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La guerra de los mil días

La Guerra de los mil días fue el último conflicto bélico que sucedió en el siglo XIX. Con
ella se cerró el ciclo de violencia que marcó la primera etapa de formación de Nación de la
República de Colombia. Aunque fueron bastantes las guerras partidarias que acontecieron a
lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, todas estas movidas por los intereses de las
oligarquías políticas representadas en las diversas constituciones y desacuerdos
organizativos, la Guerra de los mil días es icónica en la medida en que, entre los conflictos
del siglo XIX, fue la que más muertos cobró, la que más repercusiones económicas tuvo y
la que cambió las dinámicas de la violencia -que hasta ese entonces habían venido
sucediendo como un acuerdo entre caballeros de clases altas- a una guerra de guerrillas en
donde hubo muchísima más participación del pueblo.

Si se rastrean sus causas, se puede decir que desde mediados de siglo XIX se venía
gestando el caldo de cultivo propicio para que estallara el conflicto. Las diferencias entre
partidos, la hegemonía del Olimpo radical, la incapacidad de las oligarquías de ponerse de
acuerdo en temas tan importantes como la presencia de la iglesia católica, la educación
pública, la organización estatal, el cobro de impuestos y la centralidad de la moneda fueron
haciendo cayo en las élites nacionales y su inutilidad a la hora de gobernar.

Sin embargo, la cereza del pastel llegó con el gobierno de Rafael Núñez. La
creación del Partido Nacional y la llamada “regeneración”, junto a las medidas tomadas por
Núñez y su aliado el conservador Miguel Antonio Caro, fue lo que terminó por calentar los
ánimos y estallar la guerra. Aunque, durante su gobierno –que en realidad fue más el
gobierno de Caro, porque Núñez estaba muy anciano y enfermo- sucedieron asuntos
importantes, como la necesaria modernización en términos de transporte, hubo muchas
otras medidas que molestaron, no sólo a los liberales radicales, sino también a los
conservadores de la vieja usanza. Entre éstas cabe destacar la constitución de 1886, donde
se cambió de un orden federal a uno central. Esta decisión, no sólo dejó en poder de la
presidencia todas las decisiones del país, sino que también coartó las libertades individuales
y políticas y segregó a los partidarios de formas de organización divergentes.

Todo esto sucedía al tiempo que el país continuaba sumiéndose en una profunda
crisis económica. En general, el siglo XIX en Colombia se caracterizó por ser inestable en
este aspecto. Esto se debió a varios factores, entre ellos cabe destacar las reiteradas
explosiones de conflictos partidistas, el desorden en la organización pública y el afán de las
clases hacendadas de mantenerse vinculadas a un orden colonial que las favorecía. A pesar
de eso, el gobierno de la regeneración tuvo que enfrentarse con unas problemáticas
puntuales, la caída de las exportaciones del café y el disgusto de los artesanos con el apoyo
a la industria en manos de clases privilegiadas fueron de las más importantes. Algunos
historiadores coinciden en que el tema de la caída del café fue central, sobre todo porque
sus consecuencias se vieron en el departamento de Santander, históricamente afiliado al
partido liberal y con una clase comerciante en desarrollo que había conseguido pequeñas
fortunas gracias a la producción del café. Finalmente, la solución que vio el gobierno para
salir de esta crisis sólo trajo más problemas. La impresión desmedida de papel moneda trajo
una inflación económica sin precedentes que volvió prácticamente imposible costearse la
vida en la naciente República.

La guerra terminó en los primeros años del siglo XX, con su final vino también la
pérdida de Panamá en manos del gobierno norteamericano, la muerte de aproximadamente
100mil personas y el comienzo de lo que sería una interminable historia de desplazados
hacia la grandes ciudades. Este ciclo se cierra con la victoria de los conservadores y el
comienzo de lo que históricamente se conoce como la hegemonía conservadora. Las
consecuencias de la guerra seguirían viéndose a lo largo del siglo XX, aunque sus
mecanismos y sus modos de funcionamiento irían trasladándose cada vez más hacia la
guerra de guerrillas.

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