbral o supraumbral genera un potencial de acción,
a cualquier distancia de esta estimulación se registrará la misma respuesta; o sea, un
potencial de acción. Cada uno de estos potenciales de acción tiene la misma
amplitud e igual forma, diferenciándose entre sí solo por el lapso de tiempo que
media entre la aplicación del estímulo y la aparición de la respuesta. Este tiempo es
conocido como período de latencia.
La velocidad de conducción del potencial de acción limita el flujo de información
dentro del Sistema Nervioso; luego no es sorprendente que existan factores para
optimizar dicha velocidad de conducción. Dentro de éstos se encuentran: la densidad
de canales de Na+ dependientes de voltaje, el diámetro del axón, el valor de potencial
P P
umbral, la resistencia de la membrana y la temperatura, entre otros.
La vaina de mielina también es un elemento decisivo. Su presencia acelera la
conducción del potencial de acción, ya que funciona como un aislante eléctrico y hace
que dicha propagación ocurra a saltos (Figura 12). Por ejemplo, en axones no
mielinizados, la velocidad de conducción varía entre 0,5 a 10 m/s. En tanto, en los
axones mielinizados se pueden alcanzar velocidades por encima de los 150 m/s. La
teoría que explica esta marcada diferencia en las velocidades de conducción en ambos
tipos de axones se conoce como la teoría de la conducción saltatoria. Esta plantea, que
en los axones mielinizados sólo se generan potenciales de acción en puntos específicos
a lo largo de los mismos: los nodos de Ranvier.
31
Figura 12. Transmisión del potencial de acción en axones mielinizados.
La producción de potenciales de acción en los nodos de Ranvier y no en las regiones
internodales (zonas del axón cubiertas por la vaina de mielina) viene dado por
diferencias entre ambas zonas y que están relacionadas con el número y separación
entre las cargas eléctricas, la densidad de canales de Na+ y K+ y la presencia de
P P P P
transportadores (bomba Na+‐K+). La vaina de mielina además, hace que el uso de la
P P P P
32
energía durante el proceso de transmisión del potencial de acción sea más eficiente.
No es de sorprender entonces, que enfermedades que implican pérdida de mielina,
como la esclerosis múltiple, provoquen serios poblemas neurológicos.
Un concepto importante que se debe conocer para comprender el funcionamiento de
las neuronas es la tasa o frecuencia de descarga. La frecuencia de descarga es la
producción de potenciales de acción en una unidad de tiempo. Un potencial de acción
aislado no constituye información para el sistema nervioso. La información realmente
útil está contenida en muchos potenciales de acción repetidos a una determinada
frecuencia.
1.4 COMUNICACIÓN NEURONAL.
Cerca de 100 billones de neuronas existen en el Sistema Nervioso, cada una de las
cuales tiene la habilidad de influir sobre otras células. Para esto es necesaria la
existencia de mecanismos altamente eficientes que garanticen la comunicación entre
este número tan elevado de elementos celulares. Estos mecanismos de comunicación
pueden ser reconocidos mediante:
• La existencia de una conexión directa a través de uniones que contienen
pequeños canales citoplasmáticos por los que circulan potenciales de acción, de una
célula a otra.
• La liberación de sustancias, tales como neurotransmisores, factores de
crecimiento, hormonas, etc., que actúen sobre receptores específicos, situados en
otras células cercanas o lejanas al sitio de liberación.
La comunicación entre neuronas dentro del Sistema Nervioso y entre células externas
a este depende de zonas muy específicas en las que se establecen contactos muy
estrechos que se conocen como sinapsis. La sinapsis está definida como una unión
funcional entre dos células excitables, en la cual el flujo de información siempre está
dirigido de una célula presináptica a una postsináptica. En este proceso están
involucrados, de manera general, los botones sinápticos de la neurona presináptica y
la membrana plasmática del la célula postsináptica (Figura 13). Estas uniones permiten
la organización de las neuronas en sistemas funcionales.
33
Figura 13. Microfotografía electrónica de una sinapsis.
Esta relación funcional entre las neuronas pre y postsináptica puede ser clasificada en
función de los elementos de las mismas, que estén involucrados. En la Figura 14
observamos que podemos encontrar:
- sinapsis axosomáticas: si el axón de la neurona presináptica hace contacto
sináptico con el soma neuronal de la postsináptica.
- sinapsis axoaxónicas: si el axón de la neurona presináptica hace contacto
sináptico con el axón de la neurona postsináptica.
- sinapsis axodendríticas: si el axón de la neurona presináptica hace contacto
sináptico con las dendritas de la neurona postsináptica.
- sinapsis dendrodendríticas: si la dendrita de la neurona presináptica hace
contacto sináptico con las dendritas de la neurona postsináptica.
34
Figura 14. Tipos de sinapsis según los elementos de la neurona que participen en la
misma.
Pero el mecanismo por el cual ocurre el paso de información también puede ser otra
característica a tener en cuenta para la clasificación de las sinapsis. En base a esto,
pueden distinguirse dos tipos: sinapsis eléctrica y sinapsis química.
La sinapsis eléctrica aparece en todas las regiones del Sistema Nervioso, aunque son la
minoría de las que se producen. En ellas, el cambio de potencial de membrana de una
neurona es conducido a la otra por una unión estrecha (Figura 15a). Este tipo de
especialización celular permite que las membranas de ambas células estén unidas; y
que incluso, una gran variedad de sustancias como iones, puedan difundir entre los
citoplasmas de las neuronas pre‐ y postsináptica. A través del poro de las uniones
comunicantes; además, pueden difundir moléculas de gran peso molecular como el
ATP, los segundos mensajeros y otros metabolitos intracelulares importantes.
Este movimiento de corrientes iónicas que caracteriza a las sinapsis eléctricas ocurre
de forma pasiva entre una neurona y la otra. La fuente usual de esta corriente es la
diferencia de potencial generada localmente por el potencial de acción que se venia
propagando por la célula presináptica. Este arreglo tiene características interesantes.
Una de ellas es la bidireccionalidad; lo que significa, que el flujo de corriente iónica
35
puede ser en cualquier dirección, dependiendo de en cuál de las neuronas que
participan en la sinapsis se están generando potenciales de acción.
Figura 15. Tipos de sinapsis.
Otra característica importante de este tipo de sinapsis es que la transmisión es
extraordinariamente rápida. Existen especies de crustáceos en las que se ha registrado
un retraso, de una fracción de milisegundo (0,1 ms) en la aparición de despolarización
en la membrana postsináptica. No obstante, es posible que parte de este breve retraso
sea producto de la propagación del potencial de acción hacia la terminal presináptica y
que como tal, no exista ninguno a nivel de la sinapsis. En estas especies, las sinapsis
participan en circuitos neuronales involucrados en las respuestas de escape a los
depredadores. De esta forma, se minimiza el tiempo entre la presencia de un estimulo
amenazante y la aparición de una respuesta motora.
En mamíferos como el hombre, las sinapsis eléctricas sincronizan la actividad de
poblaciones neuronales. Por ejemplo, las neuronas del tronco encefálico que generan
una actividad eléctrica rítmica sobre la que descansan los procesos respiratorios, son
sincronizadas por sinapsis eléctricas. Otro ejemplo tiene que ver con las células
neurosecretoras a nivel del hipotálamo. El mecanismo de transmisión eléctrica de las
mismas, asegura que todas las células de esa área generen potenciales de acción al
36
mismo tiempo y exista un pico de secreción de hormonas hacia el torrente sanguíneo
en el momento preciso.
El hecho de que los poros de las uniones estrechas sean lo suficientemente grandes
que permitan que moléculas como el ATP y los segundos mensajeros difundan entre
las células, también permite que las sinapsis eléctricas coordinen la señalización
intracelular y el metabolismo de las células unidas. Esta propiedad puede ser de mucha
importancia para las células gliales, las cuales forman redes de señalización intracelular
a través de las uniones estrechas.
En contraste, el otro tipo de sinapsis, la sinapsis química, establece una comunicación
célula‐célula a través de la secreción de una sustancia química llamada
neurotransmisor. Esta sustancia difunde por el espacio o hendidura sináptica y excita
el elemento postsináptico mediante la activación de moléculas receptoras específicas.
En este caso, la transmisión es unidireccional y más lenta que la transmisión eléctrica.
Pero veamos con más detalle, este tipo de sinapsis.
1.4.1 ESTRUCTURA DE LAS SINAPSIS QUÍMICAS
En la Figura 15b se muestra un esquema de una sinapsis química típica. Debido a su
accesibilidad, relativa simplicidad, tamaño y facilidad de manejo experimental; los
mecanismos básicos del funcionamiento de este tipo de sinapsis fueron investigados
con detalle, utilizando preparaciones de la unión neuromuscular de los vertebrados.
En este tipo de sinapsis, la membrana presináptica localizada al final de la terminación
axónica de la neurona presináptica se encuentra muy cercana a la membrana de la
neurona postsináptica que será receptora del mensaje. Estas dos membranas se
encuentran separadas por la hendidura sináptica; la cual puede variar su dimensión,
pero generalmente mide alrededor de 20 nm de ancho. La hendidura sináptica
contiene líquido extracelular, mediante el cual el neurotransmisor difunde hacia la
membrana de la neurona postsináptica. Las membranas de las neuronas pre y
postsináptica se encuentran unidas por una red de microfilamentos que las mantiene
alineadas.
En el citoplasma de la terminal presináptica se pueden encontrar gran cantidad de
elementos celulares. Uno de los elementos más numerosos son las mitocondrias. Su
presencia es un claro indicador de que en la terminal presináptica se necesita de
mucha energía para llevar a cabo la transmisión sináptica. Además, encontramos
37
microtúbulos que son los responsables del transporte de sustancias a lo largo del axón.
Sin embargo, el elemento clave en estas terminales, es la presencia de unos organelos
esféricos u ovoides denominados vesículas sinápticas. Estas vesículas están delimitadas
por una membrana lipoproteica y son los sitios donde se almacenan los
neurotransmisores. El número en que estas vesículas aparecen en las terminales
presinápticas puede variar entre una docena y varios cientos; pero eso sí, siempre
están presentes en las sinapsis químicas.
Numerosas terminales presinápticas contienen dos tipos de vesículas sinápticas:
grandes y pequeñas. Esta denominación se relaciona con el tamaño de las moléculas
de neurotransmisor que contienen. Por ejemplo, las vesículas pequeñas, generalmente
contienen acetilcolina, glicina, GABA, glutamato o catecolaminas. Por su parte, las
vesículas grandes usualmente contienen neuropéptidos. Las vesículas, de manera
general, son producidas en el aparato de Golgi, en el soma y transportadas hacia la
terminal sináptica a través de un sistema de transporte axoplasmático. Un grupo de
vesículas pequeñas, cuyos precursores también se generan inicialmente en el aparato
de Golgi, son producidas a partir de material reciclado en la terminal sináptica. Esto es
producto de un proceso de endocitosis que involucra la formación de vesículas
cubiertas y endosomas, como elementos intermedios de este proceso de reciclaje.
También ocurre una distribución diferencial de ambos tipos de vesículas a nivel de la
terminal presináptica. Por ejemplo, las vesículas sinápticas de mayor tamaño,
generalmente se encuentran en mayor densidad hacia la zona de la membrana
presináptica, que está próxima a la hendidura sináptica –cerca de la zona de liberación
del neurotransmisor‐ y que se denominan zona densa.
Los neurotransmisores son introducidos en las vesículas sinápticas a través de
proteínas transportadoras presentes en la membrana vesicular. Otro grupo de
proteínas, las llamadas proteínas de tráfico, son las encargadas de asegurar la
liberación de los mismos hacia la hendidura sináptica y el reciclaje de las vesículas.
Hasta hace muy poco tiempo se pensaba, que una determinada neurona sólo producía
un tipo de neurotransmisor. Sin embargo, ahora ya está claro que muchos tipos de
neuronas sintetizan y liberan dos o más neurotransmisores diferentes. Cuando esto
ocurre, las moléculas son llamadas co‐transmisores. Estos pueden ser almacenados en
poblaciones diferentes de vesículas sinápticas, por lo que no tienen que ser liberados
38
simultáneamente. Por ejemplo, cuando un péptido y otro neurotransmisor actúan
como co‐transmisores en la misma sinapsis, su liberación diferencial estará en
dependencia del patrón de actividad sináptica. Si la actividad de descarga es a baja
frecuencia, generalmente sólo se liberan los neurotransmisores pequeños; mientras
que actividades a altas frecuencias, liberan los neuropéptidos. Como resultado, las
propiedades de este tipo de señalización estarán en dependencia de la tasa de
actividad de la neurona presináptica. No obstante, el significado fisiológico de los co‐
transmisores todavía no está totalmente dilucidado. Aunque por ejemplo, se conoce
que cuando el péptido intestinal vasoactivo es secretado junto a la acetilcolina,
potencia los efectos postsinápticos de la misma; y el neuropéptido Y potencia algunas
de las acciones de la norepinefrina.
Existe otro grupo de moléculas que también son secretadas por la terminal
presináptica y que se denominan neuromoduladores. La distinción entre ellas y los
neurotransmisores o co‐transmisores tiene que ver con su actividad sináptica. Estos
transmisores tienen un efecto directo sobre la membrana postsináptica, mientras que
los neuromoduladores modulan o regulan la acción de estos transmisores y se
dispersan más ampliamente que éstos. Esta actividad regulativa puede realizarse
modificando la sensibilidad de la membrana postsináptica al transmisor o afectando la
liberación del mismo en la terminal presináptica.
Por su parte, la membrana postsináptica también tiene sus peculiaridades. Si se
observa una microfotografía electrónica de la misma, parece ser más ancha y más
densa que la presináptica. Esta mayor densidad es causada por la presencia de
moléculas proteicas denominadas receptores y de filamentos proteicos que impiden su
movimiento por la membrana. Estos receptores están especializados en detectar la
presencia de neurotransmisores en la hendidura sináptica. En algunos casos además,
pueden funcionar como canales iónicos dependientes de sustancias químicas.
39
1.4.2 LIBERACIÓN DEL NEUROTRANSMISOR HACIA LA HENDIDURA SINÁPTICA
Figura 16. Eventos sinápticos en las membranas pre y postsinápticas provocados por la
llegada de un potencial de acción a la terminal presináptica.
Cuando un potencial de acción es conducido a lo largo del axón hasta la terminal
presináptica, un determinado número de vesículas sinápticas funde sus membranas
con la membrana presináptica (Figura 16). Este fenómeno provoca que el contenido de
estas vesículas sea vertido en la hendidura sináptica. Esto lo podemos ver en detalle en
la Figura 17, donde se muestra una porción de una unión neuromuscular. El axón fue
recién estimulado y las vesículas en la terminal sináptica se encuentran en proceso de
liberación del neurotransmisor. A este proceso de liberación del neurotransmisor hacia
la hendidura sináptica se le conoce como exocitosis. Nótese que las membranas de
algunas vesículas se encuentran fundidas con la membrana citoplasmática, formando
una estructura de membrana parecida a una letra omega (Ω).
40
Figura 17. Sinapsis en una unión neuromuscular.
¿Cómo es posible que la presencia de un potencial de acción desencadene la fusión de
las membranas y la liberación del neurotransmisor? El proceso comienza cuando una
población de vesículas sinápticas se anclan a la membrana presináptica, listas para
liberar el neurotransmisor hacia la hendidura sináptica. Este proceso de anclaje se
pone de manifiesto cuando algunos grupos de proteínas de las membranas vesiculares
se unen a proteínas de la membrana presináptica.
La zona de liberación del neurotransmisor en la membrana presináptica contiene
numerosos canales de calcio dependientes de voltaje y es este ion, la clave para la
fusión de la vesícula sináptica y la liberación del transmisor. El primer indicio de la
presencia de canales de calcio presinápticos fue obtenido en experimentos realizados
por Bernard Katz y Ricardo Miledi con tetradotoxina, una sustancia que bloquea estos
canales.
Cuando la membrana de la terminal presináptica se despolariza por la llegada de un
potencial de acción, los canales de calcio se abren (Figura 16). Al igual que el sodio, las
concentraciones de calcio son mayores en el líquido extracelular. De esta manera, el
calcio comienza a entrar a la célula, aumentando su concentración en el medio
41
intracelular. Esta entrada de calcio es un paso esencial; si la terminal sináptica se
coloca en un medio extracelular libre de calcio, la exocitosis no se pone de manifiesto.
Para terminar este proceso, el exceso de calcio es eliminado del interior de la
terminación sináptica mediante proteínas transportadoras de este ion.
Todavía no está completamente establecida la forma en que el calcio dispara la
liberación de los neurotransmisores, pero se conoce que están involucrados varios
grupos de proteínas. Los iones calcio pueden unirse a estas proteínas, que son las
encargadas de fijar las vesículas sinápticas al citoesqueleto y desencadenar una
compleja cascada de cambios, según un orden espacial y temporal definido. Estos
cambios favorecen la fusión de las membranas vesiculares y citoplasmáticas, con lo
que se potencia la exocitosis (Figura 16). La fusión de estas membranas es un proceso
extremadamente rápido, durando aproximadamente 0.1 ms.
La Figura 18 muestra dos microfotografías de la membrana presináptica, antes y
después de la fusión de las membranas y de la exocitosis. Se observa la superficie de la
membrana presináptica, como si estuviéramos en la membrana postsináptica. Como se
puede apreciar, las vesículas sinápticas están alineadas en una línea a lo largo de la
zona de liberación del neurotransmisor. Las pequeñas protuberancias organizadas en
línea a cada lado de las vesículas sinápticas parecen ser los canales de calcio
dependientes de voltaje.
42
Figura 18. Microfotografía electrónica de una membrana presináptica durante la
exocitosis de los neurotransmisores.
Evidentemente, la fusión de las membranas vesiculares con la membrana plasmática
de la terminal presináptica provoca que esta incremente su área superficial. Sin
embargo, esta adición no es permanente y se remueve cada pocos minutos. ¿De qué
forma ocurre esto?
Al parecer, en el cerebro existen tres formas de liberación del neurotransmisor: a
través de las vesículas sinápticas llamadas besa y quédate quieto (kiss and stay), las
besa y vete (kiss and leave) y las de fusión y reciclaje (merge and recycle). El poro de
fusión de las vesículas sinápticas del tipo besa y quédate quieto permanece abierto el
43
tiempo suficiente para que sólo algunas moléculas del neurotransmisor difundan hacia
la hendidura sináptica. Luego, este poro se cierra nuevamente y la vesícula permanece
anclada a la posición en la que ocurrió la exocitosis. Se desconoce aún cómo este tipo
de vesícula se rellena con neurotransmisor nuevamente.
Las vesículas sinápticas del tipo besa y vete liberan la mayoría o casi todas las
moléculas del neurotransmisor. Posteriormente, el poro de fusión se cierra, la vesícula
se separa de la membrana postsináptica y se une a un grupo de vesículas que han
perdido el anclaje. Ya formando parte del grupo, es que estas vesículas son rellenadas
con neurotransmisor.
Por su parte, las vesículas sinápticas del tipo fusión y reciclaje pierden su identidad. Sus
membranas quedan formando parte de la membrana presináptica y aparecen
entonces pequeñas protuberancias de membrana que se separan hacia el citoplasma,
formando reservorios de membrana llamados endosomas. Partes de estos endosomas
son los que van a dar lugar a las vesículas sinápticas. Las proteínas relacionadas con el
anclaje de estas vesículas se insertan en su membrana y son llenadas con el
neurotransmisor a través de un mecanismo de transporte primario de protones
dependiente de ATP. Luego, son transportadas hacia las zonas próximas a la hendidura
sináptica. Todo este proceso de reciclaje dura aproximadamente un minuto.
1.4.3 ACTIVACIÓN DE LOS RECEPTORES
¿Cómo es posible que las moléculas del neurotransmisor provoquen un cambio de
potencial de membrana (despolarizante o hiperpolarizante) en la membrana
postsináptica? Los neurotransmisores provocan este cambio, al difundir a través de la
hendidura sináptica y unirse a moléculas proteicas en la membrana postsináptica, que
reciben el nombre de receptores postsinápticos. La unión del neurotransmisor y los
receptores provoca la apertura de canales dependientes de sustancias químicas. En
este caso, los canales sólo se abren cuando el neurotransmisor se encuentre unido a la
molécula receptora, formando un complejo receptor‐neurotransmisor. Estos canales
permiten el flujo de iones a través de la membrana postsináptica que genera los
cambios en el potencial de membrana.
Los neurotransmisores provocan la apertura de los canales a través de dos métodos
fundamentales: directo e indirecto. En el método directo, la molécula receptora es a su
44
vez un canal iónico. En otras palabras, el canal tiene su propio sitio de unión con el
receptor. A estas moléculas receptoras/canales se les conoce como receptores
ionotrópicos (Figura 19a). El termino tropos viene del griego y significa moverse en
respuesta a un estímulo. Estos receptores tienen dos dominios o zonas funcionales: un
sitio extracelular, al cual se une el neurotransmisor y un dominio transmembranoso
que forma el canal iónico.
En el método indirecto, el movimiento eventual de iones a través de un canal depende
de una cadena de eventos metabólicos. Estos receptores son llamados receptores
metabotrópicos (Figura 19b). A diferencia de los receptores anteriores, los
metabotrópicos no tienen un canal iónico como parte de su estructura; en lugar de eso
ellos provocan cambios en los canales a través de la activación de moléculas
intermediarias como las proteínas G, una proteína periférica de membrana. Es por esta
razón, que a los receptores metabotrópicos también se les conoce como receptores
acoplados a proteínas G.
Figura 19. Receptores postsinápticos presentes en la membrana postsináptica.
Los receptores metabotrópicos son proteínas monoméricas con un dominio
extracelular que contiene el sitio de unión del neurotransmisor y un dominio
intracelular que se une a proteínas G. El neurotransmisor unido a un receptor de este
tipo activa a una proteína G, la cual se disocia del receptor e interactúa directamente
con el canal iónico o se une a otras proteínas efectoras, como por ejemplo, enzimas.
45
Estas enzimas estimulan la producción de determinadas sustancias químicas llamadas
segundos mensajeros; los cuales viajan a través del citoplasma, se unen a canales
iónicos y provocan su apertura o su cierre. Comparados con los eventos sinápticos, en
los que están involucrados los receptores ionotrópicos, los eventos que incluyen
receptores metabotrópicos tardan más en desencadenarse y duran más en el tiempo.
El primer segundo mensajero descrito fue el AMP cíclico, un producto de la hidrólisis
enzimática del ATP. Desde entonces, han sido descritos numerosos segundos
mensajeros; los cuales pueden causar efectos más drásticos que la apertura o cierre de
canales iónicos y el consiguiente cambio en el potencial de membrana. Por ejemplo,
pueden viajar hasta el núcleo u otras regiones de la neurona e iniciar cambios
bioquímicos que afecten la función de la célula. Incluso pueden disminuir o aumentar
la expresión de determinados genes e influir en la expresión de algunas proteínas.
1.4.4 POTENCIALES POSTSINÁPTICOS
La unión del neurotransmisor al receptor, cualquiera sea su tipo: ionotrópico ó
metabotrópico, crea corrientes postsinápticas que dan lugar a cambios en el potencial
de membrana de la célula postsináptica. Estos cambios, son los llamados potenciales
postsinápticos; los cuales pueden alterar la probabilidad de que se generen
potenciales de acción en la membrana de la célula postsináptica. En resumen, las
corrientes postsinápticas y los potenciales postsinápticos son el resultado final de la
mayoría de las transmisiones sinápticas químicas; concluyendo una secuencia de
eventos eléctricos y químicos que comienzan con la generación de un potencial de
acción en la neurona presináptica.
La naturaleza del potencial postsináptico, ya sea despolarizante o hiperpolarizante,
está determinada no por el neurotransmisor en sí, sino por las características del
receptor postsináptico ‐en particular por el tipo de canal iónico que es activado por
dicho receptor. En las membranas postsinápticas podemos encontrar cuatro tipos de
canales iónicos: canales de sodio, de potasio, de cloruro y de calcio. Estos, pueden ser
activados tanto por receptores ionotrópicos, como metabotrópicos acoplados a
proteínas G.
Los movimientos de iones a través de sus respectivos canales en la membrana
postsináptica, van a generar cambios en la distribución de cargas eléctricas y en
46
dependencia de ello van a aumentar o disminuir la probabilidad de que se generen
potenciales de acción. Si los potenciales postsinápticos provocan la apertura de
canales, como los de sodio, que inducen despolarizaciones, pues las probabilidades de
que en la membrana postsináptica se generen potenciales de acción aumenta y por
tanto se denominan potenciales postsinápticos excitatorios (PPSE). Por el contrario, si
potenciales postsinápticos provocan hiperpolarizaciones, mediante la apertura de
canales como los de potasio o cloruro, las probabilidades de que se generen
potenciales de acción en la membrana postsináptica disminuyen y en este caso se
conocen como potenciales postsinápticos inhibitorios (PPSI). En ocasiones, el
movimiento de estos iones no produce una hiperpolarización, sino una estabilización
del valor del potencial de membrana. No obstante, el efecto es el mismo, pues se hace
menor la probabilidad de que la neurona postsináptica genere potenciales de acción.
Los potenciales postsinápticos (PPSE y PPSI) son respuestas graduadas que se
dispersan a medida que se alejan de la sinapsis producto de las corrientes locales. Su
única función es alejar o acercar, el potencial de membrana de la neurona
postsináptica al valor de potencial umbral, según sea una hiperpolarización o
despolarización.
1.4.5 TERMINACIÓN DE LOS POTENCIALES POSTSINÁPTICOS
Los potenciales postsinápticos son breves despolarizaciones o hiperpolarizaciones
causadas por la activación de los receptores postsinápticos al unirse con moléculas de
neurotransmisor. Esta unión neurotransmisor‐receptor es un evento transiente, pues
la cantidad de neurotransmisores que estén unidos a receptores deben estar en
equilibrio con aquellos que no lo están. Por eso, si la concentración de
neurotransmisores libres disminuye, el número de receptores ocupados también
disminuirá. Con esto, el flujo de iones disminuye y los canales iónicos vuelven a su
estado inicial.
La cantidad de neurotransmisores libres disminuye en la hendidura sináptica a través
de mecanismos de recaptación e inactivación del neurotransmisor, un transporte
activo que los devuelve a la terminal presináptica o en algunos casos, a células gliales
cercanas y su difusión lejos del sitio receptor.
47
Los potenciales postsinápticos producidos por la mayoría de los neurotransmisores se
terminan debido a la recaptación de éstos. Este proceso es simplemente, una
eliminación extremadamente rápida del neurotransmisor por parte de la terminal
presináptica. En este retorno, el neurotransmisor no regresa en la vesícula de la cual
fue liberado, sino a través de moléculas transportadoras que están en la membrana
presináptica. La inactivación del neurotransmisor está determinada por la presencia en
la hendidura sináptica de una enzima que hidroliza (destruye) las moléculas de
neurotransmisor.
1.4.6 EFECTOS DE LOS POTENCIALES POSTSINÁPTICOS: INTEGRACIÓN NEURONAL
Hasta aquí, hemos estudiado cómo las neuronas se interconectan entre sí por medio
de las sinapsis, cómo los potenciales de acción desencadenan la liberación de los
neurotransmisores y cómo la unión de estas moléculas con los receptores y la apertura
de canales inician los potenciales postsinápticos. Estos potenciales pueden
despolarizar la membrana (PPSE) o hiperpolarizarla (PPSI) y determinar si se generan o
no potenciales de acción. Pero incluso, una sinapsis excitatoria individual genera un
cambio muy pequeño en el potencial de membrana, que generalmente queda por
debajo del umbral para que se generen potenciales de acción. ¿Cómo entonces, tales
sinapsis aumentan la probabilidad de que se generen potenciales de acción; o sea,
transmitan información, si son respuestas subumbrales?
La respuesta a esta pregunta está en que las neuronas del Sistema Nervioso,
fundamentalmente las del sistema nervioso central, las cuales son inervadas por
cientos de sinapsis; y los potenciales postsinápticos producidos por cada sinapsis activa
puede sumarse, temporal y espacialmente, y determinar la conducta de la neurona
postsináptica. De esta forma, la frecuencia con la que una neurona genere potenciales
de acción, estará determinada por la actividad relativa de las sinapsis excitatorias e
inhibitorias en el soma y las dendritas de esta célula. En caso de que no existan sinapsis
excitatorias o que la actividad de las sinapsis inhibitorias sea muy alta, la frecuencia de
descarga – frecuencia de generación de potenciales de acción en una neurona – puede
ser igual a cero.
48
Figura 20. Integración temporal y espacial de las sinapsis presentes sobre una neurona.
Este fenómeno de interacción entre las sinapsis excitatorias e inhibitorias sobre una
misma neurona es conocida como integración neuronal. Consideremos un caso
sumamente simple en el que una neurona esté inervada por dos sinapsis excitatorias,
cada una de las cuales genera un PPSE, y una inhibitoria que produce un PPSI (Figura
20). La activación de una de las sinapsis excitatorias (E1 ó E2 en la figura) produce un
PPSE; en tanto, la activación al mismo tiempo de las dos sinapsis excitatorias produce
dos PPSEs que se suman. Si esta suma (E1+E2) despolariza lo suficiente la membrana
postsináptica para que se alcance el umbral, se generará entonces, un potencial de
49
acción. Esta sumación les permite a los PPSEs influir realmente sobre la generación de
los potenciales de acción. Asimismo, un PPSI generado por una sinapsis inhibitoria (I)
puede sumarse (de forma algebraica) con un PPSE y reducir su amplitud (E1+I) o puede
sumarse con los dos PPSE, en caso de que ocurran ambos, e impedir que se logre
alcanzar el valor umbral (E1+I+E2). En resumen, la sumación de los PPSEs y los PPSIs
que estén ocurriendo al mismo tiempo sobre una misma neurona postsináptica
(sumación espacial y temporal), es lo que permite a la misma integrar la información
proveniente y generar un potencial de acción en dependencia del balance entre
excitación e inhibición. Si la suma de todos los PPSEs y los PPSIs resulta en una
despolarización lo suficientemente grande para que el potencial de membrana alcance
el valor umbral, entonces se producirá un potencial de acción en la neurona
postsináptica. En contraste, si la inhibición prevalece, la neurona permanece silente.
Normalmente, el balance entre los PPSEs y los PPSIs cambia continuamente en el
tiempo, dependiendo del número de sinapsis excitatorias e inhibitoria que estén
activas en determinado momento y de la magnitud de las corrientes eléctricas en cada
una de estas sinapsis. La integración es por tanto, una lucha entre las corrientes
postsinápticas excitatorias e inhibitorias y cuyo resultado final determina si la neurona
postsináptica dispara un potencial de acción y en consecuencia sea un elemento activo
del circuito neural al cual pertenece.
No obstante, al organizarse las neuronas en complejos circuitos neurales no es tan
simple predecir los efectos de la excitación o inhibición de un grupo de neuronas sobre
la conducta del organismo.
50
CAPÍTULO 2. SISTEMA NERVIOSO. ANATOMÍA DEL SISTEMA NERVIOSO.
ANTONIO RODRÍGUEZ.
2.1 INTRODUCCIÓN
Para tratar de comprender cómo es que los organismos desarrollan las diferentes
conductas ante el ambiente, externo o interno, es necesario conocer la estructura
básica del Sistema Nervioso. Este sistema es un sólo y único sistema, aún cuando
algunas de las subdivisiones sean referidas en ocasiones como sistemas separados. Es
por esto, que, el sistema nervioso central (SNC) y el sistema nervioso periférico (SNP)
son subdivisiones del Sistema Nervioso, en vez de sistemas de órganos separados
como sus nombres sugieren. Cada subdivisión tiene características estructurales y
funcionales propias. Así por ejemplo, las agrupaciones de somas neuronales en el
sistema nervioso central reciben el nombre de núcleos, pero en el sistema nervioso
periférico se denominan ganglios. Los nervios en ambas subdivisiones son las
agrupaciones de axones y sus vainas (en el caso de que las posean); pero más
específicamente en el sistema nervioso central, si esos nervios forman parte de una vía
se denominan tractos.
El sistema nervioso central está compuesto por el encéfalo y la médula espinal, los
cuales están protegidos por estructuras óseas. El encéfalo está localizado en el interior
de la cavidad craneal y la médula espinal en el canal vertebral, formado por las
vértebras. Ambas estructuras se continúan a través del foramen magnum del hueso
occipital del cráneo. En esta subdivisión, los somas neuronales se agrupan en
estructuras conocidas como núcleos y los grupos de axones que forman parte de una
misma vía en tractos.
El sistema nervioso periférico por su parte, está compuesto por nervios y ganglios. Los
nervios (agrupaciones de axones) se extienden tanto desde el encéfalo ó la médula
espinal hacia las estructuras periféricas, como de los órganos sensoriales hacia el
sistema nervioso central. De este último, se originan los 43 pares de nervios que
forman parte del sistema nervioso periférico. Los ganglios por su parte son las
agrupaciones de cuerpos neuronales dentro de esta subdivisión.
Analizando al sistema nervioso periférico desde un punto de vista más funcional, el
mismo puede ser subdividido en dos categorías: una división aferente y una división
eferente. La división aferente o sensorial, transmite información desde los órganos
51
sensoriales hacia el sistema nervioso central. Los somas de las neuronas que
pertenecen a esta división se encuentran localizados en ganglios cerca de la médula
espinal o cerca del origen de ciertos nervios craneales. La división eferente o motora
transmite potenciales de acción desde el sistema nervioso central hacia los órganos
efectores como músculos y glándulas. Esta división eferente puede ser dividida a su
vez en dos subdivisiones: el sistema nervioso somático o neurovegetativo y el sistema
nervioso autónomo o vegetativo.
El sistema nervioso somático se encarga de controlar los músculos esqueléticos. Los
somas de sus neuronas se ubican en el interior del sistema nervioso central y sus
axones se extienden a través de los nervios hasta las uniones neuromusculares. En
estas uniones tienen lugar las únicas sinapsis del sistema nervioso somático que están
fuera del sistema nervioso central.
El sistema nervioso autónomo controla el músculo liso visceral, el músculo cardíaco y
algunas glándulas. En algunas ocasiones se le ha llamado sistema nervioso involuntario
porque su control es ejercido de manera inconsciente. Este sistema se divide a su vez
en dos subsistemas: el simpático y el parasimpático. En general, el sistema simpático
prepara al cuerpo para la actividad física cuando se activa; mientras que el
parasimpático regula funciones vegetativas como la digestión o el vaciamiento de la
vejiga urinaria.
El sistema nervioso central es el mayor sitio de procesamiento de información
generando respuestas e integrando procesos mentales. Si hacemos una analogía, sería
similar a una computadora altamente sofisticada con la habilidad para recibir, procesar
y almacenar información; así como de generar respuestas. Además, en él se
desarrollan los procesos mentales superiores que no son una consecuencia automática
de la entrada de información.
El sistema nervioso periférico funciona primeramente para detectar estímulos y
transmitir información, en forma de potenciales de acción, hacia y desde el sistema
nervioso central. Sin embargo, también realiza alguna integración en los órganos
sensoriales y algunos ganglios.
2.2 SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
52
2.2.1 MÉDULA ESPINAL
Esta estructura es muy importante para todas las funciones del Sistema Nervioso.
Constituye el puente de comunicación entre el encéfalo y el sistema nervioso
periférico ubicado en posición inferior a la cabeza. Así; integra la información que
proviene de esas zonas y genera respuestas a través de mecanismos reflejos. De
manera general, podemos definir a la médula espinal como una columna larga y cónica
de nervios, que se dirige hacia abajo partiendo del encéfalo. Tiene una longitud
promedio entre 43‐45 cm y 1cm aproximado de diámetro. Aunque es continua con el
encéfalo, se dice que la médula espinal comienza cuando el tejido nervioso deja la
cavidad craneana a nivel del foramen mágnum.
La médula espinal está constituida por 31 segmentos espinales o neurómeros, cada
uno de los cuales da lugar a un par de nervios espinales. Estos segmentos se nombran
según su coincidencia con los segmentos de la columna vertebral. De esta forma
tendremos: segmentos cervicales (8), torácicos (12), lumbares (5), sacros (5) y coccígeo
(1). La médula espinal en el adulto es considerablemente más corta que la columna
vertebral, ya que no crece a la misma velocidad que esta durante el desarrollo. En las
primeras fases del desarrollo embrionario, cada nervio espinal sale por su respectivo
agujero intervertebral, el que le corresponde a su altura. Luego el crecimiento de la
médula se retrasa con respecto al de la columna vertebral, y los nervios se prolongan
en dirección posterior, fundamentalmente en esa región, hasta alcanzar los agujeros
que en un inicio sí le correspondían a su altura. Debido a esto, se agrupan al final
constituyendo la cola de caballo o cauda equina (Figura 1).
El diámetro de la médula espinal no es uniforme en toda la longitud de la misma.
Existe un decrecimiento general de la parte superior a la inferior, y dos
engrosamientos, en las regiones en que los nervios entran y salen de las extremidades.
Así encontramos el engrosamiento cervical por donde salen los nervios hacia los
músculos y otras estructuras de las extremidades superiores y un engrosamiento
lumbar por donde salen los nervios hacia las extremidades inferiores (Figura 1). Su
terminación es aguzada y se denomina filamento terminal.
53
Figura 1. Segmentos y nervios de la médula espinal.
A todo lo largo de la médula espinal se extienden dos surcos: la fisura media anterior y
el surco medio posterior. La fisura media anterior se encuentra en posición ventral de
la médula espinal y es bastante profunda; a diferencia del surco medio posterior que
aparece en posición dorsal y es poco profundo. Estos surcos dividen a la médula
espinal en dos mitades: derecha e izquierda.
En la médula espinal, los núcleos están agrupados hacia el centro formando una
estructura que se conoce como alas de mariposa, en tanto los nervios se agrupan hacia
la periferia formando lo que se conoce como sustancia blanca. Las alas superiores e
inferiores de la mariposa se conocen como astas posteriores o dorsales y astas
anteriores o ventrales, respectivamente. Entre ellas, a cada lado aparece una
protrusión de sustancia gris conocida como asta lateral. Además, podemos observar
54
una barra transversal de sustancia gris, que une las astas de ambas mitades y recibe el
nombre de comisura gris. En el centro de la misma se encuentra el canal central de la
médula espinal que contiene líquido cefalorraquídeo. La sustancia blanca de la médula
espinal por su parte es dividida por la sustancia gris en tres regiones a cada lado. Estas
regiones son conocidas como los funículos anterior, lateral y posterior (Figura 2).
Figura 2. Corte transversal de una sección de la médula espinal.
La médula espinal tiene dos funciones principales: conducir los impulsos nerviosos y
servir como centro de los reflejos espinales. Los tractos nerviosos de la médula brindan
un sistema de comunicación de doble vía entre el cerebro y las partes más bajas del
sistema nervioso. De estos tractos, aquellos que conducen impulsos del cuerpo y
llevan información sensorial hacia el cerebro se denominan tractos ascendentes; en
tanto, los que conducen impulsos motores del cerebro a los músculos y las glándulas
son llamados tractos descendentes. Los nombres que identifican a los tractos
nerviosos generalmente reflejan sus orígenes comunes y terminaciones. Así por
ejemplo, el tracto espinotalámico comienza en la médula espinal y lleva información
sensorial asociada con las sensaciones de dolor y tacto hacia el tálamo. El tracto
corticoespinal se origina en la corteza del cerebro y lleva impulsos motores hacia abajo
a lo largo de la médula espinal y los nervios espinales. Estos impulsos se relacionan con
el control de los movimientos de los músculos esqueléticos.
55
Además de servir de vía para varios tractos nerviosos, la médula espinal tiene que ver
con muchos reflejos, como el reflejo rotuliano. Estos reflejos son llamados reflejos
espinales, ya que su arco reflejo pasa por la médula y le confieren cierto grado de
autonomía con respecto al resto del sistema nervioso.
2.2.2 TRONCO ENCEFÁLICO
El tronco encefálico, que incluye la médula oblonga, el puente y el mesencéfalo, se
continúa por su parte superior con el diencéfalo y por la parte inferior con la médula
espinal (Figura 3). Junto a los hemisferios cerebrales y el diencéfalo, el tronco
encefálico es una de las regiones más significativas en el cerebro adulto. Algunos
autores incluso consideran al diencéfalo como parte de este tronco pero en la
actualidad, es más común considerarlo como una estructura encefálica separada.
Figura 3. Estructuras que forman el tronco encefálico.
Independientemente que los componentes del tronco encefálico son responsables de
un gran número de funciones específicas, la acción integrada de los mismos permite
generalizar tres funciones fundamentales. Primero, el tronco encefálico funciona como
una vía de paso importante para los nervios craneales; pues de los doce que existen,
con excepción de dos, el resto entra o sale a través de esta estructura. Segundo, el
tronco encefálico es una vía para los tractos sensoriales ascendentes de la médula
espinal y para los tractos motores descendentes del encéfalo; además de vías locales
que relaciona los centros responsables de los movimientos oculares. Tercero, muchos
56
de los centros responsables de funciones esenciales para la vida radican en el tronco
encefálico. Es por eso que daños producidos en ciertas áreas del tronco provocan
alteraciones funcionales que en muchas ocasiones pueden causar la muerte debido a
que algunos de estos reflejos esenciales para la supervivencia son dañados.
2.2.3 MÉDULA OBLONGA O BULBO RAQUÍDEO
La médula oblonga tiene cerca de 3 cm de longitud aproximadamente y es la región
más baja del tronco encefálico. Su porción inferior se continúa con la médula espinal
(Figura 4). Superficialmente, la médula espinal se mezcla con la médula oblonga, pero
internamente existen marcadas diferencias. En esta última, aparecen núcleos aislados,
generalmente con una función específica; mientras que en la médula espinal, los
núcleos se encuentran agrupados formando la sustancia gris ubicada en el centro de la
misma. Además, los tractos nerviosos que pasan a través de la médula oblonga no
tienen la misma organización que los que pasan por la médula espinal.
Figura 4. Estructuras que forman el tronco encefálico (en detalle).
