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paz en Colombia
Presentación
Este paso atrás dado por el Gobierno Nacional3 adquiere mayor relevan-
cia si se tiene en cuenta que a mediados del presente año —en el mes de agosto
para ser más exactos— concluirán las garantías económicas otorgadas a los y las
exguerrilleros de las FARC-EP en proceso de reincorporación a la vida civil, esto
es, renta básica y seguridad social; que aún no hay claridad sobre la continuidad de
1. El Consejo Nacional de Reincorporación es la organización institucional creada en el Acuerdo Final para la Terminación del
Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, regulada por el Decreto 2027 de 2016, mediante la cual se busca
coordinar las distintas actividades del proceso de reincorporación económica y social. Está compuesta por dos delegados del
Gobierno Nacional y dos delegados de la FARC.
2. Véase: http://www.reincorporacion.gov.co/es/Documents/conpes_finlal_web.pdf
3. Se encuentra íntimamente relacionado con el hecho de que a partir de la llegada de Iván Duque a la presidencia, el Gobierno
Nacional ha adoptado como derrotero de su política de paz instrumentos ajenos al Acuerdo Final, tal como la política “Paz
con Legalidad”.
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4. No puede perderse de vista que la adopción a ultranza de las “enseñanzas” y “experticia” de la entonces ACR fue una
“conquista” de quienes apoyaron el NO en el plebiscito. Paradójicamente, dicha exigencia representaría un salvavidas
para dicha agencia, lo que explica su incorporación dentro de su discurso y arsenal argumentativo para justificar su mayor
irncidencia. Debe señalarse que el exdirector de la ahora ARN, Joshua Mitrotti, haría parte del equipo de empalme del electo
Iván Duque en los temas relativos a reintegración/reincorporación.
5. Retomamos este planteamiento a partir de los trabajos del historiador Hugo Fazio Vengoa (2010), quien advierte que este
es un tipo de historia interesada en el estudio del presente, enfocada en comprender y explicar el presente. Para el autor, este
objetivo se desprende del reconocimiento de la dificultad que experimentan muchos analistas al abordar temas contemporáneos,
fundamentalmente porque carecen de coordenadas. El incomprendido presente busca ser descifrado por la historia del tiempo
presente, dado que esta línea de trabajo ofrece algunas herramientas conceptuales y analíticas “que permiten convertir la historia
en una propuesta de interpretación y de explicación de la contemporaneidad”, un procedimiento para corregir el exceso de
confusión, atacar la superficialidad argumentativa y abrir las compuertas de la posible historización del presente.
6. Tanto de Juan Manuel Santos como de Iván Duque. Precisando que los mandos medios se encuentran en una encrucijada.
Con Santos ponían el freno y con Duque se lo ponen, siendo conscientes del riesgo que se corre.
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7. Una revisión detallada de estas medidas nos conduce a la conclusión de que de los años 90 al presente las cosas han
cambiado para empeorar. Esto es porque si bien es posible encontrar identidad entre auxilios de sostenimiento y renta básica
o entre créditos para proyectos productivos y subsidios para proyectos productivos, hoy por hoy el proceso de reincorporación
económico y social de las FARC-EP no cuenta con una ruta clara y ordenada de capacitación y asistencia técnica, mucho
menos de dotación de tierras y de ubicación laboral, factible en gran medida en la década de 1990 por la existencia de las
distintas entidades que, siendo propiedad del Estado, gozaban de la capacidad de incorporar esta fuerza laboral emergente,
pero también a la opinión pública del momento.
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8. Tomamos por “estrategia” el conjunto de acciones planificadas que orientan un determinado proceso hacia un objetivo
preestablecido.
9. Encuentro en lo planteado una alta identidad con el momento actual, dado que si bien la transición que vivimos actualmente
es primordialmente política, de dotarse de una estrategia al proceso de reincorporación, puede ser posible ligar este a la
búsqueda de cambios territoriales en conjunción con los PDET, el PNIS y demás iniciativas que buscan cerrar las brechas
entre campo y ciudad, y generar oportunidades reales de acceso y goce efectivo de derechos a la población rural en general.
