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Publicado en Bestani, Rosa M., et al, (Comp.), Textos, Autores y Bibliotecas,. 190 años
de la Biblioteca Mayor de la UNC, Córdoba (Argentina): Universidad Nacional de
Córdoba, 2011, pp. 453-467. La paginación se incluye en el presente texto.
ocupa, como veremos más adelante, del sentido de los procedimientos que caracterizan
la actividad científica en sus distintas formas. Pero también es cierto que “[n]o toda la
meto[454]dología de la ciencia es filosófica: existe una metodología científica acoplada
internamente a cada ciencia que, sin ser ajena a las reflexiones filosóficas, es un
componente intrínseco de la propia ciencia […] no hay ciencia irreflexiva” 4 .
Tabla 1
De las nueve relaciones binarias resultantes, destacan las de la tercera fila como
acciones de los sujetos, que utilizan signos para comunicarse, transforman los objetos
según sus fines y actúan sobre otros sujetos modificando su conducta. Por otro lado, las
relaciones de signos a sujetos, llamadas normativas, apuntan a las normas a que han de
someterse las acciones de las tres clases mencionadas. Surge así una primera idea de
método –aún excesivamente general, equivalente a la idea genérica de acción racional-
4
Álvarez, Juan Ramón, Ensayos metodológicos, León: Universidad de León, 1988, p. 40.
5
Álvarez, Juan Ramón,”Un contexto de análisis para las ciencias humanas", Diánoia (México D.F.), 30
(1984), pp. 173-209.
6
Morris, Charles, “Fundamentos de la teoría de los signos”, trad. de Torrego, Esther, Presentación del
lenguaje, Madrid: Taurus, 1972, pp. 54-65.
3
7
Para este tema véase Álvarez 1988, pp. 87-91.
4
más que lo que Mario Bunge considera metodología por oposición a la semántica de la
ciencia. Para el filósofo argentino, mientras que la semántica de la ciencia se ocupa de
la relación de los conceptos de las teorías con los objetos de su clase de referencia, la
metodología se relaciona con los procedimientos de contrastación de los enunciados
científicos con los hechos de la clase de evidencia de la teoría8 . La metodología de la
ciencia no ha de ocuparse solamente de los procedimientos de contrastación, sino
también de los proce[456]dimientos de construcción de teorías así como también de los
que, por medio de las mismas, proporcionan conocimientos (funciones que las teorías
deben cumplir) y los procedimientos de organización de los recursos humanos y la
gestión. La metodología de la ciencia –filosófica y/o científica- abarca en su estudio los
procedimientos normalizados de índole simbólica, técnica y social que tienen lugar en la
ciencia.
La distinción entre principios y procedimientos es la más conveniente para
distinguir la metodología de la ciencia de una ontología semánticamente asumida.
Como he expuesto en otro lugar 9 no hay ontologías mudas, sólo pueden darse por
medio de la semántica de las teorías a que se refiere Bunge. Esta distinción no limita la
metodología de la ciencia a ser una metodología de la contrastación; en cambio, los
procedimientos de contrastación aparecen como un subconjunto determinado de los
procesos sobre los que lleva a cabo su análisis la metodología de la ciencia.
Aunque, como indiqué, la metodología de la ciencia es la teoría de la
subordinación a normas de las operaciones simbólicas, técnicas y sociales en el marco
del nivel de resolución de una teoría científica, la literatura metodológica habitual suele
concentrarse en las dos primeras clases de operaciones. Hecha esta salvedad, obraré en
consecuencia para delimitar los temas de la metodología general de la ciencia, que
constituyen el núcleo temático de la misma solamente con relación a las operaciones
simbólicas y técnicas, en ese territorio propio entre las grandes concepciones de la
racionalidad científica y las instrucciones en procedimientos instrumentales. El
resultado es la agrupación de procedimientos en tres conjuntos, a saber: los
procedimientos de construcción de teorías, los procedimientos asociados a las funciones
de las teorías científicas y los procedimientos de contrastación.
