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INTRODUCCION

Hoy venimos delante de Dios consciente en que cada paso, cada gesto y cada
palabra de Jesús en el viacrucis fueron un mensaje y un legado que nos
acompañan continuamente en nuestra vida. Hoy venimos a participar del
camino de la Cruz.

¿Qué quiere decir tener parte en la Cruz de Cristo?


Es experimentar en el Espíritu Santo el Amor que ésta esconde tras de sí.
Es reconocer a la luz de este Amor nuestra propia Cruz.
Es cargarla sobre nuestra propia espalda y movidos cada vez más por ese
amor, caminar siguiendo a Cristo.

ORACION INICIAL

Señor Jesucristo colma nuestros corazones con la luz de tu Espíritu Santo para
que siguiéndote en tu último camino sepamos cuál es el precio de nuestra
redención y seamos dignos de participar en los frutos de Pasión, Muerte y
Resurrección. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
I ESTACION
I. ESTACION: JESUS ES CONDENADO A MUERTE
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

Jesús, el Hijo de Dios vivo, el redentor del mundo, es condenado a muerte en


la Cruz en una negación de la Verdad, en un rechazo a seguir el camino de
Amor que Dios propone al mundo.

Si nosotros tuviésemos que escoger en aquel día estar con Cristo, como Juan,
como María ¿estaríamos dispuestos? o ¿estaríamos escondidos donde nadie
nos mirase?, ¿escogeríamos por amor a él acompañarlo en esa cruz y en esa
condena injusta.

Hoy nuestra propia Cruz nos parece muy pesada y quisiéramos a veces
apartarnos de ella, hacerla a un lado, rechazarla, más es Dios quien la permite
en nuestra vida, para así participarnos de este misterio, acompañarlo en su
dolor divino y, así, escoger por Amor estar con Él

OREMOS

Cristo que aceptas una condena injusta y soportas el dolor de la ignominia


Concédenos, a nosotros y a los hombres de todos los tiempos, la gracia de ser
fieles a la Verdad y de acompañarte en tu dolor, cargando cada uno nuestra
propia Cruz unida a Ti. A ti, Jesús, que vives y reinas por los siglos de los
siglos. Amén.
II ESTACION
II. ESTACION: JESUS ES CARGADO CON LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

La cruz es el signo más grande del Amor de Dios por el hombre. La cruz que
cargo Cristo era pesada, más pesada que ninguna otra, pues en ella cargaba
todas las ofensas de todos los hombre al Amor divino. ¡Cuánta humillación y
bajeza significaba la cruz y con todo Dios quiso escogerla para demostrarnos
lo inmenso de su Amor!

¿Hasta dónde llega ese Amor divino?... Porque tanto amo Dios al mundo que
dió a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga
vida eterna.

Es cargando la cruz y muriendo en ella que Cristo nos redime. ¿Seremos


nosotros capaces de cargar nuestra cruz? Cuántas veces nos quejamos de
nuestra cruz olvidándonos de que Cristo cargo la suya con una actitud mansa y
obediente sabiendo que esa era la voluntad de su Padre. Nos olvidamos de que
Dios nos da nuestra cruz precisamente para salvarnos y para que triunfemos de
nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra vanidad.

OREMOS

Señor, haz que como tu Hijo Jesucristo carguemos nuestra cruz con una
actitud humilde y de aceptación a tu voluntad confiando en que nos darás tu
gracia para llevarla hasta donde tú lo quieras. Haz Señor que nos podamos
abandonarnos en Ti, cuando flaqueen nuestras fuerzas y, así, nuestra carga se
torne ligera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
III ESTACION
III. ESTACION: JESUS CAE POR PRIMERA VEZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

El profeta Isaías siglos antes de la venida de Cristo ya nos anunciaba los


sufrimientos que Nuestro Salvador padecería y cómo sería exaltado cuando
escribió estas palabras. Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y
nuestros dolores los que soportaba.

Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su propio camino
y el Señor descargó las culpas de todos nosotros. Es el peso de nuestros
pecados el que Cristo lleva sobre sí mismo, es ese peso de nuestro orgullo y de
nuestras faltas el que lo vence y que lo echa a tierra.

