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El concepto de Bildung:

recuperando al sujeto en la
formación
Dr. Fernando Murillo

Ponencia presentada en el webinar “Educación en Pandemia: Desafíos para América Latina”,


Sesión 2: “Formación integral y priorización curricular en tiempos de crisis”, 15 de Octubre
de 2020

Patrocinado por la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo AGCID


y organizado por Pontificia Universidad Católica de Chile

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Introducción y problematización

A modo de prefacio, me parece necesario situar el lugar desde el que surge esta reflexión,
pues es el que le otorga sentido al tipo de análisis, de pregunta, y al tipo de fuentes y
referentes desde los que trabajo.
El campo desde el que hablo es el de los estudios curriculares, en general, y en particular,
desde la corriente reconceptualista del curriculum, donde nuestro foco es comprender el
fenómeno de la experiencia formativa, desde el modo en que es experimentado, vivenciado
por el sujeto, en la intersección entre el conocimiento académico y lo existencial.
Es por ello que los referentes desde los que trabajamos son los que otorgan un lenguaje
comprensivo y un carácter sistemático para este estudio, como son la teología, la filosofía (en
especial la fenomenología), el psicoanálisis, la historia, la literatura.

Con eso dicho, para partir, les quiero contar que hace muchos años atrás hice el camino del
Inca, recorriendo la selva peruana por tres días hasta llegar a Machu Pichu. Al caminar por
sus terrazas, ver y tocar las estructuras de los muros de piedra que se sostienen intactos
(producto de un desarrollo técnico, tecnológico, y administrativo impresionante), resulta casi
imposible no hacer ese recorrido pensando en los versos del poema Alturas de Machu Pichu,
de Pablo Neruda.
En los versos finales declara:

“Piedra sobre piedra, y el hombre, ¿dónde está?


Aire en el aire, y el hombre, ¿dónde está?
Tiempo en el tiempo, y el hombre, ¿dónde está?”

En nuestra situación actual, la pregunta parece resonar quizás con más fuerza que antes, ante
la constatación de que las estructuras tanto de edificios como la de las intrincadas políticas y
prácticas educacionales de un día para otro quedaron en suspenso tras la aparición de una
crisis de pandemia, y que nos puso de cara frente a la realidad de nuestros límites y de la
posibilidad cierta de nuestra propia muerte.
Se nos aparece de frente entonces la pregunta por el ser humano y el sentido de su proceso de
formación.

La crisis que estamos enfrentando, con todo el peso de la tragedia que ha significado en
términos de pérdidas de vidas, representa también al mismo tiempo una oportunidad
histórica para repensarnos, para re-conceptualizar el sentido y propósito de aquello que
llamamos educación. Crisis y educación son términos que, a mi parecer, conviene pensarlos
juntos, en el entendido que, en griego clásico, crisis significa “purificación”, un proceso que,
bien llevado, puede ser simultáneamente formativo y transformativo.

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En esta breve reflexión entonces, quiero ofrecer la idea de que la crisis que enfrentamos, más
allá de sus aristas biomédicas y políticas es, de modo fundamental, una interpelación a
nuestro sentido de humanidad, una interpelación de carácter existencial que trae de vuelta y
con fuerza la pregunta por el sujeto, sus límites y sus posibilidades. Y esta dimensión
existencial, humana, para lo cual las ciencias naturales y las tecnologías computacionales
resultan insuficientes, requiere entonces de un abordaje desde un lenguaje y un marco
comprensivo que logre acceder, describir y sistematizar la esencia del fenómeno formativo
del ser humano.

El ejercicio no es fácil, sobretodo cuando tratamos con conceptos tan polisémico como el de
“formación integral” (¿qué es eso?), en que todos parecemos estar hablando de lo mismo,
pero luego constatamos que al momento de concretizar en prácticas, el sentido parece
escabullirse.

Por suerte, en el caso de la teoría educacional, si contamos con abordajes que nos permiten
acercarnos a una descripción más detallada de lo que podría significar hablar de formación
integral, lo que nos permite a su vez hacer distinciones productivas y orientar nuestra toma
de decisiones a nivel curricular.

En ese contexto, me gustaría compartir con ustedes algunas aristas del concepto de educación
como se ha trabajado en el ámbito de la teoría educacional en el contexto germano, para a
partir de allí ofrecer algunos principios que podamos usar para nuestro propio análisis y
toma de decisiones.

