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Ana Sáenz de Tejada

201703406
Teoría de la Democracia.
Maestro Fernando Meza.

Análisis del estudio sobre diputados distritales por región en las elecciones generales

1995 - 2007.

En el siguiente texto se desarrolla, en primer lugar, el contexto de Guatemala haciendo énfasis en


los elementos de su sistema político y su sistema electoral, tal como está planteado en el libro
“Representación política en las regiones oficiales de la República de Guatemala, 1995-2007:
una propuesta para el debate”. En segundo lugar se encontrará un análisis de los resultados del
estudio sobre las elecciones de diputados distritales de 1995-2007, basado en las lecturas del
curso, y eventos más recientes que confirman el estudio y la necesidad de hacer una reforma
profunda en el ámbito electoral.

Contexto de Guatemala.

Del siglo XX al siglo XXI se esperaba que Guatemala lograra el establecimiento de una
democracia, sin embargo las condiciones económicas y sociales, y las brechas de desigualdad,
condicionan el desarrollo político que se manifiesta como una democracia distorsionada y débil.
Para lograr la consolidación de un régimen democrático, primero deben haber grandes
transformaciones sociales y económicas (Meza, 2011).

Desde el inicio de la transición a la democracia Guatemala enfrentaba ya muchos problemas de


carácter político, social, económico y cultural, lo que ha dificultado la consolidación del sistema
político y sus instituciones. Sobre el sistema político de Guatemala podemos decir que se ha
mantenido un sistema de exclusión social y económica, se ha restringido la participación de
partidos políticos según la “ideología”, se interrumpen constantemente procesos democráticos y
hasta la Constitución Política de 1998 los sistemas electorales no eran autónomos ya que estaban
controlados por las partidos políticos y condicionados por el ejercito (Meza, 2007). Esto último
implica que los procesos electorales han sido poco transparentes, los partidos políticos
caudillistas, y en general la población no tiene una cultura política arraigada.

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El inicio de la transición ocurrió durante el gobierno militar, que tomó el poder en marzo de 1998
a través de un golpe de Estado. La estrategia del ejército contemplaba una apertura política con
el propósito de incorporar a la insurgencia al nuevo proceso democrático. Esto porque buscaba
arrebatar a la guerrilla su bandera de lucha por la democracia, que les daba legitimidad ante la
comunidad internacional. A partir de este momento, las experiencias democráticas de la mayoría
de los gobiernos han avanzado en el proceso de transición desde un Estado con instituciones
cooptadas por el Ejército, avanzar en el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, y construir un
Estado de Derecho (Meza, 2011).

Sin embargo, se ha impuesto un sistema político excluyente que niega la existencia de su


población multiétnica y pluricultural. La herencia autoritaria aún se refleja en la casi nula cultura
democrática, que evita la búsqueda de consensos, y la práctica de negociación o el ejercicio de la
tolerancia como práctica política. La sociedad civil también presenta debilidad en cuanto a la
organización y capacidad ciudadana para expresar sus demandas y participar activamente en su
consecución. Esto, sumado a la ausencia de canales institucionales y políticos para dar trámite a
las demandas sociales y políticas presenta una situación complicada para la representación de
intereses de distintos sectores dentro del Estado (Meza, 2011). Los partidos políticos no se han
institucionalizado ni han contribuido a consolidar el proceso de transición a la democracia.
Tienen poca permanencia y, por lo tanto, no son capaces de representar en el largo plazo a sus
electores. Esto a su vez afecta el buen funcionamiento del sistema político; se trata de un sistema
inestable y voluble. Entonces, se trata de un sistema que adolece de considerables deficiencias y
que da cuenta de una democracia que no transita más allá de sus condiciones formales.

A partir del 98 se han sucedido diez presidentes que han sido electos por medio de procesos
electorales, además se han realizado elecciones para integrar el Congreso y renovar los gobiernos
municipales. Aunque hubieron atrasos y recalendarizaciones para la implementación de los
Acuerdos de Paz, se han ido creando las leyes e instituciones necesarias y recomendadas para el
cumplimiento de los mismos, aunque en muchos de los casos ello no implique la
operacionalización de actividades orientadas a la transformación social (Meza, 2011). De hecho,
en los últimos dos gobiernos se han debilitado a las instituciones son parte de los acuerdos, como
la SEPAZ o la SEPREM.