¡Qué increíble! que el Dios omnipotente y el Hijo amadísimo del Padre llegue
hasta el punto de sufrir la debilidad de nuestra condición humana para
mostrarnos su misericordia. Su caída no es una derrota, es una enseñanza, es
un signo de esperanza, pues al levantarse después de caer, Cristo nos muestra
la fuerza reparadora de su Gracia, de su Salvación.

OREMOS

Señor, Tú que haz venido no por los justos sino por los pecadores, danos un
corazón humilde y lleno de confianza que pueda acudir a Ti tras la caída y el
pecado y que pueda apoyarse en Ti para levantarse y seguir adelante en el
camino de tu Reino. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
IV ESTACION
IV. ESTACION: JESUS ENCUENTRA A SU MADRE
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

María había escuchado del Ángel que Jesús reinaría para siempre y
que su reino no tendría fin. Ella recordaba éstas palabras y las
conservaba en su corazón.

Condenado a muerte Jesús, María pudo preguntarse cómo sería que


su reino no tendría fin. Ella también recordaba su respuesta al
Ángel: Yo soy la esclava del Señor hágase en mí según tu Palabra.
En este momento María repite estas palabras en el corazón y
maternalmente abraza la cruz junto con el Divino condenado.

En el camino hacia la cruz, María se manifiesta como madre del


Redentor del mundo.

OREMOS

María, tú que haz recorrido el camino de la cruz junto con tu Hijo,


sintiendo la espada que atraviesa tu corazón, pero confiada en la
fuerza del Amor, suplica por nosotros la gracia del abandono en el
Amor a Dios, para que nunca dudemos de su Amor. Amén.
V ESTACION
V. ESTACION: EL CIRINEO
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

Los soldados al ver el cansancio de Jesús y, quizás, con el temor de que no


llegara a su destino, voltearon a ver a los que estaban cerca y escogieron a
Simón de Cirene que pasaba por allí y lo obligaron a tomar la cruz de Jesús
para ayudarlo.

Es probable que al principio Simón haya tomado la cruz de mala gana. Pero
después la mirada del Maestro y la gracia de ese encuentro transformaron su
corazón. Fue entonces que Simón de Cirene experimentó en su interior el don
de la cruz que Cristo le hizo.

¡Que increíble misterio! Cristo le permite vivir de manera singular sus


palabras: el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El Cirineo
comparte con él, el camino hacia el calvario, el camino que lo llevó a
experimentar que en Cristo el yugo es suave y la carga ligera.

Entonces cabe la pregunta, en esta escena ¿Quién ayuda a quién? ¿Quién es el


Cirineo de quién? Es Cristo el que lleva nuestras faltas y heridas, él es el que
nos ayuda a cargar nuestra cruz día a día, su Fuerza está en nosotros, su Amor
es el que nos sostiene.

OREMOS

Jesús, Tú que conseguiste a Simón de Cirene la dignidad de llevar tu cruz,


enséñanos a recibir como un don tuyo la cruz que nos compartes, abrazándola
con amor y con entrega, danos tu Gracia y Fuerza para compartir con nuestros
hermanos la cruz de cada uno de nosotros y seguir adelante según tu ejemplo.
Amén.
VI ESTACION
VI. ESTACION: LA VERONICA ENJUGA EL ROSTRO DE
JESUS
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

Aunque el nombre de Verónica no es mencionado en los Evangelios, la


Tradición la recuerda por el gesto de compasión y delicadeza que tuvo con
Jesucristo.

Verónica se abre paso entre los soldados arriesgándose a recibir los mismo
insultos o incluso los golpes que Cristo recibía, para enjugar con un velo el
rostro del Maestro. Jesús quiso dejar en aquella tela su rostro impreso, le deja
así a Verónica un recuerdo imborrable de aquel acto de caridad que tuvo con
Él.
Esta escena nos recuerda aquella en la que una mujer pecadora derramó un
perfume en los pies de Jesús y lo enjugó con los cabellos, Jesús dijo de aquella
mujer: una obra buena ha hecho conmigo. Las mismas palabras podrían
aplicarse también a la Verónica, de ella podemos aprender que en ninguna
circunstancia es impedimento para hacer el bien, sobre todo a aquellos que
más lo necesitan.

