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Farmacología de la secreción gástrica

En los fármacos que influyen sobre la secreción gástrica se encuentran varios grupos:
• Inhibidores de la secreción ácida: a su vez existen dos tipos de fármacos que inhiben esta
secreción:
• Inhibidores de la bomba de protones: están el omeprazol, el lansoprazol, el
pantoprazol, el rabeprazol y el esomeprazol. Su efecto es potente; actúan de manera
selectiva sobre la bomba de protones de las células parietales, inhibiéndolas
irreversiblemente. Se usa un recubrimiento entérico para evitar que sean degradados
antes de llegar a la zona de mucosa diana. Se unen en un 90% a proteinas plasmáticas
y pueden atravesar la barrera hematoencefálica y la placentaria y pueden pasar a la
leche materna. Se metabolizan en gran medida en el hígado (salvo rabeprazol), se
eliminan mayormente por vía renal, pero algunos se eliminan por vía biliar (como el
panteprazol). Su uso está indicado en úceras gastroduodenales, reflujos
gastroesofágicos, síndrome de Zollinger-Ellison, hemorragias digestivas altas (por
vía intravenosa) y forman parte de la triple terapia erradicadora del helicobacter
pylori.
• Antihistamínicos H2: bloquean de forma reversible los receptores H2 de las células
parietales. Son menos potentes que los inhibidores de la bomba de protones. Reducen
la secreción de HCl basal y la estimulada por los alimentos. Su unión a proteinas
plasmáticas es de un 30% y atraviesan las barreras biológicas. Están ranitidina,
cimetidina, famotidina, nizatidina, roxatidina y ebrotidina. Cimetidina y ranitidina se
pueden administrar por vía intravenosa. Se metabolizan en el hígado, salvo nizatidina
y famotidina. Estos fármacos están indicados en las úceras gastroduodenales, reflujos
gastroesofágicos y en la profilaxis de la úlceras por estrés, cuando no se pueden
emplear inhibidores de la bomba de protones.
• Erradicadores del helicobacter pylori: en la triple terapia para tratar las úlceras causadas por
este bacilo, se usan como erradicadores del mismo la amoxicilina, la claritromicina, el
metronidazol o una tetraciclina.
• Neutralizantes de la secreción ácida o antiácidos: estos fármacos se usan como coadyuvantes
de la terapia principal. Se administran en casos de reflujo gastroesofágico o de dispepsias sin
ulceración. Se pueden dividir en dos grupos:
• Antiácidos absorbibles: están el bicarbonato y el carbonato cálcico.
• Antiácidos no absorbibles: hidróxido de aluminio e hidróxido de magnesio. Existen
compuestos mayores que poseen moléculas de ambos hidróxidos, como el almagato
y el magaldrato.
• Protectores de la mucosa gástrica: entre los fármacos que realizan esta acción se encuentran:
• Sales de bismuto coloidal: el principal es citrato de bismuto de ranitidina. Incrementa
la síntesis de prostaglandinas (lo que estimula la formación de moco y bicarbonato),
induciendo un efecto citoprotector. El fármaco se disocia en el interior del estómago
en ranitidina y citrato de bismuto. Se excreta por vía renal.
• Sucralfato: forma una película prtectora sobre las zonas ulceradas e inhibe la
hidrólisis proteica por la pepsina. Promueve la cicatrización de las úlceras.
• Misoprostol: análogo de la prostaglandina E1, reduciendo la secreción gástrica basal
e inducible. Se usa como profiláctico de la aparición de úlceras en pacientes que
toman AINEs de forma crónica. También tiene eficacia moderada como tratamiento
de úlceras gastroduodenales.
En el tratamiento de la úlcersa pépticas, se busca primeramente aliviar el dolor del paciente, seguido
de facilitar la cicatrización y evitar recidivas. Si la úlcera es causada por una infección de
helicobacter pylori (principal causante), el tratamiento ha de ir encaminado a erradicarlo. Las
estrategias terapéuticas tratan de promover factores protectores de la mucosa y reducir los factores
agresores de la misma.
Los inhibidores de la bomba de protones inhibien el citocromo P450 (menos el omeprazol),
provocando interacciones. También pueden causar síntomas inespecíficos como cefaleas, náuseas,
diarreas, hipergastrinemia (en tratamientos prolongados), vértigos y somnolencia.
La ingesta de alimentos no afecta a la absorción de los antihistamínicos H2, pero su administración
es mejor que se realice sin tomar alimentos posteriormente, pues esto aumenta su efecto. La toma de
antiácidos reduce la absorción de antihistamínicos H2. Los antihistamínicos H2 pueden causar
RAM inespecíficas como vértigos, náuseas, confusión alucinaciones o erupciones; en los
tratamientos prolongados producen hipergastrinemia al retirarse. La cimetidina, además, causa
hiperprolactinemia con galactorrea, ginecomastia y descenso de la libido, así como inhibición del
citocromo P450. La raditidina y la cimetidina también reducen la secreción de los túbulos renales,
por lo que su uso está contraindicado en algunas patologías renales.
Los antiácidos absorbibles suelen dar gran cantidad de reacciones adversas, entre las que se
encuentran hipernatremia, alcalosis sistémica, alcalinización de la orina y distensión abodominal.
De los antiácidos no absrobibles, el hidróxido de aluminio provoca estreñimiento y reduce la
absorción de fósforo, mientras que el hidróxido de magnesio provoca diarrea. El almagato y el
magaldrato tienen menor incidencia de estas RAM y de menor intensidad.
El citrato de bismuto puede provocar cefaléas y náuseas, además de teñir de negro la lengua y las
heces; puede llegar a causar encefalopatía tóxica (a grandes dosis). El sucralfato puede provocar
estreñimiento y dificultar la absorción de otros fármacos. El misoprostol es capaz de producir
diarreas, uteroconstricción y calambres abdominales.

Etiquetas: Farmacología general


Apartado: Teoría/Farmacología
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