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Sugerir materiales o autores que, desde su perspectiva, podrían apoyar las ideas del autor.
Intentar plantear preguntas productivas sobre los aspectos hacia los que apunta el proyecto
leído.
Compartir estrategias, búsquedas, recursos, herramientas, etc., que te hayan servido y que
consideres que puedan servirle a quien comentas.
¿Cómo pueden ser útiles los derechos humanos para para el progreso de la sociedad?, ¿Sin
derechos humanos no hay desarrollo?
El goce y disfrute de los derechos humanos y el desarrollo de las personas, son directamente
conducentes al desarrollo de los individuos. El goce y disfrute de los derechos humanos propicia el
desarrollo de éste, a su vez, implica la realización plena de todos los dere3chos humanos
fundamentales. (CNDH, 217, p.5)
1
Ibid, p. 3
Todo conocimiento es social, por ende, toda visión del mundo se sustenta en una ideología
construida
El discurso no es malo ni bueno, tampoco es neutral, simplemente representa una
construcción ideológica situada a contextos materiales. Por lo tanto, la ideología se expresa
y constituye por medio del discurso, debe ser analizada en cada contexto, y bajo las
consecuencias materiales que provoca.
Establecer un espesor discursivo a los derechos humanos, tiene la intención de abordar un
análisis crítico en relación los elementos materiales que le dan especificidad por medio del
lenguaje; determinando los usos del discurso que giren en torno a ideologías y tradiciones
teóricas que socialmente fueron construidas, debido a que “nuestra comprensión de las
cosas, los conceptos o las ideas que podríamos dar por supuestas […] no es natural o dada
previamente por algún modo, sino que es más bien el producto de las acciones y las
interrelaciones humanas, la historia, la sociedad y la cultura humanas.”2
Habiendo dejado por sentados los planteamientos ontológicos y epistemológicos con los
que versarán las siguientes páginas, es menester, abordar el concepto de derechos humanos
HACER UA RECAPITULACIÓN DE LOS CONCEPTOS USADOS
2
Rapley, Tim, Los análisis de la conversación, del discurso y de los documentos en la investigación
cualitativa, trad. por Tomas del Amo y Carmen Blanco, Morata, Madrid, 2014, p. 24.
La vieja Europa se instituyó a sí misma como la cuna de la “civilización”3. El
surgimiento de la razón y del pensamiento filosófico, en contraste al pensamiento mítico,
mágico o religioso, marcaban un antes y un después en la era del mito, aportaba los
elementos necesarios para los procesos civilizatorios que pugnan por el desarrollo y la
instrumentalidad de medios y fines sociales a corto y largo plazo.
ESTADO Y NACIÓN
4El Estado es una mediación que reproduce la relación social. Mantiene la unidad
individuo-sociedad dentro del marco de una estructura específica. Es algo concreto
que actúa incluso si va tomando formas cada vez más abstractas a medida que su
control sobre la sociedad asume las formas de la modernidad técnica.
5Por el contrario, la Nación es una representación. Y así, las distintas teorías revo-
lucionarias, la han asimilado a una ideología, del mismo modo que ha hecho con la
religión. No es una casualidad que las dos hayan sufrido la misma suerte: una
«superación» en el cielo de las ideas y de la teoría. El problema teórico que plantea
el concepto Nación se ha solucionado mediante una trampa terminológica: «El
Estado-Nación» es el concepto nuevo que ha servido de puente entre el agente
social y la representación abstracta. Este planteamiento se ha realizado en el marco
de una visión humanista-progresista del desarrollo de la humanidad, visión que es
a la vez antiimperialista, anticolonialista y anticomunitarista. Pero este nuevo doble
concepto no anula el problema ya que es producto del capitalismo y de su clase
dominante, la burguesía, que fue la primera en reivindicar la representación nacio-
nal. Sin embargo debe existir un lazo ya que sin una Nación, o sea, sin identidad
1
colectiva
3
El concepto civilización es polisémico, sin embargo, se hace un énfasis entrecomillado, como “La
civilización” entendido como un proceso de desarrollo de estructuras del pensamiento (filosófico, político,
científico, etc.), marcado por piases desarrollados; en ese sentido, Europa occidental se marcó a sí misma
como el modelo unívoco del desarrollo y el progreso. Véase, Elias, Norbert, Las sociedades de los individuos,
trad. por José Antonio Alemany, Península, Barcelona, 1990. Otra forma de concebir el concepto de
civilización consiste en la concepción de entidades sociales conformadas por una multitud cultural y la
agregación de varios espacios sociales que, pese a sus diferencias, mantienen nexos articuladores de
sociedades vigentes y trascendentes en el tiempo; en este sentido, la civilizaciones son conjuntos culturales de
amplia escala, como la civilización musulmana, las civilizaciones mesoamericanas e incluso la civilización
occidental, como una más de ellas, y no como la única. Véase, Huntington, Samuel P., El choque de
civilizaciones. Y la reconfiguración del orden mundial, trad. por José Pedro Tosaus Abadía, Paidós, Buenos
Aires, 2001.
PRÁCTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS
2. La hermenéutica
Podría decirse que la phrónesis, una virtud ética, no tiene nada que ver con la
hermenéutica, que parece ser algo teórico. Sin embargo, Gadamer muestra
cómo en ambos casos se trata de una racionalidad situada, es decir, en
contexto,5 y, precisamente, interpretar es poner un texto en su contexto. En el
acontecimiento hermenéutico o acto interpretativo interviene, en primer lugar,
un texto, que es lo que se va a interpretar. Pero ese texto supone un autor, así
como un lector o intérprete, que es quien lo va a interpretar. Hay, por un lado,
una intención del autor, que es lo que quiso expresar en su texto; y hay otra
intencionalidad, la del lector, que no siempre interpreta lo que el autor quiso
que se entendiera, sino que añade significados propios. Por eso algunos, como
umberto Eco, añaden una intencionalidad del texto para diferenciar la del autor
y la del lector, y que es algo que resulta del encuentro de estos dos.6
Esta idea pasa de los pitagóricos a Platón, quien tuvo varios amigos que dan
nombre a algunos de los Diálogos(Timeo de Locres, Teeteto y Lisis, entre
otros). Platón practica la analogía mendiante el empleo de mitos en su
filosofía.20 Cuando se topa con algo muy importante suele introducir un mito,
como si de ahí se pudiera extraer la explicación de ese tema.21 Sin embargo,
también utiliza la analogía o proporción para presentar las virtudes de los
ciudadanos en la República (la prudencia, la templanza, la fortaleza y la
justicia). Todas ellas son virtudes analógicas, basadas en la idea de proporción.
para
Mediante esta estructura política, el Estado de derecho de tilde liberal, mercantiliza lo
político y todo aquello que cruce su paso. La razón del Estado, que seguiría siendo
plasmada en las nuevas codificaciones jurídicas como sustento objetivo de los derechos,
sería prueba historiográfica de la postura ideologizada e imparcializada que comprende e
interpreta al derecho y a los derechos humanos en cuanto a valores burgueses y, por lo
tanto, expectativas despegadas de la realidad, de los contextos y de los sujetos que
interactúan en sociedades complejas y multiculturales; enajenando así, la identidad y
universalizando las diversas cosmovisiones de vida en aras de la perpetuación del
capitalismo
El Estado moderno y el derecho positivo son productos epistemológicos que se producen de
manera autopoiética.
Al analizar estos tres acercamientos, es evidente como hacen referencia a la obra de Kelsen:
al establecer un acercamiento como teoría del derecho y como ciencia jurídica.
Para Bobbio, el positivismo jurídico es la herramienta idónea para regular las
conductas en la sociedad y establecer compromisos antes las necesidades sociales, siempre
y cuando éstas se encuentren juridizadas. Por ello, todo derecho que sea trascendental para
el ser humano deber ser positivizado, sólo así la norma tiene un propósito de cumplimiento,
y será obligatoria en cuanto su coercitividad la vuelva eficaz para mantener el orden social.
Si bien, el sentido del reconocimiento de la norma como supuesto de garantía de su
cumplimiento es un elemento que debería de contribuir al acceso de los derechos humanos,
la problemática radica en la concentración de la razón jurídica que acumula el Estado ante
una conformación cognitiva y sistémica que es indiferente ante la constatación de
necesidades de sujetos en contextos de derecho divergentes al modelo unívoco de
“ciudadano ideal”, hablando de otros sujetos y de otras concepciones de lo jurídico que no
se insertan en la fundamentación ilustrada de los derechos humanos, y que termina siendo
invisibilizadas por el poder de lo político (Estado) y de lo factico (Capital), negando la
posibilidad de una vida en sociedad que se conduzca en un sentido social-material y no sólo
de manera formal, como lo determina la democracia liberal.
