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Tercer Encuentro

JUAN, en CANÁ
(Jn.2,1-11)

¿QUÉ DICE?
1
Tres días después se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. 2Jesús también
fue invitado con sus discípulos. 3Y como faltaba vino, la madre de Jesús le dijo: «No tienen vino.» 4Jesús le
respondió: «Mujer, ¿qué tenemos que ver nosotros? Mi hora no ha llegado todavía.» 5Pero su madre dijo a los
sirvientes: «Hagan todo lo que él les diga.»
6
Había allí seis tinajas de piedra destinadas a los ritos de purificación de los judíos, que contenían unos cien litros
cada una. 7Jesús dijo a los sirvientes: «Llenen de agua estas tinajas.» Y las llenaron hasta el borde. 8«Saquen ahora,
agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete.» Así lo hicieron. 9El encargado probó el agua cambiada en vino y
como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo 10y le dijo:
«Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio,
has guardado el buen vino hasta este momento.» 11Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de
Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.

¿QUÉ NOS DICE?


Algunos elementos vocacionales para pensar y rezar...

 Habían pasado ya 4 días del primer encuentro entre Juan y Jesús, a las orillas del Jordán.

 Caná está al norte de Palestina, muy cerquita de la ciudad natal de Jesús, Nazareth. Seguramente los novios eran
conocidos de María y Jesús. Juan lo ha seguido hasta allí. En poco tiempo han pasado muchas cosas: ha dejado a
su antiguo maestro, el Bautista, ha pasado a convivir con Jesús, lo ha seguido hasta sus pagos de Nazareth, y
ahora forma parte del grupo de invitados de unos novios amigos del Maestro.

 Jesús lleva a Juan a una fiesta. Estar con Jesús, seguirlo será desde el primer momento compartir con él
momentos de alegría y de fiesta.

 Detrás de un hecho “social”, que podría haber pasado desapercibido en el Evangelio, ocurrirá algo más que un
“milagrito”: se adelantará la Hora de la manifestación de Jesús. De esto es testigo privilegiado Juan, y nos lo
cuenta aquí.

 Sin duda, el protagonismo de esta Hora adelantada lo tiene la Madre. Podríamos decir que María es como el
detonador de la Hora. La Hora de Jesús es el momento en que se manifiesta su gloria, su divinidad, su identidad
más profunda, lo cual será patente en la mismísima Cruz.

 María, como toda buena madre, intuye que algo está por “aguar” la fiesta. Ella percibe siempre lo que hay en el
corazón de cada hombre. Como nadie conoce los sentimientos de Jesús, que aunque no le había llegado su hora,
sabe que no va a permitir el fracaso de la fiesta. Por eso, sin dudarlo les dice a los sirvientes: “Hagan todo lo que
él les diga”.

María sigue diciéndonos a nosotros, los discípulos, lo mismo. Jesús habla...me habla, me dice cosas muy
personales, muy íntimas, muy actuales, muy concretas. María, como Madre, conoce todo lo que pasa en mi
corazón. Me ayuda, en primer lugar, a escuchar y luego a hacer todo lo que Jesús me quiere decir.

El secreto de Juan es dejar que su corazón esté muy cerca del corazón de María. Es aprender de María a conocer y
descubrir los sentimientos del Corazón de su Hijo y a confiar en todo lo que él nos diga. Es saber que como Madre
ella puede incluso “forzar” a su Hijo Jesús para mostrarnos un “signo” con tal que nosotros estemos abiertos en la
fe.
 Juan también pudo ver la insólita docilidad de los sirvientes que llenan las tinajas hasta el borde. ¡Qué hubiera
sido de la fiesta si no le hubieran hecho caso o si, por desconfianza, las hubieran llenado solo un poco! Humildes
para obedecer a la Palabra de Jesús, generosos para no “amarretear” el esfuerzo, confiados para estar abiertos
al milagro...

También nosotros podemos fijarnos en la docilidad de los sencillos que “hacen lo que Jesús les dice” con total
disponibilidad y generosidad (hasta los bordes) y por eso pueden ser testigos humildes de grandes milagros.

 María y los sencillos se hacen presentes a nosotros en la Madre Iglesia que, con su “omnipotencia suplicante”
nos enseñan a reconocer y confiar en Jesús.

Por eso, cuando no logramos discernir la voz de Dios, debemos ir a la madre, a María y a la Iglesia, donde mejor se
escucha “lo que él nos dice”.

 En definitiva, Caná es un gran signo para la fe de Juan (v.11), la fe que nos regala Jesús a través de la maternidad
de María y de la Iglesia.

¿QUÉ LE RESPONDO?
Después de todo lo trabajado en este encuentro, te proponemos que puedas realizar una oración, agradeciendo a
Dios la fe recibida. El próximo domingo 2 de agosto, nos reuniremos nuevamente para compartir juntos esta oración.

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