Formación e instrucción

En alemán, para hablar de educación se ocupan dos términos diferenciados: Erziehung


y Bildung.
El primero, Erziehung, se puede traducir literalmente como “instrucción”, y describe
todos aquellos procesos que involucran guiar a otro, lo que incluye desde la crianza en el
ámbito familiar, y en general todo aquello que ocurre en el ámbito escolar, en particular, lo
referido a metodologías enseñanza y aprendizaje, didácticas específicas, etc.
Interesantemente, es también el mismo término que se usa para hablar del amaestramiento
de animales.

Bildung, por otro lado, se traduce como “formación”, y refiere a lo educativo


propiamente tal, lo que tiene que ver con un proceso de cultivo del ser interior, el proceso de

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llegar a ser quien uno es. Bildung entonces describe los procesos de estudio (que es un acto
de significación personal del conocimiento académico y de experiencias de vida, que es
autoiniciado y autosostenido), y el impacto de ese estudio en el conocimiento, pero también
en la templanza del carácter, el desarrollo de la sensibilidad, de la apreciación estética, con la
perfección de las capacidades y talentos, y con el elevamiento cultural, intelectual y espiritual
del sujeto.
En otras palabras, Bildung refiere a todo lo que uno consideraría “ser educado”, más
allá de los datos o información al que se accede por medio de los procesos de instrucción.

El primer educador en sistematizar una teoría de Bildung en términos específicamente


educacionales fue Wilhelm von Humboldt (hermano mayor de Alexander von Humboldt, el
naturalista que ayudó a registrar y sistematizar parta de la flora y fauna de nuestra América).

Al teorizar la noción de formación, Wilhelm (quien fue ministro de educación y


fundador de la Universidad de Berlín), se aseguró de enfatizar el carácter antropológico
(centrado en el ser humano) de lo que pudiese llamarse una verdadera educación integral.

En su texto La Teoría de Bildung (de 1749), se refiere a la educación de este modo:

“Es la tarea más fundamental de nuestra existencia el alcanzar tanta sustancia como sea posible
para el concepto de humanidad en nuestra persona, tanto en el lapso de nuestra vida como más allá de
ella, por medio de los rastros que dejamos por medio de nuestra actividad vital. Esto sólo puede
realizarse por medio de la vinculación del ser con el mundo para alcanzar la interacción más general,
más animada y libre”. Y más adelante añade: “¿Qué es lo que demandamos de una nación…?
Demandamos que el Bildung, la sabiduría y la virtud, tan poderosa y universalmente propagadas como
sea posible, prevalezcan bajo su protección, que aumente su valor interior a tal punto que el concepto de
humanidad… sea de una sustancia digna y valiosa”.

Cuando digo que Humboldt fue el primero en teorizar la noción de Bildung en


términos específicamente educacionales, es porque el término no aparece con él. La palabra
Bildung fue acuñada por el teólogo medieval Meister Eckhart, quien enfatizó la idea de que
llegamos a ser más auténticamente nosotros mismos en la medida que crecemos en nuestra
semejanza de Cristo. Para esto usó el neologismo “Bildung”, cuya raíz es Bild: imagen,
semejanza.

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Sin referencia a este carácter de trascendencia, no podemos hablar de educación
propiamente tal, sino quizás sólo de instrucción.

El término fue tomado después por otros pensadores influyentes, como el pastor Johan
Herder, Kant, Hegel, para referirse al desarrollo y grado de cultura alcanzado por un
individuo, y su expresión en su conocimiento, modales, carácter, su capacidad para
autogobernarse y tomar distancia, pero también en su capacidad para saber disfrutar.

Humboldt se aseguró, desde sus roles como ministro y como rector de la universidad,
de que la formación integral representada en el ideal de Bildung fuese la base desde la cual se
tomasen todas las decisiones tanto curriculares como administrativas en las instituciones de
educación. Eso se refleja, con resabios hasta el día de hoy, en una propuesta formativa que es
altamente flexible, donde los ramos más técnicos y de ciencias naturales aparecen sólo una
vez que se cumple con los ramos fundantes de las humanidades. En términos
administrativos, se abogó siempre por una autonomía total del estado.

