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DMTAlcaloideEspirituSagrado AliCortina2020
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Alì Cortina
Metropolitan Autonomous University
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Alí Cortina1
Aunque el químico canadiense Richard Manske sintetizó en 1931 DMT a partir del triptófano
y en 1946 el microbiólogo brasileño Oswaldo Gonzalvez de Lima descubrió que es un
alcaloide natural en diversas plantas, sus propiedades psicoactivas se ignoraron en occidente
hasta que en 1953 el doctor Stephen Szára, físico y químico húngaro interesado en la
investigación de la bioquímica de la esquizofrenia comenzó a estudiar el efecto del DMT en
voluntarios humanos --y en sí mismo-- y redescubrió sus propiedades psicoactivas. Así se
abrió una puerta para que durante las décadas siguientes se investigara y publicara sobre la
molécula y se dilucidara su papel en las enfermedades mentales, los metabolismos de las
enzimas que generan su biosíntesis en el cerebro, su profunda relación a la serotonina, las
fases de los sueños, las funciones “normales” y “extraordinarias” del cerebro y sus efectos
sobre la conciencia.
Un par de décadas después, con la explosión del turismo de ayahuasca en países como Brasil,
Perú y Colombia, se diseminaron por el mundo saberes y conocimientos en torno a la
elaboración de preparaciones chamánicas como el yagé o ayahuasca, un producto que
combina plantas ricas en DMT como chacruna (Psychotria viridis) con plantas como la
Banisteriopsis Caapi que es rica en alcaloides de harmalina, inhibidoras de la enzima
1
Maestro en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa.
monoamidoxidasa (IMAO), la cual se encarga de catalizar la oxidación de monoaminas y la
degradación de los neurotransmisores, por lo que al combinarlas, el DMT se hace activo
oralmente e incrementa la duración de la poderosa experiencia psicoactiva.
La mística del DMT adquirió una nueva dimensión con la publicación, en 2001, de DMT:
The spirit molecule: A Doctor's Revolutionary Research into the Biology of Near-Death and
Mystical Experiences (DMT: La molécula del espíritu: Las revolucionarias investigaciones
de un médico sobre la biología de las experiencias místicas y cercanas a la muerte) del doctor
Rick Strassman, producto de cinco años de investigación en la Universidad de Nuevo
México, en Estados Unidos. El libro, inspirado en la metafísica budista del Libro Tibetano
de los Muertos, propone que el DMT es producido y contenido por la glándula pineal y se
activa en el día 49 de gestación del embrión, debido a que es el tiempo que le toma al alma
reencarnar. Strassman, que bautizó al DMT la “molécula espiritual”, lo considera el conducto
entre la vida y la muerte y le atribuye la capacidad para entrar en contacto con entidades y
otras experiencias místicas. Así creó un discurso que articula lo científico y lo espiritual y a
su vez crea nuevos mitos, discursos e interpretaciones que vincularon el DMT con diversas
prácticas de la industria cultural y del entretenimiento.
El nodo que hoy articula las diferentes vertientes y proyectos que se entreveran en el uso del
DMT, tanto en ámbitos científicos como psiconáuticos y new age, es el impacto de su
experiencia subjetiva. Desde los primeros estudios realizados por Szára en la década de los
años cincuenta, hasta los más actuales pasando por los de Strassman, y el doctor Steven
Barker, coinciden en que el DMT puede considerarse una gran herramienta para conocer las
posibilidades de la mente y la conciencia.
Fui víctima de una violación cuando era niña, y ese daño siempre estuvo presente en
mi vida y era algo que no me dejaba disfrutar la vida […] cuando probé la changa por
primera vez tuve una experiencia increíble con unos seres extraterrestres muy altos
que llegaron a sanarme, eran seres de luz con dedos y extremidades muy largas. Ellos
se acercaron a mí y empezaron como a mandarme su energía hacia mi cuerpo y yo
sabía que me estaban curando […] al regresar de la experiencia me sentía muy
tranquila y contenta de haberlo experimentado, pero la experiencia no se quedó allí,
sino que al otro día pude notar como salió algo muy extraño de mi vagina, algo que
jamás había visto, y en ese momento sentí que se había desprendido ese mal que se
había materializado en mi sexualidad, y que gracias al proceso de sanación con la
changa pude expulsarlo (E., 29 años, comunicación personal, septiembre de 2019).
