Está en la página 1de 123
INSTITUTO D Se EIN’ erie Hist :ACIONES HISTORICAS jeneral / 16 ALFRED W. CROSBY EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO CONSECUENCIAS BIOLOGICAS Y CULTURALES A PARTIR DE 1492 Paé.oco DB OTTO VON MERING Traduccién de CRIstENA CARBO UNIVERSIDAD NACIOI 'TONOMA DE ME£XICO MEXICO 1991 i | s Préxoco Alfred W. Crosby Jr. pertenece a un selecto grupo de histo- iadores sociales, Ha dedicado su particular talento para la investigaciin a reexaminar los datos acerca de la persistente interaccién entre las costumbres y usos de los hombres y los cambios habidos en sus condiciones, desde que Colin descu- Grid of Nuovo Mundo. Como raprecentante de lo que vo desea- ta denominas historiografia “antropomédica”, Crosby nos in- forma sucintamente sobre esta serie multifacética de cambiantes condiciones de vida y de bienestar, Su nuevo relato de los hhechos es un elocuente testimonio del insaciable impulso del hombre por conocerse a si mismo y a su hébitat, imfrulso no siempre atendido con sagacided, pero a veces con demasiada. EL lector es conducido, en un cautivante viaje intelectual, a través de tos hechos y las interpretaciones sobresalientes de lar consecuencias biolégicas, sociales y culturales de 1492. Obtiene una visidn equilibrada del intercambio a nivel mun- dial y de las secuelas sociopoliticas de una cambiante enfer- edad, la sifilis, ast como de las enfermedades mds contagio- sas: influenza, viruela, sarampién y neumonta, Puede también obtener importantes respuestas histéricas a las complejas co- nexiones existentes entre los desplazamientos internacionales de las enfermedades y de tos hombres; la transformacién y arumu- Iacién de las reservas alimenticias mundiales y algunos de tos cambios més notables en el crecimiento de la poblacién mundial. EL INTERGAMIBIO TRANSOGEANIGO Alfred Crosby resulta sumamente precivo cuando traza la « dispersin mundial y el intercambio de tos principales culi- vox del Nuevo Mundo (por ejemplo, matt, papa, camote, frijol y mandioca) con los productos alimenticios animales y vegetales caractertsticos det Viejo Mundo (es decir, arroz, trigo, cebada, avena y frutales; vacas, cerdos, ovejas, cabras, pollos y caballos). También nos convence el argumento que ura para velacionay la progresiva reestructuracién de las economlas agricalas locales, regionales y nacionales con ta notable decli- nacién histérica de las reservas alimenticias y et continuo ine cremento en la calidad, wtilidad nivel de tas reservas mun- diales bdsicas, Las cuidadosas reflexiones del autor acerca de los —histé= ricamente ‘significantes— efectos ecolégicos y humanos del intercambio mundial de vegetales y microorganismos interesa a todos tos estudiosos serios de la condicién humana actual, Concluye su bien acompasada historia de este intercambio con tun andlisis evocative wel mds reciente y tal vex a targo plum, mds significativo “resultado” Inemano de 1492: et fendmeno, posterior @ 1800, de la vaste migracién intercontinental. eAcaso no resulta irdnico que, aunque los movimientos de poblaciones por todo el mundo influyen profundamente ea nucstra vide cotidiana, sehames bastante mds acerca de las emusas, sentido 'y consecuencias de las conductas migratoriat de los animales? Si permanecemos tan. desinformados acerca de ‘estas migraciones como hasta ahora, pronto también estaremos inseguros acerca de su probable papel en el curso de las acti= tudes de los hombres con. sus semejantes, Como antidoto provi. sorio a nuestra carencia de conocimientos en esta érea, el lector tal vex desee sumarse a las reflexiones sobre la obseroacitn del profesor Crosby, quien afirma que, hoy en da, “hay dos Europes y dos Africas: una a cada lado del Atléntico”. Orro von Manisa § Preracto Nada puede ser comprendido fuera de su contexto, y el hombre no es una excepcién. Es un ser vivo que depende para su alimentacién, abrigo y techo de muchos otros seresy de la misma manera muchos seres dependen de él. EL hombre es una fentidad biolégica, antes que un catélico romano, un capita- lista 0 cualquier otra cosa, Mas atin, su historia no se inicia cuando comienza a registrarla, ni esté limitada a aquellos as- poctos de su existencia que interesan a los eruditos. El primer paso para comprender al hombre cs considerarlo como una entidad biolégica, que ha existido sobre Ja tierra desde hace muchos milenios, modificando y siendo a su vez afectado por ‘otros organismos, Una ver que hemos ubicado al hombre en su espacio co- spondiente y en su, propio contexto temporal, pode:os em- poair a cxaminar aspectos particulares 0 acontecimientos de ‘Si historia, con Ia certeza —o, al menos, la esperanza— de encontrar relaciones significativas entre el hombre y tal con- texto, en_vez de limitaros, simplemente, a transitar por los ‘etrechos senderos que conducen de la tienda de un anticuario ala de otro, EL historiador, antes de estar en condiciones de juzgar sibiamente las habilidades polfticas, la fortaleza de las eco- rnomias o cl significado de las literaturas de los diversos gru- ‘pos humanos, necesita conocer en qué medicla los miembros de. esos grupos lograron sobrevivir y reproducitse exitosamente. Debe tener idea de cémo los esfuerzos de esos grupos en Ia 10 EL INTERCAMBIO. TRANSOCEANICO empresa de Ia supervivencia afectaron a su entomo como tota- lidad y asimismo a los otros seres vivos que también formaban parte de este medio ambiente. Es al ecologista y no al colectio~ nista hacia quien debe volver la mirada el bistorindor en busca de su modelo de estudio, Es probable que de nifios les hayan ensefiado a récitar: Golén navegs en el océano azul fen mil cuatrocientos noventa y dos.. y pocas de nosotros nos hemos interesado, realmente, por to {que sucedi6 ese afio, mas allé de tal descripcién, Acumulamos datos que nos permiten realizar cuadres cada vez més elabo- rados de ese acontecimiento, de las sensacionales realizaciones y de los talentos de los conquistadores que arribaron inmedi tamente después, Estas pinturas son tan interesantes que la mayoria de nosotros nunca ha logrado desprenderse de su fascinacién superficial para Luscar el signifiendo real de los sucesos que describen. La razén de ser de este libro es} precisamente, aclarar este punto, Es un trabajo conciso y sin pretensiones —espero—, pero soy el primero en asumir que historiadores, geélogos, an- tropélogos, zoblogos, boténicos y demégrafos me verdn como a un aficionado en sus particulares campos de investigacién. ‘Me anticipo a sus criticas, en parte coincidiende con ellas y ‘en parte respondiendo que, aunque ya esté lejano cl periodo del Renacimiento, hay una gran necesidad del estilo renacen- tista, en Io que respecta a sus intentos de reunir los descubti- mientos de los diversos especialistas para abarcar en forma general lo que se sabe acerca de la vida en este planeta. Pido una disculpa a los natives americanos por el uso cons- tante que hago del ambiguo ¢ inadecuado término indio. No se me escapa que Ia acepcién que Colén dio a esta palabra fue producto de un gran error; tampoco que no existen razo- nes para repetirlo, salvo Ia inercia, Sin embargo, la expresién amerindio me disgusta por lo mal construida, y pocos de mis futuros lectores utilizan ya a expresién americano native. Por PREFAGIO ML consideracién hacia ellos sigo usando el ya, consagrado y con- fuso término indio, Quiero agradecer a la Washington State University el haberme otorgado una beca para la investigacién y redaccién ‘de este libro. Debo agradecer también a los editores de The Hispanic American Historical Review y The American Anthro- pologist por permitirme publicar nuevamente las partes de los capitulos 2 y 4 que habfan aparecido con anterioridad en esas revistas. Tesigo una gran denda con Barbara 8, Crosby por sus penetrantes criticas cstilisticas. Finalmente, pero de manera destacada, agradezco a toda mi familia —Barbara, Kevin y Carolyn—, quienes soportaron tantas repentinas y pe- ‘quefias anécdotas acerca del mate y las viruelas 1 a Los contRastes Al atardeccr del 11 de octubre de 1492, Cristébal Colén, a bordo de la Santa Marie en el océano Atlintico, creyé ver una Juz diminuta a la distancia. Pocas horas més tarde Ro- drigo de Triana, vigia en el castillo de proa de la Pinta, dlivis6 tierra, y una partida desembarcé por la magiana, Colén habfa cgado a las Bahamas, La conexiGn entre el Viejo Mundo y el Nuevo, que durante més de diez milenios habia consistido en algo tan cxiguo como los viajes de tos vikingos, de algu- nos pescadores a Ia deriva y oscuros contactos por In via Polinesia, se convirtié, el dia 12 de octubre de 1492, en un. vineulo tan significativo como alguna vez lo fuera el puente terrestre de Bering.* Los dos mundos, que Dios habia. man- tenido separados, se unieron nuevamente, y ambos, tan dife- rentes, a partir de ese dia comenzaron a parecerse. Esta tendencia hacia Ia homogencidad biolégica es uno de los as pectos més importantes de la historia de la vida en este planeta, desde cl retroceso de los glaciares continentales, Los europeos ereyeron que cstaban en Ia costa de Asia —auevamente de regreso a Furasia— pero se sintieron sor- prendidos por Ia rareza de Ia flora y la fauna de las islas que habian descubierto, Bl informe de Golén esté leno de observaciones tales como: * Los fundamentos tebricos de este capitulo y del libro en general fstin cufdadosamente abreviados en George’ Gaylord Simpton, ‘The Geo- raphy of Bvolution, p, 69-182. 14 [EL INTEROAROMO TRANSOCBANTCO No vi ni ovejas ni cabras ni ningtin otro animal, pero he estado gut un Hempo tan corto, medio dla; sin embargo si hubiera algunos no dejasfa de haberlos visto Haba perros que nunca Iadraban. Todos los arboles son tan diferentes de Jos nuestros como cl dia de la noche, y Io mismo los frutos, Ia hierba, las piedras y todas las cosas? ‘También Jamaron la atencién de Colén Jas diferencias de Jos seres hhumanes. Encontré que los indios eran distintos in- cluso de los negros africanos, Ja gente mds exética que nunca antes hubiera visto. El cabetlo de los indios no era “Janoso, sino lacio y grueso como las crines de tos caballos, la frente y la cabeza muy anchas, més que las de cualquiera otra raza que yo haya visto alguna vez”. A su vez estos indias arawakos se sintieron tan impresionados por los europeos —sus embar- caciones, vestidos, armas, medidas y color— que los creyeron semidioses y se juntaron a su alrededor para besar “sus manos y sus pics maravillandose y pensando que venfan del ciclo... [y] palpandolos para cerciorarse de si eran de carne y hueso”.* ‘Las diferencias entre Jas formas de vida de los dos mundos han asombrado a Ia humanidad desde 1492, La mayoria de quienes no son botinicos se inclina a prestar més atencién 1 los animales que a las plantas, por Jo que el contraste entre la flora del hemisferio oriental y 1a del occidental no ha des- pertado tanto interés como el que existe entre ambas faunas; sin embargo, este contraste ¢5 notable, aunque no absoluto “unas 456 especies de plantas son originarias tanto de Amé- del Norte como de Japén—, y resulta destacable la sin- gularidad de Is flora americana, Los cactos, por ejemplo, son de otigen exclusivamente americano. A pesar de las centurias de contacto por via maritima entre la regién noroeste de Estados Unidos, el adyacente Canada y el resto del mundo, apenas alrededor de un 18 por ciento del méimero total de las espe- * Chuistopher Columbus, Journals and Other Documents on the Lie and Vorages of Chritopher Columbus, trans, Samuel Eliot Morison, p. 7233, 4. 3 reitem, p. 66, 90 Grstdbal Colén ofrece el Nuevo Mundo a su Majestad, limina 249, en Diego Moor Camargo, Deseripeiin de la ciudad y provincia de Tlaxcala, fa en 1960, en Francisco Herndnden, Obrar Completes. BL Nuevo Mundo sein se concel Los CONTRASTES 19 cics vegetales que crecen en esta regién de América no son de erigen americano.* Los agricultores precolombinos desarrollaron las plantas ali menticias americanas a partir de un conjunto de plantas sil- vestres muy difcrentes de las que cultivaron los inventores de la agricultura en el Viejo Mundo. Incluso los més optimistas entre los primeros colonizadores de Virginia debieron admitir que Ja flora era extrafia, con més frecuencia que fami Estas diferencias se hacen més y mAs pronunciadas a medida que uno se interna en México y hacia el sur, Jean de Léry, un miembro de la frustrada colonia francesa en Rio de Janeiro durante In década de 1550, encontré apenas tres planias que le resultaron familiares: la verdolaga, la albahaca y una espe- cie de helecho, Todas las dems eran distintas, lo que producia diversas dificultades. Sin viftedos c6mo harfan los europeos para fabricar el vino necesario para la celebracién de la Buca- risa? (Era preferible olvidarse de esta ceremonia hasta que se pudiera obtener vino de Europa o sostener la teoria de que Jess lo usé porque era la bebida comtin en Palestina ¥% Por lo tanto, que su sacrificio en la cruz podia conmemo- arse con alguna de las bebidas locales indligenas? * Las diferencias entre Ja fauna del Viejo Mundo y la del Nuevo impresionan a cualquiera que haya cruzado ef Atlén- tico 0 el Pacifico, Algunas especies, particularmente en las lati tudes nérdicas, son comunes a ambos, nero esto pone atin més de relieve los contrastes. En Sudamériea y América Central el cuadriipedo nativo més grande es el tapir, un animal que también se encuentra en cl sudeste de Asia, pero que de nine guna manera resulta alli el més impresionante.? Fl elefante * HuiLin Ti, “Ploristie Relationships Between Rastern Asia an Eastern North America,’ p, 403; Henry A. Gleason y Arthur’ Cronquist, The Natural Geography of Plants, p. 3; Ronald Good, The Geomraphy. of the Flowering Plants, p. 64, 5 Jean de Léry, Journal de Bord de Jean de Léry, ed. MR. Mayen, pp. 129, 293; William Strachey, The hittorie of Travell into Virginie Dr Sonia, p. 117-133; Stefan Lorant, ed., The New World, p. 290-268. 2 Gal H. Lindvoth, The Founat Connections Between Europe axd North America, p. 18-134; Lésy, Journal, p. 239. El tapi es un animal 16 Bl. INTERCAMIBIO TRANSOGEANICO i x y tiene una trompa mucho del Viejo Mundo es bastante mayor y tien eho fs at, Aungse les cuadztpeds camivors de las eg ‘topicales cle América son més impactantes que el herbivoro tapin, Io mismo puede obseevarse In. curiosa diferencia que txiste entee los mamiferos de ambos mundos. Si bien el jaguar ho es un animal que pucda ser tratado con contemplaciones, comparado con un leén 0 un tigre resulta un gato de taimafio mediano. i raron ante la pequefiez ‘Los primeros exploradores se asombraron ante 2 dio oe hamiferos americanos que encontraban durante sas oe ediciones, la mayoria de los cuales estaba circunscrita a la dl i entes, pajares ¢ insectos Zona trrida, Fueron los reptiles, secpientes, pajaros ¢ ix Tos que realmente los impresionaron, En Europa no hay reptl tan grande como la iguana y, probablemente, tampoco haya ani- mal més feo. A pear de no tener alas, Ia iguana le record6 a Américo Vespucio la scrpiente voladora de la, Ieyencla, Bl y sus compatieros reacconaron ante las iguanas extamente como tn natralra petenia que Yo hiletan tos ergs de tstas inofensivas bestias. “Su apariencia total —eri mucio acerca de Ios reptiles— era tan extrafia que nosotros, Riponiéndola venenosa, no nos attevimos a_aproximarnos) Muchos de aus camaradas habitantes de la jungla eran, por Jo menos, tan curiosos, 2 menudo tan terrorificos y {recuente- mente mas peligroses. i los vos habia angullas, que # defen Glan eon electiidad yas ypirafas, Hable menos — no rao fn af, jpero de qué mancra se balanceaban colgados de la cola!” :Quiéa habia visto alguna vez un pAjaro tan, oxaio come el tucdn, que parceia tener més pico que cuerpo? ¢Quién habia visto volar a un pijaro terrestre del tamafio del cfndor andine? Y equi, salve en perdi alguna ver contemplé Iureiélagos, que chupaban la sangre, w observé aun rept tan largo como la boa? ™ rent corto y tes, que alanzs, a fo \caortnai, son un Bosco sempre eto y deo, que alan lo ‘yo, unm alr de tna pieg tn largo de ayes ses, Todo To gu ‘Léry pudo decir dal tapi ie fue que a algo saree Be aon veeide a una vaca y completamente diferente do ron in Wane, CooogrephiaeInvouctio by Matin We LOS cowmasras " Se dieron cuenta los europeos que los animales de la regién templada de Norteamérica eran menos raros que los de més al sur, pero, incluso asf, resultaban muy diferentes de. los suyos. En los rlos de América habfa més especies de peves de los que nunca hubicran nadado en el Ebro o el Guadalquivir, Uno de los mayores habitaba en el Misisipi y tenia bigotes como lun gato, “su tercera parte era cabeza, con agallas de extremo a extremo, y en los costados tenfa grancles espinas que pare- cian afiladas Ieznas”. Habia una serpicnte con castafiuelas en la cola (sin duda Ja vibora de cascabel), cuya pieadura daba a la victima, si acaso, el tiempo para confesarse por titima vez. Lo més asombroso de todo: cuando Cotonado se internd en las planicies, en lugar de oro encontré una especie de ga- nado gigantesco (los biifalos o bisontes) y tan abundante como Jos peces en ¢l mar, Bran tan o mds grandes que los bucyes, fenian cuernos cortos y gruesos, jorobas como los camellos al corer mantenian la cola erecta como los escorpiones. Espan- taban a los caballos espafioles “porque tienen el rostro angosto ¥ corto, una separacién de dos palmos entre los ofos y étos pegados a los costads de la cabeza de modo tal que cuando corren pueden ver d quien los sigue. Tienen barbas muy largas como las cabras y cuando corren inclinan la cabeza hacia atria con la barba arrastrando por el suelo”.* Los hombres regresaban de América contando historias de bestias miticas —como la del pAjaro mexicano que munca se osa y empolla sus huevos en el aire—~° peto no habia nei sidad de recurrir a la ficei6n; la fauna americana es més en especies singulares de lo que cualquier imaginacién puede inventar. Bn la década de 1850 Philip 1. Sclater, con base en Jo que conocia acerca de la distribucién geogrifica de las scemiller... To Which Are Added the Four Voyages of Amerigo Pespucct, trans, Joseph Fischer and Franz von Wiesser, p. 1065 Simpson, Ceoeraphy of Buobutinn, p. 167-208, ® Pedro Castafida, Ths Jouner of Coronado, trans. George Pater Winship. p. 10-141: ‘Frederik W, Hodre yTetdore TH. Lew, etsy Spenish Explorers in the Southern United States, 1920-1948. p. 210, © Samuel Champlain, Nerrative of a Voyage to the West Indies and Mexico in the Years 1598-1602, trans, Alice Wilmese, p. 36- 18 [BL INTRRCAMDIO TRANSOCEANICO especies de aves, concluyé que nuestro planeta esté dividido fen seis regiones, cada una con una poblacién caracteristica, y que dos de estas regiones se ubican en el Nuevo Mundo, Veinte afios después, Alfred Russel Wallace, descubridor junto con Darwin del concepto modeno de evolucién, observ que Ja divisién en seis partes del planeta, hecha por Sclater, era tan valida para los animales en general como para los pajaros. os animales de las scis regiones estén impedidos 0, por lo menos, Timitados para meaclarse pot los océanos, las cadenas montaiosas, los desiertos, las diferencias de temperatura. La Tanna de estas regiones no es absolutannente distinta —el tapiz es originario tanto de América tropical como de Asia tropical; fl puma, la vibora de eascabel y cl colibri lo son tanto de Norteamérica como de Sudamérica— pero, para citar a un oogeégrafo moderno, “las especies de las diferentes partes del fein animal estin més relacionadas con Tas de la misma regién ique con las de oteas”, Para ilustrar esto diremas que, aunque hay muchas similitudes entre Ia fauna de Irrawaddy, Nigeria Baja, y la de los valles del Amazonas, un zoélogo puede dis- tinguirlas de un vistazo.” “Junto con las Indias Occidentales y parte de México, ‘América Central y América del Sur conforman una de las re- *giones estudiadas por Sclater y Wallace. El resto de México con Estados Unidos, Canadé y Groenlandia forman otra. De am- tas, la ubjcada ms al sur es la més rica zocl6gicamente, con cuuarenta y cinco familias de animales vertebrados que, segiin Wallace, son propios exclusivamente de ella. (Investigaciones posteriores han demostrado que ni esta regién sur ni ninguna Ge las otras puede diferenciarse con tanta nitidex, como él crey6 c ven cualquier regla la acurmulacién de datos siempre sefiala tas excepciones— pero Ia validez general del sistema de Sclater y Wallace es aceptada atin hoy en dia.) Para cl lego parece Evidente que América del Sur, con sus peculiares osos orm 18 Philip J. Datlington, Zongeographiy: The Geographical Distribusion of Animale! 243; Thilip L, Sclater, “On the General Geographical Dis. Chvation of ‘the Members of the Class Aves", p. 197-145; Alfred Ruste! Waltace, Phe Geographical Diztibution of Animets, 1:58 fl Los conmrasres 19 gueros, perezosos, monos de colas prensiles, murciélagos vam- piros, roedores grandes como pertos y Ja salvaje profusién de tasectos y aves debe contiderarse como una regién sepurada mente Australia a iguala en serv : lmenie Australia Ta igual werdaderamente excep. América del Norte no es tan diferente; Wallace menci inte; menciona, a To sumo, trece familias de vertebrados originarios exclusiva. mente de elt, pero de Ie mim manera. reclama su singul lad. Hla cantidad de mamfferos que le son pro- pias, Inckiyendo varias clases de topos, y animales como. la cabra y el antilope americana cle las Montaiias Rocosas, Se ddestaca de Ia regién sur por ser el hogar de los Gnicos marsi- piales que existen fuera de Australia, asi como de los ‘nicos coltes del mondo, Bs muy rica en reptiles y anfibios a pear He que.los climas frfo y templado generalmente limitan ln can- tidad de estos animales. Y su incomparable sistema de lagos y vfs Te proporciona una rigueza de meluseos y peces de agua dike a al on pte elguna de ete pct” a. cuidadosa acurnulacién de evidencias y generalizaci de Alfred Russel Wallace, confirmé Jo que ya habia space Jean de Léry durante un viaje al Brasil que realiz6 més de twescientos afios antes: que América es en verdad tan “dife- rente de Europa, Asia y Africa, en los habitos de su gente, en Jas caracterfsticas de sus animales y, en general, en lo que Produce Ia der, que bien puede’ ser llamada el Nuevo BI contraste entre ambos mundos acicated Ia. curiosi c la. curiosidad teropea, No todo resultaba diferente, Las palmerss america- nas eran como las de Africa y el jaguar muy parecida al leopardo, Pero epor qué existian incluso Jas pequefias diferen- cias y por qué las grandes? ¢Por qué no habia caballos © reses en ninguna parte de América? ¢Por qué no habia bestias cua Anipedas mayores que un zorro en las Indias Occidentales? 2% Wallace, Distribution of Animals, 2:5-19, 115-125, Vé ton, Zongwography, po ats, para comeaic lo ee en demand sa tom, Zooecgrabhyy ps M2440, para corres lo qve ok demand say % Leéry, Journel, p. 406. 20 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Incluso quienes hablan vinjado a Africa por esclavos y al Lejane Oriente por especias encontraron pocas cosas familia- res en Amésiea y muchas enteramente exirafias, Euopa abla slide de In Edad Media con sites ine terials crnianos ’aiotdces sstenides por los oxtodexos (y muy pocos imaginaban siquiera que hubiera algo. m ail de la ortodoxia) para explicar todo: desde lo gue = tei en ol huevo hast el nacimiento del pllulo, desde primera sta Ja dima mosea. Hstos sistemas resltaron de- fend stuechos para inctir al Nuevo Mundo, Avis habia supuesto, con bastante légica, que Ta zona ecuatoril dl mundo era tam caliente que no podia existir la vida, José de ‘cosa pasb exactamente bajo el sol en su viaje a, América ce 1570 y sins “tl flo que algunas veces me sala al sol ara abrigarme... aqui yo confiewo que me rel ¢ hice domi par tcoros de Arisiclesy de su fcntia...” La Hsaovia natural de Plinio comiene teint y siete Hbeos y, sin embargo, iehina no es menconada en inguno de cls, Len tbs ipocrates, Galeno y Avicena ocupan estanterfas comple- Hira CuonaDiiiowen del niglo quince, desde Bag dad a Oxford y imbue, pero ninguno de estos tr ggan- tes de Ia medina dice una. palabra acerca de 1 iis Les teGgrafos antigus medievales hicieron cuidadosos mapas de er utp se de Semen te Con Ueseubricron que “Ptolomeo y los demés conocian apenas Ia a pronunciamientos antiguos y medievales acerea de Jos ser Immancsy sus conductas parceron dear a. os cuopeos Drcasclecciones, salvo condenae os indo como aides del Femonio. Por ejemplo, los cristiano: concordaban en gue Ja monogamia heterosexual cra la Gaica forma de tener relaciones Sexualen Los indies, con una especie de abandono mi siquiera Trencionado en las’ cdndidas paginas del Viejo Testamento, Uivion en la promiseuidad, la poligamia, el incesto y la sodomia. 10.2, 1 Joab de Acoma, Historia natral y moral de tar adie, Ho. 2, cay. Nal Ritts Mie New Fount Worlds of Antarete, sae. Fh Hake, 80 Los conrmastes an Los europeos tuvicron que concebir tanto Ja existencia de las, diferencias culturales como inventar la tolerancia cultural para manejarlas, 0 asumit que los indios estaban en alianza con el infiemo, La mayoria eligié lo ltimo, La excepcién, por sue puesto, fue Montaigne, quien no encontré nada barbaro en 1o que habia ofdo de América, sino que “todo mundo da el titulo de barbarismo a aquello que no est de acuerdo con sus pry Ta Biblia era Ta fuente de Ia mayor parte de la sabiduria y el libro del Génesis decia todo lo que se necesitaba saber acerca. del comienzo de los cielos, la tierra, los angeles, las plantas, los animales y os hombres. Existia un Dies y habia habido una Creacién; cuando el género humano ofendié a Dios, éte envi un gran diluvio en el cual perecieron todas Jas criaturas terrestres, incluidas los hombres, con excepcién de aquellos que se salvaron en el Arca de Noé. Esta explicacién parecla suficientemente amplia como para abarcar dentro de sus limites a todas las varicdades de Ja vida —vegetal, animal y humana— que Jos europeos precisaban reconocer a fines del siglo quince. Fue entonces que Da Gama y Colén develaron rucvos mundos completos que estallaron frente a la percep- cin europea, . Los problemas para explicar Africa y Asia eran dificiles, ‘pero superables, Después de todo siempre se habia sabido que estaban alli y, si los curopeos no habian visto elefantes, por lo menas sabian destle siempre que existian, Pero América: équién habla sofiado jamés con América? La singularidad del Nucyo Mundo cuestioné toda ta cosmogonfa cristiana. Si Dios hhabfa creado todas las formas de vida que luego sc habian des- parramado por el mundo en una semana y en un solo lugar, epor qué eran tan diferentes las formas de vida de Ios hemis- ferios oriental y occidental? Y si todos los animales terrestres y los hombres habfan perecido, salvo los del Arca, y los que actualmente existen son descendientes de esos pocos clegidos, epor qué eran tan distintos tos animales y los hombres a cada 34 Michel Byquem de Montaigne, Montaigne, Selected Fasoys, ed. Blan chad Bates, p. 7, 2 BL INTERGAMBIO TRANSOCEANTCO lado del Atintico? gPor qué no hay perezosos en los trépicos afticano y asiético y por qué los paganos peruanos adoraban 1a Viracocha en lugar de a Baal o algin otro demonio fami- liar de los antiguos judios? Los intentos por mantener la. ver= sign hebrea del origen de la vida y de los hombres acabaron en “someter a tormento a muchos cristianos cultos para asi intentar descifrarlo?.”* El problema incit6 a algunos europcos a jugar con Ja idea dc varias creaciones, pero la mayorla continué aferrada a la idea anterior. Tenia que hacerlo, pues era bésico para a cris tiandad. Qué pasarfa, por ejemplo, con la legitimidad de Ia concesién que el papa hizo a Espafia en 1493 de “todas tas islas y continentes descubiertos y por descubrir, encontrados y por encontrar” en el Atléntico occidental, a menos que sus habitantes fueran hombres y mujeres verdaderos y, por lo tanto, ajo la jurisdiccién papal? El famoso Requerimicnto de 1512, {que los monarcas espaiioles ordenaron a los conquistadores que leyeran a los indios para que campeendiesen que su consiguien- te sujecién y destruccién estaban justificadas, empezaba con firmacién de que ‘cl Seffor nuestro Dios, viviente y eterno, creador del cielo y de la tierra y de un hombre y una mujer de quienes ti y yo y todos los hombres fuimos y somos descen- dientes. ..” Al ser descendientes de Adin y Eva, los aborige- nes americanos estaban sujetos al papa y, por su donacién de América a Espaiia, a Fernando ¢ Isabel, Si en esta instancia la creacién tinica resulté en contra de los indios, en 1537 les fue favorable, El papa denuncié como acélitos del demonio a quienes proclamaban que Ios indios “debian ser tratados como bestias creadas para nuestro servi- cio”, punto de vista comtin entre los conquistadores, EL papa proclamé que “los indios son hombres verdaderos, no s6lo ca- paces de comprender Ia fe catélica sino, de acuerdo con nues- tra informacién, que desean fervientemente recibirla”."* 8 Gitado en T, Rendyshe, The History of Anthropology”, p. 965. 