Verónica no pudo resistir a Jesús sangrante, sufriendo, y a pesar de que no


podía liberarlo de aquel sufrimiento, su corazón compasivo la movió a hacer
algo, aunque fuera mínimo por aliviarlo. Seguramente aquel tumulto que
rodeaba a Jesús, los soldados, el odio y desprecio de quienes querían ver
muerto a Jesús debió atemorizarla. Sin embargo, ella superó sus miedos y
buscó la manera de llegar hasta Jesús.

OREMOS

Señor, danos como a Verónica un corazón compasivo que no se acobarde o se


quede en la comodidad y en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás,
un corazón que siempre nos mueva a practicar en la caridad, que recordemos
que esa fue tu mayor enseñanza: Amar y ver por los que más necesitan de
nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
VII ESTACION
VII. ESTACION: JESUS CAE POR SEGUNDA VEZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

El Verbo de Dios que se hizo carne y puso su morada entre nosotros, cae de
nuevo bajo el peso de la cruz, ¿Cómo es posible que él, que hizo el cielo y la
tierra, pueda sucumbir ante el peso de la cruz de nuevo? Él mismo creo los
árboles y la madera que la forman. ¿Qué consiste ésta lección tan grande de
Jesús, que lleno de heridas y con el rostro desfigurado, cae otra vez vencido
por los castigos y las penas que le hemos causado?

San Pablo nos dice en su primera a la carta a los corintios, una frase que se
aplica a Cristo en primer lugar: Me he hecho débil con los débiles para ganar
a los débiles. Si Cristo cae por segunda vez, también se levanta por segunda
vez, ¿acaso no es ésta nuestra mayor esperanza? Es su Fuerza la que nos
levanta de nuestras caídas, y su perseverancia nuestra perseverancia. Ésta es la
fe que hace decir a san Pablo: Todo lo puedo en aquel que me fortalece.

OREMOS

Señor, concédenos dar testimonio al mundo de tu Salvación, al cargar nuestra


cruz de cada día con tu gracia y convertir nuestra debilidad en tu fortaleza, que
al levantarnos de nuestras caídas el mundo pueda ver tu misericordia en
nosotros y crea en el poder de tu redención. A Ti, Jesús, nuestro Amor y
nuestra Alabanza por los siglos de los siglos. Amén
VIII ESTACION
VIII. ESTACION: JESUS CONSUELA A LAS SANTAS
MUJERES
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

En su camino hacia al calvario, Cristo se encuentra con unas piadosas mujeres


que lloran por él y Jesús les dice: Hijas de Jerusalén no lloréis por mí, llorad
más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque llegará el día en que se
dirán: Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que
no criaron y entonces podrán decir a los montes caed sobre nosotros y a las
colinas, cubridnos, porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se
hará? Con estas fuertes palabras, Jesús parece remitirse a una profecía que
poco antes, él había hecho. Y en la que hablaba sobre la destrucción de
Jesuralén, la Jerusalén que no había sabido reconocer el tiempo de la visita, es
decir, no había sabido reconocer al Hijo de Dios y su Palabra de salvación.

Estas palabras que Jesús dirige a las mujeres, hoy apela a nuestra conciencia,
si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará? Si no podemos o no
sabemos reconocer la salvación que nos ha venido a traer Jesús ¿Qué será de
nosotros? ¿Qué será de nuestra generación que esta embebida en esta cultura
de egoísmo, de muerte, de irreligiosidad? Este tiempo, es un tiempo de
reconocer el tiempo de la visita, de reconocer el momento de la salvación que
Jesús nos da y de abrazarla.

OREMOS

Jesús, que no seamos sordos a tu voz, haz que sepamos reconocerla en el ruido
de la vida moderna, que podamos abrirte la puerta de nuestro corazón y
recordemos la promesa que nos haz hecho: Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y
él conmigo. Al vencedor, le concederé sentarse conmigo en el trono, como yo
también vencí y me senté con mi Padre en su trono. Tú que vives y reinas por
los siglos de los siglos. Amén.
IX ESTACION
IX. ESTACION: JESUS CAE POR TERCERA VEZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

San Pablo en su carta a los filipenses se refiere a Cristo con estas palabras:
Siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, si no
que se despojo de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose
semejante a los hombre y apareciendo en su porte como hombre y se humillo
a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.