Su superficie dorsal es aplanada y forma el piso del cuarto ventrículo; en tanto en la
superficie anterior o ventral existen dos prominentes engrosamientos, llamados
57
pirámides, debido a que son más anchos en la cercanía del puente o protuberancia y
más estrechos hacia la médula espinal. Las pirámides son tractos nerviosos
descendentes involucrados en el control consciente de los músculos esqueléticos.
Cerca de su extremo inferior, la mayoría de las fibras de estos tractos cruzan hacia el
lado opuesto del cuerpo, o sea se decusan. Esta decusación explica por qué cada mitad
del cerebro controla el lado opuesto del cuerpo.
Dos estructuras ovales llamadas olivas, sobresalen de la superficie anterior de la
médula oblonga justo lateralmente al margen superior de las pirámides (Figura 4). Las
olivas son núcleos involucrados en funciones tales como: el balance, la coordinación y
la modulación de impulsos sonoros provenientes del oído interno.
Funcionalmente, la médula oblonga actúa como una vía de conducción para los tractos
ascendentes o descendentes. Varios de sus núcleos también funcionan como centros
para numerosos reflejos; como aquellos involucrados en la regulación de la frecuencia
cardiaca, el diámetro de los vasos sanguíneos, la respiración y la deglución, entre
otros. También contiene parte de la formación reticular.
2.2.4 PUENTE O PROTUBERANCIA
La principal región del tronco encefálico se denomina puente o protuberancia y se
ubica entre el mesencéfalo y la médula oblonga (Figura 4). De igual forma, está
limitado ventralmente por el cerebelo. El puente contiene núcleos y tractos nerviosos
ascendentes y descendentes, que se denominan haz corticoespinal. El núcleo del
puente, localizado en la porción anterior del mismo, transmite información del cerebro
al cerebelo. Al igual que la médula oblonga, contiene en su porción más central parte
de la formación reticular.
En el interior de la región posterior del puente que se denomina tegmental o calota, se
ubican los núcleos para los nervios craneales V (trigémino), VI (abducens), VII (facial),
VIII (vestibulococlear) y IX (glosofaríngeo). Por la región central por el contrario, el
puente tiene una porción basilar por la que pasa el haz corticoespinal que dará lugar a
las pirámides que se decusan en el bulbo raquídeo (Figura 4). Otras áreas de
importancia localizadas en la protuberancia son los centros del sueño y la respiración.
Este último funciona coordinadamente con los centros respiratorios ubicados en la
médula oblonga para ayudar en el control de los movimientos respiratorios.
58
2.2.5 CEREBRO MEDIO O MESENCÉFALO
El cerebro medio o mesencéfalo es la región más pequeña del tronco encefálico. Se
localiza justo en la región superior a la protuberancia y contiene los núcleos de los
nervios craneales III (oculomotor), IV (troclear) y V (trigémino). Aparece rodeando al
acueducto cerebral y tiene dos regiones principales: el tectum y el tegmentum.
El tectum (techo) del mesencéfalo está localizado en su parte dorsal y está compuesto
por cuatro núcleos agrupados en la denominada lámina cuadrigémina. Cada
agrupación se denomina colículo, siendo los colículos superiores las agrupaciones que
aparecen en la porción superior y los colículos inferiores, aquellas que se encuentran
en la región inferior (Figura 4). Estos últimos, están involucrados en la audición y
constituyen una parte integral de la vía auditiva hacia el sistema nervioso central; ya
que hacen sinapsis con las neuronas que conducen la información auditiva desde las
estructuras del oído interno.
Los colículos superiores son parte del sistema visual y en mamíferos están relacionados
con los reflejos visuales. Reciben información de los ojos, del colículo inferior, la piel y
los hemisferios cerebrales. Las fibras nerviosas del colículo superior se proyectan hacia
los núcleos que originan los nervios craneales: oculomotor, troclear y abducens y hacia
la parte superior de la región cervical de la médula espinal, donde estimulan
motoneuronas involucradas en el movimiento de los ojos y la cabeza. Los impulsos que
llegan a los colículos superiores, provenientes de los hemisferios cerebrales, están
involucrados en el seguimiento visual de los objetos en movimiento.
La otra región del mesencéfalo es el tegmentum y se ubica por debajo del tectum. Está
compuesto de tractos ascendentes de la médula espinal hacia el cerebro y también
contiene los llamados núcleos rojos; que contribuyen a la regulación y coordinación
involuntaria de las actividades motoras. De estos núcleos se origina un haz de axones
que constituye uno de los dos sistemas de fibras principales que llevan información
motora de la corteza cerebral y el cerebelo a la médula espinal.
Formando parte del tegmentum también aparece la materia gris periacueductal,
llamada así porque consiste principalmente en somas neuronales (materia gris), en
contraste con la materia blanca que rodea el acueducto cerebral. Esta materia gris
periacueductal contiene circuitos neurales que controlan la secuencia de movimientos
59
que constituyen las llamadas conductas especie‐específicas, como la lucha y el
apareamiento. En muchos casos, opiáceos como la morfina, disminuyen la sensibilidad
del organismo al dolor al estimular receptores neuronales localizados en esta región.
Los pedúnculos cerebrales constituyen la región del mesencéfalo ubicada
inferiormente al tegmentum (Figura 4). Estos están compuestos fundamentalmente de
tractos descendientes del encéfalo a la médula espinal y también constituyen una de
las principales vías motoras del sistema nervioso central.
La sustancia negra ó substantia nigra, es una masa de núcleos ubicada entre el
tegmetum y los pedúnculos cerebrales y debe su coloración a la presencia de gránulos
de melanina citoplasmática. También es un componente importante del sistema motor
y está involucrada en el mantenimiento del tono muscular y la coordinación de los
movimientos. Esta masa de núcleos contiene neuronas cuyos axones se proyectan a
los núcleos caudado y putamen, que son parte de los núcleos basales.
2.3 OTRAS ESTRUCTURAS ENCEFÁLICAS
2.3.1 DIENCÉFALO
El diencéfalo es la región del cerebro ubicada entre el tronco encefálico,
específicamente el cerebro medio, y los hemisferios cerebrales. Se encuentra
rodeando el tercer ventrículo y está compuesto principalmente por materia gris. Sus
componentes fundamentales son: el tálamo, el subtálamo, el hipotálamo y el
epitálamo.
TÁLAMO
El tálamo es la región mayor del diencéfalo y representa alrededor de las cuatro
quintas partes de su peso, además de constituir su porción dorsal. Este es un grupo de
núcleos con forma como de un yoyo, con dos largas porciones laterales conectadas por
el centro por un pequeño tallo llamado masa intermedia. El espacio que rodea la masa
intermedia y separa las dos largas porciones del tálamo es el tercer ventrículo de los
hemisferios cerebrales.
Esta estructura del diencéfalo funciona como una estación de relevo para la mayor
parte de la información sensorial que recibe el organismo (excepto aquella relacionada
con el olfato) y sus neuronas envían proyecciones hacia áreas específicas de
proyección sensorial de la corteza cerebral. Por ejemplo, los axones que portan
60
información auditiva hacen sinapsis en el núcleo geniculado medial del tálamo, los que
portan información visual hacen sinapsis en el núcleo geniculado lateral y la mayoría
de los impulsos sensoriales restantes hacen sinapsis en el núcleo ventral posterior.
Además, todas las regiones de la corteza pueden comunicarse con el tálamo mediante
fibras nerviosas descendentes.
El tálamo también ejerce influencia sobre el comportamiento y los movimientos
generales del cuerpo asociados con emociones fuertes, tales como el temor o la ira.
Los núcleos ventral anterior y ventral lateral están involucrados en funciones motoras;
al participar como elementos de comunicación entre los núcleos basales y la corteza
motora. Los núcleos anterior y medial por su parte, están conectados con el sistema
límbico y la corteza prefrontal y están involucrados en las modificaciones del
comportamiento. El núcleo dorsal lateral está conectado a otros núcleos tálamicos y a
la corteza cerebral, estando involucrado en la regulación de las emociones. El núcleo
lateral posterior y el pulvinar también tienen conexiones con otros núcleos tálamicos y
participan en la integración de la información sensorial (Figura 5). De esta forma,
aunque la corteza cerebral es capaz de detectar el origen de los estímulos sensoriales,
el tálamo produce un reconocimiento general de ciertas sensaciones como el tacto, el
dolor y la temperatura.
61
Figura 5. Hipotálamo
SUBTÁLAMO
El subtálamo es una pequeña área inmediatamente por debajo del tálamo, que
contiene numerosos tractos nerviosos y el llamado núcleo subtálamico. Una pequeña
porción del núcleo rojo y la sustancia negra del mesencéfalo se extienden hasta esta
área. El núcleo subtálamico está asociado con los núcleos basales y está involucrado en
el control de las funciones motoras.
EPITÁLAMO
El epitálamo es un área pequeña ubicada superior y posteriormente al tálamo. Tiene
una forma parecida a un cono de pino, del cual se origina el nombre. Está compuesto
por el núcleo habenular y el cuerpo pineal. El primero de estos está influenciado por
62
información olorosa y se involucra en las respuestas emocionales y viscerales al olor. El
cuerpo pineal se relaciona con el ciclo sueño –vigilia y parece que juega un papel en el
control del inicio de la pubertad, aunque esta última función está aún por dilucidar.
HIPOTÁLAMO
El hipotálamo es la región inferior del diencéfalo y se encuentra por debajo del tálamo.
Es una estructura pequeña que contiene numerosos núcleos y tractos nerviosos y
constituye las paredes y el piso del tercer ventrículo. Los núcleos más conspicuos,
llamados cuerpos mamilares, aparecen como protuberancias en la superficie ventral
del diencéfalo (Figura 5). Estos cuerpos están implicados en reflejos olfativos y
respuestas emocionales a los olores. El infundíbulum es otra de las regiones del
hipotálamo y conecta a este con la glándula pituitaria posterior o neurohipófisis.
El hipotálamo juega un papel sumamente importante en el mantenimiento de la
homeostasis a través de la regulación de numerosas actividades viscerales y al servir
de puente de unión entre los sistemas nervioso y endocrino. Entre las muchas
importantes funciones del hipotálamo podemos citar las siguientes:
• Regulación cardiovascular. Aunque el corazón tiene un patrón innato de
contracción, los impulsos provenientes del hipotálamo pueden acelerar o
desacelerar el ritmo cardíaco. Los impulsos provenientes de la región posterior del
hipotálamo aumentan la presión arterial y el ritmo cardíaco. Por el contrario, los
provenientes de la región anterior del hipotálamo, en vez de viajar directamente al
corazón, son modulados al pasar por los centros cardiovasculares de la médula
oblonga.
• Regulación de la temperatura corporal. Núcleos especializados dentro de la
región anterior del hipotálamo son sensibles a cambios en la temperatura corporal.
Si la sangre arterial que pasa por estos núcleos está por encima de la temperatura
normal, el hipotálamo desencadena una serie de impulsos que provocan la pérdida
de calor a través de la sudoración y la vasodilatación de los vasos cutáneos. Una
temperatura por debajo de lo normal hace que el hipotálamo envíe impulsos que
provocan la generación de calor y su retención a través de la contracción de los vasos
cutáneos, el cese de la sudoración y temblores.
• Regulación del balance hídrico y de electrolitos. Osmoreceptores especializados a
nivel del hipotálamo continuamente monitorean la concentración osmótica de la
63
sangre. Un aumento en esta concentración, producto de la pérdida de agua provoca
la producción de la hormona antidiurética por parte del hipotálamo y su liberación
por la hipófisis posterior o neurohipófisis. Al mismo tiempo, los centros de la sed
generan sensaciones de sed.
• Control del hambre, el peso corporal y la actividad gastrointestinal. El centro del
hambre es una porción lateral del hipotálamo que monitorea los niveles de glucosa,
ácidos grasos y aminoácidos. Bajos niveles en sangre de estas sustancias son
parcialmente responsables de la sensación de hambre generada en el hipotálamo.
Cuando ha sido ingerida suficiente comida, el centro de la saciedad –en la porción
media del hipotálamo inhibe al centro del hambre. El hipotálamo también recibe
impulsos nerviosos de las vísceras abdominales y regula las secreciones glandulares y
el movimiento del tracto gastrointestinal.
• Producción de sustancias neurosecretoras que estimulan a la hipófisis o glándula
pituitaria para la liberación de hormonas. El hipotálamo produce sustancias
neurosecretoras que estimulan a la hipófisis anterior (adenohipófisis) y posterior
(neurohipófisis) para la liberación de hormonas.
• Regulación del sueño y del estado de vigilia. El hipotálamo contiene los centros
del sueño y de la vigilia, que trabajan en conjunto con otras zonas encefálicas para
determinar los niveles de alerta.
• Respuesta sexual. En la región superior del hipotálamo existen núcleos que
conforman el centro sexual y que responden a la estimulación sexual de receptores
táctiles a nivel de los órganos genitales. La experiencia de un orgasmo involucra
actividad neural en dichos núcleos.
• Emociones. Determinado número de núcleos hipotalámicos están asociados con
respuestas emocionales específicas, como son: el miedo, la ira, el dolor y el placer.
De manera general, las estructuras del diencéfalo también juegan un papel importante
en el control de las respuestas emotivas.
2.3.2 FORMACIÓN RETICULAR
Esparcidos a través de la parte central del tronco encefálico, específicamente desde el
límite superior de la médula oblonga hasta el límite superior del mesencéfalo, se
encuentran un grupo de núcleos llamados colectivamente formación reticular. Se
64
caracterizan por ser una red difusa o dispersa de neuronas interconectadas con
complejos procesos axonales y dendríticos. A través de estos, reciben información
sensorial de un gran número de fuentes, especialmente de nervios que inervan la cara
y proyecta axones a la corteza cerebral, al tálamo y a la médula espinal. Esta estructura
juega un papel muy importante en los estados de alerta y mantenimiento de la
conciencia, el tono muscular, el movimiento, varios reflejos vitales y en el control de la
postura.
La formación reticular y sus conexiones constituyen además, un sistema llamado
sistema de activación reticular, el cual está involucrado en el ciclo sueño – vigilia. Esta
dispersión de los núcleos (dejan de estar ubicados hacia el centro, como aparecen en
la médula espinal) empieza a ocurrir desde las regiones que forman parte del tronco
encefálico. Es por esta razón que muchos autores consideren a la formación reticular
como uno de los componentes del tronco encefálico. El ser un intrincado sistema de
fibras nerviosas y núcleos permite la interconexión de numerosas estructuras como el
hipotálamo, los ganglios basales, el cerebelo y los hemisferios cerebrales con fibras de
la mayor parte de los tractos ascendentes y descendentes.
Los estímulos visuales y acústicos, así como la actividad mental pueden estimular al
sistema de activación reticular para mantener la alerta y la atención. Estímulos tales
como la alarma de un reloj, encendido repentino de la luz y agua fría en la cara pueden
despertar los componentes de la conciencia. Sin este sistema, las áreas sensoriales de
la corteza no responderían a los estímulos y no podrían interpretar toda esa
información sensorial proveniente de los receptores. Por otro lado, la retirada de
estímulos visuales o auditivos, dígase la disminución de la actividad en la formación
reticular puede conducir al sueño. Daños en las células de la formación reticular
pueden hacer que la persona permanezca inconsciente y no pueda ser despertada,
incluso con fuertes estímulos (estado de coma).
2.3.3 CEREBELO
El término cerebelo, significa pequeño cerebro y es una masa relativamente grande de
tejido nervioso que contiene aproximadamente 50 billones de neuronas. Se localiza
por debajo de los lóbulos occipitales de los hemisferios cerebrales y posterior a la
protuberancia y a la médula oblonga (Figura 6). Está dividido en dos hemisferios
65
cerebelosos separados por una capa de duramadre y que se conectan mediante una
estructura denominada vermis que recibe información auditiva y visual del tectum e
información cutánea y kinestésica de la médula espinal. Como los hemisferios
cerebrales, el cerebelo posee una corteza gris con núcleos (corteza cerebelar) y una
médula blanca hacia el interior. Esta médula está organizada de forma arborizada,
razón por la que se le conoce como árbol de la vida.
Figura 6. Cerebelo.
El cerebelo se comunica con otras partes del sistema nervioso central a través de tres
pares de tractos nerviosos denominados pedúnculos cerebelares: superior, medio e
inferior. Los inferiores traen información sensorial relacionada con la posición de las
extremidades y otras partes del cuerpo. Los medios por su parte, reciben información
proveniente de la corteza cerebral que está relacionada con las posiciones deseadas de
las partes corporales antes mencionadas; y los pedúnculos superiores son la vía de
emisión de toda la información analizada e integrada hacia el cerebro medio. En
respuesta, los impulsos motores viajan del cerebro medio hacia estructuras inferiores
del sistema nervioso atravesando el puente, la médula oblonga y la médula espinal.
Estos impulsos estimulan o inhiben apropiadamente los músculos esqueléticos para
causar los movimientos deseados.
El cerebelo desempeña toda esta coordinación de la actividad motora fina por medio
de su función comparativa. Compara los potenciales de acción de la corteza motora
66
con los de las estructuras que se encuentran en movimiento. Esto es comparar los
movimientos planeados con los que se están realizando en ese momento, por lo que le
es posible detectar diferencias entre ellos. Cuando esta diferencia es detectada, el
cerebelo envía potenciales de acción a la corteza motora y la médula espinal lo que
permite corregir las discrepancias. Como resultado se obtienen movimientos
coordinados y suaves. Además, también ayuda en el mantenimiento de la postura
corporal. Al ser una parte tan importante del sistema motor, cualquier daño en esta
estructura resulta en temblores, movimientos bruscos o inexactos de los músculos
voluntarios, la pérdida de tono muscular y la pérdida del equilibrio.
2.3.4 VENTRÍCULOS CEREBRALES
A nivel de los hemisferios cerebrales y el tronco encefálico existen una serie de
cámaras interconectadas denominadas ventrículos. Estos espacios se continúan con el
canal central de la médula espinal, y también están llenos de líquido cefalorraquídeo.
La presencia de los espacios ventriculares refleja el hecho de que los ventrículos son
los derivados en etapa adulto del espacio abierto o lumen del tubo neural
embrionario.
Los ventrículos de mayor tamaño son los llamados ventrículos laterales (primer y
segundo ventrículos), los cuales se extienden dentro de los hemisferios cerebrales y
ocupan las porciones de los lóbulos frontales, temporal y occipital (Figura 7). Son
delimitados ventralmente por los ganglios basales y por la superficie dorsal por el
cuerpo calloso. Tienen una forma de C producto del crecimiento no uniforme de los
hemisferios cerebrales durante el desarrollo embrionario.
67
Figura 7. Vista lateral (a) y anterior (b) de los ventrículos dentro de los hemisferios
cerebrales y el tronco encefálico.
Existe un espacio estrecho, el tercer ventrículo, que se localiza en la línea media del
cerebro, justo por debajo del cuerpo calloso. Se extiende en dirección posterior y
forma lo que se conoce como el acueducto de Silvio. Este ventrículo comunica con los
ventrículos laterales a través de aberturas en su extremo anterior que se denominan
agujeros interventriculares o de Monro (Figura 7).
El cuarto ventrículo está localizado en el tronco encefálico, por delante del cerebelo.
Se conecta con el tercer ventrículo a través del acueducto cerebral, el cual pasa a todo
lo largo del tronco encefálico. Este ventrículo se estrecha en sus porciones finales para
continuar con el canal central de la médula espinal. Además, tiene aberturas en su
techo que conectan con el espacio subaracnoideo de las meninges.
2.3.5 SISTEMA LÍMBICO
Partes de los hemisferios cerebrales y del diencéfalo están agrupadas bajo el nombre
de Sistema Límbico (Figura 8). Limbus significa borde y el término límbico se refiere a
las porciones más profundas del cerebro que forman un anillo por encima del tronco
encefálico. El término de sistema límbico fue acuñado ya en la década del 40 por
MacLean, al agrupar algunas estructuras encefálicas con otras interconectadas que
formaban un circuito (circuito de Papez), cuya función primaria era la motivación y las
emociones. Este sistema se piensa sea la parte más vieja y primitiva del cerebro.
Estructuralmente, el sistema límbico consiste en:
68
• Ciertas áreas corticales cerebrales, que incluyen al gyrus cingulado, localizado a
lo largo de la superficie más interna de la fisura longitudinal, justo debajo del cuerpo
calloso y el hipocampo.
• Varios núcleos, como el núcleo anterior del tálamo y el núcleo habenular del
epitálamo.
• Partes del núcleo basal.
• El hipotálamo, especialmente los cuerpos mamilares.
• La amígdala, que no es más que un conjunto de materia gris ubicado en la parte
media anterior del lóbulo temporal.
• La corteza olfatoria.
• Tractos que conectan varias áreas corticales y ganglios, como el fórnix que
conecta el hipocampo con el tálamo y los cuerpos mamilares.
69
Figura 8. Estructuras que conforman el sistema límbico (corte mediosagital).
El sistema límbico influye sobre los estados emotivos, las respuestas viscerales a las
emociones, las motivaciones, el sentido del humor y las sensaciones de dolor y placer.
Este sistema está asociado con instintos básicos de supervivencia: la reproducción y la
adquisición de comida y agua. Todo esto a través de la generación de sentimientos de
placer o disgusto con respecto a determinadas experiencias. Una de las principales
70
fuentes de información sensorial al sistema límbico son los nervios olfatorios. El olor a
comida o el pensar en ella, estimula la sensación de hambre en el hipotálamo lo que
nos motiva a buscar comida.
Aparentemente, el giro cingulado es considerado un centro de satisfacción para el
cerebro y está asociado con los sentimientos de satisfacción después de comer y del
intercambio sexual. La relación del hipocampo con el sistema límbico y con la memoria
es probablemente muy importante para la supervivencia. Cuando una persona ha
comido, el centro de saciedad en el hipotálamo es estimulado, el centro del hambre es
inhibido y la persona se siente saciada. El hipotálamo interactúa con el gyrus cingulado
y otras partes del sistema límbico, causando una sensación de satisfacción asociada
con la saciedad.
Las lesiones en el sistema límbico pueden resultar en un apetito voraz, una actividad
sexual incrementada y cierta docilidad; además de incluir pérdida de respuestas
normales al miedo y la ira. Muchos estudios también han encontrado que lesiones a
nivel de ciertas estructuras, como la amígdala por ejemplo, producto de procesos
degenerativos o cirugías, deterioran el reconocimiento visual de las expresiones
faciales de las emociones; aunque parecen no afectar la habilidad para el
reconocimiento de los estados emotivos a través de la voz.
2.3.6 HIPÓFISIS
La hipófisis ó glándula pituitaria es otra de las estructuras encefálicas. Se ubica en la
silla turca del hueso esfenoides, en la base del encéfalo, justo por debajo del
hipotálamo. Esta glándula es muy pequeña y tiene forma de uva aplanada; se relaciona
con el hipotálamo a través del infundíbulum, un pedúnculo de axones y pequeñas
venas. En adultos, la glándula pituitaria está compuesta por dos lóbulos adyacentes: el
lóbulo anterior o adenohipófisis y el lóbulo posterior o neurohipófisis. En otras
especies de mamíferos, puede encontrarse un lóbulo intermedio entre la
adenohipófisis y la neurohipófisis.
La función principal de la hipófisis es endocrina. Secreta un grupo de hormonas que
estimulan la producción de otras glándulas endocrinas, como por ejemplo, la tiroides,
las suprarrenales, las gónadas, entre otras. Por esta razón es que también se le conoce
como la glándula maestra. La mayor parte de este control es ejercido por células
71
neurosecretoras que están localizadas en el hipotálamo, específicamente en los
núcleos supraóptico y paraventricular. Las hormonas producidas por estas células
estimulan la secreción de otras hormonas en la adenohipófisis. Los axones de los
núcleos mencionados anteriormente, pasan por el infundibulum, formando el haz
hipotálamo‐hipofisiario, y terminan en la neurohipófisis muy cercanos a los capilares
que la irrigan. Estas hormonas hipotalámicas viajan a través de este haz, en vesículas y
mediante transporte axoplasmático, y se liberan en el sistema porta‐hipofisiario; un
sistema de capilares y venas que irriga el hipotálamo y ambos lóbulos de la hipófisis.
2.4 HEMISFERIOS CEREBRALES
Los hemisferios cerebrales son la parte del encéfalo en la que la mayoría de las
personas piensa cuando es mencionado el término cerebro (Figura 9a). Es la mayor
porción del cerebro, pesando cerca de 1200 g en la mujer y 1400 g en el hombre. El
tamaño del encéfalo está relacionado con el tamaño corporal; cerebros grandes están
asociados a cuerpos grandes, no con mayor inteligencia.
72
Figura 9. El encéfalo. (a) Principales estructuras. (Vista lateral), (b) Surcos, giros y
cisuras de los hemisferios cerebrales.
El encéfalo está dividido en dos hemisferios: izquierdo y derecho dada la presencia de
una fisura longitudinal; aunque esencialmente son imágenes especulares uno del otro.
La característica más conspicua en la superficie de cada hemisferio es la presencia de
invaginaciones, denominadas de acuerdo a la profundidad cisuras (más profundas) y
surcos (menos profundas) (Figura 9b). La presencia de las cisuras y los surcos
determina la existencia de las llamadas circunvoluciones. Dos terceras partes de la
corteza están escondidas en los surcos, luego la presencia de los surcos y las cisuras
73
triplica el área superficial de corteza. Aunque el arreglo de todas estas elevaciones y
depresiones es complejo, tienden a formas patrones distintivos en todos los encéfalos
normales.
Cada hemisferio cerebral está dividido en lóbulos, determinado por la presencia de las
cisuras, los cuales son nombrados en función de los huesos del cráneo que están por
encima de ellos (Figura 10). De esta forma encontramos:
• Lóbulo frontal: Forma la porción anterior de cada hemisferio. Está bordeado
posteriormente por el surco central e inferiormente por el surco lateral. Es
importante en la función motora voluntaria, en la motivación, la agresión, el sentido
del olfato y los estados de ánimo.
• Lóbulo parietal: Se encuentra en una posición posterior al lóbulo frontal y
separado de este por el surco central. Este lóbulo es el mayor centro para la
recepción y la evaluación de la información sensorial, exceptuando el oído y la visión.
• Lóbulo temporal: Se ubica debajo del lóbulo frontal y está separado de este por
el surco lateral; recibe y evalúa la información proveniente de las vías olfativa y
auditiva y juega además, un papel importante en la memoria. Sus porciones anterior
e inferior son referidas como la “corteza psíquica” y están asociadas con funciones
como el pensamiento abstracto y el juicio (emitir opiniones, valoraciones).
• Lóbulo occipital: Forma la porción posterior de cada hemisferio cerebral y está
separado del cerebelo por una extensión de la duramadre. No existe un límite
preciso entre este lóbulo y los lóbulos parietal y temporal. Está muy relacionado con
la recepción e integración de la información que entra por vía visual, aunque estas
funciones no están separadas de manera clara de los otros lóbulos.
74
Figura 10. Lóbulos de los hemisferios cerebrales,
Existe una estructura denominada ínsula, conocida también como el quinto lóbulo, que
se encuentra por debajo de los lóbulos frontal, parietal y temporal. Está separada de
estos por el surco circular. Está relacionada con la memoria y otras actividades
cerebrales.
La materia gris de la superficie externa del encéfalo es la llamada corteza cerebral y se
encuentra cubriendo todas las circunvoluciones y cisuras. Se estima que contiene cerca
del 75% de los somas neuronales del sistema nervioso. El área de superficie total
aproximada de la corteza es de 2360 cm2 y un grosor de aproximadamente 3 mm.
P P
Debajo de la corteza existen masas de materia blanca que contienen paquetes de
75
fibras nerviosas mielinizadas y que en conjunto se conoce como médula cerebral. Estos
grupos de fibras conectan los somas neuronales de la corteza con otras partes del
sistema nervioso y pueden ser divididos en tres categorías (Figura 11):
• fibras de asociación: conectan áreas de la corteza cerebral dentro del mismo
hemisferio.
• fibras comisurales: conectan un hemisferio cerebral con otro.
• fibras de proyección: están entre el encéfalo y otras partes del cerebro y la
médula espinal.
Figura 11. Tipos de fibras nerviosas en el encéfalo.
A nivel de la médula también se encuentran agrupaciones de materia gris que son los
llamados ganglios basales. Estos ganglios son masas pareadas especializadas que se
encuentran por debajo de la porción anterior de los ventrículos laterales. Los
principales ganglios basales son el núcleo caudado, el putamen y globo pálido. Aunque
la función de estos ganglios no está completamente entendida, se piensa que sean
estaciones de relevo para los impulsos motores que se originan en la corteza cerebral y
pasan hacia el tronco encefálico y la médula espinal. Por ejemplo, el núcleo caudado y
el putamen controlan los movimientos involuntarios de algunos músculos esqueléticos
involucrados en el desplazamiento inconsciente de los brazos cuando caminamos. Por
su parte, el globo pálido está involucrado en la regulación del tono muscular necesario
para determinados movimientos intencionales del cuerpo. También se conoce que la
76
mayor parte del neurotransmisor inhibitorio dopamina se produce en estos ganglios
(Figura 12).
Figura 12. Estructuras subcorticales (corte transversal del encéfalo).
2.4.1 FUNCIONES DE LOS HEMISFERIOS CEREBRALES
El encéfalo tiene que ver con las funciones superiores del sistema nervioso y contiene
los centros para interpretar los impulsos sensoriales provenientes de los diferentes
órganos sensoriales; así como los centros para iniciar los movimientos musculares
voluntarios. Además, almacena información y la utiliza en procesos de razonamiento.
Todo esto influye en la inteligencia y la personalidad.
2.4.2 REGIONES FUNCIONALES DE LA CORTEZA CEREBRAL
Existen determinadas regiones de la corteza cerebral que desarrollan funciones
específicas y aunque hay un considerable solapamiento entre éstas pueden delimitarse
secciones conocidas como áreas motora, sensorial y de asociación. Los términos de
área y corteza pueden utilizarse indistintamente para hacer referencia a la misma
región funcional de la corteza cerebral.
Las áreas motoras primarias de la corteza cerebral se ubican en los lóbulos frontales,
justo en frente del surco central (Figura 13). El tejido nervioso en estas regiones
contiene numerosas y grandes células piramidales. El área motora del hemisferio
cerebral generalmente controla músculos esqueléticos del lado izquierdo y viceversa.
Esto es producto de la decusación de muchas de las fibras nerviosas que llevan
impulsos de las células de estas áreas.
77
Además de estas áreas motoras primarias, otras regiones del lóbulo frontal están
involucradas con funciones motoras. Por ejemplo, el área de Broca, que se localiza
justo antes de la corteza motora primaria y por encima del surco lateral coordina los
complejos movimientos musculares de la boca, lengua y laringe que hacen posible el
poder hablar. Por encima del área de Broca aparece el campo frontal del ojo. La
corteza motora en esta zona controla los movimientos voluntarios de los ojos y los
párpados. Otra región delante de la corteza motora primaria controla los movimientos
musculares de las manos y los dedos lo que hace posible habilidades tales como la
escritura.
Figura 13. Áreas motora, sensorial y de asociación de la corteza cerebral.
78
Las áreas sensoriales, las cuales involucran partes de diferentes lóbulos, tienen que ver
con la interpretación de los impulsos provenientes de los receptores sensoriales
(Figura 13). Existe una de estas áreas por cada uno de los sentidos (área visual
primaria, área auditiva primaria, área somatosensorial primaria, corteza insular –recibe
información relacionada con el gusto). Las interpretaciones de esos estímulos son las
que dan origen a los sentimientos o sensaciones. Al igual que en las áreas motoras
primarias, en las áreas sensoriales ocurre decusación de las fibras sensoriales, luego los
centros en el hemisferio derecho “interpretan” los impulsos que se originan en el lado
izquierdo y viceversa (con excepción de las relacionadas con el olfato y el gusto).
Las áreas motoras y sensoriales ocupan sólo una pequeña parte de la corteza cerebral.
El resto funciona como áreas de asociación y se relacionan con el análisis y la
interpretación de las experiencias sensoriales (Figura 13); además de estar
involucradas con la memoria, el razonamiento, la verbalización, las decisiones y las
emociones. Estas áreas ocupan las porciones anteriores de los lóbulos frontales y están
ampliamente dispersas en las porciones laterales de los lóbulos parietal, temporal y
occipital. El surco central funciona como una línea divisoria importante en la corteza
cerebral. La región anterior se relaciona con las actividades referidas a movimiento,
tales como las conductas de planeamiento y ejecución; en tanto, la región posterior
está involucrada en la percepción y el aprendizaje.
Las áreas de asociación de los lóbulos frontales se relacionan con un número de
procesos intelectuales superiores incluyendo aquellos necesarios para la
concentración, el planeamiento, la solución de problemas complejos y las
interpretaciones de las posibles consecuencias de la conducta. Las áreas de asociación
de los lóbulos parietales ayudan en la comprensión del habla y en la selección de las
palabras necesarias para expresar pensamientos y sentimientos. Las áreas de
asociación de los lóbulos temporales y las regiones de la porción posterior de las
fisuras laterales están relacionadas con la interpretación de experiencias sensoriales
complejas, como aquellas relacionadas con entender el habla y poder leer. Estas
regiones también están involucradas con la memorización de escenas visuales, música
y otros patrones sensoriales complejos. Las áreas de asociación de los lóbulos
occipitales que están adyacentes a los centros visuales son importantes en el análisis
79
de los patrones visuales y en la combinación de imágenes visuales con otras
experiencias sensoriales, como cuando uno reconoce una persona u objeto.
Cada área sensorial primaria envía información a las regiones adyacentes,
denominadas áreas de asociación sensorial. Los circuitos de neuronas en estas áreas
analizan la información recibida de las áreas sensoriales primarias. La percepción y los
recuerdos son almacenados en estas áreas de asociación sensoriales. Cuando las áreas
de asociación sensoriales están cerca de un área sensorial primaria sólo recibe
información de un sistema sensorial. No ocurre así con las que se ubican lejos, las
cuales reciben información proveniente de más de un sistema sensorial y por lo tanto,
están involucradas en diferentes tipos de percepciones y memorias. Estas regiones son
las que hacen posible integrar información de más de un sistema. O sea, nos permiten
aprender sobre la conexión entre ver un rostro y un sonido en particular.
Daños en las áreas de asociación sensorial implican cambios en la percepción del
ambiente en general. Así por ejemplo, daños en el área de asociación somatosensorial
se reflejan en déficit en la percepción somestésica y del ambiente en general. O sea, se
puede tener dificultad en percibir las formas de los objetos que puede tocar pero no
ver, puede ser incapaz de nombrar determinadas partes del cuerpo o puede tener
problemas dibujando o siguiendo mapas. La destrucción del área visual primaria puede
causar ceguera; y aunque las personas que tienen daños en el área de asociación visual
pueden no estar ciegas, pueden ser incapaces de reconocer objetos al verlos.
Como las áreas de asociación sensorial de la región anterior del encéfalo están
relacionadas con la percepción y la memoria, las áreas ubicadas en la región posterior
están involucradas con la planeación y ejecución de movimientos. La corteza de
asociación motora, también conocida como corteza premotora, se localiza por delante
del área motora primaria. Esta corteza controla la corteza motora primaria y de esta
manera, la conducta. Si hacemos una analogía y el área motora primaria es el teclado
de un piano, entonces la corteza de asociación motora sería el pianista.
El resto del lóbulo frontal, por delante de la corteza de asociación motora se denomina
corteza prefrontal, un área de asociación que sólo está bien desarrollada en los
primates y especialmente en los humanos. Esta región del encéfalo está menos
relacionada con el control del movimiento y tiene una mayor importancia en la
formulación de planes y estrategias; así como en la motivación y el sentido del humor.
80
El gran tamaño de esta área en los humanos puede ser causa de nuestra relativamente
bien desarrollada comprensión, motivación y de nuestra complejidad emocional.
Uno de los puntos de contacto de esta área con la motivación se relaciona con su
capacidad de funcionar como un centro de la agresión. En la década del 30, un método
común para controlar la ansiedad o las conductas agresivas incontroladas en pacientes
de hospitales psiquiátricos, era la lobotomía prefrontal o frontal. Esta operación tuvo
éxitos en algunas ocasiones para eliminar la agresión, pero su efecto fue temporal y
algunos pacientes desarrollaron epilepsias o cambios anormales de personalidad como
pérdida de la inhibición o pérdida de la iniciativa. Años después se demostró la
inutilidad de estas lobotomías.
2.4.3 ESPECIALIZACIÓN HEMISFÉRICA
Ambos hemisferios participan en funciones básicas, tales como: el recibimiento y
análisis de información sensorial, el control de los músculos esqueléticos y la memoria.
No obstante, para algunas funciones, un lado actúa como un hemisferio dominante
para ciertas funciones. En estos casos, se dice que existe lateralización de funciones.
De manera general, el hemisferio izquierdo participa en el análisis de la información y
se destaca en el reconocimiento de eventos seriados. En contraste, el hemisferio
derecho está especializado en la síntesis; o sea, se destaca en la combinación de
objetos aislados para que sean percibidos como un todo.
En más del 90% de la población, por ejemplo, el hemisferio izquierdo es dominante
para las actividades relacionadas con el lenguaje como el habla, la escritura y la
lectura. También es dominante para funciones intelectuales complejas que requieren
habilidades verbales, analíticas y computacionales. En otras personas, el hemisferio
derecho es dominante y en otras, ambos hemisferios son igualmente dominantes.
Además de llevar a cabo funciones básicas, el hemisferio no dominante parece
especializarse en funciones no verbales; como aquellas que involucran actividades
motoras que requieren la orientación del cuerpo en el espacio, el entendimiento e
interpretación de patrones musicales y experiencias visuales no verbales. También está
relacionado con los procesos de pensamiento intuitivo y emocional.
Independientemente de que cada hemisferio percibe el mundo de una forma diferente
y que cada uno realiza funciones diferentes, nuestras percepciones y memorias son
81
únicas. Esta unicidad es lograda por el cuerpo calloso, la más larga de las fibras
comisurales en la base de la cisura longitudinal.
2.5 ESTRUCTURAS PROTECTORAS DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL
Las estructuras que forman parte del sistema nervioso central se encuentran
protegidas por estructuras óseas. De esta manera, encontramos al encéfalo recubierto
por la bóveda craneana o cráneo y a la médula espinal ubicada en el canal vertebral
delimitado por los arcos neurales de las vértebras. Además de estas conocidas
estructuras óseas, cuya función fundamental es la protección de tejidos blandos
localizados en su interior, tenemos otras estructuras menos conocidas y que funcionan
también como protección del sistema nervioso central: éstas son las meninges y el
líquido cefalorraquídeo.
2.5.1 MENINGES
Las meninges son tres capas de tejido conectivo resistente que rodean y protegen al
encéfalo y la médula espinal (Figura 14). La más superficial y fina de estas capas es la
duramadre. Es una capa delgada, resistente, flexible y continua. Existen diferencias a
nivel de esta meninge y es por eso que se habla de una duramadre craneal y una
duramadre espinal. La duramadre craneal está fuertemente unida a la región interna
de la bóveda craneana, llamada periostio, formando una única capa funcional. A nivel
de la médula espinal, la duramadre está separada de la capa más interna de la
columna vertebral, específicamente de la capa más interna del canal vertebral, por un
espacio denominado espacio epidural. Este espacio contiene tejido conectivo difuso y
tejido adiposo, lo cual brinda un relleno protector alrededor de la médula espinal. La
duramadre rodea toda la médula como una capa fuerte y tubular; terminando en un
saco ciego al final de la misma.
82
Figura 14. Meninges. (a) Meninge craneal. (b) Meninge espinal.
La siguiente capa meníngea es la aracnoides y que debe su nombre a la apariencia de
red que tiene por la presencia de vellosidades aracnoideas que surgen de ella. Esta
capa es muy fina y carece de vasos sanguíneos como la duramadre. Está dispersa por
todo el encéfalo y la médula espinal, pero generalmente no profundiza en los surcos y
depresiones de sus superficies. Entre esta capa y la duramadre existe el espacio
subdural que contiene pequeñas cantidades de fluido.
La tercera y última capa (ubicada más internamente) es la piamadre, la cual está unida
fuertemente al encéfalo y a la médula espinal, siguiendo el curso de todas las
depresiones que en ellos aparece. Es una capa muy fina y que contiene numerosos
nervios y vasos sanguíneos para ayudar a la nutrición de las células del encéfalo y la
83
médula espinal que se encuentran debajo de ella. Entre la aracnoides y la piamadre
existe el denominado espacio subaracnoideo, el cual contiene vasos sanguíneos y
líquido cefalorraquídeo.
No obstante, el sistema nervioso periférico también está recubierto por dos de estas
capas: la duramadre y la piamadre. En este sistema no existe aracnoides. Las capas
presentes se fusionan y forman una capa que es la que realmente recubre los nervios
craneales, espinales y los ganglios periféricos.
2.5.2 LÍQUIDO CEFALORRAQUÍDEO
El líquido cefalorraquídeo es un fluido de color claro, similar al plasma y al fluido
intersticial que baña al encéfalo y a la médula espinal. Este líquido funciona como un
cojín protector alrededor del sistema nervioso central. Además, provee a los tejidos de
este sistema de algunos nutrientes. Las estructuras que secretan este líquido son los
llamados plexos coroideos, un grupo de capilares especializados de la piamadre (Figura
15). Estas estructuras son repliegues que se proyectan hacia el interior de los cuatro
ventrículos. La mayor parte del líquido cefalorraquídeo al parecer se origina en los
ventrículos laterales. A partir de ahí, circula lentamente desde el tercer y cuarto
ventrículos hacia el canal central de la médula espinal. También pasa hacia el espacio
subaracnoideo de las meninges a través de las paredes del cuarto ventrículo, cerca del
cerebelo y completa su circuito siendo reabsorbido hacia la sangre. Esta producción de
líquido cefalorraquídeo es continua y el volumen total que circula es de
aproximadamente 125 mL con un tiempo de vida medio de 3 horas.
84
Figura 15. Sección transversal de un plexo coroideo.
