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XXXIX No 2 2016
REVISTA
de MUSICOLOGÍA
Vol. XXXIX No 2 2016 Madrid
ISSN: 0210-1459
de MUSICOLOGÍA
REVISTA
NUEVAS NOTICIAS SOBRE TORIBIO SEGURA, ALUMNO SUI GENERIS... 483
Hugo J. Quintana M.
Universidad Central de Venezuela
Abstract: Unknown in Spain and only minimally referenced in the musical histo-
riography of Cuba and Venezuela, Toribio Segura accomplished important work in
Caracas between 1837 and 1850, becoming known as a concert violinist, composer,
conductor, music critic, editor of songs with guitar and piano accompaniment, and
teacher of violin and guitar. This article is based on systematic documentary research
of the music press as facilitated by Hemerographic Sources for the Study of Music in
Venezuela in addition to other complementary bibliographic sources.
Este artículo tiene como meta documentar el aporte de quien llegó a ser
calificado por la crítica caraqueña como «el alma del cuerpo filarmónico
de la capital», Toribio Segura, poniendo especial énfasis en su desempeño
como profesor de guitarra, acaso la labor más desconocida de este poli-
facético músico. El trabajo, a su vez, se inscribe dentro de una investiga-
ción de más largo alcance que espera historiar la actividad guitarrística
caraqueña durante el siglo XIX, estableciendo sus conexiones y vínculos
con el movimiento de la guitarra en la Europa del mismo período.
A pesar de haber nacido en España hacia finales del siglo XVIII, los
españoles son quienes menos han escrito sobre Toribio Segura. De hecho,
su inserción en el Diccionario de la música española e hispanoamericana, voz
escrita con evidentes errores de tipeo en cuanto a fechas, se la debemos
a la cubana Carmen María Sáenz Coopat y al hispano-venezolano José
Peñín1. En este desconocimiento por parte de los iberos —justo es decir-
lo— debe haber influido mucho el hecho de que este músico valenciano
realizara la mayor parte de su carrera profesional en La Habana y en
Caracas. Tendremos, pues, que prescindir por lo pronto de sus primeros
años de vida y de formación en la península.
Respecto a sus primeros años en Cuba, Alejo Carpentier nos advierte
que Segura llegó a La Habana en 1816 en compañía de su hermano Hi-
lario (violista, igual que Toribio) y del violonchelista Enrique González,
todos con el objeto de interpretar música de cámara para un grupo de
melómanos de la isla2. Igualmente nos dice el musicólogo cubano que, un
año después, Segura hizo música de cámara con el pianista local Manuel
1
Peñín, José y Sáenz, Carmen M. «Segura, Toribio». Diccionario de la música española e
hispanoamericana. Vol. 9, Emilio Casares Rodicio (dir.). 10 vols. Madrid, Sociedad General de
Autores y Editores, 2000, pp. 910-911.
2
Carpentier, Alejo. La música en Cuba. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1998, p. 140.
3
Ibid., p. 166.
4
Lapique Becali, Zoila. Música colonial cubana en las publicaciones periódicas (1812-1902). Tomo
I. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1979, p. 14. Estos datos son reiterados por la misma
autora en un libro más reciente, cuyo título es Cuba colonial: música, compositores e intérpretes. La
Habana, Ediciones Boloña/Editorial Letras Cubanas, 2011, p. 106.
5
Lapique Becali, Z. Música colonial cubana…, p. 15.
6
Loc. cit.
7
Loc. cit.
8
Loc. cit.
9
Ibid., p. 17.
10
Díaz Sánchez, Ramón. Guzmán, elipse de una ambición de poder. Caracas, Ediciones Hortus,
1953, p. 203.
11
Calcaño, José Antonio. La ciudad y su música. Caracas, Edición del Conservatorio Teresa
Carreño, 1958, p. 257.
[…] no solo el hecho de que Segura haya sido guitarrista, sino que además
hubiese tenido buenas relaciones con Tomás Antero, haya sido conocido músico
de la época […], y haya sido extranjero (el autor de nuestro método debió tener
mucho conocimiento de cómo se organizaban los métodos de guitarra de la época)16.
12
Ibid., p. 266.
13
Calzavara, Alberto. «Comentario preliminar». Juan Meserón, Explicación y conocimiento de
los principios generales de la música. Caracas, Solistas de Venezuela, 1984, p. 8.
14
Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana: de la colonia a la república. Caracas, Monte
Ávila Editores Latinoamericana, 1993, p. 139.