Esta revelación es una luz para el escandalo de ver a Dos, postrado en tierra,
abatido por el castigo de los soldados y el peso de la cruz. Cristo se despoja de
su gloria y humillándose nos enseña el camino hacia el reino de Dios, no es un
camino como los reinos de este mundo, tal como lo explicaba a Pilato. Es un
camino de humillación, de abajamiento, de despojo. Para el mundo que estima
el poder, el honor y la riqueza por encima de todo, este camino es
incomprensible.

El Amor es la única llave para entender este camino y entrar en él. Este Amor
por el cual Cristo nos lava los pies, en un gesto de servicio, llevado al
extremo. Este Amor por el cual Cristo da la vida por nosotros en un acto
envuelto de humillación y pobreza. En esa miseria llevada al límite, Cristo nos
dice: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre si no por mí
¿Estamos dispuestos nosotros a seguirle?

OREMOS

Señor, tú que te humillaste hasta el extremo, enséñanos a renunciar a todo lo


que somos, a todo lo que poseemos para que con un corazón puro y libre de
toda aturada podamos seguirte en el camino de la cruz y vivir en el don de
Amor al que nos llamas. A Ti la Gloria y el Honor por siglos sin términos.
Amén.
X ESTACION
X. ESTACION: JESUS ES DESPOJADO DE SUS
VESTIDURAS
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

En el cenáculo, Jesús se había despojado libremente de sus ropas, inclinándose


hasta el suelo y lavándoles los pies, arrodillado a sus discípulos, enseñándoles
a Amar hasta el extremo, hasta dar la vida y todo por Amor.

En el calvario Jesús es despojado de sus ropas para humillarle hasta el


extremo pero esta humillación ha sido escogida consiente y libremente por
Jesús para salvarnos. Este despojarse de su gloria, de sus ropas, y este hacerse
esclavo por nosotros hasta dar la vida en una cruz, lo realiza el Señor para
salvarnos, para amarnos entregándonos la vida.

Así también hemos de hacer nosotros, despojándonos de todo, y


revistiéndonos de Cristo, muriendo al hombre viejo y naciendo al hombre
nuevo con la Gracia del Señor.

OREMOS

Señor Jesús, que no retuviste ávidamente el ser igual a Dios y te anonadaste


haciéndote hombre, despojándote de todo hasta la muerte y muerte en cruz,
concédenos vivir la vida nueva que nos das en el Espíritu, muriendo al hombre
viejo y naciendo al hombre nuevo con la Gracia de tu Amor. Amén.
XI ESTACION
XI. ESTACION: JESUS ES CLAVADO EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

Cristo sufre lo indecible, qué nos quiso decir el Señor cuando nos dijo:
Cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Ciertamente
sentiríamos compasión por alguien crucificado, pero difícilmente eso sería
suficiente para movernos a unir nuestras vidas a aquél que esta suspendido en
la Cruz. Sin embargo, generación tras generación ésta terrible visión a atraído
a una multitud de personas que han hecho de la cruz el estandarte de su Fe.

Cristo atrae desde la cruz con la fuerza del Amor, del Amor divino que ha
llegado al don total de sí mismo, es en efecto en la Cruz donde Jesús nos
muestra su Amor de la manera más sublime, bajo la sombra de esta cruz,
vivamos en el Amor como Cristo nos Amó entregando la vida en el Amor a
Dios y a nuestros hermanos.

OREMOS

Cristo elevado, Amor crucificado, llena nuestros corazones de tu Amor para


que reconozcamos en tu cruz, el signo de tu redención, y atraídos por tus
heridas vivamos y muramos contigo que vives y reinas con el Padre y Espíritu
Santo ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
XII ESTACION
XII. ESTACION: JESUS MUERE EN LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

Jesús muere en la cruz, pero un poco antes nos instruye en el Amor,


enseñándonos a confiar y a perdonar, a confiar porque precisamente en ese
momento de sufrimiento empieza a orar con un salmo que realmente es un
salmo de esperanza: Dios mío, ¿porqué me has abandonado? Y a perdonar
cuando en su oración al Padre dice: Perdónalos porque no saben lo que hacen.

