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Acuerdo gobierno-comunidad educativa

«Pirro, rey de Epiro en Grecia, invadió Italia en 280 antes de Cristo y derrotó a los
romanos en Heraclea. Pero sus pérdidas fueron tan grandes que tras ganar la batalla
exclamó: “Una victoria más como ésta y estoy perdido”. De allí el término “victoria pírrica”,
que empleamos para denotar un triunfo tan costoso que en verdad constituye una
derrota.» (Fuentes, 2005).1
Comienzo con esta cita porque al son de hoy no sé quién es Pirro, para algunos somos
los estudiantes, para otros es el gobierno. Lo que si es cierto es que tanto para unos y
otros el acuerdo ha generado unos costos políticos y unas consecuencias que hoy
estamos viviendo. Yo soy de los que creo que el acuerdo es una victoria pírrica tanto para
el gobierno como para la comunidad educativa que se sentó en la mesa de diálogo.
Primero, porque ese acuerdo no es producto de un esfuerzo conjunto con el gobierno y
las comunidades educativas -como dice el principio uno del acuerdo- sino porque surge
de la presión del movimiento estudiantil y en menor medida de los profesores.
Segundo, porque dicho acuerdo debió haber sido socializado antes de su firma ante las
bases estudiantiles y profesorales y no después para ser luego inmodificable y aceptado
sumisamente (hay que decir que en la mesa se hizo un acuerdo de confidencialidad entre
las partes y ello impidió la socialización antes de ser firmado el acuerdo).
Tercero, y ya entrando más en materia del acuerdo, gran parte de los puntos y logros
dependen de la voluntad política del gobierno y ya sabemos cuál es la voluntad de dichos
gobiernos de derecha para con las causas populares y de los movimientos sociales (basta
con ver el punto de reforma al SGR, Reforma a Colciencias, ICETEX, y otros puntos que
dependen de la voluntad política del gobierno).
Cuarto, en el punto dos del presupuesto bienal de regalías ya se había establecido 1.5
billones el 5 de diciembre, por lo que eso no se puede presentar como una victoria de
nuestros negociadores. Aunque hay que decir que se dio en el marco de la movilización y
jornadas de protesta estudiantil y que representa un avance sobre todo en lo que
concierne a los profesores en el tema de formación y becas doctorales.
Quinto, frente al punto cuarto de mesa técnicas de regalías, me parece que son órganos
en los que el gobierno tendrá mayor presencia y por ende y por motivos de correlación de
fuerzas, son órganos poco funcionales a los intereses del estudiantado y las comunidades
educativas.
Sexto, el acuerdo representa una ruptura en el modelo de financiación de la educación
superior y eso es importante, así como los logros alcanzados para el profesorado
colombiano y las cuestiones que atañen a la calidad en las publicaciones académicas,
pero seguimos a merced de la voluntad del gobierno en distintos puntos.
Séptimo, frente al tema de la base presupuestal, si bien hay un avance, no es suficiente.
El acuerdo no logra satisfacer las necesidades fundamentales para la búsqueda del
conocimiento, porque no compromete a las entidades territoriales en la financiación de las
IES públicas, no descarta su autofinanciación, no contempla la tributación del capital
privado para este fin y mucho menos el desmonte de la universidad privada, así como
1
Disponible en la web: https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2651-2005-11-27.html
tampoco reconoce la deuda histórica que tiene el estado colombiano para con las IES
públicas.
Octavo, frente al tema de cooperativas también es complejo para aquellas cooperativas
pequeñas y sin ánimo de lucro ya que el gobierno impondrá impuestos a dichas
cooperativas y eso atenta contra la naturaleza y principios del cooperativismo. Y eso
afecta directamente el proceso fallido de paz, ya que la reincorporación de las FARC-EP
pasa por el modelo de cooperativas.
Noveno, no se logró constituir una mesa de negociación con carácter vinculante y eso
tiene que ver mucho con que muchos de estos acuerdos no son vinculantes con el orden
jurídico colombiano.
Décimo, aunque no se firmó la terminación del paro, el acuerdo fue mostrado ante la
opinión pública como si ya se hubiese terminado la lucha y eso es un costo político para
tener en cuenta.
En definitiva, el acuerdo no ataca las causas estructurales de la crisis financiera del SUE,
incluyendo los ITTU, pero aliviana su situación actual y resulta como un salvavidas para
las IES públicas que hoy atraviesan una grave crisis para los próximos cuatro años del
gobierno de Duque.