Como este líquido ocupa todo el espacio subaracnoideo de las meninges, realmente se
encuentra rodeando todo el encéfalo y la médula espinal. De hecho, estos órganos
flotan en este fluido, el cual les da sostén y protección al absorber todas las fuerzas o
presiones que puedan hacer vibrar y dañar este delicado tejido. Además, al estar
inmerso el encéfalo en este líquido, su peso neto disminuye (de 1400g
aproximadamente a 80g) y con él, la presión en la base del encéfalo se reduce
considerablemente. El líquido cefalorraquídeo también ayuda a mantener estables las
concentraciones de iones en el sistema nervioso central; siendo también una vía de
expulsión de los desechos metabólicos hacia la sangre.
2.5.3 COLUMNA VERTEBRAL
Se extiende desde el cráneo hasta la pelvis y forma el eje vertical del esqueleto.
Soporta la cabeza y el tronco, a la vez que protege la médula espinal, la cual pasa a
través del canal vertebral, que se forma por las aberturas de las vértebras.
85
Normalmente, la columna vertebral tiene curvaturas, las cuales le brindan cierto grado
de resiliencia y son nombradas según la región en que aparezcan.
2.6 DESARROLLO DEL SISTEMA NERVIOSO
El desarrollo del Sistema Nervioso comienza a partir de los primeros momentos del
proceso embrionario. Todo se inicia a partir de una placa aplanada de tejido
ectodérmico denominada placa neural (Figura 16). Esta placa está ubicada en la
superficie dorsal del embrión, como resultado de la influencia de una estructura en
forma de rodillo llamada notocordio que se localiza por debajo de ella. Las superficies
laterales de esta placa se elevan formando los llamados pliegues neurales. La cresta de
cada pliegue es denominada cresta neural y el centro de la placa neural da lugar al
surco neural. Los pliegues neurales se acercan hacia la línea media fusionándose y
formando el llamado tubo neural.
Figura 16. Desarrollo ontogenético del Sistema Nervioso.
La porción cefálica del tubo neural dará lugar al encéfalo y la porción caudal a la
médula espinal. Las células de las porciones superiores de las crestas neurales, que se
86
separan de ellas, dan lugar a los ganglios del sistema nervioso periférico. La parte
anterior del tubo neural que origina el encéfalo forma una serie de bolsas, las paredes
de las cuales dan lugar a las diferentes regiones del cerebro del adulto. Las cavidades
de estas bolsas, se llenan de fluidos y originan los llamados ventrículos. Dichos
ventrículos se comunican con el canal central de la médula espinal, el cual se forma
también a partir del tubo neural.
En estadios tempranos del desarrollo embrionario se pueden diferenciar tres regiones
cerebrales: el cerebro anterior o procenséfalo, el cerebro medio o mesencéfalo y el
cerebro posterior o rombencéfalo. Durante el desarrollo, el cerebro anterior se divide
en el telencéfalo, el cual se convierte en los hemisferios cerebrales y el diencéfalo. El
cerebro medio permanece indiviso, o sea como una sola estructura; pero el posterior
se divide en el metencéfalo, el cual origina la protuberancia o puente y el cerebelo, y el
mielencéfalo, que da origen al bulbo raquídeo o médula oblonga (Tabla 1).
Tabla 1. Subdivisiones anatómicas del encéfalo durante el desarrollo y
correspondencia con los ventrículos
Estadios tempranos Ventrículo Estadios más Adulto
del embrión avanzados
Laterales Telencéfalo Hemisferio cerebrales
Prosencéfalo
Tálamo, subtálamo,
(Encéfalo Anterior) Tercero Diencéfalo
epitálamo e hipotálamo
Mesencéfalo Acueducto Mesencéfalo Tectum y tegmentum
(Encéfalo Medio) cerebral
Cerebelo, puente o
Cuarto Metencéfalo
Rombencéfalo protuberancia
(Encéfalo Posterior) Médula oblonga o bulbo
Mielencéfalo
raquídeo
A nivel celular, el desarrollo de las neuronas comienza en los primeros días del proceso
embrionario. Durante mucho tiempo se creyó que este desarrollo de nuevas neuronas
(neurogénesis) sólo ocurría durante esta etapa. Sin embargo, estudios más recientes
han mostrado que en el cerebro adulto todavía permanecen células madres que
pueden dar lugar a nuevas neuronas. Se tiene evidencia de que este proceso de
neurogénesis, ocurre en dos zonas del encéfalo: el hipocampo, relacionado
principalmente con el aprendizaje, y en el bulbo olfatorio involucrado en el sentido del
olfato. Además, la exposición a nuevos olores y el entrenamiento en tareas de
87
aprendizaje potencian la neurogénesis e incrementan la tasa de supervivencia de estas
nuevas neuronas en esas estructuras. Procesos como depresiones o estrés por el
contrario, puede suprimir la neurogénesis en el hipocampo; a la vez que drogas que
reduzcan este estrés y la depresión pueden reiniciarla. Desafortunadamente, no
existen evidencias de que el crecimiento de nuevas neuronas pueda reparar los efectos
de daños cerebrales causados por accidentes o embolias.
2.7 SISTEMA NERVIOSO PERIFÉRICO
Aunque el sistema nervioso central recibe información sensorial, evalúa dicha
información e inicia las acciones, sin el sistema nervioso periférico, el sistema nervioso
central estuviera aislado del cuerpo y del resto del mundo. El sistema nervioso
periférico recibe información tanto del interior del organismo como de fuera del
mismo y la envía por medio de las fibras aferentes del sistema nervioso central.
El sistema nervioso periférico incluye nervios craneales (12 pares), que parten del
encéfalo y nervios espinales (31 pares) que se originan en la médula espinal. Sin el
sistema nervioso periférico, el central no recibiría información sensorial y no produciría
respuestas observables. Incluso los pensamientos y las emociones no pueden ser
expresados sin la intervención del sistema nervioso periférico debido al aislamiento del
sistema nervioso central.
Funcionalmente, el sistema nervioso periférico también puede ser dividido en dos
subsistemas: sistema nervioso somático y sistema nervioso autónomo. Generalmente,
el sistema somático consiste en grupos de nervios espinales y craneales que conectan
al sistema nervioso central con la piel y los músculos esqueléticos, además, de estar
envuelto en numerosas actividades conscientes. El sistema autónomo por su parte,
incluye aquellas fibras que conectan al sistema nervioso central con los órganos
viscerales, tales como el corazón, el estómago, los intestinos y numerosas glándulas.
Está relacionado con actividades inconscientes o involuntarias.
Nervios Craneales
Los doce pares de nervios craneales se originan de la porción inferior del encéfalo. Con
la excepción del primer par, que comienza dentro del encéfalo, el resto de los nervios
se origina en el tronco encefálico. Aunque la mayoría de los nervios craneales son
nervios mixtos (llevan tanto información sensorial como motora), aquellos que están
88
asociados con sentidos especiales, tales como el olfato y la visión contienen sólo fibras
sensoriales. Otros que están muy involucrados con las actividades de los músculos y las
glándulas están compuestos por fibras motoras.
Cuando las fibras sensoriales están presentes en los nervios craneales, los somas de
esas neuronas están localizados fuera del encéfalo y generalmente agrupados en
grupos denominados ganglios. Por otra parte, los somas de las motoneuronas están
ubicados en la materia gris del encéfalo.
Los nervios craneales son designados por números y nombres. Los números indican el
orden a partir del cual se originan desde la parte anterior hasta la posterior del
encéfalo y los nombres describen sus funciones primarias o la distribución general de
sus fibras. (Tabla 2)
Tabla 2. Funciones de los nervios craneales
Nervio Tipo Función principal
I. Olfatorio Sensorial Sentido del olfato
II. Óptico Sensorial Visión.
Movimientos oculares, contracción y
Primariamente
III. Oculomotor acomodación de los lentes, músculos de
motor
los párpados,
Primariamente
IV. Troclear Movimientos oculares
motor
Información somática de la cara, la boca y
V. Trigémino Mixto la córnea. Además, inerva los músculos
relacionados con la masticación.
Primariamente
VI. Abducens Movimientos oculares
motor
Control de los músculos relacionados con
la expresión facial, los lagrimales y las
glándulas salivares.
VII. Facial Mixto
Recibe información sensorial de los
receptores del gusto de la porción
anterior de la lengua.
VIII. Vestibulococlear
Sensorial Audición y sentido del equilibrio.
(auditivo)
Recibe información sensorial de la
faringe, las amígdalas, la porción
IX. Glosofaríngeo Mixto posterior de la lengua y los
baroreceptores carótideos.
Control de los músculos de la faringe.
Control de los músculos relacionados con
X. Vago Mixto
el habla e ingestión; las fibras motoras
89
autónomas transmiten impulsos al
corazón, los músculos lisos y las glándulas
del tórax y abdomen.
Recibe información sensorial proveniente
de la faringe, la laringe, el esófago y
órganos viscerales del tórax y abdomen.
Control de los músculos del paladar
XI. Accesorios Motor blando, la faringe, la laringe, el cuello y la
espalda.
XII. Hipogloso Motor Control del movimiento de la lengua.
Los nervios craneales podrían ser agrupados entonces, en las siguientes categorías
funcionales:
• sensorial: Incluye los sentidos espaciales como la visión y sentidos más generales,
como el tacto y el dolor. (I olfativo y II óptico).
• motora: Se refiere al control de los músculos esqueléticos a través de las
motoneuronas. (IV troclear, VI abducens, XI accesorio y XII hipogloso).
• parasimpática: Se refiere a la regulación de glándulas, músculo liso y al músculo
cardíaco. (III oculomotor, VII facial, IX glosofaríngeo y X vago).
• propiocepción: Informa al cerebro acerca de la posición de las variadas partes del
cuerpo, incluyendo articulaciones y músculos. (III oculomotor, IV troclear, V
trigémino, VI abducens y VII facial).
Nervios Espinales
Treinta y un nervios espinales se originan de la médula espinal. Estos, son nervios
mixtos y proveen de un sistema de dos vías de comunicación entre la médula espinal,
las extremidades, el cuello y el tronco. Aunque los nervios espinales no son llamados
individualmente, se agrupan de acuerdo al nivel de la médula del cual se originen y
donde cada nervio es numerado de forma secuencial. Por tanto, encontramos 8 pares
de nervios cervicales (numerados de C1 al C8), 12 pares de nervios torácicos
(numerados de T1 al T12), 5 pares de nervios lumbares (numerados de L1 al L5), 5
pares de nervios sacros (numerados de S1 al S5) y un par de nervios coccígeos (Co)
(Figura 17).
90
Figura 17. Nervios craneales.
La médula espinal en la persona adulta termina entre la primera y la segunda vértebras
lumbares; es por eso, que los nervios lumbares, sacros y coccígeos descienden y
91
terminan más allá de la médula. Estos nervios descendientes forman una estructura
conocida como cauda equina.
Cada nervio espinal emerge de la médula en dos ramas o raíces cortas que se
encuentran dentro de la columna vertebral. La raíz dorsal o raíz sensorial puede ser
identificada por un engrosamiento denominado ganglio de la raíz dorsal. Este ganglio
contiene los somas de las neuronas sensoriales cuyas dendritas transmiten impulsos
provenientes del exterior hacia el sistema nervioso central. Los axones de estas
neuronas se extienden a todo lo largo de la raíz dorsal hacia la médula espinal, donde
hacen sinapsis con las dendritas de otras neuronas. La raíz ventral o motora de cada
nervio espinal consiste en los axones de las motoneuronas cuyos somas se encuentran
localizados en la materia gris de la médula. Una raíz ventral se une con una dorsal para
formar un nervio espinal que se extiende hacia fuera del canal vertebral a través del
foramen intervertebral. Justo después de su salida por el foramen intervertebral, cada
nervio espinal se divide en numerosas partes.
Excepto en la región torácica, las porciones principales de los nervios espinales se
combinan para formar redes complejas denominadas plexos, en lugar de continuar
directamente hacia las partes periféricas del cuerpo. En un plexo, las fibras de varios
nervios espinales están ordenadas y recombinadas, de forma que las fibras asociadas
con la misma parte del cuerpo se ubican en el mismo nervio, independientemente que
se originaran de nervios diferentes.
1. Plexo cervical: Se ubica en la porción posterior del cuello, por ambos lados.
Está formado por las ramas de los primeros cuatro nervios cervicales (C1‐C4).
Las fibras de este plexo inervan los músculos y la piel del cuello. Además, fibras
del tercero, cuarto y quinto nervios cervicales se convierten en los nervios
frénicos derecho e izquierdo, los cuales conducen información motora a las
fibras musculares del diafragma.
2. Plexo braquial: Ramas del cuarto nervio cervical y el primer nervio torácico dan
origen a este plexo (C5‐T1). Esta red de nervios está localizada a nivel de los
hombros entre el cuello y las axilas. Las principales ramas que emergen de este
plexo inervan músculos y piel de las extremidades anteriores e incluyen los
nervios musculocutáneos, lunar, mediano, radial y axilar.
92
3. Plexo lumbosacral: Está formado en cada lado por el último nervio torácico, los
lumbares, sacros y el coccígeo (T12‐Co). Este plexo se extiende desde la región
lumbar de la espalda hasta la cavidad pélvica dando origen a numerosas fibras
sensoriales y motoras asociadas con los músculos y la piel de la pared baja
abdominal, los genitales externos, las nalgas y las extremidades posteriores. Las
principales ramas de este plexo incluyen los nervios obturador, femoral y
ciático.
2.8 SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
Este sistema es la parte del sistema nervioso periférico que funciona independiente y
continuamente sin ningún esfuerzo consciente. Está encargado del control de las
funciones viscerales a través de la regulación de los músculos lisos, del músculo
cardíaco y las glándulas. También tiene que ver con la regulación del ritmo cardíaco, la
presión sanguínea, el ritmo respiratorio, la temperatura corporal y otras actividades
viscerales que intervienen en el mantenimiento de la homeostasis. Determinadas
partes del sistema nervioso autónomo además participan en los momentos de estrés
emocional, y preparan al cuerpo para suplir las demandas de una actividad física
rigurosa.
2.8.1 CARACTERÍSTICAS GENERALES
Las actividades autónomas son reguladas principalmente por reflejos en los cuales las
señales se originan en los receptores a nivel de los órganos viscerales y la piel. Estas
señales son recibidas por centros nerviosos a nivel del hipotálamo, el tronco encefálico
o la médula espinal. En respuesta, los impulsos motores viajan desde los centros en las
fibras nerviosas que forman los nervios espinales y craneales.
Típicamente, estas fibras conducen la respuesta a ganglios fuera del sistema nervioso
central. Estos impulsos son integrados dentro de estos ganglios y transmitidos a varios
órganos viscerales –músculos y glándulas‐ los cuales responden contrayéndose,
liberando secreciones o inhibiéndose. La función integradora de estos ganglios le
proporciona al sistema autónomo cierto grado de independencia del encéfalo y la
médula espinal.
El sistema nervioso autónomo incluye dos subsistemas separados anatómicamente: la
división simpática y la parasimpática. Con pocas excepciones, la mayoría de los
93
órganos del cuerpo tienen una inervación dual; o sea son inervados por fibras de
ambas divisiones y cada una de las cuales tienen efectos diferentes.
Las funciones de estas divisiones autónomas son mixtas; esto es, que activan algunos
órganos e inhiben otros. Sin embargo, las divisiones tienen diferencias funcionales
importantes. La división simpática se relaciona principalmente con preparar al
organismo para acciones que conlleven un gasto de energía, sean estresantes o de
emergencia. Por el contrario, la división parasimpática es más activa durante
situaciones que incrementen las reservas corporales de energía (situaciones de
descanso). También equilibra las acciones de la división simpática y devuelve al
organismo a un estado de reposo luego de una experiencia estresante. Por ejemplo,
durante una emergencia, la división simpática provoca un incremento en los ritmos
cardíaco y respiratorio y después de esta emergencia, la división parasimpática
enlentece ambos ritmos.
2.8.2 FIBRAS NERVIOSAS AUTÓNOMAS
Las fibras nerviosas del sistema autónomo son fibras motoras y a diferencia de las vías
motoras del sistema nervioso somático, que usualmente incluyen una sola neurona
entre el encéfalo o la médula espinal y el músculo esquelético, éstas involucran dos
neuronas. El soma de una neurona (neurona preganglionar) está ubicado en el
encéfalo ó la médula espinal. Su axón, llamado la fibra preganglionar, abandona el
sistema nervioso central y hace sinapsis con una ó más fibras nerviosas cuyos somas se
localizan en el interior de un ganglio autónomo. El axón de la segunda neurona
(neurona postganglionar), llamado fibra postganglionar, se extiende hacia el efector
visceral.
Dentro de la división simpática, las fibras preganglionares se originan de neuronas
ubicadas en la materia gris de la médula espinal. Sus axones dejan la médula a través
de las raíces ventrales de los nervios espinales, desde el primer segmento torácico
hasta el segundo segmento lumbar (Figura 18). Por esta razón, a este sistema también
se le conoce como toracolumbar. Luego de recorrer una distancia corta, estas fibras
abandonan los nervios espinales y cada una entra a un miembro de una cadena de
ganglios que se extiende longitudinalmente a cada lado de la columna vertebral y que
es conocida como cadena de ganglios paravertebrales o cadena de ganglios simpáticos.
94
Figura 18. Divisiones simpática y parasimpática del sistema nervioso autónomo.
La mayoría de los axones preganglionares hacen sinapsis con un ganglio paravertebral
(o de la cadena de ganglios simpáticos) o con ganglios simpáticos ubicados entre los
órganos internos. Ya en esto ganglios, la fibra preganglionar hace sinapsis con la
neurona postganglionar. El axón de esta neurona, la fibra postganglionar, usualmente
regresa al nervio espinal y se extiende con este hacia el efector visceral.
Existe una sola excepción dentro del sistema simpático en que el axón preganglionar
no hace sinapsis con un ganglio del sistema y es en la inervación de la médula adrenal.
La médula adrenal es un grupo de células ubicadas hacia el centro de las glándulas
95
suprarrenales. Estas células tienen el mismo origen embrionario de las neuronas que
forman parte de los ganglios simpáticos. Es por esto, que la médula adrenal se asemeja
grandemente a un ganglio simpático. Esta médula es inervada por fibras
preganglionares y sus células secretoras son muy similares a las neuronas simpáticas
postganglionares. Producto de la estimulación, estas células secretan epinefrina y
norepinefrina. Estas hormonas actúan de conjunto con los efectos neurales directos de
la actividad simpática; Por ejemplo, aumentan el flujo sanguíneo hacia los músculos y
provocan que los nutrientes almacenados sean convertidos en glucosa dentro del
músculo esquelético lo que hace mayor la cantidad de energía disponible para estas
células.
Las fibras preganglionares de la división parasimpática se originan del tronco
encefálico y de la región sacra de la médula espinal. Es por eso que a este sistema
también se le conozca como craneosacro (Figura 19). De ahí, ellos abandonan los
nervios craneales o espinales hacia ganglios localizados cerca o dentro de los órganos
viscerales. Las relativamente cortas fibras postganglionares se continúan desde estos
ganglios hasta músculos ó glándulas específicas dentro de estos órganos viscerales.
2.8.3 NEUROTRANSMISORES AUTÓNOMOS
Las fibras preganglionares de las divisiones simpática y parasimpático secretan
acetilcolina. Las fibras postganglionares parasimpáticas también secretan acetilcolina y
por esta razón son llamadas fibras colinérgicas. La mayoría de las fibras
postganglionares simpáticas, sin embargo, secretan noreprinefina (noradrenalina) y
son llamadas entonces fibras adrenérgicas. Existe una excepción a esta regla y son las
glándulas sudoríparas, las cuales son inervadas por fibras postganglionares
colinérgicas. Los diferentes neurotransmisores postganglionares son responsables de
los diferentes efectos que tienen las divisiones simpática y parasimpática sobre los
órganos viscerales.
Aunque cada división puede activar algunos efectores o inhibir otros, la mayoría de los
órganos viscerales son controlados principalmente por una división. Por ejemplo, el
diámetro de la mayoría de los vasos sanguíneos, los cuales carecen de inervación
parasimpática, son regulados por la división simpática. El músculo liso de las paredes
de estos vasos es continuamente estimulado y por eso se mantienen en estado de
96
contracción parcial (tono muscular). El diámetro de los vasos puede ser aumentado
(dilatación de los vasos) por una disminución de la estimulación simpática, lo cual le
permite a las paredes musculares relajarse. Por el contrario, los vasos pueden ser
constreñidos por un incremento de la estimulación simpática. De igual forma, la
división parasimpática controla los movimientos del sistema digestivo. Los impulsos
parasimpáticos estimulan las motilidades intestinal y del estómago, que se reducen
cuando estos impulsos disminuyen. Los efectos de las fibras adrenérgicas y colinérgicas
son resumidas en la Tabla 3.
Tabla 3 Algunos efectos de los neurotransmisores.
Efector visceral o Respuesta a estimulación Respuesta a estimulación
acción adrenérgica (simpática) colinérgica (parasimpática)
Pupila (ojo) Dilatación Constricción
Ritmo cardíaco Aumenta Disminuye
Bronquiolos
Dilatación Constricción
(pulmones)
Músculos de la pared
Acción peristáltica lenta Acelera la acción peristáltica
intestinal
Glándulas intestinales Disminuye secreción Aumenta secreción
• Más sangre hacia los • Más sangre hacia los
Distribución de la músculos esqueléticos órganos digestivos
sangre • Menos sangre hacia • Menos sangre hacia los
órganos digestivos músculos esqueléticos
Concentración de
Aumenta Disminuye
glucosa en sangre
Glándulas salivares Disminuye secreción Aumenta secreción
Lagrimales No ejerce ninguna acción Secreción
Músculos de la
Relajación Contracción
vesícula
Músculos de la vejiga
Relajación Contracción
urinaria
2.8.4 CONTROL DE LA ACTIVIDAD AUTÓNOMA
Aunque el sistema nervioso autónomo tiene cierto grado de independencia producto
de la función integradora de sus ganglios, es controlado principalmente por el encéfalo
y la médula espinal. Por ejemplo, como hemos visto antes, en la médula oblonga se
encuentran los centros de control para las actividades cardíacas, vasomotoras y
respiratorias. Estos centros reflejos reciben impulsos sensoriales de los órganos
97
viscerales a través del nervio vago, y emplean las vías nerviosas autónomas para
estimular las respuestas motoras de muchos músculos y glándulas. De igual forma, el
hipotálamo ayuda a regular la temperatura corporal, el hambre, la sed y los balances
hídrico y de electrolitos a través del sistema autónomo.
Incluso niveles superiores en el encéfalo, incluyendo el sistema límbico y la corteza
cerebral, controlan el sistema nervioso autónomo en los momentos en que una
persona está estresada emocionalmente. Estas estructuras usan las vías autónomas
para regular la expresión emocional y la conducta de dichas personas.
2.8.5 GENERALIZACIONES DEL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
Ciertas generalizaciones pueden ser hechas acerca de las funciones del Sistema
Nervioso Autónomo en el órgano efector, aunque existen excepciones.
• Efectos excitatorios vs. efectos inhibitorios.
Ambas divisiones del Sistema Nervioso Autónomo producen efectos excitatorios e
inhibitorios. Por ejemplo, la división simpática causa la vasoconstricción mediante la
estimulación de la contracción de la musculatura lisa en las paredes de los vasos
sanguíneos y produce una dilatación de los pasajes de aire en el interior de los
pulmones al inhibir la contracción de la musculatura lisa de las paredes de estos
pasajes. La división parasimpática estimula la contracción de la vejiga urinaria e inhibe
al corazón, causando la disminución del ritmo cardíaco.
• Inervación dual.
La mayoría de los órganos que reciben neuronas autónomas son inervados por ambas
divisiones. El conducto gastrointestinal, el corazón, la vejiga urinaria y el conducto
reproductivo son ejemplos de esto. Esta doble inervación es universal; por ejemplo, las
glándulas sudoríparas y los vasos sanguíneos son inervados por neuronas simpáticas
casi exclusivamente. Además, las estructuras que reciben inervación dual no son
reguladas de igual forma por ambas divisiones.
• Efectos opuestos.
Cuando una sola estructura es inervada por ambas divisiones autónomas, estas
divisiones producen efectos opuestos en dicha estructura. Como consecuencia, el
Sistema Nervioso Autónomo es capaz tanto de incrementar y disminuir la actividad de
la estructura, resultando en un eficiente sistema de control. Por ejemplo, en el
98
conducto gastrointestinal, la estimulación parasimpática estimula la secreción de
enzimas digestivas del páncreas al intestino delgado. Al mismo tiempo, esta división
estimula la contracción en este intestino para facilitar la mezcla de las enzimas
digestivas con los alimentos dentro del intestino delgado; esto resulta en un
incremento en la digestión y en la absorción de los alimentos.
Ambas divisiones cooperan con el desarrollo normal de la función reproductiva. La
división parasimpática inicia la erección del pene y la simpática estimula la liberación
de secreciones de las glándulas reproductivas masculinas y ayuda a iniciar la
eyaculación en el conducto reproductivo masculino.
• Efectos generalizados vs. efectos localizados.
La división simpática tiene efectos más generales que la parasimpática debido a que la
activación de la división simpática generalmente causa la liberación de epinefrina y
norepinefrina por parte de la médula adrenal. La circulación de estas hormonas
persiste mayor tiempo en sangre y llega a todo el cuerpo, además que pueden
producir un mayor efecto que la estimulación directa de los órganos por parte de las
neuronas postganglionares simpáticas.
La división simpática diverge mucho más que la parasimpática. Esto significa que cada
neurona preganglionar hace sinapsis con muchas neuronas postganglionares mientras
que las neuronas preganglionares parasimpáticas hacen sinapsis con dos neuronas
postganglionares. Consecuentemente, la estimulación de las neuronas preganglionares
simpáticas resulta en una mayor estimulación del órgano efector.
• Funciones en descanso vs. actividad.
En casos de que ambas divisiones inerven un único órgano, la parasimpática tiende a
tener una mayor influencia bajo condiciones de descanso, mientras que la división
simpática tiene una mayor influencia bajo condiciones de actividad física o stress. Una
actividad simpática incrementada resulta en una mayor estimulación nerviosa de los
órganos efectores e incrementa la liberación de epinefrina y norepinefrina por parte
de la médula adrenal. Consecuentemente, aumenta la efectividad de bombeo del
corazón, se dilatan los vasos sanguíneos en los músculos esqueléticos y los de las
estructuras viscerales y la piel se contraen. También disminuye la actividad del
conducto gastrointestinal, aumenta la liberación de glucosa por parte del hígado y
ocurre también un incremento del metabolismo, especialmente en la musculatura
99
esquelética. En general, la división simpática disminuye la actividad de los órganos no
esenciales para el mantenimiento de una actividad física e impulsa la sangre y
nutrientes a las estructuras activas durante el ejercicio físico. Sin embargo, esta
división también juega un papel importante durante las condiciones de descanso, al
mantener la presión sanguínea y la temperatura corporal estable.
El aumento de la actividad parasimpática es generalmente consistente con condiciones
de descanso, durante las cuales nos mantenemos realizando funciones vegetativas,
tales como la digestión, la micción, etc. Muchos de los reflejos que regulan la actividad
de los sistemas digestivo, urinario y reproductor están mediados por la división
parasimpática.
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¡
101
CAPÍTULO 3. SISTEMAS SENSORIALES
SILVIO MACÍAS.
Para proporcionar información acerca del mundo que rodea a un individuo, los
sistemas sensoriales desarrollan una serie de funciones comunes. En términos
generales, cada sistema responde con cierta especificidad a un determinado tipo de
estímulo y cada uno utiliza determinadas células especializadas – los receptores
sensoriales – para traducir ese estímulo en una señal que pueda ser utilizada por las
neuronas. De acuerdo a su especialización química o física, la gran variedad de
receptores sensoriales que existe transduce la energía contenida en la luz, los
estímulos mecánicos, los cambios en la composición química o la estimulación térmica
en cambios en el potencial de membrana. Este evento eléctrico inicial comienza el
proceso por el cual el sistema nervioso central es capaz de construir una
representación ordenada del cuerpo y hacer posible las sensaciones visuales y
auditivas. Para conectar la distancia entre esta traducción periférica y la
representación a nivel central, los mensajes sensoriales son conducidos a través de un
código de líneas marcadas que son específicas en informar al sistema nervioso central
lo que está sucediendo en el medio exterior y donde está sucediendo. Tal precisión
requiere de una división del trabajo entre las neuronas en cuanto a la especificidad con
la cual responden a un determinado tipo de estímulo (sonido vs luz o estimulación
mecánica de la piel vs deformación de un vello) sino además en cuanto a las
características intrínsecas de un mismo tipo de estímulo (luz roja vs luz verde o sonidos
agudos vs sonidos bajos). Estas modalidades o submodalidades de los estímulos
sensoriales son analizadas en grupos diferentes de neuronas. De manera que este
código de líneas marcadas es además un código de líneas múltiples que viajan
paralelamente.
Además de esta organización en líneas marcadas y múltiples, los sistemas sensoriales
realizan otra serie de funciones que son comunes. Entre estas se encuentra la
habilidad de cada sistema sensorial de comparar eventos que ocurren
simultáneamente en diferentes receptores. Este proceso contribuye a generar la
mayor respuesta en el lugar en el que la diferencia entre la intensidad de los estímulos
sea mayor (contraste).
102
En este capítulo, tendremos una visión general de los atributos funcionales y patrones
de organización desarrollados en los sistemas somestésico y visual y además
definiremos los principios anatómicos y fisiológicos que son comunes a todos los
sistemas sensoriales.
3.1 SENSACIÓN Y PERCEPCIÓN
Debido a los cambios energéticos que ocurren constantemente en el ambiente, cada
sistema sensorial tiene la función de actualizar constantemente la representación que
tenemos del medio exterior. El cumplimiento de esta función requiere de una fuerte
interacción entre los mecanismos ascendentes o determinados por la presencia del
estímulo (aferentes) y los mecanismos descendentes o efectores (eferentes). La
función sinérgica de ambos mecanismos provoca la aparición de sensaciones, dan
lugar a percepciones y activan procesos de memoria que forman la base de la
experiencia conciente. Los mecanismos ascendentes comienzan con la activación de
los receptores sensoriales que se encuentran en la periferia, que forman una
representación neuronal inicial del medio. Los mecanismos descendentes funcionan
como especie de filtro a partir de la gran cantidad de entrada de información sensorial
cuales eventos requieren de atención inmediata. En este sentido, los mecanismos
descendentes alteran la información ascendente en función de optimizar el resultado
perceptual.
De acuerdo a la interacción entre los mecanismos ascendentes y descendentes, la
percepción difiere de la sensación. Un ejemplo clásico de la diferencia entre
percepción y sensación puede ser visto en la imagen de un jarrón que también puede
ser visto como la silueta de dos rostros mirándose de frente (Figura 1). En este caso, la
imagen permanece constante – la información sensorial no cambia – pero la
percepción de lo que se está observando cambia en dependencia lo que el sujeto
quiera observar o en dependencia de lo que los procesos de atención del sujeto
determinen. Utilizando este ejemplo se puede demostrar que la detección de un
estimulo y el reconocimiento de la ocurrencia de un evento determinado es lo que
comúnmente se conoce como sensación. Sin embargo, la interpretación y la
apreciación de ese evento constituyen la percepción.
103
Figura 1. Ejemplo de imagen que puede provocar percepciones diferentes (jarrón o
caras) aún cuando el estímulo o la sensación permanecen constantes.
3.2 FISIOLOGÍA DE LOS RECEPTORES SENSORIALES
Los sistemas sensoriales requieren de receptores que actúen como intermediarios
entre el medio y el sistema nervioso central, convirtiendo los diferentes tipos de
estímulos en un mensaje nervioso inteligible. Los receptores sensoriales han
evolucionado hacia una especialización estructural y funcional que determina que
respondan selectivamente a un determinado tipo de estímulo. Esta propiedad les
permite detectar y distinguir entre los estímulos de su alrededor, y es la base neuronal
de la existencia de los diferentes sentidos o modalidades sensoriales. Este proceso de
discriminación sensorial fue propuesto inicialmente por Müller (1938), en el que
postulaba que la información de los diferentes sentidos permanece independiente y
diferenciada gracias a vías neuronales específicas para cada modalidad sensorial. Von
Frey (1895) avanzó en el concepto de especificidad y propuso la teoría de la
especificidad de los receptores sensoriales, en la que señalaba que los receptores
sensoriales son específicos para un determinado estímulo. Esta especificidad absoluta
104
fue ajustada por Sherrington (1904), que introdujo el concepto de estímulo adecuado
como forma de energía estimulante a la que un receptor responde óptimamente.
Según esta teoría, que ha sido ampliamente demostrada, los receptores específicos
para cada forma de energía se encuentran conectados funcionalmente, a través de
vías nerviosas diferenciadas, a centros nerviosos superiores específicos. De manera
que la activación de receptores sensoriales específicos conduce a la activación de
neuronas en centros superiores específicos y la aparición de una sensación especifica.
En muchos receptores sensoriales, la especificidad de un receptor se ve favorecida por
la estructura del órgano en el que se encuentren integrados. Tal es el caso de las
células ciliadas del aparato vestibular y las de la cóclea.
Además, los receptores sensoriales responden dentro de su rango de sensibilidad, de
forma diferenciada a las modificaciones en la intensidad, duración o localización de los
estímulos. De este modo, los receptores sensoriales informan al cerebro, a través de
un mensaje neuronal codificado, de las propiedades físicas de los estímulos,
principalmente de los cambios, ya sea de intensidad, duración o de localización del
estimulo.
Existe una gran diversidad morfofuncional de receptores sensoriales estratégicamente
localizados en el organismo para facilitar la detección y discriminación entre los
diferentes estímulos perceptibles. A principios de este siglo, Sherrington los clasificó en
base a su capacidad para discriminar entre estímulos localizados en el medio interno y
el medio externo, estableciendo cuatro categorías:
a) Los exteroceptores, que detectan los estímulos en la superficie externa del
cuerpo.
b) Los teleceptores, que detectan estímulos externos distantes.
c) Los propioceptores, que informan de la posición y movimiento del cuerpo.
d) Los interoceptores, que transmiten la información de los órganos internos.
Los exteroceptores se distribuyen a lo largo de toda la superficie de epitelial y
mucosas, y favorecen de esta forma el contacto físico con los estímulos externos. Los
teleceptores se agrupan formando órganos sensoriales integrados en una estructura
morfológica, que facilita la detección de los estímulos procedentes del entorno. La
retina, el órgano del Corti y el neuroepitelio olfativo son un claro ejemplo de esta
relación entre el órgano sensorial y el estímulo ambiental, donde la estructura
105
morfológica del órgano sensorial facilita que el estímulo acceda directa y
adecuadamente a los teleceptores. La localización de los propioceptores en músculos,
tendones y articulaciones, y de los interoceptores en vasos y vísceras, circunscribe la
naturaleza de la información que transmiten estos receptores al propio organismo, y
contribuyen al control de los movimientos y a la regulación del medio interno,
respectivamente.
La clasificación de los receptores sensoriales basada en la sensación provocada por su
activación ha sido la más popularmente utilizada, así se han distinguido receptores
para los cinco sentidos clásicos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Esta clasificación es
incompleta, ya que excluye las modalidades pertenecientes a los campos sensoriales
propioceptivos o interoceptivos. Además, esta clasificación no contempla modalidades
sensoriales que pertenecen tanto al campo de la exterocepción como a la
interocepción, como es el caso de la sensación de dolor.
El criterio de clasificación basado en la naturaleza física del estimulo adecuado,
propuesto por Mountcastle, es probablemente el más utilizado en la actualidad. Según
este criterio, los receptores sensoriales de los mamíferos pueden clasificarse en cuatro
tipos:
a) mecanorreceptores
b) termorreceptores
c) quimiorreceptores
d) fotorreceptores
En esta clasificación se ha incluido como entidad individualizada aquellos que
responden a estímulos de naturaleza nociva o nociceptores.
3.3 LOS RECEPTORES SENSORIALES COMO TRANSDUCTORES BIOLÓGICOS
Hasta este momento hemos formulado que “los receptores actúan como
intermediarios entre el medio y el sistema nervioso central, convirtiendo los diferentes
tipos de estímulos en un mensaje nervioso inteligible”. Sin embargo, necesitamos
entender como es que estas células especializadas funcionan como traductores
biológicos.
La especificidad de los receptores sensoriales garantiza la detección y la discriminación
de los estímulos de diferente naturaleza y su transformación en actividad nerviosa.
106
Esta conversión de un estímulo físico‐químico en actividad nerviosa es lo que se
conoce como transducción sensorial.
El proceso de transducción tiene lugar en una zona de la membrana del receptor
sensorial denominada superficie receptiva que se caracteriza estructuralmente por
poseer un gran número de proteínas específicas que intervienen en la detección de
una determinada forma de energía y su ulterior transducción en actividad nerviosa. Las
zonas receptivas pueden localizarse agrupados en diferentes puntos de la terminación
nerviosa de las neuronas receptoras primarias, o bien, formar parte de células
sensoriales especializadas no neuronales. En los sistemas somestésico y olfatorio, las
funciones de detección y de transformación de la energía estimulante en actividad
nerviosa se realizan en zonas especializadas de la propia neurona sensorial primaria. A
este tipo de receptor en el que la misma neurona es capaz de detectar y convertir el
estimulo en actividad neuronal se denomina receptor sensorial primario. En los
sistemas auditivo, vestibular, gustativo y visual, se denominan receptores sensoriales
secundarios, ya que la transducción del estímulo no tiene lugar en la neurona sensorial
primaria sino en células receptoras especializadas no neuronales que están
íntimamente relacionadas con las terminaciones nerviosas.
De acuerdo con la especificidad de los receptores, la presencia de un estímulo
adecuado con suficiente intensidad genera la activación de estos a través de cambios
en el potencial de membrana del receptor. Este cambio en el potencial de membrana
de la célula receptora se conoce como potencial de receptor.
El potencial de receptor se genera en la superficie receptiva de la célula sensorial y sus
características están determinadas por las proteínas transductoras activadas. En el
proceso de transducción sensorial, el estímulo activa una población específica de
proteínas transductoras que transforman la estructura tridimensional de un número
de proteínas de transmembrana que constituyen canales iónicos, permitiendo el flujo
de iones a través de la membrana.
El cambio en el potencial de membrana de la célula receptora, resultante de la suma
de los potenciales generados por las corrientes individuales que fluyen a través de los
canales iónicos activados en el proceso de transducción, se denomina potencial de
receptor.
107
El potencial de receptor es una señal graduada en amplitud y dependiente de la
intensidad del estimulo (Figura 2). De este modo, las células receptoras responden con
despolarizaciones graduadas de su membrana en respuesta a las variaciones de
intensidad creciente de los estímulos. Sin embargo, el estimulo no es la fuente de
energía del potencial de receptor, sino la corriente iónica desencadenada por este. De
este modo, la amplitud del potencial de receptor es una señal graduada en función del
número de canales iónicos activados en el proceso de transducción. Como se ha
comentado anteriormente, la superficie receptiva es altamente sensible a su estímulo
adecuado y una ligera modificación en la energía estimulante es capaz de generar un
cambio de potencial de membrana para producir un potencial de receptor.
Figura 2. Respuesta del potencial de receptor a aumentos en la intensidad del
estimulo. El rango operativo o de discriminación del receptor sensorial abarca desde la
respuesta detectable hasta la respuesta saturada.
108
La naturaleza graduada del potencial de receptor permite a la célula receptora
sensorial responder con un amplio rango de amplitudes en respuesta a las variaciones
de la intensidad del estimulo. La amplitud del potencial de receptor varía entre el
estimulo menor capaz de activar un número determinado de canales iónicos que
generan un potencial de receptor con amplitud detectable, hasta la energía
estimulante a partir de la cual todos los canales están activados y la amplitud del
potencial de receptor es máxima. De este modo, el potencial de receptor se comporta
como una respuesta graduada donde su amplitud es proporcional, dentro de un rango,
a la amplitud del estímulo (Figura 3).
Figura 3. Relación entre la intensidad del estímulo y la amplitud del potencial de
receptor (o potencial generador), la frecuencia de potenciales de acción y la amplitud
del potencial receptor; y la frecuencia de potenciales de acción y la intensidad.
Una segunda característica del potencial de receptor es que se comporta como una
señal local. A diferencia del potencial de acción que se genera en el axón, cuya
amplitud no varía a medida que nos alejamos de la zona de generación, el potencial de
receptor disminuye su amplitud a medida que nos alejamos de la superficie receptiva,
donde este se genera. De manera que aunque el potencial de receptor es el primer
acontecimiento en la percepción sensorial, por si solo es incapaz de transmitir
cualquier información debido a su naturaleza local. Para que la información de los
potenciales de receptor alcance el sistema nervioso central deben transformarse en
potenciales de acción.
109
En los receptores secundarios el potencial de receptor se genera en las células
especializadas no neuronales. La estimulación de los fotorreceptores en la retina o de
las células ciliadas en la cóclea origina potenciales de receptor que se transmiten
sinápticamente a la terminación periférica de la neurona sensorial primaria que está
íntimamente relacionada con la célula receptora.
En la terminación nerviosa se produce el potencial generador cuyas propiedades son
análogas a la de los potenciales postsinápticos entre neuronas.
Adaptación de los receptores sensoriales
La amplitud del potencial generador de un receptor sensorial disminuye en el tiempo
en respuesta a un estímulo constante, fenómeno que se conoce como adaptación del
receptor. Esta propiedad es común a todos los receptores sensoriales y se expresa
como una disminución de la frecuencia de generación de potenciales de acción
(frecuencia de descarga) de la neurona aferente primaria en respuesta a un estímulo
constante.
Los receptores sensoriales presentan diferente grado y ritmo de adaptación. En
algunos receptores, como los receptores de estiramiento de los músculos o los
receptores articulares, la frecuencia de descarga aumenta rápidamente en el momento
de la estimulación y luego se mantiene a niveles ligeramente más bajos durante el
tiempo de estimulación. Son los denominados receptores tónicos o de adaptación
lenta. Otro tipo de receptores denominados en conjunto receptores fásicos o de
adaptación rápida, responden con uno o pocos potenciales de acción en el momento
de aplicar el estimulo, silenciándose a continuación, y se caracterizan por su respuesta
transitoria el estímulo, activandose al inicio y/o al final de este. Pero la mayoría de los
receptores muestran una adaptación mixta, en la que se distingue un componente
fásico que señala la velocidad de cambio en las características del estimulo, seguido de
un componente tónico que transmite información sobre la amplitud del estimulo. De
este modo, los diferentes cursos de adaptación de los receptores sensoriales pueden
ser interpretados como especializaciones a parámetros particulares de los estímulos.
