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2011: economías “viejas” y “emergentes”

Los analistas económicos dicen que en el 2011 continuará el crecimiento


económico mundial en dos velocidades, aunque, ojo, el 2011 no superaría al 2010.
En el pelotón de avanzada están los “países emergentes” que crecieron en
promedio en 7% en el 2010 (China, 10.2%; India, 8.8%; Brasil, 7.5%; Corea del
Sur, 6.1%), mientras que en la retaguardia están los “viejos” países
industrializados, que crecieron al 2.8% en el 2010 (EEUU, 2.8%; Japón, 3.2%; área
Euro 1.7%).

La cuestión es por qué unos crecen más que otros, para lo cual se insinúan
diferentes respuestas. La primera es que los “emergentes” vienen de más abajo y
por eso necesitan crecer más ahora. Suena lógico pero no toma en cuenta que
hasta hace 20 años se decía que eso no podía suceder, en otras palabras que el
poder económico mundial estaba “estabilizado” en Occidente (más Japón) y que no
había forma de que eso cambie.

Está también la explicación de que la culpa la tiene la falta de una regulación


adecuada en EEUU del sector financiero, lo que causó la crisis que luego se
propagó al resto del mundo, afectando sobre todo a Europa y Japón. De acuerdo
con esta explicación, pasará un tiempo para que se vaya absorbiendo la enorme
deuda en que se ha incurrido para salvar al sistema. Esto lleva a “dolorosos” –pero
“necesarios”– ajustes fiscales y a menores tasas de crecimiento pero, en unos
años, se retomará el crecimiento.

Pero hay otras, como la de Robert Brenner, economista de la Universidad de


California (a quien nos hemos referido varias veces en esta columna). Dice Brenner
que la actual crisis no es un rayo en cielo sereno, sino que hunde sus raíces en la
declinante vitalidad de las economías capitalistas avanzadas en las últimas 3
décadas, una larga caída (ver gráfico) cuya fuente de declive fundamental es la
incapacidad de recuperación de la tasa promedio de ganancia del sector privado en
su conjunto” (“La larga caída”, New American Foundation, abril 2010).

Brenner señala que la causa central de esta larga caída –aunque no la única– es la
tendencia persistente al exceso de capacidad en las industrias manufactureras
globales, debido a la intensificación de la competencia internacional en las décadas
de los 60 y 70. Este exceso de capacidad (o “de oferta”) hace que muchas
empresas no puedan vender los bienes que producen y, por tanto, cae su tasa de
ganancia.

Pero, dice Brenner, sucede que muchos de los “emergentes” tuvieron la ventaja, de
un lado, de llegar tarde a la competencia pues aprovecharon el “último grito” de la
mejor tecnología y, de otro, que los “emergentes” se han caracterizado por tener
Estados intervencionistas y un capitalismo altamente organizado.

Es por eso que se pudo subordinar a los sectores financieros a las necesidades de
la producción doméstica, a la vez que se limitó el consumo de los hogares para
incrementar el ahorro interno que incentivó altas tasas de crecimiento en los
sectores industriales (ídem, p. 2).

Así, los “emergentes” han podido crecer a velocidades sin precedentes históricos,
pues han combinado una fuerza de trabajo con un costo relativamente bajo y una
adecuada capacitación, junto con nuevas empresas con tecnología de punta, lo
que les ha permitido orientar la producción hacia las exportaciones (ídem, p2).

Para terminar, tenemos que si bien la tasa de ganancia promedio ha caído en las
economías “viejas”, no sucedió lo mismo en las “emergentes”. También que la
relación entre Estado y mercado es fundamental para subordinar al capital
financiero a las necesidades del sector real.
Resultado: se ve ya una preeminencia de las
economías “emergentes” que ha cambiado la
geografía económica mundial y que ahora se
encamina, seguramente, a modificar las relaciones
de poder internacional.

Para lograrlo, lo alcanzado hasta ahora tiene que


ser sostenible en el tiempo. ¿Lo será?

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