COMO SE VE EN LA PRÁCTICA:
Estas tres crisis del derecho positivo propician repensar la configuración del derecho
en lo que consiste en un revisionismo o neopositivismo sustentado en una nueva concepción
constitucionalista, también denominado neoconstitucionalismo.
Sin embargo, para lograr los fines del Estado constitucional de derecho, será
imprescindible, determinar dentro del ordenamiento jurídico aquellas normas que
establecen la protección a los derecho humanos en todas sus acepciones (libertades
individuales y derechos sociales), para que estas normas ya localizadas o, en su caso,
positivizadas puedan con posterioridad conformar ese bloque de constitucionalidad que
garantice el correcto desempeño del Estado y, a partir de ello, garantizar los derechos
humanos.
SE HABLA DE UN ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO
PARA COMENTAR
A lo largo del presente documento ha quedado patente el posicionamiento teórico
con el cual se construye el diálogo filosófico con categorías propias del conocimiento
social:
teoría crítica y la filosofía latinoamericana que se abordará en el siguiente capítulo
como muestra de producción del pensamiento situado en espacio geográfico; siendo lo que
se avecina en este capítulo una introducción que permita al lector
Como se mencionó en capítulos anteriores, el fundamento sociohistórico-
epistemológico del derecho moderno y de los derechos humanos como fuente de
producción de la filosofía y la teoría jurídica, son reflejo de una marcada identidad que
refuerza las prácticas capitalistas que mercantilizan la vida y establecen una visión absoluta
de lo que son y representan las categorías de lo social, lo político y lo jurídico
Sin embargo, antes de avanzar en el análisis de las categorías claves para la
elaboración de una dialéctica que nos arroje luces para un fundamento alternativo de
derechos humanos, que comprenda la especificidad del sujeto-situado en el contexto
espacio-tiempo de América Latina, es preciso, ahondar en el marxismo y la teoría crítica
como elementos preliminares para la compresión del pensamiento crítico latinoamericano y
como primer acercamiento epistemológico de la teoría crítica latinoamericana.
La primera la época, el economicismo soviético, más allegada a los principios
básicos del marxismo ortodoxo, se encuentra en sintonía con el sentido radical de
enajenación y alineación por parte del Estado y del Derecho que establece a ambos
conceptos como reflejo de la base económica. Sus principales autores fueron Stuchka y
Pashukanis, quienes, a través de su obra intentaron “desarrollar por primera vez, una teoría
marxista del derecho. Tales autores asumen una posición teórica nítidamente tipificada por un
economicismo antinormativista en la medida en la que visualizan el Derecho no como estructura
normativa, sino como sistema de relaciones sociales generadas por el modo de producción
socioeconómico.”4 Es así, que la concepción de estos autores es equivalentemente opuesta a la
teoría pura del derecho de Kelsen, ya que establecen que el pensamiento jurídico únicamente se
centra en el contenido de las normas y no la cualidad de poder comprender la realidad social. P
160
El rescate epistemológico aquí hecho, resulta de retomar categorías que han
ilustrado y seguirán haciéndolo en las próximas páginas de esta investigación una posición
teórica. Retomar: el sentido clasista del derecho por su sociohistórico proceder burgués
liberal; desvelar las relaciones de poder/opresión congénitas en la estructura del derecho
positivo; cuestionar el reduccionismo epistemológico por la totalidad positiva en la que se
eleva a la norma jurídica; visibilizar los discursos jurídicos que cosifican al sujeto histórico;
desculturalizar a los pueblos con el afán de imbricarlos en la lógica de cultura burguesa,
liberal e individualista; así como la verificar la necesidad de establecer una teórica
éticamente pedagógica que repercuta en la praxis real y en la transformación de la realidad
son solamente algunos de los elementos que deben ser retomados para toda investigación
filosófica del derecho que tenga por objeto aportar un fundamento alternativo a la teoría
tradicional.
4
Wolkmer, Antonio Carlos, op. cit. p. 134.
Para resolver esta primera gran desaventura o problemática en torno a los derechos
humanos, será necesario cuestionarnos si el fundamento es o no el origen del problema o,
por el contrario, si se necesitan modificaciones teóricas pragmáticas que permitan una
aplicación más acorde a las necesidades situadas en América Latina.
