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El Llanto Del Conejo No Se Olvida Nunca - Patricia Arredondo3 PDF
El Llanto Del Conejo No Se Olvida Nunca - Patricia Arredondo3 PDF
Título:
El
llanto
de
un
conejo
no
se
olvida
nunca
Primera
edición:
6
de
diciembre
de
2017,
Estado
de
México
©
Patricia
Arredondo
Todos
los
derechos
reservados.
Esta
edición
fue
creada
por
la
autora
para
su
lectura
libre.
Buena
parte
de
este
poemario
fue
posible
gracias
al
apoyo
de
la
Fundación
para
las
Letras
Mexicanas
y
el
trabajo
en
el
taller
de
Antonio
Deltoro.
Contacto:
patriciarredondov.blog
a
Otilia
y
Cayetana
a
mi
familia
Once
hijos,
Señora
Coneja,
y
ninguno
sabe
qué
diablos
[hacer
para
que
su
cadáver
tenga
alegría.
JOSÉ
WATANABE
EL
LLANTO
DE
UN
CONEJO
NO
SE
OLVIDA
NUNCA
Elegían
a
los
maduros
y
los
enfermos
cada
que
las
jaulas
no
eran
suficientes.
Metían
a
cerca
de
veinte
en
costales
y
uno
a
uno
los
mataban
de
un
golpe.
Pocas
veces
como
ésas
abundaba
así
la
carne,
no
sólo
en
los
corrales,
sino
en
el
refrigerador
y
la
mesa,
pero
sólo
algunos
de
nosotros
comían.
Pues:
1.
Históricamente
recibimos
la
abundancia
con
tristeza.
2.
Ya
entonces
la
relación
afectiva
con
los
animales
nos
hacía
cuestionar
la
naturaleza
violenta
del
hambre.
1
FELICIDADES,
USTED
HA
VENCIDO
EL
CÁNCER
Tres
o
cuatro
años
escribiendo,
yendo
sobre
lo
mismo.
Y
aún
no
distingo
el
cáncer
de
la
muerte.
Trato
de
escribir
otro
poema,
uno
afortunado
que
diga:
he
olvidado
los
rostros
cancerosos
de
mi
familia.
Este
poema
tratará
sobre
el
olvido,
y
escribo
de
nuevo
acerca
del
cáncer
de
pulmón,
de
estómago,
de
mama
o
de
cómo
fueron
muriéndose
uno
a
uno.
Escribo
para
olvidar
el
cáncer
pero
los
poemas
se
multiplican.
2
FOTOGRAFÍA
Sólo
si
fuese
divina,
podríamos
perforar
su
carne
con
un
clavo,
en
la
pared
abrir
con
la
fina
lanza
una
herida
en
el
costado,
clavar
la
espina
en
las
alturas.
Sólo
si
fuese
eterna,
decía
mi
abuela,
nos
permitiría
usar
los
muros
de
la
casa
para
colgar
una
fotografía;
porque
nadie
más
soportaría
tal
castigo:
pender
en
lo
alto
de
un
clavo,
mantener
el
rostro
a
la
intemperie,
ser
mirado
hasta
el
hartazgo.
3
CARNICERÍA
a
Miguel
Lo
apuñalaron
al
salir
de
una
taquería.
Su
sangre
quedó
regada
en
la
banqueta.
Por
fortuna,
sus
miembros
permanecieron
en
su
sitio;
no
reventaron
ningún
órgano.
Aun
así,
en
algunas
noches
de
borrachera
la
carne
ardiendo
al
soplete
de
los
trompos
es
capaz
de
avivar
las
marcas
del
cuchillo
en
su
espalda
en
sus
piernas.
4
SACRIFICIO
Mi
tía
traicionó
a
su
cuerpo
el
día
que
murió
mi
abuela,
como
otras
veces
se
bebió
las
sobras
de
un
solo
sorbo.
A
diferencia
de
los
suicidas,
no
buscaba
un
lenguaje
propio
ni
reparar
una
vieja
herida.
Acostumbrada
a
sacrificarse
siempre
por
los
otros,
se
salvó
porque
ése
era
nuestro
deseo.
Negados
a
la
muerte
creíamos
que
vivir
era
lo
propio
de
la
vida.
5
SALA
DE
ESPERA
Mantienen
la
televisión
apagada
en
la
sala
de
espera
del
hospital
donde
mi
madre
y
yo
aguardamos
la
hora
de
visitas
a
urgencias.
