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Pedro Méndez Rodríguez

Pedro Méndez Rodríguez es un estadounidense que vive de la albañilería, realizó el servicio


militar, desarrolló un cuerpo atlético de unos 18 cm de altura, es de tés morena, posee la manos
de un hombre enseñado a trabajar con herramientas, alguien simpático y amistoso; nace en el
seno de una familia de migrantes con ascendencia mexicana-ecuatoriana. Una noche del 16 de
octubre de 1993, su madre es trasladada a una clínica en Los Santos donde da a luz a Pedro, un
niño el cuál con sus primeros años de vida aprendió que no siempre llegará comida a la mesa para
que todos la puedan disfrutar. Su padre trabajó como albañil, claramente indocumentado, su
madre se dedicó a lavar ropa ajena de sus vecinos.

A los 7 años Pedro entró a la escuela, donde los abusos de maestros y compañeros estaban a la
orden del día. Él siempre se esforzó en ser alguien puntual y cumplido con sus tareas, aunque el
reconocimiento por ello era inexistente. Conoció a su mejor amigo en 4to año de primaria, Javier
Simpson, un afroamericano de personalidad arisca ante personas abusadoras. El muchacho fue un
apoyo total para el pequeño Pedro. Jugaban cada fin de semana en la cancha de básquet del
barrio, en la cual se montaban grandes enfrentamientos entre todos sus vecinos del gueto por
quien realizaba la mejor jugada. Así nació la competitividad de Pedro, algo que lo marca entre
todos sus amigos.

Con 17 años pasaba una de las etapas más bonitas para muchas persona con una posición más alta
en la sociedad, una adolescencia llena de trabajos de verano en los cuales relevaba a su padre en
la obra. Él entendió que su viejo ya no era alguien fuerte, en especial después de aquel terrible
día… un fallo de los más tontos en una obra, una cierra sin los seguros necesarios salió volando,
impactando en la cara a su padre y haciéndole perder su ojo izquierdo, provocando horrorosos
dolores nocturnos. “Toda persona nace con un propósito en la vida” decía, pero a su padre le
faltaba completar el suyo. Así lo pudieron observar los doctores en las radiografías, las cuáles
mostraban que no faltaba mucho para apagar toda señal de vida de un personaje tan importante
en la vida de un joven.

Lastimosamente no todos corremos con la suerte de salvar nuestras vidas por eventos
afortunados, Javier a tan solo pocos días de cumplir 18 años fue linchado por una guerra de
bandas en la cual el joven no tenía nada que ver. La pérdida de su mejor amigo lo destrozó e hizo
que la personalidad de Pedro se volviera frívola en situaciones fuertes como cualquier muerte.

Con 18 años era un recién graduado de la secundaria. Consiguió una novia, la cual conoció un fin
de semana en la cancha del barrio. Tenía piernas gruesas, una cadera muy bien formada, pechos
que a cualquier hombre lograría enloquecer, una sonrisa endulzante para un corazón en busca de
afecto y cariño, el muchacho se hizo ilusiones tan mortales para su futuro…

Karen se llamaba la señorita que fusiló el alma de Pedro con una sonrisa, él se le acercó con una
sonrisa de oreja a oreja, ella muy lista y tenaz lo detuvo poniéndole bien en claro sus intenciones y
como era ella, aunque como no de una manera muy coqueta. Tal parece que ambos se flecharon
al mismo tiempo. Ella era una mujer muy inteligente y emprendedora, no solo fue su novia, sino
también su mejor amiga. Lo apoyo en todos sus deseos tanto económicamente como emocional.

Pedro ingresó al ejército a los 20 años. Le enseñaron todo lo que un buen cadete debe aprender:
analizar y ejecutar, la disciplina y el deber hacia su país. Se hizo de bueno camaradas, es más, un
grupo de 4 amigos, incluyendo a Pedro, hacían tantas travesuras en sus primeras semanas que
cuando eran castigados se reían hombro a hombro. Aprendió que la lealtad era tan importante
entre amigos y nunca nadie delató a otro, “si uno caía, todos lo hacían”. Estos actos tan sencillos
pueden cambiar y reforzar una relación por completo. Fueron los mejores 18 meses de la vida de
Pedro, lo que se puede destacar de su estadía en el servicio militar es que siempre estuvo por
encima de los demás en cuanto a resistencia y fuerza hablamos. Aquellos años de duro trabajo
como albañil le habían servido de mucho.

Pedro ingresó al servicio militar con la única finalidad de en un futuro proteger a sus seres
queridos, siempre bajo la luz de la justicia. De esta forma evitaría que la historia de Javier se
volviera a repetir una vez más, perdiendo la vida de un buen muchacho solo porque los que
debían hacer su trabajo no lo hicieron…

A su retorno estaba su madre que al verlo rompió en llanto y le dio un fuerte abrazo. Su padre
demostrando lo fuerte que es, lo miró y logró ver a su hijo siendo alguien de admirar, así que soltó
una carcajada y se unió al abrazo que la madre había iniciado, haciendo saber a Pedro lo orgulloso
que estaba de él.

Al día siguiente preparó la habitación de un hotel y pasó a la casa de Karen, la cual se abalanzó a
sus brazos y se fundieron en un beso apasionado... había pasado tanto tiempo desde el último que
se dieron. Ella subió al auto que Pedro había pedido prestado a un amigo y la llevó a aquella
habitación que estaba decorada con pétalos de rosas, sábanas blancas, luces y una música que le
daba un ambiente romántico, esta sería la primera vez que tendrían relaciones y sería la mejor de
sus vidas.

Su actividad como pareja con el paso de los meses se volvió tal y como ellos querían, una relación
estable y que se pueda llevar durante mucho tiempo. Después de 1 año y 6 meses, cuando Pedro
ya tenía casi 23 años, Karen le da la noticia que habían estado esperando durante años… tendrían
un hijo. Pasaron 9 largos meses de cuidados intensivos y ayuda mutua combinado con el estrés de
el tan esperado día, hasta que finalmente nació un día después su cumpleaños la hija, la cual
llevaría como nombre Margara, una niña “morenita” como Pedro le llamaba. Era una chica tan
alegre como su mujer, por lo que el dolor fue inimaginable cuando ambas sonrisas dejaron de
alumbrar el corazón de Pedro.

Un día fue llamado a cumplir su deber con la patria. Solo fueron 8 meses, pero al momento de su
retorno a su hogar, no encontró nada más que su casa destruida. Desesperado fue a la casa de sus
padres y preguntó por su familia, donde la única noticia que recibió fue que una banda había
atacado el vecindario y desalojaron a la mayoría de familias de la zona, llevándose a su hija y su
esposa… y es así como Pedro emprende una búsqueda en la ciudad, intentando encontrar
cualquier pista que resulte útil en el rescate de las personas que más ama. Estaría dispuesto a ser
parte del cuerpo de policía con tal de encontrar a su familia.

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