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ÒLa Žtica es, en verdad, la m‡s f‡cil de todas las ciencias, cosa muy natural, puesto que cada uno
tiene la obligaci—n de construirla por s’ mismo, de sacar por s’ solo, del principio supremo que radica
en su coraz—n, la regla aplicable a cada caso que ocurra, pues muy pocos tienen tiempo y paciencia
para aprender una Žtica ya elaboradaÓ

Importancia del estudio de la Žtica

A reserva de entrar en una caracterizaci—n m‡s detallada, definiremos la Žtica como la disciplina filos—fica que
estudia la moral del hombre en sociedad. Ahora bien, ÀquŽ importancia puede tener esta ciencia para
nosotros? Si se analiza con cierta profundidad la tarea filos—fica, se ver‡ que en œltima instancia Žsta suele
desembocar en una forma de vida, en la fundamentaci—n de una actitud moral. Aun las m‡s abstractas
reflexiones hechas por el hombre acerca del misterio del cosmos y de la vida, no tienen otra raz—n de ser que la
de justificar una Žtica. y esto se corrobora aun en los fil—sofos que se elevan hacia las cimas de la metaf’sica o'
en los m’sticos que, entregados a la meditaci—n, parecen no tener otro interŽs que el deleite de la iluminaci—n y
la revelaci—n divina.

La importancia de la Žtica deriva de su objeto de estudio: la moral. Desde que el hombre se agrup— en
sociedades tuvo la necesidad de desarrollar una serie de reglas que le permitieran regular su conducta frente a
los otros miembros de la comunidad. De manera que la moral es una constante de la vida humana. Los
hombres no pueden vivir sin normas ni valores. Es por eso que se ha caracterizado al hombre como un "animal
Žtico". "S—lo el hombre puede dirigirse hacia el futuro. S—lo Žl puede formarse una idea de un estado de cosas
m‡s deseable y poner luego los medios necesarios para llevarIo a la realidad. El hombre puede protestar, ir al
paro, manifestarse o sublevarse, con una visi—n de un estado de cosas que "debiera ser". Los dem‡s animales
s—lo pueden morder, ara–ar, golpear o huir."2 Si se prescinde del estudio y comprensi—n de este aspecto de la
experiencia humana que es la moral, se tendr‡ una imagen bastante incompleta o fragmentaria del hombre y su
cultura.

La Žtica nos ilustra acerca del porquŽ de la conducta moral. Los problemas que la Žtica estudia son aquellos
que se suscitan todos los d’as, en la vida cotidiana, en la labor escolar, en la actividad profesional, etc.
Problemas como: ÀquŽ es un comportamiento bueno o uno malo?, Àse es libre para realizar talo cual acci—n?,

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!Howard Selsarn, ƒtica y progreso, MŽxico, Grijalbo, 1968, p. 16.
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ÀquiŽn nos obliga a realizar esta acci—n?, entre estas dos acciones, Àcu‡l se debe elegir?, etcŽtera.

Todos estos problemas que la Žtica estudia plantean una urgente soluci—n, que no puede postergarse porque
constituyen el meollo de la vida misma, pues, en œltima instancia, el hombre es un ser moral. "La moral -escribe
JosŽ Ortega y Gasset- no es una performance suplementaria y lujosa que el hombre a–ade a su ser para
obtener un premio, sino que es el ser mismo del hombre cuando est‡ en su propio juicio y vital eficacia."

"Un hombre desmoralizado es simplemente un hombre que no est‡ en posesi—n de s’ mismo, que est‡
fuera de su radical autenticidad, y por ello no vive su vida, y por ello no crea ni fecunda, ni hincha, su destino."

Esta importancia que reviste la Žtica como estudio y comprensi—n de la vida moral puede ilustrarse con el
pensamiento de algunos fil—sofos representativos de la historia. Estos fil—sofos muestran que la filosof’a no es
puramente te—rica, sino que desemboca en problemas pr‡cticos relacionados con la situaci—n concreta del
hombre; hacen pensar, asimismo, que tal vez detr‡s de toda filosof’a haya una decisi—n de tipo moral.

XVI ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

La filosof’a como forma de vida aparece por primera vez entre los griegos. Separar la teor’a de la pr‡ctica,
en el pensamiento de estos fil—sofos no es f‡cil. RecuŽrdese, por ejemplo, a S—crates, a los c’nicos, a los
estoicos, a Plat—n, para quienes la filosof’a es un saber sobre la vida, y de manera especial sobre la vida
moral. Un ejemplo elocuente de la uni—n inseparable entre Žtica y filosof’a lo proporciona S—crates. "El
destino de S—crates -comenta JosŽ Luis Aranguren en su ƒtica- ha sido, sin duda, el acontecimiento m‡s
importante de la historia de la vida filos—fica, de la historia de la filosof’a como existencia. En la muerte de
S—crates se vislumbra toda la grandeza y toda la limitaci—n de la actitud Žtica pura. La muerte de S—crates
fue el modelo de la muerte Žtica. La muerte de Cristo fue la muerte religiosa por excelencia."3

Dando un salto hacia el siglo XVIlI nos encontramos con una figura de primer orden como la de Emmanuel
Kant (1724-1804), fil—sofo muy importante en la Žtica, como se ver‡ en algunos de los temas que
conforman este libro. Se dice que el problema medular de la filosof’a kantiana es el que se refiere al
conocimiento: ÀC—mo es posible el conocimiento? ÀC—mo es posible la ciencia? Sin embargo, ahondando
m‡s en el pensamiento del fil—sofo de Konigsberg, se da uno cuenta del importante papel que las
preocupaciones morales desempe–aron en su pensamiento. Oswald Ktilpe, bi—grafo de Kant, dice al
respecto:

La moralidad fue el nœcleo y la estrella de su existencia, el centro de donde proced’a el hilo conductor de su
pensamiento y de su sensibilidad, de su acci—n y de su voluntad. La primac’a de la raz—n pr‡ctica llen— y
determin— su personalidad. Su vida no era un accidente casual sino un severo destino, una ser’a misi—n
que œnicamente pod’a llevar a cabo con un sistema de medios y fines. As’, se da a las cosas accesorias la
importancia que hayan de tener en el sentido predominante del conjunto.

Es notorio tambiŽn el ejemplo que nos da Johann Gottlieb Fichte (1762-1814). Segœn este fil—sofo, el tipo
de filosof’a que se sostiene indica el tipo de hombre que es. Por ejemplo, si el fil—sofo se inclina por el
materialismo, acabar‡ por someterse a la necesidad de los hechos naturales, prefiriendo la necesidad a la
libertad; en cambio, si opta por el idealismo, su decisi—n incluir‡ la libertad y la creencia en la vida
espiritual, etcŽtera.

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!JosŽ Luis Aranguren. ƒtica, Revista de Occidente. 1958.
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Segœn Friedrich Nietzsche (1844-1900), toda filosof’a depende en œltima instancia de la Žtica. La vida
moral del hombre constituye la ra’z de donde brota el pensamiento filos—fico. Se ha visto que aun su teor’a
del eterno retorno tiene una expresi—n Žtica, significa que el hombre es responsable a tal punto que sus
actos permanecer‡n, volver‡n una Y otra vez, de tal manera que lo que
se es y lo que se ha hecho, en virtud del eterno retorno de las cosas,
quedar‡ establecido para siempre.

Otro fil—sofo que le confiere a la Žtica un papel decisivo es el mexicano


Antonio Caso (1883-1946). Segœn Caso, hay dos problemas
fundamentales que la filosof’a tiene que resolver: ÀQuŽ es el mundo?..
y ÀC—mo es bueno vivir en el mundo? La primera interrogante debe ser
contestada por la metaf’sica; en tanto que la segunda, por la Žtica. De
estos dos problemas, el de car‡cter Žtico es el de mayor importancia,
pues casi siempre se ha vivido sin saber, a ciencia cierta, quŽ es el
mundo; en cambio no puede vivirse sin saber c—mo es bueno vivir en el
mundo. No puede vivirse sin una moral que oriente, que gu’e la vida
hacia la asimilaci—n de los valores humanos. Es tan importante la Žtica
para el maestro Caso, que considera que cuando el hombre asimile
plenamente los valores morales ser‡ inœtil toda filosof’a: mientras esto no suceda, es discreto seguirla
practicando. Figura 1. Segœn Antonio Caso la Žtica nos
ense–a c—mo es bueno vivir en este mundo.
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Conceptos de filosof’a

¥ La Žtica es una disciplina de la filosof’a


¥ La filosof’a corno fundamentaci—n de las ciencias particulares
¥ La filosof’a corno complejo de estas ciencias
¥ La filosof’a corno ciencia del esp’ritu o ciencia de la experiencia interior
¥ La filosof’a corno comprensi—n de la conducta de la vida
¥ La filosof’a como ciencia de los valores universalmente v‡lidos
¥ La filosof’a como creaci—n de hombres concretos e
hist—ricos El alu
alumno:

! situar‡ a la Žtica como parte de


La filosof’a a travŽs de su historia la filosof’a;
! advertir‡ que el car‡cter
hist—rico de la filosof’a permite
referirse a mœltiples sentidos y
manifestaciones de la misma;
! distinguir‡ diversos conceptos y
Diversas interpretaciones del mito etapas hist—ricas de la filosof’a;
! caracterizar‡ la actividad
¥ Periodo cosmol—gico o presocr‡tico filos—fica a partir de sus rasgos
¥ La palabra filosof’a segœn Pit‡goras m‡s sobresalientes.
¥ Periodo antropol—gico o socr‡tico
¥ Periodo sistem‡tico o postsocr‡tico
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¥ Etapa helen’stico-romana
¥ El cristianismo
¥ La Edad Media Modernidad
¥ ƒpoca contempor‡nea
Esencia de la filosof’a
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¥ Tendencia a la universalidad
¥ Exigencia positiva de la validez universal de su saber
¥ Fundamentalidad o af‡n de fundamentaci—n
¥ Sistematicidad o metodicidad Racionalidad

2 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

Conceptos de filosof’a
Antes de entrar, propiamente, al estudio de la Žtica te ofrecemos una breve visi—n introductoria de lo que
es la filosof’a.