36 Henry Steele Commager, ed Documents of American History. p. 3: Lewis Hanke, ed, History of Latin American Civilization, Soureer and os coNmmasTEs 23 De esta suerte, Roma decidié que los aborigenes de América merecfan ser conguistados, y también ser tratados como anima Jes domésticos. Una y otra vez, durante los siglos del imperia- lismo europeo, el punto de vista. cristiano acerca de que todos Jos hombres son hermanos sirvié para justificar la persecucin de los no-europeos —él, que es mi hermano, ha pecado tanto que no se me asemeja—, y para atemperar el imperialismo con Ja pedad —€l, que es mi hermano, merece amor. fraterno confianza. del papado en que el libro del Génesis pro- coraba toda ls paleontlogfa que in eitiano necestabs ove perturbada, Pero América resultaba una cstaca demasiado cua- drada para calzar en el redondo agujero del Génesis, Se su- pone que Paracelso, cuya. mente estaba poco lastrada con dog- mas de ninguna especie, dijo en 1520 que no cualquiera podia creer facilmente que “aquellos que han sido encontrados en jslas fuera de toda ruta... sean descendientes de Adin y Eva... es més probable que provengan de otro Adin” 2" José de Acosta fue un sacerdote, pero el contraste entre [as rine turas del Viejo Mundo y las del Nuevo, que habia observado Personalmente Io condujo también a la hereja, Hay en Ameri riles de especies diferentes de aves y bestas de la floresta, que nunca fueron conceidas ni en forma ni en nombres y de las cuales mo se ha hecho mencién entre los latinos, ni entre Jos griegos ni en ninguna otra nacién del mundo, YY ofrecié como explicacién que “tal vez Dios habia realizado tuna nueva creacién de bestias”."* EI problema de América preocupé también al siglo dieci- siete, conduciendo a algunos hombres a la heterodoxia y, a uno por lo menos, a la prisién. Si el Edén y el Monte Ararat estaban en Asia, go6mo podia haber hombres y animales en América? Isaac de La Peyrére fue quien ejercié mayor Iaterpretatons, 13128-1243 Lawis Hanke, The Spanih Strugele for Justice in the Conquest of America, p. 33, 72-73. ee 2 ‘Bendyate, “History of Antéropoloy”, p- 953 1 Acasa, Tora natural j moray br, cape xx y X44 By EL INTERCAMBIO TRANSOCHANICO fluencia entre los que se oponian a los puntos de vista orto- doxos con respecto a este asunto, Lo condujeron a la herejia més las ambigiiedades biblicas y las referencias, en documen- tos antiguos, a hechos aparentemente preadénicos en Egipto y Fenicia que el enigma de una América biolégicamente sin- gular; pero sw teoria proporciond explicaciones para las tres causas de confusién, Adin era el producto de una segunda creacién y padre de los judios vinicamente, La primera crea ‘cién, que habia precedido en mucho tiempo a la de Adan, era Ia de los ascendientes de todos los no-judios —Ios preadénicos— y el diluvio sélo habia caido sobre los palestinos, sin afectar a ios primeros. Entre los descendientes de los preadénicos esta- ban “los mexicanos que Colén descubrié no hace tanto tiempo”. La Peyrtre fue arrestado y su libro quemado, pero la teoria de las varias creaciones perduré.** Philip L. Sclater, un eminente. zo6logo briténico y el crea- dor del esquema de Jas seis zonas de fauna a que nos hemos referido anteriormente, present6 en 1857, ante la Linnean Society, tna conferencia en la que se mosir6 como uno de ‘quienes todavia se entretenfan con la idea de més de una crea cién, Esta explicarfa cémo las aves asi como los demas ani- males terrestres, incluido el hombre, se habfan distribuide de Ja manera en que estaban. A semejanza de todos los que pro- fesaban la teoria de las varias creaciones, comenzé con la falsa premise de que todas las especies animales deben haber sido creadas en el tea geografica que ocupan actualmente. Siendo éste el caso, si puede demostrarse que lag regiones ocupadas actualmente por las primeras variedades del género humano se corresponden ‘con las provincins zoolégicas primarias del orbe, como deduc- 1 Bendyshe, “History of Anthropology”, p. 955-966; Matthew Hale, ‘The Primitive Gritination of Mankind, 1821; Lee Eldridge Huddleston, Origins of the American Indians, European Concepts, 1492-1729, p. 159 a0; David Rice MeKee, "Maaac do la Peyrére, A Precursor of Kighteenth- Gentuey Critical Dele”, p. 456-189; Margaret "E. Hedgen, Barly Anthropo- logy in the Sisteenth and Seventeenth Century, p. 207-353; Isaac de La Poyntee, Prac-Adamitae, p. 23. 108 conTRasres 2% cién inevitable resulta que estas variedades del hombre tavie- ron su origen en las diferentes partes del mundo donde han sido encontradas y sc eviteria la dificil nocesidad de suponer que el hombre rojo se introdujo en Amériea por el Estrecho de Beving, o que la Polinesia fue colonizada por pateias de aalayos extraviados, navegando a Ia deriva en edscaras de nace, yy todas las hipétess similares, Fuc en esta conferencia en Ja cual Sclater adelanté su ipétesis de que los pAjaros del mundo estén distribuidos en scis regiones diferenciadas, Dividi6 estas regiones en dos gru- pos, no para el Viejo Mundo y otro para el Nuevo, Los nombres que eligié para ambos: Greatio Palacogeana y Creatio Neogeana, 0 Greacién del Viejo Mundo y Greacién del Nue- vo Mundo, pusieron de relieve sus coincidencias con Acosta. Sclater fue de tos ‘iltimos, entre quienes sostenfan esta teo- xia, digo de respeto. En 1858 Charles Darwin y Alfred Russel Wallace presentaron, también en la Linncan Society, ensayos en Jos que adelantaban la moderna teorfa de la evolucién, Un afio més tarde, Darwin publicé Acerca det origen de las especies, obra con la que hizo afficos Ta teorfa de las creaciones varias (mientras destrozaba también buena parte de los fon- damentos del judaismo y cristianismo tradicionales). Una v aceptada Ia nueva teoria de la evolucién, la idea de las di- versas creaciones sobrevivié solamente como justificacién del racismo, al que avin presta servicios:* La fuente real del conflicto entre los cristianos ortodoxos y el diminuto pero obstinado mimero de sustentadores de la teorfa de Jas varias creaciones era que los cristianos no tenian tun concepto adecuado del cambio, en cl cual fundamentar una explicacién de eémo el mundo y la vida habfan alcanzado su condicién presente, El concepto de la evolucién existia por lo menos desde ef tiempo de Aristételes, pero no era ni popular nj ortodoxo, La misién de los fildsofos y bidlogos cristianas era 4 Sclater, “Geographical Distribution of the Class Aves”, p. 131, 145, 5 Para umn ejemplo del raciwmo basado en la idea do las vavis crea” cioues, véase Alexander Winchell, Preadamites, or a Demonttration of the Esistence of Men Before Adams. 26 BL mNTuRcAMBIO ThaNsocEANtco proporcionar al hombre los medios intelectuales para inmovi- lizar la realidad dentro de un sistema establecido, en vez. de permitir que se deslizara dando tumbos y sin un destino en especial por la pendiente del tiempo. La creencia aceptada cera que todas las especies de plantas y animales, junto con Jos dos primeros seres humanos, habfan sido creados en la semana inicial de los tiempos, y que todos estuvieron com- pletos y sin posibilidad de evolucionar desde aquel primer domingo. Incluso si los europeos hubieran tenido el concepto de evo- ucién, que les ayudara a entender eémo se habian producido las diferencias entre el Viejo Mundo y el Nuevo, no tenian uuna idea, fuera Ia que fuese, acerca del tiempo durante el ccual las fuerzas de la evolucién habfan estado operando sobre las formas de vida del planeta. Una teoria de la evolucién bio- égica sélo cs titi! cuando se piensa en términos de millones de afios. El Requerimiento de 1512 ubicaba ta fecha de la creacién alrededor de 5.000 afios antes de haber sido escrito, Durante el siglo siguiente la fecha fue calculada con mayor exactitud atin, Bernabé Cobo, ef gran experto en América, afirmé, en 1651, que Dios habia creado el mundo “5 199 afios antes del nacimiento de su Hijo Unico y Bendito, nuestro Re- dentor Jesucristo”. James Ussher, obispo de Irlanda y con- tempordneo de Cobo, estimé que la fecha cra de 4004 a. C. Los desacuerdos con respecto a la edad exacta del universo se hicieron cada vez més frecuentes, pero todo el mundo coin- cidfa en que hacia apenas unos pocos miles de afios que Adan habia muerto: el tiempo necesario para. avanzar de la picto- grafia al alfabeto, pero no el suficiente para la diferenciacién entre la Tlauna y ef druincdatio, 0 entre el jaguar y cl leopardto."* No fue sino hasta que ef gedlogo Sir Charles Lyell publicé su trabajo, en la década de 1830, que el hombre comenzé real- mente a comprender cuén viejo es el mundo y cunto tiempo habian tenido las fuerzas naturales para moldear la vida en sus diferentes formas. 2 Bernabé Cobo, Obrar, 1: 13-143 Hanke, Latin American Ci 1:24; Paul Hazard, ‘The European Mind (1680-1715), p. 47. Los conTRastas 27 ‘¢ aproximadamente 60 millones de afios que el mundo ‘empex6 @ parecetse al que ahora conocemos. Les pastos, los drboles y arbustos de hoja caduca y todas las plantas que flo- ean, ademas de los helechos y confferas, comenzaban su apa- ricién y a diferenciarse en el cuarto de millén de especies que cxisten actualmente.** Los dinosaurios murieron y_prevalecie- ron les mainfferos, diversificindose en murciélagos y ballenas, perezosos y antilopes y, después de més de 60 millones de afios, en hombres. Si se tienen algunos conocimientos de este periodo de 60 rillones de afios, conocido como la Era Genozoica, y del curso de Ja evolucién durante la misma, pueden explicarse las rencias entre Ja flora y la fauna de ambos mundos sin recurtir a creaciones adicionales. En el curso de esa evolucién influe yeron profundamente la aparicién y desaparicién de grandes puentes terrestres que unfan o separaban a los continentes don- de estaban aconteciendo diversos experimentos de nuevos pos de vida, El ejemplo més obvio acerca de la importan de Ja existencia 0, en este caso de Ja ausencia, de un puente terrestre, ¢s Australia, que ha estado separada de Asia desde 1 comienzo mismo de la Era Cenozoica y donde la existencia de los marsupiales no fue précticamente cuestionada hasta el arsibo de los curopeos y sus mamfferos con placenta: caballes, ovejas, conejos y demés** Bt istmo de América Central es el puente intercontinental que, probablemente, estavo bajo cl agua durante la mayor parte de la Era Genozoica, Desde principios de &ta y due rante dicz millones de afios, América del Sur fue otra Austra- ia donde proliferaron mamiferas que no hubieran sobrevivido aa la competencia con sus primos del Viejo Mundo y de Amé- rica del Norte. Entonces reaparecié la conexién terrestre y mu- cchas especies nativas de América del Sur muricron bajo el alud de mamiferos més eficientes que descendian de Norte- américa, Los pocos que sobrevivieron fueron aquellos que, jus- tamente, no encajaban ni en los margenes més amplios de los Raymond C. Moore, Introduction to Hitorical Geology, p. 578-579. % Edwin H., Gilbert, Evolution of the Vertebrater,p. 24. 28 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO preconceptos curopeas del siglo dieciséls acerca de Jo que debian ser los mamiferos: cl armadillo, el perezoso y el oso hormiguero americano.* Lejos, en direccién noroeste del istmo de América Cen- tral, est el puente mas notable y que tuvo la mayor influen- cia en la evolucién durante el Cenozoico. Yace ahora bajo ol Mar de Bering, pero fue una extensién de 1500 kil6metros de tierra seca de norte a sur, y miles de especies vegetales. y animales, grandes y microseépicas, se desplazaron por él de un mundo al otto. Si el nivel del agua bajara hoy en dia cuarenta metros, el Estrecho de Bering seria nucvamente tierra firme." La presencia o ausencia de un istmo entre cl Viejo Mundo yal Nuevo comenzé a fascinar a los europeos tan pronto como Se percataron que Colén no habia legado a Asia sino a un continente nuevo. La posibilidad de que existiera un puente centre Tierra del Fuego y Asia munca desperté tanto interés como la de un equivalente Artico. Los ingleses, al darse cuenta que los pasajes maritimes surefios hacia Catay y las Islas de las Especias eran un monopolio ibérico, permitieron que sus deseos de una via maritima hacia el Oriente los convencieran de que un puente asi no existia entre América y Siberia y, por lo tanto, que si habfa pasos noroestes y morestes entre Inglaterra y el Oriente, Sir Humphrey Gilbert cit6 a Platén, ‘Arist6teles, Plinio, Estrabén y a una cantidad de gobgrafos de Ja época, ninguno de Jos cuales habia dicho jamés media pa- labra acerca del Estrecho de Bering, para probar “que Amé- rica era una isla y que habia im gran mar entre clla, Catay y Groenlandia...” Con respecto a esta cuestién, € tenia no s6lo mutorichd sina también razén: si América estuviera conectada con Asia seguramente los habitantes de la parte noroeste de Ja primera, “con la esperanza de encontrar lugares ms con~ fortabies. ..", o los tértaros, huyendo del frio y la pobreza de su pais, hubieran hallado unos el camino hacia el continente 8 Tbidem, p. 262-267, $39, 248 %6 David M. Hopkins, “The Genomic History. of Beringia—A. Syn- these", 410; Fansjurgen Millen Beck, “On Migrations Across the Bering Land BAage in the Upper Pleistocene”, p. 980. 105 conmustes 29 de Jos otros. Mis avin, “nunea se han encontrado bestias pro- plas de Catay o de Tartaria, eteétera, en América, ni tampoco aquellas propias de América en Tartaria, Catay, etcétera, 0 en parte alguna de Asia”. Asi fue como les ingleses navega- ron sufriendo privaciones y pereciendo desde Nueva Zelanda ala Bahfa de Hudson" Sir Francis Drake fue de los primeros en no estar de acuerdo con Gilbert, con base en su propia experiencia. BL navegé a lo largo de la costa de California y hacia el norte en la década de 1570 buscando, probablemente, un camino facil de regreso a su tierra con el botin espafiol, pero no encontré indicio alguno de un estrecho. Abandond la bis- queda a causa de “la enorme extensién de los continentes iético y americano, los cuales (hacia el norte de estas re- giones), parecen, si no completamente unides, muy cerca uno del otro”. José de Acosta razoné en un sentido diferente de su propia afirmacién, que citamos en la pégina 23, y recreé cl istmo que Gilbert habia borrado, Si Dios habia creado la vida de una sola vez y si todos los animales terrestres se habian salvado en un arca, si los dos mundos estaban y siempre habian os tado separados, ¢cémo podia haber animales en ambos hemis- ferios, el oriental y el occidental? “Desde hace mucho tiempo he eteido que uno y otro mundo estin unidos y se continian tuno con el otro en alguna parte 0, al menos, estén muy cerca.” * Los que coincidian con este argumento, que perduré hasta los viajes de Bering y de otras del siglo dicciocho tenfan raz6n ¥ al mismo tiempo estaban equivocados. Sus desacuerdos re- flejaban no sélo su ignorancia acerca del Pacifico norte, sino también el simple hecho de que habia evidencias tanto de la uunién como de la separacién de Asia y América. La historia del puente terrestre ha sido aparecer y sumergirse sucesiva- 2 David Beers Quin, ed, The Voyager and Coloniing Enterprises of Sir Humphrey Githert, 2137-142. is 7 B'Gltado en A. L. Rov, The Hlizsbethans and America, . 29 © Acosta, Historia natural 9 moral, ro fy cap. 30 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO mente. Durante los periodes de desaparicién, el Viejo Mundo y el Nuevo se desarrollaron independiente y_divergentemente, Durante los segundos, las revoluciones biclégicas barricron Tas diferencias en la medida en que las formas de vida originales de cada uno y extrafias al otro se trasladaban hacia los terri torios respectivamente virgenes."* Es probable que estas migraciones cruzadas afectaran, en general, més profundamente al Nuevo Mundo que al Viejo, porque este diltimo, al ser més grande, habia producido una variedad mayor de formas de vida durante ¢l periodo de sepa- racién y aislamiento, Pero América también desarrollé formas de vida tinicas y de larga duracién, El camello y el caballo actuales, por ejemplo, son de origen norteamericano. Los ca- ellos migraron hacia el este, hasta convertirse en los drome- darios y camellos de Asia y Africa, y hacia el sur, para legar a ser la llama, en Pert, Los caballos trotaron junto con ellos hacia Asia y de allf a Africa y Europa. Sendos animales desapa- recieron de su lugar de origen; el caballo durante los mienios finales de la tltima etapa del Cenozoico, el Pleistoceno.** La desaparicién del caballo y el camello de Norteam forma parte de uno de Ios capftulos mas misteriosos del silti- mo millén de affos. En un periodo que abarca entre 40000 y 10.000 afios se acabaron, por lo menos, doscientas especies de animales, dejandonos la herencia, en palabras de Alfred Russel Wallace, de “un mundo zool6gicamente empobrecido, del cual hhan desaparecido recientemente las formas de vida més enor- mes, més feroces y més fuertes...” Mamutes, mastodontes, gignntescos perezcsos, tigres diente de sable, rinocerontes lanu- dos, bisontes enormes y otros desaparecieron por completo. Los animales que se extinguieron eran, en general, de los mas grandes, aunque no fueron afectadas las gigantescas ballenas de los oeéanos, Entre las plantas no hubo un decremento dra- rmitico, Puesto que los grandes mamiferos de tierra no fueron reemplazados por rivales de tamafio parecido, esta extincién 50 Hopkins, “Cenomie istry”, #51 8 Tbidem, 475; Colbert, Boolition of Vertebrate, p. 360, S61, 386, Elaine LIBRO Fada deame Los es paholes congi/s faron ala ci dad ane AG, De cf Ios espatoles conquistaron a Ia ciudad de Mésio, tray Bemaninn de Sahagin, Cédice Florentino, ae “i Bi xo-25 FRECUENCIAS PORCENTUALS 30 10s contrasts 31 resulta curiosa.®? La explicacién de que fueron los cambios climéticos de finales del Pleistoceno los que provocaron estas extinciones no resulta satisfactoria; tales cambios fueron gra- duales, 1o que habria permitido a los animales adaptarse, me- dliante la supervivencia y reproducciéa de los més aptos. O, sim plemente, los animales pudieron trasladarse durante generaciones y generaciones, hacia regiones donde el clima les resultara mis ropicio. Se han dado explicaciones tales como enfermedades, radiaciones césmicas, “senilidad racial”, y otras de este tenor, pero gpor qué habrian afectado a los’ animales més grandes cexclusivamente? * En América el hombre fue el iitimo de los grandes mami- feros que aleanzé su forma actual y una explicacién en boga de las extinciones del Pleistoceno lo sefiala como culpable: bus- cando comida en cantidad habria elegido, para su rapiiia, tanto a Jos herbivoros mas grandes como a los menores, Al decrecer el mimero de estos herbivoros también habria disminuido la cantidad de animales carnivoros y de rapifia que dependian de ellos para su alimentacién, La principal debilidad de esta teoria raclica en que obliga a pensar que una poblacién escasa de cazadores de la Edad de Piedra podria haber eliminado a millones de animales gigantescos y presumiblemente muy peli- grosos, Segiin la historia documentada, los indios munca aca- baron con las manadas de bisontes americanos, ni siquiera con Ja ayuda del mosquete y el rifle, Entonces ghabrfan podida los cazadores prehistéricos eliminar grandes manadas de diversos animales, incluso teniendo miles de aiios para hacerlo? * Resulta mucho més facil seffalar a los cazadores prel os como los grandes asesinos del Pleistoceno que sugerir una explicacién més adecuada. La teoria parece més satisfactoria para América que pata el Viejo Mundo. En Australia, Mada- gascar, Nueva Zelanda y América —las regiones més’dificiles 2% Wallace, Distribution of Animals, 1:150; P, $, Matin, “Prehistoric Overkill, 9. 78, 88 William E, Radwards, “The Late-Plettocene Extinction and Dimke nution in Size of Many Mammalian Species”. p. 143-145, 8 Mastin, “Prehistoric Overkil™, p. 75-120, 32 EL INTERCANHO TRANSOCEAKICO de alcanzar desde Jas tictras donde el hombre se origing— las extinciones se realizaron en épocas més recientes, durante los tile times 15 000 afios. Con la posible excepcién de Nueva Zelanda, América fue la més inaccesible de todas ellas.** A finales del Pleistoceno, el puente terrestre de Bering es. tuvo alto y seco durante largos periodos y un corredor libre de hielo se extendia entre glaciares desde Alaska hasta Canada. Se piensa, generalmente, que durante uno 0 més de estos pe- riodos los hombres cruzaron desde Siberia hacia América. Es posible que los primeros vinieran hace aproximadamente 26 000: afios y no hay pruebas en contra de que haya habido migra- ciones incluso més tempranas. Estas gentes, que por muchos niles de afios perfeccionaron sus habilidades para cazar ani- males que, a su vez, habjan tenido un lapso de tiempo seme- jante para adaptarse a estos depredadores de ‘dos piernas, se fasadaron a un fecundo mundo poblado de animales que jamés habian visto a un hombre. La caceria fue soberbia.** Si hubo en América protoindios que arrojaron su Janza al corazén de los iltimos marmutes, resulta, por supuesto, asunto de debate, aunque es cierto que el arribo del hombre y Ia desaparicién de los animales mAs grandes coinciden aproxima- damente. Y la ventaja que dio al hombre en América el “ele- mento sorpresa” de su brusca aparicién contribuitia al hecho curioso de que la extincién de la fauna mayor fuera més com- pleta en cl Nuevo Mundo que en el Vicjo. La escasa presencia en el hemisferio occidental, en compa- raci6n al oriental, de tantos animales grandes, llamé Ia atencién de los europeos de los siglos diecistis, diecisiete y dieciocho como algo verdaderamente muy curioso. El conde de Buffon, natura- lista del siglo dieciocho, Ileg6 a la conclusién de que si los cuua- deipecos del Nuevo Mundo eran de menor tamaiio que fos del ‘Viejo, lo mismo sucedia con casi todo en América, que era ine ferior a su contraparte europea, africana y asiatica. Uno de los ejemplos més lamatives de esta inferioridad americana, segin % IBidem, 9. 77 3 MillerDeck, “Migration”, p. 978, $81; Edwards, “Late-Peistocene Extinction”, p. 145-148. Los conrrastes 33 Bulfon y sus disefpulos, era el indio americano, quien resultaba més limitado en tecnologia, organizacién politica, hazafias mix litares, resistencia a las enfermedades, inteligencia y —lo mis relevante— en “ardor por las mujeres”. En el sigio veinte tal ‘vez somos lo suficientemente sofisticados como para convenir en ue los indios tienen una vida sexual tan rica como cualquiera, asi como que su “estupidez” era evidencia de la brecha cul. tural que existia entre ellos y los europeos; pero debemos acep- far que los presuntuosos del Viejo Mundo tenian razén en mucho de lo quevafirmaban, Cuando Colén Ileg6, incluso los indios mas avanzados estaban saliendo apenas de la Edad de Piedra y diminutas bandas de conquistadores arrasaron con sus ejércitos, Su agricultura era impresionante, pero tenfan pocos animales domésticos y étos no muy espectaculares. {Qué po- dian hacer Jos europeos, salvo sonrcit, cuando comparaban los perros, guajolotes, patos, Hamas y conejillos de Indias con sus Propios caballos, burros, vacas, ovejas, cerdos, pollos, gansos? Los indios muricron en grandes cantidades a causa de enfer- medades a las que se habian adaptado hacia muchisimo tiempo los europeos, africanos y asiéticos. Como sefialara un espaifol indignado, los indios “morian como peces en un cubo”.” Resultaba y resulta todavia evidente que los indios am canos eran distintos del resto de Ja humanidad en muchos aspectes importantes, ninguno de los cuales les ofrecfa ventaja alguna en su confrontacién con Golén y quienes lo siguieron. Puede ser acertado decir que en 1492 los indios eran mas dite rentes del resto de la humanidad que cualquiera otra poblacién grande, Una probable excepcién a esta regla Ta constituyen los ahorfgencs australianos, quiencs también estuviciou uislados por tun periodo de miles de aiios. La unicidad del indio americano es mensurable, No est tanto en su color, altura, peso, formacién ésea y otros atvibu- tos fisicos —en este aspecto resulta, evidentemente, como noté Américo Vespucio, una especie de primo de la taza mongo- {8 Henry Steele Commager and Elmo Giordanetti, ets, Was America 4 Mistake? An Eighteenth Century Controversy, 53 © Citado en D. P. Mannix y Malealin Cowley, Black Cergoes, p. 56. 34 Et, INTEROAMBIO TRANSOCEANICO Joide— sino en Ia semejanza fisica que tienen todos entre si desde la Bahia de Hudson hasta Tierra del Puego. Bernabé Cobo llamé Ia atencién sobre esta uniformidad hace trescien- tos afios, y muchos antropélogos del siglo veinte estan de acuer- do con 4i:* Entre los indios ng existen contrastes parecidos a Jos que hay entre los watutsis y 10s pigmeos, © los rubios prux sianos y los morenos sicilianos. No ¢s cierto que “si se ha visto tun indio se ha visto a todos” —nadie confundirfa un indio de San Blas con un iroqui— pero, citando al antropélogo fisico Frederick $, Hulse, “comparados con In diversidad de aspec~ tos corporales y de constituciones genéticas que se encuentran centre personas del lado este del Atléntico, los indios americanos presentan un sorprendente grado de uniformidad”.* Algunos antropSlogos han llegado en sus afiemaciones al punto de sefia- lar a los indios como una raza completamente diferente en vez de un subgrupo de la raza mongoloide.* Tata singular uniformidad resulta especialmente evidente cen Ia distribucién de los tipos sanguineos entre os aborigenes americanos. A diferencia de los rasgos superficiales y las carace teristicas culturales, Ia distribucién de los grupos sanguineos proporciona una manera cientifica de diferenciar a los seres humanos. Un grupo sanguinco depende irrevocablemente de Ja herencia, Ningin cambio en entrenamiento, alimentacién, clima 1 otto cualquiera. puede alterar el grupo sanguineo indi- vidual, y no hay modo de que, por cjemplo, una persona del grupo O pueda comenzar repentinamente a tener hijos del grupo sanguineo B, salvo que haya habido una aportacién de material genético externo i ‘que una poblacién que esté conformada, por poner un ejem- plo, por ain 60 por ciento del grupo sanguineo Q, 30 por ciento del grupo By 10 por ciento del A, es muy improbable que tenga hijos 0 nietos, o incluso biznictos, cuya disiribucién sea || grupo original, También es cierto 8 Gobo, Obraty 2513; Waldscemiller, Cosmographiae Introduction, p92 PMD Frederick 8. Hulse, The Humen Spocies, An Introduction to Physical Anthropology, p. 346 He Rect yF. M, Salzino, "A Prospectus for Genede Studies ‘on the American Indians”, p. 289. 105 CONTRASTES 35 marcadamente diferente, salvo que haya introduccién de extra- fios al grupo. Los mapas que se adjuntan mucstran dristicamente cin uniforme y singular es la distribucién de los grupos sanguincos entre los indios* aunque esto no demuestra que los aborigenes americanos sean gente totalmente homogénea, y nadie pretende afirmar que los esquimales son indios. Hay otras formas de medir las proy‘edades fisicas de la poblacién india que no pro- ducen un resultado tan homogéneo como estos mapas. Incluso los mapas de los tipos A y O parecen indicar que los indios de Canad y de la mayor parte del norte de los Estados Uni: dos y sus —casi literalmente— hermanos de sangre, los atapas- canes del suroeste de los Estados Unidos, no tienen estricta- mente Jos mismos ancestros que los de cualquier otra parte de América, Pero aun recordando la regla que, correctamente, dice que todas las generalizaciones son falsas, cs posible afir- ar que sucedié algo que maté a la mayoria de los indios de tipo sanguineo A y B —es mis diferentes—, 0 que la mayo- ria estén estrechamente emparentados unos con otros. Su uniformidad en lo que respecta a grupos sanguincos es atin més impresionante cuando se la contrasta con las diferen- cias que existen en Ja distribucién del Viejo Mundo, Los ma- pas de tipos sanguineos de los aborigencs del hemisferio orien- tal son de una gran complejidad, con diferencias notorias de distribucién entre dos sitios ubicados a. cien © mil millas de distancia uno de otro, Es evidente que ha habido una gran mezcla entre Jos habitantes del Viejo Mundo, En_contraste, Jos indios americanos son tan “de pura raza” que T. D. Stewart afirma “que en ninguna época ha existido una poblacién de famafio equiparable que 2c haya conservado tan uniforme des pués de extenderse en un Arca tan grande”. # A. E. Mourant, Ada Képec_y Kar'miera Domaniewrka Sobczak, The ABO Groups, Comprehensive Tables and Maps of World Ditribusion, 1. 