. Entendiendo que “los derechos humanos implican aspectos y elementos tanto
normativos como no normativos, jurídicos como no jurídicos, que van más allá de los
procesos de luchas generados, reflexionados, teorizados e institucionalizados por la
burguesía en el tránsito a la modernidad.5 (192)
. Entendiendo que “los derechos humanos implican aspectos y elementos tanto
normativos como no normativos, jurídicos como no jurídicos, que van más allá de los
procesos de luchas generados, reflexionados, teorizados e institucionalizados por la
burguesía en el tránsito a la modernidad.6 (193)
En efecto, ‘los derechos’ (que, en cuanto tales, solo pueden reclamarse ante circuitos
judiciales) no pueden ser a la vez ‘naturales’, y por ello universales, (propios de todos los
individuos de la especie) si a la vez se siguen de situados conflictos sociales y no son
reconocidos y, con suerte, legalizados, tras estos conflictos. El punto alcanza a una de las
tesis (la 3) que Bobbio afirmó sostener siempre. Si los derechos se siguen de luchas sociales
y ciudadanas, entonces el “progreso” también lo hace. Así, fuentes de derechos humanos son
también la dominación, la violencia y la guerra. Por esto, los dominados, violados y
aplastados tienen mucho que decir sobre ellos. Y dirán mucho más que la Declaración
Universal de 1948 y los Pactos que, provenientes de ella, la confirmaron en la década de los
setentas. El carácter enteramente socio-histórico (no solamente histórico) y político de estos
derechos lo confirmó la existencia de dos Pactos, no de uno solo. Para el orden hegemónico,
Derechos Económicos, Sociales y Culturales tienen carácter progresivo. Es decir, se
concederán solo si el Estado puede asumirlos. Se lee: ningún hijo o hija de obreros nace con
salario. Una hija de acaudalados financistas nace en cambio con algo más que un bollo de
pan bajo el brazo. El niño recién nacido en cuna obrera recibirá violencia socio-política y, tal
vez con peor suerte, específica violencia familiar. A la hija de financistas, en cambio, se le han
transferido capacidades, aunque también puede ser objeto de violencias. Los derechos
‘naturales’ entonces no son naturales ni tampoco solo históricos, como afirma Bobbio.
Son socio-históricos y también político-culturales, como se discutirá más adelante.
Más importante: si derechos humanos tienen caracteres socio-históricos y político-culturales,
y no resultan ‘naturales’, entonces todos ellos también pueden ser revertidos y anulados. En
5
Sánchez Rubio, David, Contra una cultura anestesiada, op. cit., p. 163.
6
Sánchez Rubio, David, Contra una cultura anestesiada, op. cit., p. 163.
páginas siguientes se verá que este esfuerzo por revertirlos y anularlos los perfila en el siglo
XXI.
Una concepción socio-histórica y político-cultural de derechos humanos hace parte de una
Teoría Crítica respecto de ellos. Sus referentes básicos son: a) derechos humanos se siguen
de conflictos y luchas determinadas principalmente por la constitución y despliegue de las
sociedades modernas europeas, despliegue que tiene su inicio en los siglos XV y XVI con
la Invasión europea de lo que hoy es América latina y el Caribe y también con el crecimiento
de una economía dineraria (comercial y financiera) en los intersticios de la economía feudal y
su cultura política señorial con bendición religiosa; b) este despliegue europeo y planetario no
puede realizarse sino produciendo vulnerables (el alien y el no-europeo, o el ‘otro’ en la
versión de S. Todorov) que, en los posteriores estadios de las sociedades latinoamericanas,
se encarnan en los marginales, los empobrecidos, los emigrantes-no deseados, los
‘desechables’ del habla paramilitar colombiana, categorías que flexiblemente pueden acoger
a otros grupos como ‘comunistas’, mujeres, ancianos, reos, homosexuales, lesbianas y
transexuales, niños de la calle, sectores rurales, sindicalistas, indígenas, ambientalistas,
etcétera. Todos ellos pueden ser considerados situacional o sistémicamente,
como imperfectamente ciudadanos o no-ciudadanos del todo. A todos en su momento se les
pueden violar derechos humanos y los agentes de esa violación (y los Estados que producen
víctimas y victimarios) quedar impunes. Todos ellos pueden compartir, en determinadas
situaciones y distintos o iguales períodos, tanto la voluntad férrea de los poderes vigentes
para no transferirles poder social ni ciudadano como acciones de aplastamiento vía matanzas
biológicas o culturales. Así, el punto epistémico-político-cultural para sentir, pensar y actuar
derechos humanos resulta a) de una capacidad para experimentarse radicalmente interpelado
por sectores vulnerables de la sociedad e investigar y comunicar (denunciar) las
determinaciones sistémicas que producen su vulnerabilidad y exposición; b)
consecuentemente, participar de las acciones orgánicas que se proponen la eliminación de
vulnerabilidades específicas y su superación sistémica; c) una superación de vulnerabilidades
sistémicas no puede realizarse sin transferencias y auto transferencias de poder; d) las auto
transferencias (apoderamientos) y transferencias de poder (capacidades ciudadanas y
sociales) para ser efectivas han de ser legitimadas culturalmente. Su expresión jurídica resulta
insuficiente aunque necesaria.