Por otro lado, la represión hacia los opositores políticos ha disminuido, pero más como una
acción política que como un proceso institucional que haga desaparecer y evite la formación de
instituciones que puedan ejercer control secreto e ilegal sobre los ciudadanos. Sobre el respeto y

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promoción de los derechos a la salud, la vivienda, la alimentación y la educación, aunque se han
creado instituciones específicas para mejorar los índices que se relacionan con estos derechos,
los resultados no son suficientes para mejorar la situación. Sin embargo, se han aprobado varias
leyes encaminadas a la descentralización del Estado, el funcionamiento de los Consejos de
Desarrollo y el fortalecimiento del poder local, mediante un nuevo Código Municipal (Meza,
2011). En los últimos años en Guatemala se han creado instituciones y leyes que fortalecen el
Estado y el sistema de gobierno, pero que no han pasado de su institucionalización. Los
ciudadanos y ciudadanas aún no logran apreciar cambios sustanciales en su forma de vida, lo que
provoca desencanto, anomia y sobre todo un rechazo al sistema democrático.

El gobierno de Guatemala es republicano, democrático constitucional; la Constitución establece


la separación de los tres poderes. El poder ejecutivo es electo cada cuatro años y es el presidente
quien elige a sus ministros y secretarios para conformar el gabinete. Existe el equilibrio de poder
y los sistemas de controles y de pesos y contrapesos, y esto puede verse analizar la estructura
institucional del sistema político. Indicadores como la forma de elección o designación de
órganos y funcionarios que conforman la institucionalidad de la democracia, y cuyas funciones
garantizarían el adecuado ejercicio del poder político (Meza, 2011). Estos órganos de control
horizontal son la Corte de Constitucionalidad, el Fiscal General de la Nación, la Corte Suprema
de Justicia, la Contraloría General de Cuentas de la Nación, el Procurador de los Derechos
Humanos y el Tribunal Supremo Electoral, cuyo ordenamiento jurídico obedece a las exigencias
de todo sistema político de funcionar bajo los principios de legalidad y legitimidad, en aras de la
gobernabilidad democrática.

Ya que las elecciones de los diputados al Congreso de la República y del Presidente suceden al
mismo tiempo, generalmente se produce el efecto arrastre. Zovatto le llama así al efecto que el
voto para presidente tiene en el voto para diputados. De ahí que la tendencia haya sido la
conformación de mayorías parlamentarias del partido gobernante. Este hecho, que debería ser un
factor facilitador de la gobernabilidad, no ha beneficiado la labor parlamentaria. Esto tomando en
cuenta que los partidos atraviesan estados crónicos de debilidad institucional y los partidos que
han hecho gobierno no son capaces de presentar programas concretos de trabajo. Las élites
políticas sacan partido de ésta condición, al profundizar prácticas antidemocráticas como la
corrupción, el nepotismo y el goce de prebendas. En general, se trata de un sistema político que
adolece de considerables deficiencias y que da cuenta de una democracia que no transita más allá
de sus condiciones meramente formales (Meza, 2011).

Sobre las características del sistema electoral, la elección del ejecutivo se lleva a cabo en
Guatemala por mayoría absoluta, con previsión de dos vueltas. Este mecanismo lleva a la

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dispersión del voto en la primera vuelta y a la conformación de alianzas en la segunda. La
legitimidad inicial del ejecutivo después de las elecciones ha contrastado siempre con el
desencanto de la población al final del período, por lo que el voto de castigo se ha impuesto y
ningún partido político ha logrado mantenerse en el poder durante dos períodos presidenciales.
Esto refleja el escaso desarrollo político de los partidos y un sistema electoral que solamente
legitima cada cuatro años el advenimiento de un nuevo gobierno, cuya visión alcanza sólo al
corto plazo, a falta de un proyecto de largo alcance (Meza, 2011).

