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Marx representa un punto de inflexión en la manera de entender la cultura.

Marx señala
el capitalismo como clave en la cultura y la filosofía debe cambiar para adaptarse.

El trabajador dedica un tiempo para crear un objeto que le acaba siendo ajeno, extraño.
El capitalismo hace que el ser humano acabe siendo un extraño para sí mismo, que no se
reconozca. Este “movimiento” nos lleva a la explotación. Los economistas pueden ser
críticos con el sistema, pero no critican el sistema mismo. Están absorbidos por él.
Marx pone en duda el capital (como concepto, no el libro). Se establece una diferencia
entre pre-capitalismo y capitalismo: la mercancía, lo que se intercambia. En el pre-
capitalismo es su valor de uso y en el capitalismo es su valor de cambio: ya no su
utilidad, sino el dinero que puedes extraer de ello. Crear, pues, necesidades ficticias para
incrementar el valor de cambio es la tarea máxima del capitalismo. El dinero ya no es
una herramienta, un medio, sino un FIN. El valor del cambio, el dinero, es ficticio. No
existe, solo son cifras, papel.

Las ganancias ficticias por el comercio es la plusvalía. El trabajo (la fuerza de trabajo)
permite ese incremento, esa plusvalía. Se da un trabajo asalariado, un trabajo
esclavizador. ((Si hace falta diferenciar entre plusvalía absoluta y relativa avísame)). La
plusvalía se puede definir como “la creación de dinero” puesto que es “magia” (yo
compro algo por 100 y lo vendo por 200, siendo igual). La clave de todo esto, la
respuesta, está, como ya se ha dicho, en la fuerza del trabajo. El capitalismo nace con
una acumulación originaria del capital: robándolo. Luego surge el entramado complejo
e inderrumbable. El capitalismo gira siempre sobre la acumulación de capital.

El capitalismo es clave en la cultura puesto que supone un giro del universo simbólico.
En el momento que surgen la mercancía, el dinero, etc se da un paso del intercambio
simple o trueque al actual, con el dinero como fin y no como medio.

Con la creación de los bancos encontramos un uso de la deuda pública, es decir, dinero
ficticio, futuro, en resumen; un capital inexistente. Ahora bien, este capital futuro sirve
para crear más capital y acumular más riqueza, con la que se va a comprar más deuda
pública.
Para Marx, la IDEOLOGÍA es una maniobra de ocultamiento de la verdad. En este
caso, las condiciones de producción del trabajador y por lo tanto la víctima es el
proletariado.
La SUPRAESTRUCTURA capitalista son los elementos ideológicos de la
INFRAESTRUCTURA económica capitalista que avalan al capitalismo, y que van a
conformar la nueva cultura.

La cultura, sostenida, creada y financiada por el capitalismo, está bajo el influjo de los
medios de comunicación, los cuales van a crear ilusiones y fantasmagorías para
perpetuar el sistema. Y esto no se puede destruir por medio de la cultura, pues la cultura
es capitalista. Es posible cambiar las cosas; cambiando los medios de producción,
sabiéndose explotado y/o leyendo la situación material de la sociedad. La única
respuesta, en cualquier caso, será, para Marx, la revolución.

En el siglo XX el capitalismo muta al CONSUMISMO. Marx lo prevé pero no lo


publica ni se explaya en su inédito cap.6 de El Capital. Con el estado de bienestar llega
el concepto de consumidor y la creación de necesidades; todo gira alrededor del
consumo. El ser humano pasa entonces a ser “empresario de sí mismo”: “Homo
economicus”.

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