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ay Parachini-Deny, Juliette {Los gatitos desaparecieron! / Juliette Parachini-Deny, Olivier Dupin ;ilustrador Ariane Delrieu ; traductor Jorge Eduardo Salgar Restrepo. -- Editor Leonardo Realpe Bolafios. Bogotd « Panamericana Editorial, 2015. 48 paginas :ilustraciones ; 21 cm Titulo original : Les catons ont disparu ISBN 978-958-30-4770-1 1. Cuentos infantiles franceses 2. Nifios - Cuentos infantiles 3. Gatos - Cuentos infantiles 4, Historias de aventuras |. Dupin, Olivier Il. Delrieu, Ariane, ilustrador Il, Salgar Restrepo, Jorge Eduardo, traductor IV. Realpe Bolatios, Leonardo, editor V. Tit 741.5 cd 21 ed 1476227 CEP-Banco de la Reptiblica-Biblioteca Luis Angel Arango Primera relmpresion, agosto de 2018 Editor PPrmeraedicion en Panamericana Editorial Lida, Panamericana Editorial Lida Junio de 2015 Textos (© Fleurus Mame, 2012, lett Paractii-Deny & Olver Dupin Titulo origina: Les catons on isparu! lustraciones, (© 2014 Panamericana Editorial Lida. de la ‘rine Detiou version en espaol Traduccién (Cale 12 No. 34-30, Tel: (67 1) 649000 Jorge Eardo Salgar Restrepo ‘a. panamericanaeditotial com Diagramacién Tienda vival: www panamerieana.com co Rofael Rueda Avila Bogota D.C., Colombia ISBN 978-958-30-4770-1 Prohibida su reprodccion total o parcial ‘or cualquier medi sin permis del Editor. Impreso por Panamericana Formas impresos S.A, Call 65 No. 95:28, Tels. (57 1) 4902110 4300955, Fax: (67 1) 2769008 Bogota D. C., Colambia (Quien solo acta como impresor. Impreso en Colombia - Printed in Colombia Textos de Juliette Parachini-Deny y Olivier Dupin Thustraciones de Ariane Delriew Colombia» México + Pe la, Fos, Sula y Sud Jornea db Gl deple misuon: alow w los aninales en @ Edad: 9 afios, Auf, Ojos: verdes, Cabello: Castafio, corto y ondulado, Animal Preferido: Bizcocho, su poni. Pasatiempos: equitacién y danza, Cualidad Principal: tan deportista, Cardcter: valiente y franca, A veces es un tanto burlona, al. Edad: 9 aos, JOS: café oscuro, ello: Negro y liso, P ido: Bruno, sy at ¥ también Pipo, su hamster, Py Asatiempos; tiro al arco, Cualidad Principal; | Primera de su clase, eXIva, Se Preocupa Princi al: Dosee _ anim; sie > ‘Mpre lista a SUS aye entur. sl "a: us 7 Por Andj 5... €50 si, aco amigas en i compar, Nada | Ama: Luisa. | Raza: teckel. =) | (perro salchicha de pelo duro). jo: Nono. | Familia: hijo de Guillermo el Valiente ly Henriqueta de los Bosques- | Pasatiempos: gran aventurero, le gusta | jugar con su ama y sus amigas. | Cualidad principal: un gran olfato de | sabueso. Mascota del club Bolas de pelo. terco, a veces celoso. | Caracter: yaliente, i Capitulo 1 La desaparicién isa, haz un esfuerzo! ;No estds siguiendo el ritmo! —suspira Adela mientras pasa una mano por su cabello corto y ondulado. —jPaciencia, Adela, nosotras no tomamos clases de danza! —le responde Rosa con voz calmada, soli- darizéndose con su amiga rubia. Adela, Luisa y Rosa ensayan su coreografia pa- ra la fiesta de la escuela. Estdn juntas en el mismo curso desde... jdesde siempre! Las tres amigas se molestan a veces, pues Adela, con su cardcter tan fuerte como una tempestad, regafia a Luisa, que es dulce y timida. Pero hay algo cierto: jjamds se abu- rren cuando estan juntas! Oye, donde esté Simén hoy? —pregunta Adela. Simén es el vecino de Luisa y las tres nifias se en- cuentran frecuentemente