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Vol.

XXXIX  No 2  2016
REVISTA
       de MUSICOLOGÍA
Vol. XXXIX No 2 2016     Madrid
ISSN: 0210-1459

         de MUSICOLOGÍA
REVISTA
NUEVAS NOTICIAS SOBRE TORIBIO SEGURA, ALUMNO SUI GENERIS... 483

NUEVAS NOTICIAS SOBRE TORIBIO SEGURA,


ALUMNO SUI GENERIS DE FERNANDO SOR
Y PROFESOR DE GUITARRA EN CARACAS
(1837-1850)*

Hugo J. Quintana M.
Universidad Central de Venezuela

Resumen: Desconocido en España y mínimamente referenciado por la historiografía musical


de Cuba y Venezuela, Toribio Segura realizó una importantísima labor en Caracas durante
los años de 1837 a 1850, dándose a conocer como concertista de violín, compositor, director de
orquesta, crítico musical, editor de unas periódicas canciones con acompañamiento de pianoforte
o guitarra y profesor de violín y guitarra. Este trabajo se fundamenta en una investigación de
tipo documental, sirviéndose para ello del vaciado sistemático de las noticias musicales que la
línea de investigación Fuentes hemerográficas para el estudio de la música en Venezuela
ha permitido realizar, además de otras fuentes bibliográficas que complementan la investigación.

Palabras clave: Toribio Segura, Caracas, siglo XIX, música, guitarra.

NEW DATA ON TORIBIO SEGURA, SUI GENERIS STUDENT OF FERNANDO SOR


AND GUITAR TEACHER IN CARACAS (1837-1850)

Abstract: Unknown in Spain and only minimally referenced in the musical histo-
riography of Cuba and Venezuela, Toribio Segura accomplished important work in

* Un resumen de este artículo fue presentado previamente en el Simposio de Musicología que


se realizó dentro de las Jornadas de Investigación de la Facultad de Humanidades y Educación
de la Universidad Central de Venezuela.

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Caracas between 1837 and 1850, becoming known as a concert violinist, composer,
conductor, music critic, editor of songs with guitar and piano accompaniment, and
teacher of violin and guitar. This article is based on systematic documentary research
of the music press as facilitated by Hemerographic Sources for the Study of Music in
Venezuela in addition to other complementary bibliographic sources.

Keywords: Toribio Segura, Caracas, nineteenth century, music, guitar.

Preliminar: estado de la cuestión

Este artículo tiene como meta documentar el aporte de quien llegó a ser
calificado por la crítica caraqueña como «el alma del cuerpo filarmónico
de la capital», Toribio Segura, poniendo especial énfasis en su desempeño
como profesor de guitarra, acaso la labor más desconocida de este poli-
facético músico. El trabajo, a su vez, se inscribe dentro de una investiga-
ción de más largo alcance que espera historiar la actividad guitarrística
caraqueña durante el siglo XIX, estableciendo sus conexiones y vínculos
con el movimiento de la guitarra en la Europa del mismo período.
A pesar de haber nacido en España hacia finales del siglo XVIII, los
españoles son quienes menos han escrito sobre Toribio Segura. De hecho,
su inserción en el Diccionario de la música española e hispanoamericana, voz
escrita con evidentes errores de tipeo en cuanto a fechas, se la debemos
a la cubana Carmen María Sáenz Coopat y al hispano-venezolano José
Peñín1. En este desconocimiento por parte de los iberos —justo es decir-
lo— debe haber influido mucho el hecho de que este músico valenciano
realizara la mayor parte de su carrera profesional en La Habana y en
Caracas. Tendremos, pues, que prescindir por lo pronto de sus primeros
años de vida y de formación en la península.
Respecto a sus primeros años en Cuba, Alejo Carpentier nos advierte
que Segura llegó a La Habana en 1816 en compañía de su hermano Hi-
lario (violista, igual que Toribio) y del violonchelista Enrique González,
todos con el objeto de interpretar música de cámara para un grupo de
melómanos de la isla2. Igualmente nos dice el musicólogo cubano que, un
año después, Segura hizo música de cámara con el pianista local Manuel

1
Peñín, José y Sáenz, Carmen M. «Segura, Toribio». Diccionario de la música española e
hispanoamericana. Vol. 9, Emilio Casares Rodicio (dir.). 10 vols. Madrid, Sociedad General de
Autores y Editores, 2000, pp. 910-911.
2
Carpentier, Alejo. La música en Cuba. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, p. 140.

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Saumell Robledo3. Pero las iniciativas de Toribio Segura no se limitaron


a la sola interpretación del violín, y así nos cuenta Zoila Lapique Becali
que a partir de 1822 se asocia con Antonio Raffelin para «sacar el Journal
Músico»4, revista bimensual con obras para piano, guitarra y flauta. Tam-
bién en 1822 Toribio se da a conocer como vendedor de una «colección
de música selecta para piano»5.
Dos años más tarde, y según la misma fuente, el músico valenciano per-
sistirá en su iniciativa como editor, además de compositor, y así «anuncia a
los aficionados habaneros la publicación de una Cartilla desde el Cristus, puesta
para canto con acompañamiento de pianoforte, o, en su defecto, guitarra»6.
Luego de esto, y como una muestra más de sus insistentes iniciativas, Segura
da a conocer (el mismo año de 1824) «la apertura de un salón de música y
baile […]», «donde ejecutarían artistas de mérito conocido […]»7. También
en 1826, el insistente editor «se unirá al músico inglés Juan Meztler para
intentar otro Periódico de música» que «constaría de un cuaderno con cuatro
piezas de música para piano, canto con acompañamiento, un vals y una
contradanza para piano, […] esta última con flauta ad libitum»8. Finalmente,
y otra vez en compañía del músico cubano Antonio Raffellin, Segura alquila
un local en 1832 para ofrecer «conciertos todos los domingos […] ejecutados
por jóvenes aficionados […] y será seguido por un gran baile»9.
En lo que respecta a Venezuela, Ramón Díaz Sánchez es el primero que
aporta datos sobre Toribio Segura al transcribir en su obra Guzmán, elipse
de una ambición de poder el programa de concierto que dirigió el músico
en Caracas el 6 de noviembre de 1837, al poco tiempo de su llegada a la
ciudad10. José Antonio Calcaño recogió este dato en La ciudad y su música
y aporta algunas noticias más, tomadas —según dice— de la prensa de la
época (no precisa cuál)11. Ellas dejan entrever la figuración que tuvo Toribio

3
Ibid., p. 166.
4
Lapique Becali, Zoila. Música colonial cubana en las publicaciones periódicas (1812-1902). Tomo
I. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1979, p. 14. Estos datos son reiterados por la misma
autora en un libro más reciente, cuyo título es Cuba colonial: música, compositores e intérpretes. La
Habana, Ediciones Boloña/Editorial Letras Cubanas, 2011, p. 106.
5
Lapique Becali, Z. Música colonial cubana…, p. 15.
6
Loc. cit.
7
Loc. cit.
8
Loc. cit.
9
Ibid., p. 17.
10
Díaz Sánchez, Ramón. Guzmán, elipse de una ambición de poder. Caracas, Ediciones Hortus,
1953, p. 203.
11
Calcaño, José Antonio. La ciudad y su música. Caracas, Edición del Conservatorio Teresa
Carreño, 1958, p. 257.

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Segura al frente de la orquesta que dirigió, por primera vez en Caracas,


la Lucia de Donizetti en 184312. Treinta y seis años después de Calcaño, es
el músico e investigador Alberto Calzavara quien nuevamente se ocupa
de Segura, describiéndolo como violinista y guitarrista, y atribuyéndole
la fundación del periódico La Mecha, al parecer, la primera publicación
musical periódica del país (año 1838)13. Cosa más o menos similar hizo
el historiador Mario Milanca Guzmán en su libro La música venezolana:
de la república a la colonia14.
Basados precisamente en estos últimos datos, abrimos nosotros la hi-
pótesis de que fuera Toribio Segura el autor del Nuevo método de guitarra o
lira, adjudicado al «Caballero de ***» y editado en Caracas por la imprenta
de Tomás Antero15. Nos animó a proponer esta idea

[…] no solo el hecho de que Segura haya sido guitarrista, sino que además
hubiese tenido buenas relaciones con Tomás Antero, haya sido conocido músico
de la época […], y haya sido extranjero (el autor de nuestro método debió tener
mucho conocimiento de cómo se organizaban los métodos de guitarra de la época)16.

Estas hipótesis sobre el perfil guitarrístico de Toribio Segura fueron


subestimadas en reiteradas ocasiones por el doctor en Literaturas Lati-
noamericanas Alejandro Bruzual17, hecho que nos lleva hoy a reconfirmar
nuestra posición, basándonos en nuevas evidencias hemerográficas y do-
cumentales pertenecientes al período en que Segura se mantuvo activo en
Caracas; a saber, entre 1837 y 1850. En ese sentido, declaramos habernos
servido de las noticias musicales ubicadas en periódicos como el Diario de

12
Ibid., p. 266.
13
Calzavara, Alberto. «Comentario preliminar». Juan Meserón, Explicación y conocimiento de
los principios generales de la música. Caracas, Solistas de Venezuela, 1984, p. 8.
14
Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana: de la colonia a la república. Caracas, Monte
Ávila Editores Latinoamericana, 1993, p. 139.
15
El libro no tiene fecha de publicación, pero es significativo que exista una publicación de
la misma imprenta, que sí posee fecha de publicación (1834), y que comparte con el nuestro su
contenido, diagramación, tipografía y el primer capítulo destinado a los principios fundamentales
de la música.
16
Quintana, Hugo. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra escrito en
Venezuela 184?». Anuario de estudios bolivarianos, III (1994), pp. 277-314, p. 300.
17
Bruzual, Alejandro. «La guitarra en Venezuela durante el siglo XIX». Música iberoamericana
de salón. Actas del Congreso Iberoamericano de Musicología 1998. Vol. 2. José Peñín (coord.). Caracas,
Fundación Vicente Emilio Sojo, 2000, pp. 428-429, 431; Bruzual, Alejandro. The Guitar in Venezuela:
a Concise History to the End of the 20th Century. Saint-Nicolas, Doberman-Yppan, 2005, p. 40; y
Bruzual, Alejandro. La guitarra en Venezuela desde sus orígenes hasta nuestros días. Caracas, Banco
Central de Venezuela, 2012, p. 32.

