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CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

SALA DE CASACIÓN LABORAL

MAGISTRADO PONENTE DR. JOSÉ ROBERTO HERRERA VERGARA

Referencia: Expediente No. 13291

Acta No. 7

Santafé de Bogotá, D.C., trece (13) de marzo de dos mil (2000).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por el

apoderado de HERNANDO DE JESÚS VALENCIA CORREA contra la

sentencia proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de

Manizales, el 21 de mayo de 1999, en el juicio seguido por el

recurrente contra el INSTITUTO DE MERCADEO AGROPECUARIO

(IDEMA) y la NACIÓN - MINISTERIO DE AGRICULTURA.

I.- ANTECEDENTES

HERNANDO DE JESÚS VALENCIA CORREA demandó a

INSTITUTO DE MERCADEO AGROPECUARIO (IDEMA) y

solidariamente a la NACIÓN - MINISTERIO DE AGRICULTURA- con el


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fin de obtener el pago de sueldos, sobresueldos, viáticos, primas

semestrales, prima de vacaciones, horas extras, dominicales y

festivos, pensión de jubilación y demás prestaciones “como

consecuencia de la violación de la Convención Colectiva de Trabajo”

e indexación.

Se duele, en síntesis, el demandante de que luego de haber

prestado sus servicios a la parte demandada entre el 1º de junio de

1971 y el 14 de marzo de 1992, y de haberse acogido al plan de retiro

voluntario adelantado por ésta, no se le hubieran pagado los

derechos y prestaciones a que tiene derecho de acuerdo con la

convención (fl.7).

El Instituto demandado se opuso a las referidas pretensiones y

propuso las excepciones de prescripción, inexistencia de la

obligación, compensación y pago (fl.48). La Nación - Ministerio de

Agricultura- se abstuvo de contestar la demanda (fl.62).

El Juzgado del conocimiento resolvió, mediante fallo del 19 de

junio de 1998, absolver a la parte demandada de las pretensiones

invocadas en su contra (fl.457).


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II.- SENTENCIA DEL TRIBUNAL

Al desatar el recurso de apelación interpuesto por el

demandante, el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Santafé de

Bogotá confirmó la anterior decisión.

Consideró el ad quem acertada la decisión del a quo de no

tener en cuenta la copia de la convención colectiva que servía de

fundamento a las pretensiones del demandante por haber sido

aportada al expediente de manera extemporánea, “porque está en

consonancia con lo dispuesto en los artículos 42 y 60 del Código de

Procedimiento Laboral”. Luego de destacar que en el sub examine

“la tramitación de este proceso, duró mas de cinco años, en dicho

lapso el juzgado del conocimiento celebró incontables audiencias; la

parte interesada tuvo oportunidad de allegar la prueba a tiempo y en

debida forma -dentro de audiencia-. Amén de que asumió el

compromiso en la práctica de la prueba…”, hizo referencia a

pronunciamiento de esta Corporación en el sentido de que no es

admisible que las partes, fuera de audiencia, adicionen pruebas al

proceso en tanto ello vulneraría los principios de oralidad y

publicidad para concluir que “Al no aparecer acreditado el supuesto


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de hecho sobre el cual se apoyan las pretensiones, esto es, violación

de la convención colectiva por parte de la empleadora, aquellas no

estaban llamadas a prosperar”(fl.179).

III.- RECURSO DE CASACIÓN

Inconforme el demandante con la anterior determinación,

pretende que la Corte case totalmente la sentencia impugnada con el

fin de que, en sede de instancia, revoque la de primer grado y en su

lugar despache favorablemente todas las pretensiones de la

demanda.

Con tal propósito formula un único cargo, no replicado por la

parte demandada, en el que acusa la decisión “por ser violatoria del

artículo 42 del C.P.L. y de los artículos 4 y 252-5 del C.P.C. (violación

de medio); en la modalidad de interpretación errónea, que condujo a

la falta de aplicación del artículo 25 del Decreto 2651 de 1991 y 11 de

la ley 446 de 1998, cuya infracción condujo al juzgador a violar

también por falta de aplicación las siguientes disposiciones:

artículos 20, 21, 470 y 471 del C.S.T. en armonía con los artículos 1, 3,

9, 10, 11, 12, 13, 14, 16, 18, 19, 20, 21, 43, 109, 127, 128, 353, 354, 357,
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358, 373-5, 375, 467, 468, 469, 470, 475, 476; en relación con la ley 6