8
Bunge, Mario, Treatise on Basic Philosophy. 1. Sense and Reference, Dodrecht: D. Reidel, 1974.
9
Álvarez, Juan Ramón, "Metodología, ontología y realismo cuánticos", Contextos (C.E.M.I., Universidad
de León), II/4 (1984), pp. 139-157).
5
→ TÉRMINOS RELACIONES
TÉRMINOS Clasificación Definición
RELACIONES Construcción de modelos Inferencias
Tabla 2
10
Bueno, Gustavo, ¿Qué es la ciencia? La respuesta del cierre categorial, Oviedo: Pentalfa, 1995. Bueno
parte de una clasificación de Curry, y la adapta como expresamente dice. “Distinguiremos, generalizando
una sugerencia de Curry, los siguientes cuatro tipos de functores: functores predicativos (los que forman
predicados o relaciones a partir de términos, algebraicamente, por ejemplo: '<' en 'a<b'); functores
nominativos (forman términos a partir de términos, por ejemplo '+', puesto que aplicado a 'a','b'
obtenemos 'a+b'); functores conectivos (que forman relaciones a partir de relaciones, por ejemplo 'a<b ∧
b<c → a<c') y functores determinativos (forman términos a partir de predicados, por ejemplo 'i´P(x)').
Ibid, p. 63, accesible en <http://www.filosofia.org/aut/gbm/1995qc.htm> (acceso 05/08/2008).
Una versión más desarrollada y asequible se halla en el manual de filosofía para Bachillerato,
Bueno, Gustavo y otros, Symploké, Madrid: Ediciones Júcar, 1987.
6
14
Sobre la observación pueden leerse con provecho Broncano, Fernando, “La observación y el realismo”,
Theoría, 1, 2 (1985), pp. 481-502 y Torretti, Roberto, "Observation”, British Journal for the Philosophy
of Science, 37 (1986): pp. 1-23.
15
En el capítulo 6 de Álvarez, 1988, titulado “Metodología técnica y tecnología”, p. 158.
16
La filosofía de la ciencia, a pesar de todo, tiende a seguir siendo preferentemente filosofía de la física.
Véase el excelente artículo de la Stanford Encyclopedia of Philosophy, enciclopedia en Internet (con
pantallas en lugar de páginas, una novedad en la documentación metodológica y sus soportes) sobre los
experimentos en física: Franklin, Allan, “Experiment in Physics”, versión revisada de 2007, accesible en
<http://plato.stanford.edu/entries/physics-experiment/> (acceso 06/08/2008), que marca esta tendencia.
17
El ejemplo más sencillo es la variante discreta de la ecuación logística. Véase una sencilla presentación
“Caos en sistemas discretos”, accesible en <http://segre.upc.es/nllab/iterated-es.html> (acceso
06/08/2008).
8
Las TIC nos sirven de puente entre este tipo reciente de experimentación con un
procedimiento que, para las ciencias humanas, donde no es posible repetir los
experimentos (en su repetibilidad reside su fertilidad), se alcanza un procedimiento de
cuasi-contrastación: la simulación 18 . La simulación permite fingir el desarrollo de
sistemas complejos, algunas de cuyas variables pueden ser alteradas manteniendo otras
fijas. Sustituye, por tanto, la comprobación a largo plazo del desarrollo del sistema
considerado en su unicidad inevitable. La simulación es un procedimiento de
contrastación en dos sentidos: como los experimentos y las observaciones, contrastan lo
previsto con los “hechos” (aunque aquí los hechos han sido propiamente producidos por
la aplicación informática), pero también cabe contrastar unas simulaciones con otras
cuando las variables alteradas son diferentes. Su utilidad puede ser práctica con vistas a
la toma de decisiones, y en ese sentido enlaza con el tema de la normatividad en las
ciencias humanas.
