Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En 1876, cuando sólo contaba 17 años, se alistó en los ejércitos liberales del Cauca, que
comandaba Julián Trujillo y presidía César Conto, para combatir en la guerra civil de ese
año, y muy especialmente contra los ejércitos invasores del conservatismo antioqueño, a
quienes repelieron con éxito. En la batalla de Los Chancos obtuvo el grado de capitán y fue
herido en una rodilla, que le quedó ligeramente impedida para caminar. Su convalecencia
transcurrió en la hacienda de su padre en Buga y aún sin reponerse totalmente de la
herida volvió al campo de batalla.
Luego de los once meses que duró el conflicto de 1876, en el cual resultó triunfante el
radicalismo, y repuesto de sus dolencias, Rafael Uribe se trasladó a Bogotá e inició sus
estudios de Derecho y Ciencias Políticas en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario, gracias a una beca del Estado de Antioquia. "El Paisa" Uribe, como lo apodaban
sus compañeros, terminó sus estudios de jurisprudencia en 1882 con excelentes méritos
académicos; por esa época ingresó en la Logia Masónica. En 1883 regresó a Medellín a
cumplir los compromisos adquiridos cuando le fue otorgada la beca. Se posesionó como
profesor de la Universidad de Antioquia en las áreas de Derecho Constitucional, Economía
Política y Educación Física, mezcla académica poco frecuente pero que en Uribe Uribe fue
común, pues desde muy joven se acostumbró a madrugar y hacer gimnasia.
Por esa época, 1884, fundó su primer periódico, El Trabajo, desde el cual animaba a
laborar a sus compatriotas. Posteriormente fue nombrado procurador general del Estado
y fiscal del juzgado de Estado, conocido luego como Juzgado Superior. Abandonó
voluntariamente el ejercicio del poder judicial después de actuar, como fiscal, en el
proceso por homicidio contra el acomodado comerciante Ezequiel Jaramillo, a quien se le
sindicó de la muerte de un individuo de apellido Pimienta; Rafael Uribe consideró que
Jaramillo era culpable, pero el jurado lo absolvió, ante lo cual el fiscal dimitió. Abrió
entonces oficina de abogado y en ella le encontró la revolución de 1885. Su formación
como doctor en Derecho y Ciencias Políticas le permitió ser un legalista disciplinado,
conocedor como el que más del pensamiento jurídico, cualidades que le dieron su visión
de estadista.
Durante la guerra de 1885 fue ascendido a coronel, jefe de la llamada Legión de Honor del
ejército liberal de Antioquia, y organizó un poderoso movimiento en su Estado para
detener las fuerzas de la Regeneración. En ese conflicto se distinguió en el combate de
Ciparra, en el que derrotó a las poderosas tropas del general Benigno Gutiérrez, en la
toma a Riosucio y por haber continuado la revolución a pesar de que otros jefes se habían
entregado ya. Con todo, sus esfuerzos por detener la incontenible Regeneración fueron
inútiles.
Durante esta campaña sufrió un conato de rebelión entre sus tropas y, como era amigo en
extremo de la disciplina y del respeto, y nunca permitió que sus órdenes fuesen discutidas,
no le tembló la mano para darle muerte con su carabina al principal promotor de la
insubordinación; a consecuencia de ello sus enemigos políticos le llamaron a juicio y le
tuvieron preso un año. Durante su permanencia en la cárcel escribió su primer
libro, Diccionario abreviado de galicismos, provincialismos y correcciones del
lenguaje (1887), y cumplió una ejemplar labor de alfabetización entre los presos. Luego de
una brillante defensa del abogado Ricardo Restrepo, salió absuelto.
Al terminar la contienda de 1885, Uribe Uribe se dedicó a las labores agrícolas. Fundó
cerca de Fredonia, en Antioquia, un cafetal al que puso el nombre indígena de Gualanday.
Con su diligente actividad logró transformar la inhóspita selva en ricos cafetales,
convirtiéndose en uno de los pioneros de la industria cafetera del país. Allí permaneció
hasta 1893, cuando regresó a Bogotá a la administración de campos ajenos: los del
tesorero de la Dirección Nacional Liberal, Eustaquio de La Torre, ubicados en Viotá y que
constituyeron la más grande empresa cafetera de Cundinamarca. En realidad, Rafael Uribe
fue un convencido de que el futuro del país estaba en la agricultura; siempre se preocupó
por la modernización y el progreso del agro colombiano y prácticamente fue el ideólogo
de la reforma agraria en el país.
En 1897 la Convención Nacional Liberal comisionó a Uribe Uribe para que, como
representante de la colectividad, fuese a Centroamérica a buscar apoyos para otro intento
de toma del poder. Aceptó con gusto, pues, de acuerdo con un criterio muy extendido
entre todas las corrientes políticas de la época, consideraba que la guerra era la única
forma de tomar el poder y de implantar las libertades públicas en el país; pero no obtuvo
mayores resultados.
Rafael Uribe planeó la guerra con el fin de derrocar al gobierno nacionalista, que según
sus cálculos no debía durar más de tres meses, tiempo apenas necesario para cumplir con
el objetivo trazado y con el que se evitaba innecesarios derramamientos de sangre. Sin
embargo, el movimiento revolucionario se anticipó, pues en las filas del liberalismo existía
cierta desorientación, un alto grado de desorganización y escasa unidad de acción. Tal
error significó que el país se enfrascó en su más largo conflicto civil: la guerra de los Mil
Días (1899-1902), el más sangriento también, pues dejó más de cien mil muertos en
combate.
En abril de 1901, un año antes del final de esta confrontación, escribió en Nueva York el
Manifiesto de Paz, en el que se descartaba la posibilidad de continuar con la guerra,
posibilidad que el Gobierno no aceptó y omitió al nombrar a Arístides Fernández como
ministro de Guerra del presidente José Manuel Marroquín.
Desde ese momento es conocido como el mártir del Capitolio, ya que su asesinato se
produjo en la icónica Plaza de Bolívar, lugar en el que ahora hay una placa conmemorativa
que relata este suceso.