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¿Por qué es necesario que exista un órgano regulador del calor innato, si la naturaleza misma

ya dispuso, bajo sus principios de equilibrio y proporción, que la refrigeración y la nutrición se


dieran en el mismo órgano que alberga la fuente de calor?

De Gen. An. 740b26-741a3

Igual que los productos del arte se forman por medio de los instrumentos -es más correcto
decir por el movimiento de esos instrumentos-, y este movimiento es el acto del arte, y el arte
es la forma de los productos en otro objeto diferente, así es la potencia del alma nutritiva:
igual que en los propios animales y en las plantas produce más adelante el crecimiento a partir
del alimento, sirviéndose del calor y del frío a modo de instrumentos (pues en estos se plasma
su movimiento y cada cosa se forma según una cierta razón), así también este alma desde el
principio da cuerpo al ser que se está formando según la naturaleza. La materia con la que se
desarrolla el ser es la misma que aquélla de la que se forma en un principio, de modo que
también la potencia que actúa es la misma desde el principio. Pero esa potencia que procura el
desarrollo es mayor. Pues bien, si ésta es el alma nutritiva, también es ella la que engendra: y
ahí reside la naturaleza de cada ser, estando presente en todas las plantas y en todos los
animales. Sin embargo, las demás partes del alma existen en unos seres vivos y en otros no.

De Anima 416a 8-18

Y si va a haberlo eso es el alma, es decir, la causa de que crezcan y se alimenten. Pero algunos
creen que la naturaleza del fuego es causa en sentido estricto de la alimentación y del
crecimiento, pues él es el único entre los cuerpos (o elementos) que, evidentemente, se
alimenta y crece, razón por la cual uno podría suponer que es él el que actúa tanto en plantas
como en animales. Sin embargo, [el fuego] es, en cierto modo, concausa, y no causa en sentido
estricto, sino que, más bien, [es causa en sentido estricto] el alma. Pues el crecimiento del
fuego va hasta el infinito, hasta que haya (algo) combustible, en tanto que de todas las cosas
que se constituyen por naturaleza hay un límite, es decir, una proporción, tanto de su
magnitud como de su crecimiento. Estas características son propias del alma, no del fuego, de
la forma más que de la materia.

De Part. An. 650a3-8

Ahora bien, dado que todo lo que crece debe alimentarse, y el alimento en todos los casos
consiste en sustancias fluidas [húmedas] y sólidas [secas], y dado que es por el poder del calor
que éstas se inventan y cambian, se sigue que todos los seres vivos, tanto los animales como
las plantas, deben por esta razón, si no por otra, tener una fuente natural de calor.

De Part. An. 652b8 17

Algunos sostienen (Heráclito) de forma burda que el alma del animal es fuego o una fuerza
semejante, pero quizás sería mejor afirmar que el alma se forma en un cuerpo de tal tipo. La
causa de eso es que, entre los cuerpos, el caliente es el que mejor sirve a las funciones del
alma y, efectivamente, la nutrición y el movimiento son funciones del alma y se llevan a cabo
mejor gracias a su actividad. Decir, de hecho, que el alma es fuego es lo mismo que decir que
el carpintero o la carpintería son la sierra o el taladro porque el trabajo se lleva a término
estando cerca unos de otros. Que los animales participan necesariamente del calor es evidente
por todo eso.

De Part. An. 652b17-24

Pero puesto que todo necesita de un contrapeso para alcanzar la medida y el justo Medio-
(pues ahí está la esencia y la razón, y no en cada uno de los extremos por separado), por esta
causa, frente a la zona del corazón y al calor que hay en él, la naturaleza ha creado el cerebro y
para eso existe esta parte en los animales, con una naturaleza común de agua y tierra.

De Part. An. 665 a12

En efecto, el corazón se halla en la parte delantera y en el centro, y en él decimos que reside el


principio de la vida, así como de todo movimiento y sensación

De Part. An. 668b12-16

El calor es incapaz de cocer no sólo por su propia escasez, sino también por abundancia y
exceso del alimento ingerido: resulta entonces insuficiente en relación a él. El exceso puede
ser de dos tipos, tanto por cantidad co15 mo por calidad, pues todo no es igualmente fácil de
cocer.

De Part . An. 670a24-26

El corazón, pues, y el hígado son necesarios a todos los animales; el primero debido al principio
del calor (es preciso, en efecto, una especie de hogar donde resida la chispa vivificante de la
naturaleza, y bien protegido, como si fuese la acrópolis del cuerpo)

De Part. An. 673b11-12

Las membranas mayores y más lo fuertes son las que rodean el corazón y el cerebro
lógicamente, pues ellos precisan de mayor protección. De hecho, la protección se da a las
partes principales y éstas son, con mucho, las partes principales de la vida.

