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Relaciones

Estables y
Duraderas
David Richo
DAVID RICHO

Cómo mantener
relaciones estables
y duraderas

Claves para amar


y convivir toda la vida
Amat Editorial
Indice

Prólogo................................................................................................ 11
Agradecimientos ................................................................................ 13
Introducción ....................................................................................... 15

PRIMERA PARrrE: El hogar que abandonamos ................................. 21


1. Así empezó todo ........................................................................... 23
El poder del afecto, la atención y la dedicación ........................... 28
Un giro positivo sobre cómo era y cómo es.................................. 34
Las cinco A: Las llaves que nos abren .......................................... 43
Una presencia incondicional en oposición a las cinco actitudes del
ego........................................................................................... 59
Prácticas: nuestras habilidades .................................................... 62

2. .Amor y menos.............................................................................. 72
El reflejo del amor......................................................................... 72
Cuando negamos nos desposeyeron ............................................. 77
Lo que nos duele nos consuela...................................................... 79
¿Hasta qué punto fue buena para mí mi familia? ......................... 82
Iluminar el daño ............................................................................ 85
Un viaje heroico............................................................................. 91
Prácticas........................................................................................ 92

SEGUNDA EMITE: Las luchas a lo largo del camino ......................... 101


3. La elección de una pareja .......................................................... 103
¿Estoy hecho para las relaciones estrechas e íntimas? .... 104
Los candidatos cualificados ........................................................ 107
¿Qué pretendemos?...................................................................... 109
Revelación total .......................................................................... 112
La sexualización de nuestras necesidades ................................... 116
Tantos anhelos............................................................................. 120
El destino desempeña un papel.................................................... 121
Prácticas...................................................................................... 125

~7~
4. El romance: La primera fase de la relación................................ 129
Cómo elevarse en el amor ........................................................... 131
Cuando el romance es adjetivo ................................................... 136
A qué se parece el amor............................................................... 140
Prácticas...................................................................................... 143

5. Los conflictos.............................................................................. 151


Cómo solucionar las cosas .......................................................... 154
El pasado en el presente............................................................... 159
Hombres y mujeres...................................................................... 162
¿Introvertido o extrovertido? ...................................................... 165
Prácticas...................................................................................... 169

6. Los temores aparecen a toda prisa y los peligros, también 182


La absorción y el abandono......................................................... 182
Cómo aprender de nuestros temores ........................................... 184
Los celos...................................................................................... 186
La infidelidad............................................................................... 187
Cómo enfrentarse a las decepciones ........................................... 191
Prácticas...................................................................................... 195

7. Cómo soltarse o desprenderse del ego........................................ 205


La anatomía del ego arrogante .................................................... 209
La anatomía del ego empobrecido .............................................. 212
Las riquezas del ego y cómo encontrarlas .................................. 215
Decir sí a las cosas que no somos capaces de cambiar .... 216
Prácticas...................................................................................... 220

8. Cuando las relaciones terminan.................................................. 233


Terminar con gracia y seguir adelante ........................................ 235
Cuando alguien te deja .............................................................. 243
TERCERA PARTE: Comprometerse ...................................................... 249
9. Nuestro compromiso y cómo se profundiza .............................. 251
Las virtudes del amor íntimo....................................................... 254
El compromiso............................................................................. 261
Amigos del alma ......................................................................... 263
Prácticas...................................................................................... 266

Epílogo.............................................................................................. 279

Apéndice: Los pasos y cambios del dolor consciente, atento

-8-
y dedicado.................................................................................... 282
Paso uno: Permitirnos saber o recordar ...................................... 284
Prácticas...................................................................................... 286
Paso dos: Permitirnos sentir......................................................... 289
Prácticas...................................................................................... 290
Paso tres: Una oportunidad para repetirlo.................................... 292
Paso cuatro: Abandonar las expectativas .................................... 293
Paso cinco: El agradecimiento como ejercicio............................ 294
Paso seis: La gracia del perdón ................................................... 295
Paso siete: Los rituales de curación ............................................ 297
Prácticas...................................................................................... 298
Paso ocho: Hacerse uno mismo de padre y / o madre y volverse a
conectar.............................................................................. 299
Prácticas...................................................................................... 301

-8-
Prólogo

ESTE LIBRO HACE PONER LOS PIES EN LA TIERRA A LO MÍSTICO, al mundo


de las relaciones en que todos navegamos desde el nacimiento a la
muerte. En Cómo mantener relaciones estables y duraderas, David
Richo proporciona una guía operativa para las relaciones reales y
eficaces, que es tan gentil y precisa, como lo es su propia presencia con
sus estudiantes y amigos.

A través de las prácticas espirituales de la atención, intención, dedi-


cación y benevolencia, los lectores se embarcan en un viaje que les
conduce a la conciencia, la alegría y a una relación profunda.

La utilización de la atención y dedicación, es un antiguo modo de


meditación en el que abandonamos nuestros temores, nuestros apegos o
adicciones al control y a tener razón, nuestras expectativas, aquello a lo
que creemos tener derecho y nuestros juicios sobre los demás. En lugar
de estas estrategias tan populares, aprendemos -sencillamente— a estar
presentes abiertamente en el momento —sin que nada se interponga— a
fin de que podamos experimentar la vida cuando sucede. Cuando
apliquemos la atención y dedicación a nuestras relaciones podremos por
fin, vernos a nosotros y a los demás tal y como somos, en toda nuestra
conmovedora vulnerabilidad y con todo nuestro rico potencial para el
amor.

En la práctica espiritual de la benevolencia, expandimos la conciencia


que tenemos de otras personas de una manera inmensamente tierna y
solícita. Viajamos más allá de nuestras propias relaciones personales y
abrazamos todo el mundo en su amplitud. Aprendemos a extender nuestro
amor a todos los que nos rodean, incluso a aquéllos hacia los que nos
sentimos indiferentes y a los que nos resultan difíciles. A través de la
benevolencia, la unión romántica entre dos personas abraza, en última
instancia, al mundo. En un momento de este libro, David dice: «Podemos

1
1
expandir nuestra conciencia de dar y recibir amor.» En mi experiencia
aconsejando a parejas y formando profesionales, aparece siempre una
pregunta: ¿Cómo podemos expandir nuestra capacidad de manejar más
amor y más energía positiva, si seguimos saboteando cualquier avance?
Nosotros —Gay, mi esposo, y yo— le llamamos a eso el «Problema de
los límites superiores» y el definitivo desafío humano.

Este libro muestra, precisamente, el modo en que las ondas del amor,
que se van ensanchando de forma continua, pueden fluir más libremente,
dentro y entre todos nosotros. David Richo sienta los escalones que van
del amor personal al amor universal. Las prácticas espirituales de este
libro, no son un accesorio del trabajo psicológico, sino que lo llevan a
cabo.

David Richo ofrece una síntesis nueva e importante en el movimiento


de la autoayuda, una espiritualidad práctica basada en lo que el poeta Ted
Loder llama: «los tesoros / de la alegría, la amistad, la paz / ocultos en los
campos de lo diario y lo cotidiano». Los ejemplos de David, y
especialmente las muchas oportunidades que proporciona de practicar
estos cambios de perspectiva y de acción, apoyan profundamente la
evolución del lector. Encontramos un lugar nuevo para estar juntos en
igualdad y unos indicadores muy claros que nos guían hacia una vida
llena de compasión en la que los seres humanos crecen, por fin, para
convertirse en mayordomos los unos de los otros y de un hogar mayor.
Ahora nuestras relaciones no sólo trabajan para nuestro crecimiento sino
también para la evolución del mundo. Le invito a que estas oleadas de
posibilidades le conmuevan y le muevan.

KAIHLYN HENDR1CKS,
Doctora

Agradecimientos

DOY LAS GRACIAS A MI EDITORA, Edén Steinberg, por asociarse cálida-

- 12 ~
mente conmigo en la producción de este libro. Ella fue la primera en
comprender qué es lo que yo intentaba hacer. Y además, me di cuenta,
con admiración, de que Edén no sólo sigue un proyecto hasta el final,
sino que también se preocupa y le importa mucho que sea lo mejor
posible.
Estoy en deuda con David Reich, quien revisó y corrigió despia-
dadamente mi libro con respeto y competencia. Sus preguntas me ayu-
daron a prestar más atención a mis propios debates internos. David utilizó
su vista de lince para darse cuenta de mis inconsistencias y de mis faltas
de lógica y eliminarlas, además de percibir el corazón que hay en mi
libro.
Todo mi respeto y agradecimiento a Adam Friedson, un querido
amigo y una persona admirable y generosa que creyó en este proyecto
desde hace mucho tiempo. Su elegante vínculo con su esposa Allie, me
enseña que las relaciones pueden funcionar muy bien.
Doy las gracias a mis muchos clientes y estudiantes de estos más de
treinta años, en los que he vislumbrado unas chispas muy intrigantes
procedentes del fuego de las relaciones humanas, su continuidad con el
pasado y su potencial para un resplandeciente futuro.
Estoy agradecido a todas las personas de mi vida que han sido lo
suficientemente valientes para tener relaciones conmigo: mi familia.
amigos, colegas y parejas. He reconstruido un corazón procedente década
uno de ellos, especialmente los que me han aman :
nalmente y a los que he amado, a cambio, de ese modo. El ,r que recibí
me ha durado como una protección.
Por último, rindo honores al trabajo de Chógyam Trungpa Rinpochc,
mi primer maestro en el camino intransitable de Buda que, en 1971, abrió
el entonces recién descubierta posibilidad de integrar el trabajo
psicológico y la práctica espiritual. Fue a través de un portal tan radiante
que me atreví a emprender el proyecto de armonizar la psicología, el
catolicismo, la perspectiva de Jung, la mitología, la poesía, mi historia y
todos los dones preciosos que han hecho de mi vida el curioso
espectáculo público que ha sido.

1
3
Ojalá que yo y todas estas fuerzas que me ayudan, sigamos dejando
pasar la luz.

- 14 ~
Introducción

El sólo hecho de haber amado no será suficiente


a menos que también hayamos sido sabios y hayamos disfrutado de
nuestros amores.

SIR JOHN SUCKUNG

EL AMOR ES JA POSIBILIDAD DE LAS POSIBILIDADES. Su alcance más lejano


está mucho más allá de nosotros, por mucho tiempo y por mucho que
amemos. Seguirá siendo siempre ese misterio mudo ante cuyo éxtasis y
dolor no podemos hacer más que rendirnos con un sí. En nosotros hay
algo alegre y animoso que nos permite arriesgarnos a emprender un viaje
al laberinto del amor, por muy aventurado que sea. Sin embargo, todo el
amor del mundo no nos traerá la felicidad o logrará que funcione una
relación. Eso requiere habilidad y esta habilidad es absolutamente
alcanzable. La práctica puede hacer que seamos lo suficientemente ágiles
y ligeros para bailar juntos con gracia, por muy vergonzosos que
podamos ser al principio.

Cada uno de nosotros experimenta el amor de una manera diferente,


aunque para la mayoría, hay cinco aspectos del amor que destacan. Nos
sentimos amados cuando recibimos atención, aceptación, aprecio y afecto
y cuando se nos admite que tenemos la libertad de vivir de acuerdo con
nuestras necesidades y deseos más profundos. Durante todo nuestro viaje
por la vida nos encontramos con estas «cinco A», bajo diferentes guisas.
En la infancia, las necesitamos para desarrollar la autoestima y un ego
sano. Son las piedras angulares de la identidad, de una personalidad
humana coherente. La experiencia humana tiene una armonía
sorprendente y fiable: lo que necesitamos para la construcción de un yo,
es también, precisamente, lo que necesitamos para
obtener la felicidad en nuestras relaciones amorosas adultas. La inti-
midad, en el mejor de los casos, significa dar y recibir las cinco A, las
alegrías y la riqueza de la relación. Estos cinco elementos o aspectos del
amor describen, también, nuestro destino de servicio al mundo como
seres espirituales maduros. Los grandes modelos espirituales como Jesús
o Buda, pueden ser vistos como seres que ofrecen este amor en cinco
partes a todos nosotros. Gracias a nuestra práctica espiritual llegamos a
conocer un poder más grande que nuestro ego y ese poder nos nutre y
alimenta, concediéndonos los dones de la atención, la aceptación, el
aprecio, el afecto y la admisión.

Se trata de una sincronía conmovedora y alentadora construida dentro


de nuestro propio ser. Las cinco A son, simultáneamente, la satisfacción
de nuestras primeras necesidades, las exigencias de la intimidad adulta y
de una compasión universal y las cualidades esenciales de una práctica
atenta y considerada. En la esplendida economía del desarrollo humano y
espiritual, las mismas llaves abren todas nuestras puertas evolutivas.

Así pues, las cinco A nos llegan como regalos en la infancia y luego
nosotros las obsequiamos a otros. No son resultado de esfuerzo alguno,
sino el desbordamiento o exceso automático del amor que recibimos. No
tenemos que intentarlo, sino que sencillamente nos damos cuenta de que
somos atentos, que apreciamos, etcétera, a aquellos a los que amamos. Y
lo mismo puede decirse de la compasión, que es un don espiritual, una
gracia que se nos concede como resultado de una práctica atenta y
considerada. No es ninguna tarea, sino que nos damos cuenta de que la
compasión sucede o se presenta en y a través de nosotros, cuando
estamos presentes en el mundo de una manera más atenta y considerada.
Esta compasión se muestra gracias a las cinco A, que son ahora cinco
gracias que recibimos y damos.

¿Existe alguna manera de aumentar nuestra capacidad de dar y recibir


estos elementos esenciales del amor: Sí, podemos hacerlo a través de la
atención y la dedicación, un testimonio alerta y vigilante de la realidad
sin juicios, apegos, miedos y expectativas, sin estar a la defensiva; sin
prejuicios, y sin control. Por medio de una atención y dedicación
compasiva, nos volveremos expertos en concederle a todo el mundo —
incluso a nosotros mismos— los componentes esenciales del amor; y en
las páginas siguientes seguiré volviendo a la atención y dedicación como
una vía rápida para amar con éxito.
lleva al punto de solucionar nuestro apuro. La atención y dedicación con
terapia nos ayuda a disolver el ego que nos hizo caer en él.

El viaje heroico es una metáfora del anhelo que siente el alma hu-
mana, de algo que pueda reparar y restaurar, lo que se ha roto o perdido
en nuestro mundo limitado. El viaje del héroe o de la heroína implica,
primero, el abandono de lo familiar; luego, pasar a través de una pugna o
lucha a un lugar nuevo; y finalmente, el regreso al hogar con el don de
una conciencia más elevada que está a la disposición de todos los que la
quieran. Dos personas pueden encontrarse en romance y oponerse en
conflicto, sólo para emprender, al final, un compromiso o dedicación
mutuos que durará toda la vida. Parece que no somos capaces de amar de
una forma madura a menos que pasemos por todo el itinerario de una
expedición así de arriesgada, pero esta metáfora occidental no está
completa sin la atención y la dedicación.

En pocas palabras, tenemos que ponernos en pie y emprender la


marcha, pero también necesitamos sentarnos y quedarnos ahí quietos. Si
hacemos un viaje sin meditación y silencio, podemos caer en las garras
de un activismo extrovertido y restrictivo. Si practicamos la meditación
sin tener presente que estamos haciendo un viaje, podemos ser presas de
una quietud introvertida. La voz oriental nos dice que ya hemos llegado,
pero la occidental nos llama para que salgamos a fin de llegar allí
plenamente. Sin esa combinación no llegamos a ninguna parte y tampoco
estamos en ninguna parte. Buda no se quedó sentado eternamente, sino
que salió al mundo a difundir la palabra. Jesús no predicó y sanó todos
los días, sino que en ocasiones se quedó solo en el desierto.

El corazón humano contiene mucho más amor del que es capaz de


gastar durante toda una vida. Aquí sugiero un programa para activar ese
abundante potencial. El amor íntimo es enigmático y exigente y muchos
le tenemos miedo a pesar de que seguimos ansiándolo y, por lo tanto,
exige definitivamente, un amplio manual. Este libro explora los
territorios tiernos y pavorosos de nuestra psique y marca un camino que
los atraviesa. No ha llegado demasiado tarde ni es demasiado largo para
ninguno de nosotros.

Estoy escribiendo como un psicoterapeuta que se halla en un camino


budista y como un hombre con una historia variada de relaciones.

Me he tropezado con muchos problemas, pero he encontrado algunas


maneras de enfrentarme a ellos. He descubierto que no son fosos o

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abismos sin fondo, sino portales que llevan a una vida más rica. En este
libro pongo necesariamente mi acento en cómo nos quedamos
empantanados y cómo las cosas se estropean o van mal, pero también
puede confiar en que le mostraré diferentes maneras de hacer que las
cosas funcionen mejor, de que toda experiencia nos convierta en mejores
personas y cómo crear un mundo mejor.

La iluminación sólo puede ser personificada en el mundo por personas


que se aman las unas a las otras, así que las relaciones no son cuestión del
modo en que dos personas pueden sobrevivir la una a la otra, sino de
cómo todo el mundo se vuelve más capaz de amar, con toda la apagada
angustia y resplandeciente éxtasis que ello conlleva. El trabajo y la
práctica que recomiendo, no están enfocados a hacer que su vida —juntos
— sea más suave, sino a ayudarle a que se relacione con una inevitable
rudeza y humor, facilidad y generosidad. Un ego no domesticado, no es
capaz de conseguirlo y, por tanto, es mejor enfocar la intimidad en un
camino espiritual. Como prima, es posible que nuestro trabajo personal
pueda extenderse a la curación del mundo.

Confío que este libro le incite a hacerse preguntas tan agudas y


punzantes como las siguientes y que le ayude a responderlas:
• ¿Qué necesitaré para encontrar la felicidad que siempre he querido?
• ¿Me sentiré amado del modo que siempre he deseado que me
amaran?
• ¿Que me hará falta para que yo pueda soltar el pasado?
• c'Aprenderé a proteger mis propios límites, insistiré en que otras
personas los honren y honraré los de los demás?
• ¿Abandonaré alguna vez la necesidad de controlar?
• ¿Me atreveré alguna vez a amar con todo mi corazón?
Todo el libro es una carta que yo le escribo a usted, lector. Estoy an-
sioso de que compartamos lo que he aprendido de clientes, amigos y de
mis propias experiencias. Al mismo tiempo, no sólo obtendrá informa-
ción, si no que usted también se la proporcionará al libro, lodos cono-
cemos las verdades del amor y cómo funciona; y lo único que yo he
hecho, es mecanografiarlas, imprimir la sabiduría que me ha llegado del
Paraíso y de sus desterrados.

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PRIMERA PARTE

El hogar que abandonamos

La mitad de las enseñanzas de Buda


consisten en abandonar el hogar.
MILAREPA
Así empezó todo

El hombre es una cosa inconstante y tonta.


SHAKESPEARE, Mucho ruido y pocas nueces

acentos con la capacidad de bailar juntos pero no con el entrena-


-L ^1 miento necesario para ello y, por lo tanto, hemos de aprender los
pasos de baile y practicar hasta que nos movamos con desenvoltura y
gracia. La alegría y el júbilo que hay en ello exige trabajo. A algunos nos
han lesionado físicamente o dañado la confianza que teníamos en nosotros
mismos y tendremos que practicar el baile un poco más. A otros, les han
hecho tanto daño que es posible que nunca sean capaces de bailar bien; y
hay quienes les enseñaron que bailar era pecado.

En las relaciones sucede exactamente lo mismo. Nuestra primera


experiencia forma o deforma nuestras relaciones adultas. Cuando éramos
niños, a algunos nos lesionaron o incapacitaron psicológicamente tanto —
desatendiéndonos, inhibiéndose o abusando de nosotros— que puede que
hagan falta años de trabajo y de práctica antes de que seamos capaces de
bailar un compromiso adulto con gracia. Abusaron de tal manera, que nos
sentimos obligados a abusar de otros por venganza. Nos hicieron tanto
daño en el pasado, que es posible que jamás seamos capaces de
relacionarnos de un modo adulto.

La mayoría, sin embargo, tuvimos unos padres lo suficientemente


buenos, que satisfacieron nuestras necesidades emocionales de atención,
aceptación, aprecio, afecto y admisión: las cinco A; y por ello, cuando
llegamos a la edad adulta, nos es, razonablemente fácil, rela

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3
cionarnos con los demás de un modo sano. Eso significa relacionarnos
atenta y consideradamente, sin ser posesivos, ni sentir un temor
incapacitante a la intimidad. Sin embargo, nadie se relaciona con una
desenvoltura perfecta sin aprender esa habilidad; al igual que nadie baila
perfectamente sin que se lo enseñen. Hay personas que dominan el baile y
otras que nunca lo harán, aunque es posible que los demás no se den
cuenta. Una relación también puede parecer que funcione, pero sin
embargo, no proporciona una verdadera intimidad o compromiso, algo
que es un verdadero problema si se ha contraído matrimonio y se tienen
hijos. Como bailarines podemos negarnos a mejorar nuestra habilidad con
pocas consecuencias o ninguna en los demás, pero si hacemos lo mismo
con una relación, alguien puede resultar herido. («Relación» en este
contexto, significa una involucración íntima, tanto si viven juntos como
separados.)

Luego están los que sufrieron graves abusos en la infancia o no se les


satisfacieron sus necesidades y, por lo tanto, resultaron dañados de tal
modo, que no son capaces de mantener fácilmente, una relación íntima, y
aunque con el tiempo también podrán aprender a mantenerla, sólo lo
conseguirán si trabajan para solucionar sus primeros problemas. Es
responsabilidad nuestra invertir la energía necesaria para practicar y llegar
a ser hábiles relacionándonos bien, y eso no sucede de forma automática.
Tendremos que aprender, tendrán que enseñarnos a dolemos de nuestro
pasado, hacer terapia, llegar a conocer nuestro yo verdadero, deshacer
unos hábitos adquiridos durante años, practicar con una pareja, seguir una
práctica espiritual y leer y trabajar con un libro como éste. La buena
noticia es que nosotros, como todos los seres humanos, tenemos una
psique calibrada para hacer ese trabajo. Al final, la torpeza y las
equivocaciones, dan paso a un movimiento armonioso y cooperativo que
refleja la canción de amor que se oculta detrás de todo eso.

Hemos oído hablar del daño que nuestras heridas infantiles pueden
hacerle a nuestras relaciones adultas, pero yo adopto una visión
generalmente positiva de la fase infantil de nuestro viaje humano. Lo que
nos sucedió entonces no es tan importante como el modo en que lo
consideramos ahora: positivamente, como algo que hemos superado al
crecer; o negativamente, como algo que sigue hiriéndonos a nosotros y a
nuestras relaciones. Si somos capaces de lamentar el pasado y, por lo
tanto, disminuir su impacto en nuestras vidas presentes, podre
mos mantener nuestros límites al tiempo que seguimos estrechamente
vinculados a una pareja. Siempre que tengamos un programa para en-
frentarnos a la adversidad, ningún problema podrá conducirnos a la
desesperanza.

Hemos oído cómo se ha etiquetado a ciertas personas de «code-


pcndientcs» cuando no son capaces de abandonar una relación dolorosa
que no tiene futuro y, sin embargo, nuestro sentido del yo está radi-
calmente engastado en nuestras negociaciones con los miembros
originales de la familia. Si una relación reconfigura un vínculo original
con nuestro padre o nuestra madre, dejarla puede representar una amenaza
aterradora para nuestra seguridad interna y, por lo tanto, todo prospecto
de cambio incluso para mejorar- representa una amenaza. Nos desafían a
que seamos compasivos hacia nosotros mismos durante el tiempo
necesario para hacer cambios y eso no significa que seamos cobardes o
codependientes, sino únicamente que somos sensibles a las presiones y
significados procedentes de regiones de nuestra psique, que sigue estando
en las garras de un antiguo régimen. Nuestros vínculos fracasados y que
están fracasando, nos han preocupado todas nuestras vidas. Repetir es
humano, pero volver a forjar algo es saludable, y a medida que
sustituimos, aunque sea muy lentamente, las reacciones defensivas por
maneras diferentes de hacer las cosas, abrimos diferentes capacidades, y
habilidades nuevas entran en juego en nuestras relaciones. No es
únicamente cuestión de deshacer el arco que encerraba nuestra infancia.
Los seres humanos exigimos el sostén animador de nuestros congéneres,
hemos de saber que en alguna parte de este vasto y asolado mundo,
tenernos a nuestra disposición una resonancia entusiasta y que provoca un
eco a nuestra existencia única. No podemos hacer que eso suceda, pero sí
que podemos estar abiertos a esa posibilidad y darle la bienvenida.

Si hubiéramos encontrado una satisfacción total en la infancia, no


tendríamos motivo alguno para ir en busca de un mundo más amplio. El
viaje de la edad adulta empieza cuando abandonamos, tal como debemos
hacer, el nido seguro que nos proporcionaban nuestros padres e
intentamos encontrar una pareja en el mundo adulto. Sin una necesidad
así, podríamos ser seducidos por la comodidad del hogar, aislarnos del
resto del mundo y, en ese caso, no encontraríamos jamás el lugar único
que tenemos en él. Eso también explica el motivo de que ninguna persona
o cosa sea nunca capaz de satisfacer la plena amplitud de nuestro
potencial humano. La naturaleza no puede permitirse perder a ninguno de
sus mayordomos o sirvientes y por ello ha calibrado el corazón para que
nunca esté permanentemente satisfecho, pero sí que nos concede
~ 25 ~
momentos de satisfacción con cosas y con personas y ésos pueden
sostenernos. En cuanto sucede, ya nos hemos encontrado a nosotros
mismos. Eso lo expresó de una manera muy conmovedora el personaje
del caballero en la película de Ingmar Bergman El séptimo sello:
«Recordare esta hora de paz, las fresas, el bol de leche y vuestras caras en
la penumbra. Recordaré nuestras palabras y sostendré este recuerdo entre
mis manos tan cuidadosamente como si fuera un bol de leche fresca. Y
ésa será una señal de gran contento y satisfacción.»

El amor de otro adulto hace más que limitarse a satisfacernos en el


presente. Va hacia atrás en el tiempo en lugar nuestro, reparando, res-
taurando y renovando un pasado inadecuado. El amor sincero también
produce unas ondas que avanzan hacia adelante, que dan por resultado un
cambio dentro de nosotros. Llegamos al punto en que somos capaces de
pensar: «Ahora ya no me hace falta necesitar tanto. Ahora ya no tengo
que culpar tanto a mis padres. Ahora ya puedo recibir amor sin ansiar más
y más. Ahora puedo tener y de forma suficiente.» Sólo la persona cuyo
viaje haya progresado hasta ese punto, puede amar íntimamente a alguien.

Para que se produzca todo crecimiento, tanto psicológico como es-


piritual, es necesario un entorno que lo contenga, el contexto seguro y
fiable de las cinco A. Nosotros somos como canguros que se desarrollan
en una bolsa, nuestra experiencia es ser contenidos dentro de la matriz,
dentro de la familia, de una relación dentro de grupos de apoyo y de
comunidades cívicas y espirituales. En cada fase de nuestra vida, nuestro
yo interior requiere el alimento de amar a personas que están sintonizadas
con nuestros sentimientos y que responden a nuestras necesidades. Son
las fuentes ideales que fomentan nuestros recursos internos de poder
personal, serenidad y amabilidad. Aquellos que nos aman, nos
comprenden y están a nuestra disposición con una atención, un aprecio,
una aceptación y un afecto que podemos sentir. Nos dejan lugar para que
seamos quienes somos.

Así pues, nuestro trabajo es convertirnos en la versión más sana posi-


ble de quien somos singularmente. El ego sano —lo que Freud llamaba
«una organización coherente de los procesos mentales»- es la parte ca

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paz de observar el yo, las situaciones y las personas; la que las evalúa y
responde de un modo que les permite avanzar hacia nuestros objetivos.
No dejamos de lado este aspecto del ego, sino que construimos sobre él.
Nos ayuda en las relaciones, haciendo que seamos responsables y sensi-
bles en nuestras elecciones y compromisos. El ego neurótico, por otro
lado, es esa parte nuestra impulsada u obstaculizada de forma compulsiva,
por el miedo o el deseo, alimentando la arrogancia, el apego, la sensación
de tener derecho a algo y la necesidad de controlar a otras personas. En
ocasiones, es una autonegación y hace que sintamos que somos víctimas
de los demás. Este ego neurótico es el que nuestra tarea espiritual en la
vida tiene la intención de desmantelar. Su tiranía asusta a la intimidad y
hace que se aleje, y amenaza a nuestra autoestima.

La psicología occidental concede una importancia especial a la cons-


trucción de una sensación o sentido del yo o ego. El budismo, por contra,
concede una gran importancia a desprenderse de la ilusión de un yo
autoestable, sólido y fijo. Estas opiniones parecen contradictorias hasta
que nos damos cuenta de que el budismo presupone un sentido sano del
yo. No recomienda que se abdique de las tareas adultas de construir la
competencia y la confianza, de relacionarse de un modo eficaz con los
demás, de descubrir el propósito de la vida, o cumplir las
responsabilidades. De hecho, primero hemos de establecer un yo antes de
que podamos librarnos de uno. Ese yo es una designación provisional y
conveniente, pero no real en última instancia, de alguna manera duradera
e inmutable. Decir que no hay un yo limitado y fijo es una manera de
consultar al potencial ilimitado que hay en cada uno de nosotros, nuestra
mente o naturaleza de Buda. Somos capaces de trascender nuestros «yo»
limitados. Somos más de lo que parece en nuestros egos limitados.

Los grandes místicos sienten la unidad experimentada en la medi-


tación, primero como algo calmante, pero luego como una fuerza que les
lleva al mundo con un sentido de servicio. (Este es el motivo de que
nuestro viaje sea heroico y paradójico.) Eso no significa que todos
nosotros tengamos que vivir una vida de servicio constante a la huma-
nidad. Esa es una vocación especial que requiere unas cualidades es-
peciales. Nos sentimos realizados cuando vivimos plenamente nuestra
capacidad personal de amar. Nuestra práctica espiritual es perfecta cuan-
do mostramos amor en cada una de las maneras únicas e incomparables
que hay en nosotros.
El poder del afecto, la atención y la dedicación

La meditación no es un medio de olvidar al ego; es un método de utilizar al ego


para observar y domesticar sus manifestaciones.
MARK EPSTEIN

La autoactualización no es algo que sucede de repente, ni siquiera el


resultado permanente de un largo esfuerzo. El santo y poeta budista
tibetano del siglo xi, Milarepa sugirió: «No esperes una plena realización;
limítate a practicar cada día de tu vida.» Una persona sana no es perfecta
sino perfectible, no una cosa hecha sino un trabajo en progreso.
Permanecer sano exige disciplina, trabajo y paciencia, que es el motivo de
que nuestra vida sea un viaje y forzosamente, uno heroico. El ego
neurótico quiere seguir el camino de menor resistencia. El yo espiritual
quiere revelar nuevos caminos. No es que la práctica lo haga perfecto,
sino que la práctica es perfecta y combina el esfuerzo con una apertura a
la gracia.

La práctica auténtica combina el esfuerzo con la apertura a la gracia,


un don gratuito de progreso o despertar que nos llega sin haber sido
solicitado ni conjurado desde la mente del Buda. Hacer pan exige el
esfuerzo de amasarlo, pero también exige sentarse tranquilamente,
mientras la masa fermenta con un poder propio. No estamos solos en
nuestra evolución espiritual o psicológica. Un poder más alto que el ego,
más sabio que nuestro intelecto y más duradero y resistente que nuestra
voluntad, irrumpe para ayudarnos. Incluso ahora, mientras usted lee esto,
se están reuniendo muchos santos y bodhisattvas para convertirse en sus
poderosos compañeros en el camino de su corazón.

Estar atento y dedicado, es una elegante práctica budista que atrae toda
nuestra atención a lo que está sucediendo aquí y ahora. Lo lleva a cabo
liberándonos de nuestra costumbre mental de entretenernos con temores
basados en el ego, deseos, expectativas, evaluaciones, apegos,
inclinaciones, defensas y demás. El puente que va desde las distracciones,
al aquí y ahora, es la experiencia física de prestar atención a nuestra
respiración. La clásica pose sentada juega una parte importante en la
meditación atenta y dedicada al animarnos a permanecer quietos y
centrarnos físicamente. Además, estar sentado de esta forma es tocar la
tierra y ésta, a causa de su solidez y concreción de aquí y ahora, nos hace
conectar con ella y que nos concentremos frente a unas seducciones
mentales que nos apremian. Nos sentamos para practicar el modo en que

2
8
nos comportaremos durante el día. Sin embargo, estar atentos y dedicados
implica más cosas que sentarse. Es un no aferrarse al ego momento a
momento, además de tener una presencia tranquila en la sencillez
resultante cuando experimentamos la realidad sin el abigarramiento
producido por las artes decorativas del ego.

La frase «tener la mente atenta y dedicada» significa, en realidad,


vaciar la mente y se trata del único estado no alterado de la misma, la
experiencia pura de nuestra propia realidad. La meditación es el vehículo
que conduce a ese estado en todas las áreas. La meditación con la mente
atenta y dedicada no es un acontecimiento religioso o una forma de
plegaria, es una exploración del modo en que funciona la mente y cómo
puede ser inmovilizada y silenciada para que revele una amplitud interior
en la que la sabiduría y la compasión surgen con facilidad.

Tener la mente atenta y dedicada a algo, no significa que vaya a


ayudarnos a escapar de la realidad, sino a verla claramente, sin las capas
cegadoras del ego. La meditación no es escapismo; sólo lo son las capas
del ego. Seguir con esa visión, hace que se dejen las cosas, mientras que
—y es irónico- el escape conduce a aferrarse a ellas. En el valle visitado
por los fantasmas de la paradoja humana, ganamos y marchamos al perder
y dejar ir, y la mente atenta y dedicada es el buen pastor que hay en el
interior.

Cuando tenemos la mente atenta y dedicada, no reprimimos pen-


samientos ni nos regodeamos en ellos, sólo nos damos cuenta de los
mismos y volvemos a respirar, guiándonos suavemente de vuelta al lugar
al que pertenecemos, como un padre amable lo hace con un niño perdido
o descarriado. La meditación tiene un éxito completo cuando seguimos
volviendo a nuestras respiraciones de un modo paciente y no crítico. La
conciencia atenta y dedicada es la condición del testigo justo y alerta en
lugar de la del juez, el jurado, el fiscal, el demandante, el acusado o del
abogado de la defensa. Nos damos cuenta de lo que sucede en nuestras
mentes y nos limitamos a tomarlo como información. Eso no significa
que seamos ni estoicos ni indiferentes, ya que en ese caso, perderíamos
nuestra vulnerabilidad, un componente esencial de la intimidad. Ser
testigo no es aislarse, sino mantenerse preparado para luego poder actuar
sin compulsión o desasosiego, relacionándonos con lo que está
sucediendo en lugar de ser poseídos por ello.

Hay dos clases de testimonio: el compasivo y el desapasionado o


imparcial. En el caso del testimonio compasivo, observamos desde una
~ 29 ~
perspectiva amante, algo parecido a ver las fotos de un álbum de familia.
Nos sentimos invadidos por un sentimiento amable sin sensación alguna
de avidez o codicia. Miramos y lo dejamos estar a medida que avanzamos
hacia lo que puede aparecer en la página siguiente. Por otro lado, en el
testimonio desapasionado, miramos con una indiferencia pasiva. Somos
imperturbables e insensibles, sin esperar lo que puede llegar a
continuación o apreciar lo que ha sucedido antes. Es como mirar el
paisaje desde la ventana de un tren en que nos limitamos a ver pasar las
cosas sin ninguna respuesta interior. El testimonio atento y dedicado es un
testimonio compasivo; una presencia comprometida libre de miedo o de
apego.

Tener la mente atenta y dedicada, es más bien vigilancia y cuidado que


contemplación: miramos la realidad como custodios de su verdad. La
hermana Wendy Beckett dice que los grandes artistas hacen grandes
cuadros porque han aprendido a «mirar sin ideas fijas preconcebidas de lo
que es adecuado o conveniente». Esto es tener la mente atenta y dedicada.
Puede ser conciencia sin contenido (una pura conciencia sin prestar
atención a cualquier problema o sentimiento en particular) o conciencia
con contenido (atención sin intrusiones del ego, lo que se llama tener la
mente alerta, atenta y dedicada). Por lo general, el último estilo es al que
yo me refiero cuando menciono a la mente atenta y dedicada.

Así pues, tener la mente atenta y dedicada es una aventura llena de


valor porque consiste en confiar en que albergamos en nosotros la
capacidad de tener y tolerar nuestros sentimientos, de concederles
hospitalidad por muy aterradores que puedan parecemos y de vivir con
ellos en equilibrio. Entonces descubrimos dentro de nosotros, una fuerza
que es la equivalente al autodescubrimiento y de esa autoestima procede
la relación eficaz con los demás. Como tener la mente atenta y dedicada
hace que dejemos correr al ego, al abandonar el miedo y los apegos o la
codicia, es una herramienta adecuada para relacionarnos saludablemente.
Hace que nos presentemos a otras personas de una manera pura, sin los
amortiguadores del ego neurótico. Nos limitamos a estar con alguien tal
como es, dándonos cuenta de esa persona pero sin juzgarla. Tomamos lo
que hace una pareja como información, sin tener que censurar ni darle la
culpa. Al hacer esto, rodeamos un acontecimiento con un espacio, en
lugar de llenarlo hasta los topes con nuestras creencias, temores y juicios.
Esa presencia atenta y dedicada nos libera de que nos identifiquemos de
una manera que nos constreñiría de las acciones de los demás. Una
relación sana es aquella en la que cada vez hay más momentos espaciosos

30 ~
de ésos.

Tener la mente atenta y dedicada es un camino para dar a los demás las
cinco A, esos componentes esenciales del amor, el respeto y el apoyo. En
sánscrito existen unas palabras que significan «atender» y «quedarse o
permanecer». Y nosotros prestamos atención y nos quedamos con alguien
(nos dedicamos a esa persona) en sus sentimientos y en su problema de
aquí y ahora. Cuando yo acepto a alguien de esta manera serena, se
producen cambios en mí y ambas personas empezamos a descubrir los
medios más hábiles para llegar a un afecto y compromiso más
apreciativos. Aceptar es también el primer paso para abandonar el control
y permitir la libertad y, por lo tanto, esta aceptación atenta y dedicada es
nuestra base de trabajo para las relaciones. Las cinco A son los resultados
y las condiciones de una mente atenta y dedicada.

Tener la mente atenta y dedicada es inherente a la naturaleza humana.


Se nos ha hecho para que prestemos atención a la realidad. De hecho,
prestar atención es una técnica de supervivencia pero, sin embargo, a lo
largo de los años aprendemos a escaparnos y refugiarnos en santuarios
engañosos construidos por un ego que tiene miedo a la realidad. Nos
damos cuenta de que es más fácil creer aquello que hará que nos sintamos
mejor y creemos tener derecho a esperar que los demás sean aquello que
necesitamos que sean. Estas son cadenas fabricadas por el hombre que
parecen eslabones de felicidad, pero en cuanto nos comprometemos a
experimentar deseos y apegos desvestidos de ego, empezamos a
comportarnos de manera franca y directa y somos veraces los unos con
los otros. Nos relajamos en el momento y ello se convierte en una fuente
de curiosidad inmensa. No tenemos que hacer nada, no hemos de rebuscar
en nuestra bolsa de juguetes del ego para encontrar algo con que
enfrentarnos al momento. No tenemos que levantar los puños
poniéndonos en guardia. No nos vemos obligados a convertirnos en
peones de nuestras fijaciones o de nuestras ancladas concepciones de la
realidad. No tenemos que encontrar una hornacina donde ocultarnos. No
debemos ponernos a la defensiva o idear una réplica. Sencillamente
podemos dejar que las cosas sucedan, atendiendo a la realidad tal como es
y permaneciendo a través de ella, tal como somos. Eso es muchísimo más
relajante que nuestras reacciones habituales y utilizamos el equipamiento
original de la psique humana en lugar de los artefactos artificiales ideados
por el ego a lo largo de los siglos. Este es el motivo de que se diga
también, que tener la mente atenta y dedicada es despertarse.

Todo crecimiento, tanto psicológico como espiritual, necesita un


~ 31 ~
entorno que lo contenga y, al igual que los canguros que se desarrollan en
una bolsa, nosotros pasamos por la experiencia de estar dentro de una
familia, una relación o una comunidad. En cada fase de la vida, nuestro yo
interior exige la alimentación de amar a las personas sintonizadas con
nuestros sentimientos y sensibles a nuestras necesidades que pueden
promover nuestros recursos internos de poder personal, amabilidad y
serenidad. Aquellos que nos aman, nos comprenden y están a nuestra
disposición con una atención, aprecio, aceptación y afecto que nosotros
podemos sentir. Hacen sitio para que nosotros seamos quienes somos.

A pesar de que decir eso pueda sonar raro, tener la mente atenta y
dedicada es, en sí mismo, un entorno que contiene. Cuando nos sentamos,
nunca estamos solos porque todos los santos y los bodhisattvas (seres
iluminados) del pasado y del presente están con nosotros. La meditación
atenta y dedicada significa estar en contacto y continuidad con una larga
tradición. Sentarse es ser ayudado y contenido. Cuando Buda se sentó en
la tierra, fue como si se hubiera sentado en su regazo. Para nosotros es lo
mismo.

Tener la mente atenta y dedicada es ser un adulto. Es inalcanzable para


alguien que carece de cohesión interior, continuidad personal e in-
tegración. Ser un testigo justo e imparcial exige un ego sano, porque la
distancia y la objetividad no están a la disposición de alguien con unos
malos límites, ninguna tolerancia a la ambigüedad y ningún sentido de un
centro personal. La meditación puede ser una amenaza para alguien

32 ~
inestable y que tenga necesidad de ser reflejado (véase el capítulo 2). El
compromiso despiadado de Buda para reconocer la transitoriedad, será
aterrador y destructor para alguien sin unos cimientos firmes, como un yo
separado y autónomo, así como inteligentemente protegido. Por último, la
llamada para vivir en el presente, llega en el momento equivocado para
alguien que necesita, primero, explorar el pasado y librarse de sus
ataduras. Este es el motivo de que tanto el trabajo psicológico, para la
individuación; como la práctica espiritual, para la falta de ego, se exijan
siempre como requisitos duales para la iluminación de unos seres tan
hermosos y diseñados tan misteriosamente como nosotros.

No hay que intentar meditar de una manera seria si no estamos


psicológicamente preparados para ello. Al mismo tiempo, podemos
empezar diariamente con una meditación sencilla, como una preparación
para el trabajo psicoterapéutico. Este libro aboga en que se trabaje,
simultáneamente, en lo psicológico y lo espiritual y que se haga en
porciones del tamaño de un bocado, basándose en el hecho de que algunas
actitudes espirituales contribuyen a la salud psicológica y viceversa. Por
ejemplo, la actitud espiritual de aceptación, nos ayuda a soportar un dolor
necesario y apropiado; mientras que la capacidad psicológica de ser
asertivo, nos ayuda a defender la necesidad de que se nos haga justicia a
nosotros y a los demás y así aumenta nuestra compasión. Ken Jones,
escritor, budista y activista social dice: «Los sistemas de maduración
como el budismo, enseñan que sólo enfrentándonos sin acobardarnos y
sin titubeos a nuestras aflicciones y abriéndonos sin reservas a nuestros
sentimientos, podremos llegar a experimentar un otorgamiento de poderes
diferente a este yo tembloroso (ego).»

Cuando se depone o destrona al ego, la mente atenta y dedicada nos


conduce a un yo más elevado, la aproximación de Jung a la mente
budista. Este yo es amor incondicional, sabiduría perenne y constante, así
como un poder de curación (las cualidades que promueve la evolución).
Jamás estamos sin ese yo. Encontrarnos, espiritualmente, a nosotros
mismos, es reconocer que nuestro destino es utilizar las habilidades de
nuestro ego para servir a los propósitos del yo. Por ello, luchamos por
conseguir la intimidad con todo el universo y no sólo con una persona.
Después de todo, no podemos esperar de una pareja lo que únicamente
puede venir del yo/universo/poder superior. Este es el motivo de que para
la salud de una relación sea tan importante seguir nuestro propio camino
espiritual.

El que tengamos la mente atenta y dedicada no quiere decir que no


33 ~
tengamos deseos, sino sencillamente que no dejamos que nos posean.
Podemos sentir miedo y deseo, pero ya no nos impulsan, avergüenzan o
detienen. En lugar de eso, somos nosotros los que los tenemos, sin las
elaboraciones o inventos que nuestro cerebro acostumbra a añadirles. Nos
enfrentamos al miedo y disfrutamos del deseo y los superamos ambos con
facilidad, igual que Ulises, que oyó el canto de las sirenas, pero siguió
navegando. Como el maestro budista tibetano Chógyam Trungpa
Rinpoche dijo: «Pasa a través de eso, ríndete a ello, experiméntalo... Así
las energías más poderosas se vuelven absolutamente practicables en
lugar de apoderarse de uno, porque no hay nada de que apoderarse si uno
no opone resistencia alguna.»

Un giro positivo sobre cómo era y cómo es

Es posible que tener necesidades parezca una señal de debilidad, pero, en


realidad, las necesidades nos hacen crecer del modo que se supone que
debemos hacerlo. Los anhelos infantiles de atención, aceptación, aprecio,
afecto y la experiencia de que se nos permita ser nosotros mismos, no son
patológicos sino del desarrollo. Al intentar conseguir que el padre o la
madre o ambos nos prestaran atención, estábamos buscando lo que
necesitábamos para evolucionar saludablemente. No estábamos siendo
egoístas, sino que queríamos educarnos y alimentarnos nosotros mismos y
no hay necesidad ahora de sentir vergüenza de ello.

Las fuerzas de la infancia influyen en las elecciones presentes, ya que


el pasado está en un continuo con el presente. Los asuntos de la primera
época que siguen sin terminar, no tienen por qué ser una señal de
inmadurez, sino que más bien pueden indicar continuidad. La reaparición
de los temas de la niñez en relaciones adultas, dan profundidad a nuestra
vida, ya que no estamos pasando superficialmente sobre los
acontecimientos de la vida, sino que los habitamos plenamente a medida
que evolucionan. Nuestro pasado sólo se convierte en un problema
cuando nos lleva a repetir, compulsivamente, nuestras pérdidas, o bien
nos pasa de contrabando unos determinantes inconscientes para que
tomen nuestras decisiones. Así pues, nuestro trabajo no es abolir nuestra
conexión con el pasado, sino tomarla en cuenta sin quedarnos a su
merced. La cuestión es qué cantidad de pasado interfiere con nuestras
probabilidades de tener unas relaciones sanas y de vivir de acuerdo con
nuestras necesidades, valores y deseos más profundos.

34
Para bien o para mal, nuestro desarrollo psíquico es el resultado de un
continuo vitalicio de relaciones. El objetivo del adulto es abrirse paso a
través de cada una de ellas. Nosotros luchamos respetuosamente con las
relaciones pasadas, como hizo Jacob con el ángel, hasta que producen su
bendición. La bendición es la revelación de lo que encontramos a faltar o
perdimos, y saber eso, nos da fuerza para dejar correr el pasado y
encontrar satisfacción a nuestras necesidades en nosotros mismos y en
otras personas que pueden amarnos de maneras que se afirman a sí
mismas. Esta clase de amor, restaura o repara las estructuras psíquicas
que se perdieron o quedaron dañadas en la niñez y empezamos a tener un
sentido coherente de quien somos, lo que a su vez hace posible que
amemos a otras personas de ese mismo modo tan potente. Recibimos de
los demás y, por lo tanto, aprendemos a dar, ya que el amor enseña la
generosidad. Así pues, la maduración consiste en no dejar las necesidades
atrás, sino en reclutar a otras personas para que nos apoyen y que puedan
dar unas respuestas generosas y adecuadas a nuestra edad y necesidades.

Entre los hábitos de la infancia, las defensas se han considerado signos


de falta de adecuación y de patología. Sin embargo, para la supervivencia
psicológica necesitamos muchas de nuestras defensas. Nos defendemos
de cosas para las que todavía no nos sentimos preparados; por ejemplo,
proximidad o un compromiso pleno. En la primera parte de nuestra vida,
aprendimos a estar al acecho acerca de nuestros únicos deseos y
necesidades, si mostrarlos no era seguro. Aprendimos a defender nuestro
interior, delicado y vulnerable, de las humillaciones, agotamiento o
desconfianza. Se trataba de habilidades, no de déficits.

Si cuando éramos niños nos sentimos inseguros, es posible que si-


gamos sintiéndonos así y sigamos utilizando nuestras antiguas defensas.
Puede ser que ahora echemos a correr o que nos defendamos de la
intimidad por miedo de una repetición de las traiciones infantiles que nos
dejaron encogidos detrás de una pared de miedo. En esa pared hay graffiti
que asedian nuestra autoestima: «no permitas que nadie se acerque
demasiado», «no te comprometas del todo», «ninguna relación funciona
de verdad», «nadie puede amarte como tú necesitas ser realmente
amado», «no puede uno/a fiarse de las mujeres/hombres». Nuestro trabajo
como adultos es sustituir esos principios rectores del comportamiento, por
unos que sean más sanos y más optimistas. Los principios rectores que
limitan todo nuestro potencial de energía vivaz -la manifestación de
nuestra propia y única fuerza de vida- son como el regulador automático
del acelerador de un camión que impide que éste alcance toda su
velocidad.
35
Casi todos nosotros sentimos unos anhelos inexorables de cualquier
cosa de la que carecimos en nuestra infancia. Cada vínculo íntimo re-
sucitará esas añoranzas arcaicas, junto con los terrores y las frustraciones
que acompañan, de manera crónica, a las necesidades no satisfechas. De
todos modos, esto nos pone en una posición ideal para volver a visitar
esas necesidades frustradas, de revitalizar nuestra energía y reconstruir
nuestro mundo interior de acuerdo con unos principios que afirman la
vida. Un vínculo sólido en una relación -como en la fe religiosa—
aguanta a pesar del impacto de los acontecimientos, por lo que nuestra
resistencia es el único obstáculo que se opone al crecimiento que puede
surgir del dolor. Cuando remendamos nuestro tejido desgarrado, aquello
que fue detenido en el pasado queda liberado. Volvemos a estar en
contacto con quien somos realmente y podemos vivir de acuerdo con esa
esencia que hemos vuelto a descubrir.

Durante toda su vida, todo el mundo necesita alimentarse con comida.


De igual modo, una persona psicológicamente sana, necesita el sostén de
las cinco A -atención, aceptación, aprecio, afecto y admisión— toda su
vida. Es cierto que las necesidades no satisfechas en la infancia de las
cinco A no pueden compensarse más adelante en la vida, en el sentido de
que no pueden ser satisfechas tan absolutamente, tan inmediatamente o
tan infaliblemente. Que una persona satisfaga por completo y enseguida
las necesidades, es sólo apropiado en el caso de los niños, aunque dichas
necesidades pueden satisfacerse en breves o largos plazos, durante toda la
vida. El problema no es que busquemos gratificación, sino que buscamos
demasiada y toda de una vez. No podemos recibir bastante ahora de
aquello de lo que no recibimos suficiente antes; de lo que recibimos
suficiente antes, podemos recibir suficiente ahora.

Nosotros, al crecer, no dejamos atrás nuestras primeras necesidades,


sino que se vuelven menos abrumadoras y encontramos maneras menos
primitivas de satisfacerlas. Por ejemplo, es posible que un niño

pequeño necesite que le mezan y le lleven en brazos, mientras que un


adulto puede quedar satisfecho con una observación de apoyo y una
mirada amable. En ocasiones, una necesidad de toda la vida puede quedar
satisfecha con esta clase de pequeños momentos de amor atento y
dedicado. Sin embargo, en ocasiones seguimos necesitando que nos
acunen.

Si nuestras necesidades emocionales fueron satisfechas por nuestros


padres, salimos de la infancia con la confianza de que los demás pueden
36
darnos lo que necesitamos. Entonces somos capaces de recibir amor de
los demás sin angustia ni compulsión. Nuestras necesidades son
moderadas. Podemos confiar en que alguien las satisfará mientras ayu-
demos a satisfacer las suyas y esto proporciona la base para una vida de
compasión y ecuanimidad.

Las madres desempeñan el papel primordial en nuestro crecimiento.


En la primera fase del desarrollo, una madre es el contenedor: pro-
porciona el entorno en el cual aprendemos y sentimos la seguridad que
hace falta para empezar a ser nosotros mismos; pero al final necesitamos
separarnos de ella para establecer una identidad, por lo que la primera
fase del desarrollo nos enfrenta a una paradoja: la seguridad que exige ¡se
supone que nos ayudará a marcharnos! Si el abrazo de una madre es
demasiado seductor o demasiado fuerte, es posible que no seamos capaces
de separarnos de ella. Si hemos escuchado y hecho caso a las palabras
«¡No te vayas!» al final quizá las convirtamos en «Yo no me puedo ir»,
por lo que, más adelante, en una relación adulta de abusos, nos quedemos
aunque nos hagan daño.

En la segunda fase, la madre es una base segura. Ahora decimos:


«Puedo marcharme y volver». Desde el momento en que somos capaces
de gatear, nos estamos separando, abandonando el cálido abrazo para
explorar lo desconocido, a pesar de que seguimos necesitando saber que
nuestra madre está cerca, ya que es el puerto seguro al que podemos
regresar. Si esta fase funciona bien, no consideramos que la ausencia sea
igual a abandono, o la partida igual a una pérdida. Este logro del
desarrollo es una expansión de la constancia objetiva, por la que somos
capaces de permitir que alguien se marche y seguir creyendo que nos ama
y que lo tenemos a nuestra disposición. En la adolescencia, la necesidad
de separarnos llega a un clímax, pero seguimos necesitando esa base
segura a la que poder volver.

En la tercera fase, la madre se convierte en otro adulto que nos ama


como un igual y es un consejero respetado. Ahora ya nos hemos separado
completamente y hemos establecido nuestra propia identidad. Además,
vivimos en otro hogar aunque seguimos disfrutando de un respeto y
apoyo mutuos y constantes. Después de todo, el objetivo del trabajo de
convertirnos en adultos, no es volver a reunimos con la madre sino
encontrar en nosotros mismos y en otros, todo lo que podamos de lo que
ella se suponía que nos iba a proporcionar: las cinco A.

En la primera fase, no tenemos ningún sentido de los límites de dónde


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empezamos nosotros y dónde termina nuestra madre. En la segunda tase,
establecemos unos límites que pueden volverse rígidos al llegar a la
adolescencia. En la tercera, respetamos los límites de los demás. Es muy
interesante que estas tres fases del cuidado de los hijos se parezcan a las
tres fases de una relación adulta: intimidad en el romance, distancia en los
conflictos y reunión en el compromiso. El viaje heroico arquetípico es
una metáfora ampliada del desarrollo humano, ya que lleva al héroe a
través de las mismas tres fases: el abandono de las comodidades de lo
familiar, el descubrimiento de una identidad separada lejos del hogar y el
regreso al hogar, una vez renovado c interdependiente. El regreso al hogar
es una metáfora de la integración en uno mismo de unos poderes
psicológicos y espirituales.

La madre que tiene una conciencia adulta, no sólo calmará a su hijo,


sino que le ensenará a calmarse por sí mismo cuando no pueda disponer
de ella o esté ausente: «Sean cuales sean los recursos que tengo, yo te
ayudo a encontrarlos dentro de ti mismo.» Esta clase de madre enseñará a
su hijo que los dones naturales pueden ser recursos interiores para
calmarse uno mismo. Por ejemplo, a un hijo/a que adore dibujar, se le
puede recordar el consuelo que halla en esa actividad. (La creación
artística acostumbra a calmarnos porque ofrece contacto con el alma, la
fuente femenina de alimentación y sostén que existe dentro de cada uno
de nosotros.) Lo que se encuentra en el estilo sano del cuidado y crianza
de los hijos, también se halla en las relaciones adultas y en una
espiritualidad madura. En las relaciones íntimas sanas, no buscamos en
una pareja más del 25 por ciento de nuestra nutrición, ya que aprendemos
a encontrar el resto dentro de nosotros mismos. De igual modo, un
auténtico maestro espiritual es aquel que enseña a los discípulos a
apreciar que la iluminación es una realidad interior, no algo que se
obtiene del maestro. Así pues, los padres, las parejas y los maestros, nos
señalan a nuestros propios padres o madres, pareja y gurú interiores.

A partir de nuestro nacimiento todos tenemos unas relaciones amo-


rosas intensas, ya que el amor es lo que provoca que la madre esté
siempre cerca y así es como ha sobrevivido la humanidad. El amor y la
sonrisa del bebé, mantienen a la madre apegada a él para poder asegurar
su supervivencia. Así pues, nuestra memoria celular considera que la
presencia es igual a seguridad y la distancia es igual a peligro. Es por eso
que la perspectiva del abandono es tan aterradora. Al mismo tiempo, el
juego entre madre e hijo se encuentra codificado en nuestra memoria
como un ingrediente esencial del amor auténtico. En pocas palabras,
nuestros poderes más elevados y nuestras más atesoradas estructuras
38
psíquicas de sensibilidad y de preocupación mutua, derivan del amor y de
la imitación más tempranos y no de impulsos biológicos.

¿Pueden los padres proporcionar el contenedor para la experiencia de


contención o retención y separación, tan crucial para el crecimiento?
Parece poco probable, ya que su papel es protegernos ¡para que no nos
retengan demasiado tiempo! Las mujeres son capaces de proporcionarnos
un lugar seguro para expresar nuestros sentimientos y hacer nuestras
elecciones únicas. Los hombres pueden enseñarnos una salida segura al
mundo exterior y si los padres son, a veces, tan exigentes que socavan la
libertad de ser uno mismo, de un hijo que se está desarrollando, ahí es
donde pueden aparecer los abuelos para dar una alimentación o crianza
masculina de un modo atento y dedicado, sin expectativas ni exigencias.

Empezamos dentro de una matriz que nos contiene y retiene y luego


pasamos a un abrazo. La alquimia, o sea la transformación de algo en su
opuesto, también se produce en un contenedor. Se necesita una vasija en
la que el plomo del ego pueda ser transformado en el oro del yo más
elevado; sólo entonces podremos enfrentarnos y conquistar al gigante del
miedo. La terapia o un grupo de apoyo, puede ser una vasija apropiada
cuando nos enfrentamos a transiciones difíciles; Alcohólicos Anónimos,
por ejemplo, puede desempeñar este papel para alguien que pase de la
adicción al alcohol a estar sobrio. Nuestra identidad no puede crecer en el
aislamiento porque por naturaleza somos dialogantes. El psiquiatra
británico D. W Winnicott, dice: «Sólo estando en los brazos de alguien
puede pronunciarse, o mas bien arriesgarse, el primero “Yo soy”.

39
Las necesidades emocionales originales de la vida, fueron satisfechas
en los entornos contenedores de la matriz, los brazos de nuestra madre
que nos alimentaba, la calidez de nuestro hogar y la protección de nuestro
padre y nuestra madre, que son los lugares forzosos e indispensables para
un desarrollo sereno. En un entorno tan seguro y englobante, los niños
sienten que están viviendo en un pliegue deseguridad que también tiene
lugar suficiente para que expresen libremente sus sentimientos. A ellos les
parece que sus padres pueden manejar sus sentimientos y reflejarlos con
un amor que lo acepta todo; en pocas palabras, que en la posada hay lugar
para su verdadero yo.

Por otro lado, si sus necesidades no están satisfechas, es posible que


tengan dificultades para confiar en un poder más alto o en reconocer la
necesidad de una espiritualidad en la vida adulta. (Un poder más alto o
elevado es mi forma de expresar lo que yo creo que es la fuente perfecta
de las cinco A.) Los compromisos de fe exigen que confiemos en una
fuente invisible de sostén y alimentación, y cuando unas fuentes visibles
nos han dejado en la estacada, es mucho menos probable que confiemos
en las invisibles. Sin embargo, Jung dice que el anhelo de lo espiritual es
tan fuerte en nosotros, como el deseo de sexo; por lo tanto, ignoramos un
instinto interior cuando negamos completamente la posibilidad de la
existencia de un poder más grande que nosotros mismos. Otra cara del
mismo problema es el fanatismo religioso, o una religiosidad negativa y
abusiva que esté llena de culpa y obligación.

Cuando no hemos recibido satisfacción en una o más de las cinco A,


se ha creado una sima sin fondo dentro de nosotros, un anhelo imposible
de satisfacer para las piezas que faltaban en el rompecabezas de nuestro
árido pasado. Lamentarse o dolerse por una infancia insatisfecha, es
doloroso, y nosotros tenemos miedo a la pena porque sabemos que no
seremos capaces de controlar su intensidad, su duración o su alcance, y
por ello buscamos modos de rodearla; pero entregarnos a nuestra pena es
una forma de autoali- mentación y liberación de la necesidad.
Paradójicamente, entrar en nuestros sentimientos heridos, nos coloca
plenamente, en el camino hacia una intimidad sana.

¿Es éste mi problema? ¿He tenido miedo de penar por lo que no


recibí de mamá y papá y por eso se lo he exigido a mis parejas, a los
desconocidos y a los espectadores inocentes? ¿Soy incapaz de
encontrarlo en mí mismo porque he estado invirtiendo toda mi energía
buscándolo en alguna otra persona?

~ 40 ~
Recuperar el pasado y deshacerlo son nuestros objetivos paradójicos
en las relaciones. ¡No es de extrañar que sean tan complejas! Su com-
plejidad no es cuestión de las transacciones entre dos adultos sino del
hecho de que tales transacciones no han empezado nunca: en vez de eso,
lo que hay son dos niños que se tiran el uno al otro de la manga, gritando
al unísono: «¡Mira lo que me sucedió cuando era pequeño!» De hecho, le
estamos pidiendo a un espectador que repare un problema del que no
tiene ni idea y poca habilidad para hacerlo, y todo el tiempo y energía que
se invierte en esa transacción, nos distrae de la primera parte de nuestro
trabajo, que no es otra que reparar nuestra propia vida.

El frío terreno de nuestra psique es como un laboratorio criogénico en


el que nuestras necesidades infantiles insatisfechas permanecen con-
geladas en su estado original, esperando la curación y la satisfacción,
generalmente sin revelarnos cuán privados y desamparados nos sentimos.
El camino que lleva al amor, empieza en nuestro propio pasado y en su
curación, y luego avanza hacia las relaciones con los demás.

Incluso si nuestras necesidades infantiles fueron satisfechas, es posible


que necesitemos trabajar en nosotros como adultos. Nuestros padres, que
nos alimentaron y criaron, se aseguraron de que nuestro entorno en la
infancia fuera seguro y tranquilizador y como adultos es posible que
sigamos buscando personas o cosas que puedan volver a producir ese
milagro. La fantasía recurrente de la «pareja perfecta» —o su búsqueda—
es una fuerte señal que envía nuestra psique para avisarnos de que
tenemos trabajo que hacer en nosotros mismos. Para un adulto sano, no
hay nada mejor como una pareja perfecta, excepto temporal o
momentáneamente. No existe ninguna fuente de felicidad, ninguna pareja
puede hacer perfecta la vida. (El hecho de que esto suceda en los cuentos
de hadas lo dice todo.) No puede esperarse que una relación satisfaga
todas nuestras necesidades, lo único que hace es enseñárnoslas y
contribuir, modestamente, a su satisfacción. ¿Podría ser que yo no
hubiera aprendido lo que necesitaba aprender, si hubiera encontrado a
la pareja perfecta?

La pareja perfecta es el espejismo que vemos después de cruzar el


desierto de un amor insuficiente. Los espejismos se producen porque nos
falta el agua, o sea, que carecemos de algo que llevamos mucho tiempo
necesitando y son normales, no algo de lo que tengamos que
avergonzarnos. Deberíamos fijarnos en ellos, tomarlos como información
respecto a dónde reside nuestro trabajo y luego dejarlos estar. Si lo
hacemos así, llegaremos a un verdadero oasis, un regalo de la naturaleza

41 ~
para aquellos que siguen caminando y que no se dejaron detener por el
espejismo.

Y sin embargo, es un hecho de la vida que nada es permanentemente y


definitivamente satisfactorio. A pesar de esto, somos muchos los que
creemos que, en alguna parte hay una persona o cosa que será
permanentemente satisfactoria. Esta creencia quimérica y la búsqueda
incesante y desesperada que la sigue, puede volverse muy deseo-
razonadora y contraproducente. Si tenemos la mente atenta y dedicada,
podremos rendirnos a la realidad con toda su impermanencia y frustración
y desde esa posición de rendición, quizá suceda algo maravillosamente
alentador. Descubrimos que queremos una pareja que camine a nuestro
lado en el mundo, no una que confiemos que cambiará sus adicciones o
propensiones o que nos proporcionará una escotilla de emergencia para
escapar de ellas. Descubrimos un agradable equilibrio entre la rendición
al resultado de la insatisfacción fundamental de la vida, y el hecho de
que al mismo tiempo, aumentemos al máximo nuestra oportunidad de
contento. Este es nuestro descubrimiento del paso feliz entre las cimas
nevadas del engaño y la desesperanza. Desde este punto de vista, una
satisfacción moderada de las necesidades, experimentadas en días o
incluso sólo en momentos, se convierte en satisfactoria. Emily Dickinson,
que daba importancia a todas las palabras, lo llamaba «un resplandor / tan
íntimo y tan fugaz / como el osado sobre la nieve».

«Moderada» es la palabra clave para dar y recibir las cinco A. Un flujo


incesante de ellas, sería absolutamente enojoso, incluso para un niño
pequeño. Nuestra actitud fantasiosa nos hace suspirar, precisamente, por
aquello de lo que pronto huiremos. Por lo tanto, lo que parece un com-
promiso insatisfactorio es, en realidad, el mejor trato del adulto.

El santuario hospitalario y las aguas generosas de un oasis, pueden


disfrutarse durante un día o durante muchos, pero no para siempre. Tarde
o temprano nos causarán hastío y nuestros corazones ansiarán lo que va a
venir luego. El desierto y lo que queda más allá, sea cual sea su misterio y
sus fatigas, nos atraen, no se puede renunciar a ellos ni tampoco evadirse.
La idea del cambio nos excita, por agradables que sean nuestras
circunstancias presentes. Es posible que eso sea lo que el poeta George
Herbert quería decir con las líneas en las que Dios le dice al recién creado
Adán: «Sin embargo, dejadle descansar, / Pero... con una intranquilidad
quejumbrosa, / dejadle que sea rico y aburrido.»

Mientras siga usted queriendo algo de fuera, estará insatisfecho porque hay una

42 ~
parte suya de la que todavía no es completamente propietario... ¿Cómo puede
estar completo y satisfecho si cree que no puede poseer esta parte (de sí mismo)
hasta que otra persona haga algo?... Si es condicional, no es completamente
suyo.
A. H. ALMAAS

Las cinco A: Las llaves que nos abren

Muy dentro de nosotros, sabemos y siempre hemos sabido que la satis-


facción de las necesidades y tener unos buenos padres que nos cuidaran,
es lo que significan las cinco A: atención, aceptación, aprecio, afecto y
admisión. Siendo niños, nos fijábamos en si nuestros padres cumplían o
no los requisitos. Luego buscábamos a alguien que pudiera hacerlo mejor
o de una manera más continuada. Este proceso es como mirar una
reproducción de la Mona Lisa y darse cuenta de que está borrosa y de que
el color no es el correcto. Sabemos el aspecto que debería tener e
intentamos encontrar una reproducción mejor hecha con unos colores más
brillantes. Cuando somos adultos buscamos la pareja que sea
precisamente la adecuada. Al principio eso significa una replica de
nuestros padres añadiéndole algunas características mejores o de las que
carecen. Y así encontramos al hombre o a la mujer que controla pero que
también es leal. Cuando maduramos ya no buscamos los rasgos negativos,
sino únicamente los positivos. No nos interesan hombres o mujeres
controladores, sino personas leales que nos dejen ser nosotros mismos.
Cuando ya somos plenamente maduros, no exigimos, en modo alguno, la
perfección, sólo nos fijamos en la realidad; accedemos a los recursos que
tenemos en nuestro interior; una pareja que coopere en eso, es un don,
pero ya no es una necesidad. Las cinco A empiezan como necesidades
que nuestros padres han de satisfacer, luego se convierten en necesidades
que nuestras parejas también han de satisfacer y, algún día, se convertirán
en dones que entregamos a los demás y al mundo.

Como somos seres dialogantes, nuestra autoestima emerge del con-


tacto con otras personas que nos proporcionan las cinco A. No se trata de
aspectos extras, sino que son los componentes de un ego sano y dotado de
individualidad. La atención de los demás conduce al propio respeto. La
aceptación engendra una sensación de ser, inherentemente, una buena
persona. El aprecio genera una sensación del propio valor. El afecto hace
que nos sintamos adorables. La admisión nos da la libertad de ir en pos de
nuestras necesidades, valores y deseos más profundos. Cuando no

43 ~
percibíamos cerca las cinco A, es posible que sintiéramos que la culpa era
nuestra y eso puede habernos dejado con una necesidad acuciante de dar
satisfacciones toda la vida. Esta clase de satisfacción o reparación, es fútil
y confunde mucho, ya que la verdadera tarea es hacer un viaje de salida al
mundo para encontrar algo de lo que nos faltaba y luego descubrirlo,
también, en nosotros mismos.

Cuando hablamos y no recibimos atención, cuando nos mostramos y


no se nos acepta, cuando pedimos amor y no nos abrazan, o hacemos una
elección y no se nos permite seguirla, nos damos cuenta de que nos falta
algo. Por contra, cuando los demás nos conceden las cinco A, nos
sentimos satisfechos y cómodos con nosotros mismos. Un adulto puede
pedir descaradamente las cinco A que necesita, si no se las ofrecen libre-
mente. Sólo está pidiendo lo que necesita para conseguir graduarse en una
plena calidad humana. Esa súplica tierna y siempre tan delicadamente
aventurada de ser amado, es precisamente, lo que hace que los seres
humanos seamos tan adorables e inspiremos tanto cariño.

La naturaleza nunca tuvo la intención de que nosotros encontráramos


todo lo que necesitábamos en dos individuos, nuestros progenitores
biológicos. De hecho, uno o ambos podía haber muerto o habernos
abandonado, dejando agujeros en nuestro interior, pero también nos
dotaron de cuencas. Son los arquetipos del padre y de la madre, unos
receptáculos innatos en nuestras psiques para las energías de la madre y el
padre que pueden llenarlos unos sustitutos. La tía o el tío, los hermanos
mayores, los abuelos, un .sacerdote, el maestro o cualquiera que nos
ofrezca en alguna ocasión una de las cinco A, nos servirá. No hay padres
que sean suficientes para satisfacer nuestras necesidades a este respecto
por muy formadores que sean y por mucho que nos cuiden y alimenten.

Es necesario y sano que otras fuentes satisfagan nuestras necesidades


durante toda la vida, y un anhelo arquetípico nos anima a estar ojo avizor
hacia aquellos que nos lo ofrecen. Una sensibilidad adulta nos liberará de
que esperemos que cualquier persona lo satisfaga completamente.

Además, en una pareja adulta, igual que en la infancia, la expresión de


las cinco A cambia durante la relación. Una madre muestra atención de un
modo diferente a un niño de doce años que al de un año. Una pareja
muestra una clase diferente de atención en la fase de los conflictos que en
la fase del romance de una relación (más adelante hablaré de estas fases).
Esperar que algo siga siendo lo mismo, es perderse la analogía entre las
relaciones adultas y el crecimiento. La calidad y la cantidad de todas las

44 ~
gracias del amor, cambia con el tiempo y no es porque los amantes sean
menos generosos con lo que ofrecen, sino porque son más conscientes de
las necesidades y recursos siempre cambiantes.

Las cinco A son el ingrediente esencial del amor, del respeto, de la


seguridad y del apoyo. Además, forman la esencia de la práctica espiritual
que cultivamos en la meditación y en el camino de la compasión. Las
prácticas que aparecen en este libro sugieren técnicas e ideas profundas
para llevar a las relaciones una conciencia meditativa y la compasión.
Estas sugerencias no son estrategias para seguir juntos sino claves para
la práctica del amor, que es el propósito de nuestra vida y nuestra
satisfacción. De hecho, cuando mostramos las cinco A podemos ganar
mucho, ya que se dan a otros, pero cuando las damos, todas ellas hacen
que seamos más dignos de ser amados. Por lo tanto, son los componentes
de la construcción de la virtud del amor en nosotros mismos. Amar es
convertirse en amoroso.

Atención
Estar escondido es una alegría, pero que no te encuentren es un desastre.
D. W. WINNICOTT

A todos los mamíferos les parece, instintivamente, que necesitan y se


merecen la plena atención de sus padres. Cuando un padre o madre sólo
es la mitad de atento, el hijo lo nota y se siente incómodo. La madre
leopardo mientras está criando a sus cachorros, no piensa en su cuidado
personal ni tampoco exige que ellos la acicalen y que esperen a que llegue
la cena. Esa plena atención hace que más adelante, en la vida, tengan unas
prioridades sanas. La vida psíquica de los niños se confunde si tienen que
cuidar de su padre o de su madre o entenderle, porque es lo contrario de lo
que los niños esperan instintivamente.

Que le presten atención, significa que se concentran, decididamente,


en usted; significa sensibilidad hacia sus necesidades y sentimientos. ¿Sus
padres le prestaron por lo menos la misma atención que prestaban a la
televisión? ¿Su padre se fijaba y atendía a sus sentimientos y sus miedos
con el mismo cuidado que demostraba a su coche? ¿Alguna vez se
concentró en usted durante el mismo tiempo que lo hizo en un partido de
fútbol?

Vigilar cada uno de sus movimientos, incluso si es resultado de un


45 ~
deseo de protegerle, no es atención sin intrusión o vigilancia. En la
atención verdaderamente amante, se dan cuenta de que está usted ahí y de
que existe y no le escrutan. Una protección exagerada es un rechazo de su
poder (y, por lo tanto, de usted). La auténtica atención le llega en
cualquier momento, no sólo cuando presente un problema.
Manifestaciones como «Los niños deben ser vistos pero no oídos», son
odiosas para un padre o una madre comprometido y dedicado a prestar
atención a su hijo. «Mi padre se volvió hacia mí como si hubiera estado
toda su vida esperando para oír mi pregunta», dice un personaje de una de
las novelas de J. D. Salinger. ¿A mí me escucharon así? ¿Les importaba
de ese modo?

Si cuando éramos niños hedíamos en falta que nos prestaran atención,


es posible que hayamos aprendido a cuidar de nosotros mismos, a ser
cada vez más creativos, a buscar la atención en los adultos que no son
nuestros padres. De este modo, una deficiencia se convirtió en algo
beneficioso. De igual modo, nuestra capacidad —como adultos- de llegar
a los demás, puede ser directamente proporcional a nuestro
reconocimiento de que lo que necesitábamos en nuestra infancia no estaba
allí para que pudiéramos tenerlo. Descubrir esa deficiencia en el pasado,
nos ayudará a verlo en una relación presente y a no seguir buscando algo
que necesitamos dentro de un contenedor que está vacío.

La sintonización es una atención reflejada de una persona a otra. Ser y


estar atento significa fijarnos, darnos cuenta y escuchar; palabras, sen-
timientos y experiencia. En un momento de auténtica atención, sentimos
que somos comprendidos profunda y verdaderamente en lo que decimos o
hacemos y en quien somos, sin que nada se quede fuera. De igual modo,
podemos sintonizarnos con los sentimientos, necesidades, reacciones
corporales, niveles de confort e intimidad y grado de buena voluntad de
los demás; por ejemplo, si alguien está actuando o haciendo algo porque
se siente coaccionado u obligado, en lugar de hacerlo porque está de
acuerdo con ello. Si asumimos que ciertos sentimientos son correctos y
otros equivocados, no seremos capaces de sintonizar o armonizar con los
demás, porque para ellos necesitamos ser neutrales hacia todos los
sentimientos, humores y estados interiores, además de la franqueza sin
miedo de una mente atenta y dedicada. Sólo con una atención pura
seremos capaces de ver más allá de la bravuconería, para ser capaces de
ver su terror; más allá de su impasibilidad para ver su tumulto. Así es
como la atención se convierte en compasión.

Lo que no ha conseguido encontrar la sintonía, permanece plegado

46 ~
dentro de nosotros o se convierte en una fuente de vergüenza. Una
sintonización defectuosa, en la niñez, puede conducir a que más tarde
tengamos miedo a defendernos nosotros mismos o que nos impida confiar
en que otros se acercarán a nosotros. Una sincronización defectuosa
también puede hacer que tengamos miedo y que seamos solitarios.
leñemos miedo a exponer algunas regiones de nuestra topografía psíquica
a causa de nuestra desesperanza innata de que lleguemos, alguna vez, a
encontrar el reflejo humano requerido.

Una atención sintonizada crea una zona cada vez mayor de confianza
y seguridad. Nos sentimos alentados a buscar -en lugar de esperar— que
emerjan nuestros anhelos sumergidos y que esas esperanzas a las que se
ha impedido crecer, asuman sus plenas dimensiones. Creemos que, por
fin, nos cuidarán o atenderán. Esto es amor bajo la forma de una atención
atenta y dedicada y nos sentimos seguros en ella. Además, en esta clase
de atención a nuestra verdad, está implícita la verdad del que la
proporciona. Confiamos en que diga lo que es cierto para él y de ahí es de
donde procede nuestra sensación de seguridad.

La primera A es el centro de la atención dedicada y atenta. Prestar


atención significa concentrarse en algo o en alguien para que las pro

47 ~
yecciones de nuestro propio ego ya no hagan que se vea borroso y eso
exige un interés y una curiosidad sinceros, respecto a la verdad misteriosa
y sorprendente que es usted. Un padre, una madre o una pareja que haya
llegado a conocerle de un modo superficial, es posible que únicamente se
encuentre con sus creencias respecto a usted. Esas creencias, o
predisposiciones, pueden durar años, impidiendo que la persona acepte la
clase de información que le revelaría su verdadero yo. Este verdadero yo
es un potencial abundante, no sólo una lista de rasgos, y la intimidad sólo
podrá producirse cuando esté usted siempre expandiéndose en los
corazones de los demás, no escondido y encerrado en su mente. Nuestra
identidad es como un caleidoscopio. Con cada vuelta que le damos, lo
volvemos a poner en un estado que no es ni el anterior ni el final, sino uno
nuevo que refleja las posiciones de aquí y ahora de las piezas de que
disponemos para trabajar. El diseño siempre es nuevo porque los cambios
son continuos. Eso es lo que hace que los caleidoscopios y nosotros
seamos tan atrayentes y hermosos. A los padres, madres y parejas que nos
dan atención, les encanta ver ese mandala nuestro que evoluciona.

El deseo de atención no es un deseo de tener público, sino de alguien


que nos escuche. La atención significa que alguien se concentra en usted
con respeto, no con desprecio. Cuando le prestan atención, tratan a sus
intuiciones como si tuvieran importancia. Se le toma en serio. Cuando se
lo merece, le dan reconocimiento. Sus sentimientos tienen tanto valor para
aquellos que le aman, que están atentos para detectarlos; incluso buscan
los sentimientos que usted tiene miedo de conocer, y le preguntan,
amablemente, si quiere mostrarlos.

Cuando otros le prestan atención, también se lo demuestran en-


frentándose directamente con usted cuando algo no les parece bien o están
disgustados, sin albergar ningún resentimiento o enfado oculto, pero
siempre lo hacen con respeto y con un deseo sincero de mantener abiertas
las líneas de comunicación. La atención, como las otras cuatro A, se da en
una atmósfera confiada de abrazo o contención.

Aceptación

En el budismo hay una frase, «La mirada de la misericordia», que sig-


nifica que se mira a los demás seres humanos con aceptación y com-
prensión. La aceptación significa que se nos recibe respetuosamente con
todos nuestros sentimientos, elecciones y rasgos personales y se nos
apoya a través de ellos. Esto hace que nos sintamos seguros cono-
~48 ~
ciéndonos y entregándonos a los demás. Nuestra capacidad de tener
intimidad crece de acuerdo con lo seguros que nos sentimos y esa se-
guridad se basa, primordialmente, en cuán auténticamente fuimos acep-
tados al principio de nuestra vida. Pero incluso después de haber crecido,
los momentos de aceptación de otros adultos pueden suplir algo de lo que
puede que hayamos echado en falta cuando éramos niños, por lo que la
intimidad sigue siendo todavía una opción para todos nosotros. Al igual
que con las cinco A, nunca es demasiado tarde para encontrar la
aceptación o aprender a mostrarla.