3.4 CODIFICACIÓN DE LAS CARACTERÍSTICAS DEL ESTÍMULO POR PARTE DE LOS RECEPTORES SENSORIALES
Como se ha expuesto anteriormente, los receptores sensoriales inician el
procesamiento sensorial seleccionando el tipo de estimulo y traduciéndolo en un
110
código de señales neuronales, que el sistema nervioso utiliza para interpretar el medio
ambiente en el que se encuentra. De este modo, los receptores sensoriales extraen
cierta información de los estímulos, que queda codificada en forma de potenciales de
acción. Esta información se transmite a través de vías nerviosas específicas, que
establecen conexiones con otras neuronas hasta alcanzar regiones especializadas de la
corteza cerebral. Cada una de las neuronas de las vías sensoriales tiene funciones
distintas en el procesamiento de la información sensorial desde la periferia hasta los
centros cerebrales superiores. En las vías de transmisión específicas, los receptores
sensoriales establecen conexiones con las neuronas centrales estableciendo un patrón
de transmisión de la información en serie, es decir, una cadena de neuronas
conectadas entre si. Sin embargo, los fenómenos de divergencia y convergencia
condicionan que la transmisión de la mayoría de los sistemas sensoriales esté
organizada en paralelo. Por ejemplo, el sistema visual posee vías paralelas y separadas,
que transmiten información específica de la forma, color o movimiento de un objeto.
Las cuatro modalidades del sistema sensorial somestésico: tacto, propiocepción, dolor
y temperatura, se transmiten por vías paralelas en los tractos espinotalámicos. Las vías
paralelas convergen en áreas de la corteza cerebral donde tienen lugar la integración
sensorial. Este sistema ascendente y jerarquizado de información está sometido, en
cada una de las diferentes estaciones sinápticas, a un grado variable de modulación
por la información convergente y divergente de otras neuronas, influyendo en el flujo
de información aferente que alcanza la corteza cerebral.
En el transcurso de este procesamiento de la información, la codificación de las
características físicas de los estímulos en una secuencia de potenciales de acción
difiere cualitativamente de las representaciones centrales que el sistema sensorial
realiza de estas. En la retina, la estimulación lumínica con diferente longitud de onda
se traduce en potenciales de acción que se transmiten con una frecuencia
determinada a través de una población de fibras del nervio óptico. Cuando esta
actividad neuronal alcanza la corteza cerebral, es procesada y percibida como un color.
El color es una representación central construida en base a la información codificada
en forma de potenciales de acción que provienen de la activación de los
fotorreceptores.
Codificación de la modalidad del estímulo
111
En el proceso de transducción, los receptores convierten las diferentes formas de
energía en potenciales de acción. Estos potenciales de acción son iguales en todo el
sistema nervioso, por tanto, ¿qué determina que el mensaje de esta señal
estereotipada contribuya a la percepción de una u otra sensación?
Como se comentó al inicio de este capítulo, cada una de las modalidades sensoriales
posee receptores específicos para su estímulo adecuado, que están conectados
funcionalmente con vías neuronales diferenciadas que se proyectan a regiones
específicas de la corteza cerebral. De este modo, el mensaje de los potenciales de
acción está determinado por la vía neuronal en la que se transmite, es decir, los
sistemas sensoriales codifican la modalidad sensorial mediante vías neuronales
específicas en las que los receptores sensoriales y sus conexiones centrales están
programados intrínsecamente para experiencias sensoriales diferenciadas. Así, la
activación de los mecanorreceptores de bajo umbral en la piel conlleva
ineludiblemente a la sensación de tacto, al igual que la activación de los
fotorreceptores conduce a una sensación visual.
Cada una de las modalidades sensoriales está constituida por diferentes
submodalidades. Por ejemplo, los colores son submodalidades del sentido de la vista, y
los sabores, del gusto. El empleo de técnicas electrofisiológicas, psicofísicas y de
imagen han aportado datos experimentales a favor de que la modalidad sensorial está
codificada mediante vías neuronales específicas que se proyectan en áreas, igualmente
específicas de la corteza cerebral. En algunos sistemas sensoriales también se observa
una alta especificidad en la representación central de las submodalidades. Por
ejemplo, en el sistema visual existen neuronas corticales que responden de forma
específica al color, la forma o el movimiento de un estímulo; en el sistema somestésico
se han registrado neuronas que corticales que codifican la velocidad y dirección con la
que un estímulo se desplaza en la piel. Sin embargo, no todas las modalidades
sensoriales parecen compartir esta forma de codificación mediante vías neuronales
específicas. En las papilas gustativas, se distinguen quimiorreceptores que responden a
los cuatro sabores básicos. La falta de especificidad de estos quimiorreceptores sugiere
que la modalidad del gusto no parece estar codificada en una vía neuronal específica
para cada sabor, sino que, por el contrario, resulta de la integración central de la
información por la activación combinada de estos receptores.
112
Mediante este código de vías neuronales específicas, los receptores sensoriales
transmiten al sistema nervioso central la información precisa sobre la modalidad
sensorial. Sin embargo, algunas percepciones requieren la información combinada de
receptores sensoriales pertenecientes a diferentes modalidades. Por ejemplo, la
estereognosia, o percepción tridimensional de los objetos mediante el tacto, implica la
información convergente de mecanorreceptores cutáneos y propioceptores
articulares. La percepción de la posición del cuerpo, en situación de los ojos abiertos,
se determina por la conjunción de entradas de receptores visuales y vestibulares. Estas
percepciones multimodales se deben a la convergencia intersensorial de la
información específica de las neuronas aferentes primarias a nivel central. En las
diferentes estaciones de relevo sináptico de la vía aferente, la transmisión específica
de una vía sensorial también puede verse afectada por la actividad de otra que
ascienda paralela a la anterior. Este mecanismo de modulación de la información a
nivel espinal se ha observado en el sistema somestésico, donde el aumento de la
actividad de los mecanorreceptores cutáneos puede delimitar o inhibir la transmisión
de los nocioceptores.
Por último, la transmisión de la información sensorial no se limita exclusivamente a
vías sensoriales específicas. Todos los sistemas sensoriales están sometidos a un grado
de variable de modulación, a través de conexiones con vías inespecíficas
troncoencefálicas, que reciben impulsos de otras estructuras centrales que median
una serie de reacciones generales como la alerta cortical, respuestas vegetativas y
reacciones afectivas. Estas conexiones con vías inespecíficas son las responsables de
los componentes conductuales a afectivos que acompañan a las sensaciones. La
temperatura cálida o las caricias son sensaciones placenteras que se acompañan de un
componente afectivo o positivo. Por el contrario, el dolor o la picazón son sensaciones
desagradables asociadas a un componente afectivo negativo.
Codificación de la intensidad del estímulo
Los primeros registros de la actividad unitaria de fibras aferentes primarias (Adrian
1920) permitieron establecer una correlación entre la frecuencia de descarga de la
fibra sensorial y la intensidad del estímulo. Aumentos en la intensidad del estímulo
producen potenciales de receptor y potenciales generadores con una amplitud mayor
que originan un tren de potenciales de acción cuya frecuencia de descarga, es decir, el
113
número de potenciales de acción por unidad de tiempo aumenta con la intensidad del
estímulo (Figura 3). De este modo, el receptor sensorial informa de la intensidad del
estímulo mediante un código de frecuencia de descarga de potenciales de acción de la
neurona sensorial primaria.
La capacidad de la fibra aferente primaria de codificar la intensidad del estímulo está
limitada por un número finito de canales iónicos activados durante el proceso de
transducción y por las propiedades intrínsecas de la fibra aferente primaria. Cuando la
intensidad del estímulo alcanza el límite máximo de respuesta de la fibra aferente
primaria, aumentos en la intensidad del estimulo no provocan un aumento en la
frecuencia de descarga (saturación). Sin embargo, la intensidad de la activación de los
elementos neuronales a lo largo de las vías sensoriales es mucho mayor que la
intensidad máxima que una fibra aferente primaria puede codificar. Esto se debe a que
un aumento en la intensidad del estimulo condiciona la activación progresiva de otros
receptores que presentan un umbral de activación mayor, así como de los receptores
localizados próximos al área de estimulación; es decir, con el aumento de la intensidad
de estimulación existe un reclutamiento de nuevos receptores sensoriales activados.
Así, los receptores sensoriales codifican la intensidad del estímulo mediante un código
de frecuencia de descarga de la fibra aferente primaria y por el número de receptores
sensoriales activados.
El estudio comparativo que analiza la respuesta a estímulos de intensidad variable en
una fibra sensorial primaria, y la sensación provocada por este mismo tipo de estímulo
en un ser humano conciente, revela que la frecuencia de descarga de la neurona
sensorial y la intensidad de la sensación percibida por el sujeto aumentan de forma
proporcional a la intensidad del estimulo. La Psicofísica ha permitido describir la
relación cuantitativa entre la intensidad física del estímulo y la intensidad subjetiva de
la sensación, a partir de un concepto esencial, el umbral sensorial o intensidad mínima
de un estímulo que un sujeto puede detectar. La determinación del umbral sensorial
se realiza mediante funciones psicométricas que relacionan la intensidad del estímulo
y la percepción conciente provocada por este. Se define como la intensidad del
estimulo con la que se detecta el 50% de los estímulos. El desarrollo de Vallbo y
Torebjork en 1980 de la microneurografía (técnica de registro de la actividad eléctrica
de aferencias primarias de los nervios periféricos en seres humanos) ha permitido
114
relacionar simultáneamente la actividad nerviosa y la función psicométrica. Esta
técnica ha evidenciado que, para que exista una sensación conciente, el receptor
sensorial debe generar potenciales de acción, si bien, la descarga de de una fibra
aferente primaria no implica necesariamente una sensación conciente, debido a que el
umbral neurofisiológico de las fibras sensoriales puede no coincidir con el umbral
sensorial. En aquellas vías sensoriales específicas con transmisión directa y poca
modulación central, como las implicadas en el tracto discriminativo, la correlación
entre umbral neurofisiológico y umbral sensorial es muy alta, y no aparece
prácticamente ninguna pérdida de información en la transmisión al sistema nervioso
central. Sin embargo, en las vías sensoriales sometidas a un alto grado de modulación
eferente central o a conexiones con el sistema límbico a través de vías inespecíficas,
como es el caso de la sensación de dolor, el umbral sensorial, puede variar,
aumentando o disminuyendo, en función del contexto en el que se aplica el estímulo.
A partir del umbral sensorial, aumentos en la intensidad del estimulo se acompañan de
un aumento no lineal de la intensidad de la sensación. Steven propuso en 1953 que la
forma más adecuada de determinar la intensidad de una sensación en términos
subjetivos es compararla con una unidad de sensación estándar mediante escalas
racionales. Este procedimiento posibilita una graduación proporcional y continua de la
intensidad de la sensación y, de este modo, la relación de la intensidad de la sensación
y la intensidad del estímulo adopta la forma de una función exponencial. De acuerdo a
la relación entre la intensidad del estimulo y la estimación del sujeto, la intensidad I de
la sensación es proporcional a la enésima potencia del estímulo supraumbral (S‐So),
donde K es una constante dependiente del factor de escala del estímulo: I=k(S‐So)n P P
El exponente n depende de la modalidad sensorial y de los parámetros del estímulo. Si
el exponente es 1, la relación entre intensidad del estimulo y de la sensación es lineal;
si el exponente es mayor que 1, la intensidad de la sensación aumenta más
rápidamente que el estímulo; si n es menor que 1, se comporta de manera inversa.
Modalidades sensoriales que tienen una amplia gama de intensidades, como la visión,
poseen un exponente menor que 1, mientras que la temperatura o el dolor poseen
exponentes mayores que 1, debido a que el rango de intensidades es muy estrecho.
La codificación de la intensidad del estimulo en la mayoría de los receptores
sensoriales mediante el aumento en la frecuencia de descarga también se ajusta a este
115
tipo de función exponencial. En este caso, el exponente n es característico de cada tipo
de receptor y refleja la capacidad del receptor de responder a un rango mayor o
menor de intensidades de estimulo. Los receptores con exponentes menores que 1,
como los fotorreceptores responden a un amplio rango de intensidades, mientras que
los receptores con exponentes mayores que 1, como los termorreceptores o los
nociceptores, responden a un rango estrecho de intensidades.
Esta descripción matemática presenta una alta correlación entre la intensidad
determinada subjetivamente y la intensidad estimada objetivamente de la respuesta
de la fibra aferente primaria.
Codificación de la duración del estímulo
La duración del estímulo está codificada, inicialmente, en el patrón de descarga de los
receptores sensoriales. Los receptores sensoriales extraen la información de la
duración del estímulo por dos vías diferentes: mediante la descarga de un receptor de
adaptación rápida, que define el inicio y/o final del estímulo, o mediante la respuesta
de los receptores de adaptación lenta, que disparan mientras persiste el estímulo. Así,
los receptores de adaptación rápida son sensibles al componente fásico del estímulo y
codifican los aspectos cambiantes del estímulo, su velocidad y aceleración, mientras
que los receptores de adaptación lenta codifican los aspectos constantes o cambios
lentos del componente tónico del estímulo.
Ante un estimulo que persiste en el tiempo, la intensidad de la sensación del mismo
disminuye, fenómeno que se conoce como adaptación sensorial. Este fenómeno
refleja una forma de supresión de la información que puede ser interpretada como
que protege al sistema nervioso de una saturación por estímulos que ofrecen datos
intrascendentes sobre el medio.
Existe una buena correlación entre el curso temporal y la magnitud de los
componentes fásico y tónico de una neurona aferente primaria, y el curso temporal de
la adaptación de una sensación. La sensación de presión alrededor de la cintura
abrocharse un cinturón disminuye e incluso desaparece con el tiempo, es decir, esta
sensación de presión se adapta de forma paralela a la adaptación de los
mecanorreceptores. Sin embargo, en muchas ocasiones, el curso temporal y la relación
entre componente fásico y tónico de la sensación difieren del curso temporal de la
frecuencia de descarga de la neurona aferente primaria asociada a esta sensación. Esta
116
disociación entra adaptación de la neurona aferente primaria y de la sensación se debe
a que la adaptación del receptor sensorial depende de las propiedades del potencial
receptor o generador, mientras que en la adaptación en una sensación, que
inicialmente depende del receptor sensorial, intervienen además, factores centrales
que contribuyen al proceso de adaptación. Un ejemplo de esta disociación entre
receptor y sensación lo constituye la sensación de dolor, en la que los nociceptores
pueden adaptarse, mientras que la sensación de dolor no se adapta o aumenta debido
a que las neuronas centrales toman el relevo en la información del nociceptor
periférico. Es conveniente, por tanto, diferenciar entre conceptos que tienden a
utilizarse con frecuencia como son adaptación de un receptor sensorial y la adaptación
de la sensación.
Codificación de la localización del estímulo
Todos los sistemas sensoriales, con excepción de los sistemas del gusto y el olfato,
están topográficamente organizados desde las neuronas aferentes primarias hasta la
corteza cerebral, para preservar la relación espacial de los receptores periféricos en los
niveles centrales.
La superficie del cuerpo está representada en cada nivel del sistema somestésico
mediante una organización de las células nerviosas que proporciona un mapa espacial
ordenado de la superficie corporal o somatotópico. En el sistema visual, la proyección
de las neuronas primarias en la corteza cerebral se basa en los campos receptores de
las neuronas aferentes primarias, entendiéndose estos como el área periférica
inervada por un receptor y cuya estimulación adecuada provoca la activación del
mismo. El campo receptor es, por tanto, la zona de comunicación entre el receptor y
su medio ambiente. En el caso de las unidades sensoriales cutáneas, el área de piel
inervada por las terminaciones periféricas de la neurona aferente primaria delimita su
campo receptor; en la retina, el campo receptor de una neurona ganglionar se
corresponde con el área de la retina cuya estimulación puede influir en la descarga de
dicha neurona.
Las propiedades de los campos receptores, el tamaño, la densidad de receptores y sus
conexiones centrales determinan la capacidad del sistema sensorial para discriminar
entre dos estímulos y su grado de resolución espacial. Las neuronas aferentes
primarias con campos receptores de pequeño tamaño y con alta densidad de
117
receptores se asocian a unidades sensoriales con una gran resolución espacial. Los
campos receptores de los mecanorreceptores de las yemas de los dedos son pequeños
y poseen un mayor grado de resolución espacial que los mecanorreceptores ubicados
en la palma de la mano o en la espalda que tienen campos receptivos más grandes y
en menor densidad. En la retina el área de mayor agudeza visual se corresponde con la
fóvea debido a su gran densidad de fotorreceptores y sus conexiones.
3.5 SISTEMA SENSORIAL SOMESTÉSICO
El sistema sensorial somestésico presenta dos componentes fundamentales: un primer
subsistema dedicado a la detección de la estimulación mecánica, tales como el tacto
ligero, las vibraciones y la presión, y otro subsistema dedicado a la detección de los
estímulos dolorosos y térmicos. Unidos estos dos subsistemas proporcionan al
organismo la habilidad para identificar la forma y la textura de los objetos, monitorear
las fuerzas internas y externas que actúan sobre el cuerpo en cada momento, y la
detección situaciones potencialmente nocivas. El procesamiento de los estímulos
mecánicos externos se inicia a través de la activación de poblaciones de
mecanorreceptores cutáneos y subcutáneos en la superficie del cuerpo que transmiten
la información hacia el sistema nervioso central. Otros receptores sensoriales
localizados en los músculos, articulaciones y otras estructuras, monitorean las fuerzas
mecánicas que son generadas internamente, denominados propioceptores. La
información proveniente de los mecanoceptores es transmitida hacia el encéfalo por
numerosas vías ascendentes que corren en paralelo a través de la médula espinal, el
tronco encéfalico y el tálamo hasta llegar a la corteza sensorial somestésica primaria,
localizada en el giro postcentral del lóbulo parietal. La corteza sensorial somestésica
primaria envía proyecciones hacia áreas de asociación y hacia estructuras subcorticales
involucradas en el procesamiento de la información mecanosensorial.
3.5.1 MECANORRECEPTORES CUTÁNEOS Y SUBCUTÁNEOS
Los receptores sensoriales especializados en la mecanorrecepción cutánea son
altamente diversos. Estos incluyen terminaciones nerviosas libres en la piel,
terminaciones nerviosas asociadas con células especializadas que actúan como
amplificadores o filtros, y terminaciones nerviosas asociadas con células especializadas
118
en la trandsucción. Basados en su función, esta variedad de receptores puede dividirse
en tres grupos: mecanorreceptores, nociceptores y termorreceptores. Basados en su
morfología, los receptores cerca de la superficie del cuerpo pueden ser divididos en
libres y encapsulados. Los nociceptores y los termorreceptores constituyen
terminaciones libres debido a que las terminaciones nerviosas libres no mielinizadas de
estas neuronas se ramifican hacia la dermis y la epidermis. La mayoría del resto de los
receptores sensoriales cutáneos muestran algún grado de encapsulación, lo cual
determina la naturaleza del estimulo a los cuales responden.
A pesar de su variabilidad, los receptores sensoriales somáticos funcionan
fundamentalmente de la misma forma: la aplicación de un estímulo en la piel deforma
la membrana de la terminación nerviosa, provocando la apertura de canales iónicos y
el cambio en el potencial de membrana. Los cambios en la permeabilidad iónica a
través de los canales provocan la aparición de un potencial receptor (o generador).
3.5.2 MECANORRECEPTORES ESPECIALIZADOS EN LA RECEPCIÓN DE INFORMACIÓN TÁCTIL
Existen cuatro tipos de mecanorreceptores especializados en proveer información
hacia el sistema nervioso central acerca del tacto, presión, vibración y tensión de la
piel: los corpúsculos de Meissner, los corpúsculos de Paccini, los discos de Merkel y los
corpúsculos de Ruffini. Estos receptores están referidos colectivamente como
mecanorreceptores de bajo umbral (o alta sensibilidad) debido a que una estimulación
mecánica de la piel es capaz de provocar su activación.
Los corpúsculos de Meissner son receptores de forma alargada formados por una
cápsula de tejido conectivo que consta de numerosas lámelas de células de Schwann.
El centro de la fibra contiene una o más fibras nerviosas aferentes que generan una
adaptación rápida después de una ligera deformación de la piel. Los corpúsculos de
Meissner se encuentran entre las papilas dérmicas justo por debajo de la epidermis de
los dedos, la palma de las manos y la planta de los pies. Son los mecanorreceptores
más comunes en las zonas de piel descubiertas de pelo y las fibras de adaptación
rápida que inervan los corpúsculos de Meissner constituyen alrededor del 40% de la
inervación en la mano humana.
Los corpúsculos de Paccini son terminaciones nerviosas alargadas encapsuladas
localizadas en el tejido subcutáneo. Estos receptores difieren de los corpúsculos de
119
Meissner en su morfología, distribución y umbral. El corpúsculo de Paccini tiene una
capsula parecido a las capas de una cebolla en la cual cada lámela está separada de la
próxima por un espacio lleno de líquido extracelular. En el centro de esta estructura se
encuentran uno o más axones de adaptación rápida. La capsula actúa como un filtro
que permite que las terminaciones nerviosas sean activadas solamente por
deformaciones transientes de alta frecuencia. Los corpúsculos de Paccini se adaptan
más rápidamente que los corpúsculos de Meissner y tienen un menor umbral. Estas
características sugieren que el corpúsculo de Paccini está involucrado en la
discriminación de la textura de las superficies u objetos en movimiento que producen
vibraciones en la piel de alta frecuencia. En correspondencia con esta suposición, la
estimulación de los corpúsculos de Paccini provoca la aparición de una sensación de
vibración en la piel. Este tipo de corpúsculo representa alrededor del 10‐15% de los
receptores cutáneos en las manos.
Entre los mecanorreceptores cutáneos de adaptación lenta se incluyen los discos de
Merkel y los corpúsculos de Ruffini. Los discos de Merkel están localizados en la
epidermis y representan alrededor del 25% de los mecanorreceptores en las manos. Se
encuentran en alta densidad en las puntas de los dedos, los labios y los genitales
externos. La estimulación selectiva de estos receptores en humanos produce una
sensación de tacto ligero. Se supone que los discos de Merkel están relacionados con
la discriminación de bordes, formas y texturas gruesas.
Los corpúsculos de Ruffini, aunque son estructuralmente semejantes a otros
receptores táctiles, no han sido bien estudiados. Estas especializaciones capsulares
alargadas con forma de huso están localizadas profundamente en la piel, de manera
similar a los ligamentos y los tendones. El eje longitudinal del corpúsculo está
orientado usualmente de manera paralela a las líneas de tensión de la piel. Por tanto,
los corpúsculos de Ruffini son particularmente sensibles al estiramiento de la piel o el
movimiento de las articulaciones. Estos corpúsculos constituyen alrededor del 20% de
los receptores en la mano humana y no provocan ninguna sensación táctil particular
cuando son estimulados eléctricamente. Aunque todavía existen numerosas preguntas
acerca de su funcionamiento, probablemente estos receptores respondan a estímulos
generados internamente.
120
3.5.3 DIFERENCIAS EN LA MECANORRECEPCIÓN A LO LARGO DE LA SUPERFICIE DEL CUERPO
La precisión con la cual los estímulos táctiles pueden ser detectados varía de una
región del cuerpo a otra. En la figura 4 se ilustra el resultado de un experimento en el
cual se evalúa la habilidad para discriminar dos puntos en diferentes regiones del
cuerpo. Es esta prueba se mide la mínima distancia necesaria entre dos estímulos para
reconocerlos como estímulos diferentes. Cuando se aplica esta prueba en la punta de
los dedos, la distancia necesaria para reconocer los dos puntos como estímulos
separados es tan solo de 2 mm. Por otro lado, el mismo par de estimulos aplicado en la
espalda solo podrá ser reconocido como dos estímulos si los puntos están separados
alrededor de 40 mm. Esta marcada diferencia en la habilidad de discriminación de dos
puntos se explica por el hecho de que la densidad de mecanorreceptores en las puntas
de los dedos es cerca de tres o cuatro veces la densidad en la espalda o el tronco.
Igualmente importante es el tamaño de los campos receptivos de los receptores en
una y otra región del cuerpo. El campo receptivo es la región de la neurona sensorial
somestésica en la cual un estímulo táctil provoca una respuesta en esta célula. Los
análisis en la mano humana muestran que los campos receptivos en las puntas de los
dedos tienen un diámetro de 1‐2 mm mientras que los correspondientes a las palmas
de las manos entre 5‐10 mm. Los campos receptivos en la espalda tienen un diámetro
aun mayor.
121
Figura 4. Variación en la sensibilidad de la discriminación táctil en función de la
localización en la superficie del cuerpo, medida a través de la discriminación de dos
puntos.
Sin embargo, la densidad de receptores y el tamaño de los campos receptivos no son
suficientes para explicar las variaciones en las percepciones táctiles. Por ejemplo, los
umbrales sensoriales en la discriminación de dos puntos varían con los niveles de
práctica, fatiga o estrés. La significación del estimulo también es importante; aun
cuando pasamos la mayor parte del día usando alguna ropa, usualmente ignoramos la
estimulación táctil que ella produce. Algunos rasgos del sistema somestésico nos
permite filtrar alguna información y prestarle atención solamente cuando es necesario.
El fenómeno conocido como sensaciones en las extremidades fantasmas después de
una amputación proporciona evidencia de que las sensaciones táctiles no se explican
122
completamente por el procesamiento periférico de la información. El sistema nervioso
central juega un papel activo en determinar nuestra percepción de las fuerzas
mecánicas que actúan sobre nosotros.
3.5.4 COMPONENTES SENSORIALES SOMESTÉSICOS DEL TÁLAMO
Cada uno de los numerosos axones que forman los tractos ascendentes del sistema
sensorial somestésica originados en la médula espinal y el tronco encefálico convergen
en el tálamo. El complejo ventral del tálamo, que comprende los núcleos medios y
laterales, es el blanco principal de estas vías ascendentes. La porción más lateral del
núcleo ventral posterior recibe del lemnisco medio todas las proyecciones con la
información somatosensorial del cuerpo y las regiones posteriores de la cabeza;
mientras que los núcleos localizados en las porciones más medias reciben axones del
lemnisco trigémino (información mecanosensorial y nocioceptiva con información del
rostro). En consecuencia, el complejo ventral del tálamo contiene una representación
completa de la periferia sensorial somestésica.
3.5.5 CORTEZA SENSORIAL SOMESTÉSICA
Los axones provenientes de las neuronas del complejo ventral del tálamo se proyectan
hacia las neuronas corticales localizadas principalmente en la capa VI de la corteza
sensorial somestésica (Figura 5). La corteza sensorial somestésica en humanos,
localizada en el lóbulo parietal, comprende cuatro regiones diferentes, o áreas,
conocidas como área de Brodmann 3a, 3b, 1 y 2. Aun cuando el área 3b es conocida
generalmente como la corteza sensorial somestésica primaria (SI), las cuatro áreas
están involucradas en el procesamiento de la información táctil. Algunos experimentos
llevados a cabo en primates no‐humanos indican que las neuronas de las áreas 3b y 1
responden principalmente a estímulos cutáneos mientras que el área 3a responde
fundamentalmente a la estimulación propioceptiva. Las neuronas del área 2 procesan
tanto información táctil como propioceptiva. Estudios en los cuales se ha realizado un
mapa de las funciones de la corteza sensorial somestésica han revelado que cada una
de estas áreas contiene una representación completa y separada de cada una de las
regiones del cuerpo. En estos mapas somatotópicos, la representación de los pies,
piernas, el tronco, los miembros anteriores y el rostro está organizada desde la región
123
media hacia las regiones laterales (Figuras 6 y 7). Estos mapas somatotópicos cumplen
generalmente con una organización topográfica. La organización topográfica consiste
en que en cada sistema sensorial cada región de la periferia está representada
topológicamente en cada estación de procesamiento de la información y en cada
tracto nervioso. Existe una relación espacial de una estructura con respecto a otra en
cada una de las estaciones de procesamiento de la información y en los tractos
nerviosos. Esto significa que cada una de las regiones de la periferia está representada
en la corteza.
Figura 5 de sistemas sensoriales
Figura 6 de sistemas sensoriales
Figura 7 de sistemas sensoriales
Aunque la organización topográfica de las múltiples áreas sensoriales somáticas es
similar, las propiedades funcionales de las neuronas en cada región son diferentes. Por
ejemplo, los campos receptivos neuronales son relativamente simples en el área 3b,
donde se puede obtener respuesta solo con estimulación de un solo dedo. En las áreas
124
1 y 2, la mayoría de los campos receptivos son multidígitos. Además, las neuronas del
área 1 responden preferentemente a la estimulación de la piel con una dirección
particular mientras que las neuronas del área 2 requieren de estímulos complejos para
su activación (tales como una forma determinada). Las lesiones producidas en el área
3 producen un severo déficit en la habilidad para la discriminación de formas y textura.
Por el contrario, las lesiones en el área 1 en los monos solo afecta la habilidad para la
discriminación de texturas. Las lesiones en el área 2 tienden a producir déficit en la
coordinación de los dedos y en la habilidad para la discriminación de formas y
tamaños.
Un rasgo curioso de los mapas corticales, reconocido poco después de su
descubrimiento, es su fallo para representar el cuerpo en sus proporciones reales.
Cuando los neurocirujanos determinaron la representación del cuerpo humano en la
corteza sensorial somestésica, se observó que las manos y el rostro estaban
sobrerrepresentados en el llamado homúnculo (del latin “pequeño hombre”). Como es
de esperar, la representación de cada subregión del mapa sensorial somestésico es
proporcional a la densidad y la complejidad de los circuitos neuronales a nivel
subcortical. Así, las regiones con mayor representación en la corteza son aquellas que
tienen una mayor densidad de receptores en la periferia. Por ejemplo, si
comparáramos la representación en corteza de los dedos, esta es mucho mayor que la
región del tronco, sin embargo, los dedos tienen un área mucho menor que el tronco.
3.6 SISTEMA VISUAL
Esta sección considera la visión, la modalidad sensorial que recibe mayor atención por
parte de psicólogos, anatomistas y fisiólogos. Una de las razones que genera esta gran
atención deriva de la fascinante complejidad de los órganos sensoriales de la visión y
de la relativamente alta proporción del encéfalo dedicada al análisis de la información
visual. Otra de las razones es la importancia que tiene la visión para los humanos como
individuos.
3.6.1 EL ESTÍMULO VISUAL
Como todos conocemos, nuestros ojos detectan la presencia de luz. Para los humanos,
la luz es una gama espectral muy estrecha de radiaciones electromagnéticas. Las
125
radiaciones electromagnéticas con longitudes de onda entre 380 y 760 nm son visibles
para nosotros. Otros animales pueden detectar gamas diferentes de radiación. Por
ejemplo, las abejas pueden detectar diferencias en el ultravioleta reflejadas en las
flores que parecen de color blanco para nosotros. La gama de longitudes de onda que
llamamos luz no es diferente cualitativamente del resto del espectro
electromagnético; es simplemente la parte de ese continuo que los humanos podemos
ver.
El color de la luz que podemos percibir está determinado por tres dimensiones: color,
saturación y brillantez. La luz viaja a una velocidad constante de 300 000 km/s. Así, si la
frecuencia de las oscilaciones de la onda varía, la distancia entre los picos de las ondas
varía de manera similar pero en sentido inverso. Oscilaciones más lentas conducen a
longitudes de onda más largas y oscilaciones más rápidas conducen a longitudes de
onda más pequeñas. La longitud de onda determina el primero de los tres dimensiones
perceptuales de la luz, el color. El espectro visible incluye la gama de colores que
nuestros ojos pueden detectar.
La luz también puede variar en intensidad, que corresponde con la segunda dimensión
perceptual, la brillantez. Si la intensidad de la radiación electromagnética se
incrementa, la brillantez aparente aumenta también. La tercera dimensión, la
saturación, se refiere a la pureza relativa de la luz que está siendo percibida. Si todas
las radiaciones fueran de una sola longitud de onda, el color percibido es puro o
saturado completamente. Recíprocamente, si la radiación contiene todas las
longitudes de onda, esta no produce sensación de color. Los colores con grado de
saturación intermedios están compuestos de mezclas diferentes de longitudes de
onda.
3.6.2 ANATOMÍA DEL SISTEMA VISUAL
Para que una persona vea, la imagen debe ser enfocada en la retina. Esta imagen
provoca cambios en la actividad eléctrica de millones de neuronas en la retina, la cual
resulta en el envío de mensajes a través del nervio óptico hacia el resto del cerebro. En
esta sección se describe la anatomía del ojo, los fotorreceptores en la retina que
detectan la presencia de luz y las conexiones entre la retina y el encéfalo.
126
Los ojos están suspendidos en órbitas, estructuras óseas en el frente del cráneo. Estos
se mantienen en el lugar y son movidos gracias a la actividad de seis músculos
extraoculares adosados a la capa más externa del ojo llamada esclerótica.
Normalmente, no es posible buscar en la parte posterior del ojo y observar estos
músculos pues se encuentran ocultos en la conjuntiva.
La capa más externa del ojo, la esclerótica, es opaca y no permite la entrada de luz. Sin
embargo, la cornea, la capa más externa en el frente del ojo es transparente y permite
la entrada de la luz. La cantidad de luz que entra en el ojo es regulada por la pupila, la
cual es una apertura del iris, un anillo pigmentado de músculos situados detrás de la
cornea. La lente o cristalino, situada detrás del iris, está compuesta por una serie de
capas transparentes. Su forma puede cambiar gracias a la contracción de los músculos
ciliares. Estos cambios en la forma del cristalino permiten el enfoque de las imágenes
cercanas y a distancia en la retina, un proceso llamado acomodación.
Después de pasar por el cristalino, la luz cruza la mayor parte del ojo, la cual está llena
de una sustancia gelatinosa conocida como humor vitreo. Después de pasar por el
humor vitreo, la luz impacta en la retina, el revestimiento interno del fondo del ojo. En
la retina están localizados las células receptoras, los conos y los bastones, que
funcionan como fotorreceptores.
La retina humana contiene alrededor de 120 millones de bastones y 6 millones de
conos. Aunque los conos son superados numéricamente por los bastones,
proporcionan la mayor parte de la información acerca de nuestro entorno visual. En
particular, los conos son los responsables de la visión diurna. Los conos proporcionan
información acerca de los rasgos con mayor detalle en nuestro campo visual y son la
fuente de la visión de mayor agudeza. La fóvea, o región central de la retina, en la cual
se forman las imágenes visuales con mayor agudeza está compuesta mayoritariamente
por conos. Los conos son responsables, además, de la visión en colores. Aun cuando
los bastones no son capaces de detectar los colores y proporcionan una visión de baja
agudeza, presentan una mayor sensibilidad que los conos.
Otra característica de la retina es la existencia del punto ciego, donde los axones se
unen para formar el nervio óptico que abandona el ojo. En el punto ciego no existe
formación alguna de imagen visual ya que carece de fotorreceptores. Normalmente,
127
los humanos no perciben la existencia de un punto ciego pero su existencia puede ser
demostrada.
Un examen detallado de la retina muestra que esta contiene numerosas capas de
cuerpos neuronales, sus dendritas, sus axones y los fotorreceptores. La figura 8
muestra una sección transversal de la retina de los primates, la cual está dividida en
tres capas, la capa de células fotorreceptoras, la de células bipolares y la de células
ganglionares. En el caso de los primates la retina es invertida, que significa que la capa
de fotorreceptores se encuentra más alejada de la superficie frontal del ojo.
Afortunadamente, estas capas son transparentes.
Los fotorreceptores hacen sinapsis con las células bipolares y estas con las células
ganglionares, la cual sus axones forman el nervio óptico llevando la información visual
al resto del encéfalo. Además, la retina contiene células horizontales y células
amacrinas. Ambos tipos de células transmiten información en dirección paralela a la
superficie de la retina y combinan mensajes entre fotorreceptores adyacentes. La
retina de los primates contiene alrededor de 55 tipos diferentes de neuronas: un tipo
de bastón, tres tipos de conos, dos tipos de células horizontales, diez tipos de células
bipolares, entre 24 y 29 tipos de células amacrinas y de 10 a 15 tipos de células
ganglionares.
Figura 8. Circuitos neuronales en la retina.
128
¿Cuáles son los mecánismos de estimulación de los fotorreceptores y cómo es la
transmisión de la información hacia el sistema nervioso? En la absoluta oscuridad la
membrana de los fotorreceptores se encuentra con un valor de potencial de
membrana en reposo aproximadamente igual a –40mV. Este valos de potencial de
membrana es despolarizado con respecto al valor de potencial de membrana en
reposo de las neuronas. Esta despolarización es causada por la presencia de canales
que permiten el paso de sodio a través de ellos constantemente. Como producto de
esta despolarización sostenida las vesículas sinápticas localizadas en el pie se
encuentran liberando su neurotransmisor constantemente. Este neurotransmisor es
inhibitorio sobre las células bipolares. Como consecuencia de esta inhibición la
comunicación sináptica entre las células bipolares y las células ganglionares no está
funcionando.
Cuando los fotorreceptores son activados, la presencia de luz provoca el cierre de los
canales de sodio presentes en el segmento externo. Al cerrarse dichos canales, la
membrana tiende a hiperpolarizarse, y por tanto cesa la liberación de neurotransmisor
de los fotorreceptores hacia las células bipolares. El cese de la liberación de los
neurotransmisores retira la inhibición que este ejercía sobre las células bipolares. Al
ser retirada la inhibición, las células bipolares se activan, se despolariza su membrana y
esta despolarización provoca que comience a funcionar la transmisión sináptica entre
estas y las células ganglionares. Es importante señalar que en las células bipolares no
se producen potenciales de acción, es la despolarización producto de la retirada de la
inhibición lo que provoca el inicio de la liberación de neurotransmisor. La unión del
neurotransmisor liberado por las células bipolares con los receptores de las células
ganglionares provoca la aparición de un potencial. Es en las células ganglionares donde
se generan los potenciales de acción que conducen la información hacia el sistema
nervioso central.
3.6.3 CONEXIONES ENTRE LOS OJOS Y EL ENCÉFALO
Los axones de las células ganglionares conducen información hacia el resto del
cerebro. Estos axones ascienden a través del nervio óptico hasta alcanzar el núcleo
geniculado lateral dorsal del tálamo. Este núcleo contiene seis capas de neuronas, cada
una de las cuales recibe información de un ojo. Los cuerpos de las neuronas de las dos
129
capas más internas son de mayor tamaño que aquellas de las restantes cuatro capas.
Por esta razón, las dos capas más internas son llamadas capas magnocelulares y las
restantes capas son llamadas capas parvocelulares (parvo se refiere a las pequeñas
dimensiones de las células). Un tercer conjunto de neuronas se hallan en posición
ventral a las capas magnocelular y parvocelular, llamadas subcapas koniocelulares.
Estas tres capas pertenecen a sistemas diferentes, que son responsables del análisis de
diferentes tipos de información visual.
Las neuronas de los núcleos geniculados laterales dorsales envían sus axones a través
de una vía conocida como radiaciones ópticas hacia la corteza visual primaria en el
lóbulo occipital. La corteza visual primaria es llamada a menudo corteza estriada
debido a que contiene numerosas capas de células de coloración oscura.
Los nervios ópticos provenientes de cada ojo se cruzan en la base del encéfalo
formando una estructura en forma de X conocida como quiasma óptico. En esta
estructura los axones de las células ganglionares localizadas en las mitades internas de
la retina cruzan a través del quiasma para ascender hacia a los núcleos geniculados
laterales dorsales del lado opuesto del encéfalo. Los axones de las células ganglionares
localizadas en las mitades externas de la retina permanecen se proyectan hacia el
mismo hemosferio cerebral. El cristalino invierte la imagen proyectada en la retina
(igualmente invierte la imagen de derecha a izquierda). Así, debido a que los axones de
las mitades internas de la retina cruzan hacia el otro lado del encéfalo, cada hemisferio
recibe información proveniente del lado opuesto de la escena visual. Esto es, si una
persona mira hacia delante, el hemisferio derecho recibe información de la mitad
izquierda del campo visual y el hemisferio izquierdo recibe información de la mitad
derecha (Figura 9).
130
Figura 9. Vía visual.
Además de la vía primaria retino‐geniculo‐cortical, numerosas vías son utilizadas para
conducir información desde la retina. Por ejemplo, una vía hacia el hipotálamo
sincroniza los ritmos cíclicos de 24 horas en la actividad de los animales. Otras vías,
especialmente aquellas que viajan hacia el tectum óptico y los núcleos pretectales,
coordinan el movimiento de los ojos, controlan los músculos del iris y los músculos
ciliares, contribuyendo a dirigir nuestra atención hacia movimientos repentinos en la
periferia de nuestro campo visual.
3.6.4 CODIFICACIÓN DE LA INFORMACIÓN VISUAL EN LA RETINA
Uno de los métodos más importantes utilizados para el estudio de la fisiología del
sistema visual es el uso de microelectrodos para registrar la actividad eléctrica de las
neuronas aisladas. De acuerdo a lo visto en la sección anterior, algunas neuronas
ganglionares se activan cuando son iluminados los fotorreceptores con los cuales se
conectan. El campo receptivo de una neurona en el sistema visual es la parte del
131
campo visual que esa neurona ve – la parte en la que la luz debe incidir para que esa
neurona sea estimulada. Obviamente, la localización del campo receptivo de una
neurona en particular depende de la localización de los fotorreceptores que le
proporcionan información visual. Si una neurona recibe información de los
fotorreceptores localizados en la fóvea, su campo receptivo constituirá un punto de
fijación visual – el punto al cual el ojo se encuentra mirando. Si la neurona recibe
información de los fotorreceptores localizados en la periferia de la retina, su campo
receptivo estará localizado hacia un lado.