Realmente, el sistema electoral no ha sufrido grandes modificaciones, pese a que en los Acuerdos
de Paz se recomienda la elaboración de una nueva ley electoral y la reforma del sistema electoral
para la transición hacia una democracia funcional y participativa. A las debilidades del sistema
político corresponde una estructura normativa y administrativa limitante para la participación, lo
cual da cuenta del carácter excluyente y aún autoritario que las élites económicas y políticas han
querido imprimir a la transición política en Guatemala (Meza, 2011).

Considerando que las funciones de los partidos políticos van desde la representación, hasta el
ejercicio del poder mediante el gobierno del Estado, se puede decir que los partidos políticos en
Guatemala aún están en deuda con la sociedad, ya que el cumplimiento de las funciones
mencionadas ha sido mínimo. El sistema de partidos políticos presenta las siguientes
características. Los partidos políticos pueden considerarse como organizaciones clientelistas, la
relación entre los partidos y los ciudadanos que se afilian a ellos durante el proceso electoral,
termina al no cumplir el partido con los ofrecimientos prometidos al afiliado, que se desvincula
de la organización partidaria. Los partidos políticos guatemaltecos no tienen capacidad de
movilizar a sectores sociales en apoyo a sus iniciativas y proyectos, cuando se encuentran
ejerciendo la oposición política, no cuentan con el apoyo de la ciudadanía y, por lo tanto, carecen
de capacidad para incidir en las políticas públicas (Meza, 2011). También carecen de programas,
de capacitación y formación política para sus cuadros y sus afiliados. No existe sentido de
pertenencia por parte de los afiliados y, menos aún, la capacidad para movilizarlos en apoyo a
alguna iniciativa ante el gobierno.

La experiencia de los últimos 10 gobiernos evidencia que los partidos políticos carecen de
cuadros de alto nivel para la dirección del Estado y la función de gobierno, teniendo que recurrir
a tecnócratas que no tienen visión política de las situaciones nacionales. O se recurre a personas
sin las calificaciones adecuadas para el cumplimiento de las funciones de dirección y ejecución
de proyecto en el gobierno. Los partidos políticos han entorpecido la reforma electoral
contemplada en el Acuerdo sobre Reformas Constitucionales y Régimen Electoral, que es parte
de los Acuerdos de Paz (Meza, 2011). Y en ciertas ocasiones en los últimos años han modificado

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las reformas de tal manera que no afecte sus intereses. Esto ha significado un freno a la apuesta
por la democratización y fortalecimiento de los partidos políticos y a un cambio de los
mecanismos electorales necesarios para lograr mayor participación ciudadana. En el siguiente
apartado se presenta un pequeño análisis del estudio sobre las elecciones de diputados de los
años 1995,1999, 2003 y 2007.

Análisis de la representación política de diputados distritales por región en las elecciones


generales de 1995 al 2007.

En los debates actuales existe consenso en que la institucionalidad de la democracia para


funcionar requiere de un sistema de partidos solido y representativo, sin embargo en muchos
países de Latinoamérica los partidos son entidades políticas muy poco valoradas y legitimadas
por la ciudadania. Esto supone un desafío de primer orden para la democracia guatemalteca. Los
datos presentados en el capitulo cuarto del libro Representación política en las regiones oficiales
de la República de Guatemala, 1995-2007: una propuesta para el debate, muestran la
problemática de los partidos en Guatemala. Analizando los resultados de las elecciones para
diputados entre 1995 y 2007 puede constatarse la fluidez del sistema de partidos: en cada
elección surgen nuevos partidos y van perdiendo importancia otros.