Si en la infancia carecimos de aceptación, es posible que nos hayamos


sentido avergonzados o inadecuados, pero también podemos haber
compensado la carencia de una manera positiva, encontrando un centro de
evaluación en nosotros mismos, con lo que nos volvimos menos
dependientes de la aprobación de los demás, por lo que ahora, como
adultos, no nos dejamos influir ni por las críticas ni por los halagos. Muy
pronto aprendimos a enterrar nuestro propio valor en las profundidades de
nuestra psique y eso no sólo aumenta nuestra autoestima sino que también
hace que nos sea más fácil aceptar a los demás. Como no estamos
intentando conseguir algo de ellos, podemos apreciarles tal como son.
¡Cuánto dejaron perder mis padres cuando no fueron capaces de dejar
que eso sucediera entre nosotros!

Para que los padres acepten a sus hijos deben estar libres de planes o
ideas preconcebidas para ellos. Estas representaciones paternales pueden
empezar antes del nacimiento y van desde «Será un chico» a «Este bebé
será como una chispa de vida en nuestro matrimonio y hará que
funcione», o «Esta niña hará lo que yo no pude hacer». Cada una de estas
frases es un rechazo sutil de nuestra individualidad, con sus limitaciones y
su potencial. Nuestros progenitores sólo podrán aceptarnos después de
que hayan conseguido desmantelar las representaciones originales que se
habían formado de nosotros, en favor de las personas que vamos a ser.
Esto significa que no han de disgustarse con nosotros ni sentirse
decepcionados por no cumplir un trato que nosotros jamás hicimos. La
aceptación es incondicional, ya que significa la validación de las
elecciones y del estilo de vida de alguien, incluso si no estamos de
acuerdo con ellos. Es lo contrario de dar lecciones de moral, ya que es un
estilo de pura atención dedicada y atenta. Observamos todo lo que es y
hay, y todos sentimos lo que sentimos respecto a lo que es, pero luego nos
concentramos únicamente, en lo que es tal como es.

La aceptación es aprobación; una palabra que tiene mala fama en


4
9
algunas psicologías y, sin embargo, es completamente normal buscar la
aprobación en la infancia y a lo largo de la vida. Necesitamos la apro-
bación de aquéllos a los que respetamos. La aprobación es un componente
necesario de la autoestima y sólo se convierte en un problema cuando
abandonamos nuestro verdadero yo para encontrarla. En ese caso la
búsqueda de la aprobación trabaja en contra nuestra.

Cuando se le presta atención, a usted se le oye y se le tiene en cuenta.


En la aceptación, se le abraza como algo estimable al que no se compara
con sus hermanos sino en quien se confía; al que se le otorga poder; se le
comprende y se le aprueba plenamente tal como es en su unicidad. Siente
cómo le apoyan en su trayectoria, por muy poco habituales que sean sus
sentimientos y por muy perturbadoras o irritantes que sean sus
deficiencias, no sólo se toleran sino que se alientan y se aprecian. Usted
es perfectamente usted y eso es suficiente. En lugar de esperar que
satisfaga un estándar, sus progenitores esperan ansiosamente que termine
de emerger como usted mismo, por muy diferente que pueda ser de ellos
o muy alejado de sus deseos. Sí, realmente hay personas que aman de esta
forma. ¿Su padre y su madre creían en usted? ¿Lo soportaban todo? ¿Eran
fiables? ¿Le defendían? ¿Se negaban a rendirse respeto a usted, sucediera
lo que sucediera? El psicólogo Heinz Kohut escribió: «Cuanto más segura
esté una persona de su propia aceptabilidad y más cierto sea su sentido de
quién es y con más firmeza esté interiorizado su sistema de valores,
tendrá más confianza en sí mismo y será más capaz de ofrecer su amor...
sin sentimientos indebidos de rechazo y de humillación.»

Aprecio
El aprecio proporciona profundidad a la aceptación: «dé admiro, me
deleito contigo, te valoro, te respeto, te reconozco a ti y a todo tu po-
tencial. Te aprecio como único.» Para adquirir las riquezas del valor
personal y la confianza en uno mismo, necesitamos, precisamente, esta
clase de aliento. La evolución humana es el resultado de los logros
humanos y de las validaciones consiguientes, pero también procede de la
fe de una persona en lo que vale otra. La creencia de un padre en que su
hijo tiene un gran potencial, de hecho engendra potencial en el hijo. Una
creencia mantenida durante mucho tiempo y afirmada continuamente, da
a la gente la capacidad de lograr que algo se haga realidad. Muchos siglos
de creer en el poder curativo de la fe, por ejemplo, hacen que cada vez se
produzcan más curaciones por la fe. En esta y en todas las cinco A, la
satisfacción de la necesidad instila esa cualidad en la personalidad.
~ 50
El aprecio también incluye gratitud hacia cualquier amabilidad o
regalo que podamos ofrecer. El aprecio como gratitud, nos reconoce a
nosotros y la manera de extendernos y, como la intimidad es cuestión de
dar y recibir, el aprecio promueve la cercanía. Cuando damos, esperamos
instintivamente que nos den las gracias, y no se trata de una expectativa
egoísta o de clase media, sino de un deseo de que la transacción se
complete de manera normal. Si no hay gratitud, sabemos que falta algo en
una relación.

¿La siguiente descripción de un aprecio atento y dedicado le parece


familiar? Alguien reconoció y atesoró su valor incondicional sin envidia
ni posesión, expresando estos sentimientos de un modo verbal y no
verbal. El aprecio llegó como la comprensión de lo que usted era capaz de
hacer y de sentir o de lo que sentía, validando ese misterio suyo. También
llegó como una palabra de alabanza, un guiño cuando hizo algo bien, una
palmada en la espalda cuando se comportó de un modo excelente, una
mirada amante cuando se limitó a ser usted mismo, unas gracias por algo
que hizo o dio o sencillamente fue.

La equivalencia que existe entre aprecio y queja en las parejas que


siguen juntas, es de cinco a uno, según la investigación del psicólogo
John M. Gottman, doctor por la Universidad de Washington en Sealtle.
De hecho, detrás de cada queja hay un deseo de una de las cinco A.
Cuando explotamos o nos sentimos desanimados, es posible que estemos
experimentando la falta de una o más de las cinco A. «Veo que te estás
sintiendo poco apreciado», puede ser una respuesta exacta y compasiva a
una pareja que se esté quejando enfadado/a.

5
1
Afecto
Nuestra necesidad primordial es dar y recibir amor y este amor lo ex-
presamos emocional, espiritual y físicamente. Un contacto afectuoso o un
abrazo de alguien que realmente nos ama, es capaz de penetrar en
nuestros cuerpos y restaurar nuestras almas. Todos nuestros temores, por
profundos que quizás sean, pueden quedar borrados con una sola caricia
amante.

El amor no puede ser definido de una manera universal porque la


experiencia que tenemos de él es solamente nuestra. Al igual que no
existe una sola firma para todos, sino firmas personales y únicas, tampoco
existe el amor en general, sólo un amor único experimentado de forma
única por cada persona única. Uno aprende lo que es el amor, la primera
vez que se siente amado y entonces queda codificado en cada una de las
células de su cuerpo; y el amor que siente más adelante a lo largo de su
vida, puede que tenga que replicar esa original experiencia.

La primera vez que uno se siente amado, cuando le abrazan porque se


ha hecho daño, o porque reconocen sus méritos, o porque le prestan
atención, o porque le dan cosas, su cuerpo lo recordará toda la vida y,
cuando vuelva a suceder nuevamente, lo sentirá como amor. Puede que
perciba el amor como recibir cosas, así que sigue intentando que otras
personas le ayuden o le den cosas. Puede que aparezca alguien que le
haga un guiño y que se lo tome como amor y se aferre a esa persona, a
pesar de que es posible que sólo hubiera estado intentando quitarse una
mota del ojo.

El amor en la edad adulta es volver a experimentar el amor que todas


nuestras células recuerdan. El modo en que nos amaron en la infancia, es
el modo en que queremos que nos amen toda nuestra vida. La mayoría
sabemos qué es exactamente lo que nos hace falta para sentirnos amados,
pero lo que hemos de aprender es la manera de pedirlo. Una pareja no es
alguien que sepa leer la mente, así que nos toca a cada uno de nosotros,
decirle a nuestra pareja, cuál es nuestra marca de amor; y si hemos de
enseñarle la manera de amarnos, también hemos de aprender a amarla. El
hecho de saberlo, deja bien claro que el amor no es algo sentimental sino
una elección consciente de dar y recibir de unas maneras únicas y a
menudo retadoras.

El psicoanalista Heinz Kohut escribió: «La madre responde a la


manifestación física de su hijo/a con un fulgor en sus ojos.» El afecto,

~ 52 ~
durante toda la vida, incluye el que nos amen con el aspecto que tenemos,
o sea, con la forma de nuestro cuerpo, nuestro estilo de asearnos, nuestra
elección de ropas, estén conformes o no con el modelo actual de
excelencia. Nuestra manera de estar presentes describe más y mejor lo
que estamos a punto de hacer que cualquier cosa que hayamos hecho o
que hagamos. El contacto íntimo se realiza con una presencia viviente y
no con un conjunto de genitales o con palabras que prometan amor. Como
adultos, es posible que veamos un cuerpo hermoso y digamos «Tener ese
cuerpo para mí, me haría feliz». ¿Qué es lo que nos ha sucedido para que
estemos tan confusos que creamos que nuestras necesidades pueden ser
satisfechas por una cara bonita? Gran parte de la atracción es intuitiva y
cuestión de la historia física y psíquica. No hay que tomárselo demasiado
personalmente, ya que deshacerse del ego es dejar de tomarse las cosas a
título personal.

El afecto se refiere a la cercanía o intimidad, tanto física como de los


sentimientos. Físicamente, abarca el espectro del tacto, desde el abrazo al
sexo. El afecto también es una calidad de sentimiento y a este respecto
incluye la amabilidad, la consideración, el ser precavido, una naturaleza
juguetona y gestos románticos como regalar flores o recordar un
aniversario especial. El afecto dimana de que a uno le guste sinceramente
alguien.

Si el afecto no es más que una estrategia para llegar al sexo, no es


íntimo, sino manipulador. En las relaciones adultas, en ocasiones hay
intimidad sin sexo y sexo con intimidad, siempre. El afecto parece di-
ferente en la fase romántica de una relación de cuando la fase es de
conflictos. En la primera puede tener más de una dimensión sexual, en el
conflicto puede significar que se trabaja pacientemente a través de
preocupaciones mutuas. Finalmente, el sexo se supone que ha de
manifestar todas las cinco A. En las relaciones sanas, el sexo es atento,
aceptador, apreciativo, afectuoso y salvajemente permisivo.

Como adulto sabio, yo conoceré la diferencia entre el sexo con alguien


que lo está haciendo a su modo y el sexo con alguien que lo practica de un
modo que surge de nuestro vínculo concreto. El verdadero amor no es
algo como hecho de confección sino que está elaborado por el amante, a
medida del amado. Parte del dolor de dejar a alguien que le ama
verdaderamente, proviene de que usted pierda ser amado de esa manera
especial.

El afecto incluye la cercanía, o la presencia amante. Recibimos ver-


53 ~
dadero afecto cuando alguien se compromete a estar con frecuencia a
nuestro lado, eso no significa una cohabitación constante, sino una
disponibilidad fiable; es lo opuesto al abandono y al alejamiento. Un hijo
es abandonado cada vez que un padre o una madre se fija en la distancia y
la deja pasar sin hacer un comentario o rectificarla. Es posible que esc
niño crezca y diga: «Me sentí abandonado y herido cuando mi madre vio
mi dolor y no me consoló.» Otro adulto puede decir: «En mi infancia,
cuando me abrazaban o me sostenían, notaba que me quitaban algo. Así
que cuando me tocan, tengo miedo de perderme a mí mismo.»
Contemplar este dolor y el causado a nuestros padres para que actuaran de
la manera en que lo hicieron, conduce a sentir compasión por nosotros
mismos y por los demás personajes defectuosos de nuestra historia.

Tener la mente atenta y dedicada, es el camino que conduce a la


presencia amante. Un contacto atento y dedicado es incondicional para
conceder las cinco A y no está condicionado por las creaciones del ego,
como el temor, las exigencias, las expectativas, el enjuiciamiento o el
control. Ea descripción siguiente de un afecto atento y dedicado ¿le es
familiar?

A usted le aman tal como es. La necesidad de afecto queda satisfecha


cuando le aman incondicional y constantemente, y la mayor parte del
tiempo gusta a los demás. Este amor y esta simpatía o afecto se
demuestran tanto verbal como físicamente y confieren una sensación de
poder personal, como dice Freud: «Disfrutar del amor de una madre es
convertirse en un conquistador.» En la infancia, el contacto físico no tiene
un componente sexual o un precio, y esto hace posible que se sienta
seguro y valorado por quien es, en lugar de por lo que puede proporcionar
para satisfacer las necesidades inapropiadas de un padre o una madre.
Cada célula de su pequeño cuerpo conoce la diferencia entre que se
sostengan apoyándole y ser atrapado para satisfacer las necesidades de un
progenitor. Cuando era niño usted sabía cuándo le daban algo y cuándo se
lo quitaban.

La compasión es una forma de afecto. Es la respuesta del amor al


dolor, y eso significa estar dispuesto a reconocer el dolor y preocuparse
por cómo se siente usted en él. Es una disposición a estar en él consigo
mismo. Esta empatia tiene una cualidad calmante, una señal segura de ser
amado. De hecho, la empatia que recibimos durante toda la vida, es el
equivalente a la atención y crianza de nuestros padres.

Como resulta que la opinión de sus padres era tan crucial para usted en
5
4
su infancia, no ser amado puede que haga que se sienta indigno de ser
amado y responsable de ello. El amor puede, más adelante, compararse a
estar a la altura de los estándares de otra persona y puede ir acompañado
de una sensación de obligación; es posible que se sienta así hacia sus
parejas, toda su vida y que nunca conozca la antigua historia que se
esconde en ello.

Finalmente, igual que un dedo no es la mano, el afecto no es amor,


sino únicamente parte del mismo. Ser sostenido y mimado pero no
permitirle, luego, que elija libremente y sin darle la culpa se verá bien
pronto que es inadecuado e indigno de confianza.

Admisión

Al principio de mi vida, en un entorno contenedor lo suficientemente


bueno, aprendí que era seguro ser yo mismo, conociendo y mostrando mis
necesidades y deseos más profundos. Eso sucedía en una familia que tiene
un abrazo lo suficientemente amplio para incluir todo mi ser. Dada esta
clase de bienvenida al mundo, conseguí una sensación de estabilidad y
coherencia y desarrolle una fuente fiable de autoapoyo, un progenitor
interior que me alimentó y me cuidó y que sabía cómo tolerar mis
sentimientos, por muy contradictorios o dolorosos que pudieran ser. Yo
busco unas relaciones sanas, o sea aquellas que me dan las cinco A.

Pero no todo el mundo tiene el beneficio de una infancia como ésta.


Algunos padres y madres son muy rígidos y estrictos en cuanto a las
normas de comer, dormir, vestirse y acicalarse, todo ello para que encaje
con sus propias necesidades o estándares, racionalizando que esas normas
tan exigentes son cruciales para la salud del niño. En ese hogar,
posiblemente, nos hubiéramos sentidos inseguros siendo noso

55 ~
tros mismos. Es posible que nos hayamos dado cuenta de que ser real
significa perder el amor de aquéllos de quien lo necesitamos más y, en ese
caso, puede que nos hayamos convertido en lo que los demás necesitan
que seamos como precio por ser amados. El falso yo resultante debe, al
final, dejar paso a una versión más verdadera si es que la intimidad nos va
a funcionar alguna vez. Si para nosotros nunca fue seguro ser nosotros
mismos —si tuvimos que ocultar lo que éramos— puede que ahora no
creamos de verdad en nuestros talentos y virtudes y que nos sintamos
como impostores y fraudes. Intentar vivir de acuerdo con las necesidades
y deseos de otros es como ser un pichón de cisne e intentar convertirse en
un pato, sólo porque resulta que se encuentra usted viviendo en una
charca de patos. El yo falso es el de un conformista que es un príncipe
heredero que se oculta.

Los adultos, psicológicamente sanos, proceden de unos antecedentes


de flexibilidad y no de severidad. Las primeras necesidades (como todas
las necesidades) se satisfacen mejor en una atmósfera de alegría y perdón.
En esta clase de jardín, los tulipanes no dejan de surgir, produciendo unas
flores de estabilidad personal y de poderes que se alimentan por sí solos,
precisamente las cualidades que hacen que más adelante en la vida sea
posible disfrutar de la intimidad. Sin una admisión sana en la infancia, es
posible que elijamos una pareja controladora y nos digamos: «No tengo
más remedio que hacerlo así.» No nos damos cuenta de que los demás
intentan manipularnos. Es posible que nos dejemos engañar por una
relación que parece buena, pero que está llena de exigencias y
expectativas.

Sin embargo, incluso estando en medio de las cenizas de una sumisión


continua, es posible que algún día encontremos una libertad interna
personal, insistiendo en acuerdos hechos bilateralmente en lugar de
unilateralmente, en cooperación en lugar de en dominio. La sumisión es la
obediencia a las necesidades, valores y deseos más profundos de otras
personas y no de los nuestros. Pero la obediencia puede convertirse en
desafío.

Una vez sanos ya no admitimos que los demás nos controlen, aunque
comprendemos y sentimos su dolor cuando nos damos cuenta de que el
control es una compulsión o coacción. La mayoría de personas
controladoras no son capaces de dejar de serlo, porque no lo controlan y
al intentar controlarnos no nos están insultando, sino que más bien es que
se ponen al mando de forma automática y dominan a las personas y las
situaciones. Lo hacen a causa de un miedo espeluznante de no ser capaces
~ 56
de dejar que las cosas sigan su curso. Es necesario seguir un programa
espiritual para ser liberado de la compulsión de ser controlador y para ser
compasivo hacia ese tipo de personas. Un poder superior al ego debe
intervenir porque éste no se rendirá con facilidad ni se volverá tan
amablemente tolerante.

Yeats escribió sobre la persona especial que «ama al alma de pere-


grino que hay en ti». Reflejar o imitar a la libertad, significa animar a que
los demás sean vivaces y apasionados en lugar de ahogar esos sen-
timientos por nuestro propio bien o seguridad. Tener alma de peregrino
también implica marcharse. La verdadera admisión también significa que
se deja que alguien se marche. Admitir es apartarse cuando alguien
necesita espacio o incluso cuando nos abandona. Es una «A» en valor.
Emily Dickinson escribió: «Me encerraron en la prosa igual que cuando
era una niña y me encerraron en el armario porque querían que me
estuviera quieta.» Sus poemas nos dicen que «ellos» no tuvieron éxito.
Algunas personas resulta que tienen el coraje de resistirse al control, o lo
aprenden en el camino de la vida, haciendo que a otras personas les sea
imposible impedir que emerjan. «Ella no me deja ser yo mismo», se
convierte en «Ella no puede detenerme». Esta fórmula también puede
aplicarse al amor. «Él no me deja que le ame», puede convertirse en «Él
no puede impedirme que le ame». Así pues, la incondicionalidad es la
llave más profunda al poder personal.

¿Le resulta familiar la siguiente descripción de la admisión? En el


curso de su desarrollo, usted busca, instintivamente, toda la gama de
movimientos y de emoción y, sin embargo, puede sentir en el ambiente
psicológico de su hogar, un permiso de todo corazón para ser usted
mismo, de tener sus propios pensamientos y de expresarlos sin que le
castiguen, de hacer sus propias elecciones, incluso a saltarse las normas.
Tiene la libertad de lograr las dos primeras tareas de maduración:
separarse de sus padres y desarrollarse como una persona única. La
relación no corre riesgo alguno, sean cuales sean los sentimientos que
exprese. Piensa: «Siempre he sabido que aquí podía decir o sentir lo que
quisiera.» Sus padres le admiten o permiten que vea, diga, hable, toque, se
separe, se proteja y que vaya en pos de sus propios talentos, relaciones e
intereses. No escucha con frecuencia: «No tienes motivos para tener
miedo», «Sería mejor que no te pusieras furioso o triste

5
7
(o incluso alegre,» o «¿Cómo te atreves a decir no?» Cuando el amor es la
fuerza vital de una relación o de una familia, cada miembro se vuelve
plenamente completo como él mismo. Esta es la alternativa al control, que
genera un falso yo.

Si usted no recibió el regalo de la libertad, es posible que haya oído


cosas como: «A ti no te irá nunca tan bien en la escuela como a tu
hermano.» Siendo niño, ¿sintió usted: «No hay manera de decirlo»?
¿Tuvo que preguntarse: «¿Que es lo que hace falla para ser algo aquí»?
¿O sabía en su interior, que todo lo que hacía falta era ser usted mismo?
¿Sus padres representaban un mundo que daba miedo: «debes tener
cuidado siempre» en lugar de «Tú puedes cuidarte de ti mismo»? ¿No se
sorprendió la primera vez que fue a la escuela y tuvo miedo y se sintió
controlado porque le habían enseñado que el mundo era así?

¿Cuál es la diferencia entre control y establecimiento de límites? El


control pretende convertirle en aquello que los demás necesitan que sea
usted. El establecimiento de límites hace que para usted sea seguro ser
usted mismo. Paradójicamente, no podemos alcanzar la libertad si no
tenernos límites porque son el entorno contenedor en el que florecemos.
Los límites son, al principio, los brazos que nos envuelven y luego, la
palabra no. Incluso un santuario tiene puertas que lo rodean, ya que de no
ser así ¿de qué otra manera puede proporcionar seguridad?

Entre la libertad y la confianza en uno mismo existe una conexión.


Cuando le impiden expresar sus necesidades y deseos más profundos,
pierde la confianza en su validez y en su propio juicio. Sobrevive para
averiguar las reglas y seguirlas y así esconde lo que usted quiere real-
mente. Hace que su propósito en la vida sea complacer a los demás en
lugar de afirmarse a sí mismo.

Si se sintió libre dentro de su familia, podrá confiar con más facilidad


en una autoridad que le apoye, tal como un maestro cariñoso o un
terapeuta, porque se trata de una autoridad atenta y dedicada, que no le
culpará ni emitirá juicios unilaterales; esos elementos del ego que crean
oposición a la autoridad.

Descubrimos qué quería decir Shakespeare en Medida por Medida,


cuando hablaba de nuestra «soberanía desconocida». La autoridad y la
jerarquía humanas son útiles y legítimas cuando nos dan poder para que
tomemos nuestras propias iniciativas, pero no cuando nos subyugan y
menosprecian. Cuando la autoridad civil o religiosa imita o refleja una
~ 58 ~
paternidad sana, es honorable y se gana nuestro respeto.

Una presencia incondicional en oposición a las cinco actitudes del


ego

Las cinco A juntas son los componentes de la presencia incondicional,


pero también existen cinco costumbres mentales principales que inte-
rrumpen la presencia auténtica e incondicional y pueden hacer que otros
no se sientan amados. Son unas reacciones mentales involuntarias que
prácticamente son comunes a toda la gente del mundo. Estas actitudes son
como bravucones y pendencieros que entran sin haber sido llamados y se
inmiscuyen en nuestra pura experiencia del presente y de las personas que
conocemos. La práctica espiritual de una mente atenta y dedicada nos
rescatará del asedio de estos invasores.

He aquí las cinco actitudes fundamentales del ego que interrumpen


nuestra capacidad de estar aquí y ahora y que distorsionan la realidad:

• Miedo o preocupación por una situación o por una persona: «Per-


cibo una amenaza en ti, o tengo miedo de que yo no te guste, así
que estoy a la defensiva.»
• Deseo de que este momento personal satisfaga nuestras demandas o
expectativas, nos conceda nuestras provisiones emocionales
necesarias, o satisfaga nuestros deseos: «Estoy intentando conseguir
algo de ti o de esto.»
• El enjuiciamiento o juicio puede tomar la forma de admiración,
crítica, humor, moralismo, predisposición positiva o negativa,
censura, etiquetado, alabanza o culpa: «Estoy arrapado en la opi-
nión que tengo de ti o de esto.»
• El control se produce cuando obligamos a otra persona a aceptar
nuestra opinión o plan: «Yo estoy apegado a este resultado concreto
y estoy atrapado en la necesidad de arreglar, persuadir, aconsejar o
cambiarte.»

59 -
• La ilusión domina y avasalla a la realidad y puede presentarse como
negación, proyección, fantasía, esperanza, idealización, depreciación o
deseo: «Tengo una imagen mental de o una creencia respecto a ti o a esto,
y oscurece lo que eres de verdad.»

Cualquiera de estas cinco interpretaciones llevadas a cabo por el


consejo editorial del ego, puede que sea exacta, aunque sigue interfiriendo
en nuestra experiencia del presente. Cada una es un empequeñecimiento o
menosprecio que impone nuestros dramas personales a la realidad y hace
que sea imposible un testimonio imparcial. En este sentido son causa del
karma. La puerta a la iluminación se abre, cuando la mente atenta y
dedicada se cierra, aunque sólo sea por un momento. La puerta que lleva a
la empatia y a la compasión se abre cuando vemos la experiencia humana,
por muy desfigurada o insípida que sea, sin las actitudes de
enjuiciamiento y miedo. En ambas puertas pronunciamos el «ábrete
sésamo», que es el «sí» incondicional a la realidad.

Las cinco actitudes no deben ser interpretadas tan al pie de la letra.


Cada uno de estos piraras está lleno de energía que puede ser reclutada
para el barco invencible de la mente atenta y consciente. La tarea no es
repudiar estas actitudes sino volver a dirigir sus energías para que puedan
servirnos a nosotros y a los demás. Así pues, el miedo puede ser minado
por una precaución sabia. El deseo hace que nos sea posible llegar a las
cosas. El juicio incluye una evaluación inteligente. El control es necesario
en la mayoría de las actividades diarias. La fantasía es el trampolín que
nos lleva a la imaginación y la creatividad. Cuando encontramos el núcleo
útil de estas actitudes, los intrusos o transgresores pueden convertirse en
nuestros amigos del alma.

No podemos proporcionar las cinco A mientras estas cinco actitudes


estén activadas porque nos distancian del auténtico contacto y suspenden
y desmontan una percepción directa de la realidad. A lo largo de todo el
libro, a estas cinco defensas mentales se las llamará las «capas» o
«cubiertas del ego». No podemos impedir que nuestras mentes se dedi-
quen a estas distracciones, pero tener la mente atenta y dedicada reduce su
impacto y nos ayuda a sorprendernos in fraganti. La mente atenta y
dedicada es el perro guardián o más bien el perro guía o lazarillo de la
psique, que vigila la aparición de los corsarios de la realidad y nos lleva
con toda seguridad más allá de ellos.

Cuando acudimos a otros con las cinco A, estamos profundamente


presentes y se produce la cercanía. Cuando «les atacamos», quedamos
6
0
atrapados en un orden del día personal y se produce el distancia- miento.
El compromiso con la intimidad es un viaje desde los balnearios favoritos
del ego hasta el paraíso del amor atento y dedicado.

La presencia incondicional de alguien que nos ama, nos hace prestar


atención al pasado y repara nuestro sentido infantil de no ser querido. Al
mismo tiempo, ningún ser humano puede ser o se espera que esté, plena c
incondicionalmente presente, todo el tiempo. Un individuo sólo puede
ofrecer momentos y horas de presencia sin actitudes o disposiciones
mentales. De seres como nosotros, que somos «reyes de harapos» sólo
pueden resultar pedazos de presencia. Si cualquiera de nosotros fuera
completa y totalmente feliz, no nos sentiríamos motivados a emprender el
viaje que hace que nuestra vida sea tan maravillosa. Los adultos lo han
sabido siempre. La religión ha respondido con una promesa consoladora
de que existe una presencia eterna c incondicionalmente amante, no en
partes sino en un todo. La visión religiosa madura, halla esa realidad en el
interior de nuestras propias almas y, por ello, incluso en el mundo
espiritual, volvemos a nosotros mismos, y los demás se ven como parejas
y no como proveedores.

Por último, tenga bien presente que siempre es aceptable no saber qué
es o significa algo. Esta capacidad de soportar el misterio es lo que Kcats
llamaba «la capacidad negativa», o «estar inmerso en inseguridades,
misterios y dudas sin esforzarse por alcanzar el hecho y la razón».
Cuando tenemos la mente atenta y dedicada es cuando nos comportamos
precisamente así: soportando lo que encontramos de desconocido y, sin
embargo, sentados serenamente. Desde esa posición se permite que un
significado único madure con el tiempo, en su propio tiempo. Se trata de
una alternativa al frenesí del ego por imponer un significado interino o
provisional de su léxico de actitudes o disposiciones estándar.

Las actitudes son minimizaciones, ya que todas las realidades y las


personas son, de hecho, un campo infinito de potencial, un espacio abierto
y vasto sin límites. Sin unos límites conjurados por la mente, todo es
perfecto y exuberantemente provocativo tal como es. La alegría es la
energía que se presenta al estar libre de actitudes. Ya no nos sentimos
obligados a averiguar qué es lo que quiere o intenta la gente. Por fin
estamos libres para ser plenamente atentos y dedicados, o sea,
conscientes.

61 ~
PRÁCTICAS: NUESTRAS HABILIDADES

Práctica no quiere decir que tenga usted que obligarse a mejorar, sino que confíe en
su potencial para abrirse. Todas las sugerencias de prácticas que encontrará a
continuación, tienen un solo propósito: proporcionarle un programa de medios
hábiles. Para conseguir que sea un adulto sano psicológica y espiritualmente
consciente, tanto solo como en relaciones de uno a uno, y en, y para el mundo. En
estas prácticas, el trabajo psicológico y espiritual se supone que ha de hacerse no
secuencialmente, sino simultáneamente. A medida que hacemos nuestro trabajo
psicológico, nos volvemos más expertos psicológicamente. Las parejas que
solucionan las cosas juntas con la ayuda de herramientas terapéuticas, pueden
mejorar muchísimo la salud psicológica de su relación. Pero hacer prácticas
espirituales juntos, profundiza su vínculo en cuanto al alma, y los compañeros del
alma, después do todo, son aquellos cuyos caminos espirituales se han encontrado.
Sentarse juntos a meditar contribuye poderosamente al vínculo como sostenerse el
uno al otro en un abrazo sexual, porque tener la mente atenta y dedicada es la mejor
herramienta para la comunicación y para procesar los problemas que surgen en una
relación. Así que sentarse es una práctica de relación y no sólo una práctica
espiritual.

Las partes de este libro dedicadas a las prácticas consisten, principalmente, en


preguntas que sugieren las respuestas y que tienen la intención de desafiarle para
que se enfrente y admita su propia verdad. Deben ser contestadas en su diario y,
sólo cuando sea apropiado, muéstreselas a su pareja. Si de las respuestas pueden
surgir acuerdos concretos de cambio, mucho mejor, pero haga únicamente su propio
trabajo y no intente diseñar el programa de cambio de su pareja, o incluso juzgar lo
que ella debería decir o hacer.

Es posible que quiera comentar sus prácticas a una persona en la que confíe además
de su pareja, buscando maneras de aplicar lo que está aprendiendo, a sus amistades
y también con el trato diario con la gente. Este programa no consiste únicamente en
hacer que sus relaciones íntimas sean más eficaces, sino también en iluminar el
camino que lleva a un amor eficaz para todo el mundo.

El trabajo espiritual y las prácticas asimismo espirituales, no son empresas


individuales y rudas. El esfuerzo es importante pero también lo es la gracia, la ayuda
de fuerzas que están más allá de su alcance. Cuando empiece cada práctica, consiga
y agradezca la ayuda de poderes superiores al ego, porque cuando uno confía en
que sus esfuerzos corresponden a propósitos más altos, se siente apoyado,
sostenido y abrazado.

~ 62 ~
Las prácticas nos muestran lo vasto que es nuestro potencial para ser adultos sanos
que saben cómo amar, y también nos muestran dónde se hallan nuestras
constricciones y dónde nos puede estar acechando la resistencia al amor. Las
prácticas elevan nuestra autoestima cuando nos observamos activando nuestro
potencial para amar y soltamos las barreras que le hemos colocado. Por inadecuados
o defectuosos que imaginemos que somos, tenemos en nosotros lo necesario para
descubrir la integridad. Las palabras y las prácticas de este libro ofrecen momentos
de reparación y de nuevos ajustes que pueden hacer que el dolor sea menos
impactante o intimidados

Las secciones de prácticas amplían las ideas y los temas que se han explorado en
cada capítulo, y deberían leerse tanto si decide robar los ejercicios como si no. Estas
secciones complementan y mejoran el texto, pero tome nota también de que no es
necesario hacer todas las prácticas. Algunas se han diseñado para personas
introvertidas, y otras para extrovertidas; algunas están hechas a medida de
problemas concretos y, por lo tanto, no sirven para todos; pero aún así, creo que
encontrará este libro mucho más excitante, si prueba algunas prácticas de cada
capítulo. Elija las que más le atraigan, le desafíen o encajen con sus circunstancias y
personalidad. Se dará cuenta de que el resultado es que su relación -y usted mismo-
se enriquecen de una manera conmovedora y poderosa.
Por último, asegúrese de fijarse en sus sensaciones corporales mientras lee este libro
y va haciendo los ejercicios, ya que le proporcionarán sensaciones respecto a dónde
puede que deba trabajar, qué le retiene, y qué es lo que le sostiene.

LA MEDITACIÓN DIARIA • La primera práctica es meditar diariamente. Empiece por unos


cuantos minutos al día y vaya aumentándolos hasta unos veinte, como el mínimo
ideal. Es mejor sentarse juntos como pareja, aunque sentarse solo también es, con
toda seguridad, apropiado y valioso. Siéntese en un espacio tranquilo con los ojos
abiertos o cerra

~ 63 ~
dos, la espalda recta y las manos sobre sus rodillas o muslos. Preste atención a su
respiración. Cuando los pensamientos o ansiedades entren en su mente, limítese a
etiquetarlos como pensamientos y vuelva a ser consciente de su respiración. No
intente dejar de pensar. La práctica exige únicamente que cuando usted se dé cuenta
de un pensamiento, vuelva a la conciencia de su respiración. Cuando acabe su
meditación, intente ponerse lentamente en pie y vea si es capaz de mantener la
misma sensación de conciencia durante todo el día. Al final, la respiración se vuelve
más real y más interesante que nuestras historias.

Hay una buena variedad de técnicas y posturas de meditación y usted debería


encontrar los que mejor le vayan. Existen al respecto manuales y libros que le
ayudarán a comprender las técnicas de meditación, entre otros destaco la obra de
Shunryu Suzuki, Joseph Goldstein y Jack Kornfield, así como de Mark Epstein.

CÓMO DEJAR EL CONTROL • Un control sano significa ordenar nuestras vidas de unas
maneras responsables. Por ejemplo, manteniendo el control de un automóvil o de
nuestra salud. Un control neurótico significa que uno actúa de acuerdo con la
necesidad compulsiva de hacer que todo, y todo el mundo, cumpla nuestros deseos.
El control es lo que decidimos buscar cuando nos dimos cuenta de lo que hay de
implacable en nuestra existencia y nos sentimos desvalidos frente a ello. Toda vía no
éramos capaces de decir: «Me quedaré con esta dificultad y veré qué puede
ofrecerme. Me doy cuenta de que parece que así me vuelvo más fuerte.» Decir sí a
nuestra experiencia, de esta manera tan consciente, nos lleva a tener más poder. ¿Es
capaz de tomar una decisión, de comprometerse a ser menos controlador y a
dedicarse a esto como su proyecto actual?

CÓMO ABRIRSE A LA CRÍTICA • Cuando uno se compromete al trabajo de convertirse en


una persona más amante, ya no depende de su propio cerebro para tener toda la
información. Se alegra al enterarse de cosas de uno mismo, a través de su pareja o
de alguna otra persona en quien confía. Se está abierto a averiguar cómo le
consideran aquellos que ven su sombra o su lado oscuro. Quiere estar expuesto para
poder abandonar sus poses y permitir que aparezca su auténtico yo. Agradece el
feedback respecto al modo en que los demás se ven afectados por usted. Un
compromiso para trabajar en sí mismo -la finalidad absoluta de estas prácticas-
incluye esla apertura al feedback. El maestro del zen, Wuzu dice: «A los antiguos
siempre les alegraba enterarse de sus equivocaciones.» Si descubre usted que su ego
no es capaz de tolerar que se le censure o que se demuestre que es inadecuado o
está equivocado, es aquí donde empieza el trabajo. Una condición sine qua non del
trabajo es una disposición a desasirse u olvidarse del ego. Me comprometo a
encontrar algo de verdad en cualquier feedback que reciba. Como un paso para

-64 ~
conseguir esta buena disposición, pídale a su pareja que le describa algo que la haya
estado molestando y fíjese en el modo en que usted juzga lo que ella dice,
queriendo controlar sus reacciones, teniendo miedo de ella, queriendo arreglarla y
demás. Reconozca cada una de esas reacciones como distracciones del ego y vuelva
a escuchar abiertamente. Cuando su pareja haya terminado, dígale qué distracciones
interrumpieron su escucha atenta y dedicada de su historia y reconózcalas como
ego. Comprométase a darse cuenta de ellas en conversaciones futuras y también
puede comprometerse a escuchar con su corazón para ver dónde están las cinco A.
¿Cómo puede ser eso? Gracias a la costumbre atenta y considerada que está
construyendo en la meditación, volviendo a su respiración sin que le distraigan las
actitudes.

He aquí una práctica que utiliza a la mente atenta y dedicada, para responder de una
manera apreciativa y sin embargo, autoprotectora, cuando alguien le critique:

• Acerqúese a cualquier persona que tenga un problema con usted con una
intención consciente de darle las cinco A. Dígaselo en voz alta y cuando ella hable
manténgalo en su corazón; eso describe una manera profundamente amante de
escuchar que es útil en cualquier momento de la vida y en todas /as
comunicaciones:

Te estoy prestando una atención estrecha, ahora.


Te acepto tal como eres en este momento.
Admito y te permito que seas tú mismo/a.
Te aprecio por lo que has sido y eres.
Siento un verdadero afecto por ti, seas lo que seas y suceda lo que suceda.

Establezca contacto visual mientras escucha atenta y dedicadamente de verdad,


sin estar a la defensiva, ni sentir ira, o tener planes para vengarse o demostrar que
esa persona está equivocada.

6
5
• Reconozca el impacto que ha causado en la otra persona y los sen timientos que
ha hecho surgir en ella. No utilice la negación para protegerse. No minimice ni
deseche su impacto contrastándolo con sus buenas intenciones. El impacto tiene
más importancia que las intenciones.
• Comprométase a tomar lo que dice la otra persona, como información y no como
censura.
• Sin embargo, hable claramente si el íeedback incluye culpa, insultos, ridículo o
humillaciones. No permita eso cuando se esté usted cuidando de sí mismo.
• Rectifique siempre que sea apropiado, diseñe un plan para cambiar y pida apoyo.

Esta práctica instila la virtud de la humildad y logra que sea usted más abierto y
cautivador.

CÓMO SATISFACER IAS NECESIDADES • En la película El sexto sentido, el personaje principal


se libera de su miedo a los fantasmas que le persiguen, cuando al final les pregunta:
«¿Qué es lo que necesitáis de mí?» La concentración en las necesidades de otras
personas nos permite dejar de tenerles miedo. Las necesidades proceden del
corazón y las escucha el corazón. Escuchar con el corazón es escuchar lo que alguien
necesita sin miedo, juicio, crítica, moral ismo, contradicciones o proyecciones. Es una
comunicación de éxito y el resultado de tener una mente atenta y dedicada. Estamos
presentes en el aquí y ahora sin interferencias mentales. Con una mente libre de
prejuicios, podremos darnos cuenta, de verdad, cuándo otra persona necesita
nuestra atención, aceptación, aprecio, afecto o admisión. El filósofo Martin Buber
hablaba de la «conexión empalica», que no puede producirse cuando estamos
juzgando, sino únicamente cuando somos testigos. Escriba estas frases en su diario y
complete cada una de ellas con tantos detalles como se le ocurran:

Veo a mi pareja de estas mismas viejas maneras:

Creo que ella o él jamás cambiará estos comportamientos:

Mientras sigamos creyendo que una pareja es igual que siempre o lo que
imaginamos que es, operaremos partiendo de esa imagen y no desde la conciencia
de sus necesidades. Podemos cambiar esta costumbre mental dándole las cinco A y
escuchando, de verdad, sus necesidades. Una persona que sepa que la hemos
encasillado o postergado en nuestras mentes, no confiará en nosotros y, por lo tanto,
no nos mostrará sus necesidades. Entonces fracasan las comunicaciones y aparecen
las discusiones o las posturas defensivas que se apoderan de la situación.

Utilizando las cinco A como postes indicadores, pregúntese qué es lo que necesita

~ 66-
usted más de una pareja o un amigo. Pregúntele a su pareja o a un amigo, qué es lo
que necesita de usted. Tenga cuidado de no confundir las necesidades con
solicitudes, planes o remedios. Por ejemplo, decir «Necesito que me escuches» no
describe una necesidad sino una solicitud. Si uno dice: «Necesito más espacio en esta
relación» no describe una necesidad sino un plan. Si uno dice «Necesito una copa»,
no describe una necesidad sino (por lo menos la ¡dea que uno tiene) un remedio.
Cuéntele a su pareja sus presentes deseos, planes e ¡deas para remedios y luego
identifique la necesidad que se ocul ta detrás de cada una de estas cosas y pídale
que le escuche. Por ejemplo, detrás del deseo de ser escuchado puede que esté la
necesidad de una auténtica atención, una concentración sin distracciones en sus pa-
labras y sentimientos con respeto y un aprecio sincero.

CÓMO SENTIRSE AMADO • Empiece este ejercicio volviendo a sus recuerdos de sentirse
amado en la infancia y fíjese en cualquier conexión con las clases de amor que busca
como adulto. Luego pregunte a su pareja qué es lo que le parece amor y dígale lo
que se lo parece a usted. Es posible que no se sienta amado por alguien que le ama
de verdad, porque se lo demuestra de maneras que usted no entiende como amor.
Es como oír una lengua extranjera y dar por sentado que es un galima tías. Pida una
traducción. Para los adultos, el desafío de la intimidad es ampliar nuestro concepto
original del amor para que se acomode a la única manera de amar de una pareja.
Podemos seguir pidiendo lo que queremos, al tiempo que intentamos aceptar una
aproximación y nos abrimos a versiones nuevas del amor.

Escriba en su diario las preguntas siguientes y piense en ellas: ¿Qué es lo que me


parece amor? ¿Quién me hace sentir así? ¿Me siento amado de un modo que
resuena en todo mi cuerpo, por mi pareja? ¿Quién fue la primera persona que me
hizo sentir amado en mi vida? ¿Se lo he agradecido lo suficiente? ¿Soy capaz de
decirle a mi pareja qué es lo que me parece amor? ¿Puedo hacerle la misma
pregunta? ¿Qué haré

con esa información? El amor que yo ofrezco ¿es infantil, paternal o adulto? El amor
que yo busco ¿es infantil, paternal o adulto? Cuando nos parece que nos llega poco
amor o nada en absoluto, es posible que busquemos una prueba de amor y, cuantas
más pruebas buscamos, más amenazado, puesto a prueba y en un brete, se siente
nuestra pareja. ¿Estoy yo en alguna de estas posiciones?

EL TACTO ■ El hecho de convertirnos en adultos no anula nuestras necesidades


fundamentales. En ocasiones, todos sentimos la necesidad de que nos abracen, sea
cual sea nuestra edad, algo que surge de un instinto de validación personal. Estamos
siempre atentos en busca del reflejo, imitación o abrazo, que puede que hubiera sido
inadecuado o que no hubiéramos tenido en las primeras etapas de la vida. Cuando

67 ~
alguien nos ama, se preocupa por nosotros y nos respeta, el cuerpo de esa persona
se convierte en un recurso para la reparación del descuido o abusos de nuestro
pasado.

Algunos tenemos miedo, razonablemente, del desengaño de encontrar la cercanía y


luego volver a perderla. Queremos estar seguros de que una posible pareja se
merece nuestra confianza y eso siempre está en juego. Si somos capaces de ir mas
allá del miedo, es posible que nos abracemos al contacto de los demás, por limitado
que sea y veamos que tiene un poder curativo. Ser abrazado o acunado con una
atención tierna -por ejemplo, en el regazo de alguien o a su lado, abrazados-
proporciona el reflejo de amor que es posible que hubiéramos echado en falta en
nuestra infancia. Da vergüenza sólo al principio, ya que una vez que se ha roto el
hielo, parece algo natural. Pruebe esta clase de abrazo con su pareja o con un amigo
íntimo. Puede ofrecer a su pareja que se siente en su regazo o que se mimen
estando sentados lado a lado, y léale una parte de este libro. Nunca llegamos a
superar la necesidad de estas formas tan consoladoras de intimidad infantil y ello no
debe darnos vergüenza.

EL OFRECIMIENTO DE APOYO • El apoyo emocional significa que las cinco A se regalan de


un modo generoso. Y, sin embargo, ¿sabemos exactamente qué clase de apoyo
necesita nuestra pareja en un momento o situación dados? Por ejemplo, nuestra
pareja está llorando. ¿Qué la ayudará más, abrazarla o dejarla en paz dándole más
espacio?

El principito decía: «El país de las lágrimas es un lugar muy secreto.» En la


experiencia de una persona hay, en ocasiones, un sentimiento recóndito,
inalcanzable y sin nombre. Esa persona no sabe lo que siente realmente o necesita
en ese momento y el apoyo puede consistir simplemente, en hacer honor a ese
misterio interior. Es posible que no sepamos cómo ayudarla y entonces, igual que
Hamlet, sólo podemos decir: «Quédate quieto y callado sentado en mi alma.»

En otras ocasiones, la sensibilidad puede adoptar la forma de una pregunta. Cuando


su pareja parezca disgustada y con deseos de comunicarse, practique preguntándole
qué clase de ayuda necesita. Es una manera de respetar -y alentar- su comodidad
cuando le pida apoyo, otra contribución a la intimidad. He aquí algunos ejemplos:
«Veo tu dolor, por favor, dime de qué modo puedo estar ahí para ti ahora.» «Quiero
apoyarte en este momento, por favor, déjame que sepa lo que te irá mejor.» «Me
tienes a tu disposición del modo que sea, ¿cómo puedo cuidarte mejor en este
momento?» «Si no sabes lo que necesitas ahora mismo, puedo limitarme a estar ahí
contigo.»

CÓMO PERCATARSE DE LAS ACTITUDES • Una presencia amante, adopta cinco formas:

68 ~
atención, aceptación, aprecio, afecto y admisión. El camino que conduce a una
presencia tan amante, es tener la mente atenta y dedicada. El contacto consciente es
incondicional al conceder las cinco A, y no está condicionado por las actitudes del
ego, como el temor, las demandas, las expectativas, los juicios o el control. Fíjese en
el cuadro de la página siguiente, sobre cómo puede encontrarse en ambos lados, en
su modo de relacionarse con su pareja. Muestre los resultados a su pareja y pídale
feedback para hacer cambios y también para obtener una respuesta compasiva.

COMPROMISO ESPIRITUAL CON LAS CINCO A • Las cinco A son propósitos o fines en sí
mismas. Dar y recibirlas, no son únicamente modos de satisfacerlas, sino también las
prácticas espirituales por medio de las cuales satisfacemos nuestro destino heroico
de traer al mundo los beneficios y tesoros que encontramos en nuestro camino.
Visto en términos espirituales, pueden ser explicadas del siguiente modo:
• Atención significa ser consciente de que todas las cosas están conectadas entre
sí.

• Aceptación, decir un sí incondicional a las cosas reales de la existencia, los


hechos de la vida.

• Aprecio, significa la actitud de gratitud.


Las cinco A Sus opuestos (basados en actitudes)
(basadas en una mente consciente)
Ser atento Ignorar, negarse a escuchar, no estar disponible,
temer a la verdad.
Aceptar Intentar hacer que alguien encaje en nuestras
especificaciones, deseos o fantasías.

Apreciar Criticar.
Ser afectuoso Comportarse egoístamente o de un modo
abusivo.

Admitir/pcrmitir Ser controlador, exigente o manipulador.

• Afecto, el amor que sentimos por los demás y por el universo.

• Admisión o permiso, significa que concedemos a los demás y protegemos en


nosotros mismos, el derecho a vivir libremente y sin control exterior.
Convierta estas cinco necesidades/propósitos, en afirmaciones y compromisos que
luego puede repetir diariamente, o con mayor frecuencia, si es posible. Utilice lo
siguiente como ejemplo:

• Siento que soy uno con todos los seres humanos y la naturaleza. Me doy cuenta
de su dolor y de su alegría. Tomo decisiones que logran que me sienta más

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conectado y cerca de ellos.

• Acepto los hechos de la existencia, tanto los que me parecen positivos como los
que me parecen negativos. Me rindo ante lo que no puede ser cambiado y
confío en que será útil en el camino de mi vida.

• Doy las gracias por todo lo que ha sido y estoy abierto a todo lo que será.
Muestro aprecio por todo lo que recibo.
• Muestro mi amor en todos mis pensamientos, palabras y obras.

• Atesoro mi derecho a vivir de acuerdo con mis más profundas necesidades,


valores y deseos y respeto ese derecho en los demás.

Por último, practique este estilo de meditación: cuando inhale, piense o diga una de
las cinco A en forma de adverbio (por ejemplo: «atentamente», «apreciativamente», y
así sucesivamente). Cada vez que inhale, pase de una palabra a la siguiente, o
sencillamente repita la misma palabra. Un adverbio modifica un adjetivo, verbo u
otro adverbio. Utilizar de

esta forma, un adverbio, crea una sensación automática en la mente de que algo no
está acabado y, de forma natural, buscamos un objeto. Ese objeto puede ser una
emoción o experiencia difícil por la que esté usted pasando, o podría tratarse de la
siguiente persona o circunstancia con que se encuentre.

Una alternativa es inspirar y espirar con dos palabras, una de las cinco A y la otra,
una virtud en la que esté trabajando, por ejemplo «atentamente compasivo»,
«apreciativamente generoso», etcétera; o puede imaginarse un problema,
preocupación o persona en concreto, que ocupará, inmediatamente, sus
pensamientos y mientras respira de manera consciente, decir: «Tengo esto
compasiva o aten
tamente», etcétera.

70 ~
Amor y menos

El reflejo del amor


Una persona desea que otra le confirme en su ser... Vigila de un modo secreto
y tímido la aparición de un Sí que le permita ser y que sólo puede ir de una
persona humana a otra. El pan celestial del mismo yo pasa de un ser humano
a otro.
MARTIN BUBER

ácimos con la capacidad de sentir toda la panoplia de emociones


1

humanas, pero esa capacidad requiere ser activada antes de que podamos
utilizarla plenamente. Todos tenemos lo necesario para sentir, pero para
experimentar nuestros sentimientos plenamente y con seguridad, deben
ser, en cierto sentido, «instalados» por alguien a través del reflejo.
Reflejar algo implica la consideración positiva incondicional de nuestras
necesidades, valores y deseos únicos que muestra alguien que nos
proporciona, de manera atenta y dedicada, las cinco A. El elemento de la
atención consciente significa que nos sentimos amados sin miedo, apego,
control, expectativas, predisposiciones, defensas, adicción o
enjuiciamiento. Por ejemplo, si sentimos miedo y se le presta atención,
aceptación, aprecio, afecto y admisión conscientes, éste queda instalado
de verdad; o sea, que a partir de ese momento somos capaces de
reconocerlo y sentirlo de un modo seguro. Lo opuesto del reflejo es la
vergüenza. Cuantos menos reflejos hayamos recibido, más avergonzados
de nosotros mismos puede que estemos.

71 ~
Aquí tenemos un ejemplo del reflejo y de su alternativa; Un niño tiene
miedo de ir a la escuela por primera vez; su madre le dice: «Ya sé que da
miedo y está bien sentir esc miedo; hoy iré contigo a la escuela y

72 -
me quedare un rato y cuando vuelva a casa estaré pensando en ti. Luego
vendré y estaré esperando puntualmente a que salgas e iremos a comprar
un helado. Puedes tener miedo, ¡pero no permitas que te impida divertirte
en la escuela y lo que te divertirás al salir!» Este niño y el adulto en que
se convertirá más adelante, no es probable que se abandone, sino que
confiará en su capacidad de sobrevivir al miedo. El miedo no significará
«alto», sino «procede con coraje y el apoyo de otras personas». El
sentimiento de miedo ha sido legitimizado, instalado con seguridad y de
forma permanente, porque ha sido reflejado con las cinco A.

Compare la respuesta de la madre que refleja el miedo de su hijo con


la de la madre que dice: «Deja de ser un llorica. ¡Vas a ir a la escuela
tanto si te gusta como si no! Ninguno de los otros chicos tiene miedo,
¿qué te pasa?» La primera madre reflejaba el miedo y colaboraba con su
hijo para que lo superara. El resultado de este enfoque es la confianza en
uno mismo. La segunda madre ridiculizaba el miedo y lo asociaba a una
falta de adecuación, lo que producía vergüenza. Sin un contenedor de
apoyo para su sentimiento, este niño/adulto, tendrá que encontrar su
reflejo y la seguridad resultante en alguna otra parte.

El reflejo también puede llegar como respuesta a la alegría. Un niño


entra corriendo en casa muy excitado y les cuenta a sus padres el éxito
que ha tenido en gimnasia. Ellos responden prestándole toda su atención,
excitación, abrazándole, alabándole y planeando ir a verle actuar. La
respuesta opuesta es: «Bueno, no te excites tanto. Tómatelo con calma.
Esperemos y veamos si el mes que viene sigues queriendo hacerlo.»
Acaban de aplastar su entusiasmo. El primer enfoque conduce a un futuro
de seguridad en uno mismo y de exuberancia; el segundo, a un futuro
lleno de dudas sobre uno mismo y de vergüenza.

Tener vergüenza es una especie de abandono, y aferrarnos a nuestra


propia vergüenza, es desertar de uno mismo. Ahora empezamos a ver por
qué tenemos tanto miedo al abandono. Es la ausencia del reflejo y para
sobrevivir, cmocionalmente, necesitamos ese reflejo. También
comprendemos por qué tenemos miedo a perder a nuestra pareja.
Lamentarse es sentirse agudamente aislado y privado del reflejo. Sin
embargo, lamentarse con el apoyo de otras personas es un reflejo mutuo.
Este es el motivo de que los funerales y entierros sean actos públicos: los
que guardan luto con nosotros reflejan el dolor en nosotros y nosotros en
ellos. La pena se cura dejándola salir y por contacto.

73 -
Permitir que la pareja reflejada tenga su propia historia, representa un
desafío importante para los que quieren ofrecer un reflejo. Cuando somos
conscientes, no estamos arreglando, sino más bien apoyando a otra
persona en su congoja o aflicción o en sus elecciones. Respetamos su
libertad y, sin embargo, estamos a su lado si necesita que le echemos una
mano; es el mismo protocolo que seguimos al hacer de padres a los
adolescentes mayores. No nos quedamos a un lado y dejamos que les
hagan daño, sino que les informamos de las posibles consecuencias. Sin
embargo, una vez que tienen la información, no les impedimos que hagan
elecciones que puedan dañarles o perjudicarles. Una madre no puede
impedir las equivocaciones de su hija, pero sí puede ayudarla a
enfrentarse a sus consecuencias.

El reflejo nos ayuda a sobrevivir emocionalmente, o sea, a experi-


mentar los acontecimientos de nuestra vida con el poder de manejarlos y
sin ser devastados o amargados por ellos. Si no recibimos ningún reflejo o
éste es malo, puede que creamos que tenemos que sintonizar con la otra
persona o perder nuestro vínculo con ella, un vínculo que nos parece muy
necesario para continuar con la existencia. Por lo tanto, nuestro
inconsciente no es únicamente un mar de recuerdos reprimidos o de
impulsos inaceptables como Freud sugiere. Contiene una hueste de
sentimientos que no consiguieron atraer una sintonización validante y, por
lo tanto, hubo que huir de ellos a toda prisa o tuvieron que ser
sumergidos. Si, por otro lado, en la infancia recibimos el reflejo, ahora
nos permitimos sentirlos plena y apropiadamente, tener una red de
seguridad, un lugar al que caer cuando nos enfrentemos a una crisis. En
ocasiones puede que, a lo largo de nuestra vida, hagamos elecciones que
no encuentren el reflejo de aceptación de nadie. En ese caso, por el bien
de nuestra salud psicológica y espiritual, necesitamos buscar un sistema
de apoyo del que podamos recibir el reflejo o bien quedarnos solos y
confiar en nosotros mismos cuando no podamos encontrar apoyo. ¿Soy
capaz de quedarme quieto bajo la luz de la luna y sentir su luz como el
reflejo de la naturaleza y permitir que eso sea suficiente por ahora?

Los adultos sanos aprecian a los que reflejan lo que quedó sin ser
reflejado en la infancia. Los adultos no sanos intentan sorber o chupar lo
que necesitan de otras personas. En relaciones maduras encontramos
personas que nos reflejan; descubrimos los mismos poderes de reflejo
dentro de nosotros y luego se los mostramos a otras personas.

Cuando tú me reflejas, aprendo a asumir tu función. Es como copiar una


cinta y seguir teniendo el original.
~ 74 ~
Algunos padres tienen miedo a los sentimientos de sus hijos. Cuando
un hijo le dice a su padre: «¡Tú no me entiendes!» es posible que quiera
decir: «No soy capaz de mostrarte mis sentimientos porque tú no eres
capaz de manejarlos.» Está protegiendo a su padre de que tenga que
enfrentarse, alguna vez, con esos sentimientos tan pavorosos. Podemos
seguir en este papel toda nuestra vida, creyendo implícitamente que los
hombres o las mujeres son demasiado frágiles para recibir nuestros
sentimientos. Cuando abandonamos la esperanza de conseguir un reflejo
y la posibilidad de confiar en los demás, desesperamos de las cosas que
hacen posible la intimidad. La intimidad es reflejarse mutuamente.
Ahora queda bien claro que las cinco A tratan una necesidad esencial,
que es la de reflejarnos. Se trata de armonía, sintonización, el nivel
perfecto de aceptación y apoyo emocional. Cuando nuestros sentimientos
como niños se minimizan, proscriben o no se tienen en cuenta, no somos
capaces de escuchar toda la gama de tonos de los sentimientos y, una
parte de nosotros, se vuelve inerte e insensible. Imagínese la alegría que
sentimos cuando llega alguien que nos da la bienvenida y nos ama con
todos nuestros sentimientos. Una relación con una persona así, nos abre y
nos libera; en otras palabras, funciona. Apoya y enriquece las ideas
penetrantes de la autopsicología que se concentra en el poder curativo de
la armonía empática sostenida y de tener una mentalidad atenta y
dedicada en las relaciones.
Por otro lado, cuando nos apegamos a alguien cuyo amor resulta ser un
fraude, que no muestra una verdadera aceptación de lo que sentimos o
quienes somos, cuán destrozados y desengañados nos sentimos. c Quién
puede culparnos por volver a hacernos insensibles nuevamente? En
última instancia, nuestro miedo a la intimidad puede ser un temor a que
nuestros intentos por acercarnos a los demás se encuentren con el mismo
rechazo que encontramos en la infancia. ¿Quién no tendría miedo a eso?
No parece apropiado seducir o engañar a otra persona para que nos
refleje. Una alternativa sana adopta dos formas. Primero, podemos pedir
directamente a aquellos en quien confiamos, que nos hagan de espejo:
«¿Podrías escuchar mi historia? ¿Mientras digo eso, podrías tornarme

- 75 ~
la mano? ¿Eres capaz de apreciar lo que he hecho?» En segundo lugar,
podemos abrirnos al reflejo que nos llega como una gracia, un regalo
espontáneo de otras personas y del universo. Sí, la naturaleza también nos
refleja, nos sostiene ahora mismo. Como habitamos en un universo
generoso, de hecho estamos recibiendo el reflejo y nuestro reto es darnos
cuenta de ello. La amabilidad del universo se refleja en las enseñanzas de
compasión universal de Buda. Cuando nos damos cuenta de que el reflejo
es, a menudo, una forma de gracia, quedamos libres de lamentarnos de
que no vamos a encontrarlo.
Cuando contemplamos una imagen de la cara compasiva de Buda,
vemos todas nuestras penas y alegrías reflejadas allí. Este tipo de reflejo
también adopta dos formas: una desactivación de nuestro ego temeroso y
pegajoso, así como compasión por nuestra difícil situación como
humanos. Es el equivalente a una fuerza que nos ayuda a enfrentarnos a
las condiciones de la vida. La presencia de la mente del Buda significa
que podemos estar separados pero que no estamos solos.
El reflejo engendra en nosotros un sentimiento del yo y hace lo mismo
que el autopsicólogo Heinz Kohut llamaba «una interiorización
transmutadora: la unicidad con una fuente idealizada de fuerza y calma».
El niño compite con sus padres por el poder y queda frustrado en el
intento, por lo que interioriza el poder de sus padres en lugar de competir
con ellos y el resultado es que desarrolla una sensación de maestría y
autoestima. En la vida adulta conoce el modo de interiorizar el apoyo de
los demás y, por lo tanto, consigue el poder de apoyarse a sí mismo. La
interiorización transmutadora nos proporciona un padre o madre interior
que nos cuida, un yo adulto coherente que puede proteger al niño interior.
Decir «Yo soy Buda» es una forma espiritual de interiorización
transmutadora. En la práctica de la devoción a Avalokiteshvara, el
bodhisattva de la compasión, el iniciado empieza por honrar al
bodhisattva y termina reconociendo que no hay distinción entre ambos.
Un santuario puede verse como un reflejo de lo que somos en nuestra
naturaleza esencial, o sea, nuestra naturaleza de Buda, la conciencia de
Cristo, el aliento de Dios, el Y) superior.
Lo divino nos refleja porque nuestra humanidad incluye una divinidad
que nunca puede ser dañada o disminuida. Esta es otra implicación de la
mente atenta y dedicada, que nos libera de una identificación limitadora
con nuestro ego y hace que despertemos antes nuestra identidad más rica
con toda la naturaleza y toda la diversidad. El equivalente de lo divino en
el budismo, es bodhichitta, la mente iluminada del Buda, que se encuentra
~ 76
en todos nosotros.

Cuando negamos nos desposeyeron


Un mosquito se hubiera muerto de hambre
si hubiera tenido que pasar con lo que yo comía.
Y, sin embargo, yo era un niña
que necesitaba alimento.

Ni tampoco como el mosquito -tenía yo-


el privilegio de volar
y buscarme la cena por mí misma...
EMII.Y DICKINSON

Durante mi infancia pasaba varias semanas, cada verano, en la granja de


mi tía Margarita. A la edad de cuarenta y dos años tuve, de repente, una
visión -durante una sesión de terapia—, la nevera de mi tía, siempre
estaba llena, mientras que la de mi casa estaba habitualmente casi vacía.
En ese momento me di cuenta de que durante mi infancia a menudo tenía
mucho apetito. Mi recuerdo mental no tenía un registro de ello, pero mi
cuerpo sí lo recordaba: abundancia en la granja y escasez en casa.
Durante la infancia es posible que nos hayamos negado que nuestras
necesidades no estaban siendo satisfechas, y esta especie de negativa
puede persistir durante toda nuestra vida. ¿Lá comida es mi metáfora del
alimento emocional que también era escaso en casa? ¿Es por eso que
siempre tengo tantas latas extra de comida en mi despensa? ¿Sigue mi
cuerpo atrapado en el pasado y escenificando su miedo a la escasez en el
presente? ¿Es de esto de lo que va la avaricia o la mezquindad?

«Mis padres hicieron todo lo que pudieron», es a lo que puede pa-


recerse nuestra negativa de la privación, pero no podemos engañar a
nuestros cuerpos. Sabemos de una manera visceral e instintiva, que lo que
necesitábamos no estaba allí o nos lo negaban. En una relación adulta, es
posible que sigamos negando lo desposeídos que nos sentimos y jamás
solucionar, procesar o tratar esa privación. No debería

7
7
sorprendernos, considerando lo difíciles que son estas tareas. Es posible
que, en medio de la inalterable privación de mi pasado, haya decidido:
Pues mira, no voy a necesitar lo que no está ahí.

Sin embargo, por debajo de la privación que negamos, hay un alarido


silencioso, un grito ahogado. Nuestra mente racional reduce al mínimo el
impacto de lo que nos sucedió física, emocional o sexual mente, pero
todas las células de nuestro cuerpo saben y sienten el verdadero impacto.
Nuestro cuerpo es la única parte de nosotros que no puede mentir, o a la
que no se le puede mentir. Frases como: «Tenían buena intención» o «Fue
sin querer», no significan nada para el cuerpo que sólo comprende
palabras como «Esto duele», «tengo mucho miedo», «estoy furioso»,
«estoy triste», o «indefenso».

Si nuestra evaluación mental de un abandono o una traición incluye


ahora excusas para los que los han perpetrado, se trata de otra manera
sutil de evitar que se ponga en marcha nuestro dolor, que no se dirige a
las intenciones del otro, sino al impacto de sus acciones en nosotros. Sin
embargo, obligar al recuerdo o a la pena a que funcionen, pueden volver a
traumatizarnos. Parte de nuestra respuesta a que abusen de nosotros, es
aprender a disociarnos y es posible que sigamos con la necesidad de
hacerlo por el momento. En el trabajo del duelo, una vez que estamos
preparados, volvemos a asociarnos con la visión cerrada de nuestro dolor.
La disposición o preparación es la clave, pero sólo nosotros sabemos
cúando estamos preparados.

Es posible que si cuando éramos niños abusaron de nosotros o nos


descuidaron, nuestra parte infantil tenga un deseo dividido. Nuestra mitad
sana quiere recuperarse del pasado, y la otra mitad quiere repetirlo, volver
a representarlo de forma compulsiva y, por lo tanto, difundir
continuamente, las necesidades no satisfechas. Cuando tenemos un
accidente o una crisis, nos sentimos obligados a contárselo a la gente no
una sola vez, sino muchas. Esta repetición, es una manera de absorber el
choque y, sin embargo, lo único que nos libera del pasado es llorarlo. El
trabajo es complicado porque ambas mitades pueden estar trabajando
hasta que una consiga superar a la otra. Sí, yo tengo realmente algo dentro
de mí que quiere sabotear mi felicidad. ¿Cómo puedo darle espacio,
consolarlo y, por lo tanto, enterrarlo?

Lo que nos duele nos consuela


Cuando nuestras necesidades primordiales se quedaron sin ser atendidas,

- 78 ~
es posible que en las relaciones adultas toleremos los abusos. Seguimos
volviendo a buscar más dónde únicamente hay menos. («Sigues
haciéndome daño y no puedo dejarte.») Si cada mañana de nuestra
infancia nos despertábamos pensando: «Aquí hay alguien que me odia y
yo no puedo irme. Alguien de aquí me hará daño hoy y yo tengo que
quedarme. Alguien no me quiere aquí y no tengo otro lugar al que ir»,
¿cómo podemos ahora irnos fácilmente? Lo triste es que la lección de que
somos impotentes se vuelve a confirmar cada día que nos quedamos en
una situación dolorosa.
El amor explotador de nuestros padres nos lleva a creer que nosotros
somos defectuosos, no que ellos son inapropiados por abusar de nosotros.
Decir: «Lo hacían por mi bien» es colaborar en el abuso. Esta clase de
conformidad y de rendición ante una autoridad injusta, engendra un odio
hacia uno mismo que se expresa por medio de la violencia, ya sea abierta
o encubiertamente. Los orígenes de la venganza se hallan aquí. Podemos
disminuir el odio que sentimos hacia nosotros mismos sintonizando con él
plenamente, de una manera consciente —sin vergüenza, miedo, censura y
demás— y recibiéndolo con compasión, dirigida hacia nosotros mismos y
a los demás.
En la infancia aprendimos estrategias de autoprotección. Descubrimos
maneras físicas y mentales de aclimatarnos al dolor o enterrarlo. Nos
acondicionamos para escapar mientras permanecíamos allí, y ahora, estas
mismas estrategias no hacen más que dejarnos empantanados en
situaciones insostenibles. Fíjese en la ironía: nos protegemos por medio
de la negación y la disociación, por lo que tenemos éxito, únicamente, si
nos quedamos a merced del abuso.
Mientras que el reflejo (el hecho de que otro nos acepte) nos da poder,
el abuso se lleva el acceso a nuestro poder. En una relación de abuso, es
posible que creamos que no podemos dejarla porque las cosas podrían
mejorar, por lo tanto, nuestro poder queda desinflado de dos maneras: por
la creencia de que no podemos librarnos del abuso y aferrándonos a una
esperanza infundada de que el abusador cambiará. Estas son las mentiras
que aprendimos cuando nos acostumbramos a la infelicidad y al dolor. 'Ial
como dijo Shakespeare: «Lloro para tener lo que tengo miedo de perder.»
En algunas relaciones en las que se producen abusos, pensamos que no
somos capaces de vivir sin el otro. Cuando todo lo que conocemos es el
drama, nos imaginamos que las relaciones son sólo cuestión de eso.
Podemos entrenar a nuestras parejas para que jueguen a nuestros únicos
partidos de drama y alboroto, que pueden adoptar la forma de abandonos
~ 79 ~
y reconciliaciones continuas, de comportamientos seductores y luego de
negaciones, controversias, triángulos, infidelidades, adicciones y demás.
Cuantío las cosas están tranquilas y funcionan con suavidad, es posible
que nos sintamos aburridos e incluso inseguros. Si el hogar de nuestra
infancia era tempestuoso, es posible que veamos el estrés como algo
normal. Es casi como si nos sintiéramos impulsados a recrear los paisajes
agostados de nuestro desierto pasado. Algo en nuestro interior quiere
acabar con eso, pero sólo conseguimos restaurarlo.

En ocasiones, el abuso es tan sutil que no conseguimos darnos cuenta


de él. El sarcasmo, el ridículo, las bromas, tomar el pelo o unas críticas
continuas, por ejemplo, empiezan a parecer menos un abuso y más una
parte del ruido de fondo. A veces una pareja no satisface las necesidades
del otro, pero como tampoco da un motivo como para echarlo todo a
perder, Adán y Eva siguen con la relación sin pensar en opciones como el
cambio o la separación: Él no será nunca tan malo como para que usted le
abandone, pero nunca será tan bueno como para satisfacerla. En cualquier
caso, podemos engañarnos a nosotros mismos para que esperemos el
cambio en lugar de trabajar para conseguirlo. Si la esperanza no incluye
un plan para el cambio, en realidad se trata de desesperanza y evita el
cambio. Aquello que no cambiamos es que lo elegimos. ¿Es éste el
mensaje que recibimos de la pareja de nuestra aflicción: «Sigue conmigo
y no te daré lo que quieres» o «Vuelve y seguiré sin darte lo que
quieres»? No podemos dejarnos engañar eternamente. Un día, nos
permitiremos saberlo y luego actuaremos. Emily Dickinson escribió:
La costumbre sureña -del pájaro-
es que cuando debe llegar aquí la escarcha acepte una latitud mejor.
Nosotros somos los pájaros que se quedan.
Temblorosos rodeamos las puertas de los granjeros cuyas migajas reacias
suplicamos, hasta que las nieves misericordiosas nos persuaden para que
llevemos nuestras plumas al hogar.

Ser los «pájaros que se quedan» en la ventosa Nueva Inglaterra,


cuando la sabiduría nos mandaría a México, es un sino cruel que nos
imponemos. Podemos utilizarlo como una metáfora de una relación en la
que nos quedamos con alguien que no nos atiende ni cuida. Necesitamos
una hogaza de pan y suplicamos una migaja de alguien que tiene miedo
de darnos una hogaza y que está poco dispuesto a darnos una migaja.

Vivir en Massachussets, invierno tras invierno, y luego decir «ya


tengo suficiente», y trasladarse a California, exige algo de coraje que
luego produce calidez. Sin embargo, es posible que nos hayan

~ 80 ~
condicionado para aceptar que nuestras vidas no se supone que hayan de
ser cómodas. De igual modo, podemos creer que las relaciones jamás nos
funcionarán y que estamos destinados a ser infelices e insatisfechos. Con
esa perspectiva, es posible que no seamos capaces de soltar un «ya tengo
bastante» cuando sentimos dolor. En lugar de eso puede que nos
preguntemos: «¿Por qué molestarme?»

X sin embargo, vivir con abusos es peligroso porque puede provocar


que nuestro deseo de morir sea igual en fuerza a nuestro deseo de vivir.
Pensamos: «Nada de lo que yo puedo hacer, impedirá que me haga daño»
o «Nada de lo que yo puedo hacer, hará que ella me ame». El resultado
puede ser una conclusión aterradora: «Nada tiene importancia y no me
importa.» Esta clase de profunda desesperanza puede adoptar la forma de
una baja autoestima, enfermedades, distorsiones del cuerpo representadas
por comer en exceso, abusar de uno mismo, adicciones, trabajos o
aficiones de riesgo, tendencia a sufrir accidentes, anorexia, la creencia de
que no somos capaces de mejorar nuestras vidas y así sucesivamente.
Todo eso se reduce a un deseo de morir.

Incluso podemos buscar relaciones que nos garanticen una protección


contra tener que fijarnos o procesar nuestros problemas. Es posible que
nos atraiga una pareja, precisamente, porque promete, de forma implícita,
que nunca tendremos que confrontarnos, procesar y solucionar muy
profundamente, ningún problema, que nunca tendremos que cambiar un
estilo contraproducente. Pensamos: «Es superficial y está tan asustado
como yo de tener que enfrentarse a las cosas, así que estoy segura aquí
con el.» En estas relaciones nos inventamos una negociación tácita para
ser los temblorosos que rodean las puertas de los granjeros.

Las parejas que aman atenta y dedicadamente, nunca se dedican, cons-


cientemente, a comportamientos perjudiciales o dañinos hacia el otro
miembro de la pareja. Se vigilan a sí mismos y arrestan a todos los rateros
que intentan llegar al cofre, siempre tan vulnerable de la esperanza de
intimidad: la venganza, la violencia, el ridículo, el sarcasmo, las bromas
pesadas, los insultos, las mentiras, la competitividad, el castigo y la
vergüenza.

¿Hasta qué punto fue buena para mí mi familia?


El mito norteamericano de un individualismo rudo, ignora qué cantidad

~ 81 ~
de nuestra identidad está basada en la familia y se deriva de ella. Si
identidad significa aquello que se puede identificar sobre nosotros, somos
definitivamente ramas de un árbol de familia. Me miro en el espejo y veo
los ojos de mi padre; le grito a mi esposa y oigo las palabras de mi madre;
acaricio a mi hijo y siento los brazos de mi abuela; sermoneo, manipulo,
controlo o exijo a mis hijos y recuerdo cómo me trataron a mí cuando era
niño; me enfrento a un vecino problemático y mira por donde, me
encuentro con ese ego de nuevo rico tan familiar que caracteriza a tantos
hombres de mi familia. Mi nombre es el apellido de mi familia; mi tumba
ya me espera junto a las de mi familia. Llegué aquí con unos rasgos
ancestrales y dejaré tras de mí los mismos rasgos. Mi vida es un capítulo
y no un libro.

IDe todos modos, entre mis padres y yo, hay diferencias: yo pido
disculpas cuando hago daño a los demás; tengo más recursos para en-
frentarme a los problemas interpersonales; me he vuelto más consciente y
amable gracias a todos los libros de autoayuda que he leído y a todos los
terapeutas que he conocido. Mis antepasados inmigrantes nunca tuvieron
la posibilidad de hacer estas cosas.

Ninguna familia es perfecta. Lo más que podemos esperar es una


familia que sea funcional la mayor parte del tiempo, que sea indulgente
con algunas disfunciones y que cuando las cosas se estropeen, encuentre
una manera de arreglarlas. En mi opinión, la familia funcional es una que
concede las cinco A la mayor parte del tiempo y que no abusa de ningún
miembro.

Además, los sentimientos y privaciones se expresan cada vez que se


sienten o que uno se da cuenta de ellos, tanto entre padre y madre

~ 82 ~
como entre los hijos y los padres. En esta clase de familia, los padres no
tienen miedo ni son demasiado orgullosos para pedir disculpas a sus hijos
(y viceversa) cuando es apropiado. Los acontecimientos de la vida son
procesados con paciencia y cuidado, averiguando las reacciones,
intuiciones y sentimientos de cada persona. Los miembros de la familia
disponen de gran cantidad de tiempo y de permiso para sentir plenamente
y para solucionar las cosas a su manera. Las crisis no se convierten en
secretos que hay que guardar y no hay límite para hablar libremente. ¿Me
preguntó alguien alguna vez cómo me sentía cuando se produjo una
crisis en la familia?

Nos podíamos haber sentido mucho más fuertes si nuestros padres


hubieran compartido, espontáneamente, sus sentimientos y sus temores
con nosotros: «Jane, esta es la carta que tu padre lia enviado desde
Vietnam. A menudo siente miedo y desesperanza, pero cuando piensa en
ti y en mí consigue tener algo de esperanza. ’Yo me siento triste al leerlo
¿cómo te sientes tú?» Esta clase de invitación a dialogar, ejemplifica la
atención consciente y reflectante que hace que los sentimientos sean
menos aislantes y arrebaten menos poder y, por lo tanto, den menos
miedo.

La frustración no le hace ningún bien a un niño, pero la lucha o pugna


es diferente. Un niño pugna por ponerse la chaqueta. Su padre o madre
está a su lado pero sin ayudarle, por lo que el niño aprende a seguir un
proceso y alcanzar una conclusión exitosa: la chaqueta ya está puesta.
Pero cuando el niño se siente frustrado porque la tarca es realmente
demasiado difícil para él y está a punto de rendirse desesperanzado, el
buen padre o la buena madre, aparece y ayuda. En las familias sanas
existe una lucha y una ayuda siempre que es necesaria, no frustración y
vergüenza por el fracaso. Así se instalan los antídotos contra el desespero
en nuestras psiques.

En una familia funcional, los padres se separan si uno de ellos es un


adicto o un abusador y se niega a recibir ayuda. El otro no permite que el
abuso se pase por alto y los hijos nunca se convierten en objetos de una
satisfacción inapropiada de las necesidades del padre ni de la madre. Un
padre o una madre solícito, protege a sus hijos y a sí mismo o misma.
Hace todo lo que puede para ayudar a crear unas condiciones de
seguridad y de satisfacción de necesidades y se marcha c< ;i sus hijos, si
eso es imposible.

Al convertirnos en adultos, aprendemos a desempeñar los papeles que

83 ~
la familia funcional se suponía que debía desempeñar para nosotros.
Hacerse más adulto significa tener un progenitor interior que nos cuida y
que es el supervisor de nuestro niño indisciplinado interior, protege al que
está en peligro y consuela al que está asustado. Issa fue un poeta japonés
nacido en 1763, del que abusaron en la infancia y que escribió: «No
tengas miedo/débil ranita/estoy aquí para respaldarte.» Es frecuente que el
sentimiento de soledad no sea el resultado de la falta de gente que nos
entretenga, sino de la ausencia de un yo adulto que alimente a nuestro
niño interior que, en cierto modo, se siente abandonado. (La soledad
también es una manera apropiada de sentir que estamos efectuando una
transición, adoptando una postura, volviéndonos más despiertos
espiritualmente o encontrándonos a nosotros mismos.) Es posible que nos
tomemos nuestra soledad al pie de la letra y busquemos compañía en
todos los lugares equivocados. Cuando el niño que tenemos en nuestro
interior no puede fiarse de nuestro padre interior, se apega a algo o a
alguien —cualquier cosa o persona- como sustituto. Un padre interior
solícito y fiable hace compañía a ese niño asustado de una manera tierna
y poderosa, ayudándonos a salir de unos apegos inapropiados. Aunque no
elimina la soledad, reduce su impacto. Las palabras de la escritora y
maestra Nataiie Goldberg, son muy útiles: «Utiliza la soledad. Su dolor
crea una sensación de urgencia para volver a conectarse con el mundo.
Tomad ese dolor y utilizadlo para impulsaros más profundamente en
vuestra necesidad de expresión: para hablar, para decir quién sois.»