268-270, © "Neel y Salzano, “Genetic Studies", p. 258, 46 T, D. Stewart, “A Physical Anthropologits View of the Peopling of the New World”, p, 262, 36 EL INTERCABIBIO TRANSOCEANICO Esta uniformiidad de los indios —lo mucho que se parecen centre si— asi como lo que se diferencian de los mongoloides, junto con lo que sabemas acerca del puente terrestre de Bering, sugiere la siguiente explicacién de su pasado prehist6rico: hace algunas decenas o miles de affos, cuando el Estrecho de Bering cra tierra firme, los asiéticos comenzaron a cruzar hacia Amé- rica. No eran mongoloides pero st eran, probablemente, los antepasados comunes de ambos grupos: chinos y japoneses de hoy en dia ¢ indios americanos, Estos inmigrantes y los que los siguicron fueron pocos. Bl clima de Siberia era tan inhéspito que un mimero reducido de individuos vivia en las proximida- des del puente terrestre de Bering; por lo tanto, relativamente pocos emprendicron el viaje. El interrogante acerca de cémo Ja gran poblacién indigena que habia en 1492 pudo provenir de tan pocos ancestros puede ser respondido ficilmente, Para dar un ejemplo extremo, cuatrocientos seres humanos, hembras y machos, reproduciéndose una vez cada veinte afios, con un incremento por generacién de 14 por ciento, tendrfan diez rillones de hijos ¢ hijas en 15 000 aitos* Entonces, hace 10000 afios, mas o menos, el puente te- rrestre de Bering se sumergié nuevamente. A partir de ese mo- mento muy pocas especies terrestres lograron trasladarse de un mundo al otro, El homo sapiens, el alce americano, el olmo, todas Jas formas de vida de ambos mundos quedaron aisladas yy Jas diferencias entre unas y otras comenzaron a aumentar. Unos pocos grupos humanos siguieron encontrando su camino desde Siberia hacia Alaska; pequeflas cantidades de asiéticos, ppolinesios y americanos se las ingeniaron, sin duda alguna, para viajar a través del Pacifico transportando algunas ideas y un putiado de semillas, Esto se ha visto que ¢s factible: en 1815 lun junco japonés que partié de Osaka hacia Yedo perdié sus méstiles y su timén y navegé a la deriva diccisiete meses, hhasta que los tres hombres que continuaban con vida de una tripulacién de mas de diecisiete fueron rescatados por un ber- +°W. 8, Laughlin, “Human Migration and Permanent Occupation in the Bering Sea Ares”, p. 416, Los conraasTas 37 gantin americano cerca de Santa Barbara, California."* Pero Ja constitucién basica de la poblacién humana del. Nuevo Mundo, como cxistié descle hace alrededor de 8000 afios a. C. hasta 1492, estavo cuantitativamente completa desde la primera fecha, Esto resulta igualmente cierto para las plantas y los animales con los que el ser humano del Nuevo Mundo tuyo que convivir y aprender a adaptar a sus propios obje- tivos. Los antepasados de los indios cruzaron a la aislada América probablemente antes que la agricultura se inventara y, cierta- ‘mente, antes que la hubieran adoptado los habitantes de Si- beria. Los americanos originales sc introdujeron en el callején sin salida del Nuevo Mundo antes que se levara a cabo la principal domesticacién de animales salvajes, 0 en un tiempo ‘en que se habian realizado apenas las primeras, como la del perro.*" Cruzaron: mucho antes que se fundara la primera ciu- dad sumeria, mucho antes que los chinos comenzaran a escti- bir. Los indios americanos desarrollaron sus formas de vida en un aislamiento practicamente completo, Ese aislamiento no sélo limité cl crecimiento de su civil zacién sino que debilit6 también sus defensas contra las prin- cipales enfermedades de Ia humanidad, El lima de Siberia, el puente terrestre y Alaska fueron los principales elementos que interceptaron muchas enfermedades: el frfo mat6 los gér- menes y, aun més importante, el mismo frlo y los rigores de Ja vida en esas latitudes eliminaron a todos Jos seres hhumanos que padecfan enfermedades debilitantes, En el sentido mas cru- do, la vida de los primeros americanos fue definida por la supervivencia de los més. aptos.* Estos primeros emigrantes transportaron consigo pocas en- fermedacles y en América no encontraron seres humanos, ni en- fermos, ni sanos. Vivieron, se reprodujeron y mutieron.aisla- 4° Charles W. Brooks, Japanese Wrecks Stranded and Picked Up Adrift in the North Pacific Ocean, p10. gat Bislerick Bs Zener, A Hitory of Dometccted Anima, pr 436 4 © Stewart, "Poopling of the New World”, p. 265. 38 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO dos durante generaciones, desarrollando culturas singulares, y en el aspecto biolégico defensas hacia una seleccién de vida patolégica microscépica limitada y espectfica. Cuando este aisla- iento se rompid, cuando Golén unié las dos mitades del pla- neta, los indios americanos por primera vez enfrentaron al enemigo mAs espantoso: ni cl hombre blanco ni sus sirvientes negros, sino los asesinos invisibles que esos hombres traian en ‘su sangre y en su aliento. 90 yoo 85g 7s - 20 Ws - 0 Fso-s5 Eqs -s0 (0 entre las poblaciones nativas del mundo poe-° 2 Conguistapor ¥ PESTILENGIA gPor qué pudicron los europeos conquistar América con tanta facilidad? Fn nuestras historias oficiales, asi como en las leyen- das, siempre se enfatiza Ia ferocidad y obstinacién de la resis- tencia de los aztecas, sioux, apaches, tupinambas y araucanos, centre otros; pero la ineficacia de esta resistencia resulta verdaderamente sorprendente. Los orientales enfrentaron a los europeos con un éxito bastante mayor; por supuesto, tenian las ventajas que les proporcionaban su vasto miimero_y una tecnologia mucho més avanzada que la de I . Sin em- bargo, los africanos no estaban, salvo por la posesién de armas de hierro, “miles de afios més adelantadas que los indios” y las grandes masas deznegros africanos no sucumbieron a la conquista europea sino hasta el siglo diecinueve. Hay muchas explicaciones para el éxito de los europeos en América: la ventaja del acero sobre In piedra; de los cafiones y armas de fuego sobre los arcos, flechas y hondas; et efecto aterrorizante que los caballos producian sobre Jos combatien- tes que marchahan a pie y que munca habfan vista tales bes- tias; la falta de unidad de los indios incluso dentro de sus imperios; las profecias de la mitologia indigena acerca de la Hegada de dioses blancos. Todos estos factores se combinaron para producir en Jos indies un impacto semejante tan sélo al ‘que sugicre H. G, Wells en La guerra de los mundos. Sin lugar a dudas, cada factor resulté de importancia para cien- tos de soldados, para Cortés, Pizarro y muchas otros de Tos grandes matadores de indios. 40 EL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO A pesar de todo, podria haberse esperado que algunas s0- Giedades altamente organizadas militarmente, como las de Mé- xico y los Andes, hubieran sobrevivide al contacto inicial con los enropecs. Miles de guerreros indics, aunque confundidos, atemorizados y empufiando nada més que mazas de obsidiana, podrfan haber rechazado a los pocos cientos de espafioles que Hegaron primero. ¢¥ cuél es la explicacién para el hecho de que los indios tuvieran tan poco éxito para defenderse y de- fender sus Gerras aun después de haber comprendido que los invasores no eran dioses, de haber obtenico sus propios caballos y tifles, y de haber desarrollado técticas para enfrentar a los ‘europeos? Un indio de Yucatén, después de la conquista espatiola, scribié acerca de la vida de su gente en dias més felices, antes de la egada de los eurapeos: Entonces no habia enfermedad; no tenfan los huesos dolor dos; entonces no tenfaa fice alta; no tenia vitwcla; no tena 1 pecho ardiendo; no tenia dolores abdominals; ote nian consuncién; no tenan dolores de cabeza: En aguel tempo el transcurrir de la humanidad era ordenado. Los extrahen Jo wansformaron cuando legaron aqui” Seria fécil atribuir estas palabras a Ia nostalgia que Jos con- quistados sienten siempre de Ios tiempos anteriores a la apari- ién de Jos conquistadores, pero Ia afirmacién es en buena parte verdadera. Durante el milenio anterior a la época en que los curopecs empezaron a utilizar tanto el compas como las carabelas de tres méstiles, y revolucionaron asi Ia historia del mundo, Ios hombres se trasladaban lentamente, muy de vez en cuando, distancias largas, y rara vez a través de los grandes ovéauus. Vivian en el mismo continente donde habtan vivido sus abuelos, y excepcionalmente provocaban violentos y rapidos cambios en el delicado equilibrio que existia entre ellos y su medio ambiente, Las enfermedades tendian a ser endé- micas, mas que epidémicas, aunque es cierto que el hombre no habia logeado todavia una perfecta adaptacién a sus pard- * The Book of Chilam Balam of Chuyemel, tans, Ralph L. Roy, ps conguistapor ¥ PESTELENoIA 4 silos micrascépicos. Las mutaciones, los cambios ecolégicos y Jas migraciones transportaron la Muerte Negra a Europa y po- cos seres humanos alcanzaban la proverbial edad de setenta afios sin haber sufrido las enfermedades epidémicas, Sin em. bargo, Ia estabilidad ecolégica si tendié a crear una especie rudimentaria de tolerancia reciproca entre el huésped humano y sus pardsitos, La mayoria de los europeos, por ejemplo, sobre. vivfa al sarampién y a Ia tuberculosis, y la mayoria de los africanos occidentales a la fiebre amatilla y la malatia. Las migraciones de los hombres con sus enfermedades son Ja causa principal de las epidemias, Y cuando estas migracio- nes tienen lugar, aquellas criaturas que han estado largo tiem. po aisladas son las que més sufren, puesto que st material genético esté menos acostumbrado a las diversas enfermedades del mundo. Entre las principales divisiones del homo sapiens, tal vez con excepcién del aborigen australiano, el indio ame. ricano fue quien tuvo, con toda probabilidad, el peligroso pric sio de ser el que habia estado més aislado del resto de la humanidad. Los historiadores de la medicina suponen que entre Jas enfermedades més mortiferas que existen son pocas las originarias de América.* Estos asesinos egaron al Nuevo Mundo con los explora ores y los conquistadores, Las enfermedades fatales en el Viejo Muuclo mataban con més efectividad atin en el Nuevo y las ue eran relativamente benignas alli, aqui se transformaron en mortales, Resulta apenas exagerado Jo que afirmaba en 1699 tun misionero alemén, quien decia que “los indios mueren con tanta facilidad, que la simple visién y olor de un espaiiol es causa en ellos de entregar el alma a Dios” 2 P.M, Ashburn, The Ranks of Death. A Medical History of the Gonguest of Ameria, passim; Henry Hl. Scott, A History of Tropical Mads, cine, 1:126, 265; Sherbume F. Gook, “The Intidence aad Siptitcare ot Disease Among the Aztecs and Related Tribes”, p. 31, 395; Jehan Vell, “Causas bioldsicas de Ia desaparicién de los indios americas’. >. 97.05 Woodrow Borah, “America as Model: ‘The Demographic Tmpact of Europea, Expansion upon'the Non-European World”, 379387. * Cltado en B. Wagner Stern y Allen Ey Stearn, The Effect of Small os on the Destiny of the Amerindian, p. 17, 42 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO EL periodo mAs espectacular de mortalidad de los indios americanos ocurrié durante los primeros cien afios de contacto con los europeas y africanos, Casi todos los historiadores con- temporneos de los asentamientos més tempranos, desde Bar- tolomé de las Casas hasta William Bradford, de Ja plantacién de Plymouth, se asombraron de las rachas de epidemias que tenfan lugar entre las poblaciones nativas de América, En Mé- xico y Peri, a donde legaron europeos y afticanos en mayor niimere —y por Jo tanto, hubo mas contacto con et Viejo ‘Mundo— y en donde las crénicas de los sucesos se guardaron con més cuidado que en otras dreas de América, los registros muestran alrededor de catorce epidemias en el. primer sitio mencionado y, mas 0 menos, diecisiete en el segundo, en l periodo que comprende de 1520 a 1600.* Los anales de los comienzos del imperio espafiol estén Henos de quejas acerca del catastréfico decrecimiento de la poblacién nativa de América, A comienzos del siglo diecisiete, cuando An- tonio de Herrera escribié su voluminosa historia de este im- perio, registré como una de las principales diferencias entre el Viejo Mundo y el Nuevo las escasas defensas de los nativos del iitimo con respecto a Jas enfermedades, especialmente la viruela. Las mujeres indigenas, escribié, sucumbfan de manera especialmente ripida, pero rara vez contagiaban a alguien de ‘origen europeo. Los indios Megaron a enfurecerse tanto por Ja invulnerabilidad de los espafioles a las enfermedades epi- démicas, que amasaban el pan de sus amos con sangre infec- tada y arrojaban caddveres en sus pozos —aunque con poco resultado. Probablemente las victimas de las enfermedades fueron més cn las ticrras montafiosas densamente pobladas de Nueva Es- pafia y Peri pero, en proporcién con la poblacién residente, Ja cantidad fue mayor en las calientes y himedas tierras bajas. Para 1580 las enfermedades, con ayuda de la brutalidad espa- 4 Charles Gilson, The Astees Under Spanish Rate, p. 448-451; Hency F, Dobyns, “An Outline of Andean Epidemic History to 1720", 1p. 494. ©" Antonio de Herrera y Tordesiat, Hivtoria general, 2:35: Chasles Gibson, Spain in America, I-14. CONQUISTADOR Y PESTILENCIA B fiola, habjan matado o expulsado a Ja mayora de los habitan- tes de las Antillas, de las tierras bajas de Nueva Espafia, de Perg, y del litoral catibefio: “el habitar estas costas e3... tan desgastante y condenado, que de treinta partes de la gente que alli vive, veintinueve estin muy mal y sucede como con el resto de los indios, que en poco tiempo decaen”* ‘A menudo se ha sugerido que los altos rangos de morta- lidad que produeian estas epidemias postcolombinas se debi ron al trato brutal que los europeos daban a los indios mas que a la carencia de éstos de resistencia 2 las enfermedades importadas, Pero los primeros cronistas relataron que las epi- demias que aparecieron en cierias areas det Nuevo Mundo, in- mediatamente después del arribo de las gentes de Europa, fue- ron las peores 0, por lo menos, de las peores; y la explotacién ‘ain no habia tenido tiempo de destrozar la salud indigena, Las erénicas muestran que el contacto de varias genera: ciones de indios con los europeos y africanos no condujo a la destruccién total de los primeros, sino solamente a una aguda disminucién de su ndmero, seguida luego por un renovado cre- cimiento.* Las relaciones entre estos fenémenos son demasiado complejas para que pucdan scr explicadas por una sola teorfa, Sin embargo, su secuencia es perfectamente compatible con 8 José de Acosta, The Natural and Moral History of the Indies, 1:160. Para referencias expecificas sceica del despoblamiento, véase Antonio Vla- ‘ues de Espinosa, Compendium and Description of the West Indies, parse fon, 98, 102, 113, 271, 279, 894, 329, 685, 698, 994, 945, 1025, 1073, 10}9, 10st, 1102, 1147, 1169, 12i7, 1392, 1342, 1584, 1400, 1693; 1652, 1685, 1852, 1864, 1894, 1945, 1992"y 2050. Puede hacerse una interesante comparecién entre Ia Apérica espaiiola y las Filipinas espafolas, Los abo- figenes de amhas sulcicton la explotacion, pero tubo menos epidemics y ‘mucho menos despoblamicuto en las Filipinas, El contacto entte estar islas Ya Gerra fieme de Asia habia exitide por muchas generaciones, loe Sli Dinos bablan adquidido las inmunidades de la tietta firme, Véase Joha L, Phelan, The Hispanization of the Philipinet, p. 103-107; Emsaa H. Bla y James A. Roberton, eds, Philippine Islands, 12:511;'19:71; 205209; 2:93.98; 542200, * shesbume F. Cook y Woodrow Borah, The Indian Population of Central Mesica, 1521-1610; Sherturne F. Cook y Woodvow Boral, The Aboriginal Populetion of Central Mexico on the Eve of the Spanish Gonguest. “4 HL -INTURCAMBIO TRANSOCEANICO Ja que afirma que los indios tenian poca o ninguna resistencia hacia muchas de las enfermedades traidas del Viejo Mundo, y fue asi como, al principio, murieron en grandes cantidades a causa de ese contacto con los inmigrantes de Europa y Africa, Cuando perecieron los menos resistentes, Ia mezcla de sangres entre los sobrevivientes més fuertes y, en una cantidad no medida, con los inmigrantes, condujo al comienzo de la recu- peracién de ta poblacién, ‘Los registros de la historia médica de América durante el primer periodo postcolombino nunca fueron guardaclos cuida- osamente y desde entonces muchos se han perdido; sin em argo parecen mostrar una cantidad mayor de epidemias, ca racterizadas, asimismo, por un rango de mortalidad mayor incluso del que era tipico en la insalubre Europa de exe tiempo. La primera epidemia fue una muy fuerte, que comenz6 en 1519 en las Antillas Mayores y avanz6 a través de México y América Central, egando —con toda probabilidad— hasta Peri. Caus6 “ciertamente 1a pérdida més severa de poblacién aborigen ocurrida de una sola vez”, segiin afirma un experto que ha examinado su historia cuidadosamente.* Esta epidemia es Ja mejor documentada de todas Jas primeras pues de las ‘otras no tenemos més que retazos de informacién, A princi de Ia década de 1550, Hans Staden, un cautivo de los tup namba de Brasil, se salvé —irénicamente— de la muerte gra- cias a lo que pudo haber sido una cpidemia, al convencer al jefe Tocal de que la enfermedad que habia matado a. tantos indios habia sido enviada por el Dios cristiano en castigo por sn intencién de comérsclo, En 1552 una enfermedad respira- toria eliminé a muchos natives de los alrededores de Pernam- buco. En la misma década, la epidemia estall6 entre los ham- Dreados franceses de Rfo de Janeiro, se extendid hasta. las misiones indigenas de las cercanias y maté a ochocientos indios. En_ 1558 Ia pleuresia y ef flujo sanguinolento se esparcicron a To largo de la costa desde Rio a Es Santo, En 1558 y 1560 la virucla arribé al Rio de, 1a Plata y acabé con millares © Dobyns, “Andean Epidemic History, p. 5M, CONQUISTADOR Y PESTILENGIA 45 de indios sin tocar a un solo espafol. La viruela llegé a Brasil durante 1562 y 1563 y terminé con decenas de miles de dejando a los portugueses libres de todo dafio. En algu- nas aldeas no quedé nadie sano, en condiciones de atender a los enfermos, “ni siquiera alguien que pudicra ir a la fuente a buscar una cubeta de agua’? Los ingleses fueron portadores de la enfermedad tan efi« ientes como los latinas, En 1585 sir Francis Drake ditigid una gran expedicién en contra de las posesiones espafiolas de ultramar. Sus hombres enfermaron de una fiebre muy contagiosa —probablemente el tifus— en las Islas de Gabo Verde y Ia trae Jeron consigo al Caribe y la Florida. La enfermedad se des- arramé entre los indios de los alrededares de San Agustin y “la gente nativa... moria muy répidamente y decian entre ellos que era el dios inglés quien los hacia morir asi”. En 1587, los ingleses fundaron una colonia en la isla de Roanoke, unas millas al norte de San Agustin. Los coloniza- dores observaron que su legada produjo de inmediato un efecto fatal para muchos indios de Florida; este diagnéstico fue si- milar, en términos de filosofia médica, al expresado por los mismos indios. Thomas Hariot escribié que no hubo villa ine digena donde se hubiera mostrado hostilidad, abierta 0 en- cubierta, pero en los escasas dias posteriores a nuestra partida de todos e308 poblados, aquella gente empezé a morir muy rapidamente; en algunas villas muriezon alrededor de veinte indios, en otras renta, en otras sesenta, y en una incluso més, Io que en verdad era mucho en relacién a su nimero... La enfermedad era también tan extrafia que ellos no sabian qué era ni eémo © Hans Staden, The True History of His Captivity, rans. Maleolm Letts, p. 85.89; Alexander Marchant, From Berter to Slavery: The eo homie Relations of the Portuguese and Indians in the ‘Settlement of Brew, 1500-1580, p. {16-1173 Claude LisiStrauen, a World on the Wane, po 07; Tuan Lépéz de Velasco, Geografia y deveripeién universal de los Indias, 552, David B. Quinn, ed, The Roenoke Voyages, 1:370, 46 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO curarla; segiin el relato de los més ancianos de la regién munca antes habia ocurrido, desde los tiempos que recordaban.** Los nativos de lo que hoy es la costa atléntica de Canadé habian entrado en contacto con los curopeos —pescadores y comerciantes en picles— desde principios del siglo dieciséis, mu ‘cho antes que los ingleses intentaran la colonizacién en Roano- ke 0 cualquier otro sitio de América, Entre tales tribus el des poblamiento era ya evidente en la época del_asentamiente francés. Las Relaciones jesuitas contienen un informe fechaclo en 1616 del que ha sido extrafdo ct siguiente parrafo. En é se sefiala que los indios estin asombrados y se qusjan fecuentemente de que deste que Se aeslan tenth tifico con lor francescsestin muriendo Tapidamente ya poblacén disniouye, Pues afrman que antes de ea soencon e intecamblo sido pales a sup pulesos yeuentan ebmo a medida que han comenzado a Traicar con nosotios, una a unay las diferentes cota, se ha tisto mis y mis reducias por ia enfermedad Estos indios miraban con envidia el sur, Nueva Inglaterra, donde las tribunos no disminuian, El turno de los armouchiquois, como les Hamaban los indios canadienses, Heg6 el afio mismo en que fue escrita esta crénica, En 1616 y 1617 una pest arrasé Nueva Inglaterra limpiando los bosques, segtin palabras de Cotton Mather, “de esas pemiciosas criaturas, para hacer espacio a una raza mejor”. Cualquiera que fuese Ia enferme- dad, los europeos eran inmunes a ella, El pufiado de blancas que pass cl invierno de 1616-1617 con los indios de Ta costa le Maine “yacen en Jas cabinas junto con los moribundos, [pero] ninguno sintié ni una vex que le doliera Ia cabeza six quiera, mientras permanceian alli”, La tribu massachusetts re- sulté exterminada casi por completo, despobléndose el Area de a Bahia de Plymouth justo en el momento en que Ios perce 4 Tider 1 Gitndo en Alte’ G, Bailey, The Conflict of European and Faster Atgontinn Cultures, 15041700: A Study in Conadian Ciotizetion, p18. CONQUISTADOR Y PESTILENCIA 47 grinos decidfan venir a América, La misma cpidemia barrié también los alrededores de la Bahia de Boston. Un curopeo que vivia en esa zona escribi6 en 1622 que los indios habian rmuerto en muchedumbres mientras yacian en sus easas; y los Vivos, que podian valerse por si mismos, habian huido eorriendo y dejindolos movir, abandonando les esqueletos por el suclo, sin seputtura... Y"Tos huesos y eraneos en los distintos sitios de sus viviendas efan un especticulo tal, después de mi llezada a csas regiones que, mientras viajaba por la floresta cerca. de Massachusetts me parecia haber encontrado un mucvo él gon No hay necesidad de continuar esta Ikigubre enumeracién. Los relatos de todos los europeas que tuvieron un contacto prolongado con Ios nativos de América estén enas de referen- cias acerca del devastador impacto de las enfermedades del Viejo Mundo, Los rusos, los itimos en Hegar, tuvieron la. mis- ma experiencia que los espaffoles, portugueses, ingleses y fran- ccoses; ¥ miles de aleuts, esquimales y ilingits fueron Hevados a Ja sepultura por las enfermedades que los promyshlenniki —tan sin intencién. como Ios conquistadores— trajcron consigo al ‘Nuevo Mundo.* La historia completa de las enfermedades del Viejo Mundo y su efecto sobre los habitantes del Nuevo abarcaria muchos volimenes. Nos fimitaremos a un estudio detallado de Ia pri- mera epidemia que se registré en América, cuya influcncia en la historia de este continente es incuestionable y tan espectacu- Jar como Jo fue la Muerte Negra en la historia del viejo con- tinente. Sabemos que las ficbres eruptivas —viruela, sarampién, tifus y otras similares— fueron de las primeras epidemias con mayor indice de mortalidad en América, La primera que lleg6 2 Gharles Francis Adams, Thee Bpirodes of Massachusetts History, 2. 18 Hubert Howe Bancroft, History of Alaska, 1730-1885, p. 380, 560. 568. 48 EL INTERCAMDIO TRANSOGEANICO y, segtin relataron los contempordneas, la mis mortifera, fue Ja viruela, Sin embargo, incluso hoy en dia, la viruela es oca- sionalmente diagnosticada de manera errénea como influenza, neumonfa, sarampién, escarlatina, sifilis, o viruela loca."* Hace ccuatrocientos aflos esos errores eran avin més comunes y quie- nics hicieron las estimaciones sobre las que debemos basar nuies- tros andlisis de Ia temprana historia de la viruela en América, no tenfan especial interés en los diagnésticos precisos. Aquellos primeros historiadores preferian alzar Ta vista al firmamento y comentar, como evidencia de Ja ira divina, los muchos pecados que habfan atraido a tales epidemias que describirlas con cierto detalle, También debemos tener en cuenta que las condiciones que facilitaban la difusién de una enfermedad generalmente fomentaban asimismo la de otras y que “muy rara vez hay una epidemia pura de una sola enfermedad”. Por ejemplo, la neu- ‘monfa y Ia pleuresfa a menudo siguen a la viruela, abatiendo a aquellos que esta thima debilité.* Més atin: aunque la palabra espafiola viruela, que apa- rece una y otra vez en las erdnicas del siglo dieciséis, casi inva~ riablemente es traducida al inglés como smallpox, especifica- mente significa no la enfermedad en st sino su sintoma més obvio, la apariencia gramujienta y pustulosa, Por consiguiente, Ja generacién de los conquistadores pudo haber usado el tér- mino viruela para referirse al sarampién, la viruela loca 0 el tifus, Debemos recordar también que la gente del siglo diecistis no tenfa una mentalidad estadistica, por lo que sus estimaciones sobre el niimero de muertos a causa de las enfermedades epi- démicas median més estrictamente sus emociones que las cifras de los que realmente murieron. Cuando el espafiol del siglo dicciséis sefils y dijo virueta, o que vio y queria decir fue, generalmente, smallpox, aunque cn algunas ocasiones fue perfectamente capaz de distinguir entre diferentes enfermedades: por ejemplo, lamé a la epidemia de 1 ©. W, Dixon, Smallpox, p. 68. W Franklin H. "Top et al, Communicable and Infectious Direaser, p. 515; Hans Zinsser, Rats, Lice and History, p, 87-88, | I conguistapor ¥ PESTILENCTA 49 1531 en América Central sarampién —measles— y no viruela** Podemos basamos en la presuncién de que Ia viruela fue la enfermedad més importante entre las primeras de que se tiene registro en la historia de América, En las naciones industrializacas det siglo veinte la viruela ha sido controlada con tanta eficacia mediante la vacunacién y Ja cuarentena que pocos norteamericanes 0 europeos la han visto siquiera. Pero cs una antigua acompafiante de la huma- nidad y una de Jas enfermedades mas comunes en Europa da ante la mayor parte del tiltimo milenio, Se creyé con razén durante mucho tiempo que era una de las més infecciosas, La viruela se contagia generalmente a través del aire, por medio de gotitas o particulas de polvo; el views entra en el nuevo huésped por las vias respiratorias. Hay muchos casos de per- sonas que han contraido la enfermedad al visitar un hospital, por el solo hecho de respirar el aire de una habitacién en la que habia alguien enfermo." Puesto que ¢ muy contagiosa, antes del siglo diecistis gene- ralmente se creia que era un mal necesario de la nifiez, como hoy lo es el sarampién. A veces el tinico grupo grande que no se contagiaba era aquel que relativamente no habia estado ex- puesto a clla: los j6venes. Incluso entre los nifios espaiioles del siglo diccistis la viruela era tan comin que Ruy Diaz de Isla, un médico escritor, relaté que una vez habja visto a un enfermo de veinte afios “y que nunca antes la habia tenido”.** Donde Ja virucla ha sido endémica, ha resultado un asesino seguro, constante, responsable del 3 al 10 por ciento de las muertes, Donde azot6 a grupos aislados, el porcentaje fue terri- ble. Bl andlisis de las cifras de unos veinte estallidos de virnela muestra que Ia mortalidad en una poblacién sin vacunar es de un 30 por ciento aproximadamente. Puede suponerse que en grupos que no han tenido ningiin contacto previo con la viruela, H Donald B, Cooper, Epidemic Disease in Mexico City, 1761-1819, p, 07-08 Rail Porras Bavrenochea, ol, Cartas del Peri, 15281549, ps 22, 24, 88, 45. 4% Dison, Smallpox, p. 171, 299-901, 3 Ashburn, Ranks of Death, p86 50 BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Gta afectané a casi la totalidad de sus individuos. En 1707, cuan- do aparecié por primera vez en Islandia, en el curso de dos afios murieron 18 de los 50 mil habitantes.” las Mayores y fas Bahamas fueron Jos primeros grupos del Nuevo Mundo que entraron en con- tacto con Jas razas blanca y negra y sus enfermedades. Ya desde el primer dia del desembarco, en 1492, Colin not6 que son muy poco hébiles con los brazos... [y} todos podian ser sojuzgadas y obligados a hacer lo que uno quiere”.** Estos arawakos vivieron lo suficiente como para. proveer a los espaiio- les de la primera generacién de esclavos en América y, a las enfermedades del Viejo Mundo, de su primera cabeza de playa en el Nuevo. Oviedo, uno de los tempranos historiadores de América, cstimaba que en Santo Domingo vivia un millén de indios cuando arribaron Jos europeos a fundar su primera colonia permanente cn el Nuevo Mundo. “De todos ellos”, escribié, y de todos los que nacicron después, no es de creer que alcan- cen la cifra de 500, entre nifios y adultos, ahora, en este afio de 1548, que sean nativos, descendientes o del linaje de aque- los primeros”.