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Avisos, El Liberal, El Venezolano, El Nacional y La Bandera Nacional. Nos fue


de gran ayuda el exhaustivo vaciado que los alumnos y tutelados Raquel
Campomás y Yurenia Santana18, Gabriel Abreu19, Lorena Rodríguez20 y
Adrián Sánchez21 hicieron de los cuatro primeros periódicos mencionados,
dejando como producto final de su trabajo de grado una base de datos
automatizada, contentiva de todas las noticias musicales que poseen esos
medios hemerográficos. Complementan esta investigación algunas otras
noticias ubicadas por nosotros en el periódico La Bandera Nacional y el
manuscrito de la Marcha a Páez, obra compuesta y estrenada en 1837 por
el mismo Toribio Segura, la misma que él planeó transcribir para doce
guitarras, según lo manifestó en la prensa de 1843 (más adelante nos re-
ferimos a ella en detalle). Finalmente, nos dio algunas luces adicionales el
texto Caracas, la vida musical y sus sonidos (1830-1888) de Fidel Rodríguez,
trabajo que recoge un significativo número de noticias hemerográficas
relacionadas con Toribio Segura22.

1. Algo del contexto cultural caraqueño que recibió a Toribio Segura

Toribio Segura llega a Caracas en los años inmediatamente posterio-


res a la Guerra de Independencia y a la separación de Venezuela de la
Gran Colombia, lo que supone un período de reconstrucción nacional
nada fácil. Es la época que la historiografía de Venezuela ha dado a
conocer como la «oligarquía conservadora», encabezada por la figu-
ra del general José Antonio Páez como líder político y militar. Pese a

18
Campomás, Raquel y Santana, Yurenia. Noticias musicales en el Diario de Avisos. Trabajo de
Grado, Licenciatura en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato
digital, inédita). Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-
Escuela de Artes, 2005.
19
Abreu, Gabriel. Noticias musicales en el periódico El Liberal. Trabajo de Grado, Licenciatura
en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato digital, inédita).
Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Artes, 2011.
20
Rodríguez, Lorena. Noticias musicales en el periódico El Venezolano. Trabajo de Grado,
Licenciatura en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato digital,
inédita). Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de
Artes, 2014.
21
Sánchez, Adrián. Noticias musicales en el semanario El nacional (1834-1841). Trabajo de grado
presentado para optar al título de Licenciado en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana.
Base de datos en formato digital [inédita]. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad
de Humanidades y Educación-Escuela de Artes, 2015.
22
Rodríguez, Fidel. Caracas, la vida musical y sus sonidos (1830-1888). Caracas, Fondo Editorial
60 años de la Contraloría General de la República, 1999.

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las muchas críticas que tradicionalmente suelen hacerse a las políticas


de los gobiernos conservadores, ha de reconocerse el hecho de que se
haya podido llevar a cabo algunos esfuerzos en favor de la cultura
en un país recién salido de la guerra (no solo por parte del gobierno
sino también de particulares), cosa que se evidencia con la aparición
de nuevos periódicos (El Venezolano, El Liberal, El Patriota, etc.); con la
publicación de emblemáticos tratados (la Historia de Baralt, la Geografía
de Codazzi, etc.); con la fundación de nuevos colegios (Independencia,
Chávez, Fontes, etc.); y con la creación de un nuevo teatro (el Cardozo
o Coliseo), lo que progresivamente dio pie a la regularización de las
visitas de compañías dramáticas y de ópera.
Lo dicho sobre la publicación de nuevos periódicos y tratados impone
también que se haga una breve mención del desarrollo y diversificación
que tuvo la imprenta caraqueña, una vez que se estabiliza la situación
política venezolana. En este sentido urge destacar la labor llevada a cabo
por la imprenta de Tomás Antero, la única que al parecer tuvo tipos mu-
sicales. De ese taller salieron varios títulos sobre el arte de los sonidos
(véase Tabla 1).
Tabla 1. Libros de música publicados en Caracas por la imprenta de Tomás Antero.

Autor Título Fecha


Juan Meserón Explicación y conocimiento de los principios 1824
generales de la música
Miguel López Arte de cantar 1829 (reimpresión)
Remacha
M. M. Método o estudio completo de solfeo para enseñar 1834
Larrazábal. el canto
Caballero de ***. Nuevo método de guitarra o lira ?
Francisco Colección de contradanzas españolas y francesas 1852
Guerrero
Juan Meserón Explicación y conocimiento de los principios 1852 (reedición)
generales de la música

A todo lo dicho en este brevísimo contexto, y ya que aludimos al arte


de los sonidos, debe agregarse también que el suceso de interés musical
más recurrente en la prensa de los años que precedieron la llegada de
Toribio Segura a Caracas, y que además tendrá mucho que ver con él, fue
la creación de la Sociedad Filarmónica (o de las sociedades filarmónicas)
en los primeros años de aquella década de 1830. Se trata de un hecho
complejo, imposible de detallar aquí por lo limitado del espacio, pero

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que revela, por el reiterado e insistente esfuerzo de algunos caraqueños


en mantener viva dicha institución, que ella tenía una gran importancia
para la clase social que lideraba aquella sociedad.

2. Llegada de Toribio Segura a Caracas y primeros conciertos

Según nos deja ver un aviso aparecido en el periódico El Liberal de 3


de agosto de 1837, Toribio Segura llegó a Caracas en los días inmediata-
mente anteriores a esa fecha. Arribaba luego de haber hecho una gira por
las islas de Jamaica, Puerto Rico y San Tomás, «trayendo introducciones
y recomendaciones de personas muy respetables de fuera, para otras
de igual consideración en el país». También dice el aviso que Segura
había residido con anterioridad «en París, en Nueva York, en la Habana
y en otras ciudades europeas y americanas en que ha brillado en su arte
[…]»23. Un mes después de su llegada, solicitó la cooperación de la recién
reorganizada Sociedad Filarmónica de la ciudad, a fin de realizar algunos
«arreglos y ejecuciones» (al tiempo que pedía inscribirse en ella), cosa que
hizo públicamente a través de las páginas de la Gaceta de Venezuela del
3 de septiembre de 1837 (nº 345)24. De esos acuerdos quedaron previstos
tres conciertos, cuyos detalles describimos a continuación, gracias a los
avisos y valoraciones que publicó la prensa de la época.
Apenas un mes y diez días después de dicha nota periodística, ya
estaba todo listo y programado para el primer concierto con la Socie-
dad Filarmónica, ocasión que fue propicia para que Segura estrenara su
Gran marcha dedicada a S. E. el General en Jefe J. A. Páez, a la sazón, el más
prestigioso jefe político y militar de Venezuela. El concierto en su honor
debió iniciarse hacia las 8 de la noche y en él se interpretó el programa
que se ve en la Tabla 2.

23
Suplemento al Liberal, n° 64, 3-08-1837, [fol. 1v]. El corchete indica que la foliación es nuestra.
24
Rodríguez, F. Caracas, la vida musical y sus sonidos…, p. 78.

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Tabla 2. Programa del primer concierto de la Sociedad Filarmónica de Caracas25.

Primera parte

Obras Autores
1. Gran marcha dedicada a S. E. el General en Jefe J. A. Toribio Segura
Páez
2. Overtura [sic] «La Philtre» Daniel Auber
3. Fantasía «de la Vestal» para violín obligado, ejecutado Laffont [Charles
por Segura Philippe Lafon]
4. Minuetto y trío Juan Meserón
5. Overtura [sic] a la española Joseph Küffner

Segunda parte

1. Variaciones obligadas de clarinete ejecutadas por el Sr. Carl von Weber


Hauser
2. Variaciones obligadas de violín con acompañamiento Franz Pechatschek
de piano y doble cuarteto ejecutadas por Segura

Este concierto fue muy bien recibido por el crítico del mismo periódico,
quien escribió la siguiente crónica:

El viernes 13 por la noche tuvo lugar en el teatro de esta ciudad el primer


concierto de D. Toribio Segura. Como 50 aficionados de la sociedad filarmónica
le acompañaban; y en verdad que todos se esmeraron en corresponder a la ex-
pectación pública, porque la ejecución fue perfecta. Rompió el concierto con la
marcha triunfal compuesta por el mismo Segura en honor del general Páez; y en
justicia deberemos decir que es digna de su objeto, y una muestra bien elocuente
de la habilidad y buen gusto del autor. La ejecución de este en los obligados que
tocó no dejó nada que esperar a un público ya prevenido, y que por esto mis-
mo sería difícil de contentar. Era preciso excitar en sumo grado su admiración,
su sensibilidad, arrancarle los aplausos; y así sucedió. Suspensos todos los que
tenían el placer de oírle, ni aun respirar quisieron para no perder una sola de
las armoniosas modulaciones, de los suaves concertos de aquel arco más que
maestro. En algunos pasajes ejecutados con asombrosa destreza y perfección, se
oía de improviso discurrir un ligero y general murmullo de aprobación que iba
a prorrumpir en aplausos espontáneos, y que solo detenían el placer mismo que
le daba el origen, porque deseaba gozar más.
La concurrencia fue bastante regular, y todos salieron altamente complacidos
y preparados, según hemos oído a muchos a no perder ocasión de volver a oír el

25
La Bandera Nacional, n° 11, 10-10-1837, [fol. 1v].

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violín del Sr. Segura. Este caballero, a quien hemos tenido el gusto de tratar, es
español, natural de Valencia, y a su habilidad reúne otras cualidades que hacen
apreciable su sociedad: deseamos que la cultiven nuestros filarmónicos, pues no
hay duda que adelantarán mucho en el arte que él profesa26.