con él en la plaza. —Lo vi en su jardin —responde Luisa—. Su gata tuvo gatitos y jugaba con ellos. —,Gatitos? ; Vamos a verlos? —pregunta Rosa su- biendo sus gafas, pues siempre se le deslizan por la nariz—. ;Me encantan los gatos bebés! — Ay, si! —responden en coro Adela y Luisa. Las tres nifias tienen gustos diferentes, pero todas com- parten la misma pasién por los animales. Luisa tiene una verdadera tienda de animales: un ca- nario muy amarillo, un viejo gato llamado Cirilo, una familia de conejos enanos e incluso un cangrejo ermitafio. : Rosa tiene dos compafie- } ritos: su gato Bruno y su \ hamster Pipo. Ellos se adoran y juegan, comen y duermen juntos. Adela gana el premio de la mascota mas impo- nente: Bizcocho, su poni café y blanco. Las tres nifias tuvieron la idea de crear el club Bolas de pelo. Se retinen con frecuencia para hablar de sus compajieritos y cuidarlos juntas. “-B iz000he wy Adela, Rosa y Luisa dejan de lado la danza y se dirigen a la casa de Simén. Una vez llegan, Siméon esta llorando, sentado sobre el césped. Su madre intenta consolarlo. —;Qué sucede? —pregunta Rosa, inquicta—. {Te hiciste dafio? La madre de Simén contesta en su lugar. —Los tres gatitos de Canela se escaparon. —Quizas siguieron a su mamé —dice Luisa para consolarlo. —No... —murmura Simén—. ;Canela busca a sus gatitos por todos lados! En ese momento, la pequefia gata rojiza de Si- mén aparece. Parece comprender que hablan de ella. Sus maullidos llenos de dolor conmueven a las tres nifias. Luisa tiene los ojos aguados, toma la gata en sus brazos y acaricia con dulzura su cabeza. Canela le responde con un ronroneo, agradeciéndole. —No te preocupes, Canela —le dice Luisa con voz suave—. ;Vamos a encontrarlos! Las tres nifias buscan en el jardin, pero no hay ninguna pista de los gatitos. Luisa, de repente, tiene una idea que la hace erizar. —Quizas cayeron en el pozo que esté cerca de la cabafia! Adela, Luisa y Rosa corren temblando en direc- cién al pozo. Simén, su mamé y Canela se,unen a ellas répidamente. Las nifias buscan en el fondo del pozo... solo hay una vieja cubeta oxidada y telara- fias. Esto las tranquiliza, pero la preocupacién crece en los ojos de Simén. —:Dénde los viste por tiltima vez? —pregunta Rosa. —Los habfamos puesto en una canasta con un co- jin azul de flores blancas. Los dejé bajo el arbol de cerezo —explica la mamd de Simén. —jHasta la canasta desaparecié! —exclama estu- pefacta Luisa. Rosa observa a sus compafieras frunciendo el cefio. —No sé lo que piensen ustedes, pero nunca he visto a ningunos gatitos escaparse y Ilevarse con ellos una canasta. La curiosidad del club Bolas de pelo se despierta. Esta decidido, hay que buscar a los gatitos perdidos. Capitulo 2 La camioneta amarilla as tres nifias jams investigan solas. Tienen un gran compafiero que se llama Andi. Es pe- quefio, de una gran amabilidad y jamds habla. ;Oh, si, grufie y protesta de vez en cuando al toparse con uno de los suyos! Su olfato es sorprendente, pues Andi es un perro. El perro de Luisa, el novato de su tienda de mascotas. “Andi es un perrito de caza, un teckel de pelo duro”, aclara siempre Luisa. Andi adora, por encima de todo, salir de paseo con su ama y sus dos amigas. 