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Sinopsis
West es un chico de último año de secundaria que tiene todo yendo
sobre ruedas hasta que un accidente lo deja paralítico. Anclado a su
cama de hospital, recuperando y perdiendo la conciencia, West está
aterrado y solo. Hasta que conoce a Olivia.
Capítulo 1 Capítulo 23
Capítulo 2 Capítulo 24
Capítulo 3 Capítulo 25
Capítulo 4 Capítulo 26
Capítulo 5 Capítulo 27
Capítulo 6 Capítulo 28
Capítulo 7 Capítulo 29
Capítulo 8 Capítulo 30
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
4
A
lguien está llorando. Una chica. No es un bonito tipo de llanto, como lo
hacen las actrices, lágrimas corriendo con delicadeza por un rostro
hermoso. Esto es sollozar, sorber, jadeo en busca de aire. Un sofocón.
Tengo que despertarme. Tengo que ayudarla, sea quien sea. Me obligo a abrir
los ojos, pero no veo a nadie. Veo una pared blanca con una máquina pegada a
ella. Un medidor de presión sanguínea y un gran dial, igual que en el
consultorio de un médico. El llanto se detiene de repente. ¿Dónde está, la chica
que llora? Tengo que encontrarla. Algo está mal, muy mal. Trato de sentarme,
levantarme de la cama, pero no puedo. Mis brazos están atados hacia abajo. 5
Mis piernas están atrapadas de alguna manera, estoy completamente en una
cama y no puedo moverme. No puedo hablar. No puedo mover la cabeza, no
puedo mover la boca. Mi corazón se acelera. Estoy cayendo, estoy cayendo. Mi
garganta me estaba matando. Tan seca, en carne viva, no podía tragar. Como el
peor dolor de garganta. Abrí los ojos. ¿Era un día de escuela? ¿Qué hora era?
¿Qué día era? Me sentía como si estuviera yaciendo en un extraño ángulo,
estaba sobre mi estómago, pero podía ver el suelo debajo de mí. Parecía que
estaba inmóvil, flotando. Y no podía moverme. Vi las baldosas del suelo debajo
de mí, que eran verdes y blancas… Estoy cayendo, pensé. Pero no estoy
cayendo. Estoy colgando.
Perdí el conocimiento.
—Ahhhhhhhhhhh —dije. Traté de decir: "Sed". Pero estaba tan seca, las
palabras no funcionaban. Había algo en mi nariz. Traté de tocar mi cara y
sentir lo que estaba allí. Pero mi mano no podía moverse; había algo en la
muñeca, manteniéndola abajo. No podía verlo mirando hacia abajo. Mi otra
muñeca también. ¿Qué estaba pasando? ¿Quién me hizo esto? ¿Por qué?
***
—Ahhhhhhhh —le dije. Ella me miró y sonrió. Sentí que mis músculos se
relajaban. Gracias a Dios, una persona real para decirme lo que estaba
pasando.
—¿Cómo le va, Sr. West? —me preguntó, pero luego miró hacia otro lado
como si no fuera gran cosa que estuviera despierto. ¿Había estado aquí mucho
tiempo? ¿Dónde estaban mis padres?
—Está bien. —La enfermera me dio unas palmaditas en el brazo—. Estás bien.
—La vi poner mi mano abajo y frotar la parte posterior de la misma y, a
continuación, deslizó mi brazo debajo de algo que parecía un cinturón ancho
sobre la cama. Se sentía raro, como si estuviera usando un guante grueso. Ella
rompió algo metálico por mis pies e hizo lo mismo por encima de mi cabeza.
—Aquí vamos —dijo en voz baja, entonces de alguna manera la cama dio
vuelta y de repente estaba tumbado de lado, en un ángulo de noventa grados.
Debía de haber estado atado o me habría caído directamente en el suelo. Pero
no lo hice. Me quedé allí rígido, atado a la cama, mirando a una pared y una
puerta. Y fue entonces cuando conocí a Olivia.
—Hola, cariño —dijo una voz brillante. Supuse que era la mujer de rojo—. Te
he traído tus flores favoritas, rosas rosadas. ¿Ves lo pequeñas que son? Se
llaman rosas en miniatura. Pensé que te gustaría. —Me gustaba escuchar su
voz. Sonaba extranjera, como si fuera francesa, italiana o algo así. La oí
empujar una silla en el suelo.
Esperé a oír una respuesta de la persona a la que le estaba hablando, pero ella
no dijo nada, sólo escuchaba la aburrida historia de compras de esta mujer.
Entonces empecé a pensar en trajes de baño. Espera. Era invierno. ¿Por qué
alguien compraría un traje de baño en invierno? Me sentía caliente por todas
partes, el sudor por la cara como si estuviera teniendo un ataque de pánico.
Su voz se hizo más suave y más suave mientras continuaba, tan relajante,
podría decir que amaba a la persona con la que estaba hablando. Me di cuenta
de que estaba diciendo todo lo que yo quería oír: que todo iba a estar bien, que
ella estaba aquí. Mis ojos se cerraron por un momento y cuando los abrí de
nuevo, seguía mirando a la misma pared.
—Así que estás despierto. —Una voz flotó hasta mí desde algún lugar que no
podía ver, en algún lugar detrás de mí—. Soy tu vecina, Olivia. Ya sé que tu
nombre es West. No te molestes en tratar de hablar. Tienes un tubo
respirador.
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Al segundo en que lo dijo, la sensación en la garganta tuvo sentido: un tubo.
Esa máquina susurradora: un ventilador. Lo que quería decir… ¿tan mal
estaba? Oí el sonido de algo siendo rodado y, entonces, una chica estaba
delante de mí. Una pequeña chica con enormes ojos oscuros.
—Y, por cierto, estás paralítico, en caso de que nadie te lo haya dicho todavía.
No, eso no podía ser cierto. No estaba paralítico. Podía moverme. Traté de
mover las manos, pero mis muñecas estaban atadas. No estaba paralítico,
simplemente atado. Traté de levantar los dedos para mostrárselo, pero no
podía estar seguro de que se movieran.
—Lo siento si no lo sabías ya. Estoy segura de que estás desanimado. Soy una
bailarina, así que si eso me pasara a mí, si estuviera paralítica, yo sólo... No sé
lo que haría —dijo en voz baja.
¡No estoy paralítico! Quería gritarle. Sal, sólo sal. Hasta que mis padres puedan
llegar hasta aquí y me expliquen lo que está pasando, no quiero escuchar lo
que tienes que decir.
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Ella bajó la mirada a sus pies, los señaló y los dobló un par de veces.
—Apuesto a que te estás preguntando por qué estoy aquí —dijo, empujando
el flequillo oscuro de sus ojos—. Pesaba unos 38 kg, pero estoy segura de que
ahora me veo tan diferente, nunca lo sabrías. Es por estar en una cama todo el
día y esto. —Señaló a la bolsa de intravenosa en el poste de metal—. Eso es un
líquido nutritivo. ¡Tan sabroso! —Sonrió y me di cuenta de que sus dientes
eran pequeños, como los de un niño, y de un color extraño, como un blanco
oscuro, pero tal vez eso es porque su piel era tan blanca que los dientes
parecían extraños a su lado.
—¿Lo recuerdas sí o no? —Sus ojos eran como canicas negras, sin pupila. Eran
bonitos pero de una manera atemorizante, con su piel pálida y cabello oscuro.
Parpadeé dos veces esta vez, sólo para responderle, pero en realidad estaba
confundido. No podía sentir totalmente mis piernas y mis brazos se sentían
tan graciosos.
Traté de recordar que fue la última cosa antes de... aquí. Estaba nublado, como
un sueño la mañana después de dormir demasiado. Me acordé de Allie, mi
novia. Su cabello rubio soplando en sus ojos, ella me está mirando. Estoy en el
camino de tierra para bici por la cantera, en el bosque con Mike, estamos
haciendo saltos. Y... y entonces, ¿qué pasó después? Tenía sólo fragmentos. De
repente me acordaba. Algo malo había pasado. Alguien salió herido. Alguien
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estaba llorando. La voz de Olivia entró por mis pensamientos.
—Son casi las seis. Esto significa que tu madre estará aquí pronto, ella siempre
viene alrededor de esa hora. —Se puso la bata holgada alrededor y se fue sin
decir nada, ni siquiera un adiós.
***
—Ahí está mi hijo. —Al oír la voz de mamá, me desperté. ¿Había estado
durmiendo? Era aún el mismo día, ¿no estaba esa chica aquí? Mi madre.
Quería verla tanto.
—Hola, cariño. —Mamá rodeó la cama para que pudiera verla y era ella.
Estaba actuando tan normal, viéndose tan normal con las mismas ropas viejas,
largo su abrigo de lana azul marino, era como si acabara de llegar a casa y me
encontrara sentado en el sofá viendo la televisión. Se puso sobre la silla y se
sentó a mi lado, empujando el pelo de mi cara—. Sé que me odiaras por decir
esto, pero creo que tenemos que hacer algo acerca de este pelo. Sólo te va a
volver loco.
Su rostro estaba en calma, sonreía un poco, mirándome a los ojos. ¿Por qué
todo el mundo estaba actuando tan normal? ¿Acaso no lo entienden? Estaba
perdido, me sentía como si tuviera amnesia o algo así. Traté de hablar.
—Ese tubo sigue molestando, ¿no es así? —Limpió la comisura de mis ojos—.
Lo siento mucho, me gustaría poder sacarlo, pero lo necesitas para respirar,
¿de acuerdo? —Mi cabello me cayó sobre los ojos de nuevo y ella lo empujó
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hacia atrás, acariciando mi frente.
—Soy muy afortunada de tenerte, ¿lo sabías? Estás poniéndote mucho más
fuerte cada día y muy pronto podrás volver a casa.
—Ese tubo le está dando un mal rato de nuevo, ¿puede comprobarlo, por
favor? —le dijo a alguien detrás de ella.
—Por supuesto, señora Spencer. Es hora de rotar su colchón otra vez —dijo
una voz femenina. Sonaba como la enfermera de antes, la que comprobó mi
presión arterial y cuando apareció a la vista, vi que era ella, una mujer
redonda y mayor con un uniforme de enfermería y el pelo retirado de la cara.
Aflojó algo en el pie de la cama y luego puso otra vez el colchón plano, así que
estaba acostado de espaldas, mirando al techo—. También va a necesitar
algunas gotas para los ojos. —La enfermera sostuvo una pequeña linterna
sobre mis ojos por un segundo, haciéndome poner los ojos en blanco.
—¿Está segura de que no quiere que le cerremos los párpados? Puede ayudar
a mantener baja la irritación —agregó la enfermera, mirando a mi madre.
—Oh no, él odiaría eso, por favor no lo haga —le dijo mamá.
—Es su decisión. —Cogió algo de una bandeja al lado de la cama y luego dejó
caer un poco de líquido en los ojos que hizo que mi visión se pusiera toda
borrosa y mis ojos se sientan grasosos. Sentí a la enfermera tocar mi cuello, mi
garganta. Estaba tirando de algo—. ¿Le importa si limpio esto mientras está
aquí? —le preguntó a mamá—. Puede ser un poco desastroso.
—En realidad, tengo que salir temprano hoy, así que voy a despedirme y dejar
que haga su trabajo —dijo. Se inclinó sobre mí, donde yo podía ver su rostro—
. Lo siento, no puedo quedarme mucho tiempo hoy. Adiós, cariño. Nos vemos
mañana, ¿de acuerdo? —Me besó en la mejilla y me dio una sonrisa. Ni
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siquiera se quitó el abrigo.
—Tu madre es una buena señora —dijo en voz baja, inclinándose sobre mí
mientras trabajaba en el tubo en la garganta—. No todo el mundo tiene tanta
suerte. —La enfermera hizo un gesto con la cabeza a la pared que separaba mi
habitación de la de Olivia—. Esa madre es una verdadera molestia —susurró,
sacudiendo la cabeza—. Nada es lo suficientemente bueno para su Olivia.
Todo un personaje —dijo de nuevo, tirando hacia arriba de un tubo de
plástico transparente—. No me extraña que esto te moleste. Vamos a ver ese
historial —dijo, caminando a los pies de mi cama, donde no podía verla.
Todavía estaba hablando, pero ahora lo hacía bajito y sobre todo a sí misma.
—Hay que recordar hablar con Cheryl... Piensa que no puedes sentirlo...
Se sentía mucho mejor y quería decírselo, así que parpadeé una vez para decir
sí. Espero que haya recibido el mensaje. ¿Era eso lo que dijo Olivia, una vez
para sí, dos para no? ¿O dos veces era para sí? La enfermera me tomó la mano
y la sostuvo en la muñeca mientras miraba su reloj durante unos segundos.
—Muy bien, muy bien. —Metió mi mano y mi brazo hacia atrás por debajo del
cinturón en la cama—. Descansa un poco ahora. —Me guiñó un ojo y salió de
la habitación. Me quedé mirando el techo, tratando de sumergirme en todo lo
que estaba pasando, o no pasando y escuchando el ruido de las máquinas al
lado de mi cama.
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Esto no puede estar pasando, esto es un sueño. Un mal sueño. Cerré los ojos y
traté de despertarme a mí mismo. Despertar en mi propia cama, poniendo
esto detrás de mí. Había aprendido la lección. Tendría más cuidado con la
bicicleta. No le presumiría a Mike o a cualquier otra persona. Podía hacer que
todo esto desapareciera. Esto no es real. Esto no es real. Esto no es real.
Capítulo 2
Traducido por Vanehz
E
l sol de invierno ha salido y el brillo sigue cayendo en mis ojos. Bajo el
visor de mi casco y me limpio los guantes en los vaqueros.
Con el sol detrás de él, parece una foto en negativo, un recorte en negro contra
el cielo rojo y naranja. Levanto mi visor y me giro para mirar a Allie. Está
sentada sobre aquella roca grande, mirándonos, pero sé que debe estar
aburrida de todo esto. Levanta su cabeza y mira detrás de mí, con esa pequeña
sonrisa en su rostro. Bajo el visor otra vez y avanzo alrededor, quedando lo
suficientemente lejos de la rampa para tomar algo de distancia, algo de
velocidad, algo de aire.
***
—Hola ahí, señor, cálmese, está bien —dijo la enfermera—. ¿A dónde crees
que vas? —Tiró de mi brazo de debajo de la atadura y sostuvo mi muñeca—.
Corazón acelerado; ¿Qué clase de sueño estabas teniendo? —Estaba
mirándome directamente a los ojos, como si pudiera responderle. Ni siquiera
sabía cuánto tiempo había estado aquí, pero por los últimos dos días, había
visto a la misma enfermera. Me hablaba como si me conociera, pero quizás
todas las enfermeras hacían eso.
—Que tengas un buen día —dijo la enfermera y dejó el cuarto. Al menos creo
que se fue, todas llevaban esos zapatos que no hacen ruido y era difícil de
decir.
Debía haberme quedado dormido otra vez, porque la siguiente cosa que oí fue
a alguien hablando.
—¿Estás despierto? —dijo una voz. Olivia. El cuarto estaba ahora quedándose
oscuro, con el atardecer cayendo.
Sollozó y rodó su soporte de intravenosa alrededor de la cama para que
pudiera verla. No había sillas de ese lado, así que simplemente se sentó en la
otra cama que estaba allí, recogiendo sus rodillas hasta su pecho. Parecía que
había estado llorando.
—Oh, gracias a Dios que estás despierto —dijo, mirándome a los ojos. Estuvo
callada por un momento, sólo mirando hacia abajo—. ¿Sabes por cuánto
tiempo he estado aquí? Después de esperar un segundo o dos por mi
respuesta, se rió—. ¡Estoy tan desesperada que estoy teniendo una
conversación con una persona en estado vegetal! —Parpadeé dos veces. No
soy un vegetal.
—Sólo que estoy tan cansada de ser tratada como una niña, ¿sabes?
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Parpadeé una vez, sí.
—No es lo que se supone que estaríamos haciendo a los dieciséis años; apenas
he cumplido los diecisiete.
Parpadeé dos veces, no, porque no tenía dieciséis; acababa de hacer los
diecisiete.
Cuando descubrí a Harry Potter, pasé tan rápido a través de los libros a la
velocidad de la luz. Tenía diez años y supongo que era lo que podrían llamar
un empollón. Realmente, no tenía ni idea de lo empollón que era hasta que
conocí a Mike. Mike era la persona que me salvó de una carrera en la
secundaria siendo un completo inadaptado. Tenía que darle todo el crédito:
me vio, se hizo mi amigo. Por supuesto, lo hizo por razones totalmente
egoístas, quería a alguien con quien ir en bicicleta. Pero estaba salvado de ser
un empollón y conseguí un mejor amigo en el trato, así que no iba a quejarme.
No estoy seguro de que Mike y yo alguna vez habláramos sobre Harry Potter.
Si él supiera que en cierto tiempo, estuve obsesionado con esos libros. No es la 17
clase de cosas de las que él y yo habláramos, libros, leer. A Olivia sólo le tomó
cerca de veinticuatro horas notarlo y realmente nunca le dije una palabra a la
chica. Mientras miraba su boca moverse, no pude evitar darme cuenta de que
su rostro era realmente bonito y difícilmente oía sus palabras. Antes de que lo
supiera, estaba dormido otra vez.
Ahí fue cuando vi pies al lado de mi cama, por la mesa pequeña. No eran
zapatos de enfermera, sino sandalias. Uñas de los pies pintadas. Pies de una
niña pequeña. Estaba sollozando y haciendo algo en el cajón junto a mi cama,
sacando cosas de él. ¿Quién era esta persona? Empujó el cajón cerrándolo y se
alejó, aun sollozando, sorbiendo, pero sus sonidos se hacían más distantes
mientras dejaba el cuarto. No oí la puerta cerrarse tras ella.
—Hoy tuve noticias de tu madre —me dijo la enfermera, dejando caer algo
líquido en mis ojos—. No va a poder venir esta noche desde el trabajo y quería
que te lo dijera. Le dije que no tendrías ningún problema con ello, así que no
me dejes estar equivocada. ¿De acuerdo? —Sonrió y noté que tenía un gran
espacio entre los dientes delanteros. Algo en eso hizo que me gustara
instantáneamente incluso más de lo que ya lo hacía.
—Todo bien, guapo, ten un buen día —dijo, colgando mi expediente a los pies
de la cama y dejando la habitación.
Olivia leyó un capítulo, uno que realmente recordaba muy bien y estaba
orgulloso de quedarme despierto a través de todo eso. Cuando ella bajó la
mirada a mi rostro, supe que estaba verificando si aún estaba despierto, así
que parpadeé una vez. Si, aún estoy aquí.
—Lo estás haciendo mejor —dijo, sus ojos abriéndose más—. Puedo decirlo.
Eso es bueno. —Estuvo quieta por un segundo y sólo miró hacia afuera de la
ventana en la oscuridad.
Cerró el libro. 19
—Había un chico en este cuarto antes que tú… antes de que vinieras aquí.
Estaba muy enfermo, no sé qué le pasaba. No, eso no es verdad. —Se detuvo y
encontró mis ojos—. Lo sé; o al menos creo que lo sé. Pero ese no es el hecho.
Estuvo aquí mucho tiempo, pero estaba en coma o algo. Al principio tenía un
montón de visitantes; los miraba ir y venir, ya sabes, de la misma forma que
hago contigo a veces. No espiaba, estaba aburrida. —Sonrió y puso su cabello
hacia atrás—. Pero entonces algo pasó: los visitantes disminuyeron, incluso
los doctores vinieron menos. —Sacudió la cabeza—. Para el momento en que
realmente lo noté, habían pasado semanas desde que alguien vino a verlo.
Empecé a mirar más de cerca durante las horas de visita, sólo para
asegurarme. Pero no venía nadie. Y las semanas se convirtieron en meses. Me
puso realmente triste. Pero entonces, mientras el tiempo pasaba, realmente
me enojaba. —Olivia tragó—. Entonces un día, simplemente se había ido. Así
de simple. Nos levantamos una mañana y estaba… el cuarto simplemente
estaba vacío.
¿Olivia estaba tratando de decirme que eso iba a pasarme? ¿Que nadie
cuidaría de mí? Eso no era verdad. Pero entonces un sentimiento helado me
traspasó. Pensé en las visitas de mamá, en cómo se había quedado sólo unos
minutos. Ni siquiera se quitó el abrigo. Entonces esta noche no vendría.
Olivia siguió.
—Algo no está bien en todo esto. Algunas noches, tengo sentimientos curiosos,
sobre él. Y quiero decir, este era su cuarto. —Olivia abrazó el libro contra su
pecho y escaneó las esquinas oscuras—. Has… —Se contuvo otra vez—. Sé que
esto suena tan horrible y mórbido, pero ¿has visto u oído algo… raro, aquí?
Tuve que pensar fuertemente. Mi realidad había estado tan nublada desde que
me había despertado aquí. Entrando y saliendo de la conciencia, los sueños
extraños, no saber que era real y qué no. Y entonces estaba Olivia y cómo me 20
sentía sobre ella. Medio aterrado y medio cautivado. Estaba perdiendo la
cabeza de tantas formas; ¿cómo podría juzgar qué era raro y qué no?
Parpadeé una vez. Entonces mientras una sonrisa se deslizaba sobre su rostro,
parpadeé dos veces. Quizás había algo. Un sueño que tenía. ¿O era real? Esa
niña. Alguien llorando.
Sí.
Su rostro estaba tan cerca del mío que pude oler su esencia a limpio. Sentí mi
corazón saltar un latido. Ahora estaba completamente despierto. Ella mantuvo
mi mirada por un momento largo que necesitaba. Entonces repentinamente,
se sentó de regreso y puso el libro en el cajón.
—Probablemente no sea nada. Quiero decir, no te asustes por dormir aquí por
la noche o algo así. No lo harás, ¿cierto? —preguntó casualmente, como si se
avergonzara de lo que acababa de pasar entre nosotros. ¿Había pasado algo
entre nosotros?
Miró el reloj.
—Llegarán pronto por aquí con las medicinas de la noche, así que mejor me
largo. —Sonaba como si se forzara a sí misma a ser casual, como si todo
estuviera bien. Fue hacia la pared de acordeón y la deslizó para abrirla,
espiando a través de la abertura—. Buenas noches —dijo por encima de su
hombro, cerrando la pared detrás de ella. Así que era así como era capaz de
entrar sin que las enfermeras o alguien la vieran.
Me di cuenta también que así era como había oído a mamá y a las enfermeras
hablándome, podía oír todo lo que pasaba en mi habitación. Debía haber oído 21
todo lo que pasaba con el chico en este cuarto antes de mí: cada visitante, cada
doctor, cada enfermera. Sin importar que me asustara cuando… cuando lo que
sea que fuera pasaba. Pero mi situación no era para nada así. No estaba en
coma. Realmente no estaba paralítico. Eso no era lo que me pasaba, así que se
preocupaba sin razón. Al menos eso es lo que me dije a mí mismo mientras
empezaba a dejarme llevar. No pensaría en el chico que estuvo aquí antes que
yo y en lo que le pasó. Iba a ponerme mejor y salir de aquí. Pasear con Allie y
Mike, e ir a la escuela y ser normal otra vez. Iba a hacerlo. De ninguna forma
iba a pasarme a mí. De ninguna forma.
Capítulo 3
Traducción SOS por Otravaga
E
stoy caminando. Es el final de la tarde. Esta es una acera en la que nunca
antes he estado. Pero conozco esta parte de la ciudad. Hay un famoso
teatro aquí, donde hacen El Cascanueces cada Navidad y un estudio de
danza al lado. Levanto la vista hacia las ventanas, todas iluminadas, con una
barra de madera a lo largo de una pared y espejos por todas partes. Hay chicas
haciendo movimientos de ballet alineadas a lo largo de una pared. Largas
piernas desnudas, leotardos rosados. Las miro por un segundo, luego miro
hacia otro lado avergonzado, como si me hubiesen sorprendido haciendo algo
sucio y bajo la mirada hacia mis botas mientras camino. Cuando levanto la 22
mirada de nuevo, no sé dónde estoy; estoy perdido. La calle ya no es la misma.
Me doy la vuelta, pero el teatro se ha ido. En su lugar hay un edificio
incendiado. Tengo miedo; algo no está bien. Quiero correr. Escucho a alguien
en los arbustos a mi lado; cuando miro, veo una pareja. Sólo puedo ver la
espalda de él.
—Estás bien —dice él—. Está todo bien ahora. —Pero su voz es entrecortada
y perversa. Se estira para tocar mi mejilla y veo sangre en su mano, sus
nudillos están rojos y en carne viva, como si hubiese estado en una pelea,
como si hubiese estado golpeando a alguien con fuerza. No me toques, no me
toques, no me toques, estoy gritando, pero es como si estuviese bajo el agua, ni
siquiera puedo escucharme. Su mano ensangrentada toca mi rostro, siento un
dedo áspero en mi mejilla.
***
—Estás bien, está todo bien ahora. —La enfermera tenía su mano en mi
frente. Era la misma enfermera que había visto antes, la súper agradable—.
Vas a estar bien. Yo, no estoy tan segura. —Sonrió, señalando a su uniforme—.
Esto es cortesía tuya y de tu monitor de ritmo cardíaco apagándose. —Había
una mancha de color marrón claro en la parte delantera de su camiseta blanca
y a lo largo de una pierna—. Estaba toda lista para tener una buena taza de té
y un par de galletas. —Usó una jeringa para poner algo en mi intravenosa y lo
sentí frío en mis venas—. Ahí, eso va a ayudar a que te calmes y descanses, no
más pesadillas.
Dejó caer algo que resonó en el suelo, de vidrio o metal, y eso hizo eco en el
oscuro pasillo vacío fuera de mi habitación.
—Lamento eso, todavía estoy temblando. Este lugar es tan silencioso por la 23
noche. —Pasó un paño frío sobre mi frente y me miró a los ojos—. Cuando uno
de estos monitores se apaga en la estación, ¡casi me orino los pantalones! —Se
echó a reír y tomó una pequeña linterna de su bolsillo. Rápidamente la dirigió
a mi ojo derecho y luego al otro—. Está bien, el ritmo cardíaco se ve bien.
Ahora, jovencito, ya no me asustes más esta noche. No puedo soportarlo. —
Palmeó mi mano y dejó escapar un suspiro—. Buenas noches, guapo —dijo, y
se inclinó sobre la cama para arroparme—. Dulces sueños ahora. —Al salir de
la habitación, apagó sólo un juego de luces, dejando el otro encendido, por lo
cual estuve agradecido y cerró la puerta a medias.
—¡Oh, señor, todos ustedes están decididos a darme un ataque al corazón esta
noche! ¡No esperaba verte a esta hora! —Su voz se desvaneció mientras
conducía a la persona lejos de mi puerta. Pero yo sabía quién era: Olivia.
Probablemente escuchó el monitor cardíaco y se asustó. La enfermera le diría
que estaba bien, pero ahora tendría que enfrentarme mañana a sus preguntas.
Traté de mirar el reloj, pero los números y las líneas flotaban todas juntas
alrededor, volviéndolo un sin sentido. Lo que fuera que me dio era fuerte y
actuaba rápido.
Cuando ella terminó conmigo el año pasado, fui a una farmacia un día y en
realidad fui al pasillo de champú para buscarlo. No podía recordar cómo se
llamaba, así que seguí abriendo los frascos y oliéndolos, como un bicho raro,
hasta que un empleado que trabajaba allí me dijo que no se permitía abrir los
frascos a menos que fuese a comprarlo. Me compré dos frascos de champú al
azar sólo para no parecer un pervertido raro que tenía un orgasmo al oler un
champú. Nunca le conté eso a Allie.
Mientras iba a la deriva, me pareció ver una figura de pie junto a mi cama, una
sombra. Por un momento, pensé que era él, el del sueño, y yo realmente
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estaba atado, impotente. Entonces parpadeé y pude ver que se trataba de
Olivia. Debió haber esperado a que la enfermera volviera a su puesto y se coló
de nuevo, entrando por el divisor de habitación esta vez.
***
Cuando abrí los ojos, Olivia seguía allí, sentada junto a la cama.
—Mira. —Ella sacó una pequeña pizarra—. Esta es una pizarra acrílica,
¿sabes?
—Y estaba pensando… —Miró por el rabillo del ojo a la puerta y puso las
manos en las correas por encima de mi muñeca derecha—. Vamos a ver… —
Desabrochó las correas, sin apartar su mirada de la puerta—. Creo que
tenemos una media hora antes de tu próximo chequeo.
—Bueno, tienes que sujetarlo. —Me regañó. Lo puso en mi mano y otra vez
cerró los dedos alrededor de él, apretando firmemente—. ¿Puedes sostenerlo?
—La forma en que lo dijo fue más como una burla que una pregunta.
Envié un mensaje a mi mano para que se cerrara sobre el marcador, pero era
difícil sentir si lo tenía en mis dedos… se sentían como salchichas gigantes, con
capas de algo envuelto alrededor de ellos. Apreté tan fuerte como pude y
esperé lo mejor.
—¿No has terminado? —preguntó y parpadeé que no. Ella puso la pizarra de
nuevo al lado de mi marcador y poco a poco terminé lo que quería hacer: una
línea que atravesaba dos de las líneas, haciendo una H ladeada y una marca
borrosa sobre la tercera línea. Listo.
—“Hola” —leyó. Cerró los ojos por un segundo y cuando volvió a abrirlos, vi
esa mirada acuosa de nuevo—. Hola a ti también —dijo finalmente. Frotó la
mano por su rostro y respiró hondo—. Bueno, esto lo cambia todo, ¿eh,
forastero?
—Oh mierda, ¡me voy a meter en tantos problemas con Norris! —Agarró el
marcador de mi mano y rápidamente ató mis correas tan torpemente, que las
enfermeras de seguro lo notarían—. Yo no estaba aquí, ¿entendido? —Se
metió la pizarra debajo del brazo y se escabulló rápidamente de la habitación,
cerrando la pared detrás de ella.
27
Capítulo 4
Traducido por Simoriah
L
os pasos que oímos en el pasillo no pertenecían a la enfermera Norris.
Debería haberlo sabido; con sus suaves zapatos, nunca oyes venir a las
enfermeras.
Era Allie.
Lucía tan bien, sus mejillas rosadas por el viento. Vestía su abrigo de invierno,
la voluminosa chaqueta de ski que hacía juego con sus ojos. Ella decía que le 28
hacía gorda y sólo la usaba cuando hacía mucho frío. No me había dado cuenta
de cuánto echaba de menos todo acerca de ella, incluso las cosas por las que
siempre había bromeado: su cabello súper rizado, la salpicadura de pequeñas
pecas sobre la nariz, los inusuales zuecos que vestía en este momento. Se paró
en la entrada durante un momento, mirándome. Parecía tan seria, sólo quería
ver una sonrisa, así que pestañeé para hacerle saber que estaba despierto, que
estaba bien. Ella entró y se sentó en la silla junto a la cama.
Oh, mierda.
Esto era malo. La última vez que hizo esto de no tener contacto visual conmigo
fue cuando rompimos, cuando ese idiota de su clase de Literatura le pidió
salir. Ella se reunió conmigo en las gradas después de la escuela y me dio las
noticias. Mirando sus zapatos todo el tiempo, me dijo que ese tipo quería salir
con ella, que le escribía poemas. Dios, quise matar a ese tipo con tantas ganas.
¿Quién le hace algo así a la novia de otro? Un imbécil, eso era. Se merecía que
le patearan el trasero. Pero Allie me hizo jurar que no lastimaría al idiota. Ella
sólo quería un tiempo “para pensar”. Para descifrar qué quería. Era sobre ella,
su decisión; él no tenía nada que ver con eso. Eso era lo que había dicho, de
todos modos.
Volví a casa sin sentir nada y jugué a la Xbox durante casi tres horas con Mike,
sin hablar. Me envió un email esa noche, pero lo borré antes de siquiera leerlo.
Lo había superado. Había sido abandonado. Me rompió el corazón. Maldición.
Mirándola ahora, mi corazón se cerró con fuerza. ¿Cómo podía hacerme esto
de nuevo… ahora, mientras estoy así?
—Lo lamento, estoy aquí para una revisión rápida, luego los dejaré solos. —
Reajustó el tubo de mi intravenosa y miró mi historial médico, escribiendo
algo—. Puedes tomarle la mano si quieres, sabes —le dijo a Allie. 29
—Oh, está bien —dijo Allie, demasiado rápido. Mantuvo las manos dobladas
en el regazo.
—Me llamó tu madre; quería que viniera a verte de nuevo. Dijo que estabas
mejor, que los doctores dijeron que estabas mejor. —Me volvió a mirar—.
West… —Pude ver las lágrimas en su rostro, su nariz chorreando. Tomó un
pañuelo desechable de la caja junto a la cama y se frotó la nariz—. Lamento no
haber estado aquí por un tiempo. Sabes que el tiempo ha estado realmente
malo y tenemos los finales de invierno… —se detuvo. Sí, eso es verdad:
nosotros no teníamos finales de invierno. Ella los tenía. De repente tuve esta
horrible visión de ella estudiando con ese idiota poeta en su casa, sentados en
la cama como solíamos hacerlo.
Allie levantó la vista y, por un momento, pensé que quizás me había oído los
pensamientos.
—Tengo que irme, ¿de acuerdo? Lo lamento. —Cerré los ojos y esperé que me
tocara la mano, el rostro, el hombro. Sólo quería sentirla; no tenía que ser un
beso, simplemente algo. Pero cuando abrí los ojos, ya se había ido.
Por lo que había dicho, me había visitado antes, quizás cuando estaba
30
inconsciente. ¿Cuántas veces había estado aquí? Intenté consolarme: no dijo
con seguridad que no fuera a volver. No estaba terminado. No dijo que
habíamos roto, sólo dijo que no podía lidiar con el hospital, con cómo eran
ahora las cosas. Así que todavía había una oportunidad.
—Hola, cariño. —Se inclinó sobre mí, me besó la frente—. ¿Cómo estás? —
Pestañé no para decir “no estoy bien”.
—Oí que tuviste una mala noche. ¿Pesadillas de nuevo? —Pestañeé sí y esperé
que ella entendiera el código. Pareció entenderlo; las enfermeras debían
haberle explicado, o quizás me había estado comunicando así antes, pero
simplemente lo había olvidado.
—Les diré que está bien que te den un sedante para la noche para que no
vuelvas a tener sueños así. —Realmente no quería estar todo drogado, porque
hacía que el paso del tiempo y todo lo demás fuera tan confuso, pero tampoco
quería volver a tener esas pesadillas. Quizás era mejor tomar la medicación, al
menos hasta que pudiera ir a un lugar donde supiera mejor qué sucedía, qué
era real y qué no.
—Así que el viernes es un gran día, sabes. Finalmente hemos conseguido una
cita con el Dr. Louis. Es aquel del que te conté la semana pasada; es un experto
en tu tipo de herida y va a venir a examinarte. Papá también se va a tomar el
31
día libre, para que ambos podamos estar aquí. Sé que él va a tener buenas
noticias para nosotros.
—¿Quieres oír un poco de Harry Potter? —preguntó—. Oh, hablé con Allie, me
dijo que están leyendo Una Paz Separada en clase de inglés ahora mismo.
¿Debería conseguirte una copia y leerlo en vez del otro libro? No quiero que te
retrases demasiado.
—De cualquier manera, el otro libro es una tarea de escuela, así que quizás lo
compre —dijo mamá, recuperándose. Abrió el cajón y sacó a Harry Potter,
comenzando un capítulo después de donde Olivia y yo nos habíamos quedado.
Así que ahora tenía dos personas leyéndome el mismo libro, pero en secciones
diferentes. Mamá ya estaba a mitad de camino; ¿debía haber comenzado hace
días o semanas? Leyó el capítulo, pero para ser honesto, sólo escuchaba a
medias. Mi mente estaba en Allie, este nuevo doctor y en tratar de descifrar
exactamente cuánto tiempo había estado aquí. Cuando ella cerró el libro,
estaba oscuro afuero y lucía cansada—. Suficiente por esta noche; mañana
más, ¿de acuerdo, cariño? Y en dos días, veremos al Dr. Louis, y sabremos más.
—Me besó la frente y tomó su bolso y chaqueta—. Te veré por la mañana —
prometió—. Te amo, West —dijo con seriedad, mirándome a los ojos. Pude ver
su memoria, en ese momento, de nosotros sentados juntos en mi cama,
leyendo Harry Potter. Cuando yo era un niño, antes de que siquiera hubiera
comenzado a ir en bicicleta. Antes de todo esto—. Sabes cuánto te amo.
32
Sólo pestañeé para hacerle saber que su mensaje había sido recibido. Ella
sonrió y salió por la puerta.
Miré la entrada por el tiempo más largo, esperando que la enfermera u Olivia
entraran. Supongo que ya habían pasado hoy, y tuve muchos visitantes, pero
todavía ansiaba verla. Esperaba que viniera y trajera el tablero. Tenía una
importante pregunta para ella, y sabía que sólo ella tenía la paciencia para
esperarme mientras la escribía. Después de un rato, la enfermera Norris
apareció y el turno de la noche ya había comenzado.
—Lamento hacer esto en tu hora de descanso, pero el doctor dice que todavía
te quiere asegurado —explicó Norris. Aseguró la tira que pasaba sobre mi
frente y abrió los candados a cada lado de la cama, girándome para que mirara
hacia la pared—. No tendremos que hacer esto por mucho tiempo más, ¿de
acuerdo? —Me miró al rostro cuando me habló, lo cual aprecié, especialmente
después de lo que había sucedido con Allie—. ¿Qué sucede aquí, señor? —Mi
mano estaba suelta en la atadura, donde Olivia no la había atado
correctamente—. ¿Estás tratando de escapar de aquí? Tu madre
probablemente hizo eso para tomarte la mano. —Aseguró mi mano y luego
volvió al pie de la cama para revisar mi historia clínica—. Oh, están trayendo
las armas grandes, mira estas dosis. De acuerdo, si eso es lo que ordenó el
doctor. —Preparó una jeringa de algo y la inyectó en mi intravenosa. Una vez
más sentí el líquido frío precipitarse por las venas de mi brazo. Luego, después
de un segundo, la sensación tibia se apoderó de todo y me sentí genial. De
repente, no estaba preocupándome de Allie ni de nada. Fuera lo que fuera, se
sentía alrededor de ochocientas veces mejor que estar ebrio. Me quedé
dormido pensando en el barril en casa de Mike donde conocí a Allie, la
primera vez que había tenido los cojones para hablarle.
—Si quieres una lección de surf, creo que Mike las está dando gratis en la sala
de estar —dije, intentando ser divertido.
—Vivimos a cinco horas del océano más cercano. Creo que pasaré —ladró su
amiga y Allie se río. Pero enseguida tuvo lástima de mí.
Miré a Allie y simplemente me quedé ahí. No podía pensar en nada que decir.
¿Debería hacerle un cumplido? ¿Decirle que estaba guapa esa noche? No, eso
sonaría mal. Como si normalmente no estuviera guapa. La música de repente
parecía más fuerte, más molesta.
—Entonces, ¿teatro? —preguntó ella cuando estuvo claro que había perdido el
hilo.
—Oh, eso. —Sacudí la cabeza—. Construí la rampa para bicicletas, la que está
34
en el parque junto a la escuela. Así que la Sra. Herbert me pidió que ayudara
con los escenarios, sólo construyendo y esas cosas, sabes. —Intenté gruñir
como un cavernícola y agregué:
—Herramientas poderosas.
Allie sonrió.
—No te subestimes. Vi los dibujos que hiciste para los escenarios, son
increíbles. Eres realmente talentoso. ¿Tuviste muchas clases de arte? —Ella
encontró mi mirada en una forma seria que me hizo desear no haber bebido
ya tres cervezas.
—Uh, no, no lo sé… —Miré al otro lado de la habitación a Mike, quien ahora
estaba de pie, en una sola pierna, usando las cervezas para ayudarse a
mantener el equilibrio, haciendo el movimiento de la película de Karate Kid.
Tenía un grupo de admiradores alrededor, la usual banda de idiotas,
alentándolo.
—¿Cómo es que ustedes son amigos? —preguntó Allie y me alegré de que
cambiara de tema.
—Es una larga historia. —No quería meterme en eso—. Haces muchas
preguntas, ¿lo sabes?
—¿Sí?
Siguió riéndose de mi imitación, lo cual tomé como una buena señal de que no
era una perra y no se tomaba a sí misma muy seriamente.
Me puse junto a ella, tan cerca que podía tocar su pierna desnuda si movía mi 35
mano un par de centímetros. Encontré su mirada y me incliné hacia adelante
para no tener que gritar.
—Esas son dos preguntas —dijo ella, sonriendo—. Pero de acuerdo. —La
cerveza hizo que sus mejillas se pusieran rosas, lo cual fue la cosa más bonita
que había visto jamás. Después de eso, nunca dejamos de hablar. Dios, era tan
hermosa, ni siquiera podía creer que me estuviera hablando. Esa fue la noche
en que todo cambió. De repente, tenía una novia. Allie. La quise, fui tras ella y
la conseguí. Casi no podía creer mi buena suerte. Debería haber sabido que no
podía durar.
Capítulo 5
Traducido SOS por Otravaga
E
ntro a la escuela con Allie. Es invierno, hace frío y ella tiene puesto su
abrigo acolchado. Estoy tratando de apretarla como a un malvavisco y
levantarla.
—Amigo, pensé que estabas en el hospital —dice, chocando los cinco conmigo.
—Eso es excelente —dice Mike—. Pero, ¿estás listo para los exámenes
parciales?
—Tal vez sólo tienes que ir a casa y fingir que estás enfermo, no tienes que
tomar las pruebas hoy —dice Allie.
***
—Hola, Príncipe Encantador —dijo ella—. Una buena noche la de ayer, ¿eh?
No escuché nada proveniente de aquí, así que supongo que dormiste como un
bebé.
Miré sus manos y me decepcionó el ver que no tenía la pizarra con ella. ¿Cómo
iba a hablarle sin eso?
—No luzcas tan triste, sé lo que estás esperando. —Abrió el cajón junto a la
cama y sacó la pizarra—. ¿Quieres charlar? —bromeó.
—La nutrición líquida tiene muchas calorías. Una dama tiene que cuidar su
figura, ya sabes. —Ella sonrió y me di cuenta de que se había puesto un poco
de brillo de labios o algo así. ¿Eso era por mí?
Parpadeé sí.
—¿Cuánto tiempo hemos estado aquí? Dios mío, no lo sé. —Ella miró hacia el
techo como si estuviese pensando mucho—. Un año más o menos, supongo.
Podía decir que ella se sentía mal, pero también estaba empezando a darme
cuenta de que Olivia tenía una verdadera veta oscura. Podía ser muy dulce,
pero había un lado rudo en ella que me recordaba a las chicas en la escuela
que realmente no podía soportar, las animadoras y sus amigas. “Las Chicas
Malvadas” las llamaba Allie.
—Vi que tu novia estaba aquí ayer. Bonita chica. —Así que de eso se trataba.
Es por eso que no vino a verme ayer después de que Allie se fuera.
—Se me olvidó esta estúpida cosa. —Agarró su soporte y trató de hacer otra
salida dramática, pero las ruedas se atascaron en el lado de mi cama—.
¡Maldita sea! —Se detuvo—. Esto es tonto. No estemos molestos, ¿de acuerdo?
Tú eres la única persona con la que puedo hablar aquí. No quiero que me
odies. —Jugueteó con el tubo de su intravenosa y volvió a colocar el derivador.
Ella estaba siendo demasiado dura en su ira. Vi su rostro estremecerse de
dolor cuando ella empujó los tubos juntos—. ¡Ay! Esto apesta. Todo este lugar
apesta. Lamento andar bromeando así y lamento lo de tu novia. Supongo que
40
medio he olvidado cómo ser amiga de alguien, he estado aquí tanto tiempo.
No me moví, no parpadeé.
—¿Está bien? ¿Nos vemos mañana? —Se paró desafiantemente frente a mí,
esperando una respuesta. Estaba mirándome directamente a los ojos, no a sus
pies, ni a la ventana. A mí. Realmente mirándome. Eso era mejor que la
mayoría de las otras personas que venían a verme en este estado. A diferencia
de Allie, Olivia sólo me conocía así, y no esperaba que fuera otra cosa. Y si ella
estaba dispuesta a que fuésemos amigos, realmente yo no estaba en
condiciones de ser exigente.
A regañadientes parpadeé sí. Olivia me dio una débil sonrisa y luego se fue a
su habitación y cerró la puerta suavemente detrás de ella.
Capítulo 6
Traducido por Whiteshadow
E
sta vez está nevando a nuestro alrededor. Estoy viendo que luchan
sobre el terreno. Ella lo está empujando. DETENGAN ESTO POR FAVOR.
Quiero ayudarla, pero no puedo. Me vuelvo para correr, pero no puedo
moverme, mis piernas están atadas. Lo veo cerrar el puño de nuevo para
golpearla. Sé que debería detenerlo, pero no lo hago. No puedo. No me puedo
mover. Lo veo y me siento tan mal. Él golpea el puño contra su cara, una y otra
vez. Voy a vomitar, lo siento venir a mi garganta.
Oh Dios, no.
***
Parpadeé sí.
—¿En serio? Así que quería preguntarte, pero creo que ya sé la respuesta.
¿Son sueños de tu accidente, el accidente de bicicleta?
Parpadeé no, después sí. Había un sueño como ese, creo, pero en su mayoría
eran de la calle, el hombre con los nudillos ensangrentados, la chica a la que él
estaba haciendo daño. Recordaba haberlo tenido por lo menos dos veces, pero
parecía tan familiar para mí, creo que lo tuve un par de veces más que eso.
Cuando estoy caminando por esa calle, sé que he estado antes allí, que he visto
lo que sucede antes.
Parpadeé sí.
—¿Más?
Limpió el tablero y lo puso de nuevo en mi mano. Esta vez escribí una sola
palabra.
Parpadeé no rápidamente.
Parpadeé sí.
—¿Me has oído? —preguntó y yo parpadee sí—. Sé que lo hiciste —dijo en voz
baja.
—Está bien, entonces vamos a darte una vueltecita para que mañana te veas
bien para el médico. No queremos que luzcas todo lleno de líquido, ¿verdad?
Ella tiró de la correa sobre mi frente, algo que estaba empezando a odiar y, a
continuación, giró la cama, así que estaba frente a la ventana.
45
El sol se estaba poniendo y el cielo era de un color rosa salmón, las nubes
hinchadas como algodón de azúcar. Se veía tan genial que me sorprendí a mí
mismo deseando poder enviarle un mensaje de texto a Allie y decirle que
mirase afuera. Mi pecho se encogió ante la idea de ella y la idea de usar un
teléfono de nuevo para enviarle un texto a alguien. ¿Dónde estaba mi teléfono,
de todos modos? ¿A quién llamaría si pudiera sostenerlo? ¿Quiénes eran mis
amigos? Estaba rezando para que, mañana, este médico tuviera una buena
noticia para mí.
—Tu madre… tengo que hablar con ella sobre esto —murmuró mientras
reacomodó la correa y fijó el brazo—. Bueno, voy a estar de vuelta en tu
noche, la noche de cóctel, guapo.
Salió de la habitación y me quedé mirando la puesta de sol durante mucho
tiempo. Ella tenía razón, era demasiado hermoso para ser un accidente.
Especialmente esta noche. Tal vez esto significaba que no tendría la pesadilla.
Tal vez eso significaba que el médico mañana iba a decirme algo alentador.
Todavía podía sentir el lugar en la mejilla donde Olivia me había besado. Se
sentía bien. Miré fijamente al cielo rosado y recité el Padre Nuestro en mi
cabeza.
Quizás.
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Capítulo 7
Traducido por Dai
Cuando el reloj marcaba las 11:30, mis párpados estaban cada vez muy
pesados sólo al escuchar el sonido rítmico del respirador bombeando aire.
Ninguna visita de Olivia, mamá, papá ni el médico. Era viernes, ¿no? ¿Y si ya
era sábado y yo no lo sabía? Me quedé dormido preocupado y me desperté
con un sobresalto, al sentir como si estuviera cayendo hacia atrás por una
escalera. Abrí los ojos, de repente aterrorizado… algo estaba mal. No estaba en
mi cama. Estaba sobre mi espalda, mirando algo blanco y plástico encima de
mi cabeza. Mi corazón empezó a acelerarse. ¿Estaba muerto? Pude ver que
había luz a mis pies, como si estuviera dentro de un tubo grande. Deben ser
los rayos X o algo así. Se escuchaba la voz de mi madre que me hablaba a
través de un altavoz sobre mi cabeza.
—West, estás bien, sólo estamos haciendo la resonancia magnética para el
médico. Saldrás de allí pronto, ¿de acuerdo? Ya casi terminan.
—No lo sabes, ¿te gustaría despertar allí, sin saber dónde diablos estás?
—Va a ser un poco fuerte otra vez, así que voy a apagar esto —oí decir a
alguien. Algo hizo clic y el altavoz por el que ella estaba hablando se cortó.
Luego vino un martilleo a mi alrededor, un constante golpeteo alrededor del
tubo en el que estaba. No me estaba haciendo daño y yo no lo sentía, pero
sonaba como si alguien estuviera golpeando sobre mi cabeza con un martillo.
Bang, bang, bang, bang. Nadie podría dormir con eso. 48
Los golpes se detuvieron por un minuto y, luego, comenzaron de nuevo en un
lugar diferente, más a mi derecha. A continuación se detuvieron de nuevo y
comenzaron a la izquierda.
—Hogar, dulce hogar, amigo —dijo, acercando la camilla contra los pies de la
cama mientras mis padres entraban detrás de él. El tipo de cierta forma me
49
recordaba a Mike… cabello rojo brillante, piel súper blanca. Excepto que tenía
el pelo corto, no desgreñado como Mike—. La enfermera vendrá para
asegurarse de que está acomodado —dijo mientras se iba. Supongo que no era
un enfermero, sino un celador.
Detrás de mis padres, el hombre mayor con traje entró, el famoso doctor.
—Tendría que consultar mi agenda y, por supuesto, voy a tener que ver los
resultados de la prueba para estar seguro, pero creo que…
Mamá lo cortó.
—Sí, por supuesto, pueden considerar otras opciones, pero deberían tomar
una decisión rápidamente. Cuanto más tiempo permanece en esta condición,
más daño se le hace.
—¿Qué significa eso? —preguntó papá—. Nos dijeron que se estabilizó incluso
antes de que lo trajéramos aquí.
Mis padres siempre habían hecho un esfuerzo para no pelear en frente de mí.
50
Incluso cuando las cosas con el divorcio se pusieron muy mal, lo harían en
otra habitación o mamá diría: Hablaremos de esto más tarde… Y se irían. Me di
cuenta de que ahora estaban haciendo lo mismo… una pelea estaba surgiendo,
pero la tendrían en el pasillo. Me hubiera gustado que sólo siguieran hablando
aquí porque quería saber si este médico podía curarme y cuanto de rápido.
Por lo que estaba diciendo, yo no podía decirlo.
—Bueno, tengo muy buenas noticias para ti. El médico dice que puedes
sentarte ahora y estar en una silla de ruedas, por lo que podemos salir fuera,
dar paseos y todo, ¿no sería bonito? —Mamá apartó el pelo de mi frente.
Parpadeé sí, sería bueno sentir el sol en mi cara, salir. Pero estar en una silla
de ruedas no sonaba como una buena noticia. ¿Ese fue su consejo? Me puso
nervioso. Una vez que me pusieran en una, ¿quería decir eso que nunca saldría
de ella de nuevo? Ella no estaba diciendo eso y yo no podía preguntar—. Y vas
a estar en un tipo diferente de cama, ya no necesitas ser llevado por ahí. Sólo
una cama normal.
—Está bien, grandote, tengo que coger un vuelo. —Tomó mi otra mano. Era
agradable tener a mis dos padres aquí a la vez, cada uno sosteniéndome una
mano. Era como si yo fuera un niño otra vez. No esperaba ver a mis padres
juntos en el mismo lugar y al mismo tiempo hasta mi graduación.
—No voy a discutir esto frente a él. Te llamaré esta noche —dijo ella con
firmeza.
—Estoy segura de que has oído lo suficiente como para entender lo que está
pasando. Hay una cirugía que el doctor Louis cree que podría realmente
ayudarte. Es arriesgado. Y para ser honesta contigo, todavía no supero lo de tu
accidente. Estoy tan feliz de que estés vivo, no estoy segura de querer correr
otro riesgo de perderte. —Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas,
pero no soltó mi mano para secarlas—. Todos los médicos y enfermeras están
de acuerdo en que eres joven y saludable y que tienes mucho a tu favor, a lo
mejor los riesgos no son tan grandes, teniendo en cuenta... bueno, teniendo en
cuenta la alternativa… —sollozó mamá—. No hay razón para adelantarnos,
esta noche nos llamará con los resultados de la resonancia magnética y
sabremos más.
—¿Cómo le va? ¿Está bien después de esa gran aventura de esta tarde? —Su
sonrisa cambió toda la habitación y me sentí como si todo fuera a estar bien.
Ella se quedó en la puerta por un segundo hasta que la enfermera Norris dijo:
Pero había una manera de averiguar lo que habían hablado después de dejar
mi habitación, incluso lo que no querían que escuchara. Había una persona
que seguramente había escuchado todo y probablemente no podía esperar
para decírmelo: Olivia.
53
Capítulo 8
Traducido por flochi
E
stoy yendo hacia la casa de Allie; conozco esta ruta, esta acera y la calle
de memoria. La sección de acera donde los enormes robles rompieron
el pavimento es mi favorita. Velocidad sumada al pavimento agrietado
es igual a aire: una ecuación simple. Mi mochila está pesada: libro de historia,
lectura asignada, cuadernos. Cada vez que vuelo en el aire, mi mochila sube,
ingrávida y luego golpea hacia abajo en mis hombros, tirando de mi cuello.
Duele un poco, pero preferiría saltar que preocuparme por mi mochila, así que
sigo yendo, más rápido, más alto y con más fuerza.
Entonces estoy ahí, en la cama de Allie, la tela verde claro, la almohada que
huele a su cabello. Pero ella no se encuentra a mi lado, me encuentro solo.
—¿Allie? —Quizás esté en el baño o por ahí. Intento rodar y ver el reloj junto a
su cama, pero no puedo. Estoy atrapado. No, esto no es real, me digo. Es un mal
sueño. Me encuentro bien. La habitación se encuentra oscura. La puerta se abre
y la enfermera Norris entra. Su rostro parece contento, pero repentinamente
cambia.
—¿Qué estás haciendo aquí? —dice, mirando al otro extremo de mi cama. Giro
mis ojos y veo al tipo, al tipo malo, el que atacó a esa chica. Está junto a mi
cama. Sonríe y puedo ver sus dientes, manchados y como si gruñera. De
repente, se arroja sobre mi cuerpo y agarra a Norris por la garganta. Ella se da
la vuelta e intenta alejarse de él, llevándoselo con ella. El peso de él está sobre
mis piernas, puedo sentirlo arrastrándose sobre mí para llegar a ella. Trepa
sobre mí y luego está encima de ella en el suelo, golpeándola y ella se
encuentra gritando.
***
Era una mujer mayor del tipo bonita: no tan mayor como mamá, pero no tan
joven para ser sexy. Si esta era la terapeuta bonita que Morris me prometió,
me preguntaba cómo serían las otras.
55
Llevó mi brazo hacia arriba y lo hizo hacer círculos, de alguna manera se sintió
impresionante. Yo no podía levantar mis brazos, así que tener a alguien más
haciéndolo se sentía bien. Sus manos eran suaves y cálidas, y me sostenían,
guiando mi brazo.
—Es perfecto, mantén tu brazo estirado ahora, no lo dobles por el codo, bien y
recto. ¿Ves? ¡Acabas de enderezarlo por tu cuenta, buen trabajo! —Le había
enviado una señal a mi brazo para estar recto, como ella dijo, pero no estuve
seguro de si lo conseguí. Supongo que sí—. El otro brazo ahora —dijo,
moviéndose sobre mi otro costado y levantando ese brazo—. Y ahora hacia
afuera—dijo, extendiendo mi brazo hacia la pared—. Movimientos
controlados, tanto como puedas. —Se inclinó y habló en voz realmente alta,
cerca de mi oído. No tenía problemas para escuchar, quise decirle. El
problema es todo lo demás.
—Y ahí estás. Vas a permanecer en esta posición como diez minutos. Voy a
buscarte una silla ahora y vamos a dar un paseo, ¿sí?
—Parpadea una vez si la terapia física es tan aburrida como suena —dijo ella,
alzando sus rodillas bajo su bata y acurrucándose en la silla.
Parpadeé una vez, luego dos. Indeciso. Algo me gustaba el baño de esponja.
Mierda, ¿eso quería decir que no había escuchado lo que mis padres y el
medico dijeron en el pasillo ayer? Contaba con que ella llenara los espacios en
blanco por mí.
Parpadeé una vez, porque lo consideraba buenas noticias. Creo que lo eran.
—¿Y esa chica acaba de decir que iba a buscarte una silla de ruedas?
—Bueno, ten un lindo paseo con tu amiga. —Olivia me dio una frágil sonrisa—
. Supongo que te veré más tarde, a menos que seas demasiado rápido para mí.
—Me señaló, dibujando rápidamente con los dedos un arma, luego dejando
caer su mano a un costado. Se quedó allí, mirándome como si estuviera
pensando en algo un momento antes de volver a su habitación y cerrar la
separación con suavidad. Tenía que ver la infelicidad de Olivia como algo
bueno. Si ella pensaba que este era un paso más cerca para salir de aquí, tal
vez lo fuera. Tal vez ella sabía más de lo que estaba diciendo. 58
La terapeuta física entró con un auxiliar que ya había visto antes, el sujeto de
cabello rojo.
—Soy Kim —dijo ella en voz alta, mirando mi cara—. Me recuerdas, ¿cierto?
Soy tu terapeuta física. —Dios, debe pensar realmente que me fui arriba;
acababa de irse hace unos pocos minutos. Parpadeé sí con énfasis—. Bien,
West, ahora vamos a moverte a la silla. —Golpeó un pedal junto a la cama y la
parte inferior cayó, dejando mis pies colgando por lo que estaba sentado como
si se tratara de una silla.
El auxiliar se acercó a un lado y metió su mano bajo mi muslo, mientras Kim
hacía lo mismo del otro lado. Cada uno con una mano en mi espalda.
—Ventilador portátil —dijo, volviendo a estar frente a mí—, parece que todo
está funcionando genial. Tu color se ve bien, ¿estás bien? —Me miró a la cara
con tal intensidad que parpadeé sí y realmente me sentía bien. Esto se sentía
como estar sentado en la cama, salvo que estaba más cerca del suelo. Parecía
raro estar finalmente fuera de la cama, moverme. Kim se agachó delante de la
silla y puso mis pies en los estribos a ambos lados para que estuvieran por
59
encima del suelo. Podía sentir sus manos sobre mis pies, en la parte inferior
de mi pierna, pero lo sentía como si yo estuviera usando pantalones de esquí y
botas, como si algo grueso estuviera entre medio, a pesar de que sabía que no
había nada. Sabía que mis piernas estaban desnudas, igual que mis pies.
—Hagamos esto —dijo Kim, detrás de la silla y quitando los frenos. A pesar de
que sabía que ella podía ver mi cara, parpadeé un sí; yo estaba listo para ir.
Capítulo 9
Traducido por Maru Belikov
—Hey —dice suavemente. Estira su mano hacia mí. La tomo y me siento cerca
de ella—. ¿Sabes que me encanta de ti? —dice, mirando hacia la ventana—. No
tenemos que hablar y sé lo que estás pensando. No tienes que decir una
palabra. —Ella se detiene y me mira. Sus ojos oscuros están fijos en los míos
60
por un segundo, lo suficiente para hacer que mi pecho se apriete—. Puedo
decir lo que estás pesando ahora mismo. —Sonríe y mira abajo—. Y el hecho
de que no tienes que decirlo lo hace real, lo hace más real que nada. Sé que tú
también lo sientes. —Su mano sube hacia mi rostro, pasa su pulgar sobre mis
labios y susurra mi nombre—. West, West…
***
—¿Quieres hacer esto? —Parpadeé un sí, pero no estaba seguro sobre lo que
ella estaba hablando, o si sabía lo que estaba haciendo.
En mitad de la noche.
Con Olivia, una chica a la que medio conocía y en la que más o menos confiaba.
—¡West, West! —Miró hacia mi rostro y abrió mi boca con sus dedos,
trayéndome de regreso—. ¡Oh mierda! —Ella corrió alrededor de la parte
trasera de la silla—. Quizá hay algo… —dijo y encendió el respirador portátil.
Sentí mis pulmones llenarse con aire.
Era extraño verla acostada mientras yo estaba sentado, sus piernas, largas y
blancas, colgando fuera de la cama. Su delgada bata de hospital se había
abierto y podía ver que llevaba un pequeño par de pantalones cortos de
gimnasio y una camiseta de tirantes debajo. Mirando sus piernas, algo en mi
mente dijo “tócala” y ordené a mi mano para que se moviera. Casi podía sentir
su muslo bajo mi mano, suave y cálido. Pero no pasó. Mi mano no se movió.
Por primera vez estaba feliz de no estar en control de mi cuerpo. Me mantenía
alejado de hacer algo estúpido con esta hermosa chica.
—Shhhhh —me susurró Olivia y giró la silla de ruedas hacia la puerta abierta
más cercana. Ocultó la silla hacia la esquina, sólo fuera de la vista de la luz del
pasillo. Al principio pensé que la habitación estaba vacía, pero entonces
mientras mis ojos se acostumbraban a la oscuridad, noté que había un
ventilador moviéndose, luces parpadeando cerca de la cama. Ahí había
alguien, durmiendo tranquilamente, una persona pequeña y delgada, quizá
una mujer o un niño. Olivia empujó la silla hacia adelante y se asomó
alrededor de la esquina, esperando hasta que la enfermera continuó su
camino por el pasillo—. La costa ahora está despejada —dijo en voz baja,
moviéndonos hacia el pasillo otra vez. Quería saber qué le pasaba a la persona
de la cama, por qué estaban aquí, pero no había tiempo para preguntar.
Olivia me empujó por el pasillo, ahora más rápido y tomó un fuerte giro hacia 64
la izquierda, hasta la sala de televisión. Yo en realidad no había estado antes
en la sala, sólo rodado por ahí. Ahora la televisión estaba apagada, la
habitación estaba oscura y en silencio. Había una mesa con una vieja caja de
rompecabezas y juegos de mesa apilada sobre ella y algunas revistas. No
parecía como si muchos pacientes usaran esta habitación. En la otra parte,
cerca de las ventanas, estaba una computadora, enorme y obsoleta. Olivia me
rodó cerca, enfrente de ella, luego regresó y cerró la puerta detrás de
nosotros.
—El internet de aquí apesta —dijo Olivia, tecleando una cuantas cosas—.
¿Quieres revisar tu correo, o…? —Se encogió de hombros. Sí quería, pero al
mismo tiempo no. ¿Quién podría haberme enviado un correo? Todos tenían
que saber que estaba en el hospital. Así. Incluso si alguien me había enviado
algo, ¿realmente quería a Olivia leyendo sobre mi hombro? parpadeé no.
—Está bien. —Acercó una silla y se sentó cerca de mí, tomando un segundo
para mirar mi rostro—. ¿Lo estás haciendo bien, el aire está funcionando y
todo? —Parpadeé sí y empezó a escribir algo sobre el teclado—. Bien. Tengo
algo que mostrarte. Ahora, sólo estoy haciendo esto porque te lo debo.
Tendrás algo sobre mí para siempre una vez que veas esto.
Una página web que alojaba vídeos apareció en la pantalla y Olivia escribió
unas palabras en la barra de búsqueda. Después de un momento, una imagen
de un estudio de baile llenó la pantalla, con cinco chicas contra una barra.
65
—Oh sí, el premio gordo. —Presionó reproducir y las chicas empezaron a
moverse, bailando alrededor de la habitación. Cada una de ellas llevaba ropa
idéntica: leotardos de color rosa pálido y tutús, medias rosadas y zapatos.
Pero una de ellas resaltaba. La chica más pálida, con cabello negro recogido en
un moño encima de su cabeza. Su cuello era largo y recto, e incluso aunque no
sabía nada sobre ballet, podía decir que ella era la mejor en el grupo, sus
movimientos eran sin esfuerzo, exactos.
—Sí, ésa soy yo. Ríete. —Miró hacia mi rostro y puedo decir que yo no estaba
riendo. Que estaba impresionado por ella—. Parece otra vida. —Presionó
pausa antes de que hubiera visto suficiente y escribió algo más en la barra de
búsqueda—. Sabes qué, ni siquiera yo misma he visto este. —Una imagen de
un gran escenario apareció en la pantalla y mientras el video comenzaba, pude
escuchar a la audiencia aplaudiendo. Olivia bajó el volumen, pero todavía
pude escuchar empezar la música clásica y el baile, dando vueltas todas al
mismo tiempo, moviéndose como una. Traté de ubicar a Olivia, pero la cámara
estaba muy alejada; no pude distinguir una bailarina de otra. Buscando los
rostros y cabello, no la vi. Pero luego una bailarina entró al escenario por
detrás, toda de blanco, con un largo y fluido vestido. Su cabello estaba suelto,
largo y negro, y la seguí mientras hacía una pirueta en su lugar, justo en el
medio de anónimas chicas bailando.
—Sé lo que estás pensando, West, esa es la belleza de esta relación. Siempre
puedo decir lo que estás pensando y ni siquiera tienes que decirlo.
Sus palabras eran tan familiares. ¿Me había dicho esto antes?
—La estás mirando a ella. —Señala a la pantalla, donde la otra Olivia ahora
estaba acompañada por un chico que la estaba alzando, grácilmente, alto
sobre su cabeza—. Estás pensando, ¿qué le pasó a esa chica? ¿Dónde está? —
Olivia pausó la pantalla en una imagen de ella y el bailarín masculino
66
sosteniéndose las manos y mirando a los ojos del otro—. Sabes qué, a veces
me pregunto lo mismo. —Olivia observó la pantalla por un momento y luego
su mano se movió rápidamente para apagar la computadora.
Sus ojos estaban fijos en los míos, tan oscuros que no podía decidir si eran
increíbles o escalofriantes, pero parpadeé sí.
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Capítulo 10
Traducido en SOS por Otravaga y Dai
L
a habitación está oscura, pero Norris ha dejado las cortinas abiertas
por alguna razón, dejando que la fría luz de la luna se vierta dentro,
formando un rectángulo en el suelo. Veo agua, grandes gotas y después
un charco. Lo sigo con los ojos hasta que veo pies. Una chica está en mi
habitación, goteando en el suelo. Está de pie a unos metros de mi cama,
mirándome.
—¿Olivia?
—En el lago. Te quería allí, pero no quería despertarte. —Se mueve a la cama
y toma mi mano.
—Estás helada —le digo—. Entra. —Me hago a un lado y retiro la sábana. Sé
que ella va a estar mojada, pero todavía estoy sorprendido de lo fría que está.
¿Por qué se metió en un lago en invierno, por la noche, sola?
***
—Estás todo aseado —dijo la enfermera rubia, frotando una toalla seca por
mis axilas—. Verse bien, una bata nueva y estamos listos. —Sacó una nueva
bata estampada en verde y negro de su carro y metió mis brazos en ella,
levantándome un poco de lado para abrochar la espalda—. Y vamos a
sentarnos un poco —dijo, apretando un botón en el lado de la cama. Dejó que
la parte de atrás de la cama se elevara detrás de mis hombros unos pocos
centímetros—. Está bien. —Empujó mi cabello hacia un lado, luego hacia
adelante por encima de mi frente y luego hacia el otro lado—. ¿Cómo haces
esto? —Parpadeé dos veces por no, para decirle que no tenía que preocuparse,
pero ella no parecía conocer mi código. Normalmente sólo dejaba que mi
cabello hiciera lo suyo, pero a mamá le gustaba peinado hacia atrás—. Bueno,
eso se ve bien —dijo finalmente, dejando que cayera como largos flequillos.
69
Ordenó su carro y salió de la habitación.
—Entonces debes estar cansado esta mañana… escuché que estuviste fuera
hasta tarde. —Me dio un guiño excesivamente exagerado.
Tan pronto como Olivia lo dijo, lo recordé. Anoche estuvimos afuera. No por
mucho tiempo, pero lo hicimos. Fuimos al salón de la televisión, vimos videos
en la computadora. Ella me dijo que sabía lo que estaba pensando, y lo hacía.
Sostuvo mis manos. La vimos bailando.
—No luzcas tan estresado, voy a intentarlo de nuevo esta noche. —Me miró un
70
poco más de cerca, inclinándose hacia adelante—. ¿Estás bien? No te ves muy
bien. —Puso de nuevo su mano en mi frente—. ¿Qué demonios? Estás
ardiendo. ¿Qué está mal con estas estúpidas enfermeras? Ya vuelvo. —Tiró de
su soporte detrás de ella y salió de la habitación, murmurando para sí misma.
En pocos minutos, una enfermera que nunca antes había visto entró. Revisó
mi historial médico y ajustó algo en el respirador, comprobó el tubo que va a
mi garganta y ajustó mis sábanas. Miró de nuevo el monitor y puso su mano en
mi frente. Entonces hizo una mueca y marcó algo en el historial. Cuando se fue,
comencé a quedarme dormido. Estar fuera para un paseo nocturno realmente
me agotó; Olivia no estaba bromeando.
Enderezó mi brazo y lo ató con una gruesa cinta de goma, limpió el interior del
codo con una gasa con alcohol frío.
Cerré los ojos sabiendo que Norris lo haría todo bien. En un minuto, la
enfermera de cabello oscuro estaba de vuelta, la miserable, y traía un médico
con ella, una médica. Se hizo la luz en mi habitación, pero no podía decir si era
el día siguiente o el mismo día.
—No creo —dijo, mirando por encima del hombro del médico—. No ha
firmado, así que supongo que no.
Me encantó escuchar eso. Mi sangre era normal. Por lo menos una cosa que
estaba funcionando en este cuerpo.
—Buen trabajo. Vamos a sacar esas cosas, te pusiste un poco frío —dijo la
terapeuta. Me puso sobre mi espalda de nuevo, así que estaba mirando al
techo. Salió de la habitación sin decir adiós, pero regresó en un minuto o dos
con la enfermera Norris.
—Su temperatura sigue siendo elevada hoy, pero creo que va a superarlo sin
antibióticos. Es joven y fuerte, ¿no, Sr. West? —dijo, inclinándose sobre mí—.
Voy a poner todo eso que Kim aflojó para ti. —Puso algo en mi garganta,
donde el tubo de respiración entró y sentí un tirón de aire, como cuando sacas
la manguera de la aspiradora.
—Ya está casi hecho —dijo Norris—. Voy también a succionar tu nariz. —Puso
el tubo nuevamente dentro de mi garganta y aseguró el gran halo de plástico
alrededor de mi cuello y los hombros. Con una pequeña boquilla de plástico,
puso un tubo en mi nariz y sacó un poco de suciedad. Tenía que recordar esto
la próxima vez que tuviera un resfriado, funciona muy bien—. Echaré un
73
vistazo rápido en los oídos —dijo, metiendo la mano en su bolsillo en
búsqueda de una pequeña linterna—. Todo se ve muy bien y claro ahí, no hay
infección. Sólo descansa. —Puso su mano en mi frente otra vez y la mantuvo
allí durante un momento. Cuando ella se alejó, me di cuenta de que la
terapeuta física había estado en la habitación todo el tiempo, mirando y ella
tenía la mirada de horror en su rostro.
—¡Por supuesto! —Ella se echó a reír—. Puede sentirlo todo y estoy segura de
que se siente mucho mejor ahora que le hemos aflojado un poco los pulmones.
Es hora de que descanse, así que vámonos. —Norris puso la mano en la
espalda de Kim y la condujo fuera de la habitación. No entendía cómo Kim
podría tener algún tipo de formación médica y seguir pensando que era un
vegetal o algo así.
A pesar de que Norris había limpiado lo que pudo, todavía tenía esa sensación
de aturdimiento que trae consigo un fuerte resfriado. Quería toser, pero
cuando lo intentaba, el tubo en la garganta me lo impedía, por lo que era inútil.
Cerré los ojos y esperé a que Olivia o mamá vinieran a visitarme. Me
preguntaba lo que el médico le dijo a Olivia y como le explicó el "problema"
con su sonda naso gástrica. Pero sobre todo, sólo quería que mamá viniera,
que se sentara conmigo y revisara mi resonancia magnética y me hablara muy
claramente acerca de que me pasaría y cuando iba a irme de aquí. Cerré los
ojos. Descansaría, mejoraría, y pasaríamos a la siguiente etapa. Estaba listo.
74
Capítulo 11
Traducción SOS por Dai
L
a habitación está a oscuras de nuevo, las cortinas abiertas. He estado
aquí antes. Sé que habrá agua en el suelo, y la hay. Pero esos no son los
pies de Olivia. Son sandalias, pequeñas. Es una niña, de pie, a los pies de
mi cama, en un charco de agua. Ella es pequeña y delgada, la ropa oscura y
empapada, las manos colgando a su lado.
Se acerca al lado de la cama, al cajón. Estira la mano para abrirlo y puedo oír
su sollozo, está llorando. Veo una gota de agua cayendo de su mano al suelo. 75
Pero no es agua, es demasiado oscura, negra. Vuelvo a hacer el camino hasta
sus dedos.
—Déjame ir, para —le digo, pero no puedo alejarme. No puedo moverme. Sus
ojos son círculos negros—. Enfermera —grito—. ¡ENFERMERA!
***
—Está ardiendo… ¡algo no está bien! —gritó mamá—. ¡Mire su ritmo cardíaco!
¿Qué tipo de hospital es este?
—No es suficiente… está enfermo, algo está mal. —Las manos de mamá
agarraron la barandilla del lado de mi cama—. Está inconsciente.
—No está inconsciente, está bien. Por favor, tome asiento y enviaré al médico
a que hable con usted. —Salió de la habitación sacudiendo la cabeza.
—¿Señora Spencer? —Un médico alto de cabello oscuro que había visto una o
dos veces entró en la habitación—. Soy el doctor Yung. ¿Tiene algunas dudas
acerca de la condición de su hijo?
El doctor asintió.
—Parte de esto tiene que dejárnoslo a nosotros y saber que le estamos dando
el mejor cuidado a su hijo. Si usted está hablando acerca de sus opciones para
77
su futuro, esas son decisiones que usted y el padre de West tendrán que tomar
y yo entiendo que puede ser difícil.
—Recuerde, él es muy joven, por lo que los posibles riesgos que ha estado
leyendo son muy inferiores para él. Una vez que se deshaga de este virus,
puede programar el procedimiento para cualquier momento. Está estable y
listo para el siguiente paso.
Mamá asintió de nuevo, tomando otro pañuelo. Se sonó la nariz una vez que él
estaba en la puerta. Ella tomó mi mano y la sostuvo durante unos minutos en
silencio.
—West, cariño, tengo que hablar contigo. —Se puso de pie y se inclinó sobre
mí—. El procedimiento que el doctor Louis dice que necesitas es arriesgado,
hay un diez por ciento de posibilidades de que no lo logres. Eso significa que
de cada cien pacientes que lo hacen, diez morirán. Diez. No sé si puedo
enfrentarme a esas probabilidades. Pero también siento que mereces la
oportunidad de tener una vida normal otra vez. Dime lo que quieres hacer. —
Ella me miró a los ojos. Parpadeé una vez para decir que sí, sin un momento de
vacilación.
Mamá no dejaba de mirarme. Tal vez necesitaba estar segura, así que volví a
parpadear. Una sonrisa se dibujó en su cara y ella empujó mi flequillo hacia
atrás.
78
—¿Te acuerdas de la fiesta de cumpleaños de Henry en la piscina…? Todos
ustedes tenían seis o siete años. Echaste un vistazo a ese alto trampolín y
fuiste derecho hacia la escalera. Subiste sin mirar atrás y te quedaste en la
tabla. Me miraste por un segundo y luego saltaste. Tenía tanto miedo, las otras
madres también. Pero tú no. Nunca lo tuviste. —Ella me besó en la frente—. Sé
lo que quieres hacer, sé lo fuerte que eres —susurró.
M
e desperté escuchando música. Alta, hip-hop. Mi CD favorito desde
el pasado otoño, de una banda llamada Water Gun. La habitación
estaba brillante, soleada y colocado y resonando junto a mí, el
equipo de altavoces del iPod. Los altavoces estaban cubiertos de pegatinas de
un lugar de hamburguesas, de la clase que generalmente les dan a los niños
pequeños. Había visto antes estos altavoces… Mike. Este era el equipo de Mike.
Miré alrededor de la habitación. La espalda de Mike estaba hacia mí, pero era
él, no había dudas con su alocado pelo rojo enrulado en nudos, casi como
rastas. Él estaba improvisando la música a los pies de mi cama. Girando un pie. 79
—Amigo, ¿te acuerdas cuando pusieron esta canción en el Music Box y esta
chica saltó sobre el escenario? Creo que consiguió que la echaran. —Él estaba
intentando hacer algunos movimientos como hacían que los chicos en el video,
pero fallando tanto que hacía que quisiera cerrar los ojos. Mike era
impresionante con la bicicleta, pero como bailarín, sus movimientos eran
risibles—. Aunque era sexy. Yo no la habría echado.
—Te lo dije la última vez que estuviste aquí. La música está bien, pero no es
una fiesta. Es un hospital. —Ella lo miró severamente y se dio la vuelta para
salir.
—En serio, ¿alguno de los otros pacientes se queja? O sea, simplemente estoy
preguntando. —Esta actitud era exactamente el por qué Mike había sido
regularmente mandado a detención desde noveno grado.
Norris frunció el ceño y abandonó la habitación. Sé que ella tenía una sonrisa
en su rostro en el instante en que dio vuelta la esquina; ¿cómo no podría
reírse con el supuesto baile de Mike?
—Hombre, las enfermeras aquí apestan. Ni siquiera son sexis. —Mike se dejó
caer en la silla junto a la cama y se inclinó para subir el volumen uno o dos
clics—. Como sea.
80
Mike siempre decía cómo se sentía exactamente; a veces eso era estupendo, a
veces apestaba. El día que lo conocí, yo estaba en el parque de bicicletas. Lo
había visto allí antes, pero íbamos a escuelas diferentes, por lo que no
hablábamos. Entonces, justo empezaba cuando noveno grado, se acercó a mí.
—Uh, sí, supongo que sí —contesté. No sabía si estaba bien decir que había
notado su loco cabello rojo y sus increíbles habilidades en la pista, por lo que
mantuve la boca cerrada—. Sí, antes era, como, un enano.
—¿Qué pasó?
—No lo sé. Mi padre es alto —ofrecí. Mike se quedó allí mirándome; quería
más de una explicación. Él no se veía mal; tenía hombros anchos y pesaba al
menos cinco kilos más que yo, pero también era como quince centímetros más
bajo, así como del tipo de una constitución robusta.
—En realidad, duele algo —confesé—. Me desperté durante la noche todo el
invierno. Mis huesos duelen.
—Es difícil de explicar, pero mis músculos dolían por la mañana. Y por la
noche tenía estos dolores como si fueran calambres en mis piernas y cosas así.
Eso me pasó durante meses. Realmente apestó.
Me encogí de hombros.
El día siguiente en la pista, Mike estaba allí nuevamente y señaló a las chicas
sentadas en un banco. Eran de mi clase de inglés y obviamente estaban allí
para verme; me saludaron con entusiasmo la segunda vez que miré en su
dirección.
—¿Conoces a Candace? Es tan bonita. Oh, ¿conoces a Ariel? Ella está bien.
¿Conoces a Amy? La odio. —Continuó así todo el rato. No podía conseguir salir
de allí con la suficiente rapidez. Pero Mike lo estaba pasando bien y estaba con
la rubia. Me dio la impresión de que no conseguía salir con chicas muy a
menudo; actuaba hiperactivo todo el tiempo. La chica pareció poco
enganchada; rió de algunas de sus bromas, pero al final, ella no le dio su
número de teléfono. Mientras pedaleábamos de regreso, Mike alzó su visera
ante la señal de stop y se dio la vuelta hacia mí.
No recordaba que Mike hubiera estado alguna vez aquí antes; debe haber sido
antes de que despertara. Y no me gustaba que llamara fea a Norris. Ella no era
una sexy enfermera porno, pero era una dama impresionante. Me gustaba.
83
—Tal vez algunas pacientes sexys, ¿eh? ¿Has estado echándoles un vistazo? Sé
que lo has hecho. —De inmediato pensé en Olivia y sentí que mi rostro se
ponía rojo. Esperaba que Mike no se diera cuenta. De todos modos ¿cuánto
tiempo había pasado desde que pasaba el rato con Olivia? Sabía que había
estado enfermo y uno o dos días habían pasado. ¿Tal vez más? En realidad no
la había visto desde el sueño donde se metía en la cama conmigo. No quería
pensar en eso, no especialmente con Mike aquí. Me hacía sentir como si
estuviese engañando a Allie. Tuve que recordarme a mí mismo que realmente
ya no estábamos juntos, por lo que no sería engaño. Incluso si sucedió, cosa
que no pasó, porque sólo fue un sueño. Pero sí nos tomamos de la mano esa
noche, en la sala de la televisión. Algo había sucedido. Algo que ella dijo. Traté
de aclarar mi brumosa mente y prestarle atención a Mike, pero estaba
hablando tan rápido y por todo el lugar, que estaba haciendo girar mi cabeza.
¿Siempre había sido tan hiperactivo?
—¿Ya te conté lo de Erin, la chica nueva? Creo que lo hice, pero voy a
contártelo otra vez. Su rostro está bien, así que no te sorprendas cuando la
veas. Ella no es Allie, ¿sabes? Pero el cuerpo. Oh, Dios mío, el cuerpo. Es como
los de Sports Illustrated1. Por supuesto que Perry el Pervertido está encima de
ella. Ya le pidió salir como diez veces. Ella usa esta falda… —Hizo una seña a la
mitad del muslo para mostrarme lo corta que era, luego sacudió la cabeza y
cerró los ojos, como para apartar la imagen antes de que pudiera seguir
hablando—. De todos modos, sólo estoy esperando el momento oportuno para
abalanzarme y pedirle salir a la dama. Tal vez podamos salir en una cita doble,
Erin y yo y Allie y tú, cuando salgas de aquí. Piensa en eso, ¿de acuerdo?
—Por mucho que a West le encante tenerte aquí, me temo que las horas de
visita casi terminan —le dijo a Mike.
—Ese muchacho está loco. —Ella sonrió—. Pero me doy cuenta de que su
corazón está en el lugar correcto. Tú, por otra parte, lo estás haciendo mucho
1
Sports Illustrated: revista semanal dedicada al deporte.
mejor hoy. Una semana de fiebre y, finalmente, estás en vías de recuperación.
La neumonía no es divertida, ¿eh?
¿Podría haber sido una semana? Debo haber estado realmente fuera de mí.
Parecía sólo como un día o dos. Me preguntaba qué estaba pasando con Olivia,
¿dónde había estado? Luego tuve un horrible presentimiento. ¿Y si le había
pasado algo? ¿Y si también estaba enferma? Era muy delgada, y si le daba
neumonía, eso podría matarla. O, ¿y si su madre la transfería a otro hospital?
De repente recordé el sueño: una niña con sandalias, chorreando sangre,
buscando algo en ese cajón. El sueño estaba tratando de decirme algo: Olivia
estaba enferma, o se había ido. La idea de no verla hizo que me doliera el
pecho, como si alguien hubiese puesto un ladrillo gigante en la parte superior
de mi cuerpo.
En realidad no sonaba tan genial para mí, así que parpadeé que no, pero
mamá sólo siguió adelante.
—Y estoy segura de que tienes curiosidad con tu cirugía. El Dr. Louis ha sido
informado de cómo lo has estado haciendo y sólo tiene que ver tu análisis de
sangre antes de programar cualquier cosa. Dijo que tal vez en una semana o
dos, ¿de acuerdo? Una vez que consigamos que tu recuento de glóbulos
blancos vuelva a la normalidad y eso no debería tomar mucho tiempo.
Una semana o dos sonaba como para siempre; ya había estado aquí un mes.
Quería mi antigua vida de vuelta. Estaba listo para hacer esto ahora, no dentro
de dos semanas.
—Bueno, puesto que terminamos Harry Potter, recogí ese libro que Allie dijo
que tu clase estaba leyendo. —Mamá metió la mano en su bolso y sacó un libro
de bolsillo. Sólo la idea de Allie, de leer lo mismo que ella estaba leyendo, me
hizo sentir terrible. No quería pensar en ella, en la escuela, en la clase de
inglés, mis viejos amigos, mi antigua vida. Ni siquiera recordaba a mamá
terminando Harry Potter.
—Oh, tus ojos siguen estando tan llorosos. —Mamá se inclinó sobre mí con un
86
pañuelo y limpió mi rostro. Ella asumía que sólo por estar enfermo mis ojos se
llenaban de lágrimas y estaba alegre por la excusa.
Mamá empezó a leer Una Paz Separada, sobre un hombre mayor que vuelve
de visita al lugar donde fue a la escuela secundaria. Él está caminando
alrededor recordando cosas que le ocurrieron y yo sólo podía decir que este
sujeto tenía una historia triste que contar… algo malo le iba a pasar a alguien y
yo no quería escucharlo. Me desconecté de las palabras que mamá estaba
leyendo. Dos semanas más, esa era la meta. Tenía que enfocarme en eso, en
salir de aquí, en que la cirugía fuese un éxito. Dos semanas más.
Capítulo 13
Traducido por Whiteshadow
—W
est, despierta. —Oí la voz de una chica hablándome—.
West. —Su mano estaba sobre mi brazo, igual que en el
sueño, la chica cubierta de sangre.
1
Harriet la Espía: En el original, Harriet the Spy (conocida como Harriet la Espía en Latinoamérica y España
y como La pequeña espía en Venezuela). Es una adaptación de la novela de 1964, Harriet the Spy escrita por
Louise Fitzhugh.
Se deslizó sobre la cama, cerca de mí y apretó el botón para levantarla, así que
estaba sentado mirándola.
—En primer lugar, busqué al chico que estaba en esta habitación antes que tú,
no fue un cuadro bonito. ¿Recuerdas que me dijiste que estás teniendo
pesadillas sobre un hombre?
No.
Una vez más tuve que parpadear no. No tenía ni idea de a dónde iba con esto. 88
—Hmmmmm. —Esto no era obviamente lo que quería oír—. El tipo que
estaba aquí antes, estaba realmente quemado, por eso estaba en coma. Fue un
coma inducido, estaban tratando de arreglar su piel con injertos y esas cosas.
Pero supongo que tuvo una infección grave... —Su voz se desvaneció—. De
todos modos, era horrible leer su expediente médico. Sólo pensé que tal vez
estabas soñando con él, con eso, ¿con un incendio o un tipo quemado?
Parpadeé no. Me di cuenta de que Olivia estaba decepcionada. Ella pensó que
tenía una historia de fantasmas en sus manos y que lo había resuelto, y aquí
estaba yo decepcionándola. Pero luego me puse a pensar, ¿y si éste hombre le
había hecho algo terrible a alguien, y si por eso fue que se quemó? ¿Y si él
atacó a la chica y entonces... quién sabe? Su novio o su padre fueron y le
hicieron algo terrible, ¿lo quemaron? Hice un gesto con los ojos hacia el cajón
donde Olivia mantenía la pizarra.
—Oh, lo siento, por supuesto, estoy teniendo una conversación unilateral aquí.
—Sacó el tablero y puso la pluma en mi mano. Escribí cómo.
—¿Cómo qué? —dijo Olivia—. ¿Cómo lo averigüé? Miré sus registros en la
oficina. Confía en mí, no fue fácil. La enfermera…
Parpadeé sí. Tenía que ser. No tenía sentido que yo estuviera teniendo estos
sueños violentos de este tipo, tenía que haber una conexión.
Olivia suspiró y cerró los ojos por un segundo, como si estuviera pensando.
—Hay algo más. Mientras estaba en la oficina, también miré tu archivo. —Se
detuvo, su rostro no revelaba nada—. ¿Quieres saber? —Parpadeé sí y ella
continuó.
—No es una buena noticia, te lo advierto —dijo con tristeza, tomando la pluma
de mi mano y sosteniendo mis dedos en los suyos—. Parece que este doctor, el
doctor Louis, quiere hacer este tipo de cirugía experimental en ti, pero...
Esperé a que me dijera las cosas que ya sabía: que era arriesgado, mamá no
quería hacerlo, tenía que esperar dos semanas, ¿qué?
—Nadie parece pensar que vaya a funcionar. Según los archivos, lo ha hecho
en sólo unos pocos pacientes, y supongo que no ha ido tan bien. —Miró la
mano, como si estuviera inspeccionando mis dedos—. También supongo que
algunas personas han muerto. —Cuando levantó la vista, me di cuenta de que
estaba realmente triste por mí—. Lo siento.
Esto no era realmente nuevo para mí, había tenido la sensación, por la actitud
de mamá, de que no había un cien por cien de oportunidades para
recuperarme, pero creo que tampoco sabía que mis posibilidades eran tan
malas.
—Yo sólo tuve un par de minutos para mirar los dos archivos, pero por lo que
vi en el tuyo, los médicos de aquí creen que deberías ir por la opción más
natural, ver qué sensaciones regresan por sí mismas, tratar que lo consigas
con la silla de ruedas por el momento. Ellos piensan que la cirugía es radical y
que los riesgos no valen la pena. —Miré la pizarra y puso la pluma en mi
mano. Yo escribí una palabra: Tú.
Ella se inclinó y empujó el pelo de mi frente, como mamá siempre hacía. Por
un instante me pareció que iba a besarme y el sueño de ella en la cama
conmigo pasó por mi mente. ¿Por qué Olivia de repente estaba siendo tan
dulce conmigo? ¿Qué había visto en el expediente que la hacía sentirse tan
condenadamente mal por mí? Era extraño que viniera a verme por la noche,
sentándose en la cama y no en una silla. Tal vez las probabilidades eran
peores de lo que mi madre me dijo, tal vez existía la posibilidad de realizar la
operación y seguir así, atrapado así para siempre. Nadie había hablado de eso.
Mi paranoia comenzó a instaurarse y fue como si pudiera sentirme cada vez
más frío con ella.
—Sabes, yo casi no te dije esto, pero... si fuera al revés, si supieras algo así de
mí, me gustaría saberlo. —Hizo una pausa para mirarme a los ojos—. Así que
decidí decírtelo. Tú eres la única persona que realmente me entiende aquí, así
que tenemos que cuidar el uno del otro.
Sus palabras resonaron en mi cabeza. ¿No había pensado lo mismo hacía unas
horas, que Olivia era la única persona que lo entendía? Fue un rayo de
esperanza que ella sintiera lo mismo por mí.
Allie siempre olía un poco como las fresas, como a exterior. Ella me dijo que
era sólo su champú, pero olía a verano para mí. Olivia era diferente. Ella no era
91
como una chica de secundaria. La forma en que trasladó su cuerpo junto al
mío me hizo sentir que estaba creciendo. Olía a perfume, como una mujer
usaría, algo almizclado y rico. Oí su respiración volverse más tranquila y
regular y me di cuenta de que se había quedado dormida, sosteniéndome, su
largo pelo cayendo suavemente sobre mi pecho y las sábanas blancas.
Capítulo 14
Traducido por Simoriah
H
ay sangre en mis manos. Llega a mis muñecas, salpica mis brazos.
Observo mis piernas, mi estómago, mi camisa, mis pantalones.
¿Dónde está el corte? No puedo encontrarlo. Hay tanta sangre. Abro
las palmas y veo que la sangre se ha secado en los pliegues, las líneas de mis
dedos; en lugares se está convirtiendo en marrón oscuro. Pero no estoy
sangrando. No siento dolor. No es mi sangre. Oigo las sirenas en la distancia y
sé que tengo que huir. No pueden atraparme. Huir se siente tan bien. Soy tan
poderoso, no hay manera de que puedan atraparme. Soy demasiado listo para
ellos. Me muevo como si tuviera súperpoderes, ahora fuera de la vereda y a 92
través de un patio, sobre un muro de piedra en un salto, a través de la parte
trasera de un estacionamiento. Me agacho detrás de un auto, respirando con
fuerza cuando me veo a mí mismo, un reflejo en las ventanillas del auto. Algo
no está bien, mi cabello está negro. Me muevo hacia el espejo lateral del auto.
Está oscuro, pero la luz de seguridad del estacionamiento es lo
suficientemente brillante para ver mi rostro en el espejo. No es mi rostro, es el
rostro de él. Soy él. Soy él.
***
Algo no estaba bien, como Olivia había dicho: mis sueños estaban tratando de
decirme algo. Tenía que descifrar qué era. Algo sobre el hospital, esta
habitación. Algo clave. Y no iba a ser capaz de sacarme esa sensación de
encima hasta que lo descifrara, hasta que lo descifráramos.
Me dormí apretando la mano derecha con la fuerza suficiente para sentir mis
uñas hundiéndose en mi palma, aflojándolo sólo cuando sentí una mano suave
tocando la mía. Olivia.
—Bueno, si te vas a poner todo agarrón, debería ser un poco más cuidadosa,
¿eh? Sabes que casi me metes en problemas anoche. —Me dio una mirada de
costado, obviamente un poco avergonzada—. Y pensaba que podía confiar en
un chico paralizado... pensaba que me amabas por mi mente. —Pasó su largo
cabello sobre el hombro, luego se rió—. En serio, casi nos atrapan. Desperté
dos segundos antes de que Norris hiciera su revisión. ¿Te imaginas? —Era
bueno ver una gran sonrisa en su rostro, oírla reír de verdad—. ¡Tendría que
explicar unas cuantas cosas!
—¿Estás pensando mucho en algo, verdad? —Moví los ojos hacia el cajón.
—¿Espejo? ¿Quieres... quieres ver un espejo? ¿Para ti? —Olivia soltó una
risita—. ¿Qué, duermo aquí contigo una vez y quieres ver cómo luces, ver si
todavía lo tienes?
—Debería haberlo sabido. Ustedes los chicos guapos son iguales. Quieres
arreglarte el cabello de la manera correcta, asegurarte de que todavía eres
sexy... de acuerdo, lo entiendo. Regresaré enseguida, chico guapo. —Olivia
sacudió la cabeza mientras abría la división de la habitación, pero luego se
volvió—. De hecho, creo que vi... —Se movió alrededor de la cama hacia una
pequeña mesa y abrió el cajón. Observándola mirar dentro hizo que me
sintiera enfermo por el déjà vu. Una niñita buscando algo en un cajón.
Llorando, chorreando sangre. ¿Eso era algo que realmente había sucedido?
—Aquí vamos, guapo. —Olivia sostenía un espejo con una manija de plástico.
Lo sostenía con fuerza contra su pecho, para que no pudiera verlo—. ¿Estás
listo para ver lo espantoso en que te has convertido? —bromeó, luego volvió
el espejo, cerca de mi rostro.
Era yo. Mismo cabello, pero más largo. Demasiado largo. Y lucía sucio, como si
no lo hubiera lavado en una semana. Intenté recordar cuándo fue la última vez
que una enfermera me había lavado el cabello, pero no pude. Mis ojos todavía
eran verde avellana. Tenía una ligera barba en el rostro, sólo un poco. Sólo
tenía que afeitarme una vez cada par de semanas, así que eso era nuevo para
mí. Parecía mayor. En cierta forma mejor, de hecho. Podía ver el tubo del
respirador, conectado a un gran cuello ortopédico de plástico. Estaba feliz de
no poder realmente verme la garganta, o donde estaba el agujero. El tubo
simplemente desaparecía en el cuello ortopédico. Parecía como algo que los
jugadores de fútbol llevaban bajo sus uniformes. No era tan malo como pensé
que sería.
Pestañeé no y ella bajó el espejo; ahora sólo estaba mirando su rostro. Estaba
feliz de estar bien, de ser yo. Olivia sonrió y apartó mi cabello.
—Eres un tipo muy apuesto, West. Debes saber eso. —Olivia regresó el espejo
al cajón y lo cerró—. Sé que las chicas de tu escuela deben volverse locas por
ti. —Una vez más me había leído los pensamientos. Deslizó su mano en la mía
y miró por la ventana—. Yo también puedo verlo, no me malinterpretes. —Me
miró a los ojos una vez más—. Sí, eres sexy —dijo renuentemente—. Pero...
conocerte aquí —dijo, me soltó la mano e hizo gesto hacia la habitación
alrededor de nosotros—. No es sobre eso, es sobre esto. —Puso una mano
sobre mi pecho y la sostuvo allí—. Incluso si tu bonito rostro hubiera sido
arruinado en el accidente, no me importaría. Todavía eres tú. —Movió la mano
hacia mi mejilla y se sentó ahí mirándome por un largo tiempo. No pude evitar
pensar en lo que no se decía. Que incluso si no podía caminar, todavía era yo.
Que incluso si la cirugía no funcionaba, todavía era West. Y de alguna manera,
Olivia había llegado a conocerme, a pesar de todo eso. Y aun así le gustaba
quién era. Yo le gustaba, la forma en que era ahora.
—Las cosas que nos sucedieron, a ambos, cambiaron quienes somos, pero... —
Se detuvo—. Quizás no somos tan diferentes de cómo solíamos ser, ¿verdad?
Miré la pizarra y ella entendió que quería escribir algo. Estiró la mano para
sostenerla en alto. Era una larga palabra, así que me tomó un segundo. Escribí
la palabra “hermosa”. Olivia tomó la pizarra y la sostuvo en su regazo, 97
mirándola. Luego se inclinó sobre mí, poniendo sus labios sobre los míos,
besándome, suavemente al principio, delicadamente, luego con fuerza y
rápidamente, sus manos en mi rostro y en mi cabello. Nadie me había tocado
tan bruscamente, de forma tan cercana desde el accidente. Se detuvo casi tan
rápidamente como había comenzado, inclinándose sobre mí y susurró mi
nombre en mi oído.
98
Capítulo 15
Traducido en SOS por Dai
—¡H
ey, mírate! —Mamá entró media hora después de que
Olivia se fuera—. ¡Te ves muy bien hoy! —Había estado
pensando en Olivia, por lo que debía ser obvio en mi
cara. Nunca fui muy bueno en ocultar mis sentimientos.
—Así que hoy es un gran día, te voy a llevar a dar un paseo. ¡Fuera! —Mamá
estaba tan emocionada que prácticamente estaba aplaudiendo. A pesar de que
a veces podía ser molesto su entusiasmo, estaba muy emocionado de verla tan
feliz. Su último par de visitas no habían sido las mejores—. Y tan pronto como
estés en la silla —miró el reloj—, te tengo una sorpresa. Muy grande.
99
El ayudante pelirrojo entró en la habitación detrás de ella.
—¿Estás listo?
—Oh no, no volverá a casa con una silla de ruedas, se someterá a una
operación la semana que viene. ¡Estamos esperando lo mejor! —Ella cruzó los
dedos y le dio al hombre una gran sonrisa.
—¿Es así? —dijo, levantando las cejas. No parecía muy convencido cuando se
inclinó hacia mí y puso su brazo alrededor de mi espalda, igual que Olivia
había hecho, pero con un poco más de fuerza y suavidad que habría obtenido
por la práctica. Me inclinó sobre su espalda y me trasladó a la silla en unos dos
segundos, levantando los apoyabrazos y moviéndome sobre la bolsa
intravenosa—. Este es siempre el último paso —explicó a mamá, apagando el
respirador y luego conectando el tubo en la parte posterior de la silla. Accionó
el interruptor y oí el portátil encenderse, bombeando aire a mis pulmones—.
Eso es todo, por si acaso alguna vez necesita saberlo —dijo.
100
—Oh, no creo necesitarlo —dijo, pero el rostro de mamá parecía nervioso,
como si ella no estuviera segura de sí misma mientras lo veía colocando mis
pies en los reposapiés.
—Él está listo para salir. Este es el freno. —Le mostró a mamá el pedal
mientras salía detrás de la silla—. ¿Alguna pregunta? —Cuando mamá negó
con la cabeza, se giró para irse—. Estamos cerca por si necesita algo. —Me
alegré de ver que se iba. Algo del tipo me molestaba, condescendencia, como si
él no creyera que mamá podría empujarme en una silla de ruedas, o que nunca
iba a salir de aquí. Él era un idiota.
—Sí que hace que parezca fácil —dijo mamá para sí misma mientras me
empujaba lentamente a través de la puerta—. Vamos a ir hacia lo de las
enfermeras. —Mamá empujó la silla hacia la derecha y vi el mostrador bajo
donde las enfermeras tenían algunas computadoras y un montón de papeles
esparcidos alrededor—. Hola —dijo alegremente a las enfermeras de
guardia—. Esperamos a algunos visitantes hoy y yo sólo quería que sepan que
vamos a estar… ¡Oh, mira, ahí vienen!
A través de las puertas dobles al final del pasillo, vi a tres personas entrando:
una era Mike, su cabello pelirrojo imposible de ocultar. Otro era mi padre, alto
y delgado, lo reconocería en cualquier lugar. La tercera persona era una chica
pequeña con un abrigo largo y negro, me tomó un segundo darme cuenta de
que era Allie, mi Allie, con su cabello todo escondido bajo un sombrero.
Cuando entraron, se quitó el sombrero y sacudió su cabello rubio, ninguno de
ellos se dio cuenta de que estaba sentado a pocos metros de distancia hasta
que mamá llamó.
Mamá estaba de pie detrás de mí, así que no podía verla, pero podía oír que
estaba lloriqueando. Volví mi atención a Mike y Allie.
—Hola —dijo Allie en voz baja—. Te ves mucho mejor, estabas muy pálido
antes y estabas ardiendo. —Ella extendió la mano para tocar mi frente bajo el
cabello. ¿Ella estaba aquí cuando yo estaba enfermo? ¿Cuándo fue eso? ¿Cómo
es que nadie me lo dijo? Pensé en Olivia, ella tenía que saberlo, se enteraba de
cada vez que alguien venía a verme. Y no me lo dijo.
Mamá me condujo a la sala y luego hacia la larga mesa. Todos los demás
tomaron sillas y se sentaron.
—He estado aquí más veces que tú, así que creo que sé más sobre lo que
ocurre en este lugar, ¿está bien?
Entonces, tal vez Mike sabía que nosotros rompimos. Quería decirle que
estaba bien, que yo estaba bien con eso, pero ni siquiera me miraba. En
cambio, apoyó la cabeza contra la mesa por un momento.
—Está bien que estés nervioso, Mike, está bien. —Papá le dio unas palmadas
torpes en la espalda.
—No hemos olvidado lo difícil que ha sido esto para ustedes, chicos —dijo
Papá, moviéndose para sentarse junto a Allie—. Es duro para todos y
realmente quiero agradecerles estar aquí por West, significa muchísimo para
nosotros.
—¿Dónde está Mike? —Miró a papá, quien negó con la cabeza lentamente.
103
—Regresará —contestó Allie—. A ver, déjeme ayudarle —dijo, tomó la bolsa y
buscó entre los sándwiches, repartiéndolos. La vi moverse alrededor de la
mesa, colocando cuidadosamente servilletas y refrescos en el lugar de cada
persona. Yo había estado saliendo con Olivia durante tanto tiempo, me había
olvidado lo rosa y brillante que lucía Allie… las mejillas sonrosadas por el frío,
su rizado cabello dorado que brillaba intensamente en la luz del sol. Ella era
hermosa, no se puede negar eso, pero Olivia tenía su propia apariencia… un
tipo de belleza frío y oscuro.
—Por favor, no hables con la boca llena —dijo Allie con enojo. Me di cuenta de
que ella y Mike, apenas podían soportarse cuando yo no estaba alrededor para
interferir… no habían estado llevándose bien en mi ausencia.
—Tengo curiosidad sobre quién pasa el tiempo con mi West —dijo Mike,
haciéndome un guiño—. Eso es todo. —Miró a la cara escéptica de Allie y
sonrió, limpiándose las manos con una servilleta—. Gracias de nuevo por el
sándwich, sabroso —le dijo a mamá—. La próxima vez que salga con West, él
también va a comer uno, ¿verdad, amigo? No comerás más por un tubo. —
Mike apartó la silla y se acercó detrás de mí—. ¿Puedo llevarlo a dar una
vuelta? Al final del pasillo, nada loco.
Mike sacó mi silla de ruedas de la mesa y la hizo rodar lentamente por la gran
puerta.
—Maldita sea, espero que esa chica no se haya ido, tienes que verla. —Se
detuvo ante la puerta de Olivia, espiando hacia adentro—. Gonzo, vamos a ver
si se fue por aquí… —Corrió por el pasillo, empujándome demasiado rápido
hacia el puesto de enfermeras. Cuando doblamos la esquina, desaceleró—.
Hola, señoras —dijo a las enfermeras, que apenas levantaron la vista. Me giró
hacia las mismas puertas dobles por las que él había entrado.
—Es ella —susurró, inclinándose a mi oído. Fuera, había una mujer alta y
delgada con un abrigo oscuro, ceñido con fuerza alrededor de la cintura. Lo
primero que noté fueron sus piernas. A pesar de que hacía frío, se daba el lujo
105
de usar botas de color negro, con tacones altos. Entonces, vi la cara. Era el
rostro de Olivia. Podría haber sido Olivia, sólo que mayor, con el pelo más
corto y el lápiz labial oscuro y maquillaje de ojos. Por la forma en que se
llevaba un cigarrillo a los labios, aspiraba profundamente y después exhalaba
el humo hacia el aire frío, parecía como si estuviera en una película.
—¡Por Dios!, no me dijiste nada de esta chica, manteniendo las cosas buenas
para ti. ¿Su hija se parece a ella?
Parpadeé “sí” antes de poder evitarlo. Un error. No quería que Mike molestara
a Olivia, que entrara en su habitación. Además, no quería que Olivia conociera
a Mike, todavía no, no hasta que hubiera tenido la oportunidad de ponerla al
corriente de cómo era él. Pero luego me di cuenta de algo. Olivia no era como
Allie. Podía manejar totalmente a Mike. Se comería a Mike para el almuerzo. El
pensamiento me hizo reír.
La madre de Olivia nos había visto mirándola y nos dio una de esos saludos
condescendientes que les dan a los niños pequeños.
Me di cuenta de que mamá y papá estaban sentados más cerca ahora y Allie
estaba justo al lado de ellos. ¿De qué habían hablado mientras yo no estaba? 106
Había una sensación de incomodidad en la habitación, como si hubiera
interrumpido algo. Tal vez Allie les estaba diciendo que ella me dejó.
—Me alegro de verte, West —dijo Allie, finalmente, mirándome a la cara. Ella
parecía estar buscando algo, tal vez una señal de que todavía me preocupaba
por ella.
—La próxima vez, dos piernas en vez de cuatro ruedas. —Mike besó la parte
superior de mi cabeza con fuerza y salió por la puerta al lado de Allie, sin
mirar atrás.
—Voy a estar aquí para el gran día la semana próxima, amigo. —Papá bajó y
me miró a la cara—. Mantente sano, ¿de acuerdo? —Él y mamá
intercambiaron una mirada sin palabras, mientras caminaba hacia la puerta y
ella volvió a sentarse.
—Tu padre voló sólo para quedarse hoy y luego trajo a esos dos hasta aquí. —
Ella terminó su refresco y puso la lata vacía en la mesa—. Para ser honesta
contigo, de todos sus amigos, creo que Mike es el que lo está tomando con más
violencia. Ese muchacho. —Ella negó con la cabeza lentamente y miró por la
ventana, a los mismos árboles de invierno que siempre miraba yo—. Su madre
me dijo que él ha estado pasando un momento terrible en la escuela, peleas,
detenciones, lo que sea.
Detenciones no era nada nuevo para Mike, pero las peleas sí. ¿Con quién se
peleó? ¿Y por qué? Sentí como si no me dijera nada real en las visitas,
simplemente suavizaba todo.
T
engo frío. Meto las manos en los bolsillos, pero mis dedos siguen
entumecidos. Los dedos de mis pies están tan fríos que ya no los siento
y está oscureciendo. Con la luz de las farolas puedo ver los copos de
nieve empezando a caer. Quiero llegar a casa; camino más rápido, con pasos
largos, mirando mis botas golpear la acera. Pero cuando levanto la vista
parece que me he ido por el camino equivocado. De alguna manera he llegado
al centro de la ciudad. Conozco esta parte de la ciudad, pero está muy lejos de
donde vivo. A lo lejos se ven unos faros en la calle, un autobús. El conductor
hace una parada y se abren las puertas. 108
—¿Subes? —pregunta.
***
—No quería despertarte —dijo Olivia, secándose los ojos, después se sonó la
nariz—. Sólo iba a ver cómo estabas. A veces, cuando estás dormido, vengo
aquí para asegurarme de que estás bien. Lo hacía cuando estabas enfermo.
109
Sólo quería... saber que estabas bien. —Agarró otro pañuelo y ruidosamente
se sonó la nariz. Esperaba que hiciera una broma, sobre lo de acosarme en mi
sueño, sobre su bocinazo de nariz poco femenino, pero no lo hizo. Su cara
estaba muy seria, triste.
—Sé que tus padres estuvieron hoy aquí —dijo, tirando de su bata sobre sus
rodillas y lloriqueando—. Y sé que Mike estuvo aquí. Y sé que “ella” estuvo
aquí.
—Lo siento, soy un desastre. Es que... mi madre estuvo aquí hoy y no tuvimos
una gran visita. Ella te vio, por cierto. —Olivia sonrió y llamo mi atención—.
Dijo “¿qué está haciendo un chico tan guapo en un lugar como este?” —Puso
un acento francés que sonaba muy convincente. Olivia respiró hondo y giró la
cabeza lejos de mí y por un segundo, me acordé de su madre, fumando fuera.
Los mismos gestos, la misma belleza medida—. ¿Vamos a dar un paseo? —
Levantó la parte posterior de mi cama hasta que me quedé sentado, luego deja
caer el reposapiés—. No sabía la forma de permitir que te sentaras así durante
un par de minutos antes de ponerte en la silla —explica—. Me he enterado
hoy.
—Mientras tú consigues acomodarte, tengo algo para ti. Ahora vuelvo. —Pasó
el divisor y me deja sentado solo en el cuarto oscuro. Sentía que los dedos de
mis pies estaban fríos, mis pies estaban fríos. Esa era una sensación nueva,
algo que no había sentido en mucho tiempo, un pequeño hormigueo.
Volvió un momento después, portando una carpeta de manila, como las que
tenían en la escuela.
—¿Recuerdas cuando hablábamos de esta sala, sobre tus pesadillas, de que tal
vez el chico que estaba antes aquí tenía algo que ver con eso? —Abrió la 110
carpeta y pasó unas pocas páginas mecanografiadas—. Tengo una foto de él.
Un par de fotos. Pero te lo advierto, no es bonito. ¿Quieres verlo? —Parpadeé
y ella echó un vistazo a la foto antes de alcanzar mi lámpara de noche y hacer
clic en ella. Levantó la imagen para que pudiera verla.
Era difícil decir cuántos años tenía el tipo que estaba en la foto. Tal vez veinte,
tal vez mayor. O más joven. Lo que quedaba de su cabello era rubio. Parecía
sacado de una película de terror: ojos saltones que miraban fijamente en una
cara esquelética. Me llevó un segundo darme cuenta de que él no podía evitar
esa mirada fija, sus párpados se habían ido. Parte de su nariz había
desaparecido, dejando un agujero rosa en medio de la cara. Sus labios no
estaban; sólo se veían los dientes y las encías ennegrecidas. Tenía una oreja
con un pequeño parche de pelo rubio sobre ella. En el otro lado de su cabeza
lo que antes era la oreja ahora era una bola de carne roja. Supe de inmediato
que no era el hombre de mi sueño. No era el chico de pelo oscuro con sangre
en sus manos. Pero no podía dejar de mirar la foto.
—¿Es él? —preguntó Olivia. Aparté los ojos de la imagen y parpadeé no.
Le dio la vuelta a la imagen y la miró ella misma un segundo, luego la metió de
nuevo en la carpeta.
—Me alegro de que no sea él, para ser sincera —admitió—. No quiero pensar
que esté rondándote a ti o esta habitación. —Cogió la silla de ruedas del
rincón—. Creo que aún me siento mal, como si pudiera haber hecho algo más,
debería haber hecho más por él. Si resulta que su fantasma estuvo aquí, sería
una señal de que yo tenía razón. ¿Eso tiene sentido? —Vino a sostenerme,
para colocarme en la silla, puso el brazo alrededor de mi espalda y mi pecho
sobre su hombro. Me levantó y colocó con más facilidad en la silla esta vez—.
Ese asistente tenía razón, tu madre podría hacer esto por ti. Cada vez es más
fácil. —Descolgó la bolsa de suero y la colocó en el poste de la silla—. Ahora,
vamos a ver si puedo hacer esto bien.
—Me siento como si tuviera que haber tratado de ser amiga de ese chico, ese...
—Hizo una pausa y miró el archivo encima de mi cama— Paul. Tal vez podría
haber hecho algo, notado algo, decirle a las enfermeras.
Pensé en el día que tuve fiebre y Olivia fue la primera en darse cuenta y llamó
a la enfermera. Tal vez ella podría “haber hecho” algo por ese chico, pero
quien sabe, tal vez no. Parecía que estaba bastante mal parado.
Quería parpadear sí, porque tenía cierta idea, pero en vez de eso parpadeé no.
Quería que me lo dijera por sí misma.
—Ya te he hablado de ese chico, Paul, cómo tuvo visitas al principio. Luego, 112
poco a poco, dejaron de venir. —Hizo una pausa y miró mi rostro en la
oscuridad, estudiando mi reacción—. ¿Cuándo fue la última vez que tuve una
visita? No de mi madre, me refiero a un amigo. Cualquier persona. ¿Lo sabes?
—¿Sabes por qué no me visita ningún amigo? Ellos dejaron de venir. Dejaron
de venir porque querían ver a esta chica. —Olivia se levantó y puso una pose
de bailarina, alzando la punta del pie, con la cabeza inclinada hacia un lado. De
repente, giró en un círculo perfecto sobre la punta del pie, pero se detuvo,
mirándome a los ojos—. Quieren ver a esta chica. —Bailó sin esfuerzo por la
habitación, la bata fluía tras ella como un vestido blanco. Se giró y bailó hacia
mí, deteniéndose cerca de la silla. Podía oír su respiración.
—Ellos no quieren esta chica. —Tiró de la manga y me mostró su vía, esa
molesta pieza de plástico metida bajo su piel, fijada con esparadrapo—. No
quieren ver a la chica cuyo pelo se está cayendo. —Agarró su cola de caballo y
se quedó con un puñado de pelo oscuro en la mano—. Cuya piel es pálida, la
chica que no sonríe. —Se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi
cara y me dedicó una mirada de odio—. Nadie quiere a esta chica —dijo
lentamente. Estaba muy enfadada, nunca la había visto así. Y eso me asustó.
Se dejó caer en su silla y puso la cabeza entre sus manos por un momento,
luego me miró.
—¿Sabes por qué Allie estuvo aquí hoy? —dijo el nombre de Allie como si
tuviera cuchillos en la boca—. Estuvo aquí porque quiere a “ese” tipo. —Olivia
acercó el dedo a la pantalla indicando el tipo que llevaba ventaja. Estaba con el
equipo completo, juego de cuero y chaqueta, casco de carrera genial—. Ella
quiere a ese chico, lo mismo ocurre con Mike y también con tus padres. Y
ahora, con esta operación, ellos piensan que de nuevo van a conseguir a ese
chico de vuelta. —Olivia pausó la imagen de la pantalla en el primer plano de
un tipo que golpeaba una esquina con fuerza, el barro salpicó de sus
neumáticos y dio en el objetivo de la cámara.
Olivia acercó su silla a la mía y puso las manos en los reposa brazos.
—No les importa lo arriesgado que es para ti, que haya una gran probabilidad
de que mueras antes de estar bien otra vez. No les importa, porque eso es
cuánto ellos no quieren esto. —Empujó mi pecho con el dedo duramente—.
Allie te dejó porque quiere al chico ciclista, quiere al chico guapo, quiere
caminar por el pasillo con ese tipo, el señor Popular. —Señaló la pantalla de
nuevo—. No a este chico. —Golpeó mi pecho con fuerza y me estremecí—.
¿Sentiste eso? —preguntó sorprendida—. Has sentido eso, ¿no? ¡Ves! —Saltó
de la silla y se dio la vuelta de nuevo, de repente feliz—. Los médicos dijeron
que conseguirías sentir de nuevo por tu cuenta, si tan sólo esperaras, si fueras
paciente. No necesitarías la operación de la semana que viene. ¡No la
necesitas! Puedes mejorar poco a poco, de manera segura, podemos mejorar
juntos. Tú y yo. Aquí. —Sonrió por primera vez en toda la noche y se arrodilló
frente a mí, alzando mi mano hacia su cara y poniéndola en su mejilla. Me
hubiera gustado poder sentir eso, sentir su suavidad, su calor, pero no sentía
nada—. No me importa cuánto tiempo cueste, porque te quiero, West. Te
quiero “a ti”. —Hizo hincapié en las últimas palabras, estaba claro que no le
importaba el estado en el que se encontraba mi cuerpo. Era en momentos 114
como estos cuando me moría de ganas por envolverla en mis brazos, estar
atrapado en ese cuerpo era muy frustrante, era una tortura. Lo que ella no
entendía, lo que me dolía decirle, era que quería estar mejor no sólo para
volver a mi antigua vida, sino también por ella. Quería ayudarla a mejorar
para salir de aquí. ¿No era eso lo que ella quería? ¿Para qué nosotros
pudiéramos liberarnos de este lugar?
La miré a los ojos. Me había dicho que me amaba. Eso no se perdía entre todo
lo demás. Lo escuché. Yo también la quería. Tan loca y complicada como era, la
locura que era enamorarse de una chica con la que nunca has hablado antes,
estábamos enamorados. Era así de simple. Y ella estaba preocupada por mí.
Pero no tenía por qué estarlo. Sabía que todo iba a salir bien. Sólo tenía que
convencerla.
—Y los sueños, tus sueños, mis sueños, de este lugar, de ese tipo. Esos no son
un accidente. Eso significa algo. Sé que sólo quieres quitártelo de la cabeza y
olvidarlo, pero sé que todo está conectado. Estamos conectados. —Dejó mi
mano y apoyó la cabeza en mi regazo, suspirando.
Entonces, de repente alzó la cabeza para mirarme.
—Tengo una idea. Déjame hablar con tu madre. Estará aquí mañana. Déjame
hablar con ella durante un par de minutos. Creo que hay cosas en tu archivo
que no le han dicho. Cosas que busqué online. Cosas que ella puede que no
sepa.
¿Quería que Olivia hablara con mi madre? Ella había estado en contra de la
operación desde el principio. Una paciente preocupada le había dicho que
había mirado en mi archivo, que había visto algo allí... no haría falta mucho
para que mi madre cambiara de opinión, para que parara todo el asunto. Unas
palabras de Olivia y mi oportunidad para que me operaran, para salir de aquí,
habrían terminado.
Parpadeé no.
—¿No? ¿No quieres que hable con tu madre? ¿Eso significa que vas a decirle tú
mismo que no quieres que te hagan la operación?
—¿Qué quieres decir con “no”? ¿Te da igual lo que pase y vas a dejar que te
corten y te abran?
La forma en que lo dijo sonaba muy bárbara, pero tuve que parpadear sí. Yo
quería la cirugía, sin importar qué.
—Así que, después de todo esto, después de todo lo que te estoy diciendo,
después de todo lo que he hecho por ti. Ya sabes, podría haberme metido en
un montón de problemas por buscar en los archivos, podría meterme en un
montón de problemas sólo por estar en tu habitación, incluso por sacarte así.
—Hizo un gesto hacia la habitación—. Después de todo eso, ¿me estás
diciendo que quieres seguir adelante con ello? ¿Ya estás preparado para morir
por esas personas, por lo que quieren que seas?
Olivia estaba equivocada. Yo no iba a morir y no lo estaba haciendo por ellos.
Lo estaba haciendo por mí, por nosotros. No podía quedarme así para siempre
con ella de esta manera. Yo quería salir por cualquiera que fuera la salida.
Me miró a la cara y luego negó con la cabeza. Se puso de pie y caminó hacia la
ventana, poniendo su mano en el cristal.
—¿Y qué hay de mí? Todavía estaré aquí y alguien nuevo será trasladado a tu
habitación, alguien que haya tenido un accidente, alguien que necesite un
amigo. Y no voy a tener nada que darle, porque me habrás roto el corazón. —
La pude escuchar llorar otra vez en voz baja—. Supongo que no signifiqué
nada para ti. Lo que siento no significa nada para ti, vas a hacer lo que quieras,
lo que ellos quieren. Y volveré a estar atrapada aquí, sola.
—Pensé que eras diferente. Pero eres igual que ellos. —Se puso detrás de mi
silla y me giró hacia la puerta—. Debería haberlo sabido —dijo en voz baja
para sí misma.
¿De quién estaba hablando? ¿A sus amigos, los que nunca la visitaron? Yo no
era como ellos. El hecho de que estaba escogiendo tener una oportunidad para
mí mismo, con la cirugía, no me hacía egoísta. Tenía que hacerlo. Pero ella
tenía razón en una cosa. Yo la había tomado por sentado. Las visitas, leerme,
los archivos a escondidas, la pizarra, su paciencia, que escuchara lo de mis
sueños, que me llevara de paseo a medianoche. Me la imaginé apartando el
pelo de mis ojos, ¿cuántas innumerables veces había hecho eso? Leer conmigo
en la cama, incluso si eso significaba que las enfermeras nos pudieran atrapar.
Diciéndome que yo podría hacerlo, que yo podría escribir, que podría sentir,
que yo aún era West. Yo era importante, yo todavía estaba vivo. Olivia había
hecho eso por mí. Ella había sido mi conexión con el mundo de los vivos.
Alguien con quien me sentía real. La única persona con la que yo me sentía
real.
—Adiós, West —susurró, como si ya hubiera muerto. Parpadeé no, pero ella
no lo vio, o no le importó.
117
Capítulo 17
Traducción SOS por Vanehz
Cuando dejamos la escuela, dos horas más tarde, estaba helando afuera, casi
oscuro y caminábamos cerca. Allie estaba vistiendo ese abrigo azul peludo. Se
veía como un bombón azul con un sombrero blanco encima; lindo, incluso a
pesar de que sabía que ella no lo creía así. Seguí sosteniéndola, abrazándola, lo
suficientemente fuerte para quitar el aire de la chaqueta baja, pero esta
simplemente seguía levantándose otra vez.
—Déjalo ya —Se rió—. ¡Bájame! —Pero seguí haciéndolo hasta que casi
estuvo enojada conmigo.
—Te amo.
Ella sonrió, esta era una vieja broma, de la noche en que nos conocimos.
Habíamos hablado y hablado de lo que sentíamos durante horas en la fiesta y
entonces, en medio de la conversación, creo que ella debió incluso estar a
mitad de una oración, no pude contenerme más. Sólo barboteé: Voy a besarte
ahora, ¿de acuerdo?
Ella paró de hablar y sólo se quedó allí sentada, sorprendida mientras yo me
inclinaba y la besaba en los labios, nuestro primer beso. Más tarde, ella me
dijo que era una de las cosas más dulces que un chico le había dicho. No quería
pensar en otros chicos ni en cuántos había besado, pero acepté el cumplido.
Me tomó mucho tiempo darme cuenta que Allie estaba siempre un poco
reluctante a ser mi novia. Parecía como si quisiera ser asediada, o quizás
quería que estuviera seguro de dónde estaba con ella. Mike algunas veces
había bromeado sobre que Allie me tenía de la correa, como a su mascota.
Cuando ella chasqueaba los dedos, yo venía corriendo. Cuando el timbre de su
teléfono sonaba en el mío, Mike algunas veces hacía el sonido de un látigo
chasqueando, mientras yo revolvía en mi mochila para responder antes de 120
que ella colgara. Allie no era de las que te dejaba un mensaje si perdías su
llamada.
122
Capítulo 18
Traducido por Maru Belikov
P
uedo escuchar su respiración. Ella está aquí conmigo, a mi lado,
dormida. Toda oscura y blanca, su pálida piel con el cabello enredado
alrededor de sus hombros, esparcido sobre la almohada. Envuelta en su
sabana. La habitación está tan fría que quiero levantar una manta por ella, se
encuentra al final de la cama, pero no puedo alcanzarla. Mi brazo no se mueve;
está entumecido. Intento alzar mi mano hacia mi rostro pero no puedo, está
atada hacia abajo. Estoy atado en ambos lados.
—¡Olivia! —Intento rodar para sacudirla, pero está quieta. Puedo escuchar las
llamas ahora, están bajo la cama, consumiendo las sabanas, succionando el
aire. Sobre los sonidos de las llamas, escucho la risa.
***
—¡No puede fumar aquí! Sabe eso. —La voz venía de la habitación de al lado,
la de Olivia.
—Con todos los tanques de oxígeno que tenemos aquí, ¿entiende usted lo
peligroso que es eso? Es un accidente esperando a suceder. —Esa era la voz de
la enfermera amargada.
—Acabo de estar en Europa y las cosas son tan diferentes allí, perdóneme…
Escuché por si su madre decía algo más, pero una vez que la enfermera se
había ido, todo lo que podía escuchar era el suave sonido de alguien llorando.
¿Algo estaba mal con Olivia? ¿Y si eso era el por qué no vino a verme ayer?
Después de unos momentos, escuché el sonido de una silla siendo movida, una 124
ventana cerrándose, luego una charla. No pude distinguir lo que era dicho,
pero sin duda Olivia estaba molesta con su madre por haberse ido por un
tiempo. Ella probablemente estaba dormida cuando su madre apareció, o
pretendiendo estarlo. Su madre acababa de encender un cigarrillo, por hábito,
mientras estaba esperando a que ella despertara. Eso es probablemente lo que
pasó. Podía imaginarme a su madre de pie por la ventana, mirando afuera, a
los campos congelados y un cigarrillo colocado con estilo en su mano.
—Bueno —dijo finalmente incomoda—. No creas que hoy voy a ser fácil
contigo, señor, va a ser toda la rutina completa. No quiero que entres a
McArthur la próxima semana y nos avergüences a ambos. —Apartó la sabana
del final de la cama, exponiendo mis piernas y pies—. Se ven bastante bien,
mucho mejor; casi has sanado por completo aquí. —Pasó su mano sobre mi
pierna, donde unas raspaduras habían estado. Podía sentirlo, su toque en mi
pierna. No se sentía totalmente normal, pero podía sentirlo, la ligera presión;
las cosas estaban regresando después de todo. Flexionó mi pierna derecha por
la rodilla y luego la estiró. Mientras la flexionaba otra vez, le ordené a mis
músculos que hicieran el mismo movimiento.
—De acuerdo, ¡eso es algo! —dijo—. Voy a ir a buscar al doctor; quédate aquí.
—Cuando se dio cuenta de lo que dijo, empezó a reírse—. Es decir… sabes a lo
que me refiero. —Se fue de la habitación e intenté otra vez escuchar que
estaba pasando en la puerta de al lado. Pero no escuché nada, lo que
significaba que probablemente la madre de Olivia se había ido. Y ahora ella
podía escuchar todo lo que estaba ocurriendo en mi habitación.
—Por supuesto, está bien. —Kim parecía totalmente nerviosa cuando flexionó
mi pierna izquierda—. West —habló ella en voz alta—. Sólo quiero que lo
intentes y estires esta pierna ahora, como hiciste con la otra. Tanto como
puedas.
—Bueno —dijo Kim rápidamente—. Quizá sólo puede hacerlo con su pierna
126
derecha. Déjeme mostrárselo. —Ella estiró mi pierna izquierda sobre la
sabana y se movió alrededor de la cama.
—Me tengo que ir; regresaré más tarde y lo examinaré cuando tenga más
tiempo —dijo el doctor mientras Kim acomodaba mi pierna derecha.
—Como dije, pasaré después, gracias Sra. Lassig. Continúe con el excelente
trabajo. —El doctor se giró y se fue de la habitación, dejándome con Kim allí,
mirándonos el uno al otro.
—¿Sabes qué? No pasa nada — dijo ella después de un momento—. Lo vi. Sé
que no eres lo suficientemente fuerte para hacerlo otra vez, pero lo vi y creo
que lo estás haciendo estupendamente. —Me dio una débil sonrisa mientras
se inclinaba y estiraba mi pierna repetidamente, flexionando los músculos
dentro y fuera. Dejé mi pierna suelta y permití que sus manos hicieran todo el
trabajo. Sólo esperaba que Olivia no hubiese escuchado demasiado.
Después de que trabajara con mis dos piernas, se movió hacia mis brazos y
cerré mis ojos, no quería ser parte de lo que estaba pasando con mi cuerpo. No
quería averiguar y ver lo que podía sentir, o lo que no podía. No quería que
Olivia tuviera razón. Pero estaba empezando a pensar que quizá la tenía.
Cuando Kim terminó silenciosamente tomó mi carpeta, escribió en ella por
unos minutos y luego se movió al lado de la cama. Debió pensar que estaba
dormido porque se inclinó y tomó mi mano.
Era la hora de las revisiones, pero después de eso, sabía que Olivia estaría
127
dentro para verme. Ella había escuchado lo que el doctor dijo y estaba seguro
de que querría regodearse; no se perdería la oportunidad. Pero después de
que los carros iban arriba y abajo del pasillo y estuvieron estacionados de
nuevo en el puesto de enfermería, el separador permaneció cerrado. Ella no
vino.
—¿Así que, aquí estamos, eh? Esto es todo, realmente estamos haciéndolo.
—No tengo mucho tiempo esta noche. Estoy tomándome el miércoles libre y
el resto de la semana, así que tengo que terminar la propuesta esta noche y
entregarlo mañana. —Mamá miró fuera de la ventana, como si estuviera
hablando para ella misma—. Sólo quería pasar y decir hola a mi dulce chico.
—Me sonrió y colocó su mano en mi frente durante un momento.
—Mañana te sacaran sangre, sólo para asegurarse de que todo esté bien, pero
sé que lo estará. No tienes que preocuparte sobre eso. —Tomó mi mano y se
sentó así, sosteniéndola durante lo que parecía el tiempo más largo—. Oh dios
mío, estoy desvariando, mejor me voy a casa —dijo finalmente, colocando mi
mano de regreso bajo la funda y subiendo la sabana hasta mis hombros—. Te
veré mañana —dijo, besándome en la cabeza—. Lo primero después de la
cirugía, ¡vamos a conseguir un corte de cabello! —Bromeó, empujando mi
cabello hacia atrás otra vez. Mientras dejaba la habitación, escuché
cuidadosamente, esperando escuchar a Olivia moverse de su habitación, para
seguir a mamá por el pasillo. Tenía este terrible presentimiento de que iba a
hacerlo, intentar alcanzar a mi madre en algún momento y confrontarla,
convencerla. Pero en lugar de eso escuché la voz de mamá en el puesto de
enfermeras, hablando con Norris de camino a la salida, una risa y luego
silencio.
Una vez que supe que ella se había ido, fui capaz de relajarme. Quizá Olivia no
haría eso; quizá ella vería mi punto de vista. Quizá después de todo me había
escuchado, había respetado lo que yo quería.
Una vez más, la esperé después de que mamá se fuera, esperé a que viniera a
enfrentarse a mí sobre lo que había escuchado antes. Sobre lo que Kim había
visto y lo que eso quizá significaba. Pero cuando Norris vino con mis
medicinas para la noche, ella aún no había venido. Tenía que venir esta noche,
tenía que hacerlo. Mañana sería mi último día aquí. Ella tenía que venir.
Simplemente no había otra manera.
129
Capítulo 19
Traducido por Helen1
No había visto a Olivia en tres días, aunque parecía más tiempo. Era como si
pudiera sentir su ira a través de la pared, ella todavía estaba muy molesta al
respecto. Me había imaginado que en un día o dos volvería. Pero no lo había
hecho. Ya sabía que ella podía guardar rencor, por la forma en que trataba a su
madre. A veces su madre venía a visitarla y si Olivia estaba enojada con ella no
iba a hablarle. No sé si se hacía la dormida o si ella sólo estaba allí, desafiante
en su cama, pero yo sé que no hablaba cuando estaba aquí. A veces también
daba a las enfermeras e incluso a los médicos el tratamiento del silencio.
Cuando llegué por primera vez aquí, una de las enfermeras había mencionado
el horrible comportamiento de Olivia, su temperamento, diciendo algo así
como Todo un personaje. ¿O estaba hablando de su madre? No podía
recordarlo ahora, pero le sentaba perfectamente. Todo un personaje.
Yo estaba tratando de no dejar que me afectara, pero la echaba de menos y
sentía que tenía que verla antes de irme a la cirugía. Al verla y sentir su apoyo
probablemente me ayudaría a pasar a través de las cosas, pero traté de
decirme a mí mismo que no lo necesitaba, que lo haría bien de cualquier
manera. Porque yo sabía que iba a funcionar. Y luego iba a volver aquí, en mis
propios pies y ella iba a estar impresionada. Además, todo lo que ella pensaba,
que la cirugía no iba a funcionar, que iba a dejarla u olvidarme de ella. Todo lo
que le preocupaba no iba tener sentido, y entonces ella ya no estaría enojada.
¿Cómo podría estarlo?
Me sentaría en silencio en algún lugar, cerraría los ojos e imaginaría cada paso
de la rutina, cada movimiento, donde pedalear rápido, dónde frenar, cómo
inclinar mi cuerpo y lo vería como una película en mi mente. Yo siempre tenía
cuidado de imaginar el final, también, el último momento en que cruzaría la
línea. Era importante imaginar eso, empaparse bien en la sensación que se
obtiene cuando se ha ejecutado algo perfectamente. A veces iría tan lejos
como para imaginar puntuaciones de los jueces, que números iba a ver, que
números yo quería ver. Nunca le dije a Mike lo de esta técnica, pero empecé a
ver algunos cambios en la pista. Cuanto más me concentraba en lo que quería
que sucediera, más sucedía. No era magia, más como la creación de confianza.
Sólo puedes pasar mucho tiempo en la pista, pero cuanto más hagas una
rutina, mejor te sientes al respecto. Así que imaginarla todos los días, incluso
los días en que no podía conseguir estar en mi bicicleta, me daba más tiempo
de práctica, en cierto modo. Cuando había un movimiento muy difícil que
pensaba que no podía conseguir, me concentraría en sólo ese truco una y otra
vez en mi cabeza, hasta que pudiera hacerlo en la vida real. Me di cuenta en el
último concurso, me sentí con más confianza mientras estaba montando: He
hecho esto antes y va ir muy bien. Era como si hubiera engañado a mi cerebro.
Sería capaz de alcanzar y tocar mi propia cara. Sería capaz de mover las
piernas. Yo no sé en qué tipo de terapia física estaría después, así que no podía
realmente imaginarla. En su lugar me vi a mí mismo caminando. Me vi a mí
mismo con Olivia, visitándola aquí, sosteniéndola. Me vi a mí mismo entrando
en el hospital, a través de las puertas correderas de la sala de enfermeras y lo
feliz que la enfermera Norris sería al verme de pie, caminando y saludable de
la manera que solía ser, la forma en que sería de nuevo. La reproducción de la
película en mi cabeza fue interrumpida sólo unas pocas veces, una enfermera
entró y me ató un brazo. Yo sabía lo que venía después y ahora que lo sentía
un poco, lo temía. Pero tal vez esta sería la última vez.
Ella pasó a la siguiente tarjeta, de papá. Él estaría aquí mañana. Había una
tarjeta de Mike con una enfermera caliente en el frente.
—Esta es la que no puedo creer. Llegó ayer. —Mamá la levantó para que yo la
viera. Una gran tarjeta con un bastante regular “Recupérate pronto" en la parte
delantera, pero el interior estaba cubierto de firmas, que debe haber sido un
centenar de ellas, en toda la parte de atrás también.
133
—Es de la clase júnior en Marshall, ¿puedes creer eso? —dijo mamá—.
Algunas personas escribieron pequeñas notas: “te extraño” y “ponte bien
pronto, lindo". ¿Quién escribió eso? —Mamá miró más de cerca la tarjeta para
ver la pequeña firma.
Mamá puso las tarjetas boca arriba al lado de la cama, así podía verlas durante
la noche.
1 Juego de palabras en inglés entre bear (oso), Bearly (apenas) y beary (muy). I can bearly bear (Barely bare:
apenas soportar) the thought of you in the hospital. Get better beary (very: muy) soon!: Apenas puedo soportar
la idea de que estés en el hospital. ¡Recupérate pronto!
Todos nosotros te amamos. —Cogió su abrigo y el bolso y se volvió para irse
antes de que viera las lágrimas.
—Oh, señora Spencer, ¡estoy tan feliz de verla esta noche! —Escuché a Norris
decir justo afuera de mi habitación. Hablaron durante unos minutos en el
pasillo, yo no podía entender todo lo que decían, pero al final escuché a mamá
que gritaba:
—Así que, guapo, hay un rumor de que quieres dejarme, ¿eh? —Ella me sonrió
y me dio un guiño. Después de que inyectara el contenido de la jeringa en la
intravenosa, se sentó a mi lado. Sentí el flujo de drogas hacia el brazo, frío y
rápido. Yo ya me sentía confuso cuando ella se sentó a mi lado en la cama y
tomó una de mis manos—. Voy a echarte de menos, señor West y no es
mentira. Pero estoy feliz por ti. Sal de aquí y vuelve por ahí —dijo en voz baja, 134
mirando por la ventana hacia la oscuridad—. Este no es lugar para los vivos.
E
stoy en el lago, sentado en los acantilados sobre una manta. Hay una
chica conmigo, pero no es Olivia. Tampoco es Allie. Es una chica que he
visto en una película, pero no puedo recordar su nombre. Es bonita,
lleva puesto un traje de baño pasado de moda que le queda bien. Me siento
como si estuviéramos en una película, como si estuviéramos siendo
observados. Hay cámaras.
—Dime otra vez lo que pasó —dice ella y pasa los dedos por mi espalda,
tocando las cicatrices. Me doy cuenta de que hay un hombre de pie cerca de
nosotros; está vestido como si trabajara en el consultorio de un médico, con
135
una bata. Antes de que pueda preguntarle qué está haciendo aquí, dice:
—Vamos. —Ahí es cuando veo a otro hombre que estaba al otro lado de
nuestra manta y juntos levantan la manta, con nosotros sobre ella. Nos
caemos, ella se ríe.
—Esto no está bien —le digo—. ¡Vámonos! —Ella sigue riendo, todo es una
gran broma para ella. Estoy gritando, pero ellos nos cargan y nos siguen
cargando, hacia la orilla, a los acantilados.
Sé que nos van a tirar por la borda. Pero estoy listo. Cuando sueltan la manta,
cae y siento perder mi peso, cayendo. La chica se ha ido, pero me preparo.
Pongo mis brazos en posición, si puedo golpear el agua correctamente, no me
romperé nada. Voy a estar bien. Pero estoy cayendo y cayendo para siempre;
es demasiado. Abro los ojos, sabiendo que voy a ver el agua muy por debajo de
mí y las rocas.
***
—Está lleno de baches aquí, ¿no? —dijo mamá. Era de noche, estábamos
moviéndonos hacia adelante—. Llegaremos pronto, en sólo veinte minutos,
dijeron. —Ella se veía preocupada, con el rostro cansado y arrugado. Desde las
ventanas de atrás podía decir que estábamos en la ambulancia, conduciendo.
El amanecer era rojo y rosa, brillante como un pomelo. Cielo rojo por la
mañana, un marinero advirtiéndolo. Pero no voy en un barco, voy a la cirugía.
¿Qué significa ese cielo rojo?
—Sé que es tu decisión, tu vida. Ahora lo sé, pero hay una cosa que tengo que
pedirte —susurró—. Regresa por mí. No importa lo que pase, regresa por mí.
—Parpadeé que sí rápidamente y vi su cara—. Sin importar lo que pase —dijo
con severidad. Sus ojos eran casi aterradores en mi cuarto oscuro, no podía
ver ninguna emoción en su rostro. Parpadeé de nuevo y se acurrucó a mi lado,
tomando mi mano—. No me dejes aquí. No me dejes aquí, West. Prométemelo.
—Pude oír en su voz que estaba llorando—. Por favor, regresa por mí, regresa
por mí.
La mayoría de las personas que conocía, incluso los adultos, nunca admitirían
que tenían miedo. O que te extrañarían. O que realmente te querían. ¿Por qué
la gente tenía tanto miedo de decir cosas como esas? ¿Por qué yo también lo
tenía? No era algo genial. Mostraba debilidad. Pero eso no tenía sentido. En
realidad mostraba que eras fuerte, que eras real. Me encantaba Olivia por
enseñarme eso. Y no había manera de que fuera a olvidarla, o a no regresar
con ella después de la cirugía, sin importar lo que pasara.
—¡Estamos aquí! —Brillante. Se frotó las manos por la cara y miró su reloj—.
Siete y media, tiempo de sobra.
Mamá dejó de llorar el tiempo suficiente para asentir con la cabeza mientras
se limpiaba la nariz.
—Y así lo haremos —dijo el doctor Louis con una sonrisa rápida—. Las
enfermeras les mostrarán la sala de espera, que está al final del pasillo.
Pueden esperar allí. También les darán un biper para que podamos
comunicarnos con ustedes si están en otro piso; les explicarán todo. En unas
horas, sabremos más. —Entonces el doctor se volvió hacia la persona que
estaba detrás de él—. Llévalo al quirófano, gracias.
—¡Espera! —dijo mamá—. Tengo que decir algo primero. —Ella se inclinó
sobre mí y me miró a la cara—. Estaremos aquí, no puedo esperar a verte
después. Estaremos aquí, West, todo el tiempo, ¿de acuerdo? —Parpadeé que
138
sí y vi el alivio cubrir su cara. Podía decir que de repente era fuerte. Tal vez la
charla del médico había funcionado.
—Ve por ellos, West —dijo papá con torpeza, mientras me llevaban. Una vez
que estuvimos en la gran sala blanca de operaciones, las cosas se movieron
rápidamente. Había cinco o seis personas allí y todos se movían de manera
eficiente, a veces no podía decir quién tenía las manos sobre mí y dónde. Una
persona estaba limpiando mi brazo para pincharme, otro estaba revisando mi
traqueotomía, alguien estaba inyectando una jeringa en mi intravenosa. Todos
hablaban el uno al otro, como si yo no estuviera allí, como si estuviera
dormido ya, o como si fuera invisible.
V
oy a bajar las escaleras mecánicas en el centro comercial. Estoy tan
alto que puedo ver todo. Puedo mirar alrededor y ver a todos, lo que
cada uno está haciendo. Todos ellos son personajes como en un juego
de video, moviéndose afanosamente, como hormigas. Quedarse quieto y mirar
a todos los demás moverse me hace tan feliz, me encanta la sensación de
calma arrastrándose sobre mí. Ni siquiera se me ve. Estoy bajando la escalera
mecánica por mucho tiempo y quiero que dure más y más tiempo. Cierro los
ojos.
***
140
El sol en el lago es tan brillante que incluso con los ojos cerrados puedo
sentirlo venir a través de mis párpados, brillando en el agua, el reflejo como
mini-fuegos artificiales brillantes. Su mano está en mi espalda.
—Dime otra vez —dice—, lo que pasó. —Ella pasa la mano sobre las
cicatrices. Cuando me vuelvo, no puedo ver su rostro. Protejo mis ojos del
resplandor, pero no veo más que la sombra de una chica sentada a mi lado, su
silueta, un recorte negro.
***
Olivia.
***
Un teléfono está sonando.
Mamá.
***
No podía ver, no podía abrir los ojos. Oí ruidos de movimiento, alguien estaba
cerca. Mi mano se acercó a mis ojos y sentí... cinta. Un pedazo grueso de cinta
desde mi párpado hasta la mitad de la mejilla. Intenté quitármelo, pero luego
me detuve. Estoy muerto. Estoy muerto y cuando abra los ojos, estaré en un
ataúd, en una morgue.
—Oh, ¿quieres quitarte eso? —dijo una voz. La cinta se despegó de nuevo
cuidadosamente y vi un rostro, una mujer que no conocía—. Hola, soy Tracy.
Soy tu enfermera. —Hablaba muy despacio y con cuidado—. Estás en el
hospital, acabas de tener una cirugía. —Ella había quitado la cinta fuera del
otro ojo y podía ver la habitación entera—. Estuviste en un accidente. No
141
trates de hablar, tienes un tubo de traqueotomía dentro. Estás respirando por
tu cuenta así que mañana lo quitaremos, ¿de acuerdo? Levanta la mano si me
puedes oír. —Sonrió cuando mi mano se levantó—. Mantén la calma, voy por
tus padres, sólo relájate. —Levanté la mano de nuevo.
Mi mano.
Moví los dedos de mis pies. Doblé las rodillas. Algo se clavó en mi estómago,
con fuerza. Palpé alrededor y encontré un tubo grande, como un tubo de
aspiradora, pegado a mi lado y entrando en mis abdominales inferiores. Me
dolió como el infierno tocarlo.
—Bueno, me dijeron que iba muy bien, pero se siente bien realmente verlo
con tus propios ojos, ¿no? —dijo. Mamá estaba saltando arriba y abajo como
una animadora, gritando de emoción. Se detuvo y trató de serenarse—. ¿Cómo
te sientes? ¿Te sientes bien? —preguntó.
—¿Te duele la cabeza? —preguntó. Señalé mi frente otra vez y luego hice una
señal de pulgares hacia abajo—. Está bien, lo entiendo —dijo mamá.
—Yo sólo voy a revisar todo, West —dijo y volviéndose a mis padres,
continuó:
—¿Entendiste eso, West? —Levanté la mano, pero mi cabeza dolía tanto que
tuve que cerrar los ojos.
—¿Puedes sentir los dedos del pie? —preguntó ella, así que tiré de mis
piernas para mostrarle. El tubo en el estómago realmente dolía, también, así
que lo señalé.
La cabeza me dolía tanto que me sentía como si pudiera ver los sonidos. Con
los ojos cerrados, vi chispas cuando un carrito pasó rodando por el pasillo. En
un minuto, la enfermera estaba de vuelta con algo en una jeringa.
—No sabes lo lindo que es ser capaz de ver que nos diga cómo se siente,
quiero decir, ¡han pasado tres meses! Estoy tan feliz, ni siquiera puedo decirlo.
¿Cuándo dijo el Dr. Louis que estaría aquí?
—Hola, cariño —dijo cuando abrí los ojos—. Te van a llevar en una breve
cirugía sólo para eliminar la traqueotomía y la sonda de alimentación. El
médico dijo que es un procedimiento de quince minutos, a lo sumo, pero ya
estará listo para día de hoy, ¿de acuerdo?
Le di un pulgar hacia arriba. Entonces hice señas de que quería escribir algo al
pretender sostener un bolígrafo y escribir en el aire.
—Oh, ¿quieres escribir? Está bien... —Mamá buscó en su bolso y encontró una
pluma, luego tomó una hoja de la mesita de noche y la sostuvo en alto para
que yo escribiera en la parte de atrás. Mi mano era bastante inestable, pero no
tan malo como lo había sido antes. Escribí Olivia.
—¿Quién es?
Escribí: Mike. Él la conoce. Hospital. Sabía que Mike recordaba a la niña bonita
de la habitación de al lado. Que Mike se lo diga. Estoy bien.
Le di un signo de bien con los dedos al mismo tiempo que dos enfermeros
145
entraban en la sala para llevarme al quirófano.
Los chicos me llevaron por el pasillo y a una sala de operaciones igual a la que
había estado la última vez, sólo que con menos gente. Un hombre con una
mascarilla se inclinó sobre mi cara.
—Hola —le dije a la habitación vacía. Sonaba muy rasposa, no como mi voz—.
Hola. —Lo intenté de nuevo, pero el aire venía silbando bajo el vendaje de la
garganta, por lo que era casi imposible decir nada. Antes de que pudiera
intentarlo otra vez, mamá apareció y papá estaba con ella.
—Te ves bien, amigo —dijo papá, tomando asiento junto a mí—. ¿Cómo te
sientes?
Levanté la mano para hacer una señal, pero luego decidí darle una
oportunidad, tratar de hablar.
—Estoy bien —le dije. Mi voz era baja y ronca, sonaba como un tipo de
susurro escalofriante de una película de horror.
La sonrisa de papá lo decía todo. Mamá se dio la vuelta para que no le viera
llorar, pero sabía que estaba llorando otra vez.
—El médico sólo nos estaba diciendo que si colocas tus dedos aquí. —Papá me
tomó la mano y puso dos dedos sobre el vendaje de mi garganta—, el aire no
sale tanto y puedes hablar un poco más.
—Justo así. —Sonrió papá. Sabía que era difícil para él mirarme, su hijo,
cubierto de vendas, delgado y con el pelo largo y grasiento que se pegaba en la
frente. Su cara se veía dolida.
—Pero también dijo que le darían un par de días para cerrar, no ponen puntos
allí —añadió mamá.
—Oh, sí, envié a Mike a decirle que estás bien —respondió mamá—. Y ella
estaba muy feliz de escuchar eso. —Me dio una pequeña sonrisa—. Estoy
segura de que te va a decir más cuando él esté aquí esta tarde. Creo que estaba
un poco sorprendido de escuchar que la conocías. ¿Y sabes cómo nos sentimos
acerca de Allie....?
—Estoy muy feliz, no puedo decir lo feliz que estoy. No estaba segura de que
iba a funcionar, que te tendríamos de nuevo después de tanto tiempo —
comenzó ella.
El doctor entró con papá detrás de él, una enorme sonrisa en su rostro.
—Muchas gracias, doctor —dijo mamá, agarrando su mano entre las suyas y
sacudiéndola de arriba a abajo—. Gracias.
—¿Vamos? —Él hizo un gesto hacia el pasillo y le siguió. Cerré los ojos, pero
sólo pude escuchar un poco de lo que estaban diciendo. Mirando por una
infección, los medicamentos que estaba tomando. Luego, el médico dijo algo
acerca de “abrumarme”.
—Va a volver a él poco a poco, cuando esté listo. —Estaban hablando sobre el
accidente, porque me acordé claramente de las motocicletas en la cantera.
—Estás bien —continuó diciendo—. Vas a estar bien. —Caí en una siesta
inducida por los medicamente con pensamientos sobre el accidente. ¿Algo
había sucedido que no podía recordar? ¿Algo de lo que ellos estaban
preocupados? Recorrí todo en mi cabeza, viéndolo como una película. La
forma en que me caí. Mike.
Allie llorando y llorando. Podía verlo todo con claridad. Pero lo que no podía
recordar era lo que sucedió después. ¿Cómo llegué hasta el hospital? ¿Acaso
Mike me llevó en su coche? ¿Llamó a una ambulancia? Traté de pensar, pero
allí no había nada. Sólo oscuridad. Ni siquiera un recuerdo borroso. Hasta que
me desperté en Wilson y conocí a Olivia. Todo lo que sucedió antes de eso,
estaba perdido.
149
Capítulo 22
Traducido por Lalaemk
L
os ojos de Mike con sus pupilas grandes esta vez, estaban directamente
sobre mi cara cuando me desperté. Retrocedió rápidamente, como si yo
fuera el monstruo de Frankenstein viniendo a la vida.
—Bueno, eso es algo así como hablar —bromeó—. ¡Es bueno tenerte de
vuelta! —Sacó la silla y se sentó a mi lado—. No puedo superarlo. De verdad
estás bien, cierto, ¿puedes moverte y todo?
Levanté una pierna, luego la otra, como buen estudiante, luego alcé el dedo
medio. Eso es lo que le pasa por llamarme vegetal.
—Así que, no sé cómo preguntarte esto excepto preguntarte: ¿tu cerebro está
bien? —dijo finalmente.
—He aquí por qué lo pregunto. —Mike miró hacia abajo por un momento—.
Debido a que tu madre me dijo que quería que le dijera a Ollie Hudson que
estabas bien. Y así, lo hice, pero hombre, ¿en serio? ¿Desde cuándo?
Perdóname, hermano, pero esa chica es asquerosa. Ella tiene bigote. He oído
que tiene herpes, ahí abajo. —Él señaló su entrepierna.
—No ella. —Negué con la cabeza y señalé la libreta y un bolígrafo que mamá
había dejado junto a la cama. Me habían dicho que no hablara demasiado, pero
era muy difícil tratar de decir lo que quería decir con tan sólo una o dos 151
palabras. Escribí rápidamente: Olivia Kemple, del otro hospital. Pelo negro
largo, habitación de al lado.
Asentí y tomé la libreta de nuevo para escribir más. Había asumido que él
sabría que estaba hablando de ella, no sé por qué. Estúpido error.
—Así que tus padres te dijeron que te visité allí —dijo mientras yo seguía
escribiendo.
—Lo sé. —Tuve que seguir aclarando mi garganta para hablar, no era fácil. Le
devolví la libreta, en la que había escrito más información sobre Olivia y lo que
quería que le dijera.
—West… —Mike empezó a decir algo, luego me miró. Su rostro era demasiado
serio—. Mira, esto es de lo que estoy hablando. No puedes conocer a esta chica
del hospital. Es imposible. Debes referirte a otra persona.
Me cubrí la garganta.
Mike negó.
—Mira, no hay ninguna chica. Debes de como, no sé, haber soñado con ella o
algo así. Todo el mundo en ese piso era un vegetal, incluyéndote a ti.
—West, todo el lugar tenía gente conectada a las máquinas. Lo sé, yo estaba
allí. Fue muy divertido, porque te llevaba algunas canciones para ti, y una vez
esta enfermera…
Lo interrumpí.
—Norris.
—De cualquier manera, ella era como, “Puedes apagar eso”, y yo era como,
“Alguien se quejó”, ¿lo entiendes? Porque ninguno de esos vegetales tenía
problema conmigo tocando… espera, ¿cómo conoces el nombre de la
enfermera? ¿Gran señora?
Le pasé la libreta.
—No... No, no puede ser.
Mamá pasaba por la esquina justo cuando Mike lucía como si fuera a perder la
razón.
—¡Hola, chicos! Es tan bueno verlos a los dos juntos, como en los viejos
tiempos. —Ella sonrió. Mike se puso de pie, con el rostro blanco.
—Díselo —dije.
Mike lo leyó por encima del hombro de mamá y los dos me miraron.
—Oh, Dios mío. —Mamá tenía lágrimas en los ojos—. Espera, tengo que ir a
buscar al Dr. Louis si es que sigue aquí. Esto es increíble. ¡No puedo creerlo!
—No sé....
Negué. 154
—¿Así que puedes recordar a tus padres y amigos visitarte mientras estabas
ahí? —Asentí y él continuó:
—¿Y cosas específicas que te dijeron? —Asentí otra vez. Se volvió hacia
mamá—. Esto no es raro, en realidad, y se remonta a lo que le decía antes. Él
comenzará a tener estos recuerdos, casi como un sueño regresando a ti por la
mañana. Puede que recuerde muchos detalles acerca de un incidente, o de un
día y luego tener varios días o semanas que están completamente ausentes. Es
el caso de un nivel cuatro o cinco de coma, no sabemos mucho acerca de
cuándo son conscientes y cuándo no lo son, pero parece que su hijo tenía una
gran cantidad de actividad cerebral, que a su vez no me extrañaría dada su
edad y su buen estado de salud. —Él me sonrió, y luego palmeó mi hombro—.
Te sorprendería lo que puedes recordar, pero sobre todo sorprenderás a tu
familia y amigos, que pensaban que estaban hablando con ellos mismos. —Se
rió. Mamá y Mike rieron, también, pero no entendía qué era tan gracioso.
Claramente pensaban que había estado en coma o algo, que había estado
durmiendo, pero no lo estaba. Recordaba todo.
—¿Qué hay de cuando Allie y yo tuvimos esa pelea? Cuando ella se quejaba de
mi forma de conducir y luego sólo la dejé ahí, y tuvo que esperar a que la
llevaran, ¿recuerdas eso? —preguntó Mike.
—Y esa enfermera entró, la engreída y era como, “Las horas de visita se han
acabado”, y Allie era como, “Esto es todo por tu culpa”, porque llegamos tarde.
—Mike se detuvo y me miró a la cara, como si buscara el reconocimiento—. Y
entonces ella estaba tratando de hacer parecer como si yo hubiera causado tu
accidente también, como si te hubiera retado o algo, y no le hablé por un mes
después de eso, sólo para que lo sepas.
No lo recordaba en absoluto.
—¿Qué hay del tío John y los chicos, ¿te acuerdas de eso? —preguntó mamá
rápidamente—. Ellos volaron sólo para verte; estarían tan felices de saber que
en realidad los escuchaste y sabías que estaban ahí. —Su rostro era tan
155
abierto y lleno de esperanza, quería decir que sí, pero no podía.
—Está bien, cariño —dijo mamá con calma, tratando de alcanzar su celular. Vi
a Mike sacudiendo la cabeza—. ¿No tienes su número? —le preguntó a él.
Negué.
—Bueno, hay una paciente ahí llamada Olivia Kemple y tienes razón, está en el
cuarto 203, pero cómo sabes eso, no tengo ni idea. —Mamá sacudió la cabeza.
—Si ella estaba en la habitación continua, él fácilmente pudo haber escuchado
su nombre y recordar eso, o tener un recuerdo de voces en la habitación de
ella, la gente hablándole. Hay una variedad de cosas de las que él pudo estar
consciente de otro paciente —comenzó a explicar el doctor.
Cubrí mi gasa.
—Está bien —intervino mamá—, él no puede hablar con ella. West, está en
coma. No la pueden poner al teléfono.
—No —gemí—. No. —Me sentía enfermo. ¿Qué ha hecho? Debió haberse
quitado su tubo de alimentación, haberse hecho algo a sí misma. ¿Qué había
hecho? Luego se dio cuenta de algo repentinamente, ella no pensó que yo
fuera a lograrlo. Hizo algo… trató de matarse a sí misma. No me di cuenta de
que estaba hablando en serio. No me di cuenta.
157
—West. —Mamá tomó mi mano—. Ella está coma, como lo estabas tú. Ha sido
paciente de ahí por dos años.
—No —dije—. La conozco. —Iba a vomitar. Algo se sentía mal. Algo no estaba
bien acerca de la información que me habían dado. Alguien me estaba
gastando una broma. Yo no había estado en coma. Era sólo que no me podía
mover. Olivia no estaba en coma, la había visto: caminando alrededor,
hablándome, a todos.
Y cuando la gente iba a visitarla… ella nunca hablaba. Pero sólo era porque
estaba enojada. Estaba enojada con su mamá, con los doctores. Pero ella
hablaba, a veces, ¿no? No podía recordar. Las cosas no estaban sumándose.
Pero la conocía, conocía su voz, su rostro, su tacto, el olor de su cabello.
—Escribe por ahora, ¿bien? —dijo él, como si yo fuera un niño pequeño—.
Queremos que la incisión sane bien.
—No, ¡quiero hablar con Olivia! —dije con voz áspera—. Llama otra vez.
—Oh, cariño —comenzó a decir mamá, luego se volvió hacia el doctor—. ¿Qué 158
podemos hacer?
—Es normal estar frustrado, West —me dijo—. Intima esos recuerdos que
pondrás juntos, y podrás ser capaz de darles sentido, pero como los estás
teniendo ahora, en pequeños pedazos, estoy seguro que te están confundiendo
y…
—Sólo quiero hablar con ella. —Lloré—. Sólo llámenla. —Comencé a llorar y
no me pude detener. Todo estaba arruinado. Todo por lo que había estado
viviendo, La única razón por la que quería esta cirugía era para estar con
Olivia, para tener mi antigua vida de vuelta, pero con ella. Y ahora ella había
hecho algo terrible. Sólo necesitaba verla—. Sólo llámenla —dije otra vez,
mientras la enfermera volvía con dos ayudantes. Me sujetaron mientras el
médico inyectaba una aguja en mi muslo.
L
as dos semanas siguientes fueron terribles, tal vez las peores de mi
vida. Había querido tanto estar mejor; quería recuperar tanto la
sensación y el movimiento que había deseado eso, me había
concentrado en eso, pensado en hacerlo realidad. Cuando estaba en el
hospital, era lo único en lo que podía pensar. Mejorarme, salir de allí, regresar
a mi antigua vida. Incluso bloqueé las advertencias de Olivia, de mi madre. Me
presioné por esto, tercamente, ciegamente, sin considerar a alguien o a algo.
Pero ahora que estaba aquí, todo lo que quería hacer era regresar. Regresar al
lugar donde Olivia era mi única amiga, donde ver su rostro podría alegrar mi
160
día, donde escuchar su voz era lo único que me mantenía cuerdo. Un lugar
donde pudiera sentir su toque, ella se acurrucaría junto a mí, estaría conmigo.
Porque ahora, eso era imposible. Y si creo en lo que todos me dicen, ni
siquiera sucedió. Pero sé que sucedió.
Mis días estaban llenos, desde ver cartas con un especialista cognitivo hasta
caminar en la cinta para correr y luego pesas, bebidas de proteínas y comidas
llenas de calorías, baños con sales de magnesio y masajes de tejido profundo.
Mamá bromeó con que ya tenía la vida de un pro-atleta, mi cuerpo era la
prioridad. Hacer que funcionara de nuevo de forma normal era la meta. Los
doctores estaban trabajando en mi mente también, pero era claro que lo que
estaba mal conmigo sería mucho más difícil de arreglar. Mi memoria tenía
problemas, grandes espacios de tiempo perdido al estar en coma (o eso me
habían dicho) y daño en mi sistema nervioso central. Tenía visiones de
imágenes perturbadoras algunas veces, cuando estaba quedándome dormido:
una chica ensangrentada tendida en una acera, la cara de un hombre
quemada, cosas de las que no tenía control, visiones que no tenían que ver con
mi vida o mi accidente. Los psicólogos le dijeron a mamá que estaba
“deprimido”.
161
Parecía que mi cuerpo regresaría a la normalidad.
—Eres joven —señalaban todos los terapeutas físicos—. Todo regresará a ti,
memoria muscular.
Dado el lazo sintético que habían usado para fusionar mi vertebra, nunca sería
capaz de tocarme los dedos del pie o atar mis zapatos de pie. Mi cuerpo no se
doblaría de esa manera completamente nunca más. Sería capaz de caminar,
algún día posiblemente sin los movimientos temblorosos que hacía ahora y
sería capaz de sostener un lapicero. Nunca más podría volver a montar de
manera competitiva. Sabía eso y sin embargo, no me importaba. Mi garaje,
lleno de motos y equipo, el equipo que había guardado por meses, los trofeos
y los títulos, todo parecía pertenecer a alguien más. Un niño, un niño estúpido.
Ya no quería nada de eso. Le dije a mamá que se lo diera todo a Mike, si él lo
quería. O lo donara. Nada tenía interés para mí, muchos menos montar.
—Simplemente no entiendo por qué no está más feliz, cuando todos estamos
felices por él. —Se quejó mamá con dolor—. Es como si no entendiera lo
afortunado que es.
Los primeros días, todavía hablaba y preguntaba por Olivia. ¿Era posible que
ella estuviera bien cuando yo estaba allí y luego cayera en un coma cuando me
fui? La respuesta era no. ¿Podría haber estado en el grado más leve de coma,
grado cinco, como yo, y que tal vez estuviéramos más conscientes de lo que
pensaba la gente? De nuevo, no. Entre más preguntaba sobre ella, más loco
parecía. Mamá finalmente llamó al hospital y conseguí las respuestas que
pensé que quería. Se enteró de que Olivia Kemple había estado en coma de
grado uno por dos años. No había manera de que la hubiera conocido ni de
que hubiera hablado con ella. Era imposible. Sin embargo, sabía que había
sucedido. Y tenía que encontrar una forma de estar en contacto con ella,
donde fuera que estuviera. Era así de sencillo. 162
Cuando trajeron a una psicóloga, supe que estaba en problemas.
Interrumpieron mi tiempo de caminata en la cinta para reunirme con ella. En
nuestra primera reunión, hizo muchas preguntas agudas sobre mi tiempo en
el hospital y lo que recodaba. Cuando llegamos a Olivia, traté de contenerme.
Sabía que todos pensaban que había imaginado toda nuestra relación. Eso no
sucedió, fue un sueño. Y hasta que pudiera probarles lo contrario, hablar de
Olivia me haría sonar como un loco. Tal vez lo estaba. Pero luego me rendí.
Porque si no podía decírselo al psicólogo, ¿con quién más podría hablarlo? Tal
vez ella sabía algo que yo no. Tal vez tenía una clase de explicación sobre
cómo habría podido pasar esto. Como me había enamorado de una chica que
nunca había conocido.
—Olivia.
En el momento que dije su nombre, finalmente no pude contenerme así que
dije toda la historia. Todo. Cómo nos conocimos, lo cruel que fue cuando nos
conocimos, cómo me ayudó a comunicarme y a escribir. Las caminatas a
media noche, la sala de televisión, las cosas que me mostró en la computadora.
Lo enojada que estaba cuando me fui. La doctora escuchó atentamente sin
hacer preguntas o interrumpir. Nunca dijo “eso no pudo pasar”.
Cuando terminé, miré mis pies y a los estúpidos aparatos de velcro que habían
puesto en ellos para ayudarme a caminar.
—No quiero estar aquí, quiero estar ahí, con ella, si tiene sentido.
Sentí lágrimas viniendo a mis ojos. Ella tenía razón. Obtuve lo que quería, lo
que pensé que quería, pero ahora no lo quería o no se había vuelto verdad de 163
la forma en que pensé que sería. Había querido que todo regresara a la forma
como era. Pero ya no había forma de regresar ahí. Esa vida se había ido. Ahora
esta era mi vida.
—Te diré lo que creo que pudo haber sucedido y luego podemos trabajar en
cómo llegar a la misma página, ¿está bien? Creo que cuando estabas en el
hospital, te encontraste en una situación tan irreal, en circunstancias tan
terribles, que creaste otra realidad, una vida de fantasía a la cual podías
escapar. Necesitabas un amigo, alguien que pudiera entender cómo era. Y
luego apareció Olivia. —Dejó de hablar por un minuto y simplemente me
miró, asegurándose de que sus palabras estuvieran entendiéndose. Así era—.
Estar con Olivia te ayudó, ¿verdad? Ella te ayudó. —La doctora miró a sus
apuntes en su regazo—. Dijiste que era tu única amiga verdadera, la única que
entendía cómo era para ti. ¿Es verdad?
Asentí. Lo que ella decía sonaba bien, pero también sonaba loco. Porque eso
significaría que yo había inventado a Olivia. Que ella no era real. Que todo lo
que había pasado entre nosotros era una fantasía, algo fingido. Y eso no lo
podía creer.
Tuve que pensar por un minuto y entonces, de repente, me llegó. El sueño del
hombre atacando la chica. Le dije a la doctora lo de la serie de sueños sobre la
chica, sobre el hombre hiriéndola. Sobre yo convirtiéndome en él.
—Tuve este sueño varias veces, era siempre el mismo hombre. Y todavía
puedo ver su rostro.
Ella asintió.
—No sería sorprendente para mí saber que el hombre con el que soñaste era
una persona real, tal vez una persona mayor en el hospital, un enfermero o
incluso un doctor. Alguien a quien le viste el rostro y lo metiste en tus
pensamientos. —Ella se detuvo para que yo lo pensara, pero no pude recordar
164
ver a este hombre en el hospital—. Piensa en el sueño. Una mujer está siendo
atacada. ¿Qué significa eso?
Lo pensé.
—Ella está siento herida, está siendo forzada… —No sabía la respuesta que
estaba buscando la doctora.
—Sí, ella está siendo herida y forzada. No puede detener a su atacante. Está
indefensa. Muchos de los procedimientos que te hicieron cuando estabas en
coma fueron invasivos, dolieron, pero tú estabas indefenso para detenerlo,
¿verdad?
—En verdad, siempre estaba ahí observando, pero estaba atado, no podía
ayudarla. Mis manos estaban… Estaba indefenso. Incluso cuando ella gritaba
por ayuda, llorando…
—Me gustaría que pensaras en los procedimientos que te hicieron, incluyendo
el más reciente. Cuánto sentiste que no estabas en control de tu propio
cuerpo, cuánta otra gente te controló, te hizo cosas que no pudiste detener y
cómo se sintió eso. Algunas veces consciente de eso, una enfermera
poniéndote una inyección, manipulando tu cuerpo…
Pero cada vez que empezaba a pensar que tal vez podría haber sucedido de
esa manera, veía el rostro de Olivia, su bata blanca encintada contra su
pequeña cintura, esos grandes ojos oscuros. Esa vez cuando se puso brillo de
labios, cuando su cabello estaba suelto. La podía ver tan claramente, sentir su
aliento en mi rostro, su beso en mis labios, supe que ella era real. No podría
haberla inventado. No la inventé.
—¿Así que le hablaste a Olivia sobre los sueños y ella también te ayudó con
esto? —Cuando dije sí, la vi escribir algo en los papeles que mantenía en su
regazo. Sin levantar la mirada, continuó:
—Quiero que sepas que puedes seguir hablando de Olivia conmigo y no tienes
que sentirte incómodo. Entiendes eso, ¿cierto?
—Sí —dije—. Seré honesto, quiero creer que tiene razón respecto a ella. Parte
de mí piensa que podría tenerla, pero la otra simplemente no puede creerlo.
Simplemente no puedo dejarla ir —expliqué.
—Tal vez porque temes que los tiempos difíciles no hayan terminado. Y va a
ser difícil regresar a tu antigua vida, ¿verdad? Me has dicho antes que casi
quisieras regresar ahí, al hospital, en vez de enfrentarte a esta vida que está
frente a ti, ¿cierto? —Cuando asentí, ella continuó:
—Tal vez es más fácil mantener ese amigo por un rato más, por si acaso.
Cuando estés listo para dejar ir a Olivia, lo sabrás.
No pensaba que alguna vez estuviera listo para dejarla ir, la idea de Olivia,
incluso si tenía razón. Pero esperaba que algo pasara rápido, una clase de
realización, de una u otra forma, antes de que todos a mi alrededor
comenzaran a creer que estaba loco. Incluyéndome a mí.
Capítulo 24
Traducido por LizC
D
espués de dos semanas de ejercicios todos los días, por fin sentí que
estaba llegando a alguna parte, como si estuviera moviéndome hacia
adelante. Tenía bastante fuerza en la parte superior del cuerpo; podía
levantar objetos de más de cuatro kilos y medio y sostener un lápiz durante
quince minutos. Escribir en el teléfono seguía siendo duro, sobre todo los
pequeños botones en mi teléfono, acostumbrarme a ellos correctamente me
tomó mucho tiempo, así que cuando le enviaba algún mensaje a Mike o a Allie,
por lo general estaba lleno de faltas de ortografía. Probablemente me hacía
parecer como si mi lesión cerebral fuese peor de lo que realmente era. 167
Mi mente estaba volviendo también, pero los médicos dijeron que sería más
lento. Le tomó un tiempo a los tejidos regenerarse y me había hecho algo de
daño cuando choqué. La mayoría era cuestiones de la memoria a corto plazo,
salía de la habitación y caminaba por el pasillo y luego olvidaba a dónde iba y
por qué.
—Tu equipo piensa que sería bueno para nosotros salir en un pequeño viaje
de campo, tal vez a comer o a tomar un helado —me dijo mamá un día que
estaba de visita—. ¿Qué piensas tú?
—Dos para el almuerzo —dijo mamá y nos llevaron a una mesa en donde
pudimos ver a lo largo de las montañas.
—La nieve empieza a derretirse —señaló mamá. Ella tenía razón, en las cimas
de las montañas, las manchas blancas estaban desapareciendo. Ya era casi
abril. La escuela acabaría muy pronto, luego el verano. El lago, salir con los
amigos. No estaba preparado para hacer frente a nada de eso.
—Tenemos toda la tarde. Les dije que también te iba a llevar a por un corte de
pelo, ¡pero sé que preferirías no hacer nada de eso!
Después del almuerzo, me quedé fuera mientras ella sacaba el coche y luego
nos dirigimos a Wilson, a unos veinte minutos de distancia del centro de
rehabilitación. Mamá hablaba todo el tiempo acerca de cómo había hecho que
alguna compañía fuera a la casa para conseguir que todo estuviese listo para
mí la próxima semana. Barras en la ducha, para así poder sostenerme de pie,
algunos equipos de ejercicios en el estudio para que pudiera continuar con mi
terapia física los fines de semana. Ella estaba muy emocionada. Pensé en mi
habitación y el tiempo que había pasado desde que la había visto. Estaba
seguro de que estaría igual, pero yo estaba volviendo a ella tan diferente. 170
Habían pasado tantas cosas desde la última vez que dormí en esa cama. Me
sentía como otra persona. Otra versión de West.
—No creo que tengamos que registrarnos; no estamos aquí para ver a un
paciente —le explicó mamá al hombre detrás del mostrador—. ¡Oh, hola,
Cheryl! —Ella saludó a alguien al otro lado del pasillo, en el puesto de
enfermeras.
Cuando levanté la vista, reconocí a la puta enfermera, ahora con una gran
sonrisa en su rostro como si estuviera tan feliz de verme.
—¡Tan alto y guapo! Te echamos de menos por aquí. Míralo, ¿puedes creerlo?
—Ella agarró el brazo de mamá—. ¡Debes estar muy contenta!
—Tu madre me dijo que quizás vendrías hoy, así que cambié mi turno para
poder verte. —Su enorme sonrisa se sentía como un rayo de sol—. Ven aquí —
dijo ella, tirando de mí en un abrazo. Cuando me soltó, vi lágrimas en sus
ojos—. No puedo creer lo que estoy viendo. ¿No has llevado a este chico a un
corte de pelo todavía? —Bromeó con mamá. Norris empujó mi pelo fuera de
mi cara.
—Siempre hacías eso —le dije—. Siempre empujabas mi cabello fuera de mis
171
ojos...
—¡Oh! —Se cubrió la boca—. ¿Yo...? ¡Debo haber estado quejándome! ¡Oh,
quién sabe qué otra cosa te dije! ¡Pobrecito! —Ella envolvió su brazo
alrededor de mi cintura y la apretó con fuerza—. Es todo un hombre alto,
fuerte y apuesto, ¿cierto? —le dijo a mamá y a la enfermera Cheryl.
—Él lo ha estado haciendo muy bien, vuelve a casa la próxima semana —les
dijo mamá.
—Bueno, hay alguien más que quiere verte. Sra. Spencer, ¿se acuerda del Dr.
Yung? —dijo la enfermera Cheryl, rodeando el escritorio.
—Sí y me encantaría verlo —dijo mamá, siguiéndola por el pasillo—.
Enseguida vuelvo —dijo por encima del hombro hacia mí y Norris.
—Oh, por supuesto, cariño. Todavía está vacía, vamos. —Ella me llevó al otro
lado del pasillo y dos puertas más abajo a la izquierda, se detuvo—. Esta es. —
Pasó el interruptor de la luz. Era como la recordaba. La pared de ventanas. La
silla de plástico verde junto a la cama.
—Todas las máquinas se han ido —señalé. Sólo las camas y las sillas estaban
en la habitación.
—Quédese aquí, señor —me dijo Norris mientras se movía por el pasillo para
ayudar a la otra enfermera. Se detuvieron en el carro, tratando de volver a
colocar una rueda suelta sin tirar todo lo que estaba encima. Estaba lleno de
suministros médicos que reconocí: tubos y jeringas, vendas y frascos de
pastillas. Sería un lío para limpiar. Me moví algunos pasos hasta ellas, de
forma automática, para ayudar si podía, pero me detuve cuando me di cuenta
de a donde me estaba moviendo, donde estaba de pie. El lugar en el que no
quería estar. Fuera de la habitación 203. Yo estaba fuera de su habitación.
Pero no era su habitación. Porque no existía la chica de mi cabeza. Yo la
inventé. Alejé mis ojos de Norris por un segundo y poco a poco volví la cabeza
hacia la izquierda, aterrado de lo que podría ver. Había alguien en la cama.
Había máquinas, un ventilador, monitor cardíaco, vía intravenosa, todo lo que
tenía alrededor de mi cama cuando yo estaba aquí. Ver todo esto provocó que
una oleada de náuseas enfermiza me recorriera. Nunca quería estar en un
hospital otra vez.
Di un paso en la habitación y luego otro, en silencio en mis muletas. Sólo podía
ver las piernas debajo de una manta cuidadosamente puesta. La cortina verde
alrededor de la cama estaba empujada hacia adelante sólo un poco, lo
suficiente para que yo no pudiera ver quién estaba allí. Pero tenía que verlo.
Sabía que no sería ella. Pero yo sólo tenía que estar seguro.
Di un paso alrededor de la cortina y levanté los ojos. Era una chica. Una chica
joven. Con el pelo corto y oscuro y piel pálida. Podía oír a mi propio corazón
latiendo en mis oídos, pulsando. Me olvidé de respirar. Era Olivia. Pero no. Su
cabello había sido cortado. Algo le había pasado a su cara. Era más suave de lo
que sabía que era; una mejilla tenía una larga cicatriz color salmón corriendo
a través de ella. Su nariz ya no era una línea recta, sino torcida, sólo un poco.
Pero ella todavía era hermosa. Mi Olivia. Me acerqué a ella, escuchando el
monitor cardíaco resonar el ritmo de su cuerpo. Ella era real y estaba viva.
Llegué hacia delante y toqué su pequeña mano blanca. Estaba caliente.
—¿PEV?
—¿Y qué pasa con ella? —pregunté, temiendo que ya supiera la respuesta.
—No, ella no tiene ninguna actividad cerebral. Es muy triste, ¿no? Es por eso
que creo que eres un milagro. Siempre deberías recordar eso, ¿de acuerdo?
Olivia era real. Había ocurrido. Pero ella nunca se despertaría. La chica que
conocí, la chica de la que me enamoré no estaba viva, era un fantasma. Su
cuerpo estaba en la habitación de al lado, pero realmente no estaba aquí.
Nunca vería a Olivia, mi Olivia, otra vez.
174
Capítulo 25
Traducido por Whiteshadow
—No sabía que sería tan perturbador —explicó Norris—. Creo que él solo está
feliz, ¿verdad? —Norris puso su mano en mi espalda.
175
—Es hora de irnos, van a estar preguntando dónde estamos —dijo mamá
secamente. Me tocó el brazo, pero me aparté.
Norris podría decir que mamá estaba enojada, pero sólo se quedó tranquila.
—¿Qué estabas haciendo ahí? —preguntó mamá enojada, tan pronto como
estuvimos fuera del alcance del oído.
Así que sabía su nombre. Así que yo sabía cómo se veía antes. Mamá iba a
encontrar alguna manera de explicarlo. El psicólogo tendría un nuevo
diagnóstico. Ver a Olivia no cambió nada para nadie más que para mí. ¿Cómo
podrían entenderlo? Nadie podría. Nadie más que Olivia y yo.
—Yo... yo no sabía dónde estabas. —Hizo una pausa para sonreír y decir adiós
al guardia en la recepción y luego volvió a regañarme—. Me has asustado,
estaba buscándote.
—Está bien. Voy a buscar el coche —dijo mamá—. Quédate aquí. —Ella me
176
miró fijamente.
—No voy a moverme. —Le fruncí el ceño. Hasta aquí nuestra primera salida.
Miré a la mujer para ver si ella había escuchado algo de nuestra vergonzosa
pelea y me di cuenta de que la había visto antes. El pelo oscuro, largo abrigo.
—Hola —dijo después de que hubiera estado mirándola fijamente por unos
momentos. Me había olvidado de su hermosa voz, la cadencia de su acento
francés.
—¿Estás visitando a alguien? —Hizo un gesto hacia la puerta. Cuando dije que
sí, ella continuó:
—También yo. Probablemente por eso te parezco familiar. —Su sonrisa era
tan parecida a la de Olivia que me sobresaltó—. ¿Cuántos años tienes? —
preguntó, apagando el cigarrillo en la acera con su talón.
—Diecisiete.
Ella asintió.
—Oh. —Tenía en la punta de la lengua decir lo sé, conozco a su hija. Podía ver
el coche de mamá circulando cerca, adentrándose en la zona de descenso de
pasajeros. Tenía que hacer esto rápido y no demasiado obvio.
Ella asintió.
Se aclaró la garganta.
Olivia no tenía un desorden alimenticio. Eso no era por lo que estaba allí. Por
supuesto que no. Ella nunca me dijo lo que le había sucedido. No quería
pensar demasiado en ello. Pero yo lo sabía. De alguna manera, yo siempre lo
había sabido.
—Creo que tu transporte está aquí —dijo la madre de Olivia—. Fue un placer
conocerte. —Se inclinó y pude ver que sus ojos eran exactamente los mismos
que los de Olivia, mismo color, misma forma, pero con pequeñas arrugas
alrededor de ellos—. Soy Sophie. —Se quitó su guante y estiró la mano a la
mía. Dudé, preguntándome si debería inventar un nombre, no decirle la
verdad.
—Bueno, West, hasta que nos encontremos de nuevo. —Sabía que mamá nos
observaba, por lo que rápidamente me di la vuelta y me dirigí al coche. Mamá
salió y puso las muletas en el asiento trasero. Vio como la madre de Olivia
pasaba por la puerta corredera, de nuevo al hospital.
—No, sólo una mujer. —A medida que nos alejábamos, miré por la ventana
178
hasta que el hospital desapareció en el horizonte. Se sentía como si una parte
de mí hubiera sido dejada allí y no había manera de que pudiera recuperarla.
—Tal vez no fue tan buena idea... deberías mencionarle esto al psicólogo... —
Todas sus palabras estaban mezcladas, no me importaba lo que ella estaba
diciendo. La sensación de malestar en el estómago era la realidad. Nadie, ni
mamá, ni el psicólogo, ni Norris o Mike. ni siquiera la madre de Olivia iban a
ser capaces de ayudarme a salir de esto.
Nadie podía entenderlo. Nadie me creería. Estaba solo. Pero sabía una cosa: no
estaba loco. Esto había ocurrido. Olivia era real. Y nadie iba a llevarla lejos de
mí.
Capítulo 26
Traducción SOS por Vanehz y Otravaga
A
l día siguiente, cuando la psicóloga vino para nuestra cita, yo ya estaba
listo para ella. Sabía que mamá probablemente ya había hablado con
ella, o los otros doctores y le habrían dicho lo que pasó ayer en hospital,
cómo había enloquecido, llorando al ver mi vieja habitación. Ellos no sabían
toda la historia, pero realmente no importaba. No podía esconder mi reacción
de ayer, pero ahora estaba listo para explicarla de cualquier forma.
En la máquina andadora, aquella mañana, había caminado sin usar las barras.
Sólo caminé con abrazaderas, pero aun así. Esto era un progreso. Y mientras
pensaba en lo que pasó ayer, en lo que había visto en el hospital, me di cuenta
179
de algo. Nadie había estado donde yo había estado. Nadie más, ni mis padres,
mis amigos, ni doctores, ni psicólogos, ninguno de ellos sabía lo que había
pasado. Cómo era estar en coma. Qué cosas había visto, hecho o sentido. Quién
estaba allí conmigo. Ellos no lo sabían. Y tratar de explicárselo sólo los haría
pensar que estaba loco. Que necesitaba ayuda. Me mantendrían aquí más
tiempo, pensando que no podía regresar a casa o a la escuela. Así que
necesitaba actuar como ellos querían que actuara. Parar de hablar de Olivia.
Actuar como si hubiera olvidado todo eso. A ella. Era la única forma de salir de
aquí y seguir con lo que necesitaba hacer. Le había hecho a Olivia una
promesa, que regresaría por ella, sin importar nada más. No sabía qué
significaba, pero tendría que entenderlo. Y estar atascado aquí, o peor aún, en
un manicomio, de ninguna forma iba a hacerlo. Resolví ser el más normal, feliz
y animado paciente antes en coma que nadie había visto. Iba poner una
sonrisa en mi rostro y actuar como si todo estuviera de maravilla. Esa era la
única forma.
Tomé una ducha y me vestí para sentarme con la psicóloga. Sabía que no
podía ser demasiado forzado, demasiado feliz, pero estaba listo para decir lo
que ella necesitara oír. Y funcionaría.
—Tu madre me dijo que ayer visitaste el Centro Wilson. ¿Quieres hablar sobre
eso?
Le expliqué cómo era eso, las sobrecogedoras emociones que sentí al ver mi
habitación. Pero lo feliz y agradecido que estaba de estar mejor, de haber
salido.
—Puede ser muy emotivo ver a esos otros pacientes allí, los que están en
situación similar a la que estuviste. ¿Crees que fue el verlos lo que te hizo
sentirte de esa manera?
—Y la otra noche, ¿algún sueño? ¿Volvió ese sueño del hombre atacando a
alguien otra vez?
180
Sacudí mi cabeza.
—Realmente, no he tenido ese sueño desde que dejé el Wilson. Supongo que
sólo lo tenía allí.
—Creo que no has tenido ese sueño desde tu cirugía, desde que recobraste el
control de tu cuerpo. Cuando perdiste ese sentido de impotencia, el sueño se
detuvo al mismo tiempo.
Podía decir que ella estaba realmente complacida consigo misma, con su
historia. Y realmente, estoy seguro de que lo había sacado de alguna teoría de
psicología. Pero ella no sabía toda la historia.
—Sí, no había pensado en eso —le dije, tratando de lucir pensativo—. Eso
realmente tiene sentido.
—Me he enterado de que la semana que viene serás un paciente externo, así
que sólo te veré una vez por semana, el miércoles.
—Pero West, quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti y si sientes que
necesitas hablar más que eso, podemos incrementar tus sesiones a dos veces
por semana. Además puedes llamarme si encuentras que la transición a la vida
en casa es más dura de lo que pensabas. Tu madre tiene mi tarjeta con mi 181
línea directa en ella. Úsala si lo necesitas, ¿de acuerdo?
Asentí y traté de parecer muy serio, pero por dentro estaba celebrándolo. Sólo
una vez por semana, podía hacerlo. Podía aguantar.
—Sí, es bastante patético que habiendo estado en coma todavía sea mejor que
tú en las cartas —señalé.
—Oh, venga, chico coma —dijo Mike, repartiendo las cartas para una
183
revancha. Al final de la tarde, yo había ganado nueve veces, él siete, así que
estábamos muy cerca, pero aun así… me estaba sintiendo muy bien y eso
debía haber estado claro. Cuando Mike se estaba yendo me atrajo en un
abrazo fraternal y luego vaciló en la puerta—. Mira, no es para que te pongas
todo romántico ni nada, pero me alegra que hayas vuelto. Me alegra que seas
como “tú” una vez más. —Mike se veía avergonzado.
Mike asintió.
—La primera vez que despertaste, dabas miedo, así como miedo en serio,
porque habías parecido normal, pero entonces no lo estabas… y yo estaba
preocupado. —Su rostro se puso serio—. Pero ahora, quiero decir, te están
dejando ir a casa, ¿no?
1Spit: también denominado Slam o Speed, es un juego de dos jugadores cuyo objetivo es deshacerse de las
cartas lo más rápido posible. Los jugadores no se turnan, es necesario tener velocidad física y estar en un
estado de alerta para jugar más rápido que el oponente. El juego se termina cuando las cartas de uno de los
oponentes se acaban.
Parecía como si dudara de sí mismo, así que tuve que tranquilizarlo.
—Mañana. Creo que estoy listo. Ha pasado un largo tiempo desde que me he
sentido normal, así que gracias por notarlo.
Mike sonrió.
—Estoy tan feliz por ti —dijo ella, sonriendo a su torcida manera. Yo también
estaba feliz por mí.
—¿Quieres parar a comer? —ofreció papá, subiendo tras el volante del auto
de mamá.
—Yo creo que sólo quiero volver a casa —admití y mamá me dio una rápida
sonrisa.
Mamá y yo acordamos que eso sonaba bien y que nos reuniríamos en nuestro
restaurante italiano favorito más tarde. Otra cosa buena resultado de mi
accidente era que mamá y papá se llevaban mejor de lo que lo habían hecho en
años. Se llevaban mejor de lo que alguna vez los había visto, en realidad. Era
bastante impresionante verlos pasando el rato, tenía que admitirlo.
—Aunque, ¿sabes qué? —explicó mamá—, también voy a tratar de usar estas
cosas. ¿Por qué no, verdad? Debería ponerme en forma también. —Me
preguntaba cuándo, entre su trabajo y llevarme trabajosamente de ida y
vuelta a la terapia física, ella iba a tener el tiempo, pero luego me di cuenta de
que sólo estaba tratando de hacerme sentir mejor acerca de los gastos que
había tenido que hacer—. ¿Quieres ver algo de televisión, o descansar…?
—Creo que voy a ir a acostarme, si eso está bien —dije—. Me siento bien; sólo
quiero tomar una siesta si vamos a salir esta noche.
Mamá sonrió.
Negué con la cabeza. Esto era algo a lo que el médico nos había dicho a ambos
que estuviésemos atentos, pero hasta el momento mi cabeza se había estado
sintiendo bien. Fui a mi habitación y cerré la puerta detrás de mí. No podía
186
creer lo bien que se sentía el sentarme en mi propia cama, en mi propia
habitación, con mi portátil. Respiré hondo y empecé a hacer algunas
investigaciones, escribiendo lo más silenciosamente que pude para que mamá
no me escuchara.
2Pilates Reformer: Se trata de un aparato similar a una cama sobre la que se desliza una plataforma que se
mueve a lo largo de ella mediante raíles. Su sistema de resortes, agarres, poleas y muelles proporcionan una
resistencia variable y permite combinar diversos tipos de ejercicios ideales para mejorar la condición física.
de un autobús. Al día siguiente, un sospechoso de veintisiete años de edad
había sido detenido, pero su nombre no fue revelado. Un artículo a los pocos
días registraba a la víctima como estabilizada en coma. Este tenía el nombre
del atacante porque había sido acusado del delito: Thomas Mason. Una vez
que encontré su nombre, fue fácil encontrar sus documentos de sentencia y
donde cumplía su condena.
Así que él era real, una persona real. No sólo alguien de mis sueños. Un
hombre de verdad, metido en una prisión. Traté de imaginarlo, lo que estaba
haciendo en estos momentos.
—West, cariño, ¿estás bien ahí dentro? —Mamá llamó suavemente a la puerta.
Eché un vistazo al reloj y me sorprendí al ver que había estado en mi
habitación durante dos horas.
Ese fin de semana, Mike y Allie vinieron a cenar el sábado por la noche. Mamá
pidió una pizza, pero en general se mantuvo fuera de nuestro camino. Jugamos
un poco a la Xbox y vimos un DVD que trajo Mike.
—En serio, ¿quién creyó que esto era una buena idea? —preguntó Allie,
sosteniendo la caja. Mostraba a dos adolescentes, una chica y un chico,
corriendo por una calle oscura de una forma un poco siniestra detrás de ellos.
A pesar de que Allie dijo que se iría al segundo en que pusiéramos la película,
de alguna manera la convencimos para pasar el rato. Tenía que estar en casa
temprano y me dio la sensación de que estaba feliz de irse a unos veinte
minutos en la película, de todos modos estaba mirándola por detrás de sus
manos la mayor parte del tiempo. Mike se estaba quedando más.
—Esa es la cosa, tiene que ser durante el día, así que... —Odiaba pedir a Mike
que faltara a la escuela para ser mi chofer, pero él era la única persona en
quien podía confiar.
—¿A dónde tienes que ir? ¿A hacer tu entrenamiento? —Mike actuó como
levantando algunas pesas, le gustaba bromear conmigo acerca de la terapia
190
física, aduciendo a que sólo estaba tratando de realizar un gran momento. Lo
llamaba "ir al gimnasio" y siempre estaba pidiendo ver mis músculos del
brazo.
—Está bien —dijo—. Pero vas a tener que decirme a donde te estoy llevando.
Quiero decir, a menos que pienses que pueda conducir con los ojos vendados.
—No, yo no lo conozco. Mira, no puedo decir más. Sé que suena raro. Y sé que
estoy pidiendo un favor, pero esto es algo que tengo que hacer. ¿Estás dentro
o no? Voy a pagar la gasolina.
Mike pensó por un segundo.
—Ya sabes, cada vez que pienso que has vuelto a tu antiguo yo, haces algo tan
extraño.... —Él negó con la cabeza—. No sé nada de esto.
—Te lo explicaré todo más tarde —le dije. Pero en el fondo, sabía que
probablemente nunca lo haría—. Sólo necesito comprobar algo. Entonces
podré decirte más.
—¿Estás seguro de que estás bien, igual que, del cerebro y todo? ¿Esto no es
un engaño o lo que sea, como lo que tenías antes?
Asentí.
—Algo así, sí, estoy solo, todavía no estoy seguro de estar listo para hablarles
a todos acerca de eso. ¿De acuerdo?
Miré a mis pantalones anchos y camiseta suelta. Aún se podía contar cada
costilla.
***
Había impreso las direcciones a la cárcel, que estaba a casi una hora de
distancia. Mike llegó preparado con aperitivos y una nueva mezcla de
melodías. Si no hubiera estado ansioso por dónde íbamos, en realidad habría
sido un viaje divertido. Me di cuenta de que Mike habló de todo, excepto de a
dónde nos dirigíamos y por qué, mientras conducía por la carretera. Mike
mencionó una fiesta en casa de Cindy ese fin de semana.
—Es mañana, ¿crees que...? —Él me dio una mirada escéptica, sabiendo que
mi madre me había estado tratando como a un niño de cinco años
recientemente.
Negué con la cabeza. Con todos los medicamentos que estaba tomando, no
podía beber. No es que eso tuviese ningún interés para mí. Escapar de la
realidad no era una prioridad en este momento, me sentía como si acabara de
regresar a ella.
—Sí, este fin de semana no. Si me pillan hoy, podría estar castigado por un
rato de todos modos —bromeé.
A medida que nos acercábamos a la salida que teníamos que tomar, Mike
estaba más tranquilo, menos animado. Sus manos estaban firmemente en el
volante y se veía tenso, inclinándose hacia adelante en su asiento.
—Y bueno, ¿cuánto tiempo crees que vas a estar ahí? —preguntó finalmente.
193
—No mucho —le dije. Por lo que había leído en internet sobre la prisión, de
lunes a viernes la visita era bastante ligera. Los fines de semana, podría
tomarme horas para llegar a través porque es cuando todos iban. Fuimos en
coche hasta la puerta de visitantes y un guardia se asomó, sorprendiendo a los
dos.
—Estamos aquí para visitar a alguien... —le dije rápidamente, oyendo mi voz
subir. Sonaba como un niño asustado.
—Probablemente voy a estar en la oficina hasta las dos o así y después tengo
que mostrar una casa, ¿crees que estarás bien hasta entonces?
Le dije que podía trabajar más tarde si quería, que estaba absolutamente
genial y realmente disfrutaba del tiempo solo, lo que creo que la hizo sentir
mejor.
—Entonces te veré en la cena esta noche —dijo con cautela—. Pero me llamas
si surge algo.
—No, puedes esperar aquí. Realmente no voy tardar tanto. —Comprobé para 194
asegurarme de que tenía el número de identificación de la prisión de Thomas
Mason y mi billetera en mi bolsillo trasero antes de salir—. Nos vemos en un
rato —le dije. Parecía aterrorizado, como si estar tan cerca de la prisión
significara estar a punto de ser arrestado. Probablemente estaba pensando en
el consumo de alcohol que había hecho y haberse salido con la suya, por no
hablar de otras cosas ilegales.
—Hey, ¿dónde están las cosas de tus piernas? —Mike se dio cuenta cuando
salí del coche de que había dejado los voluminosos aparatos ortopédicos en
casa. Casi no los necesitaba más.
—Se supone que debo tomar un día libre de vez en cuando —mentí—. Algo
sobre que mis músculos se estabilicen por sí mismos.
—Firme. —Me deslizó un portapapeles con una hoja. Firmé con el nombre de 195
Derek Mitchell y lo deslicé hacia él—. Identificación —dijo el hombre. Tomé la
identificación falsa de mi cartera y se la di. Podía sentir el sudor formándose
en mi frente, pero no me atreví a limpiarlo. El hombre vio la licencia y, sin
siquiera mirarme, me la devolvió—. Te llamarán de la sala de espera —dijo.
Me dirigí hacia donde vi que la gente antes de mí en la fila había caminado, a
una habitación de la entrada principal con un cartel que decía ESPERE.
—Sí, gracias —murmuré, tratando de actuar como si hiciera esto todos los
días. Caminé lentamente al espacio que había señalado, pero de alguna
manera sabía lo que vería.
El largo y sucio cabello, ojos salvajes y la cara con marcas de viruela. Lo
conocía bien. Sabía que sería él.
Y lo era. Pero su cabello se había ido, ahora reemplazado por un corte de pelo.
La piel estaba maltratada. Aunque ahora tendría que tener treinta años, su piel
lucía como la de un adolescente. Y sus ojos eran los mismos. Tal vez peor de lo
que lo recordaba.
Estaba sorprendido porque nunca había pensado cómo sería esto, teniendo
una verdadera conversación él. Por alguna razón, sólo había imaginado verlo,
confirmando lo que ya sabía. 197
—Soy un amigo. Un amigo de Olivia Kemple —dije.
—Bueno, ahora me has visto. ¿Feliz? —Se inclinó contra su silla y me miró
fijamente. No sabía que decir—. ¿Cómo está ella, todavía tiene pulso?
—Sí —dije débilmente—. Está en coma, grado uno. —No sabía por qué había
añadido eso, como si él supiera lo que significaba, o siquiera le importara.
Nos sentamos mirándonos el uno al otro por un momento, sin que ninguno de
nosotros dijera algo. Entonces él rompió el silencio.
—Así que, ¿qué es lo que quieres? ¿Quieres que diga algo? ¿Quieres que diga
que lo siento? ¿Quieres hacerme sentir mal?
No pude responderle. Qué quería que dijera, ¿había algo que él pudiera decir
para hacerme sentir mejor? Este era el hombre que había lastimado a Olivia.
En realidad lo estaba viendo, sólo a unos pocos pies de él, el hombre que me
había acechado en sueños por meses. Pero él no tenía manera de saber eso.
Por sólo un momento, pensé que mis brazos no se moverían, que estaría
paralizado otra vez, atado, como lo estuve muchas veces cuando lo vi en mis
sueños. Que sería impotente. Pero no lo era, cuidadosamente puse el teléfono
de vuelta al soporte y me senté por un momento pensando acerca de lo que él
había dicho. Una pérdida de tiempo. Eso es lo él pensaba de mí. Eso es lo que
él dijo acerca de Olivia.
Miré hacia abajo, a mis manos frente a mí en el escritorio. Hice dos puños,
luego los abrí, estiré mis dedos. Estaba despierto. Este no era un sueño.
Así que era real. Él era real. Thomas Mason. Las cosas que vi en el hospital
habían pasado. Pensé en la pequeña niña de mi habitación, derramando
sangre, abriendo el cajón. Eso no era un sueño. Y el chico con la cara quemada.
Él también era real. Habían sido pacientes en Wilson, como yo, como Olivia.
Ellos seguían allí, en algún limbo, el lugar donde había estado alguna vez.
Donde ahora estaba Olivia, donde la había dejado. Incapaz de salir, de irse
199
alguna vez.
—Eso fue rápido. —Mike levantó la vista de su teléfono cuando abrí la puerta
del auto—. Llegaste a ver… ¿a tu prisionero misterioso? —Pude notar que
estaba tratando de mantener las cosas ligeras, pero yo no estaba en posición
de ayudar.
—Sí, lo vi. —Me puse el cinturón de seguridad y me incliné hacia atrás. Miré a
Mike, pero él estaba mirando hacía la cárcel. Podía darme cuenta que había
algo que quería decir. Cuando Mike se ponía serio, a veces le tomaba un
minuto. Estuve en silencio hasta que él estuvo listo para hablar.
Arrancó el auto y nos dirigimos a casa en silencio, sólo roto cuando me dejó
frente a mi casa. Era tarde, pero estaba feliz de ver que el auto de Mamá aún
no estaba en la entrada.
—Nunca más iré ahí otra vez —le dije. Pensé acerca de Thomas Mason, su
puño en el cristal. Sobre ella. Me sentí enfermo.
Rompí la nota por la mitad, duro y más duro, una y otra vez hasta que no fue
nada más que pedazos de confeti. Entonces me senté en el suelo de la cocina y
vi la habitación oscurecerse, hasta que el barrido de los faros del auto de
mamá en el camino de entrada me trajo de vuelta al mundo de los vivos.
Capítulo 28
Traducido por Evey!, leiiBach y Anelisse
T
enía que ver a Olivia, hablar con ella. Ahora que sabía que mis sueños no
habían sido sueños, había algo que debía contarle. Ahora que sabía más
sobre ella. Sobre las visiones que tuve cuando estaba en el hospital.
Pero llegar a Wilson iba a ser un problema. No podía pedírselo a Mike y Allie
también quedaba excluida de ello. Mamá era un no.
Abrí el mapa del sistema de autobuses en mi laptop, pero algo acerca de tomar
un autobús, o una serie de autobuses para ver a Olivia me sonó mal, seguía
pensando en ella esperando en la parada de autobús aquella noche. Luego
empecé a pensar sobre ella pasando sus días, cada uno desde que dejé el
201
hospital, esperando a mi regreso, pensando que la había dejado y la había
olvidado.
Cuando el taxi llegó, dejé mis muletas junto a la puerta y tomé mis llaves. Mis
manos se sintieron húmedas de sudor al subir al asiento trasero. Le dije al
conductor, un hombre de barba y pelo canoso, donde me dirigía y la dirección,
pero él solo gruñó un “de acuerdo” y empezó a conducir. Me sentía nervioso,
como si fuera a encontrarme con Olivia para una cita o algo así, con mariposas
en mi estómago. Sabía qué tenía que hacer una vez llegara allí, qué tenía que
decir.
Era mucho más. ¿Cómo podría describir lo que Olivia era para mí?
—Estaré aquí cuando salgas, chico. —Obviamente sabía qué clase de pacientes
tenían en Wilson. No quería preguntar cómo.
—West.
La voz era tan familiar, tan relacionada a este lugar, que por un momento los
cables se cruzaron en mi mente y me giré esperando verla, ver a Olivia allí.
Para cuando me di la vuelta, supe que no era ella, en cambio era otro rostro
que conocía muy buen, un cálido y honesto rostro.
La enfermera Norris.
—West —dijo de nuevo—. Pensé que eras tú. —Dejó la grilla que estaba
sosteniendo y se acercó a mí. Cómo había cambiado la dinámica. En vez de
203
observarme desde arriba, se paró sonriente en frente de mí, casi treinta
centímetros más baja que yo—. Que agradable sorpresa.
¿Por qué estaba aquí? ¿Qué esperaba lograr? Contarle algo a Olivia, contarle
que todo era real, que las cosas que vimos y sentimos eran reales. Que vi al
hombre de mis sueños, que ahora lo entendía. Que había vuelto por ella, como
había dicho que haría.
—Ven, siéntate. —La enfermera Norris se dirigió a las sillas al costado del
pasillo y tomé asiento junto a ella. Ella esperó en silencio, pacientemente, a
que yo hablara.
Quizá Norris era la única persona en todo esto que lo entendía. Quién me
creería. Las palabras rodaron fuera de mí, antes de que pudiera detenerme.
—No tiene que decir nada; yo ya lo sé. Y había una niña, una niña pequeña,
mojada y la sangre…
—Y aquí está Katie —dijo ella, llevándome a una puerta abierta en el pasillo.
Ella apartó la cortina alrededor de la cama para revelar a una pequeña niña,
no chorreando sangre, pero con el pelo cuidadosamente trenzado a lo largo de
ambos lados de la cara. Parecía tranquila, como si sólo estuviera durmiendo,
salvo el hecho de que ella también estaba conectada a un respirador y
conectada a todos los pitidos y los tictacs de las máquinas al lado de su cama.
Era la niña que yo recordaba, la que buscaba en los cajones, la que me agarró
del brazo.
—Ella está aquí desde hace un año —explicó la enfermera Norris—. Acaba de
cumplir nueve.
—Están todos.
Norris me interrumpió:
—¿Hay alguien más que te gustaría ver? —La enfermera Norris miró por el
pasillo, a la puerta de la habitación 203. Ella lo sabía.
—Olivia —dije su nombre en voz baja y algo en mi voz debió haberme llevado
lejos.
—Lo hago. —Ella asintió con la cabeza, pero se detuvo—. ¿Por qué quieres
volver aquí y rodearte de tanta oscuridad? Por qué no dejas todo esto detrás ti
y sigues con tu vida.
206
—No puedo —La interrumpí—. No puedo sólo olvidar lo que vi. Y Olivia, ella
todavía está allí, ella todavía está atrapada allí. ¿Cómo me alejo sabiendo eso?
—No lo sé. —Ella tomó una respiración profunda—. Aprendí una dura lección
cuando vine a trabajar aquí. Cuando empecé, pensé que podía salvar a todos.
Pensé que con bastante amabilidad, con la suficiente atención, tal vez…
Ella negó.
—Es duro, West, y yo desearía que no tuvieras que saber nada al respecto.
Bajé la mirada a mis zapatillas. Me sentía vacío por dentro, hueco. Pensé que
tal vez la enfermera Norris tendría una respuesta. El hecho de que me creyera,
que confirmara lo que ya sabía, era importante, pero sin embargo, no había
llegado a ninguna parte. La gente que pensé que eran fantasmas
atormentando el hospital no eran en absoluto fantasmas.
Estaban vivos, o alguna versión de estar vivo. Estaban atrapados entre estar
vivos y estar en otro sitio. Y estaban todos tan profundamente infelices,
tristes, perdidos.
—Creo que a ella le gustaría eso —dijo e hizo un gesto hacia la habitación 203.
Mis rodillas casi se doblaron mientras me movía a caminar por el pasillo;
había olvidado que había dejado mis abrazaderas en casa. La enfermera
Norris me ayudó a conseguir equilibrio.
207
—Ven a despedirte antes de irte, ¿de acuerdo? —Ella me apretó el brazo
mientras caminaba por el pasillo. Cuando doblé hacia la entrada de la puerta
203, por una fracción de segundo esperaba ver a Olivia, mi Olivia, sentada en
la cama, levantando la vista de una revista, su largo cabello suelto alrededor
de sus hombros, sorprendida y feliz de verme, una sonrisa cruzando
lentamente su rostro. Pero ella lucía exactamente como lo había hecho la
última vez; un cuerpo en una cama, su cabello oscuro corto, la larga y
profunda cicatriz rosa a lo largo de su mejilla. Apenas vi esas cosas, sin
embargo. Sabía que la chica en la cama no era ella, no era dónde estaba o
cómo realmente parecía.
—Soy West —le susurré—. Olivia, soy yo. —Escuché el sonido del ventilador
empujando el aire dentro de su cuerpo, una y otra vez. El rítmico y silencioso
pitido del monitor cardiaco.
No me dejes aquí.
Pero, ¿cuánto sabía ella? ¿Entendía que despertar me llevaría lejos de ella,
lejos de donde estábamos juntos? Tal vez estaba aterrada de estar sola.
O tal vez ella sabía que sólo había una salida. Era un lugar del cual no regresas.
Había visto ir a otros antes que yo.
Eché un vistazo a la máquina del lado de la cama que registraba los latidos de
su corazón y que se mantenía rítmica y tranquila.
Ella era una de ellos. Y no lo sabía. Ella no sabía que no iba a mejorar.
Eso es lo que todos estábamos esperando. Paul. La niña pequeña, Katie. Olivia.
Yo, cuando estuve aquí. Todos queríamos vivir de nuevo. Pero algunos de
nosotros nunca íbamos a hacerlo volver. Yo había tenido suerte.
Pensé acerca de los pasos que iba a necesitar para hacerlo. Yo podría hacerlo.
Si eso es lo que ella quería.
209
—Olivia. —Miré su cara—. Yo puedo sacarte de aquí. Dime si eso es lo que
quieres, y lo haré. —La estudié, esperando una señal—. Parpadea una vez
para sí, como tú me enseñaste.
—Oh… —de pronto dijo una voz detrás de mí y me aparté de Olivia, dándome
la vuelta para ver a una joven enfermera que empujaba un carrito en la
habitación—. No sabía que la Srta. Kemple tenía visita. Muy agradable ver a un
amigo aquí. —La enfermera sonrió.
Miré de nuevo la cara de Olivia, pero esta seguía sin cambios. La forma en que
la enfermera habló con ella me hizo sentir mal, con un tono empalagosamente
infantil. Quería sacudir a Olivia, hacerle entender. Para hacer que me
respondiera.
¿Sabía ella siquiera que estaba aquí?
—La nieve se está derritiendo —dijo sin mirarme. Miré y vi que tenía razón.
Las capas blancas y suaves de nieve que había visto desde mi ventana del
hospital durante todos esos meses se habían ido, reemplazadas por la
escarpada cordillera negra que formaba el familiar horizonte de la ciudad. El
coche se puso en marcha sin ni siquiera preguntarme a dónde quería ir.
Supuse que él había supuesto que ya estaba listo para ir a casa y fui. No trató
de entablar de nuevo conversación y yo estuve agradecido por el silencio.
211
Capítulo 29
Traducción por Aylinachan
E
stoy sosteniendo su mano, cálida y pequeña en la mía. Ella tiene el
mismo aspecto, la chica que conocí: su cabello es largo, oscuro y se
arremolina alrededor de su cara y la almohada blanca.
—Nunca he tenido un amigo en el que pudiera confiar como tú, West. Dijiste
que volverías conmigo y lo hiciste. —Sonríe y su rostro adquiere un brillo
cálido—. Nunca había estado enamorada antes de conocerte —dice en voz
baja—. Tú me enseñaste qué es el amor. —Sus ojos se encuentran con los
míos—. Gracias, West. —Una cosa tan insignificante como un “gracias” pero
creo que sus palabras pasan a través de mí y me siento abrumado. Todo está
212
bien. No la abandoné. Volví por ella. Ella sabe que estoy aquí. No está ya
atrapada en ese lugar oscuro, con el resto de ellos. Está conmigo, segura.
—Estoy muy cansada. ¿Te quedarás conmigo? Quédate conmigo hasta que me
duerma. —Sus ojos se cierran y su rostro se serena. No hay cicatrices, en ella
está todo perfecto. Miro la máquina que hay al lado de la cama y veo que está
apagándose lentamente, como si estuviera dispuesta a ello. Quiero que se
detenga. El sonido se vuelve más y más lento y luego se desvanece por
completo. El ventilador deja de bombear. El ambiente está tranquilo, estamos
solos.
—Estoy aquí, Olivia —le digo. Sé que puede oírme. Ella es libre. Me quedo con
ella a medida que la habitación se oscurece a nuestro alrededor—. No voy a
salir —le susurro—. Nunca te dejaré.
***
La llamada se produjo tres días después. Mamá estaba en la cocina cuando
sonó el teléfono. La oí decir:
—Es muy agradable escuchar tu voz. —Y luego le dijo a quién llamaba lo bien
que lo estaba haciendo. Cuando entré en la cocina, mamá articuló hacia mí: La
enfermera Norris, y señaló el teléfono. Negué con la cabeza. No estaba
dispuesto a hablar con ella. Todavía no.
—Está en la ducha en este momento, pero le diré que te llame más tarde, o
mañana —dijo mi madre, apagando el teléfono—. ¿Por qué no quieres hablar
con ella? Es muy amable por su parte llamar y comprobar si estás bien, ¿no te
parece? Ella siempre ha sido mi enfermera favorita. —Mamá volvió a poner
algo en la nevera y me sentí aliviado de que no pudiera verme la cara. No tenía
forma de saber que había estado en Wilson dos días antes y obviamente
Norris me había guardado el secreto.
—Tienes que llamarla mañana —dijo mamá, lavándose las manos en el 213
fregadero—. Ahora, ¿Qué tenemos para cenar?
***
Yo sabía que no iba a llamar a Norris, ni mañana ni nunca. ¿Qué le iba a decir?
Había estado atormentado por un sueño desde mi visita a Wilson. No podía
dejar de pensar en que Olivia estaba allí, estaba atrapada allí. Con todos ellos.
No sabía que iba a pasar cuando ella aún estaba allí. Parecía imposible. Pero
no sabía que otra cosa hacer. Le había prometido a Olivia que estaría ahí por
ella. Quería mantener mi promesa, pero no sabía exactamente lo que eso
significaba. Y me estaba matando.
—Eso es bueno. Me alegra que estés ocupado, que hayas retomado de nuevo
tu vida —dijo Norris.
—West, voy a darte una mala noticia. ¿Sientes que estás listo para escucharla?
—Puedes decírmelo.
—Si lo deseas puedo darte información sobre el memorial que su madre está
planeando. Por si quieres ir. Yo estaré allí.
Hice una pausa, tratando de asimilar lo que me estaba diciendo. Olivia se había
ido. La muchacha de Wilson, el cuerpo en la cama. Ella no estaba siendo
mantenida con vida allí. Mi Olivia.
—West, yo voy a ir, si quieres ven conmigo. Voy a estar allí por ti —continuó
Norris.
La Olivia que yo conocía, la chica que conocí, era la verdadera Olivia. La niña
que murió en Wilson, no sabía nada de esa chica. La chica con el pelo corto,
con la cara llena de cicatrices. Ese recuerdo de Olivia se había ido. Ahora todo
lo que tenía eran mis recuerdos.
215
Capítulo 30
Traducido por LizC
M
is ojos están cerrados, pero puedo escuchar los sonidos de la
gente nadando, el cálido sol brillando en mi cara. Estoy acostado y
ella está a mi lado. Cuando miro hacia ella, el sol es tan brillante
que no puedo ver su rostro, sólo su perfil mientras se sienta. Pone una mano
para protegerse los ojos, el viento se lleva su pelo largo hacia atrás, flotando.
***
216
Mientras me cepillo los dientes, pienso en el sueño. Era el mismo, pero
diferente cada vez. A veces estoy sentado en la manta y ella está a mi lado, con
la mano en mi espalda, o está caminando hacia mí. Pero siempre estábamos en
el lago y yo nunca podía ver su rostro, sólo una sombra de ella, su silueta, su
perfil, su pelo soplado en el aire. Sabía que era ella, pero estaba fuera de mi
alcance. Sin importar lo que hiciera, cómo me tapara los ojos, el sol estaba
pegando de manera directa sobre ella de modo que no podía verla, en realidad
no. No de la manera que solía hacerlo.
—Mike está aquí —gritó mamá, y me puse una camiseta, agarrando una
chaqueta en la salida—. Toma esto. —Mamá trató de empujar un bagel
tostado en mi mano.
—Creo que vamos a conseguir algo por el camino —le dije, pero ella cerró mis
dedos alrededor del bagel. Yo sabía que ella pensaba que todavía estaba
demasiado flaco.
—Dile que conduzca despacio, con cuidado. —Ella sacudió la cabeza—. No
puedo creer que ustedes me convencieran de esto. —Pero me di cuenta que
parte de ella estaba encantada de ver que estaba haciendo algo normal; ir a un
concierto al aire libre con amigos en un sábado de verano.
—Hola, señora, ¿cuándo vas a salir de esa piscina? —Pero uno de los
entrenadores de natación empezó a darme algunos consejos y luego los añadí
en las horas de práctica. No tenía mucho más que hacer. Además me gustaba
la sensación de estar bajo el agua. Había algo en el silencio de ella, cómo el
agua bloqueaba todo lo de fuera, cómo me centraba.
—Oh, vamos, hombre, ese bagel apesta como una bolsa de cebollas. —Se quejó
Mike cuando subí—. Cómetelo o deshazte de él rápidamente.
—Ahora está bien —dijo Mike—. En serio, chicos, no me arruinen esto. Sólo
sean normales.
—Oh, ¿de qué vamos a hablar? —bromeó Allie—. ¿Tal vez de aquella vez que
Mike corrió desnudo por el partido de fútbol del año pasado? Ella podría estar
interesada en esa historia.
—Oh, ya sé —intervine—. Puedo decirle todas esas cosas que dijiste de ella
cuando me visitaron en el hospital. Había algo sobre sus piernas, o era su…
—Sé que has pasado por mucho. Y siento que no estuve allí para ti tanto como
podría haber estado. Pero lo estoy ahora. —Ella miró a su taza medio vacía y
se quedó en silencio por un momento—. Quiero decirte algo. —Hizo una
pausa, mirándome. Se puso tan seria que me preparé para oír algo malo, como
que había empezado a salir con alguien. Pero me sorprendió—. ¿Sabes cómo si
cortas un árbol, puedes ver en sus anillos y ver cuántos años tiene?
Asentí.
—En la clase de biología, nuestro profesor estaba hablando acerca de cómo si 219
miras más de cerca, en realidad puedes decir cómo era el clima de cada año;
cuándo el árbol soportó un montón de lluvia, o cuándo hubo una sequía, sólo
basado en la oscuridad y espesor de los anillos. Nos ayuda a estudiar el clima
de hace cientos de años, cómo podemos observar los anillos de todos estos
árboles y suponer que hubo una mala sequía, al igual que, hace cincuenta
años; es un registro vivo.
Ella sonrió.
—No te rías. Me hizo pensar en ti. Al igual que, si fueras un árbol, cómo este
año para ti, este anillo, sería claro, casi invisible, un año de sequía. Es como un
año en el que casi no estuviste aquí. Pero, ¿sabes qué? Hay muchos más anillos
para ti, en el futuro, sólo lo sé. Un montón de buenos anillos. Anillos sólidos.
¿Eso tiene sentido?
Miré a los ojos azules de Allie y su cara pecosa y sentí nada más que amor por
ella. Ella era una gran chica, una amiga de verdad, aunque no estábamos
juntos, aunque nunca lo estemos otra vez, ella era alguien que se preocupaba
por mí y eso es todo lo que necesitaba saber. Lo que había sucedido en el
hospital, la forma en que manejó mi accidente, quedó perdonado.
—Ponte en la parte de atrás —le gruñó a Allie cuando Erin salió por la puerta
principal. Llevaba pantalones cortos, una camiseta del concierto y un par de
botas de vaquero.
Allie me dio una entornada de ojos rápido cuando se instaló dentro y Mike
arrancó el coche. No pasó mucho tiempo antes de que estuviéramos en el
Moonlight, un restaurante a medio camino de la ciudad y Mike sugirió que
paráramos.
—Cuenta conmigo —le dije, notando que mamá tenía razón sobre el bagel.
Podría comer dos desayunos al día durante un tiempo y no recuperar el peso
que perdí durante el invierno.
—¿Qué? —le pregunté. Mike hizo un gesto hacia Erin, tratando de no ser
demasiado obvio—. Oh, parece buena —admití.
—Sí, ¿cierto? Ella es, quiero decir ella realmente es… —dijo Mike, y me di
cuenta que estaba enamorado por completo de la chica, un flechazo en toda
regla. Fue bueno verlo tan feliz.
Cuando pedimos y nos acomodamos, Mike pareció relajarse un poco, una vez
que quedó claro que no iba a ponerlo en aprietos y que Erin miraba a Allie por
completo y colgaba de cada palabra suya. Mike casi se roció a sí mismo con la
salsa de tomate tratando de sacar las últimas gotas de un frasco vacío para
nuestras patatas fritas.
—Voy a buscar uno nuevo —dije, tomando la botella de él antes de que hiciera
algo desastroso.
—Él parece tan normal… —Y eso me hizo sonreír. Por lo que Mike y Allie
habían compartido, había sido el tema de conversación de la escuela hace
unos meses. Iba a ser una gran decepción para todo el mundo en el otoño
cuando “el chico coma” volviera, pareciendo y actuando tan normal; bueno, en 221
el exterior, por lo menos.
Tal vez Mike y yo deberíamos planear algo especial para el primer día, una
especie de truco con una silla de ruedas o algo así. Él estaría encantando con
eso. Me di la vuelta para mirarlo y me sentí aliviado al ver que parecía más
relajado, su brazo colgaba de la parte posterior de la mesa.
Antes de que pudiera detenerme, antes de que pudiera pensar, puse mi mano
sobre ella, tocando su hombro, su piel caliente bajo mis dedos.
—No pasa nada. —La chica se dio la vuelta otra vez y me dejó allí de pie por
un minuto, sin saber qué hacer.
Cuando Mike empujó unas patatas fritas en su boca, haciendo reír a Erin, traté
de llevar a mi yo de nuevo en la conversación. Pero mi mente se fue a lo que
Allie había dicho, sobre el árbol y los anillos interiores. Me di cuenta de pronto
de que ella estaba equivocada.
El anillo de este año no era claro o apenas estaba allí, no era una sequía. En el
árbol de mi vida, este año tenía un anillo oscuro y profundo, encajado más en
lo profundo que cualquier otro año había sido o sería.
Este era el año en que había excavado para salir y regresar de la nada. Este era
el año en que me enfrenté a todo y surgí de alguna manera. Quería pensar que
tenía algo que ver conmigo, con mi propia fuerza, pero sabía que eso no era
cierto. Yo no lo hubiera hecho solo. Nunca podría haberlo hecho solo.
West.
Cerré los ojos y respiré hondo, dejé que la sensación se arrastrara sobre mí.
—¿Vienes o no? —gritó Mike. Cuando me di la vuelta, me estaban esperando
junto al coche. Mis amigos.
Al salir de la sombra y bajo el sol, el calor golpeó mi cara, mis hombros. Dejé la
oscuridad detrás. Cuando llegamos a la plaza de estacionamiento, no miré
hacia atrás. Tenía lo que necesitaba, conmigo. Dentro de mí. Siempre.
224
Cylin Busby
Autora de libros para niños de 8 a 12
años y jóvenes adultos, más conocida
por su autobiografía, The Year We
Disappeared.
Flochi
Staff de traducción
Helen1 Dai Aylinachan Susanauribe
Staff de corrección
NayeliR Angeles Rangel Obsession
Clau 12345
227
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