15
El libro no tiene fecha de publicación, pero es significativo que exista una publicación de
la misma imprenta, que sí posee fecha de publicación (1834), y que comparte con el nuestro su
contenido, diagramación, tipografía y el primer capítulo destinado a los principios fundamentales
de la música.
16
Quintana, Hugo. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra escrito en
Venezuela 184?». Anuario de estudios bolivarianos, III (1994), pp. 277-314, p. 300.
17
Bruzual, Alejandro. «La guitarra en Venezuela durante el siglo XIX». Música iberoamericana
de salón. Actas del Congreso Iberoamericano de Musicología 1998. Vol. 2. José Peñín (coord.). Caracas,
Fundación Vicente Emilio Sojo, 2000, pp. 428-429, 431; Bruzual, Alejandro. The Guitar in Venezuela:
a Concise History to the End of the 20th Century. Saint-Nicolas, Doberman-Yppan, 2005, p. 40; y
Bruzual, Alejandro. La guitarra en Venezuela desde sus orígenes hasta nuestros días. Caracas, Banco
Central de Venezuela, 2012, p. 32.
18
Campomás, Raquel y Santana, Yurenia. Noticias musicales en el Diario de Avisos. Trabajo de
Grado, Licenciatura en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato
digital, inédita). Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-
Escuela de Artes, 2005.
19
Abreu, Gabriel. Noticias musicales en el periódico El Liberal. Trabajo de Grado, Licenciatura
en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato digital, inédita).
Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de Artes, 2011.
20
Rodríguez, Lorena. Noticias musicales en el periódico El Venezolano. Trabajo de Grado,
Licenciatura en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana (base de datos en formato digital,
inédita). Universidad Central de Venezuela, Facultad de Humanidades y Educación-Escuela de
Artes, 2014.
21
Sánchez, Adrián. Noticias musicales en el semanario El nacional (1834-1841). Trabajo de grado
presentado para optar al título de Licenciado en Artes, mención Música. Tutor: Hugo Quintana.
Base de datos en formato digital [inédita]. Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad
de Humanidades y Educación-Escuela de Artes, 2015.
22
Rodríguez, Fidel. Caracas, la vida musical y sus sonidos (1830-1888). Caracas, Fondo Editorial
60 años de la Contraloría General de la República, 1999.
23
Suplemento al Liberal, n° 64, 3-08-1837, [fol. 1v]. El corchete indica que la foliación es nuestra.
24
Rodríguez, F. Caracas, la vida musical y sus sonidos…, p. 78.
Primera parte
Obras Autores
1. Gran marcha dedicada a S. E. el General en Jefe J. A. Toribio Segura
Páez
2. Overtura [sic] «La Philtre» Daniel Auber
3. Fantasía «de la Vestal» para violín obligado, ejecutado Laffont [Charles
por Segura Philippe Lafon]
4. Minuetto y trío Juan Meserón
5. Overtura [sic] a la española Joseph Küffner
Segunda parte
Este concierto fue muy bien recibido por el crítico del mismo periódico,
quien escribió la siguiente crónica:
25
La Bandera Nacional, n° 11, 10-10-1837, [fol. 1v].
violín del Sr. Segura. Este caballero, a quien hemos tenido el gusto de tratar, es
español, natural de Valencia, y a su habilidad reúne otras cualidades que hacen
apreciable su sociedad: deseamos que la cultiven nuestros filarmónicos, pues no
hay duda que adelantarán mucho en el arte que él profesa26.