Los editores del semanario El Nacional tampoco escatimaron elogios


para el recién llegado violinista, cosa que hicieron saber dos días des-
pués del concierto. Este segundo artículo complementa la información
y valoración del primero, pues destaca la labor de Segura como director
de la orquesta.

Primer concierto
Del señor Toribio Segura
Caracas, agosto 14. = Desde que llegó el Sr. Toribio Segura a esta ciudad y se
anunciaron al público los conciertos que pensaba dar, ha sido grande la ansiedad
con que se ha esperado el primero. Al fin, este ha tenido lugar anoche en medio
de una numerosa concurrencia que acudió a oír al célebre artista, tan aplaudido
por su habilidad en el violín en otras capitales. La sociedad filarmónica, deseosa
de probarle que en este país se aprecia el mérito y se protegen los talentos, se
apresuró a prestarle gustosa su cooperación en cuanto le fuese útil; así es que ha
sido su orquesta compuesta de más de 50 músicos profesores y aficionados la que
ha acompañado y acompañará al Sr. Segura en sus funciones. La primera pieza
que se ejecutó fue una composición del mismo Sr. Segura, una marcha triunfal
dedicada a S. E. el general Páez, que ha sido recibida del público con grande
aplauso, y a la verdad que lo merece, porque su solemne pompa, la hermosura
de sus temas y acompañamientos inspiran al auditor el mismo sentimiento de
que debió estar poseído el autor al componerla. Es justo reconocer el nuevo ser
que la sabia dirección del Sr. Segura ha dado a la orquesta; pero no debemos
detenernos en tributarle elogios sobre este particular, cuando tenemos que dar
cuenta de los prodigios de dificultades que venció su arco en una fantasía que
un tema de Spontini en la Vestal sugirió a Laffont. Un movimiento simultáneo
del auditorio anunció la llegada del profesor extranjero al punto designado para
tocar dicha fantasía. Una ejecución tan brillante como meliflua, la perfecta distin-
ción con que hiere las notas en medio de la asombrosa rapidez que caracteriza la
composición y las cadencias que con la velocidad del relámpago terminaban ya
en un majestuoso calderón, ya en un deliciosísimo trinado, produjeron en la sala
salves de aplausos repetidos que era forzoso retener para no perder con ellos un
solo sonido del encantador violín. Pero cuando el entusiasmo llegó a su colmo
fue cuando ejecutó las variaciones obligadas con acompañamiento de piano y
doble cuarteto de Pechatschek. Los espectadores retenían el aliento por oírle, y
en cada frase musical experimentaban un combate entre la necesidad de aplaudir
y el deseo de oír más. En cuanto a nosotros podemos asegurar que nos embargó
hasta la facultad de manifestar nuestra insignificante aprobación; y cuando llegó

26
«Concierto del Sr. Toribio Segura». La Bandera Nacional, n°13, 24-10-1834, [fol. 1v].

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a la variación de sonidos armónicos hasta tuvimos la tentación de imitar la prin-


cesa Eliza Bacciochi [Elisa Baciocchi] (hermana de Bonaparte), que se iba siempre
antes de terminar los conciertos de Paganini porque tales sonidos, cuando este los
producía en su violín, conmovían demasiado fuertemente su sistema nervioso.
En fin, no podemos menos que creer que el Sr. Segura se halle altamente compla-
cido con la buena acogida que le ha dispensado el público de Caracas y que en
los próximos conciertos acudirá aun con más anhelo a oír a este célebre artista,
cuya actual permanencia en esta capital nos presagia la venida de otros insignes
profesores que como él quieran visitarla27.

El segundo concierto fue dado a conocer por la Gaceta de Venezuela del


día 29 de octubre de 1837, y en ese aviso se advirtió, en una nota al pie,
que por solicitud de varias personas se repetiría la Gran marcha dedicada
a S. E. el General en Jefe J. A. Páez28. Además se previó la interpretación de
otra marcha de Toribio Segura, esta última dedicada al expresidente de
los Estados Unidos, Andrew Jackson. Desde luego, el programa contenía
también obras para el lucimiento de Segura como violinista, por lo que
incluyó una pieza concertante de Ludwig Maurer (1789-1878) y unas va-
riaciones de Jan Kalliwoda (1801-1866), además de unas oberturas para
orquesta de Daniel Auber (1782-1871).
Por una nota aparecida en el semanario El Nacional sabemos que el
intérprete solista sería acompañado al piano por un «distinguido aficio-
nado» y por el Sr. Péyer, dueño de un renombrado almacén de música
y «habilidoso pianista»29. Lamentablemente, y por razones de lluvia, el
concierto fue suspendido para el 5 de noviembre del mismo año. Ese día,
para colmo de males, el «distinguido aficionado» que se había ofrecido
para acompañar a Segura tuvo que partir hacia Apure para acompañar
al general José A. Páez y a todo su estado mayor, por lo que se hicieron
algunas alteraciones al programa. En consecuencia, las variaciones de
Kalliwoda fueron sustituidas por una «selecta composición» ejecutada
a solo por Segura30.
El último de los tres conciertos que se comprometió a dar la Sociedad
Filarmónica a beneficio de Segura se programó para la noche del 10 de
diciembre de 1837. El programa previsto fue detallado por el Diario de
Avisos del sábado 9 de diciembre (véase Tabla 3).

27
«Primer concierto del Sr. Toribio Segura». El Nacional, n° 81, 15-10-1837, [fol. 2v].
28
Gaceta de Venezuela, n° 353, 29-10-1837, [fol. 2v].
29
El Nacional, n° 83, 29-10-1837, [fol. 2v].
30
El Nacional, n° 84, 5-11-1837, [fol. 2v].

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Tabla 3. Programa del tercer concierto de la Sociedad Filarmónica de Caracas31.

Primera parte

Obras Autores
Gran marcha dedicada al excelentísimo Sr. D. Mariano Ricafort, Toribio Segura
excapitán de la isla de Cuba
Variaciones obligadas de flauta ejecutadas por el Sr. Luis A. Jan Kalliwoda
Aliaga
Fantasía española compuesta de bolero, tema portugués y Mezas
cachucha ejecutada por Segura
Variaciones para clarinete obligado por acompañamiento de Vincenzo Bellini
piano por los Sres. Hauser y Peyer
Overtura [sic] de muda [sic] de Porticci Daniel Auber

Segunda parte

9° sinfonía Juan Meserón


Dúo concertante de dos trompas por los Sres. J. Hauser, e Juan Meserón
Ildefonso Meserón
Dúo concertante de piano y violín por los Sres. E. Peyer y Laffont [Charles
Toribio Segura Philippe Lafon] y
Hertz [Henri Herz]
Final instrumental Romberge

Los billetes se expenderán el día de la ejecución en la casa del Sr. Damiron y por
mano del Sr. Florencio Clemente

Este concierto también tuvo que ser postergado debido al fallecimiento


de una persona vinculada a la Sociedad Filarmónica. La nueva fecha la
anunció el semanario El Nacional para el domingo 17 de diciembre de
183732. Lamentablemente, y como ocurrió con el segundo concierto, no
hubo (o no pudimos encontrar) comentarios de la crítica. Lo que sí re-
gistró la prensa de la época, y esto es mucho más importante, es que los
miembros de la Sociedad Filarmónica estaban haciendo arreglos para que
Toribio Segura permaneciera un tiempo más en su seno como director de

31
«Sociedad filarmónica. Concierto de Toribio Segura». Diario de Avisos, n° 6, 9-12-1837,
[fol. 4v].
32
El Nacional, n° 90, 17-12-1837, [fol. 2v].

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la orquesta. Así, fue posible ver, en uno de los avisos que publicitaba el
tercer concierto, lo que sigue:

Con pena anunciaríamos este último concierto del Sr. Segura, si nosotros no
tuviésemos motivo para esperar que no será el último si se logran ciertos arreglos,
que según estamos informados, proyecta la Sociedad para conseguir por más
tiempo la permanencia de este distinguido artista en nuestra capital. Convencido
como se halla de las inestimables ventajas que la orquesta filarmónica reporta de
un excelente director, ella se esforzará, no hay duda, en hacer una adquisición tan
importante como la del Sr. Segura, y creemos que al intento no dejará de tener la
cooperación de todas las personas de buen gusto, protectoras de las artes liberales
y apreciadoras del verdadero mérito33.

3. Las «canciones periódicas» de Toribio Segura (1838)

Tal y como sucedió en La Habana, una vez finalizados sus primeros


conciertos, comienza el inquieto Segura a proponer nuevas iniciativas a
favor de la música. La primera que nos reporta la prensa de la época es
un proyecto para componer e imprimir canciones con acompañamien-
to de fortepiano o guitarra, inspiradas en las expresiones locales de los
caraqueños, lo que nos revela también las inquietudes costumbritas del
artista. Este último asunto nos luce muy interesante y pareciera inscri-
birse dentro de esa búsqueda de un estilo nacional de canciones (en este
caso, para Venezuela) al que se refiere Celsa Alonso cuando habla de
la canción española del siglo XIX34. El referido aviso, presumiblemente
aparecido en el periódico La Bandera Nacional del martes 8 de mayo de
183835, dice lo que sigue:

Avisos
Toribio Segura.
Tiene el honor de anunciar al público, que habiendo encontrado en esta ciu-
dad una pequeña imprenta del Señor Tomás Antero, se propuso tributar a los
venezolanos un duradero homenaje de gratitud por la buena acogida que se le

33
El Nacional, n° 89, 10-12-1837, [fol. 2v].
34
Al respecto sugerimos ver Alonso, Celsa. «La canción española en el siglo XIX: la
cotidianidad del género lírico de salón en España». Música iberoamericana de salón…, vol. 1, pp.
41-66.
35
Decimos «presumiblemente» porque la página contentiva del artículo está mutilada; no
obstante, la encuadernación a la que fue sometida el periódico hace presumir que el aviso
corresponde a la fecha y periódico advertidos.

