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Sinopsis
West es un chico de último año de secundaria que tiene todo yendo
sobre ruedas hasta que un accidente lo deja paralítico. Anclado a su
cama de hospital, recuperando y perdiendo la conciencia, West está
aterrado y solo. Hasta que conoce a Olivia.

Ella es la chica de al lado, algo así. Un paciente en el cuarto junto al


suyo, sólo que Olivia sabe lo que West piensa, y solo Olivia parece
saber que los terribles sueños que está teniendo no son solo producto
de la medicación. Aun así, mientras West comienza a confiar en Olivia y
a amarla, algunas preguntas aparecen: ¿por qué Olivia lleva tanto
tiempo en el hospital? ¿Y qué significa que ella esté en todas sus
pesadillas? Pero la pregunta más importante aparece cuando West
comienza a recuperarse y aprende que la misteriosa chica de la que se
ha enamorado tiene un secreto que nunca podría haber visto venir. 2
Índice
Sinopsis Capítulo 22

Capítulo 1 Capítulo 23

Capítulo 2 Capítulo 24

Capítulo 3 Capítulo 25

Capítulo 4 Capítulo 26

Capítulo 5 Capítulo 27

Capítulo 6 Capítulo 28

Capítulo 7 Capítulo 29

Capítulo 8 Capítulo 30

Capítulo 9 Sobre la autora 3


Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21
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Todos lo que vemos o vimos


no es más que un sueño dentro de un sueño

—EDGAR ALLAN POE


Capítulo 1
Traducido por Helen1

Corregido por NayeliR

A
lguien está llorando. Una chica. No es un bonito tipo de llanto, como lo
hacen las actrices, lágrimas corriendo con delicadeza por un rostro
hermoso. Esto es sollozar, sorber, jadeo en busca de aire. Un sofocón.
Tengo que despertarme. Tengo que ayudarla, sea quien sea. Me obligo a abrir
los ojos, pero no veo a nadie. Veo una pared blanca con una máquina pegada a
ella. Un medidor de presión sanguínea y un gran dial, igual que en el
consultorio de un médico. El llanto se detiene de repente. ¿Dónde está, la chica
que llora? Tengo que encontrarla. Algo está mal, muy mal. Trato de sentarme,
levantarme de la cama, pero no puedo. Mis brazos están atados hacia abajo. 5
Mis piernas están atrapadas de alguna manera, estoy completamente en una
cama y no puedo moverme. No puedo hablar. No puedo mover la cabeza, no
puedo mover la boca. Mi corazón se acelera. Estoy cayendo, estoy cayendo. Mi
garganta me estaba matando. Tan seca, en carne viva, no podía tragar. Como el
peor dolor de garganta. Abrí los ojos. ¿Era un día de escuela? ¿Qué hora era?
¿Qué día era? Me sentía como si estuviera yaciendo en un extraño ángulo,
estaba sobre mi estómago, pero podía ver el suelo debajo de mí. Parecía que
estaba inmóvil, flotando. Y no podía moverme. Vi las baldosas del suelo debajo
de mí, que eran verdes y blancas… Estoy cayendo, pensé. Pero no estoy
cayendo. Estoy colgando.

Perdí el conocimiento.

Cuando me desperté, estaba buscando azulejos blancos, azulejos de techo esta


vez. Sabía una cosa: estaba en un hospital. Me dolía la garganta tanto, el dolor
era ensordecedor. No podía pensar en nada excepto en lo mucho que me dolía.
Entonces oí un sonido, era mi propia voz saliendo.
—Ahhhhhhhhh.

A mi alrededor estaba tranquilo. Oí una especie de máquina funcionando,


bombeando, aire silbando al lado de mi cabeza. Había un sonido por otro lado,
muy constante. Bip. Pausa. Bip. Pausa. Bip.

Tuve la oportunidad de mirar alrededor un poco, pero no mucho. Algo estaba


alrededor de mi cabeza, mis hombros, algo grande y blanco, pude ver que
movía mis ojos todo el camino a la derecha o a la izquierda, pero en realidad
no podía girar la cabeza.

—Ahhhhhhhhhhh —dije. Traté de decir: "Sed". Pero estaba tan seca, las
palabras no funcionaban. Había algo en mi nariz. Traté de tocar mi cara y
sentir lo que estaba allí. Pero mi mano no podía moverse; había algo en la
muñeca, manteniéndola abajo. No podía verlo mirando hacia abajo. Mi otra
muñeca también. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién me hizo esto? ¿Por qué?

***

Había una mujer junto a la cama cuando me desperté de nuevo. Estaba


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sosteniendo mi brazo por la muñeca y mirando a una máquina. Tuve la
oportunidad de mirar hacia abajo y ver mi brazo en sus manos. Se veía bien,
no hinchado ni nada, sólo mi brazo. Pero se sentía raro, como si estuviera
cubierto por una capa de grasa.

—Ahhhhhhhh —le dije. Ella me miró y sonrió. Sentí que mis músculos se
relajaban. Gracias a Dios, una persona real para decirme lo que estaba
pasando.

—¿Cómo le va, Sr. West? —me preguntó, pero luego miró hacia otro lado
como si no fuera gran cosa que estuviera despierto. ¿Había estado aquí mucho
tiempo? ¿Dónde estaban mis padres?

—Ahhhhhhhhh —lo intenté de nuevo.

—Está bien. —La enfermera me dio unas palmaditas en el brazo—. Estás bien.
—La vi poner mi mano abajo y frotar la parte posterior de la misma y, a
continuación, deslizó mi brazo debajo de algo que parecía un cinturón ancho
sobre la cama. Se sentía raro, como si estuviera usando un guante grueso. Ella
rompió algo metálico por mis pies e hizo lo mismo por encima de mi cabeza.

—Aquí vamos —dijo en voz baja, entonces de alguna manera la cama dio
vuelta y de repente estaba tumbado de lado, en un ángulo de noventa grados.
Debía de haber estado atado o me habría caído directamente en el suelo. Pero
no lo hice. Me quedé allí rígido, atado a la cama, mirando a una pared y una
puerta. Y fue entonces cuando conocí a Olivia.

Realmente no la conocí, la escuché. Eso tampoco es correcto, escuché a su


madre.

Después de rodarme hacia los lados, la enfermera se fue sin ni siquiera


preguntarme si quería un poco de agua. Oí zapatos, zapatos de tacón alto
haciendo clic en el suelo de baldosas y vi a una mujer pasar el umbral. Era alta
y delgada y llevaba algo rojo, un traje o una chaqueta larga o algo así. Pasó por
delante de mi puerta, a la habitación contigua a la mía. No había una
verdadera pared entre las habitaciones, sólo una de esas cosas grandes y
gruesas pantallas tipo acordeón. Estaba cerrada completamente, pero pude
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seguir oyendo casi todo.

—Hola, cariño —dijo una voz brillante. Supuse que era la mujer de rojo—. Te
he traído tus flores favoritas, rosas rosadas. ¿Ves lo pequeñas que son? Se
llaman rosas en miniatura. Pensé que te gustaría. —Me gustaba escuchar su
voz. Sonaba extranjera, como si fuera francesa, italiana o algo así. La oí
empujar una silla en el suelo.

—Déjame contarte mi día. Me gustaría que pudieras haber estado conmigo.


Fui a Nordstrom y me probé tantos trajes de baño. C'était terrible1.

Esperé a oír una respuesta de la persona a la que le estaba hablando, pero ella
no dijo nada, sólo escuchaba la aburrida historia de compras de esta mujer.
Entonces empecé a pensar en trajes de baño. Espera. Era invierno. ¿Por qué
alguien compraría un traje de baño en invierno? Me sentía caliente por todas
partes, el sudor por la cara como si estuviera teniendo un ataque de pánico.

1 C'était terrible: Fue terrible, en francés.


¿Qué mes era? Entonces la mujer mencionó un viaje al que iba con un hombre
y lo feliz que sería escapar de este "terrible clima con nieve" y cómo deseaba
poder tener a su "angelito" con ella. Yo estaba tan feliz de saber que seguía
siendo invierno.

Su voz se hizo más suave y más suave mientras continuaba, tan relajante,
podría decir que amaba a la persona con la que estaba hablando. Me di cuenta
de que estaba diciendo todo lo que yo quería oír: que todo iba a estar bien, que
ella estaba aquí. Mis ojos se cerraron por un momento y cuando los abrí de
nuevo, seguía mirando a la misma pared.

Sobre el sonido de las máquinas a mi alrededor, busqué para escuchar a la


señora francesa. Podía escuchar a alguien tarareando. Traté de hablar, pero
apenas terminé haciendo ese sonido de nuevo.

—Así que estás despierto. —Una voz flotó hasta mí desde algún lugar que no
podía ver, en algún lugar detrás de mí—. Soy tu vecina, Olivia. Ya sé que tu
nombre es West. No te molestes en tratar de hablar. Tienes un tubo
respirador.
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Al segundo en que lo dijo, la sensación en la garganta tuvo sentido: un tubo.
Esa máquina susurradora: un ventilador. Lo que quería decir… ¿tan mal
estaba? Oí el sonido de algo siendo rodado y, entonces, una chica estaba
delante de mí. Una pequeña chica con enormes ojos oscuros.

—Y, por cierto, estás paralítico, en caso de que nadie te lo haya dicho todavía.

No, eso no podía ser cierto. No estaba paralítico. Podía moverme. Traté de
mover las manos, pero mis muñecas estaban atadas. No estaba paralítico,
simplemente atado. Traté de levantar los dedos para mostrárselo, pero no
podía estar seguro de que se movieran.

—¿No me crees? —preguntó. Se trasladó a la cama, tirando del soporte de su


vía intravenosa a lo largo de su lado. Había tubos entrando en su brazo y el
dorso de la mano. La vi llegar a un brazo—. ¿Sientes eso? —dijo al pie de la
cama—. Por supuesto que no, estás paralítico, es por eso.
Traté de revisar mi cuerpo inferior. Podía sentirlo, podía sentir el peso de las
piernas unidas a mí. Ellas estaban allí. Traté de mover el pie. ¿Se mueve? No
podría decirlo, se sentía como si mis piernas también estuvieran atadas, como
si estuvieran envueltas en algo espeso. Pero si podía sentir eso. ¿No quería
decir algo? Sentí que mi corazón comenzaba a latir rápidamente de nuevo, ese
horrible sudor, la sensación de frío pasando a través de mí. Esta chica estaba
equivocada. ¿Por qué iba a venir aquí y empezar a decirme estas cosas
horribles como si no fuera gran cosa?

Olivia rodó el soporte de su vía intravenosa a la silla de la esquina y se echó su


bata blanca alrededor de su pequeño cuerpo mientras se sentaba.

—Lo siento si no lo sabías ya. Estoy segura de que estás desanimado. Soy una
bailarina, así que si eso me pasara a mí, si estuviera paralítica, yo sólo... No sé
lo que haría —dijo en voz baja.

¡No estoy paralítico! Quería gritarle. Sal, sólo sal. Hasta que mis padres puedan
llegar hasta aquí y me expliquen lo que está pasando, no quiero escuchar lo
que tienes que decir.
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Ella bajó la mirada a sus pies, los señaló y los dobló un par de veces.

—Apuesto a que te estás preguntando por qué estoy aquí —dijo, empujando
el flequillo oscuro de sus ojos—. Pesaba unos 38 kg, pero estoy segura de que
ahora me veo tan diferente, nunca lo sabrías. Es por estar en una cama todo el
día y esto. —Señaló a la bolsa de intravenosa en el poste de metal—. Eso es un
líquido nutritivo. ¡Tan sabroso! —Sonrió y me di cuenta de que sus dientes
eran pequeños, como los de un niño, y de un color extraño, como un blanco
oscuro, pero tal vez eso es porque su piel era tan blanca que los dientes
parecían extraños a su lado.

Conocía a las chicas como ella. Chicas con trastornos alimentarios.


Probablemente se iba a sentar aquí todo el día y hablarme de todas las
calorías que comía.

—Estabas en una bicicleta de montaña cuando tuviste un accidente, escuché a


tus padres hablar de ello. —Vio mi cara—. ¿Te acuerdas? —Me miró fijamente
a la cara, como si pudiera responder—. Sólo parpadea una vez para decir sí y
dos para no —suspiró, exasperada.

Parpadeé una vez, luego parpadeé dos veces rápidamente. ¿Estaba


parpadeando? Se sentía como si lo estuviera, tal vez mi cara también estaba
paralizada. Me sentía como si no pudiera mover los labios.

—¿Lo recuerdas sí o no? —Sus ojos eran como canicas negras, sin pupila. Eran
bonitos pero de una manera atemorizante, con su piel pálida y cabello oscuro.
Parpadeé dos veces esta vez, sólo para responderle, pero en realidad estaba
confundido. No podía sentir totalmente mis piernas y mis brazos se sentían
tan graciosos.

Traté de recordar que fue la última cosa antes de... aquí. Estaba nublado, como
un sueño la mañana después de dormir demasiado. Me acordé de Allie, mi
novia. Su cabello rubio soplando en sus ojos, ella me está mirando. Estoy en el
camino de tierra para bici por la cantera, en el bosque con Mike, estamos
haciendo saltos. Y... y entonces, ¿qué pasó después? Tenía sólo fragmentos. De
repente me acordaba. Algo malo había pasado. Alguien salió herido. Alguien
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estaba llorando. La voz de Olivia entró por mis pensamientos.

—No creo que te acuerdes, todavía no —dijo—. Probablemente volverá a ti


más tarde —agregó en voz baja—. Así es como lo fue para mí, también. —
Quería que dejara de hablar por un segundo para así poder pensar. Pero mis
pensamientos estaban todos revueltos. No podía concentrarme en una cosa
durante más de unos pocos segundos. Mi garganta me estaba matando.

Olivia me miró, su rostro pareció triste por un segundo y entonces se puso de


pie y tiró de su gotero detrás de ella.

—Son casi las seis. Esto significa que tu madre estará aquí pronto, ella siempre
viene alrededor de esa hora. —Se puso la bata holgada alrededor y se fue sin
decir nada, ni siquiera un adiós.

***
—Ahí está mi hijo. —Al oír la voz de mamá, me desperté. ¿Había estado
durmiendo? Era aún el mismo día, ¿no estaba esa chica aquí? Mi madre.
Quería verla tanto.

—Hola, cariño. —Mamá rodeó la cama para que pudiera verla y era ella.
Estaba actuando tan normal, viéndose tan normal con las mismas ropas viejas,
largo su abrigo de lana azul marino, era como si acabara de llegar a casa y me
encontrara sentado en el sofá viendo la televisión. Se puso sobre la silla y se
sentó a mi lado, empujando el pelo de mi cara—. Sé que me odiaras por decir
esto, pero creo que tenemos que hacer algo acerca de este pelo. Sólo te va a
volver loco.

Su rostro estaba en calma, sonreía un poco, mirándome a los ojos. ¿Por qué
todo el mundo estaba actuando tan normal? ¿Acaso no lo entienden? Estaba
perdido, me sentía como si tuviera amnesia o algo así. Traté de hablar.

—Ese tubo sigue molestando, ¿no es así? —Limpió la comisura de mis ojos—.
Lo siento mucho, me gustaría poder sacarlo, pero lo necesitas para respirar,
¿de acuerdo? —Mi cabello me cayó sobre los ojos de nuevo y ella lo empujó
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hacia atrás, acariciando mi frente.

—Soy muy afortunada de tenerte, ¿lo sabías? Estás poniéndote mucho más
fuerte cada día y muy pronto podrás volver a casa.

Hice el único sonido que podía, un gruñido, como un carraspeo. Vi a mi madre


levantar la vista hacia la puerta.

—Ese tubo le está dando un mal rato de nuevo, ¿puede comprobarlo, por
favor? —le dijo a alguien detrás de ella.

—Por supuesto, señora Spencer. Es hora de rotar su colchón otra vez —dijo
una voz femenina. Sonaba como la enfermera de antes, la que comprobó mi
presión arterial y cuando apareció a la vista, vi que era ella, una mujer
redonda y mayor con un uniforme de enfermería y el pelo retirado de la cara.
Aflojó algo en el pie de la cama y luego puso otra vez el colchón plano, así que
estaba acostado de espaldas, mirando al techo—. También va a necesitar
algunas gotas para los ojos. —La enfermera sostuvo una pequeña linterna
sobre mis ojos por un segundo, haciéndome poner los ojos en blanco.

—¿Está segura de que no quiere que le cerremos los párpados? Puede ayudar
a mantener baja la irritación —agregó la enfermera, mirando a mi madre.

—Oh no, él odiaría eso, por favor no lo haga —le dijo mamá.

La enfermera se encogió de hombros.

—Es su decisión. —Cogió algo de una bandeja al lado de la cama y luego dejó
caer un poco de líquido en los ojos que hizo que mi visión se pusiera toda
borrosa y mis ojos se sientan grasosos. Sentí a la enfermera tocar mi cuello, mi
garganta. Estaba tirando de algo—. ¿Le importa si limpio esto mientras está
aquí? —le preguntó a mamá—. Puede ser un poco desastroso.

—En realidad, tengo que salir temprano hoy, así que voy a despedirme y dejar
que haga su trabajo —dijo. Se inclinó sobre mí, donde yo podía ver su rostro—
. Lo siento, no puedo quedarme mucho tiempo hoy. Adiós, cariño. Nos vemos
mañana, ¿de acuerdo? —Me besó en la mejilla y me dio una sonrisa. Ni
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siquiera se quitó el abrigo.

La enfermera saludó con la mano mientras se iba.

—Tu madre es una buena señora —dijo en voz baja, inclinándose sobre mí
mientras trabajaba en el tubo en la garganta—. No todo el mundo tiene tanta
suerte. —La enfermera hizo un gesto con la cabeza a la pared que separaba mi
habitación de la de Olivia—. Esa madre es una verdadera molestia —susurró,
sacudiendo la cabeza—. Nada es lo suficientemente bueno para su Olivia.
Todo un personaje —dijo de nuevo, tirando hacia arriba de un tubo de
plástico transparente—. No me extraña que esto te moleste. Vamos a ver ese
historial —dijo, caminando a los pies de mi cama, donde no podía verla.
Todavía estaba hablando, pero ahora lo hacía bajito y sobre todo a sí misma.

—Hay que recordar hablar con Cheryl... Piensa que no puedes sentirlo...

Podía oírla escribiendo algo en el historial, rayando el papel con un bolígrafo.


Luego se volvió a mí, con el rostro apretado mientras trabajaba en mi
garganta. Sus ojos de color marrón oscuro se centraron en mi cuello. De
repente, sentí agua fría dentro de mi garganta. Traté de tragar, pero sentí
como si estuviera demasiado bajo como para tragarlo así que sólo bajó por su
cuenta.

—Buen trabajo —dijo la enfermera, empujando algo en mi garganta—. Eso


está mejor, ¿eh? —me preguntó.

Se sentía mucho mejor y quería decírselo, así que parpadeé una vez para decir
sí. Espero que haya recibido el mensaje. ¿Era eso lo que dijo Olivia, una vez
para sí, dos para no? ¿O dos veces era para sí? La enfermera me tomó la mano
y la sostuvo en la muñeca mientras miraba su reloj durante unos segundos.

—Muy bien, muy bien. —Metió mi mano y mi brazo hacia atrás por debajo del
cinturón en la cama—. Descansa un poco ahora. —Me guiñó un ojo y salió de
la habitación. Me quedé mirando el techo, tratando de sumergirme en todo lo
que estaba pasando, o no pasando y escuchando el ruido de las máquinas al
lado de mi cama.
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Esto no puede estar pasando, esto es un sueño. Un mal sueño. Cerré los ojos y
traté de despertarme a mí mismo. Despertar en mi propia cama, poniendo
esto detrás de mí. Había aprendido la lección. Tendría más cuidado con la
bicicleta. No le presumiría a Mike o a cualquier otra persona. Podía hacer que
todo esto desapareciera. Esto no es real. Esto no es real. Esto no es real.
Capítulo 2
Traducido por Vanehz

Corregido por Curitiba

E
l sol de invierno ha salido y el brillo sigue cayendo en mis ojos. Bajo el
visor de mi casco y me limpio los guantes en los vaqueros.

—¡Hagámoslo! —Oigo gritar a Mike mientras zumba a mi lado, sus


piernas bombeando los pedales. Está de pie sobre su bicicleta y golpeando la
rampa de madera yendo rápido, casi demasiado rápido. Se desliza suavemente
sobre la pendiente, desviando su bicicleta a la derecha y su cuerpo a la
izquierda, saltando hacia atrás sobre ruedas fuertemente y rebotando el
neumático hasta la saliente de la rampa.
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—¡Guauuuuuuuuuu! —grita, levantando su bicicleta sobre la rueda trasera
junto a él como un trofeo de pesca—. ¡Vamos, supéralo!

Con el sol detrás de él, parece una foto en negativo, un recorte en negro contra
el cielo rojo y naranja. Levanto mi visor y me giro para mirar a Allie. Está
sentada sobre aquella roca grande, mirándonos, pero sé que debe estar
aburrida de todo esto. Levanta su cabeza y mira detrás de mí, con esa pequeña
sonrisa en su rostro. Bajo el visor otra vez y avanzo alrededor, quedando lo
suficientemente lejos de la rampa para tomar algo de distancia, algo de
velocidad, algo de aire.

Me muevo rápido, sobre los pedales y empujando fuerte. Me encanta cuando


la bicicleta simplemente se siente como otra parte de mí, un miembro extra,
conectado. Golpeo la rampa pero algo va mal. Las ruedas tiran hacia la
derecha, así que yo tiro a la izquierda, demasiado fuerte. Voy a volcarme,
quizás incluso hacia atrás. Lo siento venir, esa pérdida de control, esa
sensación idiota. Demonios, odio darle a Mike algo de qué hablar sobre un
choque. Levanto mi brazo para evitar mi caída, pero no se mueve. Están
atrapados, atados, sigo tirando hacia arriba, pero no puedo… no puedo…

***

Y entonces me desperté, peleando contra la atadura alrededor de mi cama.


Aún estaba aquí, era real. Estaba en un hospital, paralítico, o al menos eso es lo
que la chica de la puerta de al lado dijo.

—Hola ahí, señor, cálmese, está bien —dijo la enfermera—. ¿A dónde crees
que vas? —Tiró de mi brazo de debajo de la atadura y sostuvo mi muñeca—.
Corazón acelerado; ¿Qué clase de sueño estabas teniendo? —Estaba
mirándome directamente a los ojos, como si pudiera responderle. Ni siquiera
sabía cuánto tiempo había estado aquí, pero por los últimos dos días, había
visto a la misma enfermera. Me hablaba como si me conociera, pero quizás
todas las enfermeras hacían eso.

Secó mi frente con una toalla pequeña.

—Ejercitándote en tu sueño, ¿eh? Ojalá yo pudiera hacerlo —dijo—. Sin


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embargo me tienen contando calorías y caminando en esa rutina todo el día.
¡Ah! —Me sonrió—. ¿Así que cuántas calorías crees que hay en un sándwich
de ensalada de pollo? Bien, te sorprenderías. Un montón, eso es cuánto. —
Tanteó el colchón en la parte de arriba, luego abajo y giró la cama noventa
grados—. Ahora puedes mirar hacia afuera. —Detrás de ella había una gran
ventana, el sol de invierno en toda su gloria.

—Que tengas un buen día —dijo la enfermera y dejó el cuarto. Al menos creo
que se fue, todas llevaban esos zapatos que no hacen ruido y era difícil de
decir.

Debía haberme quedado dormido otra vez, porque la siguiente cosa que oí fue
a alguien hablando.

—¿Estás despierto? —dijo una voz. Olivia. El cuarto estaba ahora quedándose
oscuro, con el atardecer cayendo.
Sollozó y rodó su soporte de intravenosa alrededor de la cama para que
pudiera verla. No había sillas de ese lado, así que simplemente se sentó en la
otra cama que estaba allí, recogiendo sus rodillas hasta su pecho. Parecía que
había estado llorando.

—Oh, gracias a Dios que estás despierto —dijo, mirándome a los ojos. Estuvo
callada por un momento, sólo mirando hacia abajo—. ¿Sabes por cuánto
tiempo he estado aquí? Después de esperar un segundo o dos por mi
respuesta, se rió—. ¡Estoy tan desesperada que estoy teniendo una
conversación con una persona en estado vegetal! —Parpadeé dos veces. No
soy un vegetal.

—De acuerdo, no eres un vegetal —dijo, como si pudiera oír mis


pensamientos. Se recostó de lado, ajustando su bata cuidadosamente
alrededor de sus delgadas piernas. Su modestia me ponía triste, como si
realmente pudiera tratar de echar una mirada bajo su bata de hospital.

—Sólo que estoy tan cansada de ser tratada como una niña, ¿sabes?
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Parpadeé una vez, sí.

—No es lo que se supone que estaríamos haciendo a los dieciséis años; apenas
he cumplido los diecisiete.

Parpadeé dos veces, no, porque no tenía dieciséis; acababa de hacer los
diecisiete.

—Hagamos algo —dijo lentamente—. Nada de televisión hasta el periodo


libre de esta noche. Obviamente no estás levantado para una partida de
damas, ¿O sí? —Sonrió—. Quiero decir, podríamos intentarlo, yo podría mover
tus piezas en base a parpadeos de sí o no, pero… creo que quizás no. —Su
sentido del humor fue creciendo sobre mí. Quizás no era tan mala—. Te leeré.
Te gusta cuando tu madre lo hace.

No recuerdo a mi madre leyéndome. ¿Cómo podría Olivia saber sobre ello


cuando yo no podía? ¿Había estado inconsciente tanto tiempo?
Abrió la mesa de al lado y tomó un libro del cajón. Harry Potter y la Piedra
Filosofal. Parecía mi copia del libro. Pero no lo había leído en años, era tan
típico de mi madre traer ese libro. Estaba siempre sacando cosas de cuando
era pequeño y tratando de hacer que volvieran a importarme ahora, como si
no quisiera dejar que mis diez o doce años se fueran o algo así. Cuando Olivia
abrió el libro y empezó a leer, estaba sorprendido por lo rápido que me deslicé
en la historia y olvidé qué pasaba. Me gustaba su voz y su pálido rostro, sus
labios tan rojos mientras formaba las palabras.

Cuando descubrí a Harry Potter, pasé tan rápido a través de los libros a la
velocidad de la luz. Tenía diez años y supongo que era lo que podrían llamar
un empollón. Realmente, no tenía ni idea de lo empollón que era hasta que
conocí a Mike. Mike era la persona que me salvó de una carrera en la
secundaria siendo un completo inadaptado. Tenía que darle todo el crédito:
me vio, se hizo mi amigo. Por supuesto, lo hizo por razones totalmente
egoístas, quería a alguien con quien ir en bicicleta. Pero estaba salvado de ser
un empollón y conseguí un mejor amigo en el trato, así que no iba a quejarme.

No estoy seguro de que Mike y yo alguna vez habláramos sobre Harry Potter.
Si él supiera que en cierto tiempo, estuve obsesionado con esos libros. No es la 17
clase de cosas de las que él y yo habláramos, libros, leer. A Olivia sólo le tomó
cerca de veinticuatro horas notarlo y realmente nunca le dije una palabra a la
chica. Mientras miraba su boca moverse, no pude evitar darme cuenta de que
su rostro era realmente bonito y difícilmente oía sus palabras. Antes de que lo
supiera, estaba dormido otra vez.

Cuando me desperté, estaba oscuro y yacía de cara al suelo. Había estado


rodando otra vez. No sabía cuánto tiempo había pasado, o siquiera si era el
mismo día. Pero algo me despertó. Alguien estaba llorando, Olivia. ¿Estaba en
el cuarto? Pero estaba más cerca que eso, y pude ver, mirando al lado, que la
puerta de mi cuarto estaba cerrada. ¿Quién estaba llorando? Parecía un sueño,
como un sueño que había tenido antes.

Ahí fue cuando vi pies al lado de mi cama, por la mesa pequeña. No eran
zapatos de enfermera, sino sandalias. Uñas de los pies pintadas. Pies de una
niña pequeña. Estaba sollozando y haciendo algo en el cajón junto a mi cama,
sacando cosas de él. ¿Quién era esta persona? Empujó el cajón cerrándolo y se
alejó, aun sollozando, sorbiendo, pero sus sonidos se hacían más distantes
mientras dejaba el cuarto. No oí la puerta cerrarse tras ella.

Traté de aclarar mi garganta, pero sabía que el sonido no sería lo


suficientemente fuerte como para que Olivia o las enfermeras me oyeran. La
siguiente cosa que vi fue un brillo en el cuarto y la enfermera estaba girando
mi cama. Debía haberme quedado dormido otra vez.

—Hoy tuve noticias de tu madre —me dijo la enfermera, dejando caer algo
líquido en mis ojos—. No va a poder venir esta noche desde el trabajo y quería
que te lo dijera. Le dije que no tendrías ningún problema con ello, así que no
me dejes estar equivocada. ¿De acuerdo? —Sonrió y noté que tenía un gran
espacio entre los dientes delanteros. Algo en eso hizo que me gustara
instantáneamente incluso más de lo que ya lo hacía.

—Todo bien, guapo, ten un buen día —dijo, colgando mi expediente a los pies
de la cama y dejando la habitación.

Realmente no podía levantarme. Con todo el sueño que estaba consiguiendo, 18


pensarías que sería fácil despertar, pero entraba y salía de él, incapaz de decir
qué hora era o qué día. A veces alguna enfermera aparecía en la entrada. Otras
veces, alguien del laboratorio entraba en mi habitación y miraba mi
expediente. Quizás me daban algunos analgésicos que empañaban mi mente;
algo pasaba y no podía ni siquiera enfocarme. ¿Cuánto tiempo había estado
aquí, de cualquier forma? Repentinamente alguien se inclinó sobre mí.

—¡Bu! —dijo Olivia. Estaba sosteniendo su soporte de intravenosa a su lado y


empujando una silla—. Más Potter esta tarde, supongo. —Por la luz, podía
decir que ya era tarde, otro día había pasado en un borrón sin visitantes, de
todos modos nadie que conociera y ningún doctor me dijo qué estaba
pasando.

Parpadeé una vez para decir que sí.

—Realmente, estaba pensando en algo más subido de todo, como La letra


escarlata, pero si quieres a Potter… —Se burló, abriendo el cajón.
Pensé en mi sueño (¿lo había sido?) de la otra noche. Una niña abriendo el
cajón. ¿Quién había sido? ¿En mi habitación?

Olivia leyó un capítulo, uno que realmente recordaba muy bien y estaba
orgulloso de quedarme despierto a través de todo eso. Cuando ella bajó la
mirada a mi rostro, supe que estaba verificando si aún estaba despierto, así
que parpadeé una vez. Si, aún estoy aquí.

—Lo estás haciendo mejor —dijo, sus ojos abriéndose más—. Puedo decirlo.
Eso es bueno. —Estuvo quieta por un segundo y sólo miró hacia afuera de la
ventana en la oscuridad.

—Necesito un amigo —dijo finalmente, en plan amigo de verdad—. Sé que eso


suena raro, pero… simplemente no tengo a nadie con quien hablar. Y…
probablemente ni siquiera debería decirte esto —empezó a decir Olivia.
Entonces encontró mis ojos y sonrió—. Pero si no te lo digo yo, ¿entonces
quién?

Cerró el libro. 19
—Había un chico en este cuarto antes que tú… antes de que vinieras aquí.
Estaba muy enfermo, no sé qué le pasaba. No, eso no es verdad. —Se detuvo y
encontró mis ojos—. Lo sé; o al menos creo que lo sé. Pero ese no es el hecho.
Estuvo aquí mucho tiempo, pero estaba en coma o algo. Al principio tenía un
montón de visitantes; los miraba ir y venir, ya sabes, de la misma forma que
hago contigo a veces. No espiaba, estaba aburrida. —Sonrió y puso su cabello
hacia atrás—. Pero entonces algo pasó: los visitantes disminuyeron, incluso
los doctores vinieron menos. —Sacudió la cabeza—. Para el momento en que
realmente lo noté, habían pasado semanas desde que alguien vino a verlo.
Empecé a mirar más de cerca durante las horas de visita, sólo para
asegurarme. Pero no venía nadie. Y las semanas se convirtieron en meses. Me
puso realmente triste. Pero entonces, mientras el tiempo pasaba, realmente
me enojaba. —Olivia tragó—. Entonces un día, simplemente se había ido. Así
de simple. Nos levantamos una mañana y estaba… el cuarto simplemente
estaba vacío.

Levantó la mirada hacia mí y sus ojos estaban llenos de lágrimas.


—Mira, no soy una idiota. Sé que este es el lugar donde meten a los niños de
los que nadie cuida. Es un lugar donde envían a los niños de quienes todos se
han olvidado. Pero…

¿Olivia estaba tratando de decirme que eso iba a pasarme? ¿Que nadie
cuidaría de mí? Eso no era verdad. Pero entonces un sentimiento helado me
traspasó. Pensé en las visitas de mamá, en cómo se había quedado sólo unos
minutos. Ni siquiera se quitó el abrigo. Entonces esta noche no vendría.

Olivia siguió.

—Algo no está bien en todo esto. Algunas noches, tengo sentimientos curiosos,
sobre él. Y quiero decir, este era su cuarto. —Olivia abrazó el libro contra su
pecho y escaneó las esquinas oscuras—. Has… —Se contuvo otra vez—. Sé que
esto suena tan horrible y mórbido, pero ¿has visto u oído algo… raro, aquí?

Tuve que pensar fuertemente. Mi realidad había estado tan nublada desde que
me había despertado aquí. Entrando y saliendo de la conciencia, los sueños
extraños, no saber que era real y qué no. Y entonces estaba Olivia y cómo me 20
sentía sobre ella. Medio aterrado y medio cautivado. Estaba perdiendo la
cabeza de tantas formas; ¿cómo podría juzgar qué era raro y qué no?

Parpadeé una vez. Entonces mientras una sonrisa se deslizaba sobre su rostro,
parpadeé dos veces. Quizás había algo. Un sueño que tenía. ¿O era real? Esa
niña. Alguien llorando.

—¿Eso es un sí, un no o un tal vez? —preguntó, y viéndome parpadear dos


veces, añadió:

—¿Algo por el estilo? —Se inclinó más cerca de mí.

Parpadeé diciendo que sí.

—¿Fue algo que viste? ¿Una sensación? ¿Un sueño? —susurró.

Sí.

Su rostro estaba tan cerca del mío que pude oler su esencia a limpio. Sentí mi
corazón saltar un latido. Ahora estaba completamente despierto. Ella mantuvo
mi mirada por un momento largo que necesitaba. Entonces repentinamente,
se sentó de regreso y puso el libro en el cajón.

—Probablemente no sea nada. Quiero decir, no te asustes por dormir aquí por
la noche o algo así. No lo harás, ¿cierto? —preguntó casualmente, como si se
avergonzara de lo que acababa de pasar entre nosotros. ¿Había pasado algo
entre nosotros?

Miró el reloj.

—Llegarán pronto por aquí con las medicinas de la noche, así que mejor me
largo. —Sonaba como si se forzara a sí misma a ser casual, como si todo
estuviera bien. Fue hacia la pared de acordeón y la deslizó para abrirla,
espiando a través de la abertura—. Buenas noches —dijo por encima de su
hombro, cerrando la pared detrás de ella. Así que era así como era capaz de
entrar sin que las enfermeras o alguien la vieran.

Me di cuenta también que así era como había oído a mamá y a las enfermeras
hablándome, podía oír todo lo que pasaba en mi habitación. Debía haber oído 21
todo lo que pasaba con el chico en este cuarto antes de mí: cada visitante, cada
doctor, cada enfermera. Sin importar que me asustara cuando… cuando lo que
sea que fuera pasaba. Pero mi situación no era para nada así. No estaba en
coma. Realmente no estaba paralítico. Eso no era lo que me pasaba, así que se
preocupaba sin razón. Al menos eso es lo que me dije a mí mismo mientras
empezaba a dejarme llevar. No pensaría en el chico que estuvo aquí antes que
yo y en lo que le pasó. Iba a ponerme mejor y salir de aquí. Pasear con Allie y
Mike, e ir a la escuela y ser normal otra vez. Iba a hacerlo. De ninguna forma
iba a pasarme a mí. De ninguna forma.
Capítulo 3
Traducción SOS por Otravaga

Corregido por Clau12345

E
stoy caminando. Es el final de la tarde. Esta es una acera en la que nunca
antes he estado. Pero conozco esta parte de la ciudad. Hay un famoso
teatro aquí, donde hacen El Cascanueces cada Navidad y un estudio de
danza al lado. Levanto la vista hacia las ventanas, todas iluminadas, con una
barra de madera a lo largo de una pared y espejos por todas partes. Hay chicas
haciendo movimientos de ballet alineadas a lo largo de una pared. Largas
piernas desnudas, leotardos rosados. Las miro por un segundo, luego miro
hacia otro lado avergonzado, como si me hubiesen sorprendido haciendo algo
sucio y bajo la mirada hacia mis botas mientras camino. Cuando levanto la 22
mirada de nuevo, no sé dónde estoy; estoy perdido. La calle ya no es la misma.
Me doy la vuelta, pero el teatro se ha ido. En su lugar hay un edificio
incendiado. Tengo miedo; algo no está bien. Quiero correr. Escucho a alguien
en los arbustos a mi lado; cuando miro, veo una pareja. Sólo puedo ver la
espalda de él.

Ella está diciendo DÉJAME EN PAZ y él le está siseando algo a ella,


maldiciendo, diciéndole horribles cosas de mal gusto. Quiero ayudarla, pero
miro hacia abajo y veo que mis piernas están atadas, no me puedo mover. Mis
brazos están atados. Estoy completamente atado y de repente, este sujeto… él
está frente a mí.

—Estás bien —dice él—. Está todo bien ahora. —Pero su voz es entrecortada
y perversa. Se estira para tocar mi mejilla y veo sangre en su mano, sus
nudillos están rojos y en carne viva, como si hubiese estado en una pelea,
como si hubiese estado golpeando a alguien con fuerza. No me toques, no me
toques, no me toques, estoy gritando, pero es como si estuviese bajo el agua, ni
siquiera puedo escucharme. Su mano ensangrentada toca mi rostro, siento un
dedo áspero en mi mejilla.

***

—Estás bien, está todo bien ahora. —La enfermera tenía su mano en mi
frente. Era la misma enfermera que había visto antes, la súper agradable—.
Vas a estar bien. Yo, no estoy tan segura. —Sonrió, señalando a su uniforme—.
Esto es cortesía tuya y de tu monitor de ritmo cardíaco apagándose. —Había
una mancha de color marrón claro en la parte delantera de su camiseta blanca
y a lo largo de una pierna—. Estaba toda lista para tener una buena taza de té
y un par de galletas. —Usó una jeringa para poner algo en mi intravenosa y lo
sentí frío en mis venas—. Ahí, eso va a ayudar a que te calmes y descanses, no
más pesadillas.

Dejó caer algo que resonó en el suelo, de vidrio o metal, y eso hizo eco en el
oscuro pasillo vacío fuera de mi habitación.

—Lamento eso, todavía estoy temblando. Este lugar es tan silencioso por la 23
noche. —Pasó un paño frío sobre mi frente y me miró a los ojos—. Cuando uno
de estos monitores se apaga en la estación, ¡casi me orino los pantalones! —Se
echó a reír y tomó una pequeña linterna de su bolsillo. Rápidamente la dirigió
a mi ojo derecho y luego al otro—. Está bien, el ritmo cardíaco se ve bien.
Ahora, jovencito, ya no me asustes más esta noche. No puedo soportarlo. —
Palmeó mi mano y dejó escapar un suspiro—. Buenas noches, guapo —dijo, y
se inclinó sobre la cama para arroparme—. Dulces sueños ahora. —Al salir de
la habitación, apagó sólo un juego de luces, dejando el otro encendido, por lo
cual estuve agradecido y cerró la puerta a medias.

Cuando dio un paso fuera de mi puerta, la escuché jadear.

—¡Oh, señor, todos ustedes están decididos a darme un ataque al corazón esta
noche! ¡No esperaba verte a esta hora! —Su voz se desvaneció mientras
conducía a la persona lejos de mi puerta. Pero yo sabía quién era: Olivia.
Probablemente escuchó el monitor cardíaco y se asustó. La enfermera le diría
que estaba bien, pero ahora tendría que enfrentarme mañana a sus preguntas.
Traté de mirar el reloj, pero los números y las líneas flotaban todas juntas
alrededor, volviéndolo un sin sentido. Lo que fuera que me dio era fuerte y
actuaba rápido.

No quería pensar en el sueño, o deslizarme de nuevo en él como hago a veces,


así que traté de pensar en otra cosa. Pensé en mi madre visitándome y tal vez
en ver a Allie. ¿Cuándo iba a verla de nuevo? ¿Cuánto tiempo había pasado
desde que la había visto? Pensé en la forma en que su cabello olía a su
champú, como a flores.

Cuando ella terminó conmigo el año pasado, fui a una farmacia un día y en
realidad fui al pasillo de champú para buscarlo. No podía recordar cómo se
llamaba, así que seguí abriendo los frascos y oliéndolos, como un bicho raro,
hasta que un empleado que trabajaba allí me dijo que no se permitía abrir los
frascos a menos que fuese a comprarlo. Me compré dos frascos de champú al
azar sólo para no parecer un pervertido raro que tenía un orgasmo al oler un
champú. Nunca le conté eso a Allie.

Mientras iba a la deriva, me pareció ver una figura de pie junto a mi cama, una
sombra. Por un momento, pensé que era él, el del sueño, y yo realmente
24
estaba atado, impotente. Entonces parpadeé y pude ver que se trataba de
Olivia. Debió haber esperado a que la enfermera volviera a su puesto y se coló
de nuevo, entrando por el divisor de habitación esta vez.

—¿Estás bien? —susurró. Se veía diferente; me tomó un segundo con mi


cerebro nublado averiguar por qué. Su cabello estaba suelto, largo y oscuro
alrededor de su rostro. Se veía bien. Me tocó la mano y sentí su calidez
mientras sus dedos viajaban por mi brazo para descansar en mi hombro y
luego más alto, en mi rostro. Parpadeé y ella sonrió, su rostro tan cerca del
mío—. Estaba preocupada, pero ahora estás bien, ¿no? Me quedaré contigo. —
Su mano en mi rostro se sentía increíble, tan diferente de la mano en mi
sueño. Suave, cálida, pequeña. Nadie más, salvo las enfermeras, me había
tocado en mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo había pasado? Quería que su mano
permaneciera sobre mí para siempre. Me acarició la mejilla y yo ni siquiera
podía decirle lo bien que se sentía, que quería que nunca parara.

***
Cuando abrí los ojos, Olivia seguía allí, sentada junto a la cama.

—Acabas de perderte a tu madre. —Ella levantó la vista de su libro y me miró


como si estuviese enojada conmigo. ¿Qué pasó con la dulce chica que me
susurraba anoche?—. ¿Qué te dieron? Estabas mal de la cabeza. —Me di
cuenta de que se había cambiado de pijama y otra vez tenía el cabello recogido
en una cola de caballo, así que no había estado conmigo toda la noche. Me
gustaba más su cabello suelto, pero todavía se veía bien. Me medio molestaba
que fuese hermosa, probablemente porque estaba conociéndola cuando
estaba así. Yo no tenía ninguna oportunidad.

—Mientras estabas interpretando el papel principal en la Bella Durmiente,


tuve esta idea —continuó Olivia y, por la sonrisa en su rostro, estuve un poco
preocupado—. Sabes, cuando estábamos tratando de hablar anoche, fue
realmente difícil um, ¿comunicarnos? Y luego supe que tuviste un mal sueño…
espera, ¿fue acerca de la habitación? Oh Dios mío, ¿viste un fantasma o algo
así? —Parpadeé que no y ella estuvo visiblemente decepcionada—. Bueno, lo
siento si hablar contigo antes de dormir te hizo tener un mal sueño o algo así 25
—dijo con desdén, como si en realidad no lo lamentara en absoluto.

—Mira. —Ella sacó una pequeña pizarra—. Esta es una pizarra acrílica,
¿sabes?

Parpadeé que sí.

—Y estaba pensando… —Miró por el rabillo del ojo a la puerta y puso las
manos en las correas por encima de mi muñeca derecha—. Vamos a ver… —
Desabrochó las correas, sin apartar su mirada de la puerta—. Creo que
tenemos una media hora antes de tu próximo chequeo.

Puso un grueso marcador negro en mi mano y cerró mis dedos alrededor de


él. Este instantáneamente cayó al suelo. Olivia dejó escapar un gruñido.

—Bueno, tienes que sujetarlo. —Me regañó. Lo puso en mi mano y otra vez
cerró los dedos alrededor de él, apretando firmemente—. ¿Puedes sostenerlo?
—La forma en que lo dijo fue más como una burla que una pregunta.
Envié un mensaje a mi mano para que se cerrara sobre el marcador, pero era
difícil sentir si lo tenía en mis dedos… se sentían como salchichas gigantes, con
capas de algo envuelto alrededor de ellos. Apreté tan fuerte como pude y
esperé lo mejor.

—¡SÍ! —aclamó Olivia y luego miró hacia la puerta—. Quiero decir, sí —


susurró en voz más baja—. Lo conseguiste. —Sostuvo la pizarra al lado de mi
mano donde yo podía verla si ladeaba la cabeza ligeramente—. Está bien...
hazlo.

De pronto, la habitación se quedó en silencio. Oía su respiración y el sonido


del respirador, los sonidos intermitentes de las máquinas unidas a mí. Traté
de excluir todo lo demás y sólo enfocarme en mover la mano del modo en que
quería hacerlo. Se movió de un tirón a la derecha, dejando una gruesa marca
negra a lo largo de la pizarra. Olivia movió mi mano de nuevo a su lugar y
acomodó la pizarra.

—Inténtalo de nuevo —dijo con severidad—. Sé que puedes hacerlo.


26
Moví mi mano un poco menos esta vez, haciendo una pequeña marca negra:
no exactamente una línea, sino más bien una mancha. Dejé caer mi mano un
poco más abajo e hice otra. Dos líneas, una al lado de la otra. Hice una tercera
línea. Olivia se iluminó con una gran sonrisa.

—¡Lo estás haciendo!

Giró la pizarra para mirarla y asintió. Le di un tirón al marcador.

—¿No has terminado? —preguntó y parpadeé que no. Ella puso la pizarra de
nuevo al lado de mi marcador y poco a poco terminé lo que quería hacer: una
línea que atravesaba dos de las líneas, haciendo una H ladeada y una marca
borrosa sobre la tercera línea. Listo.

Olivia dio la vuelta a la pizarra. Me di cuenta de que estaba tratando de


averiguar lo que escribí.

—“Hola” —leyó. Cerró los ojos por un segundo y cuando volvió a abrirlos, vi
esa mirada acuosa de nuevo—. Hola a ti también —dijo finalmente. Frotó la
mano por su rostro y respiró hondo—. Bueno, esto lo cambia todo, ¿eh,
forastero?

Pasos fuera de mi puerta la hicieron levantarse súbitamente.

—Oh mierda, ¡me voy a meter en tantos problemas con Norris! —Agarró el
marcador de mi mano y rápidamente ató mis correas tan torpemente, que las
enfermeras de seguro lo notarían—. Yo no estaba aquí, ¿entendido? —Se
metió la pizarra debajo del brazo y se escabulló rápidamente de la habitación,
cerrando la pared detrás de ella.

27
Capítulo 4
Traducido por Simoriah

Corregido por NayeliR

L
os pasos que oímos en el pasillo no pertenecían a la enfermera Norris.
Debería haberlo sabido; con sus suaves zapatos, nunca oyes venir a las
enfermeras.

En la entrada, vi un destello de azul brillante, una masa de cabello rubio


rizado.

Era Allie.

Lucía tan bien, sus mejillas rosadas por el viento. Vestía su abrigo de invierno,
la voluminosa chaqueta de ski que hacía juego con sus ojos. Ella decía que le 28
hacía gorda y sólo la usaba cuando hacía mucho frío. No me había dado cuenta
de cuánto echaba de menos todo acerca de ella, incluso las cosas por las que
siempre había bromeado: su cabello súper rizado, la salpicadura de pequeñas
pecas sobre la nariz, los inusuales zuecos que vestía en este momento. Se paró
en la entrada durante un momento, mirándome. Parecía tan seria, sólo quería
ver una sonrisa, así que pestañeé para hacerle saber que estaba despierto, que
estaba bien. Ella entró y se sentó en la silla junto a la cama.

—Hola —dijo quedamente, bajando la mirada.

Oh, mierda.

Sin contacto visual.

Esto era malo. La última vez que hizo esto de no tener contacto visual conmigo
fue cuando rompimos, cuando ese idiota de su clase de Literatura le pidió
salir. Ella se reunió conmigo en las gradas después de la escuela y me dio las
noticias. Mirando sus zapatos todo el tiempo, me dijo que ese tipo quería salir
con ella, que le escribía poemas. Dios, quise matar a ese tipo con tantas ganas.
¿Quién le hace algo así a la novia de otro? Un imbécil, eso era. Se merecía que
le patearan el trasero. Pero Allie me hizo jurar que no lastimaría al idiota. Ella
sólo quería un tiempo “para pensar”. Para descifrar qué quería. Era sobre ella,
su decisión; él no tenía nada que ver con eso. Eso era lo que había dicho, de
todos modos.

Volví a casa sin sentir nada y jugué a la Xbox durante casi tres horas con Mike,
sin hablar. Me envió un email esa noche, pero lo borré antes de siquiera leerlo.
Lo había superado. Había sido abandonado. Me rompió el corazón. Maldición.

Mirándola ahora, mi corazón se cerró con fuerza. ¿Cómo podía hacerme esto
de nuevo… ahora, mientras estoy así?

—Entonces, um, ¿cómo estás? —dijo incómodamente, todavía sin mirarme.


Una enfermera entró detrás de ella, tomándonos por sorpresa.

—Lo lamento, estoy aquí para una revisión rápida, luego los dejaré solos. —
Reajustó el tubo de mi intravenosa y miró mi historial médico, escribiendo
algo—. Puedes tomarle la mano si quieres, sabes —le dijo a Allie. 29
—Oh, está bien —dijo Allie, demasiado rápido. Mantuvo las manos dobladas
en el regazo.

Tan pronto como la enfermera se fue, Allie se aclaró la garganta. Yo ya sabía


qué venía después. Finalmente me miró, los ojos azules fijándose en los míos,
luego volvió a bajar la mirada.

—Me llamó tu madre; quería que viniera a verte de nuevo. Dijo que estabas
mejor, que los doctores dijeron que estabas mejor. —Me volvió a mirar—.
West… —Pude ver las lágrimas en su rostro, su nariz chorreando. Tomó un
pañuelo desechable de la caja junto a la cama y se frotó la nariz—. Lamento no
haber estado aquí por un tiempo. Sabes que el tiempo ha estado realmente
malo y tenemos los finales de invierno… —se detuvo. Sí, eso es verdad:
nosotros no teníamos finales de invierno. Ella los tenía. De repente tuve esta
horrible visión de ella estudiando con ese idiota poeta en su casa, sentados en
la cama como solíamos hacerlo.

Se miró las manos en el regazo y respiró profundamente.


—Pero no es por eso que no he venido —dijo quedamente—. La verdad es que
pienso en ti todo el tiempo, West. En todas las cosas que quiero decirte. Pero…
—Cerró los ojos—. Entonces llego aquí. Y este hospital, todo este lugar… no sé
si puedo hacerlo, si puedo regresar. —Se llevó las manos al rostro y lloró
quedamente. Quería extender la mano y tocarle el cabello, decirle que estaría
bien. Si tan sólo sostuviera mi mano por un segundo, podría enseñarle como
estoy pestañeando para decir que sí o que no, y podríamos hablar. Necesitaba
pedirle tiempo, unos pocos días para entender qué sucedía, lo malas que eran
las cosas realmente. Sólo había estado despierto unos pocos días, quizás una
semana y aquí estaba ella, lista para abandonarme una vez más.

Allie levantó la vista y, por un momento, pensé que quizás me había oído los
pensamientos.

—Tengo que irme, ¿de acuerdo? Lo lamento. —Cerré los ojos y esperé que me
tocara la mano, el rostro, el hombro. Sólo quería sentirla; no tenía que ser un
beso, simplemente algo. Pero cuando abrí los ojos, ya se había ido.

