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LA CULTURA DE LA GESTIÓN DE RIESGOS

“Más vale prevenir que lamentar”


Jherson Saúl Jiménez Bellot*
e-mail: jjimenezbellott@yahoo.es

Resumen
La gestión de riesgos (GR), se define como el proceso de identificar, analizar y
cuantificar las probabilidades de pérdidas y efectos secundarios que se desprenden de
los desastres, así como de las acciones preventivas, correctivas y reductivas
correspondientes que deben emprenderse. El riesgo es una función de dos variables: la
amenaza y la vulnerabilidad. Ambas son condiciones necesarias para expresar al
riesgo, el cual se define como la probabilidad de pérdidas, en un punto geográfico
definido y dentro de un tiempo específico. Mientras que los sucesos naturales no son
siempre controlables, la vulnerabilidad sí lo es.

En Bolivia tenemos la Ley 602 (Ley de Gestión de Riesgos), que tiene por objeto
regular el marco institucional y competencial para la gestión de riesgos que incluye la
reducción del riesgo a través de la prevención, mitigación y recuperación y; la atención
de desastres y/o emergencias a través de la preparación, alerta, respuesta y
rehabilitación ante riesgos de desastres ocasionados por amenazas naturales, socio-
naturales, tecnológicas y antrópicas, así como vulnerabilidades sociales, económicas,
físicas y ambientales.

En ese sentido, si bien existen avances importantes en la gestión de riesgos con


políticas desde el órgano rector, todavía existen factores que impactan negativamente
en la población más vulnerable ocasionados por amenazas naturales, socionaturales,
tecnológicas y antrópicas, así como vulnerabilidades sociales, económicas, físicas y
ambientales; siendo estos, ausencia de inversiones para reducir el riesgo, falta de
conocimiento sobre la gestión de riesgo y la importancia de la cultura del riesgo,
aspectos fundamentales para mitigar y atender desastres por parte de la población en
general.

En base a lo expuesto el presente artículo enfoca tres aspectos importantes; el primero


hace referencia a la comunicación de la Gestión de Riesgos, instancia significativa para
la socialización tanto dentro como fuera de las instituciones públicas y privadas sobre
las amenazas y vulnerabilidades de su entorno y que ayudaran a desarrollar
mecanismos de cómo actuar ante ellos; el segundo punto hace mención a la
importancia de la cultura del riesgo, aspecto que permita visualizar los cambios en la
población mediante la prevención, mitigación y recuperación); finalmente se hace
énfasis a la inversión que hacen las instituciones con relación a la GR, inversiones que
son sumamente necesarias para prevenir, mitigar, rehabilitar y atender las emergencias
y/o desastres.
La cultura de la gestión de riesgos

1. INTRODUCCIÓN.

Todos los años a nivel mundial se viene afrontando eventos de magnitud relacionados
con las emergencias o desastres, pudiendo ser estos de escalas menores o mayores,
indistintamente del grado que pudieran ser, tienen un impacto (mayor o menor) en el
desenvolvimiento normal de las actividades diarias de los habitantes. Dichos eventos
afectan la vida humana, la actividad económica, la producción agropecuaria y por
consiguiente se tiene un índice creciente de población con inseguridad alimentaria,
(Jiménez, Academia, 2020).
Bajo ese panorama es importante generar en la población la cultura de la prevención,
esto partiendo de la gestión de riesgos, ya que este proceso tiene como fin la reducción
y/o mitigación a los efectos causados por los eventos adversos.
La prioridad ante cualquier emergencia o desastre, es salvar vidas humanas lo cual, se
puede lograr trabajando adecuadamente en todas las fases de la GR. Es importante
cambiar el enfoque de, atención de emergencias al de, prevención, esto desarrollando
acciones que generen sensibilización tanto a autoridades como a la comunidad en
general. Situaciones que, simplemente se pueden dar fortaleciendo o dando mayor
énfasis a tres aspectos fundamentales, como: fortaleciendo a la comunicación de la GR,
inversión de las instituciones para apoyar la GR y por último dando la importancia al
proceso de la GR a través de la generación de una cultura de prevención en la
sociedad.
2. LA GESTIÓN DE RIESGOS (GR).