Parva Nat. 467b 13-16


Dado que en otros lugares ha quedado delimitado el tema del alma y que es manifiestamente
imposible que la entidad de esta sea el cuerpo – pero, sin embargo, es también evidente que
reside en una parte del cuerpo, concretamente en una de las que tienen poder entre ellas (…)
ahora bien, con respecto a cuantos seres se dice que son animales y viven, es forzoso que, en
aquellos que concurren ambas circunstancias, sea una y la misma la parte en virtud de la cual
viven y en virtud de la cual los llamamos animales. (…) en número es forzoso, por tanto, que
sea una y la misma esa parte, pero en esencia, que sean más y diferentes ya que la esencia de
un animal es una cosa y otra distinta el hecho de que viva.

Parva Nat. 474b 13-23

La destrucción del fuego, como antes se dijo, es o bien extinción, o bien consunción: ¡a
extinción es provocada por la acción de contrarios. Por esta razón se extingue en masa por
causa del frío ambiente, y más deprisa aún cuando está disperso. Pues bien, esta forma de
destrucción violenta se da de forma similar en los seres dotados de alma y en los que no la
tienen, pues mueren tanto si el animal se ve dividido por instrumentos, como si se congelan
por exceso de frío. La consunción, en cambio, se debe a un exceso de calor. Así que, si el calor
ambiente es excesivo y lo que se quema no puede tomar alimento, perece, pero no porque se
enfría, sino porque se consume, de suerte que es forzoso que haya un enfriamiento para
asegurar la conservación, pues es esto lo que lo auxilia contra esta forma de destrucción.

Parva Nat. 470a5-7

Es evidente, por tanto, que si es preciso conservar el calor – y ello es forzoso para seguir
viviendo – tiene que haber una cierta refrigeración del calor que hay en el principio.

Parv. Nat. 467b28-468

Dado que hay un cierto sentido que es común a los sentidos específicos, en el que es forzoso
que confluyan las sensaciones en acto, éste se hallaría entre lo que llamamos delante y detrás,
y como, además, el cuerpo de todos los seres vivos se divide en superior e inferior – pues
todos tienen parte superior y parte inferior, de manera que las plantas también -, es evidente
que tendrían el principio de la nutrición en la parte intermedia entre estas .

Parva Nat 474a25-b3

Dado que se ha dicho antes 47 que vivir y la posesión de alma dependen de un cierto calor –
pues ni siquiera la digestión, por la que le viene la nutrición a los animales, es posible ni sin
alma ni sin calor, ya que todo se elabora por medio del fuego – es, por ello, forzoso que en el
primer lugar del cuerpo y en la primera parte de este lugar en que reside tal principio, allí
también se encuentre la primera alma, la nutritiva.
Parva Nat. 469b22-470b6

Ahora bien, vemos dos formas de destrucción por el fuego: la consunción y la extinción.
Llamamos «consunción» a la que se produce por sí misma y “extinción” a la producida por
contrarios ". Y se da el caso de que ambas destrucciones se producen por lo mismo; pues, al
faltar la nutrición y no poder el calor tomar alimento, sobreviene la destrucción del fuego. Y es
que su contrario, al hacer cesar la digestión, impide que se alimente. Pero la consunción se
produce cuando el calor se acumula en exceso porque faltan la ventilación y la refrigeración;
de este modo, en efecto, el calor acumulado en exceso agota rápidamente su alimento y lo
consume antes de que cese la evaporación. (…) Dado que todo ser vivo tiene alma y que ésta
sin calor natural no existe, como hemos dicho, la ayuda prestada por la alimentación y el
entorno les resulta suficiente a las plantas para la conservación del calor natural. Y es que la
alimentación produce refrigeración al entrar, igual que en los hombres cuando acaban de
recibirla. En cambio, los ayunos calientan y producen sed , porque el aire, cuando está inmóvil,
se calienta siempre, pero al moverse con la entrada de alimento se enfría, hasta que se
completa la digestión. Si el entorno está demasiado frío por causa de la estación, al producirse
fuertes heladas, disminuye la fuerza del calor. Y si los calores resultan sofocantes y la humedad
absorbida de la tierra no puede refrigerar la planta, el calor se destruye por consunción y se
dice, en estas 'ocasiones, que los árboles se abrasan y están agostados.

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