Por lo que había dicho, me había visitado antes, quizás cuando estaba
30
inconsciente. ¿Cuántas veces había estado aquí? Intenté consolarme: no dijo
con seguridad que no fuera a volver. No estaba terminado. No dijo que
habíamos roto, sólo dijo que no podía lidiar con el hospital, con cómo eran
ahora las cosas. Así que todavía había una oportunidad.

Yací ahí pensando en Allie y reproduciendo cómo me había abandonado antes;


y cómo la recuperé. Llevó un largo tiempo y mucho trabajo. Tuve que
mostrarle que era el tipo correcto para ella. La escuché y le di el espacio que
quería y todo funcionó. Pero, ¿cómo iba a hacerlo esta vez? Observé mientras
el sol bajaba fuera de la ventana. Una enfermera vino por el pasillo con un
carro y los sonidos de las ruedas me trajeron de vuelta al mundo de los vivos
justo a tiempo para que mamá entrara a la habitación. Tenía lágrimas en el
rostro que no podía secar, pero tomó un pañuelo desechable y las secó por mí
enseguida.

—Hola, cariño. —Se inclinó sobre mí, me besó la frente—. ¿Cómo estás? —
Pestañé no para decir “no estoy bien”.
—Oí que tuviste una mala noche. ¿Pesadillas de nuevo? —Pestañeé sí y esperé
que ella entendiera el código. Pareció entenderlo; las enfermeras debían
haberle explicado, o quizás me había estado comunicando así antes, pero
simplemente lo había olvidado.

—Les diré que está bien que te den un sedante para la noche para que no
vuelvas a tener sueños así. —Realmente no quería estar todo drogado, porque
hacía que el paso del tiempo y todo lo demás fuera tan confuso, pero tampoco
quería volver a tener esas pesadillas. Quizás era mejor tomar la medicación, al
menos hasta que pudiera ir a un lugar donde supiera mejor qué sucedía, qué
era real y qué no.

Mamá extendió la mano a través de las barras de la cama y sostuvo la mía.


Sonrió y, por un minuto, sólo miró por la ventana, al cielo del crepúsculo.
Luego me apretó la mano.

—Así que el viernes es un gran día, sabes. Finalmente hemos conseguido una
cita con el Dr. Louis. Es aquel del que te conté la semana pasada; es un experto
en tu tipo de herida y va a venir a examinarte. Papá también se va a tomar el
31
día libre, para que ambos podamos estar aquí. Sé que él va a tener buenas
noticias para nosotros.

Le devolví el apretón para hacerle saber que comprendía. Quizás me había


contado antes sobre este doctor; no lo recordaba, pero su plan sonaba bien.
Quería saber exactamente qué me sucedía y cómo arreglarlo. Entonces podría
trabajar en recuperar a Allie, volver a la escuela, todo.

—¿Quieres oír un poco de Harry Potter? —preguntó—. Oh, hablé con Allie, me
dijo que están leyendo Una Paz Separada en clase de inglés ahora mismo.
¿Debería conseguirte una copia y leerlo en vez del otro libro? No quiero que te
retrases demasiado.

Lo pensé. Prefería perderme en el mundo de fantasía de Harry Potter por


ahora, así que pestañeé no.

—Pensé que probablemente querrías Harry Potter… lo sé, lo sé, eres


demasiado mayor para esto ahora, pero recuerdo cuanto nos divertíamos
leyendo esos libros cuando eras más pequeño. —Pude oír su voz temblar. Yo
también lo recuerdo. Quería decírselo. Lo recuerdo.

—De cualquier manera, el otro libro es una tarea de escuela, así que quizás lo
compre —dijo mamá, recuperándose. Abrió el cajón y sacó a Harry Potter,
comenzando un capítulo después de donde Olivia y yo nos habíamos quedado.
Así que ahora tenía dos personas leyéndome el mismo libro, pero en secciones
diferentes. Mamá ya estaba a mitad de camino; ¿debía haber comenzado hace
días o semanas? Leyó el capítulo, pero para ser honesto, sólo escuchaba a
medias. Mi mente estaba en Allie, este nuevo doctor y en tratar de descifrar
exactamente cuánto tiempo había estado aquí. Cuando ella cerró el libro,
estaba oscuro afuero y lucía cansada—. Suficiente por esta noche; mañana
más, ¿de acuerdo, cariño? Y en dos días, veremos al Dr. Louis, y sabremos más.
—Me besó la frente y tomó su bolso y chaqueta—. Te veré por la mañana —
prometió—. Te amo, West —dijo con seriedad, mirándome a los ojos. Pude ver
su memoria, en ese momento, de nosotros sentados juntos en mi cama,
leyendo Harry Potter. Cuando yo era un niño, antes de que siquiera hubiera
comenzado a ir en bicicleta. Antes de todo esto—. Sabes cuánto te amo.
32
Sólo pestañeé para hacerle saber que su mensaje había sido recibido. Ella
sonrió y salió por la puerta.

Miré la entrada por el tiempo más largo, esperando que la enfermera u Olivia
entraran. Supongo que ya habían pasado hoy, y tuve muchos visitantes, pero
todavía ansiaba verla. Esperaba que viniera y trajera el tablero. Tenía una
importante pregunta para ella, y sabía que sólo ella tenía la paciencia para
esperarme mientras la escribía. Después de un rato, la enfermera Norris
apareció y el turno de la noche ya había comenzado.

—Lamento hacer esto en tu hora de descanso, pero el doctor dice que todavía
te quiere asegurado —explicó Norris. Aseguró la tira que pasaba sobre mi
frente y abrió los candados a cada lado de la cama, girándome para que mirara
hacia la pared—. No tendremos que hacer esto por mucho tiempo más, ¿de
acuerdo? —Me miró al rostro cuando me habló, lo cual aprecié, especialmente
después de lo que había sucedido con Allie—. ¿Qué sucede aquí, señor? —Mi
mano estaba suelta en la atadura, donde Olivia no la había atado
correctamente—. ¿Estás tratando de escapar de aquí? Tu madre
probablemente hizo eso para tomarte la mano. —Aseguró mi mano y luego
volvió al pie de la cama para revisar mi historia clínica—. Oh, están trayendo
las armas grandes, mira estas dosis. De acuerdo, si eso es lo que ordenó el
doctor. —Preparó una jeringa de algo y la inyectó en mi intravenosa. Una vez
más sentí el líquido frío precipitarse por las venas de mi brazo. Luego, después
de un segundo, la sensación tibia se apoderó de todo y me sentí genial. De
repente, no estaba preocupándome de Allie ni de nada. Fuera lo que fuera, se
sentía alrededor de ochocientas veces mejor que estar ebrio. Me quedé
dormido pensando en el barril en casa de Mike donde conocí a Allie, la
primera vez que había tenido los cojones para hablarle.

Estaba sentada en la mesa de la cocina y estaba algo arreglada. Tuve que


pensar en algo que decirle, algo para comenzar la conversación. Había estado
viéndola en el teatro después de clase durante semanas y había estado
intentando encontrar la manera de hablarle. No íbamos a las mismas clases.
No tenía ni idea de quiénes eran sus amigos. Era imposible.
33
Sólo fui y me quedé algo cerca de donde estaba ella, esperando que algo
sucediera, como osmosis, y de alguna manera termináramos hablando. Una de
sus amigas estaba en la mesa con ella. Sus cabezas estaban cerca y hablaban
de algo. Seguí sus miradas hacia la sala de estar, donde Mike estaba de pie
sobre la mesa de café. Lucía como si fingiera estar sobre una tabla de surf,
excepto que tenía una cerveza en cada mano. Allie y su amiga no parecían
divertirse.

—Si quieres una lección de surf, creo que Mike las está dando gratis en la sala
de estar —dije, intentando ser divertido.

—Vivimos a cinco horas del océano más cercano. Creo que pasaré —ladró su
amiga y Allie se río. Pero enseguida tuvo lástima de mí.

—Eres su amigo, ¿verdad? —me preguntó—. ¿De Mike?

—Sí, pasamos el rato juntos.


—¿Pero también estás en teatro? —Lucía un poco confundida, como si alguien
que fuera amigo de Mike no pudiera también estar en el club de teatro.

Su amiga se bajó de la mesa.

—Hay demasiado ruido aquí. Voy a salir, ¿vienes?

Allie sacudió la cabeza y su amiga se encogió de hombros y se fue.

Miré a Allie y simplemente me quedé ahí. No podía pensar en nada que decir.
¿Debería hacerle un cumplido? ¿Decirle que estaba guapa esa noche? No, eso
sonaría mal. Como si normalmente no estuviera guapa. La música de repente
parecía más fuerte, más molesta.

—Entonces… —dije finalmente. Entonces me quedé allí, como un idiota,


esperando que algo genial saliera de mi boca.

—Entonces, ¿teatro? —preguntó ella cuando estuvo claro que había perdido el
hilo.

—Oh, eso. —Sacudí la cabeza—. Construí la rampa para bicicletas, la que está
34
en el parque junto a la escuela. Así que la Sra. Herbert me pidió que ayudara
con los escenarios, sólo construyendo y esas cosas, sabes. —Intenté gruñir
como un cavernícola y agregué:

—Herramientas poderosas.

Allie sonrió.

—No te subestimes. Vi los dibujos que hiciste para los escenarios, son
increíbles. Eres realmente talentoso. ¿Tuviste muchas clases de arte? —Ella
encontró mi mirada en una forma seria que me hizo desear no haber bebido
ya tres cervezas.

—Uh, no, no lo sé… —Miré al otro lado de la habitación a Mike, quien ahora
estaba de pie, en una sola pierna, usando las cervezas para ayudarse a
mantener el equilibrio, haciendo el movimiento de la película de Karate Kid.
Tenía un grupo de admiradores alrededor, la usual banda de idiotas,
alentándolo.
—¿Cómo es que ustedes son amigos? —preguntó Allie y me alegré de que
cambiara de tema.

—Es una larga historia. —No quería meterme en eso—. Haces muchas
preguntas, ¿lo sabes?

Ahora fue el turno de Allie de ruborizarse.

—¿Sí? —Entonces se río.

Imité su tono de voz alto, preguntando.

—¿Sí?

Siguió riéndose de mi imitación, lo cual tomé como una buena señal de que no
era una perra y no se tomaba a sí misma muy seriamente.

—De acuerdo, supongo que sí. Lo lamento. Ahora es tu turno… pregúntame


cualquier cosa.

Me puse junto a ella, tan cerca que podía tocar su pierna desnuda si movía mi 35
mano un par de centímetros. Encontré su mirada y me incliné hacia adelante
para no tener que gritar.

—¿Tienes novio? —Sólo tuve el coraje de preguntar eso porque ya sabía la


respuesta. Había hecho la tarea.

—No. —No se inmutó.

—¿Puedo traerte una cerveza?

—Esas son dos preguntas —dijo ella, sonriendo—. Pero de acuerdo. —La
cerveza hizo que sus mejillas se pusieran rosas, lo cual fue la cosa más bonita
que había visto jamás. Después de eso, nunca dejamos de hablar. Dios, era tan
hermosa, ni siquiera podía creer que me estuviera hablando. Esa fue la noche
en que todo cambió. De repente, tenía una novia. Allie. La quise, fui tras ella y
la conseguí. Casi no podía creer mi buena suerte. Debería haber sabido que no
podía durar.
Capítulo 5
Traducido SOS por Otravaga

Corregido por Curitiba

E
ntro a la escuela con Allie. Es invierno, hace frío y ella tiene puesto su
abrigo acolchado. Estoy tratando de apretarla como a un malvavisco y
levantarla.

—¡Basta! —chilla ella, alejando mis manos de golpe. Vamos a mi casillero


primero y veo a Mike. Lleva una gorra de patinador puesta sobre su
alborotado cabello rojo, el tipo de gorra que se supone que no debemos usar
en la escuela.

—Amigo, pensé que estabas en el hospital —dice, chocando los cinco conmigo.

—¿No te enteraste? Los doctores estaban equivocados, él está totalmente bien 36


—dice Allie rápidamente.

—Eso es excelente —dice Mike—. Pero, ¿estás listo para los exámenes
parciales?

Entonces me doy cuenta: me había olvidado por completo de estudiar. Abro


mi mochila, pero está llena de cosas de hospital: jeringas, tubos, vendas, las
correas que me mantienen en la cama.

—Oh hombre, creo que me traje la mochila equivocada.

Mike está riéndose.

—Uh, odio decir esto, pero vas a fallar a lo grande.

—Tal vez sólo tienes que ir a casa y fingir que estás enfermo, no tienes que
tomar las pruebas hoy —dice Allie.

—Sí, en realidad no estás vestido para la escuela —señala Mike—. Sólo ve al


consultorio. Te diré lo que hay en la prueba más tarde.
—¡Mike! —dice Allie—. Eso es hacer trampa.

El timbre suena y ellos se van caminando juntos y me dejan solo en el pasillo.


Miro hacia abajo y veo que tiene razón, no estoy vestido para la escuela. Estoy
usando mi bata de hospital. Todavía tengo una intravenosa pegada a mi mano,
hay sangre corriendo por mi brazo, encharcándose en el piso.

***

Me desperté con una enfermera pinchando una nueva intravenosa sobre mi


mano. Ella no me habló ni me miró, así que supuse que no se dio cuenta de que
estaba despierto. Ajustó la bolsa de suero y se fue antes de que estuviese
realmente despierto. Las drogas que me estaban dando por la noche eran una
locura. También había sido girado otra vez, a mi espalda, pero no recuerdo
quién lo hizo, ni cuándo. No me importaba… mientras más rápido pasara el
tiempo, más rápido podría llegar al viernes y ver a este doctor y escuchar lo
que realmente estaba pasando conmigo.

A media mañana, me sentía un poco más normal. El sueño todavía me 37


rondaba, pero al menos no era uno espeluznante y por lo menos en realidad
hoy no tenía exámenes parciales. Estaba preguntándome por Mike y si alguna
vez había venido a visitarme, cuando Olivia entró en la habitación con su
soporte intravenoso.

—Hola, Príncipe Encantador —dijo ella—. Una buena noche la de ayer, ¿eh?
No escuché nada proveniente de aquí, así que supongo que dormiste como un
bebé.

Miré sus manos y me decepcionó el ver que no tenía la pizarra con ella. ¿Cómo
iba a hablarle sin eso?

—No luzcas tan triste, sé lo que estás esperando. —Abrió el cajón junto a la
cama y sacó la pizarra—. ¿Quieres charlar? —bromeó.

Llegó hasta donde su propia intravenosa entraba en su brazo. Estaba unida a


una pieza de plástico que iba bajo su piel y estaba allí permanentemente.
Había oído a las enfermeras llamarlo un derivador. Ella tapó la línea y lo sacó
de la aguja, dejando el derivador en su lugar, pero cortando el flujo. Y justo así,
ya no estaba unida a su soporte.

—La nutrición líquida tiene muchas calorías. Una dama tiene que cuidar su
figura, ya sabes. —Ella sonrió y me di cuenta de que se había puesto un poco
de brillo de labios o algo así. ¿Eso era por mí?

—Aquí vamos. —Ella desabrochó la correa en mi muñeca derecha y puso el


marcador en mi mano. Apreté con fuerza y puse mi mente a trabajar. Yo tenía
una sola pregunta para ella. Sostuvo la pizarra cerca de mí y empecé a escribir.
Después de unas pocas líneas, ella alejó la pizarra—. H, y una… ¿cuál es esta
letra? ¿Escribiste Hola de nuevo?

Parpadeé no y ella miró la pizarra con más detenimiento.

—¿Es este el nombre de alguien?

Parpadeé no e hice un gesto con la mano de que quería escribir más.

—Oh, ¿esto es cómo? 38


Parpadeé sí.

—Está bien. —Limpió la pizarra y la puso de nuevo cerca de mi mano. Esta


palabra era más larga, pero no me tomó tanto tiempo escribirla porque le
estaba agarrando el ritmo a esto.

—¿Amor? —preguntó Olivia y levantó una ceja, luciendo escéptica. Sin


mirarme, lo entendió—. Cuánto tiempo —dijo ella—. Una pregunta, ¿cuánto
tiempo…?

Parpadeé sí.

—¿Cuánto tiempo hemos estado aquí? Dios mío, no lo sé. —Ella miró hacia el
techo como si estuviese pensando mucho—. Un año más o menos, supongo.

No, no, no.

Dejé caer el lápiz al suelo y sentí el vómito subir por mi garganta.

Eso no era posible. Mi monitor cardíaco comenzó a pitar rápidamente.


—Está bien, oh Dios mío, cálmate, ¡no tengas un ataque al corazón! Estaba
bromeando. —Olivia se rió, mostrando sus pequeños dientes blanco oscuro—.
He estado aquí por siempre. ¿Tú? Hace como un mes, tal vez. O como tres
semanas. No mucho. ¡Dios, creí que apreciarías una pequeña broma! Supongo
que en realidad no lo sabías, ¿eh?

Podía decir que ella se sentía mal, pero también estaba empezando a darme
cuenta de que Olivia tenía una verdadera veta oscura. Podía ser muy dulce,
pero había un lado rudo en ella que me recordaba a las chicas en la escuela
que realmente no podía soportar, las animadoras y sus amigas. “Las Chicas
Malvadas” las llamaba Allie.

—Vi que tu novia estaba aquí ayer. Bonita chica. —Así que de eso se trataba.
Es por eso que no vino a verme ayer después de que Allie se fuera.

¿Olivia estaba celosa?

—¿Ustedes salieron por mucho tiempo?

Parpadeé sí, dándome cuenta de que estaba poniendo nuestra relación en el


39
pasado, probablemente porque había escuchado toda la conversación desde
su habitación. Me molestó pensar que ella estaba sentada allí escuchando a
Allie hablar conmigo. No era asunto suyo.

—Bueno, debes saber que cuando ella se registró ayer, la enfermera le


preguntó si era tu novia, ¿y sabes lo que dijo? Que eran amigos. Ella dijo:
Bueno, somos amigos, vamos a la misma escuela. Lo siento, pero me parece algo
así como una perra. Estás mejor sin ella.

Cuando Olivia trató de poner el marcador en mi mano, no lo tomé, en cambio


lo dejé caer al suelo.

—¿Qué pasa? No me digas que estás molesto —me sermoneó Olivia. Lo


intentó de nuevo con el marcador, empujando mis dedos cerrados alrededor
de este, pero no cooperé—. Mira, yo no soy la que rompió contigo. Sólo estoy
tratando de ayudarte.
Cuando ella quitó su mano de la mía, de nuevo dejé caer el marcador al suelo.
No estaba dispuesto a cooperar.

—Está bien. —Se puso de pie indignada y metió la pizarra en el cajón,


cerrándolo de golpe—. Llámame cuando te llegue el periodo, ¿de acuerdo? —
Ella salió hecha una furia, deslizando la puerta cerrada entre nuestras
habitaciones con un dramático golpe.

Un segundo más tarde, la escuché deslizarla abierta de nuevo y sus pasos


alrededor de mi cama.

—Se me olvidó esta estúpida cosa. —Agarró su soporte y trató de hacer otra
salida dramática, pero las ruedas se atascaron en el lado de mi cama—.
¡Maldita sea! —Se detuvo—. Esto es tonto. No estemos molestos, ¿de acuerdo?
Tú eres la única persona con la que puedo hablar aquí. No quiero que me
odies. —Jugueteó con el tubo de su intravenosa y volvió a colocar el derivador.
Ella estaba siendo demasiado dura en su ira. Vi su rostro estremecerse de
dolor cuando ella empujó los tubos juntos—. ¡Ay! Esto apesta. Todo este lugar
apesta. Lamento andar bromeando así y lamento lo de tu novia. Supongo que
40
medio he olvidado cómo ser amiga de alguien, he estado aquí tanto tiempo.

No me moví, no parpadeé.

—¿Está bien? ¿Nos vemos mañana? —Se paró desafiantemente frente a mí,
esperando una respuesta. Estaba mirándome directamente a los ojos, no a sus
pies, ni a la ventana. A mí. Realmente mirándome. Eso era mejor que la
mayoría de las otras personas que venían a verme en este estado. A diferencia
de Allie, Olivia sólo me conocía así, y no esperaba que fuera otra cosa. Y si ella
estaba dispuesta a que fuésemos amigos, realmente yo no estaba en
condiciones de ser exigente.

A regañadientes parpadeé sí. Olivia me dio una débil sonrisa y luego se fue a
su habitación y cerró la puerta suavemente detrás de ella.
Capítulo 6
Traducido por Whiteshadow

Corregido SOS por Xhessii

E
sta vez está nevando a nuestro alrededor. Estoy viendo que luchan
sobre el terreno. Ella lo está empujando. DETENGAN ESTO POR FAVOR.
Quiero ayudarla, pero no puedo. Me vuelvo para correr, pero no puedo
moverme, mis piernas están atadas. Lo veo cerrar el puño de nuevo para
golpearla. Sé que debería detenerlo, pero no lo hago. No puedo. No me puedo
mover. Lo veo y me siento tan mal. Él golpea el puño contra su cara, una y otra
vez. Voy a vomitar, lo siento venir a mi garganta.

—¡No me rasguñes! —dice, golpeándola de nuevo. Ella no está gritando ahora.


Está tranquila. Él se detiene, la mira, comienza a patear su cuerpo. Ella no se
41
mueve. Escupe y luego se vuelve a verme parado allí. Estoy a su lado. Veo su
cara. Me mira como si no le importa que lo esté mirando, viendo lo que ha
hecho.

—No te preocupes por ella —dice—. Es una pérdida de tiempo.

Justo está ahora en mi cara, puedo ver un tatuaje en su mano mientras la


levanta. Siento sus dedos ensangrentados tocando mi mejilla.

Oh Dios, no.

***

Cuando desperté, el sol brillante del invierno daba dentro de la habitación.


Seguía estando en el sueño, pero imaginé que no tenía palpitaciones cardíacas
que enviarían una enfermera a mi habitación gracias a las fuertes drogas que
me suministraban antes de dormir.
Mientras estaba tendido allí, algo vino a mí. ¿Por qué estaba teniendo este
sueño, el mismo sueño, una y otra vez? Nunca había tenido sueños como este
antes de estar en el hospital; nunca tuve el mismo sueño dos veces. Ahora no
podía dejar de tener este sueño, acerca de este tipo. Simplemente no tenía
sentido. Debía tener algo que ver con estar aquí, en el hospital o esta
habitación, pero no sabía de qué se trataba.

Volví a dormirme y cuando desperté, el día estaba medio ido. Recordé el


sueño, un poco, y recordé que tenía una teoría al respecto, pero, ¿qué era?
Estaba tratando de solucionar el problema, porque cuando me había
despertado antes, todo, de alguna manera, había tenido sentido, pero ahora
que estaba muy despierto, no podía unir todo de nuevo como lo había hecho
antes.

—¡Hoy es jueves! —Oí desde la pared de acordeón. Podía oírla abriéndose—.


Mañana es viernes, ya sabes —dijo Olivia, danzando en mi habitación como si
ayer nunca hubiera sucedido—. ¿Te acuerdas? Tu madre traerá a un tipo, un
médico experto para que te examine. Tengo curiosidad por saber lo que va a 42
decir.

Sentí que me ablandaba a ella. Además, no era como si pudiera echarla.

—¿Estás emocionado? Tu madre ha estado organizando esto desde que


llegaste. La oí una noche diciéndote que tus padres pagaron para que este tipo
volara a la ciudad, así que es un asunto serio.

Olivia soltó el tubo de su intravenosa de su soporte y empujó el palo al lado de


la habitación. Se acurrucó en la otra cama.

—Tienes suerte de tener padres que se preocupan mucho de ti, ya lo sabes,


¿verdad? Mi madre viene aquí una vez a la semana, si tengo suerte. Y si ella
está con uno de sus nuevos novios, puede ser más como dos semanas. La
última vez que se presentó, ni siquiera la miré. —Se detuvo por un segundo—.
Tu madre está aquí todos los días y si se entera de que has tenido una mala
noche, también está aquí antes de ir a trabajar. Así que supongo que has
tenido algunos malos sueños anoche, ¿eh?
Parpadeé sí. Luego no.

—¿Has tenido uno o no? —me preguntó, sentándose en la cama.

Parpadeé sí.

—¿En serio? Así que quería preguntarte, pero creo que ya sé la respuesta.
¿Son sueños de tu accidente, el accidente de bicicleta?

Parpadeé no, después sí. Había un sueño como ese, creo, pero en su mayoría
eran de la calle, el hombre con los nudillos ensangrentados, la chica a la que él
estaba haciendo daño. Recordaba haberlo tenido por lo menos dos veces, pero
parecía tan familiar para mí, creo que lo tuve un par de veces más que eso.
Cuando estoy caminando por esa calle, sé que he estado antes allí, que he visto
lo que sucede antes.

—¿Así que estás teniendo sueños, pesadillas, sobre otra cosa?

Parpadeé sí.

Olivia saltó de la cama y abrió el cajón, tomando la pizarra.


43
—Supongo que estamos de nuevo hablando. —Ella sonrió.

Cuando parpadeé sí, rápidamente desató la correa de mi brazo derecho y


deslizó la pluma en mi mano.

—No tenemos mucho tiempo antes del próximo chequeo.

Sostuvo el tablero lo suficientemente cerca de mí para que pudiera escribir,


pero me detuve. ¿Cómo puedo resumir todo esto en el menor número posible
de palabras? Comencé con una M y avance a partir de allí. Me tomó cerca de
un minuto. Cuando Olivia miró el tablero, lo estudió cuidadosamente. Nunca
había tenido letra clara, pero tratar de escribir cuando se está acostado,
aprisionado adentro y con una sola mano ligeramente paralizada no es el
camino a la buena caligrafía.

—¿Malo? —dijo finalmente—. ¿Como si estuvieras teniendo malos sueños? —


Ella se quedó perpleja.
Parpadeé no.

—¿Más?

Limpió el tablero y lo puso de nuevo en mi mano. Esta vez escribí una sola
palabra.

—Hombre. ¿Estás teniendo sueños acerca de un hombre malo?

Parpadeé sí y señalé la pizarra. Esta vez escribí habitación.

—Estás teniendo pesadillas sobre un hombre malo… ¿en esta habitación? —


Olivia parecía aterrorizada—. Quieres decir, ¿cómo un fantasma aquí? Oh,
Dios mío, ¡lo sabía! ¡Sabía que esta habitación estaba embrujada!

Parpadeé no rápidamente.

—¿Qué quieres decir? ¿Que no lo entiendo bien?

Ella puso la pizarra de nuevo en mi mano, pero yo estaba algo desorientado.


Los sueños no estaban sucediendo en la habitación, pero sabía que la 44
habitación o el hospital estaban de alguna manera conectados con los sueños.
Hospital era una palabra demasiado larga, tardaría una eternidad en
escribirla. En cambio escribí no en, me tomó un minuto y me sentía totalmente
agotado cuando acabé, dejé caer la pluma.

Olivia la recogió sin decir una palabra y miró el tablero.

—No en… ¿No en este lugar? ¿No en esta habitación?

Parpadeé sí.

—Entonces, ¿por qué escribiste habitación? No lo entiendo. Malo, hombre,


habitación, no en. Solo estoy tratando de averiguar lo que estás diciendo.

Sonaba un poco exasperada conmigo. Miró el reloj y rápidamente deslizó la


pizarra en el cajón.

—Oh, mierda. Esta historia continuará —dijo, agarrando su palo de la


intravenosa. Mientras rodeaba mi cama, rápidamente me besó en la mejilla—.
Me alegro de que seamos amigos de nuevo —susurró, deslizando la puerta
cerrada.

Unos treinta segundos después de que se fuera, la enfermera Norris llegó.


Olivia conocía los horarios de la enfermería hasta el último minuto.

—Buenas noches, señor —dijo la enfermera Norris y sonrió—. Ahora, ya que


tu mamá estuvo aquí esta mañana, no vendrá de nuevo esta noche, pero
quería que te recordara que un médico viene mañana. Tus dos padres van a
estar aquí. —Ella me miró a la cara y luego dirigió su linterna a mis ojos.

—¿Me has oído? —preguntó y yo parpadee sí—. Sé que lo hiciste —dijo en voz
baja.

—Está bien, entonces vamos a darte una vueltecita para que mañana te veas
bien para el médico. No queremos que luzcas todo lleno de líquido, ¿verdad?

Ella tiró de la correa sobre mi frente, algo que estaba empezando a odiar y, a
continuación, giró la cama, así que estaba frente a la ventana.
45
El sol se estaba poniendo y el cielo era de un color rosa salmón, las nubes
hinchadas como algodón de azúcar. Se veía tan genial que me sorprendí a mí
mismo deseando poder enviarle un mensaje de texto a Allie y decirle que
mirase afuera. Mi pecho se encogió ante la idea de ella y la idea de usar un
teléfono de nuevo para enviarle un texto a alguien. ¿Dónde estaba mi teléfono,
de todos modos? ¿A quién llamaría si pudiera sostenerlo? ¿Quiénes eran mis
amigos? Estaba rezando para que, mañana, este médico tuviera una buena
noticia para mí.

—¿Quieres ver esa puesta de sol? —La enfermera Norris suspiró


profundamente—. Siempre estoy pensando en Dios cuando veo algo así. Es
demasiado hermoso para ser un accidente. —Colocó la cama en su lugar y se
dio cuenta una vez más que la correa de mi brazo estaba suelta. Olivia se había
olvidado por completo de volverla a colocar bien esta vez.

—Tu madre… tengo que hablar con ella sobre esto —murmuró mientras
reacomodó la correa y fijó el brazo—. Bueno, voy a estar de vuelta en tu
noche, la noche de cóctel, guapo.
Salió de la habitación y me quedé mirando la puesta de sol durante mucho
tiempo. Ella tenía razón, era demasiado hermoso para ser un accidente.
Especialmente esta noche. Tal vez esto significaba que no tendría la pesadilla.
Tal vez eso significaba que el médico mañana iba a decirme algo alentador.
Todavía podía sentir el lugar en la mejilla donde Olivia me había besado. Se
sentía bien. Miré fijamente al cielo rosado y recité el Padre Nuestro en mi
cabeza.

Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad.

Quizás.

46
Capítulo 7
Traducido por Dai

Corregido SOS por Xhessii

C uando abrí los ojos, me sorprendí al ver el sol entrando en la habitación.


Era un nuevo día. Era viernes. No había tenido el sueño, no había tenido
ningún sueño en absoluto. El reloj en la pared marcaba las 10:25. No me
había pasado el día durmiendo en una niebla. Esto era todo lo bueno, las cosas
estaban mejorando. Esperé para ver quién iba a venir, ¿a qué hora era mi cita?
¿Cuándo me dijo mamá? No podía recordarlo, o tal vez no me lo había dicho.

Entró la enfermera de día, la que no era Norris, ni la amable. No es que fuera


mala, pero ni siquiera me hablaba, ni a nadie. Sólo hacía su trabajo y se iba.
Hice contacto visual con ella un par de veces, pero siempre apartaba la vista.
47
Revisó mi historial, ajustó algunos tubos, presionó algunos botones en el
ventilador y se marchó. ¿Por qué alguien que odia tanto a la gente sería
enfermera?

Cuando el reloj marcaba las 11:30, mis párpados estaban cada vez muy
pesados sólo al escuchar el sonido rítmico del respirador bombeando aire.
Ninguna visita de Olivia, mamá, papá ni el médico. Era viernes, ¿no? ¿Y si ya
era sábado y yo no lo sabía? Me quedé dormido preocupado y me desperté
con un sobresalto, al sentir como si estuviera cayendo hacia atrás por una
escalera. Abrí los ojos, de repente aterrorizado… algo estaba mal. No estaba en
mi cama. Estaba sobre mi espalda, mirando algo blanco y plástico encima de
mi cabeza. Mi corazón empezó a acelerarse. ¿Estaba muerto? Pude ver que
había luz a mis pies, como si estuviera dentro de un tubo grande. Deben ser
los rayos X o algo así. Se escuchaba la voz de mi madre que me hablaba a
través de un altavoz sobre mi cabeza.
—West, estás bien, sólo estamos haciendo la resonancia magnética para el
médico. Saldrás de allí pronto, ¿de acuerdo? Ya casi terminan.

Luego, la voz baja de papá.

—¡Jesús, Cath, ni siquiera puede escucharte, déjalo como está!

—No lo sabes, ¿te gustaría despertar allí, sin saber dónde diablos estás?

Divorciados cinco años y todavía igual.

—West, ya casi terminan, luego estarás de regreso en tu habitación. Sólo


aguanta —continuó mamá.

—Va a ser un poco fuerte otra vez, así que voy a apagar esto —oí decir a
alguien. Algo hizo clic y el altavoz por el que ella estaba hablando se cortó.
Luego vino un martilleo a mi alrededor, un constante golpeteo alrededor del
tubo en el que estaba. No me estaba haciendo daño y yo no lo sentía, pero
sonaba como si alguien estuviera golpeando sobre mi cabeza con un martillo.
Bang, bang, bang, bang. Nadie podría dormir con eso. 48
Los golpes se detuvieron por un minuto y, luego, comenzaron de nuevo en un
lugar diferente, más a mi derecha. A continuación se detuvieron de nuevo y
comenzaron a la izquierda.

—¿Cómo estás ahí? —Escuché decir a una voz masculina y a continuación,


algunos murmullos. El altavoz se apagó de nuevo. De repente la cama en la
que estaba se sacudió un poco y comenzó a retroceder y a sacarme del tubo.
Cuando levanté la vista, había dos tipos de pie sobre mí, ambos con uniformes.
Tal vez eran enfermeros.

—A mi cuenta —dice uno de ellos:

—Uno, dos y arriba. —Ellos me levantaron con una sábana y me pusieron de


nuevo en mi propia cama, pero dejaron las correas de los brazos y de las
muñecas desabrochadas.

Movieron los tubos respiradores y la intravenosa de la máquina de resonancia


magnética de nuevo hacia las perchas de mi cama.
—Está en el primer piso, sala 201 —dijo uno de los chicos y el otro me llevó
por el al pasillo. Mamá, papá y otro hombre con traje estaban allí, tal vez el
médico del que mamá me habló. Parecía mayor, con el pelo gris.

—Tan pronto como recibamos esos otros resultados —decía—, sabremos


más, pero por lo que he visto, sospecho que tiene un caso similar al que le he
descrito a usted por teléfono. —Todos caminaban detrás de mí mientras los
dos enfermeros me conducían de nuevo por el pasillo. No podía recordar
nunca haber estado fuera de mi cuarto antes. La sala de las enfermeras a mi
derecha, a continuación, habitaciones de pacientes, algunas con las puertas
abiertas, otras cerradas.

Nos detuvimos en la primera puerta pasado el puesto de enfermeras y


atravesamos la gran puerta. Mi cama estaba contra la pared, la cabeza contra
ella como siempre lo estaba y la enfermera puso el pie en algo por las ruedas,
haciendo que quedaran en su lugar.

—Hogar, dulce hogar, amigo —dijo, acercando la camilla contra los pies de la
cama mientras mis padres entraban detrás de él. El tipo de cierta forma me
49
recordaba a Mike… cabello rojo brillante, piel súper blanca. Excepto que tenía
el pelo corto, no desgreñado como Mike—. La enfermera vendrá para
asegurarse de que está acomodado —dijo mientras se iba. Supongo que no era
un enfermero, sino un celador.

Detrás de mis padres, el hombre mayor con traje entró, el famoso doctor.

—¿Qué tan pronto podría realizar la cirugía? —le preguntó papá.

—Tendría que consultar mi agenda y, por supuesto, voy a tener que ver los
resultados de la prueba para estar seguro, pero creo que…

Mamá lo cortó.

—Si decidimos ir por ese camino.

—Sí, por supuesto, pueden considerar otras opciones, pero deberían tomar
una decisión rápidamente. Cuanto más tiempo permanece en esta condición,
más daño se le hace.
—¿Qué significa eso? —preguntó papá—. Nos dijeron que se estabilizó incluso
antes de que lo trajéramos aquí.

—Sí, estabilizado, en esta condición. Sin embargo, su sistema inmune seguirá


atacando los objetos extraños que presionan su columna vertebral y eso
puede causar más daño.

—Tenemos también que hablar de esto con West. —Mamá me miró y se


acercó al borde de la cama, tomando mi mano.

—Tiene diecisiete años, tomaremos esta decisión por él —dijo Papá—. Si es


por mí, él se operará.

—Bueno, no depende de ti, es nuestra decisión —dijo mamá con fuerza—.


Como una familia. —Me apretó la mano.

El médico respiró hondo y pareció incómodo.

—¿Quizá deberíamos continuar con esta conversación fuera?

Mis padres siempre habían hecho un esfuerzo para no pelear en frente de mí.
50
Incluso cuando las cosas con el divorcio se pusieron muy mal, lo harían en
otra habitación o mamá diría: Hablaremos de esto más tarde… Y se irían. Me di
cuenta de que ahora estaban haciendo lo mismo… una pelea estaba surgiendo,
pero la tendrían en el pasillo. Me hubiera gustado que sólo siguieran hablando
aquí porque quería saber si este médico podía curarme y cuanto de rápido.
Por lo que estaba diciendo, yo no podía decirlo.

Unos minutos más tarde, mamá volvió y se inclinó sobre mí.

—Bueno, tengo muy buenas noticias para ti. El médico dice que puedes
sentarte ahora y estar en una silla de ruedas, por lo que podemos salir fuera,
dar paseos y todo, ¿no sería bonito? —Mamá apartó el pelo de mi frente.
Parpadeé sí, sería bueno sentir el sol en mi cara, salir. Pero estar en una silla
de ruedas no sonaba como una buena noticia. ¿Ese fue su consejo? Me puso
nervioso. Una vez que me pusieran en una, ¿quería decir eso que nunca saldría
de ella de nuevo? Ella no estaba diciendo eso y yo no podía preguntar—. Y vas
a estar en un tipo diferente de cama, ya no necesitas ser llevado por ahí. Sólo
una cama normal.

Papá entró en la habitación detrás de ella.

—Está bien, grandote, tengo que coger un vuelo. —Tomó mi otra mano. Era
agradable tener a mis dos padres aquí a la vez, cada uno sosteniéndome una
mano. Era como si yo fuera un niño otra vez. No esperaba ver a mis padres
juntos en el mismo lugar y al mismo tiempo hasta mi graduación.

Papá soltó mi mano y miró a mamá.

—Siento lo de antes, pero es que realmente no puedo soportar verlo así un


momento más, es, literalmente me mata. Los riesgos valen la pena, ya lo
sabes.

—No voy a discutir esto frente a él. Te llamaré esta noche —dijo ella con
firmeza.

Papá asintió con la cabeza, con cara de tristeza. 51


—Está bien. Eso nos dará un poco de tiempo para pensar las cosas. Entonces,
hablaré contigo. —Se acercó y le tocó el dorso de la mano, dándole un
escalofrío. Ella parecía tan sorprendida como yo. ¿Papá siendo amable con
mamá? Las cosas eran serias.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, mamá acercó la silla y se sentó a mi


lado.

—Estoy segura de que has oído lo suficiente como para entender lo que está
pasando. Hay una cirugía que el doctor Louis cree que podría realmente
ayudarte. Es arriesgado. Y para ser honesta contigo, todavía no supero lo de tu
accidente. Estoy tan feliz de que estés vivo, no estoy segura de querer correr
otro riesgo de perderte. —Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas,
pero no soltó mi mano para secarlas—. Todos los médicos y enfermeras están
de acuerdo en que eres joven y saludable y que tienes mucho a tu favor, a lo
mejor los riesgos no son tan grandes, teniendo en cuenta... bueno, teniendo en
cuenta la alternativa… —sollozó mamá—. No hay razón para adelantarnos,
esta noche nos llamará con los resultados de la resonancia magnética y
sabremos más.

Hubo un rápido toque a la puerta y la enfermera Norris entró.

—¿Cómo le va? ¿Está bien después de esa gran aventura de esta tarde? —Su
sonrisa cambió toda la habitación y me sentí como si todo fuera a estar bien.

—Él está bien, no estoy segura sobre mí —dijo mamá.

Norris le entregó una caja de pañuelos.

—Cariño, va a estar bien, de verdad. —Cogió mi historia y luego miró a mamá


otra vez—. Vete a casa y descansa un poco. Tengo las cosas bajo control. Sabes
que es mi paciente favorito.

Mamá dejó caer mi mano y me besó en la frente.

—Fuiste un chico valiente hoy. Estoy orgullosa de ti.

Yo no sabía que era lo valiente de permanecer en un tubo durante unos 52


minutos, pero si mamá quería decir algo agradable, estaba dispuesto a
escucharlo.

Ella se quedó en la puerta por un segundo hasta que la enfermera Norris dijo:

—Vete ahora, evita el tráfico. Nos vemos mañana.

Ella tarareó mientras se inclinó sobre mí y comprobó el tubo de mi


respirador.

—Bueno, por una vez, la tecnología de la radiografía no arruinó tanto las


cosas. —Ella se enderezó el tubo intravenoso de un brazo y luego puso mis
dos brazos bajo los tubos—. Esta es la última noche que te giraremos, el
doctor dice que estás listo para el trabajo de rango de movimiento a partir de
mañana. Eso es emocionante, ¿no? —Ella subió mi sábana hasta mi pecho y la
dobló con cuidado como lo hacía todas las noches—. Voy a tratar de ver que
consigas el mejor terapeuta físico, ¿de acuerdo? —Ella me dio un guiño rápido.
En su salida, apagó la luz, por lo que dejó la habitación iluminada por el cálido
resplandor de la puesta del sol de invierno.
¿Por qué empezarían la terapia física ahora, antes de la cirugía? Eso no tiene
ningún sentido, a menos que mi madre haya decidido que realmente no quiere
que me hagan la cirugía. Me hubiera gustado oír todo lo que estaban hablando
en el pasillo con el médico, así podría ser parte de la discusión. Después de
todo, era mi cuerpo y mi vida.

Pero había una manera de averiguar lo que habían hablado después de dejar
mi habitación, incluso lo que no querían que escuchara. Había una persona
que seguramente había escuchado todo y probablemente no podía esperar
para decírmelo: Olivia.

53
Capítulo 8
Traducido por flochi

Corregido SOS por Xhessii

E
stoy yendo hacia la casa de Allie; conozco esta ruta, esta acera y la calle
de memoria. La sección de acera donde los enormes robles rompieron
el pavimento es mi favorita. Velocidad sumada al pavimento agrietado
es igual a aire: una ecuación simple. Mi mochila está pesada: libro de historia,
lectura asignada, cuadernos. Cada vez que vuelo en el aire, mi mochila sube,
ingrávida y luego golpea hacia abajo en mis hombros, tirando de mi cuello.
Duele un poco, pero preferiría saltar que preocuparme por mi mochila, así que
sigo yendo, más rápido, más alto y con más fuerza.

Tenemos trabajo que hacer y sé que Allie se asegurará de que lo hagamos,


54
pero yo quiero envolver mis brazos alrededor de ella y simplemente
acostarnos en su cama por un minuto o dos.

Entonces estoy ahí, en la cama de Allie, la tela verde claro, la almohada que
huele a su cabello. Pero ella no se encuentra a mi lado, me encuentro solo.

—¿Allie? —Quizás esté en el baño o por ahí. Intento rodar y ver el reloj junto a
su cama, pero no puedo. Estoy atrapado. No, esto no es real, me digo. Es un mal
sueño. Me encuentro bien. La habitación se encuentra oscura. La puerta se abre
y la enfermera Norris entra. Su rostro parece contento, pero repentinamente
cambia.

—¿Qué estás haciendo aquí? —dice, mirando al otro extremo de mi cama. Giro
mis ojos y veo al tipo, al tipo malo, el que atacó a esa chica. Está junto a mi
cama. Sonríe y puedo ver sus dientes, manchados y como si gruñera. De
repente, se arroja sobre mi cuerpo y agarra a Norris por la garganta. Ella se da
la vuelta e intenta alejarse de él, llevándoselo con ella. El peso de él está sobre
mis piernas, puedo sentirlo arrastrándose sobre mí para llegar a ella. Trepa
sobre mí y luego está encima de ella en el suelo, golpeándola y ella se
encuentra gritando.

***

—Mírate, ¡preparado para continuar esta mañana! Me gusta tu actitud —chilló


una mujer con un cabello rubio realmente corto, de pie junto a mi cama—. Y
vamos a tomar la pierna izquierda otra vez, dentro y arriba, dentro y arriba. —
Dobló mi pierna por la rodilla para luego extenderla. Pude ver el camino de
sarpullido que persistía en mis espinillas desde el accidente. Supongo que no
había visto mis piernas desde que desperté. Se veían terribles, costras marrón
oscuro hasta la rodilla, como si una hamburguesa se hubiera extendido sobre
mis piernas. Esta debía ser la terapia física. Ella volvió a bajar mi pierna, para
luego levantar mi brazo izquierdo—. Ahora, vamos a trabajar en la parte
superior de tu cuerpo.

Era una mujer mayor del tipo bonita: no tan mayor como mamá, pero no tan
joven para ser sexy. Si esta era la terapeuta bonita que Morris me prometió,
me preguntaba cómo serían las otras.
55
Llevó mi brazo hacia arriba y lo hizo hacer círculos, de alguna manera se sintió
impresionante. Yo no podía levantar mis brazos, así que tener a alguien más
haciéndolo se sentía bien. Sus manos eran suaves y cálidas, y me sostenían,
guiando mi brazo.

—Es perfecto, mantén tu brazo estirado ahora, no lo dobles por el codo, bien y
recto. ¿Ves? ¡Acabas de enderezarlo por tu cuenta, buen trabajo! —Le había
enviado una señal a mi brazo para estar recto, como ella dijo, pero no estuve
seguro de si lo conseguí. Supongo que sí—. El otro brazo ahora —dijo,
moviéndose sobre mi otro costado y levantando ese brazo—. Y ahora hacia
afuera—dijo, extendiendo mi brazo hacia la pared—. Movimientos
controlados, tanto como puedas. —Se inclinó y habló en voz realmente alta,
cerca de mi oído. No tenía problemas para escuchar, quise decirle. El
problema es todo lo demás.

Mientras ella movía mis miembros, el sueño regresó a mí. La habitación de


Allie, la enfermera Norris y el tipo. ¿Qué significaba? ¿Por qué seguía soñando
con este tipo? Entonces me llegó una idea aterradora: ¿Y si estaba viendo el
futuro? ¿Qué pasaba si golpeé mi cabeza con tanta fuerza en el accidente que
ahora podía ver lo que estaba a punto de suceder? Recordé una película de
televisión donde eso le sucedía a alguien. Fue golpeado por un rayo y obtuvo
poderes psíquicos. ¿Eso quería decir que la enfermera Norris o Allie iban a ser
atacadas por este sujeto? ¿Qué color de cabello tenía la chica del otro sueño, el
sueño donde él estaba lastimando a esa chica? No podía recordarlo, no podía
enfocarme en nada del sueño salvo él.

La terapeuta levantó la cama a una posición sentada con lentitud.

—No queremos que te marees. —Cuando estuve sentado casi en posición


recta, me sentí un poco mareado. Qué extraño es lo que sucede cuando yaces
acostado unas cuantas semanas.

—Nos quedaremos así un par de minutos. Esto es parte de tu terapia. Sé que


suena gracioso, pero va a tomar algo de práctica acostumbrarse a sentarse
nuevamente. —Levantó la cama un poco más alta, por lo que estuve sentado
casi derecho.
56
Me di cuenta de que esta no era la cama en la que estaba antes. En algún
momento durante la noche, o a primera hora de la mañana, me habían movido
a una cama diferente, sin las correas.

—Y ahí estás. Vas a permanecer en esta posición como diez minutos. Voy a
buscarte una silla ahora y vamos a dar un paseo, ¿sí?

Siguió hablando realmente fuerte como si yo fuera un niño. Parpadeé que sí


para ella y se fue a buscar una silla.

No se había ido ni un par de segundos cuando Olivia abrió la pared de


acordeón entre nuestras habitaciones.

—Pssssst, ¿tú amiga se ha ido? —bromeó, para luego detenerse


abruptamente—. Vaya, ¿estás sentado? ¿En serio? —Entró en la habitación,
dando un vistazo rápido alrededor y tirando de su soporte detrás de ella
cuando vio que no había moros en la costa—. ¿Nueva cama también?
Entonces, ¿quién es este trabajador Milagroso y qué hizo exactamente contigo,
eh? —Se desplomó en la silla y la acercó—. ¡Cuéntamelo todo! —Puso su mano
bajo su barbilla como si estuviera realmente esperando que le contara algo
entretenido. La había extrañado el día de ayer. Era agradable ver su cara.

—Parpadea una vez si la terapia física es tan aburrida como suena —dijo ella,
alzando sus rodillas bajo su bata y acurrucándose en la silla.

Parpadeé una vez.

—¿Más aburrido que un baño de esponja?

Parpadeé una vez, luego dos. Indeciso. Algo me gustaba el baño de esponja.

—Tenemos mucho de lo que ponernos al día, señor. Me muero por escuchar lo


que dijo el médico, ¿buenas noticias? —susurró ella.

Mierda, ¿eso quería decir que no había escuchado lo que mis padres y el
medico dijeron en el pasillo ayer? Contaba con que ella llenara los espacios en
blanco por mí.

—Estaba intentando hacer mi mejor ir “accidentalmente” por el pasillo cuando


57
el especialista estaba aquí, pero no pude lograrlo. Lo creas o no, mi mama
apareció, justo cuando te llevaron para tu resonancia. Quería pasar el rato; se
va a ir en un crucero, así que no estará por dos semanas. —Olivia se encogió
de hombros—. Mal momento, me lo perdí todo. Así que cuéntame, ¿buenas
noticias? Parpadea una vez.

Parpadeé una vez, porque lo consideraba buenas noticias. Creo que lo eran.

—¿Y esa chica acaba de decir que iba a buscarte una silla de ruedas?

Parpadeé una vez.

—Vaya, bien. —Olivia estaba sonriendo y asintiendo con la cabeza, pero no


parecía especialmente feliz—. Bueno, al menos ahora puedo llevarte de paseo.
Podemos ir a la sala de juegos, ver la televisión. ¡Seremos amigos! —dijo
bromeando—. En serio, será divertido. Yo haré que sea divertido. Y sin darte
cuenta, te estarás yendo de aquí. —Se puso de pie y bajó la mirada, moviendo
su soporte para que yo no pudiera ver su cara.
Así que eso era lo que le molestaba. Parecía que yo estaba mejorando, saldría.
La idea de estar en este hospital por semanas, o meses, como Olivia, hizo a mi
estómago dar un vuelco. Yo quería salir de aquí; no esperaba jugar a UNO y
mirar la televisión con los otros chicos enfermos. Esa es la razón por la que
Olivia y yo éramos completamente diferentes. A veces casi parecía como si a
Olivia le gustara estar aquí, aunque ella lo negara.

Las cosas se sintieron repentinamente incómodas entre nosotros, como si


hubiese un secreto que no nos estuviéramos contando.

—Bueno, ten un lindo paseo con tu amiga. —Olivia me dio una frágil sonrisa—
. Supongo que te veré más tarde, a menos que seas demasiado rápido para mí.
—Me señaló, dibujando rápidamente con los dedos un arma, luego dejando
caer su mano a un costado. Se quedó allí, mirándome como si estuviera
pensando en algo un momento antes de volver a su habitación y cerrar la
separación con suavidad. Tenía que ver la infelicidad de Olivia como algo
bueno. Si ella pensaba que este era un paso más cerca para salir de aquí, tal
vez lo fuera. Tal vez ella sabía más de lo que estaba diciendo. 58
La terapeuta física entró con un auxiliar que ya había visto antes, el sujeto de
cabello rojo.

—Se ve bien, ¿cierto? Ha estado sentado por diez minutos y su color es


excelente. Creo que podemos hacer esto hoy —dijo ella, tomando mis brazos
en sus manos.

—Como digas —murmuró él y movió la silla al extremo de la cama. Puso sus


pies cerca de las ruedas traseras, poniendo los frenos, antes de bajar los
reposabrazos en ambos lados.