Observación, experimentación y simulación son los tres procedimien[460]tos de
contrastación que completan, junto a los procedimientos de construcción de teorías y los
que conducen al cumplimiento de las funciones cognoscitivas de las teorías científicas,
el panorama de una metodología general de la ciencia que –habiendo omitido la parte
correspondiente a los aspectos políticos, organizativos y de gestión- no se diluye en una
teoría general de la racionalidad científica, ni se reduce a la instrucción en técnicas
instrumentales. Así, el ámbito de la metodología de la ciencia al que nos enfrentamos
ahora tiene una unidad, al menos intencional, ya que la separación centrífuga de que nos
advertía Fernández Buey queda neutralizada porque los procedimientos simbólicos,
técnicos y sociales (estos aquí omitidos por tradición y brevedad) sirven de conexión
entre la filosofía general de la ciencia y las técnicas instrumentales especializadas.
El título de esta ponencia tiene todo el aspecto de una mala, por incorrecta,
clasificación. En el país de Borges recordarán sin duda aquella clasificación pintoresca
18
Una introducción al tema es Gilbert, Nigel y Troitzsch, Klaus G., Simulación para las ciencias
sociales: una guía práctica para explorar cuestiones sociales mediante el uso de simulaciones
informáticas, trad. de Miguel Quesada, Francisco J., Aravaca: McGraw-Hill/Interamericana de España,
2006.
9
que de “El idioma analítico de John Wilkins” 19 pasó al comienzo del libro que hizo
famoso a Michel Foucault 20 . Un ingenioso ejemplo de una clasificación mal hecha. En
efecto, tratados y manuales son textos entre y junto a otros textos. Pero no sólo este
defecto es notable, sino que también los conjuntos denominados por “tratados” y
“manuales” no son disyuntos, según las definiciones que ofrecen los diccionarios más
autorizados. Dicho esto, ahorraré los detalles de las diferentes definiciones y me limitaré
a indicar en que sentido utilizaré cada una de las denominaciones. Aunque la relación
conjuntista pueda expresarse en la forma {tratados} ∪ {manuales} ⊂ {textos}
({tratados} ∩ {manuales} ≠ ∅), la cuestión es mucho menos pedante.
Utilizaré “tratados” para denominar preferentemente los clásicos de la filosofía
de la ciencia que tienden a apoderarse de la temática metodológica bajo el paraguas de
una teoría general de la racionalidad científica. Me limitaré a ejemplificar estos
“tratados” con obras influyentes en y desde la segunda mitad del siglo XX. Utilizaré
“manuales” para designar obras que, siendo aun [461] tan extensas y fundamentadas
como los tratados, entran en el detalle de los temas que antes presenté como contenido
de una metodología general de la ciencia, incluidos aquéllos que contienen para cada
tema una parte práctica (preguntas, ejercicios, etc.). Y reservaré “textos” para el resto
del conjunto, sea cuál sea su extensión o enfoque (monografías sobre determinados
procedimientos o instrucciones para la realización de técnicas concretas).
Es claro que ésta es una caracterización estipulativa de los términos del título,
por otra parte pertenecientes a la constelación semántica en torno a la cual se ha
organizado este congreso.
19
Borges, Jorge Luis, “El idioma analítico de John Wilkins”, accesible en
<http://ndirty.cute.fi/~karttu/tekstit/wilkins.htm> (acceso 27/08/2008). “Esas ambigüedades y recuerdan
las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio celestial de
conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los animales se dividen en a)
pertenecientes al Emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g)
perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k)
dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera), m) que acaban de romper el jarrón, n)
que de lejos parecen moscas.” Ibid., párrafo quinto.
20
Foucault, Michel, Les mots et les choses, París: Gallimard, 1968.
10
21
Popper, Karl, La lógica de la investigación científica, trad, de Sánchez de Zavala, Víctor, Madrid:
Tecnos, 1973. La primera edición alemán data de 1935; la versión inglesa –la verdaderamente influyente-
de 1959.
22
Kuhn, Thomas S., La estructura de las revoluciones científicas, trad. de Contín, Agustín, México D.F:
Fondo de Cultura económica, 1971.
