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Los flash externos aumentan enormemente la calidad de una fotografía y dependiendo del costo
van aumentando sus características y lograr imágenes más creativas. Un flash externo cuenta con
una potencia 15 veces superior a la del flash embebido en la cámara. Por lo cual te dará mejores
resultados.
Cuando tenemos una cámara profesional o queremos iniciar en el mundo de la fotografía muchas
veces la luz natural no es suficiente y nos gustaría tener una luz adicional para crear distintos
efectos en nuestras fotografías.
Los flash externos aumentan enormemente la calidad de una fotografía y dependiendo del costo
van aumentando sus características y lograr imágenes más creativas.
Un flash externo cuenta con una potencia 15 veces superior a la del flash embebido en la cámara.
Por lo cual te dará mejores resultados.
La mayoría de los flases externos cuentan con ventajas o funcionalidades adicionales. Algunas son:
Seguro que navegando por el menú de tu cámara, cualquiera que sea el modelo y gama, habrás
visto estas palabras o el símbolo que las representa (WB). Al entrar y modificar la opción habrás
visto (o no) los cambios que produce y, seguramente, te habrás espantado de los resultados que
provoca los cambios. Así, que por no realizar fotos con ese resultado final decidiste volver a
dejarlo en AWB (Balance de blancos automático).
Pues bien, el balance o equilibrio de blancos es una herramienta que poseen todas las cámaras
que nos permite determinar el color blanco en la imagen que vamos a tomar. Ya mencionamos en
artículos anteriores que la luz no es siempre la misma. La luz del Sol es una luz blanca, la luz de una
bombilla de tungsteno es rojiza como la de una vela y la luz que atraviesa un banco de nubes es
azulada. El balance de blancos ayuda a nuestra cámara a comprender que tipo de luz tenemos y
gracias a ello compensarlo, para que los colores, a pesar de la luz que reciban, se reflejen de forma
realista.
Los cambios de color en la luz se deben a que la luz tiene lo que se denomina como temperatura.
La temperatura de color se mide en º K (grados Kelvin).
Por ejemplo: la luz de una cerilla se mide en torno a los 1700 K, la de una vela 1850 K; la luz diurna
o de un flash está en 5500 K, la de una lámpara de xenón se encuentra alrededor de los 6420 K…
En esta escala de valores, los colores de la luz van del rojo al azul, pasando por el blanco, según
asciende la temperatura. Por tanto valores de entre 1800K y 3000K serán rojos o anaranjados, de
3000 K a 4500 serán amarillos, entre 4500 K y 7000 K serán blancos y de 8000 K en adelante serán
azules.
¿Por qué es importante la temperatura de color y el balance de blancos?
Pero centrándonos en la fotografía a color; podemos afirmar que el color tiene una influencia
psicológica en el receptor de la fotografía. El color puede transmitir una emoción u otra según
cambie. Así, el balance de blancos se convierte en un importante aliado a la hora de transmitir un
mensaje o emoción con nuestras fotografías.
Querremos transmitir una idea de calor o calidez en una fotografía de un paisaje veraniego, como
también podemos hacer que una escena en un interior parezca más acogedora; para ello
preferiremos colores rojizos. Por contra, para trasmitir una idea de frialdad o soledad preferiremos
colores fríos, colores azules. En otras ocasiones, como la fotografía de productos o de moda nos
exigirán que los colores sean lo más fieles posibles a la realidad, por lo tanto querremos reducir la
influencia de la iluminación ambiental (si por ejemplo la luz que tenemos es la de una bombilla
incandescente).
Si vas a tu menú de balance de blancos en tu cámara de fotos verás que tienes diversas opciones:
Automático, Luz Diurna, Nublado, Sombra, Tungsteno, Fluorescente (como mínimo, ya veremos
más opciones).
El balance de blancos, lo que hace es lo siguiente: al indicarle a nuestra cámara cual es la fuente de
luz que ilumina nuestra imagen, por ejemplo una bombilla de tungsteno (iluminación doméstica
convencional) lo que nuestra cámara entiende es «la luz que voy a recibir es de 2800 K» y lo que
piensa es «esta luz es muy roja tengo que azularla hasta conseguir que lo blanco sea blanco y no
rojo», en consecuencia lo que hace es «voy a añadir un filtro digital azul de unos 2700 K hasta
sumar los 5500 K que corresponden a la luz blanca». Resultado, una fotografía donde a pesar de
predominar un ambiente rojizo los colores son fieles a los originales.
— Nublado: al atravesar las nubes la luz adquiere un tono azulado, se enfría, y por tanto la cámara
tiende a aportar matices rojos para equilibrar los colores. Esto hará que nuestras fotografías
tomen un tono más rojizo aun si la iluminación es cálida.
— Tungsteno: las bombillas convencionales aportan una luz roja y por lo tanto la cámara incluirá
matices azules para compensar. En ambientes con luces frías (blancas/azules) la escena aparecerá
más azul.
— Fluorescente: es una luz muy parecida a la solar solo que al ser algo más azul incluye un
pequeño matiz rojizo.
Comprender estas diferencias y aportes de color según la luz nos permite incluir esta herramienta
en nuestro repertorio de elementos creativos. Pudiendo hacer que un atardecer rojizo tenga un
aspecto invernal indicando Tungsteno como balance de blancos; el cual aportará tonos azules a la
imagen.
Tienes al menos una opción comodín. Programar el modo automático. Las cámaras modernas son
bastante fiables y no suelen equivocarse. Tan solo en escenas con diferentes colores o tonos como
puede ser la iluminación nocturna de una calle que además tiene comercios con iluminación
propia; o zonas con claros y sombras…