—Soy Kim —dijo ella en voz alta, mirando mi cara—. Me recuerdas, ¿cierto?
Soy tu terapeuta física. —Dios, debe pensar realmente que me fui arriba;
acababa de irse hace unos pocos minutos. Parpadeé sí con énfasis—. Bien,
West, ahora vamos a moverte a la silla. —Golpeó un pedal junto a la cama y la
parte inferior cayó, dejando mis pies colgando por lo que estaba sentado como
si se tratara de una silla.
El auxiliar se acercó a un lado y metió su mano bajo mi muslo, mientras Kim
hacía lo mismo del otro lado. Cada uno con una mano en mi espalda.

—A mi cuenta —dijo el sujeto—. Uno, dos, y… —Me levantaron y con una


rápida vuelta hacia un costado, fueron capaces de ponerme en la silla con
facilidad. El sujeto sacó los pasamanos y puso mis manos en mi regazo—.
Déjame saber cuándo necesites ayuda para regresarlo. —El sujeto hizo un
gesto hacia la cama con la cabeza, luego abandonó la habitación.

Kim movió mi bolsa de intravenosa a un soporte en la silla y desenganchó mi


tubo respirador de la gran máquina junto a la cama, rápidamente
enchufándolo en algo detrás de la silla.

—Ventilador portátil —dijo, volviendo a estar frente a mí—, parece que todo
está funcionando genial. Tu color se ve bien, ¿estás bien? —Me miró a la cara
con tal intensidad que parpadeé sí y realmente me sentía bien. Esto se sentía
como estar sentado en la cama, salvo que estaba más cerca del suelo. Parecía
raro estar finalmente fuera de la cama, moverme. Kim se agachó delante de la
silla y puso mis pies en los estribos a ambos lados para que estuvieran por
59
encima del suelo. Podía sentir sus manos sobre mis pies, en la parte inferior
de mi pierna, pero lo sentía como si yo estuviera usando pantalones de esquí y
botas, como si algo grueso estuviera entre medio, a pesar de que sabía que no
había nada. Sabía que mis piernas estaban desnudas, igual que mis pies.

Fue bueno mirar la puerta de mi habitación desde un ángulo diferente por


primera vez. Este era un paso en la dirección correcta. Olivia tenía razón en
estar preocupada; yo iba a salir de aquí. Iba a suceder. Había terminado con
estar acostado, atrapado en una cama, y sólo había estado aquí unas pocas
semanas.

—Hagamos esto —dijo Kim, detrás de la silla y quitando los frenos. A pesar de
que sabía que ella podía ver mi cara, parpadeé un sí; yo estaba listo para ir.
Capítulo 9
Traducido por Maru Belikov

Corregido por NayeliR

C amino dentro de la habitación de Olivia y veo que es justo como la mía,


un reflejo de la misma, excepto que ella tiene una pila de revistas cerca
de su cama y un pequeño florero con rosas rosadas. Está sentada sobre
la cama con su espalda hacia mí. Su cabeza está hacia abajo. Se gira cuando me
escucha, y su rostro se ilumina.

—Hey —dice suavemente. Estira su mano hacia mí. La tomo y me siento cerca
de ella—. ¿Sabes que me encanta de ti? —dice, mirando hacia la ventana—. No
tenemos que hablar y sé lo que estás pensando. No tienes que decir una
palabra. —Ella se detiene y me mira. Sus ojos oscuros están fijos en los míos
60
por un segundo, lo suficiente para hacer que mi pecho se apriete—. Puedo
decir lo que estás pesando ahora mismo. —Sonríe y mira abajo—. Y el hecho
de que no tienes que decirlo lo hace real, lo hace más real que nada. Sé que tú
también lo sientes. —Su mano sube hacia mi rostro, pasa su pulgar sobre mis
labios y susurra mi nombre—. West, West…

***

—West. —Olivia estaba susurrando tanto que prácticamente estaba


siseando—. West, ¿puedo entrar? —No esperó por mi respuesta, no es que
pudiera darle una, sólo deslizó el separador y entró. Noté que no llevaba su
soporte—. Así que esa chica, Kim, te agotó, ¿eh? —susurró—. Recuerda, era
ella la que te estaba empujando, no al revés. —Empujó una silla cerca de la
cama y se acurrucó sobre el asiento—. Oh, te vi, cruzando por mi habitación,
haciendo caballito. Un consejo: a nadie le gusta los presumidos. —Sonrió pero
sentí como si algo estuviera mal. ¿Estábamos hace rato besándonos? ¿La
estaba tocando? ¿Me estaba tocando? Estaba tan oscuro en mi habitación.
Miré hacia el reloj y vi que eran casi la tres de la mañana.

—Pensé que no querías perderte esta oportunidad —dijo, mirándome más de


cerca—. Vamos, continúa con el programa, levántate y parpadea si quieres
tomar un paseo a la medianoche. ¿No es eso lo que hemos estado esperando?

Y entonces lo recordé, todo al mismo tiempo. La terapeuta física. La caminata


por el pasillo. Ir a la habitación de Olivia y esperar que ella saliera y dijera
hola, al menos haberse quedado en la entrada y verme rodar. No lo hizo. Kim
me llevo al final del pasillo, por un fila de habitaciones, la mayoría de ellas con
puertas cerradas, una sala con televisión con un programa matutino
mostrándose con un volumen bajo hacia las sillas vacías. La puerta de cristal al
final del pasillo guiaba hacia una acera afuera.

—Tomaremos eso mañana —había dicho Kim.

Ahora que estaba oscuro Olivia estaba en mi habitación. Ella presionó un


botón sobre el lado de la cama y alzó el extremo de la cama hacia arriba 61
lentamente hasta que me encontraba sentado.

—¿Quieres hacer esto? —Parpadeé un sí, pero no estaba seguro sobre lo que
ella estaba hablando, o si sabía lo que estaba haciendo.

—Estaba viendo todo —susurró, como si estuviera leyendo mis


pensamientos—. Sé exactamente qué hacer. —Se movió silenciosamente
sobre la silla de ruedas colocándola en la esquina de la habitación y
posicionándola exactamente donde necesitaba estar, luego golpeó el pedal
para bajar la cama—. Aquí está la parte difícil, necesitas inclinarte sobre mí,
¿Está bien? —Se acercó como si fuera a abrazarme y un sueño regresó a mí,
Olivia tocando mi rostro… ella me estaba tocando, moviendo mi brazo sobre
su cabeza, envolviendo su brazo derecho alrededor de mi cuerpo,
agarrándome bajo el brazo—. Está bien, inclínate —ordenó, empujándome
hacia adelante, así el peso de mi torso estaba sobre su espalda. Ella se echó
hacia atrás y pensé que se caería chocando su cabeza primero sobre el suelo
de linóleo, pero fue capaz de sostenerme, medio abrazándome, lo suficiente
para dejarme caer sobre la silla.
—Estás gordo —bromeó, recuperando el aliento—. No, en serio, eso fue más
fácil de lo que pensé. Soy más fuerte de lo que aparento, ¿eh? —Movió la bolsa
de intravenosa sobre la percha de la silla de ruedas—. Te dije que era
bailarina —dijo, haciendo una pequeña pirueta. Luego se puso seria, mirando
hacia el tubo en mi garganta—. Está bien, ¿ahora qué hacemos con respecto a
esto? —Ahí fue cuando me di cuenta. Estaba sentado solo, en una silla de
ruedas, por segunda vez desde mi accidente.

En mitad de la noche.

Con Olivia, una chica a la que medio conocía y en la que más o menos confiaba.

Y estaba a punto de sacarme mi respirador. Parpadeé no, esperando que ella


lo viera. Ahora estaba despierto.

Esto no era un sueño. Esto de verdad era una mala idea.

—No te preocupes, tengo esto… creo. —Sonrió y se movió hacia el lado de la


cama—. Primero, tienes que apagar la alarma que sonará en el puesto de
enfermeras cuando estés desconectado, aprendí esto hace tiempo. —Su mano
62
fue hacia la máquina donde presionó un botón pequeño—. Modo manual —
dijo en una voz cantarina. Miró enfrente del respirador por un momento,
estudiando el panel—. Ahora esta parte, no la he hecho antes. Aquí va nada. —
Ella apagó el respirador, luego desabrochó el tubo rápidamente, trayéndolo
alrededor de la parte posterior de la silla. Pude escuchar el clic de que
encajaba en su lugar—. ¿Ves? Eso fue fácil. —Vino alrededor de mí para
mirarme—. ¿Te sientes bien? —Parpadeé no, luego no otra vez—. ¿Qué
ocurre? Sé que está en lo correcto. —Miró sobre mi hombro hacia la máquina
bajo mi silla.

—Uh, ¿por qué no estás respirando? —Olivia lucía frenética, chequeando el


tubo en mi garganta. El tiempo parecía ir a cámara lenta mientras sentía lo
último de mi aire escapar de mis pulmones, viajando por mi tubo, con nada
para reemplazarlo. Miré hacia Olivia, pero su rostro estaba como una máscara,
vacía, sin parpadear. Un pensamiento loco repentinamente pasó por mi
mente, Olivia estaba tratando de lastimarme. Ella no estaba feliz por mí, no
quería que me pusiera mejor. Quería mantenerme aquí, como ella. Para
siempre.

—¡West, West! —Miró hacia mi rostro y abrió mi boca con sus dedos,
trayéndome de regreso—. ¡Oh mierda! —Ella corrió alrededor de la parte
trasera de la silla—. Quizá hay algo… —dijo y encendió el respirador portátil.
Sentí mis pulmones llenarse con aire.

—Oh, Dios. —Regresó frente a la silla y se lanzó sobre la cama—. ¡Olvidé


encenderlo! ¡Casi te mato! —Empezó a reírse histéricamente, luego se calmó y
se quedó en silencio—. Pensé que esto sería divertido, un paseo en un auto
robado, ellos lo hicieron parecer tan fácil hoy cuando te llevaron afuera. —Se
desplomó de espaldas sobre la cama, luciendo exhausta y dejó salir un largo
suspiro. Luego se sentó rápidamente—. Estás bien ahora, ¿cierto? ¿Te sientes
bien? —Parpadeé sí. Ella parecía sincera. Sólo olvidó encender la máquina. No
estaba intentando lastimarme. No sé por qué ese pensamiento cruzó por mi
mente. Ella no haría eso.

Olivia se hundió otra vez sobre la cama y murmuró:


63
—Oh hombre, recuérdame nunca conseguir un trabajo como enfermera.

Era extraño verla acostada mientras yo estaba sentado, sus piernas, largas y
blancas, colgando fuera de la cama. Su delgada bata de hospital se había
abierto y podía ver que llevaba un pequeño par de pantalones cortos de
gimnasio y una camiseta de tirantes debajo. Mirando sus piernas, algo en mi
mente dijo “tócala” y ordené a mi mano para que se moviera. Casi podía sentir
su muslo bajo mi mano, suave y cálido. Pero no pasó. Mi mano no se movió.
Por primera vez estaba feliz de no estar en control de mi cuerpo. Me mantenía
alejado de hacer algo estúpido con esta hermosa chica.

Se empujó arriba con sus codos sobre mi cama y me miró.

—Bueno, supongo que ya que casi te mato, deberíamos sacar el mayor


provecho, ¿cierto? —Parpadeé sí, empujando fuera de mi mente los
pensamientos sobre su cuerpo y ella se puso de pie, moviéndose detrás de la
silla—. Empecemos esta fiesta —dijo y empujó la silla por el pasillo,
silenciosamente hacia la izquierda, lejos del puesto de enfermeras y hacia la
sala de televisión. Sólo habíamos pasado por dos o tres habitaciones antes de
que ambos escucháramos algo: pasos. Moviéndose rápidamente por el otro
lado del pasillo.

—Shhhhh —me susurró Olivia y giró la silla de ruedas hacia la puerta abierta
más cercana. Ocultó la silla hacia la esquina, sólo fuera de la vista de la luz del
pasillo. Al principio pensé que la habitación estaba vacía, pero entonces
mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, noté que había un
ventilador moviéndose, luces parpadeando cerca de la cama. Ahí había
alguien, durmiendo tranquilamente, una persona pequeña y delgada, quizá
una mujer o un niño. Olivia empujó la silla hacia adelante y se asomó
alrededor de la esquina, esperando hasta que la enfermera continuó su
camino por el pasillo—. La costa ahora está despejada —dijo en voz baja,
moviéndonos hacia el pasillo otra vez. Quería saber qué le pasaba a la persona
de la cama, por qué estaban aquí, pero no había tiempo para preguntar.

Olivia me empujó por el pasillo, ahora más rápido y tomó un fuerte giro hacia 64
la izquierda, hasta la sala de televisión. Yo en realidad no había estado antes
en la sala, sólo rodado por ahí. Ahora la televisión estaba apagada, la
habitación estaba oscura y en silencio. Había una mesa con una vieja caja de
rompecabezas y juegos de mesa apilada sobre ella y algunas revistas. No
parecía como si muchos pacientes usaran esta habitación. En la otra parte,
cerca de las ventanas, estaba una computadora, enorme y obsoleta. Olivia me
rodó cerca, enfrente de ella, luego regresó y cerró la puerta detrás de
nosotros.

—Probablemente no deberíamos encender las luces, pero no creo que nadie lo


notará estando la puerta cerrada. He estado antes aquí por la noche y las
enfermeras no lo notaron. Ellas siempre están sentadas en el escritorio,
comiendo comida basura de la máquina y leyendo revistas. Con razón están
tan rellenitas.

Se estiró por detrás de la pantalla y la encendió. Había pasado un tiempo


desde que había visto mi laptop; la extraño, he extrañado esa conexión con el
mundo, con todos mis amigos. No podía creer que había estado perdido tanto
tiempo sin escribir un correo o escribirle a alguien.

—El internet de aquí apesta —dijo Olivia, tecleando una cuantas cosas—.
¿Quieres revisar tu correo, o…? —Se encogió de hombros. Sí quería, pero al
mismo tiempo no. ¿Quién podría haberme enviado un correo? Todos tenían
que saber que estaba en el hospital. Así. Incluso si alguien me había enviado
algo, ¿realmente quería a Olivia leyendo sobre mi hombro? parpadeé no.

—Está bien. —Acercó una silla y se sentó cerca de mí, tomando un segundo
para mirar mi rostro—. ¿Lo estás haciendo bien, el aire está funcionando y
todo? —Parpadeé sí y empezó a escribir algo sobre el teclado—. Bien. Tengo
algo que mostrarte. Ahora, sólo estoy haciendo esto porque te lo debo.
Tendrás algo sobre mí para siempre una vez que veas esto.

Una página web que alojaba vídeos apareció en la pantalla y Olivia escribió
unas palabras en la barra de búsqueda. Después de un momento, una imagen
de un estudio de baile llenó la pantalla, con cinco chicas contra una barra.
65
—Oh sí, el premio gordo. —Presionó reproducir y las chicas empezaron a
moverse, bailando alrededor de la habitación. Cada una de ellas llevaba ropa
idéntica: leotardos de color rosa pálido y tutús, medias rosadas y zapatos.
Pero una de ellas resaltaba. La chica más pálida, con cabello negro recogido en
un moño encima de su cabeza. Su cuello era largo y recto, e incluso aunque no
sabía nada sobre ballet, podía decir que ella era la mejor en el grupo, sus
movimientos eran sin esfuerzo, exactos.

—Sí, ésa soy yo. Ríete. —Miró hacia mi rostro y puedo decir que yo no estaba
riendo. Que estaba impresionado por ella—. Parece otra vida. —Presionó
pausa antes de que hubiera visto suficiente y escribió algo más en la barra de
búsqueda—. Sabes qué, ni siquiera yo misma he visto este. —Una imagen de
un gran escenario apareció en la pantalla y mientras el video comenzaba, pude
escuchar a la audiencia aplaudiendo. Olivia bajó el volumen, pero todavía
pude escuchar empezar la música clásica y el baile, dando vueltas todas al
mismo tiempo, moviéndose como una. Traté de ubicar a Olivia, pero la cámara
estaba muy alejada; no pude distinguir una bailarina de otra. Buscando los
rostros y cabello, no la vi. Pero luego una bailarina entró al escenario por
detrás, toda de blanco, con un largo y fluido vestido. Su cabello estaba suelto,
largo y negro, y la seguí mientras hacía una pirueta en su lugar, justo en el
medio de anónimas chicas bailando.

Ella estaba impresionante.

Miré hacia Olivia. Su rostro contra el brillo de la computadora parecía casi


enojado, como si odiara a esa chica de la pantalla, esa hermosa y talentosa
chica. Atrapó mi mirada por un segundo y bajó la mirada.

—Sé lo que estás pensando, West, esa es la belleza de esta relación. Siempre
puedo decir lo que estás pensando y ni siquiera tienes que decirlo.

Sus palabras eran tan familiares. ¿Me había dicho esto antes?

—La estás mirando a ella. —Señala a la pantalla, donde la otra Olivia ahora
estaba acompañada por un chico que la estaba alzando, grácilmente, alto
sobre su cabeza—. Estás pensando, ¿qué le pasó a esa chica? ¿Dónde está? —
Olivia pausó la pantalla en una imagen de ella y el bailarín masculino
66
sosteniéndose las manos y mirando a los ojos del otro—. Sabes qué, a veces
me pregunto lo mismo. —Olivia observó la pantalla por un momento y luego
su mano se movió rápidamente para apagar la computadora.

—Ese es el pasado; se ha acabado. —Su voz no tenía ninguna emoción. Giró su


silla para enfrentarme—. Esto es el ahora; aquí es donde estamos. Y si nunca
hubiese estado aquí, nunca te habría conocido. Y tú nunca me habrías
conocido. Y creo que se suponía que lo hiciéramos. No sé por qué, pero así es.
—Parecía tan intensa que me estaba asustando un poco—. ¿Alguna vez
piensas sobre cosas así?

Sus ojos estaban fijos en los míos, tan oscuros que no podía decidir si eran
increíbles o escalofriantes, pero parpadeé sí.

—Estábamos destinados a conocernos. Todavía no sé por qué, pero… —Tomó


mis manos en las suyas—. Pero lo estábamos. —Nos quedamos así unos
cuantos minutos, mis manos en las de ella. Miré fuera de la ventana hacia la
luna casi llena más allá, su largo cabello oscuro suelto alrededor de su rostro.
Podía sentir sus manos en la mías, sólo un poco, lo suficiente para decir que
eran pequeñas y delicadas, pero aun así fuertes. Como Olivia. Ella todavía era
tan hermosa como la chica de la pantalla, al menos por fuera. Pero algo le
había pasado por dentro, algo terrible, para cambiarla, para ponerla aquí.
Ahora podía verlo. Y me pregunté si ella alguna vez sería capaz de decirme
qué fue.

67
Capítulo 10
Traducido en SOS por Otravaga y Dai

Corregido por Curitiba

L
a habitación está oscura, pero Norris ha dejado las cortinas abiertas
por alguna razón, dejando que la fría luz de la luna se vierta dentro,
formando un rectángulo en el suelo. Veo agua, grandes gotas y después
un charco. Lo sigo con los ojos hasta que veo pies. Una chica está en mi
habitación, goteando en el suelo. Está de pie a unos metros de mi cama,
mirándome.

—¿Olivia?

—No quería despertarte. 68


—¿Por qué estás toda mojada?

—He estado nadando. —Está usando su camisón blanco, ahora empapado


hasta estar transparente y pegado a su piel. Puedo ver cada curva de su
cuerpo, sus pechos son círculos oscuros debajo de la tela.

—En el lago. Te quería allí, pero no quería despertarte. —Se mueve a la cama
y toma mi mano.

—Estás helada —le digo—. Entra. —Me hago a un lado y retiro la sábana. Sé
que ella va a estar mojada, pero todavía estoy sorprendido de lo fría que está.
¿Por qué se metió en un lago en invierno, por la noche, sola?

Siento como que sé la respuesta y no debería preguntar.

Levanto la manta sobre su cuerpo mientras ella se acurruca contra mí y


envuelvo mis brazos a su alrededor. Es delgada, más delgada que Allie, su
cuerpo es increíblemente delicado, sus manos son diminutas. Me curvo
apretadamente en torno a ella. No quiero hacerle daño, pero siento como que
no puedo sostenerla lo suficientemente fuerte.

—Eso se siente bien —dice ella y deja escapar un suspiro.

***

—Estás todo aseado —dijo la enfermera rubia, frotando una toalla seca por
mis axilas—. Verse bien, una bata nueva y estamos listos. —Sacó una nueva
bata estampada en verde y negro de su carro y metió mis brazos en ella,
levantándome un poco de lado para abrochar la espalda—. Y vamos a
sentarnos un poco —dijo, apretando un botón en el lado de la cama. Dejó que
la parte de atrás de la cama se elevara detrás de mis hombros unos pocos
centímetros—. Está bien. —Empujó mi cabello hacia un lado, luego hacia
adelante por encima de mi frente y luego hacia el otro lado—. ¿Cómo haces
esto? —Parpadeé dos veces por no, para decirle que no tenía que preocuparse,
pero ella no parecía conocer mi código. Normalmente sólo dejaba que mi
cabello hiciera lo suyo, pero a mamá le gustaba peinado hacia atrás—. Bueno,
eso se ve bien —dijo finalmente, dejando que cayera como largos flequillos.
69
Ordenó su carro y salió de la habitación.

Ni siquiera quería pensar en el sueño mientras la enfermera todavía estuviese


aquí, como si tuviese miedo de que algo en mi rostro me delatara. De que tuve
una especie de sueño erótico. Sobre Olivia. ¿Me gustaba Olivia? ¿Así como que,
realmente me gustaba? Me quedé allí pensando en eso, reproduciéndolo otra
vez en mi mente, el cómo Olivia se metió en la cama conmigo, lo bien que se
sintió acurrucarse contra ella… hasta que la verdadera Olivia entró en la
habitación.

—Oye tú, guapo, bonito “peinado” —bromeó. Apartó el cabello de mi rostro


del modo en que solía estar y se dejó caer en la silla. Parecía raro que el
tenerla tocando mi frente me pusiera nervioso. ¿Y si se daba cuenta de lo que
estaba pensando? ¿Me lo dijo, o sólo lo soñé?

—Entonces debes estar cansado esta mañana… escuché que estuviste fuera
hasta tarde. —Me dio un guiño excesivamente exagerado.
Tan pronto como Olivia lo dijo, lo recordé. Anoche estuvimos afuera. No por
mucho tiempo, pero lo hicimos. Fuimos al salón de la televisión, vimos videos
en la computadora. Ella me dijo que sabía lo que estaba pensando, y lo hacía.
Sostuvo mis manos. La vimos bailando.

—Después de que estuviste de regreso en la cama, no podía dormir, así que


pensé que iba a tratar de agarrar tus archivos del puesto de enfermeras… ya
sabes, sólo para ver lo que este loco doctor tiene en mente para ti. Pero no
pude descubrir la información. Cada vez que revisaba, había alguien allí. La
enfermera que anoche estaba de turno es perezosa como el infierno y se
quedó totalmente dormida en el escritorio. Por lo general, hay un descanso
cuando puedo entrar ahí.

La idea de Olivia entrando a escondidas en el puesto de enfermeras por la


noche era divertida, pero también triste. Me preguntaba si alguna vez había
sacado su propio archivo… y si lo había leído, cómo la hizo sentir. Ella se
acurrucó en la silla, acercando su soporte.

—No luzcas tan estresado, voy a intentarlo de nuevo esta noche. —Me miró un
70
poco más de cerca, inclinándose hacia adelante—. ¿Estás bien? No te ves muy
bien. —Puso de nuevo su mano en mi frente—. ¿Qué demonios? Estás
ardiendo. ¿Qué está mal con estas estúpidas enfermeras? Ya vuelvo. —Tiró de
su soporte detrás de ella y salió de la habitación, murmurando para sí misma.

En pocos minutos, una enfermera que nunca antes había visto entró. Revisó
mi historial médico y ajustó algo en el respirador, comprobó el tubo que va a
mi garganta y ajustó mis sábanas. Miró de nuevo el monitor y puso su mano en
mi frente. Entonces hizo una mueca y marcó algo en el historial. Cuando se fue,
comencé a quedarme dormido. Estar fuera para un paseo nocturno realmente
me agotó; Olivia no estaba bromeando.

Un hombre con bata blanca entró en la habitación y la enfermera Norris de él.


Por alguna razón, ahora la habitación parecía más oscura, como si el sol se
estuviese poniendo. Pero acababa de ser por la mañana.

—¿Cuánto tiempo ha estado elevada su temperatura? —preguntó el hombre.


—Unas veinticuatro horas, bajó grado a intervalos.

—Hmmmm —dijo el hombre. Miró mi historial y pasó la página—. Queremos


evitar cualquier tipo de infección. Aquí veo que el Dr. Louis está considerando
una cirugía de fusión vertebral en este paciente. Me gustaría un chequeo
completo ahora, para que después no nos enfrentemos a ningún retraso
relacionado con infecciones. Y llámeme si la fiebre sube más.

—Por supuesto, doctor —dijo la enfermera Norris. Salió de la habitación con


él y regresó un momento después con un carrito de plástico lleno de insumos
médicas—. Tengo que tomar un poco de sangre —explicó. Estaba oscuro. ¿Qué
había pasado con el día? Tal vez esas eran nubes de tormenta.

Enderezó mi brazo y lo ató con una gruesa cinta de goma, limpió el interior del
codo con una gasa con alcohol frío.

—Sentirás un pequeño pinchazo —dijo, deslizando una aguja en mi brazo.


Sentí el pinchazo y me estremecí por un segundo, sintiéndome como un bebé.
La enfermera Norris me miró a los ojos. 71
—Sentiste eso, ¿no? —me preguntó. Una enorme sonrisa se dibujó en su
rostro—. Estoy segura de que lo hiciste. Sabía que regresarías. —Me di cuenta
de que también había sentido el algodón con alcohol, el frío. Sacó un poco de
sangre de mi brazo a un tubo y lo selló, sacó la aguja y puso un pequeño
vendaje sobre el lugar—. La primera vez que llegaste y te puse las
intravenosas, no sentiste nada. Pero mira ahora —dijo ella, poniéndome una
mano fría en la frente.

Cerré los ojos sabiendo que Norris lo haría todo bien. En un minuto, la
enfermera de cabello oscuro estaba de vuelta, la miserable, y traía un médico
con ella, una médica. Se hizo la luz en mi habitación, pero no podía decir si era
el día siguiente o el mismo día.

—Podría ser simplemente un virus, pero tenemos que mantener un ojo en él y


asegurarnos de que sus pulmones estén limpios. —Ella miró la pantalla junto
a la cama y leyó los números—. 38 C, eso es alto, pero no ha vuelto a subir
desde anoche. Ibuprofeno cada cuatro horas y me gustaría que viniera el
fisioterapeuta para trabajar con sus pulmones, mantener las cosas agradables
y limpias. —El médico escribió todo en el portapapeles y luego pasó una
página o dos—. ¿Ha visto el Dr. Yung estas pruebas?

—No creo —dijo, mirando por encima del hombro del médico—. No ha
firmado, así que supongo que no.

—Cuando llegue el turno de noche, ¿puedes hacer que le eche un vistazo? No


sé lo que estaba buscando, pero aquí no veo nada fuera de lo normal.

Me encantó escuchar eso. Mi sangre era normal. Por lo menos una cosa que
estaba funcionando en este cuerpo.

—¿Y quién es el siguiente? —dijo el doctor, sacando una pequeña libreta de su


bolsillo—. Olivia Kemple, infección de la derivación... ¿habitación 203?

—Eso es justo al lado, te lo mostraré —dijo la enfermera, llevándola hacia


afuera. Infección de la derivación… claro. Eso es lo que pasa cuando te sacas
constantemente la intravenosa. Olivia Kemple, estás en problemas.
72
Traté de oír con atención para escuchar lo que estaba pasando en la
habitación de al lado, pero sólo encontré a la médica hablando en voz muy
baja y sólo escuché unas pocas palabras. ¿Esa era Olivia hablando? ¿O la otra
enfermera? Era inútil, no podía oír lo suficiente para averiguar cómo Olivia
saldría de esta. Me quedé dormido, sintiéndome un poco mareado, y cuando
me desperté, era de día y estaba acostado de lado, mirando por la ventana y
alguien estaba como golpeteando un lado de mi caja torácica, no fuerte, como
un masaje rítmico. Subía por un lado y bajaba por el otro, golpeándome con la
parte de una mano, en un movimiento chop-chop.

—Bien, ahora vamos a ir al otro lado, haremos lo mismo. —Mientras me


giraba, reconocí a la terapeuta física de antes, con el pelo rubio súper corto.
Kim. Se movió al otro lado de la cama y me giró sobre mi lado izquierdo,
poniendo mi brazo derecho frente a mi cuerpo, entonces ella empezó a hacer
el mismo movimiento chop-chop a mi lado y hacia abajo de nuevo. Después de
un rato, empezó a sentirse muy bien, como si pudiese realmente respirar
hondo cada vez que el respirador me daba aire. Intenté aclarar mi garganta, se
sentía como si hubiera algo allí.

—Buen trabajo. Vamos a sacar esas cosas, te pusiste un poco frío —dijo la
terapeuta. Me puso sobre mi espalda de nuevo, así que estaba mirando al
techo. Salió de la habitación sin decir adiós, pero regresó en un minuto o dos
con la enfermera Norris.

—Su temperatura sigue siendo elevada hoy, pero creo que va a superarlo sin
antibióticos. Es joven y fuerte, ¿no, Sr. West? —dijo, inclinándose sobre mí—.
Voy a poner todo eso que Kim aflojó para ti. —Puso algo en mi garganta,
donde el tubo de respiración entró y sentí un tirón de aire, como cuando sacas
la manguera de la aspiradora.

—Ya está casi hecho —dijo Norris—. Voy también a succionar tu nariz. —Puso
el tubo nuevamente dentro de mi garganta y aseguró el gran halo de plástico
alrededor de mi cuello y los hombros. Con una pequeña boquilla de plástico,
puso un tubo en mi nariz y sacó un poco de suciedad. Tenía que recordar esto
la próxima vez que tuviera un resfriado, funciona muy bien—. Echaré un
73
vistazo rápido en los oídos —dijo, metiendo la mano en su bolsillo en
búsqueda de una pequeña linterna—. Todo se ve muy bien y claro ahí, no hay
infección. Sólo descansa. —Puso su mano en mi frente otra vez y la mantuvo
allí durante un momento. Cuando ella se alejó, me di cuenta de que la
terapeuta física había estado en la habitación todo el tiempo, mirando y ella
tenía la mirada de horror en su rostro.

—¿Puede sentir eso? —le preguntó a Norris.

—¡Por supuesto! —Ella se echó a reír—. Puede sentirlo todo y estoy segura de
que se siente mucho mejor ahora que le hemos aflojado un poco los pulmones.
Es hora de que descanse, así que vámonos. —Norris puso la mano en la
espalda de Kim y la condujo fuera de la habitación. No entendía cómo Kim
podría tener algún tipo de formación médica y seguir pensando que era un
vegetal o algo así.

A pesar de que Norris había limpiado lo que pudo, todavía tenía esa sensación
de aturdimiento que trae consigo un fuerte resfriado. Quería toser, pero
cuando lo intentaba, el tubo en la garganta me lo impedía, por lo que era inútil.
Cerré los ojos y esperé a que Olivia o mamá vinieran a visitarme. Me
preguntaba lo que el médico le dijo a Olivia y como le explicó el "problema"
con su sonda naso gástrica. Pero sobre todo, sólo quería que mamá viniera,
que se sentara conmigo y revisara mi resonancia magnética y me hablara muy
claramente acerca de que me pasaría y cuando iba a irme de aquí. Cerré los
ojos. Descansaría, mejoraría, y pasaríamos a la siguiente etapa. Estaba listo.

74
Capítulo 11
Traducción SOS por Dai

Corregido SOS por Xhessii

L
a habitación está a oscuras de nuevo, las cortinas abiertas. He estado
aquí antes. Sé que habrá agua en el suelo, y la hay. Pero esos no son los
pies de Olivia. Son sandalias, pequeñas. Es una niña, de pie, a los pies de
mi cama, en un charco de agua. Ella es pequeña y delgada, la ropa oscura y
empapada, las manos colgando a su lado.

—¿Quién eres tú? —No se mueve, no contesta—. ¿Puedo ayudarte?

Se acerca al lado de la cama, al cajón. Estira la mano para abrirlo y puedo oír
su sollozo, está llorando. Veo una gota de agua cayendo de su mano al suelo. 75
Pero no es agua, es demasiado oscura, negra. Vuelvo a hacer el camino hasta
sus dedos.

Es sangre. Una nube se mueve lentamente de la luna y más luz entra en la


habitación. Ahora me doy cuenta de que está goteando sangre, un charco,
atraviesa el suela donde ella se acercó a la cama. Mira en el cajón, buscando
algo, pero de repente su cabeza gira y ve que estoy allí, que estoy despierto (su
mano tira rápidamente de la gaveta a mi muñeca), aprieta más y más fuerte.
Se siente como si estuviera tratando de romper mi brazo, su mano es de hielo,
tan fría que parece que estuviera quemando mi piel.

—Déjame ir, para —le digo, pero no puedo alejarme. No puedo moverme. Sus
ojos son círculos negros—. Enfermera —grito—. ¡ENFERMERA!

***

—Enfermera. —No era mi voz, era la de mamá.


—Te he oído —dijo la enfermera insoportable, girando por la esquina de la
puerta de entrada a la habitación.

—Está ardiendo… ¡algo no está bien! —gritó mamá—. ¡Mire su ritmo cardíaco!
¿Qué tipo de hospital es este?

—Señora Spencer, por favor, cálmese —dijo la enfermera—. Tiene una


temperatura elevada, pero estamos haciendo todo lo posible para mantenerlo
cómodo.

—No es suficiente… está enfermo, algo está mal. —Las manos de mamá
agarraron la barandilla del lado de mi cama—. Está inconsciente.

La enfermera tomó la mini linterna del bolsillo y la apuntó rápidamente a mi


ojo derecho, de un lado al otro.

—No está inconsciente, está bien. Por favor, tome asiento y enviaré al médico
a que hable con usted. —Salió de la habitación sacudiendo la cabeza.

Mamá me tomó la mano. 76


—Espera, bebé, espera. Voy a traerte un poco de ayuda. —No me sentía tan
mal; de hecho, me sentía un poco mejor de lo que me había sentido antes de
haberme quedado dormido.

—¿Señora Spencer? —Un médico alto de cabello oscuro que había visto una o
dos veces entró en la habitación—. Soy el doctor Yung. ¿Tiene algunas dudas
acerca de la condición de su hijo?

—Él tiene fiebre, puedo verlo en el monitor. Está en 38 y medio en este


momento y ha estado así durante tres días. Cuando yo estaba hablando con él
hace un momento, sus ojos se pusieron en blanco. Parecía que estaba teniendo
un ataque.

El doctor asintió.

—Eso no es raro en su estado… podría retorcerse y sacudirse sin control.


Poner los ojos en blanco es sólo otro de esos tics sobre los que todavía no
tiene pleno control.
—Nunca antes lo he visto hacer eso, ¿está seguro de que está bien? Nunca
tuvo fiebre durante tanto tiempo.

—Su cuerpo ha pasado por un montón de traumas y está tratando de sanar. Si


agrega un virus en la parte superior de eso, podrá ver cómo su sistema
inmunológico no es lo que era antes del accidente. Es más difícil para él
evacuar la mucosidad de los pulmones y combatir la fiebre. Lamentablemente,
lo que sería un resfriado para otra persona es más como una infección
pulmonar para él, neumonía. Es serio, pero les puedo asegurar que no tiene
ninguna molestia y lo estamos vigilando de cerca.

Mamá se sentó en la silla junto a la cama.

—Yo no sé cuánto más de esto pueda soportar. —Se echó a llorar—.


Simplemente no sé qué hacer.

El médico levantó la otra silla y se sentó a su lado.

—Parte de esto tiene que dejárnoslo a nosotros y saber que le estamos dando
el mejor cuidado a su hijo. Si usted está hablando acerca de sus opciones para
77
su futuro, esas son decisiones que usted y el padre de West tendrán que tomar
y yo entiendo que puede ser difícil.

Mamá cogió un pañuelo y se limpió la nariz.

—Hemos estado investigando un montón y creo que hemos tomado una


decisión, pero las probabilidades son tan difíciles de enfrentar. Espero que
estemos haciendo lo correcto.

El médico se acercó y tomó la mano de mamá.

—Recuerde, él es muy joven, por lo que los posibles riesgos que ha estado
leyendo son muy inferiores para él. Una vez que se deshaga de este virus,
puede programar el procedimiento para cualquier momento. Está estable y
listo para el siguiente paso.

Mamá asintió en silencio.

El doctor se puso en pie.


—Déjeme saber si hay algo más que pueda hacer por usted, señora Spencer.
Recuerde que todos queremos lo mejor para West, de verdad.

Mamá asintió de nuevo, tomando otro pañuelo. Se sonó la nariz una vez que él
estaba en la puerta. Ella tomó mi mano y la sostuvo durante unos minutos en
silencio.

—West, cariño, tengo que hablar contigo. —Se puso de pie y se inclinó sobre
mí—. El procedimiento que el doctor Louis dice que necesitas es arriesgado,
hay un diez por ciento de posibilidades de que no lo logres. Eso significa que
de cada cien pacientes que lo hacen, diez morirán. Diez. No sé si puedo
enfrentarme a esas probabilidades. Pero también siento que mereces la
oportunidad de tener una vida normal otra vez. Dime lo que quieres hacer. —
Ella me miró a los ojos. Parpadeé una vez para decir que sí, sin un momento de
vacilación.

Mamá no dejaba de mirarme. Tal vez necesitaba estar segura, así que volví a
parpadear. Una sonrisa se dibujó en su cara y ella empujó mi flequillo hacia
atrás.
78
—¿Te acuerdas de la fiesta de cumpleaños de Henry en la piscina…? Todos
ustedes tenían seis o siete años. Echaste un vistazo a ese alto trampolín y
fuiste derecho hacia la escalera. Subiste sin mirar atrás y te quedaste en la
tabla. Me miraste por un segundo y luego saltaste. Tenía tanto miedo, las otras
madres también. Pero tú no. Nunca lo tuviste. —Ella me besó en la frente—. Sé
lo que quieres hacer, sé lo fuerte que eres —susurró.

Se sentó de nuevo y volvió a tomar mi mano. Me alegré de que por fin me lo


hubiera dicho todo. Y yo podría decirle cómo me sentía. Le apreté la mano y
nos sentamos así, en silencio, escuchando los sonidos del respirador hasta que
me quedé dormido.
Capítulo 12
Traducción por Flochi & Otravaga

Corregido por Clau12345

M
e desperté escuchando música. Alta, hip-hop. Mi CD favorito desde
el pasado otoño, de una banda llamada Water Gun. La habitación
estaba brillante, soleada y colocado y resonando junto a mí, el
equipo de altavoces del iPod. Los altavoces estaban cubiertos de pegatinas de
un lugar de hamburguesas, de la clase que generalmente les dan a los niños
pequeños. Había visto antes estos altavoces… Mike. Este era el equipo de Mike.
Miré alrededor de la habitación. La espalda de Mike estaba hacia mí, pero era
él, no había dudas con su alocado pelo rojo enrulado en nudos, casi como
rastas. Él estaba improvisando la música a los pies de mi cama. Girando un pie. 79
—Amigo, ¿te acuerdas cuando pusieron esta canción en el Music Box y esta
chica saltó sobre el escenario? Creo que consiguió que la echaran. —Él estaba
intentando hacer algunos movimientos como hacían que los chicos en el video,
pero fallando tanto que hacía que quisiera cerrar los ojos. Mike era
impresionante con la bicicleta, pero como bailarín, sus movimientos eran
risibles—. Aunque era sexy. Yo no la habría echado.

La enfermera Norris asomó la cabeza en la habitación.

—Lo siento, pero tienes que bajar eso.

—¿Qué? no puedo escucharle —bromeó Mike, ahuecando su mano en su oído.

Ella entró y bajó el volumen.

—Te lo dije la última vez que estuviste aquí. La música está bien, pero no es
una fiesta. Es un hospital. —Ella lo miró severamente y se dio la vuelta para
salir.
—En serio, ¿alguno de los otros pacientes se queja? O sea, simplemente estoy
preguntando. —Esta actitud era exactamente el por qué Mike había sido
regularmente mandado a detención desde noveno grado.

Norris soltó un suspiró.

—Incluso si los pacientes no se quejan, sus familias y otros visitantes podrían.


Puedes poner música, sólo mantenla baja. ¿Está claro?

—Como el cristal —dijo Mike, intentando hacer movimientos de break dance,


sólo que parecía un completo idiota. Me sorprendió que no se cayera.

Norris frunció el ceño y abandonó la habitación. Sé que ella tenía una sonrisa
en su rostro en el instante en que dio vuelta la esquina; ¿cómo no podría
reírse con el supuesto baile de Mike?

—Hombre, las enfermeras aquí apestan. Ni siquiera son sexis. —Mike se dejó
caer en la silla junto a la cama y se inclinó para subir el volumen uno o dos
clics—. Como sea.
80
Mike siempre decía cómo se sentía exactamente; a veces eso era estupendo, a
veces apestaba. El día que lo conocí, yo estaba en el parque de bicicletas. Lo
había visto allí antes, pero íbamos a escuelas diferentes, por lo que no
hablábamos. Entonces, justo empezaba cuando noveno grado, se acercó a mí.

—Estás súper alto, hombre —dijo, mirándome de arriba a abajo.

—Uh, sí, supongo que sí —contesté. No sabía si estaba bien decir que había
notado su loco cabello rojo y sus increíbles habilidades en la pista, por lo que
mantuve la boca cerrada—. Sí, antes era, como, un enano.

—¿Qué pasó?

—No lo sé. Mi padre es alto —ofrecí. Mike se quedó allí mirándome; quería
más de una explicación. Él no se veía mal; tenía hombros anchos y pesaba al
menos cinco kilos más que yo, pero también era como quince centímetros más
bajo, así como del tipo de una constitución robusta.
—En realidad, duele algo —confesé—. Me desperté durante la noche todo el
invierno. Mis huesos duelen.

—¿En serio? —A él le encantó eso—. ¿Doler cómo?

—Es difícil de explicar, pero mis músculos dolían por la mañana. Y por la
noche tenía estos dolores como si fueran calambres en mis piernas y cosas así.
Eso me pasó durante meses. Realmente apestó.

—Pero ahora eres súper alto. ¿Vas a seguir creciendo? —preguntó.

Me encogí de hombros.

—Ni idea. Mi padre mide un metro noventa, así que quizás.

—Rayos. —Mike raspó algo del fango del zapato de su bicicleta.

Me había dicho que había algunas chicas de mi escuela buscándome en la


pista, el día anterior.

—Nada feas —señaló. 81


No tenía ni idea de quiénes podían ser, pero probablemente sabía lo que
estaba pasando. Octavo grado fue importante para mí: crecí quince
centímetros, me quitaron la ortodoncia y empecé a usar más a menudo lentes
de contacto, sobre todo porque mis gafas se interponían con mi casco. Me veía
diferente y parecía que las chicas de la escuela lo habían notado y decidieron
que yo era lindo, o algo así. Un grupo de ellas comenzó a actuar raro cerca de
mí, riéndose todo el tiempo, diciéndome cosas estúpidas.

El día siguiente en la pista, Mike estaba allí nuevamente y señaló a las chicas
sentadas en un banco. Eran de mi clase de inglés y obviamente estaban allí
para verme; me saludaron con entusiasmo la segunda vez que miré en su
dirección.

—Salgamos juntos —dijo Mike, deteniendo su bicicleta junto a la mía—. La


rubia es impresionante. —Así que caminamos con las chicas a Mel’s Pizza y
agarramos algunas porciones, Mike haciendo todo lo posible para hacer
conversación con la rubia mientras yo estaba atorado hablando a la otra. No
era fea, pero tenía demasiado maquillaje y cosas en los labios y llevaba
zapatos de tacón altos, lo que me pareció extraño. Apenas podía caminar. De
todo lo que quería hablar era de las otras chicas de la escuela: quién era genial
y quién no.

—¿Conoces a Candace? Es tan bonita. Oh, ¿conoces a Ariel? Ella está bien.
¿Conoces a Amy? La odio. —Continuó así todo el rato. No podía conseguir salir
de allí con la suficiente rapidez. Pero Mike lo estaba pasando bien y estaba con
la rubia. Me dio la impresión de que no conseguía salir con chicas muy a
menudo; actuaba hiperactivo todo el tiempo. La chica pareció poco
enganchada; rió de algunas de sus bromas, pero al final, ella no le dio su
número de teléfono. Mientras pedaleábamos de regreso, Mike alzó su visera
ante la señal de stop y se dio la vuelta hacia mí.

—Mi hombre, no puedo agradecerte suficiente. De aquí en adelante, soy tu


hombre de confianza si necesitas uno. —Se acercó para estrecharme la mano y
apretó con fuerza.

Resultó que ambos empezábamos en el instituto Marshall ese otoño, y Mike se


82
aseguró de que mi transición a noveno grado fuera suave. Él sabía mucho
sobre los estudiantes de Segundo ciclo, así que en vez de ser acosados y que
nos gastaran bromas como a cualquier otro novato de noveno grado,
estuvimos con los populares desde el primer día: teníamos una mesa
fantástica en la que sentarnos, sabía que profesores evitar, dónde pasar el
rato, qué clase podía uno saltarse, todo. Mike pensaba que yo le acercaba a las
chicas, que él era mi hombre de confianza, pero en realidad, él fue quién me
llevó de idiota a popular rápidamente. Le debía todo, incluida Allie. Pero
nunca se lo dije.

Le miré, sentado junto a la cama de hospital y sentí una oleada de emoción.


Cuando saliera de aquí, iba a decirle cuánto apreciaba su amistad, a pesar de
que él pensara que fuera cursi. Quería que lo supiera. Tomó un trago de su
soda y asintió a la música.

—Está es la música que estaba sonando en el coche de Malcolm, ¿verdad?


¿Recuerdas cuando hicimos la fiesta de la cerveza esa noche, cuando estaba
nevando? Podía sentir la música de fondo a través de mis zapatillas. —Tomó
otro trago y se sentó mirando afuera por la ventana por un momento—.
Hiciste esa hilarante imitación del Sr. Perkins. ¡Estu-DIANTES, ahora, estu-
DIANTES! Maldición, pensé que iba a orinarme en mis pantalones. —Rió ante
el recuerdo. Mi imitación del director siempre hacía reír a Mike. Pero en este
momento su cara no parecía contenta—. Extraño esas cosas. Simplemente las
cosas estúpidas, ¿sabes? Fue una noche divertida —añadió en voz baja.
Pareció un poco incómodo con el silencio que cayó sobre la habitación cuando
la canción terminó. Presionó un botón en el iPod y empezó otra canción de
una banda diferente—. De todas maneras, es historia antigua, ¿cierto? —Se
puso de pie y caminó alrededor de la cama, su inquieta energía poniéndome
nervioso—. Tienes que ponerme al corriente sobre cuándo trabajan las
enfermeras sexis porque cada vez que vengo aquí están Fea y Más Fea.

No recordaba que Mike hubiera estado alguna vez aquí antes; debe haber sido
antes de que despertara. Y no me gustaba que llamara fea a Norris. Ella no era
una sexy enfermera porno, pero era una dama impresionante. Me gustaba.
83
—Tal vez algunas pacientes sexys, ¿eh? ¿Has estado echándoles un vistazo? Sé
que lo has hecho. —De inmediato pensé en Olivia y sentí que mi rostro se
ponía rojo. Esperaba que Mike no se diera cuenta. De todos modos ¿cuánto
tiempo había pasado desde que pasaba el rato con Olivia? Sabía que había
estado enfermo y uno o dos días habían pasado. ¿Tal vez más? En realidad no
la había visto desde el sueño donde se metía en la cama conmigo. No quería
pensar en eso, no especialmente con Mike aquí. Me hacía sentir como si
estuviese engañando a Allie. Tuve que recordarme a mí mismo que realmente
ya no estábamos juntos, por lo que no sería engaño. Incluso si sucedió, cosa
que no pasó, porque sólo fue un sueño. Pero sí nos tomamos de la mano esa
noche, en la sala de la televisión. Algo había sucedido. Algo que ella dijo. Traté
de aclarar mi brumosa mente y prestarle atención a Mike, pero estaba
hablando tan rápido y por todo el lugar, que estaba haciendo girar mi cabeza.
¿Siempre había sido tan hiperactivo?

—¿Ya te conté lo de Erin, la chica nueva? Creo que lo hice, pero voy a
contártelo otra vez. Su rostro está bien, así que no te sorprendas cuando la
veas. Ella no es Allie, ¿sabes? Pero el cuerpo. Oh, Dios mío, el cuerpo. Es como
los de Sports Illustrated1. Por supuesto que Perry el Pervertido está encima de
ella. Ya le pidió salir como diez veces. Ella usa esta falda… —Hizo una seña a la
mitad del muslo para mostrarme lo corta que era, luego sacudió la cabeza y
cerró los ojos, como para apartar la imagen antes de que pudiera seguir
hablando—. De todos modos, sólo estoy esperando el momento oportuno para
abalanzarme y pedirle salir a la dama. Tal vez podamos salir en una cita doble,
Erin y yo y Allie y tú, cuando salgas de aquí. Piensa en eso, ¿de acuerdo?

Allie, obviamente, no le había dicho que me dejó. Yo no podía lidiar con


meterme en todo eso, así que parpadeé una vez para sí, y Mike movió
rápidamente sus ojos de los míos. Se sentía como si no quisiera pasar mucho
tiempo mirando mi rostro, como si yo le diera asco o algo así.

—Genial, está bien. —Asintió al ritmo de la música. Miró por la ventana y


pareció absorto en sus pensamientos; era como si se hubiese olvidado de que
estaba allí. Algo me dio la impresión de que no le gustaba estar aquí… y que
no regresaría pronto. 84
Norris entró en la habitación y tomó mi historial médico a los pies de la cama.

—Por mucho que a West le encante tenerte aquí, me temo que las horas de
visita casi terminan —le dijo a Mike.

—No hay problema; casi habíamos terminado —dijo. Desconectó el altavoz y


lo agarró por el asa de la parte superior. Se levantó y me saludó como un
soldado en el ejército—. West, hermano, que estés bien. Hasta pronto. —Hizo
una elaborada reverencia a la enfermera Norris, con la floritura de una mano
al final—. Lady Enfermera, os digo adiós —le dijo, dio media vuelta y se
marchó.

Norris se movió a un lado de la cama para tomarme el pulso.

—Ese muchacho está loco. —Ella sonrió—. Pero me doy cuenta de que su
corazón está en el lugar correcto. Tú, por otra parte, lo estás haciendo mucho

1
Sports Illustrated: revista semanal dedicada al deporte.
mejor hoy. Una semana de fiebre y, finalmente, estás en vías de recuperación.
La neumonía no es divertida, ¿eh?

¿Podría haber sido una semana? Debo haber estado realmente fuera de mí.
Parecía sólo como un día o dos. Me preguntaba qué estaba pasando con Olivia,
¿dónde había estado? Luego tuve un horrible presentimiento. ¿Y si le había
pasado algo? ¿Y si también estaba enferma? Era muy delgada, y si le daba
neumonía, eso podría matarla. O, ¿y si su madre la transfería a otro hospital?
De repente recordé el sueño: una niña con sandalias, chorreando sangre,
buscando algo en ese cajón. El sueño estaba tratando de decirme algo: Olivia
estaba enferma, o se había ido. La idea de no verla hizo que me doliera el
pecho, como si alguien hubiese puesto un ladrillo gigante en la parte superior
de mi cuerpo.

Miré fijamente el reloj y deseé que Olivia abriera la pared y entrara


caminando. Tal vez podría enviarle un mensaje subconscientemente o algo así.
Dijo que conocía mis pensamientos. Pero no parecía funcionar. En su lugar me
quedé allí sintiéndome miserable hasta que mamá se presentó alrededor de 85
las seis.

—¡Estoy tan feliz de que te sientas mejor! —dijo alegremente—. ¡Mírate!


Puedo decir con sólo mirar tu rostro que estás en vías de recuperación. —
Acercó una silla a la cama y me tomó la mano—. Así que mañana, puedes
volver a la silla de ruedas, e incluso puedes dar un paseo. ¿No sería
emocionante?