* No sélo los iiltimos historiadores protestantes de Ia escuela de ta “Leyenda Negra” sino también los escritores espafioles de Ia época, como Oviedo y Bartolomé de las Casas, han acusado a In crueldad espafiola de la destruccién de los arawakos. No eabe duda que los primeros espafioles explotaron brutalmente a los indios, pero obviamente no al punto de matarlas puesto gue los primeros colonizadores tuvieron que batallar con una escascz erénica de mano de obra, y los necesitaban. La enfer- medad se presenta como una explicacién ms légica para la extincién de los arawakes porque tenfan, como los otros indios, ® Dixon, Smallpor, p. $25; John Duly, Epidemics ix Colonial America, p. 2022; Steam y Steam, Eifect of Smallfor, p. 14. ‘i Samuel Eliot Morison, Admiral of the’ Ocean Sea, A Life of Chri {topher Columbus, 1: 804-305 % Gonzalo Fernindez Oviedo y Valdés, Historia general y natural de lag Indias, 2a, ed, 1:66.67. CONQUISTADOR ¥ PESTILENCIA ot poca inmunidad a las enfermedades del Viejo Mundo. Puede admitirse que su resistencia fue a la par debilitada por Ia explo- tacién espafiola. ‘Sin embargo es interesante obscrvar que durante cl primer cuarto de siglo después del primer viaje de Colén no hay cerénicas sobre cpidemias masivas de viruela entre los “indios de las Antillas, Las poblaciones decrecieron mucho debido, con toda probabilidad, al trabajo excesivo, a otras enferinedades y a uma generalizada ausencia del deseo de vivir después de haber sido destrozada toda su cultura por Ja invasién extran- jera.” gPero cémo explicar esta ausencia de Ia viruela siendo los indlios tan susceptibles y arribando constantemente a Santo Domingo barcos con curopeos y africanos del pestilente Viejo ‘Mundo? La respuesta reside en la naturaleza de la enfermedad. Es mortal, pero su desarrollo es muy rapido en cada paciente. Después de un periodo de incubacién de alrededor de doce dias, el enfermo sufre de fiebre alta y vémitos, los que son seguidos, tres 0 cuatro dias después, por la caracteristica erup- ci6n, En los enfermos que no mneten, estas péstulas se secan cn una semana o diez das y forman costras que pronto se caen dejando las desfigurantes marcas que definen la enfermedad, EI proceso completo dura alrededor de un mes, después del cual el enfermo mucre 0 queda inmunizado al menos por algu- nos afios, Tampoco existe un transmisor animal —como la pulga en el caso del tifus y cl mosquito en el de la malaria— de la viruela, la que se transmite de ser humano a ser humano, ni Jos enfermos son contagiosos por largo tiempo como succde, por ejemplo, con la tifoidea y Ia sfilis, No cs una simplifica- cién el afiuimar que, 0 alguien uene viruela y puede contagiarla, © no la tiene y por consiguiente no puede transmitira, Gon excepcién de Tos nifios, Ia mayor parte de los europeos y_ sus esclavos ya habfan padecido la viruela y estaban inmue nizados, al_menos parciatmente, y durante las primeras déca- das después del descubrimienta fue muy poca la poblacién © biden; Colecién de documentos inéditosrelativor ol descubrimiento conguista y colonizactin de las potesiones eipafiolas en Amtvice y Oceania, 1426, * , " 92 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO infantil que navegé hacia América, El viaje duraba varias se- ‘manag, asi que incluso en el caso de que un inmigrante o un marinero contrajera la viruela el dia que se embarcaba, Io mis probable era que muriera o se librara del virus antes de arribar a Santo Domingo. El calor hiimedo y el fuerte sol, caracteristicos de un viaje por mares tropicales, eran particu- larmente mortiferos para el virus de Ta virucla. La carencia en cl siglo dieciséis de medios répidos para cruzar el Atléntico demoré Ja entrega del peor obsequio que el Viejo Mundo le hizo al Nuevo. | Este obseqquio fue retrasado, pero nada més. Un viaje espe- cinlmente veloz, Ia presencia en una nave de varias personas no inmunizadas que podian transmitirse la enfermedad una a ‘otra mientras Iegaban a su destino, costras de viruela en las que el virus podia sobrevivir durante semanas, accidentalmente empacadas en un fardo de telas: cualquiera de estos. mé pudo traer la enfermedad a la América expaftola.* En diciembre de 1518 0 enero de 1519 aparecié entre los indios de Santo Domingo una enfermedad que fue identifi- cada como Ia virucla, traida de Castilla, segtin Las Casas, Atacé a pocos espafioles, ninguno de los cuales murié, pero ceausé estragos entre los indios. Segtin informaron los expaiioles, cexterming entre un tercio y la mitad de la poblacién indigena, Las Gasas, quien munca fue amigo de disimulos, aseverd que Ja epidemia no dejé més de un millar de indios con vida “de Ia enorme cantidad de gente que habia en esta isla y que hemos visto con nuestros propios oj0s". | Sin lugar a dudas, estas estadisticas deben ser cuestionadas, pero no estén demasiado alejadas de toe rangos de mortalidad que produjeron otras epidemias de virucla y coinciden con el 2, Badin e ly Vins and Rite Dters, 1 Disc, Smart e709, 246295, 90, 905 Jeogues Me My, Bai i Dice espn ph, © Cael de dottmento init, 1-907, 969-970, 429; Coleen de vary dotametos para fe hidora ta Plrida'y teas jucts, {Sit ey Marlon de Tas Came, Obras xogdor de Barotome de Let Gone, 22488 conguistapor Y PrsmENarA 33 juicio de C. W. Dixon, quien afirma que las poblaciones que no han sido tocadas por Ta virucla durante generaciones tien- den a resistir Ia enfermedad con un éxito menor que aquellas que han tenido, por lo menos, un contacto ocasional con la misma. Més atin, Ia epidemia de Santo Domingo no fue una atipica epidemia pura. Segrin parece, fue acompafiada de mo- Kestias respiratorias (romadizo), es posible que del sarampién, asi como de otras asesinos de indios. Probablemente el hambre también cobré su parte debido a Ja falta de gente en condi- ciones de trabajar el campo. Aunque ningtin epidemidlogo 0 demégrafo del siglo veinte consideraria estas estadisticas del dicciséis completamente satisfactorias, con mucha probabilidad son crudamente exactas.? En cuestin de dias, después de aparecer la viruela en Santo Domingo, ésta surgié en Puerto Rico. No mucho después los arawakos perectan de una muerte espantosa y poco comtin a lo largo y ancho de las Antillas Mayores*" En ese momento, ya aplastados por un cuarto de siglo de explotacién, llevaron a cabo su iiltima tarea sobre Ja tierra: actuar como una reserva de pestilencia en el Nuevo Mundo, misma de la que los con- quistadores tomaban invisibles aliados biolégicos para su asalta al continente. Segiin parece, la viruela viajé muy répido de las Antillas a Yucatén, El obispo Diego de Landa, el principal informante espafiol sobre Ia gente de Yucatan del siglo diecists, relaté que una ver, al finalizar Ia segunda década de Ia centuria, “los diezmé una pestilencia, caracterizada por grandes pristulas que pudrfan sus euerpos con una gran hediondez, de modo tal que los miembros se les cafan en pedazos en ctiatro 0 cinco dias. El Libro de Chilam Balam de Chumayel, escrito en Jengua maya con alfabeto europeo después del asentamiento ‘espafiol en Yucatén, también registra que en Ia segunda déca- * Colecciim de documentos inéditor, 1:368, 397-398, 420-429; Dixon, Smalipes, p. 317-318, 325, 4% Pablo Alvarez Rubiano, Pedrarier Dévita, p. 6083 Coleccién de va ios documentos para Ta historia de le Florida, 1:45, 54 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO da “fue cuando ocurrié ta erupcién de pistulas. Era ta vit ucla”, Se ha especulado acerca de si la enfermedad llegé con los espafioles que naufragaron en la costa de Yucatan en 1511 © con los soldados y marineros de la expedicién de Hernéndez de Cérdoba que navegaron a lo largo de Ia costa yucateca en 1517. Ambas explicaciones parecen poco probables, pues In viruela no aparecié en las Antillas Mayores —Ia fuente més verosimil de cualquier epidemia en el continente— sino hasta fines de 1518 0 principios de 1519, De todas formas, existen evidencias de que la epidemia de Santo Domingo se habria desparramado por el continente antes de la invasién de Cortés a México, Por Jo tanto, la violenta epidemia que alli se desaté en ese momento puede haber provenido. de dos vias —desde Yucatin por el norte y el oeste, y directamente desde Cuba al centro de México, traida. por Jas tropas de Gortés.** No es necesario relatar nuevamente ef melodrama de Cortés y la conquista de México, Después de ocupar ‘Tenochtitlan y derrotar al cjército de su rival, Narvées, Cortés y sus tropas tuvieron que abrirse camino fuera de la ciudad y hacia el re- fugio de Tlaxcala, luchando, Ya mientras los espafioles estaban en retirada aparecié un aliado més formidable que los tlaxcal- tecas, Afios més tarde, Francisco de Aguilar, antiguo seguidor de Cortés convertido luego en fraile dominico, contaba asi la terrible reticada de la Nocke triste: “Cuando los cristianos estaban exhaustes por la batalla, Dios consideré adecuado en- viar la virucla a los indios y hubo wha gran pestilencia en la ciudad..." Con los hombres de Narvéex habla venido un negro enfer- mode virucla “y él contagié al caserio de Gempoala donde estuvieron acuartelados; y se extendié de un indio a otto, y ellos, al ser tan numerosos y comer y dormir juntos, contagia~ 1 Diego de Landa, Landa’: Relacién de lar Cosas de Yucetén, trans Alfred M.'Toreer, p42} Book of Chilam Balam, p. 138. SH Patricia de Fuentes, ed. and trans, The Conquistadors. First-Person “Accounts of the Conquest of Mexico, p. 158, Acerca del argumento de que jue sarampisn y no viruels, véase Horacio Figueroa Marroqvin, Fnfermeda- des de lor conquistedores, p. 49-67. ere CONQUISTADOR Y PESTILENCIA 58 ron répidamente a todo el pais”. Antes, los mexicanos nunca hhabian visto Ia viruela y ni siquiera tenian Ios escasos conoci ‘mientos de los curopeos para combatirla, Bemal Diaz del Cas: tillo, el antiguo soldado cronista, lam6 al negro “dosis de medicamento muy negro [para México] porque por su causa todo el pais fue azotado con gran cantidad de muertes”.” Posiblemente estaban actuando juntas varias enfermedades. Poco después de Ja retirada de Tenochtitlan, Bernal Diaz, in- mune a la virucla como la mayoria de los espafioles, “cstuvo muy enfermo, con ficbre y vomitando sangre”. Las fuentes aztecas mencionan Ia dolorosa tos que padecian Ios enfermos de viruela, Jo que hace pensar en una complicacién respira- tora como neumonia o en una infeccién de estreptococes, ambas frecuentes entre las_victimas de Ia primera. En los afos de 1520 y 1521 muchos cakchiqueles, en Guatemala, fueron derribades por una devastadora epidemia cuyo sintoma mas cevidente eran unas espantosas hemorragias nasales. Fuera la aque fuese, esta enfermedad pudo haberse presentado junto con Ta virucla en et centro de México.” Los triunfantes aztecas no supusieron que los espafioles re- tomnarian después de su expulsién de Tenochtitlan. Sin cmbar- go, los sesenta dias que duré la epidemia en Ia ciudad dicron a Cortés y a sus tropas un respiro imprescindible para reorga- nizarse y preparar un contraataque, Cuando la enfermedad amainé comenz6 el ascdio de Ia capital azteca. Si la epidemia 10 Bernal Diaz del Castillo, The Bernal Diaz Chronicles: The True ‘Story of the Conquest of Mexico, trans. Albert Idell,p. 250; Diego Dursn, The Aatects The Hitory of the Indies ix New Spain, wavs. Dosis Heyden tod Remnando Hureasiua, p. 325; Francie Lper de Otiata, Corte the Life of the Conqueror by His Secretary, wang. Lesley Byrd Simpson, p. 204 5 Toribio Motoliat, Motolinia's History of the Tndians of New Spain, wn, Bizabeth A. Foster, p. 38; Bernardino de SahagGn, Florentine Codex jeneral History of the Things of New Spain, trans. Arthur J. O. Anderson and Charles E Dibble, 9:4 2 Anates de Tlatelolco. Unos anales hstéricor de le naciin mexicana 3 Chdive de Tlateloleo, p. 64; The Annale of the Cakehiquete and Title of the Lords of Totonicapan, trans. Adrian Recinos, Dioniscin José Chonay fand Delia Goets, p. 115-116: Bedson, Virus, p. 155; Diaz del Castille, Glironicles, p. 289; Miguel Leén-Portlla, ed, The Broken Sart: The Aztec Account of te Conguest of Mexico, p. 182} Top, Disears, p. 513. 56 EL INTERCAMBIO TRANSoGRANICO no hubiera cxistido, Jos aztecas, con su potencial guerrero in facto y sus combatientes inflamados por la victoria, podrian hhaber derrotado a los espafioles, y Ia vida de Cortés habria acabado bajo la hoja de obsidiana del cuchillo de un sacer- dote de Huitzilopochtli. Es evidente que la epidemia debilits Ja resistencia de Tenochtitlan. ‘Tal como ocurrié, el asedio con. finu6 durante setenta y cinco dias, hasta que los muertos en combate, de hambruna y de enfermedad —probablemente de viruela— Hegaron a sumar muchos miles. Cuando la ciudad cayé, “las calles, plazas, cass y patios estaban repletos de cuerpos, de modo tal que era casi imposible pasur. Cortés mismo se enfermé del hedor que llegaba a sus narices”* ‘Una temprana epidemia golpeé también al Peri y a las tierras altas de los Andes; si ta misma fue de viruela es muy probable que haya legado a través del istmo de Panamé, tal como lo hizo Francisco Pizarro. La documentacién que existe acerca de la historia de Panam4 durante los primeros afios después de Ia conquista no es tan amplia como Ia de México @ las regiones incas, porque en el istmo habia menos riquezas y carecia de una poblacién indigena civiizada que pudiera apren- der el alfabeto de los frailes y escribir sw propia historia. Pero si sabemos que entre los indios de América Central, en las pri- meras décadas del siglo dicciséis, se produjo Ja misma apabu- Hlante mortalidad que habfa tenido lugar en México y en las Antillas. La historia médica registrada del istmo comenz6 en 1514 con 1a muerte, en un mes, de setecientos pobladores de Darién, vietimas del hambre y de una enfermedad no iden- tificada, Oviedo, que estuvo en Panam& en la época de mayor mortalidad, estimé que entre 1514 y 1530 tmurieron mée de dos millones de indios, y Antonio de Herrera nos cuenta que en ese siglo, y exclusivamente en las poblaciones de Panam, muricron de enfermedad cuarenta mil almas, en un periodo de veintiocho afios, Otros cronistas escribieron acerca del des- Poblamiento de “cuatrocientas Ieguas” de tierra que habfan 3 Hernando Costés, Five Letters, tans, J. ayardl Morris, p. 2263 Diaz del Castillo, Chronicles, 405-406; Lépex de CSmara, Corts, 205% 208, LeénePoxtills, Broken Spears, p. 92; Sahagin, Florentine Codes, 1 "STADOR Y PESTILENCIA 87 cong “hormigueado” de gente cuando legaron por primera vez los espaiioles.™ Qué aniquilé a los indios alli? Los contempordneos y mu- chos historiadores adjudican el exterminio a las matanzas que levé a cabo Pedrarias Davila, quien ejecuté a Balboa y go- berné los primeros asentamientos espafioles en América Cen- tral con mano tan dura que fue odiado por todos Jos princi- pales cronistas de la época, Sin embargo, puede argumentarse con razén que Dévila no fue un carnicero de indios peor que Pizarro, puesto que la mortalidad entre los indios del istmo durante Jos afios de su poderio es semejante, en lo elevado de las cifras, a Ia ocurrida donde quiera que los espafioles Megaron.** En 1527, cuando se lev a cabo una investigacién en contra de Pedrarias, sus defensores sostuvieron que el ma- yor asesino de indios habfa sido una epidemia de virucla, Este testimonio es dificil de refutar, pues otro documento de 1527 hace mencién a la necesidad de importar esclavos aborigencs ala ciudad de Panamé, a Nata y al Puerto de Honduras, porque Ja viruela habia arrasado con todos los indios de esas regiones.* Los espafioles munca pudieron hacer mucho por mejorar Ja salud publica en Panama, En 1660, los gobernantes de la registraron como asesins residentes y molestos a la vie ucla, el sarampién, la neumonia, los abscesos supurantes, el tifus, las fiebres, Ia diarrea, el catarro, los furiinculos y la urti- caria de todo ello acusaban a’la importacién de vino peruano! * Sin embargo, de todos los asesinos que operaron & Coleccém de documentos inéditos, 37:200; Oviedo, Historia gene. ral, 29, ed, $:958, Para corroboracién, véase M. M. Alba'C,, Etnologie » poblaciin histérica, passim; Porras Barreneches, Cartes del Perd, ps 24, Lapes de Velasco, Geografie, p. 341; Relaciones hiséricas y geogrdlicas de América Central, p. 216-218. S Hevsera, Historia general, 9:50; Relaciones hitéricas y geogréfic " 5 Alves, Pedrerie Désita, p, 608, 619, 621, 628; Caeccin de docw- mentos para la historia de Costa Rica, 4:9, 5 Pascual de Andagoya, Narrative of the Proceedings of Pedveras Dévilo, rans. Clements R, Mavkham, p. 6; Colecciin de documentos infds 98 EL, INTERCAMBIO TRANSOCEANICO en Panamé, al principio, la viruela, sin lugar a dudas, fue la que causé mas mortalidad. Sin intentamos describir cémo Hlegaron por ver. primera Ias enfermedades del Viejo Mundo a las Areas surefias de Panamé, abremos de conformarnos con la ambigiicdad, los errores 7 el simple trabajo de adivinacién, puesto que las fiebres erupti- vvas que operaban ya desde bases continentales aventajaron a les espafioles, apresurdndose en direccién sur, desde el istmo hhacia el imperio inca, antes de Ta invasién de Pizarro, Mucho antes que ésta ocurriera, el inca Huayna Capac ya habia sido advertido de que los espaficles —"“animales marinos monstruo- sos, hombres barbados que viajaban sobre el mar en grandes casas”— avanzaban por la costa destle Panama, La facilidad de contagio de Ia viruela y de otras fiebres cruptivas era tal, que cualquier indio que hubiera tenide noticias de ios espa- fioles podria también haber recibido Ia infeccién, Los indios, biolégicamente indefenses, se convirticron ca portadores mucho ims eficientes que los espaitoles™ ‘Lo que afirmamos acerca de la primera epidemia postcolom- bina proviene por completo de la tradicién oral pues los incas no tenjan sistema de escritura, Tal es la razén_ por la que depen- demos de informes secundarios, hechas por espafioles y por indios nacidos después de la conquista, basados en la memoria tos, 17:219-202; Herrera, Historia general, 4:217; Scott, Tropical Medicine, 1si92, 288. 3" Garcilaso de la Vega, Firet Part of the Royal Commentaries of the Yneas, trans, Clements R. Markham, 2:436-457; Fernando Montesinoy Memovias antiguas, Htorialse del Peri, trans. Philip A. Meaus, p. 126 Pero Sarmiento te Guha, History of the Enevn, wun, Ckineats Te Markham, p. 187. Se ha sugerido que el orgen “de la gran epidemia en ‘euestin estuvo en dos hombres, Alouw de Molina y Gings, dejadoe ated: por Pizarro en Twinber durante el viaje de reconocimniento de 1327. Pedio era de Leén, The Incas of Pedro Cieza de Leén, ed. Vietor W. von Hagen, trans, Harriet de Onis, n. 51. Haya sido la epidemia de viewele fo de eavampién, esta explieaciSn cs inverosimil, porque estas enermedader fon de corta daracién ¥ no tienen un estado de portacién. La expedicién ‘tendo contacts con ¢ nas alll desde Tusibex Si ambos hombres contrajeron la vieuela o el sarampién, tal enfermedad ya debia haber existdo entee los indos. CONQUISTADOR Y PESTILENCIN 39 de Jos nativos y puestos por escrito afias, incluso décadas, des- pués de la epidemia de la década de 1520. Los pocos repor- {es con que contamos de la gran epidemia estin asociados con la imuerte de Huayna Capac, quien pas6 los iiltimos afios de su vida en campafias contra ios habitantes de lo que hoy es el norte de Perit y Ecuador, Fue alli, en la provincia de Quito, donde el inca recibié por primera vez noticias de una epidemiia que recorria sn imperio y alli también donde él mismo enfermé. Huayna Capac y sus capitanes murieron con asombresa rapidez, con “sus rostros cubiertos de costras”. De qué murieron el inca y sus capitanes? Garcilaso de la Vega, casi siempre una de nuestras fuentes més confiables, describe Ja muerte de Huayna Capac como consecuencia de “unos temblores, unos escalofrios... que los indios amaban chucchu, y una fiebre que denominaban rupu...” Cuatrocien- tos afios més tarde nos atrevemos a afirmar, sin temor a equi- vocarnos, que la enfermedad no era originaria de América. La mayor parte de los registros 1a Haman virucla, o sugieren que cra_viruela o sarampién. La primera parece Ia opcién mas probable, porque la epidemia se desatS en ese periodo en que los espafioles, que avanzaban desde lugares donde esa enfermedad estaba matando a multitudes, navegaron por pr ‘mera vez costeando Tas tierras de tos incas.* ®S Felipe Guamén Poma Ayala, Nueva corénica y buen govierno, p. 85- 6; Cieza de Lebn, Incas, p. 52, 258; Bernabé Cobo, Obras, 2:93; Garcilaso tle Ia Vegs, Royal Commentaries, 2:461; Martin de Murda, Hutoria Ge- eral del Perd. Origen 7 Dercendencia de lor Incas, 1: 108-104; Clements IR. Maskham, ed, and trans, Narratives of the Rites and Laws of the Teas, pp 110; Pedro Piaarro, Relation of the Discovery and Conquest of the Kingdom of Peru, t308. Philip A. Means, 1:196-198; Sarmiento de Gamboa, nutory of the near, pe 187-188: Miguel Cabello Valboa, Mirceinea antar= tice, ana historia del Perdantiguo, p, 393-394; Marcos Jiménez de Ix Espada, ed, Relaciones geoerdfieas de Indias Perd, 2:267. ‘gEwisia Ja virueln on Tar tierras ineas antes de 15207 Femando Mon- I esribie en el tglo diecisiete, aseveré que Capac Tita Yupanqul, tin petusne precclombina, murié de viniela durante wna epidemia general ‘de tea enfermedad. También algunce jemplares de la famosa alfare nataralita, mochiea muestra indios con paatulas y marcas que tienen tuna ‘ran semcjanza con las de a virucla. Pero Montesines es eonsiderado como tino de los histoiadores menor confiables de los tiempos incaicos, y existan tray variar enfermedades ativas, tales como las tervibles verrugas, que 60 EL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO Para cl lector del siglo veinte puede resultar facil sube mar el impacto de las epidemias de viruela en los imperios aateca e inca, Durante tanto tiempo hemos estado hipnotiza- dos por la intrepidez de los conquistadores que hemos observado superficialmente la importancia de sus aliados biolégicos. Gracias a los logros de Ja ciencia médica modema nos resulta dificil aceptar las afirmaciones det perioco de la conquista acerca de que la epidemia mataba de un tercio a la mitad dle las poblaciones a las que azot6, Toribio Motolinia preten- dia que, en la mayor parte de las provincias de México, “murié mis de la mitad de la poblacién; en otras, a proporcién fue poco menor... Ellos morian a montones, como chinches’”, La proporcién puede ser exagerada, pero tal vez no tanto como nos inclinamos a pensar. Los mexicanos no tenian nin- guna resistencia natural a esta enfermedad y es probable que también otras operaran silenciosa y eficientemente, ocultas de- tras de Ja viruela, A esto hay que agregar factores como la escasez de alimentos y Ia ausencia de las mis elementales pre- cauciones con respecto a Ia enfermedad. Motolinta escribié: “‘Mfuchos otros murieron de hambre, puesto que como estaban todos enfermos al mismo tiempo, no podian cuidarse unos a otros ni habia quien les diera pan o alguna otra cosa.” Nunca sabremos con certeza endl fue el promedio de muertes, pero segiin todas las evidencias debié ser enorme, Sherburne F. Cook y Woodrow Borah calculan que, por una u otra causa, Ja poblacién del centro de México disminuy6 de alrededor de 25 millones al comienzo de la conquista a 16.8 millones una década después. Esta estimacign refuerza nuestra confianza en la exactitud de Motolinia en general tienen un parceido dermatolégico superticial con Ia viruela, en la noroeste de América del Sur. Més ain, los sborigencs del imperio inca Contaron a Pedro Pizarro que ellos no abfan tendo conocimiento. dea Winuela en ns époeas preeslombinas. Montesinos, Memorias entigeay, p54; Pirarr, Relation, 1:196; Victor W. von Hagen, Realm of the Incas, p. 1063 Myron G. Schull, “A Thistory of Bartonells (Carsion's Disease)", ps 203. 515; véase también Raoul y Marie D'Harcourt, La Médicine dans Pancien POS EER'Y Borah, orginal Popattion, 9. 4, 09; Mota, History, . 285 Sahastin, Florentine Codes, 13:81. ‘conguistapor ¥ PESTILENGIA a Al sur de Panamé, en el impesio de los incas, nuestro Ginico medio para calcular la mortalidad de la epidemia de la década de 1520 es hacer conjeturas, La poblacién era densa y constituyé un medio idéneo para la transmisién y el cultivo de las enfermedades contagiosas. Si la dolencia que aparecié en la década de 1520 fue, segin parece, la virucla, ésta debe haber causado muchas victimas, porque dichos indios no tenian més conocimientos acerca de ellas que los mexicanos. La ma- yoria de nuestras fuentes sélo nos dicen que muchas murieron, Cieza de Leén da una cifra de 200000 y Martin de Muria, Jevantando las manos, habla de “‘infinitos millares”.** Estamos limitados a conjeturar. Jehan Vellard, estudioso de los efectos de Ia enfermedad en los indios americanos, afirma que en Peri y Bolivia, después de Ja conquista espaficla, las epidemias mataron a menos habitantes que en México, y sue giere como explicacién de este fenémeno las condiciones cli- miticas de los Andes. Pero la viruela prospera generalmente en climas frescos y secos. Es posible que los historiadores hayan omitido una estimacién de la primera epidemia y, por lo tanto, con seguridad, Ia peor peste postcolombina en las Areas incas, porque la misma precedié a la conquista." Alrededor de me. dio siglo después de Ia conquista, los indios de las cercanias de Lima sostenian que Jos espafioles no podrfan haberlos con- quistado si, pocos afios antes de la invasién de Pizarro, una enfermedad respiratoria no hubiera “consumido a la mayor parte de ellos”. ¢Fue este mal el gran asesino del imperio inca en la década de 1520?-Tal ver descubrimientas arqueo- légices nos den informacién més concreta en ef futuro, Ta epidemia no sélo mat6 a grandes cantidades de pobla- ciém en los imperies indigenas sino que afecté también a sus estructuras de poder al derribar a sus dirigentes ¢ interrumpir 2 Ashburn, Ranks of Death, p. 20; Cieza de Leém, Incas p. 523 ‘Munia, Historia general, {:104; Plaarro, Relation, 17196, Vellard, “Causss biolégicas", p. 85; Bedson, Virus, p. 152, 167; Dizon, Smallpox, p. 313, “ Reginaldo de Lizirrage, Descripeién colonial gor fr. Reginalo de Lizéerago, 1136, 2 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Jos procesos mediante los cuales se reemplazaban normalmente. Cuando Moctezuma murié, su sobrino Cuitléhuac fue elegido sefior de México, Fue & quien dirigié los ataques contra los espaficles durante la desastrosa retirada de éstos de Tenoch- titlan, ataques que casi terminaron con la historia de Cortés yy sus soldados. Fue entonces cuando Cuitlahuac murié de vie ucla, Probablemente muchos otros dirigentes con poder de decisién en Ia jerarquia de los aztecas y de sus aliadas falle- cieron también en el mismo periodo, con lo que se rompieron docenas de eslabones en la cadena del mando, Bernal Diaz cuenta de una ocasién, no mucho después de ta retirada espa fiola de ‘Tenochtitlan, en que los indios no atacaron “porque habia divisiones y facciones entre los mexicanos y los texco- canes” y, factor de la misma importancia, porque habian sido diezmados por la viruela, Fuera de Tenochtitlan, las muertes producidas por la virue- la entre las clases dirigentes indigenas permiticron a Cortés cal- tivar Ia Tealtad de hombres en posiciones importantes. y_pro- mover a quienes lo secundaban. Cortés, refiriéndose a la ciudad de Cholula, escribié a Carlos V: “Los natives me han pedido que vaya alli, puesto que muchos de sus jefes han muerto de viruela, la’ que se ceba en esas tierras como lo hace en !as islas, y quieren que yo, con su aprobacién y consentimiento, designe a otros dirigentes en su lugar.” Requerimientos simi- lares, prontamente satisfechos, legaron de Tlaxcala, Chaleo y otras ciudades, “Cortés habia ganado tanta autoridad”, re- cuerda el viejo soldado Bernal Diaz, “que los indios llegaban hhasta & desde tierras distantes, especialmente para tratar asun- tos relatives a quien podia ser el jefe o sefior, puesto que en cse tiempo la viruela habia lcgado a la Nueva Espaiia y muchos jefes murieron.” De manera similar, en Pert, la epidemia de la década de 1520 result6 un golpe aplastante al centro nervioso mismo de © Dine del Castillo, Chronicles, p. 262, 301; Lépez de Gémara, Corids, 288-239. ** Cortés, Five Letters, p, 1865 Diag del Castillo, Chronicle, p. 239, si CONQUISTADOR Y PESTILENCIA 63 la sociedad inca, arrojéndola a unas destructivas convulsiones intemnas. El gobierno del imperio consistia en una autocracia absolutista, cuyo emperador era un semidios: el Hijo del Sol. Perder-al emperador podta hacer un dafio enorme a toda la sociedad, como lo demostré Pizarro cuando capturé a Atahual- pa. Es de suponer que el dafio resultaba mayor afin si el inca ‘ra muy estimado, como fue el easo de Huayna Capac. Guenta Gieza de Len que cuando é&te murié el duelo “era tal que Jas lamentaciones y los ayes de dolor legaban a los cielos y hracian que los pAjaros cayeran por tierra. Las noticias viaja- ron a todo lo largo y ancho del imperio y no hubo lugar donde no causatan gran sulrimiento”, Pedro Pizarro, uno de los primeros que anoié lo que se contaba acerca de los tltimos dias anteriores a la conquista, juzgaba que “si este Huayna Capac hubicra estado vivo cuando los espaiioles entrames a su tierra, nos habria resultado imposible vencerlo, porque era muy amado por todos sus vasallas”** Aparte del inca, muchos otros dirigentes en posiciones clave de Ja sociedad incaica murieron durante la epidemia. El gene- ral Mihcnaca Mayta y muchas jefes militares, los gobernadores ‘Apu Hilaquito y Auqui Tupac (tio y hermano del inca respec- fivamente), Mama Coca (la hermana del inca) y muchos ciros miembros de la familia real, todos perecieron de la enfer- medad. La desaparicién de estos importantes personajes segura~ mente quité al imperio mucha de la fuerza para recuperarse, La mis peligrosa de todas estas muertes fue Ja de Ninan Cu- yoche, hijo y heredero del inca.