La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDDR
por sus siglas en inglés) define la gestión integral del riesgo como el “proceso
sistemático de utilizar directrices administrativas, organizaciones, destrezas y
capacidades operativas para ejecutar políticas y fortalecer las capacidades para
afrontar y reducir el impacto adverso de las amenazas naturales y la posibilidad de que
ocurra un desastre” (United Nations, 2014).
Asimismo, la Ley 602 en Bolivia nos indica que la GR, es el proceso de planificación,
ejecución, seguimiento y evaluación de políticas, planes, programas, proyectos y
acciones permanentes para la reducción de los factores de riesgo de desastre en la
sociedad y los sistemas de vida de la Madre Tierra; comprende también el manejo de
las situaciones de desastre y/o emergencia, para la posterior recuperación,
rehabilitación y reconstrucción, con el propósito de contribuir a la seguridad, bienestar y
calidad de vida de las personas y al desarrollo integral.
De acuerdo a la Ley 602, la GR, tiene dos fases: la reducción (prevención, mitigación y
recuperación) y la atención de desastres y/o emergencias; (preparación, alerta,
respuesta y rehabilitación), tal como se muestra en la ilustración 1.

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Las acciones de la GR en la fase reducción apuntan a fortalecer las capacidades de los


hogares y comunidades para proteger sus vidas y sus medios de vida1, a través de
acciones, como: evitar (prevención), disminuir (mitigación) y proseguir (recuperación)
ante los efectos adversos de las amenazas y para proporcionar sistemas de alerta
temprana de amenazas que sean oportunos y confiables. En la fase de atención, las
comunidades, instituciones y agencias de socorro se centran en salvar vidas,
propiedades y en proporcionar alivio (preparación, alerta, respuesta y rehabilitación). En
ambas fases, la recuperación es el punto donde más debemos concentrarnos ya que
esta debería proseguir con el desarrollo, integrando aspectos de prevención y
mitigación.
Ilustración 1. Fases de la Gestión de Riesgos de acuerdo a la Ley 602.

Fase: Reducción del riesgo de Fase: Atención de desastres y/o emergencias /etapa
desastre/etapa de normalidad. de preparación/alerta/respuesta y rehabilitación.

Preparación

Prevención
Respuesta

Alerta
Mitigación
Evaluación de daños (EDAN)

Recuperación Rehabilitación

Coordinación
Reconstrucción

Recuperación económica/social

Restauración de infraestructura de servicio

Respuesta con medios

Alerta verde Alerta amarilla Alerta naranja Alerta roja

Fuente: Elaboración propia con datos de la Ley 602.

3. LA COMUNICACIÓN EN LA GESTIÓN DE RIESGO.

Comunicación viene de comunidad. Y en términos más amplios, esto implica el sentido


de unidad y pertenencia que se consolida dentro de un colectivo, pese a la existencia
de patrones culturales diversos y diferentes entre los sujetos. Para ello, los miembros
de la comunidad usan, inventan, replican y adoptan determinadas prácticas,
expresiones, medios, canales y manifestaciones de comunicación que les permite

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Un medio de vida se compone de las capacidades, activos (tanto recursos materiales como sociales) y
actividades necesarias para vivir.

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intercambiar ideas, pensamientos y sentimientos. Es decir, la comunicación significa


una forma de ser, estar y hacer en sociedad, (Ulloa, 2008).
En ese entendido, la comunicación es un aspecto social que está en construcción
constante y para lo cual es necesaria la participación de todos. Al hablar de
construcción de la comunicación no solo nos referimos a las practicas que las personas
desarrollan para comunicarse entre sí, sino también a la comunicación con su entorno
y/o medio ambiente; de ahí que la comunicación no solo es la relación entre las
personas, sino la relación que estas personas tienen dentro de un contexto social,
cultural, natural, económico y político.
Es así que, la comunicación entre las personas es primordial. Más aún si se trata de
compartir o socializar información sobre el medio ambiente, donde existen riesgos y
desastres que derivan en crisis individuales y grupales. Por tanto, la comunicación es
una pieza clave para comprender los fenómenos naturales y que tiene estrecha relación
con la GR, donde la mencionada comunicación debe ayudar para saber qué hacer ante
emergencias y/o desastres, en una determinada zona o región.
Bajo ese panorama, en Bolivia aún no tenemos claro cómo comunicar y socializar la GR
y por esta situación no podemos realizar adecuadamente trabajos de prevención,
mitigación y recuperación como también efectuar una adecuada atención a
emergencias y/o desastres. Es decir, es importante crear las condiciones adecuadas
para comprender los fenómenos y después para difundir la información sin crear el
denominado pánico social, sino más bien la comprensión de las causas y los efectos.
Debemos trabajar en generar comunicación la misma que deberá estar ligada a la
educación. Es decir comunicar para educar, por lo que es necesario incorporar la
comunicación de GR en todos los niveles de educación como también en los manuales
de funcionamiento de instituciones públicas como privadas.
Acciones de comunicación para la gestión del riesgo de desastre La Estrategia
Internacional para la Reducción de Desastres de las Naciones Unidas ha identificado
algunas acciones con las que el sector comunicación puede contribuir en los procesos
comunicacionales para la gestión del riesgo de desastre, (Ulloa F. , 2011).
Algunas de estas acciones son:
- Difundir conocimientos científicos y tecnológicos sobre los riesgos y las
amenazas. Los avances científicos y tecnológicos permiten pronosticar muchos
fenómenos de origen natural. Los medios masivos pueden tener un papel
fundamental en la prevención y en la fase de alerta temprana mediante la
publicación de mensajes educativos que lleguen a grandes grupos de personas a
través de la radio, televisión, prensa escrita y medios cibernéticos o virtuales.
- Incorporarse a los programas de planificación y corresponsalía inter-institucional
con sectores de competencia en el tema, como Educación, Ciencia y Tecnología,
etc.
- Promover la incorporación y participación activa en el proceso de gestión de
riesgo de los medios masivos y alternativos, instituciones académicas y
gremiales de la comunicación.

