¿Quién no ama los placeres y desea gozar de lo bello?
Sólo los miedos impiden encuentros que la carne apetece.
Hemos convertido en infierno este paraíso. Absurdas normas elevadas como banderas y con la espada impuestas a base de castigos han traído la envenenada manzana hasta la cuna de los niños. Miserables, los hombres nos creemos virtuosos cuando somos gilipollas.