Los antiguos romanos sabían lo difícil que podía ser la vida de familia.
Se dieron cuenta de que sólo, con los medios humanos, no se podía
mantener sanas y salvas a las familias y que se necesitaba la ayuda del
ciclo y de la tierra para que un grupo humano fuese verdaderamente
funcional. Por lo tanto, reconocieron e invocaron a los dioses apropiados
para cada área de dificultad. (Los dioses son personificaciones de la
gracia, un don especial que nos llega sin haberlo pedido y nos ayuda a
trascender los límites de nuestro ego y nuestra voluntad.) Vésta, era la
diosa del fuego del hogar, en torno al cual se reunía la familia para
disfrutar del calor y la compañía y en el que se preparaba la comida. Los
Lares, eran los espíritus de los ancestros, invocados como reconocimiento
de que los padres solos no son suficientes como fuentes de alimentación y
cuidado; también necesitamos la ayuda délas generaciones anteriores. Los
Penates, eran los pequeños ángeles de la mesa y de las alacenas. Jano, que
tenía una cara en cada lado de la cabeza, protegía la puerta delantera de la
familia del mundo exterior, con una cara mirando hacia las propiedades
de la familia y la otra hacia el resto del mundo. Había también tres dioses
de la puerta; uno para la propia puerta, uno para los goznes y uno para el
~ 84
dintel o umbral. Juno, la diosa del matrimonio y de la familia, protegía el
bienestar físico y psíquico de todas las personas de la familia. Todas estas
presencias invisibles ayudaban a que el hogar funcionara. Las imágenes
religiosas en las casas de hoy en día, piden lo mismo que los romanos a
las fuentes de protección y cuidado, más allá de lo meramente humano.

Los antiguos griegos también vieron una estrecha conexión entre la


familia y los dioses. En la obra de teatroXgzzmewón, de Esquilo, el
personaje que da título a la obra, es apuñalado y asesinado por su esposa
mientras se halla dentro del baño y grita: «Me han dado un golpe mortal
muy dentro de mí», palabras que retratan el modo en que sufrimos nues-
tras heridas más profundas de traición y separación, en el contexto de la
familia y las relaciones. En la antigua Grecia, las obras de teatro forma-
ban parte de las fiestas religiosas, y el tema de las mismas, era psicológico
y habitualmente familiar, ya que los griegos no hacían distinción entre lo
psicológico y lo religioso. El asesinato de Agamenón, por ejemplo, que
sucede en el agua y a manos de una mujer, utiliza el tema arquetípico de
la disolución en agua de un ego arrogante llevada a cabo por espíritus
femeninos como sirenas y loreleis. De manera similar, en la alquimia, la
disolución en agua, es parte del proceso por el que el ego lleno de plomo
se convierte en el oro del yo. El mito y el ritual reflejan continuamente, el
diseño y el destino de la psique, otra razón de que nuestro trabajo sea, a la
vez, psicológico y espiritual.

Iluminar el daño
Nuestra grandeza aparecerá entonces,
más conspicua cuanto más cosas grandes seamos capaces de crear
de las pequeñas, más útiles de lo doloroso
y más prósperas de entre lo adverso, y en qué lugar
para que florezcan bajo el mal y consigan sacar comodidad del dolor.
Majestuosas a pesar de estar en ruinas...
MILTON. El Paraíso perdido

~ 85
Como las cinco A, son el componente del soporte emocional, cuando
no las recibimos, nos sentimos desconectados y aislados física, emocional
y espiritualmente. La falta de alguna de las cinco A nos parece como un
vacío en nuestras psiques, un agujero, una deficiencia; y sin embargo,
cada A no satisfecha es más que un agujero. Si nos quedamos con el dolor
del vacío, se nos abre una cámara espaciosa en nuestra psique. Después
de todo, ser humano es ser deficiente, tener algunos agujeros y, sin
embargo, la deficiencia puede tener un lado positivo.

La falta de esto: En otros, puede ser una puerta a:

Atención Mirar dentro de uno mismo.


Aceptación
La exploración de aspectos, tanto positivos como
negativos, de mi yo sombra.
Admisión de libertad Encontrar mis propias y profundas necesidades, valores y
deseos y aceptar la responsabilidad de vivir de acuerdo
con ellos.
Aprecio
Atesorarme a mí mismo y al yo que me abraza a mí y a
todo el mundo.
Afecto
Amor incondicional por mí y los demás, la generosidad
de amar antes de ser amado, en otras palabras, la
verdadera iniciativa.

Vistas de este modo, nuestras necesidades insatisfechas se convierten


en fuerzas gravitatorias que tiran de nosotros llevándonos hasta las
profundidades de nuestro yo adulto. Cuando aplicamos las cinco A a
nuestros propios déficits, nos llevan al mismísimo lugar de nuestra alma
en que la satisfacción está garantizada. Encontramos nuestra profundidad
cuando nos lanzamos directamente dentro del agujero, como hizo Alicia.
El País de las Maravillas es, en realidad, la profundidad del alma humana,
con su desafío a la lógica y todas sus radiantes posibilidades.

Tener la mente atenta y dedicada, nos proporciona la tecnología para


‘transformar nuestros vacíos en un potencial espiritual. Cuando somos
atentos y dedicados, entramos en la pura conciencia de nuestros apuros y
los acunamos sin juicios, temores, culpa, vergüenza o expectativas. Esta
lealtad es lo que nos permite convertir las necesidades no satisfechas en
conocimiento de uno mismo. La mente atenta y dedicada nos muestra
que un agujero es un túnel y no una gruta. Nuestro vacío resulta ser un
espacio de transición, como el pasaje oscuro en un con- cierto, un

86 ~
movimiento y no toda la pieza. El vacío significa que no tenemos la
sensación de que nos sostienen, sin red alguna en la que podamos caer
tranquilamente. Nuestra práctica es una red, un para- caídas y lo mismo
son nuestras relaciones sanas. ¿Oué necesito como soporte cuando miro
dentro de los agujeros que hay en mí?

El trabajo de sanar el pasado no es recordar el daño o dolor pasado y


arreglarlo, sino quedarse con él, en él, hasta que empieza a cambiar y a
abrirse por sí solo. Quedarse, es encontrar al amado interior, nuestra más
profunda realidad personal. Quedarse en una situación dolo- rosa y que
abusen de uno es aceptar nuestra victimización; quedarse con nuestro yo
dolorido es una victoria espiritual. El dolor se convierte en una puerta de
entrada a nuestra vulnerabilidad y, en ese lugar, en carne viva,
encontramos a nuestro yo más tierno. Cuando nos comprometemos a
quedarnos, estamos respetando nuestras heridas como santuarios que nos
curan sólo con visitarlos y quedarse en ellos un tiempo. Cuando hacemos
este trabajo somos peregrinos, no carpinteros. Si nos hicieron daño
porque no encontramos el amor, paradójicamente podemos encontrarlo
sólo con sentarnos, atenta y dedicada mente, en el sentido de ansiar lo que
sentirnos una vez. Solucionamos nuestra pérdida original no llenándola
completamente con la respuesta de otra persona, sino volviendo a
colocarla en nosotros. Nuestro ego busca el amor, pero estamos
destinados a encontrarlo primero en nuestro interior. Una vez que
hayamos hecho eso, podremos acercarnos a los demás como personas
ricas que quieren compartir su riqueza, no como míseros que quieren
adueñarse de ella.

El héroe de los mitos y leyendas, no tiene miedo y, sin embargo, todas


las historias heroicas tienen un intervalo en el que el héroe no tiene poder,
por ejemplo, Robin Hood en la mazmorra, Jack en la alacena de la esposa
del gigante, Jonás dentro de la ballena, Dorothy dormida en el campo de
amapolas. Todos estos incidentes sirven de metáforas para los momentos
de calma que se pasan estando sentado con la mente atenta y dedicada.
Reconocen la legitimidad de la impotencia y la inacción como etapas
útiles de cualquier viaje humano.

En décadas recientes, el movimiento de la autoayuda ha puesto un


énfasis excesivo en que nunca deberíamos ser víctimas. Puede que nos
hayamos vuelto de una sola cara y olvidado la interacción dinámica entre
unos opuestos, tan complementarios, como la vulnerabilidad o inde-
fensión y el ingenio. Ser sólo una víctima no hay duda de que es peligroso
y jamás deberíamos aceptar ser víctimas de un abuso violento, pero caer

8
7
víctima de la depresión cuando otros nos traicionan es apropiado. Unos
lapsos ocasionales en la indefensión nos ayudan a olvidarnos del ego y
del control y todos los héroes verdaderos les dan la bienvenida.

Incluso es cierto que las pérdidas, penurias, desengaños, daños y


traiciones, parecen necesarios para animar nuestro crecimiento desde la
infancia hasta —a través de- la edad adulta. La madre perra gruñe a sus
cachorros que quieren mamar cuando ya es hora de ser destetados y, de
ese modo, aprender a arreglárselas por sí solos. En toda la naturaleza, los
poderes autocuidadores evolucionan a partir de la angustia y la
separación. Cuando los padres nos dicen no, sentimos el dolor de que no
se satisfagan nuestros deseos, pero alguna otra cosa está en vías de
llevarse a cabo en cuanto al desarrollo. Las prohibiciones nos dan el
poder de negociar. La madre que siempre nos da todo lo que queremos,
no nos ayudará a formarnos un carácter. Al igual que la Cenicienta y
Blancanicves, es posible que necesitemos pasar algún tiempo con la
«malvada madrastra» para integrar nuestro arquetipo de huérfanos e
impulsarnos a seguir adelante hacia nuestro destino de adultos. (A pesar
de que muchas veces se toma la palabra «huérfano» para indicar a alguien
abandonado o rechazado por uno o ambos padres, la palabra también
puede referirse a esa parte nuestra que sobrevive intacta en una familia
abusadora o que descuida a sus hijos.)

Tal como el héroe de guerra Tom Daly dijo: «A menudo, los aconte-
cimientos que consideramos nuestras heridas más profundas son, de
hecho, iniciaciones que nos separan de los insanos encantos de la ino-
cencia, la grandiosidad, la pasividad, la violencia o la adicción.» Nece-
sitamos estas iniciaciones, ya que sin ellas es posible que nos resistamos
al crecimiento y al cambio, o que incluso neguemos nuestra
responsabilidad hacia otras personas y hacia nuestro destino de trascender
al ego personal. Incluso una traición y abuso en la infancia, a pesar de que
son censurables, tienen un lado positivo para seres como nosotros, que se
benefician de unas ordalías iniciáticas. Cada disrupción, interrupción y
fracaso de nuestros padres a sintonizar empáticamente con nosotros, nos
ayuda a conseguir el poder para enfrentarnos al futuro, con todas sus
separaciones, desengaños y derrotas. Todo lo que hace falta para acceder
a este poder, es una disposición a visitar el pasado y permanecer el tiempo
suficiente con su dolor, para recibir su beneficio.

Los opuestos se encuentran continuamente en el mundo humano. Por


ejemplo, la alegría requiere que nos abramos a la experiencia y esto
también deja entrar a la pena. Cuando un niño se vuelve capaz de soportar

8
8
los contrarios aparentes que surgen en un padre o una madre, es que está
madurando: «Esta misma madre es, en ocasiones, sensible a mí y en otras,
inalcanzable y soy capaz de amarla en ambos momentos y confiar en que
ella me ama en cualquier caso.» Todos nosotros hemos tenido algunas
experiencias buenas y malas con nuestros padres. Cuando, siendo adultos,
volvemos la vista atrás hacia nuestra infancia y vemos únicamente los
abusos -o sólo los buenos momentos— sabemos que nos enfrentamos al
desafío de convertirnos en adultos que pueden soportar los opuestos con
ecuanimidad.

Sin traiciones no hubiéramos tenido estímulo alguno, ni incentivos


para abandonar el hogar, salir al mundo por nuestra cuenta y, en con-
secuencia, descubrir la confianza en nosotros mismos. Sin ella, José no se
hubiera vendido como esclavo y, por lo tanto, no hubiera emprendido el
camino que le llevó a su especial destino. A cada giro de la historia
humana nos tropezamos con esta clase de paradojas: Dante tuvo que ser
desterrado de Florencia, la ciudad que amaba, antes de poder escribir La
Divina Comedia, Homero y Milton se quedaron ciegos antes de escribir
sus emocionantes epopeyas. Bcethoven se quedó sordo antes de
componer sus grandiosos cuartetos. En cada caso, el artista produjo la
gran obra a la que estaba destinado, después del dolor y la pérdida.
Nosotros también somos artistas y nuestro destino -y desafío- es muy
parecido. No podemos volver a vivir hasta que se borre nuestra dolorosa
historia, pero no tenemos que volver a vivirla. No podemos libramos de
ella, pero tampoco tenemos que aferramos a ella.

Según la mitología egipcia, Osiris es despedazado por Set, su sombrío


hermano. Después, Osiris se vuelve inmortal cuando su esposa- hermana,
Isis, realiza el trabajo de encontrar los pedazos y volver a unirlos. Unos
asaltos repetidos a nuestro sentido del yo, nos cortan en pedazos y
vivimos así durante un tiempo hasta que, gracias a nuestros poderes
femeninos de búsqueda y costura, volvemos a estar enteros y
encontramos nuestro camino hacia la integridad. Los antiguos cha

manes iniciaban a los hombres con el desmembramiento ritual. Al igual


que en el caso de Cristo, Dionisio y Osiris —y nosotros— la fragmenta-
ción es a menudo una fase necesaria en la transición de la humillación y
el abuso a la confianza en uno mismo y a un amor compasivo. Los héroes
heridos redimen a los demás sólo porque ellos mismos han ex-
perimentando tanto la fragmentación como la restauración. Entre las
ruinas existe un camino que lleva al amor.

8
9
Creemos que somos la suma de todas las cosas malas que nos han
sucedido, pero eso sólo es cierto si no hemos trabajado en nosotros
mismos. De hecho, todo lo que nos ha sucedido y nuestro trabajo en ello,
proporciona los ingredientes necesarios para que surjamos como aquello
que se suponía que teníamos que llegar a ser. En una relación sana,
podemos decir con seguridad: «Unete a mí en mi caos, no para ayudarme
a eliminarlo sino para ayudarme a tolerarlo.» Quedarse en uno mismo de
una manera sostenida y empática, lo que conseguimos concediéndonos las
cinco A, moviliza unos poderes que una vez quedaron enterrados bajo el
dolor. Esto hace más por nosotros que cualquiera de nuestros intentos de
arrancar nuestro problema de raíz.

Detrás de todas nuestras sensibilidades heridas, inclinaciones defec-


tuosas y equivocaciones lamentadas, existe en nuestro interior un medio
ambiente fiable que promueve el crecimiento y que sigue vivo, suceda lo
que suceda. Jamás perdemos nuestro amor incondicional a la luz, y en eso
es sobre lo que vamos construyendo. Los desafíos y las traiciones son las
fuerzas que nos afligen y que nos saludan en los umbrales del
crecimiento, tal y como esperaron a los héroes míticos en sus viajes. Si
hay una fuerza que nos acongoja en cada umbral, debe existir un umbral
en cada fuerza que nos aflige. No hay iniciación sin una cicatriz. Entre los
pueblos primitivos, esta clase de cicatrices las llevan a cabo los padres y
los ancianos. Los jóvenes de hoy lo hacen con los tatuajes y los piercings.
Para que nuestro corazón se rinda sin revuelta alguna a la dura ley de la creación,
¿no existe una necesidad psicológica de encontrar algún valor positivo que
pueda transfigurar el desperdicio doloroso en el proceso que nos da forma y que
al final, haga que valga la pena aceptarlo?... Por oscuro y repulsivo que pueda ser
este pensamiento, se nos ha revelado que el sufrimiento es un principio activo
supremo para la humanización y divinización del universo.
TEILHARD DE Ci iARDIN

Un viaje heroico

El viaje heroico arquetípico, no es trasladarse del punto A al B como en el


fútbol americano, en el que el propósito es ir desde la línea de delanteros
hasta conseguir el gol. Es un movimiento desde el punto A al punto A,
como en el béisbol, en el que el propósito es ir de casa a casa
consiguiendo un punto. O sea, con algo que se pueda mostrar por haber
hecho el viaje.

Las fases del viaje heroico encajan exactamente con las de las relacio-
nes íntimas. El héroe abandona el entorno familiar; pasa por una serie de

9
0
pruebas y regresa a casa con una esposa, tesoro, amuleto o poder de
curación. Las relaciones también empiezan abandonando a la familia, a lo
familiar; pasando por una serie de conflictos en territorio desconocido y
volviendo a todo el yo de uno, pero esta vez dentro de una pareja
comprometida. Como resulta que las necesidades infantiles son las mis-
mas que tenemos en la intimidad adulta, el viaje nos lleva de vuelta a
donde empezamos, pero sin el miedo a la soledad que al principio nos
impulsó a dejar el hogar. Los obstáculos que se encuentran en el viaje a la
intimidad y que adoptan la forma de conflictos que surgen en el trans-
curso de una relación, cuando se superan con éxito se convierten en un
puente hacia la verdadera comunión y compromiso. Lo que parece que se
interpone en el camino es el camino. El amor adulto es el objetivo del
viaje humano. El héroe se supone que se convertirá en el amante de una
pareja y luego formará pareja con el mundo. No se trata exclusivamente
de un trabajo personal. Cada una de las prácticas o ejercicio, tanto psico-
lógicos como espirituales, nos prepara para iluminar y servir al mundo. El
amor es, de hecho, un viaje desde la soledad a través de la cercanía o
intimidad y la oposición hasta llegar a la comunión.

La etapa final del viaje, como la culminación de una relación sana, es


volver a donde empezamos y bendecir el lugar con amor, sabiduría \
sanación. Dones que recibimos en la ruta para que pudiéramos regalarlos
en casa. El camino del viaje personal e íntimo va más allá del ego inflado
al generoso y saludable, preparándonos para la tarea más elevada de ser
correos del yo a todos nuestros compañeros humanos. Los dones que trae-
mos de vuelta son los talentos que nos concedieron cuando nacimos y que
ahora están activados personalmente y en las relaciones. Además, al traer
buenas obras y compasión, hacemos que el mundo sea un lugar mejor de
lo que encontramos, y así cumplimos nuestro destino de evolución

9
1
PRÁCTICAS

COMPROBAR LA SEGURIDAD • Escoja cualquiera de las siguientes preguntas con las que
se sienta más identificado, y anote sus respuestas en su diario. ¿Puedo permitirme
ser yo mismo y dejar que surja el amor contigo? ¿Es posible que esta relación me
proporcione una zona de seguridad en que las partes mías que están sumergidas
puedan salir a la superficie? ¿Seguirás cuidándome y atesorándome si te muestro
mis peores rasgos y mis sentimientos menos atrayentes?

REFLEIO • En cada fase de la vida vemos la influencia de nuestros primeros anhelos.


Nuestro trabajo es no renunciar a nuestras necesidades infantiles, sino tenerlas en
cuenta, trabajar en ellas y conseguir la ayuda de nuestra pareja para ello, si está
dispuesta a hacerlo. Nuestro objetivo no es sólo cortar los vínculos con nuestros
padres, sino unirnos con una pareja que pueda unirse a nuestro trabajo. Tal como
Shakespeare dice en el Rey Lear. «Quien sufre solo es el que más sufre.»

Haga estas preguntas a su pareja: «Descarrilé en parte de mi desarrollo. ¿Puedes


ayudarme en mis esfuerzos para volver al buen camino? ¿Eres la persona con quien
puedo dar la bienvenida y revivir, con seguridad, mis primeras necesidades
insatisfechas y volver a dirigir mis pugnas frustradas? ¿Puedo trabajar contigo
reflejándonos mutuamente? ¿Puedo hacerte sentir, en ocasiones, las cosas que yo no
puedo soportar sentir, para que puedas ayudarme a identificarlas y luego sostenerlas
conmigo? ¿Me haces sentir las cosas que tú no podías soportar sentir? ¿Cómo
podemos desafiarnos a nosotros mismos a este respecto y dejarlo atrás? ¿Qué
sentimientos míos reflejas? ¿Cuáles de los tuyos reflejo yo? ¿De qué sentimientos
tenemos miedo en el otro?»

BÚSQUEDA ADULTA • Los adultos maduros llevan a una pareja una expectativa modesta
de satisfacción de necesidades. Buscan únicamente alrededor de un 25 por ciento (la
dosis adulta) de la satisfacción de sus necesidades en otra persona (el 100 por cien
es la dosis infantil), y el otro 75 por ciento le llega del yo, la familia, los amigos, la
carrera, las aficiones, la espiritualidad/religión e incluso las mascotas (¡los perros son
expertos dando las cinco Al).

En la meditación, según Chógyam Trungpa Rinpoche, un 25 por ciento de nuestra


atención, se dedica a la técnica; 25 a la relajación; 25 más, a ser amigo de uno
mismo; y el 25 por ciento restante, a una expectativa vivaz. Él utiliza la analogía de
nuestra experiencia en un cine: el 75 por ciento de nuestra atención está fija en la
película; el resto en las palomitas de maíz y en la persona que está con nosotros. La
atención dividida hace que la experiencia sea placentera, lo que no sería posible si
toda nuestra concentración estuviera, únicamente, en la película. Se dice que la

92 ~
mitad de una barra de pan es mejor que nada. Aceptar una cuarta parte de ella
puede ser uno de los secretos de las relaciones de éxito.

Conteste a estas preguntas en su diario o junto con su pareja: ¿Cuáles son mis
fuentes de satisfacción de necesidades y qué porcentaje de mis necesidades se ve
satisfecha por cada fuente? ¿Cuáles son tus fuentes y porcentajes? ¿Cómo reacciono
ante esta agudeza de Chekhov: «Si tienes miedo a la soledad, no te cases»?
¿Presento una necesidad de talla adulta de las cinco A? ¿Se ha moderado desde mi
niñez (igual que mi necesidad de leche)? ¿Puedo recibir una cantidad adulta,
moderada, de atención y sentirme feliz con ella? ¿O tengo una sensación que me
corroe de que no conseguí aquello que me estaba destinado? ¿Insisto en ello ahora?
¿Me regocijé en el día de nuestra boda, cuando todas las células de mi cuerpo
estaban a punto de llorar por lo que me sucedió en mi niñez? ¿Puedo unirme a
Henry David Thoreau cuando decía: «Yo vendré a ti, amigo mío, cuando ya no te
necesite. Entonces encontrarás un palacio, no un asilo de pobres.»

CÓMO ENFRENTARNOS A NUESTRAS OPCIONES • ¿De qué modo encaja la tabla de la página
siguiente con sus experiencias? ¿Qué frases le describen a usted?

EL CUIDADO DE UNO MISMO • Un abuso precoz puede afectar a nuestra capacidad


adulta de cuidar de nosotros mismos, especialmente cuando se trata de nuestra
salud. ¿Cómo acepta usted las advertencias respecto a un comportamiento que es
una amenaza para la vida? Leer la etiqueta de advertencia del paquete de cigarrillos
puede hacer que dejemos de fumar. En este caso, la advertencia se recibe de una
manera adulta, pero también puede caer en saco roto, en la sordera del «No me im -
porta» del niño interior desesperanzado que acaba de encontrar otra manera de
morir. Responda a esta pregunta en su diario: ¿En qué parte del espectro me hallo?

~ 93
O:

Buscar relaciones que reflejen y Buscar relaciones que no consigan reflejar


desarrollen la confianza. y que rompan la confianza.
Comprender el trauma como puente. experimentar el trauma únicamente como
un obstáculo.
Recuperarse del pasado e ir más Repetir el pasado y aferrarse a él.
allá de su dolor.
Arriesgarse con lo que es diferente. Hacer únicamente lo que le es familiar.
Desear no trascender una experiencia. Sentirse obligado a volver a poner en
práctica la experiencia.
Esperar el éxito en las relaciones. Esperar el fracaso.

El niño interior no reflejado puede:

CÓMO RECHAZAR LOS ABUSOS • La intimidad implica que hay que abrirse a los
sentimientos de los demás. Sin embargo, eso no significa que debamos permitir que
abusen de nosotros. Hemos de hablar claramente y decir «¡ay!» directamente a la
persona que hiere nuestros sentimientos. Si alguien es abusivo físicamente, hemos
de huir con rapidez y pedir ayuda. En el caso de incomodidades de larga duración
en una relación, he aquí un ejercicio que puede ayudar: podemos comprometernos
a no padecer más de treinta días de infelicidad y dolor emocional con una pareja,
antes de hablarle de ello directamente o de hacerle acudir a un terapeuta. ¿Estoy en
el plan de los treinta días o en el de los quince años? Al mismo tiempo, hay algunos
casos en los que no tenemos que enfrentarnos a los demás, pero tampoco hemos
de tolerar los abusos, insultos o falta de cortesía. Por ejemplo, es posible que nos
encontremos en una cena de familia en la que un pariente achispado nos diga cosas
sarcásticas. No tenemos por qué detenerle, pero tampoco tenemos que quedarnos
ahí. Esta regla puede servir también en el caso de una fiesta cuando el nivel de
ingesta de alcohol del grupo llega a un punto en el que ya no es posible llevar una
conversación inteligente. En ambos casos, nos vamos, pero no lo hacemos para
castigar ni juzgar a nadie, sino para cuidarnos a nosotros mismos.
Hable con un terapeuta o/y un amigo íntimo de cualquier abuso o maltrato que
usted sufra en su relación y pídales sugerencias respecto a la forma de proceder. Si

~ 94 ~
el maltrato es físico, involucre a la policía. Pida ayuda si usted no es capaz de ver la
gravedad del maltrato pero otros sí pueden. MENSAJES CONTRADICTORIOS • Recuerde el
mensaje paternal que escuchó con mayor frecuencia en su infancia. ¿Cuándo le llega
ahora? Por ejemplo, puede que el mensaje fuera: «Si te sucede algo bueno, seguro
que lo pierdes.» Ahora, cuando le prometen un trabajo, usted se preocupa:
«Cambiarán de opinión y después de todo, no me lo ofrecerán.» Cree que esta clase
de suceso es un viejo patrón en su vida, pero el recuerdo no confirma sus
sentimientos. Usted está funcionando sencillamente, por culpa de un
miedo/creencia que le instalaron muy al principio. Ese niño que no se merece nada,
sigue oculto en usted y aparece siempre que se le presenta algo bueno.

El miedo que siente ahora puede ser configurado nuevamente como una llamada de
atención que hace el niño. Dele la bienvenida y abrácele, tranquilizándole y
afirmando que ya no es impotente y que usted gestionará sus pérdidas y se alegrará
con sus alegrías. Puede decirle: «El yo adulto está aquí para el niño que hay en mí.
Sé que todavía sientes esos temores, pero ahora estoy aquí contigo. Tengo muchos
recursos y puedes fiarte de mi protección. Me siento aquí contigo con lo que tú/yo
siento de una manera atenta, dedicada y consciente.» Esta técnica metafórica de
imaginación activa, acaba con la sensación que tiene el niño, de que no se merece
nada y aumenta su confianza en sí mismo/usted mismo.

La mayoría hemos interiorizado muchos mensajes por los que nos juzgamos e
insultamos, aunque cuando nos damos cuenta de la existencia de una voz interior
autodegradante o autodesvalorizadora y censora, ya no tenemos que someternos a
ella. Podemos concentrarnos en dicha voz como el asalto de un enemigo interior
que está atrapado en una costumbre contra él mismo. Podemos dar una nueva
dirección a la voz censuradora con paciencia, convirtiéndola en una nueva voz
amistosa, como la de un tío gruñón que se compadece de ese niño interior asus -
tado; que nos habla con amabilidad, que nos responde con atención, aceptación,
aprecio y afecto, además de admitir los errores. Así es cómo nos calmamos,
consolamos e impedimos que nos rindamos.

La voz amante del aliado interior nos acepta tal como somos y nos sentimos más
fuertes y más dignos de ser amados. Lo que funciona es una nueva dirección
paciente de la voz crítica para que pase a ser una nueva voz amistosa, una con una
compasión gruñona hacia nuestro niño interior asustado. Cuando trabajamos en
nosotros de esta manera, lo que funciona es una nueva fuerza impulsora adulta.
Nuestra nueva

~ 95 ~
voz interior no debe ser un soliloquio, ya que está siendo escuchada por los
compañeros iluminados de gracia, que nos ayudan en el camino. No estamos solos
en nuestras prácticas. El amor nos rodea por todas partes.

Todos somos dignos de ser amados porque en nosotros hay una plenitud duradera,
nuestra naturaleza de Buda, una capacidad de amar que sigue, sea lo que sea lo que
nos haya sucedido en la vida. La bondad básica es el corazón, el núcleo de nuestro
ser. No tiene necesidad de ser conjurado por el esfuerzo, sino que se trata de una
gracia que se nos concede a todos y que permanece, intrínsecamente, en la
naturaleza humana. Accedemos a la dimensión del don -la gracia- cuando nos
miramos a nosotros mismos con amistad.

Las defensas de nuestro ego, surgen en reacción a la enemistad que nos muestran
otras personas. Así pues, se originaron en un anhelo frustrado de amor. Es por eso
que nuestro hinchado ego se merece compasión y no insultos. Podemos elegir
sentir compasión por nosotros mismos, o sea, ser un Buda para nosotros. Las
primeras palabras de Buda después de la iluminación, mientras miraba al mundo y al
corazón humano, fueron: «Maravilloso, maravilloso.» O, por el contrario, podemos
hacer campaña en contra de nosotros y ser un Lutero, que clava en nuestros
corazones sus noventa y cinco tesis sobre todo lo que tenemos de malo. Cuando
usted oiga esas voces críticas en su interior, imagínese que es un misionero y
trabaje, amable pero infatigablemente, para convertirlas en una forma más
compasiva de espiritualidad. Luego, la próxima vez que hablen, ya serán
correligionarios en la cuestión de pensar y amar de una manera atenta, dedicada y
benevolente.

Cuando los desesperados del ego neurótico -el temor, la codicia, las expectativas, el
enjuiciamiento, el control, la adicción y demás—amenazan a nuestro dominio
psíquico, ha llegado el momento de estar atento y dedicado. Siéntese en silencio y
tranquilamente o pasee lentamente mientras contempla cada asalto estresante y lo
deja correr con una etiqueta como «no es más que un pensamiento», o con una
afirmación como «Dejo el control de este problema pase lo que pase». Luego
amplíe su preocupación personal a la benevolencia universal, al amor maduro:
«Ojalá todos los seres se olvidaran de lo que se interpone en el camino de su
felicidad.» ¡Esta es la manera de pasar del ego-amor al eco-amor!

ADMITIR AMBOS LADOS • Lea estas preguntas y frases a su pareja o a usted mismo y
cuestiónese cómo puede actuar según ellas:

• ¿Habrá pérdidas en mi vida? He ido allí y he vuelto.

• ¿Obtendréganancias maravillosas? Las he encontrado antes y confío en que el


universo me las volverá a dar. No todo será placer ni todo será dolor, ni
esperanza ni desespero. Habrá un poco de todo y en mi interior tengo lo

~ 96
necesario para manejar el dolor y disfrutar del placer.

• ¿Mi madre fue siempre amable conmigo? ¿Mi padre siempre fue tierno
conmigo? No, he descubierto que la consistencia es algo raro en las
relaciones humanas. Con una historia así, nunca esperará que alguien o algo
sea perfectamente consistente, perfectamente agradable o perfecto de algún
modo. El hecho de que yo me acomode a los hechos de mi existencia, hace
que yo sea un adulto sano. ¿Podría haber llegado a ese acomodo si hubiera
pasado todo mi tiempo, únicamente, en el lado hermoso del río?

CÓMO SER CONSCIENTE DE LA SATISFACCIÓN • Confeccione una lista en su diario de


maneras concretas en que las cinco necesidades básicas (atención, aceptación,
aprecio, afecto y admisión) fueron satisfechas y/o descuidadas en su pasado. Como
estas cinco necesidades son también las cinco cualidades centrales del amor y el
apoyo, haga una lista de lo que ha estado usted buscando en sus relaciones adultas
y dibuje unas líneas que conecten las anotaciones similares en ambas listas. ¿Sus ne-
cesidades más desesperadas son las mismas que se quedaron sin ser satisfechas en
su infancia? Pregúnteles a su pareja y/o a sus hijos lo bien que está recibiendo y
respondiendo a sus necesidades. Si se siente valiente y claro respecto a sí mismo,
haga una lista cuidadosa de todas sus necesidades insatisfechas, enséñesela a su
pareja y diga: «He aquí lo que no quiero que me proporciones porque es cosa mía,
o sea es mi trabajo.»

CÓMO ENCONTRAR LOS AGUJEROS • Para nosotros es doloroso encontrarnos del todo y,
por ello, evitamos los agujeros que los desengaños de la niñez y las relaciones
adultas, han dejando en nosotros, pero lo cierto es que nos lanzamos a ellos y los
atravesamos. He aquí un ejercicio que nos dará poder y que debe hacerse de una
manera callada y meditativa:

~ 97 ~
1. Encuentre los agujeros que hay en usted, los lugares en que las cinco A se han
quedado sin ser satisfechas. ■
2. Piense en todas las ocasiones en que ha intentado llenar esos aguje ros con
alguien o algo.
3. Comprométase a escalar esos cráteres tan aterradores y quedarse sentado en
ellos usted sólo, sin intentar llenarlos, las únicas herramientas que debe llevar
consigo son las cinco A. Limítese a quedarse en cada una de sus deficiencias de
una manera atenta, acogedora, apreciativa y afectuosa, admitiéndola
plenamente para quedarse allí sin protestar, sin sentirse avergonzado o culpable.
Las cinco A son la única satisfacción verdadera de las necesidades y al conce-
dérselas a sí mismo, está sanando heridas que recibió porque no las recibió de
otros en su pasado.

Al quedarse en sus lugares vacíos una y otra vez, verá gradualmente cómo se abren
a unos espacios vivaces. Nuestros vacíos no están tapados ni cancelados, sino
expuestos por las cinco A.

Alicia, ella sola, siguió al Conejo Blanco a un agujero que la condujo a las partes de
sí misma que la confundían y le daban miedo. Pregúntese usted si sus diversas
parejas no se suponía que no eran más que unos conejos que intentaban mostrarle,
amablemente, el camino hacia su yo más profundo. Ahora, por fin, está usted
deseando entrar. (Por cierto, un alma gemela es una pareja que está dispuesta a
hacer ese viaje con usted llevando las mismas herramientas.)

CÓMO SER TESTIGO DEL DOLOR • Al principio de su vida o durante la misma, su pareja o
usted es posible que hayan padecido abusos y/o traiciones y daños. Ofrézcale a su
pareja la experiencia de ser un testigo atento y dedicado del dolor que usted aún
siente. Ello significa escuchar con atención, aceptación, admisión, afecto y aprecio
completos a lo que la otra persona nos revela y a los sentimientos que se ocultan
detrás de la historia de esa persona. Como testigo atento y dedicado, usted no
aconseja ni intenta hacer nada, sino que simplemente acepta lo que le dice y lo
siente de una manera respetuosa y alentadora. Considere lo que su pareja le diga
como completamente confidencial y no hable de ello más adelante, a menos que la
otra persona se lo pida. Una advertencia: no intente realizar este ejercicio si uno de
ustedes no se siente preparado para enfrentarse al dolor, ya que esta práctica puede
hacer aflorar algún dolor que había sido reprimido y controlado durante años.

CÓMO LOCALIZAR LA PERLA • Considere el comentario sobre la perla como una


metáfora para el dolor y su potencial de cambiar a algo hermoso. Luego, en
respuesta, escriba un poema (explorando sus recuerdos de perlas o el modo en que
aparecen en su vida) o responda a las preguntas que le indico más abajo.

~ 98 -
En reacción a una irritación causada por un parásito o un grano de arena, el
poder autocurativo de la ostra hace que se cubra con capas de aragonita.
Después de varios años, se crea una perla, compuesta de los mismos materiales
del interior de la concha de la ostra, así pues, una perla consigue su belleza y
valor desde lo más profundo de su propio caparazón protector. El brillo único
(«oriente») de las perlas, depende de la refracción de la luz sobre sus capas
translúcidas. La iridiscencia que emiten algunas perlas, está ocasionada por la
superposición de muchas capas sucesivas que dispersan la luz que da en ellas. A
diferencia de otras gemas, las perlas no se tallan ni se pulen. Pueden pudrirse
fácilmente y su blandura hace que sean vulnerables a los ácidos y al calor. A las
perlas les gusta estar sobre la piel humana, que es la mejor manera de mantener
su brillo.

En esta descripción, hay muchas capas de metáforas. Incluya en su diario sus


respuestas a estas preguntas. ¿Cuál es el grano de arena que tiene usted y que
espera atención o ya ha sido tapado? ¿Confía en sus recursos internos para que le
proporcionen las capas que convertirán ese grano de arena en una persona? Fíjese
en las frases «poder autocurativo», «desde lo más profundo de su propia concha
protectora», «su blandura las hace vulnerables», «sobre la piel humana... para
mantener su brillo», ¿qué hay de ellas en usted?

CÓMO DOLERSE DEL PASADO • Vaya al apéndice y lea la introducción. Cuando se sienta
preparado, empiece los pasos para llorar las pérdidas y abusos en su infancia. Siga
con los pasos según su propio ritmo; a medida que vaya leyendo este libro, puede ir
trabajando en un paso con cada uno de los capítulos que le precedan. También
puede optar por hacerlo después de leer todo el libro. Respetar su propio ritmo, es
un elemento esencial de éxito, en cualquier ejercicio.

- 99
SEGUNDA PARTE

Las luchas a lo largo


del camino

Zeus ordenó que sólo en la pena


y el sufrimiento encontráramos
el camino hacia la sabiduría...
Sufriendo conseguiremos llegar
a la comprensión.
ESQUILO, Agamenón
La elección de una pareja

P uede que la mejor pareja nos llegue cuando ni la busquemos ni


evitemos la posibilidad de encontrar a alguien. Nos limitamos a vivir
de acuerdo con nuestras necesidades y deseos más profundos y a fijamos
en las personas con que nos encontramos. Confiamos en que el milagroso
poder de sincronismo del universo nos traerá, precisamente, a la persona
que es mejor para nosotros. Pero aún, más importante que encontrar una
pareja, es cuidar de nuestros corazones en un juego de citas que puede
resultar una empresa devastadora de promesas rotas y expectativas
decepcionadas. Cuidar de nosotros mientras salimos con otra persona,
significa no traicionar nuestra verdadera naturaleza en un intento
desesperado de conseguir que alguien nos quiera. Hemos de conservar
intactos nuestros límites, si no queremos que el proceso acabe en la
autohumillación y abandono de nosotros mismos. No podemos permitir
que nadie se aproveche de nosotros o que nos humille por intentarlo.
Mirándonos a nosotros mismos desde esta perspectiva, pensamos:
«Quiero una pareja, y el primer paso es que cuido de mí mismo. Sigo
siendo el centinela que vigila mi yo interior tan vulnerable durante este
proceso que puede ser muy peligroso para mi autoestima.»

X sin embargo, no podemos ser excesivamente cautos, ya que la


sensación que tenemos de estar vivos, es directamente proporcional al
punto hasta el cual permitimos que nuestros anhelos y ansias corran a sus
anchas por nuestros corazones. Anhelar o ansiar algo es una fuente de
motivación y, por lo tanto, de logro y, de un modo profundo, es nuestra
capacidad de amar. Nuestro objetivo como personas sanas, no es dejar de
ansiar una relación, sino permitir que los demás la satisfagan
moderadamente y seguir un modelo de mutualidad en lugar de necesidad.
Después de todo, las relaciones no se supone que deban satisfacernos
completamente, sino proporcionarnos unos recursos siempre cambiantes
y en evolución mientras pasamos por la vida. Esto sucede cuando

~ 103 ~
nuestros sentimientos son bienvenidos y apoyados con las cinco A y
cuando cada vez más, parte de nuestro lado oscuro, es percibido por el
otro, que lo satisface también con las cinco A.

En nuestros primeros años, es posible que hayamos tenido que es-


conder nuestros yos más profundos, a fin de mantener el vínculo con
nuestros padres, y es posible que nos hayamos acostumbrado a pagar ese
precio y, por lo tanto, seguimos también pagándolo en las relaciones. Nos
quedamos allí donde tuvimos que escondernos, aunque eso cambia
cuando nos convertimos en adultos sanos. Todavía tenemos necesidades,
pero ellas ya no nos tienen a nosotros. Cuando toleramos que nuestras
necesidades no sean satisfechas plenamente, el miedo se convierte en
vulnerabilidad y en nosotros se despierta un amor más generoso. Una
persona sana busca y ansia encontrar una pareja abierta, atrevida y a la
que le importe y que sea capaz de sintonizar y abrazar sus sentimientos.
Eso concede un permiso sin precedentes al niño asustado que tenemos en
nuestro interior para que se libere de los viejos daños o heridas y confíe
en los nuevos lazos.

¿Estoy hecho para las relaciones estrechas e íntimas?

Un compromiso adulto es una empresa perfectamente verdadera de amor


constante. Entraña una buena disposición perseverante de cumplir los
acuerdos y hacer frente a los obstáculos, atendiendo, procesando y
solucionando los conflictos. El resultado es un respeto mutuo y la
felicidad. El verdadero amor no puede ser engañado ni tampoco intenta
engañar a los demás. Como adultos maduros, ya no podernos dejarnos
atraer ni engatusar por el aspecto o las lisonjas. Lo único que importa es
un compromiso mutuo duradero.

Algunas personas confunden el apego con el amor. Es posible que nos


sintamos apegados a alguien y nos imaginemos que le amamos; alguien
puede sentirse apegado a nosotros y nos imaginamos que nos ama. Pero
el amor consciente, atento y dedicado, vincula por medio del
compromiso, y no es un apego que se aforra. Estar apegados a algo o a
alguien nos inmovilizará; el amor, por otro lado, nos ayuda a alcanzar una
evolución progresivamente eficaz y gozosa. También pode

104 ~
mos confundir la dependencia con la conexión. Las personas inseguras
puede que intenten crear una conexión con nosotros promoviendo la
dependencia a través de la oferta de riquezas, humor, halagos, obliga-
ciones o deudas. Las cinco A, especialmente la admisión o el permiso,
ofrecen un camino alternativo fiable.

Por supuesto, no todo el mundo está hecho para una relación ple-
namente comprometida. Uno puede trabajar diligentemente con todos los
ejercicios de este libro y seguir no siendo capaz de satisfacer las
necesidades de otro adulto en un vínculo íntimo. Es posible que no esté
orientado a las relaciones o que, sencillamente, no tenga interés por
realizar el trabajo que exige una relación, llay personas que se sienten
más cómodas con relaciones o amistades ligeras y que, además, sólo
están, psicológicamente, calibradas para ellas. Se sienten impulsados no
por el miedo a la intimidad, sino por un reconocimiento veraz de que la
intimidad no está hecha para ellos. No hay vergüenza alguna en no querer
una relación. Una persona sana no lo es por una relación, sino por su
propio ser.

Muchas personas se han casado por las convenciones sociales en lugar


de por una elección que reflejara sus inclinaciones más profundas, su
disposición y su personalidad. La gente que sólo quiere tener amigos y
nunca esposos o esposas, busca el ritmo de distancia y cercanía que
proporciona la amistad. Prefieren que la ausencia se alterne con la
presencia, en lugar de una presencia continuada, y ello es una opción
legítima. Pero las presiones sociales -una vez interiorizadas— pueden
empujar a esta clase de persona al matrimonio, y el resultado son dos
personas infelices y puede que unos hijos también infelices.

Según la opinión convencional, vivir juntos se considera el objetivo


lógico de las relaciones y un indicador del éxito. Pero la realidad es que a
ciertas personas no les va bien en situaciones de convivencia y les va
mucho mejor vivir separados, incluso cuando la relación se vuelve más
íntima. Una pareja puede descubrir que disfruta de mejores relaciones, sin
estrés, si viven en diferentes pisos, a que si viven juntos. Les corresponde
a ambos miembros de la pareja, decidir el plan más apropiado que encaje
con ellos. Un objetivo primordial en una relación, es asegurarse de que
tiene las mejores probabilidades de sobrevivir, y es posible que eso no
suceda si viven bajo el mismo techo.

El matrimonio y la familia son una vocación especial que no es para


todo el mundo, sino que se trata de una elección individual y no

10
5
colectiva. Es para aquellos que disfrutan con un compromiso para toda la
vida, para trabajar a través, en y dentro de un contexto de familia. Es
igualmente legítimo elegir una vida de celibato, una vida homosexual,
una vida promiscua o el matrimonio, o cualquier variación de todas ellas.
El problema para un adulto sano, no es qué elección hace, sino si refleja
sus verdaderos deseos y se lleva a cabo con integridad. Este libro,
incluyendo los ejercicios o prácticas, está destinado a los lectores gay o
heteros, a los casados y a los no casados, a los amigos, a los compañeros,
a cualquiera que intente amar a alguien y ser feliz.

¿Cómo sabe uno si está hecho para tener una relación? Fíjese en las
categorías siguientes y vea cuáles le describen de una manera más exacta.

Esencialmente no: Algún rasgo muy arraigado me impide tener éxito en


las relaciones. Ejemplos: una introversión tan extrema que no puedo
tolerar estar junto a alguien durante mucho tiempo, trastornos
mentales, una adicción activa, misoginia o misantropía, malas
intenciones criminales o peligrosidad.
Existencialmente no: Algunas de mis características o rasgos me im-
piden tener éxito en las relaciones, pero puedo cambiarlas, necesitaré
dedicarles tiempo y trabajo. Ejemplos leves y extremos: No he tenido
éxito en las relaciones y cada una ha sido peor que la anterior. Las
cosas han de ser de cierta manera. Me encuentro en un ciclo
contraproducente y no parezco capaz de romperlo, por ejemplo, si te
acercas, echo a correr. Mi ego hinchado y pendenciero manda por
encima de todo; no puedo estar equivocado o soportar que me corrijan
y ya no digamos que otra persona sea primera, o dejar que alguien me
haga daño sin unas severas represalias. No soy capaz —o decido no
serlo de ser fiel a una persona. Me quedo atascado; mi infelicidad en
una relación, no me conduce a cambiar ni a dejarla. Prefiero el dolor
de quedarme con esa persona siendo infelices que el dolor de acabar
con la relación. Tengo muy poco deseo sexual o exijo unas formas tan
poco habituales de satisfacción sexual, que el sexo normal no me
interesa. Parezco tener una capacidad mínima —o ninguna- para
perdonar. Una relación no satisface realmente, de forma consistente y
duradera, mis necesidades más profundas, mis valores y deseos, sino
que es una elección que yo hago en reacción a la presión familiar o de
la sociedad. Me siento

- 106
igual si una pareja se va o se queda. Por el momento quiero pasar solo
el 75 por ciento de las horas en que estoy despierto.
Algunas personas ven este problema en términos extremistas: estamos
o no hechos para las relaciones. En realidad, podemos combinar opuestos
aparentes. Podemos conocer nuestro nivel de comodidad y diseñar
nuestro nivel de compromiso para que esté a esa altura. No debemos
tener miedo que alguien se apodere del gobierno de nuestra vida y nuestra
mente. Podemos decidir el tamaño del punto de apoyo que una pareja
puede tener sobre nuestra psique. Esto sucede de dos maneras:
conocemos y respetamos nuestros deseos, valores y necesidades más
profundos y encontramos una pareja que está de acuerdo con ellos y que
está dispuesta a unirse a nosotros en ellos. Las palabras «adultos que
consienten» lo dicen todo: dos personas que son verdaderamente adultas
y que están verdaderamente de acuerdo pueden preparar un plan muy
agradable.

Los candidatos cualificados

Una vez que llevamos a cabo nuestras elecciones de relación de una


manera adulta, una posible pareja que no esté a nuestra disposición, que
no sea recíproco o que no esté abierto al análisis de sentimientos y
problemas, se convierte, por esos mismos hechos, en algo nada atractivo.
Una vez que nos amamos a nosotros mismos, la gente ya no nos parece
bien, a menos que sean buenos para nosotros.

Una persona es candidata a una relación cuando es capaz y está


dispuesta a dar y recibir amor, a manejar los sentimientos, a compro-
meterse y a cumplir los acuerdos. Puede mostrar las cinco A de maneras
agradables, satisfactorias y no invasoras. Puede perdonar y olvidarse de
su ego durante el tiempo suficiente para solucionar problemas de una
manera amistosa y justa la mayor parte del tiempo. En sus interacciones
sigue un modo de reconciliación y no de venganza. La ama por usted
misma y no por ser la última mujer que llena la casilla de su vida que dice
«hembra». (A este respecto, las relaciones por despecho son
especialmente peligrosas.)

Un candidato adecuado cumplirá, probablemente, los siguientes cri-


terios:

• Vive razonablemente cerca.


~ 107
• No tiene unos vínculos perturbadores que hagan imposible un
verdadero compromiso, como otra relación en marcha, una antigua
relación sin terminar, un divorcio pendiente, un progenitor al que debe
atender o consultar (los hijos no representan un obstáculo, a menos que
exijan o se les preste tanta atención que él/ ella dependa de sus
necesidades y no tenga vida propia).
• No tiene adicciones activas.
• No tiene obsesiones religiosas o políticas que le dominen.
• Estará de acuerdo con usted, en tener o no tener hijos.
• Tiene la capacidad, accesibilidad e interés sexual necesarios, para
satisfacerle, o puede trabajar en ello dentro de la relación.
• No tiene incapacidad alguna respecto al dinero (por ejemplo, no puede
ganarlo o gastarlo, ahorrarlo, compartirlo, contribuir, recibir).
• Es su amigo/a y no únicamente su pareja sexual; le encanta su
compañía y es compatible.
• Comparte intereses con usted.
• Está a un nivel intelectual muy cercano al suyo, de forma que no tenga
usted que bajar de categoría su vocabulario o su agudeza intelectual.
• No está buscando al hombre/mujer ideal. (Si se necesita a la mujer
ideal no se quiere a una mujer real ¡que es la única clase que hay por
aquí!)
• No le parece a usted un ideal; no está usted tan enamorado/a que no es
capaz de ver su lado oscuro.
• Fia hecho, por lo menos, la mitad del trabajo necesario para ser sano
en cuanto a la vida y las relaciones.
• Satisface los criterios despiadados que se aplican a todas las elecciones
importantes: su relación con esa persona refleja y satisface sus
necesidades, valores y deseos más profundos.
• Puede y le encanta concentrarse en usted de una manera duradera y
delicada.
• Tiene la aprobación y la bienvenida de su trío personal: su cabeza, su
corazón y su instinto.
¿Encajan estos criterios con su pareja potencial o actual?

10
8
¿Qué pretendemos?
Todos los días, la verdadera caricia
sustituye al amante fantasmal.
ANAÍS NIS

Ahora ya tenemos todos claro que las transacciones completadas de la


infancia, se acomodan en un estado de reposo en nuestras psiques, al
contrario que las necesidades no satisfechas y las transacciones incom-
pletas que, como los deseos y sueños no cumplidos, claman todas nues-
tras vidas por su consumación, cerniéndose por encima de la mayoría de
nuestras relaciones. Así pues, hemos de aprender a terminar nosotros
solos nuestros antiguos asuntos emocionales cuando una pareja no los
termine por nosotros o con nosotros.

¿Qué pretendemos cuando buscamos una relación? Nuestra intención


aparente, es posible que sea justo lo contrario del verdadero porqué.
Cuando lo que decimos que queremos es igual que lo que nos
proponemos hacer, es que tenemos un plan consciente. Por ejemplo,
decimos que queremos una relación y lo decimos de verdad, así que
estamos dispuestos a comprometernos. Por otro lado, un plan secreto
acostumbra a sernos desconocido y lo tenemos cuando en realidad
queremos lo opuesto de lo que decimos que queremos. Por ejemplo, una
mujer que dice que está buscando una pareja y se interesa en especial por
un hombre que parece inalcanzable; sin embargo, cuando ya puede
conseguirlo pierde rápidamente el interés por él. La clave para el plan
verdadero de una persona, está siempre en el modo en que termina la
transacción. En este ejemplo, la verdadera intención de la mujer
-realmente desconocida para ella- no es encontrar una pareja, sino
conquistarl una, para luego ya no querer tenerla.

Aquí tenemos otro ejemplo: Pedro se presenta diciendo que está


buscando una pareja íntima. Su intención secreta, sin embargo, no es
encontrar una intimidad adulta, cosa que le asusta profundamente, su
fantasía de intimidad es que le abracen y le cuiden físicamente, pero

10
9
no está tan preocupado por lo que su pareja obtenga de él. Es interesante
ver que cuando Pedro encuentra a alguien, o bien ella es la persona
adecuada pero no está disponible, o bien está disponible pero no es
exactamente adecuada. Esto le hace seguir buscando y se siente de-
cepcionado, aunque está plenamente convencido de que está buscando
intimidad y no la encuentra. Sin embargo, en realidad sólo está haciendo
prácticas.

La intención secreta de Pedro es un secreto incluso para él. Es posible


que le aterrorice estar cerca de alguien. Es posible que se sienta
impulsado a repetir una decepción original con las mujeres, que ya se ha
convertido en habitual. Sus acciones y frustraciones le indican dónde debe
trabajar, pero ¿lo hará alguna vez? ¿A cuántas mujeres les dará la culpa y
cuántas relaciones se agriarán antes de que lo vea? Si no reconoce este
patrón, Pedro nunca sabrá cuál es su propia intención, lo mucho que le
incapacita para la intimidad y la relación que tiene con los problemas de
sus primeros años, o de qué modo puede hacer el trabajo que le liberará
de esa derrota que se inflinge a sí mismo.

Pablo, a diferencia de Pedro, tiene un plan abierto y ningún secreto. Su


fantasía es abrazar y ser abrazado por alguien que no tenga poiqué ser
perfecto. Cuando encuentra una pareja potencial, se pregunta: «¿Está
disponible, se aproxima a lo que quiero y nos estamos poniendo cariñosos
los dos?» Si no está disponible —por atractiva que sea— no desperdicia
su energía, sino que la deja de lado. Pablo basa su nivel de sensibilidad en
sus poderes intuitivos de evaluación. En una pareja, cuando se encuentra
con obstáculos y conflictos, los soluciona junto a ella, de la manera en
que lo hace un adulto que tiene una relación comprometida.

Pedro y Pablo ilustran la distinción entre querer y desear. «Querer» es


querer algo de verdad, elegir tanto el objetivo como los medios para llegar
a él. Esto significa, aceptar el trabajo y los riesgos involucrados para ver
cómo acaba algo. Desear, por otro lado, sólo es estar enamorado del
objetivo. Pedro desea la intimidad; Pablo la quiere de verdad.

'Ianto Pedro como Pablo, es posible que se casen. Pablo elige sabia-
mente a su pareja porque el matrimonio le va bien. Pedro al final, se casa
con alguien con quien pueda continuar jugando al escondite.

~ 110 ~

Se casa porque eso es lo que hace todo el mundo, tomando la gran


decisión antes de que se conozca verdaderamente a sí mismo. Encontrar
una pareja adecuada acostumbra a ser fácil para las personas como Pedro,
porque hay más personas que se sienten atraídas por una franqueza y
disponibilidad aparentes, que las que se sienten atraídas por una auténtica
franqueza y no disponibilidad. Pedro tendrá pues, muchas más candidatas
entre las que elegir que Pablo, pero no es porque las candidatas sean
tontas, sino porque tienen miedo. Después de todo, algo que sea de
verdad, puede exigir y doler, y eso no hay duda de que no es nada
familiar.

Para determinar la disponibilidad, hay que evaluar una cualidad final.


Un escritor necesita saber si su ordenador tiene suficiente memoria para
guardar el volumen de material con el que tiene que trabajar. De igual
modo, el proceso de conflicto en las relaciones puede ocupar gran
cantidad de energía emocional, así que necesitamos saber si tenemos la
suficiente para trabajar en la clase de conflictos que surgen en una
relación y si nuestra pareja también dispone de ella. Por ejemplo, si su
pareja potencial tiene profundos problemas de confusión e inhibición
sexual a causa de la existencia del incesto en su pasado, eso exigirá que
ambos trabajen seriamente y durante mucho tiempo si quieren tener una
vida sexual feliz. ¿Está usted dispuesto a ello? ¿Y su pareja? Si no es así,
está emprendiendo un proyecto que no puede acabar. Trabajar en terapia
personal o en un grupo de apoyo puede ayudar, pero si no es capaz de
llevar la carga de sus problemas personales, ninguna cantidad de amor
creará la suficiente cantidad de viento para que su buque pueda realizar el
viaje. El compromiso de solucionar los problemas cuando surjan, es la
única señal de que queremos de verdad una intimidad plena. Sólo ese
compromiso marca la diferencia, no lo hace el ser bien parecido, ni las
palabras vacías, ni lo que buscamos, ni siquiera lo que encontramos. Un
adulto conoce sus límites, los cuida y los amplía siempre y hasta donde
puede.

Incluso si no encontramos las cinco A en la infancia, podemos en-


contrarlas —y darlas- a una relación adulta verdaderamente íntima que
permita un intercambio de sentimientos sin restricciones. Por supuesto, no
todas las relaciones sanas ofrecen esto. Algunas parejas sólo quieren un
compañerismo (camaradería) ligero y sin exigencias; mientras que otras
quieren compartir sus sentimientos y experiencias más profundos, tanto
pasados como presentes. Ambos estilos son aceptables.
pero es importante que sepamos si una pareja potencial está buscando el
mismo estilo de relación que nosotros. En ambas clases de relaciones se
producen conflictos, pero en la primera se tratan a la ligera y no se les
tiene en cuenta como los horrendos dramas del pasado de uno. Sin
embargo, en la segunda, el conflicto se trata de un modo directo y
despiadado, con lo que podrían derivar en unos sentimientos desagra-
dables y chapuceros. Muchos crecimos viendo ambos modelos en las
películas de las décadas de 1940 y 1950: La camaradería adorable y ligera
de Cary Grant y Myrna Loy en Los Blandings ya tienen casa, era
completamente diferente de la intimidad espeluznante de Marión Brando
y Kim Hunter en Un tranvía llamado Deseo. Si queremos la casa soñada
del Señor Blanding, será mejor que no subamos al tranvía del Deseo.

Una manera de saber si alguien está abierto a trabajar en una relación


con usted, es ofrecerle este libro. Fíjese en si lo lee, si reacciona negativa
o positivamente y, por encima de todo, si quiere comentarlo e incluso
poner en práctica sus sugerencias, junto con usted. Leer y trabajar juntos
en este libro, también le será útil si le preocupa que su pareja haya dejado
de crecer.

Revelación total

Ronco terriblemente, bebo de un modo exuberante,


trabajo excesivamente y mi futuro se está acercando a su final.
Pero soy alto y judío y te amo.

DAVID O. SELZNICK, cuando pidió la mano a Irene Mayer.

La primera exigencia para que haya confianza y compromiso, es decir la


verdad. En ocasiones no compartimos nuestros sentimientos y reacciones
con una pareja, porque nos parece que no será capaz de soportar que
seamos realmente sinceros. Sólo cuando la relación ya ha terminado,
soltamos plenamente todo lo que hemos guardado y siempre hemos
querido decir o mostrar. Entonces descubrimos lo inhibidora que ha sido
la relación y lo muy asustados que estábamos de saber toda la verdad, la
nuestra y la de los demás, Teníamos miedo de decir lo que el otro tenía
miedo de escuchar. Nos perdimos las cinco A, pero soportamos el déficit
para mantener el vínculo y evitar acabar solos.

Pero cuando confiamos en la intención amante y en la lealtad de otra


persona, podemos decirlo y escucharlo todo. En el ambiente contenedor
de la intimidad, podemos permitir que la verdad emerja sin miedo,
vergüenza o turbación. Esta confianza florece cuando los componentes de
11
2
una pareja están comprometidos a trabajar en ellos mismos. La
información personal que intercambiamos entonces, no da miedo, sino
que se convierte en grano para el molino. Así pues, el compromiso con el
trabajo personal es el equivalente al compromiso con la intimidad y
puesto que revelarse uno mismo implica dejar estar al ego, en ello
también hay una práctica espiritual.

Mientras, es posible que queramos formular algún tipo de revelación


para que una pareja nueva pueda saber en qué y dónde se está metiendo,
pero únicamente si estamos abiertos a recibir el feedbacl^ de la pareja,
porque es seguro que nos conducirá a eso. La paradoja es que la
revelación de uno mismo, conduce también a un mayor conocimiento de
uno mismo. Lo que sigue es un ejemplo, algo humorístico, de lo que
puede ser decir la verdad:
Nuestra relación parece que se está volviendo seria y me alegro de ello. A fin de
que todo siga estando claro entre nosotros, me gustaría contarte algunas cosas
de mí. Empezaré por las cualidades menos atrayentes y luego pasaré a otras que
puede que sean más alentadoras.
Quiero muchísimo amar y ser amado, pero he de admitir que mis temores me
hacen luchar con uñas y dientes ante cuanto está próximo a suceder. Sólo puedo
ser amado por alguien lo bastante flexible para admitir esta falta de adecuación o
insuficiencia. De hecho, nadie se puede fiar de que yo sea perfecto en alguna
área.
Si sólo eres capaz de amar a alguien que cumpla tus especificaciones como la
pareja perfecta, no me quieras a mí. Si tienes una definición del amor, yo no la
satisfaré porque, además, no tengo mucha experiencia en hacer las cosas bien.
Lo más probable es que yo no vaya en tu busca con tanta frecuencia como a ti te
gustaría. A menudo soy combativo, especialmente cuando me doy cuenta de que
se está empezando a producir la intimidad. Es posible que no siempre te escuche
o incluso no intente entenderte. Es posible que no siempre esté ahí para ti
cuando me necesites. Es posible que no te acepte tal como eres. Puedo seducirte
con mi aspecto, mis encantos, mis palabras, o el sexo y luego ¡es posible que no
cumpla!
Parezco autosuficiente, pero no se trata más que de una fachada. Por debajo de
ella, estoy necesitado, asustado, desnudo y solitario Puedo mentir o esconder mis
verdaderos sentimientos y puedo huir de los tuyos.

11
3
Puedo intentar conseguir que hagas cosas para mí o que me las proporciones. Esas
son mis maneras de conseguir que tú demuestres que me amas.
Es posible que quiera una relación por razones narcisistas: tenerte ahí para mí
cuando y como yo quiera. Puede que no esté disponible para un verdadero
intercambio. Es posible que no dé la bienvenida a alguien que llega con exigencias
personales y tendré que aprender a hacer honor a las mismas y es posible que ello
me lleve tiempo. ¿Tienes tiempo?
Me he dado cuenta de que con mi historial de infancia angustiada, la cuesta de las
relaciones se va inclinando mucho. Puede que vea en ti a uno de mis progenitores o
a ambos y que intente conseguir que me des lo que ellos me dieron o no pudieron
darme.
Es posible que intente controlarte. Tendrás que estar atento para pillarme en mis
múltiples modos marrulleros de manipularte. Y si me pillas y me lo echas en cara,
puedo tener tanto miedo que te ataque por enfrentarte a mí. Puede que no sea
capaz de soportar tu libertad o tus elecciones. Soy celoso e incluso paranoico en
ocasiones. El hecho de que tengas amigos íntimos puede resultarme intolerable.
Si tú necesitas a alguien que no te haga llorar nunca, yo no soy el adecuado. Podría
hacerte daño.
Sólo puedes amarme tal como soy, no como tú necesitas que sea. Te decepcionaré
una y otra vez, y otra vez más siempre que esperes que yo cumpla tus criterios. Sólo
puedes amarme incondicionalmente y sin garantías de que hacerlo así, te vaya a
proporcionar alguna recompensa.
Por otro lado, también puedo ofrecerte algunas cosas valiosas, más de lo que el
dinero puede comprar (cosa de la que es posible que no siempre tenga en gran
cantidad). En cada una de éstas, reconozco mis limitaciones y me comprometo a
trabajar en ellas.
Sé quién soy y no me avergüenza admitir lo que sé. Al mismo tiempo, sé que soy
capaz de mentir o esconderme para protegerme.
Estoy trabajando en mí mismo. Estoy buscando maneras de amar de un modo más
auténtico. Lo hago a fuerza de errores, preguntando y haciendo, cayéndome y
levantándome, dándome de puñetazos y dejando que me los den, siendo y
volviéndome algo.
Quiero amarte del modo que tú quieras ser amada y agradeceré que me digas cómo.
Estoy siempre examinando mi comportamiento para ver exactamente, cómo soy de
controlador y exigente y aunque a menudo no me dé cuenta, te agradezco que
digas: «¡Ay!» Cuando veo en qué y cómo molesto, rectifico. Es posible que te haga
daño, pero nunca será con malicia, sólo porque no me doy cuenta o porque mi
asustado ego está estrangulando mi deseo de ser amable.
Estoy intentando sentirme más seguro siendo vulnerable, dejando que la verdad
salga a flote, por muy amenazado que eso me haga sentir. Es un trabajo en progreso
que no está, ni siquiera, cerca de estar terminado. Puede que incluso puedas oír
cómo me abro precisamente ahora, en esta presentación honesta -y embarazosa- de
mí mismo. No estoy intentado quedar bien. Quiero ser lo bastante bueno para amar
honestamente y quiero ser transparente para que puedas ayudarme a conocer
dónde debo trabajar.

~ 114
Actúa de acuerdo con mi actuación, no con mis promesas; revisa mi historia
llamando a mis anteriores esposas, parejas, amantes y amigos. Luego busca señales
de cambio. Decide teniendo los ojos bien abiertos; da un consentimiento informado.
Si sabes que soy un ser humano falible con amor para dar y no mucha práctica en
darlo de forma consistente pero que me he comprometido a seguir practicando, no
voy a decepcionarte. A mí sólo se me puede amar con todos mis defectos, mis
esfuerzos por rectificarlos y mis fracasos en ese intento. Acéptame tal como soy y
ama lo que pueda suceder entre nosotros.
A mí sólo puede amarme alguien que me ame por mi fragilidad, el alcance de la cual
seguirá sorprendiéndonos a ambos. A mí sólo puede amarme alguien que me ame
con mi arrogante ego, con mi lado oscuro y con todas las cicatrices de mi infancia. A
mí sólo puede amarme alguien que, como yo, se haya librado de la creencia de que
cualquiera puede ser perfecto para cualquier otra persona.
Harán falta redaños y perseverancia para estar conmigo. Necesitarás unos brazos
que puedan sostener a un niño interior asustado sin perder el respeto al adulto
exterior. Necesitarás ojos que puedan vislumbrar el terror que en ocasiones se
esconde detrás de una máscara de rabia. Necesitarás un corazón que sea capaz de
soportar el dolor y la pérdida sin perder la confianza en el amor que está intentando
encontrarte.
He vivido demasiado tiempo en el pasado de «no lo suficiente» y en el futuro de
«todavía no». Me siento más preparado que nunca para el amor en el aquí y el
ahora. Me he enamorado antes, habitualmente con la imagen de un ideal o la
proyección de una pareja de fantasía. Pero esta vez. me gustaría levantarme y estar
enamorado del tú verdadero. Esta vez. trabajaré para doctorarme en las cinco A.
Puede que sólo de esta manera tú y yo no nos perdamos el amor, esa cosa tan
maravillosa.
Acabo con estas palabras de Twelfth Night: «Te he abierto incluso el libro de mi alma
más secreta.»
PD.: No te dejes engañar por mi elocuencia. En ocasiones puedo ser absolutamente
rudo.
He llegado a reconocer que ser digno de confianza no exige que yo sea rígidamente
compatible sino que sea fiablemente real... ¿Soy capaz de ser lo bastan te expresivo
como persona para que yo me comunique sin ambigüedades?
CARL ROGERS

La sexualización de nuestras necesidades

Los actores y el escenario pintado se llevaron todo mi amor


y no esas cosas de las que eran emblemas...
Ahora que mi escalera ha desaparecido
debo yacer donde empiezan todas las escaleras.
en los asquerosos andrajos y huesos del corazón.
W. B. YEATS

A santo lomas de Aquino le preguntaron en una ocasión, si Adán y Eva


habían practicado el sexo antes de su destierro del Jardín del Edén, antes
de que el ego se convirtiera en la fuerza impulsora de la elección humana.
11
5
El respondió: «¡Sí! La intensidad del placer no está excluida del estado de
inocencia; sólo la fiebre de la lujuria y la inquietud lo están.» Es posible
que a partir de este pensamiento, empecemos a ver a lo que puede
parecerse el sexo con las cinco A: la motivación primordial para cada uno
de nosotros es dar placer al otro, no hay un objetivo, durante toda la
cópula permitimos unos niveles cambiantes de excitación sexual y lo
comprobamos continuamente entre nosotros por medio del contacto
visual, sonrisas y abrazos.

Existe, realmente, una base física para una conexión entre la atención
o cuidado y la gratificación sexual. La hormona de la pituitaria, la
oxitocina se libera en los momentos cariñosos que siguen al sexo. La
oxitocina actúa sobre las glándulas mamarias para estimular la secreción
de leche en las madres lactantes. Parece que la naturaleza pretende que el
sexo este conectado con la ternura de la alimentación, como si, en el
amor, amamantáramos mutuamente a nuestros corazones.

El sexo menesteroso lleva consigo esa carga u obligación deliciosa, la


excitación de sensación involuntaria y de fuerza irresistible, la anti-
cipación del éxtasis, la forza del destino. La lujuria obligada explota
nuestras ansias y costumbres inconscientes. Es una sensación (una re-
acción física autonómica) y no un sentimiento (una respuesta física,
emociona] e inteligente). El sexo basado en una obligación, es estimu-
lante y sensacional, pero no incluye la autentica profundidad de senti-
miento que se requiere para la intimidad.

En ocasiones, buscamos una relación sexual no para compartir una


pasión adulta, sino porque creemos que la respuesta sexual de otra perso-
na satisface nuestras necesidades emocionales insatisfechas, o incluso,
nos concede una sensación de seguridad. Es posible que nos parezca que
simplemente estamos buscando sexo, cuando en realidad estamos bus-
cando ser recibidos y confirmados personalmente con las cinco A. Cuan-
do secularizamos de este modo nuestras necesidades, estamos reclutando
a nuestros genitales para tareas para las que no han sido diseñados.

El sexo es un tramposo. Puede parecer bueno por muy poco


gratificante o por muy problemática que sea la relación. El sexo incluso es
capaz de sobrevivir ileso en medio de los malos tratos o la ira, pero eso no
es una habilidad, sino que puede indicar una incapacidad severa y
confusión en la manera de cuidarse uno mismo. Tal como Eurípides
escribió con sorna en Medea: «Si tu vida nocturna es buena, crees que ya
lo tienes todo.»

Puesto que el sexo conduce al vínculo, los problemas con el sexo en


11
6
una relación, pueden aumentar con el miedo a la intimidad. Cualquiera
que tenga miedo al compromiso, echará a correr en cuanto note que crece
el vínculo que se forma, automáticamente, cuando el sexo madura. Esa
carrera puede adoptar la forma de una rotura o de un alboroto (ira,
infidelidad, conductas adictivas, etcétera).

Una relación que se base únicamente en el sexo, en lugar de en una


amistad satisfactoria que incluya sexo, puede convertirse en cenizas en los
años venideros. Estas relaciones son capaces de soportar treinta años de
matrimonio, pero serán rancias, nada educativas y más que lamentables.
Un adulto hace la transición de la atracción como obligación a la
atracción como elección. No reprime la obligación, sino que la disfruta.
Pero no se queda atrapado en un melodrama por culpa de la misma.
Cuanto más sosa sea la vida interior de las personas que tienen relaciones,
más sofisticada será su búsqueda de excitaciones, de sensación sin
sentimiento. Hay personas que únicamente han practicado el sexo como
sensación, y es posible que ésta sea la definición de superficial.

A medida que nos volvemos más sanos y más adultos, ya no buscamos


sexo por disfrute, sino que compartimos el sexo a causa de la alegría o
disfrute. Cuando hay felicidad en nuestro mundo interior, dejamos de lado
la frenética búsqueda de felicidad en el sexo. De hecho, renunciamos al
deseo por cualquier cosa fuera de nosotros mismos porque ya no hay nada
fuera de nosotros mismos, únicamente una unicidad que se expande
constantemente. Permitimos que el sexo
sea normal y corriente, y que ya no ocupe más espacio en nuestras vidas
del que nuestros genitales ocupan en nuestro cuerpo. Un buen ejemplo de
ello es la siguiente historia:
Jaime, de cuarenta años, es un contratista de obras felizmente casado con
Sandra, de treinta y seis años, con quien tiene tres hijos. Sandra es todo lo que
Jaime siempre ha querido en una esposa: sensible, solícita, fiel, entregada al
cuidado de sus hijos, financieramente cuidadosa, inmaculadamente limpia y nada
exigente en cuanto al sexo; incluso hace la col rellena exactamente igual que la
madre de Jaime. Su vida hogareña es tranquila y estable, notablemente libre de
alcoholismo, malos tratos, adicción al juego, deudas o disputas matrimoniales.
Jaime y Sandra tienen un vínculo fuerte y permanente y ninguno de los dos ha
pensado o pensará jamás en divorciarse o separarse.

Pero sin que Sandra lo sepa, Jaime tiene y ha estado teniendo durante los
últimos dos años y medio, un amorío ardiente con Silvia, de veintinueve años,
una de las secretarias del trabajo. Se quedan en la oficina hasta altas horas de la
noche, tienen conversaciones telefónicas con sordina, a primera hora de la tarde

11
7
acuden a moteles que están dos ciudades más allá y se citan subrepticiamente,
para encontrarse en playas casi desiertas. La excitación de su aventura es
alimentada por un abandono sexual que ninguno de los dos había pensado que
fuera posible, lo que intensifican con la utilización ocasional, de drogas blandas.

A veces, Silvia llora y se enfurece por el papel subordinado que tiene en la


vida de Jaime y, en ocasiones, amenaza con revelar su secreto, cosa que a Jaime
le causa un miedo terrible. Pero él también alimenta las llamas que hacen hervir
el caldero, con sus celos posesivos y paranoicos respecto a ella. Todo ese
dramatismo hace que todos los momentos que pasan juntos, estén cargados de
adrenalina. Ilace que Jaime piense que no es posible que tenga los cuarenta años
que tiene en realidad y, por su parte, a Silvia le parece que su presencia en la vida
de Jaime es una emoción que nunca cesa. Un hecho que comprendió aún con
mayor claridad la noche en que él le recitó un poema de Emily Dickinson, que
había oído en una clase sobre relaciones, a la que está asistiendo con Sandra.

¡Noches salvajes, noches salvajes!


Si yo estuviera contigo,
¡Unas noches salvajes serían nuestro lujo!

Sin que ni Sandra ni Silvia lo sepan, Jaime, desde su época en el ejercito,


siente de vez en cuando, misteriosamente, la necesidad de asistir a una sala de
cine porno donde se queda mirando con fascinación y arrobamiento, las
imágenes de mujeres hermosas, pero más bien desaliñadas, que aparecen en la
pantalla enseñándolo y haciéndolo todo por él. Durante estos momentos furtivos,
se masturba compulsivamente, temiendo siempre ser reconocido al entrar o salir
de ese «palacio de oscura noche» como decía Shakespeare.

Resulta que Jaime está protegido de unos sentimientos profundos por un


cuerpo bien entrenado. A la primera señal de soledad, abatimiento o miedo, sus
hormonas acuden al rescate, produciendo una inclinación urgente al sexo. Jaime
se imagina que se trata de un verdadero deseo sexual, pero en realidad es un
reflejo condicionado, una respuesta a los pavorosos estímulos de un sentimiento
no querido. Todo lo que Jaime tiene que hacer, es elegir. Puede retorcerse en el
salvaje abrazo de Silvia, o escabullirse, furtivamente, en el anonimato del cine X.
Jaime tiene una varita mágica que puede utilizar en cualquier ocasión.

La construcción a distintos niveles de las relaciones de Jaime, muestra lo


profundamente integrada que está su sexualidad con el resto de su vida, aunque
él no lo ve así. Se felicita por tener, todavía, tanta libido que que mar, cosa que
para él, es señal de una masculinidad que no envejece. Sandra satisface su
necesidad de legitimidad; Silvia la de sentirse juvenilmente viril; y sus princesas
porno, le dan un rápido alivio. A él estas tres necesidades le parecen
absolutamente reales y urgentes. Por mucho que Sandra le ofrezca, no es capaz

11
8
de cancelar sus otras necesidades, y por mucho que le ofrezca Silvia, no es capaz
de conseguir que él rompa su matrimonio. Jaime lo sabe y no culpa ni a Sandra ni
a Silvia, de nada. En su interior, reconoce que tiene lo que quiere, lo tiene todo.

Cuando Jaime asiste a reuniones familiares, se siente afortunado por tener


una esposa tan maravillosa como Sandra, pero también se siente culpable por sus
traiciones secretas. Cuando firma, con nombre falso, el registro de un motel, se
siente afortunado por tener una amante tan apasionada esperándole, pero
también siente vergüenza. Cuando entra en el cine X y ve a los solitarios
desesperados que acechan allí, se siente afortunado porque él, por lo menos,
tiene unas verdaderas relaciones a las que volver, a pesar de que cuando sale,
también se siente disgustado consigo mismo.

11
9
Pero Jaime se traga la culpa y la vergüenza y nunca piensa que no es
auténtico porque, para él, ser aceptable es cuestión de equilibrio. Mientras sea
capaz de tener sus tres mundos separados y a dos de sus mujeres íelices, tiene el
control. Y como para él la salud mental es cuestión, únicamente de control,
piensa que no necesita ayuda ni que tiene nada que solucionar. Es capaz de vivir
durante años, tal como lo hace hoy, sin perturbarse ni sentirse molesto, en su
castillo de naipes de tres pisos.

Una nota interesante respecto a esta historia: A lo largo de los años se


la he leído a mis alumnos y cada vez, sin excepción, a la mayoría de los
hombres que asisten a las clases, el arreglo que tiene Jaime les parece
perfectamente justificado y envidiable; mientras que las mujeres lo
encuentran inaceptable. ¿Con qué se queda usted? Lea esta historia a su
pareja y a sus amigos y compare las reacciones que muestran con respecto
a la misma.

Tantos anhelos

Es posible que sintamos que nuestra vida no tiene sentido si no estamos


enamorados de alguien o no tenemos una relación sexual. Si es así, nos
desacreditamos a nosotros mismos y nos perdemos todo lo que es y de
qué va el resto de nuestra vida. Cuando sentimos la absoluta necesidad de
tener una relación de amor individual, estamos en realidad encon-
trándonos con una fuerte necesidad de trabajar, personalmente, en no-
sotros mismos. Nuestros anhelos por ese alguien especial, ese que lo es
todo y lo representa todo en nuestras vidas, también nos distraen de
nuestra práctica espiritual de la compasión, ese amor más amplio que es
nuestro verdadero destino y enfoque como seres iluminados.

No se trata de que el amor erótico e íntimo no sea digno de las


empresas humanas, sino que parece funcionar mejor si los enfocamos con
la mente consciente, atenta y dedicada. Nos relacionamos con nuestro
deseo de amar, atenta y dedicadamente, sintiéndolo a fondo, siento
testigos de cómo cambia y a dónde nos conduce y aceptando que puede
ser satisfecho pronto o no. La alternativa dolorosa es quedar poseídos por
nuestro deseo y tan obsesionados por él, que la perspectiva nos abandona
y nos encontramos como un prisionero que ve. únicamente, las paredes de
su celda y cree que son un mundo con cuatro rincones. En ese estado no
somos conscientes de cómo funciona el deseo o de cómo puede ser un
medio para alcanzar la madurez espiritual y psicológica.

~ 120 ~
Revelar nuestros anhelos a nuestra pareja, es confiar en que los com-
prenderá, los albergará y los reflejará como algo perfectamente legítimo.
Esa validación es lo que ansiamos aún más que su satisfacción. En
ocasiones nuestros anhelos son tan fuertes, y la pareja de nuestros sueños
tarda tanto en llegar, que nos conformamos con sexo como si fuera amor.
Afortunadamente, abundantes relaciones o contactos con escaso amor,
hastiarán rápidamente. Este hastío puede ser un don que dirija a nuestra
psique de vuelta al camino de la integridad.

Cuanto más sanos estamos, más queremos sólo, la combinación de


amor y posesión y no las abreviaciones rotas que proceden de extraños
que ofrecen una relación sexual de una sola noche o sexo a cambio de
dinero. Cuanto más respetemos nuestra propia sexualidad, menos pro-
babilidad habrá de que se impida su desarrollo o se adormezca. Cuando
reservamos el sexo con propósitos amorosos y durante tanto tiempo como
tarde el amor en llegar a nosotros, nos sirve a nosotros y a los demás
como un medio de llegar a más amor.

El sexo no es un juego. Hace que surja una verdadera y duradera emoción, así
como unas consecuencias prácticas. Ignorarlo es degradarse uno mismo y no
tener en cuenta la importancia de las relaciones humanas... Una vida sexual
activa, dentro de un marco de compromiso personal, aumenta la integridad de
las personas involucradas y forma parte de una vivacidad floreciente.
EPICTERO

El destino desempeña un papel

Me prepararé y algún día llegará mi oportunidad.


