Está en la página 1de 11

D efinirse como nacionalsocialista es una de las decisiones que

tienen mayor gravitación en la vida de quien así lo hace. Es quedarse


totalmente fuera del sistema judío que nos pretende gobernar y pasar a
engrosar la fila de desclasados.

Significa el ostracismo en materia laboral, cultural, y


fundamentalmente social.

Quien asi se define si no tiene precaución, pronto podrá quedar sin


empleo, apartado de todo grupo social que integre y ser estigmatizado como
demente, raro o incluso criminal por sus conocidos e incluso hasta por
familiares.

Por ello ser nacionalsocialista es una de las cosas más serias y


peligrosas que se puede elegir ser.

Además implica desarrollar un estilo de vida, una conducta, que debe


estar de acuerdo con lo que se predica y con lo que se cree.

Si una ideología no admite doble discursos y doble estilo, es el


Nacionalsocialismo. Es imposible pensar en que alguien se defina como tal y
termine con una amante judía o negra. No se puede seguir las ideas del
Fürher y vivir de la usura, el tráfico de drogas o las estafa.

Vamos a ver con bastante detalle cuales son las características que
definen la ética de quien elige vivir bajo la swastica.

Una nacionalsocialista reconoce que en el mundo existe mucho mas


que la simple materia. Sabe que en el mismo actúan fuerzas espirituales que
son las que en realidad explican la verdadera causa de las cosas. Por eso
niega el marxismo y al liberalismo visceralmente, que solo ven el mundo
como un conjunto de interacciones materiales. Esta visión idealista del
mundo influye directamente en su conducta. Si bien no desprecia la materia,
sabe ponerla en su lugar. De esta forma, jamás supeditara los intereses de la
causa nacionalsocialista ni de la comunidad racial a la que pertenece, por sus
intereses particulares, sean materiales o anímicos.

El nacionalsocialista no conoce el egoísmo. Es la antítesis del espíritu


judaica, que incapaz de empatía, piensa siempre primero en si mismo y
supedita toda acción a su exclusivo interés personal. Este espíritu de
altruismo y de entrega tiene su origen en el ejemplo de nuestros millones de
héroes anónimos, caídos en combate por la salvación de nuestra raza. Ningún
soldado que lucho en el frente del Este, ningún niño que defendió Berlín con
su vida, pensó primero en sí mismo.

Si así lo hubiera hecho, tendría que haberse rendido o desertado.

Tampoco los más de 300 camaradas nacionalsocialistas que murieron


víctimas de la violencia comunista o reaccionaria de la derecha oligárquica,
pensaron en sí mismos.

Murieron sabiendo que se sacrificaban por un futuro digno para sus


compatriotas.

Ese es el ejemplo que debemos seguir nosotros.

No podemos llamarnos nacionalsocialistas si o tenemos el coraje


suficiente para sacrificarnos por nuestras ideas en primer lugar, por nuestros
camaradas en segundo y finalmente por nuestra comunidad racial.

Un carácter profundamente
disciplinado
La disciplina es por un lado la relación que existe entre el derecho de
mandar y el deber de obedecer.

Debemos en ese aspecto, si nos encontramos formando parte de una


organización nacionalsocialista, atenernos a la más estricta disciplina y
acatamiento de las normas de la misma y de las ordenes de nuestros
superiores.

Pero la disciplina es mucho más que eso. Es el resultado de una


voluntad educada. Y no existe forma de educar la voluntad si no es siguiendo
un método y basándose en principios rectores del comportamiento.

Solo puede ser verdaderamente disciplinado quien ha educado su


voluntad en la obediencia y el respeto. En ambas radica la verdadera fuerza
del individuo. Por ello debemos educar nuestra voluntad en tres niveles
claramente definidos:

a) La disciplina del cuerpo.

Salvo por motivos de enfermedad, un nacionalsocialista no puede


ser jamás un hombre o una mujer con cuerpos amorfos, corruptos
por la gula, la holgazanería o la depravación. Ello se transforma en
la patentización física de la debilidad del espíritu.