La Žtica es una disciplina de la filosof’a.


Esto nos lleva a tratar primeramente la filosof’a. ÀQuŽ es filosof’a?.. Para definida, lo m‡s f‡cil ser’a elegir
una definici—n partiendo del pensamiento de Arist—teles, Plat—n o Kant, entre otros; sin embargo, pronto se
dar’a uno cuenta de que junto a la definici—n elegida estar’an muchas ideas sobre la filosof’a misma,
dadas a lo largo de la historia. En efecto, la palabra filosof’a ha cambiado considerablemente en el curso
de la historia, de tal manera que no puede encontrarse una definici—n œnica y universal, sino tantos
conceptos como doctrinas filos—ficas han aparecido en la historia. "ÀQuŽ es propiamente la filosof’a?" -
pregunta el fil—sofo J. M. Bochenski, quien en seguida responde-: "Lastimosamente, Žsta es una de las
cuestiones filos—ficas m‡s dif’ciles. Pocas palabras conozco que tengan tantas significaciones como la
palabra filosof’a. Hace justamente semanas asist’, en Francia, a un coloquio de pensadores de filosof’a y
por filosof’a entend’an cosas absolutamente distintas."4
Esta diversidad de conceptos de filosof’a se debe a se denomina car‡cter hist—rico de la filosof’a. La f’a, al
igual que todas las creaciones del hombre ., ciencia, religi—n, etc.), es hist—rica. No puede comprenderse la
filosof’a si no se le relaciona con el hombre y con las situaciones concretas en que se da. De hecho, puede
hablarse llanamente de "filosof’a", ya que esto ser’a demasiado abstracto. S—lo puede hablarse de f’a
griega, filosof’a cristiana, etc.; o sea, de la filosof’a dentro de una circunstancia determinada. Un que habla
de la historicidad de la filosof’a es Dilthey (1833-1911). Dilthey acu–a la categor’a Òde esp’ritu del tiempo"
(Geist Der Zeit) para explicar el car‡cter hist—rico del hombre y de la filosof’a. El del tiempo es el clima
hist—rico que determina oca. De hecho, cada Žpoca tiene sus perfiles caracter’sticos, sus ideales, sus
vocaciones, lo que se llama Òconcepci—n del mundo y de la vida". Toda Žpoca ofrece una fisonom’a
determinada, que est‡ formada por ciertos rasgos generales que se manifiestan en las diversas esferas de
la vida: religi—n, mœsica, filosof’a, derecho, econom’a, etcŽtera.
En su obra La esencia de la filosof’a, Dilthey llega a la conclusi—n de que, en realidad, la palabra filosof’a
tiene, segœn la Žpoca y el lugar, significaciones distintas, y las creaciones espirituales que han recibido
este nombre por sus autores son tan diversas, que "parecer’a que las distintas Žpocas hubieran asociado
a la hermosa palabra filosof’a, acu–ada por los griegos, im‡genes espirituales siempre distintas".
ÀCu‡les son estos sentidos tan diversos de la filosof’a? Dilthey, al repasar la historia de la filosof’a,
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!%&'()*+,-.!J. M., Introducci—n al pensamiento filos—fico. Barcelona.

Herder, 1960.

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advierte los siguientes sentidos que ha ido adquiriendo:
La filosof’a como fundamentaci—n de las ciencias particulares
Segœn este concepto, la filosof’a tendr’a como papel ofrecer una fundamentaci—n o explicaci—n del
proceder de las ciencias. La filosof’a no caminar’a a espaldas de la ciencia, sino que recibir’a de ella su
materia o sustrato de estudio. Sin embargo, ello no significar’a el que la filosof’a duplicara la tarea
desarrollada por la ciencia, quedando, por un lado las verdades descubiertas por las distintas ciencias, y
por otro las teor’as o conclusiones establecidas por la filosof’a; lejos de esto, la filosof’a no consiste -segœn
esta definici—n- en un divorcio frente a la ciencia, sino todo lo contrario: la filosof’a tiene como funci—n
explicitar, reforzar, con sus explicaciones, las diversas teor’as cient’ficas.
Esta definici—n de filosof’a, la podr’amos ejemplificar con Kant, cuando este fil—sofo se pregunta -por
ejemplo- ÀC—mo es posible la ciencia? o ÀC—mo es posible la moral? (pregunta clave de la Žtica).

La filosof’a como complejo de estas ciencias

Este concepto de filosof’a considera --como se ha sostenido en ocasiones- que Žsta tiene como funci—n
realizar una especie de s’ntesis o resumen de las diversas ciencias, ofrecer conclusiones muy generales o
abarcadoras. Dentro de este sentido, por ejemplo, encontramos al positivismo segœn el cual la filosof’a es
un compendio general de los resultados de las ciencias, de tal manera que el fil—sofo queda concebido
como un "especialista en generalidades".

3 Conceptos de filosof’a

En otras ocasiones la filosof’a parte de los resultados obtenidos por las ciencias, pero se coloca por
encima de Žstas. Por ejemplo, esto sucede en Arist—teles, quien distingue entre "filosof’a primera" (o sea la
filosof’a o metaf’sica) y las "filosof’as segundas" (o sea, las llamadas ciencias particulares como la f’sica,
la matem‡tica, la bot‡nica, etcŽtera).
A la "filosof’a primera" le corresponde elevarse a la totalidad del saber, su funci—n es la investigaci—n de
las primeras causas y principios de las cosas. La filosof’a -para Arist—teles- es la m‡s elevada de todas las
ciencias, ya que se esfuerza por conocer lo cognoscible por excelencia, es decir, los principios y las
causas y, en œltima instancia, el principio de los principios, la causa œltima o Dios (que en este fil—sofo es
algo diferente al Dios del cristianismo, es un principio metaf’sico que llama el "motor inm—vil").

La filosof’a como ciencia del esp’ritu o ciencia de la experiencia interior


Esta manera de concebir la filosof’a, que ya se anuncia en S—crates ("con—cete a ti mismo"), se desarrolla,
en forma m‡s profunda, en un fil—sofo cristiano como San Agust’n -llamado, precisamente, el fil—sofo de la
interioridad-. En efecto, San Agust’n (354-430), en quien se da la primera gran interpretaci—n de las
relaciones entre la raz—n y la fe, nos dice: "no salgas de ti mismo, pues en tu interior habita la verdad".

La filosof’a como comprensi—n de la conducta de la vida


En esta concepci—n filos—fica, se pone el acento en las cuestiones pr‡cticas o Žticas. La filosof’a asume,
aqu’, un contenido moral y se entiende como una serie de normas para la acci—n (por ejemplo en los
estoicos y neoplat—nicos). Esta manera de entender la filosof’a se desarroll—, sobre todo, en la llamada
folosof’a helen’stica o-romana, etapa que comprende, aproximadamente, del siglo III a.C. al siglo v de
nuestra era. Durante este periodo surge un filosofar eminentemente normativo que se encamina a la
salvaci—n laica por medio de la inteligencia o en una preparaci—n para la visi—n m’stica y el consuelo de la
fe. Esto significa que la filosof’a se entiende aqu’ como una sabidur’a de la vida.

La filosof’a como ciencia de los valores universalmente v‡lidos


Este concepto de filosof’a lo encontramos en los fil—sofos de la cultura y de los valores como Windelband
(1848-1915) y Heinrich Rickert (1863-1936). Segœn esta noci—n de filosof’a, Žsta tendr’a como papel
explicar la esencia de los valores (bien, verdad, belleza, utilidad, etc.) que se localizan en los diferentes
‡mbitos de la vida cultural.
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Para los fil—sofos de la cultura, la filosof’a es reflexi—n sobre la cultura y los valores inherentes a Žsta.
Rickert entiende la cultura como "la totalidad de los objetos reales en que residen valores universalmente
reconocidos y que por esos mismos valores son cultivados")5
Otro concepto o categor’a que puede servir para manifestar el car‡cter hist—rico de la filosof’a es el de
horizonte, creado por Xavier Zubiri. La filosof’a s—lo es definible a partir de un horizonte determinado, o
sea, una Žpoca, un "esp’ritu del tiempo", como dir’a Dilthey. No es lo
mismo el horizonte que surge en la Edad Media que el que pertenece al
Renacimiento, por ejemplo; cada horizonte hist—rico est‡ formado por las
cosas que rodean al hombre y que le son familiares. La filosof’a ser’a el
intento de esclarecer, de explicar el horizonte que rodea al hombre.

