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Lo que acerca de esto entendemos es que en esta ciudad y distrito se hallan três géneros de beatas
que viven en sus casas, fuera de comunidad y clausura:
-Unas que llaman terceras, que traen hábito de alguna de las religiones, el cual reciben de los prela-
dos de ellas y en sus manos hacen cierta profesión y les prometen obediência.
-Otras hay que andan con el mismo hábito de religion, pero no le reciben de mano de ningún prela-
do, sino ellas se lo ponen por su autoridad, ni dan a persona alguna la obediência.
-Otras hay que viven en hábito de religion o honesto, y prometen la obediência a sus confesores o a
otras personas particulares.6
3 Un fenómeno, el de las beguinas, que adernas en sus comienzos gozaria de bastante respeto y fue objeto
de notables elogios. Solo más adelante comenzaria su persecución. Puede verse al respecto, B. S. Anderson y
J. P. Zinsser, Historia de las mujeres, una historia propia, vol. I, Barcelona, 1991, p. 242 ss. También, Ma M.
Rivera, "Las beguinas y beatas, las trovadoras y las cataras: el sentido libre de ser mujer", en I. Morant (coord.),
Historia de las mujeres en Espana y América Latina, Madrid, 2005, vol. 1, pp. 745-767.
4 Beatas, freilas, seroras, beguinas, ermitanas, emparedadas, recogidas, incluso terciarias... son denomina-
ciones diversas referidas a realidades no idênticas desde luego, pero si con notórias similitudes que delimitaban
a las mujeres que adoptaban una forma de vida religiosa no conventual y se diferenciaban así del resto de muje-
res laicas y logicamente también de las religiosas que habian profesado solemnemente en una orden religiosa.
5 Subraya, por ejemplo, A. Sarrión que "[...] sin duda, el rasgo más característico de las beatas era que, a
diferencia de la mujer casada y de la monja, no tenían una subordinación directa a ningún varón". A. Sarrión
Mora, "Religiosidad de Ia mujer e Inquisición", p. 98.
6 El texto lo transcribe A. Huerga, Historia de los alumbrados (1570-1630), IV. Los alumbrados de Sevi-
lla (1605-1630), Madrid, 1988, pp. 99-100. Lo tomo, sin embargo, de Ia copia que hace E. Sastre Santos, "La
condición jurídica de beatas y beaterios. Introducción y textos, 1 139-1917", en Anthologica Anua, 43 (1996),
146 I pp. 287-587. El texto en pp. 532-533.
7 F. J. Lorenzo Pinar, en su trabajo sobre Zamora, menciona como a los três conventos de Ia Tercera Or-
den de Ia Penitencia de la ciudad se les denominaba indistintamente conventos o beaterios. F. J. Lorenzo Pinar,
"Monjas disidentes. Las resistências a Ia clausura en Zamora trás el Concilio de Trento". En A. Mestre Sanchis
y Ε. Giménez Lopez (eds.), Disidencias y Exílios en la Espana Moderna, Alicante, 1997, pp. 71-80. Por su par-
te, A. Sarrión también ha notado como "cada vez fue más frecuente el uso dei término «beata» para designar a
Ia «tercera orden», hecho que, es importante subrayarlo, tiene que ver con la cada vez más frecuente incorpora-
ción de Ias beatas a los esquemas institucionales de Ias ordenes terceras". A. Sarrión Mora, "Religiosidad de Ia
miiipr f» TnmiisiriíSn"
En el caso del origen del convento de franciscanas de Albacete, las crónicas hablan
de una viuda y sus dos hijas que vistieron el hábito de la Tercera Orden de la Penitencia
Secular de San Francisco, y que posteriormente comenzaron a recibir companeras y a
"imitar el modo de comunidad Religiosa", pasando posteriormente a constituirse como
convento.14 También se hace referencia expresa a la pertenencia a la Tercera Orden de San