de 1945 artículos 1, 3, 5, 7 y 49; Decreto 2127 de 1945 artículos 1, 2,

3, 4, 9 y 11 modificado por el artículo 2 del Decreto 2615 de 1946, 17,

19 y 16; Ley 64 de 1946, artículo 3; Decreto 797 de 1949, D.L. 3135 de

1968 artículo 5; Decreto 1848 de 1969 artículo 3, D. 1221 de 1986

artículo 65; Ley 50 de 1990 artículos 38, 39 y 40; Ley 26 de 1976

artículos 2, 3, 10 y 11; Decreto Ley 1050 de 1968, artículo 6, Ley 4 de

1992 artículo 9; Ley 60 de 1990, artículo 3, dentro de los parámetros

establecidos por los artículos 1, 4, 13, 25, 39, 53, 57, 58, 228 y 229 de

la Constitución Política…”.

En su demostración señala que la interpretación errónea

“consistió en considerar que la Convenciones Colectivas de Trabajo

son pruebas solemnes, cuya presentación en un proceso laboral

debe hacerse en audiencia pública, cuando … ya no es así, porque

… con la nueva Constitución … prima el derecho sustancial sobre

las formalidades y en consecuencia es erróneo considerar que las

convenciones … para que tengan fuerza probatoria, estén sometidas

a las exigencias del artículo 42 del C.P.L. …”, el cual, por lo demás,

no hace referencia expresa alguna a las convenciones colectivas.

Alega que la jurisprudencia en que se apoyara el juzgador

“debe ser rectificada”, hace referencia a los artículos 4 del C.P.C., 25

del decreto 2651 de 1991 y 11 de la ley 446 de 1998 y afirma que, en


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todo caso, existiendo dos formas de interpretar la ley, debe

prevalecer la más favorable al trabajador.

IV.- CONSIDERACIONES DE LA CORTE

1- Como el tema aquí debatido versa sobre la oportunidad de

incorporación al proceso de las pruebas y su apreciación por parte

del tribunal brillan por su ausencia, en la violación medio enrostrada

por el impugnante al fallo, la denuncia de los artículos 60 Y 84 del

CPL. El primero, por cuanto fue expresamente citado en el proveído

recurrido como soporte de derecho de la decisión y porque señala

que el juez analizará “las pruebas allegadas en tiempo”, y el

segundo, porque indica cuándo debe el juez de la alzada apreciar las

pruebas pedidas y decretadas en primera instancia pero agregadas

inoportunamente. Esta falencia técnica, otrora sería motivo

suficiente para la desestimación de la acusación. Sin embargo,

después de la expedición del decreto 2651 de 1991 –Art. 51- cuya

vigencia permanente fue otorgada por el artículo 162 de la Ley 446

de 1998, y de acuerdo con la interpretación que al mismo ha

impartido esta Corporación, se puede excusar la omisión del censor,

en cuanto invoca el artículo 42 del CPL y el artículo 467 del CST, que
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en últimas es la norma de carácter sustancial que gobierna los

derechos en discusión.

2-. Plantea el recurrente como parte de su crítica la

interpretación errónea del artículo 42 del código procesal del trabajo

sobre la práctica de pruebas en audiencia pública. No obstante,

también entrevera cuestionamientos referentes a la solemnidad y

autenticidad de la convención colectiva de trabajo celebrada el 24 de

mayo de 1990 y aportada luego de la clausura del debate probatorio,

cuando ya se había fijado fecha para la audiencia de juzgamiento.

Observa la Corte que estos reparos son totalmente infundados

puesto que no fue materia esencial del fallo lo atinente a estos

aspectos.

Lo que en verdad fue soporte de la decisión de segunda

instancia – en plena coincidencia con lo asentado y resuelto por el

juzgado- fue que tal prueba no había sido aportada en audiencia

pública y que además había sido incorporada extemporáneamente

por el apoderado de la parte actora.

3-. Para que se configure la equivocada hermenéutica de un

texto legal es menester que, con prescindencia de cualquier cuestión

fáctica, el juzgador imparta alguna exégesis sobre su sentido, ya

bien sea porque emplee sus propias palabras o se remita al criterio

de los doctrinantes o de la jurisprudencia.