Primer concierto
Del señor Toribio Segura
Caracas, agosto 14. = Desde que llegó el Sr. Toribio Segura a esta ciudad y se
anunciaron al público los conciertos que pensaba dar, ha sido grande la ansiedad
con que se ha esperado el primero. Al fin, este ha tenido lugar anoche en medio
de una numerosa concurrencia que acudió a oír al célebre artista, tan aplaudido
por su habilidad en el violín en otras capitales. La sociedad filarmónica, deseosa
de probarle que en este país se aprecia el mérito y se protegen los talentos, se
apresuró a prestarle gustosa su cooperación en cuanto le fuese útil; así es que ha
sido su orquesta compuesta de más de 50 músicos profesores y aficionados la que
ha acompañado y acompañará al Sr. Segura en sus funciones. La primera pieza
que se ejecutó fue una composición del mismo Sr. Segura, una marcha triunfal
dedicada a S. E. el general Páez, que ha sido recibida del público con grande
aplauso, y a la verdad que lo merece, porque su solemne pompa, la hermosura
de sus temas y acompañamientos inspiran al auditor el mismo sentimiento de
que debió estar poseído el autor al componerla. Es justo reconocer el nuevo ser
que la sabia dirección del Sr. Segura ha dado a la orquesta; pero no debemos
detenernos en tributarle elogios sobre este particular, cuando tenemos que dar
cuenta de los prodigios de dificultades que venció su arco en una fantasía que
un tema de Spontini en la Vestal sugirió a Laffont. Un movimiento simultáneo
del auditorio anunció la llegada del profesor extranjero al punto designado para
tocar dicha fantasía. Una ejecución tan brillante como meliflua, la perfecta distin-
ción con que hiere las notas en medio de la asombrosa rapidez que caracteriza la
composición y las cadencias que con la velocidad del relámpago terminaban ya
en un majestuoso calderón, ya en un deliciosísimo trinado, produjeron en la sala
salves de aplausos repetidos que era forzoso retener para no perder con ellos un
solo sonido del encantador violín. Pero cuando el entusiasmo llegó a su colmo
fue cuando ejecutó las variaciones obligadas con acompañamiento de piano y
doble cuarteto de Pechatschek. Los espectadores retenían el aliento por oírle, y
en cada frase musical experimentaban un combate entre la necesidad de aplaudir
y el deseo de oír más. En cuanto a nosotros podemos asegurar que nos embargó
hasta la facultad de manifestar nuestra insignificante aprobación; y cuando llegó
26
«Concierto del Sr. Toribio Segura». La Bandera Nacional, n°13, 24-10-1834, [fol. 1v].
27
«Primer concierto del Sr. Toribio Segura». El Nacional, n° 81, 15-10-1837, [fol. 2v].
28
Gaceta de Venezuela, n° 353, 29-10-1837, [fol. 2v].
29
El Nacional, n° 83, 29-10-1837, [fol. 2v].
30
El Nacional, n° 84, 5-11-1837, [fol. 2v].
Primera parte
Obras Autores
Gran marcha dedicada al excelentísimo Sr. D. Mariano Ricafort, Toribio Segura
excapitán de la isla de Cuba
Variaciones obligadas de flauta ejecutadas por el Sr. Luis A. Jan Kalliwoda
Aliaga
Fantasía española compuesta de bolero, tema portugués y Mezas
cachucha ejecutada por Segura
Variaciones para clarinete obligado por acompañamiento de Vincenzo Bellini
piano por los Sres. Hauser y Peyer
Overtura [sic] de muda [sic] de Porticci Daniel Auber
Segunda parte
Los billetes se expenderán el día de la ejecución en la casa del Sr. Damiron y por
mano del Sr. Florencio Clemente
31
«Sociedad filarmónica. Concierto de Toribio Segura». Diario de Avisos, n° 6, 9-12-1837,
[fol. 4v].
32
El Nacional, n° 90, 17-12-1837, [fol. 2v].
la orquesta. Así, fue posible ver, en uno de los avisos que publicitaba el
tercer concierto, lo que sigue:
Con pena anunciaríamos este último concierto del Sr. Segura, si nosotros no
tuviésemos motivo para esperar que no será el último si se logran ciertos arreglos,
que según estamos informados, proyecta la Sociedad para conseguir por más
tiempo la permanencia de este distinguido artista en nuestra capital. Convencido
como se halla de las inestimables ventajas que la orquesta filarmónica reporta de
un excelente director, ella se esforzará, no hay duda, en hacer una adquisición tan
importante como la del Sr. Segura, y creemos que al intento no dejará de tener la
cooperación de todas las personas de buen gusto, protectoras de las artes liberales
y apreciadoras del verdadero mérito33.
Avisos
Toribio Segura.
Tiene el honor de anunciar al público, que habiendo encontrado en esta ciu-
dad una pequeña imprenta del Señor Tomás Antero, se propuso tributar a los
venezolanos un duradero homenaje de gratitud por la buena acogida que se le
33
El Nacional, n° 89, 10-12-1837, [fol. 2v].
34
Al respecto sugerimos ver Alonso, Celsa. «La canción española en el siglo XIX: la
cotidianidad del género lírico de salón en España». Música iberoamericana de salón…, vol. 1, pp.
41-66.
35
Decimos «presumiblemente» porque la página contentiva del artículo está mutilada; no
obstante, la encuadernación a la que fue sometida el periódico hace presumir que el aviso
corresponde a la fecha y periódico advertidos.
38
«Periódico musical del señor Segura». La Bandera Nacional, n° 44, 29-05-1838, [fol. 1r].
39
«Aviso a los aficionados de la música». El Nacional, n° 117, 17-06-1838, [fol. 2v].
40
«A los aficionados a la música». El Nacional, n° 120, 15-07-1838, [fol. 2v].