Un nacionalsocialista cuida su cuerpo porque se sabe que es el


templo de su herencia racial. No lo somete a los vicios, no lo
corrompe con sustancias químicas, no lo debilita con la
holgazanería, la glotonería y la desidia.

Es fundamental cuidar la alimentación, pues sabemos que la


industria de la misma está en manos judías y que nos están
envenenando sin ningún remordimiento. Comer la mayor cantidad
posible de alimentos naturales, evitar todo aquello que proceda de
grandes multinacionales de la alimentación, es fundamental para
cuidar nuestro cuerpo.

Ni que hablar de erradicar el consumo de bebidas cola y todo tipo


de bebidas carbonatadas y suplantarlas por el consumo de agua
mineral y jugos de fruta.

Realizar en forma periódica y de acuerdo a un método, ejercicios


físicos , es una obligación para todo Nacionalsocialista. Es con el
ejercicio físico, acompañado del cuidado en las ingestas
alimentarias, que se fortalece la voluntad. Practicar la actividad
física nos distingue del judío hedonista, que ve cualquier esfuerzo
como un castigo.

La despreocupación por el cuerpo es una clara costumbre semita,


que siempre ha dividió “el espíritu de la carne”. Nuestra tradición
aria, por el contrario nos dice que el cuerpo físico y cuerpo
espiritual están intrínsecamente unidos y que la degradación de
uno implica la degradación del otro.

b) La disciplina de la mente.

Asi como cuidamos nuestro cuerpo, debemos cuidar nuestra mente.


La sociedad judaizada de hoy esta diseñada para evitar que
ejercitemos nuestras neuronas.

Permanentemente estamos sometidos a la publicidad, tanto directa


como subliminal, y a toda una serie de mensajes que pretenden
sencillamente idiotizarnos. Debemos cerrar nuestro cerebro a los
mismos.

Por ello:

*Debemos evitar ver la te-Levy-Sion, a no ser con objetivos muy


claros de información y evitándola como medio de entretenimiento.

*Debemos rechazar la música del sistema. No debemos escuchar


música de otras razas que no sean la raza blanca, rechazando
especialmente la embrutecedora música negra en todas sus
expresiones. Por el contrario debemos educar nuestro oído en el
disfrute de música de alto nivel, que no tiene por qué ser solamente
música clásica, sino también las distintas músicas folclóricas de
nuestros pueblos, así como expresiones musicales modernas que
están acordes con nuestra cosmovisión.
*Debemos, sobre todo si cursamos estudios superiores,
precavernos contra el lavado de cerebro que nos hacen en las
universidades, debemos triunfar en el mundo del sistema y acceder
a la graduación que hemos elegido, pero siempre manteniendo la
conciencia de que la gran mayoría de los temas no técnicos que nos
enseñan, pretenden acomodar nuestra mente al orden judío
imperante.

*Debemos evitar leer, ver o escuchar cualquier tipo de basura judía


o pro judía. La ecuación es muy fácil: si es judío es basura. Lo mismo
si es producida por empresas judías aunque quien lo realice no lo
sea.

*Parte importante de esta disciplina mental es estar siempre


aprendiendo algo útil y ocupando nuestra mente en adquirir nuevas
capacidades de cualquier tipo. Para mejor servir a nuestra causa,
aprender idiomas, diseño web, publicidad, etc., son tareas que
pueden ser recomendables.

c) La disciplina del Espíritu.

El gran combate siempre es con uno mismo. Debemos estar atentos


ante nuestras debilidades y combatirlas fuertemente. No dejarnos
dominar por ningún apetito, sino dominarlos a ellos.

Luchar contra el miedo para que no se transforme en cobardía,


contra el interés para que no devenga en egoísmo, contra la
sensualidad para que no devenga en lujuria, contra el cansancio
para que no nos convierta en holgazanes, etc.

Una conducta decorosa:

El decoro es la expresión de la auto disciplina en la vida social. Ser


decoroso implica saber tener la actitud adecuada en el momento
adecuado. Implica dominar las pasiones para usarlas en beneficio y
no para ser esclavo de las mismas.
No se trata de que el Nacionalsocialista deba ser un monje asceta,
sino que sepa conducirse con mano firme en la vida para evitar su
degradación. El judío ha sensualizado la sociedad de manera que
hoy podemos decir que vivimos en un imperio de los sentidos.