Miramos
en
silencio
a
la
gente
que
llega
y
abandona
el
lugar.
Una
joven
embarazada
camina
entre
nosotros,
espera
dar
a
luz:
el
dolor
le
descompone
el
rostro.
Inhala
y
exhala.
Respira,
dice
una
mujer
tocándole
el
vientre.
Inhalo
y
exhalo,
al
observarla,
nuestra
respiración
se
sincroniza,
la
calma
me
devuelve
el
rostro.
En
unas
horas
ella
tendrá
a
su
hijo
en
brazos
y
recordará
el
dolor
que
ahora
siente
como
pasado.
6
BAILAR
En
la
pista
alguien
siempre
tiende
una
mano,
y,
aunque
después
regreses
con
los
pies
adoloridos
a
tu
silla
y
a
casa,
por
dos
o
tres
minutos
alguien
te
sostiene.
7
DIAGNÓSTICO
Protegido
por
su
bata
blanquísima,
el
médico
me
ausculta:
pregunta
cómo
es
mi
dolor,
hace
cuánto
lo
siento
y
si
hay
en
mi
familia
antecedentes
de
enfermedades
hereditarias
dos
generaciones
antes
que
la
mía.
A
lo
primero
contesto
que
es
un
ardor
que
se
presenta
de
forma
intermitente
en
la
boca
del
estómago
desde
hace
un
par
de
días;
a
lo
otro,
que
el
cáncer
ha
matado
a
las
mujeres
de
mi
familia.
Tras
la
revisión
anota
con
trazos
decididos
mi
nombre,
mi
edad
y
sus
conclusiones.
Al
salir
del
consultorio
e
intentar
descifrar
su
letra
pienso
que
es
una
ironía
que
la
facilidad
para
interpretar
los
signos
y
la
preocupación
por
el
padecimiento
hayan
convertido
en
poetas
a
varios
médicos,
quienes
de
la
profesión
al
oficio
supieron
que
el
diagnóstico
debe
considerar
al
dolor
como
una
antropología
más
allá
del
cuerpo.
8
CAZA
Una
vez
que
no
hubo
hombre
que
saliera
a
cazar,
fue
la
crianza,
el
corral
y
el
huerto,
sembramos
el
huevo
y
la
semilla,
fuimos
proveedor
y
madre,
construimos
y
mantuvimos
la
casa,
la
caza,
la
crianza.
Fuimos
la
que
hila
y
viste,
la
que
bendice
y
baña,
la
que
arrulla
y
vela;
quien
recibe
el
golpe
para
heredarlo
al
hijo
–siempre
un
animal
pasivo–.
En
un
acto
de
leal
amor
a
un
nombre
perpetuamos
por
generaciones
una
historia
de
violencia
–has
fallado
si
el
semental
se
ha
ido:
es
tu
culpa
o
es
la
culpa
de
otra,
más
mujer
(menos
hombre)–.
Para
salvarme
reinventé
el
mito,
eliminé
de
los
libros
de
las
guerras
y
las
metamorfosis,
los
raptos
y
las
violaciones;
e
hice
que
Atlas
fuese
femenino,
si
no
me
crees,
mírala
de
nuevo,
observa
cómo
a
sus
espaldas
se
mece
en
un
rebozo
un
niño.
9
OXÍGENO
Algo
había
en
el
fuego
que
sedaba
su
ánimo.
Era
la
seguridad
de
que
al
iniciarlo
se
había
vencido
un
día
más
al
hambre
y
la
costumbre
de
liberar
la
rabia
haciendo
arder
los
leños
hasta
la
ceniza.
Prometeo
lo
robó
para
ti,
dije,
pero
ella
no
creyó
nunca
en
la
generosidad
de
los
hombres.
Cuando
el
enfisema
le
prohibió
usar
aquella
estufa,
concentró
en
el
tabaco
su
piromanía.
Algo
había
en
el
fuego
que
si
se
lo
llevaba
a
la
boca
y
escupía
con
placer
el
humo,
los
gritos
dejaban
de
ser
su
lenguaje.
Prometeo
lo
robó
para
mí,
habrá
resuelto
el
día
en
que
al
detectarle
el
cáncer
la
condenaron
a
no
volver
a
encender
un
cigarro.
Entonces
buscaba
a
diario
algún
cómplice
que
robara
otra
vez
el
fuego,
sin
importar
que
fuese
ella
misma
quien,
después
de
arrancarse
la
máscara
de
oxígeno
para
calar
nuevamente
el
humo,
recibiera
el
castigo
de
ser
picoteada
por
un
dolor
más
bravo
que
las
águilas.