15 Cada vez que las nifias pasan a buscarlo, salta tan alto como sus cortas patas lo permiten, es decir, has- ta las rodillas de su ama. —Es tan gracioso —exclama Adela. Las nifias lo llevan al jardin de Simon. —Te explico, Andi —dice Luisa, sosteniendo su cabeza entre las manos—. Intentamos encontrar unos gatos. —Unos gatos —repite lentamente para que él com- prenda. El perro le responde con un lametazo sobre la na- riz. Parece aceptar la misién. Andi duda: olfatea de un lado, después del otro. Las nifias retienen la respiracién. jEllas esperan que la sangre de un perro policia corra por sus venas! De repente, se pone a correr a toda velocidad. —Encontré una pista... jSabfa que podiamos contar con él! —exclama Luisa. Las tres nifias comienzan a correr detrés de Andi. A pesar de tener patas cortas, se escapa tan rapido como una liebre. 7 —Miren —grita Rosa—. jEst4 persiguiendo esa vieja camioneta amarilla! ;Quizds los gatitos estén a bordo! Llegando a un cruce, la camioneta desacelera y se detiene en un seméforo. Adela se abalanza, intrépida. —jCuidado, Adela! —grita Luisa. Sin aliento, Adela alcanza la parte trasera del ve- hiculo, estira la mano para abrir la puerta, pero el semaforo cambia a verde y la camioneta arranca. Adela solo tiene tiempo para ver el rostro de un hombre delgado a través del retrovisor. Lleva una go- rra y tiene una cicatriz fresca sobre la mejilla. —jNo es posible! —exclama la nifia. La persecucién continta, pero la pequefia pandilla co- mienza a cansarse... La camioneta se aleja y luego desa- parece en el trdfico. Luisa, Adela y Rosa estan deshechas: los gatitos seguramente se perdieron para siempre... De repente, Andi levanta la cabeza y mueve la cola. jParece haber olfateado una nueva pista! La es- peranza renace... La carrera desenfrenada vuelve a comenzar. —Parece saber a dénde se dirige. ;Casi Ilegamos a la meta! —exclama Luisa. 18 a. ee eloyerale Ly Jorge Ss Se ee yy Efectivamente, Andi se de- tiene frente a una gran vi- trina. Comienza a ladrar muy fuerte y a rasgufiar la puerta con sus patitas. Las tres nifias cambian de color. Andi ya no busca a los gatitos... Se detuvo frente a un lugar que es muy familiar para él: jla car- nicerfa del barrio! Andi sabe que Jorge, el carnicero, siempre le da pedazos de salchicha. —jT hablas de un perro policfa y él solo pien- sa en su est6mago! —exclama Adela pataleando—. Ahora no tenemos ninguna oportunidad de encon- trar a los gatitos... 20 —Cuéles gatitos? —pregunta el carnicero mien- tras le da un pedazo de carne a Andi. —Buenos dias, don Jorge. Los de Simén, un nifio del barrio —explica Luisa. —Perdié sus gatitos? —Si, estaban en su jardin, dentro de una canasta. Jorge piensa: —Una canasta... Eso me recuerda que vi a una mujer recorrer el barrio toda la mafiana con una ca- nasta en su brazo... Creo que vive en la pequefia casa azul al final de la calle. —;Por qué una anciana habria robado los gatitos? —se pregunta Rosa. ;No es ldgico! —Quizds no sea solamente una anciana... —insi- ntia Luisa, asustada. —Claro, seguramente era una bruja que captu- ra animales para hacer pociones magicas —exclama Adela—. ;Rapido, vamos a liberar los gatitos! Ojala no sea muy tarde... Capitulo 3 ¢Una bruja en el barrio? as tres nifias llegan r4pidamente a una extrafia casita con un jardin inmenso. El pasto es muy alto y estd Ileno de flores salvajes de muchos colores. Rosa observa el buzén: —Se llama Amelia... ;No parece el nombre de una bruja! 