Jesús sabe que el hombre tiene necesidad de misericordia y nos enseña que la
tiene para todos aquellos que se arrepienten como el buen ladrón que le pide:
Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino. La respuesta de Jesús manifiesta
claramente su magnanimidad al decir: Yo te aseguro que hoy mismo estarás
en el paraíso.

También y no menos importante, nos entrega el regalo precioso en María:


Mujer ahí tienes a tu hijo, como diciéndole aún no termina tu misión tienes
que seguir cuidando de tus hijos que son mis hermanos. Jesús al morir quiere
que el Amor maternal de María abrace a todos aquellos por los que él da la
vida, a toda la humanidad.

Oremos hermanos confiadamente, pidiendo la misericordia del Señor, y


acojamos en nuestra casa a María, al igual que el discípulo amado, ella nos
consolará en nuestras luchas y siempre que la tristeza de los sufrimiento
terrenos quiera desanimar nuestro corazón. A Ti, Jesús crucificado, sabiduría
y poder de Dios, honor y gloria, por los siglos de los siglos. Amén.
XIII ESTACION
XIII. ESTACION: JESUS ES BAJADO DE LA CRUZ
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

María, desolada, recibe en sus manos el cuerpo sin vida de su hijo, no hay
palabras que puedan expresar el dolor tan profundo que su puro corazón sintió
en ese duro momento. Pero esos recuerdo también los conservó ella en su
corazón, recordando las palabras proféticas del viejo Simeón: la espada
atravesará el corazón.

No, no hay palabras para describir un dolor así, solo la imagen de la piedad ha
logrado grabar en la memoria del pueblo de Dios la expresión tan dolorosa de
aquel vínculo de Amor que nace en el corazón en la madre el día de la
anunciación y quemadura en la espera del nacimiento de su divino hijo.

Este Amor sometido a la prueba, ahora debe transformarse en una unión que
supera los confines de la vida y de la muerte. De este modo, María con su
ejemplo nos ilumina para aprender el difícil Amor que no huyan del
sufrimiento sino que se abandona confiadamente a la ternura de Dios, para el
cual nada es imposible.

OREMOS

Alcánzanos María la gracia de la fe, de la esperanza y de la caridad para que


también nosotros como tú sepamos perseverar bajo en la cruz hasta el último
suspiro. A tu hijo Jesús, nuestro salvador, con el Padre y el Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
XIV ESTACION
XIV. ESTACION: EL CUERPO DE JESUS ES DEPOSITADO
EN EL SEPULCRO
Te adoramos Cristo y te bendecimos
Que por tu santa cruz redimiste al mundo

El sepulcro es la última etapa de morir de Cristo en el curso de su vida terrena.


Es signo de su sacrificio supremo por nosotros y por nuestra salvación. Si el
grano de trigo no cae en tierra y muere queda el sol, pero si muere da mucho
fruto.

María conserva en lo profundo de su corazón y medita la pasión del hijo. Los


discípulos se reúnen ocultos en el cenáculo. Las mujeres aguardan a que pase
el sábado para ir a ungir con aromas el cuerpo de Cristo. Comienza la espera,
la vigilia del Sábado Santo.

En ese Viernes Santo, en esa espera que antecede a la mañana del primer día,
cada corazón busca el rostro del Señor, ¿de dónde vendrá nuestro auxilio?
¿dónde estas Señor? ¿a dónde te has escondido?
ORACION FINAL
Nuestro viacrucis culmina en la Resurrección. No está aquí, ¡ha resucitado! A
la noticia de María Magdalena, Pedro y Juan se apresuran al sepulcro y lo
encuentran vacío, la losa levantada, las vendas por tierra y el sudario doblado
aparte. Juan vio y creyó y con él creyó en la Iglesia que desde entonces
anuncia al mundo la Verdad: Cristo a resucitado de entre los muertos. Así con
su muerte y resurrección, Jesucristo transforma la cruz de signo de ignominia
en signo de victoria, victoria de la Verdad sobre la mentira, del Bien sobre el
mal, de la misericordia sobre el pecado, de la Vida sobre la muerte.

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