10
CANCERÓFOBA
Como
los
hombres
que
he
amado
un
día
te
volverás
en
mi
contra,
me
desconocerás
desde
dentro
y
me
verás
como
un
enemigo.
Lucharás
contra
mí
todos
los
días,
y
tratarás
de
ganar
una
batalla
donde
al
enfrentarse
se
confunden
los
soldados
de
ambos
ejércitos.
Pero
no
sé
si
quiera
luchar
contra
ti,
no
sé
si,
después
de
haber
visto
que
se
ganan
apenas
unas
horas
para
agonizar
hasta
la
demencia,
quiera
seguir
intentando
una
tregua.
No
sé
si
entonces
te
amaré
tanto
a
ti,
a
una
casa
o
al
sufrimiento
para
aferrarme
a
quien
al
darme
vida
me
traiciona
desde
mi
nacimiento.
11
SACRIFICIO
No
sé
cuántos
cerdos
sacrificó
mi
abuela
para
construir
su
casa.
El
dolor
cimienta
la
resistencia
de
sus
muros.
Ella
nos
crio
a
mi
hermana,
a
mí
y
a
los
puercos
y
tuvo
siempre
mano
dura
–el
hambre
le
enfrío
la
sangre–.
No
vacilaba
al
sacrificar
a
sus
animales,
al
cercenar
con
el
cuchillo
los
pescuezos
de
las
gallinas,
cuyas
cabezas
se
le
quedaban
entre
las
manos
mientras
los
cuerpos
al
último
espasmo
corrían
aterrorizados.
Encerrada
en
otro
cuarto
mi
hermana
lloraba
por
la
crueldad
de
mi
abuela
y
yo
solía
observar
desde
la
puerta
la
sangre
tibia
haciendo
su
camino
hacia
la
coladera,
cómo
sumergía
los
restos
en
agua
hirviendo,
les
arrancaba
a
tirones
las
plumas,
ponía
a
cocer
el
caldo
y
repartía
los
cadáveres
en
nuestros
platos.
El
dolor
nos
ha
dado
casa
y
comida,
lo
sé
al
ver
cómo
mi
hermana
a
la
mesa
ensaya
los
cortes
de
sus
cirugías
sobre
la
cabeza
sin
vida
de
un
marrano.
12
MISERICORDIA
No
estoy
jugando,
advertía
abanderando
un
zapato
roto,
descalzado
con
coraje.
Parada
en
un
solo
pie
avanzaba
dando
brincos
como
uno
de
esos
canarios
condenados
a
la
jaula.
Yo
cerraba
los
ojos
y
comenzaba
a
contar
uno,
dos,
tres…
hasta
que
podía
sentir
un
fuerte
ardor
en
el
culo.
¡Basta!,
gritaba
entonces
y
me
reía,
era
necesario
no
abandonar
la
imaginación
al
recibir
los
golpes.
De
un
extraño
modo
la
soberbia
me
ha
hecho
elegir
la
risa
al
llanto,
un
alivio
que
sólo
es
capaz
de
sentir
el
absuelto
al
pensar,
vanidosamente,
en
el
pecado.
13
MUÑECAS
Nunca
se
quejaban,
en
la
caja
decía
que
eso
les
estaba
prohibido.
Sabían
usar
los
utensilios
de
cocina
e
incluso
podían
vivir
eternamente
embarazadas.
Si
les
comprabas
la
casa
de
sus
sueños
serían
felices.
Con
algo
de
dinero
fuimos
adquiriendo
los
artículos
que
se
vendían
por
separado.
Cumplían
nuestras
órdenes
al
pie
de
la
letra;
solían
repetir
sus
diálogos.
Años
después,
dejaron
de
tener
gracia.
Las
sustituimos
por
juegos
donde
fuéramos
nosotras
las
protagonistas
y
las
dejamos
para
que
se
inventaran
una
vida
propia.
A
veces
todavía
me
las
encuentro
en
casa,
traen
la
ropa
y
el
peinado
de
siempre,
dicen
las
instrucciones
que
las
muñecas
no
crecen.
14
CARNICERÍA
A
los
pies
de
los
carniceros
la
pureza
de
la
sangre
confundida
con
el
agua
y
la
mugre
ya
no
importaba.