11
puramente descriptiva. Sin embargo, las tesis que hemos sugerido son a menudo
interpretativas y, a veces, normativas” 23 .
Larry Laudan, influido ya por Popper, Kuhn y demás “tratadistas” (incluido uno
tan pintoresco como Feyerabend) introdujo el concepto y la expresión de “naturalismo
normativo” como superación de la oposición descriptivo/normativo. La tesis de que el
éxito histórico de determinados procedimientos, que pueden ser descritos por el
historiador, conduzca a los científicos a establecer normas que los imponen mediante
reglas, permite a los filósofos interpretar que las distintas metodologías deben ser
puestas a prueba como las teorías empíricas 24 .
Como muestra de los aquí llamados tratados bastan estos autores clásicos, pero
bajo esta rúbrica quedan recogidas las obras clásicas de filosofía de la ciencia, no sólo
de la época tomada aquí de referencia, sino también los grandes clásicos como los
tratados, por mencionar sólo algunos de Whewell, Stuart Mill, Meyerson, Bachelard y
tantos otros. En general todos aquellos que, siendo tratados de filosofía de la ciencia,
incluyen partes relevantes sobre la elección de teorías, contrastación de las mismas,
valor de las evidencias, etc. Quiero con ello decir que forman parte importante de la
bibliografía de la metodología de la ciencia y deben estar a la disposición en las
bibliotecas para consulta de los estudiosos de la metodología de la ciencia, que sin ellas
quedaría pobremente descontextualizada.
[463]
4.2 Manuales y más que manuales de metodología de la ciencia
Ya he mencionado que tratados y manuales, en el sentido aquí entendidos se solapan
entre sí. Algunas de las obras de este conjunto son realmente verdaderos tratados de
metodología de la ciencia. Que en la práctica docente se le utilice como manuales no los
minusvalora; más bien al contrario.
Aquí puede introducirse sin rodeos, como ejemplo privilegiado, el magnífico y
magno libro del filósofo argentino Mario Bunge: La investigación científica 25 . Este es
23
Ibid., p. 31
24
He tratado este tema en Álvarez, Juan Ramón, "El naturalismo normativo y la metodología de la
ciencia", en González, Wenceslao .J. (ed.), El pensamiento de Larry. Laudan. Relaciones entre Historia
de la ciencia y filosofía de la ciencia, La Coruña: Universidad de la Coruña, 1998, pp. 117-132.
25
Bunge, Mario, La investigación científica. Su estrategia y su filosofía, trad. de Sacristán, Manuel,
edición corregida y ampliada, Madrid: Siglo XXI, 2001. Desde su publicación en inglés hasta la
actualidad ha tenido varias ediciones. Cito la que tengo a mano. De hecho, como el propio Bunge relata,
la segunda edición en inglés, de 1998, se publicó con el título Philosophy of Science: en este caso la
metodología se ha tragado de un bocado a la filosofía. Cf. Ibid., p xii.
12
un libro con una larga historia y no debería aparecer como manual, sino como tratado,
si no fuera por el peculiar uso de “tratado” que aquí se ha hecho. Por otro lado, el opus
maius de Bunge, el Treatise on Basic Philosophy 26 en ocho volúmenes, es el verdadero
tratado de Bunge. Como obra de teoría metodológica metodología es más que un
manual, pero también, según su composición, cada capítulo lleva consigo, preguntas,
problemas y hasta ejercicios. Por ambos aspectos, abarca tanto la teoría de los tratados
como la práctica de los libros de ejercicios. Es el modelo más adecuado de tratado que
podría ser un excelente manual (ya he dicho que ser un manual no es sólo cuestión de
nombre, sino de utilización) para uno o varios cursos de metodología de la ciencia.
Cumple a cabalidad, y con mayor amplitud aun, con los contenidos de la metodología
general de la ciencia que presenté parcialmente en los tres apartados de la sección 3.