En realidad no sonaba tan genial para mí, así que parpadeé que no, pero
mamá sólo siguió adelante.

—Y estoy segura de que tienes curiosidad con tu cirugía. El Dr. Louis ha sido
informado de cómo lo has estado haciendo y sólo tiene que ver tu análisis de
sangre antes de programar cualquier cosa. Dijo que tal vez en una semana o
dos, ¿de acuerdo? Una vez que consigamos que tu recuento de glóbulos
blancos vuelva a la normalidad y eso no debería tomar mucho tiempo.
Una semana o dos sonaba como para siempre; ya había estado aquí un mes.
Quería mi antigua vida de vuelta. Estaba listo para hacer esto ahora, no dentro
de dos semanas.

—Bueno, puesto que terminamos Harry Potter, recogí ese libro que Allie dijo
que tu clase estaba leyendo. —Mamá metió la mano en su bolso y sacó un libro
de bolsillo. Sólo la idea de Allie, de leer lo mismo que ella estaba leyendo, me
hizo sentir terrible. No quería pensar en ella, en la escuela, en la clase de
inglés, mis viejos amigos, mi antigua vida. Ni siquiera recordaba a mamá
terminando Harry Potter.

Allie me dejó. Mike ni siquiera podía mirarme. La única persona que en


realidad parecía entenderlo de repente había desaparecido. ¿Dónde estaba
Olivia? ¿Por qué no la había visto desde hacía días? Dijo que necesitaba un
amigo y yo pensaba que era uno. Supongo que estaba equivocado. Mi mundo
se había vuelto muy pequeño y se sentía como que se hacía cada vez más
pequeño.

—Oh, tus ojos siguen estando tan llorosos. —Mamá se inclinó sobre mí con un
86
pañuelo y limpió mi rostro. Ella asumía que sólo por estar enfermo mis ojos se
llenaban de lágrimas y estaba alegre por la excusa.

Mamá empezó a leer Una Paz Separada, sobre un hombre mayor que vuelve
de visita al lugar donde fue a la escuela secundaria. Él está caminando
alrededor recordando cosas que le ocurrieron y yo sólo podía decir que este
sujeto tenía una historia triste que contar… algo malo le iba a pasar a alguien y
yo no quería escucharlo. Me desconecté de las palabras que mamá estaba
leyendo. Dos semanas más, esa era la meta. Tenía que enfocarme en eso, en
salir de aquí, en que la cirugía fuese un éxito. Dos semanas más.
Capítulo 13
Traducido por Whiteshadow

Corregido por NayeliR

—W
est, despierta. —Oí la voz de una chica hablándome—.
West. —Su mano estaba sobre mi brazo, igual que en el
sueño, la chica cubierta de sangre.

—Soy sólo yo —dijo Olivia cuando desperté. Estaba sentada al lado de mi


cama—. ¿Estás mejor? Estaba preocupada por ti.

Parpadeé sí y ella se vio visiblemente aliviada.

—También estoy un poco hecha polvo. —Hizo un gesto a su tubo de


alimentación—. Infección. Supongo que una chica debe lavarse regularmente
87
las manos antes de sacar un tubo intravenoso, ¿eh? —Sonrió y sentí que algo
en mi pecho se relajaba. Olivia estaba todavía aquí. Estaba bien.

—Quería venir, pero han estado chequeándote regularmente, además de que


estabas como en una especie de insconciencia. Pero estaba pensando en ti. —
Sonaba tan grave, como una tarjeta de felicitación—. No podía dejar de pensar
en ti, sobre todo cuando esta noche estaba tratando de leer y tu amigo estaba
aquí inyectándole al lugar música rap. —Frunció el ceño. Yo estaba feliz de
tener a la sarcástica Olivia de regreso.

—Así que… —Tomó una respiración profunda—. Mientras estabas ocupado


estando enfermo, estuve ocupada siendo Harriet la Espía1. Por fin tengo a una
enfermera del turno de noche a la que le gusta fumar, mucho, así que tuve algo
de tiempo en el puesto de enfermeras para hacer un poco de investigación.

1
Harriet la Espía: En el original, Harriet the Spy (conocida como Harriet la Espía en Latinoamérica y España
y como La pequeña espía en Venezuela). Es una adaptación de la novela de 1964, Harriet the Spy escrita por
Louise Fitzhugh.
Se deslizó sobre la cama, cerca de mí y apretó el botón para levantarla, así que
estaba sentado mirándola.

—Aquí está la cosa: no estoy segura de que te vaya a gustar de lo que me


enteré. —Se inclinó hacia mí mientras susurraba:

—En primer lugar, busqué al chico que estaba en esta habitación antes que tú,
no fue un cuadro bonito. ¿Recuerdas que me dijiste que estás teniendo
pesadillas sobre un hombre?

Parpadeé que sí y ella continuó.

—Estaba… sé que suena horrible… pero estaba él, como, ¿quemado?

No.

—¿Estás seguro de que no se quemaba en un incendio o en el fuego o


cualquier cosa en tu sueño?

Una vez más tuve que parpadear no. No tenía ni idea de a dónde iba con esto. 88
—Hmmmmm. —Esto no era obviamente lo que quería oír—. El tipo que
estaba aquí antes, estaba realmente quemado, por eso estaba en coma. Fue un
coma inducido, estaban tratando de arreglar su piel con injertos y esas cosas.
Pero supongo que tuvo una infección grave... —Su voz se desvaneció—. De
todos modos, era horrible leer su expediente médico. Sólo pensé que tal vez
estabas soñando con él, con eso, ¿con un incendio o un tipo quemado?

Parpadeé no. Me di cuenta de que Olivia estaba decepcionada. Ella pensó que
tenía una historia de fantasmas en sus manos y que lo había resuelto, y aquí
estaba yo decepcionándola. Pero luego me puse a pensar, ¿y si éste hombre le
había hecho algo terrible a alguien, y si por eso fue que se quemó? ¿Y si él
atacó a la chica y entonces... quién sabe? Su novio o su padre fueron y le
hicieron algo terrible, ¿lo quemaron? Hice un gesto con los ojos hacia el cajón
donde Olivia mantenía la pizarra.

—Oh, lo siento, por supuesto, estoy teniendo una conversación unilateral aquí.
—Sacó el tablero y puso la pluma en mi mano. Escribí cómo.
—¿Cómo qué? —dijo Olivia—. ¿Cómo lo averigüé? Miré sus registros en la
oficina. Confía en mí, no fue fácil. La enfermera…

Hice un gesto a la pizarra y Olivia dejó de hablar y posicionó mi mano.


Quemar, escribí.

—Cómo. Quemar. ¿Cómo se quemó? No lo sé, no lo decía... o tal vez no busqué


lo suficientemente bien. ¿Debería tratar de averiguarlo? ¿Crees que esto está
conectado de alguna manera?

Parpadeé sí. Tenía que ser. No tenía sentido que yo estuviera teniendo estos
sueños violentos de este tipo, tenía que haber una conexión.

Miré la pizarra de nuevo y Olivia la limpió para mí.

Foto, escribí esta vez.

—Eres un genio —dijo ella, sonriendo y tocando mi hombro—. Había fotos en


su archivo, algo bastante horrible, pero voy a conseguir una. Si lo reconoces...
—Ella se estremeció visiblemente—. Espeluznante, ¿verdad? 89
Parpadeé sí. Ella estaba sobre la pista de algo, podía sentirlo.

Olivia suspiró y cerró los ojos por un segundo, como si estuviera pensando.

—Hay algo más. Mientras estaba en la oficina, también miré tu archivo. —Se
detuvo, su rostro no revelaba nada—. ¿Quieres saber? —Parpadeé sí y ella
continuó.

—No es una buena noticia, te lo advierto —dijo con tristeza, tomando la pluma
de mi mano y sosteniendo mis dedos en los suyos—. Parece que este doctor, el
doctor Louis, quiere hacer este tipo de cirugía experimental en ti, pero...

Esperé a que me dijera las cosas que ya sabía: que era arriesgado, mamá no
quería hacerlo, tenía que esperar dos semanas, ¿qué?

—Nadie parece pensar que vaya a funcionar. Según los archivos, lo ha hecho
en sólo unos pocos pacientes, y supongo que no ha ido tan bien. —Miró la
mano, como si estuviera inspeccionando mis dedos—. También supongo que
algunas personas han muerto. —Cuando levantó la vista, me di cuenta de que
estaba realmente triste por mí—. Lo siento.

Esto no era realmente nuevo para mí, había tenido la sensación, por la actitud
de mamá, de que no había un cien por cien de oportunidades para
recuperarme, pero creo que tampoco sabía que mis posibilidades eran tan
malas.

—Yo sólo tuve un par de minutos para mirar los dos archivos, pero por lo que
vi en el tuyo, los médicos de aquí creen que deberías ir por la opción más
natural, ver qué sensaciones regresan por sí mismas, tratar que lo consigas
con la silla de ruedas por el momento. Ellos piensan que la cirugía es radical y
que los riesgos no valen la pena. —Miré la pizarra y puso la pluma en mi
mano. Yo escribí una palabra: Tú.

Olivia tomó una respiración profunda.

—¿Qué pienso? —preguntó y parpadeé sí—. No lo sé, para ser honesta


contigo, acerca de la atención médica aquí, acerca de los médicos. Diablos, yo 90
no confío más en los médicos, he estado en hospitales durante tanto tiempo.
—Suspiró—. Quiero decir, ¿es tan terrible esperar un mes o dos y ver qué
pasa? No has estado aquí tanto tiempo. —Me miró con una pequeña sonrisa—.
Si esperas unos meses y todavía estás así, haz la cirugía. Pero, ¿y si tienen
razón y las cosas vuelven por su cuenta? —Pensé en cómo se sentía la aguja la
última vez que Norris me sacó sangre, sentí el aguijón frío del algodón con
alcohol. Iba a volver, pero, ¿cuánto volvería y con qué rapidez? ¿Y si no lo
hacía?

Ella se inclinó y empujó el pelo de mi frente, como mamá siempre hacía. Por
un instante me pareció que iba a besarme y el sueño de ella en la cama
conmigo pasó por mi mente. ¿Por qué Olivia de repente estaba siendo tan
dulce conmigo? ¿Qué había visto en el expediente que la hacía sentirse tan
condenadamente mal por mí? Era extraño que viniera a verme por la noche,
sentándose en la cama y no en una silla. Tal vez las probabilidades eran
peores de lo que mi madre me dijo, tal vez existía la posibilidad de realizar la
operación y seguir así, atrapado así para siempre. Nadie había hablado de eso.
Mi paranoia comenzó a instaurarse y fue como si pudiera sentirme cada vez
más frío con ella.

—Sabes, yo casi no te dije esto, pero... si fuera al revés, si supieras algo así de
mí, me gustaría saberlo. —Hizo una pausa para mirarme a los ojos—. Así que
decidí decírtelo. Tú eres la única persona que realmente me entiende aquí, así
que tenemos que cuidar el uno del otro.

Sus palabras resonaron en mi cabeza. ¿No había pensado lo mismo hacía unas
horas, que Olivia era la única persona que lo entendía? Fue un rayo de
esperanza que ella sintiera lo mismo por mí.

Olivia se inclinó hacia mí, poniendo su cabeza en mi pecho.

—Puedo escuchar los latidos de tu corazón —susurró, poniendo sus brazos


alrededor de mí. Se acurrucó y dejó escapar un suspiro, curvando el cuerpo
junto al mío.

Allie siempre olía un poco como las fresas, como a exterior. Ella me dijo que
era sólo su champú, pero olía a verano para mí. Olivia era diferente. Ella no era
91
como una chica de secundaria. La forma en que trasladó su cuerpo junto al
mío me hizo sentir que estaba creciendo. Olía a perfume, como una mujer
usaría, algo almizclado y rico. Oí su respiración volverse más tranquila y
regular y me di cuenta de que se había quedado dormida, sosteniéndome, su
largo pelo cayendo suavemente sobre mi pecho y las sábanas blancas.
Capítulo 14
Traducido por Simoriah

Corregido por obsession

H
ay sangre en mis manos. Llega a mis muñecas, salpica mis brazos.
Observo mis piernas, mi estómago, mi camisa, mis pantalones.
¿Dónde está el corte? No puedo encontrarlo. Hay tanta sangre. Abro
las palmas y veo que la sangre se ha secado en los pliegues, las líneas de mis
dedos; en lugares se está convirtiendo en marrón oscuro. Pero no estoy
sangrando. No siento dolor. No es mi sangre. Oigo las sirenas en la distancia y
sé que tengo que huir. No pueden atraparme. Huir se siente tan bien. Soy tan
poderoso, no hay manera de que puedan atraparme. Soy demasiado listo para
ellos. Me muevo como si tuviera súperpoderes, ahora fuera de la vereda y a 92
través de un patio, sobre un muro de piedra en un salto, a través de la parte
trasera de un estacionamiento. Me agacho detrás de un auto, respirando con
fuerza cuando me veo a mí mismo, un reflejo en las ventanillas del auto. Algo
no está bien, mi cabello está negro. Me muevo hacia el espejo lateral del auto.
Está oscuro, pero la luz de seguridad del estacionamiento es lo
suficientemente brillante para ver mi rostro en el espejo. No es mi rostro, es el
rostro de él. Soy él. Soy él.

***

Finalmente estoy completamente despierto. Después de tantos días borrosos,


tantas drogas y momentos a medio despertar, estaba completamente
despierto, consciente. Podría sentir la aspereza de las sábanas bajo mi piel, oír
y sentir todo, el sonido de las máquinas junto a mí. ¿Cómo podía haber
dormido jamás con ese sonido? Mi mente corre, dándose cuenta de que no me
he visto el rostro desde el accidente que me puso aquí. Todavía era yo,
¿verdad? ¿Quién era yo? Yo era West. West Spencer. Alumno de tercer año de
la Escuela Secundaria Marshall. Tengo cabello rubio, ojos verdes. Ojos avellana
según mi novia. Mi ex novia. Todo eso era real.

Pero y tal si no lo era.

¿Tenía cabello negro y ojos marrones? ¿Estaba cubierto en la sangre de otra


persona? ¿Había hecho algo terrible que nadie podía contarme, que yo ni
siquiera podía admitirme a mí mismo? ¿Y tal si ésta era una institución para
enfermos mentales y yo estaba completamente loco? ¿Podía tener más de una
personalidad? Tenía que ver un espejo para estar seguro de que era quien
pensaba que era. Olivia podría traerme uno. Porque Olivia era real. Estaba
aquí conmigo. Debía haberse levantado y haber regresado a su cuarto, antes
de las rondas de las enfermeras.

Me concentré en las visitas de mamá, papá, los doctores, las enfermeras,


Olivia, Mike, Allie. Ella me rompió el corazón. Eso sucedió. No estoy
imaginándolo. Y Olivia, quedándose dormida conmigo, sosteniéndome. La
forma en que eso se sintió. Eso fue real. Sólo tuve un sueño, un sueño en que
yo era alguien más. Pero no era yo. No le hice nada a nadie. No herí a nadie.
93
Esa persona, el hombre con cabello oscuro, no soy yo. Necesito ver una
fotografía del hombre que estaba en la habitación antes que yo y un espejo.
Pero ya lo sé: él no soy yo. Yo no soy él. A menos que… pero no.

No hice nada. Lo recordaría.

Estuve en un accidente, en la pista de bicicletas, en la rampa en la cantera. Sé


qué sucedió. Intenté reproducirlo en mi mente y estaba borroso, pero sucedió.
Sucedió.

Intenté cambiar las imágenes en mi cabeza: el hombre de cabello oscuro, sus


manos ensangrentadas, esa sensación de ser tan poderoso, fuerte e invencible.
Era una gran sensación, como la forma en que me sentía en la bicicleta cuando
todo iba genial, la forma en que me sentí en mi primera carrera y supe que iba
a calificarme. Quería esa sensación, la ansiaba, quería tenerla de nuevo. Como
la noche en que conocí a Allie y supe que a ella yo también le gustaba. La
forma en que me sentí cuando Olivia estuvo en mi habitación la noche
anterior, cuando no la había visto durante días, lo bien que se sintió sólo mirar
su rostro, cómo mi corazón había comenzado a latir y me sentí vivo. Todos
quieren sentirse así. Pero no con manos ensangrentadas, no como alguien
más. Quizás sólo tuve ese sueño porque extrañaba sentirme vivo. Quizás no
tenía nada que ver con ese tipo, o con el que se había quedado en la habitación
antes que yo. Pero tenía una persistente sensación en mi instinto de que
estaba conectado de alguna manera.

Algo no estaba bien, como Olivia había dicho: mis sueños estaban tratando de
decirme algo. Tenía que descifrar qué era. Algo sobre el hospital, esta
habitación. Algo clave. Y no iba a ser capaz de sacarme esa sensación de
encima hasta que lo descifrara, hasta que lo descifráramos.

Miré el reloj. Cuatro de la mañana. Horas antes de que Olivia estuviera


despierta. Horas antes de que cualquiera viniera a verme para ver que estaba
despierto. Practiqué mover las manos, como había estado haciendo
últimamente cuando me encontraba despierto pero sin visitas, sin drogas, sin
nada que hacer. Moví los dedos de la mano derecha, intentando formar un
puño. Casi lo logré. Los dedos de mi mano izquierda no eran tan fuertes. Podía 94
cerrarlos un poco, lo suficiente para meter el manubrio de una bicicleta, pero
no lo suficiente para sostenerme con fuerza. Y fue difícil. Tuve que
concentrarme completamente en eso. Regresé a la mano derecha e intenté
cerrarla tres veces, luego la izquierda. Tenía que mostrárselo a la terapeuta
física cuando regresara, la que pensaba que yo era un vegetal, le mostraría lo
que podía hacer.

Me dormí apretando la mano derecha con la fuerza suficiente para sentir mis
uñas hundiéndose en mi palma, aflojándolo sólo cuando sentí una mano suave
tocando la mía. Olivia.

—Hey, ¿sentiste esto? —preguntó, sus ojos oscuros agrandándose—. Me


sentiste tocándote la mano, te moviste. Estás mejorando, los doctores tenían
razón. —El sol estaba alto, mi habitación estaba llena de luz. Ni siquiera podía
ver el reloj, pero debía ser media mañana. Noté que Olivia no tenía el soporte
de su intravenosa con ella mientras acercaba la silla a la cama. Tenía la misma
expresión en el rostro de cuando descubrió que yo iba a ser capaz de estar en
una silla de ruedas, feliz por mí, pero no realmente. Un poco preocupada
también.

—Bueno, si te vas a poner todo agarrón, debería ser un poco más cuidadosa,
¿eh? Sabes que casi me metes en problemas anoche. —Me dio una mirada de
costado, obviamente un poco avergonzada—. Y pensaba que podía confiar en
un chico paralizado... pensaba que me amabas por mi mente. —Pasó su largo
cabello sobre el hombro, luego se rió—. En serio, casi nos atrapan. Desperté
dos segundos antes de que Norris hiciera su revisión. ¿Te imaginas? —Era
bueno ver una gran sonrisa en su rostro, oírla reír de verdad—. ¡Tendría que
explicar unas cuantas cosas!

Me tomó la mano y miró mi rostro, quedándose en silencio por un momento.

—¿Estás pensando mucho en algo, verdad? —Moví los ojos hacia el cajón.

—¿Quieres escribir algo? —Sacó la pizarra y levantó suavemente mi cama. Me


puso el marcador en la mano derecha y yo lo tomé rápidamente—. ¡Mi alumno
favorito, has estado practicando! 95
Sentí mi pecho ampliarse de orgullo. Por supuesto que sería la primera
persona en notarlo. Sostuvo la pizarra para mí y escribí una palabra.

—¿Espejo? ¿Quieres... quieres ver un espejo? ¿Para ti? —Olivia soltó una
risita—. ¿Qué, duermo aquí contigo una vez y quieres ver cómo luces, ver si
todavía lo tienes?

Pestañeé no, pero ella se estaba divirtiendo demasiado para detenerse.

—Debería haberlo sabido. Ustedes los chicos guapos son iguales. Quieres
arreglarte el cabello de la manera correcta, asegurarte de que todavía eres
sexy... de acuerdo, lo entiendo. Regresaré enseguida, chico guapo. —Olivia
sacudió la cabeza mientras abría la división de la habitación, pero luego se
volvió—. De hecho, creo que vi... —Se movió alrededor de la cama hacia una
pequeña mesa y abrió el cajón. Observándola mirar dentro hizo que me
sintiera enfermo por el déjà vu. Una niñita buscando algo en un cajón.
Llorando, chorreando sangre. ¿Eso era algo que realmente había sucedido?
—Aquí vamos, guapo. —Olivia sostenía un espejo con una manija de plástico.
Lo sostenía con fuerza contra su pecho, para que no pudiera verlo—. ¿Estás
listo para ver lo espantoso en que te has convertido? —bromeó, luego volvió
el espejo, cerca de mi rostro.

Era yo. Mismo cabello, pero más largo. Demasiado largo. Y lucía sucio, como si
no lo hubiera lavado en una semana. Intenté recordar cuándo fue la última vez
que una enfermera me había lavado el cabello, pero no pude. Mis ojos todavía
eran verde avellana. Tenía una ligera barba en el rostro, sólo un poco. Sólo
tenía que afeitarme una vez cada par de semanas, así que eso era nuevo para
mí. Parecía mayor. En cierta forma mejor, de hecho. Podía ver el tubo del
respirador, conectado a un gran cuello ortopédico de plástico. Estaba feliz de
no poder realmente verme la garganta, o donde estaba el agujero. El tubo
simplemente desaparecía en el cuello ortopédico. Parecía como algo que los
jugadores de fútbol llevaban bajo sus uniformes. No era tan malo como pensé
que sería.

—¿Necesitas más tiempo? ¿Quiero decir, debería dejarte solo con tu 96


hermosura? —bromeó Olivia—. Sólo hazme saber si necesitas algo de
privacidad.

Pestañeé no y ella bajó el espejo; ahora sólo estaba mirando su rostro. Estaba
feliz de estar bien, de ser yo. Olivia sonrió y apartó mi cabello.

—¿Te gustó lo que viste? —Ahora no bromeaba; de hecho, se veía un poco


preocupada.

No quería pestañear ni sí ni no. Sí me gustaba lo que veía, porque era yo y no


alguien más, alguien que había hecho cosas terribles. Pero no me gustaba
cómo lucía ahora, con cabello largo y grasiento y barba creciendo en parches
sobre mi rostro por el bien de Olivia. Quería que me viera como lo hacían las
chicas de la escuela, arreglado y limpio. Llevando vaqueros, no una bata de
hospital. Quería que me viera así.

—Eres un tipo muy apuesto, West. Debes saber eso. —Olivia regresó el espejo
al cajón y lo cerró—. Sé que las chicas de tu escuela deben volverse locas por
ti. —Una vez más me había leído los pensamientos. Deslizó su mano en la mía
y miró por la ventana—. Yo también puedo verlo, no me malinterpretes. —Me
miró a los ojos una vez más—. Sí, eres sexy —dijo renuentemente—. Pero...
conocerte aquí —dijo, me soltó la mano e hizo gesto hacia la habitación
alrededor de nosotros—. No es sobre eso, es sobre esto. —Puso una mano
sobre mi pecho y la sostuvo allí—. Incluso si tu bonito rostro hubiera sido
arruinado en el accidente, no me importaría. Todavía eres tú. —Movió la mano
hacia mi mejilla y se sentó ahí mirándome por un largo tiempo. No pude evitar
pensar en lo que no se decía. Que incluso si no podía caminar, todavía era yo.
Que incluso si la cirugía no funcionaba, todavía era West. Y de alguna manera,
Olivia había llegado a conocerme, a pesar de todo eso. Y aun así le gustaba
quién era. Yo le gustaba, la forma en que era ahora.

—Las cosas que nos sucedieron, a ambos, cambiaron quienes somos, pero... —
Se detuvo—. Quizás no somos tan diferentes de cómo solíamos ser, ¿verdad?

Miré la pizarra y ella entendió que quería escribir algo. Estiró la mano para
sostenerla en alto. Era una larga palabra, así que me tomó un segundo. Escribí
la palabra “hermosa”. Olivia tomó la pizarra y la sostuvo en su regazo, 97
mirándola. Luego se inclinó sobre mí, poniendo sus labios sobre los míos,
besándome, suavemente al principio, delicadamente, luego con fuerza y
rápidamente, sus manos en mi rostro y en mi cabello. Nadie me había tocado
tan bruscamente, de forma tan cercana desde el accidente. Se detuvo casi tan
rápidamente como había comenzado, inclinándose sobre mí y susurró mi
nombre en mi oído.

—West... —Se sentó y me miró—. Tu madre vendrá para llevarte a caminar


hoy; es sábado. —Se puso de pie de un salto y enderezó su bata, mirando el
reloj. Se detuvo por un segundo, levantó la pizarra y volvió a leer la palabra
una vez más.

—Me voy a llevar esto conmigo, si no te molesta. —Sonrió y abrazó la pizarra


contra su pecho mientras caminaba hacia el pie de la cama, hacia la pared
divisoria—. Pero te veré después. —Me dio una última mirada mientras
cerraba la puerta y la oí soltar una risita, como si esto fuera una locura. Y tenía
razón. Era una locura. ¿Qué estaba sucediendo? Olivia me gustaba. Y yo me
estaba enamorando de ella. Estaba en el hospital, paralizado, y
enamorándome de la chica más inusual, confusa, hermosa, misteriosa e
increíble que jamás había conocido.

98
Capítulo 15
Traducido en SOS por Dai

Corregido por Curitiba

—¡H
ey, mírate! —Mamá entró media hora después de que
Olivia se fuera—. ¡Te ves muy bien hoy! —Había estado
pensando en Olivia, por lo que debía ser obvio en mi
cara. Nunca fui muy bueno en ocultar mis sentimientos.

—Así que hoy es un gran día, te voy a llevar a dar un paseo. ¡Fuera! —Mamá
estaba tan emocionada que prácticamente estaba aplaudiendo. A pesar de que
a veces podía ser molesto su entusiasmo, estaba muy emocionado de verla tan
feliz. Su último par de visitas no habían sido las mejores—. Y tan pronto como
estés en la silla —miró el reloj—, te tengo una sorpresa. Muy grande.
99
El ayudante pelirrojo entró en la habitación detrás de ella.

—¿Estás listo?

—Sí, estamos listos —respondió mamá con entusiasmo. Él se movió a un lado


de la cama para levantarme, luego me bajó para que mis piernas colgaran.

—Nos gustaría que te sentaras durante un par de minutos antes de ir en la


silla, sólo para que tu sangre fluya bien —explicó. Él fue a buscar mi silla de
ruedas a la esquina de la habitación y la puso al lado de la cama—. Ya regreso.

—¿No es guapo? —murmuró mamá—. Me recuerda un poco a Mike. O a cómo


podría verse Mike si se cortara ese cabello. Hablando de eso. —Se acercó a mí
y me echó flequillo hacia atrás—. ¿Qué vamos a hacer con esto? Me pregunto
si aquí tienen una enfermera que pueda cortarte el cabello o si debo traer a
alguien…

El ayudante regresó y se acercó a la cama.


—¿Vas a hacerlo tú solo? —preguntó mamá nerviosa.

—Es más fácil de lo que piensa. En realidad, usted podría hacerlo. Le


enseñaremos cómo trasladarlo antes de que vuelva a casa —explicó el
hombre.

—Oh no, no volverá a casa con una silla de ruedas, se someterá a una
operación la semana que viene. ¡Estamos esperando lo mejor! —Ella cruzó los
dedos y le dio al hombre una gran sonrisa.

—¿Es así? —dijo, levantando las cejas. No parecía muy convencido cuando se
inclinó hacia mí y puso su brazo alrededor de mi espalda, igual que Olivia
había hecho, pero con un poco más de fuerza y suavidad que habría obtenido
por la práctica. Me inclinó sobre su espalda y me trasladó a la silla en unos dos
segundos, levantando los apoyabrazos y moviéndome sobre la bolsa
intravenosa—. Este es siempre el último paso —explicó a mamá, apagando el
respirador y luego conectando el tubo en la parte posterior de la silla. Accionó
el interruptor y oí el portátil encenderse, bombeando aire a mis pulmones—.
Eso es todo, por si acaso alguna vez necesita saberlo —dijo.
100
—Oh, no creo necesitarlo —dijo, pero el rostro de mamá parecía nervioso,
como si ella no estuviera segura de sí misma mientras lo veía colocando mis
pies en los reposapiés.

—Él está listo para salir. Este es el freno. —Le mostró a mamá el pedal
mientras salía detrás de la silla—. ¿Alguna pregunta? —Cuando mamá negó
con la cabeza, se giró para irse—. Estamos cerca por si necesita algo. —Me
alegré de ver que se iba. Algo del tipo me molestaba, condescendencia, como si
él no creyera que mamá podría empujarme en una silla de ruedas, o que nunca
iba a salir de aquí. Él era un idiota.

—Sí que hace que parezca fácil —dijo mamá para sí misma mientras me
empujaba lentamente a través de la puerta—. Vamos a ir hacia lo de las
enfermeras. —Mamá empujó la silla hacia la derecha y vi el mostrador bajo
donde las enfermeras tenían algunas computadoras y un montón de papeles
esparcidos alrededor—. Hola —dijo alegremente a las enfermeras de
guardia—. Esperamos a algunos visitantes hoy y yo sólo quería que sepan que
vamos a estar… ¡Oh, mira, ahí vienen!

A través de las puertas dobles al final del pasillo, vi a tres personas entrando:
una era Mike, su cabello pelirrojo imposible de ocultar. Otro era mi padre, alto
y delgado, lo reconocería en cualquier lugar. La tercera persona era una chica
pequeña con un abrigo largo y negro, me tomó un segundo darme cuenta de
que era Allie, mi Allie, con su cabello todo escondido bajo un sombrero.
Cuando entraron, se quitó el sombrero y sacudió su cabello rubio, ninguno de
ellos se dio cuenta de que estaba sentado a pocos metros de distancia hasta
que mamá llamó.

—¡Hey, aquí, adivinen qué!

—Oh hombre, es bueno verte. —Papá dio grandes zancadas y me alcanzó


primero. Pude ver lágrimas en los ojos, o tal vez hacía mucho frío afuera y sus
ojos estaban llorosos. Se arrodilló delante de la silla y puso sus manos sobre
las mías—. Te ves bien; la última vez que te vi, no te sentías tan caliente, tenías
fiebre muy alta, pero guau.... ¿lo verías? —Papá se puso de pie rápidamente, se
101
volvió a mamá y le dio un fuerte abrazo—. Se ve bien, se ve muy bien,
¿verdad?

Mamá estaba de pie detrás de mí, así que no podía verla, pero podía oír que
estaba lloriqueando. Volví mi atención a Mike y Allie.

—¿Cómo lo llevas? —Mike se acercó, me dio un medio puñetazo en los


nudillos y luego se quedó allí torpemente mirando a su alrededor.

—Hola —dijo Allie en voz baja—. Te ves mucho mejor, estabas muy pálido
antes y estabas ardiendo. —Ella extendió la mano para tocar mi frente bajo el
cabello. ¿Ella estaba aquí cuando yo estaba enfermo? ¿Cuándo fue eso? ¿Cómo
es que nadie me lo dijo? Pensé en Olivia, ella tenía que saberlo, se enteraba de
cada vez que alguien venía a verme. Y no me lo dijo.

—Sentémonos todos. He traído bocadillos y las enfermeras nos dijeron que


podíamos tener la habitación de la televisión un rato para nosotros por. —
Mamá giró la silla y condujo al grupo por el pasillo hacia la sala de televisión.
Pasamos por mi habitación, después por la de Olivia. Me esforcé por ver el
interior, pero sólo alcancé a ver el borde de la cama, no podía decir si había
alguien en ella o no. Quizá vendría a la sala de televisión para satisfacer a mis
padres. Tenía la esperanza de que lo hiciera, sólo que Allie estaba allí y podría
ser raro.

Mamá me condujo a la sala y luego hacia la larga mesa. Todos los demás
tomaron sillas y se sentaron.

—Oh, dejé los sándwiches en la habitación. Ya vuelvo —dijo mamá, dándose la


vuelta para irse.

Papá y Mike estaban hablando sobre un partido de fútbol que estaba en la


pantalla de la televisión.

—¿Me pregunto si nos dejarán subir el volumen? —preguntó Mike—. Cuando


traigo música, esas enfermeras casi tienen una apoplejía… —Mike se calló—.
Quiero decir, sin ofender, ¿realmente tienen víctimas de apoplejía en este
hospital? 102
Allie lo fulminó con la mirada.

—En serio, Mike.

—¿Qué? ¿A quién le importa? ¡Nadie puede OIRME! —Gritó la última palabra.

—No eres gracioso —dijo Allie en un susurro.

—He estado aquí más veces que tú, así que creo que sé más sobre lo que
ocurre en este lugar, ¿está bien?

Entonces, tal vez Mike sabía que nosotros rompimos. Quería decirle que
estaba bien, que yo estaba bien con eso, pero ni siquiera me miraba. En
cambio, apoyó la cabeza contra la mesa por un momento.

—Está bien que estés nervioso, Mike, está bien. —Papá le dio unas palmadas
torpes en la espalda.

Mike mantuvo la cabeza baja, pero todavía podía escucharlo.


—Es este lugar, sólo… apesta, no está bien. —Mike golpeó su mano con
violencia contra la mesa, haciendo que las cajas de rompecabezas temblaran—
. ¡Todo esto apesta!

Allie apartó la vista, horrorizada. Sabía que Mike la estaba avergonzando.

—Voy a caminar. —Mike apartó su silla y, sin decirme nada, salió


apresuradamente de la sala con su cabeza baja.

—No hemos olvidado lo difícil que ha sido esto para ustedes, chicos —dijo
Papá, moviéndose para sentarse junto a Allie—. Es duro para todos y
realmente quiero agradecerles estar aquí por West, significa muchísimo para
nosotros.

Allie bajó la vista a la mesa, sollozando. Jesús, ¿también empezaría a llorar?


¿Qué clase de sorpresa de mierda era esta? Ella volvió a levantar la cabeza
justo cuando mamá entraba con una bolsa de delicatessen. Lo que había allí,
olía delicioso.

—¿Dónde está Mike? —Miró a papá, quien negó con la cabeza lentamente.
103
—Regresará —contestó Allie—. A ver, déjeme ayudarle —dijo, tomó la bolsa y
buscó entre los sándwiches, repartiéndolos. La vi moverse alrededor de la
mesa, colocando cuidadosamente servilletas y refrescos en el lugar de cada
persona. Yo había estado saliendo con Olivia durante tanto tiempo, me había
olvidado lo rosa y brillante que lucía Allie… las mejillas sonrosadas por el frío,
su rizado cabello dorado que brillaba intensamente en la luz del sol. Ella era
hermosa, no se puede negar eso, pero Olivia tenía su propia apariencia… un
tipo de belleza frío y oscuro.

—Así que… —Mamá desenvolvió el sándwich y me miró—. Les contamos a


Mike y a Allie lo de tu cirugía y quisieron venir y desearte suerte ¿verdad,
Allie? —Me di cuenta de que cuando me hablaba a mí, lo hacía más fuerte.

—Sí. —Allie no se encontró con mi mirada, sino que se centró en abrir su


refresco, y luego me miró rápidamente—. Sé que va a ir muy bien, señora
Spencer y... y luego... —Allie se detuvo y se calló, me di cuenta de que no
quería llorar delante de mis padres—. Bueno, va a ser como era, todo estará
bien... —Ella desenvolvió el sándwich y lo puso delante, pero yo sabía que no
lo comería.

Mike entró rápidamente a la habitación y se sentó en una silla, como si nada


hubiera pasado.

—Guapa, gracias, señora S, esto se ve impresionante. —Mordió su sándwich y


se comió la mitad en dos bocados—. Entonces, ¿quién está en la habitación
contigua a West? La madre de ese chico parece una modelo o algo así.

—Por favor, no hables con la boca llena —dijo Allie con enojo. Me di cuenta de
que ella y Mike, apenas podían soportarse cuando yo no estaba alrededor para
interferir… no habían estado llevándose bien en mi ausencia.

—Creo que es una señorita, no sé mucho acerca de ella —respondió mamá—.


En realidad, creo que dijo que era una bailarina, o tal vez su hija era una
bailarina. —Mamá negó con la cabeza—. No me acuerdo.

—¿Hay una bailarina en escena? —preguntó Mike, sus cejas subiendo y


bajando un par de veces como un canalla.
104
—En serio, Mike —resopló Allie—. Un poco de respeto. Su hija está en el
hospital.

Mike se encogió de hombros y mordió su sándwich, terminándolo.

—Tengo curiosidad sobre quién pasa el tiempo con mi West —dijo Mike,
haciéndome un guiño—. Eso es todo. —Miró a la cara escéptica de Allie y
sonrió, limpiándose las manos con una servilleta—. Gracias de nuevo por el
sándwich, sabroso —le dijo a mamá—. La próxima vez que salga con West, él
también va a comer uno, ¿verdad, amigo? No comerás más por un tubo. —
Mike apartó la silla y se acercó detrás de mí—. ¿Puedo llevarlo a dar una
vuelta? Al final del pasillo, nada loco.

—Oh, no creo —dijo mamá rápidamente.

—Déjalo, es al final del pasillo —suspiró papá.

Mamá lo miró con furia, pero dijo:


—Está bien, cinco minutos, Michael.

Mike sacó mi silla de ruedas de la mesa y la hizo rodar lentamente por la gran
puerta.

—Cinco años —dijo por encima del hombro.

Al segundo en que estuvimos fuera de la puerta, empezó a caminar y a


empujar más rápido.

—Maldita sea, espero que esa chica no se haya ido, tienes que verla. —Se
detuvo ante la puerta de Olivia, espiando hacia adentro—. Gonzo, vamos a ver
si se fue por aquí… —Corrió por el pasillo, empujándome demasiado rápido
hacia el puesto de enfermeras. Cuando doblamos la esquina, desaceleró—.
Hola, señoras —dijo a las enfermeras, que apenas levantaron la vista. Me giró
hacia las mismas puertas dobles por las que él había entrado.

—Es ella —susurró, inclinándose a mi oído. Fuera, había una mujer alta y
delgada con un abrigo oscuro, ceñido con fuerza alrededor de la cintura. Lo
primero que noté fueron sus piernas. A pesar de que hacía frío, se daba el lujo
105
de usar botas de color negro, con tacones altos. Entonces, vi la cara. Era el
rostro de Olivia. Podría haber sido Olivia, sólo que mayor, con el pelo más
corto y el lápiz labial oscuro y maquillaje de ojos. Por la forma en que se
llevaba un cigarrillo a los labios, aspiraba profundamente y después exhalaba
el humo hacia el aire frío, parecía como si estuviera en una película.

—¡Por Dios!, no me dijiste nada de esta chica, manteniendo las cosas buenas
para ti. ¿Su hija se parece a ella?

Parpadeé “sí” antes de poder evitarlo. Un error. No quería que Mike molestara
a Olivia, que entrara en su habitación. Además, no quería que Olivia conociera
a Mike, todavía no, no hasta que hubiera tenido la oportunidad de ponerla al
corriente de cómo era él. Pero luego me di cuenta de algo. Olivia no era como
Allie. Podía manejar totalmente a Mike. Se comería a Mike para el almuerzo. El
pensamiento me hizo reír.

—¿Acabas de decir algo? —Mike rodeó la silla hacia la parte delantera y me


miró a la cara—. Eso era extraño, fue como si dijeras algo. —Mike se rió, pero
sonaba forzado—. No, en serio. —Estudió mis ojos un segundo y yo no
parpadeé.

La madre de Olivia nos había visto mirándola y nos dio una de esos saludos
condescendientes que les dan a los niños pequeños.

—Auch, atrapados. Así se hace, chico silla de ruedas. —Mike sonrió y le


regresó el saludo.

—Buena suerte aprovechando eso después —murmuró Mike, llevándome de


regreso a la sala—. En realidad… —Se inclinó y me habló al oído mientras me
acompañaba por el pasillo—, una vez que estés fuera de esta silla, apuesto a
que puedes utilizar todo este accidente para un montón de simpatía y echar
un polvo. O tal vez eso es lo que yo haría. —Doblamos la esquina en el cuarto y
Mike fingió felicidad—. Hola, estamos de regreso de nuestra aventura. Vuelvo
con West, tal como lo vieron por última vez, sólo que con un nuevo tatuaje.

Me di cuenta de que mamá y papá estaban sentados más cerca ahora y Allie
estaba justo al lado de ellos. ¿De qué habían hablado mientras yo no estaba? 106
Había una sensación de incomodidad en la habitación, como si hubiera
interrumpido algo. Tal vez Allie les estaba diciendo que ella me dejó.

—Probablemente deberíamos dejar que este hombre descanse, pero gracias


por venir, a los dos. —Mamá se puso de pie y abrazó a Mike y luego a Allie.
Papá se levantó y limpió la comida de la mesa—. Te llamaré esta noche —le
dijo a mamá, dándole un abrazo. Todavía era sorprendente para mí ver a mis
padres actuar de esa manera, como si todavía se gustasen.

—Me alegro de verte, West —dijo Allie, finalmente, mirándome a la cara. Ella
parecía estar buscando algo, tal vez una señal de que todavía me preocupaba
por ella.

—La próxima vez, dos piernas en vez de cuatro ruedas. —Mike besó la parte
superior de mi cabeza con fuerza y salió por la puerta al lado de Allie, sin
mirar atrás.

—Voy a estar aquí para el gran día la semana próxima, amigo. —Papá bajó y
me miró a la cara—. Mantente sano, ¿de acuerdo? —Él y mamá
intercambiaron una mirada sin palabras, mientras caminaba hacia la puerta y
ella volvió a sentarse.

—Tu padre voló sólo para quedarse hoy y luego trajo a esos dos hasta aquí. —
Ella terminó su refresco y puso la lata vacía en la mesa—. Para ser honesta
contigo, de todos sus amigos, creo que Mike es el que lo está tomando con más
violencia. Ese muchacho. —Ella negó con la cabeza lentamente y miró por la
ventana, a los mismos árboles de invierno que siempre miraba yo—. Su madre
me dijo que él ha estado pasando un momento terrible en la escuela, peleas,
detenciones, lo que sea.

Detenciones no era nada nuevo para Mike, pero las peleas sí. ¿Con quién se
peleó? ¿Y por qué? Sentí como si no me dijera nada real en las visitas,
simplemente suavizaba todo.

—Una parte de mí piensa que tal vez lo ayudas a mantenerlo conectado a la


tierra. Realmente te necesita como amigo. —Mamá me miró y se encontró con
mi mirada—. Sólo una razón más para mejorar.
107
Como si necesitara otra razón.
Capítulo 16
Traducido por Aylinachan

Corregido por obsession

T
engo frío. Meto las manos en los bolsillos, pero mis dedos siguen
entumecidos. Los dedos de mis pies están tan fríos que ya no los siento
y está oscureciendo. Con la luz de las farolas puedo ver los copos de
nieve empezando a caer. Quiero llegar a casa; camino más rápido, con pasos
largos, mirando mis botas golpear la acera. Pero cuando levanto la vista
parece que me he ido por el camino equivocado. De alguna manera he llegado
al centro de la ciudad. Conozco esta parte de la ciudad, pero está muy lejos de
donde vivo. A lo lejos se ven unos faros en la calle, un autobús. El conductor
hace una parada y se abren las puertas. 108
—¿Subes? —pregunta.

Es un tipo grande, sus muslos se derraman sobre el asiento del conductor y su


carnosa mano agarra el volante. Es entonces cuando veo a Olivia. Está sentada
en la parte de delante del autobús, mirando por la ventana. Está tan pálida, tan
triste. Me alegro de verla, pero ella no se alegra al verme. Aparta la vista de mí
y niega con la cabeza, en silencio, despacio. Su boca no se mueve. El conductor
me cierra las puertas en las narices y se aleja. Por un segundo pienso que tal
vez era la madre de Olivia la del autobús. Pero no, puedo ver el cabello, largo y
oscuro a su espalda alejándose. Sé que era ella.

—¿Tienes un cigarrillo? —me pregunta alguien y me vuelvo para ver un tipo a


mi lado. Es mayor que yo, pero yo soy más alto. Parece helado, con una vieja
chaqueta de cuero marrón, una camiseta raída y unos vaqueros desgastados
sucios—. ¿Fumas? —Vuelve a preguntarme. Niego con la cabeza y comienza a
alejarse, pero luego se detiene, se gira y dice:
—¿Te conozco? —Cuando la luz de las farolas enfoca su rostro me doy cuenta
de que yo lo conozco a él y él me conoce a mí. Lo he visto antes—. Hombre, ya
me gustaría tener un cigarrillo. —Se palpa el bolsillo superior de su chaqueta
y es entonces cuando veo la sangre. En sus manos, los tatuajes en sus nudillos.
Las muñecas de la chaqueta. Algunas salpicaduras en la cara.

—¿Seguro que no tienes un cigarrillo? —Se acerca a mí otra vez y entonces


escucho algo, una chica llorando. Empieza suave, pero luego es más fuerte,
sollozando, jadeando en busca de aire. Hay alguien en el suelo, junto a la
parada de autobús, una chica tendida en el suelo, hecha un ovillo, llorando—.
No tienes que preocuparte por eso —dice el tipo, que se coloca delante de ella
para que no pueda verla—. No te preocupes por ella, es una pérdida de
tiempo.

***

—No quería despertarte —dijo Olivia, secándose los ojos, después se sonó la
nariz—. Sólo iba a ver cómo estabas. A veces, cuando estás dormido, vengo
aquí para asegurarme de que estás bien. Lo hacía cuando estabas enfermo.
109
Sólo quería... saber que estabas bien. —Agarró otro pañuelo y ruidosamente
se sonó la nariz. Esperaba que hiciera una broma, sobre lo de acosarme en mi
sueño, sobre su bocinazo de nariz poco femenino, pero no lo hizo. Su cara
estaba muy seria, triste.

Era de noche y la habitación estaba fría, como si rechazara el calor.

—Sé que tus padres estuvieron hoy aquí —dijo, tirando de su bata sobre sus
rodillas y lloriqueando—. Y sé que Mike estuvo aquí. Y sé que “ella” estuvo
aquí.

Se detuvo un momento y miró al suelo.

—Lo siento, soy un desastre. Es que... mi madre estuvo aquí hoy y no tuvimos
una gran visita. Ella te vio, por cierto. —Olivia sonrió y llamo mi atención—.
Dijo “¿qué está haciendo un chico tan guapo en un lugar como este?” —Puso
un acento francés que sonaba muy convincente. Olivia respiró hondo y giró la
cabeza lejos de mí y por un segundo, me acordé de su madre, fumando fuera.
Los mismos gestos, la misma belleza medida—. ¿Vamos a dar un paseo? —
Levantó la parte posterior de mi cama hasta que me quedé sentado, luego deja
caer el reposapiés—. No sabía la forma de permitir que te sentaras así durante
un par de minutos antes de ponerte en la silla —explica—. Me he enterado
hoy.

Me preguntaba cuánto había escuchado ella durante la visita de mis padres,


cuánto había oído o visto.

—Mientras tú consigues acomodarte, tengo algo para ti. Ahora vuelvo. —Pasó
el divisor y me deja sentado solo en el cuarto oscuro. Sentía que los dedos de
mis pies estaban fríos, mis pies estaban fríos. Esa era una sensación nueva,
algo que no había sentido en mucho tiempo, un pequeño hormigueo.

Volvió un momento después, portando una carpeta de manila, como las que
tenían en la escuela.

—¿Recuerdas cuando hablábamos de esta sala, sobre tus pesadillas, de que tal
vez el chico que estaba antes aquí tenía algo que ver con eso? —Abrió la 110
carpeta y pasó unas pocas páginas mecanografiadas—. Tengo una foto de él.
Un par de fotos. Pero te lo advierto, no es bonito. ¿Quieres verlo? —Parpadeé
y ella echó un vistazo a la foto antes de alcanzar mi lámpara de noche y hacer
clic en ella. Levantó la imagen para que pudiera verla.

Era difícil decir cuántos años tenía el tipo que estaba en la foto. Tal vez veinte,
tal vez mayor. O más joven. Lo que quedaba de su cabello era rubio. Parecía
sacado de una película de terror: ojos saltones que miraban fijamente en una
cara esquelética. Me llevó un segundo darme cuenta de que él no podía evitar
esa mirada fija, sus párpados se habían ido. Parte de su nariz había
desaparecido, dejando un agujero rosa en medio de la cara. Sus labios no
estaban; sólo se veían los dientes y las encías ennegrecidas. Tenía una oreja
con un pequeño parche de pelo rubio sobre ella. En el otro lado de su cabeza
lo que antes era la oreja ahora era una bola de carne roja. Supe de inmediato
que no era el hombre de mi sueño. No era el chico de pelo oscuro con sangre
en sus manos. Pero no podía dejar de mirar la foto.

—¿Es él? —preguntó Olivia. Aparté los ojos de la imagen y parpadeé no.
Le dio la vuelta a la imagen y la miró ella misma un segundo, luego la metió de
nuevo en la carpeta.

—Me alegro de que no sea él, para ser sincera —admitió—. No quiero pensar
que esté rondándote a ti o esta habitación. —Cogió la silla de ruedas del
rincón—. Creo que aún me siento mal, como si pudiera haber hecho algo más,
debería haber hecho más por él. Si resulta que su fantasma estuvo aquí, sería
una señal de que yo tenía razón. ¿Eso tiene sentido? —Vino a sostenerme,
para colocarme en la silla, puso el brazo alrededor de mi espalda y mi pecho
sobre su hombro. Me levantó y colocó con más facilidad en la silla esta vez—.
Ese asistente tenía razón, tu madre podría hacer esto por ti. Cada vez es más
fácil. —Descolgó la bolsa de suero y la colocó en el poste de la silla—. Ahora,
vamos a ver si puedo hacer esto bien.

Con mucho cuidado, apagó el respirador, conectó el tubo al portátil y lo


encendió. No me saltó una respiración.

—¿Bien? —Rodeó la silla y me miró a la cara un momento. Parpadeé sí y


esperé una sonrisa, pero no conseguí ninguna. Me daba la sensación de que
111
Olivia estaba enfadada conmigo, o enfadada con su madre o simplemente
enfadada. Tal vez fue el ver esa foto deprimente del tipo quemado. Quería
animarla, como ella había hecho por mí muchas veces.

—Me siento como si tuviera que haber tratado de ser amiga de ese chico, ese...
—Hizo una pausa y miró el archivo encima de mi cama— Paul. Tal vez podría
haber hecho algo, notado algo, decirle a las enfermeras.

Pensé en el día que tuve fiebre y Olivia fue la primera en darse cuenta y llamó
a la enfermera. Tal vez ella podría “haber hecho” algo por ese chico, pero
quien sabe, tal vez no. Parecía que estaba bastante mal parado.

Parpadeé no hacia ella. No podía estar por encima de sí misma.

—Estoy teniendo un día de mierda —explicó Olivia—. Una gran cantidad de


dudas, un montón de ideas. —Apagó la lámpara de la mesilla, se colocó tras la
silla y me empujó hacia la puerta, haciendo una pausa para asegurarse
primero de que estábamos solos. El pasillo se sentía más cálida que mi
habitación, me sentí bien al tener luz. Mi habitación me estaba asustando
después de ver esa imagen del tipo que estuvo allí antes que yo.

—Yo diría que deberíamos intentar dar un paseo de medianoche, pero


estamos a casi menos seis grados ahí fuera, así que... —Me empujó lentamente
por el pasillo, dirigió mi silla a la sala de televisión y cerró la puerta detrás de
nosotros antes de empujarme a la mesa del ordenador y acercar una silla.

La habitación estaba a oscuras, pero no era tan aterradora como mi habitación


y yo estaba feliz por el cambio de escenario.

—Así que supongo que me escuchaste llorar antes, cuando estabas


durmiendo.

Quería parpadear sí, porque tenía cierta idea, pero en vez de eso parpadeé no.
Quería que me lo dijera por sí misma.

Se acurrucó en la silla, tirando de su vestido sobre sus piernas.