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ha dispensado en este privilegiado suelo, y de alto aprecio a la general afición


que se tiene al arte divino de la música.
Para llenar su objeto ha escogido algunas palabras o frases provinciales, que
se usan en el país con naturalidad y gracia, y adaptable a la generalidad.
El autor desea que Venezuela tenga sus canciones propias, y ha dado princi-
pio por el número 1 con el título de Guá! con acompañamiento de fortepiano o
guitarra, y tiene la satisfacción de que esta pequeña composición haya obtenido
la aprobación de los que la han visto ya impresa, y de que sus amigos particular-
mente le hayan estimulado a continuar.
Ofrece, pues, dos piececitas al mes, variando el género de la música, más o
menos extensa, alternando entre lo jocoso y lo sentimental.
El número 1° se venderá a dos reales por canción ya sea con acompañamiento
de piano o de guitarra, en casa del señor A. Damirón y en el almacén de modas
del señor Henrique Hauser.
La acogida que el público dé a este pequeño trabajo decidirá la duración de la
empresa, que cuando menos puede ofrecer desde hoy un estímulo a los hijos del
país para que también publiquen sus obras ya música, ya poéticas36.

Este aviso apareció también en el semanario El Nacional de fecha 13


de mayo de 1838 y allí llevó por título «Canciones periódicas del Señor
T. Segura»37, seña que debemos tener presente en este subcapítulo para
entender mejor la naturaleza del plan que estaba presentando Segura
(más adelante se explica este comentario).
El segundo número de este proyecto editorial, que algunos llama-
ron «periódico musical», salió de conformidad a la regularidad mensual
señalada, cosa que nos lo deja saber un aviso aparecido en La Bandera
Nacional correspondiente al 29 de mayo de 1838. La nota es como sigue:

Periódico musical del señor Segura.


Nos es grato poder anunciar que esta empresa, útil al país como calculada
para estimular a la generalización de los conocimientos en el arte encantada de
la música va haciendo ya los progresos que eran de esperarse del bien conocido
gusto a favor de éste, que domina en el país; así es que debemos lisonjearnos
de que será completamente realizada la idea del autor. Este acaba de publicar el
segundo número, que lo forma una canción titulada: La ausencia […]. Nosotros,
deseosos de que el país progrese en todo lo útil y lo agradable, nos tomamos la
libertad de excitar dentro y fuera de la capital a la protección de esta empresa.
Desde luego varios señores deseosos de dar estímulos a la empresa, y dispuestos
siempre a dar protección a las bellas artes, han suscrito su nombre, y continúan
haciéndolo: hasta ahora sabemos de los siguientes: [se nombran una serie de per-
sonalidades entre las cuales se destacan los generales Soublette, Páez y Urdaneta;

36 «Toribio Segura». La Bandera Nacional, n° 41, 8-05-1838, [fol. 2v].


37 «Canciones periódicas del Señor T. Segura». El Nacional, n° 111, 13-05-1838, [fol. 1r].

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el impresor Valentín Espinal y los editores de periódicos M. de Briceño (Diario de


Avisos) y J. B. Calcaño (La Bandera Nacional)]38.

La tercera entrega de las canciones periódicas de Toribio Segura fue


dada a conocer por el semanario El Nacional. La nota dice así:

Aviso a los aficionados de la música.


Acaba de publicarse el tercer número de las canciones periódicas del Sr. Toribio
Segura, con el título de La burla amorosa o él y ella. Se expende en los lugares ya
anunciados en este periódico39.

Finalmente, el mismo semanario El Nacional publicitó la cuarta entrega


de las canciones periódicas de Segura, con un aviso aparecido el 15 de
julio. Esta nota es muy importante porque nos permite hacer una pequeña
precisión respecto al nombre que, incorrectamente, se le ha dado a ese
«primer periódico musical» que tuvo Venezuela. La nota es como sigue:

A los aficionados a la música.


La mecha. —El 4. ° número de las canciones periódicas del Sr. Segura ha visto la
luz pública en esta semana. El crédito con que corren en manos de los aficionados
y la popularidad que se han granjeado deben estimular al Sr. Segura a continuar
con ahínco en su empresa. Estamos informados de que cuenta en la capital con
cerca de cien suscriptores, y que de las provincias se han recibido avisos de de-
mandas que no eran de esperarse, atendidos los pocos progresos que ha hecho
la música en algunas de ellas. Estos positivos resultados, seguro termómetro del
aura popular, son los que deben más complacer al que anhela captarla, porque
ciertamente no son los que pueden inducir a engaño, ni dar lugar a creer que
proceden de una cumplida lisonja40.

Ese aviso publicitario fue también dado a conocer por el periódico


La Bandera Nacional41, lugar de donde lo tomó el músico e investigador
Alberto Calzavara, primero en dar a conocer este supuesto periódico42.
La nota de El Nacional reza así:

38
«Periódico musical del señor Segura». La Bandera Nacional, n° 44, 29-05-1838, [fol. 1r].
39
«Aviso a los aficionados de la música». El Nacional, n° 117, 17-06-1838, [fol. 2v].
40
«A los aficionados a la música». El Nacional, n° 120, 15-07-1838, [fol. 2v].
41
La Bandera Nacional, n° 51, 17-07-1838, [fol. 1v].
42
Calzavara, Alberto. «Comentario preliminar». Explicación y conocimiento…, p. 8. Por la
declaración de las fuentes del estudio que venimos citando, hemos podido corroborar que fue
del periódico La Bandera Nacional de donde tomó este dato Calzavara.

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Periódico musical de Sr. Segura.


Ha salido el 4° número titulado La mecha, el cual se halla de venta en casa de
los señores Payer y Hausser y por medio del repartidor Florencio. Nos es grado
anunciar que el periódico tiene buena demanda, de modo que en suscritores so-
lamente de esta capital tiene más de lo suficiente para pagar sus gastos43.

Como se puede ver, una lectura ligera de este último aviso pudiera hacer
presumir al lector que el proyecto editorial de Toribio Segura se llamaba
«La mecha»; pero si hemos venido haciendo una revisión cuidadosa de
todos los avisos de prensa que le precedieron, notaremos que lo que se
llamaba La mecha no era el supuesto periódico, sino la pieza correspon-
diente a aquella cuarta entrega. Creemos que fue esto lo que le sucedió al
muy bien documentado Alberto Calzavara, quien fue el primero en darle
nombre al periódico musical de Toribio Segura. Después de allí, quienes
también se han ocupado del asunto (Mario Milanca Guzmán y José Peñín),
o quienes han citado las palabras de Calzavara (yo mismo), han repetido
el mismo error44. Valga pues este pequeño comentario nuestro para hacer
una mínima precisión al mejor conocimiento de nuestro pasado musical.
También debe decirse que, aunque alguno de los citados avisos de la
época acuñan el término «periódico musical» para referirse a estas publi-
caciones mensuales de Toribio Segura, parece que lo que en realidad se
publicaba eran unas «canciones periódicas» (término igualmente acuñado
en los avisos) y no un periódico en los términos en que actualmente lo
entendemos.
Volviendo a la periodicidad con que debía salir la publicación de Toribio
Segura, y a pesar de los cientos de suscriptores que describen los últimos
avisos, después de aquella cuarta entrega no hemos podido ubicar nin-
guna otra nota sobre el asunto. Debido a ello, no sabemos si se siguieron
publicando estas canciones con acompañamiento de fortepiano o guitarra.

4. Los cuartetos musicales de Toribio Segura

Una de las razones que pudieron distraer la inicial puntualidad con


que Toribio Segura y el impresor Tomás Antero arrancaron el proyecto de

43
El Nacional, n° 120, 15-07-1838, [fol. 2v]. 
44
Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana…, pp. 126-127; Peñín, José. «La imprenta
musical en Venezuela». Papel Musical: revista de juventudes musicales de Venezuela, VII, 9-12 ((1994),
p. 29; Quintana, Hugo. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra escrito en Ve-
nezuela 184?…», p. 301; y Quintana, Hugo. Cincuenta años de musicografía caraqueña. Caracas,
Universidad Central de Venezuela-CDCH, 2011, p. 28.

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publicación de las canciones con acompañamiento de fortepiano y guita-


rra fue la conformación de un cuarteto musical, centrado precisamente
en la figura del violinista valenciano. Lo dicho se infiere de la lectura de
un aviso aparecido en el periódico La Bandera Nacional del martes 23 de
octubre de 1838, en donde se deja ver que, para esa fecha, el proyecto del
cuarteto musical tenía más de un mes funcionando. Esta nota es también
reveladora de lo mucho que querían los caraqueños conservar al violinista
en su suelo. Veamos el aviso:

Cuartetos musicales
Varios amigos de las artes liberales, que deseaban proporcionar al señor Segura
el medio de que se quedase en el país, concibieron el proyecto de unos cuartetos
dominicales, haciéndose cargo cada uno de solicitar cuatro amigos que suscribiesen.
En efecto, muy pronto se consiguió que comenzasen, causando general satisfacción
la excelente ejecución del artista, y de los señores que le acompañan. Al ver lo
bien acogida que ha sido la idea, se le ha dado más extensión al plan. El señor
Ignacio Chaquert ofreció a la sociedad su casa, y en ella se ha ejecutado ya en
tres domingos; y los señores José Austria, Ramón Silva, Juan de la Cruz Carreño
y José María Velásquez han tenido la bondad de acompañar al señor Segura en
la ejecución, sin remuneración alguna, al menos los tres primeros según estamos
bien informados. En lo adelante se ha convenido que la suscripción sea mens[u]
al a dos pesos por casa cuatro domingos y pasan ya de setenta abonados, entre
ellos los señores Cónsules Sir R. Ker Porter y Caballero de la Palun, y otros estran-
jeros. La concurrencia a los cuartetos comienza ya a ser de moda, y como hay en
nuestra capital una suma falta de sociedad, deseamos que esta se fomente, pues
ha de producir siempre muy buenos resultados; esto sin contar con la de fijar en
Venezuela al excelente artista a quien debemos su establecimiento45.