La filosof’a es creaci—n de hombres concretos e hist—ricos

En su Historia general de la filosof’a, Windelband se refiere a los fil—sofos !"#$%&' ()(! /0! '123140! '&564)*7)! 20!
como verdaderos hŽroes del pensamiento, y nosotros agregar’amos: 3&302-707! 7)! 2&+! &89)3-:&+! 7&*7)!
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hŽroes de carne y hueso, para utilizar la conocida expresi—n de Miguel de
Unamuno.
As’, pues, la filosof’a ha sufrido cambios. Cada fil—sofo ha dado, de acuerdo con su propio horizonte
hist—rico, su propia interpretaci—n del mundo, del hombre y de la vida. En los siguientes par‡grafos s se
analizar‡n algunas de estas interpretaciones comenzando por los or’genes mismos del filosofar.

4 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

La filosof’a a travŽs de su historia

La filosof’a como creaci—n humana, muestra un amplio desarrollo hist—rico. A continuaci—n veremos
algunos ejemplos de su evoluci—n, empezando por sus or’genes: La filosof’a surge en la antigua Grecia,
en el siglo VI a.C., con los fil—sofos llamados "presocr‡ticos". Adem‡s de este origen hist—rico, tambiŽn
puede hablarse de un origen vital de la filosof’a, esto es, de un origen anta l—gico o relativo al ser del
hombre. Arist—teles se refiere a dicho origen, cuando dice:6

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Vitalmente la filosof’a se origina en el momento en que el hombre experimenta un asombro o admiraci—n


frente a la realidad que lo rodea. En un principio, la respuesta a este asombro primigenio surgi— en forma
de mitos. El mito es una expresi—n prefilos—fica, constituye ya un primer intento por dar cuenta de la

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!Heinrich Rickert, Ciencia cultural y ciencia natural, Madrid, Espasa-CaIpe

(Austral, 347), 1965, p. 55.!

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realidad. En la historia de la filosof’a, los autores hablan de una primera etapa llamada prefilos—fica, m’tica
o religiosa, ':~~’t cual se desarrolla con los poetas cl‡sicos de la ana Grecia: Hornero (siglo IX a.C.) y
Hesiodo (siglo .c.). Autores como M. Federico Sciacca advierten etapa religiosa una "filosof’a" primitiva,
una ciencia fant‡stica. Un pensador moderno, Juan Bautista 8-1744), habla de la importancia de los mitos
en la informaci—n de una ciencia nueva, a partir de sus expresiones poŽticas.

Un rasgo dominante de esta etapa religiosa, o prefilos—fica, es la utilizaci—n de un lenguaje poŽtico para
expresar sentimientos y emociones. Todav’a en los fil—sofos presocr‡ticos se encuentran resabios de esta
expresi—n poŽtica, y m‡s adelante tambiŽn.

Otro rasgo caracter’stico de la mentalidad m’tica consiste en la tendencia a concebir la realidad de manera
viva y din‡mica (hilozo’smo). Los objetos se presentan como benŽficos o malŽficos, amigables u hostiles,
familiares o extra–os, fascinadores y atrayentes o amenazadores y repelentes. Dentro de esta concepci—n
m’tica, se desarrolla un polite’smo antropom—rjico. En realidad, todo mito es la expresi—n fant‡stica de una
fuerza f’sica personificada y animada, la cual aparece como un ente gobernante de una clase de
fen—menos, un Dios que impone temor y exige culto y adoraci—n. Este polite’smo antropom—rfico permite al
mit—logo, o creador de mitos, proyectar sus deseos, ideales y sue–os en los diversos dioses que su
imaginaci—n va creando. Segœn Žl, las fuerzas que mueven la naturaleza son humanas, los due–os o
depositarios de estas fuerzas son los dioses, verdaderos superhombres. As’, por ejemplo, los dioses que
presenta Hornero tienen marcados rasgos humanos, poseen voluntad, aunque de mayor alcance; se dejan
conducir por toda suerte de pasiones, pasiones de mayor magnitud, ya que son capaces de agitar el
Universo entero.

El antropomorfismo de los poetas o de los creadores de mitos los lleva a explicar la naturaleza a partir de
fuerzas semejantes a las humanas. As’, por ejemplo, Hesiodo al referirse al origen de los dioses en su
Teogon’a, dice: "Primero se engendr— el Caos, y despuŽs la Tierra... tambiŽn el T‡rtaro tenebroso, en lo
profundo de la vasta Tierra. Del Caos nacieron el Erebo y la negra Noche; y Žsta a su vez procre— al ƒter y
al D’a. La Tierra empez— por parir un ser igual a ella... Asimismo dio a luz, pero sin ayuda, al tierno Amor,
al Ponto... M‡s tarde, acopl‡ndose con el cielo dio origen al OcŽano..." En este peque–o fragmento se
observan palabras tan sintom‡ticas como: engendr—, procre—, parir, dar a luz, amor, acopl‡ndose, que son
claramente antropom—rficas.

La concepci—n del hombre que se encuentra en la cosmovisi—n que ofrecen los mit—logos es, en œltima
instancia, pesimista. El hombre se halla sometido a la mudable voluntad de los dioses. El acontecer fatal e
infalible de ciertos sucesos es atribuido a una fuerza llamada destino o moira.

Entre los temas m‡s sobresalientes que preocuparon a poetas como Hornero y Hesiodo, y que permiten
construir toda una concepci—n del mundo y de la vida, est‡n los siguientes: el origen del mundo y de los

5 Conceptos de filosof’a

dioses, la primera causa de las cosas, la jerarqu’a de las divinidades (distinci—n entre dioses eternos y
dioses engendrados) la ordenaci—n y finalidad del mundo, etc.; tambiŽn la preocupaci—n moral y pol’tica
estuvieron presentes en la mente de los poetas. Al respecto, indica Federico Sciacca que 7

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Poco a poco esta concepci—n m’tica fue objeto de severas cr’ticas. El blanco de sus ataques fue
principalmente el antropomorfismo. Por ejemplo, el fil—sofo griego Jen—fanes de Colof—n dec’a
ir—nicamente que, si a los bueyes les fuera concedido adorar dioses, Žstos se adorar’an a s’ mismos. En la
medida en que se va criticando el mito, surgen las condiciones que hacen posible una nueva forma de
pensamiento. Se dice que la filosof’a es una ruptura con el mito, un poner en crisis las formas m’ticas del
pensamiento para asumir una actitud m‡s racional y coherente.

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Diversas interpretaciones de'l mito

Diversas interpretaciones del mito.

Con el objeto de precisar un poco m‡s este tema referente a los or’genes de la filosof’a, explicaremos
brevemente algunas interpretaciones que ha recibido el mito con respecto a sus relaciones y diferencias
con la filosof’a. Para algunos pensadores, como F M. Cornford, la filosof’a tuvo su origen, precisamente,
en el mito; de tal manera que la filosof’a s—lo constituye un desarrollo de los m‡s antiguos mitos religiosos
que ya encontramos en la primitiva sociedad griega. As’, ha habido un movi... miento que se desarrolla en
el hombre y que va d una actitud emocional hasta llegar a una actitud racional. Este movimiento o tr‡nsito
corresponde al que va desde la teogon’a a la teolog’a, de la cosmogon’a a cosmolog’a.

Contrariamente a esta interpretaci—n, est‡ la ofrece John Burnet, quien


considera que la ciencia j—nica, la filosof’a, viene siendo una ruptura
con la religi—n antigua. De esta manera, la filosof’a nace en la mee en
que los hombres abandonan las explicaciones en l—gicas. Dentro de
este contexto est‡ la definici—n que hemos dado anteriormente en el
sentido de que Òfilosof’a es una ruptura con el mito".

Por otra parte, el mito en las civilizaciones ha tenido !"#$%&' ()*! N040! -*34&71'-4+)! 0! 20! =-2&+&=>0! )+! *)')+04-&! *&!
una funci—n y un sentido importa aparici—n no se debe 6)47)4! 20! '060'-707! 7)! 0+&584&;! H-*! 7170.! )2! (&584)!
'&*3)56&4E*)&!+)!0+&5840!7)!+1+!5E+!G40*7)+!(0?0O0+;!
a un mero capricho o a la arbitrariedad, La palabra
mito, viene de mythos que significa -en sentido amplio Ð palabra o habla, y en un sentido m‡s estricto
quiere decir: historia contada o narrada. En todos los tiempos, los hombres se han preguntado por sus
or’genes, por su destino o su paradero, por el sentido de sus vidas, etc., y para dar respuesta a todo esto
#+"

han desarrollado un aserie de mitos, cuentos y narraciones cuasihist—rica, o sea: historias mezcladas con
hechos irreales y fant‡sticos (por ejemplo los episodios de la guerra de Troya narrados por Homero).

6 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia.

El mito es una palabra creadora que al enunciarse o repetirse, reproduce


acciones originarias. Se trata de una palabra revestida de poder y de
eficacia. Muchas veces el mito se remonta a la prehistoria, a Žpocas
legendarias, muy lejanas y oscuras, y nos cuenta acciones divinas que
desembocan en la creaci—n del mundo.