En el sub examine, afirmó el tribunal sobre el particular que de

acuerdo con los artículos 42 y 60 del CPL, la práctica de pruebas se


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debe surtir oralmente, en audiencia pública, bajo pena de nulidad. De

lo anterior no se desprende, en principio que el tribunal haya

incurrido en una exégesis equivocada de los preceptos citados, que

salvaguardan como regla general los postulados de oralidad y

publicidad de la prueba, caros al derecho procesal del trabajo. Por el

contrario, en ese aspecto se ajustó de manera fiel tanto a los dichos

textos legales como a la hermenéutica sostenida por esta Sala de

manera prístina, uniforme y reiterada.

Hasta la fecha, ni el artículo 42 ni el 60 del estatuto procesal

del trabajo, apoyo del tribunal, han sido declarados contrarios a la

Constitución Política, por lo que respecto de ellos no emerge

aplicación indebida, como tampoco interpretación equivocada por

parte del fallador, porque el sentido que les dio es simplemente una

reproducción de su tenor literal.

4-. Cuestión distinta es lo que concierne con las pruebas

pedidas en tiempo en primera instancia, pero agregadas

inoportunamente antes de que los autos lleguen al estudio del

tribunal por apelación o consulta. Tema que no es regulado por la

única norma procesal que sirvió de sustento a la acusación en la

violación medio denunciada, esto es, el artículo 42 del CPL. Esta

materia es gobernada por el artículo 84 ibídem, que a pesar de ser

omitido en la proposición jurídica del ataque, estima conveniente la

Sala precisar en sus alcances por vía doctrinal.


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Para ello, debe recordarse que el cargo fue dirigido por la vía

directa y con la advertencia expresa del impugnador de su

aceptación de los presupuestos fácticos en que se fincó la

resolución judicial acusada, vale decir, que la convención colectiva

en mención fue aportada extemporáneamente por el apoderado del

demandante. Para citar las voces exactas empleadas por el tribunal,

se transcribe a continuación lo plasmado en su fallo. En efecto, tras

compartir la argumentación que prohijó el juez de primer grado, en el

sentido de que la parte demandante incumplió su carga procesal de

allegar en tiempo la documentación referida pues lo hizo con

posterioridad al cierre del debate probatorio, expresó el ad quem:

“Decisión que comparte la Sala porque está en consonancia

con lo dispuesto en los artículos 42 y 60 del código de

procedimiento laboral. Es de anotar que en el asunto sub lite, la

tramitación de este proceso, duró mas de cinco años, en dicho

lapso, el Juzgado del conocimiento celebró incontables audiencias;

la parte interesada tuvo oportunidad de allegar la prueba a tiempo y

en debida forma - dentro de audiencia -. Amén de que asumió el

compromiso en la práctica de la prueba, conforme se dejó anotado

anteriormente” (folio 193).

Como el cargo fue planteado por la vía directa, se parte de la

base de la aceptación del recurrente acerca de que durante mas de

cinco años que duró la tramitación del proceso en la primera


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instancia la convención no fue aportada por la parte demandante.

Pues si se llega a la conclusión contraria, vale decir, que no se

acepta ese soporte probatorio, el cargo tendría que desestimarse por

contradecir las conclusiones de hecho del sentenciador. Por lo tanto,

partiendo la Corte de la aquiescencia de la censura con el momento

en que fue aportada la prueba por la parte demandante, esto es,

después del cierre del debate probatorio y antes de la audiencia de

fallo, debe la Sala entrar a analizar si el juez de la apelación podía

estimarla.

Y considera la Corte que la respuesta debe ser afirmativa,

pues no obstante la tardanza deducida por el fallador de instancia en

la incorporación de esa probanza al proceso, el artículo 84 del

código procesal del trabajo prescribe que “las pruebas pedidas en

tiempo en la primera instancia, practicadas o agregadas

inoportunamente, servirán para ser consideradas por el superior

cuando los autos lleguen a su estudio por apelación o consulta”.

Cuando el precepto transcrito alude a los elementos de

convicción allegados inoportunamente, se refiere fundamentalmente

a aquellos emitidos por una autoridad administrativa o por terceros,

o practicados por juez comisionado, y que son recepcionados por el

juzgador en el interregno que va desde que se surte la última de las

audiencias de trámite hasta que se profiere el fallo, como ocurrió en


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este caso con la convención colectiva de trabajo celebrada el 24 de

mayo de 1990, aportada en ese lapso.