Este proyecto de los cuartetos musicales dominicales parece haber


tenido más larga vida que el de edición de canciones con acompaña-
miento de fortepiano o guitarra, pues varios meses después, el martes 5
de marzo de 1839, un aviso aparecido en La Bandera Nacional invitaba al
público a suscribirse a la programación del segundo trimestre del aquel
año46. Sucede lo mismo con otro aviso del mismo periódico, difundido el
martes 14 de mayo de 1839 y uno más aparecido en el periódico El Liberal
de julio de 1841. Por todo ello, es deducible que el proyecto se mantuvo
vigente, cuando menos, tres años. Esta afirmación la confirman un par
de notas de prensa ubicadas en el periódico El Venezolano de 19 de julio
y 16 de agosto de 1841, donde en efecto se advierte que «con el fin de

45
La Bandera Nacional, n° 65, 23-10-1838, [fol. 1v].
46
La Bandera Nacional, n° 84, 5-03-1839, [fol. 2v].

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darles una forma y extensión mayor, en relación con la concurrencia que


se ha dignado en favorecerlos […], los conciertos quedaban en receso
indefinidamente»47.
Antes de terminar con este pequeño apartado atinente al cuarteto
musical de Segura queremos retomar aquí una reflexión hecha por Fidel
Rodríguez. El sociólogo y musicólogo se refirió a un fenómeno similar
que se dio entre los años de 1843 y 1844 cuando la primera compañía de
ópera italiana visitó Caracas, señalando que estas iniciativas para prolon-
gar la presencia de músicos foráneos «configurarán la base económica de
sustentación para la actividad musical misma»; y, también comentó, «que
las condiciones de producción para el financiamiento de esta actividad
estarán ubicadas en el binomio público selecto - sala de presentación»48.
Para nosotros, sin embargo, y hasta donde hemos podido constatar, no se
trataba solo de un binomio sino de un complejo polinomio donde, como
hemos venido viendo, la prensa jugaba el fundamental papel de vaso
comunicante y estimulante en todo el circuito que se estableció entre el
público, la sala de conciertos y los músicos. Valga decir también, en re-
conocimiento de Toribio Segura, que debió de ser él uno de los primeros
honrados con estas iniciativas, antes de aquella otra de 1843 y 1844 a la
que aludió Fidel Rodríguez.

5. Toribio Segura, alumno de Fernando Sor y profesor de guitarra

En 1842 (no sabemos con exactitud a partir de qué fecha), Toribio Segura
saldrá del país por unos meses con el objeto de dar una gira por el Caribe.
Su regreso en diciembre de aquel año nos lo advierte, primeramente, una
nota aparecida en el periódico El Liberal del 29 de noviembre de 1842.
El aviso es también revelador de lo consustanciado que estaba Toribio
Segura con las conmemoraciones nacionales. Veamos la nota:

El Sr. Segura
Este célebre violinista, que tantos meses ha que falta de entre nosotros, debe
llegar de Santómas [sic] dentro de poco, para encontrarse en la solemne ceremonia
del 17 de diciembre. De mucho auxilio servirá entonces y parece probable que

47
Tomado de Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana…, p. 130.
48
Rodríguez, F. Caracas, la vida musical y sus sonidos…, p. 96.

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dé por su cuenta algunos conciertos, que no dudamos serán concurridos, con


provecho suyo, y placer del público caraqueño49.

Los conciertos a los que también alude la cita anterior, relacionados con
la conmemoración de la muerte y repatriación de los restos mortales del
libertador Simón Bolívar, se realizaron, en efecto, pero parece que no fue
en diciembre de 1842, sino en marzo del año siguiente cuando se celebró
el recital de Toribio Segura. Allí ejecutó un concierto para violín de Char-
les Philippe Lafon (1781-1839) y un «Wals», con acompañamiento en el
piano, de Jan Kalliwoda (1801-1866). Esta, por cierto, fue la oportunidad
para la cual se estrenó la Gran marcha con su himno triunfal a Bolívar del
compositor venezolano José Lorenzo Montero.
1843, en donde nos ubicamos ahora, es también el año en que Toribio
Segura se nos revela, definitivamente, como intérprete y profesor de gui-
tarra. La primera noticia en relación a esto tiene que ver con el concierto
advertido en el párrafo anterior, en cuyo primer programa se incluía el
Concierto para guitarra de Mauro Giuliani50. Ese recital no se realizó en la
fecha pautada ni con el programa advertido, eliminándose, entre otras
piezas, el mencionado concierto de Giuliani; pero no deja de ser signifi-
cativo el hecho de que tal obra se anunciara.
El siguiente dato lo encontramos en el periódico El Venezolano del mar-
tes 12 de septiembre de 184351. Allí pudimos dar con un artículo titulado
«La guitarra», firmado precisamente por Segura. Se trata de un texto muy
largo como para transcribirlo aquí (véase su transcripción íntegra en el
Apéndice 1), pero su contenido es demasiado significativo como para no
comentarlo plenamente. Por lo expresado en esta nota valorativa, el texto
está dedicado a la memoria del insigne guitarrista Fernando Sor, muerto
en fecha reciente a la redacción del escrito52. Segura, de hecho, declara
que la motivación para escribir el artículo fue rendir un «justo tributo» a
quien lo acogió en su casa de París, «por el espacio de un año, recibiendo
tanto de él [Fernando Sor] como de su apreciable esposa la más franca
y amistosa acogida». Ello nos pone de manifiesto que Segura debió de
vivir en casa de Fernando Sor entre el año de 1813 y 1815, pues fue en
esos años cuando residió en París el eximio guitarrista con su esposa.

«El Sr. Segura». El Liberal, VII, n° 403, 29-11-1842, [fol. 1r].


49

El Liberal, VIII, n° 429, 14-05-1843, [fol. 3r].


50

51
Segura, Toribio. «La guitarra». El Venezolano, IV, n° 200, 12-09-1843, [fol. 2v].
52
Debido a que el autor se refiere a Fernando Sor como muerto «el año pasado», debemos
pensar que el artículo se escribió en 1840, pues Sor murió el 10 de julio de 1839.

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Más tarde (en la última etapa de su vida), Sor volvería a París, pero para
entonces ya su esposa había fallecido.
Como era de esperarse, aquella ocasión en que Toribio Segura vivió
con Fernando Sor fue aprovechada por el violinista para conseguir co-
nocimientos en la ejecución de la guitarra, lo que el autor del artículo
declara en términos muy particulares. Veamos el detalle:

Aquella circunstancia me proporcionó adquirir el poco conocimiento que tengo


de la guitarra, pues no se pasaba día que no lo oyera tocar: es muy cierto que no
quiso darme lecciones a pesar de que varias veces se lo supliqué. Su respuesta
era decirme «la mejor lección que yo puedo dar a usted es que me vea y oiga
tocar». Debiéndome pues someter a su voluntad, me propuse observar de cerca
su sistema, y al componer yo algunas piezas para este instrumento las sometí a
su examen, y obtenida su aprobación las publiqué en París53.

Para complementar esta alusión sobre la formación guitarrística de


Segura —nota que el lector puede concebir como algo fantasiosa— agre-
garemos que el valenciano debió llegar a la casa de Sor cuando ya era un
violinista formado. También ha de decirse que el fenómeno de los violinis-
tas venidos a guitarristas fue bastante común a principios del siglo XIX,
época en la que el lenguaje de ambos instrumentos no era tan distinto54.
En este sentido, debe saberse que hicieron también ambivalente carrera
musical figuras eximias y contemporáneas a nuestro personaje (recordados
hoy como violinistas o como guitarristas), tales como Niccolò Paganini
(1782-1840), Francesco Molino (1768-1847), Fernando Carulli (1770-1841),
Muro Giuliani (1781-1829) y Luigi Legnani (1790-1877), entre otros. En
todo caso, y para el momento en que Toribio Segura se promueve como
profesor de guitarra en la prensa venezolana, ya habían pasado más de
25 años de su salida de Europa (recuérdese que llegó a Cuba en 1816),
por lo que no le faltó tiempo para perfeccionarse en la interpretación del
instrumento.
Volviendo al artículo del periódico El Venezolano, diremos que en él se
nos revela Segura como conocedor de detalles muy particulares sobre la
historia del instrumento, sobre la técnica guitarrística y sobre los proble-
mas que se derivan al ejecutar en ella la armonía escolástica. De hecho,
el artículo está escrito de manera tal que reluzcan en él los históricos

53
Segura, T. «La guitarra…».
54
Para mayores detalles sobre este particular fenómeno, sugerimos ver Barceló, Ricardo.
«Del violín a la guitarra: influencias en la técnica, escritura, organología y expresión». Roseta:
Revista de la Sociedad Española de la Guitarra, 5 (2010), pp. 48-59.