Los manuales de metodología no son siempre generales. Muchos de ellos son de
una sola ciencia o de determinadas clases de ciencias: naturales, sociales, etc.
Temáticamente deberían recoger en sus campos todo lo que recoge el gran libro de
Bunge, prácticamente sin excepciones. No hace al caso presentar listados que hoy se
encuentran o elaboran mediante búsquedas informáticas a través de Internet.
Quede constancia del solapamiento entre tratados y manuales, aunque por
razones de conveniencia han servido como encabezamientos diferentes.
26
Bunge, Mario, Treatise on Basic Philosophy, Dordrecht/Boston: Reidel/Kluwer, 1974-1989.
13
En estos textos han de incluirse los textos que no se presentan sólo como
legibles, sino también como ejecutables. Su ejecución puede producir, a su vez, otros
textos. Me refiero a los programas, que son sistemas de instrucciones en el lenguaje
informático correspondiente. Un programa informático se puede definir sencillamente
como “una secuencia de instrucciones que representan la resolución de un algoritmo y
que pueden ser ensambladas, compiladas o interpretadas con el fin de obtener un
programa ejecutable en código máquina para realizar un trabajo útil para el usuario” 27 .
El resultado de ese trabajo útil puede ser, a su vez, un texto. Realmente, constituyen una
extensión de los tradicionales manuales de instrucciones que también han sido
compuestos para ejecutar las operaciones descritas en ellos. En ese sentido, todo texto
consistente en un conjunto de instrucciones conducente a la realización de operaciones
simbólicas, técnicas y sociales puede considerarse como un texto ejecutable, pero no
diríamos que es un programa en el sentido de las TIC. La diferencia entre la “ejecución”
de instrucciones realizadas por sujetos humanos y las procesadas por máquinas que
ejecutan programas propiamente dichos es una diferencia no sólo de grado (un
ordenador calcula más rápidamente que un matemático excelente), sino de género. La
llamada “matemática experimental”, a la que me he referido anteriormente en el
apartado 3.3, sólo ha sido posible cuando se ha dispuesto de la tecnología adecuada. Es
conocido que en su trabajo sobre el sistema de tres cuerpos, Poincaré entrevió que una
muy ligera variación en las condiciones iniciales, por ejemplo, un cambio muy pequeño
en la posición de un cuerpo, podría conducir a un resultado muy alejado del
correspondiente al sistema inalterado. Pero hubieron de pasar muchos años hasta que la
tecnología permitiera tratar el problema de forma efectiva, puesto que el
comportamiento de este tipo de sistemas sólo puede describirse “por medio de una
solución numérica cuya complejidad es asom[465]brosa. Sin la ayuda de un ordenador
la tarea es poco menos que imposible” 28 . Hace veinticinco años yo mismo utilizaba un
programa de poco más de diez líneas en Turbobasic de MS.DOS para mostrar el
comportamiento de la variante discreta de la ecuación logística. La sencillez del
programa permitía, sin embargo, calcular en menos de un minuto quinientas iteraciones.
27
“Conceptos de Software”, accesible en <http://www.data-2013.cl/DOCS/INFORMATICA/UNIX/Intro-
SO3.html> (acceso 11/08/2008).
28
“Jules Henry Poincaré (1854-1912)”, The Internet Encyclopedia of Philosophy, “2. Chaos and the Solar
System”, accessible en <http://www.iep.utm.edu/p/poincare.htm#H2> (acceso 18/08/2008).