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Esta realidad debe comprenderse desde los intereses de las partes, pero
también a partir de la coyuntura que vivía el país al momento en que iniciaron
las discusiones sobre la reincorporación económica y social (agosto de 2016).
Las presiones políticas provenientes de Colombia, originadas en los sectores
contrarios a poner fin a 50 años de conflicto armado y sus causas políticas y eco-
nómicas, hicieron mella en la Mesa de conversaciones. La premura del tiempo
y la presión política quedan en evidencia al contrastar el subpunto de reincor-
poración económica y social con el de cese al fuego y hostilidades. El nivel de detalle
del último no encuentra reciprocidad en el primero. Tan solo se definieron unos
mínimos con el compromiso de que serían desarrollados en el marco del CNR
con base en herramientas como los resultados del Censo Socioeconómico. En
estricto sentido, a la fecha, dicha tarea aún no se ha realizado, como tampoco
se ha cumplido siquiera la cuestión principal, a saber, la definición de un plan
nacional de reincorporación que mitigue la desconfianza y la incertidumbre, el
establecimiento de un cronograma y la creación de un sistema de seguimiento,
monitoreo y evaluación, a pesar de los reiterados requerimientos tanto de la
Segunda Misión ONU, como del Instituto Kroc y la Secretaría Técnica de la
Verificación Internacional.
10. Hoy en día se traduce, en palabras del Gobierno Nacional, en que se conserve el rumbo de la legalidad. Dicho de otra
manera, el objetivo central del Gobierno Nacional es la no reincidencia. El de la FARC, la reconciliación, el desarrollo local y
la profundización de la democracia en los territorios.
11. Actualmente, tal como se construye el proyecto de Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, se equipara ya en sus bases generales
la reintegración a la reincorporación, buscando el condicionamiento de este proceso, la prelación de la individualización y la
asimilación de la población en proceso de reincorporación a población vulnerable.
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14. Debido al uso inadecuado del censo socioeconómico y a las necesidad imperiosa de obtener información fidedigna sobre el
proceso, a finales del año 2018 e inicios del 2019 se realizó un nuevo censo denominado “Registro Nacional de Reincorporación”,
quizás con la esperanza de subsanar los errores cometidos en anteriormente
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Mientras tanto, el Decreto Ley 899 de 2017 presenta una seria con-
tradicción interna y externa, dado que si bien busca definir los criterios, me-
didas e instrumentos del programa de reincorporación económico y social no
ha podido, por un lado, desarrollar adecuadamente instrumentos que hagan
viable su aplicación y, por otro, no dialoga directamente con el Plan Marco de
Implementación (PMI), contemplando entonces acciones que no son parte del
seguimiento y verificación de la implementación del Acuerdo Final.
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16. Ello condujo a que, en el mejor de los casos, la infraestructura aun no se concluyera, mientras que en ZVTN, como en Policarpa,
Nariño; Tierralta, Córdoba, y Vidrí, Chocó, estos debieran trasladarse y cerrarse por motivos de seguridad o garantías para el
desarrollo de la reincorporación. Pasados casi dos años, ahora el Gobierno Nacional incorpora en la política “Paz con Legalidad”
un plan de choque para mejorar las condiciones de los ETCR, subsistiendo interrogantes sobre su continuidad y sobre la desigual
atención del programa de reincorporación de aquellos y aquellas excombatientes que se encuentran por fuera de los ETCR
17. En gran medida dado el ocaso del gobierno de Juan Manuel Santos y la incertidumbre de si un nuevo gobierno abriría esta
oportunidad.