En la retina periférica muchos fotorreceptores convergen en una neurona ganglionar,
trayendo información de un área de retina relativamente grande, y por tanto de un
área relativamente grande del campo visual. Sin embargo, la fóvea contiene
aproximadamente igual número de células ganglionares y conos. Estas relaciones
receptor/axón explica el hecho por el cual la visión de fóvea es muy aguda y nuestra
visión periférica es mucho menos precisa.
Hace más de 60 años, Hartline (1938) descubrió que la retina de la rana tenía tres tipos
de neuronas ganglionares. Las células ganglionares tipo ON responden con una
excitación cuando la retina es iluminada, neuronas tipo OFF, que responden cuando
desaparece la estimulación lumínica, y células tipo ON/OFF, que responden
brevemente cuando se estimula la retina y cuando se retira el estimulo. Kuffler (1952,
1953), registrando de las células ganglionares de la retina del gato, descubrió que su
campo receptivo está compuesto por un centro circular rodeado por un anillo. La
estimulación en el centro del campo receptivo tiene efectos contrarios: las neuronas
ganglionares tipo ON se activan cuando el centro es estimulado por luz y se inhiben
cuando se estimula el anillo exterior, mientras que las neuronas OFF responden de
manera contraria. En los primates, las células ganglionares ON/OFF se proyectan
directamente al colículo superior, que está involucrado directamente en los reflejos
visuales.
La figura 10 también ilustra el efecto de rebote postinhibitorio que ocurre cuando la
luz es encendida nuevamente. Las neuronas cuya actividad es inhibida mientras son
estimuladas con luz mostrarán una breve actividad excitatoria cuando desaparece la
estimulación. En contraste, las neuronas cuya actividad aumenta con la estimulación
muestran un breve periodo de inhibición cuando desaparece el estimulo.
132
Las dos grandes categorías de neuronas ganglionares (ON y OFF) y la organización de
sus respectivos campos receptivos en centro y periferia proporcionan información útil
para el resto del sistema visual. De acuerdo con lo observado con Schiller (1992), las
células ganglionares tienen una baja frecuencia de descarga de actividad espontánea.
Entonces, cuando los niveles de iluminación aumentan en el centro del campo
receptivo, su actividad se incrementa o disminuye. En particular, la actividad de las
células ON aumenta y la de las células OFF disminuye. Tal sistema es particularmente
eficiente. Teóricamente, un solo tipo de neurona ganglionar podría responder a una
frecuencia de descarga intermedia y detecta el cambio de estimulación incrementando
o disminuyendo la frecuencia de generación de potenciales de acción.
Figura 10. Patrones de respuesta de las neuronas ganglionares ON y OFF ante
estímulos presentados tanto en el centro como en la periferia de su campo receptivo.
Numerosos estudios han mostrado que las células ON y OFF detectan diferentes tipos
de información. Schiller, Sandell y Maunsell (1986) inyectaron monos con ABP (2‐
amino‐4‐phosphonobiturato), una droga que bloquea la transmisión sináptica en las
neuronas bipolares tipo ON. Estos autores encontraron que estos animales tenían
dificultades para la detección de puntos que fueran más brillantes que el fondo y no
tenían dificultades para la detección de puntos que fueran ligeramente más oscuros
que el fondo. Además, Dolan y Schiller (1989) encontraron que una inyección de ABP
133
bloqueaba completamente la visión en un ambiente muy oscuro, que normalmente es
mediado por bastones. Así, las neuronas bipolares que reciben de bastones deben ser
todas del tipo ON.
La segunda característica de los campos receptivos de las células ganglionares – la
organización en centro y periferia – aumenta nuestra habilidad para detectar los
contornos de los objetos aun cuando sea bajo el contraste entre los objetos y el fondo.
La figura 11 ilustra este fenómeno. Esta figura muestra seis cuadros grises organizados
en orden de brillantez. El lado derecho de cada cuadro luce un poco más brillante que
el lado izquierdo, lo que hace que más evidente los bordes entre los cuadros. Sin
embargo, estos bordes exagerados no existen en la figura, sino que son adicionados
por nuestro sistema visual gracias a la organización centro periferia de las neuronas
ganglionares de la retina.
Figura 11. Aumento del contraste. Aún cuando cada cuadro gris tiene una opacidad
uniforme, el borde derecho de cada uno luce más brillante y el borde izquierdo luce
más opaco.
La figura 12 explica como funciona este fenómeno. Se esquematiza los centros y
periferias de los campos receptivos de numerosas células ganglionares. La imagen de
la transición entre las regiones más claras y más oscuras cae en algunos de estos
134
campos receptivos. Las células cuyo centro está localizado en la región más brillante
pero el centro está localizado al menos parcialmente en la región oscura tendrán
mayor frecuencia de descarga que el resto.
Figura 12. Explicación esquemática del fenómeno mostrado en la figura 11. Solo se
muestran los campos receptivos de las células ON.
Hasta ahora, hemos estado examinando las propiedades monocromáticas de las
células ganglionares (respuesta a la luz y la oscuridad). Sin embargo, los objetos en
nuestro entorno absorben selectivamente determinadas longitudes de onda y reflejan
otras, las cuales, en nuestros ojos son percibidas como diferentes colores. La retina de
los humanos contiene tres tipos de conos, que nos provee de la más elaborada forma
de la visión en colores.
Varias teorías acerca de la visión en colores han sido propuestas durante muchos años
– mucho antes de que fuera posible desaprobarlas o validarlas por su significado
fisiológico. En 1802 Thomas Young, un médico y físico británico, propuso que el ojo
detecta diferentes colores por que contiene tres tipos de receptores, cada uno sensible
a un color. Su teoría fue conocida como la teoría tricromática. Fue propuesta teniendo
en cuenta que para un observador cualquier color puede ser reproducido mezclando
135
varias cantidades de tres colores seleccionados de diferentes puntos a lo largo del
espectro.
Debemos enfatizar que la mezcla de colores es diferente de la mezcla de pigmentos. Si
combinamos pigmentos amarillos con azules, la mezcla resultante es verde. La mezcla
de colores se refiere a la adición de dos o más fuentes de luz. Si combinásemos un haz
de luz de color rojo y un haz de luz de color verde azuloso en una pantalla blanca, el
resultado sería una luz amarilla. Si mezclamos luz amarilla y luz azul obtendríamos luz
blanca. Cuando el blanco aparece en la pantalla de su televisor o en la pantalla de la
computadora, realmente consiste en pequeños puntos de luz roja, verde y azul.
Otra idea importante en la percepción del color fue sugerida por el fisiólogo alemán
Ewald Hering (1905/1965), quien planteó que el color puede ser representado en el
sistema visual como colores opuestos. Las personas interesadas en el estudio de la
percepción del color han considerado históricamente al amarillo, el azul, el rojo y el
verde como los colores primarios (colores que parecen ser únicos y que no surgen de
la mezcla de otros). Los demás colores pueden ser descritos como mezclas de estos
colores. El sistema tricromático no explica por que el amarillo está incluido en este
grupo, porqué es percibido como un color puro. Por ejemplo, se puede hablar de un
verde azuloso y un amarillo verdoso y el naranja parece tener tanto rojo como
amarillo. El púrpura parece tener de rojo y azul. Sin embargo, es difícil imaginarse un
verde rojizo o un azul amarillento. Esto es imposible pues estos colores parecen ser
colores opuestos entre ellos. Nuevamente, estos hechos no son explicados
basándonos en la teoría tricromática. Como veremos posteriormente, el sistema visual
utiliza tanto el sistema tricromático como los colores opuestos para codificar la
información referente al color.
Algunas investigaciones fisiológicas en los fotorreceptores de la retina de los primates
han demostrado que Thomas Young tenía razón: existen tres tipos de conos
responsables de la visión de color. Los investigadores han estudiado las características
de absorción de un fotorreceptor en particular, determinando la cantidad de luz de
diferentes longitudes de onda que son absorbidas por los fotopigmentos. Estas
características son controladas por el tipo de opsina particular que contiene cada
fotorreceptor.
136
Los picos de sensibilidad de los tres tipos de conos son aproximadamente 420 nm
(azul‐violeta), 530 nm (verde) y 560 nm (amarillo‐verde). El pico de sensibilidad de los
conos de longitudes de onda cortas es realmente 440 nm en el ojo intacto debido a
que el cristalino absorbe parte de estas longitudes de onda. Por conveniencia,
llamaremos a los conos de longitudes de onda corta, media y larga como conos
sensibles al azul, verde y rojo respectivamente. La retina contiene aproximadamente
igual número de conos rojos y verdes pero un número mucho menor de conos azules.
Algunas anomalías en uno o más tipos de conos aparecen como defectos genéticos en
la visión de color. El primero de dos tipos de visión de color deficiente involucra al
cromosoma X; debido a que los individuos varones presentan un solo cromosoma X,
estos expresan esta deficiencia con una mayor frecuencia. Las personas que padecen
de protanopía confunden el rojo con el verde. Los sujetos con este desorden ven el
mundo en matices de amarillo y azul y los objetos de color rojo y verde lucen de color
amarillento para ellos. Su agudeza visual es normal, lo que indica que la retina no
carece de conos rojos o verdes. Este hecho y su sensibilidad a luces de diferentes
longitudes de onda sugieren que sus conos rojos presentan las opsinas de los conos
verdes. Las personas que padecen de deuteranopia también confunden el rojo con el
verde y también tienen la agudeza visual normal. Sus conos verdes parecen contener
opsina de los conos rojos.
La tritanopia es un desorden muy raro que afecta 1 de cada 10 000 personas. Esta
enfermedad involucra un gen defectuoso que no está localizado en el cromosoma X,
por tanto es igualmente prevalente en machos y hembras. Las personas con tritanopia
tienen dificultades con los colores de longitudes de onda corta y ven el mundo en
verde y rojo. Para ellos un cielo azul luce rosado. Sus retinas carecen de conos azules.
Debido a que las retinas poseen tan pocos de este tipo de conos, la agudeza visual no
se ve afectada.
Al nivel de las neuronas ganglionares en la retina el código de los tres colores se
traduce en el sistema de colores oponentes. Daw (1968) y Gouras (1968) encontraron
que estas neuronas responden específicamente ante pares de colores primarios, con el
rojo opuesto al verde y el azul opuesto al amarillo. Así, la retina contiene dos tipos de
células ganglionares sensibles al color: rojo‐verde y amarillo‐azul. Algunas células
ganglionares sensibles al color presentan un campo receptivo concéntrico dividido en
137
centro y periferia. Por ejemplo, una célula puede ser excitada por rojo e inhibida por
verde en el centro de su campo receptivo mientras que muestra el patrón opuesto de
respuesta si se estimula en la periferia (Figura 13). Otras células ganglionares que
reciben información de los conos no responden diferencialmente a las longitudes de
onda sino que codifican los grados de brillantez en el centro y la periferia. Este tipo de
células funcionan como detectores de blanco y negro.
Figura 13. Campos receptivos de las neuronas ganglionares sensibles al color en la
retina. Con las combinaciones de colores mostradas, las células ganglionares aumentan
su frecuencia de descarga.
3.6.5 ANÁLISIS VISUAL DE LA ORIENTACIÓN Y EL MOVIMIENTO
La corteza estriada está compuesta por seis capas (y numerosas subcapas),
organizadas en bandas paralelas a la superficie del cerebro. Si considerásemos la
corteza estriada de un hemisferio como un todo, encontraremos que esta contiene un
mapa contralateral de la mitad del campo visual. Este mapa estaría distorsionado;
aproximadamente el 25% de la corteza estriada está dedicada al análisis de la
información proveniente de la fóvea, que representa una pequeña parte del campo
visual.
Los estudios pioneros llevados a cabo por David Hubel y Torsten Wiesel durante la
década del 1960 iniciaron una revolución en la fisiología de la percepción visual. Hubel
y Wiesel descubrieron que las neuronas en la corteza visual estriada no responden
simplemente a puntos de luz sino que responden selectivamente a rasgos específicos
del campo visual. Esto significa que el circuito neuronal dentro de la corteza visual
combina información de diferentes fuentes de tal forma que detecta rasgos que son
mayores en dimensiones que el campo receptivo de una célula ganglionar.
138
La mayoría de las neuronas en la corteza estriada son sensibles a la orientación. Esto
significa que si una línea es colocada en el campo receptivo y rotada alrededor de su
centro, la célula responderá solo cuando la línea se encontrará en una orientación
particular. Algunas neuronas responden mejor a una línea vertical, otras a una línea
horizontal y otras a una línea orientada entre las dos. La figura 14 ilustra la respuesta
de una neurona en la corteza estriada cuando las líneas se presentan en varias
orientaciones. Como se aprecia, la neurona responde mejor cuando la línea es
presentada en posición vertical.
Figura 14. Sensibilidad a la orientación. Una neurona de sensible a la orientación de
una línea de luz en la corteza estriada solo responderá cuando la luz se encuentra
orientada en una posición determinada.
Algunas neuronas sensibles a la orientación tienen campos receptivos organizados en
forma opuesta. Hubel y Wiesel se refirieron a ellas como células simples. Por ejemplo,
una línea con una orientación particular puede activar a una célula si se coloca en el
centro de un campo receptivo pero inhibe a la célula si se mueve lejos del centro del
campo. Otro tipo de neuronas, a la que los investigadores se refieren como célula
compleja, también responden mejor a una línea en una orientación particular sin
mostrar una periferia que resulte inhibitoria pero que responde siempre que la línea se
encuentre en movimiento dentro de su campo receptivo. De hecho, muchas células
139
complejas aumentan su frecuencia de descarga cuando la línea se mueve en dirección
perpendicular a su eje de orientación y solo en una dirección. Estas neuronas
funcionan como detectores de movimiento. Además, las células complejas responden
igualmente ante líneas blancas sobre un fondo negro y viceversa (Figura 15).
Finalmente, las células hipercomplejas responden a líneas con una orientación
particular pero no tienen región inhibitoria al final de la línea, lo que significa que estas
células detectan la localización del final de las líneas en una orientación particular.
Figura 15. Patrones de respuesta característicos de neuronas en la corteza estriada
(neuronas simples, complejas e hipercomplejas)
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142
CAPÍTULO IV ELEMENTOS DE PSICOFISIOLOGÍA PARA PSICÓLOGOS
MARIA CECILIA PÉREZ
4.1 INTRODUCCIÓN
Los primeros registros de la actividad eléctrica cerebral de base o
electroencefalograma (EEG) que se obtuvieron colocando electrodos en la superficie
del cuero cabelludo, se describen a principios del siglo pasado (Berger, 1929). Ya desde
entonces, se asumió que en dicha actividad, estaban contenidos de alguna forma los
misterios y complejidades de la mente humana y que, en consecuencia, la
electrofisiología cerebral podría aportar un conocimiento mas preciso de las funciones
mentales. Este supuesto inicial se reafirma y enriquece cuando aparecen las primeras
computadoras (de tipo analógicas) desarrolladas por Dawson en 1954 y se pudo
extraer del EEG de base, las respuestas cerebrales que están relacionadas
específicamente con el procesamiento de un estímulo sensorial o evento. Estas
respuestas o cambios de voltaje en el tiempo, se denominaron inicialmente ¨evoked
potentials¨ (en inglés) término que se ha traducido al español, no muy felizmente,
como potenciales evocados (PE). La palabra ¨evocado¨ en nuestro idioma seria más
bien ¨imaginado¨ y en realidad estas señales son reales y producidas por estimulación,
de manera que seria mejor hablar de potenciales provocados. Sin embargo, para evitar
confusión se utilizará aquí también la terminología ya aceptada de PE. Como estas
respuestas son señales muy pequeñas (en el orden de millonésimas de voltios) y se
registran mezcladas con otra actividad eléctrica de origen fisiológico y/o artefactual
que las oscurece, se requiere de una instrumentación y procesamiento adecuado para
poder visualizarlas. Con el continuo avance de la tecnología y en particular el de la
electrónica digital y la computación, se desarrollan nuevos paradigmas o tareas más
complejas para el registro de los PE y se perfeccionan las metodologías de
procesamiento y análisis. Fue posible entonces, visualizar a mediados de la década del
60, otro tipo de respuestas o cambios eléctricos mas tardíos, que están relacionados,
ya no con la activación sensorial provocada por un estímulo, sino con la forma en que
el sujeto procesa o interpreta una tarea o evento psicológico (Sutton y col., 1965).
Estos potenciales cerebrales dependen más bien de variables internas del sujeto, que
de las características externas o parámetros físicos del estímulo que los desencadena y
143
se consideran por tanto, de naturaleza endógena. De hecho, en determinados
condiciones experimentales, pueden aparecer incluso en ausencia de estimulación,
cuando esta omisión tiene relevancia en el contexto de la tarea (Kutas y Dale, 1997). El
término de potenciales evocados se redefine entonces como potenciales relacionados
a eventos (PRE) para poder englobar tanto las respuestas más tempranas de origen
sensorial o exógeno como las más tardías (endógenas) relacionados con eventos
psicológicos. El terreno que estudia estos PRE de naturaleza endógena se conoce en
particular como Psicofisiología y constituye el tema central de este capítulo.
Hasta la fecha los estudios neurofisiológicos y en particular el registro de los
potenciales mas tempranos de tipo sensorial (PRE exógenos) han demostrado un sin
número de aplicaciones clínicas valiosas e incuestionables, fundamentalmente en el
terreno de la audiología (evaluación objetiva de la audición o electroaudiometría) la
neurología y la psiquiatría etc. (para más detalles consulte Reagan, 1989; Chiappa
1997; Charro y col. 2000; Pérez‐ Abalo y col 2001). Sin embargo, algunos
investigadores han puesto en duda que la electrofisiología cerebral y en particular el
registro de los PRE endógenos, pudieran realmente aportar información relevante para
el estudio y modelación de procesos mentales complejos como el razonamiento, la
atención, la memoria y el lenguaje etc. (Posner, 1978). Mas aun, con el advenimiento
de nuevas técnicas de neuroimágenes de alta resolución espacial como la resonancia
magnética funcional, la tomografía de emisión de positrones, los métodos de difusión
ópticos y otras muchas (Jasanoff, 2007) se abren nuevas posibilidades para la
cartografía o mapeo de los procesos mentales y pudiera incluso llegar a pensarse que
la psicofisiología pierde vigencia. En contraposición a esta idea, existe un importante
cuerpo de evidencias que se han acumulado durante los últimos 70 años, que
muestran como los PRE y en general la actividad eléctrica (y/o magnética) pueden de
hecho codificar información sobre el estado cerebral y los procesos mentales y que
(con determinadas restricciones) permiten hacer inferencias acerca de su
funcionamiento (Kutas y Dale, 1997).
El atributo más ventajoso de los PRE es precisamente su alta resolución en el tiempo,
ya que los cambios eléctricos que se generan en el cerebro se propagan de forma
prácticamente instantánea a la superficie. Desde el punto de vista de la psicología
cognitiva, los PRE pueden ser considerados entonces como una ventana funcional
144
para poder estudiar ¨en tiempo real¨ lo que ocurre entre la presentación del estímulo
o evento y la organización de la respuesta. De hecho, en la actualidad, se propugna
combinar estos métodos electrofisiológicos de ¨cronometría mental¨ (Posner, 1978)
con las nuevas metodologías de alta resolución espacial como la resonancia magnética
(lo que se conoce como tomografía electromagnética) para potenciar su valor en el
estudio de la dinámica de los procesos mentales (Dale y Sereno 1993)
En este capítulo se pretende mostrar a los lectores en forma resumida, algunas
cuestiones conceptuales y aspectos básicos de la instrumentación, terminología,
procesamiento y análisis de la actividad eléctrica cerebral y en particular aquellos
relacionados con la obtención e interpretación de los PRE. Se analizaran además
algunas de las evidencias fundamentales que argumentan su valor, para evaluar
funciones básicas que abarcan desde la activación sensorial y motora, hasta la
actividad mental superior como la memoria, atención, lectura y lenguaje. Esperamos
que a través de su lectura, los PRE cognitivos o endógenos puedan ser incorporados
como una herramienta de utilidad para el psicólogo de hoy, que complemente y
expanda el arsenal de procedimientos y conocimientos con los que ya cuenta.
4.2. LOS POTENCIALES RELACIONADOS A EVENTOS (PRE)
4.2 .1 CONCEPTO:
Los PRE pueden ser definidos como el registro de la actividad eléctrica cerebral
provocada por determinados estímulos o eventos sensoriales, motores o cognitivos.
Esta actividad esta conformada por cambios o fluctuaciones de voltaje de pequeña
magnitud (millonésimas de voltios) que ocurren con una alta resolución en el tiempo
(en milésimas de segundos) y que reflejan la activación sincronizada de diferentes sub‐
poblaciones neurales en relación con el procesamiento de la información contenida en
el estímulo.
145
En la figura 1 se muestran en forma esquemática la morfología de todos los PRE
auditivos que se generan a los diferentes niveles de la vía sensorial en respuesta a un
sonido breve (clic o chasquido). De izquierda a derecha se representan en secuencia,
los componentes más tempranos o potencial de tallo cerebral, que representan la
activación desde el nervio auditivo hasta el colículo inferior (picos I‐VII) los de media
latencia (N0, P0, Na, Pa y Nb) generados en tallo alto, tálamo y radiaciones tálamo‐
B B B B B B B B B B
corticales y los de larga latencia que indican la llegada de la información a la corteza
auditiva primaria (P1, N1, P2). En línea discontinua aparecen representados los
componentes llamados endógenos (Nd, N2, P300) que están relacionados
primariamente con la tarea psicológica. En realidad cada uno de estos potenciales se
obtienen en la práctica por separado, ya que requieren de condiciones de registro,
ventanas de análisis y paradigmas de estimulación diferentes. Por otra parte las
respuestas más tempranas como se generan en sitios más alejados de los electrodos
de registro, se registran en la superficie como señales mucho más pequeñas
(potenciales de campo lejano) que las que se generan en la corteza cerebral (campo
cercano) y por eso fue necesario usar una escala logarítmica para la amplitud y el
tiempo de manera que se puedan graficar todas juntas.
146
El concepto de un PRE esta íntimamente vinculado a la técnica que se utiliza
comúnmente para poder visualizarlos: la promediación. En el modelo clásico de un PRE
se asume, que si las características del estimulo se mantienen fijas, la señal que se
genera tiene una amplitud constante y esta sincronizada en tiempo y fase con el
estímulo o evento que la provoca. Esta respuesta o PE se registra mezclada con otra
actividad electrofisiológica o ruido de base que la oscurece y que proviene tanto de
fuentes biológicas (suma de todos los potenciales generados por la actividad continua
del sistema nervioso) como no biológicas (contaminación electromagnética y
artefactos). El ruido sin embargo, ocurre de forma aleatoria y no esta relacionado ni en
tiempo o fase con el estímulo. Además se considera un proceso estacionario, es decir,
sus propiedades estadísticas no varían en el tiempo. Bajo estos supuestos, si se
presenta el estimulo repetitivamente y se recoge un segmento de EEG a partir de cada
estimulación, al sumarlos y promediar (dividendo por el número de repeticiones del
estímulo) la señal que es constante se extrae como una constante, mientras que el
resto de la actividad o ruido que no esta relacionada en tiempo y fase con el estimulo
se cancela y tiende a cero. Este proceso de extracción del PRE se ilustra gráficamente
en la figura 2.
147
En realidad, la promediación no es totalmente efectiva para extraer la señal o PRE y lo
que se obtiene en el promedio es un estimado más o menos exacto de la respuesta,
mezclado con cierta cantidad de ruido residual. Esto se debe a que ni la señal ni el
ruido se comportan como se asume en este modelo clásico. En primer lugar, el PRE
como señal biológica que es, muestra pequeñas variaciones en su amplitud y aunque
sus componentes mas tempranos (exógenos) están mejor sincronizados en tiempo con
la presentación del estímulo, hay siempre cierta fluctuación intrínseca en los
parámetros de cada componente que es mayor en la medida en que estén más
alejados del inicio del estímulo y existan más etapas de procesamiento por el medio.
Por otra parte, la actividad de base o ruido presenta también desviaciones de estos
supuestos. Por ejemplo los artefactos biológicos (movimientos oculares y/o del sujeto,
electromiograma si está contraído etc.) y no biológicos (interferencia de otras equipos
y fuentes de actividad electromagnética) introducen cambios no estacionarios o
momentáneos en el ruido. Esto contamina el registro y puede hacer incluso que no se
pueda identificar la señal. En la medida que la señal o respuesta extraída sea de mucho
mayor tamaño que el ruido residual, es decir, mientras mejor relación señal/ruido
148
tenga el potencial promedio, más exacto y confiable es el estimado de la respuesta
cerebral.
4.2.2 COMPONENTES, PARÁMETROS Y NOMENCLATURA
Uno de los aspectos mas controvertidos sobre todo en psicofisiología es la definición
de un componente del PRE. Hay un primer enfoque (que funciona bastante bien en la
práctica pero sobre todo para los PRE exógenos) que identifica cada una de las
deflexiones (picos y valles) en la forma de onda registrada como un componente. Los
parámetros básicos que lo describen son entonces su latencia y amplitud. La latencia
se define como el tiempo que transcurre desde la presentación del estimulo (que se
considera tiempo cero) hasta que ocurre el pico o valle (generalmente cuando alcanza
el máximo) y se expresa en milésimas de segundos (ms). La amplitud es la magnitud o
tamaño de la fluctuación de voltaje y puede medirse de diversas formas: a) pico a pico:
desde el máximo de la deflexión hasta el mínimo del pico o valle subsiguiente; b) valor
absoluto: que es el valor de voltaje que corresponde al punto de su máxima deflexión;
c) con referencia a una línea de base. Esta forma de medición es la más utilizada en
psicofisología y calcula la amplitud como la diferencia entre el valor de voltaje de la
deflexión en su punto máximo y el promedio de los valores de voltaje de un segmento
previo de EEG (recogido antes de estimular). El identificar los picos y/o valles de la
forma de onda que se registra en la superficie como componentes diferentes tiene
cierta ambigüedad. El problema principal es que varios componentes con sitios de
generación independientes pueden aparecer superpuestos en una misma forma de
onda que se registra en la superficie. Por esto se ha propuesto precisar el concepto de
un componente del PRE introduciendo restricciones o atributos de tipo fisiológicos
relacionados con su fuentes de generación y/o psicológicos dependientes de los
procesos cognitivos que señaliza (Donchin, 1978; Rugg and Coles 1995). Así se define
un componente en dependencia del paradigma o tarea en que se obtiene, la forma en
que se modifica por la manipulación experimental y la distribución de voltaje con que
se registra en los diferentes electrodos colocados en la superficie del cuero cabelludo
(topografía) Estos aspectos por su importancia para la interpretación de los PRE se
analizaran con mas detalle en la sección III.3 y la III.5 del capitulo.
149
Al igual que para definir el concepto de un componente del PRE tampoco hay consenso
en la nomenclatura que se utiliza para identificarlos. Una comúnmente utilizada
denomina cada pico o valle según su polaridad (P si la deflexión es positiva con
respecto a la entrada no inversora o sitio activo de registro y N si es negativa) Esto
puede complementarse con un subíndice numérico que indica el orden secuencial en
que aparecen Ej P1, N2 P3 etc. o la latencia media a la que se encuentra P300, N400
N450. Otra denominación que se usa como complemento es darle un nombre que
indica la función o proceso que señaliza por ejemplo PRE lingüísticos, onda negativa de
contingencia, negatividad de discrepancia etc.
4.2.3 CLASIFICACIÓN
Existen numerosas clasificaciones de los PRE, pero solo se refieren aquí algunas de las
más utilizadas. Una primera clasificación los subdivide en función de la modalidad
sensorial del estimulo o evento que lo provoca. Así hay potenciales auditivos, visuales,
somato‐sensoriales, motores, respuestas al dolor, potenciales vestibulares,
miogénicos, cognitivos etc. Otra los agrupa según el momento en que ocurren, es
decir la latencia de sus componentes. En este caso se consideran de corta latencia los
potenciales que ocurren en los primeros 10 ms a partir de la presentación del estimulo,
de media latencia las respuestas entre 10 y 50 ms, de larga latencia entre 50 y 250 ms
y de muy larga latencia de 250 a 1000 ms o más. También se clasifican según su
relación con la frecuencia de estimulación o la frecuencia de repetición del estímulo.
Esta clasificación los divide en:
a. Transientes: son respuestas breves transitorias provocadas por el encendido
y/o apagado del estimulo.
b. Sostenidas.‐ aquellas respuestas que ocurren de forma mantenida durante toda
la continuidad del estímulo.
c. Estado estable.‐ son cambios de voltaje continuos en el tiempo que se generan
a determinadas frecuencias de estimulación, tales que la respuesta transiente a
un estímulo se superpone con la del estímulo subsiguiente dando lugar a una
señal periódica cuasi‐sinusoidal.
La clasificación más relevante en el terreno que nos ocupa, que es el de la
psicofisiología, subdivide a los PRE según su naturaleza funcional en:
150
a. Exógenos o sensoriales que son respuestas más tempranas que reflejan la
activación de la vía sensorial especifica y cuyos componentes se modifican
principalmente en dependencia de la modalidad sensorial y las características o
propiedades físicas (intensidad, frecuencia, modalidad etc.) del estímulo que lo
provoca.
b. Endógenos o Cognitivos: respuestas generalmente más tardías cuyos
componentes electrofisiológicos son más lentos y no varían sensiblemente en
función de las propiedades físicas del estímulo que los provoca. Por el
contrario se modifican fundamentalmente por variables dependientes del
sujeto (estado de conciencia, atención, motivación) y o de la tarea psicológica o
evento (tipo de tarea o paradigma y eficiencia con que se ejecuta etc.).
c. Mesógenos: cuando en algunos aspectos o sub‐componentes se comportan
como exógenos y en otros como endógenos.
4.2.4 GENERADORES
Los PRE se generan básicamente por efecto de sumación de los potenciales neurales
post sinápticos (excitatorios y/o inhibitorios) que ocurren en las diferentes estructuras
del sistema nervioso. El flujo neto de corriente a través de las membranas de las
células neurales genera un potencial eléctrico que se transmite de forma instantánea
en el medio conductivo (dentro y fuera de las células) y se puede registrar a distancia
(de forma no invasiva) colocando electrodos en la superficie del cuero cabelludo
(Nicholson & Freeman 1975; Nuñez, 1981). Cada membrana neuronal actúa como una
fuente o sumidero de corriente (dependiendo de que el flujo de corriente sea hacia
fuera o hacia adentro) y puede entonces ser considerada como un dipolo (positivo‐
negativo). Como esta corriente es pequeña y debe atravesar otras estructuras neurales
y no neurales, que se interponen hasta llegar al electrodo, es la actividad sumada de
muchas neuronas la que puede producir un campo eléctrico resultante de suficiente
magnitud para ser registrable en la superficie. Además no todas las neuronas
contribuyen a la actividad eléctrica que se registra. Para esto debe cumplirse que: a) la
distribución promedio de las fuentes y sumideros de corriente (dipolos) sea simétrica
y no radial; b) las neuronas estén alineadas con determinada organización; c) la
activación ocurra en forma sincrónica. La neo‐corteza del cerebro reúne estos
151
requisitos ya que se organiza en capas de varios milímetros de grosor y alrededor del
70 % de las células son neuronas piramidales que tienen dendritas apicales que se
orientan perpendicularmente a la superficie de la capa cortical. Otro factor importante
a considerar en la generación del PRE es la distancia que hay entre el electrodo y la
fuente de generación. Mientras mas alejados estén menor es la fuerza del campo
eléctrico resultante que se registra en la superficie y por tanto de menor magnitud es
la respuesta cerebral. Asimismo, la resistencia o impedancia del medio por el que
atraviesa la corriente (volumen conductor) y la homogeneidad de este medio, influye
en la magnitud del campo eléctrico registrado a distancia. Aunque de hecho la
propiedades de las estructuras neurales, el cráneo y la piel son muy distintas (y
varían de un sujeto a otro) por simplicidad se asume que la impedancia del volumen
conductor como un valor homogéneo. Podemos resumir entonces, que el registro de
los PRE en la superficie del cuero cabelludo depende de los siguientes factores:
a. El número de células que se activan y participan en la respuesta al estímulo y la
organización espacial geométrica de las estructuras celulares activadas.
b. El grado de sincronización en la activación de las células neurales que
responden (mientras mayor sea esta sincronización por el efecto de sumación
de los dipolos individuales la activación global resultante se incrementa).
c. La impedancia o resistencia del volumen conductor y la distancia entre el
generador y el electrodo de registro.
4.2.5 INSTRUMENTACIÓN Y PRINCIPIOS BÁSICOS DE OBTENCIÓN
No es el objetivo de este capítulo describir con detalle la instrumentación y los
aspectos técnicos implicados en la obtención de los PRE. Para esto puede consultarse
cualquier libro clásico de electrofisiología (Cooper et al. 1974, Regan 1989, Rugg &
Coles 1995). De forma general un experimento de PRE requiere de un sujeto,
electrodos para recoger la actividad bioeléctrica, un medio de estimulación, un sistema
de amplificadores, filtraje y un proceso de conversión análogo /digital (A/D) que
permita transformar la actividad eléctrica continua del EEG (analógica) en señales
discretas o valores de voltaje en el tiempo que puedan ser almacenados, procesados y
visualizados de diversas formas en la computadora. Básicamente, el registro de los PRE
comienza por la colocación de electrodos (los más utilizados son de discos de plata
152
clorurada o de oro) que se fijan mediante pasta electro‐conductora en determinadas
posiciones del cráneo (y/o de la superficie corporal). El sistema de colocación de
electrodos más conocido es el sistema internacional 10‐20 (Jasper, 1958) que los
coloca simétricamente en el hemisferio izquierdo y derecho sobre regiones especificas
del cráneo (frontal, central, parietal, temporal y occipital) y en la línea media. Como se
ilustra en la figura 3 cada sitio de colocación se identifica con la letra inicial de la región
(F, C, P, T etc.) y un número secuencial o subíndice que es par o impar según sea
derecho o izquierdo (Ej F4, F3) o ¨Fz¨ si es en la línea media. Se utilizan además
electrodos de referencia en sitios que se asumen como inactivos (lóbulo de las orejas
y/o mastoides) que comúnmente están cortocircuitados) y un electrodo de tierra
(generalmente en la frente).
En la actualidad en el terreno de la psicofisiología se utilizan registros con mayor
densidad de electrodos (entre 64 ‐ 128 sitios de registro) para lo cual existen cascos y
otros sistemas de referencia para la colocación de los sitios activos (Tucker, 1993). Una
vez colocados los electrodos se realiza la medición de la impedancia (o resistencia) en
la interfase electrodo piel y si esta es lo suficientemente baja se procede al registro y
obtención del PRE.
153
La figura 4 ilustra esquemáticamente la instrumentación y procedimientos para el
registro de un PRE. En este caso se utiliza el equipo de producción nacional MEDICID
para el registro de EEG digital y una segunda computadora con el software de
estimulación MINDTRACER para realizar la tarea de procesamiento cognitivo. La
computadora de estimulación se comunica con la del MEDICID de manera que los
eventos o estímulos de la tarea así como las respuestas del sujeto se marcan o
señalizan concurrentemente con el registro de EEG. En el MEDICID se amplifica la
actividad bioeléctrica en forma diferencial (se amplifica lo que es diferente entre el
electrodo activo y el que se considera arbitrariamente como referencia o inactivo) se
filtra y se digitaliza (convierte las fluctuaciones de voltaje del EEG que es una señal
analógica continua en el tiempo, en una serie de puntos discretos o valores de voltaje
medidos con una determinada frecuencia de muestreo). La actividad así representada
puede ser monitoreada visualmente, almacenada y procesada en la computadora. El
procesamiento incluye una serie de operaciones básicas que se hacen siempre como
selección de ventanas de análisis, rechazo de artefactos, promediación, graficación
del PRE, identificación de componentes y medición de sus parámetros de latencia y
amplitud. En un segundo nivel se realizan análisis más complejos relacionados como
cálculo y graficación de los mapas topográficos (distribución de voltaje del PRE en la
superficie) la aplicación de métodos para ajustar y determinar posibles generadores,
así como el uso de diversos procedimientos estadísticos para comparar los PRE
obtenidos en diferentes estados o manipulaciones experimentales de la tarea.
154
4.3 LOS PRE SENSORIALES O TEMPRANOS
Aunque no es el objeto de este capitulo las respuestas sensoriales mas tempranas que
se obtienen comúnmente por estimulación auditiva, visual y somato‐sensorial (táctil y
eléctrica) tienen no sólo una aplicación práctica establecida en neurofisiología clínica,
sino que ofrecen información relevante también en el terreno de la psicofisiología. En
general los PRE exógenos se han utilizado con éxito como una herramienta
complementaria de gran sensibilidad diagnóstica (aunque pobre especificidad) para la
evaluación funcional de la vía sensorial en enfermedades neurológicas y psiquiatritas
así como desviaciones del neuro‐desarrollo infantil. La latencia y amplitud de estas
respuestas se modifica en lesiones tumorales, vasculares, desmielizantes etc. muchas
veces antes que aparezcan manifestaciones clínicas. Además como los componentes
de estas respuestas se generan a diferentes niveles de la vía sensorial pueden ser de
valor para localizar la lesión y como elemento pronóstico (para una revisión consulte
Charro y col, 2000).
Un terreno donde los PRE exógenos ofrecen información diagnóstica sensible y
específica y por tanto se consideran como la herramienta de elección, es en la
evaluación de la audición en recién nacidos y niños pequeños. Este terreno se conoce
como electroaudiometría y tiene 2 objetivos fundamentales: la detección temprana
del trastorno o pesquisaje auditivo y la caracterización precisa de la audición residual
para instaurar el tratamiento más adecuado. Cuba fue pionera en la organización de
un programa de pesquisaje auditivo dirigido a población infantil en riesgo que utilizaba
potenciales auditivos de tallo cerebral para detectar el trastorno de audición y
equipamiento de producción nacional. Los resultados de este programa que se
organizó en La Habana desde 1983 y se extiende al país a partir de 1991 se resumen en
Pérez y col. (1986,1987a, 1987b, 1988, 2005). Asimismo se han desarrollado nuevas
tecnologías electro‐audiométricas basadas en el registro de potenciales auditivos de
estado estable y equipamiento avanzado (sistema AUDIX) para la caracterización
precisa de la audición residual y la evaluación de posibles candidatos a implante
coclear desde edades tempranas (Lins y col 1996, Perez‐Abalo y col 2001, Savio et al
2001, Savio et al 2006, Savio and Perez‐Abalo, 2007). Para una revisión exhaustiva de
este terreno puede consultar también el libro digital de Pérez y col (2005)
155
4.4. LOS PRE‐TARDÍOS O ENDÓGENOS.
Existen diferentes tipos de PRE endógenos que han sido de utilidad para la
cronometría de la actividad mental superior en procesos como la atención, memoria,
lenguaje etc. A continuación se hará un breve recuento de los principales
componentes que pueden ser de mayor interés para el conocimiento del psicólogo
aunque sin pretender que sea un análisis exhaustivo.
1. La onda contingente de Variación Negativa (siglas en inglês CNV)
2. Los potenciales motores
3. La P300 y la familia de componentes N2‐P3
4. Los componentes negativos relacionados con la atención
5. Los componentes de Procesamiento Lingüístico (N400, N450 etc.)
4.5 LA NEGATIVIDAD DE PRECEDENCIA CNV (EN INGLÉS ¨CONTINGENT NEGATIVE VARIATION¨)
Este potencial fue el primero de tipo endógeno descrito por Grey Walters y col. (1964)
y se descubre como un subproducto de la tradición conductista en la búsqueda de un
signo electrofisiológico del condicionamiento reflejo. La CNV aparece como una
negatividad lenta entre el primer estimulo S1 de aviso (condicionante) y el segundo
estimulo o evento (operante) y se le llamó onda de expectancia para enfatizar que no
es la respuesta a ningún estimulo ¨per se¨ sino la relación de contingencia entre ambos
lo que la produce. La CNV varía en forma sistemática en su distribución topográfica en
dependencia de la modalidad de los estímulos s1 y s2, la tarea y los requerimientos
para el sujeto. El significado funcional de este componente y/o los procesos
subyacentes que la generan no están totalmente claros, pero se propone sea un signo
de la excitabilidad cortical mediante la cual esa región se prepara para recibir e
estimulo. También se propone como un índice de la actividad de orientación, alerta y
preparación para el evento, de la receptividad y movilización de recursos o del nivel de
motivación para el esfuerzo (Mc callum & Curry 1993). Estudios posteriores sub‐
dividen la CNV en 2 componentes: la onda de orientación (onda‐O) que refleja el
proceso de aviso del estimulo S1 y la onda de expectancia u onda‐E que refleja la
anticipación para el segundo estimulo S2 y/o la respuesta. Hasta la fecha no hay
consenso en cuanto a si la CNV es uno o varios componentes, es decir si señaliza un
proceso cognitivo único o no. Incluso más recientemente, se ha planteado una
156
diferenciación entre los componentes negativos lentos relacionados con anticipación y
expectancia (máximos en región parietal) y aquellos que tienen que ver con mantener
o retener información en la memoria de trabajo (Roesler & Heil)
4.5.1 LA ACTIVIDAD RELACIONADA CON EL MOVIMIENTO: ¨BEREITSHAFT POTENTIAL¨, POTENCIAL
PREPARACIÓN MOTORA.
Esta respuesta se descubre en el mismo tiempo que la CNV y se decribe inicialmente
como una onda lenta negativa máxima sobre la corteza motora a nivel del sulcus
central que precede al acto motor voluntario. Posteriormente se analizan una serie
de sub‐componentes que preceden y suceden al acto motor. El de mayor interés en
psicofisiología es el potencial pre‐motor de preparación de la actividad motora
(¨readinnes potential¨ o RP en inglés) pues representa una actividad provocada
internamente que es por tanto endógena por excelencia y no depende de estimulación
externa. Comienza antes del movimiento voluntario y por tanto varia en dependencia
del miembro que debe realizar el acto motor la complejidad, velocidad y fuerza del
movimiento así como el nivel de exactitud con que se realiza. Se considera como un
índice funcional de la preparación de un acto motor y algunos investigadores prefieren
llamarlo como Negatividad que precede al movimiento como contrapartida de la
negatividad que antecede al estimulo (CNV).
