los suicidas). Por si acaso, aprovechemos el momento. Mañana podríamos estar ya muertos. La sabiduría no es suficiente, es más: no sirve de nada. El animal no la necesita para entregarse plenamente al presente. Nosotros, presos de hábitos y miedos, de domesticación mediante reforzamientos y castigos, acabamos desorientados del sentido único de la vida: satisfacer lo más completamente los deseos. Así, aunque los avances técnicos nos ayudarían a una casi perfecta satisfacción, esta jaula en que habitamos rodeados de muros de normas y límites, de envenedados juicios electrificada, nos mantiene miserablemente adictos a circos y religiones, a drogas múltiples, sucedáneos, circos, sin vuelo alguno de nuestro alma, de alas dotada y anhelo de alturas, de libertad.