Revolución Rusa

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(8ª. semana)                               COLEGIO TECNICO BENJAMIN  HERRERA

C.SOCIALES- GRADO 9º.

LA REVOLUCION RUSA
Continuamos nuestro trabajo…
Instrucciones:
- Esta guía de autoaprendizaje sobre la Revolución rusa consta de una lectura explicativa que
abarca  brevemente este  proceso.  Estos elementos nos permitirán profundizar en algunas características y
conceptos fundamentales para entender el nuevo orden mundial después de la  Primera Guerra
Mundial.  Luego  podrá desarrollar algunas actividades creativas que lo orienten para ver si está logrando
los aprendizajes esperados y puede autoevaluar sus avances. También esta guía está acompañada de una
serie de sugerencias bibliográficas y de páginas  que podrán consultar para solucionar sus dudas.
 La entrega es en dos fases: la primera hasta el 22 de mayo, y la segunda hasta el 29 de mayo.
Evidencias a entregar:
1. Subraye las ideas principales del desarrollo de contenidos en la lectura sugerida.
2.Destaque los conceptos fundamentales propios del tema (glosario)  y defínalos (mínimo diez)
3. De acuerdo a la lectura y el video de apoyo :   Elabore en hojas ,  en su cuaderno o en documento Word
alguna de estas actividades creativas:  historieta,  periódico o museo gráfico de la Revolución rusa.
Video de apoyo:  https://youtu.be/-mnRwShLmXc

Video de apoyo sobre la Revolución


 
rusa:    https://youtu.be/-mnRwShLmXc
Referencias bibliográficas: Ciencias Sociales .9 Ed. Voluntad/Hombres, espacio y tiempo Ed.
Susaeta/Historia de la humanidad. Rodolfo Ramón de Roux/ León Trotsky: “Historia de la
Revolución Rusa”;  Lima. Primera edición octubre de 2017.

 Para profundizar…leamos:
Protagonista de la Revolución Rusa…
Vladímir Ilich Uliánov, Lenin (1870-1924) fue el gran protagonista de la Revolución de 1917 . Es
el  líder intelectual  y carismático del movimiento que acabó con el zarismo e instauró por primera vez en
la historia un régimen socialista. Su   papel como teórico, como intelectual  enriqueció la doctrina marxista.
Pero, sobre todo, Lenin fue un organizador, un visionario que supo valorar la importancia del partido para
la toma del poder y la posterior consolidación de la dictadura del proletariado.
Lo que ha ocurrido en Rusia -y en gran parte del planeta- durante el último siglo no se entiende sin la
figura de este político y hombre de acción que provoca, con la misma intensidad, odio y admiración, y
cuyo mausoleo, donde se expone su cuerpo embalsamado, sigue siendo lugar de peregrinación para los
fieles del comunismo como si se tratara de un santo o un profeta.