23 — Lo creerds ti! Estoy segura de que es para engafiar al enemigo —teplica Adela—. Voy a timbrar, y una vez ella abra, entraremos juntas para liberar a los gaticos. —Eh... ;Est4s segura? —murmura Luisa con voz temerosa—. ;Imaginas que nos lance un hechizo? — Ay, Luisa, qué cobarde eres! —dice Adela en un tono burlén. A pesar de todo, las nifias no estén muy seguras. Se acercan a una ventana y miran hacia el interior de la casa. Hay animales disecados sobre los muebles. Un zo- rro, un hurén e¢ incluso una cabeza de jabalf. —jQué horror! —grita Adela—. jLa vieja bruja va a disecar a los gatitos! —Seré yo la vieja bruja? —pregunta una voz un poco temblorosa detrds de las nifias. Al girarse, las tres camaradas se encuentran de frente con una vieja sefiora encorvada, de cabellos violdceos y con ojos muy azules. —Los animales disecados pertenecfan a mi bis- abuelo. Los conservo como un recuerdo. Bueno, ya que estan acd, ;por qué no entran y me cuentan qué buscan? 25 Las tres amigas se miran sin saber si deben entrar o salir corriendo y gritando. Pero Rosa hace un gesto con la cabeza para asegu- L rarlas. Ella no cree real- Ag © mente en las historias de brujas y quiere saber, especialmente, si los gatitos estan alli. E| interior de la casa es viejo, pero acogedor. —Parece una tienda de antigiie- dades —susurra Luisa. La sefiora Ame- lia les muestra un sofa rayado. An- di se enrolla sobre el viejo tapete bajo la mesa de centro. —Les voy a servir un jugo de naranja. ;Hace tanto calor hoy! Luego abre una puerta que da a una escalera que conduce a un sétano. — Debemos irnos! —susurra Luisa—. No hay forma de que yo tome ese jugo de naranja. Quizds estd envenenado. Sin responder, Rosa se levanta olfateando. — Crees que eres Andi? —pregunta Adela. —Creo que algo se cocina a fuego lento —res- ponde Rosa. En silencio, las nifias siguen el olor y Ilegan a la cocina. Allf descubren una olla que humea. — Crees que los gatos estan adentro? —pregunta Luisa con voz temblorosa. —Solo hay una forma de saberlo... Adela levanta la tapa. —Falsa alarma, solo hay legumbres adentro. —;Qué pensaban encontrar? —pregunta la ancia- na a sus espaldas. —Es que... —titubea Rosa— Simén perdio a sus gatitos. —Gatitos! zY crefan que iban a encontrarlos en mi sopa? ;Claramente ustedes son unas nifias extra- fias! —exclama la sefiora Amelia, aténita. —No, pero... —comienza Luisa, incémoda—, es que no la conocemos y... —Generalmente nos hacemos falsas ideas cuando no conocemos a las personas —termina Rosa, quien acaba de ver un canasto en un rincén de la cocina. La tela de interior no es azul con flores blancas, sino blanca con flores azules... fue una falsa pista. 28 La sefiora Amelia se levanta y observa tristemente su jardin a través de la ventana. —Tengo mucha tristeza, pues yo también perdi a mi gata, Caperuza. La busqué toda la mafiana en el barrio. ;No comprendo qué pudo sucederle! 30 —j(Dos desapariciones de gatos en una mafiana! iEs muy extrafio! —dice Rosa en tono pensativo—. jHay un misterio por resolver! ;De qué color es su pequefia Caperuza? —Mirenla en esta foto —dice la sefiora Amelia mientras les sefiala un portarretrato que esta sobre el aparador de la cocina. —iOh, es muy tierna, con sus largos pelos grises y su mancha blanca en el hocico! —exclama Luisa, a la vez enternecida e inquieta. —No se preocupe, sefiora Amelia —declara Adela con seguridad—. Vamos a encontrarla. 