41
La Bandera Nacional, n° 51, 17-07-1838, [fol. 1v].
42
Calzavara, Alberto. «Comentario preliminar». Explicación y conocimiento…, p. 8. Por la
declaración de las fuentes del estudio que venimos citando, hemos podido corroborar que fue
del periódico La Bandera Nacional de donde tomó este dato Calzavara.
Como se puede ver, una lectura ligera de este último aviso pudiera hacer
presumir al lector que el proyecto editorial de Toribio Segura se llamaba
«La mecha»; pero si hemos venido haciendo una revisión cuidadosa de
todos los avisos de prensa que le precedieron, notaremos que lo que se
llamaba La mecha no era el supuesto periódico, sino la pieza correspon-
diente a aquella cuarta entrega. Creemos que fue esto lo que le sucedió al
muy bien documentado Alberto Calzavara, quien fue el primero en darle
nombre al periódico musical de Toribio Segura. Después de allí, quienes
también se han ocupado del asunto (Mario Milanca Guzmán y José Peñín),
o quienes han citado las palabras de Calzavara (yo mismo), han repetido
el mismo error44. Valga pues este pequeño comentario nuestro para hacer
una mínima precisión al mejor conocimiento de nuestro pasado musical.
También debe decirse que, aunque alguno de los citados avisos de la
época acuñan el término «periódico musical» para referirse a estas publi-
caciones mensuales de Toribio Segura, parece que lo que en realidad se
publicaba eran unas «canciones periódicas» (término igualmente acuñado
en los avisos) y no un periódico en los términos en que actualmente lo
entendemos.
Volviendo a la periodicidad con que debía salir la publicación de Toribio
Segura, y a pesar de los cientos de suscriptores que describen los últimos
avisos, después de aquella cuarta entrega no hemos podido ubicar nin-
guna otra nota sobre el asunto. Debido a ello, no sabemos si se siguieron
publicando estas canciones con acompañamiento de fortepiano o guitarra.
43
El Nacional, n° 120, 15-07-1838, [fol. 2v].
44
Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana…, pp. 126-127; Peñín, José. «La imprenta
musical en Venezuela». Papel Musical: revista de juventudes musicales de Venezuela, VII, 9-12 ((1994),
p. 29; Quintana, Hugo. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra escrito en Ve-
nezuela 184?…», p. 301; y Quintana, Hugo. Cincuenta años de musicografía caraqueña. Caracas,
Universidad Central de Venezuela-CDCH, 2011, p. 28.
Cuartetos musicales
Varios amigos de las artes liberales, que deseaban proporcionar al señor Segura
el medio de que se quedase en el país, concibieron el proyecto de unos cuartetos
dominicales, haciéndose cargo cada uno de solicitar cuatro amigos que suscribiesen.
En efecto, muy pronto se consiguió que comenzasen, causando general satisfacción
la excelente ejecución del artista, y de los señores que le acompañan. Al ver lo
bien acogida que ha sido la idea, se le ha dado más extensión al plan. El señor
Ignacio Chaquert ofreció a la sociedad su casa, y en ella se ha ejecutado ya en
tres domingos; y los señores José Austria, Ramón Silva, Juan de la Cruz Carreño
y José María Velásquez han tenido la bondad de acompañar al señor Segura en
la ejecución, sin remuneración alguna, al menos los tres primeros según estamos
bien informados. En lo adelante se ha convenido que la suscripción sea mens[u]
al a dos pesos por casa cuatro domingos y pasan ya de setenta abonados, entre
ellos los señores Cónsules Sir R. Ker Porter y Caballero de la Palun, y otros estran-
jeros. La concurrencia a los cuartetos comienza ya a ser de moda, y como hay en
nuestra capital una suma falta de sociedad, deseamos que esta se fomente, pues
ha de producir siempre muy buenos resultados; esto sin contar con la de fijar en
Venezuela al excelente artista a quien debemos su establecimiento45.
45
La Bandera Nacional, n° 65, 23-10-1838, [fol. 1v].
46
La Bandera Nacional, n° 84, 5-03-1839, [fol. 2v].
En 1842 (no sabemos con exactitud a partir de qué fecha), Toribio Segura
saldrá del país por unos meses con el objeto de dar una gira por el Caribe.
Su regreso en diciembre de aquel año nos lo advierte, primeramente, una
nota aparecida en el periódico El Liberal del 29 de noviembre de 1842.