4.5.2 EL PRE P300 Y LA FAMILIA DE COMPONENTES N2‐P3
El PRE denominado P300 se describió por primera vez a mediados de la década del
60) en un momento de transición teórica del conductismo a la psicología cognitiva. Por
tanto la P300 marca un hito importante dentro de los PRE endógenos y a partir de su
descripción, la gama de componentes o respuestas cognitivas diferentes crece
aceleradamente. La P300 se describió inicialmente como un único componente
positivo que alcanza su máximo a una latencia de 300 ms y que se registra en un
paradigma conocido como Oddball (en inglés) o evento desviado, donde los individuos
deben detectar de alguna forma estímulos diana que ocurren aleatoriamente y de
forma menos frecuente (entre un 5‐25% de las veces) en una secuencia repetitiva o
tren de estímulos de base (no diana) mas frecuentes (75‐95%). La P300 aparece como
respuesta de máxima amplitud al evento diana o improbable y se registra típicamente
157
con una distribución centro parietal que no varia con la modalidad sensorial de los
estímulos que se utilizan. Su amplitud es mayor mientras mas infrecuente sea el
estimulo diana y la latencia del pico se hace mas larga (desde 300‐1000ms) mientras
más difícil sea la categorización entre los estímulo diana (infrecuente) y estándar. Se
han encontrado además disociaciones entre el tiempo de reacción y la latencia de la
P300 que hacen pensar que esta relacionada con las etapas previas de procesamiento
cognitivo desde la codificación, evaluación y categorización hasta la toma de decisión,
pero no con los procesos implicados en la organización y ejecución de la respuesta
(Donchin, 1979). Por tanto este componente se puede utilizar para ubicar
temporalmente el efecto de un evento o manipulación experimental dentro de la
cadena o secuencia de procesamiento. Morgades y col (2002) utilizan la P300 en una
muestra de niños con trastornos de aprendizaje para localizar por ejemplo donde
ocurre el efecto de interrupción de la actividad paroxistica
Sin embargo aun cuando se utilice este paradigma que es el típico para provocar la
P300, los potenciales a los estímulos diana contienen también otros componentes. Se
describen entonces 2 componentes P3 que muchas veces se superponen y son por
tanto difíciles de separar. Uno relativamente más temprano con distribución frontal
(P3a) y otro más tardío con la distribución típica centro‐parietal que es la descrita
clásicamente (P3b). Además hay un componente negativo alrededor de los 200 ms que
precede la P3 y que si es modalidad dependiente (a diferencia de la P3 que es muy
similar en la modalidad visual auditiva y sensorial) Por último se ha descrito una onda
lenta después de la P3 que invierte su polaridad en sentido antero‐posterior (es
negativa en regiones frontales y positiva en sitios de registro posteriores).
158
En la figura 5 se muestran superpuestos los PRE al estimulo frecuente (trazo fino) e
infrecuente o diana (trazo grueso) registrados (en la derivación PZ) durante la
realización de un pardigma ¨oddball¨. Los registros se obtuvieron con el sistema
cubano de psicofisiología MEDICID+MINDTRACER. El área sombreada representa la
diferencia entre ambas condiciones o componente P300. El mapa de distribución
topográfica de la amplitud del componente P300 (máximo centro parietal) se muestra
en la mitad inferior izquierda.
La primera interpretación sobre la significación funcional de la P300 fue considerarlo
como un correlato de la resolución de la incertidumbre del estimulo infrecuente que
es el que más contenido informacional tiene para el individuo. Se observó que su
amplitud aumentaba mientras mas improbable era el estimulo infrec3uente (diana) y
la latencia indicaba el momento en que se tomaba la decisión y se reducía la
incertidumbre. Un hallazgo importante en esa etapa fue que la P300 no requería de la
presencia física del estimulo sino del contenido en información del evento. Es decir
podía registrarse P300 incluso en ausencia del estímulo cuando la ausencia del mismo
tenía una significación en el contexto de la tarea de procesamiento. Posteriormente
varios autores han ofrecido interpretaciones diferentes del significado de la P3. Una
primera hipótesis más general relaciona este componente con los sistemas neurales
adaptativos que anticipan y alertan acerca de la ocurrencia de eventos significativos o
desviaciones en el medio ambiente. Otras explicaciones alternativas más especificas lo
relacionan con la actualización del contexto que ocurre en la memoria a corto plazo
159
(Donchin, 1979) con la toma de decisión (Verleger, 1988) o con la concientización de la
información del estimulo relevante o diana (Picton, 1992).
Se han encontrado otras variantes del complejo N2‐P3 que se obtienen con
determinadas modificaciones del paradigma original. Por ejemplo el PRE al estimulo
novel descrito por Courchesne (1978) que es provocado por un estimulo inesperado
para el sujeto (como el ladrido de un perro) que se presenta aleatoriamente en el tren
de estímulos frecuentes e infrecuentes; la positividad lenta a la diferenciación en
memoria (en ingles DM) que se encuentra cuando se presentan ítems que se deben
recordar posteriormente en relación con aquellos que no hay que recordar y que
pudiera ser considerada como una modulación de la propia P3b. Asimismo, el
componente N2 que probablemente representa actividad generada por la evaluación
del estimulo y que a diferencia de P3 cambia su distribución topográfica en
dependencia de la modalidad sensorial del estimulo, también se ha fraccionado en
N2a, N2b en función de su distribución topográfica y significación funcional
(procesamiento sensorial, orientación).
También se ha descrito un componente negativo especifico de la vía auditiva llamado
en inglés "mismatch negativity" (MMN) que es provocado por cualquier cambio
discriminable en los atributos de la estimulación auditiva repetitiva
independientemente de la dirección del cambio. Este componente tiene una latencia
entre 100 a 200 ms desde el comienzo del cambio, se genera independiente de la
atención y puede registrarse durante el sueño e incluso el coma. La MMN se ha
propuesto como una medida objetiva de la precisión del procesamiento auditivo
central según Naatanen y col. (1991). En cualquier caso resulta muy difícil saber si
todos estos componentes son en realidad respuestas cognitivas específicas o variantes
de los componentes descritos originalmente en dependencia de nuevas
manipulaciones experimentales y por eso se habla más bien de una familia de
componentes N2‐P3.
4.5.3 LOS POTENCIALES RELACIONADOS CON LA ATENCIÓN: N1, ND, NEGATIVIDAD DE
PROCESAMIENTO Y NEGATIVIDAD DE SELECCIÓN
Un problema importante que surge a partir de modelar la mente como un sistema de
procesamiento con capacidad limitada, es poder determinar a qué nivel ocurre el
160
proceso de filtraje o selección de la información. Estos procesos de atención focalizada
y selectiva han sido ampliamente estudiados con PRE y pueden revisarse con detalle
en Hillyard (1973). Se han implicado PRE tempranos (N1, P1) de tipo exógenos, así
como otros más tardíos. Un primer efecto de la atención es el incremento de la
amplitud del componente exógeno N1 en los PRE a estímulos auditivos cuando se
procesa un mismo estimulo en condición atendido y no atendido. Esto sugiere un
efecto de selección o filtro atencional es temprano ya que este componente tiene una
latencia de 80‐100 ms. Sin embargo estudios posteriores han mostrado que este
efecto atencional no siempre era tan temprano ni se superpone completamente con
componente exógeno N1. Cuando se restaba el PRE atendido del no atendido aparecía
una negatividad de procesamiento o onda diferencia Nd cuya amplitud y duración
estaba en dependencia de la dificultad del proceso de selección atencional (Naatanen,
1992). Se postula entonces que la magnitud de la negatividad Nd es un signo de la
cantidad de recursos de procesamiento que se destinan para la atención focalizada o
dividida. Se han descrito también en la modalidad visual efectos de la atención sobre el
componente P1 (latencia entre 80‐100ms) y N1 (140‐190ms) del PRE en tareas que
implican atención sostenida, focalización de la atención en el espacio o búsqueda
visual rápida. Los procesos de la atención selectiva entre atributos visuales de los
estímulos como color, forma y tamaño generan una negatividad lenta de latencia más
prolongada (150‐300 ms) con máximo en regiones posteriores que se conoce como
negatividad de selección.
4.5.4 LOS PRE LINGÜÍSTICOS: N400, N450, N280, LPC
Kutas y Hillyard (198?) reportan durante la realización de una tarea de lectura de
oraciones presentadas visualmente palabra a palabra, un PRE negativo lento a una
latencia de 400 ms aproximadamente que se registra con todas las palabras pero cuya
amplitud crece significativamente cuando la palabra final que cierra la oración resulta
incongruente semánticamente con el contexto anterior creado Por ejemplo: En la
oración YO TOMO CAFÉ CON_PERRO la palabra final PERRO produce un cierre
incongruente desde el punto de vista de significado (semántico) y genera un PRE N400
de mayor amplitud. Este componente tiene una distribución centro parietal a
predominio derecho y fue el primer PRE endógeno que se describe relacionado
161
específicamente a una manipulación de tipo lingüística (frecuencia de la palabra en el
idioma, improbabilidad contextual etc) En ese mismo estudio se observó que si se
realizaba una manipulación de otro tipo en la palabra, como por ejemplo si había un
cambio físico donde la palabra final era semánticamente correcta pero aparecía en
letras mas grandes, se provocaba una P300 por lo inesperado y no una N400. A partir
de aquí, aparecen otras variantes de PRE lingüísticos relacionados por ejemplo con el
procesamiento fonológico. En este caso se utilizan tareas de lectura donde se
presentan pares de palabras que riman o no y se observa un incremento de la
negatividad a los 450 ms cuando la pareja de palabras no rimaba. Este PRE conocido
como N450 aparece con una distribución de amplitud máxima en región fronto‐
central, asimétrica con predominio a la derecha y fue descrito inicialmente por Rugg y
Barret (1987). Se describe también un PRE a la lectura de palabras, que se registra
como una negatividad mas temprana (N280) con máxima amplitud en la región frontal
izquierda y que se conoce también como ¨negatividad de procesamiento lexical¨
(Neville y col. 1992). También hay por lo menos 3 tipos de PRE que se generan en
relación con aspectos sintácticos del procesamiento de oraciones: 1) La P600 o
variación sintáctica positiva (en inglés ¨syntactic positive shift¨ o SPS) que se genera
por determinados tipos de errores gramaticales y algunos autores considera pudiera
ser una variante de la familia de componentes P3; 2) Una negatividad fronto central
izquierda que se registra en tareas de pares de palabras y 3) Una Negatividad anterior
(LAN siglas en ingles) entre 300‐700ms provocada por palabras que indican la
necesidad de referirse a un item anterior en la oración y pudiera estar relacionado con
la memoria verbal de trabajo. Aunque inicialmente los componentes lingüísticos del
PRE, se describen en tareas de lectura de palabras presentadas por modalidad visual,
en la medida que avanza la computación y aparece el entorno multimedia, se hizo
posible diseñar tareas de procesamiento similares para la palabra hablada. Esto ha
permitido contrastar el procesamiento de pares palabras en tareas de tipo semántico
Ej animal‐perro; animal‐silla) y o fonológicas o de rima (Ej perro‐berro; perro‐ taza)
para la modalidad visual y auditiva (palabra hablada) Los PRE obtenidos permiten
evaluar el curso temporal del acceso fonológico y semántico para el lenguaje y la
lectura, de manera que pueden ayudar a dilucidar la controversia existente en los
162
modelos psicológicos de lectura, utilizando los menos controvertidos de lenguaje
(Pérez Abalo y col., 1994).
4.6 COMO HACER INFERENCIAS E INTERPRETAR LOS RESULTADOS EN PSICOFISIOLOGÍA?
Finalmente debemos realizar un breve análisis acerca de cómo podrían los PRE
contribuir al conocimiento y la modelación de los procesos mentales y cuales son las
limitaciones de estas técnicas y los aspectos que hay que tener en cuenta para su
mejor utilización. El enfoque comúnmente utilizado en psicofisiología ha sido diseñar
un determinado paradigma experimental que manipule la condición o proceso mental
que se quiere estudiar, ver si se obtiene un PRE reproducible con determinada
latencia, amplitud y distribución topográfica. Esta forma de onda o deflexión se asume
entonces como un índice funcional del proceso cognitivo que se manipula. En ese caso
la latencia del componente indicaría el curso temporal del proceso y su amplitud o el
área bajo la curva, es inversamente proporcional a la magnitud de la activación (Kutas
y Dale 1997). La diferencia entonces entre un proceso cognitivo u otro dependería
entonces únicamente de que genere PRE distintos con distribuciones topográficas y
parámetros (latencia y amplitud) diferentes. Esto sin embargo es un enfoque simplista
y descansa sobre una serie de supuestos que no se cumplen en la realidad, por lo que
puede conducir a interpretaciones conceptualmente erróneas.
Existen una serie de problemas que complican la interpretación y alcance de este tipo
de estudios y que deben ser tomados en cuenta:
La variabilidad intrínseca de un PRE endógeno.
Un primer aspecto se refiere a la variabilidad intrínseca de la forma de onda de un PRE
endógeno. Esto se debe a varios factores. En primer lugar es altamente improbable
que un procesamiento psicológico o tarea se realice siempre (aun dentro de un mismo
paradigma) de la misma manera con una secuencia de etapas de procesamiento que
tengan estrictamente la misma duración y representen la activación propagada a la
superficie de exactamente la misma cantidad de neuronas. A esto se añade que las
fuentes de contaminación biológicas y no biológicas que se mezclan en el registro
también varían de un momento a otro y por tanto la relación señal/ruido con la que se
extrae un PRE no es siempre la misma. Es decir, existe siempre un determinado ¨jitter¨
o fluctuación de amplitud y latencia que es intrínseco de la actividad biológica ¨per se¨
163
y del ruido en el que esta embebida en cada individuo. Esta variabilidad es mayor
mientras mas alejado este el PRE del evento o estimulo que lo desencadena y por
tanto existan mas etapas de procesamiento concatenadas. Además hay cierta
variabilidad también en los PRE que se debe a las diferencias entre individuos de todos
lo que esta entre el electrodo y los generadores (Ej en el grosor la piel, las dimensiones
del cráneo, y hasta la forma y disposición de las circunvoluciones cerebrales) Estos
factores de escala influyen también en la magnitud y distribución de la actividad
registrada en la superficie.
Como interpretrar los mapas de distribución topográfica del PRE?
Otro problema se refiere a que no es posible identificar sin ambigüedad a partir de la
actividad eléctrica registrada en la superficie (o topografía del mapa eléctrico) los sitios
generadores de un PRE. Como se ha visto en las secciones anteriores el cerebro puede
considerarse como un volumen conductor a través del cual la actividad eléctrica se
propaga de forma casi instantánea hasta la superficie en todas direcciones. De manera
que cuando se registra una actividad de mayor o menor magnitud en determinadas
áreas o electrodos no podemos asumir que sean estas regiones subyacentes las que
están implicadas en mayor o menor grado. Existen en realidad múltiples soluciones o
posibles sitios de generación que pueden explicar una misma distribución de voltaje en
la superficie, y su determinación matemática se conoce en neurofísica como problema
inverso (cita). En contraposición si se conocen los sitios de generación y las
características del medio conductor se podría obtener una solución única para estimar
la distribución del campo eléctrico en la superficie (problema directo). En la realidad la
electrofisiología por si sola no puede resolver el problema inverso. Para resolverlo hay
diferentes enfoques que utilizan restricciones a partir de un conocimiento neuro‐
anatómico o fisiológico pre‐existente acerca de las posibles localizaciones de estos
generadores y lo combinan con los métodos estadístico‐ matemáticos de localización
de fuentes (Scherg 19??) Otra posibilidad es combinar la información topográfica que
se obtiene de la resonancia magnética con la topografía eléctrica cerebral de alta
resolución es decir registros eléctricos que se realizan colocando un mayor número de
electrodos en la superficie del cuero cabelludo (64 ‐128).
Significación Funcional o interpretación cognitiva de un componente del PRE:
164
Una pregunta crucial n psicofisiología es precisamente cuándo se puede considerar
que 2 componentes son diferentes en el sentido de indexar procesos cognitivos
diferentes, o que por el contrario, son variantes de un mismo PRE que se modulan en
función de un cambio o modificación menor en el paradigma. Para esto debemos
resolver el problema o ambigüedad que existe en la definición de un componente.
Una de las definiciones mas completas de lo que puede considerarse un componente
del PRE fue propuesta por Donchin (1979). Este autor define cada componente en
función del paradigma o manipulación experimental con la cual se obtiene el potencial,
la distribución de voltaje con la que se registra en los diferentes electrodos (mapas
topográficos) y su significación funcional. Así en esta definición se mezclan
implícitamente conceptos fisiológicos (sitios de generación) y cognitivos
(modificaciones que introduce la tarea o paradigma). Por ejemplo el componente
endógeno que se conoce como P300 puede variar en latencia en un amplio entorno
alrededor de de 300‐1000 ms dependiendo de diferentes factores del sujeto y de
manipulaciones de la tarea. De manera que sólo queda definido verdaderamente si se
especifica que se obtiene en un paradigma de estimulación secuencial aleatoria de
estímulos probables e improbables (en inglés ¨oddball¨) que su distribución
topográfica es máxima en regiones centro‐parietales independientemente de la
modalidad sensorial de los estímulos y que aparece con máxima amplitud cuando se
presenta un estímulo improbable que el sujeto debe identificar como evento diana.
Con este tipo de definición ¨funcional¨ es posible diferenciarlo de otra serie de
componentes que integran lo que hoy en día se conoce como familia de componentes
P300.
En resumen por todas las razones ya consideradas, no basta con determinar
visualmente si las .formas de onda o cambios de voltaje registrados difieren en
morfología y/o distribución tipográfica para decidir que dos PRE son diferentes y
señalizan procesos cognitivos diferentes e independientes. Es necesario primero
diseñar de una manera muy cuidadosa el paradigma e introducir los controles
apropiados para poder separar de forma inequívoca el efecto cognitivo que se quiere
evaluar. Para esto lo que generalmente se hace es registrar el PRE en al menos 2
condiciones o sub‐estados que sólo difieran entre si en aquel efecto cognitivo que
queremos evaluar y medir entonces el PRE diferencia. Por ejemplo para evaluar los
165
efectos atencionales se calcula la diferencia entre PRE atendido y no atendido,
manteniendo inalterables constantes los atributos físicos del estimulo y condiciones
de la tarea (a excepción de que se atienda o no) de manera que lo que se obtiene (Nd)
puede relacionarse con la asignación de recursos atencionales. Para dilucidar por
ejemplo si la selección atencional visual se realiza focalizando la atención en una
determinada región del espacio o si se realiza basada en seleccionar la superficie
atendida basada en otros atributos Valdés et al (19??; 200?) diseñaron un paradigma
donde superponen en la misma región del espacio 2 matrices de puntos en
movimiento de igual forma pero con diferente dirección de movimiento y crean así
una abstracción o superficie que esta determinada por la dirección del movimiento de
los puntos y no por el lugar en el espacio (que es el mismo).
Por último, una cuestión importante en el terreno de la psicofisiología es el análisis y
comparación estadística de los resultados. Aunque hay componentes endógenos muy
robustos como la P300 y la CNV, que pueden identificarse visualmente en el PRE de un
individuo, otros muchos, como por ejemplo los componentes lingüísticos y algunos
relacionados con la atención, sólo se identifican visualmente en el potencial promedio
de un grupo. Para poder determinar entonces su presencia o no en los PRE
individuales, se requieren procedimientos estadísticos. Comúnmente se han utilizado
métodos de estadística paramétrica como el análisis de componentes principales y el
análisis de varianza. Estos estadígrafos sin embargo no resultan totalmente adecuados
para analizar una actividad altamente correlacionada con son los PRE que se recogen
en los diferentes sitios de registro, pues asumen determinados supuestos que no se
cumplen para la actividad bioeléctrica (cita) Por eso se han utilizado diferentes
correcciones estadísticas para poder ajustar los niveles de significación estadística
cuando se utilizan métodos paramétricos. También otros autores han desarrollado
otros procedimientos basados en técnicas estadísticas no paramétricas que utilizan
permutaciones y que permiten determinar con probabilidad exacta, la presencia de un
PRE cognitivo en los registros obtenidos de un sujeto. Estos métodos están
implementados como parte del software o estación de trabajo de psicofisiología del
equipo MEDICID y se han empleado exitosamente para resolver alguna de las
limitaciones de las comparaciones en psicofisiología (Galán y col., 1997).
Conclusión
166
En este capitulo se intenta mostrar algunas de las evidencias fundamentales que
argumentan cómo de hecho la psicología y la modelación de la actividad mental
superior, pueden beneficiarse del estudio de la actividad eléctrica cerebral y en
particular del registro de los PRE endógenos. El uso de estos métodos psicofisiológicos
de cronometría mental, en forma conjunta con otras técnicas de neuroimágenes
permitirá sin duda profundizar en el estudio de los cambios plásticos que ocurren en
el cerebro humano durante la realización de tareas de procesamiento complejo tales
como los que se han descrito antes (atención, memoria, lenguaje y lectura). Además la
psicofisiología, utilizada en forma adecuada, constituye una forma también de precisar
y poder dilucidar entre los modelos teóricos que ya existen (y que derivan de otras
fuentes de conocimiento) sobre estos procesos mentales complejos. Finalmente
esperamos que este capitulo sirva de incentivo y guía inicial para la generación de
nuevos paradigmas y experimentos que permitan al psicólogo enriquecer y avanzar en
el conocimiento de cómo funciona la mente humana.
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171
CAPÍTULO 5 BASES NEURALES DE LA COGNICIÓN Y LAS EMOCIONES
MIGUEL ÁNGEL ÁLVAREZ.
5.1 EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO HUMANO COMO EXPRESIÓN DE LA CULTURA.
Uno de las polémicas más estériles y difíciles de superar es la discusión sobre el papel
relativo que ejercen la biología y la cultura en el desarrollo del niño en particular y del
ser humano en general. Es común que se asuma que ambas influencias aportan una
cuota en el desarrollo como aspectos separados, y que los psicólogos defiendan el
papel preponderante del ambiente en sentido amplio y que piensen que las
influencias biológicas: genéticas, congénitas y adquiridas son objeto de estudio de las
ciencias biológicas y la medicina. Esta posición ecléctica y conciliadora es peligrosa
porque mantiene el ambiente y los genes en áreas separadas lo que no corresponde
con la realidad y tiende a mantener el trabajo de los psicólogos y neurocientíficos en
cápsulas separadas no solo desde el punto de vista de la metodología propia de cada
disciplina, sino que mantiene el dualismo cartesiano en pleno siglo XXI.
En lo adelante, bajo el concepto ambiente de incluirán todas las influencias externas al
embrión, feto, niño o adulto, desde las radiaciones, nutrición, sonidos, caricias, afecto,
olores, aprendizaje y de esa manera una lista infinita de influencias.
Las relaciones genes ambiente se expresan en dos vertientes: como los genes influyen
en la conducta y el proceso complementario y menos comentado: como la conducta
influye sobre los genes.
a. Como influyen los genes en la conducta
Muchos psicólogos y científicos sociales rechazan a priori el análisis de las influencias
genéticas en el comportamiento porque parten de concepciones científicamente
erróneas o mal informadas y de peligro potencial desde el punto de vista ético, racial o
sencillamente humano. La combinación superficial de los conceptos de Darwin y
Mendel produjo una la base pseudo científica para la justificación de acciones
detestables desde el punto de vista ético. Ya en el siglo XIX, Francis Galton en su libro
El genio hereditario de 1864 y Familias notables de 1906 había sentado el precedente
de la eugenésica: el mejoramiento del humano mediante los mejores cruces genéticos.
Pronto, la genética mal comprendida unida a la estratificación de clases y los prejuicios
raciales se combinaron para diseñar políticas que influyeron en el mantenimiento de
172
desigualdades sociales, injusticias o simplemente crímenes en masa como fue evidente
en la primera mitad del siglo XX
Estas posiciones fueron afortunadamente estériles y han sido totalmente batidas en
retirada por la real genética científica.
¿Como los genes influyen en la conducta?, no directamente. Un gen codifica una
simple proteína, pero no una simple conducta. Las conductas se generan por circuitos
neurales que relacionan muchas células las cuales expresan genes específicos que
dirigen la codificación de muchas proteínas, pero es más, este mecanismo genético no
es independiente de la vida social, afectiva, y de la cultura en general.
Los genes tienen dos funciones: la primera es servir de molde para la replicación de
cada gen. Esta función es muy estable ya que permite conservar las especies y no está
influida por el ambiente porque solo puede ser alterado por las mutaciones, que son
infrecuentes y a menudo azarosas. Esta función de molde trasciende las influencias
individuales o sociales. Probablemente esta función de los genes es la única que es
conocida popularmente y es la que induce al error de pensar que cuando se habla de
influencias genéticas de está afirmando un determinismo rígido que sería el concepto
de destino manifiesto con membretes biológicos. Esta concepción por supuesto es la
que provoca los prejuicios injustificados de los psicólogos y humanistas hacia el estudio
de las influencias biológicas en el comportamiento.
Sin embargo, los genes tienen una segunda función que determina el fenotipo. Es
decir, determina la estructura, función y diversas características de la célula en la cual
se expresa. Esta es la función de transcripción. Aunque casi cada célula del cuerpo
tiene los genes que están presentes en cada otra célula, solo una fracción de los genes
se expresan o transcriben. Una célula del cerebro lo es porque expresa solo la fracción
de los genes. Cuando un gen se expresa en una célula lo que hace es dirigir la
producción de las proteínas específicas que le dan el carácter propio a cada célula.
Esta función transcripcional, es decir la habilidad de sintetizar proteínas específicas
está regulada en gran medida por factores ambientales.
Está fuera del propósito de este libro describir la cadena de procesos que enlazan las
zonas específicas de los genes que codifican el RNA mensajero con la codificación de la
proteína específica. Solo debe comprenderse que estímulos internos y externos como
pueden ser por citar solo algunos: hormonas, stress, aprendizaje e interacciones
173
sociales, alteran el enlace de los reguladores de la transcripción para provocar
diferentes combinaciones de reguladores transcripcionales. Este proceso es el llamado
regulación epigenética. De esa manera la regulación de la expresión genética por
factores ambientales hace que todas las funciones del cerebro sean afectadas por
influencias sociales. Estas influencias sociales serán incorporadas biológicamente
mediante las expresiones alteradas de genes específicos en células nerviosas
específicas de regiones particulares del cerebro y son trasmitidas culturalmente, no
genéticamente. En los humanos, la posibilidad de modificar la expresión genética
mediante el aprendizaje, produce un nuevo tipo de evolución, la evolución cultural.
Eso hace que en los humanos la velocidad de la evolución cultural sea mayor que la de
la evolución biológica.
Por lo tanto, los planteamientos lúcidos pensadores de la antigüedad de la ciencia
psicológica como Vigotsky se ven confirmados con los conocimientos de la genética.
Debido a lo anteriormente expuesto, es conveniente introducir el concepto de
plasticidad cerebral que es el puente entre los genes y la biología por un lado y la
cultura y la sociedad por el otro. ¿Como el cerebro cambia ante las experiencias
externas?
A principios de la segunda mitad del siglo XX, se puso en evidencia que ratas que se
criaban en ambientes enriquecidos por medio de muchos estímulos (objetos,
escaleras, ruedas, etc.). Estas tenían un mejor rendimiento cuando adultas que el de
los animales criados en ambientes empobrecidos. La corteza cerebral de las ratas de
ambiente enriquecido eran más pesadas que las de las ratas con poca estimulación
(aunque estas últimas tenían un mayor peso corporal).
Otros estudios con diferentes especies mostraron que la diversidad de estímulos en las
primeras etapas de la vida posibilita un comportamiento más refinado y preciso. Se
demostró que animales criados en ambientes muy enriquecidos de estímulos,
presentaban neuronas mayores en áreas cerebrales específicas, así como mayor
cantidad de sinapsis, conexiones sinápticas y conexiones dendríticas. Este autor
plantea: “Los cambios regionales mayores que acompañan las diferencias en la
experiencia están asociados con cambios en las neuronas en la cantidad, patrón y
cualidades de las conexiones sinápticas”.
174
Los trabajos de de Bayley y Kandel sobre el molusco aplysia revelaron de manera
evidente las relaciones entre el proceso del aprendizaje, hasta entonces en la esfera de
lo mental y las manifestaciones neurobiológicas y establecieron un puente conceptual
que todavía no tiene el reconocimiento adecuado entre los psicólogos. Demostró que
el aprendizaje de memoria largo plazo influye específicamente en la expresión
genética mediante el crecimiento en el doble de terminales presinápticas que animales
no entrenados, pero que algunas formas de habituación a largo plazo provocan
cambios opuestos, pues conducen a regresiones de conexiones sinápticas y del
podado. Es de interés destacar que estos cambios no se observan en la memoria a
corto plazo, por lo que se ignora si los procesos neurobiológicos son otros, o que
sencillamente los métodos actuales de determinación de cambios en las conexiones no
son lo suficientemente precisos.
La plasticidad es una Propiedad Intrínseca del Cerebro Humano y representa la
intervención de la evolución para permitirle al Sistema nervioso escapar las
restricciones de su propio genoma y por ende adaptar a las presiones ambientales,
cambios fisiológicos y a la experiencia. La Plasticidad no es un estado ocasional sino el
estado normal de cambio continuo durante toda la vida. El Sistema Nervioso debe ser
concebido entonces como una estructura en continuo cambio de la cual la plasticidad
es una propiedad intrínseca y la consecuencia obligatoria de cada input sensorial acto
motor o demanda eferente (plan de acción, concienciación, retroalimentación,
asociación conductual etc.). Estos cambios en la aferencia o en las demandas de la
eferencia se manifiestan por mmodificaciones dinámicas en la fuerza de conexiones
pre‐existentes a través de redes neurales distribuidas que permiten: a. cambios en la
coherencia cortico‐cortical o cortico‐subcortical dependientes o relacionados con
tareas, b modificaciones en el mapeo entre conducta y actividad neural y c
eestablecimiento de Nuevas Conexiones a través del crecimiento dendrítico y
arborización. Desde el punto de vista funcional, la plasticidad permite.
La plasticidad en si misma no es una propiedad beneficiosa o perjudicial, ya que puede
ser parte de la evolución, del aprendizaje o puede favorecer a aparición de patologías.
La plasticidad no es una propiedad que pueda aplicarse en cualquier contexto o
circunstancia, ni es la panacea que permite que el cerebro sea de una flexibilidad
funcional sin límites. Todas las manifestaciones de la plasticidad están condicionadas
175
en ciertos límites y son las que regulan las posibilidades del aprendizaje, sea este el
conocimiento gradual del mundo por el recién nacido, el aprendizaje escolar, las
modificaciones emocionales en un paciente bajo psicoterapia o una eficaz
rehabilitación de una afasia.
La máxima plasticidad se encuentra en las etapas primeras de la vida. Durante las
mismas, el sistema nervioso puede solucionar mejor los problemas estructurales y
funcionales producidos por agresiones que en fases posteriores de su desarrollo. En
este último caso, las neuronas harán las nuevas conexiones de manera incorrecta. Este
es el llamado principio de Kennard: la recuperación de un daño cerebral al comienzo
de la vida es mas completa que en períodos posteriores. Pero esto no es siempre así
porque el grado de plasticidad difiere en función del área del sistema nervioso
implicada. Las regiones que se desarrollan más tarde en la infancia, como son el
cuerpo calloso y los lóbulos frontales, presentan una plasticidad mayor que la zona
sensorial primaria que se desarrolla en las primeras semanas de vida. Estas zonas
reflejan un alto grado de imparcialidad, es decir, están disponibles como reserva para
otros usos durante la niñez temprana y así poder asumir funciones de áreas dañadas.
El aprendizaje, como expresión de la plasticidad cerebral entonces puede basarse en
varios principios neurobiológicos conocidos, que si bien son insuficientes, permiten un
conocimiento inicial.
• Los aspectos elementales del aprendizaje no están distribuidos uniformemente
en el cerebro, sino que se pueden localizar en la actividad de grupos de neuronas
específicas.
• Aprender es el resultado de una alteración de las conexiones sinápticas entre las
células más que provocar conexiones sinápticas nuevas.
• Mediante una alteración en la cantidad de un neurotransmisor liberado en las
terminales de las neuronas pueden ocurrir cambios prolongados en la fortaleza
sináptica.
• La combinación de estos procesos simples de alteración de las fortalezas
sinápticas puede explicar procesos mentales complejos. Kandel emplea el feliz
término de gramática celular para describir esos cambios simples que están en los
cimientos de todo aprendizaje. Según este autor, las formas básicas de aprendizaje:
habituación, sensibilización y condicionamiento clásico escogen entre el repertorio
176
de conexiones posibles y alteran la fortaleza de ese subconjunto del repertorio. Los
factores ambientales y el aprendizaje permiten que las capacidades latentes surjan al
alterar la efectividad de las vías preexistentes.
Sin embargo, ese concepto que llamamos plasticidad, es posiblemente una
abstracción demasiado general y por ello cabe preguntarse si es un concepto bien
definido. Muchas regiones del cerebro son sensibles a la experiencia, pero difieren en
los tipos de información almacenada y en el tiempo de su desarrollo. Un tipo de
plasticidad está intrínsecamente imbricada en el programa de desarrollo, y requiere
que se efectúe en el tiempo preciso y en la calidad específica para que el cerebro sea
normal. Sin embargo, otra categoría de plasticidad almacena información
idiosincrásica e impredecible, pero útil para el aprendizaje a lo largo de la vida. Por
ello, debe esperarse que algunos aspectos del desarrollo del cerebro usen el primer
tipo de plasticidad y que experiencias anormales o deprivaciones dañen a largo plazo
el cerebro y por ello la conducta. Pero como existe el otro tipo de plasticidad, que dura
por toda la vida, las intervenciones sociales o la psicoterapia pueden tener éxito.
Aunque no es el propósito de este capítulo la exposición exhaustiva de los mediadores
químicos que hacen viable la plasticidad, se han identificado sustancias tan diversas
como la noradrenalina (en su papel de activador del AMP cíclico, la proteína asociada
con los microtúbulos 2 (PAM 2), los factores neurotróficos derivados del cerebro
(BDNF) , la Calcineurina, la Interleukina 2 (IL2) el GNDF y NT‐3.
El estado de estos conocimientos está todavía en fase embrionaria con la mayoría de
los resultados dentro del campo de la experimentación animal y no es evidente una
extrapolación inmediata a la práctica clínica, aunque algunos resultados sugieren la
combinación heterodoxa de técnicas de aprendizaje con trasplantología de tejido
neural.
Las posibilidades de la explotación de la plasticidad cerebral para la estimulación
temprana o la rehabilitación son todavía insospechadas, lo que provoca que exista
mucha información anecdótica poco confiable que prometa resultados demasiado
alentadores.
En adultos, la neuropsicología clásica de la época pre‐computadoras ha ofrecido
pruebas del reestablecimiento de daños en el lenguaje mediante el entrenamiento
focal. Pero no han podido extenderse estas experiencias de manera sistemática y con
177
alta repetibilidad a otro tipo de daño cognitivo más simple, por ejemplo la atención, o
más complejo, como los procesos de abstracción y generalización. Estas conclusiones
no son pesimistas, sólo identifican problemas prácticos reales que esperan su solución
para incorporarlos a la clínica cotidiana y alertan contra la ilusión de extender de
manera indefinida el desarrollo cognitivo mediante un ambientalismo ingenuo.
5.2 NEURODESARROLLO.
El neurodesarrollo, es un proceso de alta vulnerabilidad, pues si bien los genes
controlan la información sobre cuándo y cómo iniciar y detener cada uno de estos
progresos, numerosos factores ambientales pueden interferir su expresión. No sólo los
más tangibles, como la exposición a un contaminante o una nutrición inadecuada, sino
aquellos más intangibles como son las características cualitativas y cuantitativas del
afecto presente en el entorno familiar e inherente en los comportamientos de
interacción con el niño o las características, frecuencia y diversidad de la estimulación
sensorial que recibe el niño en este entorno u otras influencias poco perceptibles pero
capitales para el desarrollo del cerebro, pueden comprometer o favorecer la calidad
neurodesarrollo y, por consiguiente, el desempeño de las personas en la vida desde la
niñez hasta la vejez inclusive.
El funcionamiento normal del cerebro es probablemente ejemplo del más sofisticado
orden de la naturaleza. Para que este alcance su estructura correcta, existe un plan de
desarrollo que se debe cumplir rigurosamente. Este plan se efectúa acorde al concepto
de canalización, el cual se refiere a la tendencia del sistema nervioso de seguir un
patrón de desarrollo particular y no otro.
El Neurodesarrollo es el conjunto de cambios que ocurren en el Cerebro y los sistemas
sensoriales desde el nacimiento hasta la adolescencia, por efecto de la maduración,
que se asocian y expresan en una amplia gama de conductas y capacidades
adquiridas. De todos los órganos y sistemas humanos, el cerebro y el sistema nervioso
central son los más sensibles al daño. El normal funcionamiento del cerebro depende
de la interacción delicada e inestable entre el programa genético, los factores
ambientales y la cultura que se manifiestan mediante un equilibrio entre dos procesos
complementarios: la canalización y la plasticidad.
178
El destino final del desarrollo del sistema nervioso es muy difícil de alterar y esto tiene
un fin adaptativo: proteger al futuro adulto de trastornos desventajosos y por ello
favorecer la conservación de la especie. Resulta sorprendente que el sistema nervioso
presente una característica aparentemente contraria: la plasticidad, o sea, que una
serie amplia de influencias ambientales pueda influir en el desarrollo de ese plan
maestro. La realidad es totalmente distinta, el cerebro constituye un sistema activo en
constante cambio. Si bien es cierto que el número de neuronas no aumenta y que el
soma neuronal permanece como un componente relativamente estable, la
comunicación sináptica con otras neuronas está sometida a una modificación
constante.
El sistema nervioso tiene dos tipos de células: las glías y las neuronas. Las glías, hasta
donde sabemos hoy, son células de apoyo que proveen el marco estructural y
mantenimiento metabólico de las neuronas.
Las neuronas se originan de la división de células neuroepiteliales que se originan en la
frontera entre el cuerpo del embrión y el medio exterior, el espacio dentro del saco
amniótico. Al cerrarse el tubo neural, el neuroepitelio queda atrapado y se transforma
en su pared interior. A las cinco semanas este espacio evoluciona en los cinco
ventrículos del sistema nervioso central. Las paredes de estos ventrículos son donde se
forman las neuronas y las glías a partir de las células epiteliales.
Las neuronas se originan en el embrión a partir de la tercera semana y están casi
completadas en la semana 18. Solo unas pocas continúan produciéndose en la vida
fetal y otras menos en los primeros meses de vida postnatal. Así, los elementos
fundamentales del cerebro están numéricamente completos en los cuatro primeros
meses de vida fetal. Durante los nueve meses de gestación este proceso se produce a
una velocidad de casi 250000 neuronas por minuto. Pero este proceso de
neurogénesis no es más que el primer eslabón de una cadena de eventos que terminan
al final de la adolescencia. Posteriormente a la neurogénesis, ocurre el misterioso
proceso de la migración. Después de nacer en las paredes de los ventrículos, las
neuronas migran hacia fuera a través de senderos establecidos por unas células
llamadas glías radiales, que le marcan el camino hacia la zona que tiene destinada en la
capa neuronal específica de de las seis posibles que posee la corteza cerebral. A la
179
mitad de la gestación la mayoría han alcanzado su posición final en las estructuras
cerebrales.
Posteriormente comienza entonces el proceso capital del desarrollo del cerebro: la
sinaptogénesis o formación de las sinapsis que son las uniones funcionales entre las
neuronas. Este proceso comienza en la corteza cerebral aproximadamente en la
séptima semana. Este es un proceso muy demorado que continúa durante toda la
gestación hasta el primer año de vida y en algunas regiones del cerebro hasta el
segundo año. La velocidad de la sinaptogénesis es 1.8 nuevas sinapsis por segundo
entre los dos meses de gestación y los dos primeros años de vida. Aproximadamente
el 80 % del crecimiento dendrítico ocurre después del nacimiento para asimilar el
creciente numero de sinapsis.
Este proceso de creación de nuevas sinapsis, tiene su contrario dialéctico, el podado.
Ante estos millones de conexiones, la tarea de que queden correctamente
ensamblados los circuitos es realmente sorprendente. Cada neurona se las arregla
para dirigir su axón y ramas dendríticas a los circuitos que posteriormente permitirán
la manifestación de procesos motrices, cognitivos y afectivos. El patrón de conexiones
existentes inicialmente es difuso, excesivo y poco preciso. Se forman mucho mas
conexiones de la necesaria y gran parte de ellas terminarán desapareciendo en
proceso de eliminación de conexiones superfluas e inoperantes llamado precisamente
podado. Una explicación teleológica de la producción excesiva de conexiones es que
los genes son numéricamente escasos con relación a la cantidad de conexiones
necesarias para el funcionamiento del cerebro. De los 80000 genes dispersos en el
ADN de nuestros cromosomas, solo una parte son los responsables del trabajo de
establecer las conexiones por lo que se tendrían muy pocas instrucciones precisas para
las conexiones correctas. Por ello, los genes establecen conexiones excesivas y el
ambiente en sentido muy amplio) se encarga de redefinir los circuitos y dejar solo un
subconjunto más eficiente. Las sinapsis mas usadas son eléctricamente más activas
(reciben mas señales y liberan mas neurotransmisores). Esta actividad eléctrica
estabiliza la sinapsis. Esta selección Darwinista permite que solamente sobrevivan las
conexiones mejores. El proceso de podado es lento ya que comienza después del
punto máximo exuberante de sinaptogénesis, alrededor del segundo año de vida, y
termina en la adolescencia. Las sinapsis que no son activadas por idiomas no
180
escuchados, sentimientos no percibidos o habilidades no aprendidas, serán menos
estables y desaparecerán. Pero La perdida de millones de conexiones neuronales
entre la infancia y la adolescencia es un indicador del normal desarrollo del cerebro ya
que la naturaleza funciona por un principio de economía, se prioriza lo mas perentorio.