Francisco de beaterios que después se transformarian en conventos en los casos de las
franciscanas concepcionistas de Llerena (Badajoz),15 las franciscanas clarisas con título de
Ν. Sra de la Esperanza de Jerez de los Caballeros (Badajoz), a partir de un recogimiento
de beatas de la Tercera Orden que se dice promovido por el propio San Pedro de Alcânta-
ra.16 También los conventos barceloneses de franciscanas de Nuestra Sra de Jerusalén y de
Santa Isabel tuvieron su prehistoria en mujeres beatas que vestían el hábito de terciarias
franciscanas.17
No es muy frecuente encontrar mención a beatas emparedadas, pêro si se denomina
de esta manera a las seis mujeres que pidieron licencia para conformar un Monasterio en
Onda (Castellón), dando origen al convento de franciscanas clarisas, del que tomarian po-
sesión en 1572,18 o a las que vivieron en la ermita de Santa Marina de Zafra (Badajoz)
hasta que hacia 1521 formaron también convento de clarisas.19
Realmente, una buena parte de los procesos de conventualización de beaterios ya aso-
ciados a alguna orden religiosa tuvo lugar en el âmbito del franciscanismo. Su capacidad
de atracción de fieles de ambos sexos y de asociación a la orden a través de la Tercera Or-
den debió ser bastante notable. Las beatas terciarias franciscanas o aquellas que sin ser ter-
ciarias estaban próximas a Ia orden y que terminaron convirtiendo sus beaterios en con-
ventos tuvieron ante si três opciones de profesión: Ia orden de Santa Clara, Ia orden
concepcionista o Ia Tercera Orden Regular de San Francisco. Todo parece indicar que fue
Ia orden clarisa Ia que recogería un mayor número de conventualizaciones. Pêro también
es cierto que algunas trayectorias que condujeron dei beaterio ai convento de clarisas no
fueron directas ni inmediatas. Conocemos ahora el punto final de los procesos de transfor-
mación de beaterios en conventos, y esto puede conducirnos a pensar que, efectivamente,
Ia opción de Ia orden de Santa Clara fue Ia mayoritariamente seleccionada por aquellas
mujeres que, por Ias razones que íueran, abandonaron una forma de vida beata para encua-
drar sus existências en el marco de Ia profesión religiosa institucional.
Pêro, significativamente, Ia evolución seguida no siempre fue tan directa; en ocasio-
20 Transcribe el texto de Ias Relaciones Topográficas F. J. Campos y Fernandez de Sevilla, Los pueblos de
Ciudad Real en las "Relaciones Topográficas " de Felipe II, San Lorenzo del Escoriai, 2004, vol. 2, p. 692.
21 J. J. Barranquero, Conventos de la província de Ciudad Real, Ciudad Real, zUU3, pp. 61 ss.
zz J. de Santa Cruz; Crónica de la Frovincia tranciscana de òan Miguel, farte primera, pp. :>» / ss.
23 A. Munoz Fernandez, "Las clarisas en Castilla la Nueva. Apuntes para un modelo de implantacion
regional de las ordenes femeninas franciscanas, 1250-1600", en Archivo Ibero- Americano, 213-214 (1994),
pp. 455-472.
24 P. M. Ortega, Crónica de la Provinda Franciscana de Cartagena. Parte Primera, pp. 163-164. I 151
25 Se refiere seguramente a Ia Circa Pastoralis de Ρίο V en 1566 por la que las comunidades de terciarias
quedaban obligadas a observar la estricta clausura, incluso aquellas que en el momento de su fundación no ha-
bían previsto esta prescripción.
26 A. Uribe, La Provinda Franciscana de Cantabria, San Sebastian, 1996, vol. Il, p. 386.
27 F. J. Lorenzo Pinar, "El Convento zamorano de Nuestra Sra. de la Concepción en la época moderna, si-
glo xvn", en La Orden Concepcionista. Actas dei I Congreso Internacional, vol. I, Leon, 1990, pp. 287-298.