—Ya te he hablado de ese chico, Paul, cómo tuvo visitas al principio. Luego, 112
poco a poco, dejaron de venir. —Hizo una pausa y miró mi rostro en la
oscuridad, estudiando mi reacción—. ¿Cuándo fue la última vez que tuve una
visita? No de mi madre, me refiero a un amigo. Cualquier persona. ¿Lo sabes?

Traté de pensar, pero no podía recordarla teniendo a un amigo visitándola. Su


madre era la única persona que venía. Tenía la esperanza de que nuestra
pequeña fiesta de hoy no fuera lo que le provocó esos pensamientos, pero
estaba bastante seguro de que así era.

—¿Sabes por qué no me visita ningún amigo? Ellos dejaron de venir. Dejaron
de venir porque querían ver a esta chica. —Olivia se levantó y puso una pose
de bailarina, alzando la punta del pie, con la cabeza inclinada hacia un lado. De
repente, giró en un círculo perfecto sobre la punta del pie, pero se detuvo,
mirándome a los ojos—. Quieren ver a esta chica. —Bailó sin esfuerzo por la
habitación, la bata fluía tras ella como un vestido blanco. Se giró y bailó hacia
mí, deteniéndose cerca de la silla. Podía oír su respiración.
—Ellos no quieren esta chica. —Tiró de la manga y me mostró su vía, esa
molesta pieza de plástico metida bajo su piel, fijada con esparadrapo—. No
quieren ver a la chica cuyo pelo se está cayendo. —Agarró su cola de caballo y
se quedó con un puñado de pelo oscuro en la mano—. Cuya piel es pálida, la
chica que no sonríe. —Se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi
cara y me dedicó una mirada de odio—. Nadie quiere a esta chica —dijo
lentamente. Estaba muy enfadada, nunca la había visto así. Y eso me asustó.

Se dejó caer en su silla y puso la cabeza entre sus manos por un momento,
luego me miró.

—¿Así que ya sabes lo que hay de extraño en mí hoy? Después de haberte


abandonado, hace semanas, la amiguita rubia aparece hoy, trota como si fuese
la propietaria del lugar, un pequeño encuentro con los padres mientras que tu
otro amigo te lleva de paseo. La novia perfecta. ¿No crees que es extraño? —
Olivia entrecerró los ojos y me miró.

Se volvió hacia el ordenador y lo encendió. Estaba nervioso por lo que iba a


enseñarme. ¿Tenía Allie un nuevo novio? ¿Iba a enseñarme algo de mis amigos
113
que yo no quería ver? Entró en el sitio de videos y observé mientras ella
tecleaba “BMX racing”. Cuando apareció una lista de videos hizo clic en el
primero y se echó hacia atrás para verlo. No me gustaba ver eso. Ver a otros
chicos tomar el aire o dar saltos mientras estaba en esta silla no era mi idea de
un buen momento. ¿Por qué me enseñaba esto?

—¿Sabes por qué Allie estuvo aquí hoy? —dijo el nombre de Allie como si
tuviera cuchillos en la boca—. Estuvo aquí porque quiere a “ese” tipo. —Olivia
acercó el dedo a la pantalla indicando el tipo que llevaba ventaja. Estaba con el
equipo completo, juego de cuero y chaqueta, casco de carrera genial—. Ella
quiere a ese chico, lo mismo ocurre con Mike y también con tus padres. Y
ahora, con esta operación, ellos piensan que de nuevo van a conseguir a ese
chico de vuelta. —Olivia pausó la imagen de la pantalla en el primer plano de
un tipo que golpeaba una esquina con fuerza, el barro salpicó de sus
neumáticos y dio en el objetivo de la cámara.

Olivia acercó su silla a la mía y puso las manos en los reposa brazos.
—No les importa lo arriesgado que es para ti, que haya una gran probabilidad
de que mueras antes de estar bien otra vez. No les importa, porque eso es
cuánto ellos no quieren esto. —Empujó mi pecho con el dedo duramente—.
Allie te dejó porque quiere al chico ciclista, quiere al chico guapo, quiere
caminar por el pasillo con ese tipo, el señor Popular. —Señaló la pantalla de
nuevo—. No a este chico. —Golpeó mi pecho con fuerza y me estremecí—.
¿Sentiste eso? —preguntó sorprendida—. Has sentido eso, ¿no? ¡Ves! —Saltó
de la silla y se dio la vuelta de nuevo, de repente feliz—. Los médicos dijeron
que conseguirías sentir de nuevo por tu cuenta, si tan sólo esperaras, si fueras
paciente. No necesitarías la operación de la semana que viene. ¡No la
necesitas! Puedes mejorar poco a poco, de manera segura, podemos mejorar
juntos. Tú y yo. Aquí. —Sonrió por primera vez en toda la noche y se arrodilló
frente a mí, alzando mi mano hacia su cara y poniéndola en su mejilla. Me
hubiera gustado poder sentir eso, sentir su suavidad, su calor, pero no sentía
nada—. No me importa cuánto tiempo cueste, porque te quiero, West. Te
quiero “a ti”. —Hizo hincapié en las últimas palabras, estaba claro que no le
importaba el estado en el que se encontraba mi cuerpo. Era en momentos 114
como estos cuando me moría de ganas por envolverla en mis brazos, estar
atrapado en ese cuerpo era muy frustrante, era una tortura. Lo que ella no
entendía, lo que me dolía decirle, era que quería estar mejor no sólo para
volver a mi antigua vida, sino también por ella. Quería ayudarla a mejorar
para salir de aquí. ¿No era eso lo que ella quería? ¿Para qué nosotros
pudiéramos liberarnos de este lugar?

La miré a los ojos. Me había dicho que me amaba. Eso no se perdía entre todo
lo demás. Lo escuché. Yo también la quería. Tan loca y complicada como era, la
locura que era enamorarse de una chica con la que nunca has hablado antes,
estábamos enamorados. Era así de simple. Y ella estaba preocupada por mí.
Pero no tenía por qué estarlo. Sabía que todo iba a salir bien. Sólo tenía que
convencerla.

—Y los sueños, tus sueños, mis sueños, de este lugar, de ese tipo. Esos no son
un accidente. Eso significa algo. Sé que sólo quieres quitártelo de la cabeza y
olvidarlo, pero sé que todo está conectado. Estamos conectados. —Dejó mi
mano y apoyó la cabeza en mi regazo, suspirando.
Entonces, de repente alzó la cabeza para mirarme.

—Tengo una idea. Déjame hablar con tu madre. Estará aquí mañana. Déjame
hablar con ella durante un par de minutos. Creo que hay cosas en tu archivo
que no le han dicho. Cosas que busqué online. Cosas que ella puede que no
sepa.

¿Quería que Olivia hablara con mi madre? Ella había estado en contra de la
operación desde el principio. Una paciente preocupada le había dicho que
había mirado en mi archivo, que había visto algo allí... no haría falta mucho
para que mi madre cambiara de opinión, para que parara todo el asunto. Unas
palabras de Olivia y mi oportunidad para que me operaran, para salir de aquí,
habrían terminado.

Parpadeé no.

—¿No? ¿No quieres que hable con tu madre? ¿Eso significa que vas a decirle tú
mismo que no quieres que te hagan la operación?

Esperé un momento, aterrorizado por la reacción de Olivia.


115
Parpadeé no.

—¿Qué quieres decir con “no”? ¿Te da igual lo que pase y vas a dejar que te
corten y te abran?

La forma en que lo dijo sonaba muy bárbara, pero tuve que parpadear sí. Yo
quería la cirugía, sin importar qué.

—Así que, después de todo esto, después de todo lo que te estoy diciendo,
después de todo lo que he hecho por ti. Ya sabes, podría haberme metido en
un montón de problemas por buscar en los archivos, podría meterme en un
montón de problemas sólo por estar en tu habitación, incluso por sacarte así.
—Hizo un gesto hacia la habitación—. Después de todo eso, ¿me estás
diciendo que quieres seguir adelante con ello? ¿Ya estás preparado para morir
por esas personas, por lo que quieren que seas?
Olivia estaba equivocada. Yo no iba a morir y no lo estaba haciendo por ellos.
Lo estaba haciendo por mí, por nosotros. No podía quedarme así para siempre
con ella de esta manera. Yo quería salir por cualquiera que fuera la salida.

Me miró a la cara y luego negó con la cabeza. Se puso de pie y caminó hacia la
ventana, poniendo su mano en el cristal.

—¿Y qué hay de mí? Todavía estaré aquí y alguien nuevo será trasladado a tu
habitación, alguien que haya tenido un accidente, alguien que necesite un
amigo. Y no voy a tener nada que darle, porque me habrás roto el corazón. —
La pude escuchar llorar otra vez en voz baja—. Supongo que no signifiqué
nada para ti. Lo que siento no significa nada para ti, vas a hacer lo que quieras,
lo que ellos quieren. Y volveré a estar atrapada aquí, sola.

Parpadeé no, pero ella no me estaba mirando a la cara. Un recuerdo llegó a mi


mente. Una chica llorando, la limpieza de un cajón de mi habitación. ¿Era
Olivia? ¿Estaba llorando y sacando mis cosas después... después de haberme
ido? No, eso fue sólo un sueño, el fantasma de un sueño, una pesadilla. Esa
chica era una niña, más pequeña que Olivia, más joven. No significaba nada.
116
Iba a hacerme la operación, iba a ir bien e iba a volver aquí por ella. Pase lo
que pase, iba a volver aquí a por Olivia. Ella no podía creerlo ahora, pero era
cierto.

—Pensé que eras diferente. Pero eres igual que ellos. —Se puso detrás de mi
silla y me giró hacia la puerta—. Debería haberlo sabido —dijo en voz baja
para sí misma.

¿De quién estaba hablando? ¿A sus amigos, los que nunca la visitaron? Yo no
era como ellos. El hecho de que estaba escogiendo tener una oportunidad para
mí mismo, con la cirugía, no me hacía egoísta. Tenía que hacerlo. Pero ella
tenía razón en una cosa. Yo la había tomado por sentado. Las visitas, leerme,
los archivos a escondidas, la pizarra, su paciencia, que escuchara lo de mis
sueños, que me llevara de paseo a medianoche. Me la imaginé apartando el
pelo de mis ojos, ¿cuántas innumerables veces había hecho eso? Leer conmigo
en la cama, incluso si eso significaba que las enfermeras nos pudieran atrapar.
Diciéndome que yo podría hacerlo, que yo podría escribir, que podría sentir,
que yo aún era West. Yo era importante, yo todavía estaba vivo. Olivia había
hecho eso por mí. Ella había sido mi conexión con el mundo de los vivos.
Alguien con quien me sentía real. La única persona con la que yo me sentía
real.

Olivia me empujó hasta mi habitación en silencio, en silencio y poco a poco me


puso de nuevo en la cama, moviéndose como si estuviera en trance, un robot
sin emociones. Después de apartar la silla de ruedas, bajó el respaldo de la
cama para que pudiera quedar acostado y arregló mis manos cuidadosamente.
Luego se inclinó sobre mí, me apartó el pelo de los ojos, arrastró la mano por
mi cara suavemente a lo largo de mi mejilla, un toque de mariposa.

—Adiós, West —susurró, como si ya hubiera muerto. Parpadeé no, pero ella
no lo vio, o no le importó.

117
Capítulo 17
Traducción SOS por Vanehz

Corregido por Clau12345

C uando me levanté a la mañana siguiente, era un brillante día de invierno,


la clase de invierno donde el sol parece demasiado blanco, demasiado
crudo e imaginas por un segundo que estás en otro planeta, en una
película de ciencia ficción. El reloj mostraba que eran sólo las 9:30. ¿Del
domingo o del lunes? No podía recordarlo al principio. Entonces lo hice. Era
domingo. Ayer fue sábado. Mamá, papá, Allie y Mike. Y Olivia. Su rostro la
noche pasada, el beso, ella diciéndome adiós. Pero ella no quiso decirlo. La
conocía, igual que ella me conocía a mí. Y sabía que en cualquier minuto, oiría
el divisor abrirse con un deslizamiento y ella estaría allí, tirando de su soporte 118
tras ella, mirando hacia abajo, a sus pies, sintiéndose tímida por cómo había
actuado, por las cosas que había dicho la noche anterior. Me había dicho que
me amaba. No es que fuera una sorpresa, era una de esas cosas sin palabras
entre nosotros. Pero aun así lo había dicho y eso significaba algo. Sabía
exactamente cuánto costaba decir eso a alguien, ser el primero en decirlo, por
Allie.

Una tarde, después de la escuela, habíamos caminado hacia la parada del


autobús, realmente no necesitaba quedarme después de la escuela ese día ya
que mi trabajo en los sets estaba bastante hecho, pero igualmente lo hice.
Usaba cualquier excusa para quedarme y vigilar a Allie sobre el escenario. Era
buena, lo había notado antes, pero ahora que estábamos saliendo, sentía esta
sobrecogedora sensación de orgullo al verla moverse sobre el escenario,
recitando sus líneas. Se deslizaba en el personaje tan suavemente, desde
bromear detrás del escenario a ser la chica que realmente se suponía que
debía ser en el papel. Imaginaba que un día sería famosa; podría pasar, era
talentosa y realmente bonita. Y había simplemente algo en ella, tenía esa cosa
especial que te hacía querer acercarte a ella. Estoy seguro de que no era la
única persona que lo notaba.

Cuando dejamos la escuela, dos horas más tarde, estaba helando afuera, casi
oscuro y caminábamos cerca. Allie estaba vistiendo ese abrigo azul peludo. Se
veía como un bombón azul con un sombrero blanco encima; lindo, incluso a
pesar de que sabía que ella no lo creía así. Seguí sosteniéndola, abrazándola, lo
suficientemente fuerte para quitar el aire de la chaqueta baja, pero esta
simplemente seguía levantándose otra vez.

—Déjalo ya —Se rió—. ¡Bájame! —Pero seguí haciéndolo hasta que casi
estuvo enojada conmigo.

Mientras esperábamos en la parada de autobuses, me puse tras ella y puse mis


brazos alrededor de su cintura. Se inclinó hacia atrás contra mí y estuvimos
quietos. Incluso a pesar de que casi estaba congelando, me sentía totalmente
feliz, simplemente allí, con Allie, escuchando el sonido de la nieve pasar en el
frío. Cuando ahora recuerdo eso, lo entiendo: estábamos solos. No había
distracciones, así que ella era mía, por ese momento. Estaba pensando en la
119
Allie del escenario y la que tenía en mis brazos.

Mi corazón se henchía de orgullo sólo por estar con ella. Me sentía


sobrecogedoramente afortunado, bendecido. Vi el bus venir en nuestra
dirección, lentamente haciendo su camino por la avenida cubierta de
aguanieve y me incliné hacia abajo para susurrar en su oído.

—Te amo.

Ella se giró, rápidamente y su rostro lucía sorprendido.

—Voy a besarte ahora, ¿de acuerdo?

Ella sonrió, esta era una vieja broma, de la noche en que nos conocimos.
Habíamos hablado y hablado de lo que sentíamos durante horas en la fiesta y
entonces, en medio de la conversación, creo que ella debió incluso estar a
mitad de una oración, no pude contenerme más. Sólo barboteé: Voy a besarte
ahora, ¿de acuerdo?
Ella paró de hablar y sólo se quedó allí sentada, sorprendida mientras yo me
inclinaba y la besaba en los labios, nuestro primer beso. Más tarde, ella me
dijo que era una de las cosas más dulces que un chico le había dicho. No quería
pensar en otros chicos ni en cuántos había besado, pero acepté el cumplido.

Oí el chirrido de los frenos del bus junto a nosotros, la puerta se deslizó


abierta, y subimos, tomados de las manos. No me di cuenta hasta que
habíamos llegado a casa, hasta que estuve sentado en mi escritorio, haciendo
la tarea y soñando despierto con Allie, que ella no me lo había dicho de vuelta.
Ella no dijo nada de vuelta en un largo tiempo.

Me tomó mucho tiempo darme cuenta que Allie estaba siempre un poco
reluctante a ser mi novia. Parecía como si quisiera ser asediada, o quizás
quería que estuviera seguro de dónde estaba con ella. Mike algunas veces
había bromeado sobre que Allie me tenía de la correa, como a su mascota.
Cuando ella chasqueaba los dedos, yo venía corriendo. Cuando el timbre de su
teléfono sonaba en el mío, Mike algunas veces hacía el sonido de un látigo
chasqueando, mientras yo revolvía en mi mochila para responder antes de 120
que ella colgara. Allie no era de las que te dejaba un mensaje si perdías su
llamada.

Supongo que esa era la parte de la emoción, la parte de la expectación cuando


ella finalmente me daba algo, cualquier signo de que genuinamente le gustaba.
Pero un montón de tiempo, especialmente después, justo antes de mi
accidente, sentí como si las cosas no fueran sólidas entre nosotros. Como si
arruinara todo siempre, si no la llamaba lo suficientemente rápido, si pasaba
demasiado tiempo paseando en bicicleta con Mike, o si hacia cualquier cosa
mal, ella me dejaría tirado otra vez y volvería a ese pomposo escritor de
poemas o con otro chico. Siempre parecía que había alguien más esperando en
las alas. No sabía quiénes eran, ni siquiera si realmente había un chico, pero
simplemente parecía así. Es así como me hacía sentir, como si pudiera ser
reemplazado. Como si siempre tuviera que ganarme mi dosis de estar con ella.

—¿Cómo lo estamos haciendo hoy? —La enfermera de mala leche me sacó de


mis pensamientos mientras se inclinaba sobre mí y verificaba mi pulso. No
podía creerlo, realmente dijo algo. Ella nunca me hablaba, bien, casi nunca.
Debía estar de buen humor. Tocó el tubo de mi intravenosa, ajustando algo,
entonces escribió algunos números en mi carpeta. Cuando hubo terminado, se
fue sin más que una sonrisa. Pero al menos había dicho algo.

La enfermera era la primera persona en entrar a mi habitación hoy. Sabía que


luego iría a la habitación de Olivia. Si aún estaba dormida, las verificaciones la
despertarían. Así que podía esperarla en cualquier minuto. Oí a alguien
hablando en la habitación de al lado, pero era demasiado suave como para
saber quién estaba hablando, ni qué decía. Cuando la conversación se detuvo,
miré la pared y esperé el sonido de la pared divisora. Sin embargo, sólo miré
mientras las sombras crecían y el sol se movía por mi ventana. Entonces vino
la tarde y Olivia seguía sin venir, no abría la puerta, no hacía nada en su
habitación, debería ser capaz de oírla.

El sonido de un carrito en el pasillo sobre ruedas temblorosas, el ruido de mi


respirador empujando el aire dentro y fuera. Escuchando todo, esperando oír,
oír algo de ella. Movimiento en su cama, hablando con la enfermera. Pero ella
estaba quieta. Podía imaginarla, en su cama, exactamente cómo ella debía 121
lucir, su mejilla en la almohada, una mano metida bajo ella, mirando hacia
afuera por la ventana, su largo cabello oscuro desparramado a su alrededor.
Su rostro debía estar pálido, el color drenado, la forma en que lucía a veces
cuando había estado arrastrando su intravenosa durante mucho tiempo. Sus
labios rosa pálido, haciendo a sus ojos parecer incluso más oscuros.

Sabía lo que ahora estaba pensando de mí, mientras yo pensaba en ella. Si


cerraba los ojos, podía ver su rostro tan bien, imaginarlo, cómo lucía justo
antes de sonreír, cómo sus ojos se iluminarían primero. Sus manos, pequeñas
y blancas. Podía sentir sus pensamientos y sabía que eran sobre mí. Olivia
tenía razón, estábamos conectados en algún otro nivel. No necesitábamos
hablar siempre. Podíamos simplemente saber. No era como lo que había
sentido por Allie, que constantemente cambiaba, las conexiones perdiéndose.
Algo sobre estar con Olivia se sentía completo. Una tranquila calma. Eso era
amor, amor real; finalmente entendía lo que la gente quería decir cuando
decían que estaban enamorados de alguien. Lo entendía ahora.
Era esto. Lo había encontrado, con Olivia. O quizás ella me había encontrado a
mí. Fuera lo que fuera que había pasado para acercarnos, estaba agradecido
por ello. Sabía lo loco que sonaba, porque no era como si estuviera agradecido
por mi accidente, por pasar por todo esto, pero de alguna forma, estaba
gradecido. ¿De qué otra forma habría encontrado a esta chica y estado en este
lugar el tiempo suficiente para conocerla? Tenía que ser así.

Mientras la luz en mi habitación cambiaba de tarde a oscuridad, no me sentía


ansioso. Dejé ir ese sentimiento. Esperé, pero sabía que vendría. Y si ella no
venía hoy, vendría mañana. Lo sabía porque sabía con certeza que la amaba,
como ella me amaba a mí. No era sólo una palabra, como había sido con Allie.
No era un sentimiento temporal.

Oí la voz de Norris en el pasillo, en la sala de enfermeras y supe que la noche


había llegado; un día entero había pasado sin Olivia. Cerré mis ojos y la
imaginé, al lado de mi cama, tocando mi mejilla. Era sólo cuestión de tiempo.

122
Capítulo 18
Traducido por Maru Belikov

Corregido SOS por LadyPandora

P
uedo escuchar su respiración. Ella está aquí conmigo, a mi lado,
dormida. Toda oscura y blanca, su pálida piel con el cabello enredado
alrededor de sus hombros, esparcido sobre la almohada. Envuelta en su
sabana. La habitación está tan fría que quiero levantar una manta por ella, se
encuentra al final de la cama, pero no puedo alcanzarla. Mi brazo no se mueve;
está entumecido. Intento alzar mi mano hacia mi rostro pero no puedo, está
atada hacia abajo. Estoy atado en ambos lados.

—Olivia —susurro—. Olivia. —Algo cambia en la esquina de la habitación,


algo se mueve. Fuera de la oscuridad, puedo ver el contorno de alguien, un
123
hombre. Puedo ver la luz al final de su cigarrillo mientras él toma una calada, y
huelo el humo. Su rostro de perfil no es normal, esta distorsionado,
ennegrecido con piel quemada. Su nariz se ha ido, sus ojos sobresalen de los
agujeros sin párpados en su rostro, observándonos. Sus labios están retirados,
quemados en una mueca amenazadora.

La cama ahora parece caliente. Está demasiado caliente; está quemándose,


humo negro fluye por debajo de nosotros. No es el humo de su cigarrillo;
somos nosotros. Estamos en llamas. La habitación está en llamas, la cama.
Olivia sigue sin moverse, se encuentra acurrucada pero tan profundamente
dormida. Él sólo se queda allí de pie, viéndonos, mientras las llamas trepan a
través del suelo, saltando debajo de la cama como serpientes.

—¡Olivia! —Intento rodar para sacudirla, pero está quieta. Puedo escuchar las
llamas ahora, están bajo la cama, consumiendo las sabanas, succionando el
aire. Sobre los sonidos de las llamas, escucho la risa.

***
—¡No puede fumar aquí! Sabe eso. —La voz venía de la habitación de al lado,
la de Olivia.

—Oh, pardon moi, lo siento, de verdad. —Escuché decir a la madre de Olivia


con su acento.

—Con todos los tanques de oxígeno que tenemos aquí, ¿entiende usted lo
peligroso que es eso? Es un accidente esperando a suceder. —Esa era la voz de
la enfermera amargada.

—Acabo de estar en Europa y las cosas son tan diferentes allí, perdóneme…

—No creo que fumen en hospitales, incluso en Francia —dijo la enfermera


cortantemente mientras rodaba su carro hacia el pasillo.

Escuché por si su madre decía algo más, pero una vez que la enfermera se
había ido, todo lo que podía escuchar era el suave sonido de alguien llorando.
¿Algo estaba mal con Olivia? ¿Y si eso era el por qué no vino a verme ayer?

Después de unos momentos, escuché el sonido de una silla siendo movida, una 124
ventana cerrándose, luego una charla. No pude distinguir lo que era dicho,
pero sin duda Olivia estaba molesta con su madre por haberse ido por un
tiempo. Ella probablemente estaba dormida cuando su madre apareció, o
pretendiendo estarlo. Su madre acababa de encender un cigarrillo, por hábito,
mientras estaba esperando a que ella despertara. Eso es probablemente lo que
pasó. Podía imaginarme a su madre de pie por la ventana, mirando afuera, a
los campos congelados y un cigarrillo colocado con estilo en su mano.

Mientras estaba intentando distinguir algún sonido de la habitación de al lado,


Kim caminó por la entrada.

—Hola, forastero — dijo ella alegremente—. Nuestro último día juntos. —


Mientras tomaba la carpeta del final de la cama, analizó lo que acababa de
decir—. Quiero decir, ¡no de una mala manera! Sólo que estarás en cirugía el
miércoles y si todo sale bien, y sé que lo hará… —Me guiño un ojo—. Entonces
estarás yendo a terapia física en algún otro lugar, probablemente en… —Se
detuvo y miró a mi carpeta—. En McArthur Med. Oh, ese es un gran centro. —
Me miro tristemente por un minuto y podría decir que genuinamente iba a
extrañarme o tal vez si ella sostenía la misma creencia que Olivia, que iba a
morir durante la cirugía, esta sería la última vez que me vería.

—Bueno —dijo finalmente incomoda—. No creas que hoy voy a ser fácil
contigo, señor, va a ser toda la rutina completa. No quiero que entres a
McArthur la próxima semana y nos avergüences a ambos. —Apartó la sabana
del final de la cama, exponiendo mis piernas y pies—. Se ven bastante bien,
mucho mejor; casi has sanado por completo aquí. —Pasó su mano sobre mi
pierna, donde unas raspaduras habían estado. Podía sentirlo, su toque en mi
pierna. No se sentía totalmente normal, pero podía sentirlo, la ligera presión;
las cosas estaban regresando después de todo. Flexionó mi pierna derecha por
la rodilla y luego la estiró. Mientras la flexionaba otra vez, le ordené a mis
músculos que hicieran el mismo movimiento.

—¡Excelente! —exclamó. Parecía casi sorprendida mientras encontraba mis


ojos—. Estás haciendo un gran progreso, ¡Esto es realmente algo! —Volvió a
flexionar mi pierna y la enderezó, empujándola junto a mí—.¿Puedes sentir
eso, cierto? Estás haciendo eso, ¿no? —susurró, inclinándose cerca de mí. Me 125
miraba directamente a los ojos—. West, ¿Puedes estirar la pierna tú mismo?
—Flexionó la rodilla otra vez y la dejo de esa manera—. Vamos, ponla derecha
—ordenó. Lo intenté, pero mi pie se sentía casi atascado contra las sabanas,
como si no pudiera conseguir deslizarla—. Vamos —susurró y, finalmente,
logré hacer un pequeño movimiento, unos cuantos centímetros, pero no
completamente derecha.

—De acuerdo, ¡eso es algo! —dijo—. Voy a ir a buscar al doctor; quédate aquí.
—Cuando se dio cuenta de lo que dijo, empezó a reírse—. Es decir… sabes a lo
que me refiero. —Se fue de la habitación e intenté otra vez escuchar que
estaba pasando en la puerta de al lado. Pero no escuché nada, lo que
significaba que probablemente la madre de Olivia se había ido. Y ahora ella
podía escuchar todo lo que estaba ocurriendo en mi habitación.

Un joven doctor entró en la habitación, con Kim de cerca. No me dijo hola ni


nada, sólo se movió hacia la cama y bajó la mirada a mis piernas.
—No parecerá mucho, pero recuerde que este paciente no ha tenido ningún
movimiento por debajo de su pecho, así que…

—Estoy en mi hora de almuerzo —dijo el doctor cortantemente.

—Por supuesto, está bien. —Kim parecía totalmente nerviosa cuando flexionó
mi pierna izquierda—. West —habló ella en voz alta—. Sólo quiero que lo
intentes y estires esta pierna ahora, como hiciste con la otra. Tanto como
puedas.

Al principio, sí intenté mover mi pierna. Pero luego me detuve. Si lo hacía y el


doctor lo veía, ¿significaría eso que cancelarían la cirugía? ¿Qué sería dejado
para recuperar el movimiento por mi cuenta, a este ritmo tan lento? ¿Y qué
pensaría Olivia? Sabía que ella estaba escuchando todo desde la puerta de al
lado, esperando para ver que decían ellos.

Decidí no intentarlo. No podía hacerlo de todas formas. Necesitaba la cirugía.


Quería la cirugía.

—Bueno —dijo Kim rápidamente—. Quizá sólo puede hacerlo con su pierna
126
derecha. Déjeme mostrárselo. —Ella estiró mi pierna izquierda sobre la
sabana y se movió alrededor de la cama.

—Me tengo que ir; regresaré más tarde y lo examinaré cuando tenga más
tiempo —dijo el doctor mientras Kim acomodaba mi pierna derecha.

—Sólo observe, dele un segundo, él sólo necesita un minuto —dijo Kim—.


Ahora, West, haz lo que hiciste antes. Estira esta pierna, empújala
directamente hacia mí. Derecho hacia abajo, puedes hacerlo. —La mirada en
su rostro rompió mi corazón, pero no hice nada. Después de un par de
segundos, el doctor miró su reloj—. Pero lo hizo antes, lo hizo —dijo Kim
tristemente.

—Como dije, pasaré después, gracias Sra. Lassig. Continúe con el excelente
trabajo. —El doctor se giró y se fue de la habitación, dejándome con Kim allí,
mirándonos el uno al otro.
—¿Sabes qué? No pasa nada — dijo ella después de un momento—. Lo vi. Sé
que no eres lo suficientemente fuerte para hacerlo otra vez, pero lo vi y creo
que lo estás haciendo estupendamente. —Me dio una débil sonrisa mientras
se inclinaba y estiraba mi pierna repetidamente, flexionando los músculos
dentro y fuera. Dejé mi pierna suelta y permití que sus manos hicieran todo el
trabajo. Sólo esperaba que Olivia no hubiese escuchado demasiado.

Después de que trabajara con mis dos piernas, se movió hacia mis brazos y
cerré mis ojos, no quería ser parte de lo que estaba pasando con mi cuerpo. No
quería averiguar y ver lo que podía sentir, o lo que no podía. No quería que
Olivia tuviera razón. Pero estaba empezando a pensar que quizá la tenía.
Cuando Kim terminó silenciosamente tomó mi carpeta, escribió en ella por
unos minutos y luego se movió al lado de la cama. Debió pensar que estaba
dormido porque se inclinó y tomó mi mano.

—Estaré pensando en ti el miércoles. Espero que todo salga estupendo. Sé que


lo hará — susurró ella y se fue.

Era la hora de las revisiones, pero después de eso, sabía que Olivia estaría
127
dentro para verme. Ella había escuchado lo que el doctor dijo y estaba seguro
de que querría regodearse; no se perdería la oportunidad. Pero después de
que los carros iban arriba y abajo del pasillo y estuvieron estacionados de
nuevo en el puesto de enfermería, el separador permaneció cerrado. Ella no
vino.

La tarde cambió a la noche y la siguiente persona en mi habitación fue mamá.


Debí haberme dormido porque me despertó preguntando.

—¿Huele a humo de cigarrillo aquí o es mi imaginación? —Olfateó el aire y se


inclinó cerca de mi rostro, oliendo alrededor de mi cabeza. Como si yo pudiera
estar fumando—. Bueno, mientras no fueras tú —dijo y me sonrió—. Supongo
que tengo cosas más grandes de las que preocuparme que mi hijo adolescente
fumando, ¿Cierto? —Suspiró y empujó la silla cerca de la cama—. Entonces el
plan es que te veré mañana por la noche, luego el miércoles por la mañana
estaré aquí para el transporte. Aun no estoy segura si iré contigo en la
ambulancia o si papá y yo sólo seguiremos por detrás. Por cierto, la
ambulancia no va estar corriendo, con sirenas sonando, sólo será una
conducción normal, ¡así que no tienes que preocuparte sobre tu mamá siendo
capaz de seguiros el ritmo!

Podía imaginarla en la vieja furgoneta Volvo, pisando hasta el fondo el pedal,


inclinándose sobre el volante. Era gracioso, pero la parte triste era que sabía
que ella lo haría por mí. Imaginé que conduciría como ese día cuando tuve el
accidente. Cuando ella estaba de camino al hospital, probablemente
preguntándose si incluso estaba vivo. Me sentía como una mierda al pensar
por todo lo que la hice pasar. Sólo quería salir de aquí, conseguir hacer todo
bien otra vez, recompensárselo. Como si leyera mis pensamientos, se inclinó y
susurró:

—¿Así que, aquí estamos, eh? Esto es todo, realmente estamos haciéndolo.

Mientras hablaba, tuve esta repentina y horrible visión de Olivia en su


habitación, de pie, justo detrás del separador, escuchando, esperando por el
cambio para abrir la puerta y entrar, mi historia médica en su mano, lista para
hablar con mamá, lista para hacerla cambiar al último segundo.
128
Mamá continuó hablando, pero no podía sacar la imagen de mi mente.

—No tengo mucho tiempo esta noche. Estoy tomándome el miércoles libre y
el resto de la semana, así que tengo que terminar la propuesta esta noche y
entregarlo mañana. —Mamá miró fuera de la ventana, como si estuviera
hablando para ella misma—. Sólo quería pasar y decir hola a mi dulce chico.
—Me sonrió y colocó su mano en mi frente durante un momento.

—Mañana te sacaran sangre, sólo para asegurarse de que todo esté bien, pero
sé que lo estará. No tienes que preocuparte sobre eso. —Tomó mi mano y se
sentó así, sosteniéndola durante lo que parecía el tiempo más largo—. Oh dios
mío, estoy desvariando, mejor me voy a casa —dijo finalmente, colocando mi
mano de regreso bajo la funda y subiendo la sabana hasta mis hombros—. Te
veré mañana —dijo, besándome en la cabeza—. Lo primero después de la
cirugía, ¡vamos a conseguir un corte de cabello! —Bromeó, empujando mi
cabello hacia atrás otra vez. Mientras dejaba la habitación, escuché
cuidadosamente, esperando escuchar a Olivia moverse de su habitación, para
seguir a mamá por el pasillo. Tenía este terrible presentimiento de que iba a
hacerlo, intentar alcanzar a mi madre en algún momento y confrontarla,
convencerla. Pero en lugar de eso escuché la voz de mamá en el puesto de
enfermeras, hablando con Norris de camino a la salida, una risa y luego
silencio.

Una vez que supe que ella se había ido, fui capaz de relajarme. Quizá Olivia no
haría eso; quizá ella vería mi punto de vista. Quizá después de todo me había
escuchado, había respetado lo que yo quería.

Una vez más, la esperé después de que mamá se fuera, esperé a que viniera a
enfrentarse a mí sobre lo que había escuchado antes. Sobre lo que Kim había
visto y lo que eso quizá significaba. Pero cuando Norris vino con mis
medicinas para la noche, ella aún no había venido. Tenía que venir esta noche,
tenía que hacerlo. Mañana sería mi último día aquí. Ella tenía que venir.
Simplemente no había otra manera.

129
Capítulo 19
Traducido por Helen1

Corregido SOS por Xhessii

M i último día en el hospital pasó al igual que todos los demás,


excepto sin Olivia. La enfermera rubia me dio un baño de esponja
por la mañana, puso una bata fresca sobre mí y me puso el cabello
increíblemente ridículo por peinarlo hacia atrás y abriendo la línea a un lado.
El joven médico que había estado con Kim el día anterior fue fiel a su palabra y
vino a echarme una mirada. Pasó unos cinco segundos mirando mi historial,
luego me inclinó rápidamente la pierna debajo de la sábana, extendiéndola
hacia fuera un par de veces antes de ponerla abajo. Me puso una linterna en
los ojos. 130
— Te ves bien —dijo mientras anotaba algo en el historial y luego se fue. Yo
estaba muriéndome de ganas de ver lo que había escrito. Lo que significaba:
“te ves bien”, a la única persona que podía preguntarle sería a Olivia.

No había visto a Olivia en tres días, aunque parecía más tiempo. Era como si
pudiera sentir su ira a través de la pared, ella todavía estaba muy molesta al
respecto. Me había imaginado que en un día o dos volvería. Pero no lo había
hecho. Ya sabía que ella podía guardar rencor, por la forma en que trataba a su
madre. A veces su madre venía a visitarla y si Olivia estaba enojada con ella no
iba a hablarle. No sé si se hacía la dormida o si ella sólo estaba allí, desafiante
en su cama, pero yo sé que no hablaba cuando estaba aquí. A veces también
daba a las enfermeras e incluso a los médicos el tratamiento del silencio.
Cuando llegué por primera vez aquí, una de las enfermeras había mencionado
el horrible comportamiento de Olivia, su temperamento, diciendo algo así
como Todo un personaje. ¿O estaba hablando de su madre? No podía
recordarlo ahora, pero le sentaba perfectamente. Todo un personaje.
Yo estaba tratando de no dejar que me afectara, pero la echaba de menos y
sentía que tenía que verla antes de irme a la cirugía. Al verla y sentir su apoyo
probablemente me ayudaría a pasar a través de las cosas, pero traté de
decirme a mí mismo que no lo necesitaba, que lo haría bien de cualquier
manera. Porque yo sabía que iba a funcionar. Y luego iba a volver aquí, en mis
propios pies y ella iba a estar impresionada. Además, todo lo que ella pensaba,
que la cirugía no iba a funcionar, que iba a dejarla u olvidarme de ella. Todo lo
que le preocupaba no iba tener sentido, y entonces ella ya no estaría enojada.
¿Cómo podría estarlo?

En lugar de centrarme en el hecho de que ella seguía estando molesta


conmigo, utilicé mi técnica secreta de ciclismo de pensamientos positivos.

Yo había aprendido lo de imágenes positivas en mi clase de psicología de


décimo grado. La maestra, la señora Lunn, era una chiflada total, pero había
algo en esta unidad en el poder del cerebro humano que realmente se me
quedó grabado. La señora Lunn nos hizo saber estas palabras: Si piensas que
no puedes, entonces no se puede. Lo cual significa que si te convences a ti 131
mismo de que no puedes hacer algo, entonces por supuesto que no serás
capaz de hacerlo. Leí el capítulo llamado Piensa en existir en nuestro libro de
texto dos veces, se trataba de utilizar el poder de tu mente para hacer que las
cosas sucedan en el mundo real. Había una técnica de visualización en el libro
que también empecé a hacer. Cada vez que estaba tratando de conseguir una
nueva rutina en bicicleta antes de una competición, lo practicaría una y otra
vez en mi cabeza.

Me sentaría en silencio en algún lugar, cerraría los ojos e imaginaría cada paso
de la rutina, cada movimiento, donde pedalear rápido, dónde frenar, cómo
inclinar mi cuerpo y lo vería como una película en mi mente. Yo siempre tenía
cuidado de imaginar el final, también, el último momento en que cruzaría la
línea. Era importante imaginar eso, empaparse bien en la sensación que se
obtiene cuando se ha ejecutado algo perfectamente. A veces iría tan lejos
como para imaginar puntuaciones de los jueces, que números iba a ver, que
números yo quería ver. Nunca le dije a Mike lo de esta técnica, pero empecé a
ver algunos cambios en la pista. Cuanto más me concentraba en lo que quería
que sucediera, más sucedía. No era magia, más como la creación de confianza.

Sólo puedes pasar mucho tiempo en la pista, pero cuanto más hagas una
rutina, mejor te sientes al respecto. Así que imaginarla todos los días, incluso
los días en que no podía conseguir estar en mi bicicleta, me daba más tiempo
de práctica, en cierto modo. Cuando había un movimiento muy difícil que
pensaba que no podía conseguir, me concentraría en sólo ese truco una y otra
vez en mi cabeza, hasta que pudiera hacerlo en la vida real. Me di cuenta en el
último concurso, me sentí con más confianza mientras estaba montando: He
hecho esto antes y va ir muy bien. Era como si hubiera engañado a mi cerebro.

Durante el último par de días, había estado tratando de imaginar a Olivia


entrando en mi habitación, deslizando la puerta divisoria, su manera tímida
de mirar hacia abajo, a sus pies, como ella me sonreiría. Pero no importaba lo
mucho que me lo imaginara, no pasó. Entonces me di cuenta de algo. No
puedes usar tu mente para hacer que alguien más haga algo, sólo puedes
trabajar en ti. Así que me decidí a cambiar mi forma de pensar y concentrarme 132
en la operación. Traté de correr a través de todo el asunto, cada paso de lo que
iba a pasar, lo que iba a pasar desde el momento en que abriera los ojos.

Sería capaz de alcanzar y tocar mi propia cara. Sería capaz de mover las
piernas. Yo no sé en qué tipo de terapia física estaría después, así que no podía
realmente imaginarla. En su lugar me vi a mí mismo caminando. Me vi a mí
mismo con Olivia, visitándola aquí, sosteniéndola. Me vi a mí mismo entrando
en el hospital, a través de las puertas correderas de la sala de enfermeras y lo
feliz que la enfermera Norris sería al verme de pie, caminando y saludable de
la manera que solía ser, la forma en que sería de nuevo. La reproducción de la
película en mi cabeza fue interrumpida sólo unas pocas veces, una enfermera
entró y me ató un brazo. Yo sabía lo que venía después y ahora que lo sentía
un poco, lo temía. Pero tal vez esta sería la última vez.

—Sólo un pequeño pinchazo —murmuraba mientras sacaba unos frascos de


sangre. La enfermera principal llegó más tarde y revisó mi historial, mi pulso.
Ella no me habló. Por la noche, mamá se presentó como estaba previsto, justo
en el momento en que las enfermeras del turno de noche llegaron.
—Tengo algo especial para ti —dijo ella, cavando en su bolso.

Tenía cuatro o cinco tarjetas de felicitación, la primera de mi tío John, mi tía


Kate y los gemelos. Tenía una imagen de un oso en la parte delantera, en una
cama de hospital en todo tipo de tracción y viéndose miserable. "Apenas puedo
soportar la idea de ti en el hospital. ¡Recupérate pronto!”1 Leyó mamá.

—Lindo, ¿eh? Apuesto a que Benjamín y Félix escogieron eso.

Ella pasó a la siguiente tarjeta, de papá. Él estaría aquí mañana. Había una
tarjeta de Mike con una enfermera caliente en el frente.

—Bueno —dijo mamá, sonrojándose—. Supongo que tiene buenas


intenciones. —Una de Allie. Había hecho la tarjeta ella misma y una acuarela
pintada en el frente.

—Esta es la que no puedo creer. Llegó ayer. —Mamá la levantó para que yo la
viera. Una gran tarjeta con un bastante regular “Recupérate pronto" en la parte
delantera, pero el interior estaba cubierto de firmas, que debe haber sido un
centenar de ellas, en toda la parte de atrás también.
133
—Es de la clase júnior en Marshall, ¿puedes creer eso? —dijo mamá—.
Algunas personas escribieron pequeñas notas: “te extraño” y “ponte bien
pronto, lindo". ¿Quién escribió eso? —Mamá miró más de cerca la tarjeta para
ver la pequeña firma.

Mamá puso las tarjetas boca arriba al lado de la cama, así podía verlas durante
la noche.

—Me aseguraré de recogerla por la mañana, cuando salgamos. Hablando de…


—Ella miró el reloj—. Me tengo que ir, mañana tenemos que levantarnos
temprano. La cirugía es a las ocho, así que… —Ella se inclinó y me dio un
beso—. Te veré por la mañana. Y así que sólo recuerda… —Hizo un gesto
hacia las tarjetas—. Tienes a toda esta gente contando contigo, pensando en ti.

1 Juego de palabras en inglés entre bear (oso), Bearly (apenas) y beary (muy). I can bearly bear (Barely bare:
apenas soportar) the thought of you in the hospital. Get better beary (very: muy) soon!: Apenas puedo soportar
la idea de que estés en el hospital. ¡Recupérate pronto!
Todos nosotros te amamos. —Cogió su abrigo y el bolso y se volvió para irse
antes de que viera las lágrimas.

—Oh, señora Spencer, ¡estoy tan feliz de verla esta noche! —Escuché a Norris
decir justo afuera de mi habitación. Hablaron durante unos minutos en el
pasillo, yo no podía entender todo lo que decían, pero al final escuché a mamá
que gritaba:

—Gracias de nuevo por todo, absolutamente todo. —Mientras ella se iba.

Unos momentos más tarde, Norris entró en mi habitación con mi dosis


nocturna.

—Así que, guapo, hay un rumor de que quieres dejarme, ¿eh? —Ella me sonrió
y me dio un guiño. Después de que inyectara el contenido de la jeringa en la
intravenosa, se sentó a mi lado. Sentí el flujo de drogas hacia el brazo, frío y
rápido. Yo ya me sentía confuso cuando ella se sentó a mi lado en la cama y
tomó una de mis manos—. Voy a echarte de menos, señor West y no es
mentira. Pero estoy feliz por ti. Sal de aquí y vuelve por ahí —dijo en voz baja, 134
mirando por la ventana hacia la oscuridad—. Este no es lugar para los vivos.

Lo último que dijo sonaba en cámara lenta y sus palabras resonaron en mi


cabeza mientras me quedaba dormido. Quería estar corriendo a través de mi
película, mi pensamiento positivo mientras me quedaba dormido, pero no
podía concentrarme. Sólo podía sentir su mano, y oírla decir la
palabra vivos como si ella estuviera diciéndola una y otra vez.
Capítulo 20
Traducido por Dai

Corregido por obsession

E
stoy en el lago, sentado en los acantilados sobre una manta. Hay una
chica conmigo, pero no es Olivia. Tampoco es Allie. Es una chica que he
visto en una película, pero no puedo recordar su nombre. Es bonita,
lleva puesto un traje de baño pasado de moda que le queda bien. Me siento
como si estuviéramos en una película, como si estuviéramos siendo
observados. Hay cámaras.

—Dime otra vez lo que pasó —dice ella y pasa los dedos por mi espalda,
tocando las cicatrices. Me doy cuenta de que hay un hombre de pie cerca de
nosotros; está vestido como si trabajara en el consultorio de un médico, con
135
una bata. Antes de que pueda preguntarle qué está haciendo aquí, dice:

—Vamos. —Ahí es cuando veo a otro hombre que estaba al otro lado de
nuestra manta y juntos levantan la manta, con nosotros sobre ella. Nos
caemos, ella se ríe.

—Esto no está bien —le digo—. ¡Vámonos! —Ella sigue riendo, todo es una
gran broma para ella. Estoy gritando, pero ellos nos cargan y nos siguen
cargando, hacia la orilla, a los acantilados.

Sé que nos van a tirar por la borda. Pero estoy listo. Cuando sueltan la manta,
cae y siento perder mi peso, cayendo. La chica se ha ido, pero me preparo.
Pongo mis brazos en posición, si puedo golpear el agua correctamente, no me
romperé nada. Voy a estar bien. Pero estoy cayendo y cayendo para siempre;
es demasiado. Abro los ojos, sabiendo que voy a ver el agua muy por debajo de
mí y las rocas.

***
—Está lleno de baches aquí, ¿no? —dijo mamá. Era de noche, estábamos
moviéndonos hacia adelante—. Llegaremos pronto, en sólo veinte minutos,
dijeron. —Ella se veía preocupada, con el rostro cansado y arrugado. Desde las
ventanas de atrás podía decir que estábamos en la ambulancia, conduciendo.
El amanecer era rojo y rosa, brillante como un pomelo. Cielo rojo por la
mañana, un marinero advirtiéndolo. Pero no voy en un barco, voy a la cirugía.
¿Qué significa ese cielo rojo?

De pronto me acordé del sueño y la sensación de ser levantado. Todavía


estaba muy drogado cuando los enfermeros vinieron a buscarme esta mañana,
pero lo recordaba ahora: los dos tipos me deslizaron en la parte trasera de la
ambulancia, mamá subió. Papá también estaba allí. Él debía estar conduciendo
detrás de nosotros, por eso mamá miraba por la ventana de atrás cada vez que
doblábamos.

—Ya casi llegamos —susurró mamá.


136
Y Olivia. ¿Fue un sueño, también? No, era real. Yo la vi. Ella vino a mí, como
sabía que lo haría. Anoche. Me desperté y ella estaba a mi lado, me miraba
dormir, acurrucada contra mí, su largo pelo enredado alrededor de su rostro
pálido. Ella dijo mi nombre una y otra vez y me tocó la cara hasta que estaba lo
suficientemente despierto para verla. Pero no era un sueño. El recuerdo se
apoderó de mí cuando me dormí en la ambulancia.

—Sé que es tu decisión, tu vida. Ahora lo sé, pero hay una cosa que tengo que
pedirte —susurró—. Regresa por mí. No importa lo que pase, regresa por mí.
—Parpadeé que sí rápidamente y vi su cara—. Sin importar lo que pase —dijo
con severidad. Sus ojos eran casi aterradores en mi cuarto oscuro, no podía
ver ninguna emoción en su rostro. Parpadeé de nuevo y se acurrucó a mi lado,
tomando mi mano—. No me dejes aquí. No me dejes aquí, West. Prométemelo.
—Pude oír en su voz que estaba llorando—. Por favor, regresa por mí, regresa
por mí.

La mayoría de las personas que conocía, incluso los adultos, nunca admitirían
que tenían miedo. O que te extrañarían. O que realmente te querían. ¿Por qué
la gente tenía tanto miedo de decir cosas como esas? ¿Por qué yo también lo
tenía? No era algo genial. Mostraba debilidad. Pero eso no tenía sentido. En
realidad mostraba que eras fuerte, que eras real. Me encantaba Olivia por
enseñarme eso. Y no había manera de que fuera a olvidarla, o a no regresar
con ella después de la cirugía, sin importar lo que pasara.

—Sé que lo harás, te conozco —murmuró mientras nos dormimos juntos. Ni


siquiera me preocupaba que mamá o los enfermeros vinieran pronto por la
mañana y la encontraran allí, durmiendo contra mí, porque ya no importaba,
¿qué podrían hacernos?

La ambulancia entró en una zona de carga en el hospital y mamá dijo:

—¡Estamos aquí! —Brillante. Se frotó las manos por la cara y miró su reloj—.
Siete y media, tiempo de sobra.

Cuando estacionaron, los enfermeros se acercaron y abrieron las puertas,


dejando que mamá saliese primero y luego sacándome con los pies por
delante. Ellos asentaron las ruedas y me deslizaron a través de dos grandes 137
puertas dobles. Fueron a hablar con los oficiales del hospital mientras mamá
estaba al lado de mi camilla. El respirador portátil debía estar en algún lugar,
bajo la camilla o adjunto a esta, porque podía sentirlo enviando aire a mis
pulmones en un ritmo constante. Papá entró justo cuando estaban listos para
llevarme al ascensor.

—Tendrán oportunidad de despedirse arriba —dijo el pelirrojo—. Pero están


listos para llevarlo directo adentro.

—Está bien —dijo mamá. La vi sosteniendo la mano de papá en el ascensor


mientras subimos. Cuando se abrieron las puertas, me llevaron por un largo
pasillo donde nos encontramos con el Dr. Louis.

—Hola, buenos días, bienvenido, ¿cómo están? —dijo.

—Estamos nerviosos, pero listos —contestó papá. Oí a mamá dejar escapar un


sollozo. Papá la abrazó rápidamente y ella lloró contra su hombro—. Ella sólo
está…
—Es difícil, lo sé —dijo el Dr. Louis—. Pero recuerden, las cosas van a mejorar
un montón. Esto es lo que tenemos que hacer para avanzar, porque a ustedes
no les gusta estar aquí; no les gusta que West esté así. —Él me miró a mí, en la
cama, como si fuera un filete podrido que quería devolver—. Es hora de que
ayudemos a West, todos nosotros, ¿no?

Mamá dejó de llorar el tiempo suficiente para asentir con la cabeza mientras
se limpiaba la nariz.

—Y así lo haremos —dijo el doctor Louis con una sonrisa rápida—. Las
enfermeras les mostrarán la sala de espera, que está al final del pasillo.
Pueden esperar allí. También les darán un biper para que podamos
comunicarnos con ustedes si están en otro piso; les explicarán todo. En unas
horas, sabremos más. —Entonces el doctor se volvió hacia la persona que
estaba detrás de él—. Llévalo al quirófano, gracias.

—¡Espera! —dijo mamá—. Tengo que decir algo primero. —Ella se inclinó
sobre mí y me miró a la cara—. Estaremos aquí, no puedo esperar a verte
después. Estaremos aquí, West, todo el tiempo, ¿de acuerdo? —Parpadeé que
138
sí y vi el alivio cubrir su cara. Podía decir que de repente era fuerte. Tal vez la
charla del médico había funcionado.

