La planificación sin duda organiza, optimiza y nos permite reflexionar acerca de
nuestra labor docente, permitiéndonos observar ordenadamente y por etapas una especie de mapeo de la experiencia enseñanza- aprendizaje; en este sentido realizarla no presenta desventajas en absoluto, por el contrario, nos presenta beneficios que nos permiten optimizar nuestros tiempos, ordenar en orden progresivo los contenidos, considerar que actividades e instrumentos de evaluación podrán ser más efectivos de acuerdo a los aprendizajes esperados y el nivel educativo y estimar en un tiempo determinado el cumplimiento de este plan. Nos encontramos en este trabajo con un aspecto importante que guarda relación con la diversidad para la que debe planificarse, ya que nos encontraremos en cualquier contexto escolar con una gran cantidad de características diferenciadoras de los y las estudiantes. “La atención a las diversas necesidades educativas presentes en el aula, sean estas especiales o comunes, y el uso correcto de múltiples y eficaces estrategias, se relacionan y conjugan con las competencias que los docentes deben poseer y la posibilidad de materializarlo a través de un trabajo de tipo colaborativo, con el fin de planificar y buscar métodos de enseñanza que respondan a las diversas características de los alumnos” (Acosta C. & varios. 2014) para lo cual no es sólo importante responder con una preparación adecuada del docente, sino también de todo un equipo de profesionales, docentes, asistentes, UTP, etc. quienes a través de un trabajo colaborativo pueden mejorar esta planificación y por lo tanto las experiencias de enseñanza-aprendizaje. Las dificultades quizás se presentan en la ejecución puesta en el contexto real del quehacer pedagógico, los tiempos designados para realizar estas planificaciones muchas veces son insuficientes, en horarios particulares para cada asignatura y profesor (dificultando la articulación entre asignaturas) incluso en algunos casos y dependiendo del establecimiento, la planificación anual