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aportes de Fernando Sor, a la vez músico de sólida formación académica


y guitarrista virtuoso, poseedor de una gran técnica.
Más allá de Fernando Sor, el artículo también nos da un par de notas
interesantísimas respecto a los proyectos guitarrísticos que tenía Segura
para Venezuela. La primera de ellas reza lo siguiente:

La guitarra, por lo que ya se ha dicho, es susceptible de muchas gracias y


efectos nuevos, y en la actualidad estoy arreglando para 12 guitarras la marcha
que compuse al general Páez, valiendo para lograr un buen efecto, de guitarras en
diversas formas, en diferentes tonos y capo Dasto [capodastro], a fin de abrazar
y hacer jugar la armonía en toda la extensión y dimensiones55.

Como podrá verse, el comentario no tiene desperdicio, pues supone


que Segura contaba, cuando menos, con once guitarristas, además de él,
para interpretar la Marcha a Páez que, en efecto, está escrita para doce
instrumentos melódicos más timbales (véase Apéndice 2). Respecto a su
deseo de dedicarse a la enseñanza de la guitarra, el artículo reporta lo
siguiente:

[…] confieso que dicho instrumento a mí me encanta y me hace pasar agrada-


bles las horas de mi vida, que consagro a la soledad, proporcionándome el placer
de una dulce melodía. Habiendo comunicado a varios de mis amigos las grandes
sensaciones que me procura la guitarra, me han hablado seriamente de las ventajas
que produciría en la sociedad su uso más generalizado, particularmente en el bello
sexo para acompañarse a cantar y también tocar algunas piececitas delicadas. Por
la misma razón, mis amigos me han aconsejado varias veces dedique algunas horas
a la enseñanza de la guitarra, y como en el día mis ocupaciones me permiten este
entretenimiento, tengo el honor de participar a este ilustrado público para que
las señoras que quieran recibir lecciones mías se dignen hacérmelo saber en el
almacén de música del Sr. Eduardo Peyer, Calle de las Leyes Patrias o por medio
de los repartidores de los papeles públicos.
Suplico al Sr. Redactor de «El Venezolano» se sirva favorecerme dando colo-
cación en las columnas de su interesante periódico este aviso de cuya atención le
quedará muy agradecido su atento servidor. Q. B. S. M.- Toribio Segura56.

Como pasó con todos los proyectos que hemos comentado hasta ahora,
el de la enseñanza de la guitarra también dio muestras de ir adquiriendo
mayor amplitud y amigos, cosa que se reflejó en la prensa local. Así, y
luego de tres meses de haber aparecido el artículo «La guitarra», encon-
tramos el siguiente aviso en el mismo periódico El Venezolano:

55
Segura, T. «La guitarra…».
56
Loc. cit.

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El señor Toribio Segura.


Con placer hemos observado las notables ventajas que ofrece este célebre artista
en la enseñanza de la guitarra a que se ha dedicado poco tiempo hace. También
hemos oído ejecutar en el violín muy buenas piezas a un joven que tiene la fortuna
de recibir sus lecciones, y estas circunstancias nos ha sugerido el pensamiento de
excitar al Sr. Segura, a quien tributamos el justo aprecio que merece su talento,
para que se consagre también al acompañamiento de señoritas que tocan el piano
y cultivan el canto: los hermosos sonidos de su violín y su acreditada maestría,
unidos al buen gusto que sabría transmitir a nuestras jóvenes aficionadas, darían
felices resultados para la buena sociedad caraqueña en donde la música es uno de
sus más estimables adornos. Quisiera el Sr. Segura dispensarle una buena acogida
a nuestra indicación y acepte las simpatías que le profesan unos filarmónicos57.

Justo una semana después, se imprime en el mismo periódico El Ve-


nezolano la respuesta de Segura, fijando además el monto de sus clases.
Este aviso, vale decir, salió seriado, de modo que no solo se publicitó el
15 de diciembre de 1843, sino que además reapareció durante todo el mes
de diciembre de aquel año.

Música
Después de manifestar mi agradecimiento a los Sres. filarmónicos que han
tenido la bondad de hablar de mí con tanto interés en un anuncio que se lee en el
número anterior de «El Venezolano» haciendo referencia a las lecciones de acom-
pañamiento al piano que yo puedo dar, tengo el honor de hacer saber a dichos
Sres.; como igualmente a este ilustrado público, que dedicaré con sumo placer
una parte de mi tiempo a este ramo de enseñanza; y habiendo ya empezado a
dar lecciones tanto de violín como de guitarra, juzgo ahora oportuno indicar los
precios que he fijado, para conocimiento de las personas que deseen ocuparme,
los cuales se servirán avisarme por medio de los repartidores de papeles públi-
cos, o en los almacenes de música de los Sres. Eduardo Peyer o de César Grund.

Violín por lección………………………....…..20 reales.


Iden. Acompañamiento al piano……………10 Iden.
Guitarra, por Iden………………..………..…...8 Iden.
Toribio Segura58.

También hay que decir que las clases de guitarra de Segura tuvieron
una suerte de relación con el Colegio de la Concepción, pues en un aviso
relacionado con los exámenes finales de esa institución, se dice que las
«Sritas. Ana Baralt, Margarita Sánderson y Benigna Palacio, dirigidas

57
«El señor Toribio Segura». El Venezolano, IV, n° 214, 8-12-1843, [fol. 1r].
58
Segura, Toribio. «Música». El Venezolano, IV, n° 215, 15-12-1843, [fol. 1r].

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por el profesor Sr. Toribio Segura, ejecutaron una pieza en la guitarra»59.


En un contexto similar, el 24 de junio de 1844 aparece publicitado en El
Liberal un «nuevo establecimiento de enseñanza», entre cuyos docentes
encontramos el nombre de Segura60. Lamentablemente, aquí solo se le
menciona como profesor de violín. El aviso publicitario reapareció también
en el mismo periódico, en fecha 8 de julio del mismo año61.
El último aviso hasta ahora encontrado relacionado con Segura y con
la enseñanza de la guitarra se llama «Escuela musical» y apareció en el
periódico El Liberal del 20 de noviembre de 1847. Es el mismo que hace
dudar a Alejandro Bruzual sobre el papel de Toribio Segura como do-
cente de guitarra, debido a los problemas de salud que se mencionan en
el artículo62. Pero a nosotros más bien nos hace pensar absolutamente lo
contrario; esto es, que aun en las circunstancias más difíciles de su vida,
Segura se mantuvo dispuesto promoverse como profesor del instrumento.
He aquí lo fundamental de la nota:

Las desgracia que ha sufrido el profesor Toribio Segura, así en su salud como
en sus intereses y la clausura a que por ellas se ve condenado en su casa, le han
sugerido la idea de contraerse con asiduidad a la enseñanza del canto, del violín
y de la guitarra por un precio módico que se convendrá con todos los que quieran
concurrir a tomar en su casa las lecciones.
Sabe ya el público y especialmente las señoritas y señores que ha recibido
por algunos días la dirección de este gran maestro, famoso en el conocimiento
de la música y del rey de los instrumentos (el violín), cuánto se gana y adelan-
ta con sus lecciones y cuánto más baratas han resultado aunque aparentemente
pareciesen caras.
Hoy que la situación del Sr. Segura no es feliz y que él desea conciliar la ocu-
pación útil de su tiempo con la comunicación franca y absoluta de sus preciosos
conocimientos y secretos en el arte de la música poniéndolos al alcance de mayor
número de personas por la residencia permanente que debe tener en su casa y por
equidad que guardará en las exigencias de la recompensas, parece que la juventud
debe apresurarse y correr a inscribirse entre los alumnos del brillante profesor63.

Como confirmaremos más adelante, Segura vivió en Caracas hasta


1850 y es perfectamente posible que hasta entonces se mantuviera dando
clases de guitarra.

59
El Venezolano, n° 232, 30-03-1844, [fol. 1v].
60
El Liberal, IX, n° 495, 24-06-1844, [fol. 3v].
61
El Liberal, IX, n° 498, 8-07-1844, [fol. 3v].
62
Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 32.
63
«Escuela musical». El Liberal, 20-11-1847, fol. 1v.

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6. Toribio Segura y el Nuevo método de guitarra o lira

Lo dicho hasta ahora sobre Toribio Segura y sobre su rol como profesor
de guitarra en Caracas parece sugerir que volvamos a hacer referencia a
algo sobre lo cual escribimos hace ya más de 20 años:

En la Biblioteca Nacional de Venezuela […] hay, entre los miles y miles de


escritos que allí se albergan un «extraño» libro, cuyo largo título comienza dicien-
do: Nuevo método de guitarra o lira. Este libro fue editado en la ciudad de Caracas
aproximadamente en la cuarta década del siglo XIX, según estima el personal de
la mencionada institución64.

El texto fue publicado por la imprenta de Tomás Antero, el mismo que


publicó todos nuestros primeros libros de música. Dado que el libro acu-
sa como autor un pseudónimo, el «Caballero de ***», en aquel entonces,
asomé la hipotética posibilidad de que el autor fuera Toribio Segura65.
Hoy, después de haber hecho el vaciado hemerográfico que aquí venimos
presentando, creemos que no es una idea para nada insensata adjudicarle
a Toribio Segura la autoría de ese método; pero dado que tuvo él tan
notable vida pública en la prensa caraqueña, parece que no se justificaría
su anonimato, cosa que ha sido argumentada por Alejandro Bruzual66
y nosotros reconocemos como razonable. No obstante, pensamos que
asegurar que fue él o no el autor (o compilador) de la obra es realmente
apresurado. Por eso tenemos que dejar todo en el terreno de las conjeturas.
También fuimos nosotros los primeros en hacer notar las insólitas si-
militudes entre el método venezolano y aquellos otros de los hermanos
Meissonnier67, cosa que Bruzual nunca ha reconocido en sus escritos so-
bre el asunto, a pesar de que ha ocupado varias páginas en decir que
el método caraqueño es, en su primera parte, una «traducción libre» de

64
Quintana, H. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra…», p. 277.
65
Ibid., p. 300. Como ya se dijo en el «Preliminar» de este artículo, Alejandro Bruzual ha
escrito y reescrito en varias oportunidades (véase nota 17) que parto de la idea de que el autor
del método «fuese venezolano». Hoy hacemos esta aclaratoria pues, incluso a nivel internacional,
un reconocido musicólogo, sin experiencia documental en la historia musical venezolana, se
ha hecho eco de la misma falsa idea en su reseña del libro de Bruzual; véase Mendívil, Julio.
«Alejandro Bruzual: La guitarra en Venezuela». Trans: Revista Transcultural de Música, 17 (2013),
accesible en <http://www.sibetrans.com/trans/public/docs/trans-17-22.pdf>. Con ello espe-
ramos evitar, en alguna medida, que se siga difundiendo el falso testimonio.
66
Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 32.
67
Quintana, H. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra…», p. 305; e Id.
«Notas introductorias [a la edición facsímil del Nuevo método de guitarra o lira…]». Revista Musical
de Venezuela, 36 (1998), pp. 196-206, p. 200.