Cuando
no
teníamos
nada
qué
sacrificar,
sorteando
los
charcos,
recorríamos
los
pasillos
del
mercado
con
una
bolsa
colgada
en
cada
brazo.
Echábamos
una
mirada
rápida
a
los
miembros
fuera
de
sus
cuerpos,
a
las
cabezas
y
las
hierbas
recién
cortadas,
hasta
que,
después
de
una
larga
búsqueda,
parábamos
en
un
cuarto
donde
reclamábamos
entre
los
gritos
de
otras
mujeres,
a
gritos,
alguno
de
esos
cadáveres
como
nuestro.
15
DOLZICAM®
Con
un
grumo
de
gel
en
el
índice
comienzo
a
acariciar
la
cara
de
mi
hermano;
con
movimientos
concéntricos
humedezco
el
lado
derecho
de
su
frente,
los
pliegues
de
la
suela
marcada
en
su
sien.
Bajo
a
la
protuberancia
en
su
mejilla
(crecida
como
un
globo)
y
al
rodear
el
contorno
de
su
ojo,
apenas
abierto
y
derramado,
examino
la
huella
hincada
en
su
nariz.
Busco
sus
rasgos
en
las
secuelas
de
los
golpes,
en
esa
mitad
monstruosa
que
le
desdibuja
el
rostro.
Sigo
por
el
mentón,
cubro
la
barba,
el
labio
roto
y
a
pesar
de
las
heridas,
hay
una
forma
esencial
que
permanece,
lo
reconozco.
16
VUELO
DE
PRUEBA
a
mi
padre
¿Sabes
que
mañana
serás
del
aire?
JOSÉ
WATANABE
Elegimos
en
el
centro
comercial
el
helicóptero
que
volaba
más
alto.
Lo
encendimos
por
primera
vez
en
el
patio;
sus
hélices
giraban.
Nos
turnamos
para
mover
la
palanca,
para
ver
cómo
se
alzaba
encima
de
nuestras
cabezas
y
nuestra
casa.
Más
alto
siempre
que
nosotros.
Era
pronto
para
saber
si
el
helicóptero
volaba
a
la
altura
que
querías;
si
el
aire
en
que
levitaba
era
suficiente.
Me
respondí
cuando
te
miré
apretar
con
fuerza
los
botones
para
llegar
más
alto.
Esta
vez
era
mi
turno
y
me
cansé
rápido
de
sus
hélices,
de
sus
alas.
Quise
volver
a
tierra
la
mirada
y
solté
el
botón.
El
helicóptero
se
desplomó
como
esas
aves
que
al
volar
aprenden
también
a
caer.
Después,
prometimos
ir
a
un
campo
donde
las
alas
no
se
estrellaran
contra
las
cosas,
contra
las
casas,
17
pero
hasta
ahora
no
hemos
vuelto
a
volarlo
nunca,
ni
a
sacarlo
de
la
caja.
18
FAMILIA
No
pregunto
nunca
porque
adivino
el
surco
que
se
te
abre
en
la
frente,
las
palabras
y
los
silencios,
con
la
familiaridad
de
quien
comparte
el
plato,
la
sangre
y
el
miedo.
Ya
no
sólo
permaneces
dormido
hasta
la
sombra
y
giras
de
un
lado
a
otro,
cambias
de
posición
para
mantener
el
aire
y
no
ahogarte
con
tu
propia
saliva.
Ya
no
sólo
callamos
para
esconder
el
llanto,
para
no
preguntar
dónde
duele
cuando
respiras
como
si
sacaras
la
cabeza
de
un
bote
de
agua
fría.
La
tristeza
se
incorporó
a
tu
piel,
tus
músculos,
tus
órganos,
tus
huesos
y
en
ti
crece
ya
lo
que
crece
siempre
inevitablemente
en
esta
familia.
19
CRÁNEO
Llegó
limpio
de
músculos,
nombres
e
ideas;
de
tierra,
arterias
y
esqueleto.
Mi
padre
se
lo
regaló
[a
mi
primera
hermana,
quien
se
lo
regaló
[a
mi
tercer
hermano,
quien
se
lo
regaló
[a
mi
cuarto
hermano,
quien
se
lo
regaló
[a
mi
quinta
hermana.
Era
un
cráneo
familiar,
pedagógico,
desdentado,
generacional.