En nuestra tradición española, este énfasis en la formación integral aparece también


fuertemente en nuestra historia intelectual, como es el caso de las prácticas ignacianas (como
el examen, los ejercicios espirituales, la Ratio Studorium), en Teresa de Ávila y sus escritos
como “El Camino de Perfección”), y hasta en Paulo Freire, cuando declara, primero, que todo
acto educativo supone una idea de ser humano, y luego cuando dice que el corazón de la
pedagogía se encuentra en su carácter ontológico, la “vocación de ser más”.

PRINCIPIOS

A partir de este marco general, podemos entonces reconocer algunos principios que nos
pueden ayudar a pensar y a distinguir una formación integral, desde una perspectiva
curricular. Propongo tres:

1. Foco en la humanización del sujeto:

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el punto de partida es la noción de antropología filosófica de que el ser humano, en
tanto un ser inacabado, requiere de un proceso de humanización Esta postura se ve
claramente en Humboldt, en Kant, en Hegel, en Freire. Humboldt dice que la tarea formativa
es la de expandir, incrementar y alcanzar mayor sustancia humana. Esto se consigue
actuando sobre el mundo, ejercitando nuestros poderes internos.
En palabras del educador Wolfgang Klafki: “lo esencial en Bildung no es la asimilación
de contenidos, sino la formación, desarrollo y maduración de nuestros poderes físicos,
espirituales, morales y mentales”.

2. Consideración de la contribución de las disciplinas a la formación subjetiva de la


persona:

Esto supone entender que la formación integral no está escindida ni en contraposición a


los contenidos académicos, sino todo lo contrario: los contenidos son el material central para
el proceso de humanización, en la medida que sean usados para interpelar nuestra
experiencia biográfica, y para expandir nuestras capacidades. Para William Pinar, padre de la
corriente reconceptualista del curriculum, la razón de ser de la educación es la oportunidad
para la propia reconstrucción subjetiva. Este ejercicio de reconstrucción requiere como
elemento principal el estudio de contenidos académicos. Es desde esta perspectiva que la
pregunta canónica del curriculum es ¿Qué conocimiento es de mayor valor?

3. La integralidad:

La integralidad puede ser entendida, inicialmente, en los modos en que cada uno logra
establecer relaciones entre los conocimientos que aportan las distintas disciplinas, como
aristas distintas de una misma realidad más amplia. Sin embargo, la integralidad apela
también, y de manera más importante, al sentido de INTEGRIDAD personal. Es por esto que
la educación, entendida como formación (Bildung), enfatiza la responsabilidad individual, la
templanza del carácter, el saber disfrutar, la sensibilidad, y el saber vivir con otros. Para llegar
a eso, la distracción de las actividades y las pantallas debe ser puesto en paréntesis, y atender
al consejo que daba San Agustín, para quien la formación integral requiere espacios de
silencio, volver sobre uno mismo, ir hacia adentro (su conversión no se da en la escuela de
gramática, sino en la quietud de un jardín).

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En términos de concreción curricular de estos principios, puede ser útil distinguir en
qué aspectos específicos de la experiencia curricular pueden ser reconocidos o puestos en
práctica.

Convengamos entonces en que podemos reconocer tres dimensiones de la experiencia


educativa:

Una dimensión de Cualificación, la que responde a la enseñanza y aprendizaje de


ciertos contenidos, y a la certificación del logro de competencias y habilidades.

Una dimensión de Socialización, en la que modelamos y enseñamos ciertos códigos de


conducta apropiados para pertenecer a determinados grupos sociales: cómo es vivir en
nuestro país, cómo se actúa profesionalmente siendo profesor, etc.

Un dimensión de Subjetivación: las oportunidades y ambientes que se generan para que


se desarrolle la individualidad de cada sujeto: el espacio , condiciones y materiales para ser
uno mismo, y poder actuar en independencia de lo colectivo.

Desde esta breve reflexión, espero haber podido mostrar que la opción por la
formación integral (Bildung) representa hoy un antídoto a las políticas de estandarización, y
también a las ideologías totalitarias que están de moda, y que pretenden borrar las
diferencias, imponer igualdades artificiales, etc. atentando contra la naturaleza de lo
educativo, que es la capacidad de desarrollo de la singularidad, la capacidad de vivir en
independencia de lo institucional.

La pregunta con la que quiero cerrar es ¿Qué signos de Bildung logramos reconocer en
nosotros mismos? ¿y en aquellos que estamos formando?

Considerando estos principios, y las decisiones que tomemos en un contexto de post-


pandemia, la invitación es a recordar la pregunta de Neruda: y el hombre ¿dónde está?

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