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LA CATEQUESIS, EDUCACION DE LA FE

I. ¿ES POSIBLE EDUCAR LA FE?


Se ha hecho usual en la literatura catequética y eclesial denominar a la
catequesis como «educación de la fe» (o educación a la fe, o educación en
la fe), o con otras expresiones semejantes relacionadas con la fe,
transmisión de la fe, pedagogía de la fe, enseñanza de la fe, itinerario de
fe, etc. Denominar a la catequesis como educación de la fe constituye un
acceso privilegiado a la comprensión de su identidad y de su significado
en la praxis eclesial.
[La catequesis] consiste en la educación ordenada y progresiva de la
fe, ligada estrechamente al permanente proceso de maduración de la
misma fe. Globalmente, se puede considerar aquella catequesis en cuanto
educación de la fe de los niños, de los Jóvenes y adultos, que comprende
especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana.
Comentario: una verdadera pedagogía, y especialmente la educación en la
fe que tiene como centro a Cristo, debe de tomarse en cuenta a la persona
bautizada y que es carente de la doctrina eclesial, son pues, los principales
“destinatarios” (D.S.D. 97) de la educación de la fe.

II. EL ROSTRO RENOVADO DE LA FE


Punto obligado de partida, es una concepción renovada de la fe que
ofrezca una plataforma segura y estimulante en la búsqueda de la
identidad de la catequesis. «Cuando Dios revela, el hombre tiene que
someterse con la fe (cf. Rm 16,26; comp. con Rm 1,5; 2 Cor 10,5-6). Por la
fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios, le ofrece «el homenaje
total de su entendimiento y voluntad», asintiendo libremente a lo que
Dios revela» (DV 5).
1. La palabra de Dios es una interpelación que exige respuesta: la palabra de
Dios no se reduce a simple enseñanza, sino que se presenta, sobre todo,
como oferta salvífica, interpersonal, ante la que no cabe permanecer
pasivos o indiferentes. Al escuchar realmente la interpelación de la palabra,
el hombre se ve forzado a tomar posición, a definirse ante un proyecto de
vida que compromete su destino. la palabra de Dios es siempre una palabra
que interpela, que pide respuesta.

2. La fe es respuesta personal y global del hombre a Dios: Creyente, en el


sentido bíblico, es el que «acepta someterse y entregarse a Dios por la fe;
dar a Dios ese crédito total de admitir que él es la verdad, tomar apoyo en
él, no en uno mismo, y así llegar a ser sólido y verdadero de la solidez y de
la verdad misma de Dios»

3. La fe es don y gracia: La respuesta de la fe es ante todo obra de Dios. Sobre


todo, porque el acto mismo con el que el hombre acoge la palabra, se halla
bajo la noción del Espíritu y es, por tanto, Gracia.
Comentario: cabe destacar, la importancia de la Gracia que deriva del
Espíritu Santo y que es un Don que Dios da al hombre, pero también es
importante asombrar por medio de una catequesis completa, pero sobre
todo que sea atrayente, totalmente renovada y la cual no cause
cuestionamientos sobre dudas acerca del Misterio o la Palabra de Dios.

III. LA CATEQUESIS AL SERVICIO DE LA FE


Se puede hablar de «educación» de la fe, sólo en el ámbito de las
mediaciones humanas que pueden facilitar, ayudar o quitar obstáculos en
orden al crecimiento de la actitud de fe, y Siempre fuera de toda posible
intervención directa sobre la fe misma, que depende de la acción gratuita
de Dios y de la respuesta del hombre.
El dinamismo de la fe se puede describir como un proceso que parte
de la conversión al Evangelio y crece en un movimiento de adhesión y de
«sequela» de Cristo, hacia una plenitud escatológica.
Desde el punto de vista antropológico, se puede analizar el
dinamismo de la fe utilizando sobre todo dos conceptos: -El concepto de
actitud. La actitud engloba momentos valorativos y una disposición
próxima a la acción en armonía con las apreciaciones dadas a una
determinada situación de vida, unida a una intensa participación
emotivo-afectiva. La actitud es, pues, un «Sistema duradero de Juicios
Positivos o negativos, de sentimientos y emociones y de tendencias a
obrar en forma favorable o contraria. Por otro lado, nos encontramos con
el concepto madurez. El dinamismo de la fe apunta hacia la meta de la
madurez. La fe madura constituye un rasgo central y estable de la
personalidad (en contraposición a la religiosidad o fe marginal). La
actitud de fe es madura si goza de estabilidad y resulta integrada en el
conjunto de la personalidad, como punto central de referencia de todos
los resortes de la vida y de la acción.
Comentario: hay una verdadera educación en la fe, sólo cuando se van
quitando aquello que evita que dejemos de lado la contemplación del
Misterio de Cristo. Se nos habla aquí pues de una verdadera actitud de
disponibilidad, que de cómo resultado el objetivo de la plena maduración.
IV. LA TAREA DE LA CATEQUESIS: OBJETIVOS Y METAS
La conversión, punto de partida y núcleo unificante del dinamismo de la
fe, pertenece propiamente al ámbito del primer anuncio o evangelización.
De ahí que la catequesis deba preocuparse, no sólo de alimentar la fe, sino
también de suscitarla continuamente con la ayuda de la gracia, de abrir el
corazón, de preparar una adhesión global a Jesucristo. la educación de las
actitudes cristianas constituye el rasgo unificante y más decisivo del
cometido de la catequesis. Ahora bien, lo mejor es inspirarse en la
concepción bíblica y tradicional que define el eje de la existencia cristiana
en términos de fe, esperanza y caridad. Compete a la catequesis, por
tanto, asegurar un conocimiento cada vez más profundo del misterio y
mensaje de Cristo, objeto central de la fe.
Comentario: anunciar, hacer resonancia, hacer eco en las personas, acerca
de la Palabra de Dios, es propiamente la tarea de la catequesis, es decir,
acrecentar la fe.
V. ORIGINALIDAD DE LA CATEQUESIS COMO EDUCACION DE LA FE
La genuinidad de la catequesis como educación de la fe se ve con
frecuencia comprometida por experiencias catequéticas que no
responden a la funciona educativa y reducen la catequesis a enseñanza
doctrinal, o a Simple socialización religiosa. Olvidan la verdadera
naturaleza de la tarea catequética de educación de la fe. En el centro del
cristianismo se encuentra la persona y la obra de Cristo, quien no ha
fundado propiamente una «religión», sino una comunidad de fe, cuyo
núcleo pulsante es un modo peculiar de relacionarse con la vida, con los
demás, consigo mismo, con la historia, abierto al horizonte trascendente
de Dios.

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