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Belleza y absurdo

Stendhal : “La belleza promete felicidad”

¿Dónde encuentro yo la belleza en mi querido K?

La belleza la hallo en el susurro, en el cuchicheo, en el bisbiseo infantil, en el secreto vital,


indescifrable de comienzo a final…

Su belleza es absurda, porque juega con nosotros, nos somete, nos hace silbar…

Así nuestra vida es belleza y absurdo hasta final

Siento así, tu belleza inacabada, inexacta, siempre por crearnos y por crear, es el medio, es el
camino, es el silbido mientras trabajo, es un pasar el tiempo haciendo sin más…

El secreto

La lontananza del secreto me habla de vos, de tu capricho, de lo engañoso que lo hallo, de lo


odioso que puede resultarnos el amor. Escucharte y desear tu seducción… miénteme
suavecito… miénteme piadosamente, mantenme engañada, con cadencia, con ritmo,
susúrrame al oído… ¡dame amor!

Insinúate, contonéate, dame la anhelada cadencia que posee tu sexo hecho canción.

Suelta tus pájaros ¡Secreto salvaje no te salves! no pidas perdón, arranca con los dientes el
dolor, háblame, dame vida, hagamos el amor. No es mi intención develarte, sólo…

¿Sólo qué?

Mantente por un instante, consigue así el efecto brillante…

Efímero

Cambiante

Que suba y que baje

Que aparezca y desaparezca

¡Justo allí lo bello!

Justo allí… nuestro semblante anhelante…

Hombre de naturaleza salvaje

Hoy he soñado contigo…

Tú, mi niño, mi amante, mi irremediable destino…

Has llegado con el sol matutino, con el viento de una rapsodia que promete potente
movimiento, salvaje brío, un pegar saltos, un corretear, un galopar andante sin sentido…

Oigo el golpeteo, ese golpeteo… ese que siempre me lleva a vos…

Tú, Pablo… y yo, Azcarí…


Ah, divino sueño te ha atraído hacia mí… hombre de las mil y un amantes, tú mi pintor de
naturalezas divinas y salvajes.

Hombre, tú, que no se salva… yo, Azcarí fruto deseante me ofrezco, bella, suplicante… poso
desnuda, soy tu modelo, me enrosco en tu sábanas, soy así cuerpo anhelante, me ofreces tus
pinceles, me pintas, me bosquejas con tus manos y logras transformarme al momento en el
brillo de un diamante…

El sol ilumina la habitación, resplandece…yo voy ofreciendo mi prehistórica humanidad, no


hablo así un leguaje parlante, sin embargo, me entiendo contigo a la perfección, son los
lamidos, los quejidos, los besos, ruidos y golpeteos del sexo, el sístole y diástole del amor…

En eso debo confesarme mi querido Pablo, yo también soy mujer de mil y un amantes… ¿Y
cómo no serlo? Si mi ocasional vida es amor-amante.

Mi naturaleza también se parece a la tuya, la mía es musical, soy salvaje, no quiero ser
civilizada, soy natural alegro puesto en la voz, de naturaleza viva, que canta y es receptiva al
amor.

Gitana y árabe soy, hija de Omar que solo piensa en vos.

Pero cuídate Pablo de mis dientes, ellos no ofrecen perdón, ellos son el peligro, ellos son
expresión de la agresión con que vivo… estate atento, no te duermas, no descanses si he
bebido, el vino me hace bien y me hace mal, porque mis venas son un río que corre veloz,
puedo en ese delirio orgiástico echarme a volar, morderte vital, comer tu carne cruda sin
más… saborearla y hacer de ello un paladar, un gusto, un animarse a más…

Ante la puerta del cementerio

Un pastor belga inquieto está llegando, ha irrumpido en la puerta…

La puerta es enorme, con rejas de hierro forjado y mientras el cielo ennegrecido por las nubes
se va despejando, encuentro cercano al guardián.

El pastor lo mira y ve en aquel la negrura de su pelaje, pertenecen a la misma clase, a la misma


raza, sólo que su tamaño es impresionante…

¡Así su belleza y vigor son admirables!

El pastor intenta entrar…

El guardián con solo un ladrido feroz en la voz rompe el cielo, suelta relámpagos, el pastor se
asusta, no contiene... lo hace desistir en su andar.

Y le pregunta ¿por qué no me dejas ingresar allí?