28 J. Garcia y Doblado, Epitome histórico de los conventos de agustinas de la Provinda de Castilla con
nueve Santas de la Orden representadas en la forma de habito y velo que visten las Religiosas en cada uno.
Dispuesto por el P. Fr. - de la misma orden y Província. Madrid, 1725.
29 S. Gómez Navarro, "Por esos caminos de Dios. Asentamiento y expansion del monacato femenino en la
Cordoba Moderna", en Ma I. Viforcos Marinas y Ma D. Campos Sánchez-Bordona (coords.), Fundadores, fun-
daciones y espacios de vida conventual. Nuevas aportaciones ai monacato femenino, León, 2005, pp. 191-212.
30 A. Uribe, La Provinda Franciscana de Cantabria, vol. II, p. 408.
152 I 31 M. Herrejón, Los conventos de clausura femeninos de Toledo, Toledo, 1990.
32 Ultimo ai respecto una monografia sobre fundaciones conventuales en la Espana Moderna y en el capí-
tulo corresoondiente desarrollo este asunto.
33 O. Steggink, "Beaterios y monasterios carmelitas espanoles en los siglos xv y xvi", en Carmelus, 10
(1963), op. 149-205.
34 J. de Santa Cruz, Crónica de Ia Província Franciscana de San Miguel. Parte primera.
35 Ibid. I 153
|
I
«3
y reduxese a clausura todos los Beaterios de su Obispado". Las de Santa Monica también
se enclaustrarían por la misma época.36
Aunque está por estudiar de una forma más sistemática cuál fue la postura o Ias pos-
turas adoptadas a Io largo del tiempo por Ias jerarquias de Ias ordenes religiosas respecto a
Ias comunidades de beatas que desarrollaban su vida vinculadas -de derecho, como tercia-
rias, o simplemente de hecho- a ellas, y aunque los datos con los que contamos son frag-
mentários, todo indica que Ias autoridades religiosas se afanaron en hacer cumplir el mar-
co normativo que desde Roma y desde el trono filipino incidia en la observância estricta
de Ia clausura. De algunos provinciales, como el de Ia província franciscana de San Mi-
guel, se ha podido decir que manifestaron un "exceso de ceio" en hacer obedecer en su ju-
risdiction los decretos de Ρίο V sobre la clausura de las terciarias, asunto para el que tam-
37 Puede verse ai respecto, I. Fernandez Terricabras, "Un ejemplo de Ia política religiosa de Felipe II: el
intento de reforma de Ias monjas de Ia Tercera Orden de San Francisco, 1567-1571", en / Congreso Internacio-
nal dei Monacato femenino en Espana, Portugal y América, 1492-1992. Tomo II. León, 1993, pp. 159-172.
38 F. J. Lorenzo Pinar, "Monjas disidentes. Las resistências a Ia clausura en Zamora trás el Concilio de
Trento".
39 Ofrece el dato, P. M. Garrido, El solar carmelitano de San Juan de Ia Cruz. Los conventos de Ia antigua
provinda de Castilla (1416-1836), Madrid, 2000, p. 465.
40 A. de Guadalupe, Historia de Ia Santa Província de los Angeles de Ia Regular Observância y Urden de
Nuestro Seráfico Padre San Francisco (Reproducción de Ia edición de 1662), Madrid, 1993, pp. 565 ss.
41 P. Peano, "Las religiosas franciscanas. Orígenes, historia y valores constantes", en Selecciones de Fran-
ciscanismo, 10 (1981), pp. 414-461.
42 P. M. Garrido, El solar carmelitano de San Juan de Ia Cruz. Los conventos de Ia antigua provinda de
Castilla (1416-1836).
43 J. Lopez, 1er cera parte de Ia historia Ueneral de òancto Domingo, y de su orden de Predicadores, va-
lladolid, 1613, p. 311. | 155
44 Da el dato G. Fuentes Pérez, "Los conventos femeninos desaparecidos en Canárias", en / Congreso Inter-
nacional dei Monacato femenino en Espana, Portugal y América, 1492-1992. Tomo II. León, 1993, pp. 617-628.