31 Capitulo 4 Una tienda siniestra I salir de donde la sefiora Amelia, las nifias se miran entre si, un poco apenadas. —Parecfamos maliciosas cuando ella nos sorpren- did mirando la olla —susurra Luisa. —Mientras tanto, los gatos de Simén no son los tinicos que han desaparecido —agrega Rosa—. Es al- go curioso. Mientras se interrogan, se encuentran con Hugo, uno de sus amigos de la escuela. —Buscamos unos gatos que desaparecieron. ;No has visto a alguien con una canasta Ilena de gatos? —le preguntan. 33 —Enh... una canasta, no, pero via un tipo extrafio atrapando a un gato que estaba sobre la acera de la plaza. Partié a toda velocidad en su camioneta. —;Una camioneta amarilla? —exclamaron las tres en coro. —Si —responde Hugo—. Se fue hacia los alma- cenes detrds de la plaza. Adela, Luisa y Rosa le agradecen y salen corriendo en la direccién que acaba de indicarles. Andi siente que ahora es su turno de actuar. Enca- mina a las pequefias detectives hasta una tienda anti- gua con los vidrios sucios. Rosa avista una camioneta amarilla estacionada en una callejuela oscura frente a la tienda. Un hombre de gorra descarga su mercancia en la parte trasera de la tienda. Las tres amigas dirigen sus ojos hacia la vitrina y lo que allf leen les congela la sangre: Dakien padre e hijo Articulos de piel Llegadas regulares Los ojos verdes de Adela se os- curecen de célera. —Esta tienda vende articulos de piel... jde gato! 34 Al fondo de la callejuela, se escuchan maullidos agudos. —jCon seguridad son los gatitos de Simén! —ex- clama Luisa—. ;Qué hacemos? —Yo voy a ver la tienda —propone Rosa. —Y nosotras? —pregunta Adela—. ;Nos queda- mos sin hacer nada? —Espérenme afuera. Una vez estemos seguras de que son los ladrones de gatos, encontraremos un plan. Rosa atraviesa la puerta de la tienda y hace sonar la campanilla mientras sus compafieras la observan desde afuera. 35 Cerca del mostrador, el hombre de la gorra discute con un individuo més viejo. —EI cargamento esté aca, papa. Je, je, je, hay muy bellos especimenes. — Perfecto! Aptirate y entrega el pedido que he preparado en el depdsito —responde el viejo mien- tras se frota las manos con satisfaccién. Rosa finge interesarse por unas bufandas para llamar la atencidn del viejo. El hombre de la gorra desaparece detras de la tienda. Adela y Luisa lo ven en la callejuela cargando una gran caja café en su camioneta. Unos minutos des- pués arranca y desaparece. —Deben ser dos, el grandulén con la gorra azul y el viejo de la tienda —dice Luisa. —Claro, Dakien padre e hijo... ;Y el hijo acaba de salir! Entonces... —jNo hay nadie mds en la parte trasera de la tienda! Luisa y Adela se dirigen hacia la callejuela. Sus corazones laten a toda velocidad cuando se escabu- Ilen por la parte trasera del almacén, que est4 poco iluminada. 36 ound aAGAT Mag, 4g leig 9b 2olusinA 2e1slups1 esbspalt En el depésito, Luisa tiembla de miedo y de emo- cién y se esconde detrds de la puerta. El malhechor encuentra a Adela abriendo las jaulas para liberar a los gatos. Lleno de ira, grita: — Espera que te atrape! ;No tendrds la oportuni- dad de seguir haciendo eso! Viendo que su amiga estd en peligro, Luisa no lo duda mds. Agarra una malla que estaba colgada en la puerta y la lanza sobre el hombre. Pero este es vigo- roso, lucha y hace tropezar a Adela. jNono esté rojo de ira! ;Ese viejo pretende hacerle da- filo a su amiga? Salta y lo muerde en la pierna. Las dos nifias aprovechan la ocasién para tomar la malla y encierran al bribén en la jaula mds grande. Luisa gira la Ilave. —No tomaremos su piel para hacer guantes... jpero ahora sabe lo que se siente estar encerrado! —Y esto es solo el comienzo... jir4 a prisién! La Policia no tardard en llegar —agrega Rosa, que des- cubre al hombre tras las rejas—. ;Bravo, muchachas! Tiene lo que se merece. 