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En los últimos 40 años, el ritmo de los cambios empezó a acelerarse: diversas crisis, cada
una de las cuales se inició en momentos diferentes de la historia, convergieron en una crisis
múltiple de proporciones casi cataclísmicas que se concretó durante el decenio de los ochenta y
el principio de los noventa, y que tuvo la violencia terrorista y a la hiperinflación como dos de sus
manifestaciones más perniciosas. Paralelamente, la explosión demográfica y las migraciones
masivas de las zonas rurales a las urbanas, así como el surgimiento de movimientos de afirmación
regional en diversas partes del Perú, removieron lo cimientos del Estado, alterando
completamente las estructuras sociales que prevalecieron durante siglos. Como resultado de estos
procesos han surgido nuevos actores que se han incorporado a la escena nacional, que
demandan su inserción en el mercado (empleo, ingreso y consumo) y que exigen participación
en los beneficios sociales, la educación y la política. Otros resultados han sido fuertes
cuestionamientos de los hábitos y prácticas centralistas, y la toma de conciencia acerca de la
imposibilidad de resolver los problemas de las diversas regiones que constituyen en el Perú, desde
una perspectiva centrada en Lima.
Todo esto configura lo que se puede dominar, muy esquemáticamente, como la nueva
presencia del pobre en el Perú. Al reclamar donde vivir, los nuevos pobladores urbanos
emigrantes del campo cambian el rostro de las ciudades costeñas, particularmente en Lima, en
donde se concentra un tercio de la población del país. En cierta medida, su presencia democratiza
las ciudades al ampliar significativamente el número de ciudadanos que toman conciencia de sus
derechos económicos, sociales y políticos.
Un hito importante en este proceso de cambio acelerado en la sociedad peruana fueron las
reformas llevadas a cabo desde fines de los años sesenta por el gobierno de la Fuerza Armada
que presidió el general Juan Velasco Alvarado. La reforma agraria, de la empresa y educativa
aceleraron el proceso de transformación social que se venía desplegando desde el decenio de los
cincuenta con la crisis del Estado oligárquico, cuyo carácter excluyente centrado de poder y de
riqueza fue cuestionada por quienes ejercieron el poder político durante el gobierno militar.
El acceso de los campesinos a la propiedad de la tierra, el reconocimiento de los derechos
sociales fundamentales, la reivindicación del idioma quechua y de la cultura andina, el
surgimiento de organizaciones populares urbanas con el reemplazo de las denominaciones de
invasor y barriada por las de poblador y pueblo joven, el desarrollo de comunidades
autogestionarias (por ejemplo, Villa El Salvador), la participación de los trabajadores en la gestión
y propiedad de las empresas estatales y privadas fueron algunos de los efectos prácticos de dichas
reformas.
No obstante, lo anterior, el carácter autoritario y la naturaleza castrense del régimen
político instaurado por el general Velasco impidieron la institucionalización autónoma de los
resultados de éstas reformas, es decir, su plena aceptación y apropiación por la sociedad en su
conjunto, al mismo tiempo que obstaculizaron la ampliación del ejercicio de los derechos políticos
de la ciudadanía. El desmesurado crecimiento del estado, gestor fundamental de estos cambios,
fue también un resultado de las acciones del gobierno durante ese período, lo que tuvo
repercusiones negativas sobre las finanzas públicas.
Durante los últimos 15 años la sociedad peruana experimentó transformaciones hondas, radicales
y rápidas. Los esquemas heredados de la colonia y las concepciones vinculadas a la mentalidad
criolla han sido severamente cuestionados, y los conceptos y paradigmas que tradicionalmente
orientaron la interpretación de la realidad nacional han perdido credibilidad. Como resultado de
estos cambios estructurales y conceptuales, la percepción y la comprensión de la nueva situación
social por parte del ciudadano promedio es parcial, fragmentada y distorsionada.
CAPACIDAD DE ARGUMENTACIÓN.
1. ¿Cuáles son las particularidades del pueblo peruano que dificultan el ejercicio eficaz del poder
y la existencia de una verdadera democracia?
2. En el Perú, ¿Se respeta el bien común y es fácil lograr consensos entre personas de distintas
tendencias políticas, socio-económicas o religiosas? Fundamenta tu respuesta
3. ¿Cuáles son los principales valores que debemos cultivar para abrir el camino hacia una
verdadera democracia?
6. Elabora una lista de acciones que debe tomar nuestro presidente a partir de este contexto de
democracia. (Redacta con argumentos sólidos)