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- Apoyar el fortalecimiento de la cultura de prevención conjuntamente con las


instituciones educativas para fomentar la capacitación individual y colectiva de la
población. El papel de la comunicación en estos procesos está directamente
relacionado con la intermediación entre expertos, gobierno y comunidad para
hacer accesible a la población los conocimientos sobre los riesgos.
- Promover la participación de los profesionales de la comunicación social y el
periodismo en procesos de formación y capacitación en gestión de riesgo de
desastre.
- Evitar la desinformación y el abuso en la función informativa y comunicacional
promoviendo códigos de comportamiento ético para los comunicadores en
momentos de emergencia o desastre.
En base a lo mencionado, para tener una comunidad informada y que aplique de
manera adecuada la GR es importante construir una comunicación propia, diferente y
acorde con nuestras necesidades, demandas, recursos y expectativas. Para lograrlo,
necesariamente se debe partir de la preparación y coordinación con los actores
inmersos en la temática los mismos que deberán ser parte activa de la GR por medio
de las instancias correspondientes.
Fotografía 1. Evacuación de personas en un barrio de la ciudad de la Santísima
Trinidad, Beni – Bolivia.

Fotógrafo: Sebastián Murillo, (2019). Fuente: Jherson Jiménez, (2019).

4. IMPORTANCIA DE LA CULTURA DEL RIESGO.

Es importante de que la gestión del riesgo esté fuertemente implantada en todas las
comunidades, desde los más altos niveles hasta el conjunto de todo el personal,
volviéndose algo que uno incorpora en su actividad habitual. Esto tiene mucho que ver
con la llamada Cultura de Gestión de Riesgos; este elemento puede llegar a ser a
menudo incluso más clave que el conocimiento técnico en sí, por raro que parezca,
(Belaunde, 2017).

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Los desastres naturales lastimosamente hacen ver de manera aparente la falta de


cultura en GR, no solo en la población, sino en muchas instituciones e incluso en el
Estado. Entre los ejemplos más representativos se tiene: la falta de inversión suficiente
en prevención y mitigación del riesgo, los asentamientos en lugares de alto riesgo
facilitados por las mismas autoridades en algunos casos, la ausencia de planes de
contingencia a nivel tanto privado como público; y estos son errores que se repiten una
y otra vez; resultando en: muertes, crisis personales y empresariales, todos estos daños
podrían ser previsibles.
En nuestra sociedad está muy arraigado que la gestión de riesgos es algo que “otro
tiene que hacer” y nunca uno mismo; y eso conlleva a no querer tener ninguna
responsabilidad en la temática, es decir, hacerse de la vista gorda pero si exigir; una
frase francesa que viene al caso y citada por (Belaunde, 2017), es: “¿por qué diablos
hacer uno mismo ahora algo que se puede hacer que otro lo haga más tarde?”;
interpretando, ese “buscar que otro lo haga” suele terminar en que lo que se debía
hacer nunca se haga, con resultados que pueden ser funestos.
Fotografía 2. Inundación en el Municipio de San Ignacio de Moxos, Beni - Bolivia.

Fotógrafo: Adonay Zabala Domínguez, (2017). Fuente: Jherson Jiménez, (2019).

