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CONDUCTISMO Y APRENDIZAJE EN LA ESCUELA

Un aula donde existe pleno silencio, ningún estudiante se mueve fuera de los límites de su
carpeta; el único ruido permitido es el de los lapiceros y el plumón. El docente se detiene de
pronto, ha terminado de copiar, entonces explica, no hay bullicio ni rumores; termina y
vuelve a escribir. Los docentes y el magisterio soñaron siempre con un aula así, y es que
late bajo ello la profunda y arraigada creencia de que al estar atentos los estudiantes
aprenderán todos los conceptos de un determinado curso y no solamente eso, sino que
también aplicaran dichos conocimientos y conceptos en su vida.

Pero basta con observar la realidad para constatar el fin del maravilloso cuento aquel,
estudiantes que deben leer, razonar, aprender temas de nuevo antes de ingresar a la
universidad, y ya en ella, poco espíritu investigador y productor de nuevos conocimientos.
La atención es necesaria para poder asimilar conocimientos y habilidades en general, pero
la repetición mecánica sin aplicación real y la limitación por parte del cuerpo de
estudiantes, a una mera pasividad de repetición sin posibilidad de cierta libertad para
experimentar dichos conocimientos, no garantizan como cree el magisterio peruano, el
aprendizaje exitoso.

Abordemos esos dos problemas: Primero, la repetición de ejercicios formales y


conceptuales no hará mágicamente que puedan aplicarse a la realidad del mundo, que
siempre presentara matices diferentes y adicionales al mero mundo conceptual, la teoría
palidece ante la riqueza del mundo, del cual es resumen, contenido, hipótesis, sombra mas
no colorido.

Ahora bien si yo debo repetir y memorizar las clasificaciones del sustantivo por ejemplo,
conoceré los colectivos, abstractos o sustantivos frases; también me evaluaran sobre ello,
para ver que reconozco a que tipo pertenece cierta palabra que cumpla dicha función. Pero
todo ello no me ayudará, cuando deba redactar una carta, un ensayo, o deba expresarme
oralmente, una lista pequeña de ejemplos, como la de los textos escolares, no suple el hecho
de saber sustantivar, encontrar cómo concentrar la palabra apropiada para los entes y
situaciones vitales sobre los que desee comunicarme.

Esto se debe al hecho de que crear, expresar, poner en marcha o hablar sobre el mundo no
implica saber una clasificación, sino una experiencia, una absorción de palabras,
experiencias, imágenes y reflexiones en cuyo contacto voy aprendiendo, voy practicando y
por consiguiente incorporando dicho conocimiento a mi vida. En ese sentido la práctica
implica saberes procedimentales, aplicaciones y funciones que van más allá del mero
repertorio de clasificar sustantivos, saber procedimental que es dejado muchas veces de
lado.

En cuanto al segundo punto: la repetición pasiva por parte de los estudiantes limita también
el aprendizaje, porque detiene su proceso natural: la mente que recibe una idea nueva, o
hace un descubrimiento desea experimentar, construir, moverse un poco, pero si estamos
limitados al tema en cuestión, a un orden rígido, al cabo del cual solo podemos responder
preguntas ya planificadas de antemano de mero recordatorio, o aplicación casi mecánica del
tema, el gran potencial de nuestra mente se ve drásticamente reducido.
Al recibir nueva información, si la mente puede experimentarla, ponerla a prueba, se
moverán más procesos mentales, se harán mayores sinapsis y conexiones de tal forma que
tendremos mayor conocimiento y calidad para recuperarlo cuando haga falta, pero al
limitarse el aprendizaje a una mera repetición de conceptos de dictado, aun cuando se capte
la esencia y aplicación del tema, no se podrán poner en marcha aquellos otros mecanismos
y conexiones, haciendo que el tema pueda ser olvidado más rápidamente.

No solamente eso, el otro gran riesgo es que el tema, desconectado de la realidad en la cual
vivimos, amamos, sufrimos o cuestionamos, y limitado en la capacidad de experimentar
con él, se hace aburrido, monótono, difícil y por lo tanto pierde también la atención que
originalmente pudo haber tenido el estudiante para aprenderlo. Pero dicha conducta no es
permitida oficialmente, se requiere atención aun a riesgo de forzarla.

El conductismo muestra aquí su más eficaz arma y su más descubierta cara, a fin de
mantener el orden recurre tanto a estímulos positivos como negativos cuyo objetivo es
hacer cambiar la conducta del estudiante a fin de acoplarlo, adaptarlo y que se deje recibir o
moldear en la lección impartida. Castigos y llamadas de atención, o bien felicitaciones en
comparación con el resto de estudiantes que implícitamente no serán tan buenos. Es por
ello que en las escuelas se hablan de notas, gritos a veces cuando es necesario, se forma un
círculo vicioso, el tema aburre, se hace falta llamarles más la atención a los estudiantes a fin
de que no se pierdan, como los temas siguen aburriendo conforme pasa el año, nuevamente
hacen falta más correcciones.

Pero este tipo de lealtad artificial hacia un tema casi puramente formal, es una mera
apariencia, que como cualquier otra, tarde o temprano es descubierta, la fuerza de los
hechos por encima de cualquier opinión oficial del magisterio, nos muestra que saliendo de
clases, los estudiantes no retienen o aplican en su gran mayoría las lecciones aprendidas, no
salen a publicar. Podemos mantener toda la rigidez dentro de las aulas, de tal forma que en
el silencio se escuche el batir de las alas de un insecto y sin embargo, una vez terminadas
las obligaciones escolares del día, allá fuera de las aulas, allá en la vida podremos constatar
realmente, cuanto de esa teoría realmente logro sumar algo positivo a la vida de los jóvenes
y niños en formación.

No decimos con esto que el aula deba ser una jungla sin orden, la atención es necesaria,
pero tampoco podemos llegar al otro extremo. La atención, la disciplina son un proceso,
son un camino y en cada paso deberemos ver lo más apropiado a fin de conducir el proceso
de aprendizaje, proceso siempre no perfecto y siempre abierto a entender que en cada clase
hay momentos de concentración y los habrá también de alguna distracción, la educación es
en cierta forma también una danza, entre atención, caos constructivo y alguna que otra
distracción, es un proceso de formación humana, como nosotros, como aquellos y como los
que vendrán mañana, la educación es humana, nosotros somos humanos, dejemos de lado la
rigidez completa, dejemos de pensar en una aula perfectamente gris y mecánica, pensemos
como seres humanos y hagamos una educación humana.

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