ÀPero quŽ utilidad tiene el mito?... Podemos decir que da seguridad al


hombre, ya que le dice c—mo debe actuar en determinado momento, c—mo
debe guarecerse, c—mo debe cosechar, c—mo debe construir su morada,
etcŽtera.

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!"#$%&'(),!T&5)4&.!6&)30!G4-)G&!F1)!:-:-A!)*!)2! 5-3&.! )*34)! 2&+! G4-)G&+.! )+! )2!
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A diferencia de la filosof’a, el mito funda su verdad y eficacia en la autoridad divina. Las musas le hablan a
los poetas o mit—logo s revel‡ndoles la "verdad", una verdad que no es susceptible de someterse a la
cr’tica o a la duda.

Ahora bien, la filosof’a va a surgir cuando en lugar de imperar una palabra autoritaria y revelada como la
que nos ofrece el mito, surja una palabra nueva, un logos o discurso argumentativo y racional.

Con el surgimiento de la filosof’a, y la consecuente ruptura frente al mito, el


hombre se encuentra atenido a sus propias fuerzas y posibilidades, y ya no
puede ampararse o cobijarse en las experiencias religiosas o estatutos
divinos. As’, el fil—sofo tiene la posibilidad de crear, de elegir el camino que
la raz—n le dicte.

En el desarrollo de la filosof’a griega hay etapas decisivas, que no se


estudiar‡n de manera exhaustiva, pues convertir’an este curso en una
historia de las doctrinas filos—ficas; s—lo se abordar‡n brevemente con
objeto de se–alar algunas ideas o conceptos de filosof’a. Asimismo se
se–alar‡n algunos conceptos relativos a otras etapas de la filosof’a
occidental.
!"#$%&' ()+! S40807&!
0*3-G1&! F1)! 4)64)+)*30! 0!
Te invitamos, pues, a recorrer estas etapas de la filosof’a.
20! =-2&+&=>0! '&5&! P5074)!
7)!20+!'-)*'-0+R;'
Periodo cosmol—gico o presocr‡tico
#!"
"
Hist—ricamente, la filosof’a se inicia en el periodo cosmol—gico, que comprende, aproximadamente, del a–o
600 al 450 a.C. Esta primera etapa se denomina cosmol—gica, porque aparece como problema central el
saber acerca de la naturaleza: ÀquŽ es el cosmos f’sico?, Àcu‡l es el primer principio ordenador de todas
las cosas? Arist—teles denomina a los pensadores de esta etapa f’sicos (de phisis, naturaleza), o sea, los
que reflexionan acerca de la naturaleza.

Los fil—sofos presocr‡ticos contemplan un mundo en continua transformaci—n; observan que todo cambia,
todo se transforma. Ante el espect‡culo siempre mudable de la naturaleza, buscan una sustancia
originaria de las cosas que persista a travŽs de todos los cambios. La primera escuela filos—fica que trata
de dar una respuesta al problema de la primera sustancia, el primer principio de todas las cosas, en el
Mileto. El fundador de la filosof’a presocr‡tica y la escuela de Mileto, fue Tales de Mileto (624-548 a.C.),
quien ya ofrece una respuesta al problema de la sustancia primitiva; segœn Žl, dicha sustancia es el agua.
Tales de Mileto piensa que el agua es el principio fundamental, porque de ella se forman muchas otras

7 Conceptos de filosof’a

sustancias, tanto aeriformes como s—lidas; sin agua no existe la vida, y parece ser la sustancia m‡s
abundante en la naturaleza, que circunda y quiz‡ sostiene las tierras emergidas.

Los otros miembros de esta escuela, conocida tambiŽn como de los milesios, son Anaximandro (naci— en
610 a.C.) y Anax’menes (muri— en 526 a.c.). Inquietos por el mismo problema de la primera sustancia,
Anaximandro considera que este "principio" (archŽ o arje), o sustancia œnica de la que todo surge, es lo
infinito (‡peiron), que "todo lo abraza y todo lo gobierna". Por su parte, Anax’menes, dando una respuesta
emp’rica al problema de la sustancia, afirma que la causa de todo es el aire. "As’ como nuestra alma, que
es el aire, nos sostiene, as’ el soplo y el aire circundan el mundo entero."

ÀOtro fil—sofo presocr‡tico muy importante es Her‡clito de ƒfeso (536-470 a.C.), llamado "el Oscuro" por
su estilo de pensamiento enigm‡tico y parad—jico. Ante el problema del cambio, Her‡clito piensa que en
realidad no existe ningœn principio eterno o inmutable, ya que la esencia misma de las cosas es el cambio.
No existe nada estable: ni en las cosas en particular, ni en el universo en general. No s—lo las apariencias
concretas est‡n regidas por un incesante cambio sino tambiŽn el universo en su totalidad. "Todo cambia,
nada permanece." "En los mismos r’os nos ba–amos y no nos ba–amos en los mismos: y, en forma
parecida, somos y no somos." Si bien Her‡clito concibe un mundo en continuo cambio y movimiento, llega
a postular al fuego como archŽ o primer principio c—smico al cual reconoce como raz—n o logos de toda
existencia.
##"

As’, las respuestas que dan Tales de Mileto, Anaximandro y Anax’menes al problema del cambio, son
respuestas de tipo monista, ya que se refieren a una sola sustancia originaria. Frente a las concepciones
monistas surgen las doctrinas pluralistas, las cuales consideran que, habr’a que buscar los or’genes de
todas las cosas en la combinaci—n de diversas sustancias. Tal es el caso, por ejemplo, de EmpŽdocles de
Agrigento (490-424 a.C.) que define una
teor’a pluralista. Segœn Žl, el mundo est‡
constituido de tierra, agua, aire y fuego.

Ser’a prolijo enumerar a todos los


presocr‡ticos. Sin embargo, en todos ellos
campea la preocupaci—n por definir los
primeros principios. Si en un momento dado
se les pudiera preguntar a los presocr‡ticos
quŽ entienden por filosof’a (o por la actividad
que ellos realizan, ya que la palabra filosof’a
fue creada m‡s adelante por Pit‡goras),
seguramente contestar’an que la filosof’a es
una investigaci—n sobre lo que son los
primeros principios ordenadores del cosmos.

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La palabra filosof’a segœn Pit‡goras


El tŽrmino filosof’a aparece por primera vez, como ya se observ—, en la antigua Grecia. El concepto que
los griegos ten’an de la filosof’a se revela en el siguiente pasaje, en donde Le—n, pr’ncipe de los fliasos,
interroga a Pit‡gora acerca del significado de la filosof’a:

8 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

Admirado Le—n de la novedad del nombre, le pregunt— a Pit‡goras quienes eran, pues, los fil—sofos y que
diferencia hab’an entre ellos y los dem‡s; y Pit‡goras respondi— que le parec’an cosas semejantes y la
vida del hombre y las ferias de los juegos que se celebraba con toda
la pompa ante el concurso de Grecia entera; pues, igual que all’,
unos se inspiraban con la destrezas de sus cuerpos a la gloria y
nombre que da una corona, otros eran atra’dos por el lucro de
comprar y vender, pero hab’a una clases, y precisamente la formada
en mayor proporci—n de hombre libres, que n buscaban el aplauso ni
el lucro, sino que acud’an para ver y observaban con af‡n lo que se
#$"

hac’a y de que modo se hac’a; tambiŽn nosotros, para concurrir a una feria desde una ciudad, as’
habr’amos partido para esta vida desde otra vida y naturaleza, los uno para servir a la gloria, los otros al
dinero, habiendo unos pocos que, despreciando todo lo dem‡s, consideraban con af‡n la naturaleza de las
cosas, los cuales se llamaban afanosos de sabidur’a, esto es, fil—sofos.

As’, pues, la filosof’a es, segœn Pit‡goras, un af‡n libre y


desinteresado por saber. Otra fuente hist—rica atestigua que cierta !"#$%&' ()0! )2! )9)562&! 7)! N-3EG&40+b! I*&+]!
vez Sol—n (hacia 640-560 a.C.), uno de los siete sabios de Grecia, 2&+! 032)30+]! 0'17>0*! 0! 20+! =)4-0+! F1)! +)!
')2)84080*! '&*! 5&3-:&! 7)! 2&+! 91)G&+!
visit— al rey Creso, quien lo recibi— con estas significativas palabras:
a2>56-'&+.! 0! 5&+3404! 20+! 7)+34)?0+! 7)! +1+!
"HuŽsped ateniense, he o’do que has viajado mucho filosofando con '1)46&+M! )*! '058-&! &34&+]! 2&+! =-2A+&=&+]!
el af‡n de saber." Por otra parte, segœn Cicer—n, "todos aquellos que +&2&! -80*! '&*! )2! 0=E*! 7)! '&*3)56204! C!
pon’an sus afanes en la contemplaci—n de las cosas eran
considerados sabios o fil—sofos".

Lectura

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Or’genes del filosofar.