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aquel otro de Jean Racine Meissonnier68. Incluso, y como los contenidos


musicales de la edición de 1828 no coinciden con los del método cara-
queño, Bruzual plantea la hipótesis de que método del «Caballero de
***» haya sido «más bien una traducción de su primera edición, la de
1823»69. Afortunadamente, hoy contamos con una copia digital de aquel
método francés de 1823 —el mismo que Bruzual da por perdido70—, lo
que nos permitió hacer un cotejo exacto del contenido de ambos libros71.
Al respecto podemos decir con toda seguridad que el método caraqueño
(teniendo muchas piezas en común con el francés) no es, en modo alguno,
una traducción libre del de Jean Racine Meissonnier (1823). El hecho más
evidente que ilustra esta afirmación es que el método del «Caballero de
***» contiene partes (teóricas y prácticas) que no tiene el francés, revelando
incluso más amplitud en algunas de sus partes.
Sin embargo, debemos admitir, como se declara en la portada del mé-
todo caraqueño, que las piezas «son ejemplos escogidos de los mejores
autores», y que entre esos autores se tomaron muchas lecciones del método
de Jean Racine Meissonnier de 1823. En ese sentido, es muy importante
decir que el método de Meissonnier (en sus dos ediciones) está también
constituido por una «expresa» compilación de lecciones de otros muchos
autores de aquella época, entre los cuales debemos mencionar los nombres
de Kuffner, Carulli, Guiliani, Caracassi, Molino, Varlet, Castellacci, Lami,
Sor, Lhoyer y, desde luego, el mismo Meissonnier. Además, debemos
destacar una «Marche» atribuida a un tal «Ségura», que no sabemos si se
trata de nuestro Toribio (véase Apéndice 2). Recuérdese, en este sentido,
que en su artículo de 1843 Segura dijo haber publicado algunas piezas
mientras vivía en casa de Fernando Sor72, y ello abre la posibilidad de que
esta piecita pudiera ser una reedición de aquellas obras de 1814 o 1815.

7. Toribio Segura traductor

Si se admite la hipótesis de la traducción (para nosotros, más bien re-


composición) de la parte teórica del Nuevo método de guitarra o lira a partir

68
Meissonier, Jean. Méthode de guitare ou lyra. A Paris, chez J. Meissonnier, editeur de
musique, S.F. [1823]; véase Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 29.
69
Loc. cit.
70
Loc. cit.
71
Agradecemos al señor Erick Stotembold, quien, sin conocernos, nos facilitó esta copia digital.
72
Segura, T. «La guitarra…».

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de uno o más tratados franceses, el nombre de Toribio Segura vuelve a


saltar como posible traductor, oficio que en efecto realizó durante su estada
en Caracas. Así, podemos ver cómo a partir del 26 de noviembre y hasta
la última quincena del año de 1844 salió de las páginas de El Venezolano
el siguiente aviso seriado:

Al público.
Se acaba de publicar un discurso del Ilustrísimo Arzobispo Fenelon con el
título de Pruebas que la Naturaleza nos da de la Existencia de Dios; traducido libre-
mente del francés por T. Segura, el cual se halla de venta en los almacenes de los
Sres. Eduardo Peyer y César Grund, como también por medio del Sr. Florentino
Clemente.- Precio 1 chelín73.

Asimismo, y en lo que respecta a la música, pudimos encontrar esta otra


nota en el periódico El Patriota del 26 de enero de 1850, correspondencia
que iba dirigida al editor de este medio, quien era además un conocido
músico e historiador del siglo XIX.

Sr. Felipe Larrazábal.


En una obra moderna de un literato alemán, hablando de la música, hace ho-
norable mención del célebre José Haydn, a quien tuvo la dicha de conocer (estas
son sus últimas palabras) y quien también da una noticia de los últimos momentos
de la vida de ese grande hombre […].
Volviendo al asunto que motiva este artículo diré, que habiéndome interesado
sobremanera la lectura de los «Últimos momentos» del insigne Haydn, no he po-
dido menos que hacer la traducción del francés para que se publique en El Patriota
si U. cree puede interesar al público, de cuyo favor le quedaré agradecido S.A.S.

Toribio Segura
[Sigue la traducción
del referido artículo]74

Como se ve, a Toribio Segura no le fue ajeno el oficio de traductor.


Y si a ello le sumamos su condición de profesor de guitarra, asociado a
lo interno con el editor de la obra (Toribio Segura), y a lo externo, con
el movimiento guitarrístico que confluyó en París a principios del XIX,
parece lo más razonable vincularlo a la publicación del Nuevo método de
guitarra o lira. Sin embargo, reiteramos nuestra duda de que se haya tratado
de una simple traducción de un método foráneo (como lo dice Bruzual)
pues, cuando la imprenta de Tomás Antero hizo reimpresiones de tratados

73
«Al público». El Venezolano, n° 262, 26-11-1844, [fol. 1r].
74
Segura, Toribio. El Patriota, IV, n° 191, 26-01-1850, [fol. 1v.].

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extranjeros (ya en el mismo idioma, ya traducidos), lo declaró abierta-


mente en la portada de dichos textos. Ese es el caso de la reimpresión
del Arte de cantar de Miguel López Remacha (1829) y de las Cartas sobre
la educación del bello sexo (Caracas, 1839), obra esta solo atribuida a «una
señora americana» (también pseudónimo), pero expresamente calificada
como «reimpresa». Dadas estas circunstancias, nos inclinamos más por
la tesis de que el Nuevo método de guitarra o lira es una «compilación»,
hecho que está declarado en la portada del libro, donde se dice que se
trata de «ejemplos escogidos de los mejores autores». En esto pudo tomar
parte Toribio Segura.
A todo lo dicho debemos también agregar, como lo hicimos en la nota
que precede a la edición facsímil del Nuevo método75, que todo el primer
capítulo del libro, dedicado a los «principios fundamentales de la mú-
sica», es «reproducción exacta», no solo de contenido sino también de
diagramación, del Método o estudio completo de solfeo para enseñar el canto
según el gusto moderno de M. M. Larrazábal (1834), hecho que hace apa-
recer un poco ocioso el que miremos esta porción del libro como copia
de un tercer texto.

8. Un adiós a Toribio Segura

Retomando a la figura de Toribio Segura, diremos que el 20 de septiem-


bre de 1850 apareció en el Diario de Avisos una nota de despedida de este
destacado violinista, compositor, director, editor, guitarrista, profesor y
crítico musical. Andaría ya por los 60 o 70 años de edad, de los cuales le
había dedicado trece a Caracas. No creemos tener mejores palabras para
él que la reproducción que le dedicó un crítico que creyó recoger el sentir
de la ciudad de Caracas al saber de su partida. La nota dice como sigue:

Un adiós al señor Toribio Segura


Por el largo espacio de tiempo que el Sr. Toribio Segura ha vivido entre noso-
tros, por la suave melodía de ese violín con que tantas veces nos ha hecho sentir
tan sublimes como gratas sensaciones y por las cultas y bellas maneras de su
trato, la sociedad caraqueña siente, al separarse el Sr. Segura, un vacío irreparable.
Nosotros no nos creemos con la inspiración que sería necesaria para elogiar
debidamente el sobresaliente mérito de un artista tan célebre; pues nada podríamos
decir que fuese nuevo después de los elogios que se le han prodigado en todos los

75
Quintana, Hugo. «Notas Introductorias…», p. 202.

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periódicos de las grandes capitales en que su arco encantador ha hecho sentir las
más vivas emociones: nada que pudiera expresar las singulares demostraciones
de aprecios que ha recibido no solo de los principales artistas de la culta Europa,
entre ellos la incomparable Malibrán, que se han prestado gustosos a contribuir
en el éxito de sus conciertos; sino también de las señoras más distinguidas de la
sociedad y el mérito filarmónico, que para obsequiarle han cedido un tanto de su
natural modestia, ostentando sus habilidades ante el público.
La sociedad de Caracas, donde el Sr. Segura deja tantos admiradores y amigos,
desea que la providencia le colme de felicidad, y le da un sentido adiós.- Muchos
caraqueños76.