** En una autocracia ningtin problema es més peligroso 0 més erénico que el de la sucesién, Aunque imperfecta, una solucién que funciona es que el mismo autécrata elija’a su sucesor. El inca design a uno de sus hijos, Ninan Cuyoche, como el siguiente que portaria “la franja” 0 corona, con Ia condicién de que la calpa, ceremonia de adivinacién, demos- 4% Ciera de Letn, Incas, p- 53; Plzaro, Relation, 1:198-199, © Ayala, Nueva corénice, p. 86; Cobo, Obras, 2:93; Sarmiento de Gamboa, “History of the Tueas, p. 167-168; Valboa, Méceldnea ontértica, p. 395, 6 BL INTERCABIMIO TRANSOGEANICO trara que’ era ésta una eleccién auspiciosa, La_primera:calpe indicé que’ los dioses no favorecian a Ninan Cuyoche; la’ se- gunda que Huascar no era un candidato mejor. Los nobles principales regresaron con el inca para que realizara otra elec- cién, pero lo encontraron mucrio. Repentinamente se habie producido una brecha terrible en Ia sociedad inca: el autécrata habia muérto y no habfa quien tomara su lugar. Uno de los nobles se movilizé para solucionar esto. “Cuiden el cuerpo”, dijo, “mientras voy a Tumipampa a entregar la corona a Ninan, Cuyoche.” Pero era demasiado tarde: cuando legé a Tumi- pampa se encontré con que también Ninan Cuyoche habia sue cambido a la viruela.** Entre las varias y diferentes versiones. que existen sobre Iz muerte del inca, In que acahamos de relatar es la que mejor concuerda con Ia tesis de este capitulo. Y aumque los relatos diferan cn muchos puntos, todos coinciden en que Ja impre- vista muerte de Huayna Capac fue seguida de confusiones con respecto a la sucesi6n, Entre Huascar y Atahualpa estall6 une guerra que devasté al imperio y facilit6 el camino a una rée pida conquista espaftola, “Si el tertitorio no hubiera estado dividido entre Huascar y Atahualpa”, escribié Pedro Pizarro, “no hubiéramos podido entrar o ganar In tierra, a menos que pudiéramos juntar mil espaffoles para esta tarea, y en ese €poca era imposible reunir siquiera quinientos.” # El efecto psicolégico que produce una enfermedad epidé- mica es enorme, en especial si se trata de una dolencia desco- nocida y desfigurante que ataca repentinamente. En poco: dias Ia virucla puede transformar a un hombre saludable en ‘un horror purulento y chorreante al que sus parientes mas cer- ranns a duras penas pueden reconocer. Tal impacto se per cibe en el siguiente informe, conciso y estoico, tomado del testi- monio indigena durante la epidemia de Tenochtitlan: # Sarmiento de Gambon, History of the Incas, p- 167-168, 197-199) para eorroborarlo véase Ciera de Led, Incas, p. 258; Valboa, Mise lntdrtica, p. 394 %© Pizarro, Relation, 11199, CONQUISTADOR Y PESTILENCIA 6 Era [el mes de] ‘Tepeilhuitl cuando comens5, y se extendié entre la gente como gran destruecidn. RApidamente algunos se cubrieron [de ptstulas] por todas partes —sus rostros, sus cae bezas, sus pechos, eteétera. Hubo un gran estrage. Muy mu- cchos murieron. No podian caminar; s6lo yacian en sus lugares de descanso y lechos. No podian moverse; no padian menearse; no podian cambiar de posicién ni yacer sobre un costado, ni boca abajo, ni de espaldas. Y si se movian gritaban mucho, Grande era su destruccién [viruela]. Cubiertas, ocultas por Ins pistulas, muy muchas personas musieron.? Como registré Motolinfa, en algunos lugares de México, ta mortalidad fue tan enorme que a los indies les resultaba im- posible enterrar al gran niimero de muertos. “Derribaban enci- ma de los eierpos muertos las casas, para contener el hedor que subia de ellos”, escribié, “de modo que sus casas s¢ con- virtieron en sus tumbas.” En Tenochtitlan los muertos eran arrojados al agua, “'y habia un hedor grande, sucio; la hedion- ez salia de los muertos”.** Para quienes sobrevivieron el horror s6lo disminuy6, pues Ja viruela es una enfermedad que marea a sus vietimas para el resto de sus vidas. Los espaffoles recordaban que fos indios so- brevivientes, habiéndose rascado, “quedaron en tales condicio- nes que asustaban a los demés, por las profundas marcas en sus rostros, manos y cuerpos”. “En algunos”, dijo un indio, “Jas pistulas estuvieron bastante separadas; cellos no sufrieron grandemente, ni muchos (de ellos] murieron. Sin embargo, mucha gente quedé con el restro echado a perder; la cara 0 Ja nariz quedaron agujereados.” Algunos —efecto posterior fre- cuente de la viruela— perdieron la vista.” EL contraste entre la extremada susceptibilidad. de fos indios a la nueva enfermedad y la inmunidad casi total de los con- quistadores, adquirida en Espafia y reforzada en la pestilente shaun, Florentine Codes, 19:81 80 Motolin’, History, p. 38: Sahastin, Florentine Codex, 9:4, % Sahasin, Florentine Codes, 19:01 ; Lanes de Gémara, Cortée, p. 201- 205; Dixon, Smallpox, p. 94; A. J. Rhodes y C. B. van Rooyen, Textbook of Virology, 2d. ed p. $19. 66 EL, INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Cuba, debe haber impresionado profundamente a los natives americanos. Por supucsto, ellos se dieron cuenta con rapidez dle que habia poco parentesco entre Cortés y Quetzalcéatl y de que los espafoles tenfan todos los vicios y debilidades de los hombres cortientes, pero deben haber conservado una prolon- gada sospecha acerca de si eran cierta clase de superhombres. Sus espadas y arcabuces de acero, sus galeras maravillosamente méviles y, sobre todo, sus caballos, slo podian ser herrami tas y sirvientes de superhombres, Y su invulnerabilidad frente a Ia virucla: jseguramente una proteccién que los propios ioses les habian otorgado! Entre los incas, el impacto psicolégico de la virucla slo puede ser imaginado. Debe haber sido menor que en México, porque Ia enfermedad y los cspafioles no arribaron juntos, pero tuna enfermedad epidémica es terrorifica en cualquiera circuns- tancia, y debe haber mermado la confianza de la sociedad neaica de disfrutar todavia del aprecio de sus dioses. A con tinuacién vino la larga y feroz guerra civil que confundié a le gente, acostumbrada a la autocracia del verdadero Hijo de! Sol. Y luego, el desastre final: Ia Megada de los espaiioles Los mayas, probablemente los més sensibles y_brillantes de todos los aborigenes americanos, expresaron con mas agude- za que cualquiera de los otros indigenas el arrollador efecto de Ia epidemia, Alguna enfermedad aparecié en Guatemala durante los afios de 1520 y 1521, limpiando el camino para Ja invasién de Pedro de Alvarado, uno de los capitanes de Cortés, Probablemente no fue la viruela, pues los registros no mencionan piistulas, pero hacen hincapié en las hemorragias nasales, la tos y Jas molestias en Ia vejiga, como sintomas des: tacados. Pudo haber sido influenza? pero fuera lo que fuese, los mayas cakchiqueles, que guardaron para su posteridad una cerénica de Ja tragedia, se encontraron indefensos para hichar contra ella. Sus palabras hablan en nombre de todos los indios & F, Webster McBryde, “Influenza in America During the Sixteenth Concary”, p. 296-297, ‘CONgUISTADOR Y PESTILENCIA 7 a los que Ia enfermedad del Viejo Mundo golpeé en et siglo dieciséis: Grande era el hedor de los muertos. Después que sucumbieron nuestros padres y nuestros abuelos, Ja mitad de Ia gente hnyé a los campos. Los perros y buitres devoraban los cuerpos. Ia mortandad era terrible. Vuestros abuelos murieron y con ellos murieron el hijo del rey y sus hermanos y parientes. Ast fue que nos convertimos en huérfanos joh hijos mfos! En eso nos convertimos cuando éramos jévenes, ‘Todos nosotros fuimos 30, jNacimos para morir! © Annals of the Cakchiquel, tans, Recinos, Chonay, Goetz, p. 116, 3 Prawras v axnuanes pet Viejo Muxno en pi Nesvo Asi como los agentes patdgenos pudieron trasladarse con toda libertad del Viejo Mundo al Nuevo, por fortuna también pu dieron hacerlo otras formas de vida, aquellas que proven al hombre de alimentos, fibras, pieles y fuerza de trabajo, esto es, Jas plantas cultivadas y los animales domesticados, Toda In mi- gracién de espafioles, portugueses y quienes los siguieron a través del Atlantico, y el éxito que obtuvieron en la explota: cién del Nuevo Mundo dependicron, en buena medida, de su habitidad para “europeizar” la flora y Ia fauna del nuevo con- tinente, Hacia el afio 1500 esa transformacién ya estaba bien eneaminada y para 1550 era irreversible en ambas Américas, Ja del norte y Ta del sur. En esta materia, como sucedié con tas enfermedades, el impacto del Viejo Mundo sobre el Nuevo fue tan enorme que nosotros, hombres del siglo veinte, apenas si podemos imaginar fl aspecto que debe haber tenido la América precolombina. Bernabé Cobo, historiador y naturalista del siglo diecisiete, tavo tuna visi6n optimista de los efectos del hemisferio oriental sobre el occidental ‘Todas Tas regiones del globo han contribuido con sus frutos y abundancia a adorar y enriquecer esta evarta parte del mun- do, que los espafioles encontraron tan pobre y despojada de Jas plantas y animales més necesatios para. sustentar y dar servicio a la humanidad, y sin’ embargo tan préspera y abun- dante en recursos minerales de oro y plata.* + Bernabé Cobo, Obras, 11420, 70 {BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Pero cuando examinamos en detalle esta afirmacién debe- mos admitir que América no fue conquistada por ejércitos y partidas de colonizadores que marchaban con sus estémages Hlenos de pan de trigo, carne de puerco y otros elementos de la cocina europea. Es obvio que las plantas y los animales del Viejo Mundo no siempre precedieron a los exploradores y conquistadores (aunque algunas veces haya sucedido ast), y existen dilatadas extensiones de América donde Ia flora y It fauna europeas no prosperaron ni prosperan. Los coloniza- dores, especialmente los primeros y aquellos que Hegaron a re- giones calidas y htimedas, tavieron que aceptar muchos de Ics ingredientes de Ja dicta indigena. Para los europeos, probable- mente el pan de trigo era el articulo mas indispensable, pero los cezeales curopecs no crecian en climas en donde incluso kes tortillas, antes de ser cocinadas, “se torefan como papel mojado a causa de ia humedad y el calor intensos”. Nicols Durand de Villegagnon, refiriéndose a Rfo de Janeiro, escribié que era ne- cesario comer “alimentes completamente diferentes de los de nuestra Europa” En las Indias Occidentales y en las cflidas y hitmedas tie- ras bajas, los espafioles tuvieron que importar su trigo © comer tuna especie de pan hecho con harina de mandioca —“una torta delgada y extendida, casi como rodela 0 escudo moro”.* Tam bién el litoral brasileiio es poco apto para el trigo, y la mandioca © yuca, como se la denomina a menudo, Hegé a ser répida- mente el elemento principal de la dieta. El historiador bras lefio Caio Prado la considera “el necesario acompafiante d:l hombre” en Brasil + Jean de Léry, Journal de Bord de Jean de Léry, ed. M. R. Mayeux, p. 52-53; Joseph de Acosta, The Natural and Moral Hitory of the Indies, Tass) 3 Acosta, The Natural and Moral History, p. 169, 282; Juan Lépez de Velasco, Geoprafia y deseripeiin universal de tas Indias, p. 89, 40, $7, ‘98; Gonsalo Femindex Oviedo y Valdés, Natural History of the West Indies, trans, Stetling A. Stoudemire, p. 15, 17. * Caio Prado, Jr, The Colonial Background of Modern Brasil, trans Surette Macedo, p. 191; Samuel Purchas, ed, Hakluytus Porthuwus or Purchas His Pilgrims, 14:550; Lopez de Velasco, Geografic, p. 560; Pero PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 71 EL maiz también resulté de importancia en las hiimedas tierras bajas, pero no tanto como en las partes més altas, secas y frescas de’ Ia tierrasfirme. Los espaiioles siempre prefirieron el pan de trigo al de maiz, pero no siempre pudieron obtenerlo © cosiedrselo, y las clases més bajas, entre los colonizadores, comian a menudo el tiltimo.? ‘Los ibéricos comfan otros diversos alimentos americanos —calabazas, frijoles, patatas y demds— pero ninguno fue tan importante en sus dietas como la mandioca y el maiz, Los curopeos residentes en América, al igual que las de ta penin- sola, se acostumbraron muy lentamente a aceptar la papa como alimento bfsico, Tncluso en los Andes, Ia tierra nativa de la papa blanca, los curopeos la consideraban como una semi- comida a To sumo, aunque algunos de ellos desearan hacer for- tuna cultivando papas para alimentar a los mineros indigenas de Potosi Los europeas incrementaron ampliamente su capacidad para sobrevivir en América, en cifras siempre crecientes, mediante Ia distribuctén de semillas y plantas indigenas en Areas en donde no se habian conocido en tiempos precolombinos. Para citar un ejemplo, la papa blanca era desconocida en Norteamérica antes del siglo diecisiete, Fue trafda por primera vez a Nueva Ingla- terra. desde Europa, en 1718, por los escoceses ¢ irlandeses.” ‘También resulta evidente que los europeos lograron grandes beneticios y modelaron Ia tierra y la historia de regiones com- dle Mogalhies, The Histories of Brasil, tans. John B. Stetson, 2:158-159; André Thevet, The New Founde Worlde, or Anterctike, trans. Thomas Hackes, 92 * Richard Hlakluys, ed, The Principal Navigutions, Voyages, Traffigues end Diseoserir of the English Nation, 9:391; Jorge Juan y Antonio de Ullos, Voyage to South Americe, tans. John Adan, p. 88. Los espae oles nunca aprendieson a gustar el maie tanto como lo hicieron Tos inale= tes de las trece coloniar: wage Peter Kale, "Peter Kalm's Description of Maize, How itis Planted and Cultivated in'North America, Together with the Many Uses of this Crop Plant”, trans. Eather L, Larsen, pi. 3 farcon Jiménez de In Espada, ed, Relacioner geosrdficar de Indias Peri, 1:382; Pedro de Cieza de Le6n, ‘he Incas of Pedro de Cieza de Leéa, p. 271 Perey ‘W. Bidwell y John 1. Falcanes, Hitory of Agriculture in the Northern United States, 1620-1860, p. 97-98. 2 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO pletas del Nuevo Mundo cultivando en forma extensiva plan. tas americanas como el tabacé, cacao, pimiento, algodén ameri- ‘eano, ¥ cosechando guayaco, sasafrés y otros productos nativos para exportarlos a través del Atléntico, Pero el que los enro- peos utilizaran las plantas originarias de América no es tan relevante como la importacién que realizaron de plantas y animales alimenticios del hemisferio oriental. El hombre euro- peo se dedicé a convertir el Nuevo Mundo a semejanza del Viejo tanto como le fue posible. Este intento resulté tan exi- toso que lev a cabo lo que probablemente fue a mayor re volucién biolégica desde el fin de Ia era pleistocena. Los pioneros eurapeos son recordados por su coraje y resis tencia, pero no por st habilidad para cultivar plantas. embargo eran ageicultores (aunque poco entusiastas cr. ‘1 caso de los espaffoles) que esparcicron las semillas desde norte hasta el sur, Quién trajo determinada planta a deter- minado lugar 5. algo dificil de ser respondido con certeza. A finales del siglo dieciséis, José de Acosta pregunté quién habia. plantado las “florestas y bosques enteros de naranjos” que él recorri6, y le respondieron que “las naranjas caian al suelo y se pudrian y sus semillas germinaban, y de aquellas que cl agua arrastraba a diversas partes crecfan estos bosques tan espesos. ..# Los primeros datos sobre el artibo de las curopeos de los que podemos estar seguros son aquellas referidos a la Espafiola, ‘se vestibulo de América donde, segéin parece, todo ocurrié por primera vez, Empecemos por rastrear allt Ios intentos iniciales de cultivar plantas europeas, traicemos In propagacién de esas plantas en el continente y retornemos a la Espagiola para hacer To mismo con los animales domésticas. Golén dej6 semillas a Ios habitantes de la frustrada colonia de Navidad en 1493, pero, incluso si legaron a ser scmbra- das, es dudoso que se haya cosechado algo porque estos habi- tantes fueron masacrades por los arawakos. La historia de la horticultura europea en América comenz6 realmente con el se © Acosta, Natural and Moral History, 1:265, PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIE[O MUNDO EN EL NUEVO 73 gundo viaje de Colén, cuando regresé a la Espafiola con dieci- siete barcos, 1200 hombres y semillas y véstagos de trigo, gar- banzos, melones, cebollas, rabanitos, hortalizas verdes, vides, cafia' de azicar y frutales para iniciar huertos. Los primeros resultados fueron sumamente alentadores, 0 asf lo afirmaban Jos entusiastas colones. “Todas las semillas que sembraron, han brotado en tres dias y han estado en sazén para ser comidas més. 0 menos a los veinticinco dias. Los carozos de frutas bro- taron en siete dias, los vastagos de vid echaron hojas al final del mismo periodo y para el dia vigésimo quinto las uvas esta- ban listas para ser recolectadas.” Los descas espafioles afec- taban su visién, En 1494, comenzé en la Espaiiola la tradicién de una “época de cosecha”, suceso singular si, en efecto, las semillas curopeas brincaban’ de la tierra como plantas hechas y derechas en tiempos extraordinariamente cortes.? Las Antillas fueron algo asi como una base casi perfecta en América para los horticultores curopeos, aunque el y otros granos fracasaron, y lo mismo pas6 con las uvas y los olives: no hubo pan, ni vino, ni aceite, Un castellano podia tmoritse de hambre en estas regiones! Muchas de las cosechas —coliflores, coles, rabanitos, lechugas y melones— presperaron, yi los colonizadores pudieron tolerar la dicta de los indios americanos, también disfrutaron siempre al tener’ de postre frutas tan conocidas como naranjas, limones, granadas, toron- js, higos, que se daban bien en las Indias Occidentales.” Hacia los primeros aifos, otro agregado importante a la flora de las Antillas fue cl platano, traido de las Canazias en 1516, Oviedo describié esta fruta inmigrante diciendo que tenia una ciscara que se quitaba con facilidad y “adentro es toda came, muy parecida a Ja médula del hueso de pata de vaca Bn la década de 1520 escribié que los platanares “se han mul- tiplicado tanto, que es maravilloso ver su gran abundancia en © Ghristopher Columbus, Journals and Other Documents on the Life of Christopher Columbus, rans. Sarauel Eliot Morrison, p. 143; Ferdinand Columbus, The Life of ‘the Admiral Chrliopher Columbur by His Son Ferdinand, trans. Benjamin Keon, p. 127. 36 Purchas, Hofluytu Posthamur, 142440; Girolamo Renzoni, History of the New World, trans. W. HL. Stith, p. 90-91, m BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO las islas y en a Tierra Firme [costa sur del Caribe} donde tos cristianos se han ubicado”.** En la mayorfa de Jos asentamientos europeos de cierta im- portancia en las zonas tropicales y semitropicales de América, la base del desarrollo econémico ha sido, histéricamente, reco- ger unas cuantas cosechas seguras en grandes plantaciones y exportarlas a Europa. Estos plantios de cafia de azticar, algo- én, arroz, afil, se extendieron cada vez més por todas partes, desde los tabacales de Virginia hasta los cafetales de Bras. La minerfa produjo las ganancias mas espectaculares del Nuevo Mundo colonial, pero las plantaciones emplearon a més gente ys a Ja larga, produjeron mAs riqueza. ‘Todo comenzé en la Espafiola con el axtcar, que ya era un cultivo lucrative en las Canarias y en las islas atlénticas de Portugal durante el siglo quince. Golén mismo habia trans- portado azicar de Madeira a Génova en el aifo 1478, y la madre de su primera esposa cra propietaria de una hacienda amucarera en dicha isla, En 1493 Colén trajo a Ia Espafiola cafia de aziicar, Ia que se dio bien en suelo american, Pero cl desenvolvimiento de Ia industria azucarera fue muy leno hhasta que intervino Carlos V, ordenando que se contrataran cn las Canarias expertos azucareros y técnicos molineros, auto- tizando préstamos para construir ingenios azucareros en la Es- pafiola. Hacia finales de la década de 1530 existian ya treinca y cuatro ingenios en Ia isla y el anticar Heg6 a ser uno de los dos pilares de su economia, Los ranchos ganaderos fueron el otro, hasta finales det siglo dieciséis™ Una de las causas de la dectinacién de Ja industria azu- carcia eit las Aullas espafiolas, pata fuses del siglo diecists, fue In competencia del continente. En cualquier parte donde cl sol pegara fuerte y la Iluvia fuera suficiente, los espaficles plantaban cafia, Tnmediatamente después de Ia conquista de México y Pera, el amicar se convirtié en una cosecha comin fen las tierras bajas y en los valles mas profundos de estas re- ¥ Oviedo, Natural History, p. 100, 102; Cobo, Obras, 1:421 ¥ Noel Derr, The Hitory of Sugar, U:115153; Mervyn ‘Ratekin, “The Barly Sugar industry in Espatola” p. 1-14, FLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 75 giones. La cafia de aziicar sacé a ta luz sus provechosos vis- tagos por todo el imperio espafiol, desde el Golfo de México hasta el Rio de Plata. A principios del siglo diecisicte, Asunci6n, por ejemplo, se vanagloriaba de sus doscientos ingenios azuca- zeros, El imperio tenfa una superabundancia de azdcar, Bernabé Cobo dijo que “no debe haber regién en todo cl universo donde se consuma tanta y, a pesar de ello, muchos barcos la trans- portan a Espaiia”.” Sin embargo, aunque americano, el mayor productor de aaicar del mundo atlintico durante el siglo dieciséis, no fue posesién espafiola, Cuando este siglo se iniciaba, Portugal era ya gracias a sus-colonias de Madeira y Santo Tomas en la costa africana, el mayor productor de azticar, y poco tiempo des- pués la cafia de azicar fue enviada al Brasil. Alrededor de 1526, el aziicar brasilefio pagaba impuestos en Ia aduana de Lisboa. Bl siglo siguiente fue ta época del azticar brasile‘io y Brasil el mayor proveedor del mismo en el mundo atlantico. En 1585, en la colonia de Olinda solamente, habia sesenta y seis ingenios azucarcros. Segin el experto del que se tomen los datos, para 1610 Brasil tenfa ya cuatrocientos ingenios que producian 57 000 toncladas anuales de aztiear, 0 apenas trein- fa, con un rendimiento anual de 14000." La riqueza que se obtenfa de Ta venta de tales cantidades de azticar en Europa persuadié a los ingleses y franceses que vivian en las Antillas ‘Menores en cl siglo diecisiete de la conveniencia de plantar catia, lo que —con el correr del tiempo produjo la declinacién eco. némica de Jas plantaciones dle Brasil. EL azéicar, aunque de inmenso valor comercial, no es el sostén de la vida. Gomo otras cosechas futuras —tabaco, algo- dén, café— dio riquezas a sus productores, pero fue un ali- mento insuficiente para los trabajadores. A menos que en América pudieran cultivarse en cantidades las plantas euro- 38 Cobo, Obras, 1:405-406; Fi ois Chevalier, Land and Society in Colonial Mexico, trans. Alvin Eustis, p. 74; Antonio’ Vieques de Espinoza, Gompendinm and Description of the West Indies, trans. Charles Upson Gluck, p. 41, 42, 173, 221, 520.821, 923, 338, 590, 455, 471, 497, 353 597, 601, 613, 621, 643, 685, 688, 731 “4 Deere, History of Sugar, 12102-i08, 76 BL INTERGAMBIO TRANSOCEANICO peas alimenticias més comunes, el crecimiento de las célonias europeas en el Nuevo Mundo seria muy lento. La temperatura era el aspecto critico del problema, Mien- tras Espafia se encuentra en zona femplada, Ia mayor parte del imperio espafiol estaba ubicada entre Jos tr6picos de Céincer y de Capricornio, Ningiin granjero jamés podria cultivar los productos basicos de ta dicta ibérica en las latitudes tropicales a nivel del mar. Tendria que seguir fos pasos de Cortés y ce Pizarro hacia tas montafias, para encontrar un sustituto a wna altura mayor. En aras de Ia brevedad, consideremos solamente las plantas alimenticias mas importantes para la cocina espaficla —trigo, vid y olivo. La mayor parte de los primeros granjeros espa- fioles en Ins tierras altas de la Nueva Espaiia (México) culti- vvaron trigo, de acuerdo con Ia politica de los virreyes. El go- biemno tenia que vigilar constantemente para garantizar que Ja Nueva Espaiia produjera suficiente abastecimiento de trigo yy de otros alimentos para su propio consumo, puesto que el gusto por Ia agricultura no se encontraba entre las virtudes castellanas; sin embargo, alrededor del afio de 1535, México exportaba ya trigo a las Antillas y Tierra Firme; a mediades del siglo, el pan en la ciudad de México era “tan bueno y barato como en Espafia” y, para el titimo cuarto del siglo, cexclusivamente en el valle de Atlixco se productan 10000) fanegas (196 200 toneladas) de este cereal al afio.® La topografia y el clima del Pert son casi tan diverses ‘como los de México y le permiten producir una gran varie- dad de plantas. A una generacién de la conquista ya se cose- habs. arr, cafa de aeticary plétano en sus himedas tetas bajas y valles templados cercanos a Lima, y en sus tierras altas te producia trigo en grandes cantidades para Ta década de 1540, Sogin cl conquistador Ciera de Leén, en el Area ak rededor de Arequipa habia “excelente trigo... con el que a= Arthur P, Whitaker, “The Spanish Contribution to American Agci- culture”, pj Hakluyt, Novigetions, 9:337; Chevalier, Land and Society, 1p. 50, 51,59, 60, 61; Charles Gibson, The Artecs Under Spanish Rule, p. 528, 324, PIANTAS Y ANIMALES DEL VIE[O MUNDO EN’ et NUEVO TT hacen excelente pan". A’su debido tiempo Perit ‘se convictié en-uno de los principales proveedores de trigo para las regio- nes més calientes y hiGimedas del imperio, especialmente para Panama y Tierra Firme.* Puede afirmarse con confianza que los espafioles produje- ron trigo en casi todas las regiones colonizadas de sus posesio- nes americanas donde’ el clima lo permitié, A pocos afios de sta colonizacién encontramos que se cosechaba trigo en el Rio de la Plata, Nueva Granada, Chile, ¢ incluso en las tierras altas de América Central. Thomas Gage observé, en el siglo dicvisiete, que se cultivaban tres clases de trigo en forma rota- tiva en Ios valles montafiosos de Guatemala.” Un examen de cualquiera de los informes geograficos del imperio espafiol du- ante su primer siglo —Ias Relaciones geogrificas de las Indias, los trabajos de Juan Léper de Velasco o de Antonio Vazquez ‘de Espinosa, o et prither volumen de la monumental historia de Antonio de Merrera— nos muestra que alrededor del aio: 1600 el colonizador espafiol casi siempre podia obtener pan de trigo, a menos que fuera muy pobre o viviera en las célidas tierras bajas; incluso este éiltimo podia obtenerlo si tenfa el dinero suficiente para importarlo, A diferencia del trigo, de ningtin modo es el vino uno de Jos pilares de Ja vida, pero pocos hidalgos han aceptado alguna vez. la verdad de esta afirmacién. Si quiere comer, el spafiol debe tener pan de trigo; si quiere beber, debe tener vino. Pero el imperio espaftol en el Nuevo Mundo carecia de vifiedos para hacer buen vino. (Hay una historia acerca de un cra espafiol quien, con més légica que ortodoxia, leg6 a la conclusién de que si Dios mismo no habia hecho posible que lus indies fabricaran et vino sacramental, era evidente que ‘no tenfa la intencién de que se convirtieran’ alguna vez al cristia- nismo.) * Los primeros registros del imperio espafiol estin ¥ Cobo, Obras, 1:407; Emilio Romero, Historin econdmica det Pert, . 98; Ciera de Ledn, Incas, p. 18, 42, 97, 317, 350; Purchas, Makleytur Pouthurus, 14:531 3 'Thomas Gage, A New Survey of the West Indies, 1648, p. 219-220, 2 Henry Steele Commager y Elmo Giondaneti, eds, War America | @ Mistake? An Eighteenth Century Controversy, p. 30. 78 [BL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO lenos de notas acerca de si la vid apropiada para Ta produ Gén de vino creceria, si parecia promisoria en algan sitio y si se daba plenamente en otro. Los vifiedas no prosperaban_ en Tas Antillas o en las calientes y himedas tierras bajasy México, ‘aunque ms templado, producia poco vino y éste de baja cali dad, “porque con frecuencia las uvas no maduraban perfecta- mente? No fue sino hasta que arribaron al Peri, que los conquistadores espaiioles egaron a un rea buena para Tos vir fedos, 1551 fue et afio de la primera vendimia peruana, Una ‘centuria después ya producian vino suficiente no sélo para cal- tar sv propia enorme sed, sino también para exportar.” ‘Las vides para la elaboracién de vino se daban bien, ade- ifs, en muchas regiones hacia el sur de lo que hoy es Perd En Chile, por ejemplo, con su “temperatura casi como Ta de Castilla, en cuyas cumbres opuestas casi todo se da...” en “Tucuman y, en general, en el tea del Rio de Ia Plata, se cule tivaban y produefan bien, asi como todas las otras plantas es pafolas. En el afio de 1614 la digcesis de Santiago de Chile producia 200 000 potijas de vino, “Potija” es una medida bas- ante vaga pero, por Io menos, podemos estar seguros de que 200 000 potijas son una buena cantidad de vino.” Los espafioles, como los demés habitantes del Iitoral medite- meinen, necesitaban pan, vino y aceite —aceite de oliva, Si Tenfan’ estos tres productos, los espafioles del Siglo de Ore, fai como les antiguos hebreos, poscian los alimentas bésicos de origen vegetal que consideraban clementales dentro una dicta Guilizada, El olivo requiere de agua, pero no en Ins cantida- des en qe Ilueve en la mayor parte de Jas Antillas Mayore: y Ia costa del Caribe. En México crecian pocos olives y el ren 30 Purchas, Hatluytur Posthumus, 142459. > Romero, Historie econémica, p. 528-125; Acosta, Natural and Mord History, 1:160, 267; Cieza de Lebo, Tncer,p. 48; Jiméner do Ja Rapade HeseBer geagrifices, 12176, 251, 348, 384, 2:48, 49, 87, 287, 294-295; Filan He Steward, ed, Handbook of South American Indians, 2:856-397 St Vaaquer de Espinosa, Compendium and Description, p- 670 Puschan Hebluytus Posthumus, 142588, 546-547; Bailio A. Cont, Ruuicultira, ganadevta ¢ industzins hasta el vireinato", 4:364-965. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 79 dimiento total de estos Arboles, y por Io tanto de aceite, fue ignificante durante los siglos dieciséis y diecisiete, Las regiones de América colonizadas por los espafioles du rante el siglo dieciséis més semejantes a las secas tierras medi- terraneas donde mejor erecen los olivos, son Ios valles costeros de Pert y Chile, La idea de que alli. prosperaria su cultivo debe habérscle ocurrido a muchos de los primeros coloniza- dores, pero hasta 1560 no se plantaron. los primeros srboles. Sin duda alguna, el largo retraso fue causado por el hecho de que las plantas debfan ser trafdas desde Europa: no habia, 0 habia muy pocas, en los lugares habituales a mitad de cainino, la Espafiola 0 Tierra Firme, como para que sobraran para el Peri, Fue asi que en 1560, mucho después del inicio en el Pert del cultivo del trigo y de los vifiedos, que Antonio de Rivera, uuno de los primeros colonizadores de Lima, regress de Espaiia con cierta cantidad de pequefias plantas de olivo. Sin em- argo, sélo dos o tres sobrevivieron al viaje. Su valor era tan grande que Rivera destiné una buena cantidad de esclavos y cerros para. viglales. Resuté initil; wna planta fue robada y desaparecié unas 500 leguas hacia el sur, rumbo a Chile. Fstas pequefias plantas, Iegitima o ilegitimamente adquiridas, fueron las que dieron origen a lo que llogé a ser con rapide, tuna industria considerable de aceite de oliva en los bien irriga- dos valles de la arida costa del Pacifico de América del Sur.” tras plantas alimenticias espafiolas —hortalizas y fruta- es fueron sembradas donde habia colonizadores ast como donde hubiera Ia més pequefia probabilidad de que fructifi- ‘aran, Someros conocimientos acerca de la geografia latino- americana y acerca de qué tipo de clima es bueno para deter- minada planta alimenticia permite, generalmente, adivinar con bastante aproximacién los lugares donde los espafioles las cul- tivaron, | obo Obra, 12598398: Prcas, Hallie Possumas, 1:46, sin dita Connon st Beton 20298 Taptisics, ai 00,500 0,515,900, fy Lape de Wenn, Geograjia p. 516. re oe aee ‘ 80 BL TTEROAMMO ‘TRANSCCEANICO No todas, probablemente ni siquiera la mayorfa de las plan: tas que se trajeron a América ‘durante el siglo dieciséis, fueron transportadas intencionalmente para el consumo humano. Algu- nos forrajes y tréboles tal vez fueron’ importatlos a propésito fen este siglo —aunque ciertamente més tarde— pero la ma- yor parte de las plantas que Hegaron a este continente entre 1492 y 1600 y que’ no producen alimentos para los seres hu- manos 0, al menos, flores para el disfrute sensorial, cruzatron el Atlético de manera tan informal como Io hicieron los virus de la viruela, Sus semillas Hegaron en los pliegues de los texti- les, en los terrones de tierra, en el estiércol y de mil maneras diferentes. La difusién de estas humildes semillas fue, sin hi- gar a dudas, bastante veloz, a medida que los europeos imite ban y extendian las précticas indigenas de quemar pastizales, y el ganado europeo pastaba en grandes areas, abriendo asi ‘1 paso a las semillas y los, pastes inmigrantes. EI hecho de que ef pasto azul de Kentucky, las margaritas y los. dientes de le6n, para nombrar s6lo tes entre cientos de especies, sean originarios del Viejo Mundo da una idea aproximada de magnitud del cambio que, habiendo comenzado en 1492, con- tinvia hasta ahora, en pleno siglo veinte, En la actualidad un bbotdnico americano se encuentra con praderas completas en les cuales dificilmente puede seffalar algunas especies de plantas que hayan crecido en América en tiempos precolombinos* Los indlios consideraban que la mayor parte de las plantes alimenticias de origen europeo eran poco més apetecibles que sus hierbas, En los informes de las diferentes colonias, tanto in- sglesas como latinas, Ieemos una y otra vez. que los indios no aprovechaban la oportunidad que tenfan de cultivar las espe- cles del Viejo Mundo, En la América espaiiola, donde In poblacién blanca a menudo no podia obtener el alimento sufi- ciente para sus necesidades, se obligaba a los indios a cultivar cl trigo y otros cereales europeos ya fuera bajo la supervision % Edgar Anderson, Plants, Man and Life, p. 8 12; Bidwell y rp of Agriculture, p. 19-20, 159-160; Tienty N. Ridley, The Dispersal of Plants Throughout the World, p, 638; William L. Thomes, Js, ed, Man's Role in Changing the Face of the Earth, p. 720-731 PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN Bt NUEVO &L europea directa 0 exigiéndolo en fos tributos en especies que debfan pagar. A pesar de esto, los indios rara vez los agrega- ban a sus propias dietas. Aunque los europeos destrozaron las civilizaciones indigenas ¢ incluso transformaron sus dioses me- diante vestimentas cristianas, en muchos de los aspectos funda- mentales de la vida Jos indios continuaron siendo indios:* Como se veré de inmediato, una gran excepcién a esta regla fue la cntusiasta aceptacién del ganado proveniente ‘del Viejo Mundo. Como dejamos asentado en el capitulo 1, el contraste entre la fauna del Viejo Mundo y del Nuevo asom- bbré a la Europa renacentista. La diferencia entre los dos geupos de animales domesticados que existian a ambos lades del AUéntico era incluso més asombrosa que el contraste en ge- neral. El indio, como agricultor, era tan hébil como cualquiera, pero no lo era, 0 muy poco,” para domesticar animales. En 1492 tenfa apenas unos pocos animales a su servicio: el perro, dlos especies de catello sudamericano (Ia lama y la alpaca), el conejillo de inclias y varias clases dle aves de corral (el guajolote, elpato.americano y, posiblemente, algiin otro tipo de gallinacea).. No tenia animales de cabalgadura; obtenfa Ia. mayor parte de Ja carne’y las pieles que consumfa de la caza; no tenfa hestias de carga comparables al caballo, al asno o al buey. Con excep- cién de las areas donde habia lamas y de la ayuda pequefia que proporcionaban Jos perros que arrastraban los trineos, los indios, cuando querian mover cualquier carga, lo hacfan ellos zismos, sin que importara cudn pesada fuera 0 cudin lejos hu- biera que trasladarla, Como caso tipico a sefialar esté el de los habitantes precolombinos de Mesoamérica, que construye- ron grandes templos y acarrearon enormes bloques a lo largo de cientos' de milias a pesar de que el tinico animal fuerte y ripido con que contaban para hacerlo era él mismo. 3 Kalm, “Description of Maize”, p. 102; Alonto de Zosita, Life and Labor in Ancient Mexico, trans. Benjamin Keen, p. 251; Charies Gibson, Spain in America, p. 119; Steward, Handbook, 21354, 957, 990; Jiménes de la Espada, Relaciones geogrificas, 2:277: Homer Aechmvatn, “The Head of the Colorado Delta”, p. 251 % Frederick E. Zener, A History of Domesticated Animals, p. 436: 489: Carl O. Sauer, The Early Spanish Main, p59, 71, 115. a2 EL INTURCAMBIO TRANSOGEANICO Un anticipo sensacional del impacto que el ganado del Viejo Mundo ejerceria sobre la tierra americana tuvo lugar en la Espafiola y, poco después, en las otras Antillas. Alguien que observara las’ islas caribefias desde afuera, durante los aiios de 1492 a 1550, mas o menos, podria haber conjeturado que cl objetivo de to que alli se hacia era reemplazar a la gente por cerdos, perros y reses. La enfermedad y la cruel explota- cién habian destruido a los aborigenes de Ia Espafiola, para todo propésito prictico, ya en la década de los afios 1520. Poco después, los arawakos, sus hermanos de Guba, Puerto Rico y Jamaica, los siguieron hacia el olvido, Aunque las Bahamas y las Antillas Menores estaban ocupadan atin por los espaitoks, a medida que desaparecian los indios de las islas més grandes, los traficantes de esclavos navegaron hacia las menores, des- parramando enfermedades y tomando a multitudes de arawakos y catibes para alimentar los campos de muerte en que se ha- ian convertido Ia Espafiola, Cuba, Puerto Rico y Jamaica. De este modo, los aborfgenes antillanos fueron climinados casi por completo en unos pocos afios, a partir del primer viaje de Colén2* Mientras disminuia la cantidad de seres humanos, creda la de animales domesticados importados. El primer contingente de caballos, perros, cerdos, reses, gallinas, ovejas y gansos legs con Colén en su segundo viaje realizado en 1493. Los anima- les, devorados © no por los escasos predadores americanos, molestados 0 no por las pocas enfermedades americanas y abandonados a sus propias fuerzas para que se alimentaran libremente con los ricos pastos, raices y feutos silvestres, se 1e- produjeron con rapidez, De hecho, su némero aument6 con tal velocidad que no caben dudas de que fueron cllos loa respon sables, en buena medida, de Ia extincién de ciertas plantas, ¢ incluso de los indios mismos, de cuyas huertas abusaban.” ‘De los animales importados, los primeros en adaptarse al ambiente caribefio fueron los cerdos. Para fines del aito 1498, % Sauer, The Borly Shenish Main, p. 199194. = Ibidem, p. $9; F. Columbus, Life of the Admial, p, 1095 C. Colum ‘bus, Journals, 217. PLANTAS Y ANIMALES DEL VIE[O MUNDO EN ELNUEVO 83 Roldan, el rebelde de la Espafiola poscta, él solo, 120 pucreos grandes y 230 pequefios, Muy pronto los cerdos corrian sal- vajemente en cantidades increibles, En abril de 1514, Diego Velézquez de Cuéllar escribié al rey que los cerdos que él habia trafdo de Cuba habfan legado a ser 30.000, (Teniendo en cuenta el espaol del siglo diecistis, tal vee Ia traduccién mis correcta de lo que quiso decir sea “més cerdos de los que yo haya visto jams en toda mi vida”.) * La multiplicacién del ganado vacuno fue igualmente espec- tacular. Cuando Roldén se rebel6, en 1498, él y sus seguidores “encontraron rebafios de reses pastando; mataron todos los novillos que quisieron para alimentarse, y se apoderaron de (odas las bestias de carga que necesitaron para el camino”. Alonso de Zuazo, al informar a su rey en 1518, Je conté de Jas grandes cantidades de reses que habfa en la Espaiiola, ganado que se reproducia das y tres veces al afio en el salu- dable medio ambiente del Nuevo Mundo: si treinta 0 cua- renta reses se extraviaban —dijo— aumentaban a trescientas © cuatrocientas en tres 0 cuatro afios.* La proliferacién del ganado era tan grande que, para el final de Ja centuria, una gran cantidad de marineros abandonados cn castigo en la parte norte de la Espafiola, regién inkéspita sin colonizar, asi como ‘otras seres humanos descarriados, podian vivir alli del ganado salvaje. La historia contintia diciendo que estas gentes abura- ban Ia carne de tales animales en una especie de brasero de madera Wamado boucan y fue asi que, cuando se dedicaron a la piraterfa, en el siglo diecisiete, fueron Iamados bucaneros.” Si bien Jos caballos resultaron més Ientos para adaptarse alos trépicos y su promedio de reproduccién fue menos. es- pectacular que el de Jos puereos o las vacas, también aumen- taron de nimero y con el tiempo también ellos corrian libre % G. Columbus, Journals, p. 2173 F, Columbus, Life of the Admiral, p. 209-210; Sauer, Barly Spanish’ Main, p- 189. * F, Columbus, Life of the Admiral, p. 194; Jiméner de la Fapada, di, Relaciones geogréficas, 1:11, 8 Alan Burns, History of the Britick West Indies, p. 292; Clarence 1H. Haring, The Bucconcers in the West Indies in the xt Contury, p. 7. ae EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO mente, en estado salvaje, por las. praderas de la Espafiola." Casi todos los otros animales domésticos europeos reaccionaton de manera similar al medio ambiente caribefio: gansos, perros, gatos, pollos, asnos, crecieron més népidamente y con més came, se reprodujeron en porcentajes nunca oidos hasta enton. €¢6, ya menudo retornaron a la vida salvaje. Esta asombrosa y exitosa invasin por parte de Jos anima- les domésticos del Viejo Mundo tuvo lugar no silo en la Espa. fiola, sino también en Cuba, Puerto Rico, Jamaica y, un poco mds tarde, en ciertas islas costeras, especialmente Margarita, la isla venezolana que resulté Id fuente original de los geandes re- baafios de los Hanos.* Por la época de la invasién de Cortés al continente, los espafioles ya habfan creado una base per fecta para dicha acometida en el Caribe. Cuando los conquis {adores avanzaton hacia México, Honduras, Peri, Florida y otros sitios, transportaron consigo la virucla, asi como muchas otras enfermedades, remozadas por su reciente pasaje por los cuerpos de los arawakes; cabalgaban en caballos alimentados en las Antillas y trotaban a su vera perros guardianes prove. niientes de las mismas islas; sus alforjas estaban repletas de ‘ontllas de harina de manclioca caribefia. Detrés de los espafioes, ¥ escoltados por sirvientes indigenas, venian hatos de puercos, Vacas y gansos —un ejército de pezuiias—, todos nacidos en las islas. Jos conquistadores habjan creado en el Caribe el modo de conquistar medio mundo en el breve lapso de sna gencracién —la primera postcolombina, Los tes animales que jugaron papeles. fandamentales en esta conquista fueron el hidalgo (el noble espafiol), el certo y el caballo. Por supuesto, el hidalgo era quien conducta, pere ce dificil afirmar cual de Tos otros dos fue el més importante TI historiador Carlos Pereyra juzg6 que “si el caballo fue de {t Sobor Obres, 1:382; Jiménex de In Brpada, Relecioves geogrifcay, viedo, Natural History, p. 10-11 = Haklurt, ‘Nevigatons, 11:288;' Purchas, Habluytur Posthumas, pi glbts Néques de Espinosa, Compendium and Description, p. 119% Toh J Fehon, “The Inroduetion of the Horse Tato the Wester Fiemiconn p. 600, PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 83 gran significacién para la conquista, el cerdo fue de la mayor importancia y contribuyé a éta de un modo tal que nada que afirmemos en ese sentido resulta exagerado”.* Es necesario definir a este cerdo, No era el pecari, el animal salvaje con colmillos, nativo de América, que Acosta describié como un cerdo pequefio con una inflamacién en Ia espalda, ‘Tampoco era el cerdo que siguié a los conquistadores, Ia eriae tura gorda y de pies lentos a la que estamos acostumbrados hoy en dia. Una vez desembarcado en América, se convirlié en galgo-cerdo répido, fuerte, delgado, autosuficiente, mucho més cercano en apariencia y caracteristicas a un verraco sal- vaje que a uno de nuestros cerdos del siglo veinte, Estos puer os espafioles prosperaron en las hiimedas y tropicales terras bajas. como en las secas montafias y se reprodujeron con una rapidez que hizo las delicias de los ibéricos, hambrientos de came de puerco: Los cerdos necesitaban tan poco espacio a bordo, y eran tan autosuficientes y prolificos una vez en tierra, que muchos de os primeros exploradores los Ilevaron consigo como carga de cabiertay los depositaron en las islas que tocaban para que se multiplicaran y sirvieran de alimento a futuros visitantes, Fue asi que en 1542, en el Rio de la Plata, Cabeza de Vaca ‘encontré un ‘mensaje de su predecesor, Trala, que decia: En una de las islas de San Gabriel se dejaron una marrana yun verraco para ctianza. No los mate. Si hubiera muchos, tome los que necesite, pero deje algunos para que se reproduz. can y también, en su camino, deje una marrana y un verraco en Ia isla de Martin Garcia y.en las otras islas, donde quires ‘que piense que sea conveniente, para que puedan reprodus $ Citado, en Richard J. Morrisey, “Colonial Agriculture in New Spain", p. 26. "Sauer, Barly Spanish Main, px 189; Bidwell y Faleoner, History of Agriculture, p. 31. Puede relatare una historia. seiejante acerca del cerdo ings en I Nueva, Inglaterra del siglo xv. 4% Citado-en Madaline W. Nichols, “The Spanish Horse of the Pani pas", p. 125, 86 ML INTERCAMBIO TRANSOCEANICO Alguna vez, durante la década de 1550, los portugueses abas- tecieron la Isla Sable, en el Atldntico noroeste, de cercos y vacas, los cuales, para la época en que lleg6 Sit Humphrey Gilbert, treinta afios mAs tarde, se habian “multiplicado exce- sivamente”. En 1609, los ingleses que naufragaron en las des- habitadas Bermudas pudieron sobrevivir gracias a las grandes piaras de cerdos. En la misma década, el Otive Blossom llegs a Barbados y no encontré habitantes, ni siquiera indios, pero siiuna gran cantidad de cerdos salvajes. La tradicién adjudica Ja responsabilidad de su presencia alli a los portugueses del Brasil. Los cerdas de Barbados y de las otras Antillas Menoses, Iegaron a ser un recurso de vital importancia para la alimena- cién de los primeros colonizadores del siglo diecisiete.** Gran cantidad de cerdos acompafiaron a las conquisa- ores en sus expediciones continentales. Eran tan adaptables al nuevo medio ambiente como, por lo menos, los conquisia- ores mismas, y constituian una reserva ambulante y exquisita de came, A modo de ejemplos, De Soto trajo consigo a Florida en 1539 trece cerdos, los utiliz6 para alimento ‘inicamente en cemergencias terribles y, a Ia fecha de su muerte, ocurrida (res afios mds tarde, tenfa sctecientos; en 1540 Gonzalo Pizarro reco- lecté més de dos mil cerdos, ademas de caballos, Hamas y perros, para una expedicién en busca de la Tierra de la Canela en lado este de los Andes.” De lo anterior se infiere que Ia carne de cerdo fue con fee- ‘uencia Ja tinica carne conocida que tuvieron a su aleance los primeros colonizadores en determinadas regiones. Estos anima- Jes requerfan de pocos cuidados; cl tributo en maiz. de los tivos constituia un alimento ideal para ellos y —si «sto fraca- saba— podian alimentarse por si mismos. A finales de la primera década después de la conquista de México, eran ya tan 3 Hakluyt, Navigations, 8:63; Purchas, Habluytus Posthumus, 19:23: Bryan Bdwards, The History, Clit ond Commercial, of the Britsk West Indies, p. 317; Burns, History of the British West Indies, p. 115 St Sauer, Barly Spanish Main, p. 189; Frederick W. Hexlee.y Then= ore H. Lewis, eds, Spanish Explorers in the Southern United State, 1520. 1543, p. 171,'255; John J. Johnson, “The Spanish Horse in’ Perw Before 1550", p. 33, PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL.NUEVO 87 abundantes y baratos que los ganaderos no se interesaban por ellos. Los cerdos legaron a Pert con Pizarro en 1531,' y su carne fue la primera came europea que se vendié en cantidad en el mercado de Lima; en aquellos afios habia poca compe- tencia de otras carnes europeas."* Se encontraban piaras de cerdos en todos Jos lugares en donde los espafioles se hubieran asentado o simplemente pa- sado. Esto es cierto también para las regiones de los. portu- gueses. A la mayoria de los animales domésticos curopeos no les resultaba saludable el medio ambiente en la costa de Brasil, pero los cerdos se aclimataban y prosperaban con pastos mis pobres de los que las vacas, por ejemplo, podian tolerar. “Los puercos sobreviven muy bien ack —escribié un visitador que Ilegé a Brasil en 1601—, comienzan a ser abundantes y su came cs la mejor de estos hugares.” ® En las capitanias de la parte central de la regién sur, Rio de Janeiro y San Pablo, Ja care de puerco se convirtié en el articulo principal de la dicta de la colonia, De hecho, parece que los cerdos encontraron tan agradables. sus nuevos hogares en América, que en mu- chas regiones se fugaron las piaras enteras y adoptaron una cexistencia independiente, correteando con Ia misma libertad con que alguna vez fo hicieran sus antepasados.” Aunque cs posible imaginarse a un conquistador sin sus cerdos, gquién puede imaginarlo sin su caballo? El espafiol venia de la sociedad ms ecuestre de Europa. La Iberia medie- val ora el sector de la Europa occidental donde los caballos ‘eran tan abundantes y tan baratos como para no ser propiedad exclusiva de la nobleza. Esto no significa que todo Sancho Panza tuviera su caballo, pero si que los ibéricos de todas las clases estaban més acostumbrados a observar el mundo desde 38 Chevalier, Lend and Society, p. 84-853 Cobo, Obras, 1:305; Bene soni, History ofthe New World, p. 292; Romero, Historia econémics, 9, Parchas, Hatluytoe Posthumus, 45900 Prado, Modern Brazil, p. 231-282; Cobo, Obras, 12386; Vizquer de Espinosa, Compendium ang Dercription, p. 20, 118, 716; Oviedo, Nateral Hisory,'p. 30; Raton Pace, Wild Scenes of South America or, Life i the Elanor of Venezuela, p. 188; Acosta, Natural and Moral Hitory, 1:16. 88 BL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO el Jomo: de un caballo, y que eran jinetes més habilidosos qu cualquier otro europeo que tuviera acceso facil al Atléntico. Esto se confirma en los idiomas de la Europa occidental: cabattero significa campeén, noble, jinete, cabalgador, gentil- hombre, don o sefior; del otro lado de los Pitincos, chevalier también significa campeén o noble, pero el sentido del témino no puede ampliarse tan facilmente como para alcanzar el sig- nificado de jinete 0 de seffor. ; La moniura de um caballero era tan aristocratica, en Ja familia ecuestre, como habilidaso era su dueiio para montarlo, Este caballo era el resultado de Ja cruza del animal fuerte y velox de Theria con el delicado caballo &rabe, que levaron los moros:* El producto de esta cruza fue el caballo més fino de Europa” } os primers exballos que ron en América desde cl Pleistoceno fueron los que arribaron con Colén en 1493. Este viaje a través del Atlantico no fue fécil para los animales. La regién maritima ubicada entre Espafia y las islas Canarias, donde se detenfa la mayor parte de las primeras expediciones en su viaje a América, fue denominada Golfo de las Yeguas y los cinturones de calma chicha de los trépicos atlinticos Latitudes de fos caballos, porque en estas Areas morian y tenian que ser arrojados al mar muchos de ellos. Pero cl esfuerzo de traer caballos a América fue recompensado con ereces, y se cargaban cantidades de ellos en los veleros que se dirigian a la Espafiola, En 1501; en esa isla ya: habfa.veinte o treinta y para 1503 eran, por parte baja, alrededor de sesenta 0 setenta* ! Chast, Bihko, “The Peninsular aground of Tat cate Ranching, 307 “Le mr easaon, sn xaos tant aed eal Gagtiaso de Ta Vega resinté que Ped Tar tana e ln jnet, lo qe 3 nifeas por hombres gue cabalgan con estos corte, al en de Ioe mn Smanet Citsdo et Rb, Cutngham raha, Phe Hares of the Gon meet, p18. “2 Tohnaon, “Introduction of the Hone”, p. 580 ‘4 Toitem, p. $89, $92, 595, 59, 897-590, PEANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN BL NUEVO 89 El enorme valor de,este: animal no consistia tnicamente en prover a los conquistadores de los servicios de una. excelente bestia de carga, Durante los primeros afios fue valioso, princi- palmente, como instrumento de guerra. La visién de un hombre 4 caballo atemorizaba sobremanera a los indios; podemos in- ferir que les resultaba tan terrorifica como podrian haber. sido las repugnantes criaturas de Hieronymus Bosch para los espa- fioles, si éstas hubicran saltado repentinamente a la vida real, desde los lien2os donde estén pintadas. Los indics de Sudamérica aunca habfan visto un animal tan grande como el caballo, y ‘en ninguna parte los indios habfan visto jamés un animal seme- jante, que finera al mismo tiempo tan fuerte, tan répido y tan obediente a las érdenes del hombre. Los arawakos sospecharon 4que Jos caballos se alimentaban de carne humana, y un. solo hombre a caballo podia aterrorizar, y en efecto lo hacia, a grandes multitudes de estos indios. Si el miedo fracasé en arrasar con la resistencia indigena, entonces, de acuerdo. con Ja macabra hipérbole de Las Casas, un solo hombre a caballo podia, en el lapso de una hora, acabar con dos mil indios."* Reiteradas veces la caballeria espafiola Jogrd transformar tuna masacre de europeos en masacre de indios, Bernal Diaz, al describir Ia conquista de México, décadas después de acon. tecida, mencion6 caballo tras caballo, recitando sus nombres, colores y caracteres con tanto afecto y.cuidado como el que prodigé asus camaradas,humanos. En su apreciacién de las érdidas de Ia Noche triste establecié una jerarquizacién que sorprende a quien no esté familiarizado con la mentalidad del conquistador: “Era la mayor de las penas pensar en Jos caba los y valientes soldados que habiamas perdido.” Hernando Pizarro, cuando cabalgd apresuradamente con el rescate que habia pedido por Atahualpa, supo deslindar lo importante de lo secundario: cuando sus caballos perdieron sus herraduras.y no habia hierro para reponerlas, ordené que los herraran con plata? Af ©. Columbus, Journals, p. 241: F. Columbus, Lite of the Admiral, 1.120; Johnson, “Introduction of the Moree", p. 599; Cobo, Obran 17373, Graham, Horses, Sf, 60; Jobson, Greater Amerie, p. 21, 90 BL INTERCAMBIO TRANSOGEANICO Después de la conquista, el caballo jugé un papel menos espectacular, pero no menos significative. Los espafioles nunca hhabrian_podido conservar bajo su control Ia vasta ¢ indémita poblacién indigena si hubieran carecido de los caballos, que Jes permitian transmiti informacién y érdenes, y trasladar sole dados de un punto a otro con rapidez. El caballo fue muy importante para el transporte de carga, aunque en este papel fuera reemplazado a menudo por los bucyes, mulas e incluso las llatmas autéctonas. El caballo posbilité también Ia gran industria ganadera de la América colonial, que fue, finalmente, la que incidié sobre las regiones mas grandes del Nuevo Mundo ¥ con més fuerza que ninguno de los otros intentos espafioles de exe periodo. Gn cuidador de cerdos poctia trabajar eficiente- mente a pie; un vaquero 0 cowboy necesitaba del caballo La sociedad de ia América espafiola colonial fue una de las més ecuestres de toda la historia y, en buena medida, su existencia misma dependié de la adaptabilidad del caballo a Jas condiciones del Nuevo Mundo. Los caballes se reproducian mis lentamente que los cerdos en las zonas tropicales, pero in- cluso en éstas crecieron grandes cantidades, y algunos de clos se volvieron tan, salvajes como los cerdos*” Pero no fue hhasta que la frontera espafiola lleg6 a las grandes praderas, que irrumpieron en Ja historia del Nuevo Mundo las inmensas ma- nadas de caballos de la famosa leyenda americana. Las tres regiones de pastas més grandes del imperio espafol fueron Jos lanos de Venezuela y Colombia, las praderas que se extienden desde muy adentro de México hasta Canada hacia el norte y las pampas de Argentina y Uruguay. En los anos, el crecimiento de Jas manadas de cabatlos fue lento; el clima, terriblemente caluroso, y los cambios anuales de una stacién de lluvias a una de sequias disminuyeron las cifras de caballos y de otros animales domésticos, aunque legaria el dia fen que Venezuela fuera famosa por sus manadas de caballos y de vacas salvajes.® $F Cobo, Obras, 1:582 * Graham, Conquert, p. 196; Liper de Velasco, Geografa, p. 158. 14a; Antonio do Herm ‘Tondesillas, Hivtoria general de lor hochot de lor PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 1 Los territorios del Nuevo Mundo que los espafioles coloni- zaron y explotaron en primer término fueron los de la costa y las ticrras altas, estas iiltimas de una altitud similar a la de 1a ciudad de México. Grandes sectores de esta zona ofrecen bue= has pasturas para los animales domésticas, pero la regiGn no es, de ningéin modo, la mejor para los caballos. En el afto de 1531, en Nueva Espaiia se criaban menos de doscientos caballos. al afio; entonces, mientras éstos completaban su adaptacién al cli- ma y al forraje, la frontera espaftola avanz6 hacia el norte y al interior de las planicies, donde los caballos tenian pocos ‘enemigos, y cl pasto era verde y abundante. Para 1550 la cantidad de caballos apenas si valia el es fuerzo de enlazarlos. En unos cuantos afios, a partir de esa fecha, diez mil caballos pastaban ya en los campos entre Queré- taro y San Juan del Rio. Mientras el hallazgo de nuevas minas arrastraba a los europeos y a sus animales cada vez més haci el norte, el aumento en la cantidad de caballos aleanzé mag- nitudes de estampida, Para finales del siglo, cifras incontables de caballos salvajes cérrian libremente por Durango. Gon tales cantidades todos los mexicanos —espafioles, mestizos e incluso indios— pudieron columpiarse sobre sus monturas y hasta el Sancho Panza de Cervantes supo de la excefencia de Ia equita~ i6n mexicana.!