Herodoto cuenta que Sol—n viajaba "por ver", cosa que para los orientales result— siempre
admirable en los griegos. ÀQuŽ es lo que ve’an estos hombres, Tales, Sal—n, el propio
Herodoto? Sobre todo las ciudades, los nombres, lo que hac’an los habitantes de pueblos
extra–os; visitaban los monumentos, enumeraban en detalle los regalos hechos por los reyes y
tiranos a los santuarios y templos, Nos cuentan las costumbres de los habitantes de cada pa’s;
en lugar de comerciar con los pueblos extra–os o hacerles la guerra, los consideran; buscan en
ellos sus caracter’sticas, lo que podr’amos llamar su consistencia, para saber c—mo se
comportan y poder estar en claro respeto de ellos. Los humanos aparecen para ellos articulados
#%"

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9 Conceptos de filosof’a

Periodo antropol—gico socr‡tico.


A partir del a–o 450 a 400 a.C., se desarrolla una nueva etapa de la filosof’a griega, Recibe el nombre de
antropol—gica, porque constituye un viraje hacia el hombre. El hombre como ser social y pol’tico va a ser el
objeto de la atenci—n filos—fica. Una de las circunstancias que explica el advenimiento de esta nueva etapa
es, sin duda, el auge pol’tico que trajeron consigo las guerras mŽdicas; este predominio pol’tico encamina
a la filosof’a por la senda de los problemas pr‡cticos que la vida reclamaba en ese momento. Aparece,
adem‡s, una popularizaci—n del saber. Se despierta en la masa del pueblo un impulso incontenible de
apropiarse de los frutos de la ciencia. Los principales protagonistas de esta etapa son S—crates (469-399
a.C.) y los sofistas, sabios ambulantes que afirman saberlo todo y que cobran altos honorarios por impartir
sus ense–anzas.

Los sofistas o "educadores de hombres" eran especialistas en el arte de pensar, argumentar y persuadir;
ellos convierten a la filosof’a en una profesi—n de utilidad pr‡ctica y en una eficiente arma pol’tica. Entre los
sofistas destacan: Prot‡goras, Gorgias, Hipias y Pr—dico.
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"
Tanto S—crates como los sofistas se interesan profundamente por el conocimiento del hombre. La
pregunta decisiva es ahora: ÀQuŽ es el hombre? Surge una concepci—n antropocŽntrica, segœn la cual el
hombre es el centro del universo. Acorde con esta actitud, el m‡s destacado de los sofistas, Prot‡goras de
Abdera (480-410 a.C.), llega a decir: ÒEl hombre es la medida de todas las cosasÓ (relativismo filos—fico).

Por su parte, S—crates desde–a las especulaciones cosmol—gicas que tanto hab’an preocupado a los
presocr‡ticos, Los ‡rboles -le hace decir Plat—n a S—crates en uno de sus Di‡logos- y la comarca nada
pueden ense–arme, sino solamente los hombres en la ciudad.

Para el sabio ateniense, la filosof’a no es otra cosa que el conocimiento del hombre, esta forma de
pensamiento est‡ claramente reflejada en su famosa divisa: "con—cete a ti mismo".

Por otra parte, el fil—sofo ateniense fue adversario de los sofistas, pues combat’a, fundamentalmente. el
relativismo, Para S—crates s’ era posible formular conceptos o verdades universalmente v‡lidas, Entre las
contribuciones que a la filosof’a leg— el pensamiento socr‡tico figuran: el an‡lisis del lenguaje. la cr’tica de
los conceptos b‡sicos de la ciencia, la fundamentaci—n racional de la conducta humana (la Žtica) y de la
organizaci—n del Estado, y la noci—n filos—fica del alma.

Preocupaci—n por el cosmos Presocr‡tico


Periodo sistem‡tica o postsocr‡tico.
(No-yo) ÀQuŽ es el cosmos?

Esta etapa comprende del a–o 400 a 322 a.C. y


culmina con la muerte de Arist—teles. El periodo Preocupaci—n por el hombre Socr‡ticos
sistem‡tico representa en la historia del
(Yo) ÀQuŽ es el hombre?
pensamiento griego una Žpoca de madurez y
esplendor filos—fico, Se denomina sistem‡tico,
porque durante esta etapa se desarrollan los grandes sistemas metaf’sicos m‡s importantes de la
antigŸedad. Estos sistemas son doctrinas l—gicamente articuladas, cosmovisiones tendientes a explicar la
totalidad. La investigaci—n est‡ encaminada tanto al cosmos (no- yo), como al hombre (el yo). A los
sistem‡ticos les interesa saber que el mundo, pero tambiŽn quŽ es el hombre en el conjunto de este
universo.

10 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia.

Como ejemplos notables de estos sistemas de la etapa sistem‡tica esta Plat—n (427- 347 a.C.) y
Arist—teles (384- 322 a.C.). Plat—n explica la totalidad acudiendo a la teor’a de las ideas, su ayuda
fundamental (idealismo), mientras que Arist—teles construye su concepci—n del mundo a la luz del principio
de evoluci—n (entelequia) originando su sistema conocido como hilemorfismo (hile, materia; morfe, forma).
En el cap’tulo destinado a examinar las doctrinas Žticas fundamentales se analizar‡n con m‡s detalle la
teor’a de las ideas de Plat—n y el hilemorfismo de Arist—teles. Por ahora nos interesa destacar las ideas o
conceptos que estos grandes fil—sofos tuvieron de la filosof’a. Segœn Plat—n, la filosof’a es la m‡s alta
ascensi—n de la personalidad y la sociedad humana por medio de la sabidur’a. La sabidur’a, para Žl, radica
en el conocimiento o aspiraci—n a las ideas eternas e inmutables; este conocimiento es la ep’steme o
ciencia superior en todo el conocimiento sensible llamado doxa (opini—n). Segœn Arist—teles, la filosof’a es
lo que entiende por metaf’sica o filosof’a primera, ciencia destinada a explicar los primeros principios y
causas de las cosas. La metaf’sica como ciencia del ser en tanto que ser, como ciencia suprema, la
filosof’a segœn Arist—teles, tiene las siguientes caracter’sticas:
#'"

Ciencia universal, Ciencia dif’cil, Ciencia rigurosa, Ciencia did‡ctica, Ciencia


principal y Divina

Epata helen’stico- romana.


Esta etapa se extiende desde la muerte de Arist—teles (322 a.C.) hasta la muerte de Plotino (270 a.C.). Se
llama helen’stico-romana, porque durante esta Žpoca, Roma somete a la naci—n griega y absorbe su
cultura llevando a cabo una helenizaci—n. Se dice que con el vuelo imperial de las ‡guilas romanas se
convirtieron los griegos en los maestros del mundo. Durante esta etapa se consolidan las fuerzas
especiales y decae la metaf’sica. Se le considera como un periodo de decadencia hacia la metaf’sica. En
el lugar de un saber estrictamente te—rico, surge el interŽs por el arte de conducir la vida (el ideal del
sabio); la filosof’a se orienta a los problemas Žticos o morales, no interesa tanto saber que es el mundo
como encontrar una forma de vida adecuada que haga posible la realizaci—n de la felicidad o la virtud.

Entre las escuelas que florecen durante esta etapa cabe citar la de los epicœreos, de los estoicos, la de los
c’nicos y la de los escŽpticos, fil—sofos que resucitando la vieja tesis de Prot‡goras acerca de que el
hombre es la medida de todas las cosas, sostienen que en virtud de que todo es relativo y ef’mero, es,
imposible lograr un conocimiento objetivo (como representante de esta tendencia tenemos, por ejemplo, a
Pirr—n [365- 275 a.C.]). Todas estas escuelas se centran en las cuestiones morales. Recogiendo las
preocupaciones de la Žtica, un estoico, SŽneca, comenta: "La filosof’a es la teor’a y el arte de la conducta
recta". Asimismo, dentro de este mismo esp’ritu, Cicer—n (106- 43 a.C.) considera que la filosof’a es
maestra de la vida, inventora de Leyes y gu’a de la virtud. En suma, los sabios de esta Žpoca de la
decadencia griega se afanaron en buscar aquel estilo de vida que define al hombre independiente,
suficiente, que vive como es menester, en completa serenidad y equilibrio.

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El cristianismo.
El cristianismo trae consigo una profunda transformaci—n,
una nueva concepci—n del mundo, del hombre y de la
historia que va a contrastar con la cultura pagana. Los griegos se afianzas fundamentalmente en la raz—n,
en el logos, mientras que los cristianos descubren la fe como principal dimensi—n humana. ÀC—mo lograr
reconciliar dos culturas, dos modos de vidas aparentemente tan dis’miles?