ABRAI IAM LINCOLN

El sincronismo es una coincidencia consciente que nos dirige hacia


nuestro destino. Algo, no sabemos que, está siempre trabajando, no
sabemos cómo pero sí sabemos por qué, para ayudarnos a librarnos del
miedo y abrirnos al amor. Así pues, encontrar una pareja no depende
completamente de nuestros esfuerzos, sino que entran en juego otras
fuerzas, sobre las que no tenemos control alguno.

Julio es un joven que desea ardientemente encontrar a la mujer de sus


sueños. Piensa que está haciendo todo lo correcto: sale todos los fines de
semana, contesta anuncios, está suscrito a servicios de citas y se acerca a
las damas de honor en las bodas de sus amigos, en las que a menudo, es
padrino o testigo. Pero nada de todo eso funciona. Frustrado y
descorazonado, decide abandonar todo eso por un tiempo y dejar que la
12
1
naturaleza siga su curso.

En otra parte de la ciudad, Julia desea poder encontrar al hombre de


sus sueños: uno con sentimientos tiernos, intereses similares a los suyos,
sentido del humor, un aspecto razonablemente bueno y que esté
básicamente cuerdo, lo que en estos días parece significar que no se es el
asesino de la sierra mecánica. A veces sale con sus amigas, estuvo un
tiempo -muy poco- inscrita en un servicio de citas (sin suerte) y ha sido
muchas veces dama de honor en las bodas de sus amigas, aunque huye de
los invitados que intentan acercarse a ella con el valor que les proporciona
el alcohol. Al igual que Julio, Julia ha abandonado la búsqueda y está
dejando que el universo se haga cargo del asunto, a pesar de que se queja
de que se está tomando todo el tiempo del mundo.

A Julio le gusta el ciclismo y cada día recorre el mismo camino al lado


de la playa. Un día, sin motivo aparente, decide tomar un camino
alternativo a través del jardín botánico y, a pesar de que habitualmente va
muy rápido sin detenerse en sitio alguno, en esta ocasión se permite
detenerse y oler las flores.

Llevando de la mano a su bicicleta a través del jardín, a Julio le llama


la atención la belleza de una hilera de cactus entre dos senderos. De
repente se da cuenta de que uno de los cactus ha florecido con una
asombrosa flor blanca y dorada. Sabe que estas especies florecen sólo una
vez al año y durante un día, así que la flor le atrae con una concentración
instantánea e intensa y se inclina, espontáneamente, para disfrutar de ella.

En ese mismo momento, en el camino paralelo, sin que Julio, in-


toxicado por la fragancia, se dé cuenta de ella, una joven que trabaja en el
jardín botánico también se inclina para experimentar la dulzura

12
2
de la flor. Sus cabezas chocan de forma sonora aunque sin dolor y de
repente se encuentran mirándose a los ojos y lo único que hay entre ellos
es la fragancia del cactus.

Julio dice: «Vaya, verdaderamente juntamos las cabezas para disfrutar


de la flor, ¿no?» y Julia responde con una sonrisa: «Sí ¡se podría decir que
es una verdadera reunión de mentes!» Pronto descubren que tienen más
cosas en común que un sentido del humor. A ambos les gustan los cactus,
los cultivan en su casa, saben todos los nombres en latín de las diversas
especies y son lo suficientemente torpes, para haberse pinchado con
frecuencia con las espinas de los cactus, una clara señal de que están
preparados para una relación.

Un año más tarde, Julio y Julia llegan por fin a una boda, en la que no
son ni testigo ni dama de honor. En esta alegre ocasión, sin tener ni idea
del modo en que se conocieron o de su mutuo interés botánico, la persona
que les va a casar y que ama la poesía, cita estas líneas de la Elegía de
Cray: «Más de una flor nace para florecer sin que nadie la vea, y
desperdicia su dulce aroma en el aire del desierto.» Esta dulzura no se
desperdicia en Julio y Julia, sino que dura más allá de su extraordinario
romance, de sus conflictos normales y perfuma sus vidas de almas
gemelas.

'lodos los acontecimientos de esta historia son coincidencias, pero


también son un ejemplo de sincronismo —o sea, de una coincidencia y
oportunidad consciente- porque siguen y cumplen los destinos personales
de dos personas. ¿Es una coincidencia que tanto Julio como Julia tuvieran
una mala suerte similar en las citas? ¿O eso sucedía para preservarlos el
uno para la otra y viceversa? ¿Es una coincidencia que Julio «sin razón
aparente» —o sea, no a causa de la lógica de la parte izquierda del
cerebro, sino a causa de unos cosquilieos procedentes de una fuente más
profunda e intuitiva- tomara un camino diferente y decidiera detenerse
donde Julia trabajaba? ¿O fue «Algo que siempre funciona, pero no
sabemos qué»? ¿Julia aceptó ese trabajo porque únicamente a través del
mismo, conocería a Julio? ¿Cuando Julio se interesó por el ciclismo, se
estaba preparando para conocer a su futura esposa? ¿Es una coincidencia
que a ambos les gusten los cactus desde su infancia? ¿O su relación
empezó de manera invisible, muchos años antes de que se encontraran y
los acontecimientos se fueron alineando, hasta hacer posible que se
conocieran? ¿Fue algo desconocido que funcionó, cuidadosa y
misteriosamente, incubando una unión que sería buena para dos buenas
personas? ¿El universo es tan fiable y está tanto de nuestra parte, hasta un
grado infinitamente calibrado, que hace que un cactus florezca,
precisamente, el día en que dos personas puedan verlo y, por lo tanto,
123 ~
conocerse? ¿Y cómo es que quien les casó, que sabía tantos poemas,
eligió ése para la ceremonia de la boda? Un gran poema beneficia a una
larga lista de personas en una generación futura. ¿Es que el poeta lo había
escrito para ellos?

La razón y la lógica dicen que todo es mera coincidencia, pero algo


que no tiene miedo ni tampoco límites en la profundidad de la psique, lo
considera todo parte de un diseño mayor del universo, expresado
claramente, en y para la satisfacción de las vidas individuales. Fíjese el
modo en que en la historia, una satisfacción personal, necesitó la par-
ticipación de la naturaleza. Los métodos humanos -los servicios de citas,
anuncios y demás- habían fracasado, así que algo mayor de lo que el ego
podía construir, intervino. Es fácil ver el motivo de que haya habido
personas en todas las eras que han creído que el amor gobierna el
universo.

El sincronismo significa que nada ni nadie existe aisladamente. Los


pasados de Julio y Julia se encontraron en el presente e iniciaron allí sus
futuros. La serie de coincidencias que condujo a su encuentro, une las
capas del tiempo; de hecho, sincronismo significa que los momentos se
juntan. Fíjese, además, en el modo en que el sincronismo sólo es visible a
la retrospectiva. No podemos prever o planearla y sí que podemos pasarla
por alto.

Los nombres de nuestra joven pareja suenan de un modo algo pa-


recido, pero eso no es sincronismo. Es una sencilla coincidencia, ya que
no es algo que les conduzca a su destino. El sincronismo se produce
cuando los acontecimientos, la naturaleza y la gente, se reúnen para hacer
que lo que estaba oculto quede de manifiesto; que lo que era inconsciente
sea consciente; que lo que estaba en nosotros llegue a través nuestro; que
lo que estaba más allá del alcance y del control del ego se vuelva plena y
fácilmente accesible. Puede tratarse de un solo acontecimiento que
marque toda la diferencia; incluso puede hacer que las flores surjan en el
desierto.

12
4
PRÁCTICAS

COMPARAR LOS DESEOS • ¿Tiene usted (o quiere) un estilo de vida cara a cara o lado
a lado? Si coloca primero las manos, de modo que la palma de una esté frente a
la otra y luego cambia de posición y coloca la parte exterior de sus manos, lado a
lado, es decir, que ambas palmas estén hacia afuera y sus pulgares casi se
toquen, ya tiene una ilustración de los dos estilos. Si ambos miembros de la
pareja están de acuerdo en cualquiera de los dos estilos, la vida puede seguir
suavemente. Si uno quiere una configuración y el otro quiere la opuesta, surge el
conflicto. Ponga una palma de cara hacia adentro y la otra hacia afuera y verá el
problema. Luego coloque sus manos dorso con dorso, con las palmas hacia
afuera. Ahí tiene usted un ejemplo de distancia. ¿Cuál encaja en su situación?
Si su relación es de «palmas hacia afuera», ¿las manos siguen tocándose en los
pulgares o se han separado, de modo que ahora usted y su pareja están cada vez
menos juntos? Esto sucede con frecuencia en las relaciones en las que el acento
está en la libertad individual. Los compromisos en el transcurso de una relación
son saludables, pero cuando favorecen la autonomía, la distancia puede crecer y
cuando los compromisos favorecen los vínculos, crece la intimidad. ¿En qué lugar
está usted en esta relación? Medite en estas preguntas y déle sus respuestas a su
pareja de un modo que no implique censura. Haga un plan para que ustedes se
alineen de un modo más satisfactorio y si no son capaces de hacerlo, piense en la
posibilidad de pedir ayuda a un terapeuta. Los adultos diseñan un estilo de vida
que esté a la altura de los porcentajes de sus necesidades de tiempo para estar
solo, y para estar juntos. Por ejemplo, si cada uno quiere pasar juntos el 50 por
ciento de su tiempo, eso necesita, lógicamente, intereses externos. Anote estas
preguntas en su diario: ¿Tiene intereses y aficiones? ¿Le molesta que su pareja
tenga un interés externo? ¿Ya ha incluido todo esto en la ecuación de su
relación?

¿PUEDE RFSPONDER SÍ A ESTAS PREGUNTAS? • ¿Su pareja es capaz de concentrarse en


usted y responder a sus necesidades? ¿Su pareja está trabajando en ella misma?
¿Su pareja le ama con cordura en lugar de necesitarle desesperadamente?
¿Cumple los acuerdos? ¿Colabora con usted para enfrentarse juntos a los
obstáculos? ¿Son felices estando juntos más de la mitad del tiempo? ¿Es capaz
él/ella de soportar su fuerza, sus sentimientos y su libertad? ¿Se siente amado/a
de ese modo especial que es único para usted y lo siente corporalmente? ¿Puede
compartir con esa persona lo que a usted le preocupa, le excita o le deleita?

Si es capaz de ver la diferencia que hay entre una buena pareja y una no tan
buena, pero no es capaz de dejar a alguien que no es bueno para usted, si comete
las mismas equivocaciones con una pareja después de otra, o si es usted víctima
de -o voluntario para- un depredador después de otro, pídale a un amigo que sea

~ 125
el patrocinador de su relación. (A lo largo de la vida, todos necesitamos asesores,
abogados y patrocinadores.) Un patrocinador de relación, hace de perro ojeador
de aves, o, más bien, de perro de presa y tiene que aprobar a todas las parejas
potenciales, ya que usted ha admitido que sus poderes de evaluación son débiles.
Esta sugerencia nada habitual, puede que tenga más sentido de lo que pueda
parecer a primera vista.

LA UTILIZACIÓN DE LA TÉCNICA DE «A PESAR DE» • Responda sí o no, en voz alta:


¿Comería fresas que sabe que son deliciosamente dulces, si usted fuera
gravemente alérgico a ellas? ¿Comería setas que tuvieran un aspecto delicioso, si
supiera que es posible que sean venenosas? ¿Intentaría leer un libro que sabe que
es interesante, si estuviera escrito en un idioma que no entiende? ¿Seguiría
teniendo una relación con alguien al que amara, si fuera usted desdichado?

¿Daría la culpa a las fresas por su reacción alérgica, a las setas por envenenarlo, o
al libro por contundirle? ¿Da usted la culpa de su infelicidad a su pareja?

Fijémonos bien en las preguntas. Cada objeto ofrece ventajas pero tiene un déficit
grave. Los adultos pueden dejar de lado las cosas buenas si lo malo las supera:
«Aun a pesar de que estoy loco por ti y eres un proveedor sensacional, no puedo
seguir contigo mientras sigas siendo tan mentiroso y rechaces la ayuda que te
ofrecen.» ¿Se siente seducido por las ventajas de una pareja mientras pasa por
alto, niega o se miente a sí mismo, respecto a sus desventajas? ¿O se comporta de
acuerdo con toda la verdad, aun a pesar de que desearía que no fuera así? ¡Cuánta
tolerancia a la pena y cuanta autoeducación hacen falta para no hacer caso a ese
«aun a pesar de»!

He aquí las palabras de un adulto: «Aun a pesar de que me complaces


sexualmente, aun a pesar de que llevamos juntos mucho tiempo, aun a

pesar de que no sé si alguna vez volveré a encontrar a otra persona, tengo que
dejarte ¡porque no estás al nivel de mi alma de adulto!»

He aquí las palabras de un codepcndiente: «Como me complaces sexualmente,


como llevamos juntos mucho tiempo, como no sé si voy a encontrar alguna vez a
otra persona, no puedo dejarte, ¡aun a pesar de que no estás al nivel de mi alma
de adulto!»

Encuentre su propia declaración de «aun a pesar de» utilizando la formulación del


adulto: «Aun a pesar de... ya que... por lo tanto yo...» Aplique esta técnica a no
tener nada en común, por ejemplo. Es posible que amemos a alguien y sepamos
que esa persona nos ama, pero si no es similar o no está interesada en las cosas
que nos apasionan, al final una sensación de soledad, que no cesa, llegará a
estrangular la relación. ¿Se atrevería a decir: «Ni en cuanto a una amistad del alma
ni en una intimidad auténtica, me ofreces lo que necesito. Así que aun a pesar de
que satisfaces muchas de mis necesidades, tengo que dejarte porque no me

~ 126 ~
proporcionas las esenciales.»?

VOTOS/REPUDIO • Pregúntese: ¿Estoy haciendo un voto de compromiso con mi


pareja, al tiempo que repudio una pareja esencial con mi yo interior? Háganse
mutuamente las preguntas siguientes: ¿Somos capaces de encontrar maneras de
trabajar por separado, en los descubrimientos internos que ambos necesitamos
hacer, antes de que podamos satisfacer nuestras necesidades, adecuada y
mutuamente? ¿Puedes concederme ese espacio? ¿Puedo permitirte ese espacio?
¿Puedo confiar en que seguirás estando ahí para mí cuando regrese intacto y
preparado para estar en contacto? ¿Estaré yo también para ti? ¿O nuestras
propias necesidades infantiles urgentes o nuestro deseo de espectáculo es tan
intenso, que corromperemos o nos escabulliremos de toda esta aventura
espiritual? ¿Estamos sinceramente comprometidos a hacer el trabajo que será
necesario para salvaguardar nuestra relación?

HACER UN INVENTARIO SEXUAL • Escriba en su diario un inventario de sus propios


comportamientos sexuales a lo largo de su vida, y pregúntese si está satisfecho
con ellos. ¿Cómo encontró o encuentra o da reflejo en el sexo? En su relación
actual ¿busca y ofrece fusión sin intrusión, cercanía sin posesividad? ¿Ha hecho
usted eso en el pasado? ¿Sexualiza usted su necesidad de amor? ¿Está buscando
al que pueda llevarle a los límites más extremos de placer o al que pueda, junto
con usted, tocar mutuamente el centro más interno?

ABRIR LAS VENTANAS • Dibuje una habitación cuadrada, vista desde arriba, con una
venlana panorámica en cada pared. Marque las ventanas con las direcciones de la
brújula. Debajo de la palabra «este», por donde aparece el día, escriba tres cosas
de su vida que estén surgiendo ahora. Debajo de la palabra «oeste», por donde se
pone el sol, escriba tres cosas de su vida que estén terminando ahora. Debajo de
la palabra «norte», escriba tres cosas de su vida que le estabilicen y le guíen,
como hace la Estrella del Norte. Debajo de la palabra «sur», escriba tres cosas de
su vida que evoquen su espontaneidad y creatividad, la clase de accesibilidad que
puede producirse cuando nos enfrentamos a una cálida exposición al sur. Acaba
de dibujar la imagen de una mente humana sana, un espacio claro que se abre a
todas las direcciones posibles sin obstrucciones, distracciones o miedo.

Imagínese a sí mismo sentando atento y dedicado, en el centro de la habitación,


volviéndose alternativamente a cada una de las cuatro ventanas. El desafío es
enfrentarse a su «este» con la voluntad de aferrarse; de ponerse de cara a su
«oeste» con la voluntad de soltarse; de ponerse de cara al «norte» quedándose
con su práctica espiritual; y de ponerse de cara al «sur», con una creatividad
siempre entusiasta para volver a inventar su vida.

Ahora pregúntese si su psique es una habitación con aberturas como ésas. ¿Cómo
mira por cada una de las ventanas? ¿Quién le ayuda a abrir sus ventanas y quién

~ 127 ~
intenta cerrarlas? ¿Quién dice «¡So!» cuando usted dice «¡Arre!» y quién dice
«¡Venga!»? Escriba sus respuestas en el diario y comparta lo que descubra con su
pareja y con cualquier ángel de la guarda o bodhisattva que le llame desde fuera
de cada ventana.

El romance:
La primera fase de la relación

E instcin dijo una vez que si miráramos profundamente dentro de la


naturaleza, comprenderíamos la historia humana. La naturaleza está
formada por ciclos, y nuestras vidas son parte de la naturaleza. Y sin
embargo, intentamos con todas nuestras fuerzas hacer que el amor se
quede quieto, hacer que siga siendo como es o del modo que queremos
que sea. Es como esperar que una rosa sea siempre una flor perfecta y que
no pase por fases en las que sea un capullo o se marchite. Por contra, el
estilo de la naturaleza es sencillamente pasar por los cambios y confiar en
volver a nacer. Nuestro objetivo humano se parece mucho a eso:
quedarnos con el amor en todas sus vicisitudes, desde el capullo a la
floración y la esterilidad y luego, de vuelta, a vivir como capullo. «Esta
semilla de amor, con el aliento madurador del verano, se convertirá en
una hermosa flor para la próxima vez que nos reunamos», dice la Julieta
de Shakespeare. A la rosa de la relación, le salen los pétalos con el
romance, espinas con el conflicto y echa raíces con el compromiso.
Podemos aceptar esta rosa con todos sus pétalos plegados y también
cuando están abiertos, así como con sus espinas que nos pinchan pero
que también nos abren.

Todas nuestras experiencias e intereses, siguen una curva en forma de


campana: Ascenso, se alcanza la cumbre (florecer) y descenso. Esta
figura geométrica, afirma el hecho conocido de la existencia humana:
todas las cosas cambian y nada es permanente. Así pues, el despertar
interés en alguien, llega a su punto máximo con el romance, desciende en
el conflicto y, por último, reposa en el compromiso. El amor es auténtico,
cuando permanece intacto a través de todas las fases del cam

~ 128 ~
bio. Las relaciones que únicamente o principalmente están basadas en la
atracción física o sexual, no son capaces de pasar con éxito por esas
curvas.

La fase de ascenso, por definición, conduce a un pináculo; la fase de


floración o cima que nos seduce con una ilusión de inmutabilidad. La
conciencia queda en suspenso en favor del apego y eso nos prepara para
la fase del conflicto. El diálogo y proceso que se produce en la resolución
saludable de la fase del conflicto, prepara el camino para el compromiso.
Una fase evoluciona de manera natural hacia la siguiente. La curva se
inicia otra vez y vuelve a elevarse de nuevas maneras.

Es consolador saber que las relaciones pasan por fases, ya que si


siempre siguieran siendo lo mismo ¿no estaríamos y seríamos todos
aburridos? Las fases de las relaciones humanas conllevan pasar por su
origen, cambio, pérdida, pena y renovación. No son lineales; la corriente
nos hace entrar y salir de ellas y su orden varía. El propósito de las
relaciones no es perdurar (lo que en latín significa «endurecerse»).
Cuando intentamos aferrarnos y perdurar, la relación cambia y nos deja
atrás. Cuando aceptamos y trabajamos a través de los cambios,
evolucionamos junto con la relación. Nuestro objetivo es, entonces,
disfrutar los cambios y crecer a causa de ellos, utilizarlos como un crisol
para la transformación personal. No trabajar juntos a través de los
cambios hace que la relación sea un caldero en lugar de un crisol.

Las fases caracterizan todas las experiencias humanas y no sólo las


relaciones íntimas, sino también el vínculo padres-hijos, las amistades y
la filiación religiosa. El modelo del viaje heroico está basado en las
mismas fases: partida, luchas y regreso. El héroe parte de —se escapa del
— la contención o represión. Se separa y después de una lucha o pugna,
busca una reunión de una manera más madura. A menos que estorbemos
el proceso, nosotros pasamos, instintivamente, por estas mismas fases, ya
que son unos planos que tenemos trazados en nuestras psiques. Cuando se
omite una fase, en nuestro interior queda una laguna y más adelante en la
vida, esta laguna se convierte en un vacío que exige ser llenado. Por
ejemplo, todo el mundo parece necesitar un período de obediencia durante
la infancia, es una característica de un apego sano. Los niños a los que se
ha criado con una libertad total y ausencia de límites, entran en la edad
adulta con una «laguna de límites» y es posible que más adelante, se unan
a cultos o movimientos con reglas rígidas a causa de un vacío interior que
hace mucho tiempo que siente la necesidad de ser llenado. El vacío afecta
tanto a su juicio, que puede que no sean capaces de ver que el extremismo
del culto o secta, como todo lo que desalienta el crecimiento, es peligroso.

~ 129 ~
¿Cuál es el motivo de que para que el viaje del amor sea completo,
deba pasar por las tres fases? Eso es lo que hace falta para ser capaz de
dar y recibir plenamente las cinco A. Tienen que florecer con una fra-
gancia embriagadora; ser diseminadas por ahí por los vientos, enraizarse
más firmemente, y luego volver a sembrarse a sí mismas para un futuro
continuado. Por lo tanto, en el romance, dos egos se encuentran con dos
egos ideales en un amor ideal. En el conflicto, los dos egos se encuentran
en un amor contrario o incompatible. En el compromiso, dos personas se
encuentran o reúnen en un amor sin ego.

Cómo elevarse en el amor


El romance es uno de los puntos más altos de una vida humana. Ser
apreciado y estimado con deleite, es una experiencia de alegría, pro-
fundamente conmovedora. La razón de la alegría es bien sencilla: las
cinco A están fluyendo en ambas direcciones. Las estamos dando y
recibiendo al mismo tiempo y con la misma persona. Esto es lo que hace
que el romance sea tan tierno, tan dulce y tan deseable, indepen-
dientemente de nuestra edad o nuestra historia. El truco consiste en
disfrutarlo tal como Ulises disfrutó con el canto de las sirenas, con todo el
placer pero con seguridad. Queremos sentirnos excitados pero no
naufragar cuando navegamos hacia él. Eso significa disfrutar del romance
como un participante pleno y dcsinhibido, pero también, como un testigo
divertido y sobrio. Caernos, nos damos cuenta de que estamos cayendo y
nos levantamos, todo al mismo tiempo.

El romance es real, pero temporal. Estamos enamorados pero sólo de


una proyección nuestra, no de otra persona real. Todavía no es una
relación de yo-tú, sino únicamente una relación yo-mío. En este punto, el
lado oscuro del otro, todavía no ha aparecido y sólo vemos el lado
reflejado; el ego ha encontrado su ego ideal. Tal como dice el psiquiatra
Irvin Yalon: «En el romance, uno ve el reflejo de su propia mirada
suplicante.» Después de todo, un espejo sólo puede darnos una imagen y
no una realidad. Este es el origen de la expresión: El amor es ciego.» Pero
el amor no es ciego; lo ve y se encara a todo. Es el romance lo que puede
ser ciego, cuando únicamente ve aquello que necesita ver. Así pues,
podemos estar enamorados sin amar realmente, o sea, sin estar
comprometidos a dar las cinco A; cosa que sólo podemos hacer con una
persona real a la que conozcamos a fondo.

Pero nada de esto representa que tengamos un defecto, sino que es así
como aman los humanos. Las proyecciones se establecen, precisamente,

~ 130
para ser transformadas; y las imágenes son señales de tráfico que nos
dirigen a la realidad. La sombra no tiene por qué llegar antes que la luz. Y
lo más importante, en el romance, por ciego que sea, nos ven en todo
nuestro potencial de ser amados. El romance nos da la oportunidad de ser
apreciados en toda nuestra grandeza y eso es tan normal y legítimo, como
cuando en nuestra infancia se nos hacían tantas fiestas o se nos alababa
tan efusivamente. La opinión o visión ideal que un amante tiene de
nosotros, no es falsa: refleja quiénes somos realmente. Si el amor
romántico es sano, nos refleja de un modo que puede enriquecer nuestra
autoestima.

Por otro lado, nuestro primer romance puede que nos haga una
promesa seductora: nuestras necesidades originales insatisfechas, las
cinco A, ¡pueden ser satisfechas al fin! Esta es, probablemente, la ilusión
más cruel del romance: «Puedo escaparme de rositas. No tengo que penar
por lo que me perdí en el pasado; puedo saltarme esa fase y encontrar lo
que perdí ¡justo aquí, en tus brazos!»

Hay dos maneras de enfocar el romance: Puedo encontrarme contigo


en el amor mientras ambos seguimos en pie; o puedo caer de bruces y
enamorarme de ti. Caer es hacerse daño o estar en peligro. Caer en el
amor (como se dice en inglés) o sea enamorarse (como se dice en las
lenguas romances) suena como si uno quedara atrapado en unas arenas
movedizas. En lengua inglesa también se dice caer en coma, caer en
desgracia y que el mercado cae. Hablar de caer en el amor, implica ser
impotente, tener permiso para descontrolarse, para ser bobo, de ser
esclavo de las emociones, de dejarse llevar cono si uno ya no estuviera en
posesión de sus facultades. El amor es un vínculo consciente, no un trance
cautivador.

X sin embargo, el verdadero amor no sucede por accidente ni tampoco


somos sus víctimas pasivas. Exige la presencia de una elección en
respuesta a una atracción. Es cierto que no tenemos control sobre la
atracción o sobre nuestra reacción inicial a la misma, pero a partir de
entonces, elegimos una respuesta detrás de otra y sí que somos respon-
sables de esas elecciones. Siempre tenemos el poder de hacerlas de un
modo responsable y consciente. Las emociones fuertes conducen a trans-
formaciones fuertes, si pueden ser experimentadas de una manera atenta,
dedicada y consciente. Esto significa relacionarse con un sentimiento en
lugar de dejarse poseer por él. La atracción es algo que sencillamente
sucede, pero el amor es un proceso que exige nuestra participación, una
manera única de realizarnos nosotros mismos, dando y recibiendo al
mismo tiempo. Es una forma de renacimiento.

13
1
El romance florece en el deseo; el amor en la voluntad. En el romance
pensamos: «Estoy contenido por ti y tú por mí. Estamos encontrando o
volviendo a descubrir las cinco A que buscábamos en nuestra relación
primordial. Siempre he querido que me amaran así y ahora que lo he
encontrado, no quiero dejarlo escapar jamás, y creo que nunca tendré que
hacerlo, por lo que, poderosamente, siento que florece entre nosotros. Lo
siento tan fuerte que debe ser real y nunca cambiará.» De hecho, el
corazón de la ilusión está contenido en esta última frase: «fuerte» no
significa inmutable, sólo enfático o enérgico.

El romance es una experiencia exuberante y valiosa hasta el punto en


que podemos disfrutarlo sin volvernos adictos a él. El romance es la
mejor manera de empezar una relación, y es un puente que conduce a un
compromiso más maduro. Pero no debería sorprendernos que no durara
porque es una fase que construye un vínculo, pero que en sí mismo, no es
un vínculo maduro. La naturaleza diseñó el romance para juntar a las
parejas, para que se aparearan, para propagar la especie y para apoyarse
entre sí. En esta fase, la energía sexual es alta y lo mismo sucede con la
adrenalina. Sin embargo, unos niveles altos y continuados de adrenalina,
reducen nuestra respuesta inmunitaria y al final, socavan nuestra salud.
Por lo tanto, pensando en lo que interesa más a nuestra salud, el romance
sólo dura lo necesario para que se lleve a cabo la procreación gracias al
sexo.

«Sé que él puede ser afectuoso y cercano porque era de ese modo al
principio», es una frase que no tiene en cuenta el poder del romance para
suspender nuestros temores de cercanía o intimidad v tapar nuestro lado
oscuro para que nada se interponga en el camino a la unión

sexual. Podemos ser engañados por el aspecto que tienen las cosas en la
fase del romance, y sentirnos traicionados, cuando el fulgor se va apa-
gando y nuestra pareja regresa a sus miedos, prioridades adicciones ori-
ginales e instintos básicos. Nuestra pareja no estaba mintiendo, sino que
estaba «cayendo en el amor» y «cayendo fuera» de su carácter habitual.
Cuando el baile haya terminado volverá a ser como siempre. De eso
también se desprende que cuando alguien tiene miedo a la intimidad,
incluso en la fase de romance, es que tiene un miedo más fuerte que su
instinto. En ese caso, hemos de ser doblemente cautelosos.

En la adolescencia, nos enseñaron que la manera de saber que está-


bamos enamorados era porque perdíamos el control, o la voluntad y
teníamos una sensación apremiante de que no podíamos haber hecho otra
cosa. Este «caer en el amor» o enamoramiento, contrasta con la realidad
de «ascender o elevarse en el amor» con una elección consciente, un
~ 132
afecto cuerdo, unos límites intactos y una claridad despiadada. Nos
enseñaron que alguna noche encantada, sentiríamos una fascinación y nos
volveríamos locos por alguien especial. Pero esa clase de reacción es, de
hecho, una señal del niño necesitado que tenemos en nuestro interior, que
nos dice en qué necesitamos seguir trabajando, y qué no nos dirige a
nuestro salvador.

Es posible que creamos firmemente en lo especial que es nuestra re-


lación actual. Decimos: «Nunca ha sido tan excitante», «Nunca he tenido
un sexo así», «Tenemos un vínculo para toda la vida», «Eres como de la
familia y nunca nos separaremos», o lo que ahora es popular «Estábamos
juntos en una vida anterior». Estas son las frases que pensamos que
querían decir «¡Es verdadero amor, así que a por él!» En realidad, los
sentimientos como estos, son las alarmas que nos dicen que hemos de
tener cuidado y nos indican dónde tenemos trabajo en lugar de indicarnos
un atajo. ¡Cuánto nos podemos equivocar cuando nos enfrentamos con la
posibilidad de conseguir que se satisfagan las cinco A!

Pero también podemos sentir la excitación del romance sin enga-


ñarnos a nosotros mismos, o prepararnos para la decepción. ¿Cómo
podemos saber la diferenciar Las relaciones sanas, conducen a la in-
terdependencia; y las insanas, a la dependencia o dominación.

Nada de todo esto niega el esplendor del romance y de estar ena-


morado. Estar enamorado es un estado espiritual altamente cargado o
apasionado que nos conduce al contacto con el yo superior, porque nos
obliga a abandonar el control, nos hace amar incondicionalmente y nos da
serenidad para perdonar. Esta clase de atmósfera, crea un cielo aquí en la
tierra, algo como el entorno que nos resguardaba y que conocimos o
echamos en falta en nuestros primeros años. La sensación que tenemos
del otro mundo, de una fuerza irresistible, de que el tiempo se paraliza, de
algo que está a punto de suceder o de realizarse y que el ego no puede
controlar, son todas señales de lo sobrenatural y misterioso. Las palabras
que utilizamos para describir el romance, como las palabras religiosas,
proceden del vocabulario de lo sobrenatural. Frases como «Su cara
resplandecía» o «Nunca la vi tan hermosa» hablan de una realidad
espiritual que trasciende y abraza nuestras sensibilidades,
simultáneamente. Incluso la expresión trillada de «juntos en otra vida», da
una pista a nuestra intuición de que algo poderoso y lleno de gracia está
sucediendo en nuestro interior. El romance nos transporta al mundo del
alma, y por ello no es de extrañar, que a una pareja se la pueda llamar
«compañero del alma».

Es apropiado sentir pena al final de esta fase, pero habitualmcnte no


13
3
conseguimos tratarla, procesarla o solucionarla. Es frecuente que cuando
«la excitación ha desaparecido» se convierta en culpa y decepción, o
incluso ira. Paradójicamente, cuando las parejas se lamentan juntas,
refuerzan su vínculo y la primera pena a la que se enfrentan juntos, puede
muy bien ser el final del romance.

La gratitud mutua por el apoyo en el manejo y para superar las fases,


conduce a un creciente compromiso y a un respeto también mutuo.
Abandonar una fase y pasar a otra, establece una conexión adulta con una
condición básica de nuestra existencia humana, la naturaleza de la
realidad siempre cambiante y en constante renovación. «El mayor riesgo:
confiar en que estas condiciones sean todo lo que yo necesito para ser yo
mismo», dijo el sabio taoísta Flan Hung.

De hecho existe una fase que precede al romance y es la investigación,


que es el tema del capítulo anterior. Es el momento de pedir revelaciones
o descubrimientos de toda clase, de preguntar por las relaciones pasadas y
qué es lo que funcionó o no funcionó en ellas. L'n buscador de oro sabio
quiere ver que es lo que obtiene antes de gritar «¡Eureka!» Nadie pensaría
en contratar a alguien para un trabajo sin comprobar las referencias y
entrevistar cuidadosamcim. al candidato.

Sin embargo, es frecuente que contratemos a una pareja sin preguntar


demasiado excepto a partes de nuestro cuerpo, que no siempre hacen la
evaluación más sabia o a sentimientos que dicen más respecto a nuestra
necesidad que sobre los dones de otra persona. En una escena de la
película de 1938, Las aventuras de Robín Ilood el diálogo es el siguiente:

DONCELLA MARION: ¿Cómo sabe una que está enamorada?


BESS (SU sirvienta): Las piernas parecen estar hechas de agua de lo
débiles que están y pierdes el apetito.
DONCELLA, MARIÓN (más tarde a Robín Ilood)-. Te amo, pero, por el
momento, permaneceré aquí para servir a Inglaterra en lugar de irme
contigo.

Bess describe el romance que hace caso omiso de todo lo que no sea
una sensación. La doncella Marión describe el amor que respeta tanto un
sentimiento apasionado como unas prioridades sensatas. Ella no ha caído
en el amor y se ha vuelto menos consciente de los propósitos de su vida.
Se ha elevado en el amor y se ha vuelto más consciente de sus
necesidades, deseos y valores más profundos. El amor es nuestra
identidad y la manera de ponerlo en práctica es amando de un modo sano.

~ 134
Cuando el romance es adictivo

No puedo esperar que unas formas externas venzan a la pasión y a la vida, cuyas
fuentes están en el interior.
SAMUEL TAYIJOR COLERIDGE

A primera vista, la adicción a una relación parece exactamente igual que


la fase de romance de cualquier relación. La diferencia es que el romance
es apropiado para una fase, mientras que la adicción desafía al flujo y se
apega a la crema de la excitación y el drama. El romance sigue adelante
mientras que la adicción nos detiene y paraliza. La adicción es insaciable
porque, al final, la satisfacción fluye de pasar por encima de la curva del
alborozo al reposo, mientras que la adicción se queda en la cresta de la
excitación.

13
5
La adicción o el enviciamiento, también se siente exactamente igual
que el amor incondicional: «Aunque me traicione del modo que sea, sigo
amándola incluso después de todos estos años.» («Todos estos años» es
una pista de que ha habido una interrupción del ciclo natural.) Pero en la
adicción, estábamos enganchados más bien que vinculados. ¿Se acuerda
de Cumbres Borrascosas? Se cree que es una gran historia de amor pero,
en realidad, es la historia de una gran adicción. Kathy no es capaz de
olvidarse ni abandonar a Heathcliff a pesar de que él le hace daño con
mucha frecuencia; Heathcliff no puede dejar y olvidarse de Kathy pero
tampoco quiere quedarse con ella.

En las relaciones adultas, nos vinculamos del modo que lo hacíamos


en los primeros años de nuestra vida. Si entonces había un vínculo
disfuncional, más adelante podremos ser una presa fácil para un vínculo
adictivo. Una memoria celular procedente de la infancia, suscita un
recuerdo celular en nuestros yos adultos. Desde el vacío panorama marino
de nuestro pasado, escudriñamos, buscando una isla paradisíaca y la
encontramos y la valoramos excesivamente, con lo que infravaloramos las
auténticas necesidades de nuestros yos que están abandonados en esa isla
desierta. Esas necesidades son las cinco A, que se supone que deben ser
satisfechas por un amor consciente, atento y dedicado. En la adicción,
estamos buscando una versión burda de una de las cinco A; por ejemplo,
una necesidad de afecto o contacto, que más bien parece una necesidad de
sexo.

La adicción nos presenta otro problema. Tanto el rechazo como la


aceptación, hacen subir nuestra adrenalina, así que ambas son igual de
excitantes para el adicto. Así pues, la adrenalina nos engancha a la ida y a
la vuelta y seguimos enganchados cuando rompemos. Podemos conseguir
que nuestra pareja nos dé una dosis incluso cuando la dejamos. Las
adicciones de esta clase, acostumbran a seguir el patrón de «seducir y
retirarse». Primero te atraigo hacia mí y luego me aparto de ti y después
tú me haces lo mismo. En cualquier adicción, sentimos miedo y deseo al
mismo tiempo. Librarse de esto, es una iluminación espiritual y, por lo
tanto, la adicción es una enfermedad espiritual, ya que implica que hay
que buscar aquello que no se puede cambiar. Este verso procedente de un
poema de Rumi. lo expre-a muy bien: «Mis deleites eróticos con mi
alguien especial, tejen todos los velos de mi vida.»

La adicción en las relaciones se construye sobre las proyecciones. En


Lo que el viento se llevó, Escarlata O’Hara dice: «Amaba algo que me
había inventado. Hice un traje y me enamoré de él, y cuando Ashlcy
apareció, hice que se pusiera ese traje y que lo llevara, tanto si le iba bien
como si no. No quería ver lo que Ashley era realmente y seguía amando
13
6
al bonito traje y no a él.» Al final de la historia añade: «He amado algo
que no existía.» Al decir esto, está implicando valientemente: «Ib no era
la víctima de una proyección, sino que acepto la responsabilidad de
haberla creado y mantenido.»

Sin embargo, Ashley también tuvo parte en ello. Una adicción al sexo
o a una relación, nunca es unilateral. Una de las partes puede sentirse más
fuertemente atraída que la otra, pero cuanto más deseada es, más amada
se siente y más control tiene sobre lo mucho que responderá o no
responderá. En un vínculo tan doloroso (o más bien atadura) una persona
toma el enfoque directo y la otra recurre al patrón indirecto de seducción
y retirada. Nunca estamos solos en el escenario, el otro miembro del
reparto siempre está haciendo su papel.

El objeto de nuestra adicción se convierte en nuestro poder superior:


hemos entregado nuestra voluntad y nuestra vida a nuestra pareja y ese
enfoque reverente en una persona y su historia y/o cómo sobornarle,
pueden ocupar nuestra mente durante años. Todo el tiempo que podíamos
haber dedicado a una práctica espiritual, a empeños creativos o a bailar
libremente, es absorbido, en cambio, por esa gran fijación. Así es como el
«acreedor rapaz» de la adicción, nos roba a mansalva de nuestro potencial
y puede arrastrarnos a «una desmoralización incomprensible», tal como
explica el programa de Alcohólicos Anónimos.

En las relaciones sanas, nos conectamos, pero no nos apegamos, ya


que únicamente, podemos poseer de verdad aquello que no nos posee.
Esto nos lleva a la gran ironía de las relaciones adictivas: nos apegamos y,
por lo tanto, no tenemos. La segunda ironía es que cuanto más
dependemos de alguien para nuestra seguridad, menos seguros nos
sentimos. A veces da miedo darse cuenta del impacto que una pareja ha
llegado a tener en nuestra vida y en nuestros pensamientos y ¡es posible
que reaccionemos de un modo que contrarreste nuestra fobia, como
acercándonos o intimando aún más! Los hombres adictos a las mujeres
puede que se pregunten: «¿He estado utilizando a las mujeres para retener
a una parte de mí que dudo que pudiera soportar solo?»

137 -
En la misteriosa trayectoria de nuestras vidas, podemos pasar de un
punto focal o crisis o fascinación, a otro. Dieciocho años de concentrarnos
en nuestros hijos, veinte años en una carrera, catorce en una adicción
física, siete en una obsesión con un hombre o una mujer y puede que cada
uno de estos períodos, algunos de los cuales se han solapado, sirva para
mantenernos alejados de un modo seguro de nuestra propia vida interior.
Tenemos miedo de no tener nada entre nosotros y nosotros mismos.
Nuestra vida interior parece un vacío aterrador, cuando en realidad es un
espacio de una amplitud tremenda. Una meditación consciente, atenta y
dedicada, nos abre a ese espacio y nos muestra que después de todo, no da
tanto miedo. Tener una mente atenta y dedicada, es estar libre del miedo
que impulsa a la adicción.

Los anhelos adictivos no tienen por qué señalar debilidad, enfermedad


o falta de adecuación, sino que todos nosotros somos candidatos a ellos.
El que un amor no correspondido aumente nuestro deseo, es un hecho
habitual en las relaciones. Lo cierto es que el tema arquetípico de los
apegos adictivos es recurrente a lo largo de la historia. No estamos solos
en el misterio de la alegría con dolor. La compasión por nosotros mismos
y considerar nuestros apuros con diversión y sin vergüenza,
remordimiento o malicia, dará a nuestros sueños humanos un final feliz.

Parece que la adicción no tiene gran cosa por la que recomendarla y,


sin embargo, tiene muchas dimensiones positivas. A través de nuestras
adicciones descubrimos dónde están nuestras pérdidas infantiles, dónde
quedaron sin satisfacer nuestras necesidades y dónde, nuestro dolor, sigue
sin ser curado y así averiguamos lo necesitados, desnudos y
desamparados que estamos. Descubrimos nuestra verdadera condición y
nos volvemos totalmente humildes. Este es otro modo en que la adicción
puede ser un camino que conduzca al despertar espiritual: nos ayuda a
olvidarnos del ego, esc hábito de creer que controlamos nuestras
emociones, deseos y necesidades. Entonces, el dolor de la adicción no es
ni malo ni inútil, sino que nos inicia en unas profundidades mayores de la
propia comprensión. Un universo sincrónico recluta, precisamente, a la
persona que nos hizo caer de lleno, si esa es la única manera de que
emprendamos el viaje. Es el mismo universo que preparó un tornado para
que Dorothy pudiera encontrar sus poderes, en el cuento del Mago de Oz.

Por último, la adicción revela nuestra perseverancia, nuestro aguante


para ir en busca de lo que queremos. A pesar de que su objetivo sea
inapropiado, nuestro enfoque único en ello, indica que tenemos lo
necesario para prestar atención debidamente y para querer alcanzar algo.
Se trata de unas habilidades maravillosas para la intimidad que sólo
esperan a ser restablecidas.
~ 138
Hay una paradoja mordaz respecto a los humanos: buscamos lo que no
podemos recibir de aquellos que son incapaces de darlo. Nos aferramos
desesperada e ineficazmente, a lo que no puede proporcionarnos lo que
creemos que necesitamos.

Dolorido contigo y aún así no podía marchar.


Me quedé porque nada mejor se presentó.
Te amé por omisión o para lucirme, mi vida silbaba una canción sin eco.
A tientas buscaba hendiduras en nuestro sombrío abismo, rechacé el camino
adornado con signos de felicidad, y permanecí en la tierra leal de la espera o la
suposición.

Dependía de tu ternura para cambiar la escena, iaudez incendiario bajo nuestro


escenario de yescas!
Caigo a tierra alcanzado por el fuego amigo
y me libero de nuestras propiedades y cenizas.

Largamente te obsequieé con un dolor callado temeroso, deseando piedad por


amor a mí.

A qué se parece el amor


Todas las relaciones (adultas) recrean la relación original.
El descubrimiento del amor es un redescubrimiento.
SlGMUND FREUD

El amor puede-confundirse con un apego que el otro agradece, un deseo


sexual que es satisfecho por el otro, o una necesidad que es satisfecha por
el otro. El amor, incluso puede confundirse con la dependencia, la
rendición, la conquista, la sumisión, el dominio, la gratificación, la
fascinación, el dolor o la adicción. Puedo sentir que te amo porque tú me
amas, o no me dejas, o no permites que me sienta solo, o no me haces
sentir nada. Puedo sentir que te amo y decirlo con pasión, cuando casi
siempre estoy reaccionando al modo en que mis propias necesidades son
satisfechas a través de ti. Puedo decir «Te quiero» y querer decir
sencillamente «Estoy apegado a ti y me parece hien».

Podemos confundir el amor con los buenos sentimientos que surgen en


nosotros cuando estamos enamorados o porque creemos que poseemos al
otro. Las cinco A son antídotos contra estas motivaciones. Son dones
auténticos que, en ocasiones, son difíciles de dar; exigen y crean un
corazón atento, un amor dirigido al otro y libre de narcisismo. En el amor
real, yo siento y demuestro una consideración incondicional por ti y te

13
9
amo, incluso en los momentos en que no me satisfaces. Mi amor es capaz
de sobrevivir a los períodos en que tú no tienes nada que darme. Esta
clase de amor, refleja no mi propia necesidad o expectativas, sino un
compromiso con un camino de dar y recibir.

Es posible que durante toda nuestra vida esperemos o exijamos que las
personas nos demuestren amor, precisamente del mismo modo en que nos
amaron la primera vez: haciéndonos toda clase de alharacas,
defendiéndonos, demostrándonos afecto físico, etcétera. Uno de mis
primeros recuerdos es el de mi abuela y de cómo me sentía amado por
ella sólo por cómo se quedaba conmigo cuando mi madre se iba al
trabajo. Se sentaba a mi lado mientras yo hacía mi rompecabezas de Dick
Tracy y escuchaba conmigo los programas infantiles de la radio. A
diferencia de mi madre, ella no tenía que ir a ningún lado.

Toda mi vida, en las reuniones familiares, me encuentro sentado en


medio de mis tías ancianas, buscando ese consuelo familiar que me llega,
únicamente, procedente de las presencias femeninas mayores. Mi mente
racional me dice que son viejas y no tan móviles y que ése es el motivo de
que se queden tanto tiempo en sus asientos, pero no hay mente alguna que
sea capaz de disuadir a las células de mi cuerpe de lo que sienten. En un
viaje que hice a Inglaterra, descubrí que me encanta la hora del té, cuando
nadie se levanta y se marcha. Incluso eso me parecía amor. Sé que en
ocasiones he importunado a amigos para que pasaran una velada en casa
en lugar de salir. Síc”:.',re esto\ intentando hacer arreglos para tener el
amor que recuerdo v que quiero. ¿Sigo pensando que una mayor
cantidad de alharacas es :gua¿ a más amor?

14
0
Cuando nuestras demandas de amor se vuelven compulsivas o in-
saciables, tenemos una pista que nos dice que dudamos de la propia
capacidad de ser amados, porque cuando dudamos de ella, es frecuente
que necesitemos ver que se demuestra una y otra vez. Esto parece
narcisisia de nuestra parte, pero visto desde una perspectiva más com-
pasiva, puede que sugiera que tenemos una muy mala opinión de no-
sotros. De hecho, la necesidad de ser visto como algo especial, puede ser
una compensación por no sentirse amado.

¿Cómo podemos superar esta duda? Gracias a un sencillo ejercicio:


comportarse amorosamente. De hecho, la capacidad de inspirar amor es
la otra cara de la moneda de amar. Las personas que creen que son
dignas de ser amadas, son personas que aman. Esto implica dejar el ego
a un lado, pero también exige un estado de ánimo único. Cuando entre
nosotros y otra persona surge cualquier conflicto o problema, no hemos
de preguntar cómo podemos ganar sino cómo reunir una intención amante
y cómo actuar de acuerdo con ella. Nuestra pregunta inmediata es:
«¿Cómo puedo ser lo más amante posible en esta circunstancia?» Cuando
mostramos las cinco A a otra persona, éstas se sienten amadas y al mismo
tiempo nos ven como dignos de ser amados. Cambiar nuestro enfoque de
la preocupación por la victoria personal, a un intento de ser más amante,
nos trae la dicha y esa dicha es el mejor contexto para librarnos del ego y
liberar las cinco A.

Cuando la excitación procede de aprender a inventar el amor en cada


pensamiento, palabra y hecho, pronto nos damos cuenta de que somos
dignos de ser amados. A causa de nuestra nueva manera de comportarnos,
nos amamos más a nosotros mismos y esto hace que los demás nos amen
más. Luego, dejamos de insistir en que los demás nos demuestren lo
mucho que nos aman y así resulta que la sima sin fondo que tenemos en
nuestro interior, se ha llenado por fin, o por lo menos es menos enojosa.
Nuestra necesidad ha sido sustituida por una exuberancia. Cuando damos
lo que echamos en falta, ya no lo encontramos tanto a faltar. Dejar que el
amor pase a través nuestro, hace que nosotros seamos el camino que sigue
el amor y, luego, podemos pedir amor a cambio, en lugar de exigirlo
compulsivamente. Es posible que nos encontremos recibiendo lo que
necesitamos, cuando ya no tengamos necesidad de tenerlo.

Un resultado de nuestra liberación de la necesidad es que nuestro amor


se expande hasta tocar a todas las personas. Amamos a los demás porque
nosotros y ellos están íntimamente conectados los unos a los otros. No
hay un yo separado en ninguna parte que esté a la vista. El amor
compasivo es la respuesta natural al apuro humano del sufrimiento y a la
verdad humana de la interdependencia, y aligera la pesada carga de
141 ~
encontrar a alguien especial. A medida que nos vamos haciendo más
sensibles a las necesidades de los demás, nos volvemos menos
necesitados. Como dijo Alexander Pope: «El hombre, como el vino
generoso, soporta vida; / la fuerza que consigue, procede del abrazo que
da.»

PRÁCTICAS

SÓLO TENGO QUE DARME CUENTA DE DÓNDE ME HALLO • Cuando hay compromiso, dos
egos sanos se relacionan. A la mayoría de empresas humanas, incluyendo las
relaciones familiares o íntimas, las afiliaciones religiosas o educativas y cualquier
interés de larga duración, las caracterizan tres fases. Vea si es usted capaz de
encontrarse a sí mismo en una de estas tres fases de la relación, que
corresponden al viaje heroico:

Apego Separación Integración

ROMANCE: DOS FGOS CONFLICTO: DOS ECOS COMPROMISO: DOS EGOS


IDEALES SE ABRAZAN SOMBRÍOS CHOCAN SANOS SE RELACIONAN

Dependencia mutua. Pugna por afirmar las Interdependencia, con


necesidades y deseos facilidad y
personales. compatibilidad en la
satisfacción de las
necesidades.
Se enredan, no hay Establecimiento de Honrar o respetar
fronteras ni límites. límites y de la mutuamente los
independencia. límites.
El héroe se va. El héroe lucha. El héroe regresa a casa

Quedarse en la fase del apego, causa la regresión, el hecho de aferrarse o la


adicción. ¿Estoy ahí? Quedarse en la fase de separación ce?. or< - blemas con la
autoridad y el distanciamiento. ¿Estoy ahí? Atravesar tas fases, crea serenidad y
nos abre a la preocupación por un mundo más

14
2
amplio. Así es la forma en que las relaciones
sanas curan al mundo. Yo elijo estar ahí.
¿A qué se parecen las cinco A en su fase actual?

LA COMPARACIÓN ENTRE EL ROMANCE Y LA ADICCIÓN


El romance La adicción

Una fase. Continuada.


Satisfacción de las necesidades La necesidad parece una sima sin
con una sensación de contento. fondo.
Deseo de contacto. Desesperación por el contacto.
Proporcional. Se da más cuando menos se recibe.
Habitualmente igualitario. A menudo es jerárquica.
Recíproco. Unilateral.
Tiene un futuro. No tiene futuro.
Sentimientos de satisfacción Sentimientos de no ser capaz de
y alegría. conseguir lo suficiente.
Seguro. Siempre en duda.
Anticipación por el siguiente Ausencias dolorosas o intolerables.
encuentro.
Aumenta la autoestima. Disminuye la autoestima.
Límites indefinidos. Sin límites.
Ambos miembros de la pareja se Un miembro de la pareja es
relacionan entre sí. poseído por el otro.
Empieza el desafiante viaje hacia Se convierte en un círculo vicioso
el amor. de dolor.

Utilice esta tabla para encontrar su manera presente de relacionarse. Si parece ser un
adicto, escriba reflexiones acerca de las frases siguientes en su diario: Usted sigue
persiguiendo a alguien que no le quiere o no le respeta. Sigue con alguien con quien
no puede solucionar los problemas o que es un abusador. Está con alguien que le
deja vacío. Sigue volviendo a por más a un lugar en que sólo hay menos. Nunca
puede conseguir lo suficiente de aquello que no necesita. Se olvida de que si no
puede conseguir lo suficiente, es que no lo necesita. Está intentando volver a formar
y deshacer, simultáneamente, un vínculo con sus padres. Tiene un vínculo adictivo
con alguien que también es adicto a usted. Usted es el objeto de la adicción de
alguien.

¿Lo que viene a continuación es algo que podría decir usted?: «Cuando no soy
capaz de despegarme, ni siquiera sé si realmente quiero quedarme. Mientras estoy
locamente enamorado, pierdo mis límites y en ocasiones incluso el respeto por mí
mismo. Aceptaría cualquier cosa sólo por tener mi dosis (de él o ella). Eso es lo que

14
3
pierdo en mis apegos adictivos.»

EL DESCUBRIMIENTO DE LA NEGACIÓN • En el romance, queremos lo que el otro puede


darnos. En la adicción nos morimos de ganas de tener lo que el otro, ni nadie,
puede darnos. La recuperación de una adicción unilateral puede empezar
liberándonos de la negación: «No quiero saber lo que eres incapaz de decirme. No
soy capaz de ver que lo que yo quiero no es lo que ofreces. En realidad no estoy
fijándome en ti en absoluto sino en mi propia necesidad.» Ser libre de la adicción
significará acabar con nuestra confusión. Primero hable claramente en su diario y
luego, cuando esté preparado, con un amigo y después, cara a cara, con el objeto
de su adicción.

ENFRENTARSE A LA OBSESIÓN • Una adicción es una obsesión en nuestras mentes y


una coacción en nuestro comportamiento. Alimentamos la adicción cuando
permitimos que los pensamientos obsesivos se viertan en unas acciones
compulsivas. Permitir los pensamientos y no actuar sobre ellos, es una parte crucial
de la liberación. Así pues, yo soy capaz de pensar en ti cada minuto, mientras
conduzco por la autopista, pero no tengo que tomar la próxima salida y llamarte sólo
para oír tu voz. Liberarse de la adicción es dejar pasar la oportunidad de una dosis.

Elay que trabajar para ver qué es lo que pretendemos realmente. Diga lo siguiente en
voz alta si se le puede aplicar a usted: «De hecho, cada pensamiento sobre la
persona que me amó o que me dejó, es en realidad una súplica de atención de esa
parte de mí herida y que no ha terminado de crecer, que ahora está volviendo a
experimentar su dolor original a través de su versión más nueva del padre o la madre
que me abandonó, ya fuera física o emocionalmente. Los pensamientos obsesi vos
respecto a este hombre o esta mujer actual, son en realidad, urgentes súplicas de mi
pasado. Un gran dolor en las relaciones actuales me da una pista que puede que no
sea bienvenida respecto a los vínculos familiares que se rompieron hace mucho
tiempo. Esta persona no hace más que resucitar el viejo problema, que siempre es
actual.

14
4
SEDUCIR Y RETIRARSE • Cuando una persona asume el estilo de seducir y retirarse,
seduce a causa del terror que le produce estar sola y abandonada. Se retira o retrae a
causa del terror que le da la posibilidad de estar cerca, de ser tragada. Está a merced
de un pánico que crea una respuesta refleja. En el contexto de este temor, la
seducción no es una mentira ni la retirada un castigo. Podemos responder a una
persona que actúe de este modo hacia nosotros, con compasión en lugar de con
venganza. Pregúntese en silencio: ¿Puedo estar a un lado como un testigo que no
juzga y apoyar a esa persona-a encontrar ayuda para solucionar su miedo? Si el que
está seduciendo y retirándose es usted, ¿qué le parecería buscar ayuda con un
terapeuta o psicólogo?

ENCONTRAR EL PROGRAMA • En mi consulta como terapeuta, sigo descu briendo que las
adicciones, casi siempre, deben seguir su curso. Marcel Proust parece apoyarme con
su comentario de que el amor obsesivo es «como un hechizo malvado en una
historia de hadas, contra el que uno está indefenso hasta que el encantamiento ha
pasado». La terapia y la práctica espiritual ayudan, pero no son capaces de competir
con una descarga de adrenalina. Una relación adictiva promete y entrega una
excitación que la mayoría de la gente interpreta como estar vivo de verdad. Es difícil
dejar eso, especialmente cuando es tan poco lo que acude a ocupar su lugar. La
adicción es, en última instancia, una forma de dolor, como expresan las viejas
canciones: «¿Quién puede darme lo que tú me das?» «¿Quién puede hacerme sentir
así?» «¿Quién, ¡oh! quién, es capaz de causar un dolor lan bueno?» «¡Nunca habrá
otro como tú!» «¿Por qué tus besos han de torturarme así?»

Al mismo tiempo, hay herramientas que funcionan. Un programa de doce pasos es


una poderosa herramienta espiritual para personas adictas a las relaciones, al
romance o a una persona concreta. Trabajando siguiendo los pasos adaptados del
programa de Alcohólicos Anónimos y con la ayuda de un patrocinador, uno puede
liberarse de la adicción. Reconozca que todos sus esfuerzos no serán suficientes para
sacarle de esta clase de dolor. Tendrá usted que entregarse a un poder superior.
¿Quién o qué hay ahí para usted? En el budismo, es la mente de Buda, esa conciencia
en y más allá de nosotros que trasciende al ego. En el judaismo, es el aliento de Dios.
En el cristianismo, es la conciencia de Cristo. Según Jung, es el yo arquetípico. Todos
son arquetipos de la fuerza de la gracia que nos ayuda y que nos llega desde más
allá de nuestro esfuerzo o control. Un programa de doce pasos nos ayuda a formar
un vínculo con ese poder superior al ego, un refugio de la trampa de la adicción.

La práctica espiritual puede desbaratar los frágiles pero tozudos intentos del
ego, por controlar a los demás y hacer que el mundo obedezca nuestros
deseos. Lo que se necesita es meditar sobre las tres marcas de nuestra
existencia: la transitoriedad, el sufrimiento y el hecho de que un yo sólido es,
al final, una ilusión. No somos capaces de ver nada de esto sin la ayuda de
otra persona, especialmente mientras somos adictos, por lo que necesitamos

145 ~
un programa con un patrocinador o padrino, una práctica espiritual con un
maestro y una terapia.

Enfoque las adicciones no con vergüenza sino con un espíritu de indagación,


queriendo saber cómo su mente quedó atrapada en el deseo. Esto significa
encontrar una manera de aceptarse a sí mismo sin las actitudes de
enjuiciamiento, temor, culpa, apego, predisposiciones, o defensas; o sea, con
una mente consciente, atenta y dedicada. Vea a la otra persona como a un
Buda, que está aquí para enseñarle dónde tiene usted su trabajo, y lo mucho
que puede alejarse del camino, así como el modo en que puede volver a él.

ENFRENTARSE A UN ENAMORAMIENTO NO CORRESPONDIDO • Alguien nos atrae


poderosamente, pero es posible que esa persona no sienta lo mismo o que ni
siquiera se haya fijado en nosotros. Al principio, un enamoramiento parece
algo agradable y que nos da ánimos. Luego las fantasías agradables se
vuelven atormcntadamente obsesivas, y los deseos tímidos se vuelven
necesidades febriles. La alegría de anhelar se convierte en la angustia de
ansiar. Un impulso se convierte en un dolor y antes de que nos demos cuenta,
estamos tan profundamente enganchados, que nuestra vida es un infierno sin
contacto y el cielo, cuando lo tenemos. Nos descubrimos manipulando a la
otra persona o a las circunstancias para satisfacer nuestra ansia de contacto y
perdemos el respeto hacia nosotros mismos. A esta progresión de la adicción
que nos rebaja a nosotros mismos se la describe en la literatura de
Alcohólicos Anónimos como «astuta, desconcertante y potente». Nos
desconcierta lo rápida e intensamente que fuimos arrastrados. Nuestra
felicidad se halla ahora, completamente, en las manos de la persona a la que
tenemos que tener y estamos empantanados queriendo que las cosas sean
diferentes de lo que son, e impotentes para hacer que sean así. La adicción es
el tramposo que le da al ego su merecido.

14
6
Por lo tanto, se trata de un problema espiritual, ya que trasciende los poderes
del ego, así como psicológico porque suspende los poderes del ego sano. En
respuesta, se exige un trabajo tanto espiritual como psicológico.

Examine las preguntas siguientes en su diario: ¿Cuál de todas las cinco A está
usted buscando? ¿Cómo es que no fue capaz de cuidarse a sí mismo en este
drama? ¿Cuáles son sus sentimientos? ¿Son los mismos que ha estado evitando
durante muchísimo tiempo? ¿Cómo puede sentirlos ahora de maneras seguras y
catárticas? ¿Ha llegado el momento de someterse a una terapia?

Si en la actualidad tiene una relación adictiva (o dentro del espectro de


enamoramiento a amor obsesivo, a posesión), tome en consideración estas
frases y busque aquellas que puedan serle de aplicación: Admito que ya no soy
capaz de controlar mis pensamientos, sentimientos, o comportamientos en
nada relacionado con él/ella. Sigo comportándome como si yo pudiera ser mi
yo normal cuando estoy a su lado, mientras me doy cuenta de que no puedo.
Estoy asustado/a todo el tiempo. Intento comportarme normalmente cuando
no me siento normal. Estoy actuando. Me está llevando, por medio de su
presencia y de su ausencia, a un contacto directo e inevitable con el grado de
mi necesidad de las cinco A. Él/Ella ya no me deja que me evada de mí mismo/a.
Esto no es cuestión de lo mucho que necesito a un/una hombre/mujer sino
sobre lo mucho que me he abandonado a mí mismo/a. Utilizo la imagen de
hombre/mujer necesitado/a para desengancharme y no tener que enfrentarme
al desafío de cuidar de mí mismo/a, lo que es mi único objetivo legítimo. Todo
lo que trata de mí y de lodo lo que he hecho alguna vez, sólo sirve para
hacerme pensar que le he perdido o que le he decepcionado; hasta tal punto
llego a desconfiar y a negar mi capacidad de inspirar amor; y nunca me atrevo a
enseñar lo que tengo que es más adorable en mí, mi honesta vulnerabilidad;
creo o supongo que él/ella no puede manejarla y que si le revelo mis
sentimientos puedo asustarle y hacer que huya. Tengo miedo de su miedo
porque podría hacer que lo perdiera, así que me reprimo.

He aquí algunos consejos prácticos para las personas que tienen enamo-
ramientos no correspondidos. No sugiera unos planes complicados para pasar
tiempo juntos cuando él/ella sólo quiera charlar de vez en cuando. No
proponga planes cuidadosamente preparados e invitaciones que parecen
¡nocentes o educadas, pero que sólo pretenden inducir a más contacto. Más
contacto es más distracción del único enfoque sano para un

~ 148 ~
adicto: su propio trabajo en usted mismo. Utilice afirmaciones como: «Estoy
dejando mi ansia de contacto con Jaime» y «Estoy dejando mi apego a Jaime».
Apúntese a un programa de doce pasos.

EL MODO DE DESCUBRIR QUÉ ES LO QUE ESTOY BUSCANDO • Conteste en silencio estas


preguntas, a medida que las vaya leyendo. ¿Tengo toda la intención adulta para
poder encontrar a alguien que me conceda las cinco A? ¿O tengo una intención
que me despoja de poder y en la que busco a alguien que cuide de mí o que yo
pueda cuidar, para hacer cosas por o para él, para darme cosas o a quien pueda
dar cosas, para controlarme o para ser controlado por mí, para halagarme o
incluso para hacerme daño? ¿Cuál de estos modelos, o partes de ellos, describe
su manera presente de estar en su relación? Cuéntele a su pareja lo que
descubra.

ESTAR PRESENTE DE UNA MANERA AMOROSA • El amor no es tanto un sentimiento


como una manera de estar presente. Demostramos amor a través de una
presencia activa y sostenida con una expresión incondicional de las cinco A y
sin las capas condicionadas o actitudes del ego, tales como el enjuiciamiento, el
miedo, el control, etcétera. Recibimos el amor del mismo modo: con las cinco A
y sin interferencias de nuestro ego. En otras palabras, el amor se produce o
sucede mejor en el contexto de la mente consciente, atenta y dedicada.

Podemos ampliar nuestra conciencia de cómo dar y recibir amor, es el


propósito de nuestra vida y la verdadera satisfacción de nuestros más vivos
deseos humanos. Podemos comprometernos a una vida de amor universal. Una
manera es adoptando el estilo «con/sin» descrito en el párrafo anterior.
También puede ser de ayuda, decir la siguiente afirmación, cada mañana y a lo
largo del día, concentrándonos en cada palabra y viendo cómo nos
comportamos de este modo. Puede ser especialmente poderoso como un
mantra silencioso, un preludio a la interacción con otra persona o al
enfrentarnos a una situación que nos dé miedo: «Estoy plenamente presente
aquí y ahora, con toda mi atención, aceptación, aprecio, afecto y admisión
incondicionales. Soy feliz dejando ir o librándome del enjuiciamiento, miedo,
control y exigencias. Ojalá que este sea el modo de demostrar mi amor a todo
el mundo. Ojalá que sea siempre más abierto al amor que me llega. Ojalá sienta
compasión por aquellos que tienen miedo al amor. Ojalá todos los seres
encuentren este camino de amor.»

EXPRESAR INTIMIDAD • He aquí algunas cualidades de un momento íntimo: calidez,


cercanía física, contacto respetuoso, contacto visual, una presencia incondicional
sin guardarse nada, vulnerabilidad, franqueza, relajación, humor, una alegría
resplandeciente, estar libre de tensión o exigencias, una disponibilidad completa,

14
9
estar ahí juntos sin esfuerzo en lugar de un modo planeado, ninguna
preocupación por el tiempo o los horarios, la sensación de que alguien quiere
estar ahí y no en otra parte y, finalmente, que ninguna de las actitudes del ego
está en funcionamiento. Todo en un momento así es ofí the record y como tal, es
inmensamente permisivo.

Responda a las siguientes preguntas en su diario: ¿Cuáles son las cualidades de la


intimidad que usted experimenta en su relación? ¿De qué carece? Algunas
personas se comportan de ese modo íntimo, únicamente, cuando la relación se
ve amenazada. Pregúntese cuándo suceden esos momentos íntimos para su
pareja y cuándo para usted. Comparta lo que ha averiguado con su pareja sin
hacer que él o ella se sienta culpable o mal en modo alguno.

15
0
Los conflictos

n las historias de héroes, la iluminación es seguida por un deseen

JLÚso a los infiernos. Nuestro viaje a una relación, desciende desde la


cima, en lugar de ascender a ella. La segunda fase de las relaciones y que
acostumbra a ser la más larga, es el conflicto, cuando la luz del romance
es sustituida por la sombra de la tensión. En esta fase la imagen romántica
de uno deja sitio a la realidad de uno. No nos conocemos a nosotros
mismos ni somos capaces de integrar nuestra experiencia hasta que nos
encontramos con nuestra propia sombra y le ofrecemos nuestra amistad,
luchando con ella. ¿Cómo podemos conocer a nuestra pareja si no
hacemos lo mismo con ella? ¿Cómo podemos amar aquello que no
conocemos? Si nos conocemos de verdad a nosotros mismos, nada que
haga otra persona o personas será nunca del todo extraño o imperdonable.

El romance muestra el lado brillante del objeto del amor, su sombra


positiva, ese potencial no aprovechado para el bien que proyectamos en
aquéllos a los que idealizamos. El conflicto expone sus lados más oscuros,
su sombra negativa o sea, nuestra propia propensión a la maldad, a la
mezquindad, al abuso o al egoísmo, que proyectamos como un fuerte
disgusto hacia los que muestran esos comportamientos. Una vez
estuvimos cegados por el romance, pero ahora ya tenemos libertad para
ver todos los lados de la pareja. Nos enfrentamos a la mezquindad, a la
falta de consideración, a las elecciones que sól sirven a uno mismo y al
ego arrogante con su necesidad de teñe.' razón, de salirse con la suya y de
vengarse. Nos damos cuenta U todas las cosas de nuestra pareja que no
somos capaces de sopor - de esconder. Lo que fue encantador en el

151 ~
romance puede insoportable en el conflicto.

152 ~
Esta fase es una parte completamente normal, necesaria y útil del
proceso de construcción de un vínculo duradero. Sin la pugna que entraña,
podríamos perdernos el uno en la otra y viceversa y, por lo tanto,
perdernos nosotros mismos. Necesitamos el conflicto a fin de evolucionar
de una proyección romántica a una autoafirmación madura. Se trata de la
fase de amor que corresponde a la fase de separación del viaje heroico.

La experiencia humana se produce, únicamente, en un contexto de


relación y, en las relaciones, los conflictos específicos de nuestro pasado
son desenterrados. De resultas de relacionarnos con una pareja adulta,
somos capaces de recordar nuestra vida con nuestros padres, de un modo
más vivido de lo que jamás pensamos que fuera posible. De hecho, en la
fase de conflicto no podemos evitar encontrarnos con los fantasmas de
nuestros primeros años. Es la fase en la que oímos cómo le decimos a
nuestra pareja y a nuestros hijos, las mismas palabras que nuestros padres
nos dijeron hace tanto tiempo. Es entonces cuando entrenamos
cuidadosamente a nuestra pareja, para que nos ayude a representar
nuestras primeras y más amargas decepciones, daños y pérdidas. En esta
fase, sacamos instintivamente a la luz, los problemas que ahora estamos
preparados para lamentar, y reproducimos nuestro pasado para mostrar lo
que nos sucedió y dominarlo con la ayuda del reflejo de alguien en quien
confiamos. Cada momento que pasamos en una relación conflictiva, nos
quita nuestras ilusiones, ya que la psique se ajusta continuamente a las
verdades recién reveladas.

El camino para llegar al centro es a través de los extremos. Pasamos


del extremo del romance al extremo de la contención, a fin de alcanzar el
centro del compromiso, de acuerdo con el ciclo de tesis, antítesis y
síntesis. La naturaleza pasa también de la opulencia del verano a lo más
crudo del invierno, a fin de que podamos regocijarnos con la vivacidad de
la primavera. Ahora somos capaces de ver que relacionarnos con alguien o
con algo, en lugar de estar poseído por él, o ella, o ello, es equivalente a
reconocer que la relación pasará, inevitablemente, por fases.

Por último, es útil darse cuenta de que en el viaje desde el romance al


conflicto, pasamos por tres modelos:

El ideal El normal El decaído

La mejor de todas las Mucho estrés, colapso


situaciones posibles, Vida rutinaria sin grandes nervioso, depresión
enamorado. subidas ni bajadas. profunda.

153 ~
Mi yo mejor. Funcionamiento adulto. Mi yo peor.
En este modo, me verás En este modo, soy claro, En este modo verás mis
siendo amante, heroico y fiable y comprometido al rasgos malos,
compasivo. ¡Hay poca trabajo de tratar, procesar y autocompasión,
necesidad de que trabaje solucionar cosas. paranoia. Aquí no es
en mí mismo! posible trabajar en la
relación. Antes es
preciso un trabajo
personal.

Las personas pasan de lo mejor a lo peor y vuelven al centro muchas


veces, y aceptarlo como un hecho, nos libera de que nos tomemos el
comportamiento de una pareja demasiado personalmente, de echarle la
culpa e incluso del miedo, todas esas cosas que liberan al ego. Cuando
estamos atascados en el modo decaído —como en el tema mítico del
barco encallado en el puerto— hemos de actuar de una manera
especialmente fuerte, porque quedarse quieto puede que se haya vuelto
más cómodo que el esfuerzo necesario para moverse. Este es el motivo de
que el riesgo se convierta en el estilo del héroe.
Para utilizar otra metáfora, la naturaleza exige la destrucción de unas
estructuras establecidas para dar lugar a unas condiciones nuevas en el
entorno. Esto significa que la vida incluye, necesariamente, turbulencias e
incluso disoluciones, que son los precursores o heraldos de la transfor-
mación. De hecho, los sistemas naturales participan, celosamente, en su
propia autotrascendencia. San Juan de la Cruz habla en los términos
siguientes de su ego: «Rápidamente, sin que nada se salve, estoy siendo
completamente desmantelado.» Y no se limita a decirlo, sino que ruega
por ello. La alteración del statu quo y el desmantelamiento de las viejas
formas, son señales de una saludable evolución. La naturaleza se regocija
con los brotes de la primavera, pero se siente igual de excitada por el
otoño, que asegura otra primavera aún más rica. ¿Somos capaces de ver
nuestros conflictos de este mismo modo optimista?
El proceso de la evolución es salvajemente autotrascendente.
KEN WlLBER

Cómo solucionar las cosas

Las difíciles demandas del amor, resultan ser los únicos ingredientes de la
integridad y la edad adulta y esto es porque somos capaces de trabajar,
cooperativamente, con nuestra pareja para hacer que las cosas sean

154 ~
mejores y/o podemos desarrollar nuestros poderes para cuidarnos a
nosotros mismos, si una pareja no acude en nuestra ayuda.

Defender nuestra posición es lo contrario a exponerla. Y el compro-


miso con una relación entraña la exposición, procesado y solución de
nuestros problemas mutuos y personales. Si tenemos miedo a una ver-
dadera intimidad, echaremos a correr con sólo pensar en un proceso así.
Hemos de sentirnos lo bastante seguros para contemplar lo que es posible
que hayamos mantenido oculto dentro de nosotros o evitado exponer a
nuestra pareja. Está claro que la mayoría tenemos la habilidad de no
prestar atención a lo que sabemos que exigirá una respuesta difícil o
dolorosa, pero esta negativa puede costamos nuestra propia sensibilidad y
vulnerabilidad y como cualquier virtud, el valor que hace falta para
exponer y tratar problemas dolorosos se consigue fácilmente con la
práctica. A continuación verá cómo puede suceder.

Un grifo que gotea no es una tragedia para la persona que tiene


herramientas y habilidad. Nuestros conflictos pueden tener unos re-
sultados maravillosos para nosotros si nos mostramos un respeto mutuo y
utilizamos herramientas que nos ayuden a cooperar, en lugar de
estrategias que demuestren que tenemos razón. Trabajar en los problemas
de manera cooperativa, es convertir el conflicto en compromiso. De
hecho, el compromiso está expresado claramente en nuestra disposición
para manejar obstáculos, en lugar de esquivarlos, ser obstaculizado por
ellos o tener resentimientos por su culpa. Solucionar las cosas es un
umbral o punto de partida del viaje heroico que lleva a la intimidad: un
desafío doloroso que conduce al cambio. Una vez que cruzamos con éxito
este dintel, transformamos un obstáculo en un puente. La energía que una
vez estuvo ocupada en la competencia del ego, alimenta ahora un
comportamiento adulto responsable. Decimos: «Puedo negociar contigo y
podemos acercarnos más por medio de nuestras pugnas. Nuestro amor no
es cuestión de ser excesivamente sentimental, es cuestión de un
compromiso adulto para tratar, directamente, nuestros sentimientos y
preocupaciones.»

155 ~
A casi todos nosotros nos resulta difícil estar con los demás y, sin
embargo, el amor implica dar un paso para seguir solucionando las cosas.
Cuando nos negamos a hacer eso o lo hacemos sólo a regañadientes, en
realidad no queremos a nadie. Es posible que sigamos sintiendo un
vínculo de sentimiento, de historia o de obligación, pero eso no es amor ni
tampoco será suficiente para unas relaciones felices y eficaces.

Lo que hace que las relaciones nos dejen tan perplejos, es que no están
basadas en un pensamiento lógico y razonado, sino en unos sentimientos y
unas necesidades ambiguos, que nos confunden, esquivan la mente y
hacen que el corazón se tambalee. En ocasiones, el amor funciona de
forma automática, pero casi siempre lo hace porque trabajamos en ello.
Podemos localizar fácilmente, aquello en lo que hay que trabajar:
Cualquier cosa que no funcione necesita trabajo. Como todos los adultos
tienen cosas que elaborar, la negativa a trabajar es el equivalente a ser
reacio a relacionarse como adulto. Y si se ha llevado a cabo una cantidad
razonable de trabajo y no se ha producido cambio alguno, ello indicará
que la relación está lista para ser liberada de modo que ambas partes
puedan seguir adelante. Algunas relaciones jamás funcionarán y cuando
desperdiciamos nuestra energía intentando rejuvenecerlas, acabamos,
sencillamente, sintiéndonos vacíos y agotados.

Por lo tanto, no es egoísta querer librarse de una relación que no nos


haga felices. El propósito de relacionarse, no es soportar el dolor. A pesar
de que el dolor forma parte de toda vida humana, nuestro reto como
adultos, es vivirla y avanzar dejándola atrás en lugar de «flotar en el aire
sobre la terrible costa de la Estigia», como dice Shakespeare en Tito
Andrónico. Eso no quiere decir que debamos abandonar una relación a la
primera señal de dolor. Cualquiera puede notar la diferencia entre
volúmenes interminables de dolor y unos capítulos ocasionales del mismo.
Lo primero es inaceptable, excepto para una víctima; y lo último es un
reto adecuado para un héroe, uno que trabaja a través del dolor y es
transformado por éste. Un lema procedente del mercado de valores
también puede aplicarse a las relaciones sanas: volatilidad a corto plazo,
pero crecimiento a largo plazo.

En las relaciones, crecemos cuando tenemos un programa de práctica


espiritual que nos enseña a librarnos del derecho del ego, a expec- tativas
e ideas preconcebidas respecto a lo qué se supone que deben parecerse las
relaciones, lo que nuestra pareja se supone que ha de darnos, o cómo se
supone que debe comportarse o el aspecto que debe tener. A través de la
práctica espiritual, también nos libramos de las viejas costumbres de
~ 156 -
manipular y de escondernos a nosotros mismos y empezamos a permitir
que nos vean (a estar expuestos) tal como somos. El resultado es que
podemos cooperar con la energía de otra persona en lugar de necesitar
conquistarla. Podemos llegar a acuerdos para cambiar, el cumplimiento de
los cuales, es la mejor señal de que una relación va a funcionar.

La cooperación —la pareja— se encuentra en el centro de la solución


de los conflictos. No estamos trabajando individualmente por la
ascendencia de nuestras propias posiciones. Trabajamos juntos por la
salud y la felicidad de la relación. Igual que en las artes marciales
orientales, los movimientos armoniosos ocupan el lugar de una lucha con
el enemigo. Este amor, que no se resiste, no domina, no es pasivo ni es
violento, surge del desarme incondicional y, por lo tanto, no tiene lugar
para expresiones como: «Yo soy bueno, tú eres malo» o «Yo tengo razón
y tú estás equivocado». Si nos vemos atrapados en este dualismo,
proyectamos la cara de un oponente en nuestra pareja y ambos habremos
perdido. Libres de esta clase de dualidad, alternamos los papeles de maes-
tro/estudiante y amigo/amiga. Pero la única manera de llegar allí es siendo
más humildemente amante de lo que hemos sido nunca. Si ambos nos
limitamos a ser sólo justos el uno con el otro, el amor no empezará nunca
y ya no digamos durará. Alguien debe ser el primero en ser generoso.