A pesar de que el DMT ha aparecido en contextos no rituales ni tradicionales, no podemos
catalogarlo como una droga recreativa, porque la potencia de la experiencia que produce y
su impacto en quienes la consumen es incomparable con que el de drogas estimulantes como
la cocaína o el éxtasis.
Estudios como el de “cambios en el perfil de valores tras una experiencia con Ayahuasca”,
realizados en poblaciones heterodoxas por el antropólogo Joseph Maria Fericla, han
comprobado la eficacia de la ayahuasca, en condiciones bien controladas, como la presencia
de un mediador, “guía” o chamán, dentro de un contexto ritual que ayude vehicular y enfocar
la experiencia, coadyuva en aumentar la empatía, la responsabilidad, la dilución del
sentimiento de culpa y la disminución de la inadaptación social.
Al igual que otras sustancias serotoninérgicas, el DMT tiene un gran potencial para
convertirse en una herramienta terapéutica para tratar la depresión, el síndrome de estrés
postraumático, la ansiedad e incluso, argumentan algunos autores, a ayudar a controlar el
consumo problemático de otras sustancias psicoactivas.
Como ocurre con muchas otras sustancias que comenzaron a investigarse a lo largo del siglo
XX y se volvieron populares como drogas recreativas durante la época de esplendor de los
psicodélicos, la Convención Única sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 considera la al
N,N-Dimetiltriptamina (DMT) una sustancia prohibida sin valor terapéutico y hace que
resulte muy difícil obtenerla y conseguir autorización para usarla en investigación científica.
Pero, ¿cómo considerar prohibida una sustancia química que ya existe en el cerebro humano?
Está claro que la prohibición se aplica a la versión sintetizada y no la endógena, pero como
ocurre con esta clase de sustancias, su poder para abrir lo que Aldous Huxley bien bautizó
las puertas de la percepción, puede ser una posibilidad única en la farmacopea humana y
natural, y por lo tanto es un recurso invaluable para la investigación científica y, más
ampliamente, para la empresa humana del conocimiento. Así, quizá sea necesario voltear y
aprender del chamanismo, que lo ha usado históricamente sin interpretaciones cerradas. Ya
sea que lo entendamos como un alcaloide o como la “planta-espíritu”, seguirá siendo, como
siempre, un oráculo y un misterio.
Referencias Bibliografícas
Fericgla, José María. (2013). “Cambios en el perfil de valores tras una experiencia con
Ayahuasca”, en Labate, B. C. y Bouso, J. C. (eds.), Ayahuasca y Salud. Barcelona: La Liebre
de Marzo, pp. 424-432.
Gallimore, Andrew y Luke, David. (2015). “DMT Research from 1956 to the edge of time”,
en Neurotransmissions: Enssays on Psychedelics from Breaking Convention, London:
Strange Attractor, pp. 291-316.
Luke, David. (2011). “Discarnate entities and dimethyltryptamine (DMT):
Psychopharmacology Phenomenology and Ontology”, in Journal of the Society for Psychical
Research, 75(902), pp. 26-42.
Ott, Jonathan. (2013). “Yajé Chamánico: Ni sacramento religioso, ni tampoco remedio contra
la <<dependencia química>>”. En Labate, B. C. y Bouso, J. C. (eds.), Ayahuasca y Salud.
Barcelona: La Liebre de Marzo. Barcelona, pp. 433-457.
St John, Graham. (2016). “The DMT Gland: The Pineal, The Spirit Molecule, and Popular
Culture”, International Journal for the Study of New Religions, 7:2, pp. 153-174.
Strassman, Rick. (2001). DMT: The spirit molecule: A Doctor's Revolutionary Research into
the Biology of Near-Death and Mystical Experiences. Rochester: Park Street Press.