* Los caballos continuaron avanzando hacia el norte, bien fuera urgidos por los hombres que Ios cabalgaban o bien sin otro estimulo que el olor det agua y de los pastos que los espe- raban mas adelante, Nada, con excepcién de los desiertos més secos, las nieves del Canada y los bosques orientales, detuvie- ron su avance. En 1777 fray Morfi escribi6 que el &rea entre dl rio Grande y el rfo Nueces estaba tan lena de caballos “que sus hiuellas hacen que el pais, completamente despoblado de gente, parezca el mAs populoso del mundo”. Més all del castellanor en las Ilar_y Tierra Firme det mar Océano, t:42Kf, La evident a de as dos Gltimas fuentes es estictamente negativa “4 Chevalier, Land and Society, p. 85, 94; J. Franke Dobie, The Mustangs, p. 96; Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quixote, trans, Samuel Putian, p. 571 92 EL, INTERCAMBIO' TRANSOGEANICO Nueces, en donde se encuentran hoy’ Estados Unidos y Ca- nadé, los caballos nunca alcanzaron cifras tan’ grandes, pero vagaron en libertad, precedieron a los pioncros anglosajonés y los proveyeron de cabalgadura. Fue el espafiol quien dio al-vaquero norteamericano su’ caballo, lo mismo que, como veremos més adelante, sus reses, as’ herramientas para sv negocio, ¢ incluso el vocabulario para Ilevarlo adelante: mustang, bronco, lasso, rodeo, chaps, lariat, buckaroo."* La saga del caballo en América del Sur también fue Tenta fen sus principios, pero alcanz6 un climax incluso mas espec- tacular, Como ya dijimos, el clima tropical mantuvo bajo el niimero de caballos en fos Manos, tal como sucedié en el Brasil, aunque durante él siglo dieciséis este ltimo tuvo los suficientes para cubrir sus propias necesidades y exportat algu- nos a Angola."* El caballo Hegé al Perd con Pizatro, en 1532; los primeros emisarios que Atahualpa envié a los espafioles regresaron con- fandole acerca de animales gigantescos, que cortian como el viento y mataban a Jos hombres con sus patas y hocicos. Estos animales se reprodujeron lentamente en las regiones més altas y frias del Perd, pero sf medraron, en cambio, en las tierras de pastes abundantes de los alrededores de Cuzco y Quito.# En unos afios los conquistadores y sus cabalgaduras avan- zaron hacia Chile, al sur, pais que, para comienzos del siglo diccisicte, ya, se habia hecho famovo por sus finos caballos, Durante el mismo periodo arribaban al Paraguay, del lado teste de Jos Andes, los primeros pobladores, y pronto hubo no- ticias de manadas de caballos salvajes. en’ esa regién® w Dakin The Mutsy,» 6, 10,18; Ginn, Sonido nee 2» 8 10,18; Stan, pe Aner, Buin, Helles Posthemay, 4:3 Mage, Bea 198 sii Lips Wig Coy se Stas Goes Shee | 3 inn 0S se” Speen Pa panes Coy Obes Atsicultora, 12360; Jobo V Gone, Hise argent tba a Sona nr Rabe Re eae ity 2 PEANTAS Y/ANIMALES DEL VIEYO MUNDO EN HL NUEVO 93 “$i el caballo encontré un hogar en Perd, Chilé y Paraguay, en las pampas del Rio de la Plata hallé un paraiso: La mejor forma de describir Io que sucedié, cuando los caballos Hegaron a lo que hoy son tervitorios dé Argentina y Uruguay, es decie que fue una explosi6n biolégica: os caballos, corriendo libre: mente en las inmensas pampas repletas de pasto se reprodu- jeron de wna manera semejante al virus de Ia virucla en el fadecuado medio ambiente que le proporcionaron los organis- ‘mos de los indios, La historia que'se acepta con més frecuencia sobre ef ori- igen de los caballes y' de otros animales domésticos curopeos ‘en Jas pampas, a finales del siglo dieciséis, dice que provenfait de un pufiado de animales que Pedro de Mendoza lev con- sigo a Buenos Aires cuando la fund en 1535. Pero esta pri mera fundaci6n de’ Buenos Aires no prosper y allt estos ani males alcanzaron un niimero pequefiisimo, Parece dificil que las hordas gigantescas que existfan en as pampas sélo cua~ renta o cincuenta afios més tarde, puedan haber tenido su origen en esa’ pequefia cantidad de equinos que Mendoza llev5 a la primera ciudad de Buenos Aires. Ya habia caballos en Paraguay, que pudieron avanzar hacia el sur, y también en Chi- 1, por 1o que es lcito pensar que encontraron wna ruta a tra- vvés de los pasos de los Andes. De donde quiera que vinieran, Jos cahallos descubrieron que Ios pastos eran de su agrado. Los primeros colonizadores permanentes de Buenos Aires Iegaron en 1580 y encontraron que habian sido precedidos en las pampas por gigantescas manadas de caballos salvajes. Pstos se habian “‘multiplicado infinitamente” en tas praderas del Rio de Ia Plata, dando a Inz una cantidad mayor de potillos, prohablemente con més rapider de lo que hubiera sncedido jamés antes en Ia historia de la tierra. A comienzos del siglo iccisiete, Vazquez de Espinoza nos cuenta acerca de los ca balls salvajes que habia en Tucumén, “en néimeros tales que cubrian Ia faz de Ia tierra y, cuando cruzaban Ia carretera, 34 Herrera, Historia general, 1:188; Nichols, “Spanish Hors”, p. 119.128. 9 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO los viajeros se vefan en la necesidad de esperar que pasaran durante un dia completo o més, y de impedirles que arras- traran con ellos al ganado domesticado. ..” £1 habla con te- mor reverencial de las planicies de Buenos Aires, “cubiertas de yeguas y caballos préfugos, en cantidades tales, que en cual: quier sitio parecfan bosques vistos a la. distancia’”* Si bien los cerdos dieron sustento a los colonizadores, su importancia en el desarrollo de la América colonial decaia de manera aguda después de ciertos aiios de que se colonizara un lugar, En cambio, ninguno de los grandes pueblos con- quistadores que vinieron al Nuevo Mundo hubiera obtenide sus Togros sin el caballo, aunque éste s6lo representa un medic para obtener un fin. Poca gente se ha ganado la vida alguna vez criando caballos para usar su came y su piel, pero Hones si lo han hecho utilizéndolos para custodiar a otros ani- males domesticados y vendiendo la carne y las pieles de estos tities, La imagen més tipicamente ibérica en la historia de la América colonial es la del ranchero a caballo observando sus rebafios, la mayoria de Tas veces de ganado vacuno, Cuando cl inglés se enfrenté con las inmensas praderas americanas, se detuvo, Tas definié como desiertos y buscé un camino. para rodearlas, Et espatiol, en cambio, acept6 de buen grado lae planicies, los anos y las pampas, llevé alli su ganado y lo dejé que se multiplicara y le construyera su propio bienestar. Bl resultado fue que, en el siglo diecisiete, habfa en el Nuevo Mundo més reses que cualquiera de los otros animales inmi- grantes vertebrados.** EL ganado vacuno provey6 al espafiol de toda Ia carne ue nccesitaba, En la década de 1550, un inglés serialé que en Ia ciudad de México podia adquieine un “‘cuarto de bucy completo, un trozo del tamafio que un esclavo podia. cargar, por cinco tomines, es decir, cinco reales de plata, Io que equi- % Vaaquez de Espinosa, Compendium and Deseription, p. 675, 694; Hakluyt, Navigations, 11:258. © Gobo, Obras, 1382. PLANTAS Y ANIMALES DE, VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 95 vale exactamente @ dos chetines y seis peniques...”** EI gran riimero de espafioles e indios que se dedicé exclusivamente a la minerfa nunca hubiera podido hacerlo de no tener a su aleance grandes reservas de comida, muy alimenticia, en forma de enormes rebafios de reses y otros animales. Esto es especial- mente cierto para quienes trabajaban en minas ubicadas cn regiones aridas como las de Zacatecas y Pot Pero los comedores de carne constituian apenas uno de los mercados de la res americana, y ni siquiera el més importante. La mayor parte de este ganado se sacrificaba para obtener més bien las pieles y el sebo que Ia carne. Era una época en la que con el cucro se fabricaban muchos objetos para los cuales, en la actualidad, usamos fibras, plisticos y metales: armaduras, recipientes, bales, soga, La demanda de pieles era enorme, tanto en América como en Europa, y también el nimero de &tas que se exportaban del Nuevo Mundo al Viejo. En 1857, la flota que Hegé de América desembarcé en Sevilla alrede= dor de 100000 pieles, (Les “‘cucros” no eran todos de vaca, pero segin parece sf lo fueron en su gran mayoria.) Gon canti- dades tan grandes de ganado como las que se sacrificaban, cl sebo Ilegé a ser tan abundante que las velas —un articulo de Injo en Buropa— fueron en América de uso coriente para ricos y pobres, ¢ incluso para los indios. Sin velas baratas y abundantes la mineria nunca habsia podido extenderse tanto como lo hizo. Bl trabajo subterrdneo se ejecutaba con luz arti- ficial y, aunque el scbo cra extremadamente barato, a principios del siglo diecisicte en Ias minas de Potosi se gastaron 300 000 pesos en velas en un. afio.* Muchos de los colonizadores ibéricos eran ya ganaderos cuando legaron a América, En la época renacentista, la Tberia del sur era la tinica regién de Europa occidental en donde cra habitual Ia ganaderia a campo abierto, Todas las técnicas que caractetizarian a Tas labores agricolas americanas —el uso censtannte del caballo, Tos rodeos periédicos, marcar el ganado, S Hakluye, Navigations, 9:357, 8 Chevalier, Land and Seciety, p. 107; Cobo, Obras, 1:883; Vizquex de Bspinosa, Compendium and Deteiptin, p. 625. 96 BL INTERGAMHO TRANSOCEANICO los grandes arrcos— fueron “invenciones” de los ibéricos me- dievales. Como sus descendientes americanos, estas gentes vic vieron y velaron por sus rebafios en regiones fronterizas, aftom tando el problema de las constantes incursiones de enemigos 4 caballo, En Europa, los moros eran los nativos hostles, en América fueron los indios. Todo permite suponer que no hubo grupo de europeos mejor equipados —tecnol6gica, social y psico- ogicamente— para enfrentar el medio ambiente americano, que los rancheras del sur de Espafa, En Espafia se desarrollaron no s6lo los hombres més aptos para la vida en Jas estepas americanas, sino también los ani- males destinados a estas nuevas regiones. El ganado vacuno se adapté mejor atin que los caballos espafioles, de los que ya hablamos. Ligera, delgada, de grandes cuernos, esa res que no se lucirfa en una exposicién hoy en dia, result sin em. argo excelente para diversos climas y enfrenté con ésito 2 dlistintes carnivoros, desde los pumas de la regién superior de! rio Missouri hasta las anacondas del Paraguay. Los espafioles descubrieron que las Antillas Mayores resul- taban bastante adccuadas para las actividades mis prestigiosas de tiempos de paz, como eran, en primer término, Ia extrac- cién de oro, y en segundo, cuando aquélla decayd, la gana- deria. Mientras en Espafia los mayores rebafios rara vez habfan sobrepasado las ochocientas o mil cabezas, en la Espafiola, en Ja década de 1520, Oviedo mencioné ta. existencia de muchos rebaiios de alrededor de cinco mil reses y algunos que alcan- zaban Ja cifra de ocho mil. La exportacién de pieles legs a ser, jumto con la del azicar, el principal soporte econémico de Ta Espaiiola y, con mayor exclusividad atin, fue Ta fuente de Fiqueza més importante de las otras islas mayores, Tan sélo Ja Espafiola envié 35 444 picles a Espafia en el afio de 1587. ‘Tantas reses cran sacrificadas para obtener Ias pieles que “en algunos sitios se ha corrompido el aire, por la abundancia de estas fétidas reses muertas. En la década de 1560, los in- gresos que sus exportaciones Ie producfan a Ta Espafiola alcan- © Bishko, “Peninsular Background”, p. 494, 497-498, vevo OF PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EX EL. zaban, probablemente, las cifras de 640.000 pesos anuales por el azticar y de 720.000 por las picles. 1521 fue el afio en que por primera vez se trajo a México ganado para la crianza. Al principio cra tan escaso que se ptohibié su camicerfa, pero en el transcurso de una década ya habia ranchos ganaderos, Entre 1532 y 1538 el precio de la carne de res bajé un 75 por ciento en la ciudad de México. Segin parece, durante los primeres afios los cerdos y las ovejas dejaron atrés al ganado vacuno, en Io que respecta a la rapide de su propagacién, pero al cabo de algunas décadas este ilti- mo fue el mejor. Muy pronto las reses pastaban por todas partes en México, incluso en Ia célida costa del Golfo. En 1568 un viajero relat6 que todas las mafianas se arrcaban mis de dos mil vacas fuera de la ciudad de Vera Cruz “para cvitar los, daifinos tufos de la tierra”. ‘A medida que Ia poblacién europea de México se afianzaba y comenzaba a avanzar hacia el norte, Wevs consigo la gana- desfa, La penetracién, en el siglo dieciséis, de este ganado en las fértiles regiones det norte de México dio comienz0 a uno de los acontecimientos biolégicos mAs extravagantes de este siglo, ya asombroso en tal sentido, Para 1579 se afirmaba que en el norte algunos ranchos tenfan 150.000 cabezas de ganado, y un rebafio de 20000 era considerado pequeiio. En 1586 dos tanchos ubicados en lo que hoy es Ia frontera entre Zacatecas y Durango marcaron 33.000 y 42.000 novillos respectivamente. Segiin un testigo que escribid en 1594, los rebafios de ganado vacuno casi se duplicaban en quince meses. Durante un reco- rrido por México que realizé por encargo del rey francés a 2 Tbider, p. 500; Oxtedla, Notnra! History, p_1t; Acosta, Natural and Moral ifstory,"1:6243, 271; Ratekin, “Barly” Sugar Indust Veanse también Benzoniy History af the Netw World, p. 08; Lop las, Geogrefs, p. 98, 111, 120, 127, 187; Parchas, Habluptar Psthsnas, 14:440, 16:91; Véaquee de Eapinosa, Compendiues ond Description, p. 41, 41; Hakduyt, Navigetions, 11:239; Mosricy, "Colonial Agricaltsre™ p. 254 Dolores Mendez ‘Nadal’ y Hugo W.. Alterts, "The Early History of Livestock and Pastures in’Puerto Rica, p. 61-64 ‘ Donald D. Brand, “The Barly History of the Range Cattle Business in Northern Mexico”, p. 132-193; Chevalier, Lend ond Society, p. £5, 923 Habluyt, Navigation, e361 98 BL LNTERCAMBIO TRANSOGEANICO finales de esa centuria, Samuel de Champlain escribié con pavor acerca de las “grandes y lisas planicies, que se extienden ‘erminablemente, cubiertas, por todas partes, de un niimero infinito de reses”." El ganado fue uno de los principales recursos econémicos de la Nueva Espafia y las picles figuraron entre sus exporta~ ies de manera significativa, En 1587 se enviaron 64 350 icles a Espafia, cifra que no incluye, por supuesto, la gran ceantidad que quedé en México para uso local." En cantidades inestimables, el ganado salvaje vagaba libre- mente més allé de los horizontes de los colonizadores. A. prin- cipios del siglo dicciocho, cuando los espafioles comenzaron un intento sorio de asentamientos en la regidn sur de Texas, des cubrieron que las reses habian Megado antes que ellos. Estas fueron los antepasados hispdnicos de los famosos longhorns texanos, Muchos colonizadores de habla inglesa, que arribaron a Texas a principios del siglo diecinueve, creyeron que este ganado era originario de la regién (y, de paso, tan dificil y més peligroso de capturar que los mustang).°* El ganado vacuno se dio bien en las sabanas y montaiias de América Central y en la Tierra Firme.® Pero a medida que se avanza hacia el sur, a partir de México, no se encuentra otra regidn ganadera comparable a sus planicies nortefias, hasta Hogar a los llanos de Venezuela, de sciscientas millas en sen- tido este-oeste y doscientas de norte a sur. La temperatura promedio es bastante mas clevada que en las planicies ibéricas y el clima se caracteriza por tener un ciclo anual de sequia y iuvias; no pudo darse, por lo tanto, en estos llanos una “ex- plosién bivldgics!” de los animales doméstices europeos. De © Chevalier, Land ond Society, p. 63, 92, 95, 94; Brand, “Range Cattle Industey", po 134 SS Acosta, Natural and Moral History, 12271 ct J. Fronk Doble, “The First Cattle ia Texas and the Southvest Progenitors of the Longhorns”, p. 181-182, JH. Parry y P.M. Sherlock, A Short History of the Weat Indies, p. 864 Vieques de Espinoss, Compendium end Description, p. 244 S14: Lopes de Velasco, Geografia, p. 838; Purchas, Hokluytas Posthamus, 14:07, 490, 494 PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO BN EL NUEVO 99 cualquier manera el espacio y los pastizales atrajeron a los cspafioles y a sus animales. En 1548 un ganadero espafiol atra- vves6. estas regiones arreando un pequefio rebafio con destino 4 Bogota. Probablemente pertenecieron a este hato los prime- 103 novillos y vacas de los anos. Durante la segunda mitad del siglo, ya vencida Ia resistencia de los indios de estas prade- ras, en parte por las armas y en parte por ta viruela y otras enfermedades, tuvo lugar la adaptacién de Ta tecnologia ¥ los animales al dificil entomo. Para 1600 ya € alrededor dde cuarenta y cinco ranchos en las planicies venezolanas, Medio siglo m&s tarde en Ios llanos pastaban cerca de 140 000 cabezas. ‘Al igual que en México, el ganado tendia a avanzar hacia el terior adelanténdose a los europeos y era, asimismo, més ré- pido para adaptarse que sus propios duefios, Estos “descarria- dos” fueron a veces conducides por cuidadores afticanos, quic- znes habian sido traidos para reemplazar a los agonizantes indios cn el servicio de los espafioles; como las reses, estos africanos s¢ dirigian hacia Ia frontera para escapar de sus amos." La historia de los anos sigue el mismo curso que la de las planicies mexicanas, slo que a un paso més lento. El siglo jecistis fue un periodo de simples comienzos pero Ilegaria el tiempo, dos centurias més tarde, en que las vacas y los caballos, doméstices y salvajes, se contarian por millones y los ranchos particulares marcarian diez mil y més cabezas por afio, La exportacién de picles a Espafia, que habfa comenzado en las fileimas décadas de 1600, a la vuelta det siglo alcanz6 un lugar prominente cn la economia venezolana de la colonia, Durante al periods que abarca de 1620 a 1665, represents el 75 por ciento © mas del valor (otal de sus exportaciones.®” © Taylor M, Harrell, “The Development of the Venezuelan Llanos in the Sintoonth Century", p. 1-5, 58, 63, 70, 72, 162, 168, 172173, 1975 C, Landgon White, “Catile Raising: A'Way of Life in the Venezuelan anos" p. 128. © Paes, Wild Scenes, TAH, 280; Alexander Walker. Columbia: Being a Geographical, Statitical, Agricultural, Commercial ond Political Account fof that Country, 2:184-196; Purchas, Hoktuytus Posthumus, 14:455; Vax ‘quer de Espinosa, Compendium and Description, p- 91; Eduardo Arcila Farias, Economia eoloniat de Venezuela, py 77-78, 100 BL INTERGAMIO TRANSOGRANIGO En el resto del continente, hacia el sur de Veneauela, ta historia del ganado se divide, a grandes rasgos, en dos catego- las; una, la de los asentamientos portugueses en Brasil, donde cl clima fue duro, tanto para el ganado como para los hom- bres, y el incremento de los rebaiios lento; y otra, la de los asentamientos espafioles, donde la vida era més facil y la pro- pagacién més veloz, La historia del ganado del serto brasilefic, “el pats de atrés”, es semejante a la de sus parientes de los llanos. Durante el siglo dicciséis el sertén no produjo rebafios que pudieran compararse con os de México 0, como veremos més adelante, los de las pampas. El principal factor limitante fue, de nuevo, un clima dificil, verdaderamente tropical. Este siglo resulté de ajustes y adaptaciones para ambos, hombres y animales. Segin los registros (poco claros para las primeras décadas de la his- toria del Brasil) las primeras reses legaron a la América por- tuguesa con Martim Alfonso de Sousa, entre 1531 y 1533. Su niimero crecfa con tanta lentitd que resultaba demasiado valioso para ser utilizado como alimento y se destinaba, gene- ralmente, para el transporte y molienda de la cafia de anicar, Las plantaciones azucareras se extendieton en forma tan veloz que el ineremento natural del ganado no era suficiente para sus demandas, Fue asi, no a pesar sino a causa de Ja dedicacién de esa regién al azicar, que Ibo un esfuerzo concentrado para favorecer a cria de ganado en las praderas costeras del noroeste, Para el afio de 1590 tos pioneros que avanzaban desde Bahia hacia el norte ya habian vencido a Ja retaguardia de la resistencia indigena cn Sergipe, y muy pronto las reses.ramo- neaban en sus praderas. En la boca del rio San Francisco, cuyo valle Hegaria a ser el gran corredor hacia el interior, los ‘ganacleras bahianos se encontraron con les ganaderos de Per- nambuco que avanzaban hacia el sur; ambos grupos eran las vanguardias de Jas plantaciones azucarcras que se extendian a lo largo de Ia costa, ‘Tuvo también importancia'el ganado en esa regién del Bra- sil del siglo diecistis que no estuvo dedicada al azicar. Hacia PLANTAS ¥ ANIMALES DEL. VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 101 el sureste, lejos de Jas principales reas de plantacfones, los rebaiios aumentaban Ientamente, en Ia regién de San Pablo, convirtiéndose en un elemento importante en In economéa de ‘sus habitantes. Fue de este modo que para 1600, en dos re- giones de Brasil nitidamente separadas y diferentes, los gana- deros estuvieron preparados para la primera penetracién real en el pais, Por uno y otro lado, a Jo largo del litoral, habia rebaiios de quinientas © incluso mil cabezas. Estaban listas vuna crfa de ganado y una generacién de hombres lo suficiente- ‘mente fuertes como para enfrentar el desalio de los indios y det sertén.® EL ganado se trajo a Tierra Fitme y América Central a principios del siglo dieciséis; sus descendientes legaron a Lima no més tarde de 1539, Los rebafios se dispersaron por todas partes, en Ia regién ‘montafiosa donde el pasto era abundante, y se adaptaron més rapidamente que los caballos a las grandes altieades, EL curso que siguieron los acontecimientos fue seme- jante, una vez més, a lo ocurrido en la Nueva Espafia, aunque ‘en una escala mucho menor: un crecimiento numérico accle- rado_y la huida de muchas reses, que pronto se volvieron salvajes.®* De igual manera que los caballos, el ganado vacuno se dis- pers, partiendo de Pert con los espafioles, hacia Chile, al sur, y desde allf en y a través de las montafias. Este ganado prosperé répidamente en los verdes valles de Chile; en 1614 los residentes de Santiago poseian ya 39250 cabezas, con un incremento anual de 13.500.” © Rollie B, Poppine, “Cattle Industry in Colonial Brasil, p. 219.226; nies, Historie, 2:150; Purchas, Hakluytue Posthumus, 162500, “® Oviedo, Natural History, p. 79; Carl L. Johannessen, Savannas of 1 Hondvras, . 36:37; Lipes do Velasco, Geogralia,p- 350, 359, 388; Inte Purchas, Hatluyeus Posthumus, 14:496; Vézques de Espinosa, Compendium ‘and Deseripion, p. 205, 220-921, 227, 351, 376, 633, 644; Romero, Hix {oria econémica, p. 99, 1183 Jiménez de la Espada, ed., Relzciones geogrd. eas, 23218, 19 Lopes de Velasco, Geografia, p. 516-593; Vaquez de Espinosa, Gompendivm and Description, p. 133. 102 EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO En Paraguay y Tucumén la historia se repite: un incre- mento extremadamente veloz y que se accleraba mis ain a medida que los animales vagabundeaban hacia los pastizales del sur y del oeste, incluso mas extensos y més verdes. En 1593 ya habia grandes cantidades de reses salvajes en la provincia de Corrientes, Pocos afios més tarde, las planicies de la re- gién de Santa Cruz estaban “llenas de ganado, que a la fecha se ha vuelto salvaje y cubre los campos en una distancia de chenta leguas a fa redonda”. En 1619 el gobernador Gondra de Buenos Aires informé que en el rea de su jurisdiccién la cantidad de vacas era tan grande que si mataban 80.000 al aio para obtener las pieles, el incremento anual seria suliciente para recuperar la pérdida.”™ 1Los rebafios siguieron extendiéndose y desparramdndose h- cia el sur, en direccidn a la Patagonia. Los informes de tes tigos presenciales acerca del tamafio de estos rebafios de les Pampas recuerdan, al estudiante de historia de los Estados Uni- dos, no tanto las cantidades de longhorns en Texas sino las de Diifalos. Estas miriadas de reses, domesticadas y salvajes, pro- veyeron al Rio de la Plata de na base econémica. Durante 1a época colonial su principal exportacién fueron los cueror; este comercio era ya de cierta impertancia al inicio del siglo dicisiete y para fines del dieciocho llegaria a exportarse un millén de picles al aiio.”* Puesto que la cria de ovejas fue todavia més importante que la de reses en Ia Espafia renacentista, no es de sorpren- derse que Colén trajera algunas, junto con los otros animales domésticos, en 1493. Con el tiempo la cantidad de ovejas Megs también ser enorme en América, pero su adaptacién fhe mis Ienta que la de la mayoria de las otras especies domé- ticas europeas. No les fue bien en las islas del Caribe ni en fas himedas y calientes tierras bajas, Segiin las noticias de Ber- % Vasquez de Espinosa, Compendium and Description, p. 681, 67% 690; Gonzilez, Historia argenting, 11131-133, Vazquez de Bspinoss, Compendium and Description, p. 61; Ricasds Levene, A History of Argentina, trans. Wiliam , Robertion, p. 117 PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN BL NUEVO 103 nabé Gobo, las tierras inadecuadas para el hombre tampoco eran buenas para las ovejas. Dado que éstas eran mucho me- nos capaces que los cerdas, caballos y vacas de defenderse de Jos depredadores,”? tampoco se transformaron en salvajes ni se reprodujeron en grandes cantidades para favorecer de este ‘modo los primeros espafioles que las reclamaran como pro= pias, convirtiéndolos en ricos, Afortunadamente la falta de habilidad de las ovejas para la supervivencia en estado salvaje no incidié en el hecho de que fueran uno de los pilares de la civilizacién ibérica. Su carne era frecuente en la dicta espafiola y continué siéudolo en el Nuevo Mundo; su piel era un articulo importante en la vesti- menta europea y lo mismo sucedié en América. En las regiones mineras, vestirse con picles de oveja resul- taba de vital importancia, puesto que retenian el mercurio, csencial para el procesamiento del mineral de plata. Y, por supuesto, las ovejas ademas provefan de la lana."* La lana fue la materia prima que se us6 en la primera industria fabril en América: Ios grandes talleres textiles a donde se llevaba a los indios, a menudo en detrimento de su salud, a producir tejidos de lana y de otras clases. Hacia el afio 1571 la Nueva Espaiia contaba con ochenta talleres y el virrei nato det Perti no se quedaba muy atrés. En el siglo di los talleres ya producian tejidos suficientes para abastecer las necesidades de las regiones donde estaban ubicados, ademas de un excedente para et comercio en Ia colonia, e incluso para exportar a Espafia.”* ‘Algunas ovejas sc las ingeniaron para sobrevivir en las c&- lidas Antillas a principios del siglo dieciséis y de este modo 13 Cobo, Obras, 1986; Léper de Velasco, Geosrafia, p. 20, Véase también Bidwell y Falconer, History of Agriculture, p. 28, para un and Isis semejante-de Ta historia temprana de Ine ovejas en Nueva Inglaterra Chevalier, Lend and Society, p. 107; Juan de 223; Viaques de Eapinors, Compendium and Description, © Vaauez de Espinosa, Compendium and Deserijtion, p. 133, 1354 136, 178, 863, 368, 395, 400, 475, 491, 495, 616, 732, 746; William TT Dusenberry, “Woolen Manufacture’ in Sixteenth Century New Spai 225.234, tot EL INTERCAMBIO TRANSOGRANTCO hhubo remesas para enviar a tierra firme poco después de la fundacién de poblamientos alli. Las ovejas fueron desemba:- cadas en Panamé en fechas tan tempranas como 1521, y pode- mos presumir que lo mismo sucedié en todas partes del litoral caribefio. Cortés tenfa una opinién tan positiva con respecto a las potencialidades de la Nueva Espaiia como regién gans- dera que, tan pronto como los aztecas fueron vencidos, envié or ovejas y otros animales a las Antillas, Pero fue Antonio de Mendoza, el primer virrey (1535-1549), quien se destaca en Jos primeros anales como el principal promotor de la cria de ovejas. Fue € quien importé Ins soberbias ovejas de Castlls, las de merino, y dio alas a su cria en la Nueva Espaiia —} quien, incidentalmente, Ileg6 a convertirse en uno de los prin- cipales ganaderos de su propia. jurisdiccién.”* A pesar de que no tenfan la resistencia suficiente como para bastarse por si mismas, las ovejas prosperaron, como los caballos, cerdes y reses, bastante répido, en los planicies y Jos valles interiores, relativamente templados, de Ia Nueva Es- pafia, Se ha caleulado que 200 000 ovejas pastaban en una extensién de nueve leguas cuadradas ubicadas justo al norte de San Juan del Rio. Antonio de Herrera cuenta una historia acerca de “hombres que inieiéndose con dos ovejas de vellén largo Megaron a poscer alrededor de 40.000”. Pronto, el gran niimero de ovejas dio lugar a migraciones estacionales; no mucho después de 1579, probablemente incluso antes de’ esta fecha, 200000 ovejas, y més aim, avanzaban como un rio de Jana desde Querétaro hasta el lago Chapala y Ia region este de Michoacén cada mes de septiembre, y de regreso, en el mes de mayo, en busca de pastes, Sin embargo, a pesar del tamaiio de los rcbafios y de su movilidad, los ranches ove- jeros estuvieron, en su mayoria, concentrados en la region cen. tral de México y se dejaron para los longhorns, més fuertes, las planicies nortefias, En este sentido una excepci6n impor. fante fue Nuevo México, en donde Tas ovejas sobrepasaban 8 Edvard N. Wentworth, America's Sheep Trails, p. 28; Dusenberry, “Woolen Manufacture", p. 222; Whitaker, “Spanish Contribution" p. 4 PLANTAS ¥ ANIMALES DEE, VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 105 en cifras considerables el niimero de reses, hasta la legada de Jes anglosajones.