La propuesta anterior puede ser traducida al mundo de la existencia con sus connotaciones de
vía compleja: subjetiva, objetiva y de re- apropiación de sí, todos ellas sobredeterminadas por
sus componentes político-culturales. El concepto clave es aquí el de experiencia de contraste.
Se vive en un mundo determinado, pero se desea, discierne e imagina radicalmente otro. Solo
quien desea, discierne e imagina radicalmente luchará toda su vida y hasta el fin. Derrotado,
su empeño o agonía vivirá en la memoria social y de otros luchadores. La interpelación radical
la harán, ya se ha mencionado, los producidos situacional y sistémicamente como vulnerables
y empobrecidos. O sea situaciones que producen vulnerables y que generan reflexión y teoría
social. Quien se sienta interpelado, deberá asumirse a sí mismo como empobrecido y
vulnerable específico. Cuando una formación social produce sistemáticamente vulnerables y
empobrecidos, tras haber inventado derechos humanos, todos sus individuos y sectores
resultan, aunque de distinta manera, vulnerables y empobrecidos aunque inicialmente no lo
sepan. Derechos humanos como concepto y proyecto contiene y promueve un horizonte de
plenitudes compartidas que los poderes dominantes en las sociedades actuales determinan
como imposibles con su alcance de prohibidas y no factibles. El término que los reúne
es imposibles. Un editor hablará de una “idolatría” por derechos humanos. O de su
“explosión”. Pero el horizonte de derechos humanos, ese invento moderno, determina su
belleza y atractivo tanto por su universalidad (todas las culturas, todos los ciudadanos, todas
las personas, todos los seres) como por su necesidad: no a la guerra, no a la explotación, no a
la dominación, no a la depredación, no al odio, no a la contaminación, no a la enajenación, no
a la impunidad, no a la desagregación… Se trata de un camino ancho y de un proceso
compartido. Iniciarlo y legarlo se determina por experiencias de contraste que activan
identidades de lucha. De ellos se nutre una Teoría Crítica.
El punto más serio de esta reflexión es que Gutmann e Ignatieff toman como referente
epistémico-político-cultural para pensar derechos humanos a los Estados y
los circuitos judiciales de distinto tipo que los expresan y esta elección los lleva a decir poco o
nada de la realidad efectiva de estos derechos. Su desenfoque es muy sólido. Los Estados
modernos producen vulnerabilidades tanto en la ciudadanía como en los distintos sectores
sociales. Estas vulnerabilidades constituyen el referente epistémico-político cultural para
pensar e imaginar derechos humanos. Estrictamente, los Estados modernos no fueron
imaginados ni diseñados para reconocer ni respetar derechos humanos generalizados o
universales ni menos para promover una cultura acerca de ellos (que querría decir impregnar
las instituciones sociales básicas con la lógica de estos derechos: el principio social de
agencia humana), sino para violarlos sistémica y también situacionalmente y reclamarlos
elevando un grito al cielo también cuando convenga. Es decir son Estados que constituyen y
reproducen violencias sistémicas cuyos efectos en las poblaciones designamos
como vulnerabilidad. La cuestión de una ‘revolución’ en derechos humanos, que reúne y
distancia a Ignatieff y Gutmann pasa por una más adecuada comprensión del carácter del
Estado moderno, o de los Estados, cuestión que no se abordará en este trabajo.
Esto último es uno de los ámbitos que interesa a una Teoría Crítica de derechos humanos. Su
lugar epistémico-político-cultural sigue siendo los sitios ocupados por los más vulnerables y
los procesos sistémicos que determinan sus vulnerabilidades. Desde su asunción,
corresponde sentir, pensar y luchar.