Conclusiones

Si ya se han podido ubicar evidencias dieciochescas que certifican la


llegada a América del Resumen de acompañar la parte con guitarra de Santiago
de Murcia —cosa que revela el Códex Saldívar y la edición de las Cifras
selectas de guitarra77—, no parece haber razones lógicas para pensar que
alguno de los muchos tratados de guitarra aparecidos un siglo después
(e incluso los mismos maestros del instrumento) no hubiesen venido al
llamado «Nuevo Continente». En ese sentido, debe recordarse que la
primera mitad del siglo XIX es el periodo de los grandes exponentes
de la guitarra clásica (la llamada época de la guitaromanie78), y que estos
guitarristas, además de ser intérpretes, compositores y pedagogos, es-
cribieron y publicaron conocidos libros y colecciones de estudios, cuyo
mejor testimonio lo constituyen los métodos de Carulli, el método y los
25 estudios de Carcassi, el método de Aguado, los 30 estudios de Sor,
los estudios de Coste, el método de Giuliani, el de Castellacci y el de
los hermanos Meissonnier. Lamentablemente, el modesto desarrollo que
ha tenido la musicología histórica en Hispanoamérica no ha permitido
corroborar todavía el impacto que esa exacerbada moda europea tuvo en
el subcontinente hispanoamericano, por más leve que esta hubiese sido.
No obstante, pensamos que estudios como los que hemos ofrecido aquí

76
«Un adiós al señor Toribio Segura», Diario de Avisos, n° 206, 20-09-1850, p. 3.
77
Lorimer, Michael. Saldívar Codex N° 4: Santiago de Murcia Manuscript of Baroque Guitar
Music (c. 1732), found and acquired in September 1943 in Leon, Guanajuato, Mexico by the Mexican
Musicologist Dr, Gabriel Saldívar (1909-1980). Complete Facsimile Edition with Preface and Commentary.
Santa Bárbara, el autor, 1987; y Vera, Alejandro (ed.). Santiago de Murcia: cifras selectas. Introduction,
Transcription and Critical Report. Middleton, A-R Editions, Inc., 2010.
78
 La guitaromanie es un fenómeno que ocurrió a principios del XIX, y que el guitarrista Charles
de Marescot ilustró en su libro titulado precisamente La guitaromanie, publicado en París en 1829.

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sobre la obra de Toribio Segura y sobre el Nuevo método de guitarra o lira


(ambos vinculados estrechamente con el gran movimiento guitarrístico
europeo de principios del XIX) muestran y certifican los mecanismos
que encontró la sociedad decimonónica caraqueña para abrirle paso a la
cultura guitarrística del mismo período. Estos dos acontecimientos his-
tóricos no deben verse como acontecimientos meramente fortuitos, sino
que constituyen una consecuencia natural de una sociedad que se miró
en Europa y que aspiraba ser como ella. Esperamos que esta investigación
pueda estimular otras muchas por venir, las cuales contribuirán a poner
de manifiesto el fundamento histórico de una cultura guitarrística que
es natural al ser latinoamericano.

Apéndice 1. Toribio Segura: «La guitarra»


(Fuente: El Venezolano, nº 200, 12-09-1843, [fol. 2v]).

La guitarra
Este instrumento antiquísimo tuvo su origen en Grecia y en un primitivo esta-
do sólo tenía 3 cuerdas; más tarde 4 y luego 5 en las que se quedó hasta fines del
siglo pasado, variando en diferentes épocas de diversas formas. Los españoles han
sido siempre los que mejor han manejado este instrumento; pero en el principio sus
bellezas no eran conocidas y sólo figuraba en España como un mueble en todas las
barberías, sirviendo al pueblo de pasatiempo para acompañarse las tiranas, jotas,
rondeñas, polos, seguidillas.
A fines del siglo pasado le dieron algún valor diversos hombres de genios como
el padre Bacilio, Arispacochaga, Cortinas, Pazos y el general Moreti, agregándole ya
entonces una cuerda más y ejecutando varias piezas de un gusto delicado, llamadas
sonatas, Minués, Rondós, &.a, &.a. Mas ya era tiempo de que este armonioso instru-
mento saliera de la reducida esfera que ocupase y tomase el rango que en la música
instrumental le pertenece. Para verificar esta metamorfosis era necesario un genio
creador, y al efecto se presentó al célebre Fernando Sor, dotado por naturaleza de
una [sic] alma música la más sensible que darse pueda. Este hombre extraordinario,
cuando fue a París, admiró a los grandes compositores después de haberlo oído
ejecutar con la mayor perfección las piezas más difíciles, entre ellas la complicada
Overtura [sic] de casa del joven Henrique; y todos estos efectos producidos en una
sola guitarra de seis órdenes.
Yo fui testigo varias veces de los abrazos que le prodigaban, Cramér, Berton, Baillot,
Kreutrzer, Playel, Cherubini y otros célebres artistas que sería dilatado enumerar; aña-
diré solamente para mayor elogio de Sor, que cuando Paganini le oyó la primera vez
en París, tocando con sus prodigiosas manos los hombros de nuestra guitarrista dijo:
«Bravo al inventor de la guitarra»
Efectivamente, la música de Sor está escrita a 3 y 4 partes con un bajo siempre
correcto, sus melodías llevan el sello de la gracia y sensibilidad, y su plan, como
composición, no deja lugar a la más leve crítica; tal es el poder que en este arte poseía

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el admirable Sor. Por una fatalidad dejó de existir el año pasado este privilegiado
genio, y aunque sus amigos y la sociedad en general lloran en él, tanto al grande
artista, como al hombre de bien, les quedó sin embargo [sic] por único consuelo el
poder oír sus composiciones a sus discípulos e imitadores los Aguados, Carcassis,
Huertas, Carullis, Giuliannis, &.a, &.a. A mí me cupo la feliz suerte, cuando llegué
a París, de vivir en su misma casa por el espacio de un año, recibiendo tanto de él
como de su apreciable esposa la más franca y amistosa acogida, por lo que me será
permitido en esta ocasión pagar un justo tributo a su memoria.
Aquella circunstancia me proporcionó adquirir el poco conocimiento que tengo
de la guitarra, pues no se pasaba día que no lo oyera tocar: es muy cierto que no
quiso darme lecciones a pesar de que varias veces se lo supliqué. Su respuesta era
decirme «la mejor lección que yo puedo dar a u. es que me vea y oiga tocar». Debiéndome
pues someter a su voluntad, me propuse observar de cerca su sistema, y al compo-
ner yo algunas piezas para este instrumento las sometí a su examen, y obtenida su
aprobación las publiqué en París.
La guitarra en manos de Sor era un instrumento completo por lo que respecta a
la armonía, y el Director delConservatorio de París, Cherubini, decía para hacer un
justo elogio de Sor, «que su guitarra era una partitura ambulante».
Sor fue quien desterró para siempre el uso del dedo pulgar de la mano izquierda
y también corrigió la imperfecta marcha de los bajos que por desgracia aun en el día
emplean algunos que se dicen grandes guitarristas; abuso que pretende autorizar
por la facilidad que proporcionan las cuerdas al aire, vaya un ejemplo. Acorde de la
quinta cuerda tónica, Re id. su cuarta, para resolver esta, indispensable la quinta del
tono que se halla en el segundo traste y segundo dedo del mismo Re y la marcha
queda perfecta volviendo de la quinta a la tónica. No así la usan varios guitarristas,
que alterando el orden de las reglas de la armonía emplean en lugar de la quinta del
tono que se hace, como queda dicho, la sexta cuerda al aire, resultando una séptima
de la cuarta primitiva, cometiendo el mayor disparate, tanto faltando a las reglas de
escuela, como también al oído ejercitado y perspicaz. No me parece propio en este
lugar entrar en más detalles sobre la materia porque me temo fastidiar con ellas a la
generosidad de las personas, que sólo desearán ver en este apunte lo que únicamente
tenga relación con el conocimiento de la guitarra, ni tampoco sería oportuno hacer
una larga disertación sobre las reglas de armonía. La guitarra, por lo que ya se ha
dicho, es susceptible de muchas gracias y efectos nuevos, y en la actualidad estoy
arreglando para 12 guitarras la marcha que compuse al general Páez, valiendo para
lograr un buen efecto, de guitarras en diversas formas, en diferentes tonos y capo
Dastos [capodastros], al fin de abrazar y hacer jugar la armonía en toda la extensión
y dimensiones.
Sor llegó a poner la guitarra en moda, y por ser un instrumento tan gracioso,
manuable y fácil de transportar ha venido a ser ya un mueble indispensable en las
capitales de Europa y América e igualmente un dije afortunado que reposa en los
mullidos y perfumados sofaes [sic] de las elegantes de París y Londres. Quizás los
misteriosos sonidos que despiden sus cuerdas al ser pulsadas por tan hermosas manos
son otros tantos intérpretes de los sentimientos y tiernas afecciones de que están poseí-
das aquellas bellezas, que más bien debieran llamarse alma del mundo creado. Confieso
que dicho instrumento a mí me encanta y me hace pasar agradables las horas de mi
vida, que consagro a la soledad, proporcionándome el placer de una dulce melodía.

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Habiendo comunicado a varios de mis amigos las grandes sensaciones que me procura
la guitarra, me han hablado seriamente de las ventajas que produciría en la sociedad
su uso más generalizado, particularmente en el bello sexo para acompañarse a cantar
y también tocar algunas piececitas delicadas. Por la misma razón mis amigos me han
aconsejado varias veces dedique algunas horas a la enseñanza de la guitarra, y como
en el día mis ocupaciones me permiten este entretenimiento, tengo el honor de parti-
cipar a este ilustrado público para que las señoras que quieran recibir lecciones mías
se dignen hacérmelo saber en el almacén de música del Sr. Eduardo Peyer, Calle de
las Leyes Patrias o por medio de los repartidores de los papeles públicos.
Suplico al Sr. Redactor de El Venezolano se sirva favorecerme dando colocación
en las columnas de su interesante periódico a este aviso de cuya atención le quedará
muy agradecido su atento servidor. Q. B. S. M.- Toribio Segura.

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Apéndice 2. Transcripciones

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Aceptado: 16 marzo 2016

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Vol. XXXIX  No 2  2016
REVISTA
       de MUSICOLOGÍA
Vol. XXXIX No 2 2016     Madrid
ISSN: 0210-1459

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