—Ve por ellos, West —dijo papá con torpeza, mientras me llevaban. Una vez
que estuvimos en la gran sala blanca de operaciones, las cosas se movieron
rápidamente. Había cinco o seis personas allí y todos se movían de manera
eficiente, a veces no podía decir quién tenía las manos sobre mí y dónde. Una
persona estaba limpiando mi brazo para pincharme, otro estaba revisando mi
traqueotomía, alguien estaba inyectando una jeringa en mi intravenosa. Todos
hablaban el uno al otro, como si yo no estuviera allí, como si estuviera
dormido ya, o como si fuera invisible.

—¿Has visto este procedimiento antes? —preguntó una mujer.

—Increíble. —El chico de pie junto a mí asintió—. El Dr. Louis es el verdadero


asunto, brillante. Sólo desearía que tomase a cargo a más residentes.

La mujer se encogió de hombros.


—A algunos no les gusta tener a un grupo de estudiantes que hacen
preguntas, ya sabes, lo que quieren es hacer lo suyo.

—Está bien. —El hombre a mi izquierda dijo al inyectar algo en mi


intravenosa—. Este hombre no se despertará pronto. —Supe de lo que estaba
hablando en el momento en que sentí lo que él había inyectado en mí correr
frío, helado, por mis venas, confundiendo a mi mente.

—¿Puedes buscar en la bandeja un pequeño separador? —dijo alguien, y


pensé por un segundo que me estaban hablando a mí. Volví la cabeza para
buscarlo, lo que fuera, pero ese lado de la sala de repente estaba vacío. Del
otro lado, todo el mundo se había ido también. Estaba solo. ¿Dónde estaban?
Podía escuchar música suave, música clásica y se sentía tan bien y caliente
sólo yacer allí. Cuando cerré mis ojos, vi una luz azul nebulosa, como si
estuviera en la playa. Vi a Frankie, mi viejo labrador dorado, estaba a mis pies,
manteniendo mis piernas calientes, haciéndome compañía. No lo había visto
desde que tenía ocho años, cuando lo habíamos puesto a dormir.

—Frankie —dije—, buen perro, eso es, chico.


139
Capítulo 21
Traducido por Auroo_J

Corregido por Angeles Rangel

V
oy a bajar las escaleras mecánicas en el centro comercial. Estoy tan
alto que puedo ver todo. Puedo mirar alrededor y ver a todos, lo que
cada uno está haciendo. Todos ellos son personajes como en un juego
de video, moviéndose afanosamente, como hormigas. Quedarse quieto y mirar
a todos los demás moverse me hace tan feliz, me encanta la sensación de
calma arrastrándose sobre mí. Ni siquiera se me ve. Estoy bajando la escalera
mecánica por mucho tiempo y quiero que dure más y más tiempo. Cierro los
ojos.

***
140
El sol en el lago es tan brillante que incluso con los ojos cerrados puedo
sentirlo venir a través de mis párpados, brillando en el agua, el reflejo como
mini-fuegos artificiales brillantes. Su mano está en mi espalda.

—Dime otra vez —dice—, lo que pasó. —Ella pasa la mano sobre las
cicatrices. Cuando me vuelvo, no puedo ver su rostro. Protejo mis ojos del
resplandor, pero no veo más que la sombra de una chica sentada a mi lado, su
silueta, un recorte negro.

***

Alguien está llorando.

—No, no. —Una chica está llorando, sollozando—. No, no...

Olivia.

***
Un teléfono está sonando.

—¿Cómo apagas esto? —Está diciendo alguien—. Ni siquiera deberían tener


esto aquí.

Mamá.

***

No podía ver, no podía abrir los ojos. Oí ruidos de movimiento, alguien estaba
cerca. Mi mano se acercó a mis ojos y sentí... cinta. Un pedazo grueso de cinta
desde mi párpado hasta la mitad de la mejilla. Intenté quitármelo, pero luego
me detuve. Estoy muerto. Estoy muerto y cuando abra los ojos, estaré en un
ataúd, en una morgue.

—Oh, ¿quieres quitarte eso? —dijo una voz. La cinta se despegó de nuevo
cuidadosamente y vi un rostro, una mujer que no conocía—. Hola, soy Tracy.
Soy tu enfermera. —Hablaba muy despacio y con cuidado—. Estás en el
hospital, acabas de tener una cirugía. —Ella había quitado la cinta fuera del
otro ojo y podía ver la habitación entera—. Estuviste en un accidente. No
141
trates de hablar, tienes un tubo de traqueotomía dentro. Estás respirando por
tu cuenta así que mañana lo quitaremos, ¿de acuerdo? Levanta la mano si me
puedes oír. —Sonrió cuando mi mano se levantó—. Mantén la calma, voy por
tus padres, sólo relájate. —Levanté la mano de nuevo.

Mi mano.

La miré. Era mi mano.

Moví los dedos de mis pies. Doblé las rodillas. Algo se clavó en mi estómago,
con fuerza. Palpé alrededor y encontré un tubo grande, como un tubo de
aspiradora, pegado a mi lado y entrando en mis abdominales inferiores. Me
dolió como el infierno tocarlo.

Mi cabeza palpitaba de dolor. Se sentía como si tuviera una banda alrededor


de la frente, como un sombrero que estaba muy apretado. Pero cuando traté
de quitármela, no había nada.
—¡West! —Mamá corrió a la habitación—. Oh, cariño, ¿cómo estás? ¿Cómo
estás? —Ella se veía muy mal, como si no hubiera dormido en días—. ¿Cómo
te sientes?, ¡oh, estás en movimiento! Mira eso. —Se volvió a papá—, ¡se está
moviendo! ¡Se está moviendo!

Una enorme sonrisa se dibujó en el rostro de mi padre.

—Bueno, me dijeron que iba muy bien, pero se siente bien realmente verlo
con tus propios ojos, ¿no? —dijo. Mamá estaba saltando arriba y abajo como
una animadora, gritando de emoción. Se detuvo y trató de serenarse—. ¿Cómo
te sientes? ¿Te sientes bien? —preguntó.

Moví la mano hasta mi cabeza y me toqué la frente.

—¿Te duele la cabeza? —preguntó. Señalé mi frente otra vez y luego hice una
señal de pulgares hacia abajo—. Está bien, lo entiendo —dijo mamá.

Rápida, pero extrañamente tenía esa enorme sonrisa en su rostro, como si el


que fuese capaz de decirle que tenía un dolor de cabeza era lo mejor que le
había pasado. Ella puso las manos sobre su cara y empezó a llorar de nuevo.
142
La enfermera se acercó a su alrededor y me levantó la muñeca.

—Yo sólo voy a revisar todo, West —dijo y volviéndose a mis padres,
continuó:

—El dolor de cabeza es muy común en este tipo de procedimiento, es más


como una migraña de una punción lumbar. Tengo algo que creo que va a
funcionar, pero creo que el doctor va a querer verlo antes de que lo
administremos. —Después se volvió hacia mí y preguntó en voz alta:

—¿Entendiste eso, West? —Levanté la mano, pero mi cabeza dolía tanto que
tuve que cerrar los ojos.

—Le daremos la dosis de inmediato, ya que toma un tiempo para trabajar y no


lo quiero con tanto dolor. Estará un poco atontado por unas horas —explicó.

—Pero no regresará al estado de coma, ¿verdad? —preguntó mamá.


Cuando dijo eso, mis ojos se abrieron de golpe. ¿Si había estado en coma?
¿Cuánto hacía de la cirugía?

—No, está bien. —La tranquilizó la enfermera—. Está absolutamente genial,


de hecho, este medicamento sólo quitara el dolor de cabeza, nada más. Déjame
ir a conseguir eso. Todos ustedes pueden visitarlo durante unos minutos hasta
que el Dr. Louis llegue aquí.

Mamá acercó una silla a la cama y papá se puso a su lado.

—¿Puedes sentir los dedos del pie? —preguntó ella, así que tiré de mis
piernas para mostrarle. El tubo en el estómago realmente dolía, también, así
que lo señalé.

—Eso es un tubo de alimentación, para asegurarse de que estabas recibiendo


suficientes nutrientes —dijo papá rápidamente—. ¿Dijeron que le quitarían
con la traqueotomía de mañana? —Se volvió hacia mamá.

—Oh, no me acuerdo. —Mamá parecía nerviosa—. El Dr. Louis dijo algo


acerca de ser capaz de tragar, vamos a preguntarle cuando llegue aquí. West,
143
estás tan flaco ya, queremos asegurarnos de que puedes comer antes de quitar
el tubo. —Cuando ella me habló, el volumen subió. ¿Por qué todo el mundo me
hablaba tan fuerte?

La cabeza me dolía tanto que me sentía como si pudiera ver los sonidos. Con
los ojos cerrados, vi chispas cuando un carrito pasó rodando por el pasillo. En
un minuto, la enfermera estaba de vuelta con algo en una jeringa.

—Esto debería funcionar —dijo, inyectándola en mi intravenosa.

Mamá estaba hablando lejos, nerviosa.

—No sabes lo lindo que es ser capaz de ver que nos diga cómo se siente,
quiero decir, ¡han pasado tres meses! Estoy tan feliz, ni siquiera puedo decirlo.
¿Cuándo dijo el Dr. Louis que estaría aquí?

—Él está en camino, déjeme ver si respondió al mensaje que le enviamos —


dijo la enfermera mientras salía de la habitación.
Me dio la sensación de que se estaba mentalizado para alejarse de mamá, que
estaba actuando como una loca. ¿Por qué mamá seguía repitiendo tres meses,
si no había pasado tanto tiempo? Un mes, tal vez. ¿Fue más tiempo? Estaba
confundido, mi cerebro se sentía revuelto.

Mamá y papá se sentaron mientras esperaban y hablaban en murmullos. Pude


ver que estaban sentados el uno junto al otro, con las cabezas muy juntas.
Podía coger sólo fragmentos de su conversación, no quería escucharlo. Me
dolía la cabeza tanto y el medicamento no ayudaba todavía. Por último, poco a
poco, empecé a sentir la banda alrededor de la frente aflojarse un poco.

Pero también me empecé a sentir como si estuviera a la deriva. Recordé al Dr.


Louis entrar en la habitación y hablar con mamá y luego pedirme que
levantara las manos, que tocara mi nariz, pero todo parecía que estaba
sucediendo en un sueño. Hice lo que pude, y parecía feliz con eso.

—Sólo descansa ahora, West. Necesitas mucho descanso, entonces seremos


capaces de determinar a dónde vamos desde aquí. —Estuve a la deriva al
dormir, oí a mamá hablar con él y a papá a hacer algunas preguntas. Me sentí
144
bien, cálido y con sueño, y yo sabía que todo iba a estar bien.

Cuando me desperté, la habitación estaba oscura y estaba solo. Lo primero


que pensé, ahora que mi cabeza se sentía mejor, fue en Olivia. Ella iba a estar
tan feliz de saber que lo estaba haciendo bien, que todo había funcionado. Yo
tenía que hacer que mamá o Mike la llamaran de inmediato. Me dejé llevar de
nuevo al sueño pensando en lo que podría decir, y qué tan pronto podía verla.

A la mañana siguiente, mamá estaba allí de nuevo cuando desperté.

—Hola, cariño —dijo cuando abrí los ojos—. Te van a llevar en una breve
cirugía sólo para eliminar la traqueotomía y la sonda de alimentación. El
médico dijo que es un procedimiento de quince minutos, a lo sumo, pero ya
estará listo para día de hoy, ¿de acuerdo?

Le di un pulgar hacia arriba. Entonces hice señas de que quería escribir algo al
pretender sostener un bolígrafo y escribir en el aire.
—Oh, ¿quieres escribir? Está bien... —Mamá buscó en su bolso y encontró una
pluma, luego tomó una hoja de la mesita de noche y la sostuvo en alto para
que yo escribiera en la parte de atrás. Mi mano era bastante inestable, pero no
tan malo como lo había sido antes. Escribí Olivia.

—¿Quién es?

Entonces escribí: Dile que estoy bien.

—¿Es alguien que Mike conoce? ¿O Allie?

Escribí: Mike. Él la conoce. Hospital. Sabía que Mike recordaba a la niña bonita
de la habitación de al lado. Que Mike se lo diga. Estoy bien.

A estas alturas estaba agotado y mi garabato gigante había llenado la parte


posterior de la tarjeta. Mamá la tomó y lo guardó en su bolso.

—Lo voy a llamar cuando estés en la cirugía y me aseguraré de que reciba el


mensaje —dijo ella—. ¿Cómo está tu cabeza? ¿Está mejor hoy?

Le di un signo de bien con los dedos al mismo tiempo que dos enfermeros
145
entraban en la sala para llevarme al quirófano.

—Este es rápido —dijo uno de ellos—. Lo vamos a tener de nuevo en poco


tiempo. —Mamá me agarró la mano antes de que me sacaran.

—Estaré aquí, cariño. —Exactamente lo que había dicho la última vez.

Los chicos me llevaron por el pasillo y a una sala de operaciones igual a la que
había estado la última vez, sólo que con menos gente. Un hombre con una
mascarilla se inclinó sobre mi cara.

—Hola, West —dijo en voz alta—. Hoy vamos a eliminar tu traqueotomía. Es


un procedimiento rápido, pero puede ser doloroso, por lo que vamos a
ponerte bajo anestesia. Cuando te despiertes, no trates de hablar de
inmediato. Vamos a darle un par de días, ¿de acuerdo?

Le di un pulgar hacia arriba para mostrar que lo había entendido. Él asintió


con la cabeza a una mujer que estaba de pie junto a mi intravenosa. Ni siquiera
tuve un segundo para sentirme conciliar el sueño, en su lugar me desperté en
mi cuarto de hospital. Pensé por un momento que se habían olvidado de hacer
la cirugía, que algo había salido mal, porque no había pasado suficiente
tiempo.

Se sentía como un minuto. Pero al llegar a la garganta, la abrazadera se había


ido, el tubo se había ido, ahora estaba mi cuello, la piel y un gran vendaje
pegado abajo sobre mi garganta inferior. El tubo de alimentación también se
había ido, un pequeño vendaje estaba en su lugar.

Mamá no estaba en la habitación cuando me desperté, así que decidí intentar


hablar.

—Hola —le dije a la habitación vacía. Sonaba muy rasposa, no como mi voz—.
Hola. —Lo intenté de nuevo, pero el aire venía silbando bajo el vendaje de la
garganta, por lo que era casi imposible decir nada. Antes de que pudiera
intentarlo otra vez, mamá apareció y papá estaba con ella.

—Eso fue rápido y ya estás despierto. —Mamá estaba mirando el vendaje en


mi garganta. Bajó la sábana para echar un vistazo en el vendaje en mi 146
estómago—. Dijo que eran tres puntos. —Se volvió a papá—. Estarán fuera la
próxima semana.

—Te ves bien, amigo —dijo papá, tomando asiento junto a mí—. ¿Cómo te
sientes?

Levanté la mano para hacer una señal, pero luego decidí darle una
oportunidad, tratar de hablar.

—Estoy bien —le dije. Mi voz era baja y ronca, sonaba como un tipo de
susurro escalofriante de una película de horror.

La sonrisa de papá lo decía todo. Mamá se dio la vuelta para que no le viera
llorar, pero sabía que estaba llorando otra vez.

—El médico sólo nos estaba diciendo que si colocas tus dedos aquí. —Papá me
tomó la mano y puso dos dedos sobre el vendaje de mi garganta—, el aire no
sale tanto y puedes hablar un poco más.

Lo intenté, presionando un poco.


—Hola. —Sin duda mejor, más fuerte.

—Justo así. —Sonrió papá. Sabía que era difícil para él mirarme, su hijo,
cubierto de vendas, delgado y con el pelo largo y grasiento que se pegaba en la
frente. Su cara se veía dolida.

—Pero también dijo que le darían un par de días para cerrar, no ponen puntos
allí —añadió mamá.

—Olivia —dije, presionando sobre la gasa de nuevo.

—Oh, sí, envié a Mike a decirle que estás bien —respondió mamá—. Y ella
estaba muy feliz de escuchar eso. —Me dio una pequeña sonrisa—. Estoy
segura de que te va a decir más cuando él esté aquí esta tarde. Creo que estaba
un poco sorprendido de escuchar que la conocías. ¿Y sabes cómo nos sentimos
acerca de Allie....?

—Debo ir a buscar al médico, ¿no? —dijo papá, nervioso. Me di cuenta de que


no quería entrar en una conversación acerca de mis problemas de chicas en
este momento, o nunca. Mamá asintió y salió de la habitación.
147
Después de que él se fuera, mamá me tomó de la mano y se acercó más a mí.

—Estoy muy feliz, no puedo decir lo feliz que estoy. No estaba segura de que
iba a funcionar, que te tendríamos de nuevo después de tanto tiempo —
comenzó ella.

El doctor entró con papá detrás de él, una enorme sonrisa en su rostro.

—Esto es exactamente lo que quiero ver, mi amigo —exclamó mientras


ajustaba la cama—. Vas a encontrar que es difícil hablar por un rato, hasta que
se cierre. —Desprendió el vendaje en mi garganta—. Parece maravilloso. Esto
puede tomar una semana o un poco más, ¿de acuerdo? Tus cuerdas vocales
son como cualquier otro músculo de tu cuerpo y vamos a darle a todo tiempo
para volver, has estado inmóvil durante el tiempo suficiente para necesitar
terapia física para volver a la pista. ¿Entiendes?

Sin la abrazadera y la traqueotomía, me di cuenta de que ahora podía asentir


con la cabeza fácilmente.
—Maravilloso. Así que mis colegas y tus padres te dirán más acerca del
programa y dónde iremos a continuación. Encontramos que los pacientes que
inician la terapia inmediatamente llegan mucho más cerca de una
recuperación completa y eso es lo que queremos para ti.

Asentí con la cabeza otra vez.

—Bien, entonces… —Se volvió hacia mamá y papá—, estamos dispuestos a


moverlo el jueves. Hasta entonces, descansará y sólo tendremos que vigilar su
progreso.

—Muchas gracias, doctor —dijo mamá, agarrando su mano entre las suyas y
sacudiéndola de arriba a abajo—. Gracias.

—¿Vamos? —Él hizo un gesto hacia el pasillo y le siguió. Cerré los ojos, pero
sólo pude escuchar un poco de lo que estaban diciendo. Mirando por una
infección, los medicamentos que estaba tomando. Luego, el médico dijo algo
acerca de “abrumarme”.

Al principio pensé que estaba hablando de hacer demasiado físicamente, pero


148
estaba claro en la conversación que estaban hablando de abrumarme de otras
maneras, mentalmente.

—A menos que te pregunte directamente... —Le oí decir. Entonces algo como:

—Va a volver a él poco a poco, cuando esté listo. —Estaban hablando sobre el
accidente, porque me acordé claramente de las motocicletas en la cantera.

El rostro de Mike sobre el mío, mirándome, preguntándome. Los ojos de Mike,


así de cerca, sus pupilas como pequeños puntos en un océano de color verde
brillante.

—Estás bien —continuó diciendo—. Vas a estar bien. —Caí en una siesta
inducida por los medicamente con pensamientos sobre el accidente. ¿Algo
había sucedido que no podía recordar? ¿Algo de lo que ellos estaban
preocupados? Recorrí todo en mi cabeza, viéndolo como una película. La
forma en que me caí. Mike.
Allie llorando y llorando. Podía verlo todo con claridad. Pero lo que no podía
recordar era lo que sucedió después. ¿Cómo llegué hasta el hospital? ¿Acaso
Mike me llevó en su coche? ¿Llamó a una ambulancia? Traté de pensar, pero
allí no había nada. Sólo oscuridad. Ni siquiera un recuerdo borroso. Hasta que
me desperté en Wilson y conocí a Olivia. Todo lo que sucedió antes de eso,
estaba perdido.

149
Capítulo 22
Traducido por Lalaemk

Corregido por Angeles Rangel

L
os ojos de Mike con sus pupilas grandes esta vez, estaban directamente
sobre mi cara cuando me desperté. Retrocedió rápidamente, como si yo
fuera el monstruo de Frankenstein viniendo a la vida.

—Mierda, no estaban bromeando. En realidad ya no eres un vegetal. ¿Puedes


hablar?

Puse los dedos sobre la gasa.

—¿Cómo ves esto? —dije con voz áspera. 150


Mike sonrió.

—Bueno, eso es algo así como hablar —bromeó—. ¡Es bueno tenerte de
vuelta! —Sacó la silla y se sentó a mi lado—. No puedo superarlo. De verdad
estás bien, cierto, ¿puedes moverte y todo?

Levanté una pierna, luego la otra, como buen estudiante, luego alcé el dedo
medio. Eso es lo que le pasa por llamarme vegetal.

—Bien. —Sonrió—. Pareces ser tú mismo. —Mike se sentó y me miró


fijamente por unos momentos, asintiendo, como si se estuviera preguntando
qué decir. Yo tampoco sabía qué decir.

—Así que, no sé cómo preguntarte esto excepto preguntarte: ¿tu cerebro está
bien? —dijo finalmente.

Volví a sacarle el dedo como una respuesta.


—Bien. —Mike sonrió tímidamente. Era extraño, como si estuviéramos
conociéndonos otra vez. Cuando Mike vino a visitarme al Centro Wilson,
parecía más como él mismo. ¿Qué había cambiado? ¿Por qué estaba siendo tan
serio ahora?

—He aquí por qué lo pregunto. —Mike miró hacia abajo por un momento—.
Debido a que tu madre me dijo que quería que le dijera a Ollie Hudson que
estabas bien. Y así, lo hice, pero hombre, ¿en serio? ¿Desde cuándo?
Perdóname, hermano, pero esa chica es asquerosa. Ella tiene bigote. He oído
que tiene herpes, ahí abajo. —Él señaló su entrepierna.

Me di cuenta de que él pensaba que yo había querido decir Olivia la de nuestra


escuela.

Puse los dedos sobre el vendaje.

—No ella. —Negué con la cabeza y señalé la libreta y un bolígrafo que mamá
había dejado junto a la cama. Me habían dicho que no hablara demasiado, pero
era muy difícil tratar de decir lo que quería decir con tan sólo una o dos 151
palabras. Escribí rápidamente: Olivia Kemple, del otro hospital. Pelo negro
largo, habitación de al lado.

Mike tomó la libreta de mí y la miró por un segundo, luego me miró a mí.

—¿La chica de al lado, en Wilson?

Asentí y tomé la libreta de nuevo para escribir más. Había asumido que él
sabría que estaba hablando de ella, no sé por qué. Estúpido error.

—Así que tus padres te dijeron que te visité allí —dijo mientras yo seguía
escribiendo.

Puse los dedos sobre el vendaje.

—Lo sé. —Tuve que seguir aclarando mi garganta para hablar, no era fácil. Le
devolví la libreta, en la que había escrito más información sobre Olivia y lo que
quería que le dijera.
—West… —Mike empezó a decir algo, luego me miró. Su rostro era demasiado
serio—. Mira, esto es de lo que estoy hablando. No puedes conocer a esta chica
del hospital. Es imposible. Debes referirte a otra persona.

Él me devolvió la libreta y me dirigió una mirada triste, como si estuviera loco


o mi cerebro estuviera dañado.

Me cubrí la garganta.

—¿Puedes llamarla? ¿Ahora?

Mike negó.

—Mira, no hay ninguna chica. Debes de como, no sé, haber soñado con ella o
algo así. Todo el mundo en ese piso era un vegetal, incluyéndote a ti.

No, escribí, con un montón de signos de exclamación después. No entendía por


qué estaba siendo tan idiota sobre esto.

Olivia, puerta de al lado, habitación 203. Llámala.


152
Mike tomó la libreta, lo leyó, luego cerró los ojos y bajó la cabeza un segundo.

—West, todo el lugar tenía gente conectada a las máquinas. Lo sé, yo estaba
allí. Fue muy divertido, porque te llevaba algunas canciones para ti, y una vez
esta enfermera…

Lo interrumpí.

—Norris.

—De cualquier manera, ella era como, “Puedes apagar eso”, y yo era como,
“Alguien se quejó”, ¿lo entiendes? Porque ninguno de esos vegetales tenía
problema conmigo tocando… espera, ¿cómo conoces el nombre de la
enfermera? ¿Gran señora?

—Norris —dije otra vez—. Lo recuerdo. —Tomé la libreta y escribí: Pusiste el


álbum de Water Gun, hablaste de esta nueva chica que te gustaba, Erin, que
llevaba una falda.

Le pasé la libreta.
—No... No, no puede ser.

Mamá pasaba por la esquina justo cuando Mike lucía como si fuera a perder la
razón.

—¡Hola, chicos! Es tan bueno verlos a los dos juntos, como en los viejos
tiempos. —Ella sonrió. Mike se puso de pie, con el rostro blanco.

—Algo realmente extraño está sucediendo. West recuerda cosas. Se acuerda


de mí yendo allí y la música e incluso la falda de Erin, esto me está volviendo
loco. —Hablaba tan rápido que mi madre apenas podía seguir lo que estaba
diciendo.

—¿Se acuerda de qué?

—¡Todo! Se acuerda de cuando lo visité, cuando estaba en coma, ¡conoce a la


enfermera que entró! ¡Qué aspecto tenía, su nombre!

Mientras Mike hablaba, yo escribí más cosas en la libreta, pero me detuve


cuando escuché la palabra “coma”. ¿Por qué él había dicho eso? ¿Había estado 153
en coma, tal vez después de la cirugía? No tenía sentido. Sabía de cada visita,
cuando todos vinieron y me pusieron en la silla de ruedas, cuando me llevaron al
pasillo, no era un vegetal. Le mostré la libreta a mamá y señalé la última
oración.

—Díselo —dije.

Mike lo leyó por encima del hombro de mamá y los dos me miraron.

—¿Recuerdas cuando te visité? —preguntó mamá.

Asentí y cubrí la gasa.

—Harry Potter —dije con voz áspera—. Una Paz Separada.

—Oh, Dios mío. —Mamá tenía lágrimas en los ojos—. Espera, tengo que ir a
buscar al Dr. Louis si es que sigue aquí. Esto es increíble. ¡No puedo creerlo!

Mike se sentó de nuevo y sacudió la cabeza.


—Te lo digo, te habías... ido. Te habían conectado a un montón de máquinas.
No estaba seguro de que fueras a volver.

Tomé la libreta de sus manos y escribí: No, estaba despierto. Estaba


parpadeando para un sí y no, ¡me viste! Quiero llamar a Olivia ahora.

Mike miró lo que había escrito y respiró hondo.

—No sé....

Señalé el teléfono y le dije:

—Llama ahora a Wilson.

Mamá y el doctor regresaron antes de que Mike pudiera coger el teléfono.

—He oído que tienes bastantes recuerdos de tu estancia en el centro Wilson


—dijo el doctor. Se inclinó sobre mí y chequeó mis pupilas con una pluma de
luz—. ¿No hay dolor de cabeza?

Negué. 154
—¿Así que puedes recordar a tus padres y amigos visitarte mientras estabas
ahí? —Asentí y él continuó:

—¿Y cosas específicas que te dijeron? —Asentí otra vez. Se volvió hacia
mamá—. Esto no es raro, en realidad, y se remonta a lo que le decía antes. Él
comenzará a tener estos recuerdos, casi como un sueño regresando a ti por la
mañana. Puede que recuerde muchos detalles acerca de un incidente, o de un
día y luego tener varios días o semanas que están completamente ausentes. Es
el caso de un nivel cuatro o cinco de coma, no sabemos mucho acerca de
cuándo son conscientes y cuándo no lo son, pero parece que su hijo tenía una
gran cantidad de actividad cerebral, que a su vez no me extrañaría dada su
edad y su buen estado de salud. —Él me sonrió, y luego palmeó mi hombro—.
Te sorprendería lo que puedes recordar, pero sobre todo sorprenderás a tu
familia y amigos, que pensaban que estaban hablando con ellos mismos. —Se
rió. Mamá y Mike rieron, también, pero no entendía qué era tan gracioso.
Claramente pensaban que había estado en coma o algo, que había estado
durmiendo, pero no lo estaba. Recordaba todo.
—¿Qué hay de cuando Allie y yo tuvimos esa pelea? Cuando ella se quejaba de
mi forma de conducir y luego sólo la dejé ahí, y tuvo que esperar a que la
llevaran, ¿recuerdas eso? —preguntó Mike.

¿Allie y Mike peleando, en mi habitación, juntos? Busqué en mi mente, yo no...

—Y esa enfermera entró, la engreída y era como, “Las horas de visita se han
acabado”, y Allie era como, “Esto es todo por tu culpa”, porque llegamos tarde.
—Mike se detuvo y me miró a la cara, como si buscara el reconocimiento—. Y
entonces ella estaba tratando de hacer parecer como si yo hubiera causado tu
accidente también, como si te hubiera retado o algo, y no le hablé por un mes
después de eso, sólo para que lo sepas.

No lo recordaba en absoluto.

No sabía de qué estaba hablando.

—¿Qué hay del tío John y los chicos, ¿te acuerdas de eso? —preguntó mamá
rápidamente—. Ellos volaron sólo para verte; estarían tan felices de saber que
en realidad los escuchaste y sabías que estaban ahí. —Su rostro era tan
155
abierto y lleno de esperanza, quería decir que sí, pero no podía.

No recordaba que ellos vinieran.

No recordaba ni siquiera oír hablar de ello.

¿Por qué no me acordaba?

—Bueno, tres meses es mucho tiempo —agregó el doctor—. Algo de eso va a


volver a él con el tiempo y otros no. El cerebro es un órgano interesante; la
forma en que se cura es, en gran parte, un misterio para nosotros.

Mike y mamá estaban asintiendo, cautivados con lo que decía el doctor,


mientras que yo sólo podía concentrarme en una cosa: que había estado en
coma. Durante todo el tiempo en el otro hospital. Decían que habían sido tres
meses. Pero recordaba las cosas muy claramente. O ¿no? Algunos días estaban
borrosos, claro.
Había drogas y esos terribles sueños y las mañanas brumosas en que me
sentía como si no pudiera despertar. Pero luego estaba Olivia, y ella siempre
me ayudó a poner las cosas bien, para sentirme vivo.

—Olivia —dije, sacando a Mike y a mamá de su conversación con el doctor—.


Quiero llamar a Olivia. —Señalé el teléfono.

—Está bien, cariño —dijo mamá con calma, tratando de alcanzar su celular. Vi
a Mike sacudiendo la cabeza—. ¿No tienes su número? —le preguntó a él.

—Dice que es una Olivia diferente. Está en el hospital. Estaba en el cuarto de al


lado de West. —Mike se encogió de hombros y miró al médico.

—¿Pensé que Olivia iba a tu escuela?

Negué.

—Llámala. —Le pedí—. Llama a Wilson. A Olivia Kemple.

Mamá miró al médico mientras sacaba su teléfono y marcaba al hospital. La


habitación estuvo en silencio hasta que mamá comenzó a hablar.
156
—Oh, hola, soy Cathy Spencer. Mi hijo fue paciente ahí… Oh hola, sí, le está
yendo muy bien, gracias. Él quería hablar con otro paciente de ahí. —Mamá
hizo una pausa para mirarme—. Con Olivia Kemple. —Mamá escuchó con
atención por unos segundos, luego dijo:

—¿Y está segura de que esa es Olivia Kemple?

—Cuarto 203 —dije.

—¿Dice que está en el cuarto 203? —añadió mamá, luego dijo:

—Bien, bueno, muchas gracias.

Colgó y miró hacia el doctor otra vez.

—Bueno, hay una paciente ahí llamada Olivia Kemple y tienes razón, está en el
cuarto 203, pero cómo sabes eso, no tengo ni idea. —Mamá sacudió la cabeza.
—Si ella estaba en la habitación continua, él fácilmente pudo haber escuchado
su nombre y recordar eso, o tener un recuerdo de voces en la habitación de
ella, la gente hablándole. Hay una variedad de cosas de las que él pudo estar
consciente de otro paciente —comenzó a explicar el doctor.

Cubrí mi gasa.

—Quiero hablar con ella.

—Realmente preferiría que usaras la libreta ahora, habla en un día o dos —


recordó el doctor.

—Está bien —intervino mamá—, él no puede hablar con ella. West, está en
coma. No la pueden poner al teléfono.

—No —gemí—. No. —Me sentía enfermo. ¿Qué ha hecho? Debió haberse
quitado su tubo de alimentación, haberse hecho algo a sí misma. ¿Qué había
hecho? Luego se dio cuenta de algo repentinamente, ella no pensó que yo
fuera a lograrlo. Hizo algo… trató de matarse a sí misma. No me di cuenta de
que estaba hablando en serio. No me di cuenta.
157
—West. —Mamá tomó mi mano—. Ella está coma, como lo estabas tú. Ha sido
paciente de ahí por dos años.

—No —dije—. La conozco. —Iba a vomitar. Algo se sentía mal. Algo no estaba
bien acerca de la información que me habían dado. Alguien me estaba
gastando una broma. Yo no había estado en coma. Era sólo que no me podía
mover. Olivia no estaba en coma, la había visto: caminando alrededor,
hablándome, a todos.

La enfermera Norris la recordaría, me respaldaría. Traté de pensar en una


ocasión en que ella nos hubiera visto juntos, o en la que hubiera hablado con
Olivia. Había estado esa noche en el pasillo, cuando la atrapó, la primera noche
en que había tenido ese mal sueño. ¿Pero esa había sido Olivia? No pude ver
con quién estaba hablando.
Busqué en mi mente: No podía recordar una ocasión en que Olivia estuviera
en mi cuarto y que alguien más la viera; siempre salía apresurada cuando
venían las enfermeras, no quería ser atrapada y meterse en problemas.

Y cuando la gente iba a visitarla… ella nunca hablaba. Pero sólo era porque
estaba enojada. Estaba enojada con su mamá, con los doctores. Pero ella
hablaba, a veces, ¿no? No podía recordar. Las cosas no estaban sumándose.
Pero la conocía, conocía su voz, su rostro, su tacto, el olor de su cabello.

—Ella no está en coma —dije, y el doctor se inclinó y me entregó una libreta y


una pluma.

—Escribe por ahora, ¿bien? —dijo él, como si yo fuera un niño pequeño—.
Queremos que la incisión sane bien.

Tiré el papel por la habitación, enviando la pluma volando contra la pared.

—No, ¡quiero hablar con Olivia! —dije con voz áspera—. Llama otra vez.

—Oh, cariño —comenzó a decir mamá, luego se volvió hacia el doctor—. ¿Qué 158
podemos hacer?

—Es normal estar frustrado, West —me dijo—. Intima esos recuerdos que
pondrás juntos, y podrás ser capaz de darles sentido, pero como los estás
teniendo ahora, en pequeños pedazos, estoy seguro que te están confundiendo
y…

Apreté mi mano sobre el vendaje y grité:

—Llámala ahora. —Se sintió como si algo en mi garganta se rasgara. Traté de


sentarme, sacudiendo la intravenosa tan fuerte que casi tiré la bolsa. Casi sentí
rasgarse del dorso de mi mano. No podía sólo quedarme ahí y escuchar a estas
personas hablar acerca de cosas que ellos no entendían. Quería hablar con
Olivia.

—Bien, vamos a calmarnos —dijo el doctor, empujando mis hombros,


forzándome a recostarme en la cama. Vi la mancha de la sangre cálida por
donde había arrancado la intravenosa—. West, necesito que te relajes, está
bien. —De repente una enfermera apareció en la puerta—. Necesito diez
centímetros cúbicos de fentanilo —dijo el doctor. Usó una voz diferente con
ella y desapareció rápidamente.

Mamá parecía horrorizada. Mike se puso a su lado, su rostro cenizo.

—Toma una respiración profunda —dijo el doctor.

—Sólo quiero hablar con ella. —Lloré—. Sólo llámenla. —Comencé a llorar y
no me pude detener. Todo estaba arruinado. Todo por lo que había estado
viviendo, La única razón por la que quería esta cirugía era para estar con
Olivia, para tener mi antigua vida de vuelta, pero con ella. Y ahora ella había
hecho algo terrible. Sólo necesitaba verla—. Sólo llámenla —dije otra vez,
mientras la enfermera volvía con dos ayudantes. Me sujetaron mientras el
médico inyectaba una aguja en mi muslo.

—Esto te ayudará a relajarte, West. Cuando despiertes, te vas a sentir mucho


mejor. —Se volvió hacia mamá—. Este tipo de agitación es normal; es el
sistema nervioso central tratando de tomar el curso de los meses de
inactividad. Puede tomar un tiempo para que las cosas se restablezcan. 159
Pueden soltarlo —dijo a los dos hombres que me sostenían. Cuando me
soltaron, ya no tenía deseos de luchar; ni siquiera podía formar palaras. Mi
lengua se sentía como masilla, mi cabeza cayó hacia atrás y me envolví en la
oscuridad.
Capítulo 23
Traducción SOS por Susanauribe

Corregido por Clau12345

L
as dos semanas siguientes fueron terribles, tal vez las peores de mi
vida. Había querido tanto estar mejor; quería recuperar tanto la
sensación y el movimiento que había deseado eso, me había
concentrado en eso, pensado en hacerlo realidad. Cuando estaba en el
hospital, era lo único en lo que podía pensar. Mejorarme, salir de allí, regresar
a mi antigua vida. Incluso bloqueé las advertencias de Olivia, de mi madre. Me
presioné por esto, tercamente, ciegamente, sin considerar a alguien o a algo.

Pero ahora que estaba aquí, todo lo que quería hacer era regresar. Regresar al
lugar donde Olivia era mi única amiga, donde ver su rostro podría alegrar mi
160
día, donde escuchar su voz era lo único que me mantenía cuerdo. Un lugar
donde pudiera sentir su toque, ella se acurrucaría junto a mí, estaría conmigo.
Porque ahora, eso era imposible. Y si creo en lo que todos me dicen, ni
siquiera sucedió. Pero sé que sucedió.

Después de unos días de la visita de Mike, me movieron al centro de


rehabilitación donde los especialistas trabajaron en mi movimiento; caminar,
usar mis brazos, hablar y las habilidades motoras. Ahí había otros pacientes,
todos mayores que yo. Algunos habían tenido accidentes, un chico había
estado en un terrible accidente automovilístico hacía un año y apenas estaba
aprendiendo a caminar de nuevo. Una mujer de la edad de mamá, había tenido
un ataque bastante malo y la mitad de su cuerpo no parecía funcionar
adecuadamente. Fue interesante escuchar la historia de todos los demás, qué
los había traído a este lugar y tuve la sensación de que la mayoría de la gente
me consideraba una estrella. Era el más joven y acababa de salir de un largo
coma. Los otros pacientes parecían muy interesados en eso. Casi la mitad de
los pacientes vivían en el centro y la otra mitad sólo venía para las citas.
—Muy pronto serás uno de ellos —me dijo uno de los terapeutas—. Serás un
paciente externo muy rápido si trabajas fuertemente.

Mis días estaban llenos, desde ver cartas con un especialista cognitivo hasta
caminar en la cinta para correr y luego pesas, bebidas de proteínas y comidas
llenas de calorías, baños con sales de magnesio y masajes de tejido profundo.
Mamá bromeó con que ya tenía la vida de un pro-atleta, mi cuerpo era la
prioridad. Hacer que funcionara de nuevo de forma normal era la meta. Los
doctores estaban trabajando en mi mente también, pero era claro que lo que
estaba mal conmigo sería mucho más difícil de arreglar. Mi memoria tenía
problemas, grandes espacios de tiempo perdido al estar en coma (o eso me
habían dicho) y daño en mi sistema nervioso central. Tenía visiones de
imágenes perturbadoras algunas veces, cuando estaba quedándome dormido:
una chica ensangrentada tendida en una acera, la cara de un hombre
quemada, cosas de las que no tenía control, visiones que no tenían que ver con
mi vida o mi accidente. Los psicólogos le dijeron a mamá que estaba
“deprimido”.
161
Parecía que mi cuerpo regresaría a la normalidad.

—Eres joven —señalaban todos los terapeutas físicos—. Todo regresará a ti,
memoria muscular.

Dado el lazo sintético que habían usado para fusionar mi vertebra, nunca sería
capaz de tocarme los dedos del pie o atar mis zapatos de pie. Mi cuerpo no se
doblaría de esa manera completamente nunca más. Sería capaz de caminar,
algún día posiblemente sin los movimientos temblorosos que hacía ahora y
sería capaz de sostener un lapicero. Nunca más podría volver a montar de
manera competitiva. Sabía eso y sin embargo, no me importaba. Mi garaje,
lleno de motos y equipo, el equipo que había guardado por meses, los trofeos
y los títulos, todo parecía pertenecer a alguien más. Un niño, un niño estúpido.
Ya no quería nada de eso. Le dije a mamá que se lo diera todo a Mike, si él lo
quería. O lo donara. Nada tenía interés para mí, muchos menos montar.
—Simplemente no entiendo por qué no está más feliz, cuando todos estamos
felices por él. —Se quejó mamá con dolor—. Es como si no entendiera lo
afortunado que es.

—Es un adolescente. Esto es algo difícil de vivir, incluso para un adulto. Su


vida ya estaba en transición y ahora todo esto. Lo superará, ya verás.

Los primeros días, todavía hablaba y preguntaba por Olivia. ¿Era posible que
ella estuviera bien cuando yo estaba allí y luego cayera en un coma cuando me
fui? La respuesta era no. ¿Podría haber estado en el grado más leve de coma,
grado cinco, como yo, y que tal vez estuviéramos más conscientes de lo que
pensaba la gente? De nuevo, no. Entre más preguntaba sobre ella, más loco
parecía. Mamá finalmente llamó al hospital y conseguí las respuestas que
pensé que quería. Se enteró de que Olivia Kemple había estado en coma de
grado uno por dos años. No había manera de que la hubiera conocido ni de
que hubiera hablado con ella. Era imposible. Sin embargo, sabía que había
sucedido. Y tenía que encontrar una forma de estar en contacto con ella,
donde fuera que estuviera. Era así de sencillo. 162
Cuando trajeron a una psicóloga, supe que estaba en problemas.
Interrumpieron mi tiempo de caminata en la cinta para reunirme con ella. En
nuestra primera reunión, hizo muchas preguntas agudas sobre mi tiempo en
el hospital y lo que recodaba. Cuando llegamos a Olivia, traté de contenerme.
Sabía que todos pensaban que había imaginado toda nuestra relación. Eso no
sucedió, fue un sueño. Y hasta que pudiera probarles lo contrario, hablar de
Olivia me haría sonar como un loco. Tal vez lo estaba. Pero luego me rendí.
Porque si no podía decírselo al psicólogo, ¿con quién más podría hablarlo? Tal
vez ella sabía algo que yo no. Tal vez tenía una clase de explicación sobre
cómo habría podido pasar esto. Como me había enamorado de una chica que
nunca había conocido.

—Había una chica en la habitación junto a ti —comenzó la doctora—. ¿Cuál


era su nombre?

—Olivia.
En el momento que dije su nombre, finalmente no pude contenerme así que
dije toda la historia. Todo. Cómo nos conocimos, lo cruel que fue cuando nos
conocimos, cómo me ayudó a comunicarme y a escribir. Las caminatas a
media noche, la sala de televisión, las cosas que me mostró en la computadora.
Lo enojada que estaba cuando me fui. La doctora escuchó atentamente sin
hacer preguntas o interrumpir. Nunca dijo “eso no pudo pasar”.

Cuando terminé, miré mis pies y a los estúpidos aparatos de velcro que habían
puesto en ellos para ayudarme a caminar.

—No quiero estar aquí, quiero estar ahí, con ella, si tiene sentido.

—Tiene sentido, West. Es perfectamente lógico. Esto es un trabajo duro,


mucho se espera de ti. Este es el mundo real. Has pasado por algo terrible y
traumático, tienes mucha suerte de estar vivo. Ahora, viene el trabajo de
regresar a tu vida. No será como era antes, ¿verdad?

Sentí lágrimas viniendo a mis ojos. Ella tenía razón. Obtuve lo que quería, lo
que pensé que quería, pero ahora no lo quería o no se había vuelto verdad de 163
la forma en que pensé que sería. Había querido que todo regresara a la forma
como era. Pero ya no había forma de regresar ahí. Esa vida se había ido. Ahora
esta era mi vida.

—Te diré lo que creo que pudo haber sucedido y luego podemos trabajar en
cómo llegar a la misma página, ¿está bien? Creo que cuando estabas en el
hospital, te encontraste en una situación tan irreal, en circunstancias tan
terribles, que creaste otra realidad, una vida de fantasía a la cual podías
escapar. Necesitabas un amigo, alguien que pudiera entender cómo era. Y
luego apareció Olivia. —Dejó de hablar por un minuto y simplemente me
miró, asegurándose de que sus palabras estuvieran entendiéndose. Así era—.
Estar con Olivia te ayudó, ¿verdad? Ella te ayudó. —La doctora miró a sus
apuntes en su regazo—. Dijiste que era tu única amiga verdadera, la única que
entendía cómo era para ti. ¿Es verdad?

Asentí. Lo que ella decía sonaba bien, pero también sonaba loco. Porque eso
significaría que yo había inventado a Olivia. Que ella no era real. Que todo lo
que había pasado entre nosotros era una fantasía, algo fingido. Y eso no lo
podía creer.

—Dime, West, ¿tuviste sueños cuando estabas en el hospital, sueños


diferentes al tiempo que pasabas con Olivia? ¿Cuándo considerabas que
estabas dormido? ¿Cosas que dirías que no son reales?

Tuve que pensar por un minuto y entonces, de repente, me llegó. El sueño del
hombre atacando la chica. Le dije a la doctora lo de la serie de sueños sobre la
chica, sobre el hombre hiriéndola. Sobre yo convirtiéndome en él.

—Tuve este sueño varias veces, era siempre el mismo hombre. Y todavía
puedo ver su rostro.

Ella asintió.

—No sería sorprendente para mí saber que el hombre con el que soñaste era
una persona real, tal vez una persona mayor en el hospital, un enfermero o
incluso un doctor. Alguien a quien le viste el rostro y lo metiste en tus
pensamientos. —Ella se detuvo para que yo lo pensara, pero no pude recordar
164
ver a este hombre en el hospital—. Piensa en el sueño. Una mujer está siendo
atacada. ¿Qué significa eso?

Lo pensé.

—Ella está siento herida, está siendo forzada… —No sabía la respuesta que
estaba buscando la doctora.

—Sí, ella está siendo herida y forzada. No puede detener a su atacante. Está
indefensa. Muchos de los procedimientos que te hicieron cuando estabas en
coma fueron invasivos, dolieron, pero tú estabas indefenso para detenerlo,
¿verdad?

Recordé el sueño más claramente.

—En verdad, siempre estaba ahí observando, pero estaba atado, no podía
ayudarla. Mis manos estaban… Estaba indefenso. Incluso cuando ella gritaba
por ayuda, llorando…
—Me gustaría que pensaras en los procedimientos que te hicieron, incluyendo
el más reciente. Cuánto sentiste que no estabas en control de tu propio
cuerpo, cuánta otra gente te controló, te hizo cosas que no pudiste detener y
cómo se sintió eso. Algunas veces consciente de eso, una enfermera
poniéndote una inyección, manipulando tu cuerpo…

Mientras hablaba, imágenes regresaron. Alguien inclinándose sobre mí,


revisando mis pupilas, moviendo mi cama, moviéndome, cambiando mi
intravenosa. Ser tocado constantemente, monitoreado, probado, tubos
entrando y saliendo.

—Piensa en términos de tu sueño y piensa sobre quién puede ser este


“hombre”, y mañana partiremos de ahí, ¿está bien?

Después de que se fue mi cabeza estaba girando. Regresé a la cinta andadora y


caminé un kilómetro extra, sólo pensando en todo lo que ella dijo. ¿Había una
explicación? ¿Era tan fácil como eso, un mundo de fantasía de mi propia
invención? Una chica que existía, una paciente en el hospital pero que yo
nunca había conocido. Una chica que estaba en coma de grado uno.
165
Simplemente escuché su nombre, de la habitación del lado y pretendí que era
hermosa, pretendí que era mi amiga. Inventé una chica que saliera con el
nombre. Mi amiga imaginaria. Mi novia imaginaria.

Pero cada vez que empezaba a pensar que tal vez podría haber sucedido de
esa manera, veía el rostro de Olivia, su bata blanca encintada contra su
pequeña cintura, esos grandes ojos oscuros. Esa vez cuando se puso brillo de
labios, cuando su cabello estaba suelto. La podía ver tan claramente, sentir su
aliento en mi rostro, su beso en mis labios, supe que ella era real. No podría
haberla inventado. No la inventé.

La siguiente vez que vino la psicóloga, traté de abrir sus teorías,


especialmente sobre los sueños. Tenía que haber una explicación.

—Pensamos que la habitación estaba encantada, pero su teoría tiene más


sentido —le dije.

—¿Quién es nosotros, quieres decir, Olivia y tú? —preguntó.


Asentí.

—¿Así que le hablaste a Olivia sobre los sueños y ella también te ayudó con
esto? —Cuando dije sí, la vi escribir algo en los papeles que mantenía en su
regazo. Sin levantar la mirada, continuó:

—Quiero que sepas que puedes seguir hablando de Olivia conmigo y no tienes
que sentirte incómodo. Entiendes eso, ¿cierto?

—Sí —dije—. Seré honesto, quiero creer que tiene razón respecto a ella. Parte
de mí piensa que podría tenerla, pero la otra simplemente no puede creerlo.
Simplemente no puedo dejarla ir —expliqué.

—Miremos lo que dices, “simplemente no puedo dejarla ir”, eso es importante.


Si es cierto que Olivia fue una amiga que inventaste para ayudarte a pasar por
un tiempo difícil, ¿por qué crees que será difícil dejarla ir, especialmente
cuando estás mucho mejor?

Pensé en eso un momento antes de responder.


166
—¿Porque me enamoré de ella? ¿Le hice promesas?

La doctora no podía esconder su decepción con mi respuesta.

—Tal vez porque temes que los tiempos difíciles no hayan terminado. Y va a
ser difícil regresar a tu antigua vida, ¿verdad? Me has dicho antes que casi
quisieras regresar ahí, al hospital, en vez de enfrentarte a esta vida que está
frente a ti, ¿cierto? —Cuando asentí, ella continuó:

—Tal vez es más fácil mantener ese amigo por un rato más, por si acaso.
Cuando estés listo para dejar ir a Olivia, lo sabrás.

No pensaba que alguna vez estuviera listo para dejarla ir, la idea de Olivia,
incluso si tenía razón. Pero esperaba que algo pasara rápido, una clase de
realización, de una u otra forma, antes de que todos a mi alrededor
comenzaran a creer que estaba loco. Incluyéndome a mí.
Capítulo 24
Traducido por LizC

Corregido por obsession

D
espués de dos semanas de ejercicios todos los días, por fin sentí que
estaba llegando a alguna parte, como si estuviera moviéndome hacia
adelante. Tenía bastante fuerza en la parte superior del cuerpo; podía
levantar objetos de más de cuatro kilos y medio y sostener un lápiz durante
quince minutos. Escribir en el teléfono seguía siendo duro, sobre todo los
pequeños botones en mi teléfono, acostumbrarme a ellos correctamente me
tomó mucho tiempo, así que cuando le enviaba algún mensaje a Mike o a Allie,
por lo general estaba lleno de faltas de ortografía. Probablemente me hacía
parecer como si mi lesión cerebral fuese peor de lo que realmente era. 167
Mi mente estaba volviendo también, pero los médicos dijeron que sería más
lento. Le tomó un tiempo a los tejidos regenerarse y me había hecho algo de
daño cuando choqué. La mayoría era cuestiones de la memoria a corto plazo,
salía de la habitación y caminaba por el pasillo y luego olvidaba a dónde iba y
por qué.