14
5. Conclusiones
El panorama resultante es, sin duda, variopinto y no responde a nuestros deseos
académicos más preciados: a saber, a una clasificación donde el conjunto clasificado
esté repartido en subconjuntos cuya unión sea el conjunto clasificado y donde los
subconjuntos sean disyuntos por pares. Esto que acabo de caracterizar es la idea de la
clasificación de un conjunto como una partición del mismo. Pero sabemos que esto es
un deseo piadoso. No obstante, las consideraciones que he hecho pueden ser
aprovechadas para ordenar el mundo bibliográfico de la metodología de la ciencia, tal
como es y no como quisiéramos que fuera. No repetiré los argumentos sobre tratados,
manuales y textos (instructivos o ejecutables). Intentaré, en cambio, presentar una
tipología representativa de este universo documental partiendo ahora del hecho ya
señalado de que “textos” denota el conjunto más extenso, subconjuntos del cual son el
de los tratados, el de los manuales, el de los instructivos y el de los ejecutables. Pero
esto sólo recogería parte del material textual considerado. Para ello, el punto de partida
adecuado reside en la tesis principal que he sostenido:, a saber, que existe, entre las
consideraciones filosófico-generales y los aprendizajes de técnicas especializadas un
dominio textual propiamen[466]te metodológico. Esta terna debe encabezar la tipología,
cuya cabecera sería Filosófico(-generales)/Metodológicos/Técnicos. Por otro lado, en
los tratados se apuntó la oposición entre descriptivo y normativo. Kuhn ya recalcó que
sus consideraciones en La estructura de las revoluciones científicas no eran solo
29
Bühler, Karl, Teoría del lenguaje, trad. de Marías, Julián, Madrid: Revista de Occidente, 1950.
30
Cf. Op.cit.
15
Tabla 3
La oposición histórico/sistemático es habitual en la filosofía (aquí tomo
“historia” en su sentido etimológico de “descripción”, a sabiendas de que no hay
descripción que no sea ya interpretación). La oposición entre temáticos y operativos,
que va en paralelo con la oposición interpretativo/normativo, responde a la presentación
de los manuales (sin o con ejercicios, problemas, etc.). La oposición entre
interpretativos y ejecutables ya ha sido tratada –sólo cabe añadir que los textos
instructivos implican las dos acepciones de “interpretación” y que la normatividad que
guía las ejecuciones es perfectamente aplicable a los sistemas tecnológicos.
Para terminar. François Jacob 32 señaló que la evolución trabaja más como un
chapucero (bricoleur) que como un ingeniero: hace sus composiciones con lo que
encuentra. Kant distinguió, en el capítulo tercero de la “Teoría trascendental del
método” de la Crítica de la razón pura –titulada “La arquitectónica de la razón pura”-
entre el filósofo como artista de la razón y el filósofo como legislador de la razón 33 . Y si
la evolución con su mecanismo [467] selectivo tiene que habérselas con lo que se
31
Cf. nota 23.
32
“Durante mucho tiempo se dijo que la evolución y la selección natural trabajaban como un ingeniero y
no es así […] No. Esto se parece más a la actividad de un bricoleur, que toma los objetos que encuentra a
su mano, los colecciona y los modifica un poco Pero la evolución no funciona con la eficacia del
ingeniero, la evolución utiliza lo que está disponible, lo alarga, lo modifica, lo corta y produce algo nuevo
sin intención. En efecto, se parece más al bricolaje que al diseño ingenieril”. Chimal, Carlos, “Entrevista
con François Jacob”, accesible en <http://www.letraslibres.com/index.php?art=6113> (acceso
19/07/2008)
33
Cf. Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, trad. de Ribas, Pedro, Madrid: Alfaguara, 1978, p. 651,
donde se utiliza la expresión “artífice de la razón” para traducir Vernunftkünstler.
16
encuentra, también el artista de la razón que practica la filosofía académica tiene que
hacer un tanto de lo mismo, por ejemplo, como hizo Kant con el factum de la ciencia.
Lo mismo es aplicable a estas conclusiones. Como un artesano, y no como
legislador de la razón, he tenido que enfrentarme con lo que la “evolución” de la
bibliografía metodológica ha hecho que me encuentre en este principio del siglo XXI,
con su tradición y su innovación en materia de textos. Frente a los facta bibliográficos
hay que practicar el bricolaje más bien que la ingeniería. Y espero que, como en la
evolución biológica, el producto resultante de esa labor artesanal, aunque no sea en
modo alguno perfecto, sea al menos viable y fértil.