Conclusión política:
EL ACUERDO Y LA DESCONCENTRACIÓN DE LAS LUCHAS ESTUDIANTILES
Los optimistas escépticos del acuerdo con Duque y el Ministerio de Educación Nacional
(MEN) consideran que su firma no asegura el cumplimiento de lo pactado. La tendencia
de los últimos gobiernos a incumplir lo acordado con las organizaciones y movimientos
sociales alimenta las desconfianzas. De hecho, la experiencia reciente de FECODE, la
ONIC, la Cumbre Agraria y el nuevo partido político en que se convirtió las FARC-EP lo
demuestran, porque a ninguno le cumplieron o le han cumplido a cabalidad. Por lo tanto,
la conclusión es obvia: la lucha que sigue tras la firma del acuerdo es una lucha por su
implementación.
A todas luces, esto supone dos tareas de primer orden para el estudiantado. La primera
asociada con su participación activa en las instancias creadas por el acuerdo para su
ejecución. La segunda relacionada con el seguimiento y control permanente a las
acciones gubernamentales orientadas a materializar lo pactado. En otras palabras, unas
actuaciones ceñidas a lo acordado, porque son los medios a través de los cuales el
acuerdo puede llevarse a buen termino.
Sin embargo, estas tareas son limitadas, porque la puesta en marcha de lo pactado no
depende, en estricto sentido, del gobierno y el MEN. Al involucrar otras entidades
(Sistema General de Regalías [SGR], COLCIENCIAS, entes territoriales y universidades)
como artífices de su ejecución, el acuerdo atomiza el proceso de implementación de sus
puntos. En este sentido, las tareas del estudiantado no pueden limitarse a participar
exclusivamente en unas mesas y a hacer un simple seguimiento.
De hecho, esto último tiene bastantes límites, porque las acciones del gobierno no son
mayúsculas. Su papel está limitado a garantizar que los dineros del Presupuesto General
de la Nación (PGN) vayan a los rubros establecidos por el acuerdo, y a recaudar aquellos
no contemplados por el PGN. Además, el MEN como entidad gubernamental le
corresponde habilitar varios espacios de interlocución y elaboración de reformas sin
alcance decisorio. Así, la implementación de lo acordado no depende del gobierno y el
ministerio, porque sus acciones no son sustantivas en su operativización.
En este marco, los logros financieros del acuerdo ofrecen un panorama particular en cada
IES. El acuerdo desconcentró del conflicto con el gobierno y el MEN, porque lo traslada
del nivel nacional al orden territorial y a cada universidad. La ejecución de dicho aumento
lo ejemplifica. Los entes territoriales son los que disponen de los dineros del SGR, y las
direcciones universitarias y sus administraciones son las que operativizan los recursos
destinados para el saneamiento de pasivos, proyectos de inversión y recursos de base
presupuestal. Por esto, el acuerdo proyecta unos conflictos territoriales y universitarios en
torno a la ejecución del aumento del presupuesto logrado para las IES públicas estatales.
La excepción a esta tendencia la constituye la reforma al ICETEX, y la reforma al artículo
86 y 87 de la Ley 30/92. Al depender el MEN se ubican en el orden nacional, lo cual
supone un movimiento estudiantil nacional. Sin embargo, este campo de acción corrobora
la atomización del proceso ejecución de lo acordado, porque aparece como una
simultaneidad en su curso.
En esta dirección, el acuerdo con Duque y el ministerio de educación augura nuevas
contradicciones en el sector educativo, las cuales serán resultantes de su posible puesta
en marcha. La variedad de instituciones comprometidas en su materialización implica
estudiantado desdoblado en diferentes frentes de acción; además, comporta un necesario
protagonismo, ya que las instancias operaran los acomodos posibles para satisfacer unos
determinados intereses. Por esto, la pelea nacional y unificada fue desconcentrada.
Ahora, los adversarios del estudiantado son varios y están en diferentes instancias.
Compañeros y compañeras, fraternalmente este documento ha sido construido a varias
manos para rectificar y poder ver cómo podemos afrontar el nuevo momento político.
Aunque diferimos mucho de otras lecturas un tanto optimistas que se han hecho sobre el
acuerdo, queremos decir que no somos derrotistas, pero sí un tanto críticos frente al
acuerdo y llamamos a rectificar y seguir la lucha. Nuestra verdadera lucha debe estar
dirigida en los siguientes meses a la construcción de un nuevo modelo de educación
superior y a incidir en el articulado del Plan Nacional de Desarrollo que deberá ser
aprobado en marzo aproximadamente. ¡Viva la UNEES! ¡Viva la UT!

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