11 Conceptos de filosof’a

Al principio, la fe y la raz—n; parec’an ser incompatibles as’, uno de los primeros autores cristianos
perteneciente a los apologistas, como Tertuliano, rechaza el logos o la raz—n como camino o v’a de
verdadero conocimiento, para atenerse, exclusivamente al mundo de la fe. Sin embargo, el primer intento
#("

de conciliaci—n entre la cultura helena y el cristianismo se encuentra en San Agust’n (354-430 d.C.),
considerado como el fil—sofo cristiano m‡s importante y pilar de la corriente patr’stica, que se impone la
tarea de fijar en un cuerpo de doctrina los dogmas, culto y disciplina relativa al naciente cristianismo.
Tratando de armonizar la fe con la raz—n, San Agust’n, postula la necesidad de creer para entender. Como
sacerdote, y m‡s tarde como obispo de Hipona (en 391 d.C.), el fil—sofo cristiano se esfuerza por
establecer la unidad de la doctrina y la Iglesia cristiana. Particularmente funda su dogm‡tica en la lucha
que emprende contra las diversas sectas paganas de su Žpoca. San Agust’n considera que los fil—sofos
griegos se hab’an equivocado no en la actitud filos—fica en s’ que segu’a siendo v‡lida (la filosof’a como
af‡n de saber), sino en el objeto mismo de la filosof’a, en el cual se hab’an extraviado buscando
inœtilmente la primera causa del mundo en las cosas materiales o en las ideas. Segœn San Agust’n, el
tema, el objeto primordial de la filosof’a se centra en Dios y el Alma; por ello afirma que la filosof’a es un
af‡n de Dios.

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La Edad Media
La disoluci—n del imperio romano -que tan vivamente describe San Agust’n en su obra La Ciudad de Dios-
se–ala el fin de la Žpoca antigua para dar paso a la Edad Media.

Ante las crisis del mundo antiguo se van configurando nuevos principios y valores de ordenaci—n pol’tica y
social. La actividad intelectual se desarrolla en los conventos y abad’as, en donde florece la escol‡stica,
una filosof’a ’ntimamente vinculada a la preocupaci—n religiosa.

La Edad Media se extiende, aproximadamente, del siglo v al xv d.C. Comprende diez siglos de la historia
de la humanidad. La idea de que este periodo de la historia representa una Žpoca oscura o de tinieblas ha
sido superada desde el romanticismo y, posteriormente, con estudios cr’ticos de historiadores y fil—sofos
del siglo xx. Particular interŽs reviste el siglo XIII, cuando se desarrolla plenamente la escol‡stica (saber
teol—gico y filos—fico). La escol‡stica (del lat’n scholasticus) se suele relacionar con la filosof’a de Santo
Tom‡s de Aquino (1225-1274). Santo Tom‡s logra establecer la conciliaci—n definitiva entre el cristianismo
y la filosof’a griega, bas‡ndose fundamentalmente en el pensamiento de Arist—teles. Segœn Santo Tom‡s,
la filosof’a es el estudio de las razones œltimas y universales de las cosas. Es la ciencia por excelencia,
porque investiga los œltimos fundamentos de la realidad (es la metaf’sica de la que habla Arist—teles). Para
Santo Tom‡s, la filosof’a se distingue de las dem‡s ciencias, en virtud de que Žstas no se ocupan de las
leyes universales de las cosas, sino de diversos y limitados grupos de objetos. Las ciencias particulares (o
filosof’as segundas, como las llama Arist—teles) se consagran al estudio pormenorizado de la naturaleza;
mientras que la filosof’a, como ciencia primera, constituye un conocimiento totalizador de la naturaleza
misma, en la medida en que aprende lo esencial de todas las cosas.

Adem‡s, el propio Santo Tom‡s caracteriza a la filosof’a como una "sierva de la Teolog’a", una ciencia
que en virtud de su naturaleza eminentemente racional, de auxiliar a la teolog’a en la fundamentaci—n y
#)"

esclarecimiento de sus dogmas.

Modernidad
Se conoce por Žpoca moderna o modernidad inicia en el Renacimiento (siglos XVI y XVII) Y en la Žpoca
de la Ilustraci—n (siglo XVIII). La modernidad representa la decadencia de la concepci—n del cristiano del
mundo. La filosof’a moderna llega desarrollar una serie de conceptos incompatibles con esa concepci—n.
Uno de ellos es la idea de progreso y otro, la idea de la humanidad. Los fil—sofos ilustrados piensan que la
12 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

historia es una marcha infinita hacia la realizaci—n de una vida cada vez m‡s racional.

Una de las ideas clave del fil—sofo moderno es la raz—n. El criterio de verdad debe buscarse en la
evidencia de la raz—n. Otro rasgo que caracteriza la concepci—n moderna del mundo es su esp’ritu de
aventura, su inconformidad ante lo establecido, En la historia de la filosof’a, este esp’ritu de aventura, esta
ruptura con el pasado, est‡ claramente manifestado en la filosof’a de RenŽ Descartes (1596-1650), padre
de la filosof’a moderna. Descartes busca los principios racionales que han de normar todo conocimiento,
principios de los que han de derivarse las nociones sobre el mundo y sobre Dios, Por este motivo, se
considera a Descartes como el fundador del racionalismo. Expresando las inquietudes de la modernidad,
Descartes define la filosof’a como: el estudio de la sabidur’a, tanto para conducir la vida como para la
conservaci—n de la salud y la invenci—n de todas las artes. En esta idea de la filosof’a est‡n encerrados los
ideales del hombre moderno: el apego a la vida, el esp’ritu de invenci—n y de transformaci—n (concepto
inmanentista del hombre).

En general los pensadores del siglo XVIII, los ilustrados como se les llama, no son fil—sofos sistem‡ticos.
Su raz—n, la raz—n que con tanto ah’nco exaltan, es mas hacer que un, ser; es decir, es una raz—n
din‡mica, activa, encaminada a criticar la tradici—n y a poner las bases de un nuevo orden social y pol’tico.
Dentro de esta l’nea est‡n Voltaire (1694-1778), Montesquieu (1689-1755), Diderot (1713-1784), D'
Alambert (1717-1783) y, de manera especial, Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) quien, apart‡ndose del
racionalismo dieciochesco, defiende el sentimiento por encima de la raz—n y llega a ser un autŽntico
precursor del romanticismo.

Entre los fil—sofos del siglo XVIII destaca la figura de


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Emmanuel Kant (1724-1804), de quien mucho se
6074)! 7)2! 6)*+05-)*3&! 5&7)4*&.!
hablar‡ en este libro, Kant tiene el mŽrito de haber
717A! +-+3)5E3-'05)*3)! 7)! 3&7&.!
superado la vieja metaf’sica, cuyos objetos eran Dios,
)564)*7-)*7&! 0+>! 1*0! 7)! 20+!
)@340&47-*04-0+! 0:)*3140+!
el mundo y el alma (noœmenos). En Kant la filosof’a se
-*3)2)'3102)+!7)!20!(-+3&4-0;!
convierte en una reflexi—n sobre la cultura humana
(ciencia, arte, moral y religi—n). Precisamente la Žtica es una explicaci—n,
fundamentaci—n o reflexi—n sobre una de estas ‡reas culturales de significativa importancia: la moral.

TambiŽn puede afirmarse que, segœn Kant, la filosof’a es una ciencia cr’tica que se pregunta por el
alcance del conocimiento humano: la filosof’a es la encargada no de crear la cultura, sino de reflexionar
acerca de ella, pregunt‡ndose: Àc—mo es posible la ciencia? (l—gica), Àc—mo es posible la moral? (Žtica),
Àc—mo es posible el arte? (estŽtica),

ƒpoca contempor‡nea.
#*"
"
La Žpoca contempor‡nea comprende los siglos XIX y xx. La filosof’a de nuestra Žpoca se desenvuelve
dentro de un clima de incesantes progresos cient’ficos y tŽcnicos. Como consecuencia de estos adelantos
cient’ficos surge un esp’ritu cientificista que se manifiesta, por ejemplo, en el positivismo, filosof’a fundada
por Augusto Comte (1798-1851). Su doctrina entra–a un rechazo a la metaf’sica. Reclama atenerse a lo
dado y no salir jam‡s de ello (o sea: de la experiencia). El positivismo comprende no s—lo una teor’a de la
ciencia sino tambiŽn una reforma de la sociedad, una interpretaci—n de la historia y una religi—n que acaba
por rendir culto a la ciencia. Como teor’a del saber el positivismo se niega a admitir otra realidad que no
sean los hechos y a investigar otra cosa que no sean las relaciones entre los hechos, Del pensamiento de
Comte se desprende que la filosof’a es el sistema general de concepciones sobre el conjunto de
fen—menos verificables a la luz de la ciencia positiva: de ah’ el nombre de positivismo.

Una idea central del positivismo de Augusto Comte es la tesis de que la humanidad se ha desarrollado a
travŽs de tres estadios o etapas: la etapa teol—gica, la metaf’sica y la positiva. Segœn el fundador del
positivismo, los hombres han tratado de explicar los fen—menos naturales recurriendo primero a
divinidades imaginarias, luego a abstracciones o entidades metaf’sicas (estadio metaf’sico) y, finalmente,
comprendieron que estos fen—menos s—lo podr’an ser captados de manera positiva mediante mŽtodos
cient’ficos, como la observaci—n y la experimentaci—n (estadio positivo).

Algunas filosof’as de la Žpoca contempor‡nea se caracterizan por mostrar una reacci—n contra un
formalismo y universalismo abstractos, tal es el caso, por ejemplo, del existencialismo cuyo precursor es el
fil—sofo danŽs Soren Kierkegaard (1 813-1855), Segœn Kierkegaard, la filosof’a deber‡ entenderse como

13 Conceptos de filosof’a

una teor’a de la existencia concreta del hombre. El existencialismo, en general, es una filosof’a que
reacciona contra toda postura esencialista (que considera que primero est‡ la esencia y luego la
existencia), sosteniendo una propiedad de la existencia, concreta, finita y temporal, sobre la esencia. Otros
fil—sofos ligados a la comente existencialista son: Sartre, Heidegger, Jaspers y Marcel.