El aviso es también revelador de lo consustanciado que estaba Toribio
Segura con las conmemoraciones nacionales. Veamos la nota:
El Sr. Segura
Este célebre violinista, que tantos meses ha que falta de entre nosotros, debe
llegar de Santómas [sic] dentro de poco, para encontrarse en la solemne ceremonia
del 17 de diciembre. De mucho auxilio servirá entonces y parece probable que
47
Tomado de Milanca Guzmán, Mario. La música venezolana…, p. 130.
48
Rodríguez, F. Caracas, la vida musical y sus sonidos…, p. 96.
Los conciertos a los que también alude la cita anterior, relacionados con
la conmemoración de la muerte y repatriación de los restos mortales del
libertador Simón Bolívar, se realizaron, en efecto, pero parece que no fue
en diciembre de 1842, sino en marzo del año siguiente cuando se celebró
el recital de Toribio Segura. Allí ejecutó un concierto para violín de Char-
les Philippe Lafon (1781-1839) y un «Wals», con acompañamiento en el
piano, de Jan Kalliwoda (1801-1866). Esta, por cierto, fue la oportunidad
para la cual se estrenó la Gran marcha con su himno triunfal a Bolívar del
compositor venezolano José Lorenzo Montero.
1843, en donde nos ubicamos ahora, es también el año en que Toribio
Segura se nos revela, definitivamente, como intérprete y profesor de gui-
tarra. La primera noticia en relación a esto tiene que ver con el concierto
advertido en el párrafo anterior, en cuyo primer programa se incluía el
Concierto para guitarra de Mauro Giuliani50. Ese recital no se realizó en la
fecha pautada ni con el programa advertido, eliminándose, entre otras
piezas, el mencionado concierto de Giuliani; pero no deja de ser signifi-
cativo el hecho de que tal obra se anunciara.
El siguiente dato lo encontramos en el periódico El Venezolano del mar-
tes 12 de septiembre de 184351. Allí pudimos dar con un artículo titulado
«La guitarra», firmado precisamente por Segura. Se trata de un texto muy
largo como para transcribirlo aquí (véase su transcripción íntegra en el
Apéndice 1), pero su contenido es demasiado significativo como para no
comentarlo plenamente. Por lo expresado en esta nota valorativa, el texto
está dedicado a la memoria del insigne guitarrista Fernando Sor, muerto
en fecha reciente a la redacción del escrito52. Segura, de hecho, declara
que la motivación para escribir el artículo fue rendir un «justo tributo» a
quien lo acogió en su casa de París, «por el espacio de un año, recibiendo
tanto de él [Fernando Sor] como de su apreciable esposa la más franca
y amistosa acogida». Ello nos pone de manifiesto que Segura debió de
vivir en casa de Fernando Sor entre el año de 1813 y 1815, pues fue en
esos años cuando residió en París el eximio guitarrista con su esposa.
51
Segura, Toribio. «La guitarra». El Venezolano, IV, n° 200, 12-09-1843, [fol. 2v].
52
Debido a que el autor se refiere a Fernando Sor como muerto «el año pasado», debemos
pensar que el artículo se escribió en 1840, pues Sor murió el 10 de julio de 1839.
Más tarde (en la última etapa de su vida), Sor volvería a París, pero para
entonces ya su esposa había fallecido.
Como era de esperarse, aquella ocasión en que Toribio Segura vivió
con Fernando Sor fue aprovechada por el violinista para conseguir co-
nocimientos en la ejecución de la guitarra, lo que el autor del artículo
declara en términos muy particulares. Veamos el detalle:
53
Segura, T. «La guitarra…».
54
Para mayores detalles sobre este particular fenómeno, sugerimos ver Barceló, Ricardo.
«Del violín a la guitarra: influencias en la técnica, escritura, organología y expresión». Roseta:
Revista de la Sociedad Española de la Guitarra, 5 (2010), pp. 48-59.
Como pasó con todos los proyectos que hemos comentado hasta ahora,
el de la enseñanza de la guitarra también dio muestras de ir adquiriendo
mayor amplitud y amigos, cosa que se reflejó en la prensa local. Así, y
luego de tres meses de haber aparecido el artículo «La guitarra», encon-
tramos el siguiente aviso en el mismo periódico El Venezolano:
55
Segura, T. «La guitarra…».
56
Loc. cit.
Música
Después de manifestar mi agradecimiento a los Sres. filarmónicos que han
tenido la bondad de hablar de mí con tanto interés en un anuncio que se lee en el
número anterior de «El Venezolano» haciendo referencia a las lecciones de acom-
pañamiento al piano que yo puedo dar, tengo el honor de hacer saber a dichos
Sres.; como igualmente a este ilustrado público, que dedicaré con sumo placer
una parte de mi tiempo a este ramo de enseñanza; y habiendo ya empezado a
dar lecciones tanto de violín como de guitarra, juzgo ahora oportuno indicar los
precios que he fijado, para conocimiento de las personas que deseen ocuparme,
los cuales se servirán avisarme por medio de los repartidores de papeles públi-
cos, o en los almacenes de música de los Sres. Eduardo Peyer o de César Grund.
