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recuperando al sujeto en la
formación
Dr. Fernando Murillo
A modo de prefacio, me parece necesario situar el lugar desde el que surge esta reflexión,
pues es el que le otorga sentido al tipo de análisis, de pregunta, y al tipo de fuentes y
referentes desde los que trabajo.
El campo desde el que hablo es el de los estudios curriculares, en general, y en particular,
desde la corriente reconceptualista del curriculum, donde nuestro foco es comprender el
fenómeno de la experiencia formativa, desde el modo en que es experimentado, vivenciado
por el sujeto, en la intersección entre el conocimiento académico y lo existencial.
Es por ello que los referentes desde los que trabajamos son los que otorgan un lenguaje
comprensivo y un carácter sistemático para este estudio, como son la teología, la filosofía (en
especial la fenomenología), el psicoanálisis, la historia, la literatura.
Con eso dicho, para partir, les quiero contar que hace muchos años atrás hice el camino del
Inca, recorriendo la selva peruana por tres días hasta llegar a Machu Pichu. Al caminar por
sus terrazas, ver y tocar las estructuras de los muros de piedra que se sostienen intactos
(producto de un desarrollo técnico, tecnológico, y administrativo impresionante), resulta casi
imposible no hacer ese recorrido pensando en los versos del poema Alturas de Machu Pichu,
de Pablo Neruda.
En los versos finales declara:
En nuestra situación actual, la pregunta parece resonar quizás con más fuerza que antes, ante
la constatación de que las estructuras tanto de edificios como la de las intrincadas políticas y
prácticas educacionales de un día para otro quedaron en suspenso tras la aparición de una
crisis de pandemia, y que nos puso de cara frente a la realidad de nuestros límites y de la
posibilidad cierta de nuestra propia muerte.
Se nos aparece de frente entonces la pregunta por el ser humano y el sentido de su proceso de
formación.
La crisis que estamos enfrentando, con todo el peso de la tragedia que ha significado en
términos de pérdidas de vidas, representa también al mismo tiempo una oportunidad
histórica para repensarnos, para re-conceptualizar el sentido y propósito de aquello que
llamamos educación. Crisis y educación son términos que, a mi parecer, conviene pensarlos
juntos, en el entendido que, en griego clásico, crisis significa “purificación”, un proceso que,
bien llevado, puede ser simultáneamente formativo y transformativo.
El ejercicio no es fácil, sobretodo cuando tratamos con conceptos tan polisémico como el de
“formación integral” (¿qué es eso?), en que todos parecemos estar hablando de lo mismo,
pero luego constatamos que al momento de concretizar en prácticas, el sentido parece
escabullirse.
Por suerte, en el caso de la teoría educacional, si contamos con abordajes que nos permiten
acercarnos a una descripción más detallada de lo que podría significar hablar de formación
integral, lo que nos permite a su vez hacer distinciones productivas y orientar nuestra toma
de decisiones a nivel curricular.
En ese contexto, me gustaría compartir con ustedes algunas aristas del concepto de educación
como se ha trabajado en el ámbito de la teoría educacional en el contexto germano, para a
partir de allí ofrecer algunos principios que podamos usar para nuestro propio análisis y
toma de decisiones.
Formación e instrucción
“Es la tarea más fundamental de nuestra existencia el alcanzar tanta sustancia como sea posible
para el concepto de humanidad en nuestra persona, tanto en el lapso de nuestra vida como más allá de
ella, por medio de los rastros que dejamos por medio de nuestra actividad vital. Esto sólo puede
realizarse por medio de la vinculación del ser con el mundo para alcanzar la interacción más general,
más animada y libre”. Y más adelante añade: “¿Qué es lo que demandamos de una nación…?
Demandamos que el Bildung, la sabiduría y la virtud, tan poderosa y universalmente propagadas como
sea posible, prevalezcan bajo su protección, que aumente su valor interior a tal punto que el concepto de
humanidad… sea de una sustancia digna y valiosa”.
El término fue tomado después por otros pensadores influyentes, como el pastor Johan
Herder, Kant, Hegel, para referirse al desarrollo y grado de cultura alcanzado por un
individuo, y su expresión en su conocimiento, modales, carácter, su capacidad para
autogobernarse y tomar distancia, pero también en su capacidad para saber disfrutar.
Humboldt se aseguró, desde sus roles como ministro y como rector de la universidad,
de que la formación integral representada en el ideal de Bildung fuese la base desde la cual se
tomasen todas las decisiones tanto curriculares como administrativas en las instituciones de
educación. Eso se refleja, con resabios hasta el día de hoy, en una propuesta formativa que es
altamente flexible, donde los ramos más técnicos y de ciencias naturales aparecen sólo una
vez que se cumple con los ramos fundantes de las humanidades. En términos
administrativos, se abogó siempre por una autonomía total del estado.
PRINCIPIOS
A partir de este marco general, podemos entonces reconocer algunos principios que nos
pueden ayudar a pensar y a distinguir una formación integral, desde una perspectiva
curricular. Propongo tres:
3. La integralidad:
La integralidad puede ser entendida, inicialmente, en los modos en que cada uno logra
establecer relaciones entre los conocimientos que aportan las distintas disciplinas, como
aristas distintas de una misma realidad más amplia. Sin embargo, la integralidad apela
también, y de manera más importante, al sentido de INTEGRIDAD personal. Es por esto que
la educación, entendida como formación (Bildung), enfatiza la responsabilidad individual, la
templanza del carácter, el saber disfrutar, la sensibilidad, y el saber vivir con otros. Para llegar
a eso, la distracción de las actividades y las pantallas debe ser puesto en paréntesis, y atender
al consejo que daba San Agustín, para quien la formación integral requiere espacios de
silencio, volver sobre uno mismo, ir hacia adentro (su conversión no se da en la escuela de
gramática, sino en la quietud de un jardín).
Desde esta breve reflexión, espero haber podido mostrar que la opción por la
formación integral (Bildung) representa hoy un antídoto a las políticas de estandarización, y
también a las ideologías totalitarias que están de moda, y que pretenden borrar las
diferencias, imponer igualdades artificiales, etc. atentando contra la naturaleza de lo
educativo, que es la capacidad de desarrollo de la singularidad, la capacidad de vivir en
independencia de lo institucional.
La pregunta con la que quiero cerrar es ¿Qué signos de Bildung logramos reconocer en
nosotros mismos? ¿y en aquellos que estamos formando?