™ Peri, no menos que México, resulté una regién donde las ovejas pudieron medrar, Uno de los conquistadores, el capi- tin Salamanca, import6 ovejas cuatro o seis afios después de Ja conquista; pronto pastaban en grandes cantidades en las pra- deras altas, junto con las reses y los animales natives, Hacian Jas delicias de sus duefios, pues se reproducian dos veces en catorce meses," Pero las consecuencias que las ovejas y otros animales euro- peos produjeron en los animales nativos no fueron tan agrada- bles, ‘Es indudable que el ganado europeo transmitié al gas nado nativo una devastadora seleccién de enfermedades, Después de la conquista, la lama y la alpaca disminuyeron en propor- ciones tan espectaculares como las de la poblacién indigena, Las razones fueron prcticamente las mismas: enfermedades y explotacién brutal.” EL territorio que ocupaba el antiguo imperio inca es una regién quebrada y dividida por los Andes en tantos compart. mentos que no puede sefialarse un rea, en particular, como centro principal de la ganaderia colonial. Segtin parece las ove- jas pastaban en todos los lugares en. donde se combinaron el buen pasto, el clima templado y el acceso a los mercados. El lector no puede sorprenderse al escuchar que la cantidad dle ovejas crecié inmensamente, Ya préximo el fin del siglo icciséis, José de Acosta, refiriéndose al Pert, escribié que “en épocas pasadas hab{a hombres que posefan setenta y cien mil ovejas y en Ja actualidad no tienen muchas menos”! Por todas partes, en América del Sur, Ia historia de la Morrisey, “Colonial Agriculeure”, p. 27; Purchas, Haktuytus Por ffanvas, M4489; Chevalier, Lond and Society, p. 95; Dobie, “Cate Texas", p. 17 gaat, COP Obras, 122065 Tisines de In Repada, Relaciones gegréfica, 3. Bf Romero, Historia econémica, p. 117; Cabo, Obresy 12967 fo Romero, Historia econémica, p. 118; Cobo, Obras, 1:37; Purchas, Halluytus Posthumus, 142535; Lépez de Velasco, Geografia, p. 20; Acasa, Natural and Moral History, 1:20 106 [EL INTERCAMBIO TRANSOCEANTCO ria de ovejas presenta pocas sorpresas. Buena parte de éta ‘se llevé a cabo en Nueva Granada, al pie de los Andes y en Jas ticrras altas, Las regiones de Brasil que colonizaron los por- tugueses durante el siglo diecistis eran demasiado tropicales para las ovejas, com excepcién de las capitanfas del centro-sur Pipio de Jancito y San Pablo— donde a finales del siglo toda- Via existian rebafios. Prosperaron excesivamente bien en Chile, Gonde el clima es benigno y el pasto abundante. En 1614, Sélo el distrto de Santiago contaba con 632 825 ovejas, que producfan 223 944 corderos al afio, Las pampas eran demasiado Ealientes y los espaiioles muy pocos para proveer de pastores suficientes para un ntimero grande de ovejas, Sin embargo, | tn lo que ahora cs ol norte de Argentina, especificamente el Tucumén, hemos sabido de Ta existencia, para 1600, de gran cantidad de ovejas y, eventualmente, Ia Patagonia Hegaria a ser uno de los principales centros de cria de ovejas del hemis- ferio occidental." "Mucho podria agregarse acerca de otras especies de anima: les damésticos que fueron trafdos al Nuevo Mundo durante el primer siglo después de los viajes de Colén. Pero como la pa- Ciencia del lector tiene limites, s6lo mencionaremos brevemente algunos. En la América precolombina existian los perros, pero Jos que llegaron con los conquistadores eran més grandes y més fieros; eran en verdad tan feroces que fueron utilizados ‘con gran elicacia en contra de los indies, Parece ser que vo Vieron a la vida salvaje con tanta facilidad como los cerdos, y fue asi que aparecieron cantidades de perros salvajes en la Espafiola, Perd y, sin duda, en otros muchos lugares. Devora- ban lo que podian encontrar: mariscos cx Atacama y en la costa peruana, manzanas silvestres en Puerto Rico y, en las regiones ganaderas, sobrevivian como depredadores y eran ta: tados como lobos por los cuidadores del ganado." 5° Viaquer de Espinosa, Compendium and Description, p, 789i Max athies, Historie, 2:1905 Pacchas, Hakluytus Posthumus, 163800; Prado, Gotoniat History, pr 29%; Caslor Pereyra, La obra de Expaia en Amie, pitt. W Oviedo, Natural History, ps 115 Léper de Velasco, Geogrofie, ps 2- at; Acsela, Natural and Moral History, 1:272; Véenues de Fspinomy | PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIE[O MUNDO EN EL NUEVO 107 Y hhubo gatos, muchas de los cuales siguieron a Ios perros ‘en su retorno al estado salvaje, Cuando Darwin recorrié la re- gién de La Plata en la década de 1830, descubrié al gato co- rriente “transformade en un animal grande y fiero” en las roco- sas montafias. Las cabras también Hlegaron con los euroy para 1600 podia encontrarselas en grandes cantidades por tora Jas regiones en las que existian en abundancia otros animales de pastoreo. También se volvieron salvajes donde las condicio- nes fueron propicias, En Puerto Rico las “‘cabras viven. .. sin riesgos porque aprecian los peffascos y las cumbres de las mon tafias, y por lo tanto estén libres del acecho de estos perros ase- sinos”. Y en la soledad de las islas chilenas.** ‘Con respecto a las aves de corral hay algunas confusiones. Ciestamente, exisiicron en la América precolombina el guajolote y el pato americano; hay quienes piensan que existia ademis tuna cicrta clase de gallina, La aceptacién de la existencia de ‘ata iltima ‘significa probablemente también la de contactos precolombinos a través del Pacifico con tas regiones donde fue domesticada por primera vez. Sea lo que fucre, no hay dudas de que, para 1600, la mayor parte de gallinas era de origen caropeo y habia ademés un niimero considerable de gallinas de Guinea, de ot eQuién’ pucce imaginarse a la Latinoamérica rural sin el burro? Este yt la mula. también son importaciones def hemis- ferio oriental. Aunque sc usaron ampliamente como bestias de carga durante la época colonial, nunca llegaron a ser tan abun- dantes como Ios caballos. Probablemente, la ‘presencia de tantos caballos y bueyes hizo’que la cria de mulas parccicra superflua. Compendium end Description, p. 6675 Cobo, Obras, 1:988.309; Parchas, Hekiustus Porthuonns, 19:92. SY Vaaquex de Espinasa, Compendium and Description, p. 49, 117 Oviedo, Natural History, p. 11; Cobo, Obras, ‘The Voyage of the Beagle p. 120 2 420; Parchas, Hekluytat Posthuinas, 16:800-501; F. Columbus, Life of the Admiral, p. 234; Bemzoni, History of the New World, p. 2525 Steward, HondBook, G:394; Sauer, Barly Spenish Sain, p. 212, 108 EL INTERCAMIO TRANSOCRAWICO ‘Sin embargo, existieron muchos ranches grandes de mulas, en general en Jas mismas zonas donde medraban otros animales de pastoreo, En Argentina, Cérdoba sc destacé por sus ranchas ‘mulezos. Estos animales también se volvieron salvajes.® Si la impresién del lector hasta este momento es que la importacién de ganado en pie que realizaron los ibéricos fue un éxito total, ésta debe ser corregida répidamente. Para 160 espafioles y portugueses estaban probando animales traidos tan. to de Africa y Asia como de Europa; algunos de ellos, como Ja gallina de Guinea, demostraron ser valiosas adiciones a la fauna del Nuevo Mundo; no otros, como el camello, trafdas para servir de bestias de carga en las desiertas costas peruanas, Igual a lo acontecido dos siglos mas tarde, en el dtido suroesie de Ios Estados Unidos, Jo$ camellos solamente ‘fueron tiles en teoria, pues los jinetes europeos se entusiasmaron muy poco con ellos. Un don que se respetara podia sentir admiracién por un caballo, incluso por una mula... gpero por un camello? Este era descuidado y se Ie permitia huir. Les esclavos fugi- tivos —los negros cimarrones— quienes, sin lugar a dudas, menudo sabian més que Ios blancas acerca de los camellos, les mataban para obtener alimento, La historia del camello ene Perti colonial duté apenas sesenta afios. El éhtimo de estes fantes que no sc adaptaron murié en 1615." No toda la importacién de animales fue intencional. Los ibéricos, indudablemente, trajeron docenas, incluso cientos de distintos insectos y animales que bubieran preferido abando- nar en el Viejo Mundo. La rata, que sigue al hombre tan fiel mente como el perro, logré cruzar el Atléntico, convirtiéndose © Cobo, Obras, p. 884; Habluy, Navigation, 9:390-901; Acosta, No- tural and Moral History, 122723 Vésquen de Eapinoss, Compendium an Description, p. 610; George Laycock, The Alen Animals, p. 149-158 ‘Quists al lector Te resulte interesante taber que muchos si son salvajen ‘Todavia en 1957, existian alrededor de 18.000 burroe salvajes en Ios Esta: dos Unidos. 69 Acosta, Neturel and Moral History, 1:272; Cobo, Obras, 1:420- 421; Frank Lammons, "Operation Camel. An Experiment in Animal Trans. portation, 1857-1860", p, 20-50. vevo 109 PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN BL N en una peste importante, y en un transmisor de enfermeda- des en los puertos de Ia América colonial. La primera de estas viajeras fue probablemente la rata negra, que hoy en dia es mas comtin en los trépicos y a bordo de los veleros que la rata café, de mayor tamafio, A lo largo de Ia historia, la rata negra ha sido el portador més importante de la peste bubénica y un transmisor tan bueno como cualquiera del tifus."” Ha habido controversias acerca de si las ratas que atormen: taron a la América espaiiola durante los siglos diecistis y dieci- siete fueron de origen americano 0 europeo, Betnabé Cobo, que sabia algo de la ciencia genética de su época, afirmé que las ratas siempre habfan estado en todas partes, porque ““debido ‘la rotacién de Ia tierra, es natural que estos animales sean engendrados en cualquier sitio”. Sea como fuere, en Jas Bermudas no habia ratas antes de Ja Megada de los europeos y éstas desataron, a su arribo, uno de los desastzes ecoligicos mAs espectaculares de Ia época. Sin Ja menor intencién, los primeros colonizadores ingleses del siglo diccisicte trajeron unas cuantas, y “el Sefior envié al pais una calamidad y castigo muy doloroso, que lo amenazé de ruina y Aesolacién completas”. Las ratas se extendieron por todas las falas, agujereando Ja tierra con sus madrigueras, anidando en casi todos los Arboles y casi comiendo a los colonizadores en sus propios hogares: “porque al haber sido privados dq, alimento, muchos murieron y todos Ilegamos a estar afiebrados y dé kes... algunos no; otros no pudieron salir para estar a salvo ¥ murieron en sus casas”. Una y otra vez parecia que el Setior haria pagar a los europeos el pecado ecolégico de aban- donar Europa y levarse consigo sus plantas y animales No existen dudas acerca del enorme impacto que tuvo sobre Jos indis el traslado de alimentos y ganado del Viejo Mundo. & Vésquer de Espinosa, Compendia and Deveription, p. 399; “Rats, Encyelopaedia Britannica, 18:989-990; Hans Zinsser, Ret, Lice and Hise fory, p. 141-158. © Cobo, Obras, 1:350-351 © Purchas, Hakluytus Posthumes, 19:160-102, 110 BL INTERGAMBIO TRANSOCEANICO Como ya se ha mencionado, los indigenas tardaron en aceptar las muevas plantas alimenticias, pero los animales daméstices fueron otro asunto, Pensaban que el trigo tenia pocas ventajes sobre el maiz; pero los cerdos, caballos, vacas, gallinas, perros y gansos del Viejo Mundo si resultaban supetiores, en cad todos los aspectos, a lo que América ofrecia. En las regiones cercanas a los asentamientos europeos, los indios adoptaron més répidamente a los animales de tamaio menor del Viejo Mundo. Los espafioles valoraban menos a estos ‘iltimos que a los grandes y no consideraban una ame- naza el que los poscyeran los indios. Estos animales més pt- quefios eran més baratos y menos dificles de manejar por las esposas noveles. En América ya existian amplios precedentes de domesticacién de animales pequefios y, precisamente por esto, sus nuevos poseedores no necesitaban alterar drésticamen- te sus formas de vida. En el transcurso de una 0 dos genera- ciones, a partir de Ia conquista de sus regiones, los indios de grandes freas de la América espafiola y portuguesa incluyeren fa los perros, gatos, cerdos y pollos en su vida cotidiana y en su economfa, Antonio de Herrera relata de un indio sabio, quien, interrogado acerca de qué era Io més importante que hhabian recibido de los castellanos, sefialé cn primer lugar bs huevos porque eran abundantes, “frescos todos Jos dias y bue- nos tanto cocidos como sin cocer, para jévenes y vicjos”. (Los otros articulos que enlisté fueron los caballos, bujias y lén- paras.) "© ‘Aunque no son muy frecuentes, hay ejemplos de erfa, por parte de los indigenas, de caballos, vacas, ovejas y gansos en regiones controladas por los europeos. EI mantenimicnto de tales animales requirié de cambios radicales en las formas de vida Gc los sedentarios agricultores. La excepcién fueron Jas tiers altas del Pert, donde ya habia precedentes de crla de animaks | grandes, En la Nueva Espafia fueron pocos Jos indios que adquiricron siquiera rebafios pequefios de ovejas y fueron mis | fescasos atin los indios poscedores del fiero ganado espaol 0 Herrera, Historia general, 2:34-95, PEANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO III Incluso en el Perd, tos indios rara vez fueron duefios de gran- ddes miimeros de estos animales." Por todas partes, en las regiones controladas por Jos euro- ‘eos, sus animales domésticos —de mayor tamafio— arruinaron a los indies en vez de cnriquecerlos. Su espectacular incremento coincidié con una declinacién, de igual magnitud, de la pobla- cién indigena, lo que no se explica exclusivamente por Jas en- fermedades y la explotacién que padecicron. En la competencia biolégica, los indios gstaban en desventaja respecto al ganado recientemente importado. Las civilizaciones indigenas de alta cultura vivian de una dieta prioritariamente vegetal, por lo que cualquier cosa que afectara a sus campos de cultivo tam- Dign fos afectaba radicalmente. Los espafioles, ansiosas por cs tablecer en sus colonias su pastoral forma de vida, destinaron al ganado grandes extensiones de tierras que, en buena parte, hhabjan sido cultivadas por los indios con anterioridad, Adentés, al ganado grandes extensiones de tierras que, en buena parte, continente donde las cercas y los pastores eran escasos, inter~ nindose en sus terrenos, comiendo y pisoteando sus plantas. Segiin escribié al rey, Mendoza, el primer virrey de la Nueva Espaiia, refiriéndose a la situacién en Oaxaca: “Su Sefioria puede darse cuenta de que si se autoriza la crfa de ganado, los Indios serdn destruidos.” Muchos indios estaban mal nutridos, o que debilitaba sus defensas contra las enfermedades; muchos hhuyeron a Jos cerros y desiertos, para enfrentar el hambre en soledad; algunos simplemente yacfan por tierra y morian oyen- do tos mugidos de sus rivales. La historia de este fenémeno es muy nitida en México y existen buenas razones para syponer que lo mismo pasé en otras partes de América"? Lo contrario sucedié en las regiones més allé de los asenta- tients europeos, donde Jos animales tuvieron a menudo un % Gobo, Obras, 1:383; Gibson, Aztecs Under Spanish Rule, p. 345: 546; Gibson, Spain ix America, 198-194, = Lesley Byrd Simpson, Explotation of Land in Central Mexico in the Sixteenth Century, frontispiece; Chevalier, Land and Society, p. 94; Zosita, Life and Labor, p. 9, 103, 268-271; Stewart, Handbook, 2:25 112 EL INTERCANIIO TRANSOCEANICO ‘efecto muy positive para los indios. De ninguna manera eran estos aborigenes tan mumerasos como los de Mesoamérica ¥ Perd, por lo que en estas regiones habia espacio para los cua- dripedos inmigrantes, Muchos de estos indigenas eran néma- das y los recién legadlos multiplicaron sus recursos para esta forma de vida; estos indios recibieron los caballos, vacas, ovejas Y¥ gansos no como rivales sino como agregadas de gran valor para su dieta alimenticia y para obtener de ellos vestimenta y energia. Los animales, en un orden ascendente de importancia para los indios, fueron las ovejas, las reses y los caballos. Las ovejas rara vez se volvian salvajes; por lo tanto para estos indepen- clientes indios sélo resultaban aprovechables como botin a obte- ner en. sus corretias 0 convirtiéndose ellos mismos en pastors, Esto dltimo sucedié pocas veces pero vale Ia pena mencionar las excepciones: para fines del siglo diccisiete, la mayor parte de Ins tribus de Chaco (situadas donde hoy se encuentran Pa- raguay, Bolivia y el norte de Argentina) ya comenzaban a ceriar ovejas. Otro ejemplo son los indios navajos de Nuevo ‘México, quienes legaron a ser propictarios de grandes rebafios de ovejas unas décadas més tarde." Més alla de las Iincas que demarcaban los asentamientos hispdnicos en tierras de pastos, hubo tribus que empezaron a de- pender de manera ereciente de 1a came y las pieles de vaca. En la Nueva Espafia cl ganado enriquecié mucho a los yagquis, tarahumaras, pueblos y otras tribus y, més al norte de la fron. tera, a los atabascanos, de los que los més conocides son los navajos y los apaches. En los vastos pastizales al sur y sureste del Per‘, los novillos espafioles les parecieron a los indios un regalo de los dioses, Justo antes que comenzara el siglo dieci- siete, Vézquez de Espinosa escribié que las planicies de Santa Cruz de Ia Sierra estaban “flenas de vacas que hoy en dia se than hecho salvajes y cubren los campos en una distancia de mds de ochenta leguas... los indios se benefician de este ga * Stowant, Handbook, 1:265; Gibson, Spain in America, p. 194. PLANTAS ¥ ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 113 nado, guardandolo cerca de ellos y lejos de los pobres espaiioles que lo perdicron”. Los charriias de la Banda Oriental (Uru- ‘guay) y los puelches, aucés, tchuelches, ranqueles y araucanos de las pampas argentinas, vivian del ganado y hacian sus herra- mientas, vestidas y chozas de sus pieles, huesos y tendones.” ‘Muchos indios de estas tribus y una buena cantidad de otras semejantes obtenian sus reses de los espafioles 0 de los rebafios salvajes siempre que las necesitaban, pero no se con virtieron en verdaderos ganaderos. La excepcién més desta cada a esta regla la constituyeron los guajiros de la gran penin- sila que se extiende entre la costa ceste del Jago Maracaibo y dl Caribe, Los guajiros, por su ubicacién en las orillas del Caribe, fueron de los primeros grupos de tierra firme que tuvieron contacto con les expafioles y su ganado. Bste comenzd ‘a pastar en los mrgenes de Ia semidrida peninsula, no més alla de la década de 1570, tal vez alrededor de 155( nada sabemos de Ia historia de los guajiros en los px afios después de Ia Iegada de Colén, pero podemos adivinar que se convirtieron en ganaderos al poco tiempo de obtener Jas vacas y otros animales, probablemente de Ia adyacente regién de Riohacha, Esta transformacién debe haberse produ- cido hace mucho tiempo. A pesar del rechazo de esta brava gente a convertirse ni en victimas ni en guardianes de Jos blan- ‘cos, pocas trazas de su cultura han Iegado hasta el dia de hoy. Hacia mediados del siglo veinte, los guajiros, que no Hegaban ‘a mas de 18,000, posefan 100 000 reses, 200000 ovejas y ca- bras, 20000 mulas y caballos, 30000 burros y considerables cantidades de cerdos y pollos, De la misma manera que su- cede entre los masais de Kenya, el ganado es su principal medida de riqueza, su dieta se compone casi por completo de carne y derivados de la leche, y el precio de una esposa es calculado en reses. Les guajiras son lo que habrian Mlegado a ser todos los indios de las praderas americanas si s6lo el ga- © Gibson, Spain ia Ameria, p. 193; Steward, Handbook, 1:192; Gone silez, Historia argentina, 1:68-76; Vésquez de Espinosa, Compendivin end Description, p. 647. 1¢ EL INTERCAMBIO TRANSOCEANICO nado hubiera tlegado al Nuevo Mundo, sin Ia compafiia de Jos curopees Los guajiros no habrian podido manejar rebafios tan gran- | des si no hubieran recibido también los caballos, El hecho de ‘que entre estos indios sea un cumplido de primera categoria el alabar el cabello de una mujer por ser de color parecido a las crines de un caballo muestra su. amor por éstos.* Los gua- jiros son los tltimos sobrevivientes de esas tribus de centauros, cuya cultura se transformé y enriquecié gracias al caballo, Al principio, los indios fueron aterrorizados por este animal y, si los espaffoles se hubieran salido con la suya, el deseo de ios primeros de estar tan lejos de los caballos’ como fuera posible se habria visto recompensado." Los curopeos fueron plenamente conscientes de la ventaja que el caballo les daba sobre sus sGbditos americanos, a los que, por lo tanto, inteata- ron prohibir su posesién o uso, Pero esta restriccién. fracasd siempre, pues los indios eran necesarios como vaqueros y, cuan- do cntraban como aliados en la guerra, resultaban ineficaces ‘a menos que montaran. Sobre todo, los caballos se reproducian tan velozmente y escapaban al control curopco cn cantidades tan grandes, que muy pronto a un indio Ie resulk6 tan facil como a un espaiiol adquirir su montura, Los caballos al igual que las enfermedades avanzaron en las tierras vingenes de Amé- Fica con més rapidez que la gente que los habia transportado al Nuevo Mundo. Esta historia se repite con todas las tribus habitantes de las geandes praderas, desde Alberta hasta la Patagonia. Antes del arribo del caballo haba pocas seres humanos en las este- pas. Los pastos duros no alentaban los cultivos y los animales de cstas regiones eran demasiado veloces para proporcionar una fuente de alimentaci6n suficiente a grandes cantidades de % Lopes de Velasco, Geografia, p. 148; Stewand, Handbook, 4:20, 368, 371; Custal Bolinder, Indians on Horseback, p. 42, 94. Bolinder, Indians, 26; Walker, Colembia, 1545-931 Steward, Handbook, 2:427; Robert M. Denhardt, “The Rote of the Horse in the Social History of Early California", p. 17; Dobie, Mure tangs, p- 2. PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO EN EL NUEVO 115 gente a pic. Fue entonces cuando el caballo dio a estas indios lia velocidad y ef sostén necesarios, la ventajosa. oportunidad de obtener las inmensas cantidades de alimento representadas por las manadas de bifalos de Norteamérica y por las mana- das de reses salvajes que s¢ habian propagado tan répidamente en las praderas de ambas Américas. Los indios dejaron de cul tivar; el trabajo cra duro, aburrido y redituaba poco en com- paracién con la vida errante, ms cémoda y més rica de lo que jamés antes hubieran conocido, Alrededor de 1700 0 1750 los pehuenches, puelches, aucds, tehuelches y ranqueles del Rio de la Plata, ya. todos estaban montados y recorriendo las pam- pas, animados y empujados por los araucanos que habian aban- donado buena parte de su cultura andina para bajar a los valles a explotar Ios. gebafios."* En las regiones de Norteamérica de topografia y clima sini Jares el impacto del caballo fue més tardio pero semejante. A fines del siglo dieciocho las grandes praderas estaban repletas de picles rojas a caballo: blackfoot, arapaho, cheyenne, crow, sioux, comanche. Los indios de ambas regiones, las grandes praderas y las pampas, lograron, gracias a los caballos, espe- cializaciones extremadas semejantes y Hegaron a parecerse entre 8. Los indios vivian sobre sus caballos desde Ja infancia, y sus piernas se desarrollaban arqueadas. La descripeién que hace George Catlin del indio de las praderas de Norteamérica fun- ciona perfectamente para sw hermano pampeano: Un comanche a pie esté fuera de su elemento y comparativa- mente tan aiqueado como un mono en el suelo, sin wea rama de Ia cual colgarse; pero en el momento en que posa su mano sobre st caballo inchiso su rostro se vuelve agradable y se aleja graciosamente como wn ser distinto.” 88 Gonzéles, Historia argentina, 1:68-10; Steward, Hendboot, 1:250, 2:796, 763-764; Allred J. Tapson, “fudian Warlare on the Pampa Daring the Colonial Period”, p. 5 Ruth M. Underhill, Red Man's America, p. 1533 Tapson, “Indian Warfare”, p. 3; Walter P. Webb, The Great Plains, p. 65 16 EL INTERGAMBIO TRANsocrANICO ‘Los indios adoptaron ia vida ecuestre porque era una vida _| plena, Las manadas de caballos constitufan por si mismas una gran riqueza y Ia care, hivesas, pieles y tendones de los ani. males de Tas praderas, a los que el caballo les dio acceso, mcjoraron su dicta y se agregaron a los materiales que los artesanos aborigenes usaban para fabricar articulos de utiidad y belleza, El caballo permitié a los indios matar més animales de Jos que necesitaba para si mismo y para su familia y el excedente podia canjearlo por agujas, cobijas, armas de fuego ¥ whisky, Cuando la dnica Perro, ningdn némada podfa ser rico, pero ahora todo habia cambiado, Con caballos Jos indios podrian trasladar objetos ras pesados y més grandes. La tribu blackfoot estimaba que un caballo era capaz de transportar una carga cuatro veces ma. Yor que un perro, al doble dle velocidad, en un dia de marcha, El caballo incrementé ampliamente Ia rapidez de los traslados ¥, las distancias que podian cubrir los cazadores y, por lo tanto, el rea en Ta que obtenfan su sustento. El tamatio de la tribe némada pudo crecer, y de hecho, asf sucedié2° El mejoramiento de Ia salud y cl mayor tamafio de las tribus némadas dieron origen a una estratificacién social mis Brande. Los ricos se hicieron mucho més ricos y los pobres slo tun pocos el igualitarismo de la pobreza empez6 a desaparceer, El meimero de esclavos aument6, pues podian ser obtenidoes con mis facilidad en Jos encuentros ecuestres, Por ejemplo, los guand del Chaco se convirtieron en esclavos dle los fieros mbayé, pastores y hombres de a caballo. Fl incremento en el niimero de prisioncros se produjo como consecuencia del aumento del ritmo de las guerras, El caballo mejord imnchfsimo Ia capacidad indfgena para Incursionar entre Tos otros indias y en las fronteras con los europeos. Por Io me. hos entre algunos, a medida que las tacticas pedestres se volvian obsoletas, y frecuente la guerra a caballo, ésta tendié a volvene nds sanguinaria, Las armas antiguas fueron desechadas, pre- 9 John C, Bwers, The Horse in Blackfoot Indian Culture with Com acative Material from’ Other Western Tribes, p. 308. 0 Steward, Handbook, 13203, bestia de carga disponible era el _| PLANTAS Y ANIMALES DEL VIEJO MUNDO rN EL NUEVO 117 firiéndose aquellas que se usaban en el combate cuerpo a cuerpo entre combatientes montados.?* En un lapso hist6rico largo, el efecto mayor que el caballo tuvo sobre los indios fue el aumentar su habilidad para resistir el avance de los europeos hacia el interior de Norte y Sudamé. rica. Los indios no sélo se defendfan con efectividad sino que ‘veces s¢ vieron tentados y 2 menuclo forzados por las necesi- dades de su cultura, que cambiaba répidamente, a pillar los ricos rebafios de los blancos. Antes que terminara el siglo dieci- sfis, los chichimecas de México ya se balanceaban en sus “Monturas, Jo que tuvo como resultado que su poderio en la Nueva Espaiia no fuera roto decisivamente durante genera- ciones, Los navajos|y apaches aprendieron a cabalgar ¢ incur sionar en les asentamientos espafioles hacia la segunda mitad del sigho diecisiete y todavia resistian el avance blanco a fines del diecimueve.* Para 1700 todas las tribus de las planicies al sur del rio Platte y al norte de las colonias espafiolas en México estaban familiarizadas con el caballo en mayor 0 menor grado, Los caballos eran numerosos entre las tribus blackfoot, bastante hacia el norte del Platte, en 1751. En 1764 podian verse, cn las riberas del rio Saskatchewan, caballos con’ marcas espa. fiolas, obtenidos en correrias y vendidos luego de unos a otros indios."* Las tribus de las grandes praderas —sioux, blackfoot, comanche, arapaho, dakota, crow— se lanzaron, a caballo, @ una de las aventuras mas espectaculares que alguna vez se hhaya conocido. Bsta duré tres 0 cuatro generaciones y final mente termind con Ia destruccién de las manadas de bifalos, las catastr6ficas querras con el ejército de los Rstados Unidos, Be Evers, Horse in Blackfoot Indian Culture, p. 109-1103 Clark Wissler, “The Influence of the Horee in the Development of Plans Cul fue", 17. 28 Chevalier, Land and Society, p. 103; Harold B. Drives, ed The Americas on the Bue of Discovery, p. 19; Yack D. Forbes, Apache, Navaho ‘and Spaniard, p. 167, 191; Bdwanl H. Spicer, Cycles of Conquest, . Sty Lwers, Horie’ in Blackfoot Indian Culture, p 3. 464 Ler, Horse in Blackfoot Indian Culture, p. 4; Wiser, “Tnfluence of the Horse", p. 5

También podría gustarte