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En consecuencia, se llevó a cabo la revisión minuciosa la normatividad que regulaba el sistema

financiero colombiano del momento, con la finalidad de desaparecer juicios y prácticas arcaicas, lo
mismo que ajustar la normalización con objetivos claros, coherentes y modernos que brindaran
seguridad legal al funcionario, al sistema mismo y por ende a los consumidores.

Se halló entonces que no existía unidad de criterios en la supervisión de la regulación, vigilancia y


control respecto a situaciones contables, de desarrollo, de negocios y de suministro de
información a los consumidores. Como ejemplo de ello se podía apreciar la situación de las
carteras colectivas que eran supervisadas por la Superintendencia Bancaria, pero las estructuraban
y administraban las sociedades fiduciarias; por otra parte, cuando eran constituidas y gobernadas
por sociedades corredoras de bolsa o sociedades rectoras de inversión, se encontraban vigiladas
por la Superintendencia de Valores.

Posteriormente, fue indispensable revisar el proyecto de los procesos de construcción de las


normas, de tal modo que se precisara claramente la idoneidad de las diferentes autoridades que
garanticen una actividad equilibrada, evitando así la multiplicación de condiciones, favoreciendo la
intervención de las diferentes secciones interesadas.

De otro lado, se concluyó que los cambios presentados en la organización del mercado financiero
en los últimos años, la mecánica operacional y la inseguridad bursátil actual, llevaban a la
presencia de dos revisores sobre transacciones y actividades que frecuentemente tenían que estar
recibiendo lineamientos y observaciones por parte de las dos superintendencias, tal como es el
caso de los mediadores financieros, que en múltiples ocasiones ejercían también la intermediación
de valores, invertían de manera importante en los mercados financieros e intervenían como
emisores en los mercado de valores.

Era completamente indispensable pensar en función de la vigilancia y control de estos entes,


reconociendo la evolución de las operaciones financieras, la indiscutible unificación de muchos
mercados y el aumento evidente de riegos a los cuales se encuentran expuestos los distintos
actores del sistema.

Fue así que se llevó a cabo la unificación de la Superintendencias de Valores y Bancaria, quedando
conformada la Superintendencia Financiera de Colombia, mediante el Decreto 4327 de 2005,
como el nuevo ente de vigilancia y control que reemplaza a las dos anteriores. Siendo
posteriormente modificado a través del Decreto 2555 de 2010, la Ley 1480 de 2011 y el Decreto
710 de 2012. Cabe anotar que la unificación no tuvo como finalidad que la una asumiera las
funciones de la otra

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