Es posible que eso le parezca como una rendición, pero la fuerza no


siempre significa asertividad. Un adulto encuentra el equilibrio entre la
aserción, la afirmación de su autonomía y el reconocimiento de su
interdependencia con otras personas. Piense en Margot por ejemplo, está
casada con Emilio, un hombre que la ama pero que hace que cada «no»
parezca un rechazo. En los primeros años de su matrimonio eso la
intimidaba y ella siempre era conciliadora e iba con mucho cuidado; pero
a medida que Margot llevó a cabo el trabajo de convertirse en adulta, se
hizo más fuerte y sintió compasión por Emilio, con su miedo y su postura
defensiva automática. Las antenas de Emilio eran tan sensibles al rechazo
a causa de la fuerza que éste había tenido en su pasado, que él no podía
evitar encontrarlo en

todas partes. Se dio cuenta de que le ayudaría que ella tuviera cuidado en
la forma de decir las cosas. Antes, Margot criticaba el desaliño de Emilio,
utilizando frases acusadoras con «tú» («Tú siempre lo dejas todo hecho un
desastre y nunca lo limpias») a lo que él se encrespaba y explotaba. Ahora
ella utiliza frases con «Yo» que le informan de sus reacciones personales
ante sus costumbres («Me siento herida cuando dejas la casa hecha una
porquería, porque hace que yo crea que no te importo nada»); y Emilio
157 ~
recibe el mensaje sin sentirse regañado. En este contexto, un entorno
contenedor, los cambios de conducta se producen más fácilmente.
Procesar su propio miedo a la- luz del de Emilio, ha hecho que Margot
deje de andar de puntillas alrededor de él porque ha captado su longitud
de onda. Ahora puede amoldarse a sus miedos sin tener que mimarlos o
sentirse humillada por ellos. Esto ha sucedido porque Margot se está
librando de su ego y dejando que entre el amor, después de haberse dado
cuenta de que la pareja adecuada llegó justo en el momento adecuado, por
lo que ella puede hacer su trabajo, o sea, convertirse en un adulto más
comprensivo.

Margot y Emilio hicieron cambios con bastante rapidez. En una


relación, una persona puede que esté preparada para afrontar un problema
tan pronto como aparezca. Otra espera un poco a fin de incubar una
respuesta. Necesitamos respetar el tiempo o ritmo único de cada persona,
y si una pareja no responde tan rápidamente como sería de desear, no hay
que tomárselo a título personal. Es como la velocidad a la que se devuelve
un mensaje telefónico que dejamos en un contestador: no refleja lo que
nos respeta el receptor del mensaje. Se trata completamente de su propio
ritmo temporal. Una persona devuelve la llamada en cuanto recibe un
mensaje y otra espera un día o más. Es cuestión de estilo personal, no de
insultarnos o de respetarnos más o menos.

De hecho, una respuesta lenta puede ser una buena señal, la de un


proceso lento y deliberado. En los grandes dramas cada uno de lo?
acontecimientos se procesa, mientras que en los folletines o culebro?.■_ -
no se procesa nada. Los monólogos de Shakespeare procesan la acción
que acaba de producirse. En los melodramas, los acontecimientos =
amontonan uno encima de otro sin que se cierren, se solucione?, se
transformen.

La experiencia del procesado significa que le aportamos conciencia.


Sin ella, la vida se convierte en una serie de episodios, uno después de
otro y sin movimiento a través de ellos que lleve a nuevas ideas y cre-
cimiento. Vivir en episodios es lo opuesto a una vida cohesionada o
coherente. Si la hija adulta de un alcohólico se casa con tres alcohólicos
seguidos y su visión del mundo es episódica, ella ve sus matrimonios
fracasados como una coincidencia y se lamenta de su mala suerte. Si ve su
vida en contacto y cohesivamente, reconoce su patrón, su conexión con su
infancia, y es mucho más probable que explore los principios que
organizan su vida y busque maneras de volver a configurarlos para que
pueda tener unas relaciones más sanas.
158 ~
Para redimir nuestra experiencia pasada, necesitamos vernos a no-
sotros mismos y a nuestra historia en un contexto y con continuidad.
Observar nuestra historia de este modo, es ver dónde necesitamos trabajar.
Intentar establecer intimidad mientras los problemas personales siguen sin
ser aclarados, es como intentar construir un buque en el mar. Primero
hemos de comprometernos individualmente a tratar, procesar y solucionar,
nuestros propios problemas y demonios. Algunos tenemos unos
problemas personales tan profundos que es posible que necesitemos
trabajar durante muchos años en nosotros mismos, antes de que podamos
relacionarnos, íntimamente, con otra persona.

Un compromiso para procesar, también significa un compromiso para


dejar de tomar decisiones unilaterales o perentorias. En lugar de eso, cada
persona comparte sus sentimientos respecto a cómo está marchando la
relación, cada uno declara lo que le parece bien y no tan bien, lo que
funciona y lo que puede que necesite un cambio, cómo se siente al estar
en una situación concreta, y el modo en que las cosas pueden hacerse de
manera diferente para que ambas partes sean más felices. Cuando algo
sienta bien y parece bueno en todas partes —cabeza, corazón y entrañas—
acostumbra a querer decir que una necesidad está siendo satisfecha de
verdad.

Solucionar las cosas, implica dos pasos: expresar claramente la verdad


tal como cada persona la experimenta, y actuar de acuerdo con ello.
(Cuando nos expresamos pero no actuamos, el resultado es la frustración.)
Su verdad incluye sus sentimientos respecto al problema inmediato, así
como el tipo de su personalidad, su lado oscuro, sus necesidades y deseos,
sus normas morales, los objetivos de su vida, sus

159 ~
aptitudes y dones, sus limitaciones, la herencia familiar, su historia
personal y el impacto de su experiencia pasada en su vida presente.
Comportarse de acuerdo con las verdades personales, significa hacer
concesiones en cuanto a sus limitaciones; activando su potencial para
utilizar sus dones y talentos y hacer elecciones que reflejen su estándar,
valores e integridad.

El procesado conduce a la solución cuando cada persona se siente


escuchada emocionalmcnte, recibe algo que quería y llega a un acuerdo
que conduce al cambio. Si usted y su pareja no son capaces de hacerlo
juntos, pida ayuda a un terapeuta o a un amigo objetivo que pueda hacer
de mediador. (Cuidado: Pensar «Yo puedo encargarme de todo» puede ser
una excusa porque se tiene miedo a pedir ayuda.) Las relaciones sanas
utilizan la terapia para solucionar conflictos que dejan perplejos a los
componentes de la pareja. Seguir una terapia también significa pasar por
unos controles periódicos. En el caso de nuestra salud física, ni siquiera se
nos ocurriría que podemos omitir esta clase de consultas, mientras es
posible que sí lo hagamos cuando se trata de nuestra felicidad.

Una advertencia: algunos conflictos no responden al tratamiento o


procesado. Sólo el tiempo y la gracia pueden curarlos. De modo similar,
los viajes heroicos empiezan a menudo por una situación que no tiene
solución. Esta clase de situaciones difíciles se supone que han de
desmontar la creencia del ego, de que puede solucionar todos los pro-
blemas de la vida, con su propia fuerza de voluntad y sin depender de la
gracia. En todos nosotros hay algo que hace y algo que permite, y para
llegar a ser plenamente humanos, necesitamos hacer honor a ambos
poderes interiores.

Fue un placer no expresado que después de haber... arruinado tanto y


reparado tan poco, hubiéramos aguantado.
LiLLIAN HELLMAN

El pasado en el presente
Ramilletes recordados que hace mucho que se marchitaron...
dejaron en mi memoria el encanto de otro tiempo con el que yo...
agobié a este nuevo ramillete.
HENRI MAT.

Nosotros, los humanos, conmemoramos nuestro pasado, pero al final,


nuestras necesidades arcaicas se entrometen, factura en mano, para

16
0
presentar sus reclamaciones pendientes. Nos enfrentamos a nuestros
problemas pasados, a fin de que no aparezcan una y otra vez en nuestras
relaciones presentes, o para que, si lo hacen, nos demos cuenta de su
aparición y seamos responsables de ella. Si no tenemos conciencia de
nuestro pasado, es posible que parezca que estamos involucrados en una
relación adulta, pero que en realidad estemos poniendo en escena un
argumento de hace mucho tiempo. Los recuerdos del pasado surgirán en
proporción directa a la aparición de la intimidad y ello es así porque, tanto
el pasado como el presente, nos ofrecieron o nos ofrecen la posibilidad de
recibir aquello que siempre hemos ansiado: atención, aceptación, aprecio,
afecto y que se nos admita, permita y anime a ser quienes somos.

¿Cómo podemos saber si el problema que nos preocupa o nos angustia


en una relación adulta es un problema de hoy, o algo que arrastramos
desde el pasado? Por medio de un examen consciente, atento y dedicado.
Si mi madre absorbió y contaminó tanto mi experiencia de las mujeres,
¿qué posibilidades tengo de ver a esta mujer tal como ella es realmente?
Cuando siento un pánico familiar, experimento una ira que me sorprende,
o reacciono con más intensidad de la que corresponde a la circunstancia y,
no sé por qué, puedo suponer que en realidad, la cara que estoy viendo, no
es la de mi pareja sino la de mi madre. Y eso queda especialmente claro
cuando me siento más incómodo y me aferro al dolor durante más tiempo
del que corresponde a mi situación. Sólo unos problemas que carguen con
el peso de un pasado sin solucionar, abusivo o del que todavía me
resienta, pueden ser responsables de esta reacción tan desmesurada. (Y en
cierto sentido, no se trata realmente de una reacción excesiva, ya que el
niño interior está respondiendo a un trauma del pasado que sigue
humeando.)

Todos experimentamos momentos en que nos sentimos impotentes,


asustados, atrapados, obligados y que no tenemos el control. Estamos
escuchando la voz del niño interior que llama nuestra atención y pide
nuestra intercesión como adultos. El niño interior no sabe presentar,
directamente, su caso, así que tartamudea su mensaje a través de unos
actos tímidos e inseguros y unos sentimientos lastimosamente raros. Una
vez que comprendemos eso de forma consciente, nos volvemos
automáticamente, más adultos y más compasivos hacia nosotros

~ 161 ~
mismos. Cuando la conciencia conecta nuestras experiencias presentes
con sus determinantes infantiles, conseguimos la sensación de que nuestra
experiencia de la vida ha ampliado su significado. Eso forma parte de
nuestra capacidad de calmarnos a nosotros mismos.

Un comportamiento razonado y adulto en el trabajo, y uno descon-


trolado c infantil en el hogar, con mi pareja, señala la diferencia entre los
poderes del presente y del pasado para hacer que nos inflamemos. Cuando
los fuegos del pasado vuelven a llamear, tratamos los conflictos y los
problemas de manera compulsiva y éstos parecen tener una cualidad de «o
bien o», obstruyendo la oportunidad de llegar a un compromiso o
negociación. Una situación común, puede duplicar un argumento anterior
que todavía lleva dolor consigo, a pesar de que acostumbremos a estar
ciegos a su conexión con nuestro pasado. Nuestra mente racional nos
engaña para que creamos que la situación es un hecho del aquí y ahora,
cuando en realidad es, además, un artefacto del pasado que evoca pena y
necesita ser terminado.

El procesado de la pena que hace que nos sintamos aislados, es la tarea


más difícil que tenemos en la vida, así que intentamos evitarla
configurando las pérdidas pasadas como inconvenientes presentes.
Mientras pensemos que nuestra incomodidad tiene que ver con una pareja
en el aquí y ahora, no tendremos que enfrentarnos a una vieja pesadumbre.
Los recuerdos traumáticos —siempre presentes pero nunca conocidos—
puede que residan en nuestros cuerpos y no en nuestras mentes
conscientes. Por ejemplo, es posible que hayamos sido programados para
sentir la obligación de padecer y aguantar el abuso y para creer mensajes
de menosprecio hacia nosotros mismos, que como resulta que estaban
almacenados en nuestras células, ahora aparecen como reacciones
automáticas que gobiernan nuestra conducta. Por ejemplo, es posible que
hayamos sido subyugados de una manera abusiva o sofocante y que ahora
nos pongamos automáticamente tensos, cuand nos abracen o con sólo que
nos toquen. Es posible que sintamos e. dolor del abandono como adultos,
cuando la persona que se sup r.:_ que nos iba a recoger al aeropuerto nos
haga esperar. Una creer:;: infantil de que no somos capaces de hacer nada
bien, aparece . - perseguirnos en el momento de un divorcio. No podemos
ev.ta.- . creencia, es un reflejo de nuestras células que ya no se puede -
como tampoco podemos impedir que nuestra mente pieria - do decimos «7
x 7».

No podemos, por supuesto, evitar o librarnos permanentemente, de las


antiguas creencias y reacciones, pero sí que podemos llamarlas por su
- 162 ~
nombre y, como cualquier fantasma, es posible que cuando finalmente la
luz brille sobre ellos, se escabullan. ¿Cómo podemos hacerlo? Cuando
surgen problemas pasados, llegan con la sensación de ser reales en el
presente, y una cosa que ayuda es volver a archivarlos en la carpeta
mental del pasado. «Me siento así a causa de algo que hace mucho que
pasó pero que no he terminado de solucionar.» La próxima vez será más
fácil enfrentarse a los problemas del pasado y luego, gradualmente, los
viejos pensamientos reflejos darán paso al resplandor liberador de la
conciencia.

Vivimos en el presente del esto y ahora, en lugar de en el pasado de


nunca más o del futuro de todavía no. Los recuerdos conmovedores,
pavorosos o humillantes, se quedan en nuestra memoria durante toda la
vida y jamás acabamos del todo con el pasado. El ayer trivial sí, pero no
esa mañana de hace tanto tiempo en que alguien nos abandonó tan de
repente; ni esa tarde en que alguien se quedó con nosotros de un modo tan
leal; ni esa noche en que alguien nos tocó tan equivocadamente; ni aquella
en que alguien lloró tanto con nosotros. El pasado no termina nunca con
nosotros. No, nunca desaparecerá el todo de entonces, ni se difuminará el
todo de esto.

Hombres y mujeres
Ser un hombre o una mujer pura y simplemente es fatal; uno debe ser una mujer
que sepa ser hombre y un hombre que sepa ser mujer.
VIRGINIA WOOLF

Las cosas opuestas no son separaciones sino dos extremos de un espectro.


Así pues, masculino y femenino, como mente y cuerpo, no son una
dicotomía. Como hombre, yo contengo un espectro de identidad de género
que incluye lo femenino. Lo opuesto es cierto en el caso de todas las
mujeres. Y lo que es más, las cualidades masculinas y femeninas se
complementan entre sí y combinan unas energías complementarias para
abrazar, entre ellas, a todo el espectro.

Las divisiones las hacen los hombres, como el muro entre Berlín Este y
Berlín Oeste que ni un pájaro ni una nube, respetaron jamás. El mie

163 ~
do asociado a escalarlo existía en la mente humana; el arrojo y valentía
involucrado en su demolición llegó, cuando el corazón se unió a ello. Las
dicotomías agudas entre hombres y mujeres, o entre homosexuales y
heterosexuales, o entre negros y blancos son, como el muro, artificios de
la parte asustada y más pavorosa del lado oscuro de los humanos. La
finalidad de una espiritualidad consciente y dedicada, es aclamar la afi-
liación y desafiar a la división y así ver las diferencias como meros ador-
nos a las similitudes y difuminar el miedo a las diferencias.

En el caso de las parejas masculino-femenino, la división según las


líneas de género, es especialmente fatal para una relación armoniosa. Y
sin embargo, las fracturas entre hombres y mujeres, no se deben a sus
diferencias, sino al hecho de que no han solucionado los enigmas de sus
primeros años de vida; no se han librado de sus egos, o no han aprendido a
tratar, procesar y solucionar sus problemas. De hecho, en la mitología
romana, Venus y Marte producen un niño divino llamado Armonía, que es
el resultado de una unión de amor y agresión, los dos poderes
organizadores más importantes de la psique humana. Esto sugiere que en
una relación, tolerar el amor de Venus y la ira de Marte, puede conducir a
la armonía.

Y sin embargo, una tolerancia así exige trabajo; a pesar de que no-
sotros contenemos a ambos géneros, a menudo tenemos miedo del poder
que hay en el sexo opuesto y deseamos poseerlo o ser poseído por él.
Además, el ego, que es impulsado por el miedo y la codicia, puede ser
rígido, estar apegado a estereotipos, a la defensiva y condicionado
respecto al amor. La práctica espiritual puede liberarnos de este ego
disfuncional, o sea, de quedar atrapados por el miedo y el deseo. Hay una
realidad en mí que trasciende al ego y con la que me pongo en contacto
cuando estoy libre de miedo y de deseo. El miedo y el deseo retroceden,
no porque yo les abandone, sino porque ya no me gobiernan. Librarse de
ello significa no estar ya impulsado por obsesiones o compulsiones.
Nuestro reto es encontrar algo de lo que deseamos en los demás, en
nuestra propia energía contrasexual —la energía masculina de una mujer o
la energía femenina de un hombre— y transformar en nosotros, aquello
que tememos en los demás.

Li Daoquin, el maestro taoísta del siglo xirr dice: «El esposo y la


esposa, están en cada uno de nuestros cuerpos.» En el vocabulario de
Jung, a la energía contrasexual de un hombre se la llama el ánima
mientras que a la energía contrasexual de una mujer se ía llama el ánimo.
El temor masculino del ánima poderosa y que disuelve al ego, puede
~ 164
convertirse en rabia y sadismo, como demuestra sobradamente la historia
pasada y presente. El mundo medieval y el del Renacimiento, dominados
por lo masculino, condenaban a las mujeres sabias como brujas, mientras
que la violación de mujeres y la violencia de toda clase, es un terrible
ingrediente de la vida contemporánea. Los hombres misóginos, cuya
imagen de masculinidad incluye la dominación, caen con una furia
vengadora sobre las mujeres y, en el proceso, profanan su propia ánima.
La verdadera intimidad se caracteriza por un equilibrio de poder, que
sigue el modelo de la pareja y no el de la jerarquía.

La madurez significa volver a diseñar nuestros modelos para que den


cabida a todo el arquetipo: los verdaderos hombres son cordiales, atentos,
tienen humor y el valor de mostrar sus sentimientos, su vulnerabilidad, no
tienen miedo de un contacto que no sea sexual. Los verdaderos hombres
pueden mostrar o aprender a mostrar las cinco A. No tienen siempre el
control, ni siempre son potentes, ni son ellos los que salen victoriosos
siempre. No tienen necesidad de ser violentos o vengadores.

El estilo de tratar, procesar y solucionar los conflictos, puede ser


diferente para los hombres que para las mujeres, por lo que incluso parejas
que se han comprometido con las tres cosas, puede que no estén realmente
de acuerdo en lo que se han comprometido. En el caso de los hombres,
tratar puede significar declarar ahora el problema, yendo directamente al
grano, yendo directamente a lo fundamental. I)e manera similar, procesar
puede significar solucionarlo ahora, y solucionarlo puede significar
olvidarlo y seguir adelante. Cuando una solución rápida es la prioridad
principal, es posible que no tengamos en cuenta los sentimientos de los
demás.

En el caso de las mujeres, por otro lado, tratar puede significar hablar y
hablar, hasta que sepamos de qué estamos hablando. Esto implica ir dando
vueltas al problema, no como un medio de evitarlo, sino como una manera
de prestarle nuestra atención. Procesar, en el caso de las mujeres, puede
significar sentir los problemas tanto presentes como pasados, y también
que los sentimientos sean escuchados y apreciados. En cuanto a la
solución, puede llegar fácilmente de una sensación de ser escuchada y
atendida, de ser reflejada con amor. Así pues,

la solución de problemas es posible que sea la menor prioridad para las


mujeres; y los sentimientos reflejados, la mayor.

~ 165 ~
¿Introvertido o extrovertido?

A pesar de que las diferencias de genero no hay duda de que existen,


también es posible que sea cierto que las características que adjudicamos
al género de una pareja, o a nuestros miedos respecto a eso, reflejen,
realmente, la introversión o extroversión de esa pareja. Comprender a una
posible pareja futura y/o presente, puede significar tener en cuenta las
diferencias entre una persona introvertida y una extrovertida. Estas dos
tipologías psicológicas innatas, son igual de sanas y una no es más
superior que la otra, de lo que el cabello castaño es superior al negro. De
hecho, el mundo las necesita ambas para funcionar de manera creativa.
Pero las cinco A, se dan y se reciben, de manera diferente según se sea
extrovertido o introvertido, tal y como veremos en la descripción
siguiente.

Un extrovertido se anima con la compañía de otras personas, y a un


introvertido eso le agota. Un extrovertido busca gente con la que re-
lacionarse socialmente; y un introvertido, la evita. Un extrovertido corre el
riesgo de quemarse y un introvertido está en peligro de aislarse. Un
extrovertido concede prioridad a una experiencia inmediata, y un in-
trovertido da prioridad a la comprensión sobre la experiencia. Para un
introvertido la alarma interior de la sensación física advierte con urgencia:
«Tengo que salir de aquí.» En el caso de un extrovertido, la alarma
interior ruge: «Tengo que estar con alguien.» Ambas reacciones pueden
parecerle compulsivas a las personas que las esté experimentando.

En una relación, estos estilos opuestos pueden conducir a un conflicto.


Yo soy extrovertido y tú, introvertido. Yo me lanzo sin mirar v tú lo
consideras una tontería. Tú miras primero y haces una pausa y a mí eso
me parece timidez y falta de espontaneidad. Cuando me siento mal, salgo
a buscar gente y cuando tú te sientes mal, quieres estar solo. Yo creo que
tú me estás rechazando y tú crees que estoy invadiendo tu intimidad. Yo
quiero salir y tú quieres quedarte. Yo vuelvo a casa para hablar y tú vienes
para escaparte. Yo doy la bienvenida a las preguntas y las considero una
señal de interés en mí, y a ti te molestan y te pare- ccn una intrusión. Yo
me revelo fácilmente a mí mismo así como mis deseos y sentimientos, tú
eso lo consideras superficial o peligroso. Te guardas las cosas para ti
mismo y yo lo considero como una reserva y una señal de que no confías
en mí. Necesito seguir hablando para aclarar mis pensamientos. Tú no
piensas bien a toda prisa sino que necesitas reflexionar largamente y en
silencio. En una ciudad extraña, yo pido que alguien me indique cómo
llegar a donde me dirijo, tú miras un mapa.
~ 166 ~
Si yo soy introvertido, es posible que te enfades conmigo porque no
quiero relacionarme con amigos tanto como tú, pero si aceptas mi in-
troversión como un hecho de carácter, comprenderás mi necesidad de
estar solo y no te tomarás mi ausencia tan personalmente. En pocas
palabras, se trata de un hecho y no de un defecto.

Es posible que los introvertidos hayan aprendido que la ira es, en


ocasiones, la única manera de conseguir que la gente se aleje de ellos,
cosa que puede hacerles parecer gruñones. Para un extrovertido, la nece-
sidad que tiene un introvertido de marcharse, puede que le parezca un
rechazo. Un introvertido puede buscar proyectos que sabe que sólo él
puede llevar a cabo, o es posible que haya aprendido a encontrar algo de
tiempo en soledad, viendo la televisión, saliendo a fumar o a tomar una
copa, sentado ante el ordenador, y así sucesivamente. Cuando una alarma
interna le dice al introvertido que «está harto de la gente», tiene que
adormecerse o disociarse y eso, nuevamente, puede parecerle un rechazo o
abandono a una pareja. Incluso sus horas de lectura sin levantar la cabeza
del libro, pueden parecer una forma de distanciamiento.

Hay personas que son tan profunda y extremadamente introvertidas,


que les va mejor no tener una relación. Un extrovertido que se casa con
una introvertida (o viceversa) es posible que tenga que darse cuenta de
que la necesidad de su pareja de estar sola, puede que sea más fuerte que
su necesidad de estar con el otro. Un introvertido está bien entrenado para
depender de sí mismo y mucho menos bien entrenado en cooperación y
puede que se sienta culpable respecto a esto y a su tiempo en soledad. Un
introvertido es una minoría, un zurdo en un mundo de diestros, y por ello,
es posible que siempre esté incómodo hasta cierto punto. Como todas las
minorías, tiene un juego único dehechos reconocidos y de elecciones a las
que enfrentarse si es que quiere relacionarse bien con los demás.

~ 167 ~
Un introvertido es fácil que sea mal comprendido y por ello, a menudo,
tendrá que explicarse a sí mismo y su conducta o se sentirá como un
extraño. Cuando sienta la necesidad de retraerse, tendrá que pedir un
tiempo libre en lugar de retirarse unilateralmente, lo que a la otra persona
podría parecerle un rechazo. Una persona introvertida, también es muy
probable que tenga que luchar por el derecho a ser ella misma. Cuando su
pareja necesite que sea otra persona que no es, notará la presión para que
sea falso a fin de ser amado. Una persona introvertida incluso puede
sentirse tan solo, o tener tanto miedo a estar solo, que aprenderá a
comportarse como una persona extrovertida, a fin de conseguir la
aprobación. En su verdadero yo, es un introvertido, pero en su falso yo, ha
aprendido a ser un extrovertido.

Parte del trabajo de llegar a ser sano, es conocer nuestro tipo psico-
lógico auténtico y luego hacer elecciones que estén en consonancia con él.
Si somos introvertidos, necesitamos un trabajo que no nos exija que
trabajemos todo el día con el público. Si no somos capaces de pensar a
toda prisa, necesitamos pedir tiempo para tomar una decisión o dar una
opinión. En cualquier caso, hemos de reconocer que como introvertidos
tenemos, automáticamente, que ser más asertivos que la mayoría de la
gente, aun a pesar de que la asertividad sea algo que no nos llegue de un
modo natural. El truco consiste en encontrar un equilibrio entre
afirmarnos y ser honestos con nosotros mismos.

La pregunta que se presenta es: si las personas introvertidas y las


extrovertidas requieren unas respuestas tan únicamente hechas a medida
en la vida diaria ¿también han de ser amados de maneras diversas? Estas
tablas puede que le ayuden:

Las cinco A Cómo amar a una Cómo amar a una


persona introvertida persona extrovertida

Atención Muestre conciencia y Tome nota, con frecuencia,


lealtad, que esa persona de lo que esa persona esté
no interpretará como un haciendo, así como un
Aceptación escrutinio
Valide o intrusión.
su necesidad de interés activo.que está de
Demuéstrele
distancia sin tomarla su parte
Continúa en la pág. y a su lado.
siguientei
como un rechazo. 168 ~
(Continúa de la pág.
Las cinco A Cómo amar a una
anterior) Cómo amar a una
persona introvertida persona extrovertida

Afecto Permita que dé la señal para Demuéstrele con frecuencia,


que haya intimidad de tanto física como verbal
cualquier clase. mente, su amor.
Aprecio
Exprese gratitud y Menciónele con frecuencia y
reconocimiento por la en ocasiones especiales, haga
amabilidad y una disposición una mención especial de su
a adaptarse a usted. reconocimiento.

Admisión o Respete su necesidad de estar Únase a esa persona y


permiso sola, hasta que pida pasar comparta sus intereses de
tiempo juntos. alguna manera y con tanta
frecuencia como sea posible.

Las cinco A Cómo demuestra amor Cómo demuestra amor una


una persona introvertida persona extrovertida

Atención Me doy cuenta de mucho, Me doy cuenta y te digo lo que


pero no digo gran cosa. veo.
Aceptación No soy crítico. Quiero, activamente, que seas
tú mismo/a.
Afecto
Me acercaré, únicamente, Siempre me encanta tener
cuando me sienta preparado. contacto físico, o sea, tocarte.

Aprecio Siempre siento aprecio pero Demuestro aprecio con


sólo lo demuestro cuando palabras y acciones que
hacerlo no me da vergüenza o pretenden evocar una respuesta
es obligado. en ti.
Admisión o Te concedo plena libertad Te ofrezco incluirte en
permiso a ti y a tu estilo de vida. aquello que me importa.
PRÁCTICAS

CÓMO CALIBRAR LA FELICIDAD • Si es usted infeliz en una relación, puede que no sea
culpa de su pareja. Es posible que sea porque usted no cree tener derecho a la
felicidad. Tome en consideración las señales siguientes, de esta clase de creencia.
¿Cuál de ellas le corresponde a usted? Exprese, escribiendo durante tres minutos, su
experiencia de cada una de ellas y luego formule lo opuesto de cada frase y exprese,
también por escrito, de qué manera podrían aplicársele a usted.

• Creo que mi propósito en la vida no es disfrutar sino soportar y aguantar.


• Siempre hay otros que tienen prioridad.

~ 169
(Continúa de la pág.
• La lealtad hacia los demás es a expensas de la lealtad conmigo mismo: me siento
anterior)
motivado por la obligación, el agradecimiento, la historia, la culpa y la piedad.
• Niego continuamente mi instinto de autoprotección.
• No soy capaz de hablar claramente de una relación o de cambiarla o abandonarla
porque eso puede hacer daño a alguna otra persona. Me digo a mí mismo: «Tú te
hiciste la cama, ahora duerme en ella.»
• Antes de reclamar mi propio poder o satisfacer mis necesidades, primero debo
hacer feliz a los demás.
• Mientras mantenga feliz a mi pareja, mi relación tendrá éxito.
• Estoy dispuesto y deseoso de permitir que una pareja lesione mi corazón.

Si mis padres o unas creencias religiosas o culturales, modelaron el estilo descrito por
estas frases ¿significa eso que todavía gobiernan mi psique? ¿Cuándo voy a
apoderarme del Despacho Oval de mi propia psique?

TRATAR, PROCESAR Y SOLUCIONAR ♦ Comprométase consigo mismo \ su pareja, a que


sacará usted a relucir todas sus preocupaciones lugar de ocultarlas o hacer caso
omiso de ellas. Tratar un problema - hacer que lo implícito sea explícito. Esto incluye
aquello que le redesde dentro o lo que sigue sintiendo pero no consigue meo.
Todos los sentimientos humanos son legítimos v aceptar a .2 7-2 los sentimientos
mutuos, es escucharlos con las c ■ -s— . se defienda o
discuta. Tratar un problema es, pues, haber elegido ser más amante, ya que se trata
de un compromiso respetuoso con la verdad del otro y viceversa.

Si le resulta difícil saber todas las implicaciones y matices de sus sentimientos, he


aquí una técnica fácil y entretenida que puede ayudarle. Tome aquella palabra que
describa mejor lo que está usted sintiendo y búsquela en un diccionario de
sinónimos. Léale a su pareja, la lista de palabras que encontrará bajo esa entrada,
comentando después de cada palabra, si encaja y cómo. Por ejemplo, es posible que
se sienta frustrado, pero después de buscar esa palabra en el diccionario, se dé
cuenta de que incluye una decepción amarga o quejumbrosa e incluso ¡una
expectativa demasiado alta!

Procesar un problema significa explorar y abrirse paso a fuerza de trabajo por las
implicaciones de un acontecimiento y las intenciones que hay detrás de la conducta
de los actores principales. Esto sucede, tanto cuando se presta atención a los
sentimientos, como cuando se busca un cambio.

He aquí una sencilla técnica para procesar acontecimientos: Diga lo que sucedió tal
como usted lo vio; exprese lo que sintió entonces y lo que siente ahora; explore lo
que queda por solucionar y para hacer el seguimiento. Si lo hace diariamente tendrá
menos problemas y menos estrés.

~ 170
(Continúa de la pág.
La solución
anterior) se inicia cuando llega usted a un acuerdo para cambiar un patrón de
comportamiento a fin de que se pueda romper un ciclo disfuncional; y se completa,
cuando un estilo de relacionarse nuevo y más satisfactorio, se haya convertido en una
segunda naturaleza. En el caso de los adultos, no existe entonces ningún
resentimiento que saque a relucir el pasado. La plena solución es, en última instancia,
el resultado automático de tratar y procesar a fondo. La renuncia a tratar, procesar y
solucionar los problemas, puede ser señal de desesperanza, el toque a muerto por
una relación.

INFORMAR RESPECTO AL IMPACTO • Cualquier cosa que haga nuestra pareja que suscite
un sentimiento en nosotros, se merece un informe sobre ese sentimiento y el
impacto que tiene en nosotros. Decimos: «Cuando tú hiciste/dijiste esto, yo me sentí
así.» Lo decimos de manera consciente, atenta y dedicada. O sea, sin culpar a nadie ni
esperar nada; se trata, sencillamente, de información. Nadie causa un sentimiento,
pero

las acciones y las palabras son los catalizadores de los sentimientos. El otro miembro
de la pareja escucha sin ofrecer una solución inmediata o ponerse a la defensiva, y
pregunta: «¿De qué tienes miedo? ¿Qué crees u opinas respecto a esto o a mí? ¿Qué
quieres de mí, precisamente ahora?» Reúnase con su pareja y háganse el uno al otro
estas preguntas durante cinco minutos. Cuando estamos comprometidos a trabajar
en nosotros mismos, agradecemos las preguntas que aparecen en este libro y la
información sobre nosotros que conseguimos respondiéndolas. ¿Está usted
empezando a agradecerlas?

HAY QUE ENCONTRAR UN CENTRO • Llegar a unos acuerdos que tengan éxito, exige
responsabilidad. En una relación en la que un miembro de la pareja sea,
sustancialmente, más responsable que el otro, puede parecer que uno necesite que el
otro cambie. Por ejemplo, uno de los miembros de la pareja es posible que siempre
llegue puntual y haga con gran exactitud lo que tiene planeado o prometido hacer,
independientemente de las circunstancias. El otro, puede que haga las cosas con
desgana o sea, irresponsable, que no cumpla los compromisos y no sea de fiar. El
miembro altamente responsable, puede que le dé la culpa al otro o que intente
cambiarle con poco éxito. Una persona se equivoca o se descarría por exceso, y la
otra por defecto. La virtud está en el medio, en el centro consciente, atento y
dedicado, no en cualquiera de los dos lados de la línea de falta. El objetivo en el caso
de un miembro de la pareja, es menos compulsión; y en el caso del otro, más
fiabilidad. Si sólo es uno el que hace el trabajo y cambia, es posible que acepte a su
pareja y la vea con diversión y compasión y ya no quejándose de ella. Estar en el
centro hace que nos sintamos tan bien que sentimos menos necesidad de conseguir
que los demás cambien. Tome en consideración la tabla siguiente:
~ 171
(Continúa de la pág.
anterior)
Un extremo El centro consciente, Un extremo
irresponsable atento y dedicado compulsivo

Energía insuficiente. Tranquilidad. Demasiada energía


Puede que pregunte de qué Ve todo lo que sucede con Puede darle la culpa a su
va todo ese alboroto. una diversión amable y pareja y sentir que r , le
compasión sincera. respetan cuando ella
consigue comportarse de
acuerdo con su definición
de responsabilidad.

~ 172
¿Son, usted y su pareja, opuestos a este respecto y si es así, cómo lo están
manejando? ¿Insiste usted en que sea el otro quien cambie, o es capaz de ver y
admitir que algo es un problema personal cuando lo es?

LA PROTECCIÓN DE LA ENERGÍA ♦ Hágase a sí mismo, en silencio, las siguientes preguntas


respecto a su vida en este momento:

¿Me estoy relacionando con alguien que pesa sobre mi energía vital como un íncubo,
una presencia invisible pero de todos modos, pesada? (Nuestra energía vital es la que
quiere iluminarnos desde el interior e iluminar al mundo a través de nosotros.) ¿Por
qué permito que alguien limite mi energía? ¿Es una costumbre que procede de mis
primeros años de vida? ¿Estoy con alguien que me vacía de mi energía? ¿Estoy con
alguien que se deleita en mi energía y que alienta su liberación? He aquí algunas
sugerencias que pueden ayudarle a volver a encender la luz de su energí,a si ésta ha
fallado:

• Deje de intentar controlar a otras personas. Cada unidad de energía que


invertimos en cambiar a los demás, se resta doblemente, de nuestra propia
energía vital. Es posible que seamos controladores, no tanto para impedir que
sucedan cosas malas, como para impedirnos sentir dolor, ira o decepción.
• Pida lo que usted quiere el 100 por cien del tiempo. Dígase sí el doble de veces de
las que se diga no, pero esté dispuesto a llegar a un compromiso.
• Elija reconciliarse en lugar de estar defendiéndose continuamente. No se vengue
nunca o utilice la violencia, sea cual sea la provoca-
• ción. La corrección de las acciones inapropiadas de los demás, exige instrucción y
compasión, y no castigo ni represalias.
• Enfréntese o dé la espalda a aquellos que le humillen, le menosprecien, o intenten
controlarle, abusar o asustarle, por muy cerca que estén de usted.
• Exprese su creatividad; empiece un proyecto que sólo usted haya imaginado.
• Sea usted mismo sexualmente pero, por supuesto, de un modo responsable. Esto
puede incluir poner en práctica la fantasía o el estilo de vida que usted había
guardado demasiado tiempo en su interior.
• Cultive el sentido del humor, aprendido a jugar y a ver el humor en los
acontecimientos diarios, en el comportamiento de los demás y en sus reacciones.
• Sea atrevido en su presentación y en sus decisiones.
• Hágase amigo de la naturaleza.
• Baile o escriba poesía o canciones sobre sus sentimientos y los acontecimientos
de su vida.
• Cuando se encuentre con un problema que en apariencia sea «insupe rable»,
encuentre una alternativa. (La energía vital es alegría, y la alegría se produce
cuando encontramos una alternativa al o eso... o...).

- 173 ~
• Cuente ese secreto, cuya ocultación le ha complicado la vida.
• ¡Cuando lea esta lista olvídese de todos los «Sí, pero...» que le vengan a la mente!

No TENER QUE SABERLO • El famoso cuadro de san Jorge luchando con el dragón, no es
siempre la mejor metáfora de la pugna o la lucha. Hoy en día, la mayoría de nuestros
dragones son sutiles y psicológicos; algunos tienen unas configuraciones que nos
confunden y que deben ser contempladas antes de que puedan ser comprendidos y
luego nos enfrentemos a ellos, por lo tanto, no siempre podemos enfrentarnos a
nuestros problemas en cuanto surgen. La confusión es una fase completamente
legítima de la solución de las cosas. Es posible que necesitemos un período de
ambigüedad, incerteza, o falta de claridad, antes de que podamos ver qué está
sucediendo. Cuando uno o ambos miembros de la pareja están confusos, es que ha
llegado el momento adecuado para sentarse de un modo atento y consciente con la
confusión. Eso significa que no nos apegamos a ella, ni intentamos controlarla, o
insistamos en acabar con ella, pues tiene vida propia. Es como el tiempo que necesita
pasar la masa en oscuridad para poder fermentar y que no se puede acortar; la
paciencia es un ingrediente tanto del pan como del amor. Si respetamos nuestro
ritmo temporal y nuestros cambios de humor, aumentará la confianza en nosotros
mismos. En el siglo xvm, el reverendo Sydney Smith ofreció la deliciosa sugerencia:
«En momentos de depresión, examine brevemente la vida humana, no más allá de la
comida o la hora del té.
Pregúntense mutuamente: ¿Eres capaz de estar conmigo y junto a mí con flexibilidad,
aguantando tu tensión y sin hacer gestos prematuros para terminar con ella? ¿Eres
capaz de relacionarte con tu tensión o confusión en lugar de dejarte empujar o
intimidar por ella? Formulen un compromiso verbal de tratar y procesar, únicamente,
cuano > ¿~ : - estén igual de preparados para ello. Si parece que nunca e<ár ;a-a-
dos al mismo tiempo, este es otro problema que ha\ -atar antes de que estén
preparados.

~ 174 ~
Piense en lo siguiente: En ocasiones es necesario dejar que mis sentimientos se
produzcan sin hacer nada al respecto; a veces la contención es más importante para
mi crecimiento que soltarlos; eso significa entregar el control sobre mis sentimientos
y dejarme llevar por ellos a donde quieran ir o permanecer, de ese modo respeto mi
propio ritmo y confío en mí mismo. En su diario, cite algunos ejemplos de ocasiones
en las que se rindió, o no, a sus sentimientos y respetó su propio ritmo.

LA AUDITORÍA * El poder tiene en sí mismo un lado sombrío: la corrupción. Las sectas,


por ejemplo, destruyen la libertad individual de sus miembros porque una persona
impone las reglas y hace que todos las cumplan y respeten. Una de las razones por
las que funciona la democracia, es porque tiene controles y equilibrios internos. Las
relaciones también necesitan un sistema de auditoría, de control de calidad, para
funcionar de manera eficaz. Buscar la ayuda de un terapeuta que lleve a cabo los
controles y puestas a punto, es una buena decisión, y lo mismo sucede con lo que le
digan sobre su relación las personas en quien confía. Las prácticas o ejercicios de este
libro también pueden ayudarle, especialmente si ustedes -de vez en cuando-
compartcn una o más de ellas con otra pareja. Experimente según crea conveniente.

SEA CAPAZ DE DISTINGUIR EL CONFLICTO DEL DRAMA • Los conflictos pueden solucionarse
con ¡as herramientas que hemos estado aprendiendo: el tratamiento, el procesado y
la solución. El drama no responde a estas herramientas, sino que necesita un
programa espiritual y una gran cantidad de trabajo personal. Utilice la tabla de la
página siguiente, para ver en qué lugar está usted en el problema al que ahora se
esté enfrentando. Haga una lista de los estilos del lado izquierdo que le atraigan más,
escríbalos en forma de afirmaciones y colóquclos donde puedan verlos, tanto usted
como los amigos que le visiten.

- 175
Conflictos sanos El drama estresante
Se coloca el problema sobre la mesa entre
nosotros, y lo vemos en perspectiva. Los problemas se hacen mayores que
nosotros dos, nos poseen y perdemos
perspectiva.
Exploramos la situación. Explotamos la situación.
Tratamos directamente el problema. Eludimos el problema o lo tapamos.
Utilizamos invectivas para descargar
Expresamos francamente, nuestros nuestros sentimientos el uno en el otro,
sentimientos, aceptando la responsabilidad de o llevar a cabo unas exhibiciones
ellos como nuestra y sin darle la culpa a la otra teatrales/histriónicas que pretenden
persona o sentir vergüenza. manipular, intimidar o distanciar al otro.
Estamos buscando una manera de mantener Explotamos, nos comportamos de
estable la relación y no utilizamos la violencia. manera violenta, nos desquitamos, o nos
alejamos con malhumor.
Seguimos concentrados en el problema
presente. Utilizamos el problema presente para
sacar a colación un viejo resentimiento
que contamina el proceso presente.
Estamos comprometidos a utilizar un estilo Uno de nosotros toma una decisión
bilateral en el procesado del problema y la unilateral o secreta.
toma de decisiones.
El problema se soluciona por medio de un
acuerdo para cambiar algo para mejor. El problema sigue siendo una herida
abierta con un resentimiento que
permanece y un estrés continuado.
Ambos estamos buscando una manera de Uno de nosotros debe ganar y ver cómo
mejorar nuestra relación. el otro pierde.
Peleamos limpiamente. Utilizamos unas tácticas despiadadas.
Admitimos que la responsabilidad del Estamos convencidos de que el
problema es mutua. problema es absolutamente culpa del
otro.
Estamos comprometidos a solucionar las
cosas, pero respetamos el tiempo del otro. Insistimos en que este problema se
solucione de acuerdo con nuestro ritmo,
sin mostrar tolerancia alguna por un
descanso.
Intentamos manejar el problema mano a mano. Atestamos el escenario, trayendo a
alguna otra persona o alguna otra cosa
como distracción (por ejemplo: un lo, la
bebida).
Si es necesario, buscamos ayuda en terapia o
en un grupo de apoyo. Rehusamos la ayuda o intentarnos
utilizarla para justificar nuestra posición
personal.
Ambos queremos crecer gracias a este Queremos que el otro a:.--. - 1= ur-
conflicto. lección.

Dejamos correr el apego que temamos al Insistimos -cada uno- en salimos con la
resultado que queríamos, en favor de una nuestra.
solución con la que ambos seamos capaces de
vivir.
en /a pág. siguiente'
176 ~
(Continúa de la pág. anterior)
Conflictos sanos El drama estresante

Nos damos cuenta de cualquier Sólo vemos las cosas en blanco y negro.
complejidad.
Estar de acuerdo, en estar en desacuerdo, es La ambigüedad es intolerable.
aceptable.
Nos damos cuenta, reflejamos y sentimos Estamos tan atrapados en nuestro propio
una profunda compasión por el dolor del dolor, que no vemos el del otro, o pensa-
otro. mos: «Él/ella se lo merece.»

Lo admitimos si nuestra conducta está Somos inflexibles en que el problema es


conectada con la infancia. cuestión, absolutamente, del aquí y el ahora.
Cada uno de nosotros reconoce que nuestro Vemos la sombra o el lado oscuro del otro,
lado oscuro puede estar involucrado. pero no la nuestra.
Nuestro conflicto está basado en el amor y
queremos mostrar las cinco A. Nuestro drama tiene su base en el miedo y
liemos de quedar en buen lugar y proteger
nuestro ego.
Estamos concentrados en tener la mente Las actitudes del ego nos distraen.
consciente, atenta y dedicada.

ESPACIAR EL PROBLEMA • Dibuje un círculo para confeccionar una gráfica de sectores y


en su centro describa, por escrito, el problema al que se está enfrentado, utilizando
los términos más sencillos que encuentre y sin embellecerlo; por ejemplo: «Mi pareja
se ha marchado.» Este hecho por sí solo, conduce a una pena apropiada. Piense en la
manera en que el ego interfiere añadiendo miedo, apego a un resultado, la necesidad
de controlar, la culpa, una sensación de abandono, etcétera. Todas son fuentes
adicionales de un dolor innecesario. Divida el pastel para mostrar el diferente tamaño
de cada una de estas fuentes de dolor, dando una indicación visible del modo en que
le distraen de prestar atención a la experiencia pura, que es sencillamente que su
pareja se ha marchado. Ahora, dibuje de nuevo el pastel pero sólo con esa sencilla
frase en el centro y fíjese en la sensación de espacio que resulta de ellos. De este
modo es cómo una mente consciente, atenta y dedicada, pone espacio alrededor de
nuestras experiencias a fin de que puedan ser lo que son y ninguna otra cosa más.
Esto, a su vez, permite que sintamos el dolor de una situación -una pérdida, por
ejemplo- sin el dolor añadido de todas las fuerzas centrífugas que nuestra mente ha
generado.
ACTUAR CON INTEGRIDAD MORAL • En las relaciones, el conflicto es más que un problema
psicológico; también es moral. Los siguientes preceptos de la moral budista se
aplican, directamente, a la construcción de unas relaciones sanas: Me comprometo a
dar, preservar y salvar vida; a ser generoso; a ser sexualmente responsable; a decir y
amar la verdad; a crear reconciliación, perdón y amistad; a despegar del miedo y la

17
7
codicia; a amar incondicionalmente. Tener la mente consciente, atenta y dedicada, es
un camino con corazón porque exige nuestra atención mutua sin enjuiciamiento,
control, expectativas y todas las demás invasiones sin corazón, del ego. Shakespeare
(al llegar a este punto de nuestro viaje juntos, ya no hay duda de que lo reconocemos
como un bodhisattva de sabiduría) en Medida por Medida, nos muestra el camino: «Ve
a tu pecho, llama a su puerta y pregúntale a tu corazón qué es lo que sabe.» Copie
estos preceptos en su diario y ponga un ejemplo del modo en que practica cada uno
de ellos o no consigue llevarlos a cabo. Ponga remedio a los fracasos, siempre que
sea posible, por medio de conductas concretas y/o disculpas verbales. Pregúntese:
¿Hasta qué punto le ayuda su relación a ser más consciente moralmente? ¿Hasta qué
punto le permite a usted y a su pareja, volver a visitar y reparar sus fallos? ¿Hasta qué
punto está comprometido a no vengarse cuando se enfrenta a una injusticia
percibida?

SER MÁS ADULTO • ¿Qué es lo que busco en las relaciones cuando estoy necesitado de
satisfacciones infantiles? ¿Qué es lo que busco cuando tengo necesidades adultas?
Responda a estas preguntas, localizando el lugar en el que se encuentran, en la
siguiente tabla:

Un niño necesitado dice: Un adulto sano dice:


Acaba con mi soledad. Sé mi compañero mientras ambos respete-
mos la necesidad del otro, de estar solo a
veces.
Haz que me sienta bien.
Acepto la responsabilidad de mis propios
sentimientos y no espero ni necesito sentir-
me bien todo el tiempo.
Ríndete a mí. Negocia conmigo.
No me traiciones nunca, ni me mientas, ni Te acepto como falible y h .< -
me decepciones. tratar, procesar y solucionar contigo.

Ayúdame a no tener miedo. Ayúdame a aprender a amar.


•Cotón Ja en ;a pá%. siguiente*

~ 178 ~
(Continúa de la pág. anterior)
Un niño necesitado dice: Un adulto sano dice:
Dependo de ti. Dependemos el uno del otro.
Satisface plenamente mis necesidades. Satisface moderadamente mis
necesidades.
Ayúdame a repetir situaciones o escenas He llevado luto por el pasado y lo he llo-
viejas y dolorosas de mi niñez y de ante- rado, he aprendido de él y ahora quiero
riores relaciones. algo mejor.

Complace a mi ego. Enfréntate a mi ego y libéralo.


fsta lisia quiere decir que: Esta lista quiere decir que:
Exijo de ti el 100 por cien de la satisfacción Espero y confío conseguir de ti un 25
de mis necesidades. por ciento de la satisfacción de mis
necesidades.
El niño dice: estoy buscando estabilidad
íueia de mí. El adulto dice: estoy buscando un
ambiente que honre y enriquezca la
estabilidad que tengo en mi interior.

Hágase estas preguntas y anote las respuestas en su diario: ¿Qué parejas de mi vida
han llamado o han atraído a mi yo adulto? ¿En quién pienso cuando estoy en el
mejor de mis momentos? ¿Qué parejas atrajeron a mi yo de niño necesitado? ¿Qué
cara se me aparece cuando estoy en mi momento más bajo? También puede
preguntar: ¿Cuál o cuáles de mis aficiones o pasatiempos me alimentan como adulto
y cuáles están mimando a la indigencia o necesidad de mi niño interior? Si tiene
problemas para localizar la voz del adulto, la voz del padre que refleja, cuente su
historia a sus amigos. En su respuesta oirá su voz adulta. ¿Es porque son más adultos
que usted? No, sencillamente es que no se han quedado sordos por culpa de los
decibelios de su drama, los cuales distorsionan al adulto.

VER CON HONESTIDAD • Probablemente, los únicos problemas que tratamos


desapasionadamente, sin melodrama o una reacción fuerte, son aquellos que no
tienen conexión con nuestro pasado. Admítase a usted mismo que en la mayoría de
sus problemas hay un elemento que hace caso del pasado. Haga una lista en su
diario de algunas de las maneras en que es posible que conserve vivo el pasado de
modo que sabotee el presente. Emily Dickinson escribió: «Las formas que enterramos
moran / familiares, en las habitaciones.»

Cuando nos descubrimos reaccionando agudamente a la conducta o a las palabras


de alguien, es posible que estemos actuando apropiadamente o que estemos
reaccionando de una manera exagerada. Cuando suceda así, es útil preguntarnos a
nosotros mismos: «¿Se trata de mi sombra? ¿De mi ego? ¿De problemas de mis
primeros años?»
Sombra: La sombra es la parte de nosotros que repudiamos, reprimimos y negamos,

~ 179 -
mientras la proyectamos en los demás. Es posible que sea nuestra sombra la que
habla, cuando nos damos cuenta de que otra persona está haciendo algo que
nosotros haríamos, pero que no podemos admitirlo. Despreciamos ver en otra
persona lo que es inconsciente en nosotros mismos. Nuestro trabajo consiste en
hacer amistad con nuestra sombra, reconociendo nuestras propias proyecciones y
reclamándolas como nuestras.

Ego: Como ya hemos visto, el ego es neurótico e inapropiado cuando lo impulsa el


miedo a no ser aceptado, la arrogancia, la venganza o el «tener derecho». Cuando
decimos: «¿Cómo te atreves a hacerme eso a mí?» «¡Ya me las pagarás!» «¿No te das
cuenta de quién soy yo?» es que tenemos un ego herido.

Los problemas de nuestros primeros años: Puede muy bien ser, que estemos
reaccionando ante asuntos no terminados de nuestros primeros años, si nos
descubrimos pensando: Está haciendo exactamente lo mismo que me hicieron cuando
era niño. Veo que estás recreando un momento del pasado que tiene una carga muy
fuerte para mí. Estoy reaccionando en el presente a un estímulo del pasado. «Parece
como si fuera un recuerdo», decía Keats, cuando hablaba de la facilidad de escribir
ciertas líneas de poesía. ¿Cuánto de lo que sentimos es justamente eso?
Transacciones que parecen estar teniendo lugar aquí y ahora, acostumbran a ser
regresos al pasado en las tres maneras. Tome una experiencia reciente con alguien
que le afligiera o acongojara y ante quien usted reaccionó con fuerza. Vcalo de las
maneras esbozadas en este ejercicio y luego admita, ante la persona que le molestó,
lo que ha descubierto respecto a su verdadera motivación. Pregúntese: ¿Me molestó
porque estoy proyectando mi sombra en él y viendo en él lo peor de mí? ¿Estoy
reaccionando de este modo a causa de que mi ego acreditado está indignado o se
siente ultrajado? ¿Estoy teniendo todos c- - sentimientos porque algo, procedente de
mi vida anterior, está resu<. - tando? La misma técnica es útil para explorar
cualquiera de nuestras actitudes, creencias, reacciones, prejuicios o causas de
disgusto. Com prométase, continuamente, a ver a los tres sospechosos de su interio'
y a hacerles salir a campo abierto.

En ocasiones nos mostramos disgustados y no se trata de la sombra ni del ego, ni


siquiera de material anterior. Disgustado significa, en ocasiones, apenado o afligido.
Estamos tristes porque algo no ha salido como queríamos o algo o alguien nos ha
hecho daño o nos ha decepcionado. La pena es una reacción que es frecuente que
no consigamos reconocer, admitir o sentir; preferimos utilizar la ira para taparla; por
ejemplo, es posible que estemos disgustados porque nuestra pareja no habla
claramente de sus sentimientos hacia nosotros, así que estamos siempre adivinando
sus reacciones; es posible que reaccionemos de un modo furioso cuando nuestra
actitud más básica quizá debiera ser la pena la causa de que ella no es capaz de ser
sincera y franca con nosotros. El sentimiento que se disfraza con más frecuencia en

~ 180
las relaciones, es la pena, así que es útil buscar primero ahí, nuestras reacciones
internas auténticas a los estímulos dolorosos. Trueque las penas con su pareja.
Túrnense para completar esta frase: «Me siento triste cuando tú .» Y puede que
quiera añadir: «Y oculto mi tristeza .»

¿ENTROVERTIDO O EXTROVERTIDO? • Examine atentamente la tabla introvertido-


extrovertido de la página 167 y encontrará su estilo habitual de comportamiento y el
de su pareja. Pídale que haga lo mismo para ella y para usted. ¿Encajan las dos
versiones? Comenten cualquier impresión divergente.

Responda a las siguientes preguntas en su diario: ¿Me acepto a mí mismo tal como
soy y a mi pareja tal como él/ella es? Puedo responder sí, si no estoy intentando
cambiarme a mí mismo o a ella. ¿Acepto que tanto la introversión como la
extraversión son completamente legítimas? Puedo responder sí, si no me quejo del
estilo de mi pareja o siento vergüenza del mío propio. ¿Soy capaz, también, de
reconocer que es posible que me encuentre tan lejos al final del espectro de la
introversión o extraversión, que tengo una capacidad limitada para relacionarme con
alguien del lado opuesto?

CURARSE CON AYUDA • El éxito en cualquier relación, no es la ausencia de conflicto, sino


la capacidad de tener un conflicto de una manera atenta y dedicada, por ejemplo, sin
estar apegado a las actitudes entrometidas del ego: miedo, deseo, control,
enjuiciamiento o ilusión. Tener la mente atenta y dedicada, despierta nuestro
arquetipo del sanado interior. Experimenten curándose el uno al otro, haciendo
turnos de la
manera siguiente: ponga las manos encima de la cabeza del otro, en silencio, al
tiempo que invoca una fuerte intención consciente de llevar la curación a su pareja.
Afirme, conscientemente, que hace eso como una canalización del yo superior, o a
aquél o aquello al que conceda un poder mayor que el del ego humano.
Como sea que el trabajo necesario para tener una relación sana, es excesivo para
una o dos personas, además de los dioses y santos a los que pedimos apoyo,
también podemos llamar a nuestros antepasados. Convoque en su mente a
aquellos miembros de la familia o amigos de la infancia que tuvieron relaciones
que usted respetaba, y sea consciente de que están ahí en espíritu, como guías.
Plutarco escribió:

«Según Hesiodo, las almas liberadas, al nacer están en paz y absueltas. Se


convierten en espíritus guardianes de la humanidad... Cómo los viejos
atletas, no pierden el interés en nosotros sino que muestran buena
voluntad y un celo favorablemente dispuesto hacia nuestra persona, hacia
los que seguimos con vida, poniéndose en marcha con nosotros y

~ 181
gritándonos para animarnos cuando ven que nos acercamos a ese objetivo
tan deseado y esperado y que, al final, lo conseguimos.»

~ 182
Los temores aparecen a toda
prisa y los peligros, también

Tenía miedo porque estaba desnudo y me escondí.

ADÁN EN EL JARDÍN DEL EDÉN. GÉNESIS, 3:10

Lo peor del miedo es lo que te hace cuando intentas ocultarlo.


NICHOLAS CHRISTOPHER

L as relaciones íntimas dan miedo. Tenemos miedo de la intimidad


porque tenemos miedo de lo que puede suceder si mostramos las
cinco A y nos permitimos acercarnos de verdad a una pareja. Los miedos a
la intimidad son normales en un mundo incierto como el nuestro. Los
temores son incluso útiles, siempre que no nos impulsen o nos detengan.
Aunque el miedo pueda seguirme, nunca tiene que. dirigirme. Tenemos
miedo a los hechos peligrosos de la relación: la traición, el daño, el amor,
la confrontación de los egos, la autorrevclación, el abandono y la
absorción. Estos dos últimos, son los temores principales en las relaciones.

La absorción y el abandono

Tener miedo a la absorción significa temer que si alguien se acerca


demasiado a nosotros, ya sea física o emocionalmente, nos sentiremos
sofocados o perderemos nuestra libertad. Se trata del equivalente a un
exceso de atención o de afecto y a no tener suficiente aceptación y
admisión o permiso. Si nos sentimos absorbidos, decimos: «Déjame

183 ~
estar.» Tener miedo al abandono significa temer que si alguien nos deja,
es posible que estemos tan desolados que no sobrevivamos
emocionalmente. Es el equivalente a una pérdida de atención, aprecio o
afecto. Si tenemos miedo al abandono, decimos: «Quédate conmigo.» En
cualquier caso, tenemos miedo cuando el poder o la fuerza parecen estar
«ahí fuera» y no dentro de nosotros. Nos sentimos atrapados y controlados
y a merced de los demás.

Una persona sana, puede sentir tanto el miedo al abandono como a la


absorción, aunque el uno o el otro tienden a predominar en cualquier
persona o relación. Es posible que sintamos estos temores sin ni siquiera
llamarlos por su nombre o conocer su origen. Además, como se recuerdan
y mantienen más bien física que intelectualmente, acostumbran a ser
inmunes a la fuerza de voluntad común y corriente; parecen ser reacciones
automáticas a unos estímulos auténticos. Por ejemplo, un abrazo puede
parecerle amenazador a una persona con un fuerte temor a la absorción.
¿Soy el guardián de un cuerpo en el que cada una de sus células contiene
a un prisionero que va de un lado a otro, sintiendo rabia por unos
crímenes que no cometió?

Alternamos, continuamente, nuestra necesidad de intimidad con nues-


tro miedo a la intimidad. Durante la infancia y nuestros primeros años de
vida, es posible que nuestra identidad se haya sentido en peligro si uno o
ambos de nuestros progenitores nos sofocaban con atención, aprecio o
afecto. El resultado es que sentimos el miedo a perder nuestra identidad y
aprendimos a establecer unos límites rígidos. Rechazamos los abrazos,
dijimos no a las exigencias y nos escondimos de la atención. Construimos
un muro que deja fuera al amor peligroso pero que también, tristemente,
deja fuera a casi cualquier amor. Cuanto más severo es el rechazo, más
riguroso es el retraimiento. Si comprendemos eso, el retraimiento, tanto en
los demás como en nosotros, suscita compasión.

Tener miedo a la absorción puede ser el resultado de que uno de nues-


tros progenitores haya intentado utilizarnos, inadecuadamente. ; ' •.•>-
facer una necesidad. Esto podía haber adoptado la forma de abu< >. ianm
físico, como sexual o emocional. Más adelante en la vida, la víctima de
abuso infantil puede tener miedo a ver que las necesidades le llegan, aun-
que sea apropiadamente, procedentes de otro adulto. .Al miedo al abando-
no, por otro lado, puede seguírsele la pista hasta llegar a algo completa-
mente inocente; por ejemplo, un niño puede haberse sentido abandonado
cuando a su madre la hospitalizaron durante un tiempo. Las explicaciones
que se dan a un niño, no acostumbran a llegar al foro en que se alojan los

~ 184 ~
temores: la sensación-sentimiento primitivo y celular de acontecimientos
que configuran la ausencia como un rechazo.

Si en el pasado la intimidad iba asociada al peligro, puede que siga así


como una reacción de estrés postraumático. El miedo a la intimidad y a la
absorción, es sutil y tiene una vida muy larga; sólo quedamos libres de él
cuando lo trabajamos y practicamos para superarlo una y otra vez. Lo
hacemos cuando permitimos que la otra persona dirija nuestro, amor en
lugar de controlar qué cantidad de él mostramos o el modo en que lo
hacemos. Dejar el control de ese modo, es aterrador para alguien que tiene
miedo a la intimidad.

En última instancia, es posible que lo que nos asusta, no sea la propia


intimidad o cercanía, sino los sentimientos que evoca. Para alguien que
tiene miedo a la absorción, la intimidad puede poder en movimiento un
ciclo antiguo y familiar, en el que la intimidad condujo al abandono o al
abuso. Ahora creemos, en nuestras células aunque no necesariamente de
forma intelectual, que si alguien se nos acerca mucho, nos abandonará o
abusará de nosotros.

A nosotros, los hombres, se nos ha enseñado a concentrarnos en ser


valientes y fuertes. Pero el miedo que se interpone en el camino para que
seamos fuertes, no importa tanto como el miedo que se interpone en el
camino del amor, porque el amor es la fuerza más preciosa que un
hombre puede tener. Ojalá nos preocupemos y nos importe más el ser
personas que aman, que cualquier otra cosa en la vida.

Cómo aprender de nuestros temores


El miedo no deseó tanto evadirse como el amor deseó continuar.
FRANCIS THOMPSON

Al gusano sólo le gusta la manzana cuando está madura. De igual modo, el


miedo acostumbra a levantar su fea cabeza, precisamente, cuando estamos
maduros para un cambio. El hecho de que el miedo

185 ~
aparezca, repentinamente, cuando estamos preparados para tratar, procesar
y solucionarlo, hace que sea un polizón amigable. Si el programa descrito
en esta parte del libro nos funciona, estaremos preparamos para trascender
nuestro miedo, y si no, estaremos recibiendo una señal para que demos un
paso atrás y trabajemos en nosotros de otras maneras, consiguiendo
primero, más recursos internos y luego, cuando estemos preparados,
enfrentándonos de nuevo a nuestro miedo. Si el programa no le funciona,
no es motivo para que sienta vergüenza o fracaso, sólo para que vuelva a
tomar en consideración su ritmo. Trabajar en el miedo puede beneficiarnos
espiritualmente así como psicológicamente, porque sentimos compasión
hacia nosotros mismos, cuando nos damos cuenta de que esa «profunda
incapacidad para amar» que sospechamos en nosotros, no es en realidad
un obstáculo insuperable o egoísmo, o maldad, sino una costumbre que
aprendimos y que podemos superar trabajando. Podemos adoptar un
enfoque similar al miedo a que nos quiten aquello que tenemos y que
puede haberse convertido en un principio rector de nuestra vida, haciendo
que nos aferremos demasiado a lo que tenemos. Es posible que
descubramos que la avaricia oculta un punzante terror a la pérdida. La
compasión por las manos que aprietan la bolsa y aflojarlas suavemente, es
más apropiado que censurarlas y golpearlas.

El miedo nos sigue durante toda la vida; esa es la condición humana.


El miedo a veces nos pilla; y ese es nuestro apuro ocasional.
El miedo no debe detenernos jamás; ese es el propósito de nuestro
trabajo.

Cuando llevamos a cabo el trabajo, descubrimos que cada vez son


menos las fuerzas de la infancia que trabajan en nosotros y más las
elecciones adultas que tenemos a nuestra disposición. También nos damos
cuenta de que somos más flexibles a la hora de manejar nuestros cambios
y transiciones y ya no insistimos en la perfección en nuestro mundo,
nuestras parejas o nosotros mismos. Las aproximaciones se vuelven
aceptables y las preferencias toman el lugar de las demandas. Cuestionar
la realidad y discutir con ella se convierte en reconocimiento y
consentimiento. Nos tomamos las cosas que nos suceden o las reacciones
de la gente hacia nosotros, como información en lugar de como veredictos
inalterables. Somos capaces de rectificar nuestras experiencias dramáticas:
«El me abandonó se convierte en «Se marchó». «Ella me absorbe» se
convierte en A veces, me oprime». «Me traicionaron» se convierte en «Me
engañaron». Me siento vacío por dentro»se convierte en «Estoy
encontrando más espacio en mi interior».

~ 186 ~
Únicamente en el estado de abandono y soledad completo, experimentamos los
poderes beneficiosos de nuestras propias naturalezas... Ser un niño significa
evolucionar hacia la independencia y esto exige desapegarse de los orígenes. Así
que el abandono es una condición necesaria.
C. G.JUNO

Los celos

Milton llama a los celos «El infierno del amante injuriado». Pero podemos
convertirlo en algo un poco mejor —digamos que un purgatorio— cuando
trabajamos con él como una pena. Los celos son una combinación de tres
sentimientos: daño, ira y miedo. Una traición que percibimos, nos hace
daño y nos encolerizamos. 'Penemos miedo a la posibilidad de perder una
fuente de alimentación y cuidado y de no ser nunca más capaces de
encontrar otra; la creencia paranoide que hace que los celos sean tan
punzantes. Los celos se encuentran en el umbral de la pena, que nuestro
ego no nos permite cruzar. En lugar de llorar de tristeza y miedo, nuestro
ego arrogante, ultrajado y posesivo, entra en la lucha y nosotros atacarnos
ferozmente y le damos la culpa, insultando en lugar de demostrar una
cólera sana, cuando declaramos nuestra indignación por la traición
percibida.

Los celos impulsados por el ego, exponen nuestro carácter posesivo,


nuestra dependencia, nuestro resentimiento por la libertad del otro, nuestra
negativa a ser vulnerables. Muy en nuestro interior, sabemos que no
somos realmente democráticos, que no estamos verdaderamente libres del
viejo estilo de posesión jerárquica en las relaciones, ni realmente
preparados a admitir nuestro miedo a enfrentarnos a las, en ocasiones,
duras condiciones de las relaciones: el abandono, la absorción. la traición,
etcétera. Nuestro ego exige que nuestra pareja nos salve: «Deja de hacer
aquello por lo que yo no quiero penar.» Al principio, es una reacción
perfectamente normal, pero a medida que tratamos, procesamos y
solucionamos nuestros verdaderos sentimientos, vemos dónde se halla
nuestro trabajo. Reconocemos nuestro dolor, encontramos a alguien para
reflejarlo y seguimos con él, hasta que se soluciona. Nuestra pareja es
posible que no sea capaz de ayudarnos con esto, pero la terapia, los
amigos y otros sistemas de apoyo, pueden ayudarnos a dejar atrás a
nuestro ego para enfrentarnos a nuestra vulnerabilidad, que es el don más
querido del amor humano.

Los celos desafían a nuestro poder de permanecer abiertos y centrados,


sin darle la culpa a nadie ni retraernos en medio del rechazo. Si pasamos a
18
7
través de ello, en lugar de limitarnos a sostener a nuestro ego, nos muestra
un camino que conduce a la madurez y a la liberación. Después de todo,
experiencias como los celos, son las que nos hacen aprender a dejar correr
las cosas, a fin de que podamos crecer. Al principio, puede ser que
odiemos al que nos hace abandonar; pero a medida que se solucionan
nuestros sentimientos, agradecemos el haber descubierto tanto respecto a
nuestra pareja y a nosotros mismos. Los celos nos muestran que por muy
indomables que nos imaginemos que somos, por debajo seguimos siendo
frágiles e infantiles. Así pues, los celos pueden desinflar a nuestro ego, un
paso espiritual gigantesco.

Una nota final sobre los celos: algunos hombres se quedan boquia-
biertos mirando a otras mujeres en presencia de sus parejas, y eso puede
ser causa de que la pareja sienta un dolor y unos celos innecesarios y
comprensibles. El giro de cabeza parece un desprecio y un abandono. Un
hombre es capaz de custodiar ese ojo errante suyo mientras está en
compañía de su esposa o de su pareja. La excusa de «no puedo evitarlo»
no es aceptable si procede de un adulto. Tenemos derecho a mirar hasta
cansarnos, aquello que nos resulta atractivo, pero cuando nuestra pareja
está presente, la mejor parte del amor y el cuidado y preocupación están
delante de nuestros ojos, en la pareja.

La infidelidad
El paradigma convencional ha sido: «Si juegas de acuerdo con las reglas,
te mereces una esposa fiel y una relación estable.» Una promesa así
engendra la sensación de que se tiene derecho a algo. .Alguien que
siempre haya sido fiel, lo pasará especialmente mal. enfrentándose ai
abandono o a la infidelidad. Su ego se siente insultado, con el posible
resultado de una amargura frustrante y que durará toda la vida hacia la
pareja ofensora: «Pensé que cuidarían de mí para siempre n queme
dejarían de lado por otra persona.» El dolor más profundo en la infidelidad
puede golpearnos cuando reconozcamos: El posee Lis cinco Apara dar,
pero se las está dando a otra persona. Al principio yo las

18
8
recibí de él y luego vi cómo se desvanecían. Esperé a que le reaparecieran
y cuando sucedió así, él estaba en los brazos de otra persona.»

La infidelidad es como un discurso sobre el estado de la nación, que


nos obliga a ver la verdad respecto a nuestra relación. Cuando un grupo de
dos tiene problemas y cuando no queremos dejar marchar al miembro
original de la pareja sino que insistimos en hacer durar lo que ya no se
puede vivir, se forman triángulos en la psique. El tercer ángulo puede
adoptar la forma de un amante adulto, una crisis, una adicción, etcétera.
¿Somos capaces de enfrentarnos al problema de la pareja, sin crear otro
ángulo?

La infidelidad siempre es un problema de pareja, no un problema


individual. Ni un miembro de la pareja es la víctima, ni el otro es el
perseguidor. El amorío no es la alteración sino un síntoma de la alteración.
El «otro hombre» no es la causa de la distancia sino que está siendo
utilizado para conseguir la distancia. La infidelidad parece indicar lo que
le falta a nuestra pareja ofensora, pero en realidad puede revelar aquello
que tenemos miedo a mostrar. Por ejemplo: vulnerabilidad, ternura, una
naturaleza juguetona, generosidad, abandonarse libremente al sexo. Una
pareja frustrada, encuentra a otra persona que colonice el espacio vacío en
lugar de tratar, directamente, ese vacío o de lamentarse por él.

La adquisición de un nuevo amante puede ser el único modo de aban-


donar una relación, para alguien que siente que carece de fuerza para
dejarla por sí sola, o puede ser un modo de buscar satisfacción en áreas de
necesidad que parecen incapaces de ser satisfechas en la relación primaria.
Igual que Jaime, en el capítulo 3, yo puedo buscar la gratificación de mi
necesidad de un ambiente contenedor con mi esposa, y mis necesidades de
excitación, en un amorío. Puedo gratificar mis necesidades de dependencia
en el matrimonio, y las de dominación, en un amorío. Puedo encontrar el
reflejo de un sentimiento o un potencial que mi pareja actual no me ofrece,
en una pareja nueva que también puede evocar mi lado oscuro positivo o
mi sombra: un potencial positivo oculto que antes podía haber estado en
barbecho y sin ser reconocido.

A pesar de que la infidelidad puede ser una medida atrevida y extrema


para hacer que la relación sea tolerable, cuando parece haberse vuelto
insoportable y la intimidad parece imposible, aquellos que evitan la
intimidad con la pareja original, es más que probable que sigan evitándola
con una nueva pareja. Y lo que es más, el secreto y las restricciones de
tiempo de un amorío, hacen que la intimidad llegue a ser también

~ 189
imposible en esa relación. Así que, en última instancia, dos amantes son
menos que uno. En el triángulo nadie está ofreciendo todo su yo.

La infidelidad también hace aparecer los terrores del abandono en el


miembro «engañado» de la pareja. Eso explica la sensación de impotencia
y dolor que puede ser tan tremendo en aquel al que dejan atrás. En este
caso, impotencia significa la incapacidad de conseguir que alguien nos dé
las cinco A y es nuestra pista para descubrir problemas infantiles no
solucionados. En un momento así, resulta útil trabajar con un terapeuta en
los problemas y la pena que nos han perseguido toda nuestra vida y que
ahora nos están pasando factura. Sentimos la infidelidad como una
metáfora de lo que sucedió hace mucho tiempo o que ha continuado
sucediendo, la pérdida o ausencia de las cinco A. Una vez que vemos que
nuestra angustia no es, literalmente, respecto a esta pareja y su decisión de
abandonarnos, estamos en la pista de nuestro material psicológico de
tantos años que ha esperado nuestra atención y que nos pide que
trabajemos en nosotros mismos. Así pues, la traición de una pareja puede
convertirse en el trampolín para que lleguemos a crecer verdaderamente.

En una crisis de infidelidad o una separación, cuando una pareja hace


algo gordo, como marcharse con otra persona, la otra puede reaccionar
con algo igual de gordo, como aceptar a una nueva pareja. Cuando algo
importante nos hace dar una gran mirada a nosotros mismos, es más sano
no tener una gran reacción o un gran desquite. La venganza o el desquite
le sienta bien a nuestro ego, pero el reflejo de venganza es una señal de
que hemos mandado a dormir a la verdadera pena. Además, una nueva
relación no puede empezar de un modo sano cuando la estemos utilizando
para distraernos de nuestra necesidad de lamentarnos. Una persona,
verdaderamente sana, no emprenderá una relación con nosotros si ve que
eso implica ser utilizada de ese modo.

En el estilo de necesidad, paso de mi primera pareja a una segunda con


la primera como respaldo, luego a una tercera pareja con la primera y la
segunda como respaldos. En el estilo adulto sano, paso de una a ninguna y
mientras estoy solo, hago terapia, tratando, procesando x solucionando
problemas que hay en mí junto con un plan para hacer cambios. Es un
tiempo de una riqueza inmensa para el conocimiento y la curación
personal. Los finales que conducen a la autoexploración son dolorosos
pero provechosos para alguien que esté comprometido con la evolución
personal. Y lo más maravilloso de todo, tener el corazón roto conduce a
tenerlo abierto. ¿Seré capaz de mantenerlo así después de que esté curado?

~ 190 ~
Es frecuente que cuando nuestra pareja nos sea infiel, nos pregun-
temos: «¿Cómo es capaz de irse con alguien nuevo tan deprisa? Ha estado
conmigo durante años y ahora yo no soy nada y iésa a la que conoce desde
hace dos meses lo es todo!»

Aunque no es tan difícil de comprender: sus sentimientos románticos


hacia usted, puede que hayan sido, únicamente, una proyección de su
deseo de tener una pareja ideal. Ahora él se ha limitado a proyectarlo en
otra persona. El nuevo apego no es cuestión de usted o de ella. El sólo está
trasladando algo propio, su proyección, como una bombilla puede ser
trasladada desde una lámpara de la cocina a una del dormitorio; y lo que
ella puede ofrecer es posible que no encaje con la promesa inflada de su
proyección. Es triste, pero es algo que es posible que él no descubra hasta
que haya renunciado a muchas otras cosas valiosas: como usted, su vida
juntos y sus hijos.

También es típico que el miembro cornudo de la pareja oiga decir:


«Estoy enamorado de esta persona nueva y ya no lo estoy de ti.» ¿Podría
ser que ese enamorado, en este contexto, sólo quiera decir que existe un
apego que sienta bien, que tiene una resonancia corporal de excitación y
deseo sexual, que proporciona una sensación de certeza de que, por fin, ha
encontrado el complemento perfecto para sí mismo? «Ya no estoy
enamorado de ti» puede significar: «Sigo estando apegado a ti, pero ya no
me parece o me sienta bien.»

Por su parte, la pareja que se queda atrás, puede que diga: «Debería ser
capaz de soportar que él tenga otra pareja», aun a pesar de que su cuerpo
dice: «No puedo soportarlo.» Se trata de lo que se postulaba en la era de
los sesenta. La parte del «amor libre» de esa década, no es lo que más nos
interesa como adultos que cuidan de sí mismos. Llaga caso de la
información que le proporciona su cuerpo, recordando que una relación es
cuestión de honestidad y de felicidad y no de soportar dolor.

~ 191 ~
En cuanto a la tercera persona del triángulo, «la otra mujer/cl otro
hombre», puede causarle un gran dolor a la pareja traicionada. Una
práctica profundamente espiritual, es la de decidir y tomar la resolución -
¿precisamente ahora?- de no volver a desempeñar este papel en el futuro.
Deje que alguien que ya tiene una relación, acabe con ella —que no sólo
prometa terminarla— antes de relacionarse íntimamente con esa persona.
Se trata de un compromiso para comportarse de una manera respetuosa y
amante con otros seres humanos vulnerables: no inflingiré dolor a ninguna
otra persona. Esto es espiritualidad puesta en práctica.

Por último, es importante destacar que la fidelidad es más que úni-


camente monogamia. La fidelidad también significa un compromiso para
solucionar los problemas y eso incluye no reaccionar ante una infidelidad
con finalidad y separación, sino explorando las implicaciones de lo
sucedido y solucionando, rectificando una y otra parte. Cuando el asunto
termina, la fidelidad puede empezar de nuevo y las parejas pueden seguir
juntas con perdón y una energía nueva para tener una vida mejor juntos.
Esto exige desprenderse del ego o no hacerle caso, lo que se ha hecho fácil
para los lectores de este libro, que están haciendo los ejercicios que
conducen a él.

Cómo enfrentarse a las decepciones

Las expectativas pueden añadir una energía vital a nuestras empresas y


relaciones. Pueden ayudarnos a encontrar nuestro borde de ataque en
lugar de permitir que quedemos satisfechos con lo mediocre. La salud
psicológica no significa no tener expectativas, significa no estar poseído
por ellas. Esto deja sitio para una expectativa vivaz a la que le siguen los
acuerdos para satisfacerla o la aceptación de la decepción como una
condición legítima de la existencia, a la que hay que saludar sin protestas
o culpabilidad. Lo opuesto son los derechos del ego con sus actitudes
descaradas de deseo y exigencia.

Nuestra vida interior es compleja y de múltiples facetas, como un


paisaje vasto y variado que exige experiencias diversas para cultivarlo. En
ocasiones, se nos desafía a andar y a correr, y en otras, a quedarnos
quietos y sentarnos. La decepción es tan crucial para nuestra vida interior,
como la seguridad; del mismo modo que el frío es tan necesario para la
vida de una mata de lilas como el sol. Cuando Ruda enseñaba que la
primera verdad noble es lo insatisfactoria que es la vida, no estaba

19
2
pregonando el fin del mundo, sino que indicaba un ingrediente necesario
de nuestra humanidad común. Los seres como nosotros, nunca serían
capaces de florecer en un mundo tropical de satisfacciones
ininterrumpidas. Para tener una experiencia humana plenamente realizada,
necesitamos todas las estaciones del año y nuestra vida interior sólo puede
florecer en un mundo con sombras. El desafío, es una lealtad despiadada a
las estaciones de la vida y al cambio. Esto incluye pérdidas, abandonos y
finales elegidos o impuestos. Aunque recibir las cinco A es gratificante, el
desengaño también puede ser una gracia, «la cuadriga más veloz para
llegar a la iluminación» como dice el dicho tibetano.

Muchos cabos raídos de desengaño o decepción, algunos apenas


perceptibles, cuelgan de nuestros corazones en el complicado tapiz de una
vida. Podemos experimentar una gran y aplastante decepción respecto a
nuestra pareja o nuestra relación en un momento u otro, o muchas
pequeñas a lo largo del camino. La decepción, el desengaño, es una
especie de pérdida, la pérdida de lo que había esperado que algo fuera o
pudiera ser. En el fondo, es la pérdida de una ilusión a la que nos
aferrábamos o de la que dependíamos. Después de todo, la única cosa que
puede perderse es la ilusión.

La decepción puede conducirnos al desespero, la ilusión de que no hay


alternativa, pero experimentar la decepción de manera consciente es
abrazarla, aprender de ella y seguir amando, aceptar que todos los
humanos son una combinación de contradicciones. Cualquiera puede
complacer y desagradar, superar y fracasar, satisfacer y decepcionar.
Nadie complace todo el tiempo y, sin embargo, no nos rendimos ante los
demás.