—Bueno, ahora estamos igual. —Bromeaba mamá—. Eso me pasa a mí, al


menos, una vez al día. Incluso voy a levantar el teléfono y olvido a quién iba a
llamar. —Oír esto me hizo sentir un poco mejor. Claro, les pasaba a todos.
Pero no solía sucederme a mí y no me gustaba la sensación confusa que tenía
cuando no estaba seguro de lo que estaba pasando. Traté de usar mi
imaginación mental para centrarme a mí mismo, para ayudar a mi
concentración. Pero era como una broma, me tumbaba en la cama y trataba de
imaginarme volviendo a casa, o de vuelta en la escuela, para impulsarme en un
futuro mejor y más brillante donde todo esto quedara detrás de mí. Pero
pensamientos de Olivia y los otros hospitales tejían su camino en mí.
Siempre que pensaba en Olivia o algo me recordaba a ella, lo cual era cerca de
veinte veces al día, trataba de bloquearlo.

—Cuando esos pensamientos vengan a tu mente, trata de reemplazarlos con


cuidado con algo positivo —me había dicho la psicóloga—. Algo más. ¿Qué
tipo de actividades acostumbrabas a disfrutar?

—Sobre todo ir en bicicleta —le dije honestamente—. Pero ya no lo voy a


estar haciendo.

—Cualquier otra cosa, algunas aficiones... —Cuando ella me vio sacudiendo la


cabeza, continuó:

—¿Qué hay de la natación?

Cuando mencionó la natación, mi mente se fue a los acantilados, con vistas al


lago. Allie y yo solíamos ir allí el verano pasado con un grupo de gente de la
escuela. Proyectándolo podría ser bueno, pero tenía que bloquear a Allie. Y
entonces me acordé de un sueño, en el que yo estaba sentado con una chica en
los acantilados. Estamos en una manta. Su mano en mi espalda.
168
—Dímelo otra vez —dice ella…

Y así, volvía a Olivia de nuevo.

—No creo que la natación vaya a funcionar —le dije a la doctora.

—Bueno, encontrarás algo, un pensamiento positivo para “cambiar de canal”...


¿tiene sentido? No tiene por qué ser la misma cosa cada vez y puede ser una
idea vaga, como algo acerca de tu futuro... la universidad o lo que te gustaría
hacer con el tiempo como una carrera algún día. Pensar en cosas como una
posible buena manera de superar el pasado, y seguir adelante. —Ella me
sonrió, así que le devolví la sonrisa para mostrarle que entendía lo que estaba
diciendo, pero yo ya había me había dispersado. Hacía eso mucho
últimamente. Nada podía mantener mi atención por mucho tiempo. Excepto
pensar en Olivia. Por alguna razón, eso era lo único que mi mente no podía
dejar pasar.
Para la mitad de mi tercera semana en el centro, estaban hablando de
tratarme de forma ambulatoria. Sólo tendría que venir cuatro días a la semana
para continuar mis ejercicios, pero podría vivir de nuevo en casa. Tendría la
oportunidad de moverme bien con los apoyos de la pierna y las muletas
especiales que me dieron que se enganchaban a la parte superior de mis
brazos con un manguito. Casi ni siquiera las necesitaba.

—Tu equipo piensa que sería bueno para nosotros salir en un pequeño viaje
de campo, tal vez a comer o a tomar un helado —me dijo mamá un día que
estaba de visita—. ¿Qué piensas tú?

No había estado en ningún otro sitio en casi cuatro meses y me preguntaba si


yo estaba listo para salir en público medio paralizado. Pero le dije que sí y al
día siguiente, mamá llegó para llevarme a comer en la ciudad. Desenvolverme
en el coche con las muletas y los aparatos ortopédicos fue bastante divertido,
pero una vez que llegamos al restaurante, incluso eso fue más fácil. Mamá
condujo a unos diez kilómetros por hora en el camino.

—Mamá, no me voy a romper. —Tuve que recordarle.


169
—Lo sé, lo sé —dijo, pero noté que estaba nerviosa teniéndome fuera del
centro.

En el restaurante, pareció que nadie miró dos veces en nuestra dirección


mientras estábamos de pie en el puesto de la anfitriona.

—Dos para el almuerzo —dijo mamá y nos llevaron a una mesa en donde
pudimos ver a lo largo de las montañas.

—La nieve empieza a derretirse —señaló mamá. Ella tenía razón, en las cimas
de las montañas, las manchas blancas estaban desapareciendo. Ya era casi
abril. La escuela acabaría muy pronto, luego el verano. El lago, salir con los
amigos. No estaba preparado para hacer frente a nada de eso.

—Estaba pensando que en el camino de vuelta podríamos tomar un desvío —


dijo mamá maliciosamente—. ¿Qué pensarías de ir a Wilson para saludar a
todos los médicos y enfermeras de allí? A ellos les encantaría ver lo bien que
lo estás haciendo ahora.
El nombre del lugar me hizo sentir raro, no con miedo, sino nervioso, ansioso.

—¿Crees que estaría bien, quiero decir, no se supone que vuelva a


rehabilitación?

—Tenemos toda la tarde. Les dije que también te iba a llevar a por un corte de
pelo, ¡pero sé que preferirías no hacer nada de eso!

Ella tenía razón.

Después del almuerzo, me quedé fuera mientras ella sacaba el coche y luego
nos dirigimos a Wilson, a unos veinte minutos de distancia del centro de
rehabilitación. Mamá hablaba todo el tiempo acerca de cómo había hecho que
alguna compañía fuera a la casa para conseguir que todo estuviese listo para
mí la próxima semana. Barras en la ducha, para así poder sostenerme de pie,
algunos equipos de ejercicios en el estudio para que pudiera continuar con mi
terapia física los fines de semana. Ella estaba muy emocionada. Pensé en mi
habitación y el tiempo que había pasado desde que la había visto. Estaba
seguro de que estaría igual, pero yo estaba volviendo a ella tan diferente. 170
Habían pasado tantas cosas desde la última vez que dormí en esa cama. Me
sentía como otra persona. Otra versión de West.

El exterior de Wilson parecía totalmente desconocido para mí. Me di cuenta de


que en realidad nunca lo había visto antes. No era lo que me había imaginado
desde el interior, sólo un edificio bajo y gris escondido en las colinas con un
signo sin pretensiones en el frente.

Cuando entramos, un largo mostrador estaba a nuestra izquierda. Lo recordé


de mis paseos en la silla de ruedas.

—No creo que tengamos que registrarnos; no estamos aquí para ver a un
paciente —le explicó mamá al hombre detrás del mostrador—. ¡Oh, hola,
Cheryl! —Ella saludó a alguien al otro lado del pasillo, en el puesto de
enfermeras.

—Continúen —dijo el hombre, casi sin levantar la vista.

Mamá se acercó al escritorio del puesto y la seguí en mis muletas.


—Oh, Dios mío, ¿es quien creo que es?

Cuando levanté la vista, reconocí a la puta enfermera, ahora con una gran
sonrisa en su rostro como si estuviera tan feliz de verme.

—¡Tan alto y guapo! Te echamos de menos por aquí. Míralo, ¿puedes creerlo?
—Ella agarró el brazo de mamá—. ¡Debes estar muy contenta!

Su cara se veía tan diferente, sonriendo, cosa que me estaba confundiendo.


Casi solté algo sobre ella siempre siendo una puta conmigo, pero por suerte
me di cuenta de que alguien más doblaba la esquina. Norris.

—Tu madre me dijo que quizás vendrías hoy, así que cambié mi turno para
poder verte. —Su enorme sonrisa se sentía como un rayo de sol—. Ven aquí —
dijo ella, tirando de mí en un abrazo. Cuando me soltó, vi lágrimas en sus
ojos—. No puedo creer lo que estoy viendo. ¿No has llevado a este chico a un
corte de pelo todavía? —Bromeó con mamá. Norris empujó mi pelo fuera de
mi cara.

—Siempre hacías eso —le dije—. Siempre empujabas mi cabello fuera de mis
171
ojos...

—Tu madre me dijo que recordabas mucho de tu tiempo aquí y yo no lo podía


creer. ¿En serio me recuerdas? —Ella me miró con tanta seriedad, casi me
eché a reír.

—No lo sé. —Me burlé—. ¿Aún cuentas los puntos?

—¡Oh! —Se cubrió la boca—. ¿Yo...? ¡Debo haber estado quejándome! ¡Oh,
quién sabe qué otra cosa te dije! ¡Pobrecito! —Ella envolvió su brazo
alrededor de mi cintura y la apretó con fuerza—. Es todo un hombre alto,
fuerte y apuesto, ¿cierto? —le dijo a mamá y a la enfermera Cheryl.

—Él lo ha estado haciendo muy bien, vuelve a casa la próxima semana —les
dijo mamá.

—Bueno, hay alguien más que quiere verte. Sra. Spencer, ¿se acuerda del Dr.
Yung? —dijo la enfermera Cheryl, rodeando el escritorio.
—Sí y me encantaría verlo —dijo mamá, siguiéndola por el pasillo—.
Enseguida vuelvo —dijo por encima del hombro hacia mí y Norris.

Norris no dijo nada, se quedó con su brazo alrededor de mí, apretando.

—¿Puedo ver mi antigua habitación?

—Oh, por supuesto, cariño. Todavía está vacía, vamos. —Ella me llevó al otro
lado del pasillo y dos puertas más abajo a la izquierda, se detuvo—. Esta es. —
Pasó el interruptor de la luz. Era como la recordaba. La pared de ventanas. La
silla de plástico verde junto a la cama.

—Todas las máquinas se han ido —señalé. Sólo las camas y las sillas estaban
en la habitación.

—Te acuerdas de esto, ¿verdad? —dijo Norris, mirándome a la cara, como si


estuviera buscando algo—. Es como un milagro, sabes, es un milagro.

—Enfermera Norris —escuché a una mujer llamarla a unos metros—.


¿Podrías ayudarme con este carro? —Vi a la mujer, pero no la reconocí; no 172
debía de haber sido asignada a mí.

—Quédese aquí, señor —me dijo Norris mientras se movía por el pasillo para
ayudar a la otra enfermera. Se detuvieron en el carro, tratando de volver a
colocar una rueda suelta sin tirar todo lo que estaba encima. Estaba lleno de
suministros médicos que reconocí: tubos y jeringas, vendas y frascos de
pastillas. Sería un lío para limpiar. Me moví algunos pasos hasta ellas, de
forma automática, para ayudar si podía, pero me detuve cuando me di cuenta
de a donde me estaba moviendo, donde estaba de pie. El lugar en el que no
quería estar. Fuera de la habitación 203. Yo estaba fuera de su habitación.
Pero no era su habitación. Porque no existía la chica de mi cabeza. Yo la
inventé. Alejé mis ojos de Norris por un segundo y poco a poco volví la cabeza
hacia la izquierda, aterrado de lo que podría ver. Había alguien en la cama.
Había máquinas, un ventilador, monitor cardíaco, vía intravenosa, todo lo que
tenía alrededor de mi cama cuando yo estaba aquí. Ver todo esto provocó que
una oleada de náuseas enfermiza me recorriera. Nunca quería estar en un
hospital otra vez.
Di un paso en la habitación y luego otro, en silencio en mis muletas. Sólo podía
ver las piernas debajo de una manta cuidadosamente puesta. La cortina verde
alrededor de la cama estaba empujada hacia adelante sólo un poco, lo
suficiente para que yo no pudiera ver quién estaba allí. Pero tenía que verlo.
Sabía que no sería ella. Pero yo sólo tenía que estar seguro.

Di un paso alrededor de la cortina y levanté los ojos. Era una chica. Una chica
joven. Con el pelo corto y oscuro y piel pálida. Podía oír a mi propio corazón
latiendo en mis oídos, pulsando. Me olvidé de respirar. Era Olivia. Pero no. Su
cabello había sido cortado. Algo le había pasado a su cara. Era más suave de lo
que sabía que era; una mejilla tenía una larga cicatriz color salmón corriendo
a través de ella. Su nariz ya no era una línea recta, sino torcida, sólo un poco.
Pero ella todavía era hermosa. Mi Olivia. Me acerqué a ella, escuchando el
monitor cardíaco resonar el ritmo de su cuerpo. Ella era real y estaba viva.
Llegué hacia delante y toqué su pequeña mano blanca. Estaba caliente.

—West, cariño, oh, ahí está —susurró Norris—. Vamos, no es esta, es la


habitación de allá, la vacía. —Me condujo fuera de la habitación de Olivia y de 173
nuevo a la 201.

—¿Qué pasa con esa chica? —le pregunté rápidamente.

—Oh, ha estado aquí por un tiempo. Es una PEV, no como tú.

—¿PEV?

—Paciente en Persistente Estado Vegetativo —explicó Norris, moviendo un


montón de ropa en el fondo de la cama vacía de mi antigua habitación—.
Todos sabíamos que ibas a estar bien, bueno, yo lo sabía. La mayoría de la
gente como tú se despiertan; algunos no lo hacen tan bien como tú lo estás
haciendo, pero casi siempre regresan de nuevo a nosotros.

—¿Y qué pasa con ella? —pregunté, temiendo que ya supiera la respuesta.

Norris negó con la cabeza.

—No, ella no tiene ninguna actividad cerebral. Es muy triste, ¿no? Es por eso
que creo que eres un milagro. Siempre deberías recordar eso, ¿de acuerdo?
Olivia era real. Había ocurrido. Pero ella nunca se despertaría. La chica que
conocí, la chica de la que me enamoré no estaba viva, era un fantasma. Su
cuerpo estaba en la habitación de al lado, pero realmente no estaba aquí.
Nunca vería a Olivia, mi Olivia, otra vez.

174
Capítulo 25
Traducido por Whiteshadow

Corregido por Angeles Rangel

C uando mamá me encontró de pie, en mi antigua habitación con lágrimas


corriendo por la cara, no estaba muy contenta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó, mirando a Norris.

—Quería verla, mamá. Yo le pregunté —dije rápidamente, secándome las


mejillas, antes de que ella culpara a la enfermera.

—No sabía que sería tan perturbador —explicó Norris—. Creo que él solo está
feliz, ¿verdad? —Norris puso su mano en mi espalda.
175
—Es hora de irnos, van a estar preguntando dónde estamos —dijo mamá
secamente. Me tocó el brazo, pero me aparté.

Norris podría decir que mamá estaba enojada, pero sólo se quedó tranquila.

—West, en cualquier momento que desees, vuelve a visitarme. Suelo irme a


las seis de la tarde, ¿de acuerdo? Me refiero a en cualquier momento. —Ella
me guiñó un ojo cuando mamá me llevaba fuera de la habitación.

—¿Qué estabas haciendo ahí? —preguntó mamá enojada, tan pronto como
estuvimos fuera del alcance del oído.

—¿Cuál es el problema? —En el interior sentía como si mi mente se


desbordara, a punto de explotar. Pero ella no tenía ni idea de lo que acababa
de ver, lo que me había sucedido. ¿Cuánto de mi vida había cambiado en sólo
los pocos minutos que ella no estuvo a mi lado?

Una parte de mí quería hacerla girar y mostrarle la habitación 203. Mostrarle


a Olivia. Mostrarle que era real, que había sucedido. Pero la otra parte de mí
sabía que ella seguiría sin creerlo. El hecho de que se parecía a la chica que me
imaginé no la hacía real para ella.

Así que sabía su nombre. Así que yo sabía cómo se veía antes. Mamá iba a
encontrar alguna manera de explicarlo. El psicólogo tendría un nuevo
diagnóstico. Ver a Olivia no cambió nada para nadie más que para mí. ¿Cómo
podrían entenderlo? Nadie podría. Nadie más que Olivia y yo.

Mamá siguió hablando:

—Yo... yo no sabía dónde estabas. —Hizo una pausa para sonreír y decir adiós
al guardia en la recepción y luego volvió a regañarme—. Me has asustado,
estaba buscándote.

—Mamá, ¡estoy bien! —prácticamente grité—. Sólo déjalo. No quiero hablar


de ello. —Sólo necesitaba estar en silencio durante un minuto. Necesitaba
pensar. Caminamos a través de la puerta corredera por la acera de enfrente,
donde una mujer estaba de pie, fumando.

—Está bien. Voy a buscar el coche —dijo mamá—. Quédate aquí. —Ella me
176
miró fijamente.

—No voy a moverme. —Le fruncí el ceño. Hasta aquí nuestra primera salida.

Miré a la mujer para ver si ella había escuchado algo de nuestra vergonzosa
pelea y me di cuenta de que la había visto antes. El pelo oscuro, largo abrigo.

Era la madre de Olivia.

—Hola —dijo después de que hubiera estado mirándola fijamente por unos
momentos. Me había olvidado de su hermosa voz, la cadencia de su acento
francés.

—Lo siento, sólo… Usted me parece familiar. —Negué, tratando de pensar en


qué decir a continuación.

—¿Estás visitando a alguien? —Hizo un gesto hacia la puerta. Cuando dije que
sí, ella continuó:
—También yo. Probablemente por eso te parezco familiar. —Su sonrisa era
tan parecida a la de Olivia que me sobresaltó—. ¿Cuántos años tienes? —
preguntó, apagando el cigarrillo en la acera con su talón.

—Diecisiete.

Ella asintió.

—Mi hija es de tu edad. —Su sonrisa era triste.

—Oh. —Tenía en la punta de la lengua decir lo sé, conozco a su hija. Podía ver
el coche de mamá circulando cerca, adentrándose en la zona de descenso de
pasajeros. Tenía que hacer esto rápido y no demasiado obvio.

—¿Es una paciente?

Ella asintió.

—Dos años. —Contuve la respiración, esperando que ella dijera más—.


Cuando la encontraron, no estaba respirando. No sabemos por cuánto tiempo
no lo hizo. —Ella se miró los guantes por un momento—. Lo suficiente.
177
—¿Qué le pasó? —pregunté antes de que pudiera detenerme. Una parte de mí
no quería oír la respuesta. Una parte de mí ya sabía lo que iba a decir.

Se aclaró la garganta.

—Ella había sido, ¿cómo decirlo? Violée. Asaltada.

Olivia no tenía un desorden alimenticio. Eso no era por lo que estaba allí. Por
supuesto que no. Ella nunca me dijo lo que le había sucedido. No quería
pensar demasiado en ello. Pero yo lo sabía. De alguna manera, yo siempre lo
había sabido.

Estaba de vuelta en el sueño. Pero esta vez, no lo estaba mirando a él. A la


sangre en sus manos. Yo estaba mirándola a ella. Por primera vez, miré a la
chica en el suelo. Su leotardo blanco desgarrado y arrancado en la parte
delantera, salpicado de sangre oscura. Alrededor de su cuello una bufanda
rosada fina, apretada, cortando la piel. Ella está tosiendo, ahogándose en su
propia sangre.
Mamá dio un breve bocinazo.

—Creo que tu transporte está aquí —dijo la madre de Olivia—. Fue un placer
conocerte. —Se inclinó y pude ver que sus ojos eran exactamente los mismos
que los de Olivia, mismo color, misma forma, pero con pequeñas arrugas
alrededor de ellos—. Soy Sophie. —Se quitó su guante y estiró la mano a la
mía. Dudé, preguntándome si debería inventar un nombre, no decirle la
verdad.

—Soy West. —Tomé su mano en la mía y sentí el mismo pequeño agarre


fuerte, como su hija.

—Bueno, West, hasta que nos encontremos de nuevo. —Sabía que mamá nos
observaba, por lo que rápidamente me di la vuelta y me dirigí al coche. Mamá
salió y puso las muletas en el asiento trasero. Vio como la madre de Olivia
pasaba por la puerta corredera, de nuevo al hospital.

—¿Esa era una de las enfermeras? —preguntó mamá casualmente.

—No, sólo una mujer. —A medida que nos alejábamos, miré por la ventana
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hasta que el hospital desapareció en el horizonte. Se sentía como si una parte
de mí hubiera sido dejada allí y no había manera de que pudiera recuperarla.

Mamá habló todo el viaje, pero sólo escuché algunas cosas.

—Tal vez no fue tan buena idea... deberías mencionarle esto al psicólogo... —
Todas sus palabras estaban mezcladas, no me importaba lo que ella estaba
diciendo. La sensación de malestar en el estómago era la realidad. Nadie, ni
mamá, ni el psicólogo, ni Norris o Mike. ni siquiera la madre de Olivia iban a
ser capaces de ayudarme a salir de esto.

Nadie podía entenderlo. Nadie me creería. Estaba solo. Pero sabía una cosa: no
estaba loco. Esto había ocurrido. Olivia era real. Y nadie iba a llevarla lejos de
mí.
Capítulo 26
Traducción SOS por Vanehz y Otravaga

Corrección SOS por LadyPandora

A
l día siguiente, cuando la psicóloga vino para nuestra cita, yo ya estaba
listo para ella. Sabía que mamá probablemente ya había hablado con
ella, o los otros doctores y le habrían dicho lo que pasó ayer en hospital,
cómo había enloquecido, llorando al ver mi vieja habitación. Ellos no sabían
toda la historia, pero realmente no importaba. No podía esconder mi reacción
de ayer, pero ahora estaba listo para explicarla de cualquier forma.

En la máquina andadora, aquella mañana, había caminado sin usar las barras.
Sólo caminé con abrazaderas, pero aun así. Esto era un progreso. Y mientras
pensaba en lo que pasó ayer, en lo que había visto en el hospital, me di cuenta
179
de algo. Nadie había estado donde yo había estado. Nadie más, ni mis padres,
mis amigos, ni doctores, ni psicólogos, ninguno de ellos sabía lo que había
pasado. Cómo era estar en coma. Qué cosas había visto, hecho o sentido. Quién
estaba allí conmigo. Ellos no lo sabían. Y tratar de explicárselo sólo los haría
pensar que estaba loco. Que necesitaba ayuda. Me mantendrían aquí más
tiempo, pensando que no podía regresar a casa o a la escuela. Así que
necesitaba actuar como ellos querían que actuara. Parar de hablar de Olivia.
Actuar como si hubiera olvidado todo eso. A ella. Era la única forma de salir de
aquí y seguir con lo que necesitaba hacer. Le había hecho a Olivia una
promesa, que regresaría por ella, sin importar nada más. No sabía qué
significaba, pero tendría que entenderlo. Y estar atascado aquí, o peor aún, en
un manicomio, de ninguna forma iba a hacerlo. Resolví ser el más normal, feliz
y animado paciente antes en coma que nadie había visto. Iba poner una
sonrisa en mi rostro y actuar como si todo estuviera de maravilla. Esa era la
única forma.
Tomé una ducha y me vestí para sentarme con la psicóloga. Sabía que no
podía ser demasiado forzado, demasiado feliz, pero estaba listo para decir lo
que ella necesitara oír. Y funcionaría.

—Tu madre me dijo que ayer visitaste el Centro Wilson. ¿Quieres hablar sobre
eso?

Le expliqué cómo era eso, las sobrecogedoras emociones que sentí al ver mi
habitación. Pero lo feliz y agradecido que estaba de estar mejor, de haber
salido.

—Puede ser muy emotivo ver a esos otros pacientes allí, los que están en
situación similar a la que estuviste. ¿Crees que fue el verlos lo que te hizo
sentirte de esa manera?

—Realmente no vi a otros pacientes —mentí—. Era sólo el recuerdo de estar


allí, ya sabe, estar impotente y esperanzado, como lo que hablamos.

—Y la otra noche, ¿algún sueño? ¿Volvió ese sueño del hombre atacando a
alguien otra vez?
180
Sacudí mi cabeza.

—Realmente, no he tenido ese sueño desde que dejé el Wilson. Supongo que
sólo lo tenía allí.

Eso realmente era verdad, pero ahora sabía por qué.

El sueño estaba conectado a Olivia, a su ataque, no a Wilson y no a mí. Pero no


iba a hablar con la doctora sobre eso.

—Creo que no has tenido ese sueño desde tu cirugía, desde que recobraste el
control de tu cuerpo. Cuando perdiste ese sentido de impotencia, el sueño se
detuvo al mismo tiempo.

Podía decir que ella estaba realmente complacida consigo misma, con su
historia. Y realmente, estoy seguro de que lo había sacado de alguna teoría de
psicología. Pero ella no sabía toda la historia.
—Sí, no había pensado en eso —le dije, tratando de lucir pensativo—. Eso
realmente tiene sentido.

Miré su rostro para estar seguro de que no estaba tirando demasiado.

Hablamos un poco más sobre mamá y su reacción en el hospital, sobre salir


conmigo por primera vez desde el accidente y seguidamente seguimos con la
sesión. Me sentía aliviado de que no hubiera hablado de Olivia del todo.

—Me he enterado de que la semana que viene serás un paciente externo, así
que sólo te veré una vez por semana, el miércoles.

Ella observó mi rostro.

—Sí, creo que eso suena bien.

—Pero West, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti y si sientes que
necesitas hablar más que eso, podemos incrementar tus sesiones a dos veces
por semana. Además puedes llamarme si encuentras que la transición a la vida
en casa es más dura de lo que pensabas. Tu madre tiene mi tarjeta con mi 181
línea directa en ella. Úsala si lo necesitas, ¿de acuerdo?

Asentí y traté de parecer muy serio, pero por dentro estaba celebrándolo. Sólo
una vez por semana, podía hacerlo. Podía aguantar.

Cuando tuve tiempo de pensar en el siguiente par de días, en la andadora o en


mi cama por la noche, mi mente seguía regresando a la conversación con la
madre de Olivia. La rememoré como si estuviera viendo una película; cada
palabra que dijo, cada cosa sutil, todo lo que dijo. Que Olivia había sido
atacada, ya no era sorpresa para mí, lo sabía. No era alarmante. De alguna
forma lo sabía, desde el momento en que lo dijo, el recuerdo del sueño
pasando sobre mí y lo supe. Parecía un viejo recuerdo, como cuando hueles
algún tipo de comida y esta te lleva de vuelta a la cafetería en tu escuela inicial.
Repentinamente estás allí, realmente allí, recuerdas todo, el linóleo del suelo,
lo pequeña que era la mesa, la leche en caja en frente de ti. Cuando su madre
dijo la palabra asalto, lo supe. Sí. Pero siempre lo había sabido. Simplemente
no quise saberlo. Olivia había sido herida, eso estaba claro. Algo terrible le
había pasado, pero ella no quería hablar de ello y yo estaba feliz por dejarlo ir.
No quería pensar en alguien haciéndole eso a ella. Pero ella me lo mostró y sin
embargo lo vi, en mis sueños, incluso a pesar de que mi cerebro no quería
entenderlo. No quería poner las piezas juntas. Pero ahora que lo había hecho,
no podía remover el conocimiento. Mi habitación en Wilson estaba embrujada,
pero no por un paciente anterior. Estaba embrujada por Olivia, por lo que le
había pasado, por la chica que era antes. Me preguntaba si ella lo sabía. ¿Sabía
lo que le había pasado o estaba como yo, reacia a examinarlo? ¿No estaba lista
para conocer la realidad?

Quería saber más sobre su atacante, ¿había sido capturado? ¿Parecía


exactamente como el hombre de mis sueños? Tenía acceso por computadora
al centro y solo lo había usado un par de veces. Algunas veces me hacían
practicar escribir en el teclado; aún estaba un poco oxidado con las
habilidades motrices. Pero era demasiado paranoico el buscar algo sobre
Olivia y su caso. ¿Y si ellos podían rastrear las cosas que estaba haciendo en la
computadora del centro? Eso tendría que esperar hasta que estuviera en casa,
donde sabía cómo limpiar la memoria de búsqueda rápidamente y fácilmente,
así mis padres no sabrían lo que estaba haciendo.
182
Algunas cosas acerca de conocer la verdad hacían del patrón de mi vida en el
centro menos penosa. No estaba dudando constantemente de mí mismo, ni
preocupado. Revisé mi horario e hice más progresos. Era más feliz. Después
de semanas de constantes restricciones a mis pensamientos, de decirme a mí
mismo que Olivia no era real, ahora sabía que lo era. Cuando pensaba en ella,
me hacía sonreír. Ella era real, sabía dónde estaba y sabía que podría verla
otra vez. Quizás no de la forma en que solía hacerlo, pero ella era real. Y eso
hacía toda la diferencia. Tenía un secreto y algo sobre eso me excitaba. Como
cuando tienes un enamoramiento por alguien y te sientes más vivo sin
ninguna razón. Así me sentía. Tenía algo otra vez, que había sido alejado de mí
y había regresado. No de la forma en que pensaba que sería, pero era mejor
que nada, mejor que decirme que la chica de la que estaba enamorado no
existía. Lo hacía; la había visto. Eso era suficiente para mantenerme andando
por ahora.
Cuando Mike vino de visita el día antes de que me dieran de alta, se dio cuenta
de la diferencia. Trajo algunas canciones nuevas y nos dejaron escucharlas en
su iPod en un rincón de la sala de terapia física, a pesar de que algunos
pacientes estaban allí. A nadie parecía importarle. Jugamos un par de rondas
al juego de cartas Spit1, algo que mi terapeuta cognitivo me había enseñado. Se
suponía que iba a ayudarme con mi agilidad mental, como él la llamaba y
parecía estar funcionando.

—Maldición, para alguien con daño cerebral, estás pateándome el trasero —


bromeó Mike después de que le ganara por segunda vez.

—Realmente no tengo daño cerebral —expliqué—. Sólo tengo que


acostumbrarme a usar mi mente de nuevo.

—Una siesta de tres meses te haría eso. —Mike sonrió.

—Sí, es bastante patético que habiendo estado en coma todavía sea mejor que
tú en las cartas —señalé.

—Oh, venga, chico coma —dijo Mike, repartiendo las cartas para una
183
revancha. Al final de la tarde, yo había ganado nueve veces, él siete, así que
estábamos muy cerca, pero aun así… me estaba sintiendo muy bien y eso
debía haber estado claro. Cuando Mike se estaba yendo me atrajo en un
abrazo fraternal y luego vaciló en la puerta—. Mira, no es para que te pongas
todo romántico ni nada, pero me alegra que hayas vuelto. Me alegra que seas
como “tú” una vez más. —Mike se veía avergonzado.

—Sí, estoy sintiéndome muy bien. ¿Puedes notarlo?

Mike asintió.

—La primera vez que despertaste, dabas miedo, así como miedo en serio,
porque habías parecido normal, pero entonces no lo estabas… y yo estaba
preocupado. —Su rostro se puso serio—. Pero ahora, quiero decir, te están
dejando ir a casa, ¿no?
1Spit: también denominado Slam o Speed, es un juego de dos jugadores cuyo objetivo es deshacerse de las
cartas lo más rápido posible. Los jugadores no se turnan, es necesario tener velocidad física y estar en un
estado de alerta para jugar más rápido que el oponente. El juego se termina cuando las cartas de uno de los
oponentes se acaban.
Parecía como si dudara de sí mismo, así que tuve que tranquilizarlo.

—Mañana. Creo que estoy listo. Ha pasado un largo tiempo desde que me he
sentido normal, así que gracias por notarlo.

Mike sonrió.

—¿Qué clase de amigo sería si no te advirtiera cuando estabas actuando como


un loco? —Golpeó mi brazo con el puño cuando se dio la vuelta para irse.
Estaba alegre de verlo deslizarse de nuevo en su antiguo yo. Cuando se ponía
serio, me asustaba—. Llámame cuando estés en casa, pasaré por allá. Creo que
la Xbox te ayudará totalmente con esa mierda de la “habilidad motora” de la
que estabas hablando.

Tuve que echarme a reír, pero probablemente él estaba en lo cierto. Los


controles para algunos de esos juegos eran bastante complicados. Mientras
miraba a Mike caminar hacia su auto, me di cuenta que no iba a estar haciendo
un montón de ninguna otra cosa cuando llegara a casa. No iba a regresar a la
escuela este año, eso ya había sido decidido. Comenzaría de nuevo mi 184
penúltimo año en el otoño, una repetición total. Me fastidiaba que Mike y Allie
fueran estudiantes del último año sin mí, pero lo bueno era que esto me daría
la oportunidad de subir mis calificaciones. Había estado pasando
holgadamente con un promedio de C, pasando más tiempo en bicicleta que
estudiando. Pero todo eso sería diferente ahora.

A la mañana siguiente, mamá y papá vinieron a buscarme. Mi habitación ya


estaba empacada y fuimos a la sala de terapia a despedirnos de todos. Volvería
al día siguiente para una cita de todo el día, así que realmente esto no era una
despedida. Sin embargo, de algún modo parecía significativo. La señora con el
derrame cerebral me dio un abrazo, a pesar de que sabía que me vería de
nuevo, probablemente al día siguiente.

—Estoy tan feliz por ti —dijo ella, sonriendo a su torcida manera. Yo también
estaba feliz por mí.

—¿Quieres parar a comer? —ofreció papá, subiendo tras el volante del auto
de mamá.
—Yo creo que sólo quiero volver a casa —admití y mamá me dio una rápida
sonrisa.

—Puedo preparar unos sándwiches cuando lleguemos a casa —ofreció ella.


Teníamos mis muletas en el maletero, pero en realidad ya no las necesitaba.
Era capaz de arreglármelas bastante bien sólo con los aparatos puestos,
aunque caminaba rígidamente. Me dijeron que siempre estaría un poco tenso,
debido a la fusión en mi columna vertebral.

Cuando llegamos a casa, estaba sorprendido de ver lo inalterado que estaba


todo. Mi habitación estaba limpia, las cosas guardadas en su lugar y la cama
hecha, lo cual sabía que no había hecho, pero por lo demás estaba igual como
lo recordaba. Le eché un vistazo a mi portátil colocado en mi escritorio, feliz
de ver que estaba allí y que podría utilizarla cuando consiguiera alejarme un
minuto de mis padres.

Mamá hizo el almuerzo y nos sentamos todos alrededor de la mesa hablando


hasta que papá dijo que tenía que ir a tener una reunión por teléfono.
185
—Voy a estar en el hotel… esto no debería tomar mucho tiempo. Estaba
pensando que me gustaría llevarlos a ustedes dos a cenar esta noche, si están
listos para eso.

Mamá y yo acordamos que eso sonaba bien y que nos reuniríamos en nuestro
restaurante italiano favorito más tarde. Otra cosa buena resultado de mi
accidente era que mamá y papá se llevaban mejor de lo que lo habían hecho en
años. Se llevaban mejor de lo que alguna vez los había visto, en realidad. Era
bastante impresionante verlos pasando el rato, tenía que admitirlo.

Después de que papá se fuera, mamá me mostró el nuevo equipamiento que


ella había puesto en el estudio. Muchas eran cosas que tenían en la terapia
física y me quedé impresionado.
—Esto debe haber costar una millonada —dije, mirando el Pilates Reformer2,
que ahora ocupaba un lado de la habitación.

—Aunque, ¿sabes qué? —explicó mamá—, también voy a tratar de usar estas
cosas. ¿Por qué no, verdad? Debería ponerme en forma también. —Me
preguntaba cuándo, entre su trabajo y llevarme trabajosamente de ida y
vuelta a la terapia física, ella iba a tener el tiempo, pero luego me di cuenta de
que sólo estaba tratando de hacerme sentir mejor acerca de los gastos que
había tenido que hacer—. ¿Quieres ver algo de televisión, o descansar…?

—Creo que voy a ir a acostarme, si eso está bien —dije—. Me siento bien; sólo
quiero tomar una siesta si vamos a salir esta noche.

Mamá sonrió.

—Sin embargo, ¿no tienes dolores de cabeza o cualquier cosa?

Negué con la cabeza. Esto era algo a lo que el médico nos había dicho a ambos
que estuviésemos atentos, pero hasta el momento mi cabeza se había estado
sintiendo bien. Fui a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. No podía
186
creer lo bien que se sentía el sentarme en mi propia cama, en mi propia
habitación, con mi portátil. Respiré hondo y empecé a hacer algunas
investigaciones, escribiendo lo más silenciosamente que pude para que mamá
no me escuchara.

Me tomó un rato encontrar el informe del ataque de Olivia. No me había dado


cuenta de que no revelaban los nombres de los menores, por lo que la
búsqueda de su nombre no me llevaba a ninguna parte. Por fin encontré algo
sobre una víctima femenina de quince años al buscar con la palabra clave
“coma”. Había ocurrido en la ciudad, hacía dos años, en el centro. La víctima,
una mujer de quince años de edad, permanece en estado de coma en el Hospital
St. Joseph, decía un artículo. Esto debía haber sido antes de que ella fuese
trasladada al Wilson. No había muchos detalles disponibles. Una chica joven
había sido atacada; ella no respiraba cuando fue descubierta por el conductor

2Pilates Reformer: Se trata de un aparato similar a una cama sobre la que se desliza una plataforma que se
mueve a lo largo de ella mediante raíles. Su sistema de resortes, agarres, poleas y muelles proporcionan una
resistencia variable y permite combinar diversos tipos de ejercicios ideales para mejorar la condición física.
de un autobús. Al día siguiente, un sospechoso de veintisiete años de edad
había sido detenido, pero su nombre no fue revelado. Un artículo a los pocos
días registraba a la víctima como estabilizada en coma. Este tenía el nombre
del atacante porque había sido acusado del delito: Thomas Mason. Una vez
que encontré su nombre, fue fácil encontrar sus documentos de sentencia y
donde cumplía su condena.

Así que él era real, una persona real. No sólo alguien de mis sueños. Un
hombre de verdad, metido en una prisión. Traté de imaginarlo, lo que estaba
haciendo en estos momentos.

—West, cariño, ¿estás bien ahí dentro? —Mamá llamó suavemente a la puerta.
Eché un vistazo al reloj y me sorprendí al ver que había estado en mi
habitación durante dos horas.

—Sí, bien, sólo despertándome. Saldré en un momento. —El sol comenzaba a


ponerse fuera y sabía que pronto estaríamos encontrándonos con papá para la
cena. Pero tenía lo que necesitaba. No había encontrado ninguna foto de este
sujeto, pero sabía dónde estaba y eso era un comienzo.
187
Capítulo 27
Traducido por Auroo_J y Lalaemk

Corregido por Curitiba

M is días se redujeron a un patrón, con mamá dejándome en el


centro de rehabilitación antes de ir a trabajar y recogiéndome por
la tarde. Había arreglado su horario de trabajo para que pudiera
hacer la media hora en coche y volver todos los días, pero eso significaba que
tenía que hacer todo el papeleo en casa, sentada en la mesa del comedor por la
noche. Me hizo sentir bastante horrible saber lo mucho que ya había
interrumpido su vida con todo lo que estaba pasando conmigo

—Sabes, Mike me dijo que me podía recogerme uno de estos días, te


ahorrarías el viaje de vuelta —le ofrecí.
188
Mamá se echó a reír.

—¿Estás bromeando conmigo? No vas a entrar en un coche con Mike y mucho


menos para ir a la terapia física. Quiero decir, en serio...

Todavía no se me permitía conducir, lo que presentaba un verdadero


problema. Había algún lugar al que quería ir, alguien a quien quería ver y no
sabía cómo iba a llegar. El viernes era mi único día libre del centro y se
suponía que era simplemente descansar en casa. Sabía que si preguntaba,
mamá me diría que no saldría con Mike si eso significaba ir en su coche a
cualquier lugar. Sentía que todavía era demasiado frágil. Me preguntaba si
alguna vez volvería a confiar en mí para estar por mi cuenta otra vez. Sabía
que a veces entraba a verme dos o tres veces durante la noche, como cuando
era pequeño y tenía fiebre.

El primer viernes llegó y mamá en realidad se quedó en casa desde el trabajo.


Fuimos a almorzar y luego insistió en que fuera a cortarme el pelo. Tuve que
estar de acuerdo, mi cabello se había pasado de largo y del tipo de genial a
lucir sucio y hippie. Mamá le dijo a la estilista que sólo quería un despunte,
pero en realidad lo quería más corto. Me dirigí a la señora mientras se movía
alrededor de la silla, teniéndola cortando por detrás bastante corto. Me di
cuenta de que mamá estaba feliz con los resultados y yo también. El corte de
pelo era perfecto para algo que tenía en mente la siguiente semana.

Ese fin de semana, Mike y Allie vinieron a cenar el sábado por la noche. Mamá
pidió una pizza, pero en general se mantuvo fuera de nuestro camino. Jugamos
un poco a la Xbox y vimos un DVD que trajo Mike.

—En serio, ¿quién creyó que esto era una buena idea? —preguntó Allie,
sosteniendo la caja. Mostraba a dos adolescentes, una chica y un chico,
corriendo por una calle oscura de una forma un poco siniestra detrás de ellos.

—¿Qué? —preguntó Mike—. ¿No la apruebas?

—Dos adolescentes reciben más de lo que esperaban cuando aceptan un viaje de


un desconocido —lee Allie en el reverso de la caja—. Pronto se encuentran en 189
un juego de la vida real del gato y el ratón con una fuerza maligna… olvídalo, no
voy a ver esto.

Allie y yo estábamos en una especie de un nuevo lugar. No novio y novia, eso


era seguro. Pero tampoco era exactamente sólo amigos. Cuando habíamos
roto antes, no pasábamos el rato, no hablábamos en absoluto. Pero esta vez,
todo era diferente. Comprendí que el romance que había entre nosotros se
había ido, pero a veces, como al ver su cara cuando estaba leyendo la
descripción de la película, me gustaría tener este dolor en el pecho y un
impulso incontrolable de agarrarla por la cintura, apretarla, hacerle cosquillas,
ser de la forma en que solía ser. Cercanos. Pero el recuerdo de todo lo que
había sucedido me arrastraría y la sensación pasaría. Sabía que lo que
realmente anhelaba era el contacto, estar cerca de alguien, la chica que amaba,
pero esa chica no era Allie. No quería a Allie esa manera y no creo que nunca
más volviera a hacerlo.

A pesar de que Allie dijo que se iría al segundo en que pusiéramos la película,
de alguna manera la convencimos para pasar el rato. Tenía que estar en casa
temprano y me dio la sensación de que estaba feliz de irse a unos veinte
minutos en la película, de todos modos estaba mirándola por detrás de sus
manos la mayor parte del tiempo. Mike se estaba quedando más.

Cuando se terminó la película, mamá arregló el cuarto de huéspedes para


Mike, pero él se quedó en mi habitación bastante tarde, sólo hablando. Había
algo que había querido pedirle, un favor, pero no quería que nadie más
supiera sobre esto, así que espere hasta que supe que mamá estaba dormida.

—¿Puedes llevarme a un lugar el próximo viernes?

—Claro —dijo Mike—. No hay problema. Te recogeré después de que salga de


la escuela.

—Esa es la cosa, tiene que ser durante el día, así que... —Odiaba pedir a Mike
que faltara a la escuela para ser mi chofer, pero él era la única persona en
quien podía confiar.

—¿A dónde tienes que ir? ¿A hacer tu entrenamiento? —Mike actuó como
levantando algunas pesas, le gustaba bromear conmigo acerca de la terapia
190
física, aduciendo a que sólo estaba tratando de realizar un gran momento. Lo
llamaba "ir al gimnasio" y siempre estaba pidiendo ver mis músculos del
brazo.

—No, tengo que ir a ver a alguien.

—Está bien —dijo—. Pero vas a tener que decirme a donde te estoy llevando.
Quiero decir, a menos que pienses que pueda conducir con los ojos vendados.

—Esto va a sonar raro y realmente no puedo explicártelo todo, pero... Tengo


que ver a alguien que está en la cárcel.

Mike se veía como si estuviera tratando de procesar lo que acababa de decir.

—¿Conoces a alguien en la cárcel?

—No, yo no lo conozco. Mira, no puedo decir más. Sé que suena raro. Y sé que
estoy pidiendo un favor, pero esto es algo que tengo que hacer. ¿Estás dentro
o no? Voy a pagar la gasolina.
Mike pensó por un segundo.

—Ya sabes, cada vez que pienso que has vuelto a tu antiguo yo, haces algo tan
extraño.... —Él negó con la cabeza—. No sé nada de esto.

—Te lo explicaré todo más tarde —le dije. Pero en el fondo, sabía que
probablemente nunca lo haría—. Sólo necesito comprobar algo. Entonces
podré decirte más.

—¿Estás seguro de que estás bien, igual que, del cerebro y todo? ¿Esto no es
un engaño o lo que sea, como lo que tenías antes?

Me quedé mirándole fijamente durante un segundo y casi abrí mi boca para


decir la verdad. Quería decirle a alguien lo de Olivia, sobre el hecho de que ella
era real, acerca de los sueños que había tenido, sobre Thomas Mason. Pero
Mike se veía tan preocupado, sabía que si lo compartía todo con él ahora,
pensaría que estaba loco. Probablemente terminaría diciéndoselo a mamá y
entonces estaría de vuelta a donde empecé.

—Estoy bien —le aseguré—. En serio. Es que, estoy tratando de empezar de


191
nuevo aquí, volver a la pista. ¿Eso tiene sentido?

Parecía ser suficiente explicación para Mike.

—¿Es esto sobre un familiar o alguien de quien nunca me hablaste?

Asentí.

—Algo así, sí, estoy solo, todavía no estoy seguro de estar listo para hablarles
a todos acerca de eso. ¿De acuerdo?

—Creo que lo entiendo. —Mike se levantó de la cama—. Sí, mierda, lo haré.


Por supuesto.

—Gracias, esto es importante para mí y no tengo a nadie más a quien


pedírselo.

Él me dio una mirada y me esforcé para no parecer excesivamente ansioso o


loco, simplemente normal.
—Está bien, te veré por la mañana. —Salió y cerró la puerta tras él.

Por la mañana, mientras mamá hacía los panqueques, estábamos de regreso a


nuestros seres regulares, bromeando en la mesa de la cocina.

—Deberías reducir los carbohidratos —señaló Mike mientras tomaba mi


tercer plato de panqueques—. En serio, te ves un poco hinchado.

Miré a mis pantalones anchos y camiseta suelta. Aún se podía contar cada
costilla.

—¿Tal vez debería volver a la dieta líquida? —bromeé.

Mike me hizo un gesto serio mientras empujaba un gran bocado de


panqueques cubiertos de sirope en su boca.

—Muchachos, no me gusta esa charla ni en broma —interrumpió mamá,


poniendo más panqueques calientes en la mesa entre nosotros—. De hecho,
creo que voy servir un vaso de leche —dijo ella, pasando a la nevera—. Mike,
¿quieres uno? 192
Mike sólo puso los ojos en mí. Supongo que hice un buen trabajo
convenciéndolo de que estaba bien y que ese favor era algo que tenía que
hacer para seguir adelante. Sólo tenía que estar seguro. Cuando salió por la
mañana, hicimos un plan para pasar el rato entre semana, después de la
escuela el miércoles, así sabía que todo estaba bien.

***

El viernes por la mañana, empezamos temprano, justo después de que mamá


se fuera a trabajar. Sólo en caso de alguna locura ocurriera y ella llegara a casa
antes que nosotros, le dejé una nota explicando que había ido a casa de Mike
después de que la escuela terminó. Aunque esperábamos que se quedara en el
trabajo toda la tarde, como me había dicho que iba a hacer.

Había impreso las direcciones a la cárcel, que estaba a casi una hora de
distancia. Mike llegó preparado con aperitivos y una nueva mezcla de
melodías. Si no hubiera estado ansioso por dónde íbamos, en realidad habría
sido un viaje divertido. Me di cuenta de que Mike habló de todo, excepto de a
dónde nos dirigíamos y por qué, mientras conducía por la carretera. Mike
mencionó una fiesta en casa de Cindy ese fin de semana.

—Es mañana, ¿crees que...? —Él me dio una mirada escéptica, sabiendo que
mi madre me había estado tratando como a un niño de cinco años
recientemente.

Negué con la cabeza. Con todos los medicamentos que estaba tomando, no
podía beber. No es que eso tuviese ningún interés para mí. Escapar de la
realidad no era una prioridad en este momento, me sentía como si acabara de
regresar a ella.

—Sí, este fin de semana no. Si me pillan hoy, podría estar castigado por un
rato de todos modos —bromeé.

A medida que nos acercábamos a la salida que teníamos que tomar, Mike
estaba más tranquilo, menos animado. Sus manos estaban firmemente en el
volante y se veía tenso, inclinándose hacia adelante en su asiento.

—Y bueno, ¿cuánto tiempo crees que vas a estar ahí? —preguntó finalmente.
193
—No mucho —le dije. Por lo que había leído en internet sobre la prisión, de
lunes a viernes la visita era bastante ligera. Los fines de semana, podría
tomarme horas para llegar a través porque es cuando todos iban. Fuimos en
coche hasta la puerta de visitantes y un guardia se asomó, sorprendiendo a los
dos.

—Hola, caballeros, ¿puedo ayudarles?

Mike me miró, aterrorizado. Me incliné sobre él para responderle al guardia.

—Estamos aquí para visitar a alguien... —le dije rápidamente, oyendo mi voz
subir. Sonaba como un niño asustado.

—¿Han estado aquí antes? —preguntó el guardia.

Tanto Mike como yo negamos con la cabeza.

—Estacionen en el aparcamiento B, por la puerta sur. —Señaló hacia un gran


estacionamiento justo dentro de la valla.
—Gracias —dijo Mike cortésmente y puso el coche en marcha. En ese
momento, mi teléfono sonó: mamá. Tuve que decirle rápidamente que estaba
bien y que todo iba bien. No era una mentira, pero tampoco mencioné que no
estaba en casa o dónde estaba.

—Probablemente voy a estar en la oficina hasta las dos o así y después tengo
que mostrar una casa, ¿crees que estarás bien hasta entonces?

Le dije que podía trabajar más tarde si quería, que estaba absolutamente
genial y realmente disfrutaba del tiempo solo, lo que creo que la hizo sentir
mejor.

—Entonces te veré en la cena esta noche —dijo con cautela—. Pero me llamas
si surge algo.

Mike se asomó en la prisión a través del parabrisas.

—Por favor, dime que no me necesitas para llegar allí.

—No, puedes esperar aquí. Realmente no voy tardar tanto. —Comprobé para 194
asegurarme de que tenía el número de identificación de la prisión de Thomas
Mason y mi billetera en mi bolsillo trasero antes de salir—. Nos vemos en un
rato —le dije. Parecía aterrorizado, como si estar tan cerca de la prisión
significara estar a punto de ser arrestado. Probablemente estaba pensando en
el consumo de alcohol que había hecho y haberse salido con la suya, por no
hablar de otras cosas ilegales.

—Hey, ¿dónde están las cosas de tus piernas? —Mike se dio cuenta cuando
salí del coche de que había dejado los voluminosos aparatos ortopédicos en
casa. Casi no los necesitaba más.

—Se supone que debo tomar un día libre de vez en cuando —mentí—. Algo
sobre que mis músculos se estabilicen por sí mismos.

Mike tiró de la manga y realizó un músculo en su brazo.

—Estabiliza esto —bromeó. Pero me di cuenta de que estaba nervioso.


Cuando llegué a la puerta de entrada a la prisión, me volví para verlo mirando
a su móvil en el coche. Él iba a estar bien.
Había una fila de gente esperando en el interior y me uní a ella, tratando de
parecer tranquilo y también tratando de lucir mayor. Tienes que tener
dieciocho para visitar a alguien en la prisión sin un guardián y yo no lo tenía.
Tenía mi identificación falsa conmigo, la que decía que tenía veintidós años.
Podría ser lo suficiente bueno para engañar al cajero de un 7-11, pero no
estaba seguro de cómo lo iba a hacer aquí. La foto ni siquiera era mía, era la de
un chico que había ido a la preparatoria unos años atrás que repitió el último
año y que ahora trabajaba en Best Buy en la ciudad. Había hecho algunos
negocios ocasionales ‘perdiendo’ su licencia y obteniendo una nueva. Yo era
uno de los pocos falsos Derek Mitchells en nuestra ciudad. Su cabello era
corto, rasurado por atrás, justo como el mío y más o menos del mismo color.
Espera que fuera lo suficientemente bueno.

Cuando llegué al frente de la fila, el hombre detrás de la ventana me preguntó


a quién iba a ver. Le pasé la hoja de papel con el nombre y el número de la
identificación en ella.

—Firme. —Me deslizó un portapapeles con una hoja. Firmé con el nombre de 195
Derek Mitchell y lo deslicé hacia él—. Identificación —dijo el hombre. Tomé la
identificación falsa de mi cartera y se la di. Podía sentir el sudor formándose
en mi frente, pero no me atreví a limpiarlo. El hombre vio la licencia y, sin
siquiera mirarme, me la devolvió—. Te llamarán de la sala de espera —dijo.
Me dirigí hacia donde vi que la gente antes de mí en la fila había caminado, a
una habitación de la entrada principal con un cartel que decía ESPERE.