Así lo ha considerado esta Sala de la Corte, tal como consta en

los siguientes apartes de la sentencia del 10 de mayo de 1991:

“Los artículos 83 y 84 del Código Procesal del Trabajo regulan


las posibilidades, naturalmente excepcionales, de que en el trámite
de apelación de sentencias se ordenen, practiquen y consideren
pruebas que no pudo tener en cuenta el fallador de primer instancia.
De acuerdo con dichas disposiciones:

“a) Las partes no pueden solicitar nuevas pruebas en segunda


instancia;

“b) Pueden las partes, sin embargo pedir que el Tribunal


ordene la práctica de aquellas pruebas que decretadas en primera
instancia, no se hubieren practicado sin culpa del interesado;

“c) El Tribunal está facultado para practicar de oficio o para


ordenar la práctica de aquella pruebas que considere necesarias
para decidir el recurso;

“d) El Tribunal debe considerar las pruebas incorporadas o


allegadas al proceso en primera instancia, luego de clausurado el
debate probatorio, siempre que en esa misma instancia hayan sido
pedidas oportunamente.

“Todas las anteriores hipótesis dejan naturalmente indemnes


los principios de publicidad y contradicción de la prueba ya que
ninguna de ellas el Tribunal puede considerar medios probatorios
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sorpresivos o desconocidos para los litigantes. En efecto, en los


casos en los cuales el ad quem ordena la práctica de pruebas que,
aunque pedidas en tiempo se dejaron de practicar sin culpa del
interesado, o de aquellas que de oficio consideran necesarias para
decidir, esa disposición y aun la práctica misma de las pruebas se
debe cumplir en audiencia pública dentro de la cual las partes
podrán conocerlas y controvertirlas. Y en el caso de las pruebas
allegadas inoportunamente en la primera instancia, la ley da por
supuesto que hayan sido oportunamente pedidas y, por
consiguiente, que la orden de su práctica se haya cumplido en
audiencia y que se hayan recibido con las debidas garantías de la
publicidad y de la posibilidad de contradicción.”

No obstante lo anterior, así considere la Sala - como en efecto

lo estima, aun cuando por razones diferentes a las expuestas en la

acusación -, que con arreglo al artículo 84 del estatuto procesal

laboral sí podía el tribunal apreciar la convención colectiva de

trabajo atrás citada, ello no conduce fatalmente a acceder a las

pretensiones del demandante por cuanto es incuestionable, en el

caso específico examinado que como los directivos quedaron

exceptuados del régimen convencional por expreso mandato del

acuerdo colectivo en cuestión aplicable a los demás trabajadores, no

es dable la extensión de la aplicación a éstos del estatuto especial

contemplado sólo para los directivos, en cuanto al salario y demás

aspectos pretendidos.

Sobre este particular ha precisado ésta Corporación:


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“El Instituto demandado y el Sindicato Nacional de


Trabajadores del Idema “SINTRAIDEMA” estipularon en el Parágrafo
I de la Cláusula 24 de la Convención Colectiva de Trabajo que
suscribieron el 17 de mayo de 1990 que ella no sería aplicable para
ciertos cargos que enuncia concretamente y respecto de los cuales
determina que se regirán por el “ESTATUTO DEL TRABAJADOR
OFICIAL, DIRECTIVO Y DE CONFIANZA” en las normas que lo
modifiquen, adicionen, sustituyan o reglamenten.

“Pacto que resulta válido toda vez que la jurisprudencia


laboral tiene establecido que los trabajadores de dirección y
confianza de las empresas, dada su jerarquía, sus responsabilidades
y la representación que ejercen de los empleadores en algunos
casos justifica que sean excluidos de los beneficios convencionales
y queden amparados por un régimen diferente, bien sea el legal, el
expedido por el empresario o el que éste convenga con tales
directivos.

