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Abuso sexual infantil: la otra pandemia

Valentina tenía cuatro años cuando fue violada por la pareja de su mamá. La
ingresaron a terapia intensiva con la pelvis fracturada, mordeduras y golpes en su
cuerpo; murió a causa de una contusión cerebral. Tras abusar de tres niños del kínder
Matatena en la Ciudad de México, Rafael Duarte fue condenado a solamente cinco
años de cárcel. Historias como las anteriores no son rareza en un mundo donde los
delitos sexuales contra niñas, niños y adolescentes (NNA) se han convertido en un
problema de interés público debido a la magnitud de su impacto. La Organización
Mundial de la Salud (OMS) estima que, hasta el 2015, había cerca de mil millones de
menores en todo el mundo víctimas de abusos físicos, sexuales, emocionales o de
abandono.Cualquier coacción o amenaza que provoque una conducta sexual se
considera abuso sexual infantil (ASI), y esta va desde exhibición hasta tocamientos
indebidos y violación, pasando por pornografía y comercio sexual. En estos casos,
intervienen relaciones de poder por las que los menores son fácilmente sometidos,
regularmente por quienes deberían protegerlos. Para el sociólogo estadounidense
David Finkelhor, este tipo de agresión contra NNA ha tomado un tinte diferente porque
dejó de centrarse en casos de niños lastimados para, finalmente, alcanzar dimensiones
políticas y, por lo tanto, de mayor visibilidad. Aunque es un problema en el que
interviene el sexo, no necesariamente tiene motivos sexuales detrás sino de poder,
explica el también director del Centro de Investigación de Crímenes contra los Niños de
la Universidad de Nuevo Hampshire.Con educación sexual en las escuelas o sin ella,
diariamente los niños son expuestos a una gran cantidad de mensajes sexuales, con
énfasis en el erotismo, a un amor apasionado unido al deseo carnal. Sin embargo,
reciben poco o nada de información relativa a sus emociones, a su interacción con las
demás personas, a lo que sienten por ser niño o niña, a la reproductividad y al cuidado
que pueden llegar a brindar a aquellos que son más chiquitos que ellos.Aun cuando en
la escuela la educación sexual formal no avanza, en la vida real sí lo hace, y cada día
está más al alcance de los niños. Con un clic, los niños son hipersexualizados sin una
guía que oriente sus dudas al respecto. Así, aún con los avances en materia de
educación sexual infantil y su apenas notoria introducción en las escuelas, es
importante pasar a la acción directa. Si los adultos cercanos no lo hacen, los medios,
sus amigos y la publicidad lo harán por ellos. Hay libros que introducen y capacitan
sobre el tema, que son una guía para aprender a hablar de forma natural con los hijos
sobre su cuerpo, deseos y percepciones .

Salas Popoca Magda Gabriela

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