La habitación tenía filas de sillas de plástico y me senté en una, mirando


alrededor a las otras personas que estaban ahí conmigo. La mayoría eran
mujeres, jóvenes, como novias y más grandes, como mamás. Sólo había otro
hombre y lucía como el abuelo de alguien. Me pregunté a quién venían a ver.
Esposos, novios, hijos. El pensamiento envió un escalofrío por mi espina
dorsal. Thomas Mason era el hijo de alguien. Podía haber una mujer aquí
visitándolo. Una novia. ¿Una esposa? Bloqueé ese pensamiento de mi mente.
¿Quién podría casarse con un tipo así? ¿Quién querría alguna vez estar con él,
después de lo que había hecho? Luego me detuve. ¿Y si no era el hombre con
el que había estado soñando? Estaba bastante seguro de que lo era, pero
realmente no me había preparado ante la posibilidad de que mis sueños sólo
hubieran sido eso: sueños.

Puse mi identificación de vuelta a mi cartera y noté que mis manos estaban


temblando. ¿Qué estaba haciendo aquí? Esto había parecido ser una buena
idea, como algo que tenía que hacer, cuando estaba revisando el caso de Olivia.
Pero ahora que estaba aquí, sentado en esta prisión, esperando ver a este
hombre, se sentía como si hubiera cometido un error desastroso. Podía
levantarme y alejarme, no tenía que hacer esto. Pero sabía que no lo haría. Tan
aterrador como era, necesitaba verlo. Sólo necesitaba estar seguro, por mí, por
Olivia. Si él era quien pensaba que era, entonces era real. Entonces Olivia y yo
habíamos estado juntos, en algún lugar que nadie más podía entender o tocar.
Era una prueba. Porque no había manera de que pudiera haber visto antes a
este tipo, saber lo que le había hecho a ella, cómo era. Era imposible. A menos
que Olivia me lo hubiera mostrado.

—Mitchell por T. Mason —llamó el guardia—. Mitchell por T. Mason.

Me tomó un momento registrar que yo era el “Mitchell” que estaba buscando,


196
me levanté con piernas temblorosas e hice mi camino a la puerta al lado
opuesto de la habitación. El guardia me guió hacia una larga y estrecha
habitación con una pieza de vidrio a la mitad. Había pequeños cubículos
colocados a ambos lados del vidrio, como los cubículos con sillas en las
bibliotecas y cada uno tenía un teléfono adjunto. Era exactamente como lo
había visto en los programas de televisión y eso era reconfortante de alguna
manera.

El guardia apuntó vagamente al final de la línea de cubículos y apuntó algo en


su portapapeles.

—Tienes veinte minutos —me dijo mientras pasaba a su lado.

—Sí, gracias —murmuré, tratando de actuar como si hiciera esto todos los
días. Caminé lentamente al espacio que había señalado, pero de alguna
manera sabía lo que vería.
El largo y sucio cabello, ojos salvajes y la cara con marcas de viruela. Lo
conocía bien. Sabía que sería él.

Y lo era. Pero su cabello se había ido, ahora reemplazado por un corte de pelo.
La piel estaba maltratada. Aunque ahora tendría que tener treinta años, su piel
lucía como la de un adolescente. Y sus ojos eran los mismos. Tal vez peor de lo
que lo recordaba.

Empujé la silla de plástico y tomé asiento. Mientras buscaba el teléfono, noté


los pequeños tatuajes en sus manos, letras, algo escrito en el espacio entre su
pulgar y el índice y una telaraña sobre el dorso de su mano. Visualicé esas
manos alrededor del cuello de Olivia. Tomé el teléfono y lo sostuve contra mi
oreja.

—¿Quién demonios eres?

Estaba sorprendido porque nunca había pensado cómo sería esto, teniendo
una verdadera conversación él. Por alguna razón, sólo había imaginado verlo,
confirmando lo que ya sabía. 197
—Soy un amigo. Un amigo de Olivia Kemple —dije.

Le tomó un minuto registrar de quien estaba hablando. Entonces su rostro


tomó una mirada más dura.

—¿Y? qué quieres, ¿una medalla o algo?

—Sólo quería verte —le dije honestamente.

—Bueno, ahora me has visto. ¿Feliz? —Se inclinó contra su silla y me miró
fijamente. No sabía que decir—. ¿Cómo está ella, todavía tiene pulso?

Tragué difícilmente, sintiendo como si fuera a vomitar.

—Sí —dije débilmente—. Está en coma, grado uno. —No sabía por qué había
añadido eso, como si él supiera lo que significaba, o siquiera le importara.

Su cara tomó una apariencia más suave.

—Pero está viva, ¿cierto?


—Sí, está viva —dije, mi voz capturando la palabra. Sostuve el teléfono con
más fuerza para evitar que mi mano temblara. Tal vez sí le importaba. Tal vez
se sentía mal por lo que le había hecho. Quería creer que lo hacía. Pero al
mirar su cara, a sus fríos ojos, me hizo dudar eso. No importaba. No quería
pensar cómo era para él. Lo odiaba.

Nos sentamos mirándonos el uno al otro por un momento, sin que ninguno de
nosotros dijera algo. Entonces él rompió el silencio.

—Así que, ¿qué es lo que quieres? ¿Quieres que diga algo? ¿Quieres que diga
que lo siento? ¿Quieres hacerme sentir mal?

No pude responderle. Qué quería que dijera, ¿había algo que él pudiera decir
para hacerme sentir mejor? Este era el hombre que había lastimado a Olivia.
En realidad lo estaba viendo, sólo a unos pocos pies de él, el hombre que me
había acechado en sueños por meses. Pero él no tenía manera de saber eso.

De repente golpeó su puño contra el vidrio que nos separaba.

—Oye, ¡te hice una pregunta! ¿Qué quieres?


198
Miré su mano contra el cristal. Pero lo había visto venir, una y otra vez, sobre
ella. El sonido enfermizo de su puño cuando conectaba contra la piel de ella.
Cuando miré hacia arriba, su cara era la máscara de furia que había visto en
mis sueños.

—No toques el cristal. —Escuché que uno de los guardias le decía.

—Eres una pérdida de tiempo —me susurró. Golpeó el teléfono contra el


soporte y empujó su silla hacia atrás con fuerza. Observé mientras dejaba la
habitación a través de una puerta en la parte trasera, guiado por un guardia
hacia donde sea que lo mantenían.

Por sólo un momento, pensé que mis brazos no se moverían, que estaría
paralizado otra vez, atado, como lo estuve muchas veces cuando lo vi en mis
sueños. Que sería impotente. Pero no lo era, cuidadosamente puse el teléfono
de vuelta al soporte y me senté por un momento pensando acerca de lo que él
había dicho. Una pérdida de tiempo. Eso es lo él pensaba de mí. Eso es lo que
él dijo acerca de Olivia.

Miré hacia abajo, a mis manos frente a mí en el escritorio. Hice dos puños,
luego los abrí, estiré mis dedos. Estaba despierto. Este no era un sueño.

Caminé lentamente por la habitación de espera y de vuelta al estacionamiento.


El sol se sentía bien en mi rostro. Me quedé ahí por un momento en la acera y
simplemente lo absorbí, tomando una respiración profunda. Se sentía como si
algo hubiera sido lavado de mí. Un peso se había levantado. Ahora lo entendía.
Lo que Olivia me había mostrado y por qué, todas las cosas que ella no podía
decirme. Tenía que verlo por mí mismo.

Así que era real. Él era real. Thomas Mason. Las cosas que vi en el hospital
habían pasado. Pensé en la pequeña niña de mi habitación, derramando
sangre, abriendo el cajón. Eso no era un sueño. Y el chico con la cara quemada.
Él también era real. Habían sido pacientes en Wilson, como yo, como Olivia.
Ellos seguían allí, en algún limbo, el lugar donde había estado alguna vez.
Donde ahora estaba Olivia, donde la había dejado. Incapaz de salir, de irse
199
alguna vez.

—Eso fue rápido. —Mike levantó la vista de su teléfono cuando abrí la puerta
del auto—. Llegaste a ver… ¿a tu prisionero misterioso? —Pude notar que
estaba tratando de mantener las cosas ligeras, pero yo no estaba en posición
de ayudar.

—Sí, lo vi. —Me puse el cinturón de seguridad y me incliné hacia atrás. Miré a
Mike, pero él estaba mirando hacía la cárcel. Podía darme cuenta que había
algo que quería decir. Cuando Mike se ponía serio, a veces le tomaba un
minuto. Estuve en silencio hasta que él estuvo listo para hablar.

—¿Esto es acerca de esa chica, la que piensas que conociste en el hospital? —


dijo finalmente, aún sin encontrar mi mirada.

—Más o menos —comencé a explicar—. Pero no es lo que piensas. No estoy


loco o algo. Estoy bien, realmente lo estoy. —Mike me miró y pude ver la
preocupación en su rostro. Odiaba estar poniendo a mi amigo en esto—.
Confía en mí.

Arrancó el auto y nos dirigimos a casa en silencio, sólo roto cuando me dejó
frente a mi casa. Era tarde, pero estaba feliz de ver que el auto de Mamá aún
no estaba en la entrada.

—Sólo dime una cosa. —Pude escuchar la frustración en la voz de Mike—.


¿Has fecho lo que tenías que hacer?

—Nunca más iré ahí otra vez —le dije. Pensé acerca de Thomas Mason, su
puño en el cristal. Sobre ella. Me sentí enfermo.

Cerré la puerta de su auto y subí los escalones de mi casa, oyéndolo alejarse


mientras ponía la llave en la cerradura. Apenas había entrado cuando me
apresuré al fregadero de la cocina y vomité. Me di cuenta de que apenas había
comido algo en todo el día mientras secaba el fregadero, sintiendo que mi
interior se me iba a salir. Cuando pude recuperar el aliento, encontré mi nota a
mamá colocada en la mesa, la de esta mañana. Vi las palabras que había 200
escrito sólo horas atrás y me pregunté, si pudiera volver atrás y volver a pasar
este día desde el principio, ¿lo haría diferente? ¿Decidiría no ir a la prisión?
No. No había otra manera. Tenía que verlo por mí mismo, para estar seguro.
Pero ahora que lo sabía, no me sentía mejor. Me sentía peor.

Rompí la nota por la mitad, duro y más duro, una y otra vez hasta que no fue
nada más que pedazos de confeti. Entonces me senté en el suelo de la cocina y
vi la habitación oscurecerse, hasta que el barrido de los faros del auto de
mamá en el camino de entrada me trajo de vuelta al mundo de los vivos.
Capítulo 28
Traducido por Evey!, leiiBach y Anelisse

Corregido por Angeles Rangel

T
enía que ver a Olivia, hablar con ella. Ahora que sabía que mis sueños no
habían sido sueños, había algo que debía contarle. Ahora que sabía más
sobre ella. Sobre las visiones que tuve cuando estaba en el hospital.
Pero llegar a Wilson iba a ser un problema. No podía pedírselo a Mike y Allie
también quedaba excluida de ello. Mamá era un no.

Abrí el mapa del sistema de autobuses en mi laptop, pero algo acerca de tomar
un autobús, o una serie de autobuses para ver a Olivia me sonó mal, seguía
pensando en ella esperando en la parada de autobús aquella noche. Luego
empecé a pensar sobre ella pasando sus días, cada uno desde que dejé el
201
hospital, esperando a mi regreso, pensando que la había dejado y la había
olvidado.

Sola y asaltada por aquellos pensamientos, aquellos recuerdos que me mostró.


Sola con los otros, esa niña pequeña, con el hombre de la cara quemada. Tuve
que sacudir la cabeza para que las imágenes desaparecieran. Llamé a la
compañía de taxis y programé que me pasaran a buscar al día siguiente que no
tenía rehabilitación, después de que mamá se fuera a trabajar. Costaría una
pequeña fortuna, pero no sabía de qué otra manera llegar allí y tenía que
verla.

Cuando el taxi llegó, dejé mis muletas junto a la puerta y tomé mis llaves. Mis
manos se sintieron húmedas de sudor al subir al asiento trasero. Le dije al
conductor, un hombre de barba y pelo canoso, donde me dirigía y la dirección,
pero él solo gruñó un “de acuerdo” y empezó a conducir. Me sentía nervioso,
como si fuera a encontrarme con Olivia para una cita o algo así, con mariposas
en mi estómago. Sabía qué tenía que hacer una vez llegara allí, qué tenía que
decir.

—¿Quieres que te espere? —dijo el conductor cuando me bajé en el Centro


Wilson.

—Probablemente llamaré a otro taxi para el viaje de vuelta. No sé cuánto


tardaré —le dije.

—Iba a ir a tomarme un café. Volveré cuando haya terminado —dijo, dándose


vuelta para mirarme—. Fuera de reloj1.

No podía creer que estuviera siendo tan amable conmigo.

—Um, gracias, eso sería genial.

Tomó un portapapeles junto a su asiento y empezó a escribir algo mientras yo


saqué mi billetera para pagar.

—¿Conoces a alguien allí? —preguntó sin levantar la vista de su anotador.


Tragué en seco.
202
—Sí —dije finalmente—. Una amiga. —La palabra se atoró en mi garganta.
Ella no era una amiga.

Era mucho más. ¿Cómo podría describir lo que Olivia era para mí?

Él asintió y me miró, extendiéndome mi tarifa de veinte dólares.

—Estaré aquí cuando salgas, chico. —Obviamente sabía qué clase de pacientes
tenían en Wilson. No quería preguntar cómo.

Atravesé la puerta corrediza y caminé hasta la recepción, donde firmé usando


simplemente un garabato ilegible. No tenías que decir a quién visitabas ni
mostrar una identificación, así que no lo hice. El hombre detrás del escritorio
ni siquiera me miró. Caminé junto a la enfermería con seguridad como si
viniera aquí todo el tiempo. Nadie me reconoció, nadie notó que estaba allí.
¿Por qué lo harían? Norris no llegaría hasta su turno nocturno. Y sin las
1
Fuera de reloj: Es decir, que no entra en la tarifa y que el reloj no seguirá corriendo.
muletas, con mi pelo corto, no me parecía en nada al chico que había sido
paciente aquí. Ahora sólo era un visitante más.

Fui hasta el vestíbulo sin ni siquiera mirar mi antigua habitación. De todos


modos estaba oscura y parecía que todavía estaba vacía.

—West.

Oí a alguien decir mi nombre, silenciosamente.

Me detuve. No, era imposible.

La voz era tan familiar, tan relacionada a este lugar, que por un momento los
cables se cruzaron en mi mente y me giré esperando verla, ver a Olivia allí.
Para cuando me di la vuelta, supe que no era ella, en cambio era otro rostro
que conocía muy buen, un cálido y honesto rostro.

La enfermera Norris.

—West —dijo de nuevo—. Pensé que eras tú. —Dejó la grilla que estaba
sosteniendo y se acercó a mí. Cómo había cambiado la dinámica. En vez de
203
observarme desde arriba, se paró sonriente en frente de mí, casi treinta
centímetros más baja que yo—. Que agradable sorpresa.

—Yo sólo… sólo vine a una visita —empecé a decir.

—Pero no a visitarme a mí. Yo no suelo trabajar de día. Pero tú ya sabías eso,


recuerdas mis horarios. —Sus ojos sostuvieron los míos y podía afirmar que
estaba esperando a que dijera algo—. Así que, ¿qué estás haciendo aquí?

Me atrapó, sin ninguna explicación.

—No lo sé —dije finalmente. Y no era una mentira. Estaba confundido.

¿Por qué estaba aquí? ¿Qué esperaba lograr? Contarle algo a Olivia, contarle
que todo era real, que las cosas que vimos y sentimos eran reales. Que vi al
hombre de mis sueños, que ahora lo entendía. Que había vuelto por ella, como
había dicho que haría.
—Ven, siéntate. —La enfermera Norris se dirigió a las sillas al costado del
pasillo y tomé asiento junto a ella. Ella esperó en silencio, pacientemente, a
que yo hablara.

—Siento como si supiera… —Me detuve—. Como si conociera a las personas


de aquí.

—Por supuesto. Tú me conoces. —Norris sonrió—. ¿Pero por qué tengo el


presentimiento de que no estás hablando de las enfermeras y los doctores?

Miré a sus ojos y vi que ella lo había entendido, o estaba intentándolo.

Quizá Norris era la única persona en todo esto que lo entendía. Quién me
creería. Las palabras rodaron fuera de mí, antes de que pudiera detenerme.

—Hubo un paciente aquí, en mi cuarto, antes de mí, un hombre, su rostro


estaba quemado...

Oí a la enfermera Norris aspirar su aliento por la sorpresa. La miré y vi su


mano ir a su corazón. 204
—No —dijo ella tranquilamente.

—Lo vi. Él estaba de pie en mi habitación. Su nombre es Paul.

Norris sacudió la cabeza y miró por el pasillo.

—No puedo comentar sobre otros pacientes. —Comenzó a decir.

—No tiene que decir nada; yo ya lo sé. Y había una niña, una niña pequeña,
mojada y la sangre…

Vi los ojos de Norris llenarse de lágrimas.

—Katie —susurró, mordiéndose el labio inferior.

—Sí. —No quería decirle a la enfermera Norris cómo la niña buscaba en el


cajón, buscando algo. Lo enfadada que parecía, lo triste—. ¿Están muertos?,
¿verdad? —le pregunté. Pero ya sabía la respuesta. O eso creía.
La enfermera Norris se puso de pie y extendió su mano hacia mí. Había una
débil sonrisa en su rostro.

—Hay algo que quiero mostrarte.

Me levanté, cogí su mano y dejé que me condujera por el pasillo como a un


niño. Se detuvo frente a una habitación en el otro lado de la sala y me hizo
señas para que entrara. Miré el cuerpo sobre la cama, aterrado de lo que
podría ver.

—Este es Paul —dijo en voz baja. Él parecía diferente de lo que recordaba en


las fotos, que el hombre que estaba de pie en mi habitación esa noche. Las
cicatrices en su rostro eran de ahora color rosa, no ennegrecidas y quemadas.
Un poco de pelo había vuelto a crecer alrededor de su cabeza, pero seguía
estando muy mal; tenía un tubo de respiración en la garganta y un vendaje de
cinta adhesiva sobre un ojo.

—Él estuvo en la habitación 201 por un tiempo. Necesitaba algunas cirugías,


injertos de piel para prevenir infecciones. Estaba en otro hospital y cuando 205
regresó, se le puso en esta habitación. Pero no está muerto.

Ella tomó mi mano y me llevó de su habitación antes de que mi mente pudiera


procesar lo que estaba viendo.

—Y aquí está Katie —dijo ella, llevándome a una puerta abierta en el pasillo.
Ella apartó la cortina alrededor de la cama para revelar a una pequeña niña,
no chorreando sangre, pero con el pelo cuidadosamente trenzado a lo largo de
ambos lados de la cara. Parecía tranquila, como si sólo estuviera durmiendo,
salvo el hecho de que ella también estaba conectada a un respirador y
conectada a todos los pitidos y los tictacs de las máquinas al lado de su cama.
Era la niña que yo recordaba, la que buscaba en los cajones, la que me agarró
del brazo.

—Ella está aquí desde hace un año —explicó la enfermera Norris—. Acaba de
cumplir nueve.

—Están todos.
Norris me interrumpió:

—No están muertos. Son pacientes en coma. Al igual que tú lo eras.

Hizo una pausa por un momento, dejándome asimilarlo.

—¿Hay alguien más que te gustaría ver? —La enfermera Norris miró por el
pasillo, a la puerta de la habitación 203. Ella lo sabía.

—Olivia —dije su nombre en voz baja y algo en mi voz debió haberme llevado
lejos.

—Oh, cariño. —La enfermera Norris puso sus brazos alrededor de mí y me


atrajo hacia a ella para un abrazo.

—¿Me cree? ¿Cree que yo los vi?

—Lo hago. —Ella asintió con la cabeza, pero se detuvo—. ¿Por qué quieres
volver aquí y rodearte de tanta oscuridad? Por qué no dejas todo esto detrás ti
y sigues con tu vida.
206
—No puedo —La interrumpí—. No puedo sólo olvidar lo que vi. Y Olivia, ella
todavía está allí, ella todavía está atrapada allí. ¿Cómo me alejo sabiendo eso?

Norris se quedó en silencio por un momento.

—No lo sé. —Ella tomó una respiración profunda—. Aprendí una dura lección
cuando vine a trabajar aquí. Cuando empecé, pensé que podía salvar a todos.
Pensé que con bastante amabilidad, con la suficiente atención, tal vez…

Ella negó.

—Pero la mayoría de estos pacientes, no van a mejorar. Es duro. Es duro venir


a trabajar todos los días y saber eso, seguir adelante, mantener el cuidado,
cuando ya sabes cómo va a terminar, cada vez, que tomas el cuidado de esos
pacientes por años y nunca van a mejorar.

Ella me miró a la cara para asegurarse de que la estaba siguiendo.

—Es duro, West, y yo desearía que no tuvieras que saber nada al respecto.
Bajé la mirada a mis zapatillas. Me sentía vacío por dentro, hueco. Pensé que
tal vez la enfermera Norris tendría una respuesta. El hecho de que me creyera,
que confirmara lo que ya sabía, era importante, pero sin embargo, no había
llegado a ninguna parte. La gente que pensé que eran fantasmas
atormentando el hospital no eran en absoluto fantasmas.

Estaban vivos, o alguna versión de estar vivo. Estaban atrapados entre estar
vivos y estar en otro sitio. Y estaban todos tan profundamente infelices,
tristes, perdidos.

—¿Por qué no te sientas con Olivia un rato? —preguntó la enfermera Norris,


sacándome de mis pensamientos. Asentí con la cabeza y palmeó la palma de
mi mano.

—Creo que a ella le gustaría eso —dijo e hizo un gesto hacia la habitación 203.
Mis rodillas casi se doblaron mientras me movía a caminar por el pasillo;
había olvidado que había dejado mis abrazaderas en casa. La enfermera
Norris me ayudó a conseguir equilibrio.
207
—Ven a despedirte antes de irte, ¿de acuerdo? —Ella me apretó el brazo
mientras caminaba por el pasillo. Cuando doblé hacia la entrada de la puerta
203, por una fracción de segundo esperaba ver a Olivia, mi Olivia, sentada en
la cama, levantando la vista de una revista, su largo cabello suelto alrededor
de sus hombros, sorprendida y feliz de verme, una sonrisa cruzando
lentamente su rostro. Pero ella lucía exactamente como lo había hecho la
última vez; un cuerpo en una cama, su cabello oscuro corto, la larga y
profunda cicatriz rosa a lo largo de su mejilla. Apenas vi esas cosas, sin
embargo. Sabía que la chica en la cama no era ella, no era dónde estaba o
cómo realmente parecía.

Acerqué una silla junto a la cama y le tomé de la mano.

—Soy West —le susurré—. Olivia, soy yo. —Escuché el sonido del ventilador
empujando el aire dentro de su cuerpo, una y otra vez. El rítmico y silencioso
pitido del monitor cardiaco.

Tienes que volver por mí.


Pensé sobre lo mucho que ella no quería que me fuera, lo mucho que intentó
convencerme de que no me sometiera a la cirugía. Lo asustada que estaba por
mí.

No me dejes aquí.

Pero, ¿cuánto sabía ella? ¿Entendía que despertar me llevaría lejos de ella,
lejos de donde estábamos juntos? Tal vez estaba aterrada de estar sola.

Prométeme que volverás por mí.

O tal vez ella sabía que sólo había una salida. Era un lugar del cual no regresas.
Había visto ir a otros antes que yo.

A veces pienso que no voy a salir nunca de aquí.

Estaba esperando a que yo volviera. Y ahí estaba yo.

Tiré de mi silla más cerca de la cama y llevé su mano a mi mejilla y sintiendo


su calidez.
208
—Olivia —dije en voz baja—, volví por ti. Justo como querías que hiciera. —
Tomé una respiración profunda—. Las cosas que vimos, las cosas que
sentimos, todo es real. —Me detuve y me apoyé, poniendo mi cara cerca de la
suya—. Esas personas… los sueños que tenía. No son sueños. O fantasmas. Son
personas reales, pero están atrapadas aquí. No pueden seguir adelante, no
pueden dejarse ir.

Eché un vistazo a la máquina del lado de la cama que registraba los latidos de
su corazón y que se mantenía rítmica y tranquila.

Ella era una de ellos. Y no lo sabía. Ella no sabía que no iba a mejorar.

Eso es lo que todos estábamos esperando. Paul. La niña pequeña, Katie. Olivia.
Yo, cuando estuve aquí. Todos queríamos vivir de nuevo. Pero algunos de
nosotros nunca íbamos a hacerlo volver. Yo había tenido suerte.

—Yo no quiero que seas como ellos. —Apoyé la cabeza en su hombro y


escuché el sonido de los latidos de su corazón. Esperaba que pudiera oírme,
que pudiera entenderme. Pasaron los minutos mientras estuvimos sentados
así en silencio, escuchando los sonidos de su cuerpo trabajando,
manteniéndose vivo. Estábamos juntos, los dos, en esta habitación. Nuestros
cuerpos estaban aquí. Pero yo sabía que parte de ella no estaba allí. Y nunca lo
estaría.

Miré a los cables de las máquinas, enchufadas en una pared y en la otra. No me


costaría mucho mostrarle que había cumplido mi promesa. Que yo había
venido a por ella. Me di cuenta de lo que Olivia me había enseñado, ella me
había mostrado cómo desconectar el ventilador sin activar las alarmas, sin
alertar a las enfermeras.

Ella sabía todo sobre el tubo de alimentación, la intravenosa. Cómo


desconectar la derivación para que nadie lo supiera. Pasarían horas antes de
que alguien se diera cuenta. Ella sabía su horario y yo también. ¿Para qué me
mostraría las cosas, a menos que ella quisiera que yo usara ese conocimiento?

Pensé acerca de los pasos que iba a necesitar para hacerlo. Yo podría hacerlo.
Si eso es lo que ella quería.
209
—Olivia. —Miré su cara—. Yo puedo sacarte de aquí. Dime si eso es lo que
quieres, y lo haré. —La estudié, esperando una señal—. Parpadea una vez
para sí, como tú me enseñaste.

Su rostro permaneció tranquilo y hermoso, silencioso.

—Parpadea —le supliqué—. Por favor, Olivia, demuéstrame que me


entiendes. —Me senté, observándola, pero no hubo ningún cambio—. No te
puedo dejar así, con el resto de ellos. No perteneces aquí.

—Oh… —de pronto dijo una voz detrás de mí y me aparté de Olivia, dándome
la vuelta para ver a una joven enfermera que empujaba un carrito en la
habitación—. No sabía que la Srta. Kemple tenía visita. Muy agradable ver a un
amigo aquí. —La enfermera sonrió.

Miré de nuevo la cara de Olivia, pero esta seguía sin cambios. La forma en que
la enfermera habló con ella me hizo sentir mal, con un tono empalagosamente
infantil. Quería sacudir a Olivia, hacerle entender. Para hacer que me
respondiera.
¿Sabía ella siquiera que estaba aquí?

Cogí mi abrigo y me dispuse a salir.

—No te vayas por mí... —empezó a decir la enfermera, pero yo salí de la


habitación sin mirar atrás. No podía sentarme allí y mirar a Olivia, a esa chica
en la cama, largamente. Venir aquí había sido un error. Yo no podía ayudarla,
yo no podía ayudar a ninguno de ellos. Había fracasado. La había
decepcionado. Pasé por la sala de enfermeras en mi camino hacia la puerta.
Norris estaba allí, haciendo unos papeles. La miré en silencio y ella asintió.

—Llámame cuando quieras. Tu madre tiene mi número. Lo digo en serio, en


cualquier momento —dijo. Le dirigí una débil sonrisa y me dirigí hacia la
puerta antes de ella pudiera ponerse de pie. Yo no quería arrastrarla fuera…
no quería ningún otro abrazo de ella, o un largo adiós. Sólo quería salir del
pasillo tenuemente iluminado, la puerta abierta de la habitación 203, los
sonidos de las máquinas pitando y haciendo clic, manteniendo a todas esas
personas con vida.
210
Cuando salí, vi el taxi esperándome. Abrí la puerta de atrás y subí. El
conductor estaba mirando hacia las montañas en el horizonte a través del
parabrisas.

—La nieve se está derritiendo —dijo sin mirarme. Miré y vi que tenía razón.
Las capas blancas y suaves de nieve que había visto desde mi ventana del
hospital durante todos esos meses se habían ido, reemplazadas por la
escarpada cordillera negra que formaba el familiar horizonte de la ciudad. El
coche se puso en marcha sin ni siquiera preguntarme a dónde quería ir.
Supuse que él había supuesto que ya estaba listo para ir a casa y fui. No trató
de entablar de nuevo conversación y yo estuve agradecido por el silencio.

Cuando regresamos a mi casa, volví a sacar mi cartera para pagarle, notando


por primera vez que el taxímetro electrónico estaba en negro… no había
vuelto a encenderlo.

—Guarda el dinero, chico —dijo, tomando un sorbo de su café—. Espero que


tu amigo salga pronto de ese lugar.
Abrí la puerta de atrás.

—Yo también —le susurré, con mi voz quebrada—. Yo también.

211
Capítulo 29
Traducción por Aylinachan

Corregido por Clau12345

E
stoy sosteniendo su mano, cálida y pequeña en la mía. Ella tiene el
mismo aspecto, la chica que conocí: su cabello es largo, oscuro y se
arremolina alrededor de su cara y la almohada blanca.

—Nunca he tenido un amigo en el que pudiera confiar como tú, West. Dijiste
que volverías conmigo y lo hiciste. —Sonríe y su rostro adquiere un brillo
cálido—. Nunca había estado enamorada antes de conocerte —dice en voz
baja—. Tú me enseñaste qué es el amor. —Sus ojos se encuentran con los
míos—. Gracias, West. —Una cosa tan insignificante como un “gracias” pero
creo que sus palabras pasan a través de mí y me siento abrumado. Todo está
212
bien. No la abandoné. Volví por ella. Ella sabe que estoy aquí. No está ya
atrapada en ese lugar oscuro, con el resto de ellos. Está conmigo, segura.

—Estoy muy cansada. ¿Te quedarás conmigo? Quédate conmigo hasta que me
duerma. —Sus ojos se cierran y su rostro se serena. No hay cicatrices, en ella
está todo perfecto. Miro la máquina que hay al lado de la cama y veo que está
apagándose lentamente, como si estuviera dispuesta a ello. Quiero que se
detenga. El sonido se vuelve más y más lento y luego se desvanece por
completo. El ventilador deja de bombear. El ambiente está tranquilo, estamos
solos.

—Estoy aquí, Olivia —le digo. Sé que puede oírme. Ella es libre. Me quedo con
ella a medida que la habitación se oscurece a nuestro alrededor—. No voy a
salir —le susurro—. Nunca te dejaré.

***
La llamada se produjo tres días después. Mamá estaba en la cocina cuando
sonó el teléfono. La oí decir:

—Es muy agradable escuchar tu voz. —Y luego le dijo a quién llamaba lo bien
que lo estaba haciendo. Cuando entré en la cocina, mamá articuló hacia mí: La
enfermera Norris, y señaló el teléfono. Negué con la cabeza. No estaba
dispuesto a hablar con ella. Todavía no.

—Está en la ducha en este momento, pero le diré que te llame más tarde, o
mañana —dijo mi madre, apagando el teléfono—. ¿Por qué no quieres hablar
con ella? Es muy amable por su parte llamar y comprobar si estás bien, ¿no te
parece? Ella siempre ha sido mi enfermera favorita. —Mamá volvió a poner
algo en la nevera y me sentí aliviado de que no pudiera verme la cara. No tenía
forma de saber que había estado en Wilson dos días antes y obviamente
Norris me había guardado el secreto.

—Sí, ella era mi favorita.

—Tienes que llamarla mañana —dijo mamá, lavándose las manos en el 213
fregadero—. Ahora, ¿Qué tenemos para cenar?

***

Yo sabía que no iba a llamar a Norris, ni mañana ni nunca. ¿Qué le iba a decir?
Había estado atormentado por un sueño desde mi visita a Wilson. No podía
dejar de pensar en que Olivia estaba allí, estaba atrapada allí. Con todos ellos.
No sabía que iba a pasar cuando ella aún estaba allí. Parecía imposible. Pero
no sabía que otra cosa hacer. Le había prometido a Olivia que estaría ahí por
ella. Quería mantener mi promesa, pero no sabía exactamente lo que eso
significaba. Y me estaba matando.

Al día siguiente, cuando mi móvil sonó apareciendo en la pantalla “número


desconocido” lo cogí sin pensar. Supuse que era mi fisioterapeuta, que
generalmente me llamaba sobre esas horas para organizar nuestro horario.
Pero no fue así.

—West, soy la enfermera Norris. Te llamé anoche, pero estabas ocupado —


dijo.
—Oh, sí, mamá me lo dijo. Lo siento, he estado liado…

—Eso es bueno. Me alegra que estés ocupado, que hayas retomado de nuevo
tu vida —dijo Norris.

Inspiré profundamente. No sabía qué decirle.

—West, voy a darte una mala noticia. ¿Sientes que estás listo para escucharla?

De repente sentí un escalofrío. Quería colgar, pretender que la llamada nunca


se había realizado. Pero eso no hacía que dejara de ser real.

—Puedes decírmelo.

—Es la paciente de la habitación 203, Olivia Kemple. Lamento decirte que


falleció. Ayer de madrugada.

Tragué saliva, pero no dije nada.

—Por desgracia sufrió un fallo cardíaco. No se pudo hacer nada. No es raro el


fallo orgánico en un paciente en coma a largo plazo. 214
Me quedé en silencio.

—West, ¿estás ahí?

—Estoy aquí —le contesté.

—Si lo deseas puedo darte información sobre el memorial que su madre está
planeando. Por si quieres ir. Yo estaré allí.

Hice una pausa, tratando de asimilar lo que me estaba diciendo. Olivia se había
ido. La muchacha de Wilson, el cuerpo en la cama. Ella no estaba siendo
mantenida con vida allí. Mi Olivia.

—West, yo voy a ir, si quieres ven conmigo. Voy a estar allí por ti —continuó
Norris.

—No quiero ir —le dije rápidamente—. No puedo, lo siento. —Solté el


teléfono y me senté en la cama. No quería ver a la madre de Olivia, con su
dolor, viendo lo mucho que se parecía a Olivia. Sabía que no podía enfrentarlo.
Y sus amigos, los que nunca fueron a visitarla, situados en torno a su funeral,
hablando de lo mucho que les importaba. No podría mirar a esas personas sin
gritarles. Ninguno de ellos podía entenderlo.

La Olivia que yo conocía, la chica que conocí, era la verdadera Olivia. La niña
que murió en Wilson, no sabía nada de esa chica. La chica con el pelo corto,
con la cara llena de cicatrices. Ese recuerdo de Olivia se había ido. Ahora todo
lo que tenía eran mis recuerdos.

215
Capítulo 30
Traducido por LizC

Corregido por Angeles Rangel

M
is ojos están cerrados, pero puedo escuchar los sonidos de la
gente nadando, el cálido sol brillando en mi cara. Estoy acostado y
ella está a mi lado. Cuando miro hacia ella, el sol es tan brillante
que no puedo ver su rostro, sólo su perfil mientras se sienta. Pone una mano
para protegerse los ojos, el viento se lleva su pelo largo hacia atrás, flotando.

—¿A quién buscas? —le pregunto, mientras explora el lago.

—A ti —dice ella—. Te estoy buscando a ti.

***
216
Mientras me cepillo los dientes, pienso en el sueño. Era el mismo, pero
diferente cada vez. A veces estoy sentado en la manta y ella está a mi lado, con
la mano en mi espalda, o está caminando hacia mí. Pero siempre estábamos en
el lago y yo nunca podía ver su rostro, sólo una sombra de ella, su silueta, su
perfil, su pelo soplado en el aire. Sabía que era ella, pero estaba fuera de mi
alcance. Sin importar lo que hiciera, cómo me tapara los ojos, el sol estaba
pegando de manera directa sobre ella de modo que no podía verla, en realidad
no. No de la manera que solía hacerlo.

—Mike está aquí —gritó mamá, y me puse una camiseta, agarrando una
chaqueta en la salida—. Toma esto. —Mamá trató de empujar un bagel
tostado en mi mano.

—Creo que vamos a conseguir algo por el camino —le dije, pero ella cerró mis
dedos alrededor del bagel. Yo sabía que ella pensaba que todavía estaba
demasiado flaco.
—Dile que conduzca despacio, con cuidado. —Ella sacudió la cabeza—. No
puedo creer que ustedes me convencieran de esto. —Pero me di cuenta que
parte de ella estaba encantada de ver que estaba haciendo algo normal; ir a un
concierto al aire libre con amigos en un sábado de verano.

Mike tocó la bocina y besé a mamá en la mejilla.

—Te llamaré y no vamos a llegar tarde; la banda que queremos ver es la de


esta tarde. Probablemente vamos a huir después de eso. —Salté por la puerta
y bajé las escaleras, sintiéndome bien y ligero. A veces, por la mañana, me
sentía rígido y me tomaba algo de tiempo para que todo encajara en su sitio,
pero últimamente había sido más fácil, más suave. La terapia física había
funcionado; mi marcha era más o menos normal ahora, no cojeaba. A menos
que me pidieras que tocara mis dedos de los pies, nunca sabrías que me
pasaba algo.

—No hagas snowboard —me había dicho el fisioterapeuta en nuestra última


reunión—, y deberías estar bien. —Hacer snowboard y esquiar estaban en la
lista de los prohibidos debido al movimiento de torsión, algo que había
217
perdido y nunca tendría de nuevo ahora que mi columna vertebral se fusionó
en dos puntos. Muchas cosas estaban fuera de los límites. Pero había un
montón de cosas que podía hacer, cosas que nunca había probado antes, como
la natación, en lo cual estaba realmente encajando.

Empecé a ir a la piscina en la escuela como terapia, quitar el peso de mis


piernas mientras hacía algunos ejercicios. Mike dijo en broma que estaba
practicando para la natación sincronizada, al igual que hacen las chicas en los
Juegos Olímpicos.

—Hola, señora, ¿cuándo vas a salir de esa piscina? —Pero uno de los
entrenadores de natación empezó a darme algunos consejos y luego los añadí
en las horas de práctica. No tenía mucho más que hacer. Además me gustaba
la sensación de estar bajo el agua. Había algo en el silencio de ella, cómo el
agua bloqueaba todo lo de fuera, cómo me centraba.

Ahora estaba pensando en unirme al equipo el próximo año en la escuela. El


entrenador me dijo que tenía el derecho a prepararme para ello y que tenía
que hacer algo para llenar esas tardes que solía pasar por las rampas de todos
modos. No quiero ni dejarme llegar al punto en que echaría de menos ir en
bicicleta; quería llenar ese lugar con algo antes de que tuviera la oportunidad
de convertirse en un agujero.

—Oh, vamos, hombre, ese bagel apesta como una bolsa de cebollas. —Se quejó
Mike cuando subí—. Cómetelo o deshazte de él rápidamente.

—Está nervioso —ofreció Allie desde el asiento delantero—. Ya sabes, por la


Srta. Erin —susurró ella.

—No, no estoy nervioso. El hecho de que he estado invitando a esta chica


durante seis meses y ella finalmente va a salir conmigo, ¿por qué habría de
ponerme nervioso? Estoy seguro de que pensará que es muy bueno que
conduzca un coche de diez años de antigüedad que huele a cebolla y que voy a
llevar al famoso chico coma y su ex-novia a lo largo de nuestra cita. Estoy
seguro de que parece totalmente normal para ella.

Me incliné y le palmeé el hombro. 218


—Mamá quería que te dijera que conduzcas con mucho cuidado, ¿o debería
recordártelo después de recoger a Erin?

—Ahora está bien —dijo Mike—. En serio, chicos, no me arruinen esto. Sólo
sean normales.

—Oh, ¿de qué vamos a hablar? —bromeó Allie—. ¿Tal vez de aquella vez que
Mike corrió desnudo por el partido de fútbol del año pasado? Ella podría estar
interesada en esa historia.

—Oh, ya sé —intervine—. Puedo decirle todas esas cosas que dijiste de ella
cuando me visitaron en el hospital. Había algo sobre sus piernas, o era su…

—Sí, está bien, lo entendemos —interrumpió Mike. Sacudió la cabeza, girando


el coche en el barrio donde vivía Erin—. Honestamente, nunca deja de
asustarme cuando traes a colación cosas que te dije cuando eras un vegetal. —
Sacudió la cabeza y se volvió hacia Allie, preguntándole:

—Quiero decir, ¿eso no te asusta?


Allie se volvió y me miró con una pequeña sonrisa. Tuvimos una larga charla
hace un par de semanas sobre eso, entre otras cosas, con un café una tarde.

—Tienes esa mirada en tu cara a veces, es como si esa tristeza te matara. Y me


siento… sólo espero que no se trate de mí, o algo que hice o dije, o no dije
mientras estabas en el hospital —me explicó mientras nos sentamos en la
cafetería. Ella tenía razón. La tristeza no era por ella, pero no sabía cómo
decirle de qué se trataba exactamente.

—Sé que has pasado por mucho. Y siento que no estuve allí para ti tanto como
podría haber estado. Pero lo estoy ahora. —Ella miró a su taza medio vacía y
se quedó en silencio por un momento—. Quiero decirte algo. —Hizo una
pausa, mirándome. Se puso tan seria que me preparé para oír algo malo, como
que había empezado a salir con alguien. Pero me sorprendió—. ¿Sabes cómo si
cortas un árbol, puedes ver en sus anillos y ver cuántos años tiene?

Asentí.

—En la clase de biología, nuestro profesor estaba hablando acerca de cómo si 219
miras más de cerca, en realidad puedes decir cómo era el clima de cada año;
cuándo el árbol soportó un montón de lluvia, o cuándo hubo una sequía, sólo
basado en la oscuridad y espesor de los anillos. Nos ayuda a estudiar el clima
de hace cientos de años, cómo podemos observar los anillos de todos estos
árboles y suponer que hubo una mala sequía, al igual que, hace cincuenta
años; es un registro vivo.

—Bien… —le dije, tratando de seguirla.

Ella sonrió.

—No te rías. Me hizo pensar en ti. Al igual que, si fueras un árbol, cómo este
año para ti, este anillo, sería claro, casi invisible, un año de sequía. Es como un
año en el que casi no estuviste aquí. Pero, ¿sabes qué? Hay muchos más anillos
para ti, en el futuro, sólo lo sé. Un montón de buenos anillos. Anillos sólidos.
¿Eso tiene sentido?

Miré a los ojos azules de Allie y su cara pecosa y sentí nada más que amor por
ella. Ella era una gran chica, una amiga de verdad, aunque no estábamos
juntos, aunque nunca lo estemos otra vez, ella era alguien que se preocupaba
por mí y eso es todo lo que necesitaba saber. Lo que había sucedido en el
hospital, la forma en que manejó mi accidente, quedó perdonado.

Me acerqué y tomé sus manos encima de la mesa en la cafetería y nos


sentamos como hace mucho tiempo, en silencio. Desde entonces, cada vez que
la había visto, era más fácil pasar el rato con ella. De hecho sentí como si
estuviéramos más cerca de lo que alguna vez habíamos estado; más cerca que
cuando habíamos estado supuestamente enamorados.

Mike se detuvo frente a la casa de Erin.

—Ponte en la parte de atrás —le gruñó a Allie cuando Erin salió por la puerta
principal. Llevaba pantalones cortos, una camiseta del concierto y un par de
botas de vaquero.

—Hola. —Sonrió, acercándose a la puerta del lado del pasajero. Se deslizó


dentro y Mike nos presentó—. ¡He estado muriéndome por conocerte! Eres
totalmente famoso en la escuela. Y Mike me dijo que los dos seremos juniors el 220
año que viene.

Allie me dio una entornada de ojos rápido cuando se instaló dentro y Mike
arrancó el coche. No pasó mucho tiempo antes de que estuviéramos en el
Moonlight, un restaurante a medio camino de la ciudad y Mike sugirió que
paráramos.

—Cuenta conmigo —le dije, notando que mamá tenía razón sobre el bagel.
Podría comer dos desayunos al día durante un tiempo y no recuperar el peso
que perdí durante el invierno.

—¿Y? —Mike se inclinó y me susurró al oído cuando las chicas caminaban


delante de nosotros para conseguir una mesa.

—¿Qué? —le pregunté. Mike hizo un gesto hacia Erin, tratando de no ser
demasiado obvio—. Oh, parece buena —admití.
—Sí, ¿cierto? Ella es, quiero decir ella realmente es… —dijo Mike, y me di
cuenta que estaba enamorado por completo de la chica, un flechazo en toda
regla. Fue bueno verlo tan feliz.

Cuando pedimos y nos acomodamos, Mike pareció relajarse un poco, una vez
que quedó claro que no iba a ponerlo en aprietos y que Erin miraba a Allie por
completo y colgaba de cada palabra suya. Mike casi se roció a sí mismo con la
salsa de tomate tratando de sacar las últimas gotas de un frasco vacío para
nuestras patatas fritas.

—Voy a buscar uno nuevo —dije, tomando la botella de él antes de que hiciera
algo desastroso.

Mientras caminaba hacia el mostrador, oí la voz de Erin detrás de mí:

—Él parece tan normal… —Y eso me hizo sonreír. Por lo que Mike y Allie
habían compartido, había sido el tema de conversación de la escuela hace
unos meses. Iba a ser una gran decepción para todo el mundo en el otoño
cuando “el chico coma” volviera, pareciendo y actuando tan normal; bueno, en 221
el exterior, por lo menos.

Tal vez Mike y yo deberíamos planear algo especial para el primer día, una
especie de truco con una silla de ruedas o algo así. Él estaría encantando con
eso. Me di la vuelta para mirarlo y me sentí aliviado al ver que parecía más
relajado, su brazo colgaba de la parte posterior de la mesa.

Fue entonces cuando me fijé en ella. Una chica sentada en el mostrador de


espaldas a mí. Sentí que se me quedaba atrapado el aliento en la garganta.

Sus hombros pálidos mostrados a través de los finos tirantes de su vestido


blanco. El cabello largo oscuro caía por su espalda, deteniéndose en el lugar
adecuado, por encima de una pequeña cintura rodeada con un cinturón rojo.

Antes de que pudiera detenerme, antes de que pudiera pensar, puse mi mano
sobre ella, tocando su hombro, su piel caliente bajo mis dedos.

—Olivia —susurré. La reconocería en cualquier parte. Quería respirar su


aroma.
Pero los ojos que se volvieron hacia mí, luminosos y avellana, la cara… no.
Estaba mal, todo mal.

—¿Hola? —dijo la chica con curiosidad, mirándome.

Negué con la cabeza, tratando de despertar del sueño, la visión de lo que yo


había querido ver.

—Lo siento, pensé que eras otra persona.

—No pasa nada. —La chica se dio la vuelta otra vez y me dejó allí de pie por
un minuto, sin saber qué hacer.

—Hermano, ¡la salsa de tomate! —gritó Mike y volví de golpe a la acción, le


pedí a la camarera una nueva botella, que me entregó sin siquiera mirarme a
los ojos. Cuando me senté a la mesa, estaba sudando; podía sentir que mi
frente estaba húmeda y fría. La conversación pasó a mi alrededor y me di
cuenta de que mis amigos no tenían ni idea de lo que acababa de suceder. Por
supuesto que no. ¿Por qué iban a hacerlo? Apenas recordaban el día en que me
desperté preguntando por una chica llamada Olivia. Nadie recordaba a Olivia.
222
Nadie más que yo.

Miré a la chica en el mostrador de nuevo. Su cabello era el correcto, pero los


brazos pecosos; ¿cómo podría haber pasado por alto eso? Por supuesto que no
era ella. No podía ser ella. Nunca sería ella.

Cuando Mike empujó unas patatas fritas en su boca, haciendo reír a Erin, traté
de llevar a mi yo de nuevo en la conversación. Pero mi mente se fue a lo que
Allie había dicho, sobre el árbol y los anillos interiores. Me di cuenta de pronto
de que ella estaba equivocada.

El anillo de este año no era claro o apenas estaba allí, no era una sequía. En el
árbol de mi vida, este año tenía un anillo oscuro y profundo, encajado más en
lo profundo que cualquier otro año había sido o sería.

Este era el año en que había excavado para salir y regresar de la nada. Este era
el año en que me enfrenté a todo y surgí de alguna manera. Quería pensar que
tenía algo que ver conmigo, con mi propia fuerza, pero sabía que eso no era
cierto. Yo no lo hubiera hecho solo. Nunca podría haberlo hecho solo.

A veces por la noche, cuando estaba en la piscina, en la tranquila quietud bajo


el agua, mi mente iba a ese lugar. Al hospital, a la gente de allí. Era como si mi
corazón pudiera viajar, a través de los kilómetros, en los meses que habían
pasado y yo estaba de vuelta con ella. A través de los pasillos oscuros, los
sonidos de las máquinas en funcionamiento.

La sensación de cuando abría los ojos y ella estaba en el cuarto, cuando yo


había esperado todo el día por ella y entonces estaba allí. Olivia. Esa cercanía
de nuevo. Al igual que lo que solía ser. Pero entonces sucede algo que me trae
de vuelta, algo en el mundo real. Y vuelvo, y estoy vivo; soy yo, pero estoy solo.
Todavía estaba acostumbrándome a eso. Y no estaba seguro de si alguna vez
iba a estar bien con ello. Si alguna vez dejaría de echarla de menos. Tal vez,
quizás algún día. Pero todavía no.

Allie notó lo tranquilo que estaba; ella siempre lo hacía.


223
—¿Estás bien? —preguntó, mirándome atentamente.

Levanté mi refresco y tomé un sorbo.

—Sí. —Tenía la esperanza de que ella no se diera cuenta de que mi mano


temblaba.

—¡Vamos! —dijo Mike, levantándose y tomando la cuenta—. Los buenos


tiempos están esperando.

Cuando salimos a la calle, eché una última mirada a la chica en el mostrador. A


través del cristal del estacionamiento, podría ser ella, si uno miraba en el
ángulo correcto. Casi.

Escuché mi nombre. Sólo un susurro.

West.

Cerré los ojos y respiré hondo, dejé que la sensación se arrastrara sobre mí.
—¿Vienes o no? —gritó Mike. Cuando me di la vuelta, me estaban esperando
junto al coche. Mis amigos.

—Ya voy —le dije.

Al salir de la sombra y bajo el sol, el calor golpeó mi cara, mis hombros. Dejé la
oscuridad detrás. Cuando llegamos a la plaza de estacionamiento, no miré
hacia atrás. Tenía lo que necesitaba, conmigo. Dentro de mí. Siempre.

224
Cylin Busby
Autora de libros para niños de 8 a 12
años y jóvenes adultos, más conocida
por su autobiografía, The Year We
Disappeared.

Siendo la más pequeña de tres germanos


(tiene dos hermanos mayores, Eric
Busby y Shawn Busby), Cylin creció en
Cape Cod, Massachusetts. En 1979, su
padre, oficial de policía, John Busby,
resultó gravemente herido en un tiroteo.
Durante la investigación resultante, la
familia se trasladó y vivió en la
clandestinidad durante cinco años. Cylin y John co-escribieron un libro sobre
225
la experiencia.

Cylin se graduó en la Universidad de Hampshire College en 1993. Su carrera


de publicación comenzó en Random House. Más tarde trabajaría en
HarperCollins y en Simon & Schuster como editora de libros para niños. En
1999 se trasladó a Los Angeles, donde comenzó a trabajar como redactora jefe
de Teen Magazine.

Cylin vive en Los Angeles con su marido, el ejecutivo y productor de cine


Damon Ross y su hijo pequeño. Su última novela es un thriller sobrenatural
para jóvenes adultos titulado Blink Once (Bloomsbury, 2012).
Agradecimientos
Moderadoras
Dai

Flochi

Staff de traducción
Helen1 Dai Aylinachan Susanauribe

Vanehz Flochi Helen1 LizC

Otravaga Maru Belikov Auroo_J Evey!

Simoriah Simoriah Lalaemk leiiBach 226


Whiteshadow Anelisse

Staff de corrección
NayeliR Angeles Rangel Obsession

Curitiba LadyPandora Xhessii

Clau 12345

Recopilación & Revisión Diseño


LadyPandora Elena Vladescu
Para más lecturas
visita

227

¡Te estamos esperando!

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