Nada tiene que hacer alguien como tú allí, confía en mí… yo sé lo que te digo, no es sitio para
ti…

¡Déjame entrar! yo también quiero entrar en la ley

¡No mi joven amigo! por ahora no se te puede admitir, este no es lugar para ti…

Espera en ese rincón, allí hay unos guijarros busca que hacer con ellos…
Paciente se entretiene el pastor, horas… hasta que vuelve al ruedo una y otra y otra vez…

Su vigor no se apaga, pues tal como es, él es rebeldía por nacer…

Ruega, suplica entrar… él quiere ver, saber, decidir… sin embargo el guardián le impide el paso,
le habla, le dice que aún no ha llegado su permiso, que así como es no podrá ser, que no está a
la altura de aquel…

Sigue su insistencia, ha conversado con las pulgas del guardián, ellas saltan por doquier, quiere
convencer a los parásitos que le hablen de él… juega a atraparlas, pero ellas saltan y saltan
como una pelota que rebota hasta que nuevamente se acomodan en su piel. Ahora lo
parasitan a él, le resultan familiares, se rasca la cabeza como si alguien estuviera pensando por
él…

Intenta entrar…

Los ladridos se vuelven a escuchar por doquier…

¿Por qué no puedo entrar?

¿Es qué no te lo han dicho? aquí tú no tienes nada que hacer… aquí no entra nadie con vida,
aquí sólo se le permite la entrada a los muertos, aquí solo viven los muertos, no te lo
recomiendo…

Hay múltiples puertas, cada una es un panteón familiar en el cementerio, cuanto más te
adentras, más antiguo, más grande y peligroso su guardián, así se va formando un árbol
enorme, una genealogía de lo muerto y de lo fantasmal que nos es familiar.

Que vive en nosotros, que vive a expensas de nuestra sangre, que nos parasita… Así llegado
un punto pastor… ¡tendrás que decidirte!

¿A qué?

A ser hombre rebelde.

O a ser devorado por el tiempo…

Dios dirá…

Tú dirás…

Qué sé yo… yo sólo soy guardián, yo también aguardo las ordenes muertas de mi panteón
familiar…

Bocatto di cardinale!!

El misterioso deseo de pecar, como una ráfaga viene hacia mí… es ruidoso, posee dientes
filosos y no me deja de observar. Se relame, para él soy un auténtico manjar. Se muestra
paciente, sigiloso, cauto, silencioso, él no se dará por vencido, para él soy la carne a degustar,
un paladar, una fisiología del gusto, una manera única de pecar…

El Deseo de pecar sube y baja por mi cuerpo marcando la intensidad, me marea, puedo
escucharlo, me seduce, me lleva, me quiere penetrar…

Quiere arrancarme trozos de carne caliente a dentelladas,


Deseo te puedo escuchar y así hacerte-me parir estrellas, una corriente de mar…

¡Busco alejarme desesperadamente!

Más me persigue con brusquedad

No concibo la distancia necesaria…

No concibo alejarte…

Detén tu fuego anhelante

Y así me paro, te hago frente…

Me estreso, me agito, me excito, me hago constante…

¡Pecado detente!

Ten cuidado

Yo también te puedo penetrar

Mi cuerpo posee profunda fuerza musical, soy capaz de dejarte con la boca abierta y aventarte
sobre el suelo, comprimiéndote, asfixiándote sin perdón, ni consuelo.

No estés tan seguro…

Tus visitas me hacen mal, me tientan, me dan de beber de tu bien y tu mal

Deseo veo en tus ojos la lujuria con que me harías pecar y a pesar de ello debo confesarte que
te amo, “Deseo de pecar…”

Por eso huyo

Por eso corro

Por eso me alejo de ti

Por eso voy sonámbula por aquí y por allá

Sin rumbo, extraviada, sin embargo, vuelves inevitablemente a mí

Ah, Deseo de pecar…

Mas te quiero dar muerte, mas me invitas a desear…

Sol

Como no sentir la aceptación…

¡Oh! tú mi sol

Sólo en ti escucho la redención

La tranquilidad, el don afinado

Dame calor, dame luz, dame fuerzas

¡Inúndame de sol!
Un haz de luz me penetra, cruje en mí, me sacia

Me llena de amor

Quiere que mi risa aniquile sin perdón

Él me quiere niña…

yo a él… infinito y sin perdón

Por eso, ¡pídeme!

¡Pídeme la obediencia en el amor!

El grito, el alarido…

que me haga añicos por vos

El secreto me llama

Me envuelve en su amor

Me seduce, es pillo, es niño

Canta una nana, juega, me regala un alma

Pide que la quiera, que la cuide, que la inunde de canción…

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