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a) Sobre la multidimensionalidad del desarrollo y el diagnóstico

Como se concluyó, la dificultad para hablar es un indicador


cognitivo visiblemente desfasado por su edad, y podría funcionar
como punto de partida para el trabajo con el niño o niña. Sin
embargo no puede ser el único. Y además, en el caso particular de
lenguaje y pensamiento, en cada teoría del desarrollo se
relacionan y configuran de manera disímil por lo que será
necesario entrecruzar diversas teorías para dar sustento sobre la
posible afectación y sus causas.

Como se expuso al comienzo del ejercicio, una teoría de desarrollo


específica aporta desde su enfoque, un punto de inicio para
comenzar a tejer variables siempre presentes en el sujeto, pero
que deberá ser contrastada y articulada con otras teorías que
otorgan asimismo nuevas perspectivas para dilucidar con qué, y de
qué manera se está relacionando un índice que visiblemente se
observa sintomatológico, que puede representar una afectación
independiente del evento (abuso sexual en el caso que se
propuso), o consecuencia de éste.

El factor identificado (en este caso, la dificultad vinculada al


lenguaje) compromete varias dimensiones del desarrollo, y será
solo la brújula para comenzar a indagar sobre aquellos otros
factores que se relacionan ante todo directamente con lo
observado, por ejemplo: lesión neurológica, sensorial (la audición),
o motriz (poder "hacer" lo que oye) o déficit en los órganos de
fonación; asimismo memoria y comprensión de significados, hasta
si el ambiente que lo rodea es coherente con ese déficit o no
(estimulación y escolaridad).

Aunque pueda sonar reduccionista, vale la pena aclarar que no es


posible comenzar a indagar si el niño tiene un bloqueo emocional
por el cual no está logrando comunicarse oralmente de manera
eficaz, antes de descartar cualquier afección fisiológica. Si esto
sucediera, estaríamos partiendo del evento (abuso), y no del sujeto
en función de sus antecedentes y su entorno. Es pertinente partir
del sujeto en particular, para luego inferir si hay correspondencia
con esa experiencia, momento en que ocurrió y cómo estaría
relacionado en el caso particular con la afección en el área de
lenguaje.

En este sentido es imprescindible entrecruzar factores propios del


niño o niña, con factores sociales. En este sentido, el psicólogo
podrá tomar como ejemplo algunas de las teorías de desarrollo que
ponen particular acento en el lenguaje. Como ejemplo es posible
contrastar el marco de la teoría de los estadios del desarrollo
cognitivo de Piaget, con el de Vygotsky, para dar sustento desde
ese entrecruzamiento al diagnóstico obtenido.

Piaget sostiene que el lenguaje tiene sus raíces en los esquemas


de acción que surgen en el estadio pre-operatorio, y las funciones
simbólicas que permitirán el posterior desarrollo cognitivo está
sujeto a ese momento evolutivo. Para Piaget, el habla por sí misma
no es social. Vygotsky, en cambio, plantea que el lenguaje es la
unidad de las funciones comunicativas y representativas del
entorno, por lo que infiere un desarrollo específico con raíces
propias en la comunicación prelinguística y que no depende
necesariamente del desarrollo cognitivo, sino de la interacción con
su medio.

Aunque Piaget no niega que el lenguaje se adquiere y se utiliza


socialmente, plantea que la interacción social se da de una forma
distinta, ya que estudia principalmente cómo ésta afecta las
estructuras cognitivas y cómo las estructuras cognitivas, a su vez,
moldean la forma en que los niños o niñas interactúan con su
ambiente. Por su parte Vygotsky va más allá de las estructuras y
sitúa al niño o niña en un momento y espacio social específico
donde ocurre su desarrollo; en ese sentido, el lenguaje comienza
siendo social; y aunque luego se diferencien en su función
(lenguaje egocéntrico y socializado), estos siempre están dirigidos
a la comunicación y al contacto social. Una afectación al lenguaje,
entonces, tendrá una estrecha vinculación con factores sociales
(adultos que le rodean).

Así, lejos de descartar posibilidades para indagar, el psicólogo


puede valerse de la función simbólica en el sentido piagetiano,
como de los intercambios sociales, identificando el rol fundamental
de los adultos significativos que rodean al niño o niña, para la
estructuración y contenidos del lenguaje, que plantea Vygotsky.

b) Sobre trauma y desarrollo

Por último, conociendo el concepto de trauma, el modo en que es


experimentado por el niño o niña, y su afectación en el desarrollo,
el psicólogo que busca detectarlo necesita articular:
• todas las áreas de desarrollo en el sujeto: cognitiva, emocional-socio-
afectiva y social.
• factores observables externos que se disponen en su entorno, en un
contexto cultural específico.
• Otras manifestaciones conductuales que se vinculen con maltrato y
violencia.
Cuando hay un evento particular traumático, como por ejemplo un
abuso por parte de un vecino, el desarrollo del niño podría verse
afectado, en primera instancia, por un “cambio evidente en el
comportamiento”, centrado en algún factor específico que no solía
tener, y de un día para otro, o en poco tiempo, comenzó a
manifestar.

Por tanto, una de las preguntas claves frente a cualquier índice (en
este caso la poca fluidez en el lenguaje) que se evidencia
claramente inadecuado según la edad del niño, es si esa evidencia
surgió abruptamente, si tiene antecedentes y se acrecentó, o si
siempre estuvo presente y los cambios en la manera de
manifestarse corresponden a los cambios generales de su edad.

Cuando definimos trauma como aquella experiencia que despoja al


sujeto de sus herramientas habituales, al punto de sentir que está
en peligro su integridad psíquica, podemos inferir, luego de las
correspondientes indagaciones relacionadas al desarrollo del
lenguaje, si ésta (el lenguaje) es una de las herramientas que ha
sido afectada. Desde allí, se concluirá como evidencia de que
efectivamente hubo un evento que resultó violentamente
traumático, o descartar que esa disfuncionalidad en el lenguaje se
relacione con el evento.

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