Ser parte de ese imperio es lo que debemos evitar, sin la necesidad


de renunciar a los placeres corporales, que son parte de la vida
misma.

No podemos ser cómplices con nuestra conducta de la degradación


que ha sufrido el hombre, la mujer y el sexo, transformándose los
dos primeros en objetos y el tercero en pornografía y promiscuidad.

Nuestra tradición aria sabe que existe un camino espiritual incluso a


través de los sentidos, y especialmente del sexo, pero el mismo
debe ser realizado justamente teniendo en cuenta que el fin último
no es el goce en sí, sino el crecimiento del espíritu.

En esto la existencia del amor tiene mucho que ver, así como la
pureza de intenciones y por sobre todo el evitar la copula con
personas de otras razas.

En otros aspectos más públicos, el decoro implica un trato


respetuoso hacia todo el mundo y primordialmente hacia los
camaradas.

El tratamiento de USTED, que es visto como un anacronismo hoy en


día, es muy útil para establecer niveles de respeto y barreras con
aquellos a los que vemos como contaminantes.

Ser contenido en actos y palabras, sin por eso dejar de ser alegre y
divertido cuando la ocasión así lo amerita. Hablar poco y escuchar
mucho. No alzar la voz ni dejarse llevar por la ira, la desesperación u
otros estados de ánimo similares. Y por sobre todo practicar un
elemento esencial de nuestro carácter: La prudencia.
Una actitud permanente de estudio y formación.

Nuestro Fürher claramente lo dijo: “No se puede amar lo que no se


conoce”

Nuestra obligación como nacionalsocialistas es estar


permanentemente formándonos en los principios de nuestra
cosmovisión. Cuanto más solida sea nuestra formación, más
fácilmente seremos capaces de desentramar los problemas de
nuestro tiempo. Cuanto más formados estemos, mas
independencia de criterios tendremos frente a los medios de
desinformación del sistema judaico opresor.

La gran diferencia entre nosotros y el resto de nuestros conraciales


que aun no han despertado, es justamente que poseemos una
importante formación ideológica. La misma no estará completa
nunca.

Junto a la formación política es importante la formación cultural. La


misma no tiene porque ser académica. Nuestro Fürher fue una de
las personas más cultas de su siglo sin haber pasado nunca por una
universidad. Debemos fomentar nuestro interés en temas
históricos, artísticos, filosóficos o científicos según sean nuestros
gustos y tendencias. De esta forma llegaremos a tener una
formación integral, política y cultural, que nos protegerán en
nuestra lucha contra el sistema judío.

El culto a la camaradería.

Nuestro movimiento surgió como un grupo de ex combatientes de


la primera guerra mundial que conocieron la vida de las trincheras.
En esas terribles circunstancias, tomaron conciencia que las
diferencias sociales, educacionales o religiosas, por nombrar
algunas, eran vanas cuando se trataba de combatir y de sobrevivir.
En esos momentos eran todos camaradas y dependían unos de
otros, sin preguntarse por su clase social o formación académica.
Ese espíritu de trinchera se llevo al seno del NSDAP y nos
caracteriza desde 1919 hasta el día de hoy. Para un
nacionalsocialista no puede haber nada mejor que otro
nacionalsocialista. Más allá de las diferencias del idioma, edad o
lugar de nacimiento, un nacionalsocialista siempre debe estar
dispuesto a ayudar a un camarada en apuros. Ese es el espíritu
nacionalsocialista, negación por antonomasia del espíritu egoísta
hebreo en toda su extensión. Esta actitud es parte del espíritu viril
de nuestra ideología, espíritu viril que no es patrimonio solamente
del sexo masculino, sino de todo camarada, sea hombre o mujer,
como lo demostraron Magda Goebbels, Hanna Reichst y tantas
otras mujeres que se jugaron por nuestra causa.

Una imagen adecuada a nuestro espíritu.