Las proyecciones respecto a la perfección o integridad de otra persona,


se colapsan cuando crecemos y llegamos a la realidad. Cuando Dorothy
vio que el Mago de Oz era un viejo chapucero -aunque bien intencionado-
sintió una profunda decepción, pero ése fue el punto de inflexión en su
viaje para aprender a confiar en ella misma. El perrito que retiró la cortina,
le mostró que la única magia fiable era la suya, no la de otra persona.
(Habitualmcnte es nuestra parte instintiva y animal la que hace el
descubrimiento.) Tal como Dorothy aprendió, no había faldones a los que
asirse, ni atajos para llegar a la cima, ni

padrino que le hiciera las cosas. El desengaño era un paso necesario en su


camino a la edad adulta. O sea, a cuidar de sí misma al tiempo que
apoyando y siendo apoyada por otros.

- 193
De Dorothy podemos aprender que ver los «pies de barro» de alguien,
puede enseñarnos aún más, que «sentarse a sus pies». La decepción es
«desilusión», o sea, estar libre de ilusiones, proyecciones y expectativas.
Todo lo que queda es una mente atenta, consciente y dedicada. A alguien
que me haya decepcionado, puedo decirle: «Gracias por liberarme de otra
de mis ilusiones.»

Cuando Dorothy ve que no hay mago, se entera de que no es aquí


donde puede encontrarlo: lo que estaba segura de que estaba aquí, no lo
está. Tendré que hacerlo todo yo misma. Esto es precisamente lo que
todos aprendemos al final de una relación. Una decepción fue lo que
necesitó Dorothy para enfrentarse a un hecho de la existencia: sólo yo soy
plenamente responsable de mí misma. Los demás —los tres amigos y el
hada buena (unos compañeros terrenales y espirituales)— podían
ayudarla, pero sólo Dorothy podía ponerse firme y acceder a su poder.

El desengaño nos da poder, cuando nos ayuda a aprender a localizarnos


y a confiar en nosotros mismos, mientras nos seguimos relacionando con
una pareja; pero también puede quitarnos el poder cuando nos conduce,
únicamente, a lamentar lo bobos que fuimos al amar a nuestra pareja o
cuando nos conduce a darle la culpa por fallarnos. Esta sensación de
traición, nos coloca en el papel de la víctima. Lamentarse como reacción a
la decepción, nos quita aún más poder: «Para empezar, si no me hubiera
metido en esto» o «Con tal que lo hubiera hecho todo de un modo
diferente, puede que él no hubiera tenido que traicionarme». El pesar se
convierte en vergüenza y ella nos impide experimentar toda la carrera de
nuestro desengaño: darnos cuenta de él, dolemos por él y crecer a causa de
él. Tal como este libro ha señalado una y otra vez, para que cualquier
experiencia humana sea verdaderamente completa, es necesario el
crecimiento.

Así, cuando sentimos una decepción, necesitamos trabajar en nuestra


pena; pero otras personas pueden también ayudarnos. Si alguien
comprende nuestra decepción -o cualquier otro dolor que sintamos y nos
muestra empatia, eso nos revive y nos consuela. Recibir atención y
aceptación de una persona así, es más potente que la gratificación. He aquí
un ejemplo del modo en que la empatia puede ayudar a procesar una
decepción o desengaño interpersonal:

ÉL: Sé que te decepcioné cuando no te apoyé en la fiesta de ayer por la


noche y eso me ha estado molestando todo el día. Sigo viendo esa
mirada dolida en tu cara y lamento no haber salido en tu defensa. Toda

- 194
mi vida me he sentido así con otras personas y sé lo sola que te sientes.
Ahora estoy aquí para ti y quiero compensarte.
ELLA: Gracias. Me siento segura contigo porque es una relación en la
que mis necesidades y sentimientos pueden salir a la superficie. Veo
cómo se satisfacen con atención, aceptación, aprecio, afecto y
permitiéndome ser yo misma tal como soy en el momento. Confío en
poder revivir contigo mis necesidades y deseos arcaicos sin exigir que
los satisfagas a la perfección. Haces que me sea posible volver a
intentarlo y moderar mis necesidades de acuerdo con lo que los adultos
pueden dar a otros adultos. Siento un temor reverencial y la esperanza
de que eso sea posible para mí contigo y también te lo ofrezco a ti.

Sí, así habla usted cuando hace el trabajo, un trabajo que sólo está
completo cuando tiene una dimensión espiritual de compasión.

La historia de Catalina es un ejemplo no sólo del desengaño, sino


también de una manera de salir de él: Catalina, nacida en el este de
Europa, lleva sesenta años viviendo en Estados Unidos. Estuvo casada con
Roberto durante cuarenta y cinco años y hace poco estuvo a su lado
durante su larga lucha contra el Alzheimer. Ahora, a los sesenta y cinco
años de edad, Catalina se siente estafada y furiosa. Nunca se sintió amad¿i
por Roberto, que había tenido numerosos líos amorosos y había decidido,
unilateralmente, dejar de practicar el sexo con ella, cuando ella cumplió
los cuarenta, porque ya no la encontraba atractiva. Ahora se da cuenta de
que ella para él, no era más que la madre de sus hijos y la que le llevaba la
casa. Sus creencias culturales la prepararon para esta clase de vida en que
a las mujeres se les prohíbe ir más allá de su modelo de ama de casa y
madre, o esperar amor y respeto y ya no digamos igualdad. Por lo tanto,
Catalina es una viuda apenada pero no por su esposo fallecido, llora por su
propia vida perdida y por todo lo que se ha perdido a lo largo de los años.
En la actualidad está experimentando un síndrome de estrés
postraumático, ya que por fin

- 195
está sintiendo lo que ella se impidió sentir
hace años. Ahora que Roberto se ha ido y ella ya
no tiene una tarea concreta, no tiene nada que la
distraiga de la realidad de su vacía vida y de la
que le robaron.
El trato que hizo Catalina al casarse, no incluía ser amada sino sólo ser
atendida por un hombre que se ganara el pan. Su religión, que apoyaba el
arreglo, la consolaba pero también la mantuvo atada a ese modelo de
servidumbre. Ahora a Catalina no le queda nada más que sus recuerdos y
sentimientos y ésos la asustan. Pero si es capaz de sentir esos
sentimientos, quererse a sí misma y olvidarse de su pasado, será capaz de
seguir adelante con el resto de su vida y sin amargura. El trabajo de llorar
el pasado hará que eso sea posible, ya que implica sentir plenamente y
también, dejar marchar todo por completo. Puede que Catalina sea capaz
entonces de ir en pos de nuevos objetivos que, finalmente, reflejen sus
necesidades y deseos más profundos. Puede volver a reinventarse a sí
misma en lugar de limitarse a gestionar su vejez hasta que se muera, tal
como muchos de sus amigos y amigas están haciendo. A Catalina la
estafaron verdaderamente, pero ella podrá obtener un beneficio si es capaz
—al fin— de invertir en sí misma.

Las relaciones que dan más poder, son aquéllas en las que cada miembro de la
pareja eleva al otro a una posesión más elevada de su propio ser.
TEILHARD DE CHARDIN

PRÁCTICAS
ENFRENTARSE AL ABANDONO Y A LA ABSORCIÓN • Encuéntrese a sí mismo en la tabla
siguiente:

- 196
Miedo al abandono Miedo a ser absorbido
(el perseguidor) (el que se distancia)
No es capaz de retirarse fácilmente No es capaz de llegar a un
cuando su pareja necesita espacio. compromiso con facilidad, cuando la
pareja necesita que le tranquilicen.
Se aterra o no parece conseguir el Se distancia o no parece capaz de
contacto suficiente. conseguir espacio suficiente.

t Continúa en la pág. siguiente)

- 197
(Continúa de la pág.
anterior)
Miedo a ser absorbido (el que se
Miedo al abandono (el perseguidor) distancia)
Es exageradamente atento, acepta
Da por hechas las atenciones de una
exageradamente y admite también de
pareja o se siente asfixiado por ellas.
forma exagerada.

Comparte de buen grado y Tiene secretos o una vida secreta y


voluntariamente los sentimientos y la puede encolerizarse si se le hacen
información. preguntas.
Cuida más a una pareja que a sí Parece creer que tiene derecho a que
mismo/a. le cuiden y le atiendan sin
comportarse de un modo recíproco.
Le parece que nunca es capaz de dar lo Interpreta el dar y el recibir como
suficiente. asfixia u obligación.
Está de acuerdo con el ritmo o la Insiste en tener el control y tomar las
agenda de su pareja. decisiones.
Tiene unos malos límites y tolera el Mantiene unos límites rígidos y no
abuso, la infelicidad o la infidelidad. tolera en modo alguno los abusos, las
deslealtades o las deficiencias.
Es adicto a su pareja y sigue dando
Seduce al otro y luego se retrae.
más.
Ansia un afecto continuado y La tranquilidad le avergüenza o le
demostraciones afectuosas. encoleriza.
La exuberancia de su pareja le
La exuberancia de su pareja le anima.
amenaza o le enoja.
Puede conformarse con sexo como Puede utilizar la práctica frecuente del
prueba de amor, o utilizarlo para sexo como un sustituto de la intimidad
comprar sentimientos de seguridad. o lo niega para manipular.

Puede renunciar a unos límites Puede utilizar una distancia sexual o


sexuales apropiados para complacer al falta de interés, como un modo de
otro y quedarse indefenso contra la mantener la independencia, una
depredación. defensa contra la vulnerabilidad.

Necesita que su pareja sea un Necesita que la pareja se quede


compañero constante («Quédate mientras él/ella va y viene («Déjame
conmigo»). estar»).
Busca la conexión y la intimidad. Busca la conexión, pero no la
intimidad.

Se siente perdido sin la presencia de la Estar juntos mucho tiempo le hace


pareja. sentir inquieto.
Da explicaciones racionales, por Intelectualiza las cosas, sustituye los
ejemplo, pone excusas. sentimientos por lógica.

(Continúa en ¡a pág. siguiente)

198 ~
Miedo al abandono
(el perseguidor)

Demuestra miedo y esconde la Demuestra ira o cólera y oculta el


ira. miedo.
Siempre anda de puntillas, buscan- Se comporta de una manera hostil,
do llegar a un compromiso. crea alborotos o empieza peleas para
establecer una distancia.
Siente inquietud respecto a las Se siente incómodo respecto a dar/
¡das y venidas. recibir.
Permite que la necesidad se Convierte las necesidades en
convierta en indigencia. expectativas.
Parece ser el que alarga la mano a Fbrece que es frío, por lo que da la
lo que parece amor, aunque en impresión de que no ame, aunque en
realidad pueda ser miedo. realidad pueda tratarse de miedo.

Miedo a ser absorbido (el que se distancia)


¡Puede que sea el que es más ¡Cuando le dejan puede ser quien se
probable que se vaya! dé cuenta de que surge el miedo al
abandono!*

~ 199
* Detrás del miedo a la absorción está el miedo al rechazo.

La columna de la izquierda puede indicar el estilo codependiente y la de la


derecha, el estilo narcisista.

LA UTILIZACIÓN DEL «ENFOQUE TRIPLE» AL MIEDO • Admita, Permita y Actúe cómo


si... ADMITA que tiene miedo al abandono o a la absorción o a ambos, cuando
sea apropiado. Admitir sus temores es declararlos y descubrírselos a usted
mismo y a los demás. Esto significa darle nombre a sus miedos sin darle la
culpa a nadie. Recuerde que si se siente amado cuando alguien se quede con
usted, el abandono le afectará más gravemente porque tendrá el peso extra
de haberse llevado un amor que para usted tiene un sentido único. Si es
cierto, admítaselo a usted mismo y a su pareja.

PERMITA la existencia de los temores, sintiéndolos plenamente y no juz-


gándolos diciendo que son malos. Intime con sus sentimientos, permi-
tiéndose a usted mismo sentirlos plenamente como propios. Eso no sig nifica
que se identifique con ningún sentimiento concreto, ni tampoco que vaya a
negar alguno de ellos; significa permitir que cada uno emerja y luego dejarlo
correr después de que haya hecho toda su carrera. Esta intimidad con
nuestros propios sentimientos, los legitima a ellos y a nosotros y nos concede
la libertad.

Permitir el miedo es sentirlo de principio a fin, temblar, sudar y estre-


mecernos si eso es lo que hace falta para ello. También es conseguir la ayuda
de su parte adulta para que abrace y acune a la parte que es un niño
asustado. Usted puede desmoronarse mientras se mantiene y eso significa
permitir la aparición del miedo sin utilizar a alguna otra persona o dejando
que saquee su autoestima o que le conduzca a una adicción. El miedo forma
parte de usted y como tal, se le pueden conceder las cinco A, con lo que se
revelará como que tiene sabiduría y propósito. Así es como se resuelve la
paradoja de la práctica y se hace posible dejarlo correr. Sólo podremos
dominar al miedo si toleramos su incomodidad.

Cuando empecemos a sentir miedo o melancolía, podemos preguntarnos el


motivo e intentar librarnos de él o de ella, aunque puede tratarse de un
ejemplo de sincronismo, una coincidencia consciente de un estado de
sentimiento y de que una nueva transición está siendo introducida en nuestra
conciencia. En ese sentido, el sentimiento inquietante puede ser como un
búho que se ha colocado de repente en nuestro roble y que parece que va a
quedarse un tiempo. Ha venido porque se ha dado cuenta de que en nuestro

~ 200
jardín hay muchos insectos dañinos y piensa que podrá hacer presa en ellos.
El búho, que nos parece una presencia sombría es, en realidad, nuestro
aliado. Un sentimiento no invitado y que nos embarga es precisamente eso.
El estilo de la mente atenta, consciente y dedicada, es permitir que se pose
ahí y haga lo que hace. Gradualmente nos ¡remos dando cuenta de los dones
o bienes que resultan de ello.

Según las enseñanzas budistas, nosotros alcanzamos la satisfacción no


cediendo a los deseos, sino renunciando a aforrarnos a todo. Así pues, esta
disciplina espiritual se fija directamente en nuestros miedos al abandono.
Haga prácticas meditando atenta y dedicadamenle, meciendo al niño que se
aferra sin intentar juzgar, arreglar o cambiarlo y manteniendo el abrazo. Esto
no es rendirse ni renunciar a usted.

De igual modo, haga un plan para ser más sensible a las muchas maneras que
tiene de abandonar, emocional mente, a los demás. Encuentre maneras de
permanecer con ellos en sus males -manteniendo el abrazo- especialmente
aquellos que pueda haber causado usted. Mecer al yo o a otras personas,
significa crear un ambiente contenedor, el am

biente óptimo para que se produzca el crecimiento. De hecho, encontrar un


ambiente contenedor que haga honor y alimente nuestras necesidades, es el
objetivo de la evolución personal. De igual modo, la meta de la evolución
universal es que todo el mundo, en cada uno de sus rincones y momentos,
pueda convertirse en ese ambiente contenedor. Trungpa Rinpoche sugiere:
«Encierra la tristeza y el dolor del samsara (sufrimiento) en tu corazón y al
mismo tiempo, el poder y la visión del gran sol Oriental.»

He aquí algunas afirmaciones que pueden ayudarle: Me permito sentir este


miedo. Lo manejo ahora abrazándolo y permitiendo que pase. Estoy abrazando
tanto a mi miedo como a mi poder en un solo abrazo y cuando lo hago así,
siento más compasión por los demás. Ojalá que las fuerzas que me ayudan (los
ángeles, bodhisattvas, etcétera) estén conmigo cuando me enfrente a mi
miedo, lo viva y lo deje correr. Ojalá todos aquellos a los que amo y todos
aquellos que me resultan difíciles, se enfrenten a sus miedos y queden libres de
ellos. Me uno al intento amante del universo y éste ya me abraza y me acuna
ahora y siempre.

Después de acunar, utilice el ejercicio del budismo tibetano de la recepción


de la luz blanca, visualizándola y diciendo: «Que la luz entre ahora por la
coronilla de mi cabeza y fluya a través de todo mi cuerpo hasta las plantas de
mis pies.» Desde esto a las palabras de Virginia Wolf, no hay más que un
pequeño paso: «Momento a momento, las cosas están perdiendo su dureza;
incluso mi cuerpo empieza a dejar pasar la luz a través de él.» Unas palabras

~ 201
que nos traen un sentimiento más personal, a la práctica, pueden ser: «Que el
ser atento que me absuelve de todo lo inadecuado, me llene con luz desde la
coronilla de mi cabeza hasta la planta de mis pies.» Asegúrese de utilizar este
ejercicio, únicamente, después de mecer o acunar, para evitar que se con-
virtiera en un escape de nuestra experiencia, en lugar de completarla. Esta
combinación de lo psicológico y lo espiritual, también sirve para reconocer el
papel que desempeña la gracia en la curación, el don de la luz no conjurada
por el esfuerzo, del fuego no creado gracias al pedernal.

ACTÚE COMO SI no tuviera miedo. Si tiene miedo al abandono, corra el riesgo


de permitir que el otro se vaya durante un minuto más, de lo que usted
pueda soportar. Afórrese un minuto menos de lo que usted cree que
necesita. Si tiene miedo a la absorción, permita que el otro se acerque un
centímetro más de lo que usted es capaz de aguantar. Permanezca alejado un
minuto menos de lo que usted cree que necesita. Al comportarse así, estará
usted jugando con su dolor, un instrumento curativo que aquellos que se
toman las cosas demasiado en serio descuidan con demasiada frecuencia.
Cada uno de los puntos del ejercicio triple, alienta el cambio individual. Pero
cuando mire usted más a fondo, descubrirá que cada uno de ellos también
puede engendrar intimidad entre usted y su pareja. Pídale a ésta que tome en
cuenta las sugerencias siguientes: Cuando usted admite que tiene miedo, su
pareja puede permitirlo, recibiendo la información de una manera franca y
respetuosa; o sea, sin dar la culpa a nadie o protestar o intentar arreglarlo o
detenerle. Esto es lo que significa la escucha activa, escuchar el sentimiento
en nuestras entrañas y no responder inmediatamente con palabras de
consuelo. Nadie es capaz de contarlo todo de su propia realidad, sólo
podemos hacer honor a la misma. Luego, cuando usted empiece a actuar
para que las cosas cambien, su pareja podrá respetar su ritmo y no intentar
acelerar o retrasar el proceso. Una pareja que sea capaz de unirse a usted así,
está sinceramente preparada para la intimidad. De hecho, cuando usted
expresa el miedo, su pareja podrá conservar el espacio en el que eso pueda
suceder en seguridad. «Conservar el espacio» significa que su pareja
permanece con usted en su sentimiento, al tiempo que muestra las cinco A.

DAR LA BIENVENIDA A LA CERCANCÍA (INTIMIDAD) • Nosotros no tenemos miedo a la


cercanía física porque tengamos miedo a la propia proximidad. La mayoría
queremos, de todo corazón, tener contacto físico con aquellos que nos aman.
Más bien tenemos miedo a lo que sentiremos cuando nos acerquemos
demasiado. El verdadero miedo, pues, es a nosotros mismos. Este miedo no es
algo por lo que tengamos que reprendernos, se trata de nuestra
vulnerabilidad más profunda, la mismísima cualidad que nos hace más

~ 202
adorables. Qué ironía que ocultemos lo que nos hace más atrayentes, o ¿es
que se trata del trabajo del ego, ese tramposo interior, que ha inventado otra
estratagema hermética para protegernos de la cercanía humana?

Tome en consideración las preguntas siguientes en su diario: ¿Cómo evito la


intimidad con aquéllos a los que amo? (Pídales ayuda para responder a esta
pregunta.) ¿En qué se parece mi estilo, al de mis padres y a las maneras con
que se relacionaban conmigo o entre ellos durante mi infancia? ¿Soy capaz
de decirle esto a mi pareja «Si me

concedes espacio, verás mi amor porque me relajaré y te lo daré en mi propio


tiempo y a mi propio modo. De lo contrario lo mejor que obtendrás será que
yo me comporte de acuerdo con el deber, no siguiendo los dictados de mi
corazón»?

ESTAR SOLO • Abandonar el hogar familiar y entrar en otra casa el día de


nuestra boda, priva a la psique de la soledad que necesita para su pleno
desarrollo. Los seres tan complicados como nosotros, necesitan retirarse de
los demás para explorar las profundidades de nuestro carácter y nuestro
destino. Necesitamos períodos habituales de soledad para volver a llenarnos,
para localizar nuevas fuentes de creatividad y de conocimiento de nosotros
mismos y para descubrir posibilidades en nuestras almas, que son invisibles
cuando estamos con otras personas. Así es como encontramos nuestra
principal oportunidad para evolucionar, tanto si somos introvertidos como
extrovertidos. Anote en su diario la respuesta a la siguiente pregunta y luego
coméntela con su pareja: ¿Nuestra relación incluye, permite y anima a pasar
tiempo en soledad?

La terapia ha finalizado cuando un niño es capaz de jugar solo.


D.W. WlNNICOTT

EL DINERO TIENE IMPORTANCIA EN LAS RELACIONES • Después de repetidas


experiencias de abandono, un niño aprende a renunciar a los bienes
emocionales y a reemplazarlos por el apego a las cosas materiales. Después
de todo, los juguetes no nos abandonan. ¿Seguimos haciendo eso cuando
somos adultos? ¿Utilizamos las cosas para distraernos y consolarnos cuando
hemos abandonado la esperanza de obtener un cuidado humano?
En una infancia sana, el bebé es mecido y reconfortado por un adulto en
quien confía, a fin de que puedan experimentar plenamente los sentimientos.
Más adelante, este niño no buscará distracciones y consuelos en cosas
materiales o en adicciones, sino en la atención y el consuelo que procede de
las cinco A. Jamás perdemos el deseo o la necesidad de que cuando lloramos
~ 203
nos abracen. Jamás superamos nuestra necesidad del contacto humano, sólo
aprendemos a ocultar las necesidades que ya desesperamos que se
satisfagan. Imagínese la angustia desesperada y fútil que yace enterrada en
su escondite.

Es posible que un padre o una madre haya intentando demostrarnos amor,


dándonos cosas o haciéndolas, en lugar de consolarnos o mecernos. Más
adelante, en una relación adulta, es posible que pensemos que así es todo el
amor y que podemos manipular a las personas para que nos den y hagan
cosas por nosotros, para demostrarnos su amor. Sin embargo, eso no hace
que nos sintamos amados, porque nuestra necesidad es insaciable y no se
puede satisfacer, como cualquier necesidad infantil que se ha llevado a una
relación adulta para ser satisfecha.

El dinero se utiliza en un intercambio, una forma de dar y recibir, pre -


cisamente de lo que trata la intimidad. Así pues, el dinero puede simbolizar
fácilmente el amor. Cuando sanamos, el dinero se convierte, únicamente, en
una herramienta para vivir y para dar. Ya no es un símbolo de los bienes
emocionales que echamos en falta. Igual que una caña de pescar, es algo que
utilizamos para adquirir lo que queremos y luego compartimos la pesca
alegre y generosamente.

Responda en su diario a la pregunta de si tiene usted dificultades para


comprar o vender, donar o gastar, pedir prestado o prestar, deber o que le
deban, ganar o ahorrar, pagar o devolver, perder o desperdiciar, alquiler o
«renting», compartir o ser compartido, tratar o ser tratado. ¿Espera que una
pareja haga cosas para usted o que le dé cosas en prenda de amor?
¿Funciona usted partiendo de una creencia en la escasez o en la abundancia?
Compruebe todo esto con su pareja. El examen del modo en que maneja
usted el dinero, puede proporcionarle información sobre el modo en que
maneja usted la intimidad. Por ejemplo, intentar conseguir algo gratis puede
significar, en una relación, que es probable que espere que una pareja se
comprometa sin hacerlo usted.

El ego narcisista florece en un status externo. Es presa fácil de Madison


Avenue, Detroit, Hollywood, París y Milán. Por lo tanto, es posible que
utilicemos las posesiones en un vano intento de acumular lo que se suponía
que ¡liamos a conseguir de nuestros padres, parejas y nosotros mismos: las
cinco A. Los automóviles son para el transporte, pero los modelos relucientes
con características de moda, prometen que sus propietarios destacarán corno
atractivos y modernos. La ropa es para dar calor y protección, pero estar
escrupulosamente al día en cuestión de moda, atrae la atención y da la
impresión de riqueza y clase.

~ 204
Estos puntos funcionales adoptan unos significados inflados, aunque el
sentido auténtico procede del alma, el poder del yo espiritual que trasciende
al ego. Vivir consciente, dedicada y atentamente, no significa que repudiemos
cosas materiales hermosas; significa que no caemos víctimas del juego que se
esconde detrás de ellas. Vemos a través del

oropel las señales realmente importantes del status en la vida: la virtud, la


integridad^ la generosidad y el amor incondicional. Esas son las cualidades
que hacen que todo lo que poseemos sea una alegría luminosa y
transparente y un medio para la generosidad.

Piense en sus posesiones y pregúntese a qué fines sirven. Recuerde cómo


tomó las decisiones para comprar lo que tiene: el coche, la casa, la ropa y
demás. Compare el cuidado que dedicó a la compra, con el cuidado que
utiliza al elegir a qué entidades u organizaciones benéficas hará sus
donaciones. Hable de ello con su pareja. ¿Cuál es la virtud que espera ser
practicada?

Por último, es normal no estar nunca completamente integrado en tres áreas:


sexo, dinero y comida. ¿Soy capaz de encontrar compasión en mí mismo, por
mi historial desaliñado con estas tres?

Te doy mi amor, que es más preciado que el dinero.


WALT WHITMAN

CÓMO MANEJAR LAS AMENAZAS Y LOS CELOS EN SU PAREJA • Es posible que su pareja
se sienta amenazada por la amistad que tiene usted con otra persona. Dentro
del contexto de un vínculo íntimo con alguien, la frase «Soy libre de tener
relaciones» se convierte en «Soy libre de tener relaciones, pero he de
diseñarlas cuidadosa y apropiadamente en relación con las reacciones de mi
pareja».

Pídale a su pareja que califique su miedo en una escala del uno al diez, en
que el diez será el más severo. Si califica su miedo de cinco o más elevado,
conviene en interés de la relación, que deje de hacer lo que la está asustando.
Y lo hará por libre elección, basándose en la compasión y el respeto por sus
sentimientos. Si califica el miedo en menos de cinco, continúe con lo que está
haciendo y siga comprobando. Al mismo tiempo, su pareja puede tratar el
problema por sí misma en terapia o dialogando con usted o sus amigos.

ADMINISTRADORES O ESCLAVOS • En la infancia, los adultos nos vigilan. En la edad


adulta, supervisamos nuestras propias actividades. Nos toca a nosotros ser
los pilotos de nuestras relaciones si han de seguir por el buen camino. Por
ejemplo, un miembro de la pareja vuelve a ir a la universidad y el otro pasa

~ 205
mucho tiempo en el trabajo. En este caso, ambas personas pueden irse
alejando y la intimidad puede correr peligro. Existe una técnica sencilla que
puede ayudarles a convertirse e-

patrocinadores y supervisores que vigilan y mantienen la intimidad. La técnica


es hacer esta pregunta cada vez que nos embarquemos en un proyecto:
«¿Cómo podemos hacer esto de un modo que estemos aún más cerca el uno
del otro?» Habitualmente, la respuesta incluye dos elementos: mostrar las
cinco A, y compartir el proyecto de alguna manera.

Retomando el ejemplo, un miembro de la pareja quiere volver a la


universidad y el otro está dispuesto a trabajar mucho más para ayudar a
pagar ese gasto. Ambos están involucrados en el proyecto y los sacrificios
de cada uno pueden ser reconocidos. El reconocimiento, es una forma de
aprecio. La atención se produce cuando el miembro de la pareja que
trabaja pregunta por las actividades de la universidad y asiste a ellas, y el
que estudia se toma un interés sincero en lo que sucede en el trabajo. El
afecto se produce con el golpecilo en la espalda o el abrazo cuando ella
sale para ir a la universidad o él se va a trabajar. La aceptación y la
admisión se producen cuando él dice sí al plan sin resentimiento y ella
dice sí a su necesidad de tener tiempo libre de vez en cuando,
especialmente tiempo para estar juntos. Por último, solemos oír hablar a
menudo del miedo al compromiso de los demás, pero no nos damos
cuenta de que es posible que descuidemos el compromiso con nosotros
mismos. Estresamos a nuestros cuerpos con horarios pesados de
obligaciones en casa y en el trabajo. Una ampliación útil del ejercicio
esbozado antes, es preguntar: «¿Cómo puedo hacer esta tarea de tal
modo que siga cuidando de mí mismo?» Eso no es egoísmo, sino
cuidarse.

~ 206
Cómo soltarse
o desprenderse del ego

¿Estás dispuesto a ser absorbido, borrado, anulado, convertido en


nada? Si no es así, nunca cambiarás de verdad.
D. H. LAWRENCE

S i los miembros de una pareja están preocupados, principalmente, por


demostrar que tienen razón, el ego es el que gobierna esa relación. Si
están preocupados por cómo pueden conseguir que funcione la relación, el
que gobierna es el amor cooperador. El ego, que significa «Yo», es el
obstáculo principal para la intimidad, que implica «nosotros». En realidad,
no existe un yo separado y sólido, todos estamos interconectados y
dependemos los unos de los otros.

«Ego» es la palabra convencional para indicar el centro de nuestra vida


consciente racional. El ego es funcional cuando nos ayuda a satisfacer
nuestros objetivos en la vida, y es este ego sano, el que nos permite ser
unos testigos justos y despiertos sin la interferencia de unas actitudes
entremetidas. Es nuestro ego sano el que evalúa las oportunidades o el
peligro y actúa de acuerdo con esa valoración. Es nuestr i ego sano el que
hace las elecciones necesarias para vivir de acuerd con nuestros deseos,
valores y necesidades más profundas. 'V lo rrJ< admirable de todo, es que
el ego sano acepta las paradojas humar.-- . misma persona puede ser buena
y mala, estar cerca y ser distant.. — y traidora, justa e injusta, cortés y
seca, satisfacer necesidades necesitada. El ego sano es esa parte de
nosotros, que ha llega i
acuerdo con todos los hechos del comportamiento humano, por muy poco
atractivos que sean y que sigue siendo capaz de amar.

Un ego sano evoca, con buenos resultados, las cinco A en los demás.
Cuando tenemos el valor de compartir nuestras interioridades de maneras
únicas y con un espíritu libre, es probable que recibamos atención. Cuando
nos aceptamos a nosotros mismos, estamos orgullosos de quienes somos y,
al mismo tiempo, admitimos nuestras equivocaciones, es probable que
seamos aceptados. Cuando mostramos generosidad, compasión e
integridad, es probable que seamos apreciados. Cuando ofrecemos un
contacto afectuoso y consideración, es probable que, a cambio, recibamos
afecto. Y cuando nos comportamos de manera asertiva, con unos límites
claros y respeto hacia los derechos de los demás, es probable que los
demás nos permitan y nos concedan la libertad de ser nosotros mismos.

Nuestro ego (el centro de nuestra vida consciente racional) es funcional


cuando nos ayuda a alcanzar nuestros objetivos, y es disfuncional -o
neurótico— cuando nos distrae de ellos o sabotea nuestros intentos de
llegar a los mismos. Detrás de cada neurosis, hay un miedo astuto que
nunca ha sido tratado o solucionado. De hecho, neurótico significa la
repetición inútil de una manera arcaica e innecesaria de protegernos de un
miedo así. Algunos de nosotros exhibimos el ego adulto sano, en el
trabajo; y el ego neurótico del niño necesitado, en casa. Tome como
ejemplo el doble estilo de vida de Susana. Cuando llegó al banco esta
mañana, fue saludada con respeto por su personal, y se encaminó
puntualmente, a asumir sus deberes diarios como directora de préstamos.
IToy, ella, como es habitual, concederá y negará prestamos ateniéndose a
unas bases inteligentes y nada sentimentales; ejecutará hipotecas al tiempo
que siente compasión y supervisará a su personal dentro de unos límites y
admitiendo errores hasta un punto razonable. Pero a la hora del almuerzo,
Susana sin que lo sepa nadie del banco— se dirigirá frenéticamente a su
casa, impulsada por su miedo descontrolado al abandono y por su adicción
a pedirle a su novio, José, que no la abandone como él ha amenazado
hacer. Durante el último mes, José, que es adicto a la cocaína, le ha robado
el dinero para la comida, le ha roto una muñeca y ha insistido para que
obligue a su hijo adolescente, a irse a vivir con su exmarido, Pero nada de
todo esto importa porque hay una división entre la Susana funcional en el
trabajo y la Susana disluncional en casa. En el trabajo, ella insiste en que
todo sea lo mejor o nada. En las relaciones, ella se conforma con tener
menos y menos cada vez, antes que quedarse sin nada. En el primer caso,
se comporta dentro de los límites de su ego funcional; en el segundo, se

~ 208 ~
comporta siguiendo las órdenes de su ego neurótico y no establece límite
alguno.

Jung propone que, además de un ego, nuestra psique también incluye (y


es incluida por) un yo, «el arquetipo de Dios» que tenemos en nuestro
interior, el análogo de la mente de Buda. El yo es el centro y la
circunferencia de la psique y tiene a la vez, componentes inconscientes y
conscientes. Es una «psique objetiva», ilimitada e indefinida por una
personalidad individual. De hecho, es lo mismo en todo el mundo, y
consiste en amor incondicional, sabiduría eterna y el poder de curarnos a
nosotros mismos y a los demás, así como la sombra de cada uno de éstos.
En pocas palabras, el yo identifica nuestra totalidad; el ego identifica
nuestra singularidad.

Nuestro destino es aportar más y más conciencia a lo que ha per-


manecido inconsciente, «avivar una luz en la oscuridad del mero ser»,
como dice Jung; y lo hacemos llevando a cabo nuestro trabajo psicológico,
que es llevar al ego al servicio del yo y diseñar todos nuestros
pensamientos, palabras y hechos, de tal modo que manifiesten el amor, la
sabiduría y la curación que mora, incondicionalmente, dentro de nosotros.
Nuestro trabajo espiritual es, sencillamente, permitir este proceso y ser
receptivos a las gracias que siempre están a nuestra disposición para
realizarlo. Las gracias adoptan la forma de cualquier dádiva y desafío que
se nos presente, para ayudarnos a activar nuestro potencial de amar y a
trabar amistad con nuestra sombra. Una relación es, con toda seguridad,
una de estas gracias espirituales. Una vez que hayamos llevado a cabo
nuestro trabajo psicológico y espiritual, podremos articular en nuestras
vidas mortales los dones inmortales del yo.

Las relaciones proporcionan las herramientas más poderosas para el


trabajo. Con cada día que pasa, una relación borra, despiadadamente,
nuestro egocentrismo y derriba nuestra arrogancia. En una relación,
seguimos descubriendo el precio del amor auténtico y que puede hacer que
librarse del ego sea una verdadera dicha. Esto es porque en una relación,
nos damos cuenta, por fin, de que damos las cinco A mayor facilidad
cuando nuestro ego se quita del medio y se lleva nut tros miedos con él. El
ego timorato teme, de forma innecesaria.

20
9
sámente aquello que el ego fuerte y valiente siempre ha ansiado. Ese ego
fuerte es liberado alegremente cuando ya no tiene que promocio- nar y
levantar su poder, sino que puede dejarlo correr y confiar en sí mismo para
que la vida se desarrolle a su propia manera. La paradoja es que menos ego
significa más capacidad de manejar lo que sucede.

El ego inflado y neurótico tiene miedo al yo, porque cree que si se alía
con él perderá su capacidad distintiva, pero, en realidad, el Yo actúa a
través de nuestras características distintivas y halla su encarnación en todos
los egos individuales y, por lo tanto, satisface nuestro destino evolutivo.
Cuando el Dalai Lama dice que perdona a los chinos por haber tratado mal
al Tíbet y que no se vengará, no habla como un individuo. Es el yo
superior, la mente del Buda, quien habla a través de su personalidad única
y distintiva. El intelecto y la voluntad humana no son capaces de ser
responsables de tanta generosidad. Hace falta tener las gracias de la falta
de ego y de la iluminación. Tcnzin Gyatso, el hombre que está
desempeñando el papel evolutivo del Dalai Lama, está haciendo una
contribución a la evolución del mundo. Esto es lo que nos sucede cuando
ofrecemos los poderes de nuestro ego al amable dominio del yo. Nosotros
no perdemos, el mundo gana.

Martin Luthcr King distinguía dos clases de amor. Decía que en el


amor humano nosotros buscamos un objeto digno de amor. En el amor
divino, Dios, por medio de la gracia, crea un objeto digno de amor.
Podemos encontrar una verdad humana arquetípica en esta distinción. En
el amor condicional centrado en el ego, demostramos amor sólo a alguien
que cumpla nuestras especificaciones. En el amor incondicional, creamos
la capacidad de ser amados, dando libremente las cinco A. En esta forma
generosa de dar la gracia, no hay un conjunto de criterios que el objeto del
amor deba cumplir. Las cinco A son, por tanto, no sólo las maneras en que
está hecho el amor; pueden ser también lo que hace el amor. Es otra
manera de ver el modo en que el amor consciente, atento y dedicado,
conduce a la compasión universal.

Amor mío, ganas una y otra vez;


pero juguemos esta partida de ajedrez.
No intentaré ganar,
sólo te lo rendiré todo a ti
todo a ti, amor mío, incluso mi cueipo y mi alma.
WEN ITO

210 ~
La anatomía del ego arrogante

La esfinge arrogante se suicidó cuando Edipo adivinó su enigma. Por otro


lado, Circe conoció a Clises y vio que era superior a ella, pero eso no hizo
otra cosa que llamar más intensamente su atención hacia él. Se le ofreció
como compañera sexual, incluso prometiéndole compartir con él su
divinidad. Al hacer eso, ella eligió, humildemente, la muerte sobre la vida,
e incluso ofreció a Clises que le daría acceso a una vida más grande.
Demostró que la relación florece, espiritual y físicamente, cuando el ego se
aparta.

El ego aparece en frases como «Tengo razón», «Mi manera de hacer las
cosas es la manera correcta; soy perfecto», «No tengo necesidad alguna de
cambiar». Tenemos miedo a cambiar porque puede que signifique admitir
que estábamos equivocados o lamentando una pérdida (de algo que
valorábamos en nosotros mismos o de una sensación de seguridad). Se
reduce al miedo a la cercanía: «Si me ablando y me abro a los demás, se
acercarán demasiado.» «No puedes decirme nada» es lo mismo que «No te
puedes acercar lo suficiente para afectarme». Podemos hacer que nuestro
miedo a la cercanía parezca tozudez, una negativa a cooperar, una
necesidad inflexible de ganar o de tener razón, una incapacidad de admitir
que estábamos equivocados o una incapacidad para pedir disculpas.

El ego arrogante lucha contra el amor íntimo y profundo, porque


seguimos intentando no quedar mal. Esta cara del ego inflado está formada
por el miedo, el apego, el control y creer que se tiene derecho a algo, cosas
que son los peores enemigos de la intimidad. El egocentrismo de creer que
se tiene derecho a algo, es lo que nos impide darle a cualquiera nuestra
atención y nuestro aprecio. No podemos darle a alguien nuestra aceptación
y admisión, cuando el control va antes déla igualdad o cuando estamos
demasiado apegados a nuestra propia versión de la realidad. Cuando
estamos impulsados por el miedo, no es fácil que seamos capaces de
mostrar un afecto auténtico.

Tenemos miedo (habitualmente de un modo inconsciente i a no


encontrar la aprobación o a no salimos con la nuestra. Estamos ap. ¿sidos a
nuestra versión de cómo deberían ser la vida y las demás personas, y es
posible que nos volvamos tozudos. Exigimos tener control sobre los demás
y sobre el modo en que resultan ser las cosas. Creemos

-211
que tenemos derecho a ser amados y honrados por todo el mundo y a tomar
represalias si nos ofenden.

El ego no es una identidad estable sino que es una identidad asumida,


basada en injurias o amor, a la que respondernos con miedo, apego, control
o la sensación de tener derecho a algo. Como resulta que cualquiera de
estas reacciones se produce tan habitualmente, nos imaginamos que eso es
quien somos. Confundimos la replica, con el albedrío. Nuestras maneras de
comportarnos pueden observarse en el espacio de la atención desnuda; ese
espacio es quiénes somos nosotros y no las estrategias que intentan
llenarlo. Así pues, si tenemos la mente atenta y dedicada, podremos utilizar
el dolor y el amor de una manera nueva; para que nuestro ego se concentre.
Este cambio de atención al hombre que está detrás de la cortina, es el modo
en que finalmente saltamos de nuestra mirada fija e hipnotizada, al mago
del ego.

Necesitamos hacernos un tratamiento para que el miedo pueda con-


vertirse en excitación, y así podremos actuar con miedo pero no por culpa
o a causa de él, y ya no tendremos miedo a mostrarlo, tanto a él como a
nuestra vulnerabilidad, que es la que es un hecho de la existencia y no la
vulnerabilidad de una víctima. Esta clase de vulnerabilidad sana es más
probable que aparezca cuando nuestra propia sensación de vergüenza y de
falta de adecuación, se desvanezcan y cuando confiemos en que al
mostrarlas no correremos riesgo de ser humillados.

El amor incondicional es amor sin las condiciones —la cara— del ego.
Esta clase de amor está libre de miedo. Cuando amamos incondicional-
mente, el apego se convierte en un vínculo sano, comprometido e inteli-
gente. Establecemos y mantenemos vínculos, pero no nos volvemos po-
sesivos, ni nos permitimos ser poseídos. En lugar de intentar controlar a
una pareja, respetamos sus límites y nos ganamos su respeto. Ea sensación
de tener derecho a algo o a todo, da paso a una asertividad que se cuida a sí
misma y que se inclina con gracia ante el hecho de que no siempre
conseguimos lo que queremos. Esta cualidad admirable, no sólo nos trae el
respeto de los demás, sino también el nuestro.

El erudito en budismo tibetano, Robert Thurman, dice que el mejor


momento para observar al ego, es durante episodios de «inocencia
ofendida». Cuando expresamos sentimientos de tener derecho a la justicia
o a la exención de cualquier condición de la existencia, eso es la

21
2
prueba de la existencia de la energía del ego en nosotros. Esta ciase de
energía no es sana, porque hace que nos sintamos estresados, heridos,
compulsivos, frustrados e intimidados.

¿Cuál es la diferencia entre la creencia del ego de que tiene derecho a


algo y el sentido legítimo de los derechos de uno? Lo primero, es una
expectativa, un apego, una exigencia, las manifestaciones y actitudes
familiares del ego que causan sufrimiento y que son lo contrario de una
mente consciente, atenta y dedicada. Si una expectativa de este tipo no se
satisface, nos sentimos justificados a vengarnos. La venganza o el desquite
no son justicia, sino un consuelo mal intencionado para un ego indignado y
la desesperanza en el cambio humano y en el poder de la gracia. Por
contra, pedimos nuestros derechos de forma legítima, cuando lo hacemos
de forma directa y sin violencia, luchando imparcialmente, pero sin infligir
represalias si se nos niega. En lugar de eso, acudimos a una autoridad más
alta, como un tribunal, y trabajamos por nuestros derechos dentro de los
cauces apropiados. Si la propia ley es injusta, pasamos a una resistencia no
violenta, pero siempre con amor por todos los involucrados, con lo que
combinamos la integridad moral con una mente consciente, atenta y
dedicada.

Una advertencia: el ego nunca se supuso que iba a ser aniquilado,


sólo desmantelado y vuelto a construir para hacerlo más constructivo. Es
entonces y únicamente entonces, que la intimidad se vuelve posible. He
aquí unas cuantas respuestas constructivas para cuando sintamos que
nuestro ego se excita:

Cuando siento: Elijo, en cambio:


Miedo. Amor.

Apego. Dejarlo correr.


Que controlo. Concedo libertad.
Que tengo derecho a algo. Me veo a mí mismo, como un igual

Cada uno de los ingredientes del ego neurótico es una fuente de dolor.
Icncr tanto miedo que siempre estemos en guardia v, sin embargo, siempre
nos hieran, duele mucho. Es doloroso tener que aguantar nuestras riendas
fuertemente. Es estresante intentar controlar siempre a los demás. Duele
enfrentarse a las condiciones de la existencia sin la

213 ~
promesa de que nos vayan a eximir de ellas. Sería trágico morir sin haber
quedado muy bien en todas nuestras relaciones; y sin embargo, por muy
malo que pueda ser algo de nosotros, también tiene una dimensión
positiva. Existe una semilla de bondad, un potencial no aprovechado en
cada elemento del ego neurótico:

Miedo Una precaución prudente y una evaluación inteligente del


peligro.
Apego Perseverancia y compromiso para quedarse en los
tiempos difíciles.
Control Capacidad para conseguir que se hagan las cosas y ser
eficiente en el tratamiento, procesado y solución.
Tener derecho Una autoestima sana y defender los derechos propios pero
con voluntad de aceptar el hecho cierto de que, en
ocasiones, las cosas son injustas.

Confiar en nosotros mismos no significa que podamos estar seguros de


que nos enfrentaremos a la vida sin miedo, apego, control o creer que
tenemos derechos. Confiar en nosotros mismos significa que nos hemos
rendido a ser, precisamente, lo que somos en cada momento y que una
conciencia atenta y dedicada, aparecerá para mostrarnos una alternativa a
las costumbres de nuestro ego. Esta es la paradoja espiritual de aceptarnos
a nosotros mismos tal como somos, al tiempo que nos convertimos en más
de lo que hemos sido nunca. Es abandonar cualquier apego a una
polaridad, para que nuestro único refugio sea el centro, donde nos espera la
síntesis.

La anatomía del ego empobrecido

En contraste al estilo del ego arrogante e inflado, está el segundo estilo del
ego neurótico y disfuncional. El estilo del ego desinflado y empobrecido es
un estilo basado en el miedo a ser víctima o sumiso, lo que impide una
intimidad no jerárquica. Las actitudes siguientes caracterizan al ego
empobrecido:

• Víctima. «Yo no controlo mi vida. Soy una víctima de la gente y de


las circunstancias. Todo lo que me sucede es culpa de otra persona
(o lo que hace otra persona). No tengo poder para cambiar nada.»
Detrás de esta actitud, yace el miedo a que, como adultos, nos hagan

~ 214
responsables. Sentir piedad por uno mismo y creer que se es una
víctima, también pueden ser formas de desespero y de caer presa de
la ilusión de que no existe alternativa alguna al doloroso
predicamento en que se encuentra uno.
• Seguidor. «Todo el mundo sabe qué debe hacer, menos yo. Tengo
que seguir a los demás. Dime lo que he de hacer y creer y lo haré y
lo creeré.» Detrás de esta actitud, yace el temor de hacerse cargo de
la propia vida o de cometer un error.
• El que se culpa así mismo. «Siempre estoy equivocado o lo hago mal.
Me doy la culpa de todo lo malo que sucede. Estoy avergonzado de
mí mismo y lleno de culpa.» Detrás de esta actitud, se esconde el
miedo a la responsabilidad.
• Indigno. «No me merezco nada, ni la abundancia, ni el amor, ni el
respeto.» Detrás de esta actitud, está el miedo a recibir.
«No le importo a nadie. Nadie se preocupa por mí. No
• Insignificante.
soy nada.» Detrás de esta actitud, reside el miedo a ser amado, el
miedo a las cinco A (que puede verse oculto detrás de cada
autodcgradación).

Afortunadamente, cada uno de estos elementos del ego empobrecido


contiene una semilla alquímica de valor, tal como se muestra en la
columna de la derecha que verá a continuación.

Víctima Capacidad para encontrar recursos y evocar el amor


compasivo.
Seguidor Capacidad de cooperar y reconocer las propias limitaciones.

El que se culpa a Capacidad para evaluar las propias deficiencias.


sí mismo

Indigno Capacidad para relacionarse con humildad.

Insignificante Capacidad para discriminar y dar prioridad de una manera


apropiada.

La transformación del ego empobrecido exige la creación de


autoestima, asertividad y habilidades de cooperación. El desalío siempre es
cómo seguir siendo asertivo y seguir conectado. Es el trabajo psicológico
de convertirse en adulto y un precursor necesario de la intimidad.

21
5
El ego arrogante y cl ego empobrecido son, en realidad, dos caras de
una misma moneda. De hecho, al ego neurótico le han llamado el «Bebé
Rey». Como un rey, el ego arrogante cree que tiene un derecho divino
(creer tener derechos) a tener pleno control, a ser amado y respetado por
todo el mundo y a ser el primero o el centro de todo. El ego empobrecido,
igual que un bebé, parece indefenso y, sin embargo, tiene el poder de
movilizar a la gente en torno a sus necesidades. Después de todo, un bebé
es el centro de atención. Un bebé controla la conducta de los demás. Un
bebé tiene derecho a un tratamiento especial. Ser adulto, moral y
psicológicamente, significa destronar al ego real y dejar que el ego infantil
crezca. Los filos neuróticos del ego son la autoinflación y la autodeflación.
El ego sano, como la virtud, está justo en el centro, entre ellos.

El ego inflado con su status y éxito en el control, es menos probable


que obtenga las cinco A de los demás como podría hacerlo el ego sano. El
ego desinflado está demasiado herido e inseguro para pedirlas. A ambos
les resulta difícil mostrarlas o recibirlas y cómo dar y recibir las cinco A,
es la base de la intimidad ¿qué probabilidades tiene el ego no transformado
de amar?

Cómo transformar al ego empobrecido

La víctima cambia al reconocer su propio poder. El seguidor cambia al


tomar decisiones independientes. El que se culpa a sí mismo cambia
aceptando la responsabilidad. La persona indigna y la «nada importante o
insignificante» cambian, las dos, aprendiendo a apreciarse a ellas mismas y
a aceptar el aprecio de los demás.

Cambiar implica comportarse al revés de lo que lo haríamos si nuestros


pensamientos y posturas fueran ciertos. Con la práctica, nuestras actitudes
se alteran gradualmente para encajar con el nuevo comportamiento. Si es
usted una víctima, un seguidor, o una persona que se da la culpa, o si se
siente indigno o insignificante, planee maneras de hacer este trabajo. Para
invertir la posición de la víctima, sea responsable de sus elecciones y
busque maneras de sacar el mayor provecho de aquello

21
6
que usted no eligió pero que no puede cambiar. Para salir del papel del
seguidor, tome la iniciativa a la hora de hablar claramente en cualquier
circunstancia o relación que en la actualidad le este molestando. Para dejar
de darse la culpa a sí mismo, reconozca que es responsable de su conducta
al tiempo que también aprecia el modo en que se comportó de acuerdo con
la luz que usted tenía en ese momento.

La elección de comportarnos como si tuviéramos valor y capacidad


adulta, es tanto psicológica como espiritual, porque coloca al ego en el
mismo eje que al yo y cumple nuestro destino para alinear la exhibición de
nuestra vida con un designio divino: lo limitado concede hospitalidad a lo
ilimitado y, por lo tanto, cada vez más y más a la integridad consciente que
se expresa en nuestra vida diaria. El resultado, es una irradiación de amor,
sabiduría y curación a todo el mundo. Este es el motivo de que una
elección personal sana sea una elección moral, y que el trabajo personal dé
por resultado una ganancia que afecta a todo.

Las riquezas del ego y cómo encontrarlas

El ego empobrecido finge ser humilde, y el ego inflado finge respetarse a


sí mismo, con orgullo y honor. Pero el ego sano muestra un respeto
auténtico hacia sí mismo y al conceder las cinco A a los demás, un amor
incondicional.

Para amar incondicionalmente, es imprescindible tener la mente cons-


ciente, atenta y dedicada. Abandonamos las expectativas, el miedo, la
codicia, la vergüenza, la culpa, la venganza y la necesidad de encontrar
víctimas o de serlo, las exigencias del ego inflado —y asustado- que mili-
tan en contra de la intimidad. A casi todos nos enseñaron a ir construyendo
las capas del ego, no para que las abandonáramos o las dejáramos correr,
por lo que esta tarea nos da mil patadas. Además, no lo podemos conseguir
únicamente por medio de un trabajo psicológico. El ego neurótico, no
tiene motivación para rendirse. Hace falta una virtud especial, una fuerza
más allá del ego para hacer una cosa así. No únicamente un cambio
psicológico, sino una transformación espiritual a través del amor, la
sabiduría y el poder de curación; las cualidades del yo.

Habitualmente, no hacemos caso, desacreditamos o repudiamos a


nuestro yo esencial. A pesar de que el ego es existencial y está vinculado
con los problemas o apuros del momento, atrapado en el drama y la

~ 217
adicción, nuestro yo esencial no se ve afectado por circunstancias
existcnciales o por apegos personales. Así pues, el yo siente como un vacío
y eso nos da miedo. Sin embargo, si nos quedamos con el vacío en el yo,
pasamos a través del agujero y llegamos a la totalidad o integridad. El
vacío se convierte en el portal que da entrada a una riqueza más amplia que
nos estábamos perdiendo. Estar libres del drama del ego, es tener libertad
para contactar con nuestra propia alma, un espíritu afín, un amigo del alma
que no tiene igual.

Si las actitudes del ego sirven a un propósito neurótico, proporcionando


distracciones y consuelos contra el asalto de la realidad y el cambio, tener
una mente atenta y dedicada es una pausa, un descanso deliberado entre las
distracciones y los consuelos. Sólo esa mente atenta y dedicada pone fin a
la obsesión y a la compulsión y sin esta clase de barreras, el amor florece.
Si nuestra capacidad de amar sigue intacta, todo ha sucedido en el
momento y lugar adecuados.

Decir sí a las cosas que no somos capaces de cambiar


Liberarnos de nuestro ego neurótico es, en última instancia, aceptar las
condiciones de la existencia y vernos no como víctimas u oponentes de los
hechos de la realidad, sino como adultos que se enfrentan a ellos de una
manera honesta. Estos hechos incluyen lo siguiente: las cosas cambian y
terminan; la vida no siempre es justa; pagamos el crecimiento con
sufrimiento; las cosas no siempre funcionan de acuerdo a lo planeado; las
personas no siempre son leales o amantes. Aceptar las condiciones de la
existencia significa, en primer lugar, admitir que somos vulnerables a ellas.
Olvidarnos de la idea de que tenemos a una exención, es estar preparado
para amar.

Cuando nos damos cuenta de que los hechos de la vida, por muy
feroces que sean, no son castigos sino ingredientes de profundidad,
amabilidad y carácter, podemos abandonar la creencia de que somos
inmunes (o que necesitamos serlo). «Eso no me puede estar pasando a mí»
o «¡Cómo se atreven a hacerme eso a mí!» cambian y pasan a: «A mí
puede sucederme cualquier cosa humana y haré todo lo que pueda para
enfrentarme a ello.» De hecho, la fuerza para enfrentarnos

~ 218 ~
a los retos, es directamente proporcional a lo capaces que seamos de
librarnos de la creencia de que tenemos derecho a algo.

Una vez que dejamos de luchar con las circunstancias y nos limitamos a
enfrentarnos a ellas y manejarlas, nos sentimos serenos, cambiando lo que
se puede cambiar y aceptando lo que no se puede. Al hacerlo así, ponemos
una base sólida para respetarnos a nosotros mismos, una alternativa sana a
una creencia universal a que tenemos derecho a algo. Esto significa, entre
otras cosas, que hay que establecer y mantener unos límites personales
para que los demás no se aprovechen de nosotros. Así pues, el respeto por
uno mismo es fuerza y no debilidad, ya que nos da poder para algo y no
sobre algo. Supera nuestro miedo a la escasez y la privación y, surgiendo
de nuestro interior, sentimos amor y libertad en abundancia.

Jung sugiere que demos un sí incondicional a los hechos de la exis-


tencia sin protestar o darle la culpa a nada o a nadie. Si lo hacemos así,
encontramos lo mejor de la religión y de una psicología profunda. Por
ejemplo, aprendemos lo siguiente:

• Todo cambia y termina y, sin embargo, puede ser renovado. Este


conocimiento es nuestra entrada en el arquetipo de la resurrección.
• El sufrimiento es una parle del crecimiento y, sin embargo, seguimos
encontrando maneras de sacar bien del mal. Esto abre el arquetipo
de la redención.
• Las cosas no siempre marchan de acuerdo con el plan y sin
embargo, podemos encontrar la ecuanimidad para decir sí a lo que
es, y dar gracias por lo que ha sido. Esto abre el arquetipo del
sincronismo y de un plan divino que hace que nuestro destino sea
más grande de lo que jamás hayamos imaginado.
• La vida no siempre es justa y, sin embargo, somos capaces de ser
justos e incluso generosos. Esto nos da una sensación de justicia y
refuerza nuestro compromiso a luchar por ella, de acuerdo con los
arquetipos del karma y de la expiación y del perdón.
• Las personas no son amantes y leales todo el tiempo y, sin embargo,
no debemos vengamos sino ser capaces de actuar con amor \ lealtad
al tiempo de no rendirnos nunca a los demás. Esto abre el arquetipo
del amor incondicional.
Así pues, los hechos -el lugar o emplazamiento de nuestros miedos más
profundos- resultan ser el requisito indispensable de la evolución personal

21
9
y de la compasión. Los hechos de la vida son como la ley, severos pero no
crueles. El sí incondicional no es más que atención y cuidado, fidelidad a
la realidad sin sucumbir a actitudes sediciosas y tentadoras.

Aceptar las situaciones de la vida es una etapa de nuestro desarrollo.


Tratar con cada uno de ellos en lugar de pelearnos, nos equipa para el viaje
heroico al que estamos llamados. A medida que crecemos, abandonamos la
reclamación que hace nuestro ego de las exenciones de nuestra herencia
universal. Cuando adoptamos una postura tremendamente combativa hacia
las condiciones de la existencia, el resultado es el sufrimiento. El ego es
sufrimiento. Un apuro, una situación extrema, un predicamento, todos ellos
son un camino hacia la liberación.

La dinámica de la tesis, antítesis y síntesis, nos ayuda a comprender el


proceso. La tesis son las propias condiciones y nuestro desagrado hacia
ellas. La antítesis es nuestro sí incondicional. La síntesis es nuestra
transformación utilizando los hechos como los ingredientes para nuestro
crecimiento.

En ocasiones pensamos que estamos solos y eso hace que los hechos
sean aterradores y que nos quiten todo nuestro poder. Cuando preguntamos
por qué cambian las cosas, por qué sufren los inocentes y por qué la gente
nos hace daño, sentimos desespero y amargura. Pero cuando decimos sí a
los hechos de la vida, nos damos cuenta de que no es cuestión de fatalidad
sino de realidad y de su abundante potencial. Nos conectan con el resto de
la humanidad y nos colocan en lo que es, la atención y el cuidado, no en
los deseos o expectativas del ego. La llamada a que pronunciemos el sí
incondicional, nos muestra que la espiritualidad no es cosa de la
trascendencia del mundo, sino de involucrarnos más profundamente en él.

Un porte sereno y de aceptación en medio de las condiciones de la vida


nos lleva a pasar por cualquier crisis con ecuanimidad. Ese porte sereno es
la atención y la dedicación. Decir sí a las condiciones mortales de la vida,
es decir sí, automáticamente, a cada una de sus posibilidades inmortales
arquetípicas: o sea, identificarse con la mente de Buda en medio de
nuestras dificultades y confusión. En este sentido, saludar a la vida con un
sí incondicional, es una manera de encontrar la eternidad dentro del
tiempo.

¿De qué modo decimos sí? Mostrando las cinco A de un modo atento y
dedicado. Como testigos de lo que es, concedemos nuestra atención a los

~ 220
cambios y finales, a los planes fracasados, a la injusticia, al sufrimiento y a
la deslealtad ocasional en la historia de nuestra vida. Aceptamos todo lo
que forma parte de la mezcla de una vida humana. Lo apreciamos todo
como algo que, en cierto modo, es valioso para nuestro desarrollo. Nos
fijamos con afecto en lo que es y en lo que ha sido. Permitimos y
admitimos que los acontecimientos y las personas sean ellos mismos.

Combinar así las cinco A con la atención y dedicación, fomenta la


confianza en nosotros mismos, porque nos demuestra que podemos
manejar la realidad sin distraernos de ella y sin embellecerla. Contribuye a
nuestro poder para ser íntimos porque es una manera de estar presente de
un modo verdaderamente atento, apreciativo, que acepta y permite. Hace
que seamos más realistas porque reconocemos un mundo que existe más
allá de nuestros deseos y manipulaciones y nos enseña a amar el momento,
que es todo lo que tenemos y a amar en el momento con todo lo que
somos.

Un sí a las condiciones de la existencia rectifica nuestras alienaciones


existcnciales y nos proporciona la mejor plataforma de lanzamiento para la
intimidad. El ego no es arrastrado llorando y pataleando a los pies del yo,
sino que salta buscando la alegría en esos brazos que le esperan. Al ego le
alivia saber que existe una alternativa al dolor que ha conocido en el
miedo, el apego, el control y el creer que tiene derecho a algo. Como Rilke
le escribe a su propio ego: «Cómo me encantaría verte bajo asedio...
durante tantos años como pueda ser necesario.»

Por último, es posible que nos demos cuenta de que ante nosotros se
abren dos caminos: por un lado, como sugieren algunas escuelas de
budismo, podemos encontrar la felicidad y la plena iluminación en esta
vida. Pero Jung defiende que no seremos capaces de escapar al sufrimiento
y a la sombra, por muy sanos que nos volvamos. El desafío es sostener con
júbilo, estos dos puntos de vista opuestos.

~ 221
PRÁCTICAS

IR MÁS ALLÁ DEL «O ESTO O AQUELLO» • Nuestro ego se siente muy incómodo con la
incerteza que insiste en ver las cosas en términos de blanco y negro, de ganar o
perder. Cuando nos limitamos a mantener en nuestros corazones y mentes los
opuestos a los que nos enfrentamos, cuando les dejamos coexistir en nosotros sin
elegir a uno con preferencia al otro, protegemos la ambigüedad de nuestro
predicamento; es una forma de confiar atenta y dedicadamente. Dejarse atrapar en las
polaridades ideadas por el ego arrogante, es vivir en el miedo. Por con tra, la falta de
egocentrismo significa que permitimos que llegue a nosotros un amor que lo engloba
todo.

Por ejemplo, cuando abandonamos el control, el «esto o aquello» de «Tengo que


estar al mando o todo se desmoronará» cambia a «Dejo que las cosas sigan su curso».
Esto nos libera al cambiar nuestro miedo a la espontaneidad, de forma que damos la
bienvenida al miedo y a cualquier cosa que pueda suceder fuera de nuestro control.
Haga una tabla en su diario con los «o esto o aquello» de su vida, en el lado izquierdo
y la manera en que pueden convertirse en «ambas/y» a la derecha. Enséñesela a su
pareja o a su mejor amigo/a y hablen de maneras de llevar a la práctica los
«ambos/y». Pídale que le apoye en esta aventura, ya que probablemente a usted le
asustará.

Puede que a cada pesar que tengamos respecto al pasado, se le pueda seguir
directamente la pista hasta llegar a un pensamiento y elecciones de «esto o aquello» y
que sintamos vergüenza como parte del pesar. El trabajo es reconocer nuestra
vergüenza y pesar y perdonarnos. Imagínese la cantidad de energía vital que ha sido
aplastada por viejos pesares. ¿Se concederá a sí mismo su oportunidad de ser feliz,
haciendo el trabajo necesario para dejar atrás todo eso? Escriba, en su diario, ejem-
plos de cosas que lamenta de su pasado y hable del modo en que las dejará atrás.
Cuando sea necesario, pida apoyo a otras personas.

CONVERTIRSE EN NO VIOLENTO • La asertividad, como cualquier acto perfecto, «no deja


estela o rastro» como nos dice la máxima zen. El ego, por contra, deja un
resentimiento detrás de sí y crea una enemistad inveterada. En el Sermón de la
Montaña -la receta cristiana para la disolución del ego- Jesús trata este tema
directamente cuando dice: «Si alguien te obliga a que le acompañes durante un
kilómetro, acompáñale dos.» Una persona sana aprende a hablar claro cuando se
produce una injusticia e intenta rectificarla, concentrándose en el hecho objetivo (la
injusticia) y no en una interpretación personal de la misma (afren ta). De hecho las
palabras «afrenta» o «insulto» no tienen significado alguno para quien tenga un ego

222 ~
adulto y funcional. Esta clase de persona detiene los insultos de manera no violenta,
considerándolos información respecto a la cólera agresiva de la otra persona, cuya
frustración puede, incluso, llegar a engendrar compasión. Comprométase a abandonar
el estilo de venganza y a buscar maneras de crear reconciliación. Haga este
compromiso en silencio, primero en su interior, y luego en voz alta, a su pareja.

El ego indignado es taimado. Puede buscar la manera de desquitarse,


indirectamente, por haber sido herido o decepcionado. De hecho, puede
descubrirse a sí mismo confiando en que su pareja llegue a tener mala suerte o
desgracias en la vida. Si se sorprende usted esperando esta clase de retribución
indirecta, admítalo y pida perdón. Esta humildad de corazón, puede librarle de
buscar esta forma sutil de desquitarse. A pesar de que esta admisión pueda
provocarle vergüenza, el amor desprendido florece, precisamente, de estas
autorrevelaciones.

CÓMO TRANSFORMAR LA NECESIDAD DE TENER RAZÓN • La necesidad de tener razón


procede de nuestro miedo a perder la aprobación. Pensamos «Si estoy
equivocado perderé mi identidad y con ella mi capacidad de ser aprobado».
Nuestra necesidad de tener razón puede adoptar la forma de una incapacidad
para aceptar las críticas, cosa que acostumbramos a considerar igual que un
insulto. También puede tomar la forma de tener que explicar siempre que
estábamos completamente justificados en una decisión o acción nuestra. Puede
incluir una insistencia nada corriente en que los demás nos pidan disculpas. Estas
reacciones son automáticas para la mayoría, en otras palabras, no son cons-
cientes. Ser adulto significa hacer el esfuerzo necesario para ser consciente de la
cantidad de ego que subyace en nuestros comportamientos, pensamientos y
motivación. «Mi manera de hacer las cosas es la manera correcta», puede
transformarse en «Negociaré para que ambos ganemos. Yo busco lo que es cierto
y me baso en ello». Abrirnos a que los demás ganen, también conduce y crea
seguridad en la mismísima intimidad a la que teníamos miedo.

CÓMO TRANSFORMAR LA AUTOJUSTIFICACIÓN • Afirme: Dejo que los demás expresen la


opinión que tienen de mí, sin intentar corregir sus impresiones o hacer que yo quede
bien. Esto incluye manifestar la realidad de los acontecimientos sin dar la culpa a
nadie. («Ella me abandonó», sustituye a «Ella estaba equivocada y fue injusta al
abandonarme».)

A medida que vamos transformando nuestro ego de este modo, ya no


respondemos a una observación sarcástica con sarcasmo. En lugar de eso,
prestamos atención al dolor y a la posición defensiva que se esconden detrás de los
comentarios maliciosos y sentimos compasión por su fuente. Las réplicas sarcásticas,

~ 223
incluso en broma, son una manera de sacar a hurtadillas la cólera que no se ha
expresado, otro ejemplo del modelo de venganza. Un adulto sano intenta seguir el
modelo de reconciliación, habiéndose vuelto muy sensible a sus propias dosis de
dolor y al dolor oculto cuando lo infligen los demás. Esta clase de persona se libera
de la necesidad de aprobación y hace menos intentos para conseguirla. Se evalúa
desde el interior, donde se encuentra el yo y no desde el exterior, que es donde se
hallan otros egos asustados. Si utiliza usted el sarcasmo, el ridículo, las bromas
pesadas, el tormento, las cosquillas o las bromas hirientes, comprométase a dejar de
utilizar estas armas pasivas-agresivas en contra de su pareja o de cualquiera.
Comprométase primero con usted, mismo en silencio, y luego en voz alta, con su
pareja.

CÓMO LIBERARNOS DE LOS DERECHOS QUE CREE TENER EL EGO • Responda en silencio a las
preguntas de este apartado. ¿Cree usted que «Tengo derecho a que las cosas se
hagan a mi manera; a que me digan la verdad; a ser amado, cuidado y apreciado
por todo el mundo, a que me hagan promesas y las cumplan y a que me den un
tratamiento especial o una consideración especial en Lodo lo que hago»? Detrás de
estas creencias están las racionalizaciones «las promesas deberían cumplirse», «soy
especial», «eso no puede estarme sucediendo a mí», y «¡cómo se atreven!». Es
posible que estas creencias enmascaren el miedo a la privación: «no voy a conseguir
lo suficiente», «no conseguiré lo que me pertenece por derecho propio», «no
sobreviviré como persona individual si tengo que ser como todos los demás».
Pensar de este modo, es ignorar una condición de la existencia: las cosas no siempre
son justas o iguales.
La creencia de que se tiene derecho a algo, puede adoptar la forma de expectativas,
una reacción excesiva a que se aprovechen de uno, una sensación de que se nos
debe algo o una creencia de que nos están estafando. El mejor ejemplo de esta
característica del ego es la reacción que es posible que tengamos cuando otro
coche nos cierra el paso. ¿La sensación de «¿Cómo se atreve a hacerme eso a mí?»
se convierte en una persecución frenética y llena de venganza? ¿Se le queda eso en
el buche durante el resto del día? La sed de venganza y la indignación son pistas
que indican la presencia de un ego arrogante, narcisista y muy, pero que muy
asustado. Pero detrás de la airada sensación de humillación, está la tristeza por no
haber sido tratado con amor y respeto, las cosas que creemos que tenemos derecho
a recibir de todo el mundo. Lo que realmente queremos decir cuando alguien nos
corta el paso es: «¡Cómo te atreves a no tratarme con respeto! ¡Cómo le atreves a no
amarme!» En secreto, el ego cree que siempre ha tenido derecho a eso.
Comprométase a pedir amor directamente, cada vez que se dé cuenta de que cae
presa de una de las reacciones del ego descritas en este capítulo.

~ 224
CÓMO ABANDONAR TODO FINGIMIENTO • El egocentrismo puede ser transformado en
un aprecio y amor muy sanos hacia uno mismo, incluyen do un deseo sano de
permitir que todo lo que hacemos o decimos nos revele tal como somos
auténticamente. Puede que pensemos: «Si realmente me conocieran, no les
gustaría.» De hecho, este sentimiento no está basado en lo que descubrirían
sobre nosotros, sino en cómo. A la gente le disgustamos por lo que ellos
descubren, no sobre nosotros, sino sobre lo que ocultamos. De hecho, les
gustamos y nos respetan porque admitimos, de manera cautivadora, nuestros
límites y nuestras insuficiencias. Saber esto nos proporciona otra posibilidad más
de articular nuestra verdad, de abandonar un fingimiento o una apariencia. El
adulto sano pasa de una postura a una pose. Quiere estar expuesto para que
pueda actuar libremente sin la necesidad de inventar o proteger una imagen que
ha creado él mismo. ¿Tiene usted lo que hace falta para ser despiadado en su
viaje para llegar a ser libre del ego?

La razón por la que tenemos miedo a revelarnos nosotros mismos, está


relacionada directamente con una de las cinco A: tenemos miedo a no ser
aceptados si mostramos cualquier cosa sobre nosotros que los demás puedan
considerar ofensivo o inadecuado. Es posible que mux al principio, decidiéramos
que conseguir que esas A siguieran llegando significaba ocultar lo que hace
levantar las cejas, y mostrar lo que ■;□- tiene una sonrisa de aprobación.

~ 225
¿El párrafo anterior le describe a usted? En su diario, escriba sobre algunos
ejemplos de su infancia y del pasado reciente. Comprométase, en silencio, a
abandonar lodo fingimiento con su pareja, preguntándose en una escala del uno
al diez, lo confortable que le parece esta posibilidad. Eso le dará información
sobre su nivel de confianza en la relación. Comparta la información con su
pareja.

CÓMO DEJAR DE ENFURRUÑARNOS O DE HACER PUCHEROS • Si se da cuenta de que


cuando no se sale con la suya, empieza a hacer pucheros como un niño, pruebe
este programa de tres puntos para evitarlo:

• Reconózcaselo a la persona ante la que está usted haciendo pucheros o


enfurruñándose.
• Pida lo que quiere de una manera directa y sin exigencias.
• Acepte la respuesta «Sí» con gratitud y el «No» con buen humor.

CÓMO PEDIR UNA AUDITORÍA DEL ECO • A lo largo de este libro, he recomendado que
se busque el feedback de otras personas respecto a nuestro comportamiento y
actitudes. Como adultos debemos considerar que todo el mundo es nuestro
maestro y nadie es un competidor. Asi pues, ponerse y comportarse a la
defensiva significa perder una información útil. Defender cómo somos, es seguir
donde estamos y eso arruina nuestras probabilidades de desarrollo personal y de
intimidad. En lugar de eso, escuche el feedback de tal manera que encuentre en
él una verdad útil. Nada desarma tanto como la receptividad y el hecho de
recibir el feedback con agrado, pronto se revela como una manera de recibir más
amor. Comprométase a pedir el feedback de los demás, con respecto a las
reacciones de su ego y a recibirlo con optimismo. Hágalo en silencio, en su
interior y luego en voz alta con su pareja.

CÓMO OLVIDARSE DE LA CULPA • Podemos utilizar la culpa y las críticas para cubrir
necesidades que no hemos expresado o que no han sido satisfechas. Nuestras
necesidades esenciales esperan ser satisfechas detrás de todas las capas del ego:
miedo, apego, control, queja y defensas. Manifestar nuestras necesidades en
lugar de dar la culpa a otra persona por no satisfacerlas, conduce a la franqueza
y vulnerabilidad que constituyen la auténtica intimidad. Aplique este
conocimiento entendiendo el impulso de culpar a alguien como una señal de
alguna necesidad insatisfecha y manifestando la necesidad en lugar de la cul pa.
Cambie «te equivocaste al hacer esto» por «necesito tu atención, aceptación,
aprecio, afecto o permiso y admisión».
Cuando se descubra pensando de manera crítica en una pareja o un amigo

~ 226
(«Deberías dejar de fumar»), intente cambiarlo por un deseo afirmativo, incluso
suplicante y amable («Ojalá encontraras la fuerza para dejar de fumar»). Utilice
esta misma técnica cuando sea crítico consigo mismo: «Ojalá pueda llegar a la
fuerza que sé que tengo para dejar esta costumbre.» Cuando escuche las noticias y
vea a un criminal o a alguien que le resulte repugnante, haga prácticas diciéndose
en su interior: «Ojalá encuentre el camino de Buda. Ojalá se convierta en un gran
santo.» Esto es lo que quiere decir no rendirse ni abandonar a nadie, el camino real
hacia la libertad partiendo del instinto vengador del ego. Nosotros dejamos que las
consecuencias de las acciones de los demás se pongan a su altura, o no. No
imponemos la sentencia, ni siquiera la pronunciamos. No somos ni verdugos ni
jurados, sólo unos testigos justos y vigilantes. No nos alegra que «recibieran su
merecido». Sólo esperamos que sean capaces de despertarse.

CÓMO IR MAS ALLÁ DE NUESTROS VICIOS • En el budismo, los «seis venenos» (el orgullo,
la envidia, el deseo, la codicia, la ignorancia y la agresión) son los vicios del ego
que nos mantienen atascados en samsara, el mundo del renacimiento continuo.
Podemos liberarnos de ellos haciendo elecciones que dimanan del lado más
iluminado del ego. Así pues, el orgullo deja paso a la humildad; la envidia a la
alegría por la buena suerte de los demás; el excesivo deseo deja paso a la satisfac -
ción por lo que tenemos; la codicia deja paso a la generosidad; la ignorancia a la
voluntad y compromiso de informarnos; la agresión deja paso a la compasión no
violenta. Así es cómo el reino del ego envenenado se convierte en un espacio
dentro del cual podemos despertarnos. Dibuje una tabla. En la columna izquierda
haga una lista de los seis venenos y de los síntomas que tiene usted cuando está
envenenado por ellos; en la columna derecha, haga una lista de las maneras en
que se comporta y siente cuando ya se ha purgado de ellos.

CÓMO CONFESAR • Una justicia amante, atenta y dedicada en una relación, no es


retributiva sino restaurativa. Nos lleva de la alienación a la reunión, en una
atmósfera de fracasos arreglados. Promueve una vulnerabilidad sana y la
reducción del ego, lo que reduce los comportami ;-- tos dañinos en el futuro.

227 ~
Ser adulto, espiritualmente, incluye hacer un frecuente examen de conciencia y una
necesidad de rectificar cuando sea apropiado. La alternativa -que el mal sólo está
en los otros- nos concede un permiso siniestro para vengarnos y castigar.

Cuando admitimos que no somos perfectos, conseguimos confianza. Las parejas


pueden practicar confesándose mutuamente, de vez en cuando, siguiendo los
pasos que encontrará a continuación:

1. Reconozca interiormente que es posible que no haya conseguido reflejar a


su pareja, mostrando un déficit intencionado de atención, aceptación,
aprecio, afecto o no permitiendo la libertad de la individualidad. ¿Se ha
negado a tratar, procesar o solucionar problemas? ¿Ha colocado unas
preocupaciones egoístas por encima de las de la relación, se ha mostrado
irrespetuoso, ha mentido, traicionado, no ha hecho caso de unos
sentimientos tiernos, ha sido crítico, no ha demostrado aprecio, ha
permitido que su cólera estallara convirtiéndose en abuso, ha decepcionado
a su pareja, ha roto un acuerdo, se ha negado a ser responsable de sus
acciones o decisiones, chismorreado, no ha respetado la privacidad, se ha
aprovechado, ha manipulado o controlado, ha sido codicioso, se ha
vengado, etcétera? Para crear su lista, es necesario que haga un examen de
conciencia cuidadoso, una voluntad de ver sus propias deficiencias y un
deseo de trabajar en ellas. Haga los pasos restantes junto con su pareja.
2. Admita sus deficiencias verbalmente, o sea, con palabras. Admitir maldades
o fechorías, combina el orgullo y la humildad de una manera conmovedora.
Las dimensiones tóxicas de algo de lo que está avergonzado, no residen en
el horror por lo que ha hecho, sino en la manera aislada que tiene usted de
aferrarse a ello. Mantenerlo en secreto le hará más daño que haberlo hecho.
La tragedia es que cuanto más escondido esté su dolor, más probabilidades
perderá de consuelo y liberación. Corno dice Shakespeare: «Dale palabras a
la pena, el dolor que no habla, susurra al corazón sobrecargado y le ordena
que se rompa.»
3. Muestre sentimientos de tristeza y remordimiento.
4. Haga modificaciones para su pareja. (Una penitencia autodes- tructiva, por
ejemplo, Edipo cegándose a sí mismo, es, en realidad, una venganza que se
dirige a uno mismo, otro truco del ego.)
5. Tome la resolución de no repetir esa conducta. Esto puede incluir la
elaboración de un plan para vigilarse a sí mismo o pedir feedback durante
toda la semana próxima.
6. Aprecien y dense mutuamente las gracias por esta oportunidad.

Estos seis pasos desarman al ofendido y consiguen el perdón, la respuesta

22
8
natural y automática de los humanos a la penitencia. Tal como Shakespeare dice
en La tempestad: «Al ser ellos penitentes, la deriva de mi propósito no se extiende
ni a un fruncimiento más de ceño.»

Una versión corta de los seis pasos es este enfoque triple: admitir, pedir disculpas
y rectificar. Necesitamos un modelo sencillo como éste cuando -en una cena de
Nochebuena, por ejemplo- nuestros hijos sacan a relucir algo de su pasado que
muestra uno de nuestros fallos como padres. Nuestro ego quiere defenderse u
olvidar, pero nuestro amor por ellos nos ayuda a dejar de lado a nuestro orgullo.
Cuando amamos, sentimos pena, y decimos que lo lamentamos cuando vemos a
alguien que sufre a causa de algo que hicimos, por muy buena intención que
tuviéramos. El impacto de nuestras acciones en los demás, es todo lo que
importa cuando amamos. El propósito conmovedor de esto y de lodo nuestro
trabajo, es dejar salir primero, a una respuesta amante antes de a una reacción del
ego.

A algunos nos educaron con prácticas religiosas que incluían confesarnos con un
cura que nos imponía la penitencia que debíamos hacer por nuestros pecados. En
este enfoque, somos responsables de pedir disculpas a aquéllos a los que
hayamos podido hacer daño. Esta clase de penitencia no es una forma de
desquite o venganza contra nosotros mismos, sino más bien, una manera adulta
de redimirnos y de quedar libres de culpa. Algunos programas terapéuticos
utilizan un enfoque similar para la recuperación. La humildad es la base de toda
transformación y las relaciones son centrales, eléctricas, espirituales, porque nos
humillan una y otra vez; y al final elegimos esa humildad y es entonces cuando en
nosotros surge una virtud.