También hay que decir que las clases de guitarra de Segura tuvieron
una suerte de relación con el Colegio de la Concepción, pues en un aviso
relacionado con los exámenes finales de esa institución, se dice que las
«Sritas. Ana Baralt, Margarita Sánderson y Benigna Palacio, dirigidas
57
«El señor Toribio Segura». El Venezolano, IV, n° 214, 8-12-1843, [fol. 1r].
58
Segura, Toribio. «Música». El Venezolano, IV, n° 215, 15-12-1843, [fol. 1r].
Las desgracia que ha sufrido el profesor Toribio Segura, así en su salud como
en sus intereses y la clausura a que por ellas se ve condenado en su casa, le han
sugerido la idea de contraerse con asiduidad a la enseñanza del canto, del violín
y de la guitarra por un precio módico que se convendrá con todos los que quieran
concurrir a tomar en su casa las lecciones.
Sabe ya el público y especialmente las señoritas y señores que ha recibido
por algunos días la dirección de este gran maestro, famoso en el conocimiento
de la música y del rey de los instrumentos (el violín), cuánto se gana y adelan-
ta con sus lecciones y cuánto más baratas han resultado aunque aparentemente
pareciesen caras.
Hoy que la situación del Sr. Segura no es feliz y que él desea conciliar la ocu-
pación útil de su tiempo con la comunicación franca y absoluta de sus preciosos
conocimientos y secretos en el arte de la música poniéndolos al alcance de mayor
número de personas por la residencia permanente que debe tener en su casa y por
equidad que guardará en las exigencias de la recompensas, parece que la juventud
debe apresurarse y correr a inscribirse entre los alumnos del brillante profesor63.
59
El Venezolano, n° 232, 30-03-1844, [fol. 1v].
60
El Liberal, IX, n° 495, 24-06-1844, [fol. 3v].
61
El Liberal, IX, n° 498, 8-07-1844, [fol. 3v].
62
Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 32.
63
«Escuela musical». El Liberal, 20-11-1847, fol. 1v.
Lo dicho hasta ahora sobre Toribio Segura y sobre su rol como profesor
de guitarra en Caracas parece sugerir que volvamos a hacer referencia a
algo sobre lo cual escribimos hace ya más de 20 años:
64
Quintana, H. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra…», p. 277.
65
Ibid., p. 300. Como ya se dijo en el «Preliminar» de este artículo, Alejandro Bruzual ha
escrito y reescrito en varias oportunidades (véase nota 17) que parto de la idea de que el autor
del método «fuese venezolano». Hoy hacemos esta aclaratoria pues, incluso a nivel internacional,
un reconocido musicólogo, sin experiencia documental en la historia musical venezolana, se
ha hecho eco de la misma falsa idea en su reseña del libro de Bruzual; véase Mendívil, Julio.
«Alejandro Bruzual: La guitarra en Venezuela». Trans: Revista Transcultural de Música, 17 (2013),
accesible en <http://www.sibetrans.com/trans/public/docs/trans-17-22.pdf>. Con ello espe-
ramos evitar, en alguna medida, que se siga difundiendo el falso testimonio.
66
Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 32.
67
Quintana, H. «Estudio preliminar sobre el primer método de guitarra…», p. 305; e Id.
«Notas introductorias [a la edición facsímil del Nuevo método de guitarra o lira…]». Revista Musical
de Venezuela, 36 (1998), pp. 196-206, p. 200.
68
Meissonier, Jean. Méthode de guitare ou lyra. A Paris, chez J. Meissonnier, editeur de
musique, S.F. [1823]; véase Bruzual, A. La guitarra en Venezuela…, p. 29.
69
Loc. cit.
70
Loc. cit.
71
Agradecemos al señor Erick Stotembold, quien, sin conocernos, nos facilitó esta copia digital.
72
Segura, T. «La guitarra…».
Al público.
Se acaba de publicar un discurso del Ilustrísimo Arzobispo Fenelon con el
título de Pruebas que la Naturaleza nos da de la Existencia de Dios; traducido libre-
mente del francés por T. Segura, el cual se halla de venta en los almacenes de los
Sres. Eduardo Peyer y César Grund, como también por medio del Sr. Florentino
Clemente.- Precio 1 chelín73.
