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5.3.

Los Capadocios
“Una substancia – tres personas (mía ousía - treís hipostáseis).
 San Basilio el Grande (330-379),
 San Gregorio de Nisa (335-385)
 y San Gregorio Nacianceno (330-390)
clarifican algunos aspectos que no habían sido tratados explícitamente en Nicea.
San Basilio distingue “ousía” de “hipóstasis”. Con “ousía” designa lo común (koinon) que
puede ser determinado por la “hipóstasis”. El Padre, Hijo y Espíritu Santo son tres
“hipóstasis”, es decir, tres modos diferentes de tener la misma “ousía”.
Estas tres “hipóstasis” tienen una existencia propia y perfecta.
Gregorio Nacianceno dice que lo propio que existe en Dios, las “hipóstasis” divinas, son el
no ser engendrado, ser engendrado y ser producido.
Cada una de ellas son “consubstanciales”.
Identifica el significado de “prósopon” y de “hipóstasis”.
Profesión de fe = UNA en los TRES (Un solo Dios) – Dejarse iluminar por el
misterio– Conservar la unidad en los tres; y los tres en Unidad – Procesión (Padre es padre
porque no procede de nada, El hijo es hijo porque procede del padre y El Espíritu Procede
del padre y del hijo)
El padre no es el primero, conserva la unidad

Gregorio de Niza distingue entre “ousía” e “hipóstasis”. Trinidad como tres personas
("hipóstasis") con una esencia ("ousía")
Se necesitaba, después de hacer una distinción tan clara entre las “hipóstasis”, acentuar la
unidad divina, para no caer en el peligro del triteísmo.
Los mismos Padres Capadocios expresan esta unidad: en primer lugar haciendo resaltar la
“hipóstasis” del Padre. No son tres “hipóstasis” originarias, independientes. La divinidad se
identifica con el Padre. Las otras dos “hipóstasis” divinas proceden del Padre, una por
generación, otra por producción. El Espíritu procede mediante el Hijo.
También se debe a los Capadocios la distinción entre “ousía” y “schesis” (relación), de tal
manera que se puede decir que las "hipóstasis" divinas no se distinguen por la "ousía", sino
por la "schesis". La unidad de las tres "hipóstasis" se da también en su obrar conjunto: el
obrar divino se inicia en el Padre, se continúa en el Hijo y llega a su perfección en el
Espíritu Santo. El Padre es la causa original, el Hijo la creadora y el Espíritu la plenifi-
cadora. Finalmente se debe a los Capadocios una profunda reflexión sobre el Espíritu
Santo. Determinan que no es creatura, sino Creador. El Espíritu está unido al Padre y posee
la eternidad, el señorío, el poder y la divinidad. Por eso le corresponde la adoración divina.
Gregorio Nacianceno y Gregorio de Nisa afirman la "consubstancialidad" del Espíritu
Santo.

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