Por último, cuando alguien nos hace daño, es posible que sintamos que nos han
convertido en víctimas. «Tú me hiciste eso a mí» es la experiencia del aislamiento,
que enfatiza nuestras polaridades. Sin embargo, cuanc usted descubre que tiene
esa misma tendencia o que, en ocasiones, ac'j? de la misma manera, la
experiencia se convierte en una de conex «Yo también soy así» no excusa el
abuso, pero nos ayuda a encontra' camino que lleve a una comunicación
compasiva y a la recon< : -
CÓMO AUMENTAR LA COMPASIÓN • La grandiosidad y la creencia de que se tiene
derecho a algo («un gran ego») pueden ser intentos impulsados por el pánico para
apuntalar un sentido del yo que se desmorona y para mantener alejada la amenaza
de aniquilación. (Según Freud: «El ego es la verdadera sede de la ansiedad.») La
próxima vez que vea a alguien que se comporta con arrogancia, sea consciente del
dolor y del miedo que esconde bajo esa máscara de omnipotencia y tenga compa-
sión por él. La compasión crece en nosotros cuando también nos damos cuenta de

~ 229 ~
que el ego inflado acostumbra a tener sus raíces en una atención desigual o ineficaz
en la infancia. Una persona que ha sido humillada, insultada, menospreciada,
criticada sarcásticamente, etcétera, puede hacer las mismas cosas más adelante a
otras personas, una manera patética de mostrarle al mundo cómo -y cuán
profundamente- le hirieron. Cultive una respuesta compasiva hacia esas personas
en su vida que parecen estar más impulsadas por el ego. Es posible que sean las
que más necesiten al amor. (Las cinco A son, en sí mismas, un ejercicio para soltarse
del ego y para ser compasivo y un apoyo.) La victoria del amor hace que los
deportes del ego ya no sean tan atractivos. Comprométase a ser consciente de los
momentos en los que el ego de otra persona esté inflado y en lugar de permitir que
su ego siga el mismo camino, responda con un amor tierno y que desarme. Así es
cómo cambiaremos el reflejo de competir y crear distancia en la decisión de cuidar
y estar cerca.

CÓMO LIBRARNOS DEL EGO PARA PODER AMAR • Las costumbres del ego -el miedo, la
codicia, la censura, el control, el apego al resultado, las preferencias, quejas,
predisposiciones y defensas- son interferencias. Se oponen al reflejo, al tiempo que
protegen y respaldan al ego. Responda a las preguntas siguientes en su diario
después de una sesión de meditación: ¿Mi ejercicio de meditación me está
ayudando a ir mas allá de las interferencias de mi ego? ¿Me enseña que tengo lo
necesario para ser testigo de los sentimientos y conductas tanto míos como de los
demás sin que las capas dramáticas de mi ego neurótico se interpongan en el
camino?

Siga luego con estas afirmaciones: Me doy cuenta de cuándo y cómo actúo desde el
ego y pido disculpas. Ahora mismo decido actuar de un modo que esté libre del ego.
Abandono la inclinación a tener miedo, a aferrarme, quejarme, controlar, censurar y
demás. Les pido a los que me rodean que me indiquen cualquier palabra o hecho que
indique

~ 230 ~
que el ego es posible que esté surgiendo en mí. Este es el camino de la despiadada
fidelidad a la verdad y también es el camino para librarnos del sufrimiento y dejar
de hacer sufrir a los demás.

CÓMO VOLVERSE PRESENTE • Estar atento, consciente y dedicado, significa una


presencia sin las costumbres que aparecen en el lado izquierdo de la tabla
siguiente. Estos artefactos dramáticos, inventados por el ego, nos defienden de la
auténtica intimidad, del pleno impacto de nuestro predicamento del aquí y ahora
y de una plena comprensión de nosotros mismos y de nuestra pareja. Nos
permiten evitar el estar realmente presentes para nosotros y los demás. De hecho,
son formas de violencia; los hábitos que aparecen en el lado derecho de la tabkt
-como la propia atención y dedicación- son formas de no violencia.

El terror que nos ataca en una crisis procede de la impotencia que sentimos frente
a ella. (Joseph Campbell define al infierno como estar «atascado en el ego».) Sólo
escaparemos de quedar devastados por las crisis si nos libramos de las causas del
colapso: los hábitos que aparecen en el lado izquierdo de la tabla. Y lo haremos
formando unos hábitos alternativos que aparecen en el lado derecho y que son
las claves para la ecuanimidad y para vivir con felicidad y a través de la adversi -
dad. Así pues, tener una mente consciente, atenta y dedicada, es una respuesta
sana y cuerda y no una reacción dramática al estrés de la vida y a las crisis que se
presenten en una relación. Fíjese en que las costumbres que aparecen en el lado
izquierdo, las construcciones del ego neurótico, deshacen nuestro poder de
enfrentarnos a la realidad, al tiempo que inflan el poder que tiene ésta sobre
nosotros.

Interferencias del ego neurótico Posibilidades sanas en una


mente atenta y dedicada

Sentir miedo y estar a la defensiva. Precaución.


Codicia. No querer más que lo necesario y
compartirlo con los demás.
Interpretación subjetiva. Tener una mentalidad abierta.
Enjuiciamiento, predisposición.
Evaluación imparcial.
Censura.
Claridad.
Culpar.
Tener una mentalidad abierta.
Apego a un resultado.
Perseverancia hacia s • . _r

23
1
(Continúa de la pág.
anterior)
Interferencias del ego neurótico Posibilidades sanas en una
mente atenta y dedicada
Control. Cooperación.
Venganza/retribución. Pedir disculpas y perdonar a los
demás.

Exigencia. Solicitar.
Expectativa. Acuerdo.
Análisis. Contemplación.
Aceptación de lo que es tal como
Comparación o evaluación basadas en es.
un modelo de perfección.
Éstas son las elaboraciones del ego disfuncional que Éstas son las colaboraciones del ego sano en
se queda sólo. relación con los demás.

Utilice la tabla como un inventario del modo en que ve usted a su pareja o el


problema al que se enfrenta en este momento. Fíjese en que la mayoría de problemas
o dolor en una relación, son ocasionados por una actitud o una creencia que se origina
en una costumbre del lado izquierdo de la labia. Lo que aparece en la lista del ego
neurótico, se aprende a través del acondicionamiento. El amor incondicional, como la
mente atenta y dedicada, está libre de estas interferencias. Así es como la atención y
la dedicación,'están directamente relacionadas con el amor maduro. Es estar libre de
las condiciones del ego.

LA PRÁCTICA DEL LOJONC • Nuestro ego se reduce y todo el mundo se convierte en un


amigo valioso cuando seguimos las enseñanzas lojong del budismo tibetano,
diseñadas en el siglo xn por Geshe Langri Tangpa, para resumir los conceptos
budistas. El punto central de estas enseñanzas está contenido en esta frase: «Ojalá
que siempre que los demás... me vilipendien y me traten de otras maneras injustas,
pueda aceptar esta derrota y ofrecerles la victoria.» Al cultivar la compasión y superar
la ilusión de un yo independiente, somos capaces de amar de una manera tan
humilde. Las implicaciones de estas enseñanzas de cara a las relaciones íntimas,
quedan claras, una vez que nos damos cuenta de que el amor se preocupa por el otro,
de que no tiene jerarquías y de que no insiste en la autonomía individual o atesora la
autorreivin- dicación.

He aquí un resumen de las enseñanzas lojong. Lea, todos los días, las frases en voz alta
y haciendo unas pausas meditativas:

~ 232
• Que pueda considerar que todos los seres son algo precioso.
• Que siempre respete a los demás como superiores, al tiempo que mantengo
mi autoestima.
• Que sea capaz de enfrentarme a mi oscuridad interior y convertirla en bondad.
• Que pueda sentirme conmovido por la compasión hacia el dolor que se oculta
en el despecho que los demás puede que muestren hacia mí.
• Cuando los demás me hieran, ojalá sea capaz de olvidarme de la venganza, al
tiempo que luche siempre en contra de la injusticia.
• Ojalá que sea capaz de reconocer a los que me traicionan como maestros
sagrados.
• Ojalá sea capaz de ofrecer alegría a todos los seres y cargar de manera secreta
con su sufrimiento.
• Ojalá que todos los seres y yo también, estemos libres de las preocupaciones
del ego por la pérdida y la ganancia.

CÓMO CONSTRUIR UN EGO SANO • Nuestra autoestima sana puede aumentar cuando nos
fijamos en nosotros mismos de una manera atenta y dedicada, concediéndonos las
cinco A. Lo hacemos afirmándonos tal como somos:
Contemplo mi vida y a mí mismo sin miedo a lo que puedo ver o a aquello que
puedo descubrir que todavía me falta por trabajar. Me miro sin censura, culpa o
vergüenza, pero con una sensación de responsabilidad por cualquier manera que
tengo de herir a los demás y pido disculpas y rectifico. Me acepto a mí mismo tal
como soy sin un apego a arreglar, cambiar o controlar mis inclinaciones naturales y
mis atributos. Abandono cualquier apego al resultado de lo que está sucediendo en
mi vida, precisamente ahora, y de lo que sucederá en eí futuro. Me amo a mí mismo
tal como soy y cuido de mé mismo. Presto atención a mi cuerpo y a lo que me dice
de mí mismo y de las alegrías y estrés de mis circunstancias. Estoy libre de miedo y
de anhelos. Comparto con otros los dones que recibo. Ojalá todos los seres sean
felices a causa de mi trabajo, mis dones y mi práctica.

23
3
TOMÁRSELO PERSONALMENTE • Piense en cada una de las cinco condiciones de la
existencia que aparecen en la página 217, añadiéndole alguna propia y escriba
ejemplos de cada una en su propia vida. Luego diga sí a cada una de ellas del
modo siguiente: «Sí, esto me sucedió y le concedo atención, aceptación, aprecio
y afecto y lo admito y permito que sea lo que fue/es. Estoy agradecido por el
modo en que he crecido a partir de esta experiencia. Soy compasivo hacia
aquellos que hoy están pasando por ello. Ojalá todos los seres encuentren
felicidad en la vida tal como es.»

Luego, escriba lo siguiente o dígalo en voz alta: «Se tarda mucho en


conseguirlo; todas estas condiciones se me pueden aplicar a mí. No habrá
exención alguna, ni tampoco un trato especial. Soy completamente vulnerable a
todas las condiciones de la existencia, todo el tiempo, sin tener en cuenta para
nada a dónde vaya o lo bueno que soy. Conseguir esto realmente me
desacondiciona de la ilusión y de creer que tengo derechos. Decir sí a las
condiciones de la existencia me libera. ¡Les doy la cara en lugar de enfrentarme
a ellas!»

Cuando veo que no soy nada, eso es sabiduría. Cuando veo que lo soy todo, eso
es amor. Mi vida es un movimiento entre estas dos cosas.

NISARGADATTA MAHAKAI
Cuando las relaciones
terminan

Nos volvemos un todo a través de las relaciones


y también abandonándolas.
SlGMUND FREUD

P arece ser que no hay una manera mejor de aprender de qué va de


verdad una relación, que ver cómo termina y cómo estamos al final
de la misma. Todas las relaciones acaban, algunas con la separación,
algunas con el divorcio y otras con la muerte. Eso significa que al entrar
en una relación aceptamos, implícitamente, que el otro nos dejará o que
nosotros le dejaremos. Por lo tanto, el dolor está incluido en lo que fir-
mamos. Pero el dolor es inherente a la vida a causa de los acontecimientos
dolorosos, cambios, transiciones y pérdidas de la misma.

La pena al final de una relación, procede de que ya no se nos satis-


facen las necesidades, especialmente las cinco A. Creemos que sólo
sentimos la pena en el mismísimo final, pero es probable que la hayamos
sentido también durante la relación, pero sólo al finalizar dicha relación,
nos damos cuenta de ello. Puede que antes no nos diéramos cuenta porque
estábamos criando hijos, cenando, practicando el sexo, yendo al cine,
compartiendo cócteles y/o colgando cortinas. Es irónico, pero cuanto peor
haya sido la relación, peor será la pena que sint-.m >s. y eso es así porque
cuando acabamos con una relación muy difícil, sólo nos estamos librando
de una pareja sino de toda la e-:.- ?.
trabajo que invertimos en intentar mantener vivo algo que había exri- rado
mucho tiempo antes. Pensábamos errónea v - •
cinco A estaban en alguna parte de la relación, que todo lo que teníamos

233 ~
que hacer era seguir intentado evocarlas y que algún día las veríamos
aparecer. Ahora, por fin, hemos de admitir que ese «algún día» nunca
llegará.

Pero sentimos el dolor de una manera más grave cuando luchamos,


inútilmente, contra un final necesario. Aferrarse a algo es el elemento
doloroso de dejarlo correr. cDe qué nos libramos o qué es lo que dejamos
correr? Lo que nosotros pensábamos que era la relación y descubrimos
que no era, en lo que intentamos convertirla y no pudimos, lo que
esperábamos que llegaría a ser y vimos que no fue así, lo que creimos que
estaba allí y no estaba en absoluto. El elemento más doloroso de la pena,
puede que sea darnos cuenta, por fin, de que lo que esperábamos no
estaba allí para nosotros. ¡Qué familiar y qué tormento tan especial puede
ser eso, si en la infancia tuvimos la misma experiencia!

Emily Dickinson escribió: «Una pérdida de algo sentí una vez. / La


primera que soy capaz de recordar, me sentí desnudo.» Yo crezco cuando
admito que la necesidad, la soledad y el anhelo persisten dentro de mí en
mi vida adulta. Dentro de mí siempre está ese niño que quiere más. Es el
que me hace comprar esas galletas de chocolate cada vez que paso por la
tienda con la única intención de comprar una col.

Es por eso que los pasos de la pena respecto a las pérdidas infantiles
(véase el Apéndice) pueden aplicarse también al final de las relaciones. Si
tenemos unos sentimientos más fuertes después de una relación de los que
jamás hemos experimentado mientras duraba, es señal de que nuestra
pena se parece a la de pérdidas pasadas y las está reviviendo. Estamos
llorando por más cosas que sólo este final. Muchos finales estaban
apilados en nuestro interior, esperando su oportunidad de recibir la
atención de las lágrimas.

Durante un final doloroso o en medio de una crisis de infidelidad o de


traición, nuestra práctica espiritual y todo nuestro trabajo psicológico, es
posible que no nos devuelvan a la serenidad. Nuestros pensamientos
obsesivos nos impiden meditar durante mucho tiempo, mientras que las
¡deas psicológicas penetrantes resultan ser únicamente paliativas. Esto no
refleja una deficiencia en nuestro programa o práctica, ninguno de los
cuales funciona muy bien cuando fluye la

adrenalina. Si durante este tiempo tampoco somos capaces de apreciar a


Mozart o a la Mona Lisa, eso no significa que el arte sea inútil.

234 ~
Cuando alguien me ha hecho daño, el resto deja de importarme. En
una privación tan profunda, el ego se enfrenta a su verdadera cara:
frustrado, asustado, atrapado en un apego doloroso, impotente para alterar
lo que otros nos puedan estar haciendo. El héroe que llega a un umbral así
sólo puede decir: «¡Este debe de ser el sitio!»

El movimiento arriesgado es también la única opción razonable para


nosotros: dejarlo correr completamente. Esto exige una disciplina enorme
porque el ego quiere afirmarse y recuperar su poder. Ahora nosotros
vemos por qué el rompimiento forma parte de la fase de la lucha del viaje
heroico, y sin embargo, nuestro trabajo durante una ruptura, también es
inmensamente sencillo: ser testigo de los acontecimientos y de los
jugadores en lugar de ser un jugador. Dejamos que las cosas sigan su
curso y utilizamos lo que queda con nosotros como bloques de
construcción para lo que venga luego.

Por último, marcharse puede que no sea cuestión de querer salir de la


relación, sino que sea una manera de conseguir algo de espacio o de salir
del estancamiento. Más de una relación ha terminado cuando todo lo que
necesitaba era, realmente, algo de tiempo libre.

Fíjese en que en este capítulo, los ejercicios están integrados en el


texto.

Terminar con gracia y seguir adelante


El primer día, sollocé y lloré de un modo tan incontrolable que no
pude ir a trabajar. El segundo día, me sentí tan deprimida y lloré tanto
que no puede ir al trabajo. El tercer día, lloré y luego trabajé medio
día. Ahora estoy haciendo horas extras.
Al principio, gemí: «¡Ella me ha abandonado!» Luego me lamenté
«¡Me ha dejado!» Hoy he dicho: «Ella ya no vive aquí.»

Si se está preguntando si debe abandonar una relación o no, es de una


importancia crucial que hable de sus preocupaciones con su pareja. Luego
es aconsejable que ambos acudan a un terapeuta competente para tratar.
procesar y solucionar juntos, sus preocupaciones. Para empezar, puede
que le resulte útil hacerse las preguntas siguientes y fijarse en si la mayo-
ría de sus respuestas son «sí» o «no». Contesten a estas preguntas indivi-
dualmente y luego, si quieren, comparen sus respuestas.

235 ~
• ¿Usted y su pareja se demuestran el uno al otro, amor, respeto y
apoyo dando y recibiendo las cinco A?
• ¿Disfrutan y se sienten seguros el uno en compañía del otro?
• ¿Buscan tiempo, periódicamente, para estar con el otro?
• ¿Esta relación es plena a la hora de estar a la altura de sus propias y
más profundas necesidades, valores y deseos?
• ¿Su vida sexual juntos, es satisfactoria?
• ¿Sigue usted siendo fiel al otro?
• ¿Confía en su pareja?
• ¿Usted y su pareja están dispuestos a trabajar juntos en los con-
flictos?
• ¿Están cumpliendo los acuerdos a que han llegado mutuamente?
• Con respecto a heridas pasadas, ¿vive usted ahora en una atmósfera
de fracasos rectificados en lugar de unos resentimientos mantenidos
por tozudez?
• ¿Su pareja está a la altura de lo que usted siempre quiso para sí
mismo en una relación íntima?
• ¿Ustedes dos están juntos por decisión propia, o a causa de la
historia, la familia, las convenciones sociales, la seguridad finan-
ciera, la influencia religiosa, la ausencia de una alternativa in-
mediata o los inconvenientes de la separación o el miedo a ella?
• Cuando usted describe la primera vez que se encontraron o la
primera vez que supo que estaba enamorado ¿lo hace con detalle,
entusiasmo y la sensación de que tuvo suerte?
• Su trío interior —corazón, cabeza y entrañas— ¿está de acuerdo en
la continuación de la relación?

Cuando una relación termina con una separación o un divorcio, hay


algunas sugerencias que pueden serle de utilidad. Primero, necesitamos
un espacio en el que poder lamentarnos en soledad y dejarlo correr. Evi

236 ~
tarlo lanzándonos de cabeza a una relación nueva, contradice el curso de
la naturaleza. Trabajar con la pena, nos proporciona un ímpetu para
crecer, ayudándonos a avanzar hasta un nivel más elevado de conciencia.
La persona a la que encuentro inmediatamente después de terminar una
relación, es probable que esté al mismo nivel de madurez que mi antigua
pareja. La persona a la que encuentro cuando he estado solo durante un
tiempo -y he tenido la oportunidad de reflexionar, procesar y crecer a
partir de mi experiencia— es más probable que esté a un nivel más
elevado de madurez. Me comprometo a llevar luto y lamentarme y
aprender, tomándome todo el tiempo que necesite y no permitiendo que
una relación nueva me distraiga de mi trabajo.

Mientras uno se lamenta, no está disponible para los demás. Sus hijos
echan en falta a su padre ausente y, por lo tanto, también se convierten en
personas que guardan luto. A su vez, puede esperar que su dolor aumente
el suyo, porque usted les está reflejando. Se trata de un elemento normal
de la pena dentro de una familia, especialmente desde que la unidad
familiar se ha perdido.

El final de una relación no tiene necesidad de ser odioso y competir


con el ego. Un compromiso con la compasión puede configurar el proceso
de terminación como acogedor y no como un asesino. Los miembros de la
pareja -o, por lo menos, uno de ellos— pueden abandonar la relación con
benevolencia, con una práctica espiritual. Ojalá yojnoso- tros
alberguemos el final de nuestra relación.

En esta época puede que sufra trastornos del sueño. También puede
caer en patrones de autodcstrucción, por ejemplo, anorexia, adicción a
alguna sustancia o pensamientos de suicidio. Sentir pena implica un final,
algo que nuestros cuerpos es posible que asocien con un deseo de morir
que ha estado enterrado dentro de nosotros, desde la infancia.

La terapia es crucial durante este período; puede ayudarnos a tratar,


procesar y solucionar problemas y a planificar el cambio. Como nunca
estamos lamentando únicamente el problema actual, la terapia también
nos ayudará a solucionar problemas enterrados en el pasado. Pregúntese:
«¿Es por eso que se producen las pérdidas? ¿Me está dando el universo
una posibilidad de que me levante de mi antigua tumba:

La pena es un síndrome de abstinencia. El alcohol y las drogas no


harán más que distraernos de ella. «Me sentía tan mal que me tomé un
tranquilizante.» La cláusula de apertura de esa frase habla de la pena; la
segunda nos habla de evitarla. Me comprometo a pasar por esto sin
23
7
sustancias que me hagan daño o que me distraigan.

Al final de una relación nos preguntarnos por nuestra capacidad de ser


amados. «En realidad él no me ama (ahora me doy cuenta de ello)», por lo
tanto, «no soy digna de ser amada (Me doy la culpa a mí misma)» o «él
no es capaz de amar a nadie (Le doy la culpa a él)». Pero y ¿qué hay de
«Yo soy digna de ser amada; él es capaz de amar pero no me ama a mí»?
Los adultos adoptan esta última y realista opinión. Todo el mundo es
capaz de amar. No hay nadie que no sea digno de ser amado. No lodo el
mundo me amará.

Es muy corriente que se sienta obligado a contar su historia a todo


aquel que quiera escucharle. Es una fase normal del trabajo con la pena.
Repetir los detalles traumáticos le ayuda a absorber el choque y el estrés
de lo sucedido. Sin embargo, algún día, mientras esté contando la historia
de cuánta razón tenía usted y lo mala que fue su pareja, se aburrirá de
hacerlo. Esa es la señal instintiva de que relatar la historia ya no sirve a un
propósito útil, y entonces ya no la volverá a contar. Con suerte, para
cuando llegue ese momento liberador, tendrá suficientes amigos para que
¡no todos estén agotados de escuchar una y otra vez la historia!

Algún día, la otra persona y la relación y todo lo sucedido, no serán


más que información, y eso indicará que la pena ha seguido su camino y
que usted ha seguido adelante. Se necesita paciencia para llegar ahí, pero
con la práctica puede desarrollarla y entonces alguien dirá de una manera
espontánea: «Ambos erais infelices juntos y ya había dejado de funcionar.
Ahora que estáis separados, tienes la posibilidad de ser feliz» v la sencilla
honestidad de esa frase resonará en su interior con el eco de la verdad.

El estrés impide que se piense con claridad. Es sabio y aconsejable


que, durante este tiempo, declare una moratoria respecto a importantes
decisiones legales y financieras, a decidir si se va a vivir a otra ciudad o a
la custodia de los hijos, y otras cosas por el estilo. Es habitual que durante
las separaciones se fantasee en cuanto a trasladarse de domicilio, o sea,
alejarse del dolor. ¡Si pudiera ser así de fácil! Embarcarse en cualquier
aventura nueva sin pasar por terapia o recibir el feedbac^ de los amigos en
un momento así es peligroso. Una buena regla puede ser tener que
querer algo durante treinta días consecutivos antes de que decida pasar
a la acción. Y eso se aplica, especialmente, a decidir volver a estar juntos.

El deseo de vengarse de la pareja que le ha hecho daño, es más que


probable, que se presente. Es la manera que tiene el ego de evitar el dolor,

~ 238 ~
sustituyendo la interacción por una acción interior, o sea, trabajo personal.
Permita cualquier sentimiento o pensamiento, pero frénese en cuanto a
actuar al respecto. Según un antiguo dicho, cualquier pájaro puede volar
sobre su cabeza, pero le toca a usted decidir si va a construir un nido entre
su pelo.

Lo siguiente corresponde a parte de una carta de un amigo íntimo mío


que es una persona admirable. Me la escribió durante la época de su
difícil divorcio: «Siento que me he convertido en una persona más amable
que no quiere hacer daño a los demás. Es cierto que he tenido
pensamientos crueles respecto a la manera de enfrentarme a ella, pero no
los pongo en práctica. Ella no tiene paz en su interior y algún día es
posible que se despierte y cambie, pero eso no es asunto mío.» Este es el
sonido de un corazón que se abre y de un ego que se desmorona.

Es posible que tenga miedo a no volver a encontrar nunca a otra


pareja; nadie va a quererle jamás. Esta clase de delirio paranoico debe ser
desechado como tal, pero también sirve al trabajo con la pena. Le impide
buscar a alguien antes de que esté preparado para ver quién es usted.

Es probable que sea incapaz de quitarse a la otra persona o a la traición


de su mente. El ego prefiere elegir un lado de una polaridad c ignorar el
otro, lo que ayuda a explicar el origen y la longevidad de los
pensamientos obsesivos en los que podemos concentrarnos como si sólo
tuviéramos esa opción. Usted no está en la torre de control, sino que le
desafían a que se convierta en la pista de aterrizaje. Sólo tiene que
permitir que cualquier sentimiento y pensamiento pueda aterrizar o
estrellarse sobre usted. Son normales y acostumbran a irse difuminando
con el tiempo.

Volver a ponerse en contacto demasiado pronto con una pareja an-


terior, es una equivocación. En este caso, tener un ego que sea demasiado
orgulloso para suplicar el contacto, sirve de ayuda. ¿Cuál es el momento
adecuado para volver a conectar de una manera amistosa2

~ 239 ~
Probablemente cuando haya dejado de obsesionarse y ya no quiera o
necesite cambiar o incluso desquitarse de esa persona. El momento para
volver a ponerse en contacto es cuando usted ya no necesite dicho
contacto pero esté preparado para normalizar las relaciones. Eso sucede
cuando la carga ha desaparecido. (Normalizar las relaciones es
especialmente importante cuando hay que negociar problemas de los
hijos.)

La pena no obedece al deseo de su desaparición y es mejor no intentar


dejarla correr sino permitir que se produzca. Admita o permita -o sea, a
usted mismo- que se tome todo el tiempo necesario, digan lo que digan
los amigos respecto al tiempo que se supone que se tarda en «superarlo».

'lenga cuidado con las falsas esperanzas que surgen cuando una pareja
que se va parece estar indeciso respecto a volver a emprender la relación.

Una persona a la que han dejado, puede que se sienta como un niño
pequeño que está esperando, con el sombrero en la mano, a que el otro sea
amable o que se aplaque y le acepte nuevamente. Es una manera normal
de sentir y puede conducir a una vulnerabilidad saludable para el futuro.
La psique tiene muchas maneras de aprender a soltar su dureza y dejar
entrar la luz. Al mismo tiempo, el niño pequeño y suplicante, le ayuda a
darse cuenta de que ha esperado demasiado de otras personas. He aquí un
poema de amor escrito por el sexto Dalai Lama: «Oh, exigí demasiado de
ti / en esta corta vida. / A lo mejor nos volveremos a encontrar / al
principio de la siguiente.»

«Tu herida es incurable», dijo el profeta Jeremías (30:12). Cada pena


tiene un elemento de desconsuelo. Siempre habrá algo sin solucionar e
indeleble en una gran pérdida. Este desconsuelo nos es familiar desde la
infancia y es lo que alimenta el anhelo de tener una pareja perfecta. Des-
graciadamente, a menudo se convierte en sinónimo de una sensación de
no ser dignos de ser amados, por lo que no podemos dejar entrar al cien
por cien del amor que se cruza en nuestro camino, en la vida de adultos.

Las cicatrices que deja la pena pueden ser muy feas durante años o
curarse razonablemente bien. El resultado depende de la habilidad de
nuestro trabajo, igual que las cicatrices de nuestro cuerpo muestran los
variados niveles de habilidad de los médicos que nos trataron a lo largo de
los años.

Si su relación acabó cuando su pareja encontró a alguien nuevo, ¿cómo


se sentiría escribiendo una carta al intruso? Se limitaría sencillamente a
24
0
manifestar lo que ha estado usted sintiendo y pasando de resultas de la
traición: sin comer, sin dormir, llorando constantemente y demás. El
motivo de esta carta impactante no es cambiar nada sino sencillamente
dejar que el intruso sepa lo que le ha pasado a usted, a partir de su
disposición a entrar en una relación con alguien que todavía no había
terminado con su propia pareja. No intente hacer eso a menos que no
espere respuesta y si no tiene deseos de herir a nadie. Una alternativa es
escribirla y no enviarla.

Resístase al deseo de decirle una última cosa a su pareja, o darle una


información para usted necesaria, la cual, en realidad, es un argumento
que tiene intención de manipularle para que dé la respuesta que usted
desea, sea la que sea. En vez de eso, dígaselo a la luna y la diosa que allí
habita se cuidará de que él/ella averigüe, precisamente, lo que necesita
saber:

La luna llena apostada sobre el mar hace que la cara del cielo sea
radiante y trae a los corazones que están separados la punzante
melancolía de la noche.
Soplo y apago mi vela, pero aquí hay la misma luz; me pongo un
abrigo, pero hace el mismo frío.
Así que sólo puedo leerle mi mensaje a la luna cuando me tiendo en la
cama y ansio soñar contigo.
CHANO CHUI-LING

Lea lentamente los párrafos siguientes y luego siéntese y medite. Estos


párrafos resumen el proceso espiritual que hemos estado aprendiendo y se
pueden aplicar a los finales y otras clases de crLi>.

Los pasatiempos neuróticos del ego: el miedo, el apego, la ...............-


quejas, las expectativas, el enjuiciamiento, la preferencia. L resultados, la
necesidad de arreglar las cosas, el control. L aversión, crean intrusión. La
práctica de la atención y la dedica". : . r . . liberarme de unos refugios tan
limitadores y ayudarme a . ..
mi experiencia, sin miedo, tal como es. Si mi mundo -r :- falta de
fundamento resultante es una invitación lir inventar mi vida. De hecho,
sin la base acostumbrad - ; . ...
par de él, soy capaz de ofrecer mi amistad a r._.

sufridora. Tener una mente atenta y dedicada, es como ver algo por pri-
mera vez -sin las intrusiones del ego que nos distraen— y por eso, otro
nombre para ello es la mente del principiante, que me ofrece una manera
de trabajar con la realidad, en lugar de contra ella.
241 -
La intención de la práctica no es calmar nuestra tormenta interior o
gestionarla, sino sentarse callada y tranquilamente en su ojo y, por lo
tanto, reflejar y recibir su energía. Mis intentos fanáticos por arreglar un
colapso doloroso, son una manera de huir de esa posibilidad. Mi
predicamento soy yo mismo, por muy negativo o terrorífico que pueda
ser. Todos mis intentos de evitarlo son escapes del pleno impacto de mi
vida tal como es ahora y las enseñanzas que se supone que me propor-
cionará. La sabiduría consiste en no escapar en absoluto. Tener la mente
atenta y dedicada, no es cuestión de dominarse o sosegarse, sino de
hacerlo por completo en nuestro aquí y ahora, reflejando verdaderamente,
nuestra realidad inmediata.

El vacío mental me saluda de vez en cuando en el transcurso de la


vida. Cuando lo permito, entro en él, me doy la oportunidad de estar en él
y permanecer a través de él; me siento más ligero, iluminado. Admitirlo o
permitirlo no es revolcarse en él, eso lo hago cuando me convierto en
víctima de mis pensamientos. Permito que una sensación sentida de su
oscuridad surja en mi cuerpo, libre de pensamiento, lleno de espacio. Esto
es tener el cuerpo atento, consciente y dedicado. Ahora pongo en práctica,
gradualmente, una atención no verbal a las partes de mi cuerpo -desde la
planta de los pies a la coronilla— al tiempo que libero cualquier tensión
que esté almacenada en ellos.

Cualquier pensamiento o sentimiento negativo actual que tenga, es


soportable cuando se le concede la hospitalidad de una conciencia atenta
y dedicada. Luego tengo experiencias puras, con una inmediatez parecida
al zen. Por ejemplo, ver una sola lila sin desear tener más, o saborear una
manzana sin el temor de no tener suficiente.
Estoy agradecido de no ser capaz de ganar a las maneras del universo.
Ojalá honre a mis confusiones y a mi camino.
Ojalá que todo lo que suceda deje al descubierto mis propias
decepciones y mis intentos de esconderme.
Ojalá que mi cuerpo se convierta en mi testigo y en mi maestro.
Ojalá que mi apuro actual y todas mis prácticas aporten felicidad a
todo ser terrenal.
Ojalá que mi anterior pareja se convierta en un Buda iluminado.

Cuando alguien te deja

Selene es una psiquiatra de unos cuarenta y tantos que hasta la fecha ha


tenido un miedo casi insuperable a ser absorbida. Ha estado haciendo
terapia durante años de forma intermitente y es una ávida lectora de libros

242 -
como el presente. De todos modos, su miedo aumenta en proporción
directa al desarrollo de una relación. Su distanciamicnto de su pareja,
José, ha hecho que la vida sea dolorosa para ambos. José, un ingeniero de
poco más de treinta años, tiene tanto miedo al abandono como Selene lo
tiene a la absorción, pero nunca leería un libro como éste. Durante su
relación, cuanto más espacio exigía Selene, más se aferraba José a ella y
cuanto más lo hacía, más espacio exigía ella.

Después de estar cinco años juntos, José le dijo a Selene que hacía un
tiempo que había empezado a relacionarse con otra persona y que la
dejaba. Su relación hacía mucho que no funcionaba para ninguno de los
dos, y tampoco habían sido una fuente mutua de cuidado y nutrición,
además de que ninguno de los dos era ya capaz de compartir sus
sentimientos con el otro. Selene de hecho, había querido romper, pero
ahora de repente, quería seguir más que nunca con la relación. El nombre
de José se había vuelto mil veces más querido para ella, ahora que iba
asociado al abandono. Su miedo a la absorción se convirtió en una
intolerancia al abandono.

Selene lleva ahora cinco meses haciendo terapia. A continuación le


muestro unos párrafos que he seleccionado de su diario particular. Al-
gunos tienen que ver con José y están dirigidos a él, pero no le ha enviado
ninguno de ellos porque Selene sabe que estos escritos son, en realidad,
sobre ella:

José ya no es sólo José sino también la estrella de cine de mi drama interior. Es el


último hombre al que acudí, hambrienta y desesperada, en busca de un alimento y
cuidado que él demostró, una y otra vez, que no era capaz de darme. Mis poderosos
sentimientos de lealtad con este vínculo y mis reacciones ante la pérdida, no pueden
adjudicarse al José prosaico. Mi verdadera relación con José me hacía daño y sé que
lo mejor que podía sucederme era que se rompiera. Mientras yo siga tomándole
literalmente y no como una metáfora, no me enfrentaré a mi trabajo. ¿Podría ser que
una vez que alguien se va, se convierta, sencillamente, en una metáfora y ya n< sea
la persona que era entonces?

Mi historia tiene un tema; «Abandonada por el padre.» Extrañamente, José me ha


abandonado por otra persona. Mi sabiduría intuitiva interior debe haber estado
enterada de esta posibilidad desde el primer beso, y me trajo una pareja con el sabor
exacto del padre que perdí. Cuando el José prosaico se marcha, el José simbólico entra
en mis sueños y en mi corazón. ¡No consigo darme cuenta de la diferencia! Me
imagino que sólo hay un José para mí, pero hay un José arcaicamente elaborado dentro
de mí, así como el José normal de fuera. El José externo no puede ser responsable de
243 -
esta cantidad de dolor, ya que esta pérdida es la pérdida de la ilusión que yo me hacía
de él, como la persona en quien había, por fin, encontrado el amor que busqué a lo
largo de mi vida. En realidad, sólo estoy perdiendo la posibilidad de seguir
utilizándole como el maniquí que puede llevar la ropa de mis deseos no satisfechos.
Esta es la esencia de mi soledad vitalicia.

Tú y esta pena, habéis permitido que me abra, pero no sois capaces de satisfacer la
necesidad que me habéis ayudado a identificar. Puedes abrirme, pero no puedes
llenarme; no es culpa tuya, es cosa mía.

La privación y el anhelo han estado conmigo toda mi vida y yo pensaba que José
podía ayudarme a curarlos. Mi trabajo consiste en curarme a mí misma y, al final,
encontrar a alguien que se una a mí en esta empresa. Ahora que se ha ido, genero la
ilusión de que todo iría bien si él estuviera aquí y eso es, probablemente, porque él
tropezó con esa puerta sellada que hay en mi psique y ahora yo le asocio con la
satisfacción, ya que la relación con él lúe importante y significativa. En realidad, José
no fue la persona importante, sino un disparador importante. Ahora es la imagen,
también importante, del disparo.

¿Cómo puedo olvidarme tan fácilmente, de que yo no estaba a salvo de la soledad


ni siquiera con él? Le alisté para c|ue me defendiera de mis propios sentimientos y
para que me impidiera volver a caer en el antiguo vacío de mi infancia. Ahora, por
supuesto, siempre que me siento sola y desolada, José aparece, automáticamente, en
mi mente. Cuando tengo miedo, le otorgo poderes heroicos en lugar de nombrarme a
mí misma para ser la heroína de mi propia historia. Tengo que despedirle y
enfrentarme sola a la batalla, como un adulto.

El José que perdí es todas las personas a las que he amado y perdido alguna vez.
En realidad, nunca le amé sólo a él, ya que yo había lanzado mi red mucho más lejos.
Quería todo el amor que alguna vez había echa

do en falta y él nte ofrecía esa posibilidad. Él hizo que toda mi esperanza y necesidad
de ser amada, parecieran posibles por fin. Cuando quedó claro que no podía
proporcionármelas, proyecté el resto sobre él, enraizándolo aún, más firmemente, en
mi vida. «¡Siento que las esperanzas y los temores de todos los años, se satisfacen esta
noche!» (Acabo de oír esta frase de un villancico en mi cabeza. Ahora veo que he
conocido este concepto desde el principio de mi infancia.)

Recibí una carta del [osé prosaico y tuve unos sentimientos muy fuertes de
esperanza y de pánico. Sé que necesito pasar tiempo fuera mientras me curo de la
herida de su marca y, sin embargo, le encuentro a faltar y quiero su contacto. Me
imagino que sólo estoy echando de menos al José físico, sin el que estoy mucho mejor.
Pero en el fondo, echo en falta a papá y a lodos los hombres que me han dejado, y

244 -
cuyo emisario y personificación, es el hombre que envió esta carta. Si le contesto, me
estoy tomando este sentimiento al pie de la letra, como si mis sentimientos fueran
respecto al José físico. Si le escribo a él en mi diario y no le envío esa carta, estoy
trabajando provechosamente con el José interior, mi asistenta social en la lucha para la
autolocalización. Yo era una persona desaparecida hasta que José me trajo a casa
conmigo misma. Yo llegué a casa cuando él se fue de casa.

También sé que yo era inadecuada para él, aunque la primera vez que se marchó, le
prometí todo lo que quiso para conseguir que volviera. Pero no puedo engañarme a mí
misma, yo no hubiera sino mejor como pareja, una vez que el humo se hubiese
desvanecido y nuestra vieja rutina hubiera vuelto a empezar.

¿Cómo puedo negar todos los hechos, previamente inaceptables, sobre José? Sigo
engañándome pensando que él era perfecto y que yo estropeé lo mejor que había
tenido nunca. Embellezco e inflo sus virtudes (puede que igual que él infla mis vicios).
Mi dolor empieza con una negación que me protege de la plena carnicería de esa
pérdida tan poderosa. Mi negativa suspende mi capacidad de evaluar las cosas
adecuadamente y, luego, magnifico, distorsiono y embellezco los valores de aquello
que he perdido. Esto es lo que hace que siga queriendo, tan desesperadamente, que
vuelva.

Ansio con vehemencia lo máximo que menos satisface. ¿Puedo aceptar esta
contradicción, esta necesidad irracional como una parte de mí que está bien .- Estoy
bien siempre que no actúe impulsada por mi necesidad y le llame para que me lo
solucione. ¿Qué es lo que hace que yo piense en esa opción? Estoy desesperada por
tener intimidad. Soy una adicta que busca lo que necesita, de alguien que no puede
dármelo. No se trata de que nadie pueda, es José el que no puede, y ahora tengo que
quedarme conmigo misma en este estado tan profundamente precario. Ser testigo de la
frágil niña perdida que hay en mi interior, puede ayudarme a conseguir compasión por
un yo que he abandonado muchas veces. ¿Esta compasión podría ser una manera de
pasar por todo esto que además me diera fuerza?

Recuerdo las veces en que te abrazaba de un modo tan amante y te escuchaba y


mimaba tus puntos flacos. Lo que hice por ti es lo que yo misma necesitaba y
ansiaba. Te demostré cómo quería ser amada, amándote de ese modo. No me di
cuenta de que no me devolvías el favor. La parte de mí, que quiere que vuelvas, es la
niña asustada y necesitada cpie lo que requiere, en realidad, es que yo la escuche y la
abrace. La parte de mí, que sabe que ha llegado el momento de dejar esta relación, es
el adulto. Mi parte amante y poderosa, te deja marchar, y a mí, seguir adelante.

Mis defensas están bajas, pero algunas personas me dicen que tengo un aspecto
más atractivo. Una época fértil para mí: puedo deshacerme de unas costumbres
contraproducentes y que sabotean mi intimidad. ¿Cuánto tiempo tardaré en recaer en
245 -
los viejos patrones del miedo?

En mi cabeza oigo unas conversaciones que giran en torno a que en el futuro las
cosas se arreglarán, de algún modo, entre nosotros, pero forman parte de la fase del
regateo de la pena. También parecen ayudarme a recuperar una cierta apariencia de
mi poder.

José, ¿cómo puedes ver que estoy sufriendo este dolor y no detenerlo? Todo lo
que tienes que hacer es volver. Ya sé que yo sólo quiero que vuelva la relación para
terminar con mi dolor y no para recuperar algo realmente valioso. Siento la tristeza
de la propia relación y me imagino que estoy sintiendo, únicamente, la tristeza de su
final.

Ahora que te has ido me siento abandonada, pero durante toda la relación ya
estuve emocionalmente abandonada y nunca lo vi así. Incluso ahora, en lugar de
admitir ese hecho, estoy idealizando el pasado contigo. No es que tú tengas la culpa;
todo eso va de mí y de lo mucho que me aferro a las ilusiones. Tú eres perfecto, tal
como eres, José.

Veo a través de mi creencia mágica en las palabras: cartas llenas de palabras que
te escribo a ti para manipular una respuesta que no me va a

ser dada ahora. Es como si estuviera telefoneando a alguien cuya línea está ocupada,
mientras habla con otro. Ya no puedo seguir engañándome. Sé que mi necesidad de
contactar contigo no es puramente para verte y escuchar tu voz, sino más bien, para
convencerle y manipularte. Mi ego quiere ganar y ése es el motivo de que yo tenga
que permanecer alejada. Si para ganar te volviera a conseguir, eso daría poder a mi
ego derrotado.

Yo nunca hubiera salido de esta terrible relación. Tú y tu nueva pareja


intervinisteis, donde yo no era capaz de hacerlo. Estás terminando lo que yo estaba
prolongando. Lamento que te hayas ido y a la vez. que dejáramos que siguiera
adelante tanto tiempo.

¿Ansio tremendamente esa vieja relación sin futuro que tenía que desaparecer, o
la posible relación nueva con un futuro que no puede empezar hasta que yo deje
correr la vieja? Selene, ¡no estropees esta posibilidad de ser libre!

Me siento como una niña que se lamenta por que su amiga o amigo, de tanto
tiempo, está ahora jugando con otra persona nueva. Esta pérdida me golpea,
precisamente, en el nivel de mi psique de niña pequeña rechazada. Mi vieja e
insatisfecha necesidad de atención y cuidado, es responsable de la fiereza con que me
estoy aferrando al final.

El sexo era el mejor catalizador de mi propio engaño. El sexo no es un indicador

246 -
fiable de una buena relación porque puede ser un gran acontecimiento cuando
estamos mal emparejados, como es nuestro caso. Nada de esto es culpa tuya, José.

José no me proporcionaba lo que yo necesitaba en una pareja, pero si hubiera


abandonado toda esperanza, me hubiera desesperado, así que me aferré a él. Incluso
ahora, él tiene toda la divinidad y el aura del ansia de amor y parece un ídolo, por
muy segura que esté mi mente de que no es más que un santo de yeso. Cuando por
fin estas dos imágenes se separen, mi apuesta de ser amada volverá a su fuente en mí,
y él quedará reducido en tamaño y sólo será «alguien a quien conocí una vez». Hacer
el trabajo y no mantener contacto, es el mejor camino para una iconoclasia
liberadora.

En lugar de aguantar para conseguir satisfacción, ¿me conformaré C'T, una


repetición de un viejo ciclo? Soy capaz de volver a cometer la m>"’ equivocación.
Una cara nueva hace que alguien parezca ser una p. nueva, pero puede que sólo se
trate de la misma proyección. E> poner a un actor nuevo para que haga el mismo y
viejo papel. P e..

lo que yo anhelo sea, después de todo, un potencial sin abrir de autocuidado y


nutrición. Mi ansia no es encontrar mi suerte en otra persona, sino más bien
encontrar pistas que me digan dónde encontraré mi propio tesoro enterrado.

He de ser capaz de presenciar cómo esta relación se va, del mismo modo que veo
cómo se marchitan las rosas: sin culpa ni dolor. Daré al mundo un regalo en forma de
gracias, por todo lo que estoy aprendiendo.

247 -
TERCERA PARTE

Comprometerse

Una vez que aceptamos que incluso entre los seres humanos
más íntimos siguen existiendo unas distancias infinitas,
podemos vivir maravillosamente uno al lado del otro. Siempre
que tengamos éxito en amar la distancia que hay entre uno y
otro, cada uno de nosotros será capaz de ver al otro como un
todo reflejado en el cielo.
RAINER MARIA RILKE
Nuestro compromiso
y cómo se profundiza

1 llegar al hogar, la heroína de un viaje heroico demuestra que ha


xk alcanzado una conciencia más elevada sobre sí misma y el mundo.
Volver o llegar al hogar es, en este caso, una metáfora de la realización de
que todo lo que necesitamos está en nuestro interior y dentro de los
corazones de los que nos rodean. Sentir la necesidad de una relación es,
pues, un instinto que conduce al hogar, uno que está de acuerdo con la
intención del universo.

En la tase culminante de una relación, nuestro amor no está limitado a


una persona, sino que abarca a todo el mundo. Podemos alcanzar la
compasión universal a través de la experiencia de amar a una persona.
¿Cómo? Por medio del compromiso: dando y recibiendo las cinco A,
trabajando en los problemas para solucionarlos y cumpliendo los
acuerdos. Si hacemos todo esto dentro de nuestra pareja inmediata, nos
suavizamos hasta el punto de que podemos hacerlo con los demás. El
éxito en esta relación, nos hace creer que es posible en todas panes, y los
obstáculos de nuestra vida se convierten en puentes.

Pero, ¿qué sucede exactamente en nosotros, para que nos abram > al
mundo? En una relación comprometida, al final abandonev formidable
insistencia de nuestro ego en tener razón, en salim s : : la nuestra,
competir y ganar. Todavía podemos tener discu': : no duran tanto y
acaban en una solución además de c_-_ menos repetición del pasado. Nos
tomamos el conten: é : sión como información en lugar de como grano : -
resentimiento. En vez de que se satisfagan nuestra.' camos acuerdos.
Ahora peleamos pero no nos de-xn

~ 251 ~
mos tomarnos el ego del otro, más a la ligera y
dejamos de utilizar el poder sobre el otro
pasando, en cambio, a encontrar maneras de utili-
zarlo para lograr los objetivos comunes de la
relación.
Empezamos a fijarnos en la existencia de una insustancialidad gra-
ciosa —como el no yo del budismo— en las actitudes que ideamos frente
a los conflictos. No podemos justificar la queja de que nuestras posturas
son absolutamente inflexibles una vez que la compasión y la sabiduría las
bañan plenamente. Contemplamos con una leve diversión lo que una vez
nos pareció tan enorme, y dejamos de lado nuestra seriedad habiéndola
reconocido, finalmente, como una forma de dolor. Ahora el dolor abre un
nuevo camino y nos conduce a la compasión y al cambio, no a la culpa ni
a la vergüenza.

En cuanto nos damos cuenta de que somos capaces de cualquier cosa


que hagan los humanos, ya no nos sentimos tan amenazados por el
comportamiento doloroso de los demás y ílorecc la compasión. Como
Trungpa Rinpoche decía: «El bodhisattva nunca se sorprende.» Un com
promiso íntimo adulto está basado en un consentimiento informado:
«Conozco la arquitectura de tu ego y los rincones oscuros de tu sombra y
me comprometo contigo, con mis ojos abiertos de par en par. La
territorialidad y la competitividad del ego se están aflojando en mí. Antes,
quería poseerte para gratificar a mi ego; ahora me desposeo del ego para
reforzar nuestra relación.» La fuerza apremiante del romance, da paso a la
elección apremiante del verdadero compromiso. Ha llegado el momento
del matrimonio.

Ahora los componentes de la pareja se aceptan como perfectos, pero


sólo del mismo modo que una camisa vieja es perfecta. El amor verdadero
tiene un aspecto diferente en cada fase de una relación. A pesar de que un
roble tiene un aspecto diferente en primavera, verano, otoño e invierno,
siempre es un roble. En la fase del romance, nosotros damos las cinco A
de un modo romántico; de una manera dramática, en la fase del conflicto;
y serena y fiablemente, en la fase del compromiso (cuando también las
llevamos al mundo). Las prácticas sugeridas en este libro no se supone,
únicamente, que han de mejorar mi relación, sino que mejorarán todas
las relaciones.

Así pues, el viaje de la relación, refleja nuestro viaje hacia la satis-


facción creativa humana. Nuestros objetivos intrapersonalcs se vucl-

~ 252 ~
ven interpersonales y luego transpcrsonales. Las fases de las relaciones
nos llevan, desde un ego ideal a través de un ego y su sombra, a un yo que
transciende al ego y abraza al universo. Podemos descubrir el círculo de
la psicología y la espiritualidad que lo abarca todo en el reino de las
relaciones. Como Emily Dickinson decía: «Mi negocio es la cir-
cunferencia.»

Los problemas psicológicos que tenemos en una relación, son el lado


oscuro de nuestro potencial espiritual. No existe una división clara entre
lo psicológico y lo espiritual, únicamente una distinción. La tabla
siguiente muestra el nexo entre los lados personales y espirituales de
nuestras psiques, y también entre nuestras parejas personales y
transpersonales.

Problema psicológico:
Potencial espiritual: Para qué está preparado
El síntoma

El miedo al abandono. A enfrentarse al desierto interior.

El miedo a la absorción. Rundirse a un poder superior.


El narcisismo y el egocentrismo. Abrirse al contacto con el yo espiritual.

La negativa a hacer un trabajo psicológico o Abrirse a la vocación de uno.


práctica espiritual.
Reacciona con represalias. Perdonarse a uno mismo.
Un ego arrogante. Estar preparado para la humildad.
La adicción.
Buscar el espíritu y estar preparado para recibirlo.

Los celos. Estar suficiente prepararlo para la indulgencia.


La infidelidad. La búsqueda del ánima.

Unos límites rígidos. La protección del mundo interior.


Unos límites flexibles. Estar abierto a la gracia y a la unidad.

Podemos dejarnos atrapar, tanto en nuestra propia historia con to- dos
sus conflictos pasados y presentes, que perdamos la perspecn . en ese
caso, no nos demos cuenta de lo que Shakespeare dice Coriolano: «Hay
un mundo en alguna otra parte.» Cuando ...¿ más allá de nuestro pasado y
nuestras relaciones nos absort . ■ ' -
anima, nos abrimos a unos nuevos potenciales en el mun : . .. .- - »-
tros mismos. Dejamos correr el pasado para crear el fu:_.- dedicamos a
causas sociales, preocupaciones familiares, servicio, carrera, religión u
otras empresas de las que cambian el mundo. Ninguna transformación es
25
3
enteramente personal porque la bondad no puede evitar diluirse. Nuestra
pareja se amplía hasta incluir a todo el mundo y contribuimos a la
evolución planetaria. El objetivo original de dejar el hogar para iniciar
uno propio, se expande hasta convertirse en el objetivo más general de
hacer que el mundo sea el hogar de todas las personas. Cuando nos
comprometernos con una pareja dándole las cinco A, también nos
convertimos en portadores y suministradores de estos cinco aspectos de
amor al mundo.

Las virtudes del amor íntimo

Confío en una energía vital dentro y entre nosotros


En nuestros cuerpos existe una sabiduría innata y del organismo. Esta
sabiduría conoce nuestro potencial y tiene acceso a él. Es homeostática en
cuanto a que cualquier desequilibrio que surge en nuestro cuerpo- psique
utiliza, inmediatamente, un recurso interno para corregirse. David Palmer,
el fundador de la quiropráctica, decía que esta sabiduría era la
«inteligencia innata» del cuerpo. Con esto quería referirse a un instinto
que hay en cada célula y que promociona el equilibrio, la curación y la
regeneración. Más adelante se refirió a una «inteligencia universal» en el
cosmos. Al final, se dio cuenta de que esta inteligencia y nuestra sabiduría
corporal, son una y la misma. Es el equivalente a decir que nuestra
sabiduría corporal es infinita e infinitamente accesible, que nuestro núcleo
y el del mundo, son el mismo, como lo es el núcleo de lo divino.

Si tenemos esto en mente, nos daremos cuenta de nuestras necesi-


dades, porque las cinco A no son insuficiencias sino, más bien, nuestra
fuerza vital. Confiar en nosotros mismos es creer que nuestras necesi-
dades y sentimientos son, precisamente, el poder invencible que hace
posible que soportemos toda la fuerza de la realidad, gestionar las con-
diciones de la existencia y responder de acuerdo con ellas. Si escapamos
de la realidad o la disfrazamos o deformamos, lo que se pierde en el
tumulto, es nuestra energía vital. Y eso es, en última instancia, lo que
significa tener una autoestima baja, percibirme a mí mismo como una
víctima y una indigencia infantil.

~ 254
La energía vital tiene una forma única en cada uno de nosotros. Por
ejemplo, si yo nunca he tenido un período de tiempo en soledad (sin padre
o madre o sin una pareja en mi vida), es posible que nunca haya
descubierto mi vivacidad personal. (Vivacidad, en este caso, significa
permitir los sentimientos, ya que la confianza crece cuando muestro y
recibo sentimientos.) Es posible que nunca haya sentido mis sentimientos
más profundos ni me haya sentido incómodo con ellos. Es posible que
haya creído que sólo puedo encontrar —o mantener- mi propia energía
vital, en el contexto de una relación. Esta sensación de necesidad puede
ser una señal del modo en que he perdido contacto conmigo mismo. Otra
manera de decirlo puede ser: «He estado evitando permitir que surgiera
mi verdadero yo, asegurándome siempre tener alguien en mi vida. Yo
utilizo las relaciones para averiguar quién soy, lo que significa que nunca
lo descubro.»

La energía vital hace que confiemos, cada vez más, en nosotros mis-
mos. Una persona que confía en sí misma sabe que una relación sana no
está basada en una confianza absoluta en cualquier otra persona. Nadie es
digno de confianza constantemente. Las relaciones adultas están basadas
en la aceptación de ese hecho cierto de la falibilidad humana, no en una
rígida confianza, sino en un amor flexible c incondicional que nos permita
enfadarnos por una traición, pero que luego nos deje el suficiente corazón
para perdonarla, cuando una pareja nos pida perdón, rectifique y cambie
de verdad.

Cuando encontramos las cinco A en alguien, confiamos en esa per-


sona, y nos sentimos apoyados y confiamos en nosotros mismos, cuando
podemos darnos estas mismas cinco A. Confiar en alguien es dejar entrar
su amor y aceptar sus fallos y hacer ambas cosas, sin miedo. Hacer esto es
una tarea adulta y exigente: Confío en mí mismo para recibir tu amor y
lealtad cuando tú eres amante y leal. Confío en mí mismo para
enfrentarme y manejar tus traiciones, no permitiendo que te salgas con la
tuya en ese caos, pero no apartándome de ti a causa de ellas, a mi •: :
que te niegues a detenerte. Confiar en nuestra energía vital, es m :... - sitar
más que otras personas nos protejan de nuestros senrimttz: ■ del impacto
de nuestra experiencia: «Sé amable conmigo y n< -. .- gas nunca daño,
para que yo no tenga que sentirme mal. jamás : _
ro una relación adulta, o quiero un puerto seguro par. . ■ • vicisitudes
tormentosas de la intimidad?

¿Dónde se halla ese palacio en el que las cosas malas


en ocasiones no consiguen entrar?
SHAKESPEARE, Otelo

255 ~
Doy y recibo las cinco A
Dar y recibir en intimidad refleja un sano proceso dual que vemos en la
mayoría de áreas de la vida humana. Por ejemplo, nuestro cuerpo sobre-
vive, tanto dejando entrar al oxígeno, como salir al dióxido de carbono.
Las células son porosas para dejar entrar los nutrientes y excretar los
residuos. Nos comunicamos tanto hablando como escuchando y espiri-
tualmente recibimos indulgencia y damos amor. Incluso leer este libro
significa ¡aceptar palabras e ideas y ponerlas en práctica en el mundo!

Lo que damos y recibimos en una relación íntima encaja, exactamente,


con nuestras primeras necesidades y nuestra práctica espiritual adulta: las
cinco A. Damos al otro, y recibimos de él o de ella ese mismo amor que
en nuestra infancia exigíamos de manera instintiva. La diferencia es que
ahora lo vemos como un don enriquecedor, deseado en lugar de exigido y
que nos ayuda a aumentar nuestra propia estima, precisamente tal como
era necesario para establecer un concepto de nosotros en los primeros
años de vida.

¿De qué modo, exactamente, damos y recibimos? La primera manera


es una técnica sencilla y a la vez difícil: pida lo que usted quiere y
escuche a su pareja. Pedir lo que quiere combina los elementos más
cruciales de la intimidad. Le da a la otra persona el don de conocerse con
usted, sus necesidades y su vulnerabilidad, y también de recibir la libre
respuesta de dicha persona. Ambas cosas son arriesgadas y, por lo tanto,
ambas le harán más maduro. Aprenderá a dejar correr su insistencia en
recibir un sí. a ser vulnerable a un no, y a aceptar un no, sin sentir la
necesidad de castigar.

Escuchar íntimamente a una pareja que pide lo que quiere, es en-


contrar el sentimiento y la necesidad que se esconden debajo de la
solicitud; es apreciar de dónde procede la solicitud y darle crédito al otro,
por correr el riesgo de ser rechazado o mal comprendido. Oímos con
nuestros oídos pero escuchamos con nuestra intuición y nuestro corazón.
Dar y recibir entraña la capacidad de aceptar todo el espectro de los
miedos y puntos débiles y distinguir entre necesidades que podemos y no
podemos esperar ver satisfechas.

Una segunda manera de que los adultos den y reciban con intimidad,
es a través de la práctica del sexo y de unos jugueteos mutuamente
elegidos. Usted practica el sexo cuando los dos quieren, no cuando uno de
ustedes empuja al otro a ello. Se puede ser íntimo sin tener que ser sexual.
Usted sabe el modo de divertirse juntos y juegan sin hacerse daño el uno

- 256
al otro, sin sarcasmos o ridículos, sin reírse de los fallos del otro.

Por último, damos y recibimos concediendo igualdad, libres de je-


rarquía, a nuestras parejas y a nosotros mismos. Unicamente el ego sano,
y no otra persona, es el que debe presidir su vida. En la verdadera
intimidad, los miembros de una pareja tienen una voz igual en la toma de
decisiones y uno de ellos no insiste en dominar al otro.

Es cierto que algunas parejas eligen experimentar con la sumisión/


dominación en el sexo, cosa que puede ser una forma de juego (ya que
implica el desempeño de unos papeles) y puede ser una elección sana
cuando es mutua. Pero si tiene una dimensión compulsiva o violenta,
puede tratarse de una reconstrucción del abuso sufrido en la infancia.
¿Cuál es la diferencia entre un estilo erótico sumiso y una baja autoestima
o la no existencia de límites? La sumisión/dominio es un juego erótico
elegido de forma intencionada y consensuada. No se trata de una rutina en
la que los miembros de una pareja caigan por defecto o cuando las
exigencias de un componente de la pareja vayan por delante de las nece-
sidades del otro. Es voluntario y no involuntario, consciente y no in-
consciente. Es alegre en lugar de dar miedo. Transforma al amor y al
respeto en lugar de deformarlos; expandiendo en lugar de encoger los
límites del autodescubrimiento. Un juego de sumisión/dominio sano, no
es una manera de conseguir poder sobre alguien, sino un modo de
representar unas inclinaciones que están en todos nosotros, pero que es
posible que nunca hubieran encontrado una expresión legítima. Siempre
que no sean abusivas, pueden mejorar la relación y enseñar a los
componentes de la pareja cosas sobre ellos mismos, sus egos, sus límites
y partes sin descubrir de sus identidades.

Demuestro cólera con una intención amante

La cercanía evoca afecto y agresión, amor y odio. Esta ambivalencia, que


es normal, puede desgarrarnos como si se tratara de un » c.ibaii .$ que
tiraran de nuestras extremidades en direcciones opuestas, o podemos
aceptarla como un hecho cierto de la relación humana. En una intimidad
comprometida, yo puedo estar enfadado con usted y seguir amándole.
Puedo permitir que se ponga furioso conmigo sin tener que ponerme
furioso con usted. Las verdaderas relaciones incluyen estar con y en
contra del otro: «Puedes estar enfadado conmigo y oponerte a mí y,
mientras, yo sé que me sigues amando. Y) puedo hacer lo mismo contigo.
La cólera no nos tiene a nosotros, nosotros la tenemos a ella. Unos casos

25
7
discretos de cólera no pueden enturbiar ni obstruir el flujo de nuestro
continuo amor.»

El yo plenamente actualizado, es capaz de reconocer y experimentar


toda la gama de sentimientos humanos. Decir que somos incapaces de
sentir rabia, por ejemplo, es negar nuestra inclinación hacia la agresión
que nos ayuda a luchar contra las injusticias en el mundo. Cuando
tenemos miedo o inhibimos nuestros poderes humanos, no hacemos más
que empobrecernos a nosotros mismos y a los demás. Si no somos
capaces de sentir todas las polaridades de las emociones humanas
plenamente y con seguridad, ¿cómo podemos experimentar la
ecuanimidad que es tan necesaria para la propia satisfacción?

íntimamente conectado con la cólera, el deseo de venganza está in-


crustado en nosotros, pero eso no es una señal de degeneración moral,
sino una reacción natural y automática de supervivencia ante las ame-
nazas y los abusos. Nuestro trabajo, que va tanto en contra de nuestra
inclinación natural como de los avances de la evolución natural, es
aceptarlo como un hecho de la naturaleza humana al tiempo que deci-
dimos no ponerlo en práctica. Eso no significa que no vayamos a actuar
en absoluto, sino más bien que vamos a encontrar una manera de expresar
la cólera sin herir a los demás. Esta clase de resistencia no violenta, fluye
de una conciencia superior, más que del instinto y hace que el mundo sea
un lugar más amante y más consciente, atento y dedicado.

Algunos de nosotros hemos hecho, consciente o inconscientemente, un


juramento de lealtad al dios de la venganza. El odio es una cólera muy
potente que siente el ego neurótico que se ha quedado empantanado en el
deseo de desquitarse. La gente que odia y se venga, tiene un sentido
gastado y provisorio del yo. De hecho, el odio puede servir a algunas
funciones cuando nuestro yo interior ha sido dañado: pro

- 258
porcionándonos una sensación de coherencia cuando nos sentimos frag-
mentados, demostrándonos que existimos y dándonos una sensación de
control. Pero, en última instancia, son todas estrategias de agonía, y
confiamos en que susciten compasión en nosotros cuando veamos a
alguien atrapado en ellas.

Cuando somos adultos, podemos albergar y experimentar sentimientos


o condiciones en apariencia contradictorias. Por ejemplo, podemos estar
comprometidos con alguien y mantener unos límites personales; tener un
conflicto con alguien y estar trabajando para solucionarlo; sentir cólera y
ser amante; podemos sentirnos abandonados al tiempo que seguimos
comprometidos a demostrar amor, de hecho, podemos seguir amando en
cualquier predicamento, un ejemplo conmovedor del modo en que nuestro
trabajo psicológico puede establecer un estándar espiritual. Ver a los
demás como buenos o malos, es dividir el mundo entre aquellos que
suscitan amor y los que suscitan odio. En nuestro interior, nuestro amor
nos parecerá anhelo y añoranza y nuestro odio ocultará nuestro temor.
Cuando nos sentimos cómodos con la cólera, formamos un muro de
contención que hace que sintamos que estamos enteros y que los demás
también lo están. Lo que nos impulsa y sostiene en la intimidad, es el
amor que está cómodo con otros sentimientos y, por ello, la cólera es una
reacción ocasional y normal que jamás cancela el amor. Nada puede hacer
eso.

Compare la grandeza y generosidad con que se expresa la cólera en la


naturaleza, con la ira contenida de un vecino molesto. El grandioso rayo
de la naturaleza es muy diferente de las palabras medidas y la cara
gruñona y deprimida del vecino. Como adultos, hemos de demostrar
nuestra cólera sin temor y nítidamente, ya que es un grito fuerte y serio
que pide ayuda para arreglar la relación. Por lo tanto, sólo una persona
solícita demuestra una verdadera cólera, que se abre al amor cuando se la
recibe con las cinco A. Así coexiste con la intimidad y la ayuda a crecer.

Mantengo mis propios límites al tiempo que sigo cerca de ti


Según la opinión oriental, la idea de que cada uno de nosotr ' • una
identidad separada, es ilusoria y; además, el resultad^ de cr. . to en la
conciencia. Pero la verdad espiritual de este rer<: . r elimina nuestra
necesidad psicológica de la existencia de límites que nos salvaguarden de
las depredaciones y asaltos de los demás. Al final, somos puro espacio,
pero «mientras esta fangosa vestimenta de podredumbre nos encierre

~ 259
burdamente en su interior» tal como dice Shakespeare, es conveniente
funcionar como si tuviéramos una identidad y necesitara que la
defendieran. Aunque nuestro destino espiritual sea reconocer la unidad e
integridad, nuestra tarea psicológica es abandonar nuestra creencia en
ella, ya que a pesar de que no existe un yo sólido, separado e
independiente, cada uno de nosotros tiene un núcleo inviolado e
inalienable de responsabilidad y derechos personales. Ese núcleo es
nuestro ego sano, un rasgo distintivo provisional pero legítimo de quienes
somos.

Los límites nos protegen a nosotros y a nuestro compromiso. Una


persona sin límites se compromete con el mantenimiento de la pareja, no
con su viabilidad. Por otro lado, con unas fronteras claras vemos cuándo
una relación no funciona y le pedimos a nuestra pareja que trabaje en ella
con nosotros. Si está de acuerdo y lo acepta, nos sentimos animados. Si se
niega, oímos ese mensaje y actuamos de acuerdo con él pidiéndoselo con
más énfasis, o si la negativa es inalterable e inaceptable, siguiendo
adelante.

Te valoro en más que las cinco A

Mantener una relación durante períodos en los que sus necesidades no


estén siendo satisfechas, significa valorar a su pareja por ella misma, tanto
si está usted recibiendo continuamente las cinco A, como si no. Significa
que todo está bien con usted y viceversa, que uno de ustedes a veces es
débil o necesitado o no está disponible. Pero si sucede con demasiada
frecuencia —por ejemplo, si su pareja es un adicto- tiene un problema que
solucionar: ¿Soy una pareja o un cuidador? Cada uno de los componentes
de una unión amante, ha de ser responsable de encontrar la ayuda que
necesite para poder satisfacer el papel de su pareja de conceder las cinco
A.

Aunque es útil hablar honestamente con una pareja que es un adicto, es


inútil seguir importunándole para que lo deje. El enfoque mejor parece ser
decir la verdad y ofrecerle apoyo para que siga un programa de
desintoxicación y recuperación. Si se niega, la regla es demostrarlo y no

~ 260 ~
decirlo. Un adicto que rechaza la ayuda es, básicamente, una persona que
se está suicidando y la respuesta adecuada es llorar por él. Decirle «Estoy
empezando el proceso de duelo por ti» es mostrarle su verdad, no decirle
a él la suya. Es una respuesta despiadadamente adulta a los hechos inmi-
nentes. «Si soy un adicto al alcohol, no soy capaz de cumplir mi parte de
nuestro contrato; no puedo proporcionarte ni siquiera un sustento mo-
derado o concentrarme en ti. Si rechazo la ayuda, incluso después de que
te hayas enfrentado a mí, es que decido alejarme cada vez más de ti.» Eso
sugiere que es posible que dé usted el próximo paso que pueda. Por
ejemplo, ponerse en contacto con Alcohólicos Anónimos.

Entre la decisión inmadura de quedarse con alguien que no satisface


nuestras necesidades, y la elección madura de tolerar la situación tempo-
ralmente, existe una línea muy delgada. Una persona sana reconoce la
diferencia entre ocasional y continuo. Cuando soportamos un patrón
general de negatividad, casi ninguna satisfacción de necesidades o infe-
licidad, no nos estamos respetando a nosotros mismos. Pero cuando to-
leramos períodos de deficiencia ocasionales, estamos respetando nuestro
compromiso. De hecho, como el crecimiento del adulto incluye llorar por
las pérdidas y cambios, siempre habrá períodos en que uno o ambos
miembros de la pareja estén tristes o enfadados, o deprimidos, o tengan
miedo y sean incapaces de concentrarse de todo corazón en el otro. Re-
conocer que, en ocasiones, una persona se acerca a nosotros y otras veces
no, y respetar sus disgustos \ las áreas lesionadas de su psique, es una
forma de tolerancia que equivale a la compasión espiritual: «Te lo he
consentido porque sé o puedo adivinar cómo debes sentirte.»

El compromiso
Esencial significa intrínseco y constante. Existencial, para los propósitos
de este comentario, significa aquí y ahora, empírico. Un vínculo esencial
es un hecho cierto de las relaciones adultas íntimas, puede que físico y
habitualmente psicológico y espiritual. Al igual que toda energía, no
puede crearse ni destruirse, y sólo se hace plenamente evidente, en la fase
del conflicto de una relación. El vínculo en la fase del romance consta de
excitación, necesidad y apego a un ideal. El vínculo que se desarrolla en
el conflicto y trabajando con él, es duradero; ya no depende de si ustedes
se llevan bien o de si siguen juntos; como el vínculo de la religión, puede
incluso sobrevivir al abandono por nuestra parte. Un vínculo eser.. en una
relación sigue después del divorcio. Es el amor incondicional que puede
ser desmantelado pero nunca demolido.

- 261
Manifestamos este vínculo esencial del amor comprometiéndonos de
manera existencial, una decisión día a día de tratar, procesar y solucionar
los problemas y cumplir los acuerdos que surjan de ellos. Cuando aparece
una persona nueva y más atractiva, lo tomamos como información y no
como permiso para marcharnos. Nos hemos comprometido a quedarnos
con una pareja, mientras ella y nosotros estemos inmersos, de manera
eficaz, en la relación, o estemos ambos trabajando en ella para convertirla
en eficaz.

Una determinación obstinada no es compromiso. El matrimonio no es


compromiso. Vivir juntos no es compromiso. Una persona sana ama sin
reservas pero no hace compromisos sin reservas. Una persona sana puede
decidir hasta qué punto llega su compromiso. Si no fuera así, la palabra
«compromiso» significaría sumisión, falta de límites, ningún sentido de lo
que uno vale y ninguna sensación del yo.

Un adulto se compromete con una persona con quien las cosas son
viables o funcionan, y retira este compromiso cuando las cosas ya no lo
son. A diferencia de un compromiso, un voto es la promesa de seguir
apegado a una relación, tanto si funciona como si no, tanto si es viable
como si no lo es. Como el propósito de una relación es la felicidad hu-
mana y no la conservación de una institución —como el matrimonio-, el
compromiso es razonable y los votos son peligrosos. Un compromiso es
con la viabilidad; un voto es con el tiempo («hasta que la muerte nos
separe»). Además, los votos pueden ser intentos sutiles de eximirnos de
los hechos dolorosos de la relación humana: la otra persona puede trai-
cionar, herirnos o marcharse. Cuando somos adultos nos damos cuenta de
que los votos y los planes no son, en realidad, nada más que deseos y lo
que es seguro es que no son las leyes por las que se gobiernan las
relaciones. El erudito en religión, Mircca Eliade escribe sobre el héroe:
«La ley de la vida vive en él con su consentimiento y sin reservas.»

La intimidad se convierte en completa cuando un vínculo esencial es


activado por un compromiso existencial. Esto entraña una serie de acuer-
dos cumplidos y obstáculos manejados, el núcleo de un compromiso
adulto. Los adultos pueden seguir amando a una pareja de un modo
incondicional, pero no quedarse en esa relación si se ha vuelto inviable.
Piensan: «Te amo pase lo que pase, pero no puedo vivir contigo.» En este
caso, nuestra distinción entre el vínculo esencial y el compromiso
existencial, es crucial: el vínculo del amor pasa sin ser molestado por los
acontecimientos, pero el compromiso de cada día está plenamente con-
dicionado por ellos. Un adulto combina el amor incondicional con el

26
2
compromiso condicional. Esto se equipara al abrazo cuerdo, en lugar de al
agarre adictivo. Un padre o una madre ama incondicionalmcntc a su hijo
y se compromete con él sin condiciones. Un adulto ama incondicio-
nalmente y se compromete condicionalmente con una pareja. El amor
incondicional es una victoria espiritual, ya que, en realidad, significa que
no está condicionado por el miedo, el apego, el control o la sensación de
tener derecho que tiene el ego: la esencia de la atención, conciencia y
dedicación. Demostramos un amor incondicional por lo que no está
condicionado, la bondad básica en los demás, la mente del Buda.
Demostramos un amor condicional por lo que está condicionado, la per-
sonalidad del ego con sus múltiples formas.

Decir: «soy capaz de amarte y de dejarte» es tan sano como decir «soy
capaz de tener miedo a algo y hacerlo». En la codependencia, cuanta
menos cantidad de las cinco A conseguimos, más damos. Confiamos en
que dar hará que el otro nos dé más amor y como no nos sentirnos
bastante amados, creemos que no debemos de estar dando lo suficiente.
Seguimos dando más, pero como no nos sentimos lo bastante amados,
seguimos creyendo que no debemos de estar dando lo suficiente. Estamos
intentado conseguir, dando en lugar de compartiendo, en un intercambio
de igualdad. El resultado es la culpa.

Debo confesar (en una nota humorística pero que nos serene) que los
elementos virtuosos de la intimidad que aparecen en las secciones
anteriores, describen lo que, en teoría, se supone que debe estar instaurado
para el desarrollo individual ¡antes de los tres años de edad!

Amigos del alma


Sólo soy capaz de transformar a otra alma si transformo la mía. como
una persona transforma su mano, colocándola en la de otro
PAIX E-.-5S

26
3
El ego inflado sólo nos da un conocimiento parcial de quiénes somos.
Aferrarse a nuestro ego es como vivir con un nombre falso, uno que
oculta nuestra integridad, nuestro potencial para dar y recibir un amor
incondicional: atención, aceptación, aprecio, afecto y admisión o permiso
puros.

Los demás llegan para darnos estas cinco A. Nos imaginamos que
Juan o María son nuestra mitad y abandonamos nuestra conexión y
compromiso con nuestra otra mitad, la propia: el ánima/ánimo
arquetípicos, energías masculina y femenina en todos nosotros. Es como
si tuviéramos un arquetipo de Robin Hood, una personificación del
heroísmo y la bondad de corazón, dentro de nosotros; sin embargo,
automáticamente, nos lo imaginamos como Juan. Dejamos que la persona
literal externa tome el lugar de la personificación interna metafórica de
nuestros poderes. En lugar de imitarle, tal como hacíamos de niños
cuando jugábamos juntos después de ver la película de Robin Hood, le
reverenciamos y, por lo tanto, reducimos nuestra propia estatura y po-
tencial espiritual. Rompemos el compromiso con nuestro pleno yo para
casarnos con otra persona, cuando en realidad necesitamos ambas unio-
nes. Confundimos nuestro trabajo intrapersonal, con nuestras necesidades
interpersonales. Sólo el Robin Hood interior del Bosque de Sherwood de
nuestra psique, tiene una energía vital auténtica que nunca morirá o
desaparecerá. Una energía que es lo bastante poderosa para unir a la
doncella Marión en la aventura cooperativa del amor adulto. El
compañero del alma de una mujer no es el hombre que se apodera de las
funciones de ella, sino el que la refleja con un ánimo complacido.

La imagen de esta persona seductora o de esa antigua pareja, nos


visitará en un sueño, nos sostendrá en una crisis, o nos despertará a las
tres de la madrugada cuando estemos en nuestro momento más bajo. El o
ella tiene influencia sobre nosotros en virtud de una imagen: parece como
si ella nos ofreciera una satisfacción a la que, de hecho, sólo puede
acccderse a través del yo femenino; parece como si él nos ofreciera la
satisfacción que, de hecho, sólo puede conseguirse del yo masculino.
Pensamos: «Me sentiría mejor o más segura si él estuviera aquí ahora.»
En realidad, nos sentimos necesitados y desposeídos porque él está aquí
en lugar nuestro. Ese vacío que estamos sintiendo en ese momento, es la
ausencia de nuestro pleno yo. El vacío personal se abre cuando yo no
estoy aquí solo, sino que estoy deseando y creyendo en el poder
mesiánico de alguna otra persona, presente o ausente. El vacío está vacío
de mí.

~ 264 ~
Aquí está la parte que hace que este proceso sea tan paradójico, tan
enigmático y tan confuso para nosotros: nuestro sobrenatural y misterioso
ánimo/ánima arquetípico, acostumbra a no poder ser contactado sin una
articulación a través de alguna persona concreta. Esto procede de nuestra
naturaleza como seres encarnados que se convierten en quienes son a
través del reflejo de otros. Nuestros padres, en nuestra infancia, nos
dieron las cinco A y así es cómo aprendimos a amarnos a nosotros
mismos. Sus corazones expresaban su aprecio por nuestra capacidad de
ser amados y, por lo tanto, nos permitían sentirlo en nuestros propios
corazones. Encontramos y siempre hemos encontrado nuestra fuente
interior de cuidado y atención, a través de la externa. Pero cuando
realizamos una identificación literal entre un progenitor o pareja y uno de
nuestros propios poderes internos, estamos confundiendo una imagen
universal arquetípica con una imagen personal; el canal con la fuente; la
balsa con la costa; el actor con el héroe; el santo con el dios; este hombre
con nuestro ánimo; a esta mujer con nuestra ánima. Así es cómo el
progenitor o la pareja, asume una estatura tan gigantesca en nuestra
psique. Se convierte, en lugar de señalarlo, en nuestro yo superior. Dejar
correr u olvidarnos del apego a las personas y a las cosas, es una manera
de abrirnos a la mente del Buda que hay detrás de todas las apariencias.
Como dice Rilke: «Las cosas sólo viven plenamente cuando parten.» De
hecho, Eneas reconoció, únicamente, a su diosa-madre, cuando le dijo
adiós como ayudante mortal.

Y sin embargo, nuestra pareja interna —nuestro compañero, amante o


amigo del alma, nuestro verdadero poder superior— no es capaz de hacer
que conozcamos su presencia, excepto a través del amor que encontramos
en los individuos. .Alguien tiene que mostrárnoslo y decírnoslo. Sólo
entonces podremos encontrarnos a nosotros mismos, amarnos y casarnos
con nuestras partes internas complementarias, nuestras energías masculina
y femenina. Es un hecho maravilloso y misterioso que se necesite a otra
persona para que nos conduzca a nosotros mismos. No es pues de
extrañar, que confundamos nuestro anhelo y añoranza más profunda por
una pareja espiritual, con una pareja tangible y una persona concreta.
Confundimos esta pluma con el águila a la que se supone debe
conducirnos.