El hábito no hace al monje, pero ayuda a identificarlo. Es


inconcebible pensar que un camarada nacionalsocialista pueda usar
rizos o barbas rabínicas, así como trenzas africanas. Del mismo
modo se desarrolla en el vestir. No podemos ser esclavos de las
modas que son impuestas por judíos y homosexuales. Si buen no
debemos caer en extremos de parecer personas de otro siglo, lo
importantes es no ser esclavos de esa imposición de tendencias y
modas en el vestir, así como no lo somos en el arte o en otros
aspectos.

Dentro de estos parámetros, donde se dé una imagen de higiene y


prolijidad, el o la camarada puede usar el tipo de ropa que
considere adecuada siempre y cuando no contradiga nuestra
cosmovisión. Que un hombre use ropa andrógina, por ejemplo, no
es compatible con la idea varonil del nacionalsocialismo. Que una
camarada se vista similar a una prostituta que tiene su cuerpo a la
venta, tampoco lo es.
Se trata en definitiva de un sano equilibrio entre no parecer un
“amish” y no caer en lo estrafalario, en el culto a la moda y en el
lucimiento de marcas judías en nuestro vestir.

Ser de corazón puro.

Parsifal encuentra el Grial por ser un caballero de corazón puro. Así


deben ser los nacionalsocialistas. Los judíos le han vendido al
mundo la imagen del “nazi perverso”, torturador de niños, asesino
de mujeres, etc., desgraciadamente muchos sociópatas se han
identificado con esa imagen.

Nosotros debemos dejar de lado los sentimientos perversos que


nos puede imbuir esta sociedad judía. Es muy difícil por cierto, no
odiarlos. Es muy difícil no amargarse por el estado infecto en que
han sumido al mundo. Es muy difícil no sentirse resentido ante
tanta injusticia. Sin embargo no debemos dejarnos ganar por estos
estados negativos del ánimo. Para ello debemos de tener conciencia
de la pureza de nuestro ideal y en base a esa pureza actuar
nosotros.

De esta forma, nuestros corazones deben ser uno con la naturaleza


en todas sus formas y fundamentalmente con los animales. No
debemos olvidar que el nacionalsocialismo fue el primer régimen
político en promulgar leyes de protección al medio ambiente y de
los animales.

Igualmente debemos sentirnos identificados son los niños, los


ancianos y las personas desvalidas o desposeídas de nuestra raza. El
nacionalsocialismo fue el grito de libertad de las personas que
habían visto desaparecer el fruto de su trabajo en una vorágine de
expolio judío. Los niños y los ancianos, asi como también las
mujeres y los desempleados, fueron el centro de la protección
estatal nacionalsocialista. Nuestra lucha es para lograr nuevamente
un estado de justicia para todos, pero esencialmente para los mas
desdichados y los más débiles.

Del mismo modo, no debemos luchar con odio contra nuestros


hermanos de raza que en el erro o el engaño, se manifiestan contra
nuestra causa. El Fürher fue el primero en señalar que la tarea del
nacionalsocialismo era recuperar para la causa del pueblo alemán a
los comunistas y socialistas de sangre alemana.

Ello no se extiende por supuestos a los degenerados de nuestra


raza, a los homosexuales, pedófilos, drogadictos, promiscuos
raciales, etc. Tampoco a los que son voluntaria y conscientemente
traidores. Para ellos, así como para el judío, nuestra actitud debe
ser de combate irreductible por todos los medios a nuestro alcance.
Igualmente aun en estos casos, el combate debe realizarse sin odio.
El médico no odia al virus cuando combate la enfermedad. De la
misma manera nosotros no precisamos odiar para combatir a
nuestros enemigos. Por el contrario, un ánimo claro, despejado de
pasiones y simplemente guiado por la conciencia del deber y por
nuestra convicción ideológica.

Estas son a nuestro criterio, las características personales que


identifican a un camarada nacionalsocialista. Ni un puritano
hipócrita, ni un desenfrenado libertino. Un hombre que sabe –En
alegoría platónica- guiar el carro de su alma con mano firme en las
riendas del caballo de la razón y de la pasión. Un hombre o una
mujer que asume una lucha heroica y muchas veces solitaria, y que
vive de acuerdo a sus convicciones e ideales.

También podría gustarte