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Según ha estudiado G.D.H. Cole (2, 3), el socialismo surgió en Europa en la década de 1830
cuando "la cuestión social"-las relaciones sociales que trascendían a los individuos-se reveló
como el problema central que había que solucionar para materializar los ideales ilustrados de
progreso y perfección humanas. El primer socialismo estableció el trabajo-fuente de riqueza y
eje de la vida social-como la base de los males sociales y de su posible solución. En la
mayoría de los casos, las primeras propuestas socialistas implicaron la esperanza de una
organización racional y científica de la producción económica que garantizaría la paz y
felicidad duraderas. La armonía era concebida como un principio trascendental, incluso divino,
que regía tanto las fuerzas naturales como las directrices de la historia y las sociedades
humanas. De ahí que los socialistas utópicos enfatizaron el papel de la asociación y la
solidaridad como nonnas sociales, en oposición a la importancia asignada a la lucha/conflicto
en el marxismo o a la competencia en el liberalismo (Cole 4, 5). La imagen de una sociedad
basada en la asociación annónica de los factores de producción guió las propuestas del
primer socialismo, mientras que el marxismo proponía la lucha de clases como motor de la
historia y el liberalismo insinuaba que el individualismo y la competividad eran instintos
humanos básicos.
En este sentido, antes que sugerir métodos violentos como la acción directa (anarquismo) o
las prácticas revolucionarias (marxismo), los primeros socialistas privilegiaron las estrategias
de persuasión-propaganda, esfuerzos educativos, mejoramiento moral-dirigidas a todas las
clases sociales como modos predilectos de alcanzar un estado social armónico (Cole 6).
Fourier, por ejemplo, vivió sus últimos días soñando que sus planes de propaganda
terminarían por convencer a los capitalistas para invertir en la construcción de falansterios a lo
largo y ancho de Europa. El rotundo ejemplo de las primeras comunidades exitosas
persuadiría a los indecisos y escépticos de que sólo un sistema social fundado en la
cooperación garantiza el bienestar de la humanidad. La vía de transformación social no era la
toma del poder ni "la política" (elecciones, huelgas, etc), sino la asociación cooperativa de
productores en comunidades relativamente autosufícientes. Lo anterior supuso en muchos
casos la indiferencia o incluso rechazo del Estado, pues prevalecía la idea de que la
reorganización racional de las fuerzas económicas bastaría para transformar radicalmente las
imperfectas sociedades humanas. En otros casos, como en el de Saint Simon, el Estado era
concebido como un aparato tecnocrático conformado por expertos y científicos que tenía el
objetivo de administrar eficientemente la economía.
El texto de Alvarado retoma varios aspectos de la tradición del socialismo utópico que circuló
extensamente en la segunda mitad del siglo XIX en México. Siguiendo los planteamientos de
Saint Simon, en el Yucatán utópico no existe un antagonismo necesario entre obrero y
capitalista, entre trabajo y capital. Tanto el obrero como el capitalista pertenecen a una misma
clase cuya tarea esencial es guiar a la sociedad en el camino del progreso. Mientras que el
marxismo insinuaba que la desaparición de la opresión económica era imposible en términos
prácticos sin la eliminación del modo de producción capitalista- la acumulación de capital es,
después de todo, un proceso que no depende de la voluntad o las buenas intenciones de los
capitalistas-, Alvarado y Saint Simon partían de la premisa de que un orden social justo y
armónico era factible en buena medida si se persuadía a los capitalistas de adoptar una nueva
mentalidad basada en la cooperación. En Mi actuación revolucionaria en Yucatán, Alvarado
describe puntualmente cómo intentó convencer a los capitalistas: "Llamé a los capitalistas, a
los dueños de la riqueza... Oyeron de mí sólo palabras de aliento, tendientes a procurar su
propio bienestar, que no podía ser nunca aquel que tenían, arrancado con la injusticia y con el
oprobio de los otros; sino el que podía traerles su cooperación honrada, entusiasta y fuerte, en
el gran conjunto del trabajo y de la armonía social, que les pedía inaplazablemente su parte de
labor" (Alvarado, "Mi actuación" 88).
En "Mi sueño" la causa del nuevo orden social no es, pues, la organización de los proletarios
por medio de huelgas o protestas, mucho menos la expropiación o acción directa pregonada
por el anarquismo. La utopía de Alvarado sostiene que la principal causa del orden utópico es
"nuestra formidable Revolución que, respondiendo a los mandatos de la época y llevando en
su fuerza la fuerza del progreso, impuso sus tendencias redentoras y no sólo redimió al pobre
y al indio, libertándolos de la devoradora tiranía del capital, injusta y legendariamente
privilegiado, sino redimió también al capitalista, arrancándolo al fin de la garra sombría y
enervante de la tradición" ("Mi sueño" 55, 56). Aquí el conflicto revolucionario iniciado en 1910
no es concebido como un levantamiento popular y heterogéneo que derrocó el antiguo orden
oligárquico, sino como una manifestación del Progreso en tanto principio trascendental que
guía a la humanidad. Más que un proceso de organización política "desde abajo", la
Revolución es vista como un impulso benéfico que impone su influencia "desde arriba" y
"desde afuera" con el objetivo de que el capitalista reconozca que la innovación científica, la
eficientización de la producción y la cooperación con el obrero son las únicas vías hacia el
progreso.