Toribio Segura
[Sigue la traducción
del referido artículo]74
73
«Al público». El Venezolano, n° 262, 26-11-1844, [fol. 1r].
74
Segura, Toribio. El Patriota, IV, n° 191, 26-01-1850, [fol. 1v.].
75
Quintana, Hugo. «Notas Introductorias…», p. 202.
periódicos de las grandes capitales en que su arco encantador ha hecho sentir las
más vivas emociones: nada que pudiera expresar las singulares demostraciones
de aprecios que ha recibido no solo de los principales artistas de la culta Europa,
entre ellos la incomparable Malibrán, que se han prestado gustosos a contribuir
en el éxito de sus conciertos; sino también de las señoras más distinguidas de la
sociedad y el mérito filarmónico, que para obsequiarle han cedido un tanto de su
natural modestia, ostentando sus habilidades ante el público.
La sociedad de Caracas, donde el Sr. Segura deja tantos admiradores y amigos,
desea que la providencia le colme de felicidad, y le da un sentido adiós.- Muchos
caraqueños76.
Conclusiones
76
«Un adiós al señor Toribio Segura», Diario de Avisos, n° 206, 20-09-1850, p. 3.
77
Lorimer, Michael. Saldívar Codex N° 4: Santiago de Murcia Manuscript of Baroque Guitar
Music (c. 1732), found and acquired in September 1943 in Leon, Guanajuato, Mexico by the Mexican
Musicologist Dr, Gabriel Saldívar (1909-1980). Complete Facsimile Edition with Preface and Commentary.
Santa Bárbara, el autor, 1987; y Vera, Alejandro (ed.). Santiago de Murcia: cifras selectas. Introduction,
Transcription and Critical Report. Middleton, A-R Editions, Inc., 2010.
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La guitaromanie es un fenómeno que ocurrió a principios del XIX, y que el guitarrista Charles
de Marescot ilustró en su libro titulado precisamente La guitaromanie, publicado en París en 1829.
La guitarra
Este instrumento antiquísimo tuvo su origen en Grecia y en un primitivo esta-
do sólo tenía 3 cuerdas; más tarde 4 y luego 5 en las que se quedó hasta fines del
siglo pasado, variando en diferentes épocas de diversas formas. Los españoles han
sido siempre los que mejor han manejado este instrumento; pero en el principio sus
bellezas no eran conocidas y sólo figuraba en España como un mueble en todas las
barberías, sirviendo al pueblo de pasatiempo para acompañarse las tiranas, jotas,
rondeñas, polos, seguidillas.
A fines del siglo pasado le dieron algún valor diversos hombres de genios como
el padre Bacilio, Arispacochaga, Cortinas, Pazos y el general Moreti, agregándole ya
entonces una cuerda más y ejecutando varias piezas de un gusto delicado, llamadas
sonatas, Minués, Rondós, &.a, &.a. Mas ya era tiempo de que este armonioso instru-
mento saliera de la reducida esfera que ocupase y tomase el rango que en la música
instrumental le pertenece. Para verificar esta metamorfosis era necesario un genio
creador, y al efecto se presentó al célebre Fernando Sor, dotado por naturaleza de
una [sic] alma música la más sensible que darse pueda. Este hombre extraordinario,
cuando fue a París, admiró a los grandes compositores después de haberlo oído
ejecutar con la mayor perfección las piezas más difíciles, entre ellas la complicada
Overtura [sic] de casa del joven Henrique; y todos estos efectos producidos en una
sola guitarra de seis órdenes.
Yo fui testigo varias veces de los abrazos que le prodigaban, Cramér, Berton, Baillot,
Kreutrzer, Playel, Cherubini y otros célebres artistas que sería dilatado enumerar; aña-
diré solamente para mayor elogio de Sor, que cuando Paganini le oyó la primera vez
en París, tocando con sus prodigiosas manos los hombros de nuestra guitarrista dijo:
«Bravo al inventor de la guitarra»
Efectivamente, la música de Sor está escrita a 3 y 4 partes con un bajo siempre
correcto, sus melodías llevan el sello de la gracia y sensibilidad, y su plan, como
composición, no deja lugar a la más leve crítica; tal es el poder que en este arte poseía
el admirable Sor. Por una fatalidad dejó de existir el año pasado este privilegiado
genio, y aunque sus amigos y la sociedad en general lloran en él, tanto al grande
artista, como al hombre de bien, les quedó sin embargo [sic] por único consuelo el
poder oír sus composiciones a sus discípulos e imitadores los Aguados, Carcassis,
Huertas, Carullis, Giuliannis, &.a, &.a. A mí me cupo la feliz suerte, cuando llegué
a París, de vivir en su misma casa por el espacio de un año, recibiendo tanto de él
como de su apreciable esposa la más franca y amistosa acogida, por lo que me será
permitido en esta ocasión pagar un justo tributo a su memoria.