45 M. Rodriguez Carretero, Epytome historial de los Carmelitas de Andalucía y Murcia. Primera edición
del ms. original 18.1 18 de la Biblioteca Nacional de Madrid, preparada por el Rvdo. P. Ismael Martinez Carre-
tero, Sevilla, 2000, p. 98.
46 P. M. Ortega, Crónica de la Província Franciscana de Cartagena. Parte Primera, p. 103.
47 El relato que hace el cronista Torres es el siguiente: très mujeres virtuosas eligieron Jaén para su recogi-
miento; es tradición que una de ellas hizo peregrinación a Roma para pedir al papa la régla de Santa Clara y li-
156 I cencia para fundar convento. El obispo les dio clausura en 1584, y "guardaron la régla de Sta. Clara, con los
III
En algunos de los casos expuestos arriba ha podido notarse como el paso dei beaterio
ai claustro y la configuración conventual se había efectuado en la misma casa en la que
venían viviendo las beatas, como Ia transición se efectuaba con la hacienda y los bienes de
aquellas mismas mujeres o como había participado algún patrocinador en ese proceso. Lo
cierto es que los beaterios que, por el motivo que fuera, daban el paso a su institucionaliza-
ción como conventos precisaron contar con apoyos y ayudas materiales que permitieran
tanto garantizar una mínima conformación conventual dei espacio que ya ocupaban o dei
que pasaban a ocupar en la nueva situación como también asegurarles su supervivencia en-
tre los muros dei claustro.
Así, Ia contribución y la colaboración de algún bienhechor o bienhechores tuvo tam-
bién una presencia visible en el camino de Ia constitución conventual de muchos beaterios.
Normalmente, el papel de estos benefactores paso por cederles Ia casa para situar el nuevo
convento,49 o hacerse cargo de Ia edificación dei monasterio y de Ia iglesia conventual50 y
dotar de alguna hacienda o de algunas rentas. No siempre es posible precisar con claridad
si Ia intervención de estos personajes se cinó al apoyo y el patrocínio de la decision de pro-
fesar conventualmente de los colectivos de beatas o, por el contrario, su actuación tuvo
también algo que ver en la toma de decision de aquellas mujeres. Si sabemos, por ejemplo,
que en Toledo, el canónigo don Álvaro Villegas legaria sus bienes en 1628 a una comuni-
dad de beatas que desde fines dei siglo xv llevaba formada en la ciudad con la condición
estatutos de Ia Orden, a que anadió algunas cosas el dicho Obispo... por quedar sujetas a su jurisdiction" '. Α.
de Torres, Crónica de la Província franciscana de Granada (Reproducción de la edition del ano 1683), Ma-
HriH 1QÍH
48 M. Garay, Compendio chronologico con nuevas adiciones a la Primera parte de Ia Crónica de Ia Sant
Província de Burgos, Pamplona, 1742, pp. 160-161. Y, J. Ma Ramirez Martinez, "Alfaro en sus monumento
religiosos", en Graccurris. Revista de estúdios alfarenos, 9 (1999), monográfico.
49 Como en el caso de la formation del convento de Ias franciscanas concepcionistas en Talavera de la
Reina en 1515, favorecida por los bienes de dona Maria de Ayala, hija de Fernando Alvarez de Meneses, qu
llevaría a Ias beatas a Ia casa donde profesaría y se Ia dejó con la demás hacienda que tuvo.