Una filosof’a actual de considerable repercusi—n, que tambiŽn reacciona contra el racionalismo
abstracto de cu–o hegeliano, es el marxismo, que pone el acento en el hombre concreto, hist—rico y
social. Segœn Carlos Marx (1818-1883), la filosof’a es una dialŽctica de las leyes del cambio de desarrollo
de la naturaleza, i* sociedad y el pensamiento. Para el marxismo (teor’as filos—ficas, sociales desarrolladas
por Carlos Marx y Federico Engels), la historia de la filosof’a muestra una lucha entre el materialismo y el
idealismo, lucha que refleja el choque entre las clases antag—nicas de la sociedad. Ninguna corriente
filos—fica puede eludir este enfrentamiento, pues el materialismo ha expresado en general los intereses de
las fuerzas sociales progresistas j el idealismo de las fuerzas reaccionarias y conservadoras. Se trata de
una posici—n filos—fica revolucionaria que es concebida como un instrumento para cambiar la sociedad. A
este respecto es cŽlebre la tesis once sobre Anselm Feuerbach en donde Marx dice: "Los fil—sofos se han
limitado a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo".

Desde el punto de vista Žtico, el marxismo llega a la conclusi—n de que el capitalismo es injusto y debe
Çplantarse por el socialismo. Esta filosof’a prevŽ para ¥i futuro m‡s o menos inmediato la decadencia del
capitalismo, una revoluci—n de los trabajadores, inevitable y victoriosa y el establecimiento del socialismo
bajo la dictadura del proletariado.

Como ejemplos de filosof’as que en esta Žpoca sub-ovan los aspectos vitales y concretos del conocimiento
y del hombre est‡n, aparte del existencialismo, el prag-maismo y el intuicionismo. El pragmatismo se
caracteriza por otorgar preeminencia a la acci—n y a la voluntad. Se considera como fundador de esta
filosof’a a Charles Sraders Peirce (1839-1914). Sus continuadores son WBliam James (1842-1910) quien
piensa que el cono-nto humano y la ciencia se explican por los servi-que Žstos prestan a la conservaci—n
de la vida, y John Dewey (1859-1952) quien sostiene que el pensamiento no es m‡s que un —rgano de
ciertos modos de comportamiento y no precisamente de un conocimiento contemplativo del mundo. Segœn
$+"

el pragmatismo, el pasamiento es un instrumento de control en la vida, Ça herramienta que le sirve al


hombre en su lucha por sobrevivir. Todo conocimiento tiene valor y sentido en b medida en que constituye
un medio adecuado para frente a un est’mulo. Por œltimo, el pragmatismo que una idea es verdadera
siempre y cuando sea

Instrumento efectivo para explicar la experiencia y realizar la diversidad de fines que el hombre se traza
durante su vida. El intuicionismo, por su parte, cobra expresi—n en el pensamiento del fil—sofo francŽs Henri
Bergson (1859-1941). Este fil—sofo combate el positivismo y el idealismo en todas sus formas. Sostiene
que el pensamiento discursivo, l—gico y abstracto, es incapaz de descubrir la vida, el esp’ritu, la verdadera
realidad. A ellos s—lo se llega por el camino de la intuici—n o captaci—n inmediata de los objetos. El
pensamiento intelectual lo paraliza todo; s—lo puede aprehender lo inerte, lo material. Pero la realidad es
muy distinta. El verdadero meollo de la realidad (movible, din‡mica) escapa a las
operaciones meramente l—gicas del intelecto y s—lo es aprehendido por medio de la
intuici—n.

Otra filosof’a contempor‡nea que, al igual que el !"#$%&' ()(,! ! /17f-G! g-33G)*+3)-*!
positivismo, reacciona contra los excesos de la [dhhe! K deBd`! El centro de la
metaf’sica es \& filosof’a anal’tica, la cual se preocupaci—n de este fil—sofo
contempor‡neo es el lenguaje.
preocupa por el an‡lisis l—gico del lenguaje. La
En una primera etapa de su
filosof’a anal’tica o neopositivismo comprende
pensamiento concibe al lenguaje
diversas corrientes: la corriente de la l—gica como una especie de mapa que
matem‡tica, relacionada con Alfred N. Whitehead y refleja la realidad.! Bertrand Russell; la
corriente l—gico-lingŸ’stica del C’rculo de Viena (Schlick,
Reichenbach, Neurath, Carnap, entre otros). Dentro de las filas de esta filosof’a anal’tica sobresale Ludwig
Wittgenstein quien, con su obra, Tratado l—gico-filos—fico, influye notablemente en los pensadores del
C’rculo de Viena, y da forma a las tesis m‡s importantes de la filosof’a anal’tica.

Para Wittgenstein y otros positivistas l—gicos, la filosof’a es, ante todo, una actividad consistente en
aclarar el sentido del lenguaje para detectar o localizar seudo-problemas (o falsos problemas); por tanto, la
tarea de la filosof’a no consiste en solucionar problemas sino m‡s bien disipar, corregir errores provenientes
del mal uso del lenguaje.

Otra filosof’a relativa tambiŽn a nuestra Žpoca es el estructuralismo, representado por fil—sofos como
Michel Foucault y Claude LŽvi-Strauss. Para este œltimo, todas las manifestaciones de la vida humana

14 Conceptos de filosof’a

(Lenguaje, moral, pol’tica, religi—n, etc.) son expresiones de estructuras objetivas, susceptibles de ser
determinadas conforme a leyes cient’ficas, de ah’ que la filosof’a deba ocuparse de la investigaci—n o estudio de
estas estructuras.

Michel Foucault Ñen sus obras Las palabras y las cosas y La arqueolog’a del saberÑ trata de desentra–ar las
estructuras que subyacen y que han guiado al pensamiento occidental a partir del Renacimiento.

Segœn Ram—n Xirau, el estructuralismo "es importante como instrumento de an‡lisis (principalmente fecundo
en la lingŸ’stica, la etnolog’a y la antropolog’a)". "El estructuralismo Ñdice este autorÑ parece ser, en cuanto
actitud filos—fica, una reacci—n contra los excesos de las filosof’as vitalistas y muchas veces irracionalistas que
$!"
"
predominaron en el siglo pasado y en parte del nuestro. Parece obedecer, tambiŽn, a una forma de la desilusi—n
ante la ca’da de la ideolog’a en nuestro siglo."8

Esencia de la filosof’a

Esta breve incursi—n en la historia de la filosof’a ha estrado que no hay una noci—n de filosof’a, sino ¥tersos
conceptos aparecidos en distintas etapas de su gestaci—n. ÀQuŽ filosof’a se va a elegir?... Indepen-
dientemente de que se siga una u otra comente, puede buscarse una esencia del filosofar, una idea comœn y
unitaria que comprenda todas las ideas que se han desarrollado en el curso de la historia. Generalmente se
entiende por esencia (del lat’n essentia; de esse, ser) el ser que constituye una cosa (en este caso, la filosof’a);
Lo que una cosa es en s’ misma, lo que hace que una cosa sea lo que es. En tŽrminos l—gicos, la operaci—n
conceptual denominada definici—n tiene como objetivo llegar precisamente a la esencia de las cosas; esto es,
se–alar sus rasgos generales y distintivos. Esta tarea de buscar la esencia de la filosof’a o sus rasgos distintivos
fue emprendida por Wilhelm Dilthey (1833-1911) en su obra La esencia de la filosof’a. Segœn Dilthey, para
determinar quŽ es la filosof’a es necesario interrogar a la historia. Pero la historia s—lo muestra diversidad.
Frente a los mœltiples sentidos de filosof’a o casos hist—ricos particulares es necesario encontrar sus rasgos
generales que la caractericen. Desde este punto de vista hist—rico, todo concepto particular de filosof’a consti-
tuye un caso que remite a la ley de formaci—n que rige los hechos de la filosof’a. No importa cuan insostenible
sea cada una de las definiciones del concepto de la filosof’a, considerada desde el punto de vista sistem‡tico,
todas son importantes para solucionar el problema de la esencia de la filosof’a, pues constituyen una parte
esencial de los hechos hist—ricos, de los que se extraen las conclusiones.

Dilthey afirma que la filosof’a presenta los siguientes rasgos fundamentales:

Tendencia a la universalidad
La filosof’a, frente a otras ciencias, se ha caracterizado siempre por comprender la totalidad de los problemas
humanos, por un empe–o en obtener una cosmovisi—n o visi—n total y plenaria de la realidad. Esta caracter’stica
permite distinguirla de las ciencias particulares, a las cuales les interesa circunscribirse a un solo sector de la
realidad. En este sentido, la filosof’a es, como dir’a Schopenhauer: un af‡n de "reflejar en conceptos abstracta,
universal y limpiamente, la total esencia del mundo". Por su parte, Dilthey dice que la filosof’a representa la
necesidad de un inventario de todos los trabajos del mundo.

