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Historias NIños. Bosques y Páramos
Historias NIños. Bosques y Páramos
Por estos días en que ardían los frailejonales del Parque de los Nevados en la zona de
la Laguna del Otún, yo estaba en Armenia y sentí emoción cuando dos taxistas me
hablaban dolidos y tristes del incendio del páramo. Estas mismas emociones tenemos
que sentirlas, muy hondo en el alma, todos los colombianos y sobre todo los que
tienen por el mango la sartén, los que hacen las leyes y disponen de los dineros y
reparten los presupuestos.
Ya pueden todos los taxistas del país, y los camioneros, y los médicos y los muchachos,
y los carniceros, y los abogados, y los arquitectos, y los mendigos, ya podemos todos
nosotros dolernos y lanzar ayes lastimeros cuando vemos destruirse nuestras reservas
naturales, nuestros Parques Nacionales, nuestros páramos y nacederos de agua, si los
que tienen voluntad política no se conmueven y actúan en consecuencia.
Al país no lo salvamos nosotros los de la calle y del montón con la colaboración del
Estado, sino el Estado con la colaboración decidida de todos los colombianos. ¿Qué
ganamos todos con llorar, hablar y escribir si los que hicieron y aprobaron la
sospechosa Ley Forestal fueron los de arriba?
Todos no podemos ir a apagar un incendio en un páramo... pero si los honorables
padres de la Patria están convencidos de la importancia de los bosques, los páramos y
los parques, entonces habrá voluntad política y habrá dinero para helicópteros y
avionetas antiincendios, para monitoreo de las áreas silvestres, para equipos rápidos y
efectivos para solucionar las catástrofes, y castigos ejemplares para los pirómanos.
Pero volvamos al Parque de los Nevados. El Nevado de Santa Isabel, vecino de la zona
del incendio, con sus ¿nieves perpetuas¿ era hasta hace dos años una sola masa de
nieve en la cumbre.
Ahora se fraccionó. Para recorrer su cima se debe pisar un buen trecho, roca y tierra.
Nos decían que en el año 2020 ya no tendrá nieve. Aseguro que ello ocurrirá mucho
antes. ¿Nada es eterno en el mundo¿, ni ¿las nieves perpetuas¿. ¿Culpables? El
calentamiento global, la tala de bosques... el hombre, nosotros, en suma. Estamos
destruyendo en nombre del progreso nuestra casa de habitación. ¿Estaremos locos?