50 Como sucederia en Burgos hacia 1601 cuando Dona Bárbara Gallo se comprometió a edificar a Ias bea-
tas que formarían el convento de trinitarias calzadas una iglesia y ampliar sus instalaciones, pasando a denom
narse convento de Ia Encarnación, aunque el pueblo las llamaría "las trinas". O como también sucedió en Verg
ra (Guipúzcoa), donde Ias beatas recibieron Ia ayuda dei comendador don Andres Martinez de Ondarza, caballe
de la orden de Santiago y contador mayor de la despensa y raciones de su Magestad, y dona Magdalena de Araoz
su mujer, que les edificaron nuevo monasterio e iglesia a cambio del patronazgo del convento de clarisas que
constituía en 1565. En el caso burgalés, la noticia procede de C. Camarero Bullón, "Los Memoriales, fuente d
datos geográficos, demográficos y económicos sobre Burgos a mediados del siglo xvm", en Burgos, 1751. Seg
las Respuestas Générales del Catastro de Ensenada, Madrid, 1994. Col. Alcabala del Viento. La referencia
convento guipuzcoano, en A. Uribe, La Província Franciscana de Cantabria, vol. II, p. 408. | 157
54 "Por quanto tengo resuelto recivir debajo de mi Real Protección a Ias Veatas de Nra Sr
calza desta corte y que en mi nombre se les fabrique una cassa proporcionada a su Estado po
Hazienda y que se les senale alguna renta para sustentarse para que con esto se haga y ajuste
fundazion con la clausura y régla de combento como se requière para ser Verdaderas Religio
nato Real, Caja 39, doc. 101. Una reproducción escaneada del documento se encuentra dispo
Archivos Espafioles en Red.
55 Me refiero a la apropiación de patronatos, a la consecution dei patronato de los conve
habían fundado directamente y que se ubicaban en sus domínios sefioriales. A. Atienza Lope
senorial y conventos en la Espana Moderna. La dimension política de las fundaciones nobili
presentada en el Congreso Senorio y Feudalismo. Quince anos después, celebrado en Zarago
de 2004. En prensa.
56 AHN, Nobleza, Osuna, C. 82, D. 8: Papeies referentes a la fundación y patronato del c
158 I Quitería, hoy de Santa Maria de la villa de Morón.
57 Así se expresa, por ejemplo, P. Martínez-Burgos en una obra de gran difusión: "A diferencia de su mo-
delo masculino, los beaterios femeninos, caracterizados todos ellos por su extrema pobreza, tuvieron que en-
frentarse, también esta vez, ai receio de Io oficial...". P. Martínez-Burgos, "Experiência religiosa y sensibilidad
femenina en la Espana Moderna", en G. Duby y M. Perrot (dirs.), Historia de las mujeres, vol. 3. Del Renaci-
miento a la Edad Moderna, dd. 571-583. La cita en n. 581.
58 A. de Torres, Crónica de la Província franciscana de Granada, p. 425.
59 J. Ma Miura Andrades, "Conventos y organization social del espacio. Fundadores y fundaciones domi-
nicas en la Andalucía Medieval" en Historia Urbana, 2 (1993) pp. 85-1 1 1. Y da la fecha de 1496 como la cons-
titución del beaterio, F. Cerrato Mateos, Monasterios femeninos de Cordoba. Património, renias y gestion eco-
nómica a finales del Antiguo Regimen, Cordoba, 2000.
60 J. Lopez, Tercera parte de la Historia General de Sancto Domingo, y de su orden de Predicadores, li-
bro 3°, p. 380.
61 El dato es de L. Canabal Rodriguez, "Grupos y niveles de poder en Toledo", en J. Bravo (ed.), Espacios
de poder: Cortes, ciudades y villas, sighs xvi-xviii, Madrid, 2002, vol. II, pp. 433-442.