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Como lo muestra la tabla N.º 2, el CNR y los CTR son mantenidos por
la ARN, que ejerce como juez y parte, con los peligros que ello conlleva. A su vez,
es posible identificar la apropiación de recursos para proyectos productivos de
manera escasa y tan solo para la vigencia de 2019. De ser esto así, solamente se
financiarían los proyectos productivos de 7.725 exguerrilleros de las FARC-EP,
quedando por fuera de esta garantía económica más de 5.000. Resulta también
19. Frente a esta realidad resulta importante revisar la experiencia del Consejo Nacional de Normalización constituido en los
procesos de reintegración de los años 90 (Decreto 314 de 1990), en los que, en ultimas, este se erigió como un obstáculo
pero nunca como una instancia con una función orientadora, directora, evaluadora y de control, en ese caso en concreto, del
trabajo realizado por la Oficina Nacional de Reinserción.
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sumamente preocupante el altísimo costo del rubro que se denomina “costos Pro-
grama de Reincorporación”, primero, porque como ya se señalaba en líneas supe-
riores, dicho programa no existe y, segundo, porque casi un 50% de estos recursos
se destinan a aspectos administrativos, mientras que en ocasiones no les ha sido
consignada la renta básica a los exguerrilleros y las exguerrilleras, dejándolos, in-
cluso, sin los precarios mecanismos de protección económica.
Aun así, no puede desconocerse que, ante la negligencia del Estado co-
lombiano, las nuevas ciudadanías que han emergido con la reincorporación de
las FARC-EP han allanado el camino para autogestionar su reincorporación
apelando a la construcción colectiva. Los exguerrilleros y las exguerrilleras han
optado por invertir parte de los recursos de la renta básica, e incluso de la asig-
nación única de normalización, para apalancar proyectos productivos mientras
se realizan los desembolsos acordados, y han pactado con las comunidades fa-
cilidades para tener acceso a la tierra con el propósito de sacar adelante sus
proyectos productivos en beneficio de ambas partes. Todo ello ha supuesto la
puesta en práctica de conocimientos previos logrados en el marco del conflicto
armado, hoy puestos al servicio de la construcción de paz en y desde los terri-
torios. Sin embargo, sus esfuerzos no pueden dar lugar a la suspensión de las
responsabilidades del Estado.
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Asumir una posición activa pasa, entre otras cosas, por superar la noción
de que el Acuerdo Final es un acuerdo privado. A este debe otorgársele la di-
mensión y la proyección del gran hecho político que, realidad, constituye: haberle
puesto fin a una confrontación armada de más de medio siglo, desterrar la violen-
cia del ejercicio de la política y trazar el camino para superar las causas históricas
de los conflictos sociales en Colombia. Por consiguiente, se hace necesario exigir
un balance riguroso sobre el cumplimiento del Estado en materia de reincorpo-
ración en lo jurídico, así como en la preservación de la seguridad física y socioe-
conómica: urge una veeduría ciudadana que le realice monitoreo y seguimiento
a este proceso; un Pacto por la Consolidación de la Paz que permita revisar con
detalle los acuerdos en materia de reincorporación y, de ser necesario, impulse
su reformulación, partiendo de su comprensión como un proceso de integración
económica y social de trascendencia para el país y los territorios, y no como una
contraprestación por la dejación de las armas.
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Bibliografía
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2015). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia.
-- Documento CONPES 3931 de 2018.
-- Fazio Vengoa, Hugo (2010). La historia del tiempo presente: historiografía, problemas y métodos.
Bogotá: Uniandes.
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-- Instituto Luis Carlos Galán para el Desarrollo de la Democracia (2000). De las armas a la demo-
cracia: evaluación de los programas de reinserción de los grupos insurgentes desmovilizados desde
la administración Betancur hasta el presente. Perspectivas ante el actual proceso de paz. Bogotá.
-- Universidad Nacional de Colombia (2017). Caracterización de la comunidad FARC-EP para la
formulación de una Política Nacional de Reincorporación. Bogotá.
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