Otra característica asociada a la anterior es la volatilidad, los ciudadanos no tienen lealtad


partidaria y tienden a votar de manera distinta en cada elección. Esto a su vez está asociado a la
ausencia de partidos ideológicos y programáticos; y cierto rasgo de la cultura politica que hace
que los ciudadanos utilicen su voto para castigar a quien gobernó mal o no cumplió las
expectativas y “probar con una opción distinta”. A esto se suma que el diseño institucional
facilita la creación de partidos alrededor de candidatos y “el alquiler” de la “ficha” partidaria
para postular a candidatos a diputados y/o alcaldes que aporten recursos económicos y/o votos.
Esto introduce otro de los problemas que han sido analizados que es el financiamiento privado de
la politica esto ha producido una distorsión de la institucionalidad democrática ya que distintos
grupos de poder a través del financiamiento influyen en los resultado electorales, así, durante
años, los grupos empresariales han podido influir en las políticas económicas y dentro del
congreso se sabe quienes son los representantes de las cámaras empresariales (CICIG, 2015).

Por su parte las redes político económicas utilizan en muchos casos el dinero producto de la
corrupción para financiar campañas electorales que a su vez les permiten ocupar mas posiciones
en el sector publico y seguir apropiándose de fondos públicos (CICIG, 2015). Los casos de los
partidos Patriota y Líder (ya cancelados) son emblemáticos de esta forma de actuar. Es vital
recordar que la función de la democracia es redistribuir el poder para garantizar a los individuos

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el ejercicio de sus derechos (PNUD, 2010). En países tan desiguales como Guatemala las normas
del sistema político deberían asegurar que los funcionarios públicos no debiliten a las
instituciones, y en consecuencia a las acciones estatales.

Finalmente es importante mencionar como asistimos a una mayor presencia de funcionarios


electos financiados por grupos dedicados a la narcoactividad. En el pasado era conocido que
estos grupos apostaban al control territorial a través de los alcaldes municipales, el caso de
Arnoldo Barrios de Zacapa y Rubén Méndez “El Pocho” de Ayutla son ilustrativos de esto. Sin
embargo, por lo menos desde la legislatura pasada es sabido que partidos como UCN, Líder en el
2015, y TODOS, postularon y llevaron al congreso a personas directamente ligadas con el
narcotráfico. Como lo señaló Edgar Gutierrez (2020) hace dos semanas, el paso a la
reconfiguración cooptada del Estado parece estar próxima.

En regiones analizadas en el estudio como Norte y Nororiente es posible captar la irrupción


territorial de la UCN, cuyo fundador, candidato presidencia y máximo líder está detenido en los
Estados Unidos condenado por narcotráfico. Otro problema que puede visualizarse en el capitulo
4 es el de la magnitud de los distritos electorales y la representación proporcional, así por
ejemplo, en la Región 1, la magnitud de los distritos central y municipios de Guatemala facilita
la representación proporcional, y permite que pocos electores queden sin representación. Por el
contrario, en Nororiente la magnitud de los distritos limita la representación y hace que los votos
de muchos ciudadanos no se expresen en posiciones en el Congreso

Tal como lo plantea Hurtado (2005), la más relevante reforma por hacer es una que contribuya a
la transformación de un sistema de partidos competente, sin una reforma como esta, cualquier
otro intento de reformar las instituciones será parcial, y sus efectos limitados. Entonces, puede
concluirse que es necesario cambiar la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP). En los
últimos 30 años se han llevado a cabo una serie de reformas que “parchan” los problemas que se
han ido exacerbando. Es el momento de pensar en una LEPP que responda a las realidades del
siglo XXI.

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Referencias.

1. CICIG. (2015). El financiamiento de la política en Guatemala. Guatemala.

2. Gutierrez, E. (2020). El Estado fragmentado. ElPeriódico. Recuperado de: https://


elperiodico.com.gt/opiniones-de-hoy/2020/10/26/el-estado-fragmentado/

3. Hurtado, O. (2005). Elementos para una reforma política en América Latina. Interamerican
Development Bank, Sustainable Development Department, State, Governance and Civil
Society Division.

4. PNUD, P. (2010). Nuestra democracia. La Sociología en sus Escenarios, (22).

5. Meza, J. F. M. (2007). Reformas políticas en Guatemala, una propuesta para el debate.


Revista análisispolítico, 1(1), 17.

6. Meza, J. F. M. (2011). Representación política en las regiones oficiales de la República de


Guatemala, 1995-2007: una propuesta para el debate. Universidad de San Carlos de
Guatemala, Centro de Estudios Urbanos y Regionales.

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