Sin embargo, el proceso de neuromaduración culmina con la mielinización, que implica
el recubrimiento de la neurona por la vaina de mielina, que es un lípido que garantiza
el aislamiento y transporte eficiente de la señal nerviosa. Comienza a las cinco
semanas en la médula espinal, pero en el cerebro comienza en el noveno mes prenatal
y termina aproximadamente al final de la pubertad. Es de interés la desigual velocidad
de mielinización en las áreas del cerebro. Estudios recientes como imagenología
funcional revelan que los lóbulos frontales son las últimas estructuras en mielinizarse
en el cerebro. Esta región de actividad extraordinariamente compleja y poco
comprendida, es responsable entre otras funciones de las tareas de planificación a
largo plazo y la evaluación de las consecuencias de las acciones, por lo que es la
explicación de las conductas de los adolescentes que causan irritación en los padres
ante la inmediatez de sus metas y ausencia de planes futuros. Este orden tiene un
sentido biológico en la medida en que es necesario que primero se mielinicen las áreas
que controlan los aspectos vegetativos esenciales para el mantenimiento de la vida y
después los procesos mas sofisticados de humanización.
5.2.1 EL NACIMIENTO DE LA INTELIGENCIA Y LAS EMOCIONES.
Como son los orígenes de la capacidad humana que permite producir y apreciar el
arte, la ciencia y las complejas relaciones humanas. Si la pregunta es radical, la
respuesta es que no lo sabemos, sin embargo, estas propiedades específicamente
humanas pueden ser rastreadas desde sus orígenes más humildes.
Desde antes del nacimiento comienza la génesis de la individualidad psicológica
humana. Eso que los psicólogos de manera audaz y poco precisa llamamos inteligencia
y personalidad, no es mas que un conglomerado continuamente mutante dentro de
ciertas restricciones de procesos de diferente nivel de complejidad y alcance.
Las potencialidades que en un joven le permitirán disfrutar de una obra literaria,
solucionar ecuaciones diferenciales, atacar la portería para marcar un gol o sentirse
atemorizado ante amenazas o demostrar valor para el combate, tienen su génesis en
181
procesos modulares combinados de manera única en períodos críticos y que todavía
permanecen desconocidos en cuanto a su poder predictivo a largo plazo.
Se habla de procesos modulares, porque durante el proceso de esculpido del cerebro
de deben ensamblar de manera coherente las zonas que permiten el reconocimiento
de estímulos táctiles, de equilibrio, sonoros, visuales, del lenguaje, de la memoria, y de
funciones que trasciendan la realidad inmediata y se proyecten buscando predicciones
de consecuencias futuras de las acciones presentes.
Las influencias que regulan estos procesos comienzan desde el período prenatal. Existe
una gama muy amplia y una gran rapidez del desarrollo del SNC y del repertorio de
conductas asociadas a lo largo de la vida desde el nacimiento hasta la adolescencia/
adultez.
La vida intrauterina ofrece el primer marco para el desarrollo de los procesos cognitivo
afectivos. El futuro ser humano sortea numerosos riesgos para nacer con un sistema
nervioso en buen estado: Los defectos de la formación del tubo neural pueden ser
favorecidos por algo tan aparentemente simple como la exposición a altas
temperaturas durante el embarazo, la nutrición inadecuada, el consumo de alcohol, las
infecciones, la exposición a contaminantes, el stress emocional, el consumo de tabaco
y otras muchas condiciones de índole congénita o genética constituyen amenazas
constantes para el buen desarrollo del cerebro.
El primer bloque de la cognición comienza en la vida fetal con la emergencia del
sentido del tacto a las seis semanas de la concepción y a las quince semanas las
neuronas tala micas comienzan a establecer sus sinapsis en la corteza. La importancia
del sentido del tacto inmediatamente después del nacimiento ha sido demostrado
dramáticamente en los experimentos en los que monos Rhesus que fueron deprivados
del contacto piel a piel materno después del nacimiento, mostraron posteriormente
signos severos de trastornos emocionales y de relaciones sociales. Posteriormente,
estos resultados han sido confirmados independientemente.
Desde los trabajos de Gesell a principios del Siglo XX hasta los de Piaget, se ha
constatado la existencia de un patrón de maduración motriz tanto en los movimientos
finos como en los gruesos, según se muestra en la tabla XX. La coordinación del
movimiento no es un proceso tan simple como describen los libros de anatomía, ya
que por ejemplo una estructura como el cerebelo, que tradicionalmente se asocia
182
exclusivamente al control del movimiento y equilibrio, se le está descubriendo
relaciones con centros cognitivos superiores.
La sensación de movimiento y equilibrio es percibida desde el mismo nacimiento
debido a que los niños nacen con un aparato vestibular muy desarrollado.
Pero este desarrollo psicomotriz es un pobre predictor del intelecto años después.
Los sentidos químicos, como el gusto y el olor, agradables o repulsivos, responden con
excitación neural a moléculas específicas en el ambiente y pueden ser los orígenes del
hedonismo pero tienen una importante función adaptativa
La percepción del dolor y la temperatura aparecen rápidamente después del
nacimiento
La emergencia de la visión constituye un hito fundamental en la cognición. Aunque al
nacimiento es menos desarrollado que los descritos anteriormente y precisamente
por su importancia es que este proceso se toma un tiempo mas largo para su eficiente
maduración. El desarrollo de la visión es más que la puesta en marcha de un canal
sensorial más, tómese solo como ejemplo que el cerebro procesa la información visual
en más de treinta áreas diferentes. Ellas analizan la forma, color, detalles finos,
movimiento, localización de profundidad etc. Por ejemplo, después del primer análisis
de la señal visual en la corteza visual primaria ( V1), esta información de divide en dos
sistemas paralelos, el que reconoce que se ve, va al lóbulo temporal y el donde está, al
lóbulo parietal. El surgimiento de la visión fue el tema estudiado por Hubel y Wiesel,
que les concedió el Premio Nobel en medicina, cuando descubrieron que las primeras
experiencias visuales dirigen la estructura final de las conexiones neuronales en la
corteza visual.
De manera similar la audición y el lenguaje tienen en el primer año de vida un período
de especial desarrollo en conjunto siendo la audición un prerrequisito para el lenguaje
hablado. La neurobiología del lenguaje solo recientemente comienza a ser
desentrañada. En los años 50 del pasado siglo Noam Chomsky revolucionó la
concepción de la aparición del lenguaje con el concepto de gramática universal debido
a que todos los lenguajes naturales conocidos presentan la misma estructura:
nombres, verbos, adjetivos, adverbios, proposiciones, conjunciones etc.) y presentan
reglas fijas. Propuso que el lenguaje es construido mediante reglas gramaticales
5.2.3 Como y cuando evaluar el neurodesarrollo
183
Si en alguna rama de las neurociencias aplicadas existe una brecha importante entre
los conocimientos básicos y los aplicados en este campo. La evaluación del
neurodesarrollo y del intelecto infantil, poco ha avanzado desde los trabajos de Gesell,
Terman, Weschler y otros colaboradores. Un problema adicional y no menor, es la
influencia no controlada de los factores culturales y sociales en las evaluaciones.
5.3. BASES NEURALES DE LA COGNICIÓN
Los procesos que abarcan la esfera cognitiva de la conducta humana son
extraordinariamente variados y complejos, pero pueden ser agrupados en categorías
más o menos precisas, en función de las posiciones teóricas de los autores que las
describen
Se pueden distinguir las siguientes funciones cognitivas:
• Atención: este término no puede ser reducido a una definición única, y está
relacionado con diversos circuitos anátomofuncionales corticales y subcorticales. Los
procesos atencionales abarcan desde el estado de alerta de la conciencia hasta la
capacidad de controlar el procesamiento de la información en el cerebro.
• Lenguaje: comprende la habilidad para codificar, decodificar e interpretar los
elementos semánticos y sintácticos de símbolos empleados para comunicar
información. Las funciones del lenguaje se representan predominantemente en el
hemisferio cerebral izquierdo.
• Memoria: los mecanismos relacionados con la búsqueda de información
almacenada gracias a la educación formal e informal y la experiencia acumulada a lo
largo de la vida constituyen la memoria. La memoria puede ser subdividida en varios
componentes, cada uno de los cuales tiene sus bases neurales en diferentes grupos
de estructuras cerebrales.
• Habilidades Constructivas y visupespaciales: estos son procesos no verbales que
requieren de la integración de las funciones de los lóbulos frontales, parietales y
occipitales. Requieren, ante todo, de la integración visoespacial, la que es
principalmente una función de los lóbulos parietales. Comprende la habilidad para
dibujar, construir, manipular formas y dimensiones.
• Funciones Cognitivas Superiores: agrupa una serie de procesos que no poseen
correlaciones neurales específicas. Incluye los procesos de abstracción,
conceptualización, uso de información aprendida en la solución de problemas,
184
habilidad para el cálculo y otras, todas funciones intelectuales superiores y
únicamente humanas.
• Funciones Superiores de Control Mental: son concebidas como actividades de
control ejecutivo. Están relacionadas con la anticipación, planificación de las
respuestas, selección de las respuestas o conductas. La planificación de la conducta
está estrechamente vinculada con el funcionamiento de los lóbulos frontales,
particularmente la corteza prefrontal.
5.3.1 ATENCIÓN
La atención es un mecanismo de selección de señales. La complejidad conceptual de
este fenómeno es tal que algunos autores plantean que puede ser considerado como
un tercer sistema neurofisiológico, el "sistema atencional", en igual categoría que los
sistemas motor (eferente) y sensorial (aferente). Es un fenómeno que no puede
reducirse a una única definición ni puede relacionarse a una estructura anatómica
única.
La actividad mental humana (la percepción, el reconocimiento, la intención, la acción)
está precedida siempre por un esfuerzo neurocognitivo caracterizado por su
directividad y selectividad: la atención.
Las funciones atencionales contribuyen a la coherencia y continuidad de un
comportamiento orientado hacia un fin, es por eso que están en la base de todos los
procesos cognitivos. Esto supone cambios en la selectividad, intensidad y duración de
las respuestas neuronales durante la acción. La selección de los eventos más
relevantes para lograr los objetivos propuestos en un momento dado cambia en
función no solo de determinados dispositivos biológicos, sino también en dependencia
de las necesidades internas, demandas del medio y experiencia adquirida en el pasado.
Los estudios sobre la atención tienen una larga historia. Las primeras investigaciones
sobre la problemática atencional fueron realizadas por Wilhem Wundt en 1879. El
introdujo el término apercepción para indicar cómo unas ideas ocupan
prioritariamente la conciencia y se vuelven más claras, y le dan unidad al proceso
mental
Otros autores, como William James (1842‐1910) y los psicólogos cognitivos,
enfatizaron el carácter altamente selectivo y limitado de la atención. Estos últimos
adoptaron la analogía del procesamiento cibernético, inspirado en las propiedades
185
físicas de la computadora, para construir modelos explicativos del proceso atencional.
Partiendo de tareas que utilizaban mensajes dicóticos, introdujeron el concepto de
filtro para explicar el mecanismo de selección de los mensajes.
El siglo XX experimentó un aumento del interés por descifrar la relación existente
entre el mecanismo atencional y el cerebro. Los primeros estudios en este sentido
fueron realizados por Pavlov (1849‐1936). Este autor enunció la ley de la inducción de
los procesos nerviosos, según la cual en las áreas que rodean al foco de concentración
de la excitación se induce la inhibición; de esta manera es posible localizar
constantemente en los hemisferios cerebrales un área de excitación óptima que es
expresión del trabajo más intenso de la conciencia.
En 1949, Moruzzi y Magoun realizaron uno de los aportes más importantes a las
neurociencias y en específico al estudio de la atención. Mediante el método de
producción de lesiones cerebrales en un gato, demostraron que la formación reticular,
una estructura ubicada en el tronco del encéfalo, contenía circuitos de neuronas de los
que dependía el nivel de alerta y activación (arousal) del animal.
Con este hallazgo se introdujo el principio de la organización vertical de todas las
estructuras cerebrales ‐ hasta el momento se consideraba que la actividad psíquica era
responsabilidad de la corteza‐; se descubrió la primera unidad funcional del cerebro,
responsable de regular el tono cortical y el estado de vigilia; y se reorientó la
investigación de aquellos que pretendían localizar el substrato anatómico de la
atención. (
Hoy en día se reconoce que la atención tiene varias manifestaciones básicas y la
primera de ellas se caracteriza por este estado de vigilia o alerta (arousal) que
corresponde al nivel de conciencia con un grado de intensidad tal que se contrapone a
la profundidad del sueño o del estado de coma, o sea, la atención como un mecanismo
de alerta general estrechamente vinculado con la actividad del sistema nervioso
autónomo (frecuencia cardiaca, respuesta eléctrica de la piel, dilatación pupilar, etc.),
fácilmente detectable por medio de registros electrofisiológicos y del examen clínico
neurológico. No todos los autores consideran a esta manifestación como un proceso
atencional en sí mismo, sino que la consideran una condición imprescindible y básica
para el desarrollo de toda actividad humana dirigida a un fin.
186
La conciencia es realmente un estado subjetivo que implica tener conciencia de si y del
medio circundante, una condición de alerta que permite al sujeto percibir información
proveniente del medio interno y externo y de responder apropiadamente a los
mismos.
Esta manifestación del sistema atencional ha atraído menos la atención de la
neuropsicología cognitiva en razón de que su connotación es más fisiológica que
psicológica y por tanto no es fácilmente modelable en condiciones experimentales. Los
patrones de alteración de este nivel de la atención son expresados por déficit (estados
confusionales), ausencia (estados comatosos) o exceso (hipervigilia farmacológica).
La capacidad de alerta o arousal está estrechamente relacionada con las funciones del
sistema reticular ascendente (SRA) y sus proyecciones, las que a su vez son activadas
por estimulación directa procedente de los sistemas sensoriales o por influencias
corticales. La formación reticular (FR) está compuesta por cuerpos celulares y fibras
nerviosas entrelazadas en todas direcciones. Se extiende desde el bulbo raquídeo a
través del puente o protuberancia y cerebro medio a diferentes zonas del diencéfalo.
La FR recibe entradas sensoriales a través de colaterales procedentes de las vías
sensoriales principales que la mantienen en un estado de activación que a su vez activa
a la corteza para mantener un estado de vigilia. El nivel de alerta depende no solo de la
actividad de la FR, sino también de sus influencias reguladoras talámicas, límbicas,
frontales y de los ganglios basales.
El mantenimiento del nivel de vigilia o alerta está vinculado también con diferentes
sistemas de neurotrasmisores y factores humorales generales. El sistema
noradrenérgico, las neuronas colinérgicas e histaminérgicas, así como otras sustancias
hormonales que actúan como estimulantes del sistema de conciencia ante la presencia
de estímulos de índole psicológica, contribuyen a mantener un nivel de alerta óptimo
como condición indispensable para mantener una vida normal.
Ya con los trabajos de Luria, se perfiló la idea de que la atención no es un proceso
unitario, sino que está dividido en diferentes componentes. Cada uno de ellos es
regulado por zonas cerebrales específicas que trabajan de forma integrada. Las
lesiones cerebrales pueden afectar a uno de estos componentes y expresarse por ello
de forma modular. Ellos son:
187
• Volumen: número de señales o asociaciones que pueden mantenerse en el
centro de la conciencia lúcida.
• Estabilidad: permanencia con que los procesos pueden conservar su carácter
dominante.
• Oscilaciones: naturaleza cíclica del proceso, mediante la cual los contenidos
pueden adquirir un valor dominante o perdido.
Al diferenciar las zonas cerebrales relacionadas con la atención, Luria distinguió entre
atención involuntaria y voluntaria. La primera se refiere a lo que Pavlov había
denominado reflejo de orientación, o sea, la atracción que ejerce sobre el organismo
un estímulo biológicamente significativo y que puede observarse desde los primeros
meses del desarrollo del niño. Estos estímulos provocan movimientos y acciones de
carácter direccional y selectivo, aunque elementales, como dirigir la vista o la cabeza
hacia la fuente de un estímulo que se destaca por sus características físicas o
significación biológica, detener una acción en curso por las mismas causas, etc. La
selectividad y direccionalidad es lo que diferencia este tipo de atención del llamado
arousal o tono de vigilia. Se ha estudiado clásicamente por métodos electrofisiológicos
(desincronización del ritmo alfa del EEG ante la apertura de los ojos, fortalecimiento de
los Potenciales Evocados en respuesta a la presentación del estimulo correspondiente,
cambios en la respuesta eléctrica de la piel, del ritmo respiratorio, etc.).
Sin embargo, las formas más complejas de atención voluntaria, que necesitan que se
reconozca selectivamente un estímulo y se inhiba la respuesta correspondiente a
estímulos irrelevantes, involucran estructuras del córtex límbico y la región frontal;
esta última, que se encuentra estrechamente conectada a los tractos descendentes de
la formación reticular, es de importancia capital en la regulación de los estados de
activación que se realizan con la participación del lenguaje.
Consecuentemente, han sido desarrolladas múltiples técnicas, paradigmas y modelos
para el estudio del sistema atencional anterior. Este se define como un mecanismo de
selección y codificación de señales de capacidad limitada, pero este es un proceso
activo y complejo que juega un papel primordial en la regulación de la experiencia
perceptual y en la elección de conductas. La atención selectiva focal es la responsable
de elegir de entre los múltiples estímulos sensoriales que llegan al ser humano,
permitiendo a unos estímulos recibir procesamiento preferencial sobre otros, de modo
188
tal que los estímulos que están en el foco de atención son generalmente discriminados
más rápidamente y con mayor precisión, son registrados más vívidamente en la
conciencia y en la memoria y ejercen mayor control sobre la conducta que los
estímulos no atendidos.
Como se puede observar, la atención no se ciñe sólo a regular la entrada de
información, sino que también está implicada en el procesamiento mismo de ella, en
aspectos tales como la orientación, la exploración, la concentración y, por supuesto, el
almacenamiento de información por brevísimos intervalos de tiempo como parte del
proceso de codificación de señales (memoria sensorial).
El concepto de atención selectiva focal es amplio y ambiguo y ha tomado diferentes
denominaciones: atención voluntaria, sistema atencional anterior (por su
dependencia, fundamentalmente, de zonas corticales anteriores), atención ejecutiva.
Es esta la atención para la acción, una atención deliberada que ejerce un papel rector
en el control de la acción, en la programación, regulación y verificación de la actividad.
Dentro de ella se distinguen varios tipos:
• Atención dividida o capacidad para realizar de modo simultáneo dos o más
tareas.
• Atención de preparación, proceso atencional para llevar a cabo una operación
cognitiva movilizando las respuestas adecuadas a la tarea que se debe desempeñar.
• Atención sostenida o capacidad de concentrar la atención durante un periodo
relativamente prolongado de tiempo, se expresa por el mantenimiento persistente
del estado de alerta a pesar de la frustración o el aburrimiento.
• Inhibición de respuestas automáticas o naturales.
• Atención selectiva a propiedades del objeto como son el color, forma,
movimiento, etc.
Otro enfoque de los componentes de la atención fue propuesto por Allan F. Mirsky y
sus colaboradores. A partir de estudios de analisis multivariados, encontraron cuatro
componentes principales de la atención. Estos fueron los siguientes:
a) Focalización: habilidad para seleccionar un blanco de información para
iniciar el procesamiento. Regulada por el lóbulo parietal inferior, el temporal
superior y regiones estriadas.
189
b) Sostenida: capacidad para mantener el foco o la alerta en el tiempo. Se
deteriora al pasar este. Involucra el tectum y la región mesopontina de la
formación reticular más otras estructuras del tronco encefálico relacionadas
también con el arousal.
c) Cambio: habilidad para cambiar el foco atencional, de manera flexible y
adaptativa, de un aspecto a otro del estímulo. Responsabilidad de la corteza
prefrontal y media y del giro cingulado anterior.
d) Codificación: capacidad para manejar información numérica. Involucra al
hipocampo ya la amígdala (Gaviria, Vanderberg, 1995; Mirsky, Anthony,
Duncan, et al., 1991).
Los trabajos mas importantes en la actualidad son los de Michael Posner y
cxolaboradores.
Michael I. Posner, que comienza sus estudios en la segunda mitad del pasado siglo a
partir de la teoría del procesamiento de la información, es más específico al hablar de
los substratos anátomofuncionales de los componentes de la atención (Posner,
Petersen, 1990; Posner, Duhaene, 1994). Este autor define la atención como la
capacidad para controlar los procesos de información en el cerebro. Está integrada por
cuatro componentes que él denomina:
1. Selectividad: mecanismo que "filtra" los estímulos que llegan al sistema
nervioso y le permite atender solo a los importantes. Es una función del
hemisferio izquierdo, predominantemente parietal, enriquecida con
contribuciones temporales y límbico estriadas.
2. Vigilancia: capacidad para mantener la atención sobre un estímulo a lo
largo del tiempo. Está relacionada con el lóbulo parietal derecho y sus
conexiones circundantes.
3. Amplitud: cantidad de estímulos que se pueden atender al mismo
tiempo. Depende del hemisferio izquierdo, dentro del lóbulo parietal si el
estímulo es auditivo‐verbal.
4. Alerta: capacidad de examinar y dejar de atender a un estímulo cuando
aparece otro más importante. Involucra tres dispositivos anátomocognitivos
para movilizar y orientar la atención visuoespacial:
Desconexión. Función del lóbulo temporal.
190
Reubicación. Función del mesencéfalo.
Conexión. Función del tálamo.
Posner considera que la atención está implicada en la selección de las operaciones que
controlan la acción del sujeto y que es por tanto, una estructura modular
interconectada con otras y a su vez responsable del control cognitivo
Numerosos trabajos en la última década sugieren que el cerebelo, además de las
funciones del control del movimiento, está involucrado en procesos cognitivos y
emocionales. Los trastornos cerebelosos se acompañan de déficit en áreas como: la
atención, la memoria, el lenguaje, las habilidades visuoespaciales, las funciones
ejecutivas y cambios en la personalidad. Esto implica que esta función reguladora la
ejerce el cerebelo en unión con otras zonas de la corteza frontal y del sistema límbico.
Existen evidencias de funcionamiento coordinado con la amígdala para los procesos
de aprendizaje motor y el condicionamiento del miedo. Aunque numerosos estudios
sugieren que el cerebelo está también implicado en los cambios de sets atencionales,
otros trabajos encuentran que más bien la función del cerebelo es la de reasignar la
respuesta ante una tarea.
Alteraciones de la atención de muy variados matices pueden ser observadas en
diversas enfermedades. Entre las demencias, se destacan la enfermedad de Alzheimer
y de Parkinson como entidades con serias afectaciones de la atención. Los déficit
atencionales son comunes en el trauma craneoencefálico y la esclerosis múltiple y aún
en enfermedades neuropsiquiátricas como la esquizofrenia y la depresión.
Todas las contribuciones descritas les permiten hoy a las neurociencias explicar, con
alguna nitidez, el mecanismo por el cual un individuo puede centrar su atención sobre
ciertos estímulos e ignorar otros. Sin embargo, las contradicciones son evidentes al
analizar las definiciones teóricas y los substratos fisiológicos propuestos por los
diferentes autores. Las causas de estas contradicciones pueden ser varias:
• El alcance de nuestras hipótesis está limitado por los métodos de investigación
que poseemos. No siempre se utilizan los mismos instrumentos para medir procesos
idénticos y la selección puede depender tanto de razones científicas como
meramente comerciales.
• La evaluación conductual de pacientes con lesiones cerebrales exige total
seguridad sobre la capacidad que ha sido dañada y el área que se ha lesionado.
191
• Las regiones cerebrales están interconectadas y ninguna estructura aislada es la
única responsable de una función. Además, el deterioro de una capacidad no tiene
que depender linealmente de la estructura afectada, sino puede depender de la
lesión de los axones que pertenecían a otra estructura y que pasaban por la
lesionada.
• A menudo se puede producir la recuperación parcial de la función. ¿Cómo saber
si se debe a que otra estructura asumió el déficit o a que se restablecieron las
sinapsis dañadas?
Quedan también algunas preguntas por responder, por ejemplo: ¿cuáles son los
mecanismos que permiten la selección de un estímulo por encima de los otros?, y más
concretamente, ¿cuál es la relación entre la atención y las funciones motivacionales?;
además de ¿cómo se resuelve el conflicto entre la necesidad de concentrarse en un
estímulo y permitir que lleguen otros a nosotros que puedan ser objeto del
procesamiento de la información? y ¿cómo se forman los tipos de atención más
complejos en el hombre?. Las investigaciones en este sentido, que ya se han iniciado,
permitirán explicar cómo la atención se dirige hacia el mundo exterior y cómo se
realiza la integración con los demás procesos psíquicos, para producir la unidad
funcional que es la conciencia.
5.3.2 Sistemas de memoria
El proceso que llamamos memoria no es más que una palabra abstracta que describe
la información que hemos adquirido por diferentes vías y que sirve de base para la
regulación de la conducta presente y la planificación de 1a futura. La memoria es
posiblemente la manifestación más evidente de la plasticidad del cerebro. La
información derivada del aprendizaje formal e informal y de la experiencia social
común constituye el contenido de la memoria. Las particularidades de este proceso
han sido objeto de estudio desde el inicio del pensamiento científico, y en específico
los correlatos entre los componentes eminentemente psicológicos y el substrato
anatómico. Pero solo recientemente se han podido identificar áreas funcionales
estrechamente vinculadas a la memoria.
La psicología clásica consideraba la memoria bien como un proceso de impresión de
los trazos en la conciencia o de impresión de las conexiones. La búsqueda de
mecanismos fisiológicos y neuroanatómicos que justificaran la existencia de un
192
"engrama" o posible representación o "huella" cerebral de la memoria fue el centro de
las investigaciones de la primera mitad del siglo.
La memoria es el proceso neurocognitivo que permite registrar, codificar, consolidar,
almacenar, acceder y recuperar la información y, al igual que la atención, constituye un
proceso básico para la adaptación del ser humano al mundo que le rodea. Sin
información del pasado es imposible vivir el presente ni proyectarse al futuro. Por otro
lado, las quejas acerca de déficit de memoria no son características sólo de personas
enfermas, sino también de personas sanas ante determinadas condiciones y
especialmente a medida que se envejece. Estas características han contribuido a que el
estudio de la memoria sea tan antiguo como el estudio de la "mente". El estado de los
conocimientos actuales permite formular la hipótesis acerca de cómo se forma un
evento mnémico. Sobre estos mecanismos y otros relacionados con el papel que
juegan los sistemas de neurotrasmisores en la memoria volveremos posteriormente.
Los primeros estudios con rigor científico acerca de la memoria datan de 1885 con los
trabajos de Ebbinghaus (1850‐1909). Este autor utilizó tareas de memorización de
listas de palabras sin sentido para evaluar los procesos de evocación de la información
y variaba factores como número de palabras, de repeticiones, intervalos, etc. (Finger,
1994). La memoria fue considerada como un proceso único del cerebro hasta los años
treinta. Ya durante los años 50 se comprendió que la memoria es un proceso complejo
compuesto por diversas etapas que difieren en su estructura psicológica, capacidad y
duración de almacenamiento y formas de acceder y recuperar la información
almacenada, y que por tanto, sus bases neurofisiológicas y neuroanatómicas implican
diversas estructuras y complejos procesos de interacción mutua.
Los trabajos de Lashley, Hebb y Penfield sugirieron que en realidad se trataba de un
conjunto de procesos interrelacionados (Goldman‐Rakie, 1996; Baddeley, 1996). Los
avances en la neurocirugía permitieron establecer parcialmente las intrincadas
relaciones anátomofisiologicas de la memoria. En 1950 se demostró que los daños en
el hipocampo afectaban el aprendizaje y la memoria. Pero no fue hasta 1966, cuando
la clínica y la neurocirugía superaron la fase de identificación neuroanatómica, que se
pudo demostrar experimentalmente que si se aplicaban estímulos de alta frecuencia a
las neuronas del hipocampo, se producía un aumento de los potenciales excitatorios
postsinápticos que se prolongaban durante días (Goldman‐Rakie, 1996).
193
Mediante estudios de lesiones cerebrales y de neuroimagen funcional se ha podido
determinar que diversas estructuras están involucradas en los sistemas de memoria,
por ejemplo, en la memoria a corto plazo juega un papel fundamental la zona
dorsolateral frontal y se involucran otras estructuras en dependencia de la modalidad
(visual, auditiva, etc.) de la información que se debe recordar, así como de los
atributos de la misma, o sea, si es material verbal, no verbal, fonológico, visoespacial,
etc. En la memoria a largo plazo están involucradas estructuras límbico‐diencefálicas y
corticales que incluyen estructuras temporales mediales (hipocampo, giro dentado,
subículum y córtex entorrinal), zona prefrontal y zonas corticales asociativas
posteriores del neocórtex. Es así que se llega a la concepción de que la memoria no es
una función única sino un complejo sistema formado por diversos subtipos que
pueden ser analizados en base a tres parámetros básicos: el temporal, que permite ver
la memoria en función del tiempo que persista la información almacenada; el
secuencial divide el proceso mnéstico en fases sucesivas desde la entrada de la
información hasta la fase de recuerdo o evocación del material; el tercer parámetro se
refiere al dominio de la memoria, o sea, el contenido que distingue cómo puede ser
recuperada y evocada la información. De acuerdo con el parámetro temporal la
memoria se divide básicamente en memoria sensorial, memoria a corto plazo y
memoria a largo plazo.
La memoria sensorial permite mantener la información durante milisegundos y se
distinguen subtipos de ella en base a la modalidad sensorial de que se trate (visual o
icónica, auditiva o ecoica, etc.). A esta modalidad de memoria se le dedica poca
atención en neuropsicología cognitiva por cuanto involucra más a los receptores
periféricos y puede estar solapada con diversos subtipos o procedimientos englobados
en los otros dos tipos principales de memoria, así como con los procesos atencionales.
La memoria a corto plazo permite mantener y manejar información por periodos de
tiempo de segundos, es también denominada memoria inmediata. El proceso
neurocognitivo que subyace en la memoria a corto plazo es el conocido como memoria
de trabajo o memoria funcional (working memory), el cual no debe ser identificado
como un subtipo ni como sinónimo de memoria a corto plazo. La memoria de trabajo
es considerada el "modo" de operar o trabajar de la memoria a corto plazo, se asume
como un sistema ejecutivo con subsistemas que permiten mantener y manejar la
194
información temporalmente con el objeto de comprender el lenguaje, hacer cálculos,
razonar, solucionar problemas, etc. Un ejemplo clásico para comprender la función de
la memoria de trabajo es el proceso de lectura: para reconocer el significado de una
palabra hay que observar desde el primer fonema hasta el último para formar la
palabra y darle sentido a la información. Esta espera tiene lugar gracias a la memoria
de trabajo.
La memoria a largo plazo mantiene información por minutos, meses, años e incluso
toda la vida. Algunos autores la subdividen en dos subtipos: la memoria reciente o a
mediano plazo (también llamada secundaria), que permite mantener información al
menos de minutos a días, y la memoria remota o terciaria, que almacena información
durante meses y años. La memoria reciente constituye la memoria de los actos
cotidianos (everyday memory) y engloba a su vez dos tipos de memoria que permiten
vivir en sociedad: la retrospectiva y la prospectiva.
La memoria retrospectiva es para las tareas cotidianas recientes (qué se ha hecho,
dónde, cuándo, etc.) y la prospectiva es para las tareas que se deben hacer en el futuro
(pagar las cuentas, tomar un medicamento cada 4 horas, etc.). La memoria
retrospectiva puede ser subdividida, por su contenido, en memoria semántica o
cultural y memoria episódica o autobiográfica.
De acuerdo con el parámetro secuencial se considera a la memoria como un proceso
que se produce en fases sucesivas: fase de recepción y registro de la información
(memoria sensorial), fase de codificación de la misma para reforzar la adquisición, fase
de modificación gradual o consolidación para posibilitar el almacenamiento, fase de
recuperación de la información (retrieve) y fase de evocación o recuerdo, bien en
forma de recuerdo libre o guiado o en forma de reconocimiento.
Con respecto al parámetro dominio o contenido se plantea que si la recuperación de la
información es declarada o explicada intencionalmente (por ejemplo, responder a una
pregunta de examen) es denominada memoria explícita o declarativa o intencional. Si
la recuperación ha de ser demostrada mediante una habilidad o procedimiento es
denominada memoria implícita o no declarativa. Dentro de la memoria explícita se
pueden reconocer respectivamente dos tipos de memoria: la memoria episódica o
autobiográfica, para eventos específicos personalmente experimentados y la memoria
semántica o cultural, para principios generales, asociaciones, reglas, etc.; es la
195
memoria establecida de los conocimientos sobre el mundo. Las características
conceptuales diferenciales de ambos tipos de memoria son resumidos en la Tabla 1
Tabla 1. Características diferenciales de la memoria semántica y la memoria
episódica.
MEMORIA SEMÁNTICA MEMORIA EPISÓDICA
Organización espacial y
Organización conceptual.
temporal.
Referencia cognitiva. Referencia autobiográfica.
Escasa interferencia. Gran interferencia y olvido.
Recupera información no Retiene información
necesariamente aprendida. aprendida.
Con capacidad inferencial. Sin capacidad inferencial.
Retiene conocimientos. Retiene eventos.
La memoria está íntimamente ligada al proceso de aprendizaje porque el hombre, en
el constante proceso de identificar, detectar y procesar información, se enfrenta a los
mismos y diferentes estímulos una y otra vez y la base de su adaptación al medio es su
capacidad de aprovechar experiencias pasadas y de incorporar otras nuevas (Estévez
González, García Sánchez, Barraquer Bordas, 1997). En este sentido, se distinguen dos
procesos de aprendizaje ligados a la memoria implícita o no declarativa: el llamado
"priming" y los procesos reconocidos como hábitos y habilidades.
El "priming" es el proceso que facilita identificar y detectar información, es el
reconocimiento sin ningún esfuerzo particular, es una forma de memoria implícita.
Esta también juega un papel fundamental en el aprendizaje de hábitos y habilidades
que se adquieren por procesamiento lento, repetido y gradual, tal es el caso de la
conducción de un auto. Todos estos tipos de memoria son generalmente subtipos de
memoria a largo plazo (remota) y retrospectiva.
Una clasificación más simple, e incluso simplista si no se tienen en cuenta otros
factores, es la establecida en base al tipo de material a retener: memoria visual,
auditiva, táctil, verbal, no verbal, visoespacial, lógica, musical, hedónica o emocional,
etc. Esta clasificación se hace prácticamente infinita y por tanto es de poca utilidad
196
desde el punto de vista metodológico. Esta división no es rígida ni inamovible, pero
resulta de gran valor metodológico tanto para el diagnóstico como para la
rehabilitación de los trastornos de memoria por cuanto no se presenta nunca un
paciente con ausencia total de memoria, sino con déficit en determinado tipo o fase
del proceso mnéstico.
Independientemente del esquema conceptual empleado, las investigaciones sobre los
déficit de memoria se concentran básicamente en la dimensión temporal y nosotros
seguiremos este esquema.
Lógicamente, la determinación del tiempo exacto necesario para clasificar los procesos
mnésticos en memoria sensorial, memoria a corto plazo y memoria a largo plazo no es
rígida, es relativa, aunque el desarrollo de los métodos evaluativos (test) permiten una
aproximación bastante precisa al respecto.
La memoria a largo plazo es particularmente importante por cuanto su patología es a
la que clásicamente se conoce por los especialistas con el término de amnesia. Las
quejas acerca de "pérdida de memoria", "mala memoria" o "poca memoria" de sujetos
enfermos o normales son también generalmente referidas a la memoria a largo plazo.
En la práctica clínica clásica o tradicional se reservaba el término amnesia para
aquellos trastornos mnésticos graves y duraderos de la memoria explícita o declarativa
como los que acontecen tras el trauma craneoencefálico (amnesia traumática), sin
embargo, los criterios diagnósticos modernos consideran la existencia de síndromes
amnésicos debidos a enfermedad médica (transitorio si dura menos de un mes o
crónico si dura más de un mes), inducido por sustancias y no especificados (American
Psychiatry Association, DSM‐IV, 1994). Los criterios diagnósticos para el Síndrome
Amnésico debido a enfermedad médica son los siguientes:
1. El deterioro de la memoria se manifiesta por un déficit de la capacidad para
aprender nueva información o por la incapacidad para recordar información
aprendida previamente.
2. El disturbio de memoria causa deterioro significativo en el funcionamiento
social o laboral y representa una declinación significativa del nivel de
funcionamiento previo.
3. La alteración de la memoria no ocurre en el transcurso de un delirium o de
un síndrome confusional, ni cumple con los criterios de una demencia.
197
4. Hay evidencias desde la anamnesis, examen físico o test de laboratorio de
que la alteración es un efecto directo de la enfermedad médica especificada en
el diagnóstico.
Los criterios diagnósticos para el Síndrome Amnésico inducido por sustancias
son los siguientes:
1. El deterioro de la memoria se manifiesta por un déficit de la capacidad para
aprender nueva información o por la incapacidad para recordar información
aprendida previamente.
2. El disturbio de memoria causa deterioro significativo en el funcionamiento
social o laboral y representa una declinación significativa del nivel de
funcionamiento previo.
3. La alteración de la memoria no ocurre en el transcurso de un delirium o de
un síndrome confusional, ni cumple con los criterios de una demencia y se
mantiene más allá de la duración habitual de la intoxicación o abstinencia de
sustancias.
4. Hay evidencias desde la anamnesis, examen físico o test de laboratorio de
que la alteración de la memoria está relacionada etiológicamente con los
efectos persistentes de la sustancia.
La categoría Síndromes Amnésicos No Especificados se emplea para el diagnóstico de
trastornos amnésicos que no cumplen los criterios para ninguno de los tipos
específicos descritos antes.
Las amnesias pueden ser anterógradas, cuando el paciente es incapaz de aprender
nueva información desde el comienzo de la enfermedad, y retrógradas, cuando el
paciente tiene dificultad en recordar eventos que ocurrieron antes de su enfermedad.
Los pacientes amnésicos presentan tendencia a confabular ante preguntas o tareas
que no pueden resolver y generalmente sus funciones intelectuales se encuentran
relativamente preservadas (medidas por test de inteligencia).
• La amnesia puede aparecer de forma brusca como en el caso de los traumas
craneoencefálicos, infarto cerebral y otros accidentes vasculares encefálicos,
subaguda (tras encefalitis u otros procesos neuroinfecciosos) y lenta y progresiva
como en los casos de demencias y tumores. Las alteraciones de la memoria no
declarativa se pueden presentar en enfermedades como el Parkinson y en la
198
enfermedad de Huntigton, entre otras (Schachter, Chiu, Ochsner, 1993). Las de la
memoria declarativa, las amnesias, pueden clasificarse de manera gruesa en seis
categorías de tipo sindrómica etiológicas (Squire, 1992):
• Amnesia del envejecimiento: se altera la memoria a corto plazo por merma de la
memoria de trabajo y se afecta también la memoria cotidiana de tipo prospectivo,
manteniéndose conservada la memoria implícita de tipo priming y la memoria
retrospectiva.
• Amnesia en la enfermedad de Alzheimer: se producen fallos severos de la
memoria episódica y semántica, así como la memoria a corto plazo y la memoria
implícita de tipo priming. La memoria implícita se mantiene conservada hasta fases
avanzadas.
• Amnesia global: también denominada amnesia pura o hipocámpica, es descrita
por primera vez en los años 50 a propósito de un paciente epiléptico conocido en la
literatura médica como H. M., intervenido quirúrgicamente a los 27 años de edad.
Después de la escisión de parte de los lóbulos temporales (2/3 del hipocampo, gyrus
hipocámpico y amígdala) a fin de suprimir las crisis epilépticas intratables que sufría
desde los 16 años, se observó una grave incapacidad para registrar nuevas memorias
(amnesia anterógrada) además de la pérdida también de recuerdos pasados
(amnesia retrógrada, aunque menos pronunciada) con memoria a corto plazo y el
resto de las capacidades intelectuales conservadas. Es el tipo de amnesia clásica de
pacientes con lesiones de los lóbulos temporales.
• Amnesia global transitoria: aparecen déficit en la memoria a corto plazo y se
altera la memoria declarativa reciente y remota.
• Amnesia diencefálica: es la típica del síndrome de Korsakoff y se caracteriza por
una amnesia anterógrada masiva y una amnesia retrógrada limitada a varios años
previos al comienzo de la enfermedad.
• Amnesia frontal: aparece en pacientes con lesiones de los lóbulos frontales
(sobre todo en la parte más posterior de la región ventromedial de estos). Se
caracteriza por severos trastornos de la evocación tanto en la memoria declarativa
como la memoria a corto plazo y severa afectación de la memoria de trabajo.
En la Tabla 2 se resumen las afectaciones de memoria más frecuentemente observadas
en algunos tipos de demencias.
199
Tabla 2. Alteraciones de la memoria en la Enfermedad de Alzheimer y otras
demencias.
200
preguntas de conocimiento general e histórico. Es también muy importante el grado
de cooperación, así como conocer si existen alteraciones de la conciencia, de la
atención o disfunciones sensoriales o del lenguaje. Condiciones psiquiátricas como
trastornos afectivos, psicosis o ansiedad y el consumo de medicamentos con acción
sobre el sistema nervioso central, pueden interferir con el resultado de las pruebas
realizadas.
Los conocimientos actuales sobre la memoria son lamentablemente incompletos y
dependen todavía del desarrollo de nuevas tecnologías que permitan corroborar
muchas de la hipótesis y modelos establecidos. El desarrollo de las neurociencias y de
la imagenología funcional están llamados a jugar un importante papel en la aclaración
de este confuso y retador problema.
5.3.3. HIPOCAMPO, CIRCUITOS CEREBRALES Y MEMORIA
La experimentación con humanos y animales demuestra que los sistemas de memoria
están íntimamente vinculados con diferentes estructuras corticales y subcorticales,
aunque una de las estructuras más estudiada en cuanto a su vinculación con los
procesos de memoria es el hipocampo (Estévez González, García Sánchez y Barraquer
Bordas, 1997; Gaviria, Vanderberg, 1995).