oz L. Nunez, Tundacion dei convento de ban Antonio de loledo en la casa de Hernando de Avalos , en | 159
I
Convento de las Duenas. Salamanca
Como vemos, puede notarse en muchos de estos casos que Ias fechas entre Ia const
tución dei beaterio y el paso a convento estuvieron próximas,63 un dato que también puede
ser indicativo y viene a apoyar esa tesis que mantenemos: es muy posible que Ia opción
hacer vida conventual y de profesar como religiosas no íuera para nada ignorada ni rep
diada sino que, muy ai contrario, constituyera una resolución contemplada ya en la con
guration de estas comunidades de beatas que tuvieron por protagonistas a mujeres de o
genes sociales acomodados y/o de famílias destacadas como posible y deseable para el
futuro próximo. Que la aspiration última era constituir un convento formal parece incues-
tionable en el caso ya mencionado de Ias carmelitas calzadas de Aracena (Huelva).64 Igu
mente, este parece el empeno de dona Inés Farfán, mujer de "nobleza de sangre", que v
Archivo Ibero- Americano, 6 (1916), pp. 168-196. Senala, sin embargo, que Ia fundación dei beaterio se rea
por Ia senora Maria Gonzalez de la Fuente, mientras que Catalina de la Fuente, su tia, daria sus cuantiosos
nes para edificar el monasterio.
63 También el beaterio que se formo en Chinchilla de Monte Aragón (Albacete) en 1496 por una mujer
Ia família patrícia De Ia Mota y dos hijas suyas, no tardaria en convertirse en comunidad conventual: el conven
to de dominicas de Santa Ana, que se dice fundado hacia 1518. C. Ayllón Gutierrez, La Orden de Predicado
en el Sureste de Castilla. Las fundaciones médiévales de Murcia, Chinchilla y Alcaraz hasta el Concili
I Trento, Albacete, 2002.
b4 Una comunidad -recordamos- que se formaria en 1536 por Ia voluntad de dos hermanas, mujeres pr
cipales del apellido Castilla Infante" que eran beatas carmelitas y "se encerraron en una casa y procuraron
médio de un Religioso, sacar facultad para fundar un Convento". M. Rodriguez Carretero, Epytome historial d
160 I | los Carmelitas de Andalucía y Murcia, p. 98.
IV
Una última cuestión que querría abordar en este tema dedicado a los beaterios es Ia
relativa a Ia configuración y disposición de muchos de ellos, insistiendo nuevamente en la
necesidad de matizar y cuestionar la idea de que estas agrupaciones de mujeres desarrolla-
ron una existência libre de ataduras y de sujeciones. No todos los beaterios pudieron sosla-
yar ni sustraerse al control de los hombres y de las autoridades, aunque si es cierto que el
grado de dominación de éstos fue variable.
Hubo beaterios fundados por poderosos locales, nobles u oligarcas, como el que se
constituyó en Écija en 1498 por el comendador de la orden de Santiago, Cristobal de Los-
sa que dejaría como patrono del mismo a su hermano Pedro de Lossa,77 y aunque descono-
cemos que contenido real pudo tener este patronato, su simple presencia nos habla de la
configuración de un beaterio con una autonomia limitada, de un beaterio que nacía con al-
gún tipo de sujeción y de sometimiento a la persona del patrono. También en la voluntad
de terceros nacieron otros beaterios, como el que se constituyó en Sanlúcar de Barrameda
hacia 1480 por dona Leonor de Ribera, mujer del II duque de Medina Sidonia,78 el que ha-
75 Al margen de las que se han ido mencionando, un ejemplo externo puede ser también significativo. Así,
sabemos que hacia 1647 había en território belga doce monasterios de terciarias regulares bajo clausura y otras
treinta y cuatro comunidades dedicadas a obras de caridad que no habían podido ser reducidas a clausura según
los decretos tridentinos dada Ia oposición de Ias autoridades comunales en razón dei bien que hacían estas muje-
res religiosas. El dato procede de L. Iriarte, Historia franciscana, Valencia, 1979, p. 547.
76 J. de Santa Cruz; Crónica de Ia Provinda Franciscana de San Miguel Parte primera, pp. 596 ss. A
finales de siglo, hacia 1590-1591, Ias religiosas de Madre de Dios volverían a profesar como clarisas. Ibid,
o. 602.
77 El beaterio se reconvertiría en convento de dominicas diez anos después por Maria de Rojas, viuda de
Pedro de Lossa, hermano dei fundador dei beaterio. J. Ma Miura Andrades, Fundaciones religiosas y milagros
en la Éciia de fines de Ia Edad Media, Éciia, 1992, pp. 53 ss.