Los adultos aceptan el hecho de que las satisfacciones son temporales,


incluso momentáneas. Se sienten satisfechos con momentos en que las
cinco A se dan por completo, la felicidad se siente a la perfección o el
amor incondicional se recibe perfectamente. Cuando somos adultos,
vemos estos momentos como sustentadores y suficientes. Cuando, por fin,

~ 265
aceptamos la impermanencia que caracteriza a la existencia humana,
dejamos de buscar, dejamos de pedir, dejamos de manipular en un intento
de alcanzar la permanencia o la perfección y, en vez de eso, estamos
inmensamente agradecidos por esos momentos. Sin embargo, nadie puede
culparnos por no entender bien las relaciones en toda una vida. Nuestras
psiques fueron construidas con ¡una alegría complicada y que desafía a la
lógica! Se necesita una profundidad valiente y humor para entenderlo
todo y seguir el camino largo y tortuoso que lleva al todo y a la
integridad.

El desafío de la atención, intención y dedicación, es abandonar la


fascinación que sentimos por el espectáculo de la linterna mágica que
representan nuestros egos y maravillarnos, en cambio, con el magnífico
espectáculo de las imágenes que surgen continuamente, sin ser llamadas
de las profundidades de nuestras psiques. Estas imágenes aparecen en
sueños y en la imaginación, y con frecuencia traen un mensaje o la cura-
ción. Cualquier imagen que atrape nuestra atención o que tenga unas
dimensiones arquetípicas, puede ser un don del yo. Esas imágenes son
nuestra alma y nuestro compañero, amante y amigo del alma.

PRÁCTICAS

CÓMO PERMANECER EN CONTACTO E INTACTO • En su diario, o directamente,


pregúntele a su pareja: ¿Puedo sentirme retado en lugar de amenazado por tus
reacciones hacia mí? ¿Soy capaz de ver que estás enfadada y no sentir rabia por
ello? ¿Soy capaz de verte deprimida y no ponerme de malhumor? ¿Soy capaz de
ver que sientes algo y no tener tanto miedo de tus sentimientos que no sea capaz
de responder con las cinco A?

Lea, para sí mismo, el párrafo siguiente y luego léaselo a su pareja:

Te pido que respetes mi núcleo tierno, que no es algo que se deba llevar en la
solapa para que todos lo vean, sino que es un objeto de búsqueda diligente,
revelado, únicamente, a aquellos que están dispuestos a ponerlo al
descubierto. El trabajo necesario son las cinco A: atención, aceptación, aprecio,
afecto y permitirme o admitir que sea yo mismo, tener el derecho a acceder a
mis necesidades, valores y deseos más profundos. Yo puedo ser como una
margarita que lo revela todo indiscriminadamente a los futuros amantes, que
luego la hacen pedazos; o puedo ser como la peonía que esconde su centro de

~ 266
la vista, pero lo comparte, generosamente, con la abeja concienzuda que se
atreve a pascar por sus profundidades y encontrar la dulzura. Y, sin embargo,
demasiada seguridad es una barrera, no un límite, alrededor de la dulzura de la
vida y de los riesgos que hacen que sea excitante. El peligro de levantar límites,
es que podemos volvernos demasiado defensivos. ¿Unas cuantas caídas y heri-
das no nos ayudarían a crecer y a hacernos más atrevidos?

CÓMO ENFRENTARME A MI MIEDO A DAR O RECIBIR • A continuación, verá dos párrafos,


uno que describe el temor a dar, y el otro, el miedo a recibir. ¿Cuál se le puede
aplicar a usted? Si se identifica con uno do los dos, léaselo en voz alta a su pareja.
Comprométase a actuar como si cada vez tuviera menos miedo y pídale a su
pareja que le ayude en este proceso.

Tengo mucho miedo a dar: De ese modo podría perder. Si doy, puede que
quieras más y a mí no me quedará nada. Puedo hablarte de mí, pero no
mostrarte mis sentimientos; siempre me guardo algo. Cuando hacemos el
amor yo cierro los ojos, no fuera a ser que te apoderaras de mi asustada alma.
Soy capaz de escuchar tus palabras y aconsejar rápidamente, sin correr nunca
el riesgo de una reunión con esos extraños peligrosos: sus sentimientos, sus
daños, sus necesidades y sus ojos. Quiero vivir por encima de nuestro amor,
repartiendo lo que pueda escatimar, seguramente, de mi corazón asustado,
frugal y en guardia.

Tengo mucho miedo a recibir: Evito el contacto visual porque puede que mires
demasiado profundamente. No me gusta que me sorprendan o que me hagan
un regalo. Eso significa recibir lo que tú decidas dar y me asusta porque
significa que no tengo el control, -s que sigo siendo quisquilloso y difícil de
complacer. Y si me algo, he de estar seguro de que a cambio yo te daré algo
de _ . ■

valor. Cuando me abrazas me pongo tenso; es más seguro otorgarle una


calidad sexual a cualquier contacto. No soy capaz de ser una pareja en el sexo y
un amigo. No soy capaz de revelarte mis necesidades, sólo mis impulsos. Me
siento agobiado por tu abrazo de apoyo y sigo siendo autosuficiente. Nunca
me permito necesitar tu ayuda, sino que tengo que ser el que se cuide de ti y
no ponerme nunca a merced de tu amor. Mi capacidad de depender de mí
mismo, es pues, un artilugio protector. Tengo miedo a depender de ti, ya que la
dependencia entraña intimidad. Como soy rígido, hermético, reprimido y voy
armado con el ego, no soy capaz de dejar entrar el aprecio o la crítica
constructiva. Insisto en que seas perfecto antes de comprometerme contigo y
me siguen atrayendo los tipos más jóvenes y «perfectos». Es posible que te
hayas dado cuenta de que, después de cenar, me levanto de un salto para
limpiarlo todo. Sin tener que comer, cosa que me ocupa un tiempo, podría ser
~ 267
que tuviera que quedarme ahí sentado, viéndote y siendo visto. También puedo
estar preocupado con los deportes, mi ordenador o la televisión y como último
recurso, salgo fuera a fumarme un cigarrillo. Y, por cierto, insisto en que me des
todo tu amor y atención suceda lo que suceda.

CÓMO SER ATENTO, CONSCIENTE Y DEDICADO RESPECTO A DAR Y RECIBIR • Apreciar de un


modo atento, dedicado y consciente, sus temores de dar o recibir, significa
tomárselos como información, sin darle la culpa a otras personas o sentir
vergüenza por usted mismo. Es conceder las cinco A a las realidades y limitaciones
de su vida y personalidad: atender a ellas, apreciarlas, admitirlas, sentir afecto por
ellas y aceptarlas tal como son. Quédese sentado mientras presta atención a su
respiración. Una a una, conceda cada una de las cinco A, a sus miedos de dar y/o
recibir.

COMPARTIRLAS EN EL TRABAJO • Las cinco A pueden conducir a la cooperación y


buenas sensaciones entre personas que trabajan juntas. Son especialmente
potentes cuando la dirección se las da al personal, siempre que se expresen con
sinceridad y no como estrategias para aumentar la productividad, e incluso, cuando
es posible que en última instancia, tengan ese resultado. Conceda atención a los
sentimientos y preocupaciones de sus compañeros de trabajo, acepte sus dones y
sus limitaciones, aprecie sus logros y dificultades, muestre un afecto personal y
permítales toda su gama de responsabilidad, al tiempo que expresa su confianza y
aliento. Encuentre maneras de poner en práctica estas sugerencias en su trabajo, o
en cualquier otro ambiente fuera de su hogar.

~ 268
¿CUIDAR O VIGILAR? • Ser compasivo no significa convertirse en un vigilante. La
compasión respeta el potencial de los demás para activar su yo. Pregúntese,
interiormente o en su diario, en qué lugar de la tabla siguiente se encuentra.
Considere lo que aparece en la columna de la izquierda como su programa de
compasión.

~ 269
Cuidar Vigilar

Apoya a la otra persona para que Lo hace todo por el otro:


haga las cosas por sí misma: promueve la dependencia.
promueve el desarrollo de
habilidades.
Surge de una motivación para dar Surge de una creencia de que el otro es
poder al otro. impotente.
Busca la manera de hacer una Busca la manera de seguir involucrado
contribución y luego dejarlo estar. en la vida del otro.
Facilita que el otro se convierta en Se hace cargo de las responsabilidades
un adulto más eficaz. adultas y puede que infantilíce al otro.

Enseña una habilidad para que se Lleva a cabo una habilidad y puede
utilice en el futuro. que siga haciéndolo así en el futuro.
Está hecho a la medida de la Puede ser impuesto, tanto si se busca
voluntad o disposición del otro para como si no.
ser ayudado.
Mantiene unos límites personales Está dispuesto a olvidarse de los
respecto a cómo y cuándo hay que límites personales para satisfacer las
prestar ayuda: sabiamente necesidades del otro; salvajemente
condicional. incondicional.
Es sinceramente sensible a las Es posible que como orden del día
necesidades de la otra persona. primordial tenga la satisfacción de sus
propias necesidades.
Es una forma de respeto. Puede tratarse de una forma de
control.
CÓMO DISTINGUIR LA CÓLERA DEL ABUSO • Tanto la cólera consciente como el abuso
dañino, son viscerales e implican que se levanta la voz, se gesticula mucho, las caras
se ponen coloradas y hay un intenso contacto visual. Sin embargo, existe una
diferencia, como la tabla de la página siguiente le mostrará.
Utilícela como una lista de comprobación para examinar su manera - demostrar
cólera o enfado. ¿Se relaciona usted con su enfado de u” - ñera consciente, o se deja
poseer por ella? Estudie la tabla usted solo primero y luego con su pareja. Díganse,
mutuamente, dónde creen que se encuentra cada uno en ella y comprométase a
familiarizarse tanto con esta tabla que la recuerde cuando se enfade, haciendo una
pausa lo bastante larga, para recordarse a sí mismo que debe practicar un enfado o
cólera consciente y no el abuso. Para prepararse, practique haciendo pausas antes de
las numerosas actividades cotidianas. I lacer una pausa entre un estímulo exterior y
su propia reacción, hace que las elecciones sean más cuerdas, más libres y más
responsables. Las reacciones inconscientes e inmediatas, acostumbran a surgir del
miedo y de la ignorancia, y nos causan dolor a nosotros mismos y a los demás. Lo
irónico de la rabia es que parece ser la compuerta de un rebosadero cuando, en
~ 270
realidad, es una masa de troncos que impide la circulación en un río.

El enfado o cólera verdaderos El abuso: la sombra de la cólera

Una expresión de la auténtica Exhibición teatral: a la manera del


personalidad o del yo auténtico: lo que villano.
hacen los héroes.
Siempre es consciente y dedicado. Lo impulsa el ego y está atrapado en
las actitudes.

Expresa un sentimiento. Se convierte en una pataleta.


Puede expresarse por medio de una Puede expresarse por medio de una
cara roja, gestos excitados y una voz cara roja, gestos amenazadores,
alta. imprecaciones y una voz gritona.
Es una forma de asertividad que Es agresivo, un ataque.
demuestra respeto.

Demuestra un amor vigoroso que Explota en un maltrato perjudicial y


enriquece o repara la relación. rudo que pone en peligro la relación.
Surge del desagrado por una injusticia. Surge de la sensación de una afrenta a
un ego indignado y herido.
Se concentra en la injusticia como Se concentra en que la otra persona es
intolerable pero reparable. mala.
Informa al otro, crea una atención Tiene intención de amenazar al otro y
arrobada y obtiene una respuesta le aleja.
consciente.

Tiene intención de comunicar, de Tiene intención de silenciar, intimidar,


informar de un impacto. humillar, abusar o abandonar.
Desea una respuesta del otro, pero no la Insiste en que el otro reconozca la
exige. razón que tiene o lo justificado que
está.

(Continúa en la pág. siguiente)

~ 271
(Continúa de la pág.
anterior)
El enfado o cólera verdaderos El abuso: la sombra de la cólera

Pide un cambio pero permite que el Señala o expresa una exigencia


otro cambie o no. controladora para que el otro cambie.
Pide responsabilidad y rectificaciones. Le da la culpa al otro* y se venga.

Es cuestión del presente problema y se Es frecuente que sea un cúmulo de


expresa renovado de incidente a problemas pasados no solucionados y
incidente. de una rabia contenida, que va
tomando intensidad de incidente a
incidente.

Tiene algo de perspectiva, es capaz de Está atrapado en el calor del momento


distinguir entre problemas menores y y explota con vehemencia por
mayores. pequeño que sea el problema.
Tiene relación con el sentimiento. Está poseído por el sentimiento.

Coexiste con otros sentimientos. Tapa a otros sentimientos.


Acepta la responsabilidad de su propio Desvía la culpa al otro por el disgusto
disgusto. del uno.
Es no violenta, controlada y permanece Es violento, descontrolado, burlón,
siempre dentro de unos límites seguros castigador, hostil y vengador (pierde
(gestiona el mal genio). los nervios.)

Libera energía vital y conduce al Hace descarrilar a la energía vital y


reposo. crea un estrés continuo.

Es breve y deja estar las cosas con una Se aferra a un resentimiento duradero,
sensación de cierre (como una odio, rencor o amargura (un fuego
bengala). que arde en rescoldo).
Incluye la pena y la reconoce. Incluye pena, pero la enmascara con
una invulnerabilidad fingida o una
negación.
Cree que el otro es un catalizador de la Cree que el otro es una causa de
cólera. cólera.
Trata al otro como a un igual Trata al otro como una diana.
Se origina en y promociona un ego Se origina y se perpetúa en un ego
sano. arrogante.

(Continúa en la pág. sigu/<


* Darle la culpa □ alguien es diferente de evaluar la responsabilidad: cuando se culr- alguien,
lo que hay es una censura con intención de avergonzar y humillar. La inten es demostrar que
alguien está equivocado. Cuando se evalúa la responsabilidad la ción es la de deshacer un
entuerto y restaurar un equilibrio. Cuando se vive de . adulto, consciente, y dedicado, a nadie
hay que darle la culpa de nada v te. • responsable.
El enfado o cólera verdaderos El abuso: la sombra de la cólera

272 ~
(Continúa de la pág.
anterior)
Intenta conseguir un vínculo más Quiere sacar fuera la rabia sin importarle
profundo y más eficaz: si hiere al otro: un abusador
una persona enfadada avanza hacia avanza contra el otro.
la otra.
Coexiste y da poder al amor: Cancela el amor en favor del miedo:
no tiene miedo. se basa en el miedo.
Todas ellas son formas de tratar, Todas ellas son formas de evitar la propia
procesar y solucionar. pena y el disgusto.

CÓMO ENFRENTARSE AL ABUSO • Ninguna relación debería quitarnos ni uno sólo


de nuestros derechos humanos. Una verdadera relación no tiene precio. Una
relación en la que uno de sus miembros busca continuamente la aprobación
del otro, es una pareja padre/madre-hijo, no una de adulto a adulto. En una
relación adulta, sin embargo, podemos dejar de lado nuestras poses,
nuestros intentos de quedar bien y ganarnos el amor. Se nos ama tal como
somos.
Además, cuando vivimos como adultos, cualquiera puede odiarnos, pero
nadie puede hacernos daño. Nos negamos a convertirnos en víctimas del
abuso y en lugar de eso hablamos claro: «Parece que me odias y siento
mucho el dolor que hay en eso, para nosotros dos. De todos modos, cuando
acudes a mí de una manera violenta, tengo que detenerte. No puedo permitir
que me hagas daño o abuses de mí, sólo puedo dejar que me digas lo que
sientes.» (La violencia incluye invectivas e insultos, no sólo los ataques
físicos.) Cuando uno se enfrenta a una situación abusiva, yo recomiendo el
enfoque siguiente en tres pasos: (1) manténgase firme, demostrando su dolor
e indicando sus límites; (2) siga con su pareja si ésta es abierta y sensible; (3)
aléjese de esa persona si se niega a tranquilizarse.

Estos pasos crean intimidad porque contienen los elementos más cruciales de
la misma: mostrar su dolor al tiempo que usted se mantiene firme, es ser
vulnerable, no como una víctima, sino como una persona fuerte. Indicar sus
límites, es mantenerlos y mostrarse uno mismo. Seguir con la otra persona no
significa quedarse quieto para que abusen de uno, sino que significa
dedicarse a tratar, procesar y solucionar. Pasar por una experiencia con una
persona torturada significa seguir conectado a esa persona sin dejar que le
torture a usted. Quedarse es una práctica de la conciencia, atención y
dedicación que involucra la

~ 273 ~
devolución a la realidad del amor. Cuando alguien que le odia ve que usted
sufre pero no le abandona, es posible que confíe en usted y que llegue al
final a abrir ese puño que odia. Sin embargo, quedarse no es una estrategia
para el cambio. Nos quedamos a causa de nuestro compromiso a poner la
conciencia, atención y dedicación por delante de la censura, y a la compasión
por delante del ego. Devolvemos amor a cambio de odio, buscando la
comunión y no la retribución. Si alcanzamos la intimidad con el otro, somos
felices. Si lleva tiempo, seguimos con la misma idea, y si fracasa, nos
olvidamos de ello.

CÓMO VOLVERSE DIRECTO • La agresión pasiva (o sea, expresar cólera


indirectamente) no tiene ningún lugar en las relaciones adultas. Examine su
estilo de relación según la tabla siguiente y pregúntese si tiene un
comportamiento indirecto. Si es así, admítaselo a usted mismo y a alguien en
quien confíe, alguien a quien le pueda pedir que le ayude a idear un plan
para cambiar y rectificar.

Expresar la cólera Expresar la cólera


directamente indirectamente

Estar abiertamente en desacuerdo o No cumplir los acuerdos.


decir lo que le molesta expresando
su desagrado por lo que sucede o
ha sucedido.
Tratar, procesar \ solucionar sus Llegar tarde/importunar.
sentimientos. Enfurruñarse, permanecer en silencio,
hacer morros, ausentarse.
Criticar/atrincherarse.
Rehusar o negar el sexo o utilizar la
infidelidad como arma.
Rebeldía.
Bromas pesadas, o trampas.
Ridículo o sarcasmo.
Hacer daño en secreto.
Negar las cinco A.

Exprésense mutuamente los resentimientos y apreciaciones de un modo


directo sin dar fcedback ya que detrás de la mayoría de resentimientos,
subyace una exigencia implícita. Identifique la suya. Detrás de la mayoría de
sentimientos de aprecio, reside un deseo implícito de tener más de lo mismo.
Admita eso. La culpa es casi siempre un resentimiento que se ha vuelto hacia

~ 274 ~
el interior. ¿Detrás de su culpa hay resentimiento?

TRABAJAR SOLO • Si está solo o quiere estar solo con su cólera, pruebe a andar
en círculos, preferiblemente al aire libre, diciendo: «¡No!» una y otra vez. O
ande al ritmo de una frase corta que describa el motivo por el que esté
enfadado. Por ejemplo «¡Tú no me escuchas!» Dé una patada fuerte en el
suelo, al tiempo que pronuncia la palabra que quiere enfatizar y luego
cambie el énfasis, pateando con el pie cuando diga palabras diferentes de la
frase.

COMBINAR EL AMOR Y LA CÓLERA • El amor puede coexistir con la cólera cuando


incluimos las cinco A en nuestra expresión de la misma. Por ejemplo,
demostrar cólera con la atención hacia la reacción de alguien, significa
modularla de tal modo que la otra persona pueda recibirla sin problemas. Al
hacerlo así, también estamos apreciando y aceptando los límites de esa
persona. Se trata de una forma de afecto y permite que el otro se abra a lo
que sentimos. De hecho, todos los sentimientos se vuelven más seguros
cuando se expresan en el contexto de las cinco A, que son formas de soporte
emocional. Haga estas preguntas a su pareja y sugiera que se las haga a
usted:
Tengo derecho a sentir cólera. ¿Eres capaz de aceptarme como una
persona que puede que esté enfadada?

Tengo derecho a expresar mi cólera abiertamente. ¿Puedes permitir eso?

Cuando estoy enfadado, estoy intentando comunicarte algo que me está


molestando. ¿Eres capaz de prestar atención a aquello por lo que estoy
enfadado?

Cuando estoy enfadado sigo amándote. ¿Eres capaz de seguir amándome


mientras sigo enfadado contigo?

Cuando expresamos sentimientos, eso activa el amor en aquellos que nos


aman. Todos los sentimientos son legítimos y se supone que han de llevarnos
a tratar, procesar y solucionar las cosas, de un modo consciente. ¿Mis
sentimientos suscitan compasión o atención en ti, o activan tu ego para que
me ridiculices, muestres disgusto o te alejes de mí?

CÓMO ACEPTARSE EL UNO AL OTRO • Hay una máxima zen que dice: «Siendo esto
así, ¿cómo procederé?» Esta pregunta adulta implica una aceptación de la
realidad tal como es o de una pareja tal como es, o sea, de un modo
consciente, atento y dedicado. Las alternativas serían: «Siendo esto así,
¿cómo procederías?» o «Puedo quejarme , Espero que tú lo cambies» o «Me

- 275
vengaré». Se trata de un punto de inflexión hacia el compromiso, cuando un
miembro de la pareja acepta al otro tal como es -por ejemplo, como alguien
que retrasa las cosas- v en lugar de quejarse, mira dentro de sí mismo y
pregunta: ¿Cómo procederé? ¿Qué haré? ¿Espero que cambie o encuentro
una manera de ci. - dar de mí mismo y de mis preocupaciones, utilizando mis
propios recursos?» No se trata de un modo de distanciarnos de nuestra
pareja sino de aceptar la responsabilidad por nuestro comportamiento \ eí
apuro que estamos pasando. Nos concede poder porque nos pone en
contacto con nuestra autoridad interior. Pruebe a aplicar la máxima zen a su
relación.

CÓMO AFIRMARSE UNO MISMO • Vuelva a cualquier frase de este libro que haya
subrayado o copiado en su diario. Es posible que le havan impresionado
porque se trata de sus propias verdades. Convierta cada una de ellas en una
afirmación volviendo a decirlas en primera persona, en presente,
positivamente y como algo que ya es cierto para usted Por ejemplo, la frase
«Un compromiso adulto es una empresa profundamente verdadera y adulta
de amor continuo», puede convertirse t- «Me comprometo a ser veraz en mi
manera de amar». La frase A miedo habría que concederle las cinco A, ya que
forma parte de c-' y así revelaría que tiene sabiduría y propósito», se
convierte en <Enc_-?- tro sabiduría y propósito en mis miedos cuando les
presto atenc ' i acepto, los aprecio, los permito y trato a mi yo asustado <_ >

CÓMO EXPLORAR EL PRESENTE Y EL PASADO • Responda en su preguntas que


hallará a continuación y luego convierta \ escrito en una carta para su pareja:
¿Siente un vincule es_- usted y su pareja y lo sigue con un compromiso exi- --
¿Qué formas adopta este compromiso? Formúlese estas tas respecto a cada
uno de sus progenitores y al morón siendo niño. ¿Su comportamiento
:
presente en s_ una respuesta a su experiencia original con sus :?? • --
c
rehacer o deshacer el pasado? ¿Qué le impide -v-- . - . .•
cionar todo esto en terapia en lugar de represen::

- 276
Lo único que nos salva de volver a representarlo es un plan para cam biar. Preparar y
llevar a cabo un plan así, puede que le parezca casi imposible, pero la práctica es
para eso. Tanto la salud espiritual como la psicológica, exigen únicamente práctica y
no perfección y somos pocos los que nos sentimos enteros, excepto en algunos
momentos. De igual modo, pocos escaladores alcanzan la cima del Everest, pero eso
no significa que nadie pueda llegar a ella. El Everest en la psique, es el amor, y el ego
está perfectamente capacitado para alcanzarlo. Todo lo que hace falta es morir y
levantarse de nuevo.

LA BENEVOLENCIA • La benevolencia es una práctica budista (también llamada metía)


basada en la premisa de que todos queremos lo mismo, felicidad, y de que nuestro
parentesco con lodos los seres hace que queramos amarles. O sea, desear su
felicidad y que todo les vaya bien. He aquí un sencillo formato para este ejercicio:
siéntese calladamente e imagínese que se llena con uno de los «cuatro
inconmensurables»: compasión, amor, alegría y ecuanimidad. Llame a cada uno de
ellos para que acuda a usted y luego envíelos a un círculo cada vez más amplio de
personas, hasta que haya incluido a todo el mundo en sus deseos amantes: «Ojalá
yo esté alegre y gozoso y que todos aquellos a los que amo también lo estén», y así
sucesivamente. Empiece por aquellos que le aman, luego añada aquellos que son
sus benefactores, luego a los que ama, sus amigos y luego a los conocidos. Siga con
la gente a la que no conoce demasiado pero con la que se encuentra en su vida
diaria, como cajeros de banco y conductores de autobús. A continuación, añada a
las personas a las que usted no les gusta, a las que le disgustan, a las perso nas
difíciles, a la gente hostil, a los enemigos (primero los personales y luego los
políticos), incluyendo personajes históricos. Por último, envíe el amor a todo el
mundo, al norte, sur, este y oeste.

A medida que vaya bajando por la lista, fíjese en si se le presenta alguna resistencia
y no intente desarraigarla. Lo único que tiene que hacer es formar una intención
más fuerte de amar y verá cómo la resistencia se debilita. A medida que vaya
deseando amor y alegría a personas a las que no conoce, así como a sus enemigos,
es posible que algo cambie en usted. Este ejercicio muestra los límites de nuestro
amor y nos ayudar a superarlos. Además, nos enseña a refugiarnos, no en la fama ni
en la fortuna, sino en el corazón.

Las afirmaciones también pueden configurarse de este modo: Ojalá que yo


responda con compasión a------------------- . Ojalá ----------------(nombre
de la persona) tenga felicidad así como las causas de la misma. Ojalá aquellos que
------------------------ estén libres de todo mal. (Encender una vela o
incienso mientras hace esto, le añade una dimensión de ritual que am plifica y
concentra la energía curativa.) Repita las afirmaciones durante todo el día a medida
que se vaya encontrando con las personas. Al salir del dentista diga: «Ojalá él y
todos sus ayudantes se curen a sí mismos y a los demás.» Afirmamos, no sólo para
gente a la que conocemos, sino también para aquéllos a los que éstos llegarán.

Cuando realice este ejercicio de manera habitual, verá su resultado cuando se


encuentre con alguien que le hace daño o le causa dolor, y es posible que oiga lo
siguiente en su cabeza/corazón: «Doy gracias por este maestro. Ojalá que él
encuentre la luz.» Afirmaciones como éstas, no significan que aprobemos
necesariamente el comportamiento de los demás, sino sólo que apreciamos el
potencial de crecimiento que tiene la experiencia. Es otra manera de no rendirse
nunca ante nadie.

Las afirmaciones de compasión, nos liberan del deseo de venganza del ego. Las
afirmaciones de amor, nos liberan para amar más. Desear alegría y gozo a los
demás, nos los trae a nosotros y desearles (y desearnos) ecuanimidad, responde a
las condiciones de existencia de todos. Empezamos a actuar basándonos en nuestra
práctica. Estamos comprometidos con otras personas del mundo, como personas
comprometidas con una práctica y esto es integridad espiritual. Los principios
organizadores del mundo, son las condiciones de existencia y sincronismo así que
cuando le decimos sí a los hechos de la vida y nos abrime - los mensajes en
sincronismo, esa integridad espiritual se convier- • totalidad espiritual.

Dominar este ejercicio lleva tiempo y, por supuesto, no se hace en sentada. Proceda
lentamente y respete su propio ritmo. Es pos ib - tarde un poco en llegar al nivel de
compasión en que pódame- r una afirmación con sinceridad. Exigirá que nos
transformemos - y nuestras relaciones, aunque si prestamos atención diaria ai
encontraremos nuestra recompensa.
Aquí desearía añadir una nota personal. Mucho antes de c • ejercicio, participé en un
viaje organizado a Egipto. Nuestrc . dos horas meditando en la cámara del faraón de
ia C'a~ - o Estando allí tendido, decidí espontáneamente, visca za- •’ as ge sonas de
mi vida. Me imaginé que sería una t----------------------- estuvieran presentes en un
lugar al que puede que nunca fueran en carne y hueso. Uno a uno, me imaginé a
cada miembro de mi familia, amigos, conocidos, etcétera. En aquel momento ése era
el único regalo que podía hacerles y al final de la meditación sentí que les amaba
aún más. Todavía no sabía nada de la práctica del metta, así que no incluí a toda la
humanidad, pero aunque con retraso, lo hago en este momento.

Ojalá que por el poder de las prácticas y ejercicios de este libro, sea capaz de

277 -
dar la bienvenida al amanecer que lo ilumina todo de amor y abundancia y
que pueda cuidar y atender de forma compasiva a aquellos que siguen
perdidos en el ocaso del miedo y del deseo que se oscurece constantemente.

27
8
Epílogo

Un tono de algún mundo lejos de nosotros, en el que la


música, la luz de la luna y el sentimiento, son todo uno.
SHELLEY

ME GUSTARÍA TERMINAR reafirmando los temas centrales del viaje que


hemos hecho juntos. Las ideas y herramientas a las que confío que vuelva
usted cuando la danza de la relación sea desagradable o titubeante. Las
cinco A son la atención, aceptación, aprecio, afecto y admisión o permiso.
Nos hallamos en un viaje heroico que empezó con las necesidades de
nuestros padres; luego cuando buscamos esas necesidades en las parejas
adultas; y que termina, cuando las damos al mundo como una empresa
espiritual.
Que nuestros padres nos hayan dado una buena infancia, afecta de un
modo favorable a nuestras relaciones adultas; en cambio nos puede
afectar negativamente, el caso contrario. Los agujeros que la infancia dejó
en nosotros, pueden incluso convertirse en portales para llegar al carácter
y a la compasión.
Podemos enfrentarnos a nuestros retos de adultos, tratando, proce-
sando y solucionando nuestros problemas, y a nuestros retos espirituales,
mediante la atención, conciencia, dedicación y benevolencia.
Avanzaremos mejor, tanto psicológica como espiritualmente, cc - do
estemos dispuestos a quedar mal, a que nuestro ego inflado que mal, ese
ego que no es más que miedo, apego, control y creer tiene derecho a algo.
Cuando lo dejemos de lado, conseguiré::.
amar a nuestra pareja y a nuestro mundo. Éstas son afirmaciones de

~ 279 ~
parejas que se dedican, no sólo el uno al otro, sino a todos nosotros:

• Creemos en la abundante posibilidad en cada uno de nosotros, de


traer amor al mundo. Queremos reconciliarnos con aquellos que
nos han hecho daño y ayudar a nuestros amigos a reconciliarse
entre sí. Si ellos se están peleando, a nosotros nos duele. Siempre
buscamos maneras de componer las relaciones rotas.
• Nos preocupa conseguir un buen resultado y no quién se lleva el
reconocimiento por conseguirlo. Nos preocupa la eficacia de
nuestra cooperación y no las «medallas» que podamos conseguir
individualmente. Nuestro poder no es individual, es relativo.
Preferimos el liderazgo al dominio. Si los demás comparten esta
preferencia, nuestro estatus depende de nuestra capacidad para
solucionar conflictos, ver una visión nueva o servir de una manera
creativa a los demás.
• No abandonamos a los demás. Si parecen inadecuados, no inte-
ligentes o insensibles, lo único que tenemos en nuestros corazones
para ellos, es más espacio. Vemos que en nuestro interior hay más
tolerancia y más incentivos para ofrecer nuestro tiempo y servicio a
protegerles, en lugar de ser malos con ellos. Nos relacionamos con
el dolor y no lo juzgamos. Mantenemos a los demás en nuestro
círculo de amor, incluso si nos fallan.
• No menospreciamos a los que se comportan de un modo irres-
ponsable o pernicioso. Sentimos compasión por los que están tan
atrapados por el ego o la adicción, que pierden la razón y ponen en
peligro su felicidad. Buscamos maneras de apoyar su recuperación
y compartir información con ellos.
• No nos rendimos ante los demás ni ante nosotros mismos. Pensar
que ellos -o nosotros— «no van a cambiar nunca», es una forma de
desesperanza, una elección que cancela posibilidades y nos cierra a
los milagros inesperados. Nos atrevemos a perseverar con una fe
subversiva en la vida. Como el maestro hindú Nisargadatta Maharaj
dice: «Lo inesperado es seguro que sucederá, mientras que lo que se
anticipa, es posible que nunca llegue.»
• La práctica de nuestro corazón, no sale del moralismo y de las
normas, sino de una benevolencia inalienable. Nacemos con ella
y/o la aprendemos practicándola. Se trata de una inclinación ge-
nerosa, una preocupación sincera por los demás, una capacidad
para sentirse conmovido por el sufrimiento como le sucedía a Buda.

280 ~
De hecho, esta compasión por el sufrimiento de las otras personas,
era lo que le hizo iniciar su camino hacia el despertar.
• Mantenemos un compromiso constante de servir a los demás,
aunque no reclamamos tener las respuestas a los dilemas y con-
tradicciones de la vida. La mejor respuesta proviene de la acción y
no del intelecto. Por ejemplo, es posible que oigamos la pregunta:
«¿Si el amor es lo que gobierna el mundo, por qué hay niños que se
mueren de hambre?» Nuestra respuesta es sencillamente «nosotros
alimentamos a niños hambrientos». «¿Por qué hay tanta gente
buena que tiene una muerte tan dolorosa?» se convierte en
«trabajamos con los moribundos». En otras palabras, encontramos
el significado de nuestra vida mientras la vivimos. Cuando nos
damos cuenta de nuestra intensa y constante interconexión con todo
el mundo y con todas las cosas, la compasión es la única respuesta
posible. Cada pensamiento, palabra y hecho nuestro, rezuman
compasión y nos conducen a ella, suceda lo que suceda.
• No desesperaremos del amor, sino que trabajaremos hacia él. Nues-
tro viaje humano parece ser cosa del amor, de averiguar lo que es y
luego de aprender a darlo y recibirlo. Mientras leemos y trabajamos
con este libro, obtendremos un sentido más rico de lo que es el
amor y seremos más hábiles en compartirlo en una relación adulta.
• Si estamos libres del miedo y del deseo, podremos recibir, y una
vez recibamos, también podremos dar. La intimidad de dar y re-
cibir, tiene ahora un propósito más elevado. Ascender en el amor es
ese destino, y todo lo que hace falta para ello, es negarse a caer y
decidir, en cambio, lanzarse de cabeza a él.
Ahora que este libro llega a su final, al lector sólo le queda una
pregunta: ¿Estoy mejorando en el amor?

Estos dos
que están como en un paraíso el uno en los brazos del otro,
el Edén más feliz, ¡disfrutarán su plenitud de dicha sobre dicha!...
Y amor... y entonces ya no odiarás abandonar este Paraíso, sino que poseerás un
Paraíso dentro de ti, mucho más feliz.
MILTON, El Paraíso re-y y:

281 ~
Apéndice

Los pasos y cambios del dolor


consciente, atento y dedicado

Debemos, llorando, desenredar un amor tejido durante muchos


años.
HENRY KING

LA PENA O EL DOLOR CONSCIENTE Y DEDICADO implica llevar luto,


dolerse y olvidar el pasado sin expectativas, miedo, censura, culpabilidad,
vergüenza, control, etcétera. Sin esta clase de pena consciente, ni el pasa-
do ni las personas, pueden ser enterradas. Cuando lloramos conscien-
temente, nos lamentamos por cada uno de los desengaños, insultos y
traiciones de un pasado que ahora está, irrevocablemente, perdido. Nos
lamentamos de cualquier abuso, ya sea físico, sexual o emocional, y del
modo en que nuestros padres, sencillamente, no nos querían, no nos
amaban, o no podían olvidarse de sus propias necesidades el tiempo
suficiente para vernos como los seres dignos de amor que éramos y
permitir nuestra única autoaparición. Lloramos por todas las maneras en
que nos negaron el regalo que nosotrosdntentábamos darles a ellos: la
plena visibilidad de nuestro verdadero yo, no el yo que habíamos tenido
que fabricar para complacerles o protegerles. Lloramos por todas las
ocasiones en que vieron lo asustados, desolados y tristes que estábamos y
que, sin embargo, no respondieron, cedieron o pidieron disculpas.
Lloramos porque incluso ahora, después de todos esos años, siguen sin
admitir sus abusos o falta de compasión.

282 ~
¿Por qué llorar por lo que nunca tuvimos? Porque teníamos una
sensación instintiva de las cinco A de ser unos buenos padres y de su
ausencia en nuestras vidas. Lloramos la pérdida de nuestro derecho de
primogenitura. Lloramos porque nuestros padres tenían esa misma
sensación y de algún modo, la ignoraron. Lloramos porque los que nos
amaban eran los que nos hicieron daño: «Mira cómo me hirieron en la
casa de aquellos que me amaban.» (Zacarías 13:6)

El duelo (o sea llorar por algo) es un proceso. Se produce durante toda


nuestra vida cuando descubrimos niveles nuevos en el dolor y las
pérdidas que sentimos en el pasado. Una vida no es suficiente para
olvidarse de todo eso, pero sí lo es para hacer todo lo posible para liberar
nuestro dolor, de modo que las energías inmovilizadas en el pasado,
puedan ser vueltas a invertir en el presente.

La posición favorita de la pena, es que la lleven a cuestas. Si estoy


abandonado en el presente y me permito penar por el abandono, todos los
viejos abandonos del pasado, que han estado esperando su turno, saltan
encima de mis hombros. Y ahí también se incluyen las penas del
colectivo humano, lo que Virgilio llamaba «las lágrimas en las cosas».
Son los hechos de la relación: la sensación de que falta algo, las intimi-
dades fugitivas, los finales inevitables. En nuestros corazones cargamos
con sensibilidades hacia todas esas cosas, y nuestras penas personales las
evocan. ¡Qué modo de descubrir que no estamos solos! Cargamos con la
herencia del pasado arquetípico y la enriquecemos continuamente con
nuestra experiencia personal.

Jung sugiere que un primer paso necesario hacia la conciencia espi-


ritual, es que trabajemos en nuestros problemas infantiles. Tal como él lo
dice: «Hay que tratar o enfrentarse siempre primero, al inconsciente
personal... de lo contrario, no se podrá abrir la puerta que da entrada al
inconsciente cósmico.» Los pasos esbozados en este apéndice, fueron
diseñados y luego revisados de acuerdo con mi trabajo con muchos
clientes y en muchas clases, sobre el modo de llorar por las pérdidas y
abusos en la infancia. También pueden adaptarse para llorar la muerte, el
final de las relaciones, o cualquier otra pérdida que podamos sufrir en el
transcurso de la vida. No somos capaces de compensar las pérdidas, pero
podemos aprender a tolerarlas y a contenerlas. De est es de lo que va el
viaje espiritual y sentimental del duelo. «Nuestras almas son amor y una
despedida continua», escribió W B. Yeats.

La aflicción es una acción y no una transacción. Es nuestra respon-

283 ~
sabilidad personal, así que no lo hacemos con los que han perpetrado
nuestras pérdidas, incluyendo a nuestros padres. Interrumpimos nuestra
propia curación durante el tiempo que seguimos teniendo que decir a
nuestros padres lo malos que pensamos que fueron. Sin embargo, es
apropiado pedirles información respecto a lo que nos sucedió. Si les habla
de su trabajo con la pena, asegúrese de que lo hace para que compartan
información y que no está intentando convencerles de que estaban equi-
vocados, hacerles daño o vengarse de ellos.

Algunos de nosotros todavía no estamos preparados para enfrentarnos


a lo que nos sucedió en realidad; sospechamos o incluso sabemos que no
tenemos la fuerza suficiente para seguir el proceso hasta su dolorosa
conclusión. Es importante respetar esta duda y nuestro propio ritmo. Unas
lágrimas pueden verterse hoy; algunas el año que viene, y otras dentro de
treinta años. El niño interior del pasado cuenta su historia a pequeñas
dosis, no fuera a ser que tuviéramos demasiado que manejar de una vez.
«Apresurarse o retrasarse, es interferir», dice D. W Winnicott. El hecho
de que la pena tarde tanto en solucionarse, no es señal de nuestra falta de
adecuación; en realidad, es evidencia de la profundidad de nuestra alma.

Paso uno: Permitirnos saber o recordar


Para demostrar lo bueno que resultó de mi experiencia tengo que contarte cosas
que no fueron tan buenas.
DANTE, El infierno

A pesar de que el recuerdo de acontecimientos pasados que nos persigue,


permanece siempre en nuestra psique, no siempre es fácil recuperarlo. Un
sentimiento o intuición sobre algo que sucedió (restos del recuerdo) no es
suficiente para empezar el proceso de trabajar en la pena. Es suficiente
recordar algún modo en que nuestras necesidades no fueran satisfechas.
Si no surge un recuerdo concreto, bastará con un sentimiento de tristeza.

Una vez que hayamos recordado una causa de pena, podemos pasar a
hablar de ella con alguien en quien confiemos. «No hay duda de que
cierras la puerta a tu libertad, si niegas tus penas a tus amigos», le

~ 284 ~
PRÁCTICAS

ENTRAR EN EL PASADO • Levante su mano derecha y luego extiéndala


horizontalmente. Ahora haga lo mismo con la izquierda. Repita, lentamente, cada
uno de los cuatro movimientos con los ojos cerrados, imaginándose una de estas
experiencias infantiles en cada una de las cuatro posiciones de las manos: (1) Un
adulto me lleva de la mano mientras cruzo una calle; (2) alargo la mano por
encima de la mesa para tomar más comida; (3) estoy haciendo una pregunta por
primera vez en clase; (4) me acerco a mi primer amigo.

Fíjese en cómo se siente mientras recuerda cada una de estas experiencias. ¿Las
experiencias originales estaban asociadas con dolor o cuidado; por ejemplo, le
arrastraban a través de la calle, le ayudaron acercándole la comida, le hicieron
pasar vergüenza en la escuela, fue rechazado por un posible amigo? Busque los
efectos en su nivel presente de autoestima y en sus relaciones actuales.

RECORDAR • Algunos de los abusos de los primeros años de vida, son demasiado
abrumadores para manejarlos directamente o de una manera segura. Es posible
que nos hayamos disociado del abuso (lo hayamos olvidado o insensibilizado),
una herramienta útil cuando éramos víctimas, impotentes para alterar nuestra
condición. El primer paso para curar los recuerdos, es volver a asociarnos con
nuestro pasado, utilizando nuestro poder adulto para mirar nuestro dolor, a fin
de poder pasar por él y luego abandonarlo.

Hágalo localizando un ambiente del pasado e imaginándose usted en él. Luego


empiece a describir en voz alta o por escrito) lo que sucedió, el aspecto que tenía
todo, dónde estaba usted sentado o de pie, lo que recuerda haber dicho, lo que
le dijeron, cómo le trataron, qué le permitieron o le prohibieron, y así
sucesivamente. En cada una de las reminiscencias, siga hablando o escribiendo
hasta que sepa cómo se sentía. Luego, fíjese cuándo, en su vida presente, se
siente del mismo modo, ya que eso le mostrará el modo en que el daño original
le sigue afectando. En el pasado, usted era impotente para cambiar lo que le
hacía daño, pero ahora puede cambiar sus reacciones a situaciones que se
parezcan a las que una vez le causaron dolor.

Suponga, por ejemplo, que recuerda que le habían puesto en ridículo por «hacer
demasiadas preguntas». Ahora sigue usted teniendo miedo al rechazo si rebusca
demasiado a fondo en las manifestaciones o conductas de la gente. No se da
permiso para pedir, de forma asertiva, la información que quiere. Se comporta
como si todavía fuera un niño que tiene miedo a ser reprendido. Coloque las
experiencias de la infancia y de la edad adulta juntas y exprese el sentimiento
que aparece: cólera, tristeza, temor o las tres. Exprese estos sentimientos a

286 ~
alguien que los respete. No necesita darle la culpa al que se lo hizo, sino
únicamente, expresar con libertad su sentimiento actual. Al concederse a usted
mismo esta libertad de sentir, invierte el abuso original y el hecho de guardar
silencio. Primero, demuestra que no necesita el permiso de nadie; segundo,
muestra el sentimiento en lugar de ocultarlo; y tercero, lo deja atrás al expresarlo
(en vez de aferrarse a él, reprimiéndolo). Ha pasado de que ios demás le digan lo
que debería sentir, a decirle a los demás lo que siente en realidad.

He aquí algunas pistas que pueden serle útiles en esta fase:

• Cuente su historia una y otra vez. Esta es la manera normal de absorber


un impacto. Si para usted no es fácil contar su experiencia en palabras,
dibuje o haga un «collage» expresando lo que le es difícil decir o escribir.
De todos modos, guíese por cualquier resistencia que note. Quizá sea la
manera que tiene su psique de decirle que el momento no es el adecuado
para esta clase de trabajo. Hacer caso de ese mensaje ya es, en sí mismo,
curación.

• Su aflicción actual es el caballo en que puede montar para acceder al


pasado xen cada aflicción actual para llegar a una pasada.

• Trate a os r „ -dos como una admisión de algo que se hace a usted m $m:
algo cuxo alcance o gravedad tuvo miedo de admitirse a : mismo o a otra
persona. La remembranza significa de- . e abuso, no soportarlo. Es una
admisión que se hace a usted mismo de lo que sucedió y de lo que sintió
al respecto. No mporta si sus recuerdos son exactos o no, porque está t.-
aba ando en un impacto subjetivo y no, en una precisión histórica.

• Ex ¡te preocuparse por el motivo del abuso. Esta clase de indagaciones


nos vuelven a conducir a la mente pensante, el ego tram
poso que llevará a cabo su habitual distracción y consuelo. En vez de eso,
cambie cada «¿por qué?» por un «sí». Meister Eckhart decía: «La única
manera de vivir, es como la rosa: sin un por qué.»
• Distinga entre un progenitor ansioso y neurótico y que descargaba su
disgusto en usted, y uno que era malicioso, malvado o cruel y disfrutaba
viéndole herido. El último inflige una herida más profunda y deja una
cicatriz más grave en su capacidad de confiar en relaciones posteriores.

En estas primeras fases del recuerdo y sentimiento, no exima de culpa a sus


padres («por aquel entonces no sabían hacerlo mejor», «ahora es
diferente»). La verdadera compasión y perdón, siguen a la cólera.
Recordar provoca una pregunta que nos deja perplejos y molestos: «¿Por
qué estaba pagando yo? ¿Qué dolor estaba siendo obligado a expiar en

~ 287 ~
lugar de mis padres? ¿Estoy soportando una tortura para pagar por los
defectos de mis antepasados? ¿Toda mi vida adulta es un síndrome de
estrés postraumático en reacción a mi infancia?»

• Es mejor trabajar en una terapia para establecer una seguridad interior


antes de trabajar directamente con recuerdos pasados. Además, el trabajo
de la pena que viene a continuación, está adaptado a aquellos que no
experimentaron un abuso o trauma severo. Esa experiencia exige aún más
trabajo preparatorio para establecer una seguridad interior, antes de que
empiece el proceso y curación de los recuerdos.

• Una herida no nos destruye, sino que activa nuestros poderes de


autocuración. La cuestión está en no «dejarlo atrás» sino en se guir
beneficiándonos de la fuerza que ha despertado.
• Contemple fotos de cada uno de sus progenitores, antes de que se
conocieran. Coloque las fotos una al lado de la otra, y hable en voz alta o
por escrito, con cada uno de ellos respecto a algo de lo que les aguardaba
y que nunca podían haber adivinado. Por ejemplo: divorcio, abuso, usted y
su historia con ellos. Luego dígales las cosas positivas que iban a
sucederles. Fíjese en la cantidad de compasión por su historia que puede
surgir.

El primer paso es el único que realmente hemos de dar. Los siguientes llegarán
por sí solos. Surgirán plenos sentimientos y con ellos nuevas e instintivas
representaciones de acontecimientos, un perdón compasivo, dejarlo correr y
rituales para conmemorar el proceso. Por último, cuando nos demos cuenta de
que nosotros mismos estamos recordando y echando en falta las cosas buenas
que nos sucedieron, estaremos sintiendo nostalgia, esa pena ligera que señala el
ocaso del trabajo con la pena.

Paso dos: Permitirnos sentir

Los sentimientos concretos de la pena son: tristeza, cólera, daño y miedo


(incluso terror). En el caso de una pena consciente, nos convertimos en la
pista de aterrizaje que permite la llegada de cualquier sentimiento.
Algunos se estrellan y otros aterrizan suavemente. Algunos nos hacen
daño, pero ninguno nos lo hace de una forma duradera. Nosotros
permanecemos, mientras ellos se alejan por sus propios medios o mien-

~ 288 ~
tras se limpian los restos del desastre. Podemos confiar en que sobrevi-
viremos, ya que se nos construyó para esta tarea.

Es sorprendente, pero la negación tiene un papel en sentir pena de una


forma sana. Para un adicto, la negación le proporciona una manera de no
tener que enfrentarse a la realidad, pero a las personas que están
trabajando a través de la pena infantil, la negativa les proporciona una
manera sana de dejar entrar el dolor poco a poco, para que lo puedan
manejar con seguridad. Es normal evitar todo el asalto furioso de una
pérdida y sus implicaciones. La pena aterradora es la que no permite esa
entrada ralentizada de información, por ejemplo, la noticia repentina de la
muerte de un ser querido, sino que nos deja impotentes, indefensos, sin
escudo alguno frente a la información inalterable e irreversible sobre una
pérdida.

Hablando de terror, una fuerte reacción a una situación concreta,


incluso en una película, puede darnos una pista de que algo dentro de
nosotros, está pidiendo a gritos una reparación. Recuerdo haber vi< una
película en la que a una madre le dan la noticia de la muer- repentina de
su hijo. Sentí, profundamente, su terror como una ción de aprensión y
retortijón en mi estomago. Alrededor de un mes más tarde, puede que en
un ejemplo de sincronismo, mi hijo me habló de dos niños, clientes
suyos, cuya madre había muerto de repente. En mi pena por ellos,
experimenté el mismo terror que había sentido durante la película. Estaba
más allá de la compasión; la noticia de estas muertes me parecía, de algún
modo, como una amenaza personal. Me pregunte: «¿Por qué siento una
reacción tan fuerte?» Una mañana, un día o dos después de esto, me
desperté con un recuerdo consciente de algo que siempre había sabido por
mi historia familiar. Antes de que yo naciera, mi abuela se había enterado
de la muerte repentina de su hijo, Biaise. Pensando en esto, sentí la
misma reacción dolorosa en la boca de mi estómago. Luego,
concentrándome en ese lugar de mi cuerpo, me di cuenta de que mi madre
había tenido la misma noticia respecto a su hermano favorito mientras yo
estaba en su vientre. Siempre me había dicho que se sintió deprimida y
había llorado de manera incontrolable durante muchas semanas. En otras
palabras, yo también había oído la noticia de algún modo y mi propia
salud/supervivencia, había sido amenazada por ella. La psique recuerda
todas sus heridas y pérdidas. ¿Es posible que ese dolor en mí mismo,
incompleto y nunca llorado, sea el responsable de mi reacción al dolor
equivalente en los demás? ¿Es tan fuerte la conexión arquetípica entre los
seres humanos? Mi terror y mi impotencia respecto al impacto que
sienten los demás, me indica que tengo un trabajo que terminar en mí
~ 289 ~
mismo.

PRÁCTICAS

«Esto no es cosa de quien soy, sino de lo que me sucedió.»

CÓMO PERMITIR QUE SUS SENTIMIENTOS SALGAN A LA SUPERFICIE • Emerger de nuestra


pena, es cuestión de liberar la tristeza, que expresamos de forma primordial,
mediante las lágrimas. A cualquier edad es apropiado llorar cuando no nos llega
el amor requerido. Eso no es señal de infantilismo, sino de que estamos
permitiendo que nuestro niño interior sienta de una manera auténtica. La mejor
manera de llorar es dejar que nos sintamos tristes, no sólo por las pérdidas
pasadas sino también por las presentes. Nos lamentamos porque no obtuvimos
las cinco A de nuestros padres o no las estamos obteniendo ahora de nuestras
parejas.

~ 290 ~
Recuerde también que, además de la tristeza, el duelo puede involu crar el
procesado de otros sentimientos. A menos que el daño se exprese y procese, éste
se convierte en piedad por uno mismo. Una cólera no expresada, se convierte en
amargura. Una tristeza no expresada, se convierte en depresión. El miedo no
expresado, se convierte en un pánico paralizante. Estos resultados continúan el
abuso, aunque ahora nos lo estamos infligiendo a nosotros mismos.

Por lo tanto, en este paso admitimos todos los sentimientos y su total legitimidad
y luego los expresamos de una manera físicamente empática, por ejemplo,
llorando, gesticulando o cambiando la voz. Experimentar, plenamente, todos sus
sentimientos, conduce a la catarsis o liberación (las sustancias químicas halladas
en las lágrimas causadas por la pena, se ha descubierto que reducen el estrés. Las
lágrimas provocadas por las cebollas, no contienen dichas sustancias químicas).
Cuanto menos capaces seamos de sentir, más profunda deberá de haber sido la
herida. Es útil recordarlo también cuando se trate de nuestra pareja. Igual que
nosotros, esa pareja reservada que raramente expresa sentimientos es posible
que esté llena de pena no procesada procedente de la infancia.

Los sentimientos conectados con la pena, tienen sonidos. Unos sonidos que son
profundos, guturales e incluso, que dan miedo. Son fuertes e impredecibles, no
fríos y educados. Asegúrese de que tiene espacio libre para dejar que salgan
todos al exterior. Usted tiene derecho a todos sus sentimientos y no tienen que
ser ni justificados ni lógicos; pero tenga cuidado >i aparece una sensación de
rechazo, decepción, humillación, abandono o traición. Esto no es un sentimiento,
sino un juicio, una forma sutil de culpa, una visita del ego tramposo que susurra:
«tú eres quien tiene -azón o no dejes que se salga con la suya» en lugar de ¡me
due.e de verdad y estoy realmente asustado!». Localizar el sentimiento que se
oculta detrás del juicio sirve de ayuda. Detrás del desengar : ■■■■< ejemplo,
puede haber tristeza y la creencia de que se supone que : _ das las expectativas
han de ser satisfechas. Detrás de cada uno de estos juicios, de hecho, hay una
disputa con un hecho de la vida v una creencia de que tenemos derecho a un
tratamiento especial. Como adultos libres del ego infantil, damos por supuesto
que sufriremos m. - -• ..¿ños o decepciones, así como rechazos. En condiciones
normales de las relaciones humanas, tomamos nota de ellas sin alterarnos. ¡Vea
como el duelo nos desafía a desinflar y a trascender al ego! En este sentido se
trata tanto de trabajo psicológico como espiritual.

Según la mitología griega, el vino tuvo su origen en las lágrimas de Dionisio que
lloraba por Ampelos, su amante muerto. Así que la alegría al final procede de la
pena. Abandonar el miedo y la cólera en la pena es una manera potente de
encontrar serenidad y libertad adulta. El Baghavad Cita dice: «Lo que al principio
es un cáliz de pesadumbre, se convierte al final en vino inmortal.»

~ 291 ~
Paso tres: Una oportunidad para repetirlo

El tercer paso hacia la curación de los recuerdos es repetir de memoria, la


acción o el discurso abusivo original, pero esta vez, dígalo alto y claro, e
interrúmpalo. En este psicodrama, se coloca usted, mentalmente, en el
ambiente original y oye y ve lo que le dijeron o le hicieron. Luego
proclama su poder y dice no al abuso. Hágalo verbalmente o como una
acción dramática y siempre con alguien viéndolo y escuchando. También
puede hacerlo por escrito, dibujando, bailando, moviéndose, modelando
arcilla o cualquier otro medio de expresión. No intente cambiar al
abusador en su drama de memoria, sólo a usted. Después de haber dicho
no ai abuso, ya no es la víctima de la escena sino su héroe. Ha añadido un
final nuevo al recuerdo original y siempre que surja en el futuro, lo
recordará con el nuevo final.

Es posible que todo esto le parezca inútil porque no podemos cambiar


el pasado, pero el pasado que no podemos cambiar es el pasado histórico.
El pasado que llevamos en nuestro interior sí que podemos cambiarlo.
Llevamos con nosotros un hecho (inalterable), pero también cargamos
con su impacto (muy cambiable). Cuando permitimos que la memoria
original se convierta en un mero hecho, la carga desaparece de él y deja
de doler. Ahora, cuando recordamos el pasado, también recordamos cómo
curamos el viejo dolor. Este recuerdo reconstruido, nos conduce a la
serenidad y solución, igual que el recuerdo de un daño se vuelve más
soportable, e incluso nos anima, cuando la persona que nos hizo daño nos
pide disculpas.

- 292 ~
Paso cuatro: Abandonar las expectativas

El cuarto paso en la curación de los recuerdos es abandonar y olvidarse de


cualquier expectativa de que alguna otra persona le dará todo lo que usted
encontró a faltar en su infancia. Pase revista a su estilo de vida y a sus
elecciones presentes en busca de cualquiera de estas expectativas. ¿Está
exigiendo que una pareja le dé lo que sus padres no le dieron? ¿Está
enseñando a su pareja a que le trate como sus padres le trataron a usted?
¿Está apegado a un gurú? ¿Está atrapado en algún movimiento fanático?
¿Es adicto a una sustancia, una persona, al sexo o a una relación? ¿Es
usted compulsivo u obsesivo respecto a algo de lo que no puede
deshacerse? ¿Está, de hecho, intentando conseguir que algo o alguien le
dé ahora lo que tuvo una vez o esperaba conseguir de su familia?

En ocasiones, es posible que nos imaginemos que seríamos capaces de


encontrar el confort, la seguridad o la paz mental, si nuestra madre viniera
a buscarnos ahora y se centrara en nosotros, de todas las maneras que no
hizo antes. Nos imaginamos entonces que seríamos capaces de olvidarnos
de que queremos que ella satisfaga esa necesidad. Como pensamos así, la
llave para nuestra felicidad sigue estando bien apretada en su mano. ¿De
qué modo colocaremos esa llave en nuestras propias manos? Haciendo el
trabajo. Cuando utilizamos las herramientas de la salud psicológica y la
práctica espiritual para concentrarnos en nosotros mismos, nos
convertimos en padres para nosotros y ya no estamos tan necesitados de
lo que los padres o padre sustituto puedan darnos. Seguimos necesitando
a los demás, pero no estamos necesitados de ellos. Una necesidad
empieza con la sensación de que falta algo, seguida de una movilización
de energía hacia la satisfacción y se soluciona con ésta o con el
reconocimiento de que la satisfacción no es posible en este momento o
por medio de esta fuente. La necesidad o menesterosidad es un estado
continuado y estresante de insatisfacción, de incapacidad de ser
satisfecho, sin solución posible.

Mi propio padre me dejó cuando yo tenía dos años y nunca regn■■ ni


se mantuvo en contacto conmigo. Cuando le busqué siendo ya adulto, me
di cuenta de que incluso entonces, seguía intentando co- que fuera un
padre para mí, pero él no era capaz de ser de! rr. yo quería que fuera,
porque él no era así. Eso me estrn. . " me creó una gran frustración e
incluso llegó a obseu ■ • r
muy intensamente sobre este problema en terapia y con afirmaciones. Un
día, que nunca olvidaré, estaba cruzando una calle en una gran ciudad,
cuando de repente escuché una nueva voz en mi cabeza. En lugar del
habitual «¿Por qué él no es capaz de_______________?» dijo: «Se supo
nía que él iba a ser un padre para ti sólo de una manera, contribuyendo a
tu nacimiento y él hizo eso a la perfección.» Me detuve en seco en mitad
de la calle dándome cuenta, con sorpresa, de lo cierto que era eso. A
partir de esc momento me sentí mejor con respecto a mi padre, y mis
ansias por tener algo más de él, terminaron.

¿De dónde venía esa voz? Era una gracia que yo no había planeado o
fabricado, la gracia del esfuerzo que me había comprometido a realizar.
Mi trabajo tuvo toda su recompensa en un minuto. Ese día en esa gran
ciudad, cuando por fin perdoné a mi padre en mi corazón, me sentí mucho
mejor. Luego supe que todo el mundo que tiene algo que ver en nuestra
vida tiene que encontrar un lugar en nuestro corazón antes de que
podamos ser completos.

Paso cinco: El agradecimiento como ejercicio


Si difiero o delego la pena, disminuiré el don.
EAVON BOLAND

El quinto paso en la curación de los recuerdos es dar las gracias a su yo


interior (y/o poder superior) por haber sobrevivido a cualquier dolor,
abuso o falta de satisfacción de una necesidad que haya padecido en su
infancia y que le haya hecho más fuerte. Cuando lo haga, se hará eco de
un tema de este libro: que existe una dimensión positiva en todo lo que
nos ha sucedido. Identifique algún modo en que el abuso original le haya
conducido a una compensación. Por ejemplo, es posible que haya apren-
dido a enfrentarse al dolor, a veces huyendo, a veces enfrentándose di-
rectamente a él, acciones ambas legítimas y sabias dependiendo de la
fuerza que tuviera disponible en ese momento. Localice ahora, en usted,
los poderes que se remontan a un dolor o pérdidas anteriores. A eso es a
lo que nos referimos cuando decimos que el héroe es la persona que ha
vivido el dolor y ha sido transformada por él.

Prepare una afirmación que dé gracias porque, lo que le ha sucedido,


es lo que era necesario para convertirle en la persona fuerte que es ahora.
Está agradecido, no por el dolor sufrido en el pasado, sino por su poder
para enfrentarse ahora al dolor. Nietzsche dijo: «Hicieron falta muchas
~ 294 ~
cosas malvadas y dolorosas para que se produjera la gran emancipación.»
También dijo que lo que no nos mata nos hace más fuertes.

¿Es usted fuerte ahora? Por lo menos está dispuesto a enfrentarse al


dolor de llorar honestamente por los abusos pasados. ¡Fíjese en cuántas
maneras hay de que el pasado nos revele el presente! Nos dice lo que
necesitamos saber, y por qué. Nos revela los orígenes de nuestros activos
y de nuestros déficits, y actualiza nuestro potencial. Es el mapa interior de
nuestras vidas adultas. Con tal que sepamos leer lo suficiente,
encontraremos en él, la historia más conmovedora sobre nuestra tierna
vulnerabilidad y un relato de lo más exacto de todos nuestros temores y
anhelos.

Mi mayor alegría es darme cuenta de que todavía puedo amar. Esa


capacidad permanece intacta a pesar de todos los golpes. Que el amor
haya sobrevivido significa que yo también lo he hecho.

Paso Seis: La gracia del perdón


Mi fe en la bondad del corazón humano es firme.
Todos los días de mi vida he sido sostenida por esa bondad.
HELEN KELLER

El perdón es un suceso v no un paso realmente. No podemos planificarlo


o querer que se produzca. Es la compasión automática y la absolución de
aquellos que nos han hecho daño. Significa dejar marchar y olvidarnos de
la culpa y de la cólera, al tiempo que seguimos reconociendo la
responsabilidad. Es por eso que sólo podemos llegar a él, después de la
cólera.
La compasión hacia los que cometieron los abusos significa aban-
donar la indignación del ego durante el tiempo suficiente para ver el dolor
de esas personas. Significa darnos cuenta de que las personas abusadoras
fueron, a su vez, abusadas, y que nunca lloraron su propi dolor
inconsciente, sino que se limitaron a perpetuarlo en nos Vemos lo erróneo
que fue eso, pero ahora nos damos cuenta com::

temente de su dolor, puede que por vez primera, y lo sentimos con ellos.
El perdón aleja, por fin de nosotros, la carga de su dolor. Se trata,
realmente, de amor incondicional y promociona nuestra salud personal,
psicológica, espiritual e incluso física.

295 ~
El perdón es un poder, una gracia que nos permite sobrepasar los
límites normales de nuestro ego. El ego neurótico a menudo está enfo-
cado al castigo y a la venganza, de hecho, buscar la venganza es una
manera de resistirse al duelo. Sustituye el poder sobre lo injusto, por la
vulnerabilidad de sentirse triste por la injusticia. Por otro lado, la pena
sana conduce a un compromiso para enfrentarse, de un modo no violento
a los entuertos, para buscar la reconciliación y la transformación en lugar
de venganza y retribución. Es una manera de aprovechar el poder en lugar
de ser pisoteado por él o utilizarlo para pisotear a otras personas.

El perdón es la conciencia, atención y dedicación aplicadas a nuestro


daño. Sentirse con ganas de perdonar y compasivo, es una señal de que
hemos trascendido al ego. Si siente el perdón, es que unas fuerzas que le
ayudan han bendecido su trabajo. Es un momento que integra el trabajo
psicológico conseguido por la voluntad y los dones espirituales recibidos
como gracias, que mejoran y completan sus esfuerzos. Igual que los hé-
roes míticos, luchamos y sentimos con toda nuestra fuerza, y luego un
poder superior a nosotros, aparece trayéndonos regalos.

El ego se imagina que el perdón exige el castigo como requisito


previo, pero el perdón auténtico abandona ese modelo de «ojo por ojo» en
favor de la generosidad pura. El perdón es la forma más elevada de dejar
correr las cosas, porque al perdonar abandonamos y olvidamos, no sólo el
resentimiento hacia los demás, sino nuestro propio ego. Es un
acontecimiento en los Juegos Olímpicos de la espiritualidad.

Cuando mi madre abusaba de mí a su manera descontrolada, me daba


miedo y luego me culpaba por demostrarlo, diciendo que yo era un
cobarde si levantaba las manos por encima de mi cabeza para evitar sus
golpes. Ahora comprendo que mi madre no disfrutaba pegándome. Estaba
atrapada por una compulsión que la coaccionaba para que descargara su
vergüenza y pena más profundas en mí. Cuando me lamento, no excuso
este comportamiento pero sí que me doy cuenta de que siento compasión
por su dolor atrapado y esta compasión.

296 ~
a diferencia de un resentimiento duradero, no me distrae de mi trabajo
con la pena.

Diga las frases siguientes de vez en cuando, hasta que le parezca que
todo se ha convertido en algo cierto para usted: «Cuando recuerdo el daño
que los miembros de mi familia me han hecho, siento compasión por su
falta de adecuación, su ignorancia y el miedo que ocultaban. No deseo
vengarme o hacerle daño a nadie, ni siquiera que me comprendan.
Tnundo a mi familia con un amor que todo lo perdona y me regocijo por
el hecho de que ahora estoy libre de tener que cambiarles. Ya no saco a
colación mi historia con los miembros de mi familia, sino que únicamente
se la cuento a los amigos o en terapia.»

Paso siete: Los rituales de curación


Un ritual utiliza una conciencia recién hallada que hace que su realidad
más profunda sea próxima y palpable. Santifica el lugar en que nos
encontramos y las cosas que sentimos, consagrándolas como algo
superior a lo transitorio. Diseñe un ritual que tome en consideración los
rituales de su infancia, pero luego amplíelos. Encuentre un gesto que
manifieste su intención y sus logros en el trabajo con la pena que haya
terminado y halle, también, una manera de dar las gracias por los dones
espirituales que haya recibido. Los rituales reclutan a nuestros cuerpos.
La mano y el ojo tienen una sabiduría antigua que funciona mejor que la
mente en el proceso de integración.

Llorar o lamentarse por el pasado, no sólo es cuestión de resenti-


miento familiar, sino de terminar el trabajo de la familia. Aquellos que ya
se han ido o fallecido, siguen formando parte de nuestro sistema familiar
v nadie está plenamente excluido, por muy completamente que lo
rechazáramos o por mucho que él rechazara a la familia. Cuando
honramos v volvemos a incluir a los que estaban excluidos, ya no
dominan nuestra psique como fantasmas que no descansan; y relacio-
narnos con nuestro propio pasado sombrío es posible que no sólo nos
cure, sino que también llegue hasta el pasado de nuestra familia y cure a
nuestros ancestros. A lo mejor resulta que estamos aquí para surtir efecto
en el karma de nuestros antepasados. ¿Qué hicieron la abuela o mi madre
que nunca fue atendido y sanado? cQué es lo que sufrieron y luego
pasaron a los demás en lugar de solucionarlo? ¿Estoy imitan
su destino? Un ritual trabaja de un modo muy poderoso, cuando abraza
nuestra conexión con el pasado y nos convierte en sus sanadores heridos.

PRÁCTICAS

CREE UN RITUAL PARA LA PENA • Planifique un ritual con las siguientes cuatro partes.
1. Reconocimiento. Escriba una revelación plena de sus experiencias dolorosas
y un relato de sus procesos de duelo.

2. Abolición. Queme las páginas en las que escribió esas cosas y entierre las
cenizas junto con unas semillas o debajo de un árbol.

3. Renovación. Utilice afirmaciones que reconozcan que deja correr el pasado,


su solución de sus penas y que sigue usted adelante con alegría y libertad.
Vuelva a comprometerse con una satisfacción adulta de las necesidades y
con la libertad, gritando o cantando sobre sus poderes en la playa o en la
montaña o en cualquier lugar de la naturaleza que le parezca que pueda
darle vida. Recuerde algunos buenos momentos del pasado: si los recuerdos
del trauma son dolorosos y debilitadores, los recuerdos de seguridad y
confort son sanadores. A partir de ahora, evoque un buen recuerdo por cada
uno malo e incluya el recuerdo de su propio proceso de duelo, tratándolo
como el capítulo final de su infancia.

4. Devolver. Cuando una pena empiece a ceder, empezará a sentir alegría,


liberación y curación. Estos sentimientos son resultado de su trabajo, pero
también de la gracia. Devuelva el don en forma de una donación, un favor,
ofreciéndose voluntario para algo, etcétera, a cualquier persona o causa que
refleje su propio trabajo de curación. Por ejemplo, con niños hambrientos o
que han sufrido abusos, o con algún proyecto educativo o de sensibilización
social. Dé algo a aquellos que estén algo más atrás en su mismo camino. Eso
puede que sea lo que W. B. Yeats quería decir cuando escribió: Yo fui
bendecido y pude bendecir.»

Paso ocho: Hacerse uno mismo de padre y/o madre y volverse a


conectar

Para decir que hemos terminado de verdad nuestro trabajo con la pena,
necesitamos alcanzar, no sólo una catarsis de sentimientos, sino también
cuidarnos y alimentarnos a nosotros mismos y tener una intimidad sin
miedo con los demás. Los dolores del duelo, son los dolores del parto

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8
cuando nace el yo adulto. Dolerse o penar es prestar atención a esa parte
nuestra que está llorando de miedo y consolarla. Cuando lo hacemos, nos
hacemos de padres a nosotros mismos y mostramos la vulnerabilidad que
conduce a unas relaciones sanas. Como san Gregorio de Nyssa escribió
en el siglo IV: «Somos, en cierto sentido, nuestros propios padres y nos
damos a luz a nosotros mismos por medio de nuestra libre elección de lo
que es bueno.»

Hacerse uno mismo de padre significa concedernos las cinco A a no-


sotros mismos. Prestamos atención a nuestro dolor y a nuestros recursos
internos para la curación. Prestamos atención al modo en que nuestro
pasado ha interferido en nuestras relaciones y cómo nos ha ayudado a
encontramos a nosotros mismos. Practicamos la autoaceptación abra-
zando todos nuestros talentos, virtudes, fallos e insuficiencias. Sentimos
aprecio por nuestro viaje y los pasos en falso que hemos dado en él.
Apreciamos a nuestros padres y a nuestras parejas por las contribuciones
que han hecho a nuestro carácter, para bien o para mal. Nos amamos tal
como somos y sentimos respeto y compasión por nuestros yos pasados, e
imparcialidad hacia nuestro íuturo. Nos permitimos vivir de acuerdo con
nuestras necesidades, valores y deseos más profundos y nadie puede de-
tenernos, nadie podrá.

Hacernos de padres también significa abrirnos a nuestros recursos


internos y a un sistema de apoyo de gente que nos ama, sabia y com-
pasiva. El dolor y la pérdida nos alienan de los demás; el trabajo con la
pena nos vuelve a conectar con otras personas en las que podemos
confiar. Puede que incluya a los que nos hicieron daño, pero princi-
palmente proceden del mundo exterior en el que muchos brazos nos
esperan. La superviviente del Holocausto, Elie Wicsel, dice: «No hay un
Mesías sino momentos mesiánicos.» No siempre podemos tener padres en
nuestras vidas, pero hay momentos paternales y materna i .- en los que
alguien que nos ama —nuestros padres biológicos o adulto que nos
apoya- acude en nuestra ayuda. Hacernos de : •

incluye aceptar y atesorar estos momentos y a las personas que nos los
traen. Puede que nunca nos prometieran un amor paternal en toda regla
sino sólo momentos de amor paternal, de vez en cuando, procedentes de
nuestros verdaderos padres y de otros adultos. Aquello que hemos estado
esperando ha llegado a nuestra vida muchas veces, ¿está ahora aquí?

El último paso del duelo es el primer paso de la intimidad. Un padre o


una madre interior que nos cuida, nos da fuerza para abrirnos a la

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9
intimidad, y a medida que nos volvemos más sanos, buscamos de forma
más consciente, un contexto en el que podamos resucitar, con seguridad,
nuestros intentos originales de encontrar el reflejo que fueron frustrados.
Al mismo tiempo, es posible que temamos que nuestras heridas originales
puedan volver a abrirse. Entramos en una relación con deseo y miedo,
con esperanza y terror, con optimismo y pesimismo. Detrás de cada deseo
de una pareja o de una queja sobre ella, reside una añoranza no satisfecha.
Durante toda nuestra vida, seguiremos necesitando/buscando sintonizar
con nuestros sentimientos, bajo la forma de las cinco A. El miedo puede
ser una bengala que nos indique en que lugar, dentro de nosotros, está
situada esa añoranza por las cinco A.

Por último, y contemplando el cuadro mayor, el trabajo con la pena se


completa con una conciencia compasiva de una angustia similar. Por
ejemplo, la pena de los judíos por el Holocausto puede conducirles,
directamente a sentirse ultrajados y a resistirse a la brutal opresión de los
tibetanos por los chinos comunistas. Por lo tanto, la pena es un camino
que lleva a la virtud de la compasión y al progreso del mundo, algo que la
venganza no ha sido capaz nunca de hacer.

La sintonización recíproca conduce al deleite y a la exuberancia y prepara el


escenario para la confianza... La polaridad que hay que armonizar en el desarrollo
humano es entre la certeza que es la madre de la confianza en el principio de la
vida y la capacidad madura de negociar las vicisitudes de la vida (...) frente a la
incerteza.
L. W. SANDER, doctor en medicina

PRÁCTICAS

Una vez que mi agonía en el jardín secreto de mi alma, por fin es permitida,
atestiguada, comprendida y sostenida de un modo amante, mi propia capacidad
de tolerar los sentimientos, por dolorosos que sean, se expande libremente. Esto
me permite sintonizar conmigo mismo. Una intimidad sana me ayudará a hacerme
de padre, a concederme las cinco A. Y cuando me reflejo en el contexto de que tú
me reflejas, las demandas que te hago a ti se vuelven más moderadas y yo doy
con un equilibrio feliz entre mi necesidad de que me cuides y me alimentes y mi
capacidad de hacerlo yo mismo.

PERMITIR O ADMITIR SUS SENTIMIENTOS • Fíjese en sus sentimientos. Antes de que


intente solucionarlos, deje que se produzcan plenamente. Sólo entonces podrán
ser trabajados a fondo. Haga sitio y tiempo para sintonizar con lo que está usted

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sintiendo. Luego, acúnelo, o sea, concédale su legitimidad de un modo que se
calme a sí mismo. Trate a sus sentimientos como si fueran bebés que lleva en los
brazos; los acuna por sucios y asquerosos que se pongan. Eso es ser consciente,
atento y dedicado de un modo personal, la concesión de las cinco A a uno mismo,
un abrazo amante de todo lo que uno es. La alternativa es disgustarse con uno
mismo, cosa que cuando aprendemos a amarnos a nosotros mismos va no es una
opción.

El hecho de que nos aceptemos y nos acunemos, hace que nos sintamos seguros
y ni- da poder. El padre que deja lo que está haciendo para escuchar a un niño
que gimotea, que dobla las rodillas para ponerse a su nivel, que sintoniza con él y
le abraza, está siendo un verdadero cuidador. El niño se Siente mejor \ sale
corriendo con una sensación mayor de poder. Rodemos hacer lo mismo por el
niño que llevamos dentro.

Encuentre la voz. puede que nada familiar, de la empatia y aceptación dentro de


usted mismo. Es la voz del tío amable que le anima cuando viene de visita. Le dice
a su padre que no sea estricto y destaca todas las buenas cualidades que usted
tiene. Le da una moneda para que se compre caramelos. Afirme que usted es ese
tío para sí mismo. Afirme que está en contacto con el arquetipo del protector que
llevamos dentro. Recuerde que tiene un niño interior, pero que también tiene
adulto fuerte y protector en su interior.

CÓMO ENCONTRAR LA ALEGRÍA • Samuel Taylor Coleridge hablaba de lo que


«puede sobresaltar a este dolor apagado y hace que se mueva y viva». Es
importante equilibrar el trabajo de la pena con un juego alegre. Encuentre
maneras de liberar su potencial para divertirse y apreciar la vida. Fíjese en sus
relaciones, en su vida de familia, su trabajo y sus aficiones y cuando se vuelvan
demasiado serias o cargadas de culpa, verá que infligen dolor. ¿Cómo puede
encontrar algo que le haga disfrutar en ellas? Pida sugerencias a su pareja y a
sus amigos. La integración se produce cuando transformamos lo que hemos
aprendido en arte, ficción, humor, o incluso un juego al que todos podemos
jugar. El potencial interno puede ser activado si la mente consciente se une a
nosotros con alegría y celeridad. De hecho, el inconsciente siempre está
esperando con una sonrisa a que la conciencia se dé cuenta de la existencia de
esos poderes que ni siquiera sospechaba que tenía.

ACLÁRELO CON SUS HIJOS • Si ha abusado de sus hijos o descuidado sus


necesidades, admítalo ante ellos. Pregúnteles de qué modo puede haberles
hecho daño o traicionado. Pregunte por separado, respecto a sus experiencias
de cada una de las necesidades humanas básicas: las cinco A. Nuestra voluntad
de tratar y cuidar nuestras heridas, nos ha equipado para responder

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tiernamente a las heridas de otros. Una vez que reconozcamos nuestras propias
heridas, nunca podremos herir a los demás del modo en que nos hirieron a
nosotros. Además, dejamos correr la culpa, el deseo de castigar, la venganza, el
control, el enjuiciamiento, la negación, el odio y la amargura. Dejar correr la
culpa es perdón, dejar correr la vergüenza es autoestima.

No hay nada vergonzoso en un padre o madre que pide perdón a sus hijos. Yo
soy padre y pido perdón a mi hijo por ser, tan a menudo, con trolador,
manipulador y exigente con él en nuestra vida juntos. Lo hago porque le amo y
porque quiero que entre nosotros haya una verdad intachable por muy
embarazosa que sea. Así es cómo, para cualquiera de nosotros, el trabajo y la
práctica se convierten en la primera frase de este libro hecha realidad: el amor
es la posibilidad de las posibilidades.

FABRICANDO UNA CUERDA SALVAVIDAS • Contemple con atención todo lo que le ha


sucedido en los diversos capítulos de su vida. Fabrique una especie de cuerda
salvavidas de su vida, década a década, por escrito y destacando los puntos
principales. Una vez que esté completa, cuélguela donde pueda verla. Algún
día, cuando esté preparado para ello,

bendígala y vaya soltando cada capítulo diciendo: «Todo este -■ - dió a mí. Lo
acepto como la mano de cartas que me repartió . .
Podía haber sido mejor o podía haber sido peor. En este momento compasión
serena, entierro cualquier queja, culpa o remordimiento. Digo sí
incondicionalmente a todas las condiciones en las que he vio - do. Las aprecio por
haberme proporcionado las lecciones que necesitaba aprender. Siento afecto por
mí mismo y por todos aquellos que recorrieron el camino conmigo. Me permito
seguir adelante, a partir de este momento, sin temor o sin aferrarme al pasado o a
cualquiera de sus seducciones o distracciones. Pongo en fila india todo lo que me
ha sucedido y me limito a decir: «Oh, vaya eso sucedió. ¿Y ahora qué?» La tragedia
en la vida no es cualquier acontecimiento concreto, sino la pérdida de nuestra
capacidad de amar. Mi vida ha sido una historia y no una tragedia. Ojalá que yo y
todos aquellos a los que he conocido, estén iluminados por todo lo que pasamos
juntos.»

Todos tus viejos pesares te sonreirán ahora,


y tus dolores brillarán sobre ti, todas tus aflicciones brillarán aquí, y tus
sufrimientos serán divinos;
las lágrimas se consolarán y se convertirán en gemas, y los entuertos pasarán a ser
diademas, incluso tus muertos vivirán y vestirán de nuevo el alma que una vez
hirieron.
RICHARD CRASHAW, Himno a Santa Teresa

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