A pesar de que se puede tener buenos planes de emergencia, planes de contingencia,


manuales de procedimientos y funcionamiento en la gestión de riesgos además de
planes de acción, estos igual no son efectivos en comparación con otros que no los
tienen necesariamente, esto por falta de una verdadera “cultura de riesgos arraigada
y/o desarrollada en la comunidad”.
Todos estos fracasos se deben a que muchos confunden la cuantificación del riesgo
con la gestión del riesgo. Es decir indicamos cuanto se pierde y no decimos cuanto
hicimos para reducir esas pérdidas (prevención, mitigación y recuperación).

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Lo que se quiere decir con falta de cultura en la GR es la falta de educación para poder
afrontar las emergencias y/o desastres y esto va muy ligado a la comunicación como ya
se mencionó líneas arriba. Lo que falta en nuestra sociedad es la de dar un valor a
nuestras vidas y un cambio de mentalidad a cómo debemos vivir, donde se dé más
énfasis a la reducción del riesgo a partir de uno mismo, (más vale prevenir que
lamentar).
“El construir una cultura de prevención no es fácil. Si bien los costos de la prevención
deben pagarse en el presente, sus beneficios se hallan en el futuro distante. Además
los beneficios no son tangibles; son los desastres y los infortunios que no ocurrieron 2”.
5. INVERSIÓN DE LAS INSTITUCIONES EN GESTIÓN DE RIESGOS.

En Bolivia en la Ley 602 en su artículo 16 inciso a), menciona: Incorporar la gestión de


riesgos en la planificación integral del desarrollo nacional de mediano y largo plazo
como componente transversal, misma que rige para los ámbitos, sectorial y territorial, la
inversión pública y el ordenamiento territorial para la reducción de riesgos.

A pesar de lo mencionado en la mayoría de las instituciones tanto públicas y privadas


no se toma con seriedad la inversión que se debe hacer en la GR, y mucho menos en
las fase de reducción, etapa sumamente importante para prevenir y mitigar los efectos
de los desastres y/o emergencias. Generalmente lo que se hace es esperar a que
suceda o llegue la emergencia y/o desastre, es en ese instante recién se empieza a
trabajar y actuar, cuando ya las pérdidas son considerables. Es importante que las
instituciones públicas y privadas puedan realizar actividades de reducción de desastres
es en esta fase donde se debe poner más énfasis, eso significa generar más inversión
tanto económica como de RRHH.

La falta de inversión en la GR, se puede deber a tres factores:

- Falta de voluntad política.


- Falta de conocimiento.
- Ausencia de compromiso en el desarrollo local.

Identificado esos factores es necesario como sociedad revertir los mismos, esto
sencillamente se puede lograr fortaleciendo la educación a través de la comunicación,
así desarrollar una cultura de la prevención la misma que pueda cambiar la percepción
de las inversiones en las instituciones públicas y privadas relacionadas con la GR, y
desde esa óptica trabajar con anticipación en una planificación y organización, la misma
que irá en beneficio de los habitantes en su conjunto de una región.

“Un peso invertido en mitigar el riesgo de un desastre ahorra siete en atención 3”.

2
Kofi Annan, ex secretario General de las Naciones Unidas.
3
Carlos Iván Márquez Pérez, Director General Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres
(Bogotá – Colombia)

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6. CONCLUSIONES.

Como conclusiones del presente artículo se pueden sacar los siguientes aspectos:

- Adecuar la comunicación de la gestión de riesgos (GR), para socializar de


manera adecuada a la población sobre las amenazas y vulnerabilidades de su
entorno. La misma debe estar íntimamente ligada a la educación, ya que a partir
de ahí se debe ir construyendo la cultura de la Gestión de Riesgos.
- Migrar de una cultura de respuesta pasiva a una cultura de prevención.
Importante accionar en las etapas previas a los eventos, con esto se permite
mitigar los efectos y por ende asegurar la vida, los medios de vida además de
garantizar la recuperación de la población afectada en el menor tiempo posible.
- Mejorar y priorizar la inversión en las instituciones destinadas a la GR. No
escatimar esfuerzos cuando de resguardar la vida se refiere, la misma tiene que
ser tanto a nivel de las instituciones públicas y privadas. Capacitar y equipar para
intervenir de manera eficiente en las emergencias y/o desastres naturales.

*Jefe de Unidad Seguridad Alimentaria


Dirección de Gestión de Riesgos - Beni.
El texto expuesto no implica necesariamente el pensar de la institución.

Santísima Trinidad, Beni - Bolivia, 19 de agosto de 2020.

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BIBLIOGRAFÍA.
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