Abierto
por
la
superficie,
como
una
olla,
era
fácil
de
reconocer,
por
la
mandíbula
su
forma
y
su
tamaño;
por
las
cuencas,
los
dientes,
sus
fracturas
y
sus
faltas:
antes
que
nuestro,
fue
de
una
mujer.
20
FAMILIA
A
diario
recojo
del
piso
un
puñado
de
cabellos.
Han
crecido
conmigo,
los
he
llevado
en
la
cabeza,
como
mi
familia
algunos
se
han
desprendido
sin
dolor
ni
gloria
ni
ruido.
21
CIRUGÍA
I. Desliza
la
hoja
del
bisturí
es duro al principio, pero el tejido va cediendo, se desprende.
IV. tal
como
lo
practicó
en
la
cabeza
degollada
del
cerdo.
lo
demás
es
como
quitar
el
sarro
de
la
estufa
o
del
baño,
así
del
cuerpo.
22
COCINA
Si
al
cocinar
aprendimos
a
amar
el
fuego,
era
una
contradicción
creer
en
Dios
sólo
por
el
temor
a
arder.
¿Acaso
no
hacíamos
eso
todo
el
tiempo?
Soplar
la
lumbre,
medir
su
temperatura
en
los
vapores,
manipular
la
flama.
¿Acaso
no
podíamos
ver
que
la
muerte
hacía
posible
la
vida
más
allá
de
ella
misma
gracias
a
quienes
al
morir
ardían
al
calor
del
sartén?
23
CRÁNEO
a
mi
nana
Exhumaron
tus
restos
frente
a
nosotros:
una
gran
bolsa
negra
en
la
que
vi
tu
cráneo,
colgaban
de
él
todavía
unos
cabellos.
Al
verlo
recordé
los
últimos
días.
Me
pedías
que
te
cepillara
el
pelo
y
lo
peinara
como
siempre:
una
coleta
en
la
corona
de
la
cabeza.
Desde
entonces
la
enfermedad
ya
hacía
transparente
su
forma,
tanto
que
al
mirarlo
de
nuevo
no
dudé:
ése
era
tu
esqueleto.
24
RUIDO
DE
FONDO
Frente
a
una
máquina
mi
hermano
pasa
el
día
falsificando
dentaduras,
y
así
rendido
al
ruido
cumplirá
su
deseo:
algún
día
quedará
sordo.
El
zumbido
de
los
motores
ha
sido
su
música
de
fondo;
los
hombres
suelen
protegerse
en
el
estruendo
y
la
sordera.
Hay
que
recordar
los
templos
donde
las
mujeres
se
arrodillan
para
hablar
en
voz
baja
por
horas,
y
llenan
de
dinero
los
canastos
con
tal
de
que
un
hombre
las
oiga.
25
DIAGNÓSTICO
Sus
médicos
fueron
los
niños
hambrientos
que
tan
pronto
como
se
levantan,
brincan
para
que
la
madre
les
prepare
el
desayuno.
Nunca
le
preguntamos
qué
sintió
al
despertar
después
de
haberse
tragado
esos
somníferos.
Me
hubiese
gustado
estar
ahí
entonces
y
decirle:
Nos
dijeron
que
te
lavaron
tan
bien
el
estómago
que
no
se
notará
nunca
que
lo
tenías
percudido.
Por
el
contrario,
nadie
dijo
nada.
Al
restablecerse
sus
signos,
la
trajeron
de
vuelta
durante
el
velorio
y
enterramos
en
silencio
el
recuerdo
del
incidente.
26
OXÍGENO
En
la
estufa
mi
tía
pone
a
hervir
el
jitomate.
Las
burbujas
brotan
dentro
del
tanque
al
que
están
conectados
los
pulmones
de
mi
abuela.
De
la
cocina
a
la
sala
miro
su
cuerpo
encogido
por
el
cáncer,
recostado
sobre
el
sillón.
Cubierta
por
una
sábana
su
piel
es
como
la
del
pollo
que
limpiamos
para
el
caldo.
El
olor
de
la
comida
comienza
a
impregnar
la
casa.
Las
venas
de
su
cuello
tiemblan
como
si
una
multitud
ardiendo
las
habitara.
Con
una
mirada,
mi
abuela
me
pide
que
le
diga
a
mi
tía
que
no
se
le
pase
la
mano
con
la
salsa.
En
la
mesa,
las
cebollas
cortadas
en
rodajas,
apiladas
unas
sobre
otras;
las
moscas
revolotean
sobre
la
grasa
de
la
carne
y
la
fruta
que
se
está
pudriendo.