41 EI viento de locura que soplaba en el depédsito parece haberse calmado. Los gatos se frotan contra las piernas de las nifias. Ronronean con fuerza para agradecerles por haberlos salvado. Incluso los gatitos de Simén, atin temblorosos, se arriesgan a sacar la cabeza del canasto. Una pequefia gata gris salta de repente a los brazos de Rosa. —jOh, tiene una pequefia mancha sobre el hoci- co! Es Caperuza, la gata de la sefiora Amelia. Miren esos pelos largos— dice Rosa riendo. Viendo a Luisa ocuparse de los gatitos, Nono la- dra y le da golpecitos en las piernas con el hocico. Su pequefia ama comprende que su fiel compafiero est4 un poco celoso y lo calma con una larga caricia sobre la cabeza. La sirena suena y un auto de policfa se estaciona bruscamente frente a la tienda. Los policias estan es- tupefactos cuando Ilegan a la parte trasera: descu- bren a un hombre encerrado en una jaula, unos ga- tos liberados y tres jovencitas sonrientes. 43 Un policia felicita al club Bolas de pelo. — Bravo, sefioritas! Muchas desapariciones de gatos han sido reportadas en los ultimos dias en la ciudad y no tenfamos ninguna pista. Gracias a us- tedes, todo un trdfico de pieles de animales fue des- mantelado. jMe informan que su cémplice acaba de ser arrestado! —jEs gracias a Andi! —precisa Luisa—. Fue él quien descubrié la camioneta. jGuau, guau! —interviene Andi, levantando con firmeza la cabeza. La sefiora Amelia recibe a las tres amigas como verdaderas herofnas. —Mis queridas pequefias, no imaginan la felici- dad que me dan por haber trafdo de vuelta a mi Caperuza. La gata ronronea sobre sus rodillas. Frota la cabeza contra las manos de su ama para reclamar mds cari- cias de consuelo. Las nifias, conmovidas por el reencuentro de Amelia y Caperuza, prometen pasar con frecuencia a visitarlas. 44 Nuevo destino: la casa de o Simoén. Al verlas llegar con el canasto, el nifio esta en las J nubes. Las nifias le cuentan sus aventuras. —Después de todas esas peri- pecias ;no quisieran adoptar uno? —les pregunta la mamé de Simon. —;Adoptar uno? —grita Luisa sorprendida—. Ya quieren deshacerse de ellos? —No, jpero no podemos quedarnos con todos! Y pronto estardn grandes para dejar a su mamé. Cata- lina, la prima de Simén, ya escogié al gatito negro y nosotros también conservaremos uno para Simén. —Yo escogf al blanco: jlo voy a llamar Flocén! —ex- clama el nifio con los ojos brillantes de dicha. —EI manchado no ha encontrado un hogar —pre- cisa la mamd de Simén. —Entonces, en ese caso, tengo una mejor idea —di- ce Luisa—, vamos a darselo a la sefiora Amelia. Ella adora los gatos! 46 — Es una idea genial! —exclama Rosa—. Ya pue- do imaginar al gatito saltando en su gran jardin jun- to a Caperuza... —Y rasgando con sus garras los viejos muebles ra- yados —agrega Adela, feliz. Las tres amigas y Andi salvaron la vida de todos los gatos y gatitos... ;Misién cumplida para el club Bolas de pelo!

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