Un ejemplo de este primer rasgo, o tendencia a la universalidad que presenta la tarea filos—fica, se encuentra
en el siguiente fragmento, tomado del pensamiento del fil—sofo mexicano JosŽ Vasconcelos (1882-1959):

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15 Conceptos de filosof’a

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!¥ Ram—n Xirau, Introducci—n a la historia de la filosof’a, MŽxico, UNAM, 1974, p. 486
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Si los dos rasgos esenciales
deBe`;!<-2A+&=&!5)@-'0*&.!+1!'41?070!0!
de la filosof’a son, por un lado,
=0:&4! 7)! 20! '123140! '&564)*7-A! 7)+7)!
universalidad o aspiraci—n a
)2! 02=08)3&! (0+30! 2&+! 6)*+07&4)+!
la totalidad y, por otro, la
'2E+-'&+.! 7)+7)! 20+! 043)+! 6&61204)+!
propensi—n a la validez
(0+30! 20! 6-*3140! 51402.! 7)+7)! 2&+!
3022)4)+!(0+30!20+!8-82-&3)'0+;! universal de su saber, puede
afirmarse entonces, que
filosof’a es aquel saber universal que aspira a tener una validez
universalmente aceptada.

Adem‡s de las dos notas esenciales de la filosof’a que hemos apuntado: tendencia a la universalidad y
exigencia de una validez objetiva o universal de su saber, que derivamos del pensamiento de Dilthey, es
posible enumerar algunas otras caracter’sticas propias de la actividad filos—fica como las siguientes:

Exigencia positiva de la validez universal de su saber


El segundo rasgo del saber filos—fico es la tendencia a tener una validez universal, universal y necesaria
como toda ciencia. "Desde el conocimiento metaf’sico del mundo de los griegos Ñobserva DiltheyÑ, que
se propuso resolver con validez universal el gran problema del mundo y de la vida, hasta el positivista o
escŽptico m‡s radical de la actualidad", se ha pretendido buscar verdades universales, verdades eternas.
En Grecia:

Ya se impuso en la antigua escuela de Pit‡goras y Her‡clito la misma tendencia a abarcar toda la existencia
en una visi—n del mundo y toda la evoluci—n ulterior de la filosof’a a travŽs de dos milenios se halla dominada
por la misma aspiraci—n, hasta la Žpoca en que aparecieron sucesivamente, a partir de fines del siglo XVII,
Locke y los nuevos ensayos de Leibniz y Berkeley.

Hemos visto, c—mo tambiŽn en los dos siglos que han continuado el trabajo de Locke, LeibniÀ y Berkeley";
sigui— existiendo una relaci—n intr’nseca con el problema de una concepci—n del mundo umversalmente v‡lida.
Justamente el m‡s grande de los pensadores de estos dos siglos, Kant, est‡ determinado enŽrgicamente por
esta relaci—n.10

Fundamentalidad o af‡n de fundamentaci—n


La anterior es la caracter’stica que convierte a la filosof’a en un saber cr’tico.

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!WUhelm Dilthey, Esencia de la filosof’a, Buenos Aires, Losada, 1962.
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Ya vimos que uno de los conceptos de filosof’a se–alaba que Žsta ten’a como tarea establecer una
fundamentaci—n de las ciencias. Segœn el diccionario "fundamentar" significa "echar los cimientos de un
edificio". Supongamos que ese edificio es el conocimiento, la cultura, el quehacer humano. La filosof’a,
entonces, proporciona o busca establecer las bases, los cimientos principios en que todo esto descansa.
De esta mane: la filosof’a le interesa saber quŽ significan varias de tras ideas y conceptos b‡sicos, en quŽ
basamos nuestros conocimientos y creencias, quŽ principios hay que seguir para formular juicios verdaderos,
quŽ normas deben guiar nuestro comportamiento, etcŽtera.

16 ƒtica: Introducci—n a su problem‡tica y su historia

Sistematicidad o metodicidad.!
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Quienes seriamente se han dedicado a filosofar lo hicieron con muy variados fines v mŽtodos. Unos
han sido grandes figuras religiosas como San Agust’n quien por medio de la filosof’a trata de explicar y
justificar ciertos conceptos religiosos. Otros, hombres de ciencia como RenŽ Descartes, que trataron de
interpretar el significado y determinar la importancia de varias teor’as y descubrimientos cient’ficos.
Otros como John Locke y Carlos Marx, filosofaron con el objeto de introducir ciertos cambios en la
organizaci—n pol’tica de la sociedad. Muchos se interesaron en justificar o establecer algœn conjunto de
ideas que pensaron podr’a ser de ayuda u orientaci—n para la humanidad. Otros m‡s, sin tener tan altos
prop—sitos, simplemente deseaban comprender ciertos aspectos del mundo en que viv’an y analizar
ciertas creencias de la gente.12

Racionalidad.
Esta caracter’stica nos lleva a decir que la filosof’a busca fundar sus argumentaciones en razones muy
pre-i cisas y claras, en an‡lisis fundamentados en la l—gica y en la raz—n, y no en otros motivos ajenos a
Žsta (como las convicciones o la fe). Generalmente las personas viven sin poner en crisis sus creencias,
sin dar raz—les suficientes de lo que hacen y por quŽ lo hacen; en abio, el fil—sofo busca estas razones y,
por ello, todo lo qiestiona. Recordemos c—mo los presocr‡ticos comenzaron b filosof’a poniendo en duda los
mitos y creencias religiosas que imperaban en su tiempo, y recordemos, asimismo, c—mo S—crates sosten’a
que una vida sin razones, sin examen cr’tico no val’a la pena de vivirse, (sonto Descartes, finalmente, se
puso a dudar de todo |a encontrar una verdad satisfactoria capaz de ser el ito de partida de la filosof’a.

As’. pues, la racionalidad de la filosof’a implica dar las ibones suficientes y aceptables para creer en
lo que creemos o para precisar si nuestros conceptos tienen la necesaria consistencia y coherencia.

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Independientemente de que la filosof’a pueda o no llegar a dar una raz—n definitiva y completamente
satisfactoria sobre las cosas, sus procedimientos son, sin duda, valiosos y necesarios. "El hombre que no
tiene ningœn barniz de filosof’a Ñnos dice Bertrand RussellÑ va por la vida prisionero de los prejuicios
que derivan del sentido comœn, de las creencias habituales en su tiempo y en su pa’s, y de las que se
han desarrollado en su esp’ritu sin la cooperaci—n ni el consentimiento deliberado de su raz—n."

La filosof’a, aunque incapaz de decirnos con certeza cu‡l es la verdadera respuesta a las dudas que
suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que ampl’an nuestros pensamientos y nos liberan de la
tiran’a de la robre. As’, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta
en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser: rechaza el dogmatismo algo arrogante de los
que no se han introducido jam‡s en la regi—n de la duda libe-lora y guarda vivaz nuestro sentido de la
admiraci—n entando los objetos familiares en un aspecto no familiar.13

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17 Conceptos de filosof’a

1. Elabora un cuadro descriptivo de las diversas socr‡ticos y S—crates?


corrientes filos—ficas con los siguientes 10.Compara el pensamiento de S—crates con el
aspectos: de los sofistas.
11.ÀC—mo resuelve San Agust’n la
* etapas contraposici—n entre fe y raz—n?
12.C—mo caracteriza Santo Tom‡s de Aquino a
* doctrinas la filosof’a?
* conceptos de filosof’a 13.Menciona tres caracter’sticas de la Žpoca
moderna o "modernidad".
* obras importantes 14.ÀCu‡l es el criterio de verdad que propone
RenŽ Descartes?
2. Redacta una conclusi—n sobre lo que para ti 15.Explica brevemente las etapas de la historia
ser’a la filosof’a. segœn el positivista Augusto Comte.
3. Escribe un breve ensayo sobre el tema: "El 16.ÀQuŽ fil—sofos est‡n ligados al
valor y utilidad de la filosof’a". existencialismo?
4. Menciona tres problemas filos—ficos que para 17.En la filosof’a existencialista, ÀquŽ significa
ti sean los m‡s importantes en este tiempo. que "la existencia precede a la esencia"?
18.Menciona dos corrientes filos—ficas
Resuelve las siguientes cuestiones: contempor‡neas que reaccionan contra
la metaf’sica.
1. ÀEn quŽ consiste el car‡cter hist—rico de la 19.Explica dos rasgos que configuran la
filosof’a? "esencia
2. ÀQuŽ relaci—n guarda la filosof’a con la de la filosof’a".
ciencia? 20.Comenta la siguiente frase de Bertrand
3. ÀQuŽ relaci—n mantiene la filosof’a con la Russell: "El hombre que no tiene ningœn
cultura y los valores? barniz de filosof’a, va por la vida prisionero
4. ÀC—mo se origin— la filosof’a? de los prejuicios que derivan del sentido
5. ÀQuŽ diferencia hay entre filosof’a y mito? comœn, de las creencias habituales en su
6. ÀEn quŽ consiste el "antropomorfismo"? tiempo y en su pa’s, y de las que se han
7. Explica diversas interpretaciones del mito. desarrollado en su esp’ritu sin la cooperaci—n
8. ÀQuŽ problema filos—fico ocup— la atenci—n ni el consentimiento deliberado de su raz—n".
de los presocr‡ticos?
9. ÀQuŽ diferencias se advierten entre los pre-

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