Ella
seca
el
hervor
de
su
cuerpo
con
la
sábana.
Su
vapor
mantiene
tibia
la
casa.
Dios
te
salve
mi
tía
va
de
la
olla
al
marco
de
la
puerta
y
por
nosotros
te
encargo
la
lumbre
los
pecadores
el
jitomate
hierve
ahora
y
las
burbujas
se
revientan
y
en
la
hora
escucho
de
nuestra
muerte
sus
quejidos
el
burbujeo
hágase
señor
tu
voluntad
son
más
fuertes
en
la
tierra
como
en
el
cielo
me
siento
a
su
derecha
y
perdona
nuestras
ofensas
digo
a
su
lado
al
recordar
las
frutas
podridas
en
la
mesa.
27
EL
LLANTO
DE
UN
CONEJO
NO
SE
OLVIDA
NUNCA
El
hombre
vino
a
sacrificar,
como
lo
hacía
cada
temporada,
a
los
que
ya
no
podíamos
mantener.
Mientras
lo
desollaban
uno
despertó
de
la
muerte
lanzando
un
chillido
que
penetró
eternamente
en
nosotros.
Contaremos
esta
historia
por
generaciones:
hijo,
deja
de
llamar
‘cangrejo’
al
cáncer,
esa
enfermedad
tiene
el
poder
de
un
conejo,
es
incontrolable
cuando
se
reproduce.
Acepta
tu
sangre
y
sus
maldiciones,
y
si
te
llega
la
hora,
agacha
la
cabeza,
descúbrete
la
nuca
e
igual
que
lo
hicieron
para
alimentarte
estos
míticos
animales
–ruega
porque
sea
el
único–,
recibe
con
dignidad
el
golpe.
28
SALA
DE
ESPERA
La
ciudad
pasa
por
el
mismo
proceso:
la
ruina
transforma
su
valor,
el
hospital
y
la
iglesia
son
convertidos
en
museos.
Donde
hubo
gente
orando
y
muriendo,
montan
cada
tanto
una
nueva
galería.
En
el
sillón
la
marca
de
nuestros
culos
sustituye
la
de
los
días
en
que
apagamos
la
tele
para
entretenernos
sólo
con
lo
tuyo.
29
30
ÍNDICE
EL
LLANTO
DE
UN
CONEJO
NO
SE
OLVIDA
NUNCA
…………………………………………………………....…..
1
FELICIDADES,
USTED
HA
VENCIDO
EL
CÁNCER
…………………………………………………………..…….
2
FOTOGRAFÍA
……………………………………………………………………………………………………………...
3
CARNICERÍA
………………………………………………………………………………………………………………
4
SACRIFICIO
………………………………………………………………………………………………………...………
5
SALA
DE
ESPERA
………………………………………………………………………………………………………….
6
BAILAR
………………………………………………………………………………………………………………...........
7
DIAGNÓSTICO
………………………………………………………………………………………………..…………….
8
CAZA
………………………………………………………………………………………………..………………………..
9
OXÍGENO
………………………………………………………………………………………………..…………………..
10
CANCERÓFOBA
………………………………………………………………………………………………..…..……….
11
SACRIFICIO
………………………………………………………………………………………………..…..…………….
12
MISERICORDIA
………………………………………………………………………………………………..…..………..
13
MUÑECAS
………………………………………………………………………………………………..…..………...........
14
CARNICERÍA
………………………………………………………………………………………………..…..…………...
15
DOLZICAM®………………………………………………………………………………………………..…..…………….
16
VUELO
DE
PRUEBA
………………………………………………………………………………………………………...
17
FAMILIA
……………………………………………………………………………………………………………....……...
19
CRÁNEO
……………………………………………………………………………………………………………………..
20
FAMILIA
……………………………………………………………………………………………………………………...
21
CIRUGÍA
……………………………………………………………………………………………………………………..
22
COCINA
……………………………………………………………………………………………………………………….
23
CRÁNEO
……………………………………………………………………………………………………………………...
24
RUIDO
DE
FONDO
……………………………………………………………………………..……………………………
25
DIAGNÓSTICO
……………………………………………………………………………..………………………..
..……
26
OXÍGENO
……………………………………………………………………...……..………………………………….......
27
EL
LLANTO
DE
UN
CONEJO
NO
SE
OLVIDA
NUNCA
…………………………………………………………………
28
SALA
DE
ESPERA
…………………………………………………………………………………………………………...
29
31
32