"Mi sueño" anticipa, pues, el "modelo mixto" de economía que se implementaría en los
gobiernos posrevolucionarios de los años veinte y treinta. En el Yucatán futuro se ha creado la
Compañía de Fomento del Sureste, una empresa pública que recibe fondos tanto del Estado
como de empresarios privados, así como otras instituciones conformadas por miembros de la
iniciativa privada bajo la "constante vigilancia oficial" (60) del Estado, tales como la Cámara
Agrícola del Estado, Cámara de Comercio, Comisión Reguladora del Mercado de Henequén,
etc. Todas estas instituciones semigubemamentales son "el núcleo en tomo del cual fue
girando y solidificándose y creciendo la asombrosa vida económica del Estado (Yucatán)" (60)
a través de la concesión de créditos, la enseñanza de nuevos métodos, la atracción de
inversiones extranjeras, etc. En La reconstrucción de México, un libro posterior que desarrolla
ampliamente su programa político, Alvarado aclara que: "No es el Estado manejando y
explotando las riquezas naturales, sino el conjunto del Estado, los ciudadanos mexicanos y los
extranjeros, entrando de lleno en una grande obra, racional, científica, metodizada, de
explotación de todas nuestras riquezas para beneficio de todos, gobernantes, gobernados y
asimilados a nuestra vida nacional" (Alvarado, "La reconstrucción" 143).
Así como el Estado toma control de los recursos naturales estratégicos, del mismo modo
favorece el bienestar de la clase trabajadora a través de las empresas públicas que aseguran
vivienda, agua limpia, drenaje, medios de transporte, etc. En un afán de materializar "el ideal
puro del colectivismo honrado y culto" ("Mi sueño" 67), el Estado ha promovido también el
establecimiento de colonias agrícolas y agrupaciones mutualistas basadas en la cooperación
armónica entre trabajadores que pertenecen a una misma industria. El "trabajo libre"-es decir,
la transición del trabajo esclavo al trabajo asalariado, condición esencial del modo de
producción capitalista-ha permitido que los obreros urbanos y rurales progresen como
colaboradores cercanos de los capitalistas. Gracias a estos avances el trabajador "entró al
concierto de los hombres conscientes yala lucha franca por una existencia cada vez mejor"
(57); dejó atrás su impulso a conformarse con una economía de supervivencia y, en cambio,
"fue acrecentando sus necesidades. Se fue civilizando, y palpando las necesidades y a la vez
sintiendo aguzarse las exigencias de la civilización. Deseó mejores vestidos, mejor calzado,
mejores y más higiénicos alimentos..." (57).
Fourier creció en el seno de una familia prospera de comerciantes de telas. Quedó huérfano
de padre a los 9 años de edad y recibió una cuantiosa herencia que administró su madre
durante algún tiempo, esforzándose para intentar que su hijo siguiera la tradición familiar del
comercio.
La inexperiencia de Charles lo llevó a perder esa fortuna con malas inversiones, sin tomar en
cuenta que los tiempos que vivía no eran los más propicios para ciertos negocios.
Durante esa época publicó artículos en el Boletín de Lyon, auto presentándose como el
descubridor de un método infalible de reorganización social, por medio del cual podría
implantarse la felicidad común.
Según el sitio historyguide.org, Fourier tenía la intención de elevar el nivel de la mano de obra
para que dejara de ser denigrante.
Para Fourier, todo el trabajo manual era arduo y tedioso, como ejemplo tomaba a las fábricas,
por lo tanto creía que era posible hacer todo el trabajo placentero y profundamente
satisfactorio, tanto física como mentalmente.
Esta manera de pensar quizá fue la que más cautivo a otros pensadores socialistas,
incluyendo a Friedrich Engels.
La biografía que publica el sitio Eumed.com nos dice que Charles publicó sus ideas en 1808
en su obra titulada "Teoría de los 4 movimientos", la cual proponía fundar un orden social en el
que todas las pasiones humanas, buenas o malas, encontraran un lugar legítimo y de
satisfacción que resultara en un provecho general, que todas las capacidades fueran
aplicadas y donde fuera un derecho universal y un atractivo para todos, acceder al bienestar
universal.
Para ello, Fourier quería asociar a los hombres en capital, talento y trabajo, en grupos, en
serie y posteriormente en falansterios, por medio de la "atracción apasionada", que según el,
es la ley de la humanidad.
Acuñó el termino falansterio para refirirse a la falange griega, que era una unidad de combate
donde los hombres estaban estrechamente vinculados entre sí, volviéndose interdependientes
e impenetrables.
Estas eran doce según Fourier, cinco de los sentidos (vista, gusto, oído, tacto, olfato), cuatro
del alma (amistad, amor, ambición y paternidad) y tres que llamó distributivas y en las que
puso mayor atención (papillone, cabaliste y compuesta).
A pesar de que sus ideas pasaron desapercibidas por muchos, continuó desarrollándolas en
obras posteriores como "Tratado de la asociación doméstica agrícola" en 1822, el "Nuevo
mundo industrial", de 1829 y para 1831 daría a conocer sus lacerantes opiniones sobre sus
utópicos competidores Saint-Simone y Robert Owen
En 1832, con ayuda de algunos discípulos, creó el Diario El Falansterio, con una duración de
dos años. Se interrumpió su publicación por algún tiempo y se reanudó en 1836, bajo el titulo
de "Falange o diario de la ciencia social". En 1835 publicó "La falsa industria".
Sus ideas y doctrina no fueron fáciles de comprender para todos, por lo que M. V.
Considerant, uno de sus más grandes discípulos, las aclaró y resumió en el texto "Destino
Social", al tiempo que trasladó dichas ideas a las revueltas populares conocidas como
"Revoluciones de 1848".