“Bajo estas condiciones no resulta admisible equiparar a los


trabajadores directivos y de confianza de la empresa demandada con
los no sindicalizados a que hace alusión el artículo 130 de la misma
convención, pues esta última disposición alude a aquellas
personas que pudiendo ser beneficiarios de la Convención Colectiva
optan por no afiliarse a la organización sindical o que renuncian a la
aplicación extensiva de la misma. Es más en el mismo régimen de
derecho colectivo, artículo 471 del C.S. del T, se alude a los
trabajadores no sindicalizados para referirse solamente a las
personas a las que se puede aplicar por extensión la convención
colectiva por no estar excluidos por ella o por la ley. En síntesis se
puede decir que la finalidad de la cláusula convencional referida es
la de evitar el debilitamiento de la asociación sindical mediante el
empleo de unas mejoras salariales o prestacionales para aquellas
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personas que se abstienen de ingresar a la organización sindical o


para quienes decidan retirarse de ella.

“Cabe resaltar entonces que el examen armónico de los


artículos 24 y 130 de la convención citada permite inferir que los
trabajadores directivos y de confianza están excluidos
expresamente de esa normatividad y que ella tampoco hace
remisión a éstos al referirse en la última disposición mencionada a
los trabajadores no sindicalizados, puesto que previamente el
artículo 24 reconoció la existencia de esa categoría de trabajadores
específica (directivos y de confianza), los cuales excluyó del ámbito
de su aplicación, reconociendo que están regulados por el Acuerdo
Nro. 045 A del 12 de noviembre de 1988, que adoptó “EL ESTATUTO
DEL TRABAJADOR OFICIAL, DIRECTIVO Y DE CONFIANZA”, o por
las normas que posteriormente lo modifiquen, adicionen o
reglamenten.

“Advertido lo anterior, debe señalarse entonces que al


prescribir el artículo 67 del Acuerdo 045A antes mencionado que
“los aumentos salariales prestacionales e indemnizatorios que el
IDEMA establezca para quienes se rigen por este Estatuto, en ningún
caso podrán ser superiores ni inferiores a los pactados
convencionalmente con los trabajadores sindicalizados”,
simplemente traza unas directrices que deben seguirse en la
empresa para fijar la escala salarial de los trabajadores directivos y
de confianza, que de no cumplirse generará determinadas
responsabilidades para las personas comprometidas en su
desconocimiento, pero en ningún caso puede derivarse de esa
contravención derecho alguno para otros trabajadores pues ese no
es el sentido de la norma.

“Adicionalmente debe decirse que no es viable armonizar los


artículos 67 del Acuerdo 045A del 12 de noviembre de 1988 con el
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artículo 130 de la Convención Colectiva de Trabajo citada, para


efectos de nivelar el salario de los trabajadores sindicalizados con
los aumentos dispuestos por el IDEMA para los trabajadores
directivos y de confianza, como lo pretende la censura, pues se trata
de dos sectores de trabajadores regulados por estatutos propios y
excluyentes” (Sentencia de agosto 6 de 1999, Rad.11886).

En este orden de ideas, así como los directivos de las

empresas no pueden pretender la aplicación de beneficios

convencionales de los cuales han sido excluidos por mandato

expreso del propio acuerdo colectivo, en el caso bajo examen

tampoco los beneficiarios de la convención pueden aspirar a la

aplicación del régimen especial para directivos porque ello

conduciría a un círculo vicioso irremediable y contravendría las

pautas jurisprudenciales atrás invocadas que han admitido, en casos

excepcionales, estos estatutos especiales, siempre y cuando se

ajusten a los fundamentos citados.

Por lo anterior, no prospera el cargo.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala

de Casación Laboral, administrando justicia en nombre de la

República y por autoridad de la ley, NO CASA la sentencia de fecha

veintiuno (21) de mayo de mil novecientos noventa y nueve (1999),

proferida por el Tribunal Superior del Distrito Judicial de Manizales,

en el juicio promovido por HERNANDO DE JESÚS VALENCIA


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CORREA contra el INSTITUTO DE MERCADEO AGROPECUARIO

(IDEMA) y la NACIÓN - MINISTERIO DE AGRICULTURA.

Sin costas en el recurso extraordinario.

Cópiese, notifíquese, publíquese y devuélvase el expediente al

tribunal.

JOSÉ ROBERTO HERRERA VERGARA

FRANCISCO ESCOBAR HENRÍQUEZ CARLOS ISAAC NADER

RAFAEL MÉNDEZ ARANGO LUIS GONZALO TORO CORREA

GERMÁN G. VALDÉS SÁNCHEZ FERNANDO VÁSQUEZ BOTERO

LAURA MARGARITA MANOTAS GONZÁLEZ


Secretaria

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