Un poco de historia: el marxismo


«Proletarios de todos los países, uníos». Así concluía el Manifiesto Comunista escrito por Karl
Marx y Friedrich Engels, y publicado en su primera edición en Londres en febrero de 1848. Ese mismo año,
un fantasma recorrió Europa en forma de revoluciones. Francia, Alemania (entonces Confederación
Germánica), Austria y Hungría, Italia y España, se vieron sacudidas por revueltas de carácter e intensidad
diversos, pero que tuvieron como protagonista a una nueva clase social nacida de la incipiente revolución
industrial: la clase obrera.
Marx y Engels pertenecían a la Liga de los Comunistas (fundada en 1847), pero su organización no tuvo un
peso real en la organización de las movilizaciones y huelgas, la mayoría de carácter espontáneo, que fueron
duramente reprimidas por los gobiernos de turno.
El movimiento obrero no volvió a levantar cabeza hasta la proclamación de la Comuna de París, que gobernó
de manera efectiva la capital de Francia entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871. El entonces presidente
provisional Adolphe Thiers acabó de manera sangrienta con aquel experimento: lanzó al ejército contra los
comuneros provocando miles de muertos.
Algunas de las reivindicaciones de los trabajadores, artesanos, profesionales y pequeños comerciantes que se
levantaron contra el gobierno reaccionario de Francia coincidían con las aspiraciones marxistas plasmadas en
el Manifiesto Comunista. Aunque se la considera como la primera revolución genuinamente proletaria de la
historia, tampoco hubo un partido que liderada con nitidez el movimiento insurreccional.
En febrero de 1902, Lenin publicó, a sus 32 años y poco más de medio siglo después de la aparición
del Manifiesto Comunista, una obra clave para entender su aportación fundamental al marxismo: ¿Qué
hacer?.
En ese ensayo, Lenin desarrollaba, con extensión y un estilo ágil y provocador, sus tesis contra
el economicismo o tradeunionismo -teorías que limitaban la lucha obrera a reclamaciones de tipo económico-
y, sobre todo, concreta su concepción del partido, instrumento esencial para la toma del poder por parte los
trabajadores. Lenin formaba parte de la dirección del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), que
había sido fundado por Yuli Mártov en 1898. En el Segundo Congreso del POSDR salen adelante las tesis
más radicales de Lenin, creándose dos tendencias en el partido: bolcheviques (mayoría) y mencheviques
(minoría).
En la revolución que se produjo en 1905 contra el régimen semifeudal del Zar Nicolás II, el POSDR jugó por
vez primera un papel importante como vanguardia del proletariado. A pesar de la derrota, el Zar tuvo que
aceptar la creación de una Duma estatal del Imperio de Rusia (una especie de parlamento), con lo que se
produjo una cierta homologación con las monarquías parlamentarias europeas.
La revolución de 1905 fue un primer ensayo de la revolución de 1917, que se produjo en dos fases; la
primera, en febrero, que logró el derrocamiento del zarismo; la segunda, en octubre, que provocó la caída del
gobierno social liberal de Alexander Kerensky y el advenimiento de un gobierno revolucionario controlado
por los bolcheviques.
En marzo de 1918 la facción bolchevique constituyó el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que
ocupará el poder de la nueva Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) hasta 1990.
Lenin, el hacedor de la Revolución de octubre, murió en enero de 1924. Las tensiones por la sucesión,
fundamentalmente entre dos líderes que representaban visiones diferentes sobre la construcción del
socialismo, León Trotsky y Iósif Stalin, concluyeron con la victoria de éste último, que había sido nombrado
secretario general del PCUS en  1922 y que monopolizó el poder como un  dictador hasta su muerte en 1953.
Stalin no sólo forzó la expulsión de la URSS de su principal enemigo, Trotsky, y su posterior asesinato,
acaecido en México en 1940 a manos del español Ramón Mercader, sino que llevó a cabo grandes purgas
durante los años 30 que provocaron millones de muertos.
El partido según la teoría leninista
La cuestión es si el bolchevismo y la dictadura del proletariado que propugna lleva implícito el germen de un
régimen autoritario o si bien -como opinan los que siguen reivindicando la vigencia del comunismo- Stalin
fue una especie de accidente histórico, en la puesta en práctica de las teorías marxistas desarrolladas en la
práctica por Lenin.
Como se menciona antes, Lenin llevó a cabo una denodada lucha por expulsar del marxismo a aquellos que
no veían en la toma revolucionaria del poder el único medio por el cual se conseguiría crear una sociedad sin
clases. Lo hizo contra los mencheviques en Rusia y también contra los partidos socialdemócratas europeos
agrupados en la Segunda Internacional. Lenin no creía en la «democracia burguesa» y, por tanto, elaboró una
teoría que proponía la sustitución de los parlamentos nacionales como representación de la soberanía popular
por los soviets, o comités elegidos por las asambleas de obreros y campesinos. Pero, esa alternativa de poder,
según Lenin, sólo se podía construir sobre la base del partido.
No hay, por tanto, revolución sin partido, ni socialismo sin partido.

 El marxismo, en boca de Lenin, se convierte en una herramienta científica de interpretación de la realidad
(materialismo dialéctico) y de la historia (materialismo histórico). En esa época había una admiración
generalizada por la ciencia, que pugnaba por sustituir desde finales del siglo XIX a la religión como verdad
absoluta. Al disfrazar al marxismo de «doctrina científica», Lenin lo situó por encima de cualquier corriente
de pensamiento político.
Afirma Lenin en ¿Qué hacer?: «No puede haber un movimiento revolucionario sólido sin una organización
de dirigentes estable y que asegure su continuidad… Dicha organización debe estar formada, en lo
fundamental, por hombres entregados profesionalmente a las actividades revolucionarias». Lenin no deja
dudas sobre lo que él entendía como «revolucionarios profesionales»: «Todo agitador obrero que tenga algún
talento, que ‘prometa’, no debe trabajar once horas en una fábrica. Debemos arreglárnoslas de modo que viva
por cuenta del partido».
El partido que tiene en la cabeza Lenin para hacer la revolución, por tanto, no es una organización al uso en la
que los afiliados pagan unas cuotas y se reúnen de vez en cuando para discutir de política o montar huelgas o
manifestaciones. No. Es un partido de vanguardia, de profesionales que viven por y para la revolución. Esa
concepción tiene otra implicación que después se demostraría crucial para la consolidación de una dictadura
no de clase, sino de partido, en primer término y, finalmente, unipersonal: «En una palabra, la especialización
presupone necesariamente la centralización, y, a su vez, la exige de forma absoluta».

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