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PIERRELUS, JEFFERSON

Educar en la era planetaria


Revista Electrónica Sinéctica, núm. 24, febrero-julio, 2004, pp. 74-76
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente
Jalisco, México

Disponible en: http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=99815918011

Revista Electrónica Sinéctica


ISSN (Versión impresa): 1665-109X
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Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de
Occidente
México

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PUERTOS

Educar en la era
planetaria

JEFFERSON
PIERRELUS

L a educación tal vez sea uno de los medios más


eficaces para rescatar a los seres humanos de las
hombres y mujeres pensantes, cabezas bien hechas
para hacer frente a las zozobras del altamar
garras de la fatalidad pues nos permite, de una existencial, social y político. Educar, en la era
manera u otra, torcer el curso del destino, descu- planetaria, nos ha de llevar a asumir la realidad
brir su rostro y hasta desentrañar sus leyes. Todo toda, a abrazarla desde las diversas dimensiones,
ello responde a la necesidad que tenemos de per- disciplinas y ciencias, con el fin de evitar todo tipo
petuarnos en el tiempo y el espacio. Es un esfuer- de dicotomías. La educación conduce a un apren-
zo por formar e informar sobre lo que las perso- dizaje caracterizado por la búsqueda constante,
nas debemos saber para el desarrollo continuo de afirman los autores, sabiendo que la verdad a la
la raza humana, por lo que responde a una necesi- que se llega se vuelve punto de partida. Hay que
dad social, política y, desde luego, antropológica. educar con criticidad a fin de no caer en el abso-
Toda educación parte de una concepción más o lutismo, recomiendan. Toda educación seria nos
menos clara de lo que es la persona humana o, impele a reflexionar, a pensar el mundo para des-
mejor dicho, de lo que debería ser. ¿Cómo educar cubrir su diversidad, para sentir que la verdad no
hoy, en la era planetaria en la que vivimos? es eterna sino frágil, plural y en permanente cons-
Edgar Morin, Roger Ciurana y Raúl Domin- trucción. La razón sabe que para indagar la ver-
go Motta, en su libro Educar en la era planetaria, dad necesita las alas de la imaginación, la lucidez
publicado en 2002 por la Unesco y la Universi- de la intuición y la viveza y desnudez del senti-
dad de Valladolid, nos plantean algunos puntos miento.
que pueden ayudar a responder de manera perso- Si la educación, según el autor de El hombre y
nal y colectiva esa pregunta. la muerte, responde a un ideal de ser humano que
La palabra educación, del latín educare, llevar se quiere lograr en la sociedad, el acto de aprendi-
a buen puerto, nos hace pensar que la educación zaje se ciñe siempre a un tiempo y un espacio.
se asemeja más a un andar permanente que a un Toda educación está, pues, condicionada por el
estado fijo; implica dinamismo y creatividad. Tam- entorno que la vio nacer. En esta línea, Gaston
bién consiste en transmitir algo y, sin duda, en Bachelard afirma: “Todo discurso del método es
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una manera de transmitirlo; no hay, pues, educa- un discurso de circunstancias, y todo aprendizaje
ción sin un camino por recorrer, sin un método. se da dentro de un tiempo y lugar determinados,
Este camino que se recorre, que se crea y nos y en relación con otros”. El método es, según
recrea, es el que quizá nos pueda llevar a buen Morin, el caminar que nos permite conocer el ca-
puerto. Para educar en la era planetaria, al decir mino, el conocer que nos permite conocer el co-
de Morin, Ciurana y Motta, se requiere formar nocimiento.
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Si todo discurso del método es un discurso de Por lo tanto, ese modelo de educación busca
circunstancias, retomando a Bachelard, las circuns- formar personas muy bien preparadas, con una
tancias del mundo actual obligan y convocan a capacidad de pensar la vida, y de vivir el pensa-
un nuevo planteamiento educativo que nos ayu- miento. Para tal fin se necesitan la competencia y
de a posicionarnos de manera razonada, lúcida la técnica, pero también el arte, cree el autor de
frente a la totalidad de lo real. Esta propuesta edu- Introducción a una política del hombre. En suma,
cativa intenta lanzarnos a buscar la verdad, la luz, educar es un acto de amor hacia lo humano, hacia
sabiendo que toda luz produce su propia sombra. la vida toda; es un acto en el que se invita, retoman-
Para Morin, educarnos desde la exigencia carte- do a Shakespeare, a mamar la leche de la humana
siana, desde la criticidad, que nos susurran que ternura. Asimismo, constituye un esfuerzo huma-
todo conocimiento lleva la impronta de la incer- no valioso porque rescata al ser humano de las
tidumbre, nos plantea nuevas preguntas sin esbo- garras de la fatalidad.
zo de respuesta. El acto de educar, en la era En este sentido, podemos afirmar que no hay
planetaria, según él y sus coautores, es una tarea verdadera enseñanza sin amor a esa tarea política
urgente a fin de poder combatir y erradicar el ab- y a los alumnos; de lo contrario se convierte en
solutismo y el dogmatismo, disfrazados muchas una vil repetición que no despierta la curiosidad y
veces de verdad. mutila la imaginación y la creatividad. El acto de
Bajo esta perspectiva, el acto de enseñar es de enseñar es un don y una tarea; don porque permi-
vital importancia para la humanidad. Porque es a te ser partícipe en la construcción de los hombres
través del conocimiento transmitido que podemos y las mujeres que requiere nuestra sociedad, en
humanizarnos unos a otros, ya que la enseñanza, este caso es un privilegio. Es también una tarea
además de transmitir, crea lazos intersubjetivos con porque los maestros hemos de asumirla con alta
otras conciencias, nos permite aprender a pensar responsabilidad amorosa. Sin amor solamente
sobre el objeto de nuestro pensamiento, y en eso habrá una carrera que cursar para ganar dinero,
reside su invaluable aporte a la sociedad. Es un sin amor habrá sólo materias que impartir para
acto de coraje y de valentía, recordando al Savater sobrevivir. Pero no podemos olvidar, y es la certe-
de El valor de educar, que muchas veces no es bien za de Morin, que el acto de educar implica un arte
valorada por la misma sociedad. En efecto, para y un verdader amor; el amor despierta la creativi-
muchos la enseñanza se convierte en un espacio dad, y ésta nos vuelve artistas. Amor creativo o
de sobrevivencia, y de profesión para otros, y se creatividad amorosa son palabras que acuña, igual
olvida que es una tarea política por excelencia, afir- que ayer, toda educación verdadera, más aún en
man los autores. Se entiende por política no sola- esta era planetaria.
mente la competencia partidista por el poder sino
el interés que se ha de mostrar —a través de la
participación y de la toma de conciencia— por Nota:
los asuntos de índole común, es decir, por los te-
mas que atañen a todos los habitantes de la polis.
Otra razón por la que es una tarea política es que 1. Morin, Edgar, Emilio Roger Ciurana y Raúl Do-
la educación planetaria, sostienen, lleva no sólo a mingo Motta. Educar en la era planetaria. El pensa-
tomar conciencia de lo que pasa en la sociedad miento complejo como método de aprendizaje en el
sino a tener cuidado de la misma, a sentirse res- error y la incertidumbre humana, Unesco/Universi-
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ponsable de ella. dad de Valladolid, Valladolid, 2002.

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