El hipocampo es una estructura subcortical bilateral ubicada a todo lo largo del lóbulo
temporal y forma parte de un complejo sistema, el sistema límbico. Se supone que el
hipocampo constituye un depósito temporal o estación intermedia de la memoria a
largo plazo o bien un sistema de facilitación esencial para el almacenamiento de los
recuerdos en otras zonas del encéfalo. Esta especie de estación intermedia transfiere
información aprendida hacia otras áreas de la corteza para su almacenamiento
duradero, cuyas interrelaciones son de elevada complejidad. Esto significa que cada
proceso de memoria tiene en su base estructuras anatómicas específicas pero
interconectadas entre sí.
El hipocampo es una estructura que posee localización estratégica como región de
convergencia para la información proveniente de todos los centros de la corteza
cerebral, así como de los núcleos del tallo cerebral. Todas las modalidades sensoriales
se proyectan al hipocampo y la mayoría tiene proyecciones recíprocas.
201
La amígdala juega también un papel importante como base neural de la memoria,
mientras que los núcleos diencefálicos reciben también tractos del hipotálamo y la
amígdala, por lo que forman parte de los complejos sistemas que sustentan el
adecuado funcionamiento del almacenamiento y recuperación de la información. Los
núcleos amigdalinos actúan como un cruce de múltiples caminos en el cerebro y
poseen conexiones extensas con todos los sistemas sensoriales de la corteza. Los
núcleos talámicos se comunican con estructuras límbicas y envían fibras de regreso a la
corteza prefrontal ventromedial. Por último, las estaciones finales de los sistemas
sensoriales están también vinculadas a estructuras límbicas del lóbulo temporal, las
partes mediales del diencéfalo y la corteza prefrontal ventromedial.
Este complejo de estructuras funciona como un circuito de enlaces múltiples: después
que el estímulo sensorial activa la amígdala y el hipocampo, los circuitos de memoria
recorren un intrincado camino de retroalimentación para regresar al área sensorial,
activando por el camino diferentes estructuras diencefálicas (tálamo, hipotálamo,
subtálamo y epitálamo), del cerebro basal anterior y de la corteza cerebral,
modulándose así una compleja red de sinapsis neurales que coadyuvan a preservar el
patrón de la conexión y la transforman en una memoria duradera. Esta
retroalimentación posiblemente fortalece y almacena la representación neural del
evento sensorial que acaba de ocurrir (Goldman‐Rakie, 1996).
En la Figura 2 se pueden apreciar las interacciones de todas estas estructuras, cuyo
funcionamiento constituye la base neural para la formación de la memoria.
Pero ya se ha destacado que la memoria y el aprendizaje están muy vinculados con los
procesos de plasticidad del sistema nervioso, en los cuales juegan un papel rector los
neurotrasmisores que intervienen en las sinapsis. Ello significa que durante las
complejas interacciones entre las estructuras que participan en el funcionamiento de
la memoria, se producen modificaciones en la efectividad de la transmisión nerviosa
que generalmente se acompañan también de modificaciones estructurales (plasticidad
estructural) que implican cambios intrínsecos y dinámicos de las membranas de las
neuronas, así como cambios estructurales química y genéticamente mediados que dan
lugar a la síntesis de nuevas proteínas responsables del aumento en el número de
terminales presinápticas y el establecimiento subsiguiente de nuevas conexiones
neuronales. Estos constituyen procesos relativamente desconocidos, pero se conoce
202
que la información se trasmite en estas estructuras fundamentalmente mediante el
sistema colinérgico del cerebro basal anterior. Diferentes vías de neurotrasmisores
están implicadas en este proceso, por ejemplo, la serotonina presináptica puede
actuar como un primer mensajero y las proteinquinasas postsinápticas como segundo
mensajero para facilitar la apertura de canales para el Ca++. Por otra parte, la
P P
activación de los sistemas betaadrenérgicos median la memoria emocional y los
efectos vegetativos asociados (McGaug, Cahill, Roozendaal, 1996; Cahill, Bainsky,
Makowitsch, et al. 1995).
El conocimiento acerca de qué aspectos específicos de la memoria son facilitados por
determinados neurotrasmisores, hormonas u otro tipo de sustancia química
(mediadores químicos de la sinapsis como glutamato, noradrenalina, 5‐HT, GABA,
acetilcolina, dopamina, glucocorticoides suprarrenales, sustancias opiáceas, etc.) y
cuáles podrían interferirlos (β‐endorfinas, benzodiacepinas y fármacos antagonistas β‐
adrenérgicos, entre otros), constituye la base para el desarrollo de nuevos fármacos
para el tratamiento de los déficit de memoria. En particular existen evidencias de que
la acetilcolina, producida por el sistema colinérgico del cerebro basal anterior, juega un
importante papel en el adecuado funcionamiento de la memoria. Concentraciones
disminuidas de este neurotransmisor han sido reportadas en pacientes portadores de
EA.
5.3.4 LENGUAJE
La comunicación de información requiere del uso de símbolos. La habilidad para
codificar, decodificar e interpretar elementos sintácticos y semánticos de aquellos
símbolos que constituyen una elevada función cortical estrechamente relacionada con
el pensamiento es lo que denominamos lenguaje. Esta es una forma humana de
comunicación eminentemente social, muy influenciada por el nivel cultural general de
las personas (Carnero, Lendínez, Maestre, et al. 1999; León de, 1997). El lenguaje se
caracteriza por cuatro componentes:
1. Gestual: movimientos del cuerpo y expresiones faciales como formas de
trasmitir información con determinado significado.
2. Prosódico: es la melodía, inflexión, ritmo y timbre que trasmite en gran
medida la significación emocional de la información que se trasmite.
203
3. Semántico: referido al significado simbólico de las palabras.
4. Sintáctico: comprende el uso de diferentes tipos de palabras (preposiciones,
adverbios, adjetivos) que permiten el orden apropiado de las palabras para
producir expresiones gramaticalmente correctas.
El origen del lenguaje humano está íntimamente ligado a la evolución de la especie y
es difícil precisar el momento exacto de su aparición, pero es un hecho indiscutible que
determinadas estructuras cerebrales son requisito indispensable para su correcto
funcionamiento.
La adquisición del lenguaje en el niño es gracias al aprendizaje por imitación y gran
parte del proceso es innato y estrechamente vinculado con periodos críticos durante el
proceso de maduración del encéfalo. Esto significa que el cerebro está preparado para
aprender y usar el lenguaje en determinado momento del desarrollo, pasado el cual la
capacidad para el desarrollo del lenguaje se reduce notablemente. Niños que han
vivido hasta la pubertad sin contacto humano son incapaces de desarrollar formas
humanas de lenguaje para comunicarse, incluso si son rescatados antes de este
periodo aprenden a hablar de forma muy pobre y primitiva.
La inmensa mayoría de los conocimientos que hoy poseemos acerca de las bases
neuroanatómicas del lenguajes proceden de estudios realizados en pacientes con
lesiones cerebrales que presentan trastornos del lenguaje, particularmente afasias. La
afasia es un trastorno adquirido, es la alteración de las funciones del lenguaje causada
por lesión de un área más o menos específica del cerebro. Son alteraciones muy
variadas, por ejemplo, hay pacientes afásicos con dificultades para comprender el
lenguaje hablado y escrito (afasia de Wernicke), mientras que otros tienen dificultad
para expresar las ideas ya sea en forma de lenguaje hablado como escrito (afasia de
Broca).
A pesar de que ya en el siglo XIX Broca y Wernicke describieron áreas específicas del
hemisferio izquierdo relacionadas con la emisión y comprensión del lenguaje, solo en
el siglo XX se pudo conocer que los hemisferios cerebrales funcionan con una
determinada especialización (Sperry, 1961). La profundización en los estudios acerca
de este fenómeno permitió arribar a las siguientes conclusiones:
204
El procesamiento cognitivo del lenguaje tiene lugar en el hemisferio
izquierdo independientemente de las vías que procesan las modalidades
sensoriales o motoras utilizadas en el lenguaje.
El habla y la escucha no son condiciones necesarias para que surjan las
capacidades del lenguaje del hemisferio izquierdo.
El lenguaje hablado representa solo una de las familias de capacidades
cognitivas mediadas por el hemisferio izquierdo.
Aunque ambos hemisferios intercambian información uno con el otro, cada hemisferio
no resulta ser una imagen especular del otro, sino que poseen funciones disímiles con
determinada especialización cada uno, lo que se conoce como lateralización
hemisférica.
En lo que al lenguaje respecta, se ha podido comprobar que en la mayoría de los
sujetos el hemisferio izquierdo (dominante) se especializa en el control de la emisión y
comprensión del lenguaje hablado y escrito, mientras que el hemisferio derecho
contribuye a los aspectos emocionales del lenguaje. Así, pacientes con lesiones de la
corteza frontal derecha tienen un tono de voz apagado, independientemente del
estado afectivo del paciente. Hablan con una inflexión y expresión menos intensa, se
les dificulta interpretar las emociones que los demás expresan en el tono de voz.
5.3.5 HABILIDADES VISUOESPACIALES
Muchos autores denominan a este grupo de funciones cognitivas habilidades para el
procesamiento visoespacial. Las habilidades constructivas abarcan las actividades para
dibujar, construir o manipular formas y figuras en dos y tres dimensiones, o sea, son
funciones no verbales (León de, 1997). Se trata de funciones que requieren de la
integración de las funciones de los lóbulos frontal, parietal y occipital y dependen en
gran medida de la especialización hemisférica.
El hemisferio izquierdo hace un procesamiento secuencial y analítico de la
información, mientras que el derecho es más sintético y holístico, trata con patrones
globales en vez de descomponer el estimulo en unidades, por esto el hemisferio
izquierdo contribuye a la habilidad de las personas para dibujar detalles de objetos
específicos, mientras que el hemisferio derecho percibe la configuración espacial de la
imagen como un todo. Debe señalarse que la organización funcional del hemisferio
205
derecho (no dominante) tiene un carácter mucho menos diferenciado que la del
hemisferio izquierdo. Por otro lado, la integración visoespacial es principalmente una
función de los lóbulos parietales.
5.3.6 FUNCIONES COGNITIVAS SUPERIORES
Agrupa a una serie de funciones de elevado nivel de complejidad como la abstracción,
conceptualización y uso de la información aprendida en la solución de problemas.
Incluye la habilidad para el cálculo‐
Estas son funciones o habilidades típicamente humanas, están altamente vinculadas
con la especialización hemisférica y no poseen correlatos anatómicos muy precisos.
Su representación es difusa y lesiones cerebrales de diferentes estructuras corticales
pueden provocar alteraciones de las mismas. Las alteraciones de la habilidad para el
cálculo pueden ser debidas a daños unilaterales o bilaterales, en dependencia de sus
características: si la alteración consiste en inhabilidad para manejar el lenguaje
numérico (acalculia afásica) se supone un daño del hemisferio izquierdo; si se trata de
inhabilidad para mantener el orden numérico apropiado (acalculia visoespacial) ello
puede ser resultado de anomalías del hemisferio derecho posterior. En casos de
inhabilidad para realizar cómputos (anaritmetría) es más difícil establecer las bases
neurales o correlatos anatómicos, ya que aparentemente este tipo de proceso
depende de un gran grupo de funciones cerebrales. Este trastorno ha sido observado
en la EA, pero lesiones frontales, parietales, temporales y occipitales pueden también
causar déficit en la habilidad de cálculo, aunque ellos son mas frecuentes en casos de
lesión del lóbulo parietal como zona responsable de la comprensión de conceptos
numéricos y de la correcta alineación espacial de los números.
La abstracción y conceptualización son procesos en los que intervienen ambos
hemisferios, aunque con algún grado de especialización. El hemisferio izquierdo es el
responsable de la formulación de conceptos verbales, mientras que el derecho
responde por la apreciación de la imagen integrada de los elementos espaciales y
emocionales. En consecuencia, la información es analizada, comparada, se formulan
las hipótesis y así tiene lugar el proceso de razonamiento inductivo y deductivo en el
pensamiento.
206
La evaluación de las funciones cognitivas superiores (FCS) requiere tomar en cuenta
cuidadosamente variables tales como inteligencia del paciente y nivel educacional y
cultural que posee.
Las FCS están íntimamente ligadas con las funciones motoras y se ven frecuentemente
alteradas en diversos tipos de lesiones corticales. Estas son las llamadas praxias,
definidas como la sucesión de movimientos coordinados adecuadamente para lograr
un fin. Constituye un proceso complejo que implica la recepción y procesamiento de la
información sensorial, el establecimiento de un plan general y la realización de
operaciones lógicas de comparación antes de efectuar el acto motor especifico. Las
alteraciones de esta función son denominadas apraxias y aparecen con frecuencia en
pacientes con daño cerebral.
Son reconocidas, entre otras, las siguientes alteraciones práxicas: apraxia ideatoria,
ideomotora y del vestir. El tipo mas frecuente es la apraxia ideomotora, consistente en
la inhabilidad para responder a órdenes de realizar actos simples que pueden ser
realizados por una persona normal. Se produce en pacientes con lesiones que
relacionan las áreas posteriores del lenguaje (hemisferio izquierdo), áreas de
asociación motora del hemisferio dominante y áreas de asociación motora homólogas
del hemisferio opuesto con sus vías de conexión. Los pacientes que sufren este tipo de
apraxia usan los objetos de manera adecuada y no tienen dificultad en cuanto a la
organización de la acción, esto es, conservan intacta la capacidad de elaborar el plan
ideatorio de las actividades complejas, alterándose solo la acción motora a nivel de
actos simples. Por el contrario, en la apraxia ideatoria se deteriora la conceptualización
del uso de los objetos o de sus utilidades, o se fracasa en la ejecución de la correcta
secuencia que requiere la acción para utilizar los objetos y alcanzar un objetivo
propuesto. Es típica de lesiones localizadas en la región parieto‐temporal posterior del
hemisferio izquierdo.
5.3. 7 FUNCIONES SUPERIORES DE CONTROL MENTAL
Aunque estas y las funciones anteriormente referidas incluyen la manipulación de
conocimientos, las funciones superiores de control mental (FSCM) están relacionadas
con el monitoreo del input, la valoración de las consecuencias potenciales de las
respuestas y la adecuación de la conducta, complejo proceso denominado también
207
control ejecutivo. Son funciones relacionadas con el córtex prefrontal (Allegri, Harris,
2001; Estévez González, García Sánchez, Barraquer Bordas, 2000; León de, 1997).
La función de control ejecutivo implica la capacidad de anticipación, planificación de
las respuestas, selección de las mismas y finalmente monitoreo de la propia respuesta
con sus correspondientes ajustes en caso necesario.
La alteración de estas complejas funciones lleva a dificultades en la iniciación y
organización de las acciones, tales como conductas imitativas, perseveración motora,
conducta desinhibida y abulia.
El clásico caso de Phineas Gage, publicado en 1868, es todavía una clara ilustración de
las serias consecuencias conductuales de la disfunción del control ejecutivo producto
de una herida penetrante en la región frontal causada por una barra de hierro que
atravesó áreas bilaterales (Damasio, Grabowski, Frank, et al. 1994).
Desde que en el siglo XIX Broca señaló la implicación del tercio posterior de la
circunvolución frontal inferior del hemisferio izquierdo para la emisión del lenguaje,
múltiples observaciones clínicas aportaron datos acerca de la importancia de los
lóbulos frontales en el control de la conducta. Tales observaciones han permitido
comprender que la compleja y extendida zona cerebral correspondiente al córtex
frontal es la responsable de las mas complejas capacidades humanas: la capacidad de
autocrítica, de elaborar planes y conductas activas y autónomas y valorar sus
consecuencias, funciones específicamente humanas. Estas habilidades han sido
denominadas clásicamente como funciones ejecutivas o de control ejecutivo.
El lóbulo frontal ocupa una de las más amplias porciones del córtex y posee una
compleja estructura. Ha sido parcelada en diversas zonas atendiendo a sus
características neurofuncionales y citoarquitectónicas, destacándose entre ellas el
córtex prefrontal, la zona cerebral diferencialmente mas desarrollada en humanos con
respecto a especies inferiores; recibe proyecciones de los núcleos dorsomedial, ventral
anterior y pulvinar del tálamo. Carece de proyecciones especiales con áreas motoras y
sensoriales primarias, así como tampoco envía proyecciones a la medula espinal.
Independientemente de la citoarquitectura del córtex prefrontal, se distinguen en el
tres zonas importantes para el control ejecutivo de la conducta: dorsolateral,
orbitofrontal o ventral y frontomedial (Estévez González, García Sánchez y Barraquer
Bordas, 2000).
208
La zona dorsolateral es rica en conexiones con áreas asociativas parietales, occipitales
y temporales y está implicada en funciones tales como el razonamiento y la formación
de conceptos, la generación de acciones voluntarias y el proceso de la memoria de
trabajo.
La zona orbitofrontal se supone que está relacionada con procesos emocionales y con
la selección de objetivos, mientras que la zona frontomedial garantiza procesos
relacionados con la motivación; lesiones en esta zona generan conductas apáticas e
inertes. Tanto las zonas frontomediales como las orbitales establecen conexiones con
otras áreas íntimamente vinculadas con la memoria, en particular con estructuras
límbicas.
Allegri y Harris (2001) resumen los déficit cognitivos relacionados con lesiones de la
corteza prefrontal: dificultades en el planeamiento, en el razonamiento, en la
resolución de problemas, en la formación de conceptos y el ordenamiento temporal de
los estímulos; también se describen trastornos de la atención, del aprendizaje
asociativo, del proceso de búsqueda en la memoria y mantenimiento de la información
en la memoria de trabajo, alteración de algunas formas de habilidades motoras,
generación de imágenes, manipulación de las propiedades espaciales de un estímulo,
metacognición y cognición social.
La diversidad y complejidad de funciones cognitivas relacionadas con los lóbulos
frontales es un buen ejemplo de lo artificial que resulta el estudio de tales funciones
de manera independiente unas de otras. Estudiar aisladamente cada grupo de
funciones y separarlas de otros tipos de procesos como los afectivos, es solo un
artificio metodológico y didáctico para una mejor comprensión y no representa en lo
absoluto lo que ocurre en la vida cotidiana de los seres humanos.
5.4 BASES NEURALES DE LAS EMOCIONES
5.4.1 EMOCIONES Y PROCESOS COGNITIVOS
La capacidad de adjudicarle valores a los eventos de la vida es parte de un proceso de
evolución filogenético. En los humanos, esta cualidad alcaza su expresión más
sofisticada al ser determinada por los contextos socioculturales y personales.
A diferencia de los procesos cognitivos, las emociones han sido poco estudiadas por las
neurociencias, posiblemente porque presentan características que imponen
209
dificultades particulares a la investigación. Aunque su estudio se facilita porque se
expresan en forma de patrones reconocibles de expresión facial y relativamente
estereotipados de activación fisiológica, por otra parte son menos controlables por
nuestras intenciones, e incluso en ocasiones pueden ir en contra de nuestros deseos.
Finalmente están menos encapsuladas que otros estados psicológicos como puede
verse mediante sus efectos globales en virtualmente todos los aspectos de la cognición
(Dolan 2002).
En este libro los procesos cognitivos y afectivos se tratan en capítulos diferentes, lo
cual es común en textos de neurociencias, pero esto sólo resulta una ficción
conveniente con fines didácticos. Anatómica y funcionalmente esta división es falsa.
Dos ejemplos clásicos bastan para que nos cuestionemos si existe una independencia
entre los procesos cognitivos y los afectivos.
En 1848 un médico de pueblo, John Harlow, describió el espectacular caso de Phineas
Gage, un joven que manipulando explosivos sufrió un accidente en el que una barra de
hierro de un metro de largo le perforó la mejilla izquierda y le atravesó limpiamente la
parte delantera del cráneo y los lóbulos frontales de un extremo a otro. Contra todas
las probabilidades, sobrevivió a este accidente y se recuperó física e intelectualmente.
No obstante, su personalidad cambió de manera radical y su conducta emocional hacia
los demás fue otra a partir de ese suceso. Phineas, que era un respetado capataz, se
tornó irritable, vulgar e irrespetuoso hasta su muerte. Análisis computarizados
recientes han reconstruido la trayectoria de la herida y se ha demostrado que las áreas
lesionadas fueron las regiones ventromediales de los lóbulos frontales que contienen
el córtex orbital. Es de interés que este córtex orbital está conectado a los cuerpos
amigdalinos. Esta zona establece, aparentemente, el plan para evaluar las
consecuencias de los comportamientos en función de la repercusión afectiva y social
a largo plazo. ¿Phineas Gage sufrió entonces trastornos afectivos o cognitivos por no
poder planificar las consecuencias de su conducta emocional a largo plazo?
En 1954, Brenda Milner estudió un paciente amnésico conocido como H.M. a quien se
le había realizado una operación para tratar de solucionar una epilepsia invalidante. A
HM se le sometió a una ablación de los dos lóbulos temporales, se le extirpó la
amígdala y una amplia porción del hipocampo. Milner demostró, por primera vez, que
lo que ahora llamamos memoria declarativa o explícita tenía su sustrato neural en
210
estas estructuras, ya que el paciente no podía reconocer personas u objetos pero
conservaba la memoria de habilidades motoras aprendidas. (Scoville, Milner 1957). Sin
embargo, un hecho poco divulgado fue que HM modificó además su tono emocional al
presentar un humor extraordinariamente plácido y hablar monótonamente, con una
alta resistencia al dolor, al hambre y la fatiga.
Las relaciones entre las áreas del cerebro que sirven de fundamentos biológicos de las
emociones y la memoria sugieren que ambos procesos no son tan independientes
como pudiera pensarse a primera vista.
5.4.2 BASES NEURALES DE LAS EMOCIONES
Las bases neurales de los procesos emocionales implican prácticamente todas las
áreas del cerebro. Sin embargo, dos estructuras merecen especial atención debido a su
función de sustrato material fundamental de estos procesos psicológicos. Estas son el
Hipotálamo y el Sistema Límbico. Ambos centros trabajan coordinadamente para el
paso de información biológicamente útil entre el medio externo y el interno.
El mantenimiento del equilibrio entre los sistemas internos del organismo ante los
cambios del medio ambiente es una propiedad esencial de los seres vivos. Este
equilibrio dinámico, aunque es una responsabilidad compartida de todos los órganos y
sistemas tiene un centro coordinador general que es el hipotálamo. El hipotálamo es
una estructura que fue identificada ya por los grandes anatomistas, como por ejemplo
Vesalius, en su anatomía del siglo XVI, De humani corpori Fabrica.
Desde mediados del siglo XIX, un conjunto de observaciones indicaban que la región
hipotalámica regulaba una serie de conductas aparentemente no asociadas pero que
tenían en común aspectos esenciales para el mantenimiento de la vida. La influencia
del evolucionismo en esa época permeaba todo el pensamiento científico y no es
casual que se buscaran, de forma explícita, funciones relacionadas con la adaptación.
El eminente médico y fisiólogo francés Claude Bernard identificaba al hipotálamo
como el principal responsable de la constancia del medio interno, condición esencial
para el mantenimiento de la vida. Planteaba que el organismo realmente no vive en el
medio exterior, sino en el medio interior que está formado por los líquidos
circulatorios que rodean y bañan los tejidos y órganos. Este medio interno que permite
la vida, busca el equilibrio y se hace relativamente independiente de los cambios en el
medio externo.
211
Posteriormente, en 1932, Walter Bradford Cannon (1871‐1945), fisiólogo
estadounidense, acuñó el término homeostasis para designar esta tendencia al
equilibrio biológico, planteando que esta procura mantener este equilibrio dentro de
márgenes estrechos.
El control hipotalámico sobre el sistema endocrino se produce mediante las funciones
de la glándula hipófisis. La hipófisis es una glándula de secreción interna constituida
funcionalmente por dos sectores relativamente independientes: neurohipófisis y
adenohipófisis y está situada en la silla turca del hueso esfenoides. No fue hasta
mediados del siglo XX que Wislocki, apoyado en los trabajos de Harris, encontró la
evidencia de una conexión de flujo sanguíneo entre el hipotálamo y la hipófisis: el
sistema portal hipotálamo hipofisario.
Después de algunas polémicas sobre la dirección del flujo sanguíneo entre diferentes
investigadores, se estableció que este iba del hipotálamo a la hipófisis y, por tanto,
debían existir sustancias que sirvieran de mensajeras dentro del mismo. Se
demostraba, por primera vez, la unión anatomofuncional del sistema nervioso con el
endocrino. La glándula hipófisis, hasta entonces considerada el control maestro del
sistema endocrino, quedó relegada a un segundo lugar y el hipotálamo reveló su real
condición de poder tras el trono endocrino.
En 1955, después de trabajar con miles de hipotálamos de cerdo, Guillemin y Schally
aislaron el llamado Factor Liberador de Corticotrofina (CRF). Con ello quedaba
explicado el mecanismo mediante el cual el sistema nervioso enviaba los mensajes de
control al sistema endocrino.
El hipotálamo ejerce el control sobre la hipófisis de dos formas: una directa sobre la
neurohipófisis, situada en la región posterior de esta glándula, mediante la secreción
de sustancias neuroendocrinas; y otra indirecta sobre la adenohipófisis, por la
secreción de hormonas reguladoras hipotalámicas (estimuladoras o inhibidoras) en el
sistema portal hipofisario. Estas hormonas determinan la secreción por la hipófisis
anterior de otras hormonas: la tiroxina, la hormona adrenocorticotropa (ACTH), la
hormona estimulante del folículo (FSH), la hormona lutea (LH), la prolactina y la
hormona de crecimiento (GH). Todas ellas ejercen su acción sobre diferentes glándulas
y tejidos del organismo. (Ver tabla 7 del Capítulo V).
212
5.4.2 REGULACIÓN DEL SISTEMA NERVIOSO AUTÓNOMO
El sistema nervioso autónomo, como su nombre lo indica, funciona de forma
relativamente independiente del sistema nervioso central. Ya en una fecha tan lejana
como 1909, Karpus y Kreidel, al estimular la pared del III ventrículo, observaron
respuestas autónomas, siendo posiblemente este el primer informe de la relación
funcional entre el hipotálamo y el sistema nervioso.
El sistema nervioso autónomo tiene dos grandes divisiones: la simpática y la
parasimpática. La simpática prepara al cuerpo para la llamada reacción de stress:
provoca dilatación pupilar, sudoración, dilatación del diámetro bronquial, aumento de
la frecuencia cardiaca, disminución de la motilidad gastrointestinal, inhibición del
vaciamiento vesical y aumento de la secreción de adrenalina y noradrenalina por la
médula adrenal. Esta reacción es primariamente adaptativa, ya que dispone las
condiciones para que el organismo se defienda ante estímulos físicos, biológicos o
psicológicos que comprometen la homeostasis. La parasimpática regula los procesos
de digestión y relajación, aumenta la secreción de las glándulas salivares, contrae el
diámetro bronquial, disminuye la frecuencia cardiaca, estimula la motilidad del tracto
gastrointestinal e interviene en la relajación de los esfínteres digestivos y vesicales.
Estos sistemas funcionan coordinadamente y después de una situación de stress con
una gran activación del sistema simpático puede ocurrir un fenómeno de rebote con la
sobreactivación del parasimpático. Esta coordinación es la que permite que el
mantenimiento de la homeostasis se logre mediante un proceso de activaciones e
inhibiciones recíprocas y continuas.
5.4.3 VÍAS INDIRECTAS DE CONTROL HIPOTALÁMICO DE LA HOMEOSTASIS
Pero la influencia del hipotálamo sobre la homeostasis se expresa también de una
manera indirecta mediante la regulación de la conducta en dos aspectos: el control
motivacional y la expresión periférica de las emociones.
5.4.4 MOTIVACIONES
La variedad encontrada en la literatura sobre los términos motivación y emociones
obliga a unas notas preliminares. En diferentes textos se identifica al hipotálamo como
213
la fuente de las motivaciones primarias y no se emplea el término emociones, dejando
este concepto para describir el aspecto regulador del sistema Límbico.
Las motivaciones cumplen tres funciones (Trápaga, Álvarez, Cubero, 2001):
Orientan la conducta hacia metas específicas.
Son activadoras y energéticas de la conducta.
Son organizadoras en la medida en que contribuyen a formar una secuencia
conductual coherente.
Los impulsos (drives en la literatura de habla inglesa) son estados de motivación
específicos que constituyen tendencias a la acción basadas en necesidades corporales.
No existe una definición satisfactoria del término emoción, sino sólo una etiqueta que
incluye experiencias subjetivas como el placer, la ira, la tristeza, la ansiedad, la
irritabilidad, la calma y, de esta manera, innumerables descriptores que cada lector
puede agregar. Las emociones se expresan de un modo dual: la presencia de
determinado estado subjetivo que va acompañado de manifestaciones somáticas.
Estas, incluso las más sutiles y sofisticadas, están relacionadas con motivaciones que
en alguna medida tienden a la conservación de la vida propia o de la especie.
Estos tres conceptos, motivación, impulso y emoción, aunque comparten algunos
sustratos anatomofisiológicos comunes, mantienen una independencia relativa. No
existe una determinación externa absoluta para las emociones. Por consiguiente, el
análisis final de la conducta debe hacerse siempre dentro del análisis sistémico de las
condiciones internas y externas, de la experiencia pasada del sujeto y de sus
particularidades culturales.
5.4.5 EXPRESIÓN PERIFÉRICA DE LAS EMOCIONES
Una función más diferenciada es la expresión periférica de las emociones. En 1837
Charles Bell publicó el libro Anatomía y Fisiología de las Emociones, en el cual
expresaba la relación entre emociones y expresiones musculares faciales. Pero no fue
hasta la publicación en 1872 por Charles Darwin del libro La expresión de las
emociones en el hombre y los animales, que este tema pudo tratarse con real
credibilidad científica. La idea central se basaba en el hecho de que la expresión de las
emociones sólo podía comprenderse desde el punto de vista evolutivo: los humanos
expresan sus emociones mediante mecanismos motores y musculares que han
214
evolucionado de mecanismos similares en los vertebrados y, en especial, en los
animales domésticos. Esta hipótesis permitió establecer los principios teóricos para la
investigación neurobiológica contemporánea que habría de esperar varios decenios
hasta que la tecnología necesaria estuviera disponible.
El decenio de 1920 fue decisivo para la comprensión de la función hipotalámica al
develarse dos tipos de enfoques que permitieron su conocimiento. Hess demostró que
la estimulación eléctrica selectiva de partes del hipotálamo en experimentos con gatos
desencadenaba patrones de conducta específicos relacionados con la ira y el miedo.
Cannon, por su parte, combinó la ablación selectiva de áreas cerebrales con la
estimulación eléctrica.
Cannon realizó cortes del cerebro de gatos a diferentes niveles. Encontró que al
extirpar el cerebro anterior (corteza, ganglios basales y tálamo, pero dejando intacto el
hipotálamo) se provocaba irritabilidad en el animal con ataques de ira y respuestas
autonómicas. Estos ataques eran faltos de coordinación y sentido (sham attacks)
debido a que se desencadenaban con un bajo umbral de excitación y al hecho de que a
estos animales les faltaba el cerebro anterior. Si el corte se hacía a determinado nivel
por debajo del hipotálamo, este ataque desaparecía.
Estos resultados aportaron la información necesaria para concluir que el hipotálamo es
el responsable de la expresión de la conducta emocional tanto en el componente
somático (control de la musculatura facial y de las extremidades) como visceral
(glándulas y músculos del sistema nervioso autónomo). Cannon identificó, además, la
respuesta primordial simpática sobre la parasimpática.
Cannon demostró experimentalmente la disociación en componentes de la respuesta
agresiva. Usó tres modelos de experimento. En el primero estimuló eléctricamente el
hipotálamo (A) para producir ira; en otro estimulaba el hipotálamo en animales a los
que se les había seccionado el cerebro anterior (B); y finalmente estimuló a animales a
los que el corte se les hizo por debajo del hipotálamo. Si se seccionaba el cerebro
anterior y se les dejaba el hipotálamo se producía un ataque ficticio ya que no existía el
componente organizativo del cerebro anterior. Si el corte se hacía por debajo del
hipotálamo (C) este ataque desaparecía.
Posteriormente John Flynn y colaboradores distinguieron ataques emocionales y no
emocionales provocados por estimulación del hipotálamo. La estimulación selectiva de
215
sitios del hipotálamo en gatos producía conductas ataques en las que el animal
desplegaba signos de excitación emocional e ira, mientras que otros producían una
conducta predadora sin signos visibles de emoción. (Flynn, 1967). Este ataque
experimental sólo provoca las expresiones externas de la agresividad sin que se
desarrolle la agresión misma. Por el contrario, en la mordida silenciosa el animal no
muestra signos de emoción. Estos experimentos confirmaron la hipótesis de Cannon
de que el hipotálamo no sólo era un centro del control motor del sistema nervioso
autónomo, sino un centro de coordinación que integra un sistema organizado de
respuestas autónomas y somáticas.
En resumen, la manifestación de esa conducta que llamamos emoción y que a primera
vista es un conglomerado uniforme de expresiones, tiene diferentes niveles de
organización correspondientes a sectores neuroanatómicos diferenciados.
5.5 SISTEMA LÍMBICO
De manera complementaria al hipotálamo, existe un grupo de estructuras
filogenéticamente arcaicas que son responsables de la vida emocional. Los límites de
este sistema están pobremente definidos. Cada uno de sus elementos actúa como un
punto nodal para procesar información y enviarla a los otros sitios del sistema, así
como a otras zonas de la corteza cerebral. Por esta razón algunos de sus elementos
tienen un solapamiento con otras estructuras y sistemas del cerebro. Aceptando este
nivel de imprecisión se puede hacer uso del concepto de Sistema Límbico solo como
modelo de un centro de representación cortical de las emociones.
En 1879 Paul Broca notaba cómo el giro cingulado y el hipocampo bordeaban la base
del cerebro anterior, que localizado a la entrada y a la salida del hemisferio cerebral
era como el umbral de una puerta. Bautizó esta estructura con el nombre de Lóbulo
Límbico, del latín limen (umbral). Pensó que este lóbulo era el sustrato de facultades
inferiores si se comparaban a las otras facultades superiores del resto de la corteza
cerebral.
Más de medio siglo después, en 1937, el neurólogo James Papez observó que
pacientes con daños en el hipocampo y en el giro cingulado presentaban alteraciones
emocionales. El análisis de la anatomía funcional del cerebro le hizo formular una
hipótesis que adelantaría significativamente el conocimiento sobre las bases neurales
216
de las emociones. Propuso que esta región imprecisa denominada por Broca como
Lóbulo Límbico era el sustrato neural de las emociones. A partir de entonces, este
modelo sería conocido como el Circuito de Papez (Sheppered, 1988).Esta hipótesis era
elegante y combinaba elementos aparentemente inconexos en un sistema funcional
creíble. Uno de los elementos más interesantes era el rol asignado al hipotálamo, al
que hasta entonces solo se le atribuían funciones olfatorias.
Mac Lean amplió el modelo de Papez al incluir otras estructuras que tienen relaciones
anatómicas o funcionales. Sugirió que también participan en el circuito de la emoción
partes del hipotálamo, el área del septum, parte del sistema estriado, la corteza órbito
frontal y la amígdala. (Mac Lean, Delgado, 1953)
Para que la emoción se manifieste es necesario un nivel mínimo de alerta y de otros
estados cognitivos, que son los que le dan el significado a la propia emoción. La corteza
límbica funciona como un puente de información con el hipotálamo para el control de
las funciones viscerales y endocrinas.
Resulta especialmente interesante el conjunto de investigaciones que se desarrollan
sobre el papel de la amígdala o complejo amigdalino en relación a las emociones.
Simultáneamente con la divulgación de los trabajos de Papez, Heinrich Kluver y Paul
Bucy publicaron los resultados de sus experimentos al extirpar bilateralmente el lóbulo
temporal en mamíferos superiores. El síndrome, conocido desde entonces por los
apellidos de sus investigadores, mostraba cinco efectos principales: hiperatención,
hiperoralidad, ceguera psíquica, hiperactividad sexual y cambios emocionales. Análisis
posteriores de este conglomerado de manifestaciones demostraron que la mayoría de
sus componentes eran debidos a la manipulación experimental o a la hiperactividad
propia de los animales. Solo la amígdala permaneció como la responsable de los
cambios emocionales. Este síndrome se conoce como el Síndrome de Kluver Bucy.
La amígdala es un complejo de células relacionadas que se encuentran en la pared
medial de la base de los lóbulos temporales del cerebro en los mamíferos superiores.
Está compuesta por varios núcleos interconectados recíprocamente con el hipotálamo,
el hipocampo, el neocortex y el tálamo. Estos núcleos se encuentran agrupados en dos
conjuntos: los núcleos basolaterales ‐que reciben información aferente de las
modalidades sensoriales‐ y el núcleo central ‐ que posee las principales proyecciones
217
eferentes. La estimulación aferente llega a la amígdala por los núcleos sensoriales del
tálamo y las áreas sensoriales primarias de la corteza.
La información disponible sobre la importancia de la amígdala en el procesamiento
emocional‐cognitivo es todavía escasa e inferencial, pero suficiente para que
constituya un reto sobre la comprensión científica de las emociones (Baxter Murray
2002; Davidson, 2002; Iidaka, Omori, Murata, et al., 2001). Esta compleja estructura es
un elemento esencial para la visión de las interrelaciones entre los procesos cognitivos
y afectivos.
Desde el punto de vista evolucionista, es razonable pensar que los eventos de
significación o con valores emocionalmente importantes deban ser susceptibles de un
procesamiento perceptual preferencial. La emoción aumenta la atención, lo cual
conduce a la detección rápida y eficaz de estímulos significativos (Ohman 2001). Pero
esto plantea un importante problema neurobiológico: ¿cómo se procesa el estímulo
emocional en ausencia de la atención? Un cuerpo creciente de datos sugiere que es
precisamente la amígdala el centro que facilita la detección emocional previa.
En el caso del miedo, la proyección del tálamo a la amígdala permite que la
información por esa vía llegue primero que a través de la corteza. Por esa razón la vía
talámica permite procesar informaciones más primitivas de corta latencia y preparar a
la amígdala para la representación cognitiva de la emoción procedente de centros
corticales superiores. Por otra parte, las extensas conexiones de la amígdala con la
corteza visual y el hipocampo provee la vía facilitadora de la detección emocional.
Pero las relaciones emoción‐cognición no se restringen al aumento de la atención, sino
que están estrechamente relacionadas con el aprendizaje y la memoria. El hecho de
que se recuerden mejor los sucesos con alta carga emocional tiene un evidente
propósito adaptativo. Primero fue la simple observación la que mostró que los estados
emocional y motivacional son importante en los procesos de aprendizaje y memoria.
Todos los adiestradores de animales saben que estos sólo aprenden cuando sus
aciertos se recompensan o sus errores se castigan. Los buenos maestros tratan
siempre de motivar positivamente a sus alumnos para lograr de ellos un aprendizaje
más eficaz.
Las interacciones entre el hipocampo y la amígdala en procesos de plasticidad
sináptica constituyen una clave para entender las relaciones entre motivación y
218
memoria mediante sus mecanismos celulares. El descubrimiento de fenómenos de
potenciación a largo plazo (LTP, del inglés long‐term potentiation) ha proporcionado
un excelente modelo celular de los cambios de conectividad sináptica que podrían
ocurrir en los procesos de aprendizaje. La LTP consiste en un incremento sostenido en
la eficacia de la transmisión sináptica después de estimular una vía aferente con pulsos
de corriente eléctrica de alta frecuencia. Tales cambios se producen inmediatamente y
poseen una duración variable, según el protocolo utilizado para su inducción, que va
desde algunas horas, unos días y hasta semanas.
Existen pruebas de que la consolidación de la memoria por factores emocionales
puede ser explicada por estos mecanismos celulares. Cambios sinápticos débiles y de
corta duración pueden reforzarse y convertirse en cambios duraderos por la acción
concurrente de sinapsis moduladoras procedentes de áreas límbicas responsables del
procesamiento y determinación del estado motivacional y emocional del individuo (
Almager y Bergado 2002 )
Un provocador artículo de revisión publicado por Kandel ( Kandel 1999) sobre las
interacciones entre el psicoanálisis y las neurociencias, destaca el papel de la amígdala
en cuanto a los conceptos de causalidad psicológica y psicopatología en el
psicoanálisis. Plantea que tanto Pavlov como Freud apreciaron que era
biológicamente adaptativo tener la posibilidad de responder defensivamente a las
señales de peligro antes de que apareciera el peligro como tal. La ansiedad ante
señales de peligro ofrece la oportunidad de estudiar cómo son movilizadas las
defensas mentales y cómo el determinismo psíquico da lugar a la psicotatología. La
amígdala, dada su importancia en la coordinación del flujo de información entre las
diferentes áreas corticales y subcorticales descritas, constituye un eslabón clave para
la comprensión del establecimiento de rasgos psicopatológicos ansiosos.
Finalmente, otro aspecto no resuelto es la posible diferenciación de los sustratos
neurales de los dos procesos: los que se manifiestan de manera automática y
estereotipada ‐ emoción en sentido estricto‐ y su contrapartida experiencial, que son
los sentimientos (Damasio 1996, 999). Algunos estudios sugieren que estos procesos
están mediados por sistemas neuronales diferentes (Dolan 2002). Pero como se
comentaba en el capítulo 1, la no existencia de una teoría unificada psicológica hace
219
que las definiciones operacionales de los procesos mentales implicados no estén
respaldadas por un consenso teórico.
Como conclusión podemos afirmar que la información disponible en la actualidad es
todavía muy fragmentada, insuficiente y carente de un marco teórico que permita
integrar satisfactoriamente los resultados. La ciencia no avanza mediante la
acumulación de datos metódicamente recolectados. Teóricamente se ha avanzado
poco desde la época de Papez y Mac Lean. Esperemos que próximamente se genere
una masa crítica de información que permita dar otro nuevo salto teórico capaz de
hacer avanzar significativamente el conocimiento de las bases neurales de las
emociones.
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