Aquella circunstancia me proporcionó adquirir el poco conocimiento que tengo
de la guitarra, pues no se pasaba día que no lo oyera tocar: es muy cierto que no
quiso darme lecciones a pesar de que varias veces se lo supliqué. Su respuesta era
decirme «la mejor lección que yo puedo dar a u. es que me vea y oiga tocar». Debiéndome
pues someter a su voluntad, me propuse observar de cerca su sistema, y al compo-
ner yo algunas piezas para este instrumento las sometí a su examen, y obtenida su
aprobación las publiqué en París.
La guitarra en manos de Sor era un instrumento completo por lo que respecta a
la armonía, y el Director delConservatorio de París, Cherubini, decía para hacer un
justo elogio de Sor, «que su guitarra era una partitura ambulante».
Sor fue quien desterró para siempre el uso del dedo pulgar de la mano izquierda
y también corrigió la imperfecta marcha de los bajos que por desgracia aun en el día
emplean algunos que se dicen grandes guitarristas; abuso que pretende autorizar
por la facilidad que proporcionan las cuerdas al aire, vaya un ejemplo. Acorde de la
quinta cuerda tónica, Re id. su cuarta, para resolver esta, indispensable la quinta del
tono que se halla en el segundo traste y segundo dedo del mismo Re y la marcha
queda perfecta volviendo de la quinta a la tónica. No así la usan varios guitarristas,
que alterando el orden de las reglas de la armonía emplean en lugar de la quinta del
tono que se hace, como queda dicho, la sexta cuerda al aire, resultando una séptima
de la cuarta primitiva, cometiendo el mayor disparate, tanto faltando a las reglas de
escuela, como también al oído ejercitado y perspicaz. No me parece propio en este
lugar entrar en más detalles sobre la materia porque me temo fastidiar con ellas a la
generosidad de las personas, que sólo desearán ver en este apunte lo que únicamente
tenga relación con el conocimiento de la guitarra, ni tampoco sería oportuno hacer
una larga disertación sobre las reglas de armonía. La guitarra, por lo que ya se ha
dicho, es susceptible de muchas gracias y efectos nuevos, y en la actualidad estoy
arreglando para 12 guitarras la marcha que compuse al general Páez, valiendo para
lograr un buen efecto, de guitarras en diversas formas, en diferentes tonos y capo
Dastos [capodastros], al fin de abrazar y hacer jugar la armonía en toda la extensión
y dimensiones.
Sor llegó a poner la guitarra en moda, y por ser un instrumento tan gracioso,
manuable y fácil de transportar ha venido a ser ya un mueble indispensable en las
capitales de Europa y América e igualmente un dije afortunado que reposa en los
mullidos y perfumados sofaes [sic] de las elegantes de París y Londres. Quizás los
misteriosos sonidos que despiden sus cuerdas al ser pulsadas por tan hermosas manos
son otros tantos intérpretes de los sentimientos y tiernas afecciones de que están poseí-
das aquellas bellezas, que más bien debieran llamarse alma del mundo creado. Confieso
que dicho instrumento a mí me encanta y me hace pasar agradables las horas de mi
vida, que consagro a la soledad, proporcionándome el placer de una dulce melodía.
Habiendo comunicado a varios de mis amigos las grandes sensaciones que me procura
la guitarra, me han hablado seriamente de las ventajas que produciría en la sociedad
su uso más generalizado, particularmente en el bello sexo para acompañarse a cantar
y también tocar algunas piececitas delicadas. Por la misma razón mis amigos me han
aconsejado varias veces dedique algunas horas a la enseñanza de la guitarra, y como
en el día mis ocupaciones me permiten este entretenimiento, tengo el honor de parti-
cipar a este ilustrado público para que las señoras que quieran recibir lecciones mías
se dignen hacérmelo saber en el almacén de música del Sr. Eduardo Peyer, Calle de
las Leyes Patrias o por medio de los repartidores de los papeles públicos.
Suplico al Sr. Redactor de El Venezolano se sirva favorecerme dando colocación
en las columnas de su interesante periódico a este aviso de cuya atención le quedará
muy agradecido su atento servidor. Q. B. S. M.- Toribio Segura.
Apéndice 2. Transcripciones
de MUSICOLOGÍA
REVISTA