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El Castillo Embrujado

    Me llamo Carlos López, el chico que vive enfrente de su mejor amigo, Joaquin
Martinez. Soy extrovertido, pero Joaco es totalmente lo contrario, tímido.
A pesar de eso nos entendemos perfectamente. La razón por la que nos llevamos
bien es porque a los dos nos gusta mucho la lectura, más que nada los cuentos
terroríficos.
     Eran las vacaciones de verano y Joaco había viajado a Miami. En cambio yo
había investigado en internet un lugar en donde se encontraba algo terrorífico, algo
en lo que olía a gato encerrado. Le dije a mis padres que había encontrado un lugar
“precioso” donde viajar por las vacaciones. Luego de insistir logré convencerlos.
Empaque todo y fui rumbo al aeropuerto, solo.
      Luego de llegar a Rumania me hospede en un hotel frente a un castillo que
parecía embrujado.  Al día siguiente decidí ir a visitarlo. El castillo por dentro era
más feo de lo que parecía. Estaba hecho de piedra musgosa, tenía cabezas colgando
por todas partes, también habían esqueletos derrumbados por el suelo. Habían
tantos habitaciones que no sabías ni por cual empezar. Llegué a recorrer la mitad
del castillo, pero me dio intriga por saber que había en el última habitación. Apenas
entre me dio un escalofrío por todo el cuerpo y me fui corriendo al hotel.
      Al despertar escuché rumores de los vecinos diciendo que luego de haberme ido
la noche anterior del castillo se habían escuchado ruidos extraños. Me asuste tanto
que decidí volver a mi hogar, pero había algo que me lo impedía. Sentí que me
estaba olvidando algo allí, pero no estaba seguro de que era, por eso decidí
quedarme. Al día siguiente decidí volver al castillo esperando encontrar una
solución pero…… mirando muy fijamente las cabezas que estaban tiradas por el
piso logre descifrar que una era igual a la de mi mejor amigo, Joaco. Luego de ver
esa horrorosidad salí volando de allí, llegué al hotel, empaque mis cosas y me fui
directo al aeropuerto.
     Llegue a casa lo más rápido que pude para comprobar que lo que había visto no
era verdad, pero cuando llegué me dieron la noticia, Joaco había “desaparecido”.
Sentí que todo era mi culpa por eso me suicide al instante.

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