78 Daria lugar luego ai convento de dominicas de Madre de Dios de Ia localidad mencionada. J. O. Velaz-
quez Gaztelu, Fundaciones de todas Ias iglesias, conventos y ermitas de la muy noble y muy leal ciudad de San-
lúcar de Barrameda. Ms del ano de 1758. Estúdio preliminar y transcripción dei manuscrito por M. Romero
Tallafigo, Sanlúcar de Barrameda, 1995, pp. 169 ss. I 163
164 I
84 Han sido transcritos y publicados por E. Sastre Santos, "La condición jurídica de beatas y beaterios. In-
troducción y textos, 1 139-1917", pp. 529-530 y pp. 538-540; que a su vez los toma de A. Riesco Terrero, "Très
documentos interesantes (siglo xvi) para el conocimiento del origen y transformación de beaterio de Alhama de
Granada en convento de RR. Clarisas de la Concepción vulgo «San Diego»", en Archivo Ibero- Americano, 54
(1994), pp. 789-804.
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- uirosi, que si aiguna muger ae las que en la casa Divieren quisiere servir al senor ensenanûo a ladrar y
a leer y adotrinar en la dotrina Christiana algunas ninas, mandamos que sea la tal preferida en el mejor aposen
166 I y favorecida con aiguna rrenta de la que dicha casa tiene a parezer nuestro".
Por otra parte, todos estos casos y estas fundaciones también deben hacernos cuestio-
nar la validez absoluta de la idea de los beaterios como entes perseguidos y como organis-
mos que las autoridades civiles y eclesiásticas pretendieran aniquilar, cuando, como esta-
mos viendo, los mismos poderosos y oligarcas y también los eclesiásticos a título
individual los estaban promoviendo, y esto tanto antes como después de Trento.88 Conside-
ro que es posible mantener que hubiera más tolerância y respaldo a los beaterios de lo que
en principio admitimos, al menos en el âmbito de lo local y lo cercano. Nuevamente, la
atención historiográfica prestada a las beatas perseguidas por la Inquisición o vigiladas
por Ia misma institución ha podido contribuir a consagrar como general esa imagen de
persecución y acoso. Pêro también la variedad de situaciones y de realidades que se escon-
dieron trás Ia denominación de beaterios y de aquellas congregaciones de mujeres tiene
que ver con esta otra percepción de una mayor aceptación y consideración social hacia los
mismos,89 ai menos hacia aquellos que no ocasionaban problemas ni escândalos y que lle-
vaban una vida acorde con lo que podia considerarse honroso y admisible, posiblemente
beaterios próximos, más cercanos y controlados, beaterios y beatas que formaban parte de
lo cotidiano, perfectamente integrados.90 No puede obviarse tampoco -y es algo que está
por estudiar más a fondo- el papel social que en el marco de lo vecinal y de lo local po-
dían cumplir estos recogimientos de mujeres y beaterios.91 Hemos documentado como al-
gunos nacen con una indudable vocación benéfica de acogida de doncellas pobres o huér-
fanas, o recogimientos para mujeres de vida licenciosa..., pêro cabe pensar que en general
86 Se declaraba limitado el trato con clérigos y frailes a los casos tocante a los sacramentos, y se estipulaba
prohibido el trato con "ningún otro seglar si no fuere pariente y con licencia especial de la superiora, a la que
encargo sea en esto muy recatada y ponga escuchas de confiança, no consienta que ningún hombre, de qual-
quier estado y condiçion que sea, entre en la dicha casa si no fuere en los casos permitidos por derecho y por el
santo concilio de Trento y con licencia especial del vicário...".
87 "Y por quanto se a de comunicar con el arçobispo, mi senor, que regia an de profesar Ias dichas religio-
sas y qué forma se les a de dar en los votos, de todo lo qual por aora no puede aver la resoluçion que conviene,
mando... a Ias dichas religiosas no hagan profesion hasta tanto que se aya determinado cerca de lo suso di-
88 Aunque es evidente que se necesita un estúdio más sistemático que nos pueda aclarar si hubo -y en qué
medida- o no, diferencias y qué evolución cronológica tuvo el fenómeno.
89 Así se expresaba, como muestra, el P. Pedro de San Cecilio, cronista general de los mercedanos descal-
zos, sobre Ias beatas de Bezín, en el reino de Sicília en una fecha dei siglo xvn ya avanzado: "Alli mismo tienen
muy autorizada sepultura algunas religiosas de las que en nuestra orden llaman Beatas (de que ha ávido siempre
gran numero en aquella ciudad y en ella han sido muy estimadas)". P. de San Cecilio, Annales del Orden de
Descalzos de Nuestra Senora de Ia Merced Redemption de Cautivos Christianos. Parte Segunda, Barcelona,
1669, p. 908.
90 Cabe preguntarse en cualquier caso si hubo o no un mayor grado de tolerância hacia aquellas congrega-
ciones de beatas más acomodadas y procedentes de estratos sociales más elevados y si por el contrario, el rece-
io, el rechazo y la persecución se cernió en mayor medida sobre los beaterios más empobrecidos y las comuni-
dades de beatas con escasos recursos.
yi Puede verse, F. Arza Alday, El oticio de beata en Salvatierra-Agurain ( Alava- Araba) en el siglo xvi ,
de próxima publicación en la revista Vasconia. I 167
La Santidad de Ρίο V, por un motu propio mando que todas las religiosas hiciesen el cuarto voto de
clausura o se extinguiesen. El Senorío de Vizcaya viendo el gran dano que recibia de la execución
del dicho motu propio por consistir la buena educación y crianza de las hijas en que permanezcan
los conventos y beaterios de las religiosas franciscanas del dicho senorío, suplican a la beatitud de la
Santidad y Padre que Dios guarde que mandase moderar el dicho motu propio en los dichos beate-
rios deste senorío por ser muy necesarios para Ia buena educación y doctrina de los dichos sus hijos
y toda suerte de gente por ser el ministério principal de Ias dichas religiosas conferir Ia doctrina cris-
tiana e instruir en las buenas costumbres a los dichos ninos ... y por la esterilidad y pobreza general
dei dicho senorío muchas doncellas nobles entran con muy poça dote en los dichos beaterios y per-
manecen ai servido de Dios y bien de la Tierra y a menos por no tener dote competente para poder
casarse conforme a su calidad quedarán en el siglo sin tomar estado en gran peligro de sus aimas y
honras...92
Como vemos, las autoridades civiles vizcaínas explicaban bien el papel que cubrian
los beaterios en aquella sociedad, beaterios que constituían el refugio para muchas jóvenes
sin dote para casarse o para profesar en un monasterio, y centros que también desarrolla-
ban una valorada labor en el âmbito de la educación. Por ello, temían el vacío que podia
suscitar la extinción de los beaterios y la obligación de la aplicación de la clausura estricta
y no dudaron en defender su conservation.
No querría concluir sin reiterar que el mundo de las beatas y de los beaterios en la
Espana del Antiguo Regimen constituyó una realidad diversa y compleja, que todavia per-
sisten nociones demasiado extemporâneas y viciadas al respecto y que no hay duda que
necesita un estúdio profundo y sistemático, no carente de importância a tenor de Ia magni-
tud que su presencia parece que tuvo. Se trata de un mundo en el que la síntesis es difícil,
un mundo complejo y variado, muy fluido y adernas muy influenciable por movimientos
religiosos -el espíritu de observância, Ia mística, luego Ia recolección y la descalcez...- y
políticos, así como el propio marco local en el que se desenvolvieron Ias diferentes con-
gregaciones de beatas.
168 I 92 Ma J. Arana, La clausura de Ias mujeres. Una lectura teológica de unproceso histórico, p. 258.