Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Su belleza es absurda, porque juega con nosotros, nos somete, nos hace silbar…
Siento así, tu belleza inacabada, inexacta, siempre por crearnos y por crear, es el medio, es el
camino, es el silbido mientras trabajo, es un pasar el tiempo haciendo sin más…
El secreto
Insinúate, contonéate, dame la anhelada cadencia que posee tu sexo hecho canción.
Suelta tus pájaros ¡Secreto salvaje no te salves! no pidas perdón, arranca con los dientes el
dolor, háblame, dame vida, hagamos el amor. No es mi intención develarte, sólo…
¿Sólo qué?
Efímero
Cambiante
Has llegado con el sol matutino, con el viento de una rapsodia que promete potente
movimiento, salvaje brío, un pegar saltos, un corretear, un galopar andante sin sentido…
Hombre, tú, que no se salva… yo, Azcarí fruto deseante me ofrezco, bella, suplicante… poso
desnuda, soy tu modelo, me enrosco en tu sábanas, soy así cuerpo anhelante, me ofreces tus
pinceles, me pintas, me bosquejas con tus manos y logras transformarme al momento en el
brillo de un diamante…
En eso debo confesarme mi querido Pablo, yo también soy mujer de mil y un amantes… ¿Y
cómo no serlo? Si mi ocasional vida es amor-amante.
Mi naturaleza también se parece a la tuya, la mía es musical, soy salvaje, no quiero ser
civilizada, soy natural alegro puesto en la voz, de naturaleza viva, que canta y es receptiva al
amor.
Pero cuídate Pablo de mis dientes, ellos no ofrecen perdón, ellos son el peligro, ellos son
expresión de la agresión con que vivo… estate atento, no te duermas, no descanses si he
bebido, el vino me hace bien y me hace mal, porque mis venas son un río que corre veloz,
puedo en ese delirio orgiástico echarme a volar, morderte vital, comer tu carne cruda sin
más… saborearla y hacer de ello un paladar, un gusto, un animarse a más…
La puerta es enorme, con rejas de hierro forjado y mientras el cielo ennegrecido por las nubes
se va despejando, encuentro cercano al guardián.
El guardián con solo un ladrido feroz en la voz rompe el cielo, suelta relámpagos, el pastor se
asusta, no contiene... lo hace desistir en su andar.
Nada tiene que hacer alguien como tú allí, confía en mí… yo sé lo que te digo, no es sitio para
ti…
¡No mi joven amigo! por ahora no se te puede admitir, este no es lugar para ti…
Espera en ese rincón, allí hay unos guijarros busca que hacer con ellos…
Paciente se entretiene el pastor, horas… hasta que vuelve al ruedo una y otra y otra vez…
Ruega, suplica entrar… él quiere ver, saber, decidir… sin embargo el guardián le impide el paso,
le habla, le dice que aún no ha llegado su permiso, que así como es no podrá ser, que no está a
la altura de aquel…
Sigue su insistencia, ha conversado con las pulgas del guardián, ellas saltan por doquier, quiere
convencer a los parásitos que le hablen de él… juega a atraparlas, pero ellas saltan y saltan
como una pelota que rebota hasta que nuevamente se acomodan en su piel. Ahora lo
parasitan a él, le resultan familiares, se rasca la cabeza como si alguien estuviera pensando por
él…
Intenta entrar…
¿Es qué no te lo han dicho? aquí tú no tienes nada que hacer… aquí no entra nadie con vida,
aquí sólo se le permite la entrada a los muertos, aquí solo viven los muertos, no te lo
recomiendo…
Hay múltiples puertas, cada una es un panteón familiar en el cementerio, cuanto más te
adentras, más antiguo, más grande y peligroso su guardián, así se va formando un árbol
enorme, una genealogía de lo muerto y de lo fantasmal que nos es familiar.
Que vive en nosotros, que vive a expensas de nuestra sangre, que nos parasita… Así llegado
un punto pastor… ¡tendrás que decidirte!
¿A qué?
Dios dirá…
Tú dirás…
Qué sé yo… yo sólo soy guardián, yo también aguardo las ordenes muertas de mi panteón
familiar…
Bocatto di cardinale!!
El misterioso deseo de pecar, como una ráfaga viene hacia mí… es ruidoso, posee dientes
filosos y no me deja de observar. Se relame, para él soy un auténtico manjar. Se muestra
paciente, sigiloso, cauto, silencioso, él no se dará por vencido, para él soy la carne a degustar,
un paladar, una fisiología del gusto, una manera única de pecar…
El Deseo de pecar sube y baja por mi cuerpo marcando la intensidad, me marea, puedo
escucharlo, me seduce, me lleva, me quiere penetrar…
No concibo alejarte…
¡Pecado detente!
Ten cuidado
Mi cuerpo posee profunda fuerza musical, soy capaz de dejarte con la boca abierta y aventarte
sobre el suelo, comprimiéndote, asfixiándote sin perdón, ni consuelo.
Deseo veo en tus ojos la lujuria con que me harías pecar y a pesar de ello debo confesarte que
te amo, “Deseo de pecar…”
Sol
¡Oh! tú mi sol
¡Inúndame de sol!
Un haz de luz me penetra, cruje en mí, me sacia
Me llena